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30/09/23.

Karina Rodríguez

Requiem en otoño

Nadie sabe quién es el famoso asesino serial del otoño.Cada año, cuando las hojas
de los árboles terminan de caer, un nuevo cuadro pintado con la sangre de su
víctima, aparece en algún punto de la ciudad. Siempre la misma escena, un bosque
otoñal justo ántes de que se oculte el sol.

En una ciudad tan grande es común el elevado índice de crímenes por lo que se
resta importancia algunos casos como los robos, en ocasiones estos terminan con
la vida de la víctima si se resiste por lo que la policía ni siquiera se molesta en
investigar más. Fue esta falla en el sistema la que permitió al artista permanecer en
el anonimato por tanto tiempo aún cuando tenía la audacia de exhibir sus cuadros.

El primer cuadro apareció en el centro de la ciudad sobre un caballete a la media


noche del ultimo día de otoño hace 11 años. Hasta ese momento ninguna persona
imaginó la espeluznante verdad, esa primera vez se pensó que la pintura era la obra
de algún artista excéntrico novato en busca de publicidad, incluso se dejó por un día
entero en el mismo lugar.

Fue hasta el día siguiente de la aparición de la obra que el mundo vio nacer al
monstruo. La dueña de una galería tomó el cuadro para averiguar cómo recrear
esos colores rojos. Al examinar los materiales notó que la pintura contenía sangre
humana por lo que informó a la policía.

Los investigadores a cargo no tenían nada que pudiera llevarlos al asesino. A decir
verdad la única razón por la que investigaban era porque la mujer que identificó la
sangre había acudido a la prensa. Desde entonces el director de justicia los había
estado presionando para que encontrarán al asesino. No era bien visto que estos
homicidios se cometieron en la ciudad más grande del país, a los habitantes no les
importaba que hubiera mujeres muertas al sur, o que las desapariciones de niños no
cesarán en algún pueblo poco conocido del norte.Nada era más escandaloso que
un asesino suelto en el corazón de una nación.

Después del tercer cuadro la policía notó que las pinturas en conjunto estaban
formando una especie de cuadro más grande, y se creía que cuando estuviera
terminado el asesino se detendría por lo que la investigación era contra reloj. Por
esta razón todos los cuadros eran llevados como evidencia y eran conservados en
un cuarto aislado de la luz solar, libres de humo y con un control de humedad.

Había sido bastante difícil identificar a las víctimas ya que los cuerpos aparecían
antes que los cuadros, y siempre era disfrazado como un asalto el cuál terminaba
con una puñalada que hacía que se desangraran las víctimas. Al ser un caso de
robo resultaba imposible seguir todos ellos, por lo que debían esperar los cuadros
para identificar a la víctima a través de los cuadros. Sin embargo resultaba
complicado obtener una muestra de ADN que no estuviera contaminada por los
químicos presentes en las demás pinturas que usaba el asesino.

Dentro de la lista de sospechosos que la policía armó durante estos 11 años, nadie
pensó en incluir a la linda chica de ojos grandes y marrones que a veces visitaba la
oficina para saludar a su amigo el oficial Aguileta. A decir verdad aún se resiste a la
idea de que una mujer sea el asesino, pero en los últimos casos habían hallado que
el asesino podría ser una mujer que seducía a los hombres para después
asesinarlos, esto lo habían descubierto gracias al último caso en el que un chico que
paseaba a su perro de noche vio cómo el hombre subía a un taxi con una chica
pelirroja la misma noche en que fue asesinado.

Y cualquiera que conociera a Natalia Andazola sin dudarlo correría a testificar de


su inocencia ante cualquier delito, por lo que este otoño cuando se descubrió la
verdad nadie creía que ella pudiera estar involucrada en semejante escándalo.

Natalia siempre cuidadosa a la hora de seleccionar a sus presas procura que


todos ellos sean acosadores o golpeadores. Le gusta confirmar los delitos
cometidos por ellos para que nadie los eché de menos. Se considera a sí misma
una especie de libertadora, evita que las mujeres sean lastimadas, o peor aún, que
mueran por causa del amor.

Selecciona casos olvidados y muchas de las veces casos que la policía no conoce.
Algunos los obtiene en la oficina del oficial Aguileta cuando este sale al baño o por
un poco de café. Otros casos los obtiene gracias a la generosa información
existente en internet, ya que Natalia descubrió que podía usar un virus de
computadora disfrazado de una imagen, este virus lo envía al email de alguno de los
muchos psicólogos y psiquiatras existentes en la ciudad, profesionales dedicados a
tratar casos de violencia. De esta forma tiene otra fuente confiable de víctimas.

Después de seleccionar a su presa la cacería comienza al iniciar el otoño, y


termina con la revelación del cuadro cuando el invierno esta por llegar.Estas reglas
establecidas por ella misma, fueron las que la llevaron a interesarse en Jorge.

Jorge había enfrentado hace un par de años una demanda por acoso y agresión
física. En ese momento Jorge no era tan famoso, de serlo, el caso hubiera sido un
escándalo y no hubiera quedado sepultado tal cual lo encontró Natalia.

Usualmente bastaba con los dos meses que dura el otoño para acechar, atacar y
matar a sus presas, pero con Jorge debía ser cuidadosa. Si él desaparecía del ojo
público sería sospechoso, lo había estado planeando por un tiempo y no
fallaría.Según había investigado, Jorge no había salido con nadie más desde esa
chica Sandra a la que golpeó de forma tan colosal que estuvo hospitalizada por dos
meses.

Natalia pensó que sería mala idea atacar debido a la fama que Jorge tenía en el
mundo del arte, pero encontró en el expediente las fotos de los golpes que Sandra
sufrió tras haber solicitado dos días antes una orden de alejamiento, incluso era
posible adivinar el tamaño de la mano de Jorge debido a las marcas alrededor del
cuello de Sandra. Al mirar aquellas imagenes, no pudo evitar recordar a su hermana
Ana y al verdugo de esta. Su sangre hirvió, y si no terminaba con la sangre de Jorge
en su pintura, no podría pasar a la siguiente obra.

Los malditos están destinados a encontrarse, y este fue el caso de Natalia y


Jorge, como dos marionetas bailaron al compas del requiem que la muerte compuso
para ellos. Natalia nunca antes había hablado con sus víctimas, no hasta que el
momento llegará. Pero con Jorge fue diferente, en un día en que las hojas de los
árboles aún húmedas y el olor a tierra mojada seguía vivo, los ojos de Natalia
Andazola y Jorge Priego, se encontraron por primera vez.

Ese día Natalia estaba en la oficina de Aguileta, a veces acudía ahí aún si no
necesitaba una nueva víctima, le gustaba el caos que ahí reinaba, además de que el
oficial le enseñaba defensa personal lo cual era bastante útil a la hora de asesinar,
era conveniente que Aguileta trabajara en el mismo edificio donde se encontraban
las pinturas. A veces le permitían a ella observarlas con el pretexto de ayudar en el
caso debido a su experiencia como restauradora de cuadros.

Sabía que Jorge estaba en la ciudad, había estado monitoreando sus movimientos
desde hace un tiempo. Pero lo que no sabía es que ese día por un extraño impulso
Jorge se vio llamado a ir a la oficina donde se encontraban las pinturas del
misterioso pintor del otoño. Un colega que trabajaba con la policía le había hablado
de las pinturas "Eran caóticas e indescifrables", eso le había dicho cuando con una
mirada algo asustada las describió y le había pedido su ayuda para descubrir alguna
pista.

Mientras Jorge manejaba, encendió un cigarrillo y miró su reloj, había estado


trabajando hasta tarde como solía hacerlo y odiaba levantarse antes de las 10 am .
Cuando esperaba que la luz cambiará de rojo a verde en un semáforo vio por la
ventana a un par de novios, ella lloraba mientras él le susurraba algo al oído y la
tomaba por el brazo. Al ver esta escena volvieron a él los lloriqueos de Sandra y
recordó la ultima vez que la vio y la forma en que él perdio los estribos por culpa de
ella.

Fue un error haberla golpeado tanto, ese día su juicio estaba nublado, pero ella
pensaba dejarlo después de jurarle amor eterno, si el padre de Sandra no hubiera
llegado quizá Jorge hubiera acabado con la vida de ella. Afortunadamente no era la
situación, pero el caso habia llegado a la policía y tuvo que mantener un perfil
discreto por largo tiempo.

Continuo pensando en Sandra hasta que llegó a su destino,estacionó junto a unos


árboles ocultos por una delgada capa de niebla, consultó el reloj en su muñeca una
vez más y caminó hacia las puertas de cristal del edificio.

Jorge se sintió decepcionado cuando le comentaron que solo podía ver las pinturas
detrás de un vidrio ya que se evitaba cualquier contacto con ellas. La decepción
desapareció cuando las tuvo delante de él, sus ojos negros adquirieron una calidez
que solo lograba aparecer cuando veía una pieza que llenara sus expectativas.
Cada una de las pinturas parecía salida del mismísimo averno. Rojos brillantes y
metalizados representaban al ocaso incendiando las nubes del horizonte, el cual era
suavizado por los colores naranja y ámbar de un bosque otoñal. Daba la sensación
de que el bosque estuviera a punto de arder, y que la sombra de la persona que
admiraba el atardecer sería totalmente consumida.

Jorge se sorprendió asimismo tratando de terminar el rompecabezas que los 10


cuadros estaban armando.Era como si las 10 personas ahí sentadas estuvieran
contemplando el mismo atardecer.Cada personaje dueño de su propia obscuridad,
sintiéndose especial al igual| que un fenómeno de circo se piensa único, sin saber
que hay más como ellos. Pudo notar que todas las sombras estaban conectadas por
una especie de árbol marchito, el cual no se apreciaba hasta que todas las pinturas
se miraban juntas. Sus ramas se extendían por todos los cuadros, dando la
impresión de que las sombras estaban sentadas sobre los brazos marchitos del
roble, cada sombra contemplando su propio infierno. Sin embargo la obra aún no
estaba completa.El centro del árbol, aún estaba hueco, faltaba una pintura.

Ensimismado en sus pensamientos tratando de pensar como completaría él ese


hipnótico cuadro, no escucho el repiquetear de unos tacones contra la madera del
piso. No fue consciente de la presencia de la intrusa hasta que percibió el olor a
popurrí de hojas secas entrando por su nariz.

Transcurridos unos segundos su intuición le pidió voltearse y encontró unos


penetrantes ojos marrones acompañados de una sonrisa de triunfo, pensó que lo
que veía era deseo y admiración. Fue entonces que Jorge supo cómo completaría él
ese cuadro, con la imagen de una chica tan angelical como la que tenía en frente
rodeada de demonios, consumida por la oscuridad reflejada en esos ojos llenos de
locura.

Sin embargo lo que en ese momento Natalia sentía era una mezcla de odio y
satisfacción ocasionada por encontrar al protagonista de su próxima obra. Estas
emociones eran ligeramente opacadas por la sorpresa de saberse descubierta, se
sentía como una niña a la que atrapan con crayones en mano a punto de rayar una
blanca pared.

El primero en romper el silencio no fue ninguno de los dos, fue el oficial Aguileta el
cual comentaba que con otro experto en el arte sería más sencillo para sus colegas
encontrar al hijo de puta que estaba haciendo quedar a la policía como
incompetente, porque estaba seguro que las ultimas averiguaciones eran un acto de
desesperación, una mujer no podía ser un asesino, seguramente el asesino real les
había tendido una trampa. Los ojos de ambos aún se encontraban fijos el uno en el
otro cuándo Jorge notó que la chispa antes vista se desvanecía.

Natalia quería golpear a Priego ahí mismo, su instinto le pedía comenzar su ritual
de cacería, poco le importaba que el oficial estuviera presente, pero las cámaras
eran otro asunto.Puso la más grande de las sonrisas que tenía ensayada y lo saludó
tratando de sonar cordial.Tenía que aprovechar la oportunidad que se le
presentaba, debía pensar una forma de obtener más información sobre Priego. Por
su lado, Jorge aún tenía la sensación de esos ojos maliciosos mirándolo, por lo que
esta chica que se mostraba simpática y un tanto tierna le parecía un mal chiste.

Después de las presentaciones realizadas, Jorge se dio cuenta que aquella chica
era Natalia Andazola, había escuchado de un colega que ella tenía talento para la
pintura pero que lo había desperdiciado restaurando cuadros. Jorge se sintió un
tanto atraído por los erráticos cambios de personalidad de Natalia.

En ese momento Jorge pensó que quizá ya habían olvidado el incidente de Sandra
los pocos que sabían y que nadie lo juzgaría si conseguía una nueva novia, una que
esta vez lo amara lo suficiente como para tolerar sus esporádicos arranques de ira.
Siempre se ha sentido atraído a los secretos y Natalia parecía estar llena de ellos,
quizá sería divertido someterla y escuchar sus más profundos deseos y secretos.

Después de observar un rato los cuadros, ambos caminaban por el


estacionamiento, Jorge le pidió a Natalia que le contara más sobre el asesino del
otoño ya que deseaba involucrarse en la investigación. Ambos vieron la oportunidad
perfecta para lograr su objetivo y la muerte como un director de orquesta levantó los
brazos para que el réquiem cobrará más fuerza

Tanto Natalia como Jorge tenían un objetivo. Para él era buscar la manera de
concertar más citas para que ella se acercara a él. Por otro lado Natalia únicamente
buscaba obtener información de su presa para poder hallar el momento correcto
para acabar con su vida.
Contrario a lo que pensaba Natalia, la platica fue bastante estimulante para ambos,
ella pudo ver que en lugar de ser abrumado por los asesinatos, Jorge se sentía
atraido hacia la oscuridad que esto representaba, la aceptaba y ansiaba saber mas,
no para evitar los asesinatos si no para conocer al asesino y sus motivaciones y
Natalia pudo ver en los ojos de Jorge un deseo reprimido mientras ella le contaba
como la policia pensaba que el asesino llevaba a cabo sus crimenes.

Natalia se sorprendió a sí misma cuando aceptó volver a verlo para discutir la


técnica de pintura usada por el homicida, ya que no tenía caso que lo hiciera,
después de todo ya tenía la información que necesitaba. Cuando Natalia buscó una
justificación para tal descuido se dijo a sí misma que era únicamente para que no
sospecharan de ella cuando el momento llegara, pero sabía que la razón era porque
deseaba tener alguien con quien discutir sus propios crímenes sin que este se
escandaliza o comenzara a insultar cada vez que veía los cuadros, alguién que veía
su verdadera belleza.

Natalia se siente atraída a la oscuridad de Jorge, sin darse cuenta comenzó a


pensar en él como un socio.Incluso pensó que sería mala idea matarlo, Jorge había
dejado su pasado, no parecía un golpeador después de todo, siempre trataba a las
mujeres con respeto, incluso pensó que lo de Sandra debía ser un error.

Fue en una de esas noches de otoño en que la luna parece ser una calabaza de
halloween gigante que Natalia tomó la decisión de acabar con su obra y por
consiguiente con la vida de Jorge Priego. Este lo merecía, se lo recordaba a sí
misma mientras veía el expediente de Sandra y recordaba a su hermana muerta en
una situación muy similar.Nadie le había dado una segunda oportunidad a su
hermana, ni la policía cuando Ana solicitó una orden de alejamiento contra su novio
debido a la última pelea que habían tenido, ni sus padres cuando Ana les suplico
que no salieran esa noche y mucho menos el maldito que la mató.

Poseída por el sentimiento de odio y creyéndose incapaz de hacerlo en otro


momento, Natalia tomó todo lo necesario y salió de su guarida. Un maniático del
tiempo como Jorge siempre tenía la misma rutina, seguro debía estar en su estudio
trabajando como cada noche.
Planeaba hacerlo al igual que las otras veces, tomó cuidadosamente una de sus
pelucas y se la colocó, abrió un nuevo paquete de guantes y los puso en sus
manos, busco los frascos que usaría para la sangre de Priego y tomó su cuchillo en
forma de daga. Esperó hasta que fuera la hora en que Jorge dejaba el estudio y
minutos antes salió del auto rentado para esperarlo cerca de una calle poco
iluminada.

Recargada sobre una pared se sintió incómoda por los zapatos y la ropa que
usaba, se la había puesto como parte de su ritual, siempre usaba algo corto y
escotado para que cuando se acercara a ellos fingiendo estar ebria y
coqueteandoles un poco la siguieran a donde deseaba. No había considerado que
quizá no era necesario el disfraz, Jorge la hubiera seguido aún sin la vestimenta
sugerente, él la conocía como ninguno de ellos por lo mismo, no había nadie mejor
que pudiera completar su obra.

Cuando este finalmente salió era de madrugada. Escuchó que alguien gritaba su
nombre y al voltear encontró a una chica parada contra la pared, la pobre luz de la
calle le impedía verla, iba a continuar con su camino cuando la desconocida volvió
hablar, reconoció la voz de Natalia y un tanto desconcertado se acercó a ella. Ante
él había una Natalia bastante seductora con la falda corta y botas altas, usaba una
blusa que apenas cubría su pecho y un abrigo beige sin abotonar, el rojo le daba un
toque atrevido, pero extrañaba su melena negra, por qué habrá decidido cambiar su
estilo se preguntó. Cuándo estaba por preguntarle, Natalia se arrojó a sus brazos.

Natalia no había actuado nunca así frente a él, por el olor en su ropa podía adivinar
que estaba ebria. Quería poseer a Natalia, pero no a esta mala imitación de ella,
Jorge quería a la chica mordaz y con lengua afilada que conocía, quería ser él quien
la sometiera. Miro alrededor para localizar el auto de Natalia pero no lo encontró,
pensó que habría llegado en taxi, trato de caminar hacía su propio auto pero Natalia
se lo impidió. Lo abrazó y le susurro que entraran a su estudio.

Natalia se escabulló de los brazos de Jorge y camino hacía la puerta del estudio
para tratar de abrirlo, este la siguió y enojado pegó en la puerta a un lado de su cara
mientras decía. –No toleraré semejante chiquillada Nat, después de semanas en
que me has rechazado llegas de madrugada ofreciéndome vestida como puta,
cualquiera pudo haberte tocado, por tú bien espero que no sea así.

–Nadie me ha tocado, así que abre la puerta.

Jorge abrió la puerta, no por lo que dijo Natalia, si no porque pudo ver en ese
momento la misma chispa que vió en su primer encuentro. Quería averiguar qué la
ocasiona y sentía que si la obligaba a irse perdería la oportunidad.

Una vez dentro Natalia trató de arrojarse una vez más a su brazos, repasaba
mentalmente en qué bolsillo de su chaqueta llevaba la daga, sin embargo Jorge la
detuvo y le pidió que se sentara. Para Natalia parecía una broma, ahí estaba lista
para darle lo que Jorge llevaba semanas deseando y ahora la rechazaba. Era un
maldito doble cara, seguramente fingía inocencia para que ella confiara en él, como
si un titiritero jalara los hilos conectados a su mano y brazos esta se estrelló contra
la mejilla de Jorge haciendo una sonoro ruido, Jorge sonrió con una mirada
arrogante y le respondió con dos bofetada más fuertes, acompañadas de un golpe
en su ojo derecho. Esto la hizo pensar en su hermana Ana y en cómo solía llegar
con las mejillas rojas y a veces amoratadas y las escondía con maquillaje para que
sus padres no las vieran.

Poseída por la rabia, golpeó a Jorge en la garganta, justo en el punto en el que le


habían enseñado el oficial Aguileta, Jorge cayó de rodillas tirando detrás de él el
caballete y la obra en la que había estado trabajando los últimos días, la miraba que
le regalaba a Natalia estaba llena de promesas y rabia. Natalia sacó la daga y
procedió a decirle a Jorge.

–No puedo creer que haya considerado la idea de no matarte, eres un hijo de puta.
Un maldito monstruo. Igual que todos ellos, por eso cree un infierno para cada uno
de ellos, un infierno del que no pueden escapar porque vivirán ahí mientras las
pinturas existan. Pero tranquilo, aquí estoy yo para ayudarlas a todas ellas, ni Ana ni
nadie más va a volver a estar llena de golpes. Yo soy quién terminará con su dolor.

Al término de esta frase Natalia trato de cortar el cuello de Jorge, pero el brazo de
este tomo su mano antes de que lo lograra, y aún luchando por respirar soltó con su
otro brazo un puñetazo en su estómago, el cual la dejó sin aliento y la obligó a
doblarse en dos. Jorge se puso de pie, golpeó a Natalia una vez más en la cara lo
que causó que esta quedara de rodillas. La obligó a mirarlo y poseído por la rabia
continuó golpeándola.

Natalia luchó por ponerse en pie, pero Jorge la golpeaba continuamente en el


estómago impidiéndole tomar aire, trató de buscar algo con que defenderse y sintió
la daga a unos cuantos centímetros, aún podía tomarla, fue entonces cuando vio el
cuadro que momentos antes había sido derribado. Desconcertada se vio a ella con
alas angelicales y con un vestido blanco, sentada sobre el mismo árbol que había
estado pintado ella misma por tantos años , Jorge había decidido crear su propia
versión final de la obra del asesino.

Pensó que era un maldito por atreverse a ponerla en el mismo nivel que los otros,
ella no era un monstruo como él, como ellos. Ella no lastimaba a nadie. Mientras
veía el cuadro su mente comenzó a pensar sobre el embrollo en el que se
encontraba, Jorge no daba señales de detenerse, aferró la daga en su mano
mientras pensaba que no debió acercarse tanto a él, y menos dejarse engullir por la
obscuridad de este y permitirle haber entrado a la suya

Veía en el cuadro pintado por él que sus ojos reflejaban locura, quizá Jorge había
visto dentro de ella y sabía toda la verdad, era por eso que la estaba golpeando.
Reuniendo las fuerzas que quedaban en ella levantó la daga y la clavó en la pierna
de él. Natalia pensó que sería difícil escapar de esta, aunque matara a Jorge quizá
este ya lo habría contado, pero no tenía opción .

Alzó la daga y la enterró en uno de los puntos que sabía harían que la sangre
saliera más rápido. La sangre comenzó a correr por su cuello y pudo ver como caía
sobre el cuadro hecho por Jorge, quizá después de todo si era un monstruo. Lo
último que Natalia Andazola vio fue el cuadro bañado por su propia sangre.

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