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Título: Una jugada clave para el Schoenstatt internacional: Qué significa el primer

Santuario Filial

Extracto: El 18 de octubre próximo cumplirá 80 años de vida el primer Santuario Filial


de Schoenstatt, ubicado en Nueva Helvecia, Uruguay. Su historia se entrelaza a la
misión de Schoenstat de forma especial. Sigamos sus huellas descubriendo la riqueza de
su legado.

Teaser : El Santuario de Nueva Helvecia inicia la corriente de Santuarios Filiales que


año a año se siguen replicando en los cinco continentes. La audacia y el ardor misionero
hacen posible que Schoenstatt pase por el corazón de cada cultura sin perder la fidelidad
al origen. A 80 años de su inauguración la Familia de Schoenstatt en Uruguay celebra
este acontecimiento que marca un hito en la historia.

Autora: Hna. Clara María Bercetche

Keyphrase : Primer Santuario Filial

Sinónimos Keyphrase : Nueva Helvecia, misioneras, Dachau, Internacional de


Schoenstatt, Kentenich, corriente de retorno.

Meta Description : El 18 de octubre se celebrarán los 80 años del primer Santuario


Filial de Schoenstatt, que se encuentra en Nueva Helvecia, Uruguay. Un motivo
providencial para recorrer la historia.

TEXTO:

FOTO A
Dachau – Nueva Helvecia
En sus primeras visitas a Sudamérica, particularmente en Nueva Helvecia, luego de
contemplar asombrado la similitud el santuario recientemente construido con el
Original, el Padre Kentenich relató lo que ocurríó en el campo de concentración de
Dachau, donde se encontraba prisionero, paralelamente a la construcción del primer
Santuario Filial.
A Dachau llegaban sacerdotes de diferentes naciones: franceses, polacos, holandeses,
belgas, checos, etc. A quienes tenían interés, se les fue abriendo el mundo de
Schoenstatt. Pero había una traba insalvable. Se trataba de un movimiento originado en
Alemania, el país que los había separado de su patria, que los tenía presos en situaciones
deplorables sin razón justa. ¿Cómo vincular el corazón a una capillita ubicada
justamente en ese país tan hostil hacia ellos?
Un francés creyó encontrar la solución diciendo que Schoenstatt no estaba en Alemania,
sino en el mundo. Pero esta verdad abstracta no les convenció. Y es entonces cuando, a
través de un informe enviado desde Uruguay, pasando por Suiza para llegar finalmente
en forma clandestina a Dachau, se enteran de lo sucedido en Nueva Helvecia.

FOTO B, FOTO C

El informe detallaba cómo el pueblo se nucleaba más y más en torno al pequeño


Santuario. Con este testimonio, relataba el P. Kentenich, todos los cuestionamientos
llegaron a un buen desenlace y muchos sacerdotes prisioneros en Dachau pudieron
vincularse entrañablemente a ese lugar de gracias.
De ese modo, esos grupos de sacerdotes sellaron su Alianza de Amor con la MTA en
1944. De ahí que el P. Kentenich rezara: “Por entonces éramos sólo un pequeño círculo.
Más tarde, para honra tuya, de año en año nos extendimos hacia otras nobles naciones,
que conviven aquí estrechamente con nosotros” (Hacia el Padre, estrofa 543).
Efectivamente el poder mostrar un Santuario Filial ubicado fuera de Alemania fue una
carta maestra para abrir la esclusa que no dejaba fluir la gracia al resto del mundo.
Unidad en la diversidad
Uno de los temas favoritos del Papa Francisco es la convergencia en medio de las
tensiones, la estrecha complementación entre los distintos, la consideración de cada
cultura, de cada grupo humano. “La Iglesia, enviada a todo el mundo a testimoniar, a
sembrar una fraternidad universal, respeta y promueve la dimensión local con sus
múltiples riquezas” (13.10.’21).
¿Quién no ha gustado el sabor propio de un Santuario local? Cuando uno visita otras
localidades se asombra por ver detalles que realzan la belleza del Santuario, que dan un
tinte original a la misma capillita que encontramos en todo el mundo. Son las riquezas
que cada cultura expresa de mil modos.
Al mismo tiempo sabemos también que al llegar a un lugar desconocido o lejano
experimentamos una sensación única al ingresar en un Santuario. ¡Hemos llegado a
casa! En nuestro interior todo se tranquiliza y se acomoda.
Años atrás me contaron una anécdota muy ilustrativa. Una familia chilena, con niños
pequeños viajó a Alemania. No hablaban el idioma alemán, tampoco tenían conocidos
que les dieran la bienvenida. Como formaban parte de la Familia de Schoenstatt no
dudaron de pasar por el Santuario Original. No bien entraron allí se oyó la vocecita de la
más pequeña, que tenía aproximadamente tres años, que mientras señalaba la imagen de
la MTA, exclamó: ¡Mamá, Chile!
Esa niña ya no estaba en el extranjero, estaba en su patria, en su tierra, segura y
cobijada.
Es la experiencia del cobijamiento que tanto necesita cada persona en cualquier lugar en
el que se encuentre.
El Santuario Filial asegura la fidelidad al origen, al carisma original que nos es dado a
custodiar a todos los miembros de la gran Familia, y al mismo tiempo potencia la fuerza
de cada hijo, que ofrece su aporte y enriquece el todo.
El misterio del fluir de la gracia
Cuando las primeras misioneras deliberaban sobre la posibilidad de construir el
Santuario tuvieron que pensar qué ocurría con el capital de gracias que es parte formal
de la construcción. Ellas pensaron e intercambiaron largamente sobre el tema y
finalmente lo expresaron así: la corriente del Santuario Original fluye hacia el Santuario
Filial y por nuestros aportes al capital de gracias, vuelve enriquecida a la fuente, a la
capillita del Valle de Schoenstatt.
Es interesante que el mismo fundador lo corroboró al llegar y más tarde lo expresó de
este modo:
“Allí donde surge un Santuario filial, el torrente irrumpe con fuerza elemental, para
derramar desde allí sus aguas portadoras de salvación y bendición en el más vasto
entorno, pero recogiendo, al mismo tiempo, nuevos arroyos y ríos, tal como le llegan a
través de las Alianzas de Amor allí selladas. Arroyos y ríos que él toma consigo para
conducirlos finalmente de nuevo al Santuario Original” (Apuntes de la crónica 1955).

FOTO D

“Toda la Obra gestada es tanto obra de ustedes como mía” (P. Kentenich
11.08.’35).
Siempre este ha sido el orgullo de nuestro fundador.
¿Qué sería de Schoenstatt sin el Jardín de María, sin la Campaña del Rosario de la
Virgen Peregrina, sin tantas iniciativas nobles nacidas del corazón de los hijos?
Este es el caso de los Santuarios Filiales. Surgieron de la vida; la necesidad los soñó y
los conquistó; y los tenemos.
Hoy contemplamos la red de santuarios en el mundo entero y nos parece lo más lógico.
No era así en 1943. Fue arduo el discernimiento. El Espíritu Santo irrumpió en la
oscuridad y fue así que las primeras misioneras arriesgaron la construcción sin poder
consultar ni a Schoenstatt, ni al fundador.

El 20 de enero y los Santuarios Filiales: una potencia


Y por la envergadura de este paso que dio origen a un giro copernicano, el Padre
Kentenich afirmó más tarde: “Junto al 20 de enero de 1942 no hay ningún hecho que
haya influido tan poderosamente en la historia más reciente de la Familia, como la idea
y la construcción de los Santuarios Filiales (…) Ellos debían llegar a ser puntos de
apoyo para el reino de la Madre tres veces Admirable, desde donde ella, como Reina del
Mundo, pudiese lanzar sus redes y llevar a cabo su misión de educadora” (El Secreto de
la vitalidad de Schoenstatt, mayo 1952).
Cuando se celebraban los 25 años de sacerdocio del P. Kentenich, el fundador expresó a
los presentes:
“Le pido a cada uno de ustedes que medite con sinceridad y humildad lo que ha
surgido en la Familia gracias a la sangre de su corazón”.
¿No lo vuelve a decir hoy para cada uno de nosotros? ¿No hemos dejado caer en la
tinaja del Santuario la sangre del corazón? ¿No somos corresponsables del crecimiento
de la Obra?
Y si no logramos encontrar nuestro aporte personal, nos viene en ayuda lo que agregó
ese mismo día:
“En la eternidad sabremos cómo las almas más pequeñas y modestas de nuestra Familia
la han enriquecido; sin su heroica vida de sacrificios y oración, no podríamos
imaginarnos a la Familia y su espíritu, tal cual es hoy ese espíritu. ¡Sí; nada sin ustedes!
(…) Yo, a modo de un maestro mayor de obra, construía con la ayuda de personas.
Cuando advertía que se estaba gestando algo sano, me retiraba por completo, pensando
que esa iniciativa habría de crecer sin mí” (11.08.’35).
Sí, realmente: nada sin ti, Madre; nada sin nosotros. Solo en alianza avanza y crece la
Obra.
Hacia los confines del mundo
La gracia del envío apostólico del Santuario Original nos trajo los Santuarios Filiales.
Esta misma gracia es la que nos impulsa a replicarlos sin descanso. Dios necesita
arrimarse a la vida del hombre, acompasar su marcha, recoger sus lágrimas a través de
la presencia fuerte de una Madre que no se cansa de buscar y consolar a sus hijos.
¡Ahora Schoenstatt avanza en sus santuarios! Como gigantes en la estepa de los
tiempos, como banderas flameantes en la geografía de todos los continentes, como
capitales de la nueva evangelización, anclados en la tierra madre del Schoenstatt
original, ellos surgen como seguro de una internacionalidad en la que nadie queda
afuera, como seguro de la diversidad cultural que nos enriquece a todos.

(Aquí sería lindo agregar alguna foto del Santuario Original de Schoenstatt con
banderas de muchos países. Yo no tengo)

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