Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Alguna vez te has preguntado: cuánto tiempo debo pasar con Dios al día? O ¿cuál es
la importancia de pasar tiempo con Dios cada día?
El mes tiene 720 horas, si asistimos a la iglesia y tambien una reunion o celula mas o
menos estaríamos invirtiendo 16 horas al mes para adorar a nuestro Señor Jesus.
Durmiendo: 240 horas (8 horas al dia)
Iglesia: 16 horas
Comiendo: 90 horas (3h - 1h por cada comida)
Trabajando: 160 horas (8h- 5 dias a la semana)
Quehaceres: 60 horas (2h todos los dias)
Esta pequeña introducción es para poder ver que no hay excusa para dedicarle un
tiempo a Dios, hasta nos damos cuenta que es a lo que menos le dedicamos tiempo,
no hay el "no tengo tiempo".
¿Que hacemos en estas 154 horas al mes? ¿Podriamos apartar si quiera una hora al dia
para dar gracias a Jesús que dio la vida por nosotros?
No hay nada más importante que nuestro Señor Jesús y la salvación que nos da.
Orad sin cesar.
1 Tesalonicenses 5:17 [RV60]
Pensemos por un momento que es nuestra prioridad, ¿satisfacer nuestra carne? O
¿alabar al Dios que nos salvó?
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre.
1 Juan 2:17 [RV60]
Madurez espiritual
Al pasar tiempo con Dios, le damos la oportunidad de hablar a nuestros corazones y
transformar nuestras vidas. A través de la lectura de la Biblia, la meditación y la
oración, recibimos enseñanzas divinas que nos ayudan a crecer en nuestra fe,
madurez y nuestra comprensión de la voluntad de Dios.
Si me preguntas, hay quienes dirán que el mejor momento a pasar con Dios es en la
madrugada. Otros dirán que es al medio día. Para otros el momento perfecto es en la
quietud de la noche… Yo honestamente pienso que no hay un tiempo específico
predeterminado. Tampoco existe una única fórmula específica o un único horario
donde Dios hable.
Sin embargo, hay algo que es indiscutible en este tema: debemos esforzarnos por
encontrar un espacio en nuestras agendas para estar en la presencia de Dios, ya sea
por la mañana, al mediodía o por la noche. Cuanto más nos acerquemos a Él, más
abundante será nuestra vida espiritual y más reflejaremos su amor y gracia en todo lo
que somos y hacemos.