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UNIVERSIDAD DE HUÁNUCO

FACULTAD DE INGENIERÍA
E.A.P. INGENIERÍA AMBIENTAL
ASIGNATURA
CONSERVACION DE SUELOS
LABRANZA MINIMA

DOCENTE:I NG. SIMEÓN CALIXTO VARGAS 2021-1


INTRODUCCIÓN
También conocida como mínimo movimiento del suelo, esta
práctica consiste en intervenir lo menos posible el terreno al
momento de cultivarlo para no interferir en los procesos naturales
que allí se desarrollan. Aprenda cuáles son sus beneficios y cómo
puede aplicarla.
Evolución histórica de la labranza
El uso del arado romano, normalmente de madera y de tracción animal (bueyes o
équidos) perduró hasta la mecanización agraria del siglo XX. A partir de entonces los
arados mecánicos y los tractores permitieron arar la tierra con una mayor
profundidad, algo que puede dar paso a procesos erosivos de pérdida del suelo.
En la actualidad la tendencia es a labrar menos y aplicar técnicas como labrar
perpendicularmente a la pendiente, con el objeto de reducir la erosión. El uso de
herbicidas o de guadañadoras permite actualmente prescindir de las azadas para
eliminar la mala hierba. Estudios recientes demuestran que labrar sólo
temporalmente aumenta la infiltración de agua y que el balance hídrico es más
favorable si no se perturba la tierra. Además no labrar permite que los cultivos
perennes tengan más raíces cerca de la superficie.
Trabajar el suelo para realizar sus siembras con el fin obtener el alimento fue una de
las primeras preocupaciones del hombre. Las primitivas herramientas fueron
construidas toscamente de madera, hueso y piedras con las que se removía un
pequeño surco. De esta manera, el área que se podía trabajar y sembrar era muy
limitada.
DEFINICIONES
La labranza es una práctica que facilita las labores agrícolas de
instalación de un cultivo, entre las que destacan el control de malezas,
mejoramiento de la germinación de semillas, incorporación de materia
orgánica al suelo, etc.
La labranza consiste en el volteo y desmenuzado de la capa superficial
del suelo (15 - 30 cm.) a través de araduras que, cuando se realizan con
una humedad adecuada del suelo, resultan en un mullido que mejora las
propiedades mecánicas para una nueva siembra.
La labranza mínima se trata de una preparación del terreno en la que no
existe labor profunda, sino uno o dos pasadas de implementos sobre la
superficie y la posterior siembra. Esta técnica mezcla los residuos del
cultivo anterior con la tierra.
De esta forma se consigue una descomposición de la
mayor parte, en condiciones aerobias, consiguiendo una
mejora en la estructura del suelo, a la vez que se reduce el
consumo de energía y el tiempo de preparación. El caso
más extremo de labranza mínima es la siembra directa o la
labranza cero, es decir, sembrar directamente sin remover
el suelo.
VENTAJAS INCREMENTO DE LA MATERIA ORGÁNICA
Al no triturar completamente los residuos de los cultivos
anteriores sobre la superficie del suelo para su
descomposición, se incrementa el contenido de materia
orgánica cerca de la superficie, lo que proporciona
alimento para los microorganismos del suelo que son los
constructores de su estructura. La labranza oxida la
materia orgánica y da lugar a su progresiva reducción, a
menudo mayor que lo que se gana con su incorporación.
Mejora la aireación e infiltración
La reducción de pasadas del tractor y del implemento agrícola
reducen la compactación del suelo lo cual aumenta el número de
las lombrices de tierra y mantiene la estructura natural del suelo
dando lugar a una mayor aireación y porosidad.

Reducción de la germinación de malezas


La reducción del laboreo físico del suelo reduce el estímulo de la
germinación de semillas de malezas, sin embargo, el efecto de
este factor en los surcos es dependiente de la intensidad de la
labranza.
Menores costos de maquinaria agrícola
El total de los costos operativos de la maquinaria necesaria para establecer
los cultivos bajo labranza mínima se pueden reducir hasta un 50%. Gracias a
que se reducen las horas al año necesarias, los tractores y los implementos
son usados con menor frecuencia.

Incremento de la producción a futuro


Los sistemas y los equipos utilizados para la labranza mínima han desmentido
anteriores suposiciones de una depresión de los rendimientos. Las
investigaciones y la experiencia han desarrollado sistemas que eliminan la
depresión de los rendimientos a corto plazo y que al mismo tiempo aumentan
la expectativa y la magnitud del incremento de los rendimientos en el mediano
y largo plazo.
Modalidades Siembra directa (Labranza cero)
El suelo no recibe labranza alguna durante todo el proceso de instalación
desde la cosecha del cultivo hasta la siembra del siguiente, con excepción de
la aplicación de materia orgánica y el control de las malas hierbas que se
realiza de forma manual sobre la superficie del terreno.

Labranza mínima en todo el terreno


Consiste en labrar superficialmente el terreno días antes de la siembra
mediante la utilización de cultivadoras, arados y gradas. En el "laboreo sin
volteo" el suelo se labra después de la cosecha para incorporar restos del
cultivo anterior y promover la germinación de las plantas. Es necesario extraer
la vegetación antes de la siembra para evitar que su rebrote no permita el
establecimiento del nuevo cultivo.
Labranza en franjas
Solamente se realiza la labranza en las líneas (de entre 10 – 20 cm. de
profundidad dependiendo de la especie a sembrar) donde se va a realizar la
siembra del nuevo cultivo, esta labranza consiste en la pasada del arado de
discos o de rejas a lo largo del campo para facilitar la colocación y
germinación de las semillas. El resto del terreno permanecerá sin labrarse y
con los restos del cultivo anterior.

Laboreo en lomos
Se forman pequeños lomos (de entre 15 – 25 cm. de altura dependiendo de la
especie a sembrar) con rejas o discos aporcadores en los cuales se realizará
la siembra del nuevo cultivo, gracias a esta actividad los lomos se mantendrán
limpios de las malas hierbas durante las primeras semanas del cultivo. El resto
del suelo permanece sin labranza y cubierto con los restos del cultivo anterior.
Con los sistemas de labranza mínima y labranza cero, los
productores tienen una herramienta alternativa para una
mejor conservación del suelo. Esta práctica con la que se
elimina el arado o se labra la tierra poco tiempo antes de la
siembra, ofrece un método inmediato de siembra a la
cosecha del último cultivo, situación que con la labranza
convencional no es funcional pues necesita de mayores
rangos de tiempo.
Otras ventajas de esta práctica son disminuciones en pérdidas por
erosión, aumento de los niveles de materia orgánica en el suelo y
de la productividad, ya que permite una siembra más óptima y
precisa con relación al tiempo de espera normal entre dos cultivos.
A su vez, las semillas pueden germinar más rápido pues son
sembradas a poca profundidad.

Con la labranza mínima también se reduce la pérdida del agua de


riego por evaporación, lo que implica un benéfico impacto
ambiental y ahorro de recursos.
Técnicas de labranza
Labranza convencional o tradicional en la labranza convencional o
tradicional es el laboreo del suelo anterior a la siembra con maquinaria
(arados) que corta parcialmente los primeros 15 cm de suelo. El suelo
se afloja, airea y mezcla, lo que facilita el ingreso de agua, la
generalización de nutrientes, la reducción de plagas y malezas en
superficie. Pero también se reduce rápidamente la cobertura de
superficie, se aceleran los procesos de degradación de la materia
orgánica y aumentan los riesgos de erosión. Generalmente, la labranza
convencional implica más de una operación con corte e inversión del
suelo.
Labranza mínima o intervencionista
La labranza mínima o conservacionista implica el laboreo anterior a la siembra
con un mínimo de pasadas de maquinaria anterior a su corte (rastrón, rastra doble,
rastras de dientes, cultivador de campo). Se provoca la aireación del suelo, pero hay
menor inversión y mezclado de este. Se aceleran los procesos de mineralización de
nutrientes pero a menor ritmo que en el caso anterior. Quedan más residuos
vegetales en superficie y anclados en la masa del suelo; por tanto, el riesgo de
erosión es menor.
Según la FAO, este tipo de método de labranza es uno de los métodos más eficaces
para evitar la erosión del suelo.2 Estudios recientes muestran que la labranza
mínima o conservacionista no produce necesariamente una mayor productividad en
los cultivos,3 pero que bajo ciertas condiciones esta técnica puede incrementar los
cultivos y minimizar sus impactos negativos si se combina con la retención de
residuos orgánicos y la rotación de cultivos, especialmente en zonas secas o
áridas.4
Un estudio de investigadores chilenos analizó los efectos de este tipo de método en
la retención de humedad en el suelo, obteniendo mayor retención de humedad en
los suelos que no habían sido labrados.
Labranza cero o siembra directa
La labranza cero o siembra directa es aquella donde no se laborea el suelo
sino que se siembra directamente depositando la semilla en un corte vertical
de pocos centímetros que se realiza con una cuchilla circular o zapata de
corte. Una rueda compacta la semilla en el surco de siembra para permitir su
contacto con el suelo húmedo. Esta técnica exige controlar las malezas con
herbicidas antes de la siembra, y también fertilizar debido a que la
mineralización natural de los nutrientes del suelo se torna muy lenta. Es el
mejor sistema para evitar la erosión del suelo. Su mayor restricción radica en
el uso de sustancias químicas que pueden contaminar las aguas, además en
los últimos años se ha provocado una intensa compactacion que trajo
aparejado problemas hídricos regionales causando inundaciones
Agricultura de precisión
La agricultura de precisión tiene como propósito hacer el mejor uso de los
insumos (productos agroquímicos, combustibles, semillas, etc.). Busca evitar
una utilización excesiva en áreas de poco potencial y defectuosa en las de
mayor productividad. Se basa en preparar mapas de aptitud y de rendimiento.
Los primeros, de naturaleza estática, describen el potencial del campo en
función de la topografía y la calidad del suelo (textura, profundidad, contenido
de materia orgánica, nutrientes, etc). Los segundos se obtienen durante la
cosecha mediante instrumental conectado a satélites que registra el
rendimiento en grano de los lotes de manera instantánea y muy precisa. Con
esa información, se puede controlar la dosificación de fertilizantes y hacer en
virtud del potencial de los suelos y la geografía. Si la información espacial
relevada de la cosechadora se integra a otros mapas indicativos de la
presencia de malezas (particularmente las perennes), se puede guiar también
la dosificación de productos químicos que combaten malezas y otras plagas.
Labranza de conservación

Se refiere al sistema de labranza en el cual por lo menos 30 % de la superficie


del suelo debe quedar cubierta de residuos de plantas después de la siembra,
con el fin de controlar la erosión.

Este sistema involucra la labranza reducida y la siembra directa, con los


cuales se pretende transformar el modelo convencional en sistemas
sostenibles que utilicen la capacidad de producción del suelo a través del uso
racional de insumos.

Los pilares básicos para los sistemas de labranza de conservación son:


operación de maquinaria especializada, rotación de cultivos, uso de
coberturas o rastrojos, manejo integrado de plagas y malezas.
Con esto se logran las condiciones adecuadas para el desarrollo de raíces a mayor
profundidad, además mejora el drenaje en suelos que tienen problemas de
encharcamiento ocasionando desarrollo deficiente o desaparición de los pastos
cultivados.

Después de la labranza vertical debe hacerse un pase de rastra para uniformizar el


terreno y destruir terrones grandes y, por último, hacer un pase de pulidor, para dejar
el suelo en condiciones adecuadas para la siembra.

Labranza cero o siembra directa

Se define como un sistema de producción que involucra la rotación de cultivos, el


uso de coberturas y/o abonos verdes y la no labranza del suelo. Permite la siembra
del cultivo sin ninguna labor de preparación, pero requiere suelos sin limitantes
físicos, químicos y biológicos, además de una sembradora especializada.
Esta consta de un cincel que rotura y afloja el suelo en la línea de siembra,
una segunda sección que distribuye y coloca la semilla en la profundidad
deseada y una última que ubica el abono en las cantidades requeridas.
Posteriormente se efectúa la tapada con un conjunto de llantas tapadoras, que
pretende mejorar el contacto de la semilla con el suelo.

Existen varias tipos de sembradoras: a) de surco, para el caso de maíz, sorgo,


soya; b) de densos, utilizadas para arroz, pastos; e) unas mixtas, que
combinan simultáneamente la siembra de cultivos de surcos y denso, como en
el caso de los sistemas arroz-pastos y maíz-pastos.

Este sistema de labranza inicia con el manejo de las coberturas o los


rastrojos, mediante el uso de un implemento de corte o la aplicación de
desecantes de contacto o sistémicos.
Otro factor por considerar son las propiedades estructurales del suelo como
densidad aparente y el espacio poroso, indicadores importantes al momento
de decidir la preparación del suelo, pues las labores de preparación deben
conducir a la recuperación de estas propiedades.

Esto debido a que los suelos que han sido sobrepastoreados o sometidos a
laboreo intenso sufren un proceso de compactación, principalmente en las
capas superiores, presentando una disminución en el tamaño de los poros que
hacen deficiente la aireación y movimiento del agua en el suelo.

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