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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Òpaganidad" y
Òateocracia"

AndrŽs Mar’n Navarro


Presb’tero

editorial bubok

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Todos los textos que aqu’ expongo quedan registrados como fruto de mi propiedad intelectual,
reserv‡ndome todos los derechos, que de dicha autor’a puedan derivarse. Del mismo modo,
queda prohibido, utilizar las fotograf’as personales que se exponen para usos indebidos,
pudiendo incurrir en delito aquella persona que no se atenga a esta advertencia.
Queda prohibida por tanto, salvo excepci—n prevista en ley, cualquier forma de reproducci—n,
distribuci—n, comunicaci—n pœblica y transformaci—n de esta obra sin contar con la
autorizaci—n de los titulares de la propiedad intelectual.

AndrŽs Mar’n Navarro


Plaza de la Iglesia 1, 30120 El Palmar (Murcia)
katolikos@icloud.com
www.mysteriumvitae.com

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DEDICADO A TODOS LOS QUE


HAN SIDO Y SON MIS AMIGOS
EN LAS PARROQUIAS DONDE HE ESTADO
Y DONDE SIGO ESTANDO

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INDICE DE ENSAYOS

I. ÀAteocracia y Paganidad? ÁNo gracias!ÉÉÉÉ.ÉÉÉÉ.P‡gina 9

II. La cristiandad conduce a la paganidad.................P‡gina 22

III. La modernidad suicida....................................P‡gina 33

IV. La extrema izquierda = Nazis............................P‡gina 39

V. Atila y los Hunos arrasan tu vida........................P‡gina 45

VI. La Crisis de la Alegr’a.....................................P‡gina 57

VII. Respondiendo a ateocratas conocidos..................P‡gina 69

IX. Clarificaciones y analog’as...............................P‡gina 81

X. El Pecado original como existencial....................P‡gina 88

XI. Divinas analog’as..........................................P‡gina 93

XII. Retiro cuaresmal para la parroquia S.Agust’n........P‡gina 107

XIII. ÒEn Esp’ritu y en VerdadÓÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ.P‡gina 111

XIV. Evangelizando en la paganidad.........................P‡gina 125

XV. Oraci—n previa a un S’nodo..............................P‡gina 135

XVI. Pastoral juvenil en la ateocracia y la paganidad.....P‡gina 140

XVII. Amor de todo amor: el amor verdadero...............P‡gina 145

XVIII. Por el amor a la verdad: no hay otro camino.........P‡gina 153

XIX. Eucarist’a y postmodernidad neopagana..............P‡gina 159

XX. Erotosfera post mayo del 68............................P‡gina 176

XXI. De trajes talares presbiterales.........................P‡gina 185

XXII. La pascua en la paganidad..............................P‡gina 195

XXIII. La m’stica en la paganidad..............................P‡gina 202

XXIV. Siete caminos de oraci—n en la paganidad............P‡gina 214

XXV. Adora la Eucarist’a........................................P‡gina 222

XXVI. Espiritualidad no espiritualismo........................P‡gina 223

XXVII. Pietismo: enfermedad de lo religioso..................P‡gina 237

XXVIII. Sentido y significado de la vida.......................P‡gina 245

XXIX. El todo ser‡ Pleno.......................................P‡gina 256

XXX. Dos Papas inmersos en la Paganidad..................P‡gina 267

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ÀATEOCRACIA Y PAGANIDAD? ÁNO GRACIAS!

No somos nada. No caminamos hacia ninguna parte. Nuestra


vida es absurda. Carece de significado y sentido. Y la muerte se
encarga de hacŽrnoslo saber en cualquier instante. Ya Sartre nos
lo ense–— en sus escritos. No merece la pena vivir como nos
mostr— Camus. Vivimos por vivir pero no merece la pena. Y con
Cioran es posible afirmar que nacer no es una bendici—n sino una
maldici—n y que lo m‡s caritativo que podemos hacer es no
engendrar a nadie para viva en este loco mundo. De modo que
horrorizados por el sin sentido de todo sumerj‡monos en la
frivolidad para no morir de depresi—n. Ya m‡s all‡ de la pura
convenci—n de seres inmersos en la vor‡gine absurda de la vida
que s—lo maravilla a unos cuantos darwinistas adoradores de la
naturaleza que nos mata de c‡ncer, no existe la verdad: todo es
mentira, no existen la bondad y la maldad, y no existe lo bello o
lo feo. De modo que Àque m‡s da?. As’ piensan hoy muchos. Esto
es el nihilismo. La opci—n por el horror. La opci—n por el infierno.
La concepci—n de que la vida es ya de por s’ un infierno. Este es
el sustrato de la ÒateocraciaÓ imperante. La ÒateocraciaÓ es lo
contrario de la ÒteocraciaÓ. Si Žsta edifica la cultura y sus
estructuras sociales sobre un concepto determinado de Dios
generando sociedades de corte mediaval, independientemente
del credo que estas profesen; la ÒateocraciaÓ se asienta sobre la
convicci—n de que en palabras del poeta JosŽ Hierro: Òtodo es
para nadaÓ. La ateocracia funda todo el universo cultural sobre
la convicci—n de que no hay Dios y de que por tanto nada importa
nada, porque nada vale nada, ya que la nada ser‡ nuestra paga y
nuestro destino. El problema ahora es como sustentar la ilusi—n

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por vivir cuando no merece la pena vivir. Como lograr que se crea
en un presente y en futuro m‡s all‡ de la verdad, del bien y del
mal y de la propia belleza. De ah’ que aunque en la ateocracia,
lo real sea la clamorosa decepci—n ante la existencia (en palabras
de Kant: el noumeno), lo vital sea la frivolidad como norma de
vida (en palabras de Kant: el fen—meno). Lo primero debe
saberse pero ignorarse y lo segundo debe ser la norma habitual
de vida para evitar el mal de nuestro tiempo: Òla depresi—nÓ.
Hasta ps’quica y mŽdicamente se nos justifica que la frivolidad es
conveniente. Y si no lo consigues por las buenas, siempre te
quedar‡ la qu’mica como una posibilidad. La frivolidad consiste
en sacarnos de nosotros mismos, de nuestro yo profundo, vaciar
de metaf’sica nuestra mente, volverla hacia lo fenomŽnico.
Volverla hacia afuera. Anular el neocortex y convertirnos en
siervos permanentes del paleocortex. Animalizarnos en el sentido
de reducirnos a satisfacer nuestros impulsos primarios:
comer,beber, hacernos de una propiedad para garantizar nuestros
impulsos territoriales, resolver nuestros impulsos n—madas
viajando de cuando en cuando, gozar sexualmente e incluso
reproducirnos (eso s’ sin pensar que nadie nos garantiza que
nuestro hijo o hija nos vaya a sobrevivir, de eso: Òni hablarÓ),
tener cosas, y dem‡s. La sociedad de consumo es el lugar ideal
para vivir inmersos en esta cultura de la frivolidad. En ella todo
es pura publicidad, basta ver un gran film para tomar conciencia
de ello. El caœstico Morgan Spurlock, es su director, guionista y
actor. The greatest movie ever sold es el t’tulo inglŽs que en
espa–ol m‡s o menos viene a ser: La mejor pel’cula jam‡s
vendida. Es un Documental de Usa estrenado all‡ el 22-4-2011.
Blaise Pascal ser’a feliz viendo esta esplŽndida reflexi—n acerca
de nuestro modo de ser en la frivolidad y en la distracci—n
permanente. En el fuera de s’, siendo en funci—n de lo que otros
determinan. En la frivolidad el ser humano es reducido a una

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marioneta que hace y dice lo que los medios de comunicaci—n


social y lo que la publicidad y su moda consecuente, dictan. El
œnico futuro humano en el universo de la frivolidad que nace de
la ateocracia es plegarse a lo ÒconvenidoÓ por las altas instancias
de la tribu que saben que hay que hacer para no sucumbir ante el
absurdo reinante, de modo que basta con que el sujeto personal,
œnico e irrepetible, libre e inteligente que es el ser humano se
convierta en nuestro querido y conocido ÒVicenteÓ que va Òdonde
va la genteÓ. Por ello en los tiempos de la frivolidad el alma,
como principio estructurante de mi todo personal que me hace
ser quien soy ya que estructura mi materia de un modo œnico e
irrepetible haciendo que mi cerebro genere mi mente, estorba y
debe erradicarse. No existe el alma en los tiempos de la
frivolidad. Existe la mente como fen—meno provisional mientras
que la demencia senil u otras patolog’as no acaban con ella. En
esos casos una eutanasia activa siempre puede ser la soluci—n. De
hecho no podemos llamar humano salvo que queramos asumir la
Òconvenci—nÓ de ser tachados de anticient’ficos, una cŽlula que
aœn no tenga prefigurados sus rudimentos ps’quicos en el vientre
materno, aunque en su ADN eso estŽ m‡s que contenido. En la
frivolidad no importa lo que entend’amos por verdad, importa lo
que decidimos nosotros que es verdad, porque la verdad no
existe. Nietzsche ya se encarg— de ense–arnoslo en su nueva e
indiscutible dogm‡tica. Y as’ nos lo muestran los nuevos sumos
sacerdotes de la ateocracia imperante en Òlos sanedrines ad
casumÓ de hoy, que son la inmensa mayor’a de las c‡tedras
filos—ficas de nuestros actuales centros de ense–anza, sobre todo
pœblica. Pues lo privado estorba dado que en ense–anza pueden
arrogarse el cuestionable derecho de tener la capacidad de
establecer un ideario propio en nombre de la libertad personal.
La libertad es otra cosa, segœn la frivolidad. La libertad
verdadera segœn este universo cultural brota de la muerte de la

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verdad. La libertad es la capacidad de hacer la verdad por medio


de lo que convenimos democr‡ticamente como verdadero. De
hecho en la Alemania y en la Rusia de los a–os 30, la convenci—n
de unos cuantos m‡s o menos respaldada por las urnas y la
revoluci—n estableci— como verdadero que por ejemplo jud’os o
contrarevolucionarios merec’an morir. Y si los Nazis mataron a
seis millones de jud’os, los marxistas mataron a veinte millones
de disidentes: Ày quŽ?. DespuŽs de todo la bondad o la maldad no
existen m‡s all‡ de lo que convengamos que es bueno o malo.
Despertados de que tales extremos conducen a la antolog’a del
disparate fabricamos un nuevo orden de frivolidad social, hicimos
una nueva convenci—n m‡s aceptable y menos escandalosa. En la
que con vivir pendientes de lo que consideramos ÒbelloÓ en aras
de nues tr a nuev a co nv enci— n es s uf iciente. Po r que
evidentemente en nuestros nuevos tiempos si algo que
considerabamos bello ahora lo consideramos feo y viceversa, es
m‡s que suficiente para tener por bello lo que antes era feo.
Pues como la verdad y la bondad, la belleza ahora es mera
convenci—n. Y por fin, muertos Socrates, Plat—n y Arist—teles por
fin somos libres, verdaderamente libres, en las manos de los
sofistas de ayer y de hoy, que han descubierto el azulete y la
p—lvora en una nueva era de la conciencia humana, muchos siglos
despuŽs de su verdadero invento. La frivolidad es la asunci—n de
la necedad como estilo de vida normal y conveniente. De entre
los profetas del siglo XIX, que dio unos cuantos en el terreno del
pensamiento, Kierkegaard, fue a mi juicio el m‡s atinado. Muerta
la verdad y la bondad, muertas la metaf’sica y la Žtica, s—lo nos
quedara la belleza, es decir la estŽtica como fundamento de la
existencia. Pero eso s’, y esto lo a–ado yo, una estŽtica
desdibujada y en descomposici—n, que subsiste gracias a la
convenci—n que puede llegar a determinar que un armario viejo
lleno de huevos rotos es una obra de arte maravillosa hasta el

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extremo de exponerse en grandes galer’as y museos de nuestras


megal—polis. La postmodernidad en acto es la frivolidad en
ejercicio como sustrato cultural. El pensamiento dŽbil es la
sucesi—n de convenciones. La democracia mental en ejercicio.
Pobre ser‡ la democracia que pretenda construirse al margen de
la verdad, la bondad y la belleza como ideales m‡ximos de
nuestra cultura de ra’ces helena, romana y cristiana. De esta
frivolidad pasamos r‡pidamente a la ÒpaganidadÓ. O’ una vez una
gran verdad a un obispo cat—lico llamado Fernando Sebasti‡n y
que despuŽs comprobŽ que Chesterton repet’a una y otra vez en
su obra: el ate’smo no conduce a la sociedad sin Dios si no a la
idolatr’a. Al renacimiento del polite’smo pagano. Polite’smo
renovado eso s’ o burdo, tal cual. Culto a ’dolos del espect‡culo,
o del deporte, esos nuevos gladiadores de hoy. Culto a
determinados objetos de consumo de diversa especie por los que
uno lo da todo. Culto al espect‡culo o al deporte en s’. Hasta el
extremo de dar la vida por mi equipo. Culto al pol’tico de turno
como lo m‡s de lo m‡s. Culto a la personalidad de un sumo
pont’fice por encima incluso del mismo Cristo en el ‡mbito
cat—lico. Culto a todo y a todos hasta el extremo de divinizar lo
ef’mero. Ya pasaron los tiempos del culto al Òtotalmente otroÓ,
tras el ocaso de los dioses y para que no le falte raz—n al profeta
Feuberbach, lo propio es divinizar lo ÒnuestroÓ. Pero adem‡s es
posible que tal modo de pensar sea muy complejo para la mente
desustanciada resultante de la frivolidad, por ello no est‡ mal,
recurrir a los videntes de turno en las cadenas televisivas a horas
determinadas o a los gurus o brahamanes que por un m—dico
precio adquirido v’a de telŽfono m—vil, te conectan con el dios
tal o cual que te da dinero, salud y sexo f‡cil, que ahora
llamamos amor. Y he aqu’ de nuevo entre nosotros la Roma
pagana que tolera todos los dioses mientras que no creamos en la
verdad, en la bondad y en la belleza. Mientras que recurramos a

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ellos como consuelos desestresantes ante el vac’o emotivo que la


nada infunde en nuestros corazones como resultante del
nihilismo hacia el que la ateocracia nos aboca.
Pero esto no es el hombre. Ecce homo non est. La muerte lo
aclara. Eugenio Tr’as lo reconoce en uno de sus ensayos, tambiŽn
lo hace Habermas, de pasada. La muerte pone las cosas en su
sitio. La muerte nos hace comprender que amamos
verdaderamente. Con tener que acompa–ar a una persona que
sufre la muerte de alguien a quien amaba verdaderamente lo
entiendes enseguida. La muerte despierta en nosotros la sed de
infinito. Por eso Karl Jaspers, un hombre brillante, la llamaba
una Òsituaci—n l’miteÓ. La muerte te hace ver que cuando amas
verdaderamente no soportas la pŽrdida de los seres que amas. Y
si alguien en ese momento te predica las virtudes del nihilismo
simplemente lo mandas a la Òputa mierdaÓ. A Žl y a sus teor’as.
ÀQuien quiere vivir ilusionado la vida con su hijo muerto en las
manos?. La Òmater dolorosaÓ, la Caridad cartagenera, no se
consuela con un Òes natural nena la vida no tiene sentidoÓ. El
enfoque fr’volo y ateocr‡tico resulta tan patŽtico como el se–or
Judal diciŽndole a su vecino gay roto por todas partes: Ònena
eres una vergŸenza para la depresi—nÓ. Cuando amas te adentras
por amar en la eternidad y te vuelves para siempre un ser
incompatible con la muerte como œltimo destino. La sed de
infinito no se cura con pastillas, ni con charlas terapeœticas,
aunque ayuden con los s’ntomas del duelo. Tampoco se cura con
la maravillosa acci—n de la Ignatia Amara. Aunque ayuda pues
libera a la mente de ruido para poder pensar. Pero si no piensas,
si no te adentras en ti mismo, si no superas con tu inteligencia
sustentada por la gracia la frivolidad, la ateocracia y la
paganidad, explotas. La sed de infinito se cura con la fe que
engendra la esperanza verdadera en que el amor es m‡s fuerte
que la muerte. La propuesta de Jesucristo es tan brillante y

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definitiva en este extremo que o es un loco genial o tiene toda la


raz—n del mundo. No hace falta que diga que yo creo lo segundo
y por eso, al margen de los otros credos religiosos, y al decir esto
me vuelvo pol’ticamente incorrecto a conciencia, creo que en ƒl,
Òel totalmente otro se ha vuelto totalmente nuestro para
hacernos a los que libremente caigamos seducidos a sus pies
totalmente plenos pues s—lo ƒl puede decir verdaderamente YO
SOY EL QUE SOY, YO SOY EL QUE VIVE EN PLENITUDÓ. Pero este
descubrimiento s—lo puede hacerse personalmente y
respondiendo enamorado a quien nos enamora. Muchas veces
digo a mis catequistas que los que anunciamos el evangelio de
Cristo antes que nada estamos llamados a ser verdaderos
seductores que viven autŽnticamente enamorados de aquel que
es la verdad y que nos libera de la mentira como concepto
fundante de la realidad, llamados a ser verdaderos seductores
que viven autŽnticamente enamorados de aquel que es la bondad
que nos exorciza de la maldad que m‡s all‡ de las vacuas
convenciones reinantes nos enga–a y nos envenena, y llamados a
ser verdaderos seductores que viven autŽnticamente enamorados
de aquel que es la belleza que nos muestra la fealdad de lo que
escupe al amor y no reverencia el car‡cter sagrado de la Vida.
Enamorados autŽnticamente de la VIDA, con mayœsculas. En
estos tiempos en los que la mente est‡ tan desustanciada por la
frivolidad reinante que a todos les resulta dif’cil no descubrir que
Dios es la respuesta a la pregunta de Leibniz Àporque existe el ser
y no m‡s bien la nada?, o nos acercamos al coraz—n de la gente o
vivir‡n para siempre como ovejas sin pastor. El camino del amor
es lento pero seguro. La gente s—lo podr‡ segregarse de esta
macabra tela de ara–a donde les van sorbiendo poco a poco su
alegr’a, su paz, su esperanza y su amor y que es esta frivolidad
reinante, esta ateocracia imperante y esta paganidad resultante,
v’a seducci—n, v’a enamoramiento. Siempre ha sido as’. Ya nos

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descubri— Kierkegaard que las razones normalmente siguen a las


opciones, y que las opciones son lo definitivo. Pues el
enamoramiento tiene mucho que ver con las opciones. Y el amor
al final descubre a la raz—n donde radica el verdadero hogar de la
verdad. Pues si Dios es amor. El amor es la verdad. El amor es la
bondad. Y el amor es la belleza. El amor de los amores al
enamorarme y seducirme (la Gracia), me descubre la verdad, la
bondad y la belleza, me dota de sentido y significado, me hace
comprender la muerte de una manera nueva, me hace entender
este tiempo y este espacio que llamamos universo o mundo,
como el tiempo de la seducci—n donde el me enamora y para ello
me dota de verdadera libertad fuera de Žl, para que enamorados
pueda hacerme eterno como ƒl siŽndolo todo en m’ y en todos.
Esto ya lo he expuesto detalladamente en otros ensayos, alguno
publicado ya, que ahora no voy a repetir. De todos modos en uno
de los que acompa–a a este en esta nueva publicaci—n lo vuelvo a
exponer. De modo que cuando me enamoro de Jesucristo su amor
me libera de la ara–a del nihilismo que transforma mi alegr’a en
tristeza, mi esperanza en desesperaci—n, mi paz en angustia y mi
amor en nostalgia envenenada y envenenante. El amor de
Jesucristo me erradica de la ateocracia, la frivolidad
consecuente y la paganidad en ciernes y me vuelve un ser
politicamente incorrecto simplemente porque m‡s all‡ de las
publicidades, las modas y el discurso œnico impuesto por los
medios de comunicaci—n social con sus agoreros, sanedrines
universitarios y pol’ticos reinantes me atrevo a ser yo tras sus
pasos y dejo de ser el ÒVicente que va donde va la genteÓ. El
nihilismo es una ara–a que sorbe mi alegr’a, mi esperanza, mi
paz y mi amor. Nietzsche al final fue devorado por Žl, y Sartre, y
Camus, y hasta el mismo Cior‡n. ÀQuien quiere vivir as’? ÀQuien
quiere morir de sed? Si existe la sed es porque existe el agua. Si
tengo sed de infinito es porque la eternidad es una posibilidad.

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Puede ser que teniendo sed me niegue a beber el agua que


existe, muriendo de sed por deshidrataci—n. Puede ser que
existiendo la eternidad muera de sed de infinito por negarme a
dejarme enamorar por ella. La verdad se impone por si misma
cuando nos enamora. Igual ocurre con el agua fresca en una
tarde t—rrida de verano, nos enamora, nos seduce, la buscamos,
la bebemos y vivimos. Pues sea. Jesucristo es el agua viva. Yo la
quiero beber. ÀSoy pol’ticamente incorrecto? OK. Ande yo caliente
y r’ase la gente que dir’a G—ngora. Lo eterno puede darse a
conocer. El misterio puede darse a conocer a s’ mismo en primera
persona. En Cristo lo ha hecho. La pelota ahora est‡ en nuestro
campo. La trascendencia se ha hecho inmanencia para hacer de
ella plenitud trascendente. El esquema no tiene nada de
irracional ni anticient’fico. Eso s’ fuera de la convenci—n
establecida por el sistema cultural llamado ateocracia. La
seriedad del esquema nada tiene que ver con la paganidad y su
festival lœdico festivo. Y la frivolidad ante la grandeza de un
amor que llega hasta el extremo de la cruz para despertarnos de
nuestra necedad solipsista se desvanece. Me torturas y me matas
y yo te digo TE QUIERO A PESAR DE ESO. ÀQue m‡s pude hacer por
ti? que dicen los improperios del profeta cantados el Viernes
Santo. Si nadie te ama yo me muero por amarte que dice mi
querida Maruja. S—lo el amor nos arranca de las manos del cancer
nihilista ateocr‡tico, fr’volo y pagano. La paganidad vive de
espaldas al amor de Dios. Pagano es quien no sabe que Dios lo
ama en Cristo. Ateocrata es quien quiere edificar el sistema
cultural al margen del amor de Dios. Fr’volo es quien vive como
un pez sin memoria ni conciencia del amor de Dios tan s—lo
pendiente de la fugacidad del instante con una vida fragmentada
en instantes inconexos. ÁLiberaci—n!. Esto se precisa. Y las
angustias de la crisis del 2008 y las muertes innumerables que no
cesan nunca, nos ofrecen la posibilidad de volver a nacer. En el

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2012 volveremos a nacer nos dec’an los mayas. No se si ser‡ pero


necesitarlo lo necesitamos. En el 2012, ayer, hoy y siempre. M‡s
all‡ de milenarismos recurrentes esta necesidad acompa–a al ser
humano desde que el mundo es mundo. La perspectiva evolutiva
es perfectamente compatible con la revelaci—n acontecida en
Cristo, tanta hist—rica como antropol—gicamente hablando.
Demostrado ha quedado en otros escritos m’os. Y aœn m‡s cuando
uno escucha y lee reiteradamente los an‡lisis y tesis de Maximo
Sand’n. O cuando uno lee con gusto a Xabier Zubir’ , ese espa–ol
que tantos ignoran empezando por singulares personalidades
vinculadas a Atapuerca y sus hallazgos. El paradigma ateocr‡tico
excomulga modos de pensar como el m’o. Como en Roma (Lee los
hechos de los ap—stoles y lo veras por ti mismo),
intelectualmente hablando, los que piensan como yo nos hemos
vuelto proscritos. Ya se encargan ademas de cuestionar nuestros
fundamentos con obras tan serias como el c—digo d«a Vinci o las
mentiras de la Iglesia cat—lica. Cuanto odio a lo cat—lico. Ser‡
Àporque tiene voz universal y pone en peligro con sus encuentros
de millones de personas la fuerza de la ateocracia, la paganidad
y la frivolidad reinantes? por pensar, analizar, sospechar y criticar
que no quede. Operaciones de marketing para socavar lo
cat—lico. Lo cat—lico es pernicioso dicen. Lo cat—lico de ser
acosado: cuestionando a las personas (todos pederastas no
importa que sean un 3% de los que son pederastas por ejemplo en
Irlanda, todos lo son), cuestionando el mensaje y su veracidad (el
c—digo citado y los que acuden a las fuentes para ponerlo patas
arriba de acuerdo con sus interpretaciones que son m‡s valiosas
que los documentos y la vida derramada o haciendo pel’culas
donde los ateos santos, que luego resultan ser plotinianos en la
verdad, son masacrados por la necedad cat—lica y ÒcirileaÓ),
cuestionando las instituciones vinculadas a la religi—n la que sea
y como sea (por ejemplo la ense–anza privada o la prensa o

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televisi—n confesional). Al cat—lico ni agua. No se trata de


criticar. La cr’tica pretende mejorar. Se trata de destruir y para
eso hay que acosar. A tiempo y a destiempo. Lo manda la
ateocrac’a, lo dise–o Gramcsi, es una exigencia del gui—n
ateocr‡tico lo cat—lico ha de proscribirse, debe morir para que la
paganidad fr’vola reine. Y si para eso matamos el amor
verdadero, muera. Con el deseo carnal nos conformamos. Esto
hay. O proscrito o pol’ticamente incorrecto o perro fiel de esta
cultura nihilista. As’ que decide tœ. O te vienes conmigo y con los
m’os y emprendes la senda de lo pol’ticamente incorrecto o
mueres a manos de estos vampiros que al final te dir‡n que morir
esto es (pues as’ lo ven ellos): sumergirte en el abismo oscuro de
la nada, padecer el gran apag—n, pasar de la nada previa tras el
instante de la vida a la nada resultante, es natural. Pero
neg‡ndose a reconocer que tambiŽn lo es amar y que cuando uno
ama todo cambia para siempre, y uno se vuelve incompatible con
la visi—n de que tu amor verdadero es una pura pasi—n inœtil
resultante de un ser insoportable por leve. ÀQuien tiene un hijo
para abocarlo a este abismo oscuro? Un imbŽcil. O sea, una
persona sin b‡culo, sin fuste, sin apoyo. Un necio. La vida un
todo para nada. De nuevo Hierro y Cior‡n. Cree en ellos, conf’a
en ellos, ap—yate en ellos y te sorber‡n la ilusi—n por vivir como
un vampiro. Pues te aseguro que de la frivolidad publicitaria y
consumista la muerte de un ser amado, verdaderamente amado,
te sacar‡ irremediablemente. Y si dudas vete y pregunta al
doliente y el te lo explicar‡. Cuando ves a tu madre, como es mi
caso, asfixiarse en mis manos impotente porque el c‡ncer la
ahog—. VŽndeme un coche y dime que eso me har‡ feliz. Y yo me
reirŽ de ti. Recuerdo uno de los profesores m‡s torpes que tuve.
Que se ufanaba todo sonriente de su ate’smo y dejo de sonre’r
cuando, pol’ticamente incorrecto, le dije: comprendo que no
crea lo que no se es porque se r’e porque si Dios no existe el

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tema es claro todos lloraremos y no habr‡ remedio para nuestro


llanto. Si su formaci—n fil—sofica no le permite ver eso es usted
un simple y necio sofista que juega con palabras con una mente
vac’a y sin decir nada que realmente obre nada en el alma y la
mente de quien lo escucha. Hay con todo una opci—n. La opci—n
del superhombre nietzscheano, el ideal de vida de Cior‡n. No
ames. Si no amas no sufres. Si no amas no se despierta en ti la
sed de infinito. Una cosa por otra parte muy budista. El nirvana
moderno: NO AMAR. Y ahora vas tu con ese cuento y se lo
explicas a una madre que acaba de dar a luz o a un padre que
sujeta a su hijita mientras ellas con unos ojazos inmensos con su
manita le coge el dedo. Inhumanos. Eso son los partidarios de la
paganidad, de la frivolidad y de la ateocracia. Inhumanos. El
colmo ya son los supuestos terapeutas que para asegurarse un
sueldo vitalicio teniendo en sus divanes a sedientos de infinito
que van a verlos continuamente para no poder curarlos a precio
de 80 Euros el rato, cuestionan la opci—n trascendente por
enso–aci—n falsa. Risa me da este personal por su frivolidad
ontol—gica. Su falta de moya intelectual comparable a una sopa
sin sustancia. Es curioso como cuando tenemos que asegurarnos
el tren de vida convertimos las interpretaciones en conclusiones
cient’ficas. EntrŽgate a ellos si quieres, pero eso s’, bœscate un
oficio que te de dinero para poder pagarles. Yo prefiero enso–ar
falsedades y ahorrarme los cuartos y sus cuentos. De nuevo
vuelvo a ser pol’ticamente incorrecto. Me place. Por mi parte
decirte, oye a S—crates. Vuelve a nacer. Tu partera es el amor.
Escucha al amor, y te apartaras de la ateocracia, de la frivolidad
y de la paganidad, y seguro que te encontrar‡s con Jesucristo
tarde o temprano porque el amor lleva su nombre. El amor nos
salvar‡ del nihilismo. Solo el amor. Y el amor es poderoso. Tanto
como la luz es capaz de evaporar la oscuridad, el amor ser‡
capaz de acabar con el nihilismo. Si escuchas al amor dejaras de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ser nihilista. As’ que nace o muere. Te toca a ti decidirlo. Yo ya


hace a–os que en medio de fuertes dolores hice mi opci—n. Me
enamoraron y me deje enamorar. Gracia y libertad. Y en medio
de la ateocracia imperante no me he vuelto un fr’volo ni soy un
pagano, eso si, soy politicamente incorrecto, que le vamos a
hacer, en este orden de realidad, fuera de Dios: ÁNada puede ser
perfecto!.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

II

LA CRISTIANDAD CONDUCE A LA PAGANIDAD

Un nuevo paradigma ha surgido entre nosotros como resultado de


la gran crisis cultural que se ha producido en occidente. El modo
integrista de vivir lo religioso ha producido entre otras causas
que la modernidad se construya como antireligiosa. Pues el
integrismo religioso ha convertido la religi—n en un fen—meno
oscurantista enemigo del progreso cient’fico, y por ende, del
progreso social, pol’tico, cultural y hasta econ—mico. De modo
que en una primera etapa, la modernidad, lucho contra el
integrismo de la teocracia fabricando integrismos positivistas y
materialistas que dieron lugar a las ATEOCRACIAS. Los sistemas
marxistas de los que aœn quedan varias muestras en nuestro
mundo, son una clara expresi—n de estas reacciones pendulares
contra las teocracias integristas del antiguo rŽgimen. Rechazado
y vencido el integrismo de esas ateocracias, en las dos œltimas
dŽcadas del siglo XX, el mundo globalmente ha emprendido una
ruta en la que se pretende construir sociedades abiertas, segœn
el esquema planteado entre otros por Karl Popper. En unos
lugares se ha conseguido mejor. En otros no se ha logrado tanto.
Incluso segœn el planteamiento antisistema, todo es una pura
expresi—n de otra gran mentira integrista. Pero ni siquiera ellos
son capaces de librarse de la acusaci—n de integrismo por parte
de otros que revisan sus conductas y planteamientos. La sociedad
abierta es una suerte de jaula de grillos donde la armon’a no
siempre resulta posible. Frente a esta sociedad abierta ahora se
alza el integrismo isl‡mico, muy comœn entre los pueblos que
profesan esa religi—n, y que mentalmente aœn somete a sus
poblaciones a esquemas mentales que en occidente se vivieron
en la edad media y en la primera parte de la era moderna.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Aunque con unas salvedades muy definidas dado que el


cristianismo y el islam han generado entornos culturales
enormemente distintos. Pues aunque el integrismo cristiano quiso
postularse como una teocracia, el mismo cristianismo encierra en
s’ una separaci—n entre lo profano y lo religioso que el Islam
desconoce, hasta el extremo de que somos muchos los que
pensamos que el Islam si no se construye como una teocracia
simplemente no puede existir. El 11 de septiembre de 2001 es
una fecha grabada en la memoria de todos que simboliza el
nuevo cambio de paradigma por el que avanza la nueva sociedad
abierta que empieza a ser conocida por muchos como la
ÒpostmodernidadÓ. La era donde se pretende erradicar el
integrismo del todo. Si bien, para lograr tal fin, se apela a un
nuevo dogmatismo. El relativismo. Pues esta cosmovisi—n se
edifica sobre un error b‡sico. La abjuraci—n de cualquier suerte
de objetividad. Dogma este por otra parte que ya se desacredita
a s’ mismo. Pues de ser cierto, ya existe una objetividad, que lo
objetivo no existe. La democracia no puede sustentarse sobre la
inexistencia de lo verdadero. Que la verdad sea tan absoluta que
pueda existir en todos los discursos a la vez y que aœn as’ no se
muestre nunca del todo, no significa que no exista. Si esto es as’,
si la verdad es siempre algo de naturaleza subjetiva, al final los
ordenamientos legislativos se convierten en puros
convencionalismos supeditados a la voluntad de cambio del
Hittler del momento, sin m‡s referencias morales de ningœn tipo.
Afirmar que la verdad se impone por s’ misma, que la verdad se
propone, no se impone, no significa creer que todo vale y es
igualmente verdadero. Este integrismo conduce al caos cultural y
debilita por completo cualquier posibilidad de construir un
cosmos suficiente sobre el que poder avanzar. En la inseguridad
brutal nunca se invierte, y los entornos econ—micos se colapsan
por completo. Pues sin confianza suficiente es imposible la vida

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

econ—mica. Al par que es un caldo de cultivo notorio sobre el que


los integrismos de diversa especie, se justifican contra lo
dem—crata pues se postulan como puntos de vistas legitimados
por el mismo relativismo que sustentar’a el alma de las
sociedades abiertas. De modo que para establecer un a
beligerancia contra el integrismo se requiere un planteamiento
diferente al que brota del funesto relativismo. Por otra parte m‡s
que denostado por alguien tan cl‡sico y premoderno como el
mismo Arist—teles. Los errores del pasado convertidos en la
modernidad m‡s novedosa no pueden ser el fundamento de las
nuevas sociedades abiertas que pretenden despertarse de siglos
de integrismo. La lectura de la historia desde esta clave
resultar’a francamente interesante a mi juicio. Del mismo modo
que hemos interpretado la historia desde el enfoque materialista
y marxista, podr’amos revisar ahora desde el enfoque de lo
integrista. Tal ejercicio resultar’a muy valioso para las nuevas
sociedades abiertas en curso. !
De modo que la ÒcristiandadÓ, el gran paradigma integrista
cristiano hijo entre otros del hispano Teodosio, ha muerto.
Europa ya no es cristiana. El hijo de este integrismo cristiano es
la modernidad que ahora se vuelve postmoderna y que se
construye con forma de sociedad abierta pre–ada de puro
relativismo donde lo religioso se ha tornado un mero fragmento
no representativo en absoluto en la vida de nuestra cultura.
Muerta la ÒcristiandadÓ ha nacido en occidente un nuevo modo
de ser: la ÒPAGANIDADÓ. Esta estructura cultural se construye
entre otros dogmas sobre la convicci—n de que Dios ha muerto.
Porque no acepta ni dioses ni amos. Ya que por obra y gracia del
integrismo religioso entiende que dioses y amos son lo mismo.
Pues el integrismo sea o no religioso, no propone, sino que
impone. No tolera. Aplasta. Y si es que alguien pretende ser
religioso en la nueva paganidad, lo œnico que se le pide es que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

viva pœblicamente como si Dios no existiera. En la ÒpaganidadÓ lo


importante es vivir de espaldas a Dios sin necesidad expresa de
negarlo en absoluto. Adem‡s en esta nueva edad, volver a
supercher’as de distinto tipo es oportuno, est‡ permitido y hasta
resulta algo bien visto, segœn la moda del momento. Muerta la
cristiandad mediaval renace la Òpaganidad romanaÓ del ayer y
Juliano el ap—stata sonr’e orondo en su lecho de muerte. Ahora
incluso hay algunos entre los cristianos que pretenden responder
a la Òpaganidad imperanteÓ desde una suerte de neointegrismo
que pretende restablecer la cristiandad difunta que impon’a
tradiciones sin convicciones. El modo de vida que hab’a
convertido el cristianismo en un mero y puro formalismo ritual y
social. Sin afectar en nada el alma en esp’ritu y en verdad. Est‡n
equivocados. El integrismo cristiano a generado el movimiento de
la modernidad que ha desembocado en la paganidad como
resultado de la pugna por romper el yugo impuesto por la funesta
teocracia. A travŽs de las ateocracias y ahora con forma de
sociedades abiertas. Reinventar el integrismo cristiano lo œnico
que conseguir‡ es afianzar la ÒpaganidadÓ e incluso volverla
ÒdioclecianamenteÓ rabiosa contra lo cristiano. El integrismo
cristiano fomenta en la paganidad la cristianofobia.!
ÀEntonces? Vivamos en medio de la paganidad de cara al amor de
Dios manifestado en Jesucristo en el Esp’ritu. La paganidad se
distingue por vivir de espaldas al Dios que nos ama en Cristo. Eso
es un pagano para un cristiano que trata de vivir su fe en esp’ritu
y en verdad. Frente a la paganidad reinante es preciso observar
varias pautas de vida.

1¼. Distinguir entre legalidad y moralidad. En la paganidad, la


moralidad es considerado algo subjetivo y por tanto no objetivo.
De modo que la legalidad no brota de ella si no de lo
convencionalmente aceptado como politicamente correcto de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

acuerdo con la moda mental imperante. En la paganidad la


verdad, la bondad y la belleza no existen m‡s all‡ de la pura
convenci—n. De modo que en este ambiente el Nazismo puede
renacer. Pues es posible convertir en legal que un jud’o no es
persona siempre y cuando se consiga establecer mediante una
campa–a publicitaria oportuna inclinando la convenci—n social en
esa direcci—n. A partir de ese momento ser‡ posible convertir en
legal lo ilegal, y lo Žtico-moral se considerara un mero prejuicio
subjetivo. De este modo el estado se vuelve Dios tal cual los
cesares romanos. Ahora sin investirse como tales, pero con tanto
o m‡s poder que ellos. En este ambiente nuestra verdad moral no
siempre coincidir‡ con la legalidad imperante y convenida. De
modo que se impone luchar por la posibilidad de la objeci—n de
conciencia tras los pasos de grandes hombres como Tom‡s Moro o
el mismo Ghandi. Y a partir de ah’ ser capaces mediante
campa–as publicitarias bien hechas, por ejemplo del tipo
Òcat—lico vuelve a casaÓ y otras realizadas por ejemplo por la
Iglesia de Singapur, de inclinar la convenci—n legal en torno a los
valores considerados verdaderos, buenos y bellos. Pero no desde
el esquema de pretender vencer, sino desde el prop—sito firme de
querer convencer. A sabiendas de que cada cual se convence s—lo
de lo quiere. Proponer no imponer. Sabiendo dar raz—n de nuestra
esperanza. Y cuando eso no sea posible de ningœn modo ser
capaces de objetar conciencia.

2¼. En la paganidad no se ora. Se medita, se viaja astralmente, se


consultan horoscopos, se echan las cartas, se encienden velas
varias, se llama a los ‡ngeles con ÒjoyitasÓ de plata, se ponen
piedras de distinto tipo sobre diversas partes del cuerpo, se da y
se recibe Òenerg’aÓ. La nueva era campa a sus anchas en la
paganidad. Se ponen idolillos o budas varios en diversos rincones.
Se hace yoga. La paganidad convierte el alma humana en una

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

calle de la Roma pagana donde se hac’an presentes todos los


cultos. Bien dec’a alguien con cierta inteligencia que la
modernidad terminaba no en el ate’smo sino en la Idolatr’a.
Muerto Dios, renacen los ’dolos. As’ es la paganidad. De modo
que en la paganidad no se ora. No se establece una relaci—n con
lo divino. Una verdadera relaci—n interpersonal donde soy amado
y amo. Sino que se utiliza lo numinoso en funci—n de ocurrencias
varias. M‡s que relaci—n con lo divino, pretende darse una
manipulaci—n de lo santo. Convertirnos en verdaderos m’sticos
del amor de Dios manifestado en Cristo en el Esp’ritu es lo mejor
que podemos hacer. Hablar con Dios en Cristo y en el Esp’ritu en
nombre del universo todo. Autorizando al Dios del amor a que se
haga presente en nuestra vida. Pues Dios que no es un violador,
pues no es integrista, nunca forzar‡ nuestra alma para hacerse
presente en ella. Dios no se impone se propone. La oraci—n es el
modo por el que le abrimos la puerta de nuestra vida para que se
convierta en ti y en m’, en el Emmanuel, en el Dios con nosotros.

3¼. Evangelizar en esp’ritu y en verdad. Pues en la paganidad la


fe ya no es de todos. Eso es lo m‡s definitivo. Y para evangelizar
ya no vale con incohar costumbrismo religioso sin convicciones ni
explicaciones. Por tradici—n ya no se puede ser cristiano en esta
nueva edad. Solamente se puede ser cristiano con las tradiciones
se vuelven convicciones. Autenticidad. Formaci—n. Se vuelven
palabras irrenunciables para el cristiano que vive inmerso en la
paganidad. Y ello consciente de que en la paganidad Òla fe ya no
es de todosÓ. Autenticidad que se vive en medio de la paganidad.
Que unas veces puede explicarse porque es escuchada, y otras
veces s—lo puede ser. Sea o no entendida, comprendida, aceptada
o rechazada. Ser luz en medio de la tiniebla. Y la luz no se finge
ni se simula. La oscuridad es oscura. Y la luz es luminosa. Y no
son la una y la otra al mismo tiempo. Cuando la luz decrece,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

crece la oscuridad. Vivir todav’a pensando que la fe es de todos o


de la mayor’a resulta suicida si se quiere ser cristiano. Porque si
pretendes serlo por Òimitaci—nÓ como ocurr’a para la mayor’a en
los a–os cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo en
Espa–a, simplemente te separaras de Cristo. Ser cristiano hoy
requiere fortaleza de car‡cter porque el cristianismo te vuelve
necesariamente alguien original en medio de la paganidad. Y m‡s
aœn cuando la paganidad se vuelve rabiosa, resucita a Diocleciano
y a Stalin, y se vuelve profundamente cristianof—bica,
transmut‡ndose en una ateocracia. Cosa que determinados
sectores sociales siempre anhelan y luchan por conseguir. Por
ejemplo muchos de los que en Barcelona y otros lugares del
mundo (lobbys gays), usan carteles con logotipos como: Òla
iglesia que m‡s brilla es la que m‡s y mejor ardeÓ o Òlos leones
romanos fueron unos inœtiles: mataron pocos cristianosÓ. En esos
casos la fortaleza requerida se vuelve de naturaleza macabea
porque no cabe otra que ser tu mismo en medio del odio m‡s
atroz, Van Thuan supo mucho de eso, o convertirte en una
Òsuerte de vicente que va donde va la genteÓ, transform‡ndote
ipso facto, en una marioneta sin alma propia. En un robot
teledirigido por los diferentes lobbys imperantes en el foro
pœblico que la paganidad sustenta. Sin autenticidad en tal
ambiente no evangelizaremos nunca. Por ello la paganidad nos
purifica, quiz‡s porque el integrismo religioso cristiano que la
gener—, nos hizo impuros religiosamente hablando. Nos deform— y
necesitamos volver a ser verdaderamente lo que somos.

4¼. Nunca sucumbir a la cultura de la muerte imperante. La


paganidad es nihilista. Las propuestas de trascendencia de la vida
resultan tan etŽreas, son tan hijas del pensamiento dŽbil que
cualquier esp’ritu humano formado en un m’nimo esp’ritu
positivista cient’fico materialista, creer‡ que nuestro destino

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

final es la nada y lo dem‡s, las propuestas trascendentalistas de


la nueva era, son cuentos. El paradigma filos—fico propuesto
desemboca en este abismo oscuro: nuestra pretendida verdad es
mentira, nuestra bondad maldad, y nuestra belleza, al final,
fealdad, la vida es fugaz y su fin desvanecerse. Todo es humo. Y
la muerte el soplido que lo desvanece. Algunos creen que as’ la
modernidad se libera del yugo del oscurantismo integrista
mediaval. Y claro prefieren la nada al fuego eterno que aquel
integrismo tanto propon’a, ense–aba y defend’a aterrando a
propios y extra–os. El problema es que el nihilismo mata la
pasi—n por vivir. La modernidad que no descubre nada, cuando
habla as’, pues reedita la impiedad ya reflejada en libros tan
antiguos como el de la sabidur’a presente en la biblia. La
modernidad al parir esta estructura mental sustrato de la
paganidad imperante se vuelve suicida. En otros ensayos he
analizado esta cuesti—n con m‡s detenimiento. Pues promete
para’sos que consisten en rodearte de tecnolog’as y comodidades
varias si la econom’a te sonr’e, mientras el c‡ncer no te come, y
si as’ ocurre quiz‡s te premie con morfina unos d’as hasta
matarte, hasta que se legal administrar dosis de cianuro para
poder matarte ipso facto. Y ah’ termina el para’so que la
paganidad te ofrece a lomos de su madre la modernidad.
Recapaciten bien los integristas cristianos pues a este abismo nos
han conducido con su torpeza y negligencia. El integrismo
religioso fabrica monstruos pues al deformar el rostro de Dios
deforma al ser humano, y la resultante del proceso aterra. El
integrismo inquisitorial cristiano ha dado lugar a esta revuelta
ca—tica que nos sumerge en una nueva era de paganidad. Donde
todo, hasta la vida, se vuelve relativa, dejando la vida misma de
ser sagrada, supeditada a la legalidad del momento, hija Žsta, de
la mente del Nazi de turno que con sus medios de comunicaci—n
controla la convenci—n social. Frente a estos paganos nihilistas y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

saduceos, nosotros somos el Cristo que dice: Dios es amigo de la


vida. Dios es un Dios de vivos y no de muertos. Seremos como
‡ngeles. Nuestro destino final no es la nada sino la gloria. No
somos humo. Somos rocas de la JerusalŽn celeste. No somos
vacuos, insignificantes ni absurdos. Somos Vida en Plenitud.
Somos pura pasi—n de vivir. Esperanza verdadera. Tenemos fe en
el TODO y no en la Nada. Dios lo ser‡ todo en todos. El que es el
que vive verdaderamente en plenitud. Nos har‡ por su amor vivir
plenamente en ƒl, si libremente no le decimos que no. La nada
no lo ser‡ todo en todos. La cultura de la muerte no es nuestra.
La cultura de la vida es nuestra cultura y es as’ porque somos
so–adores de la civilizaci—n del amor que Cristo Jesœs inaugura
entre nosotros y mantiene viva por medio de su Santo Esp’ritu en
los santos. El integrismo religioso no cree en el Dios del amor. Por
eso lejos de habernos conducido a la civilizaci—n del amor, nos ha
abocado, de nuevo a la paganidad, en la que el hombre cree
haber hallado una verdadera liberaci—n del yugo integrista
aceptando sumergirse en la nada. El integrismo religioso puede
ser rechazado sin necesidad de ahogarse en la oscuridad de la
nada pagana. El integrismo religioso se esfuma ante la fuerza del
amor verdadero. El amor no impone ni aplasta. El amor propone,
respeta. El amor de 1Cor 13 nunca te convertir‡ en un integrista.
El amor del crucificado, el amor hasta dar la vida por los amigos
y los enemigos, el amor eucar’stico, no mata. Este amor no
genera paganidad. Porque este amor no se rechaza. Este amor
siempre seduce salvo extremos sat‡nicos. El amor verdadero
nunca te hace da–o. La inquisici—n pretendi— ser una defensa del
amor, pero la afirmaci—n de la verdad sin amor es un l‡tigo o una
hoguera. Los integristas pretenden ser fieles a la verdad, pero
olvidan el amor. Y la modernidad para liberarse del horror
inquisitorial simplemente niega la mayor, erroneamente: la
verdad no existe. Sin amor ciertamente la verdad no existe.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Porque la verdad es el amor. El amor es el criterio que define lo


que es la verdad. Por eso el integrismo nunca es verdadero,
porque desconoce el amor. Pero la modernidad se imposibilita
para conocer el amor tal cual es porque excluye la posibilidad de
la verdad. La paganidad es heredera directa de la modernidad y
con ella se muere, y se convierte en suicida. Para no sucumbir en
la paganidad cree en la verdad que es el amor y este amor, te
har‡ creer en la resurrecci—n. Porque el amor, al enfermarnos de
sed de infinito, en tanto que cuando amas verdaderamente te
vuelves incompatible con la muerte, dado que jam‡s aceptas que
quien amas tenga que morir, al enfermarnos de esta sed de
infinito para lo que amas, el amor te hace creer en la
Resurrecci—n y te hace vencer la cultura de la muerte. La verdad
que brota de las palabras de Cristo Jesœs te hace comprender que
el amor es mas fuerte que la muerte. La paganidad desconoce
eso y por eso se muere de sed, de sed de infinito. Se muere de
tristeza, de llanto, de miedo, de duda, de desesperaci—n, de
angustia, de incredulidad. Se muere de vaciedad. Se muere de
nihilismo. Se muere porque considera que la levedad del ser se le
hace insoportable. Se hunde en el abismo oscuro de la nada. Se
ahoga en la nada. Se torna humo. La paganidad conduce
necesariamente al imperio de la cultura de la muerte. No
sucumbir ante esta cultura, es no sucumbir en la paganidad. La
Pascua nos vacuna contra la paganidad. Vivamos inmersos en el
misterio pascual siempre, esa es la clave. La Eucarist’a nos salva
de la paganidad. Vivamos inmersos en la gloria eucar’stica: En el
gozo agradecido de los que se saben amados por Dios en Cristo
Jesœs muerto y resucitado dej‡ndose transfigurar por Žl en el
Esp’ritu para as’ alcanzar el pr—ximo paso en nuestra definitiva
evoluci—n, est‡ vez activada œnica y exclusivamente por la
gracia, la vida en plenitud. La paganidad es incapaz de darnos
eso. El integrismo tampoco es capaz de ello.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

En definitiva: La fe no es de todos porque vivimos en la


paganidad. La cristiandad muri— por el fruto de su integrismo. El
integrismo religioso conduce a la paganidad y la paganidad se
ahoga en la nada. El integrismo religioso conduce a la nada a
travŽs de la ateocracia que genera como rechazo pendular de la
teocracia, y esa ateocracia se vuelve pura paganidad, bajo forma
de sociedad abierta, fundada en el relativismo que desconoce la
verdad del amor. No a la cristiandad, integrista. No a la
paganidad. Y por supuesto no a la ateocracia. Esto no es un
nuevo paradigma de existencia. Esto es un infierno. El horror y no
la gloria es el fruto directo de la paganidad. Si eso es un
paradigma existencial, el suicidio es un paradigma. H‡gase la luz,
ya est‡ bien de que impere la tiniebla. La luz vino a la tiniebla y
los hombres prefirieron la tiniebla a la luz. Pero para los que
prefirieron la luz, la Vida en Plenitud fue su regalo. Para los
dem‡s el humo fue su œnico premio.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

III

LA MODERNIDAD SUICIDA

Me resulta imposible no dejarme llevar por el esp’ritu


hipercr’tico postmoderno. Pues convivir y escuchar a
determinados ide—logos de la modernidad aturde mis neuronas.
Hace poco coincid’ con un autoproclamado sabio de filosof’a
especializado en estŽtica y segu’ con atenci—n su discurso en la
entrevista que le hicieron. Y sus palabras encantadoras me
hicieron comprender que la modernidad al final muere de pura
sofistica. Su discurso pleno del lœcido saber de Eugenio Trias en
su libro sobre la muerte al inicio, nos conduce despuŽs tras una
visi—n progresista de la historia a la afirmaci—n de que la
modernidad ha creado un nuevo e—n hist—rico dado que por
primera vez el hombre llevado por sus luces mentales ha decidido
rechazar el cielo que Dios le ofrece y crear su propio para’so aqu’
en el suelo. Pues es preferible renunciar a la vida eterna antes
que tener que convertirse en un esclavo para poder gozarla. Un
esclavo de Dios. Pues se impone hacer lo que el considera bueno
si se quiere poder disfrutar del para’so. Esta aventura a su juicio
es la m‡s apasionante que se ha producido nunca aunque segœn
el tal andadura es tan nueva que puede terminar en la
autodestrucci—n del mismo genero humano. Su discurso culmina
con una cita de s’ mismo "no creo en Dios pero lo hecho de
menos".!
Dicho as’ me pareci— recuperar de pronto el aroma de los
profetas pseudofilosofos del siglo XIX en pleno siglo XXI. Comte y
sus hijos que mirando al futuro imaginaban nuevas Žpocas
construidas sobre utopias cient’ficas inimaginables. Marx ser’a
otro de esos grandes so–adores, todos hijos de Hegel, el mayor
creyente en que la historia estaba determinada a alcanzar la

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Gloria como meta final de su misma l—gica. Si bien haber le’do


mucho ayuda a no tragarse el cazo a la primera por bien
preparado que resulte a primera vista el guiso que se ofrece.
Vayamos por partes.

1. No hay novedad en esa conclusi—n. No es una novedad de la


modernidad llegar a la increencia en un para’so. Decir esto es
desconocer aforismos como "comamos y bebamos que ma–ana
moriremos". Citado por Isaias ya cientos de a–os antes de
Cristo. O bien desconocer textos como este: ÇCorta y triste es
nuestra vida; la muerte del hombre no tiene remedio y de
nadie consta que haya vuelto de la tumba. Nacimos por azar y
pasaremos como si no hubiŽramos existido. El soplo de
nuestro aliento es humo, y el pensamiento, una chispa del
latido de nuestro coraz—n. Cuando ella se apague, el cuerpo
se convertir‡ en ceniza y el esp’ritu se desvanecer‡ como aire
ligero. Con el tiempo nuestro nombre caer‡ en el olvido y
nadie se acordar‡ de nuestras obras; nuestra vida pasar‡
como rastro de nube, se disipar‡ como niebla acosada por los
rayos del sol y agobiada por su calor. Nuestro tiempo es una
sombra fugaz y nuestra muerte, irrevocable, porque se ha
puesto el sello y nadie regresa. Venid, pues, y disfrutemos de
los bienes presentes, gocemos de la realidad con impaciencia
juvenil; embriaguŽmonos de vinos exquisitos y perfumes, que
no se nos escape la flor primaveral; coronŽmonos de rosas
antes que se marchiten; que ninguno de nosotros se pierda
nuestra org’a, dejemos por todas partes huellas de la alegr’a;
que Žsta es nuestra suerte y nuestra herencia. Oprimamos al
pobre que es justo, no tengamos compasi—n de la viuda ni
respetemos las canas llenas de a–os del anciano. Que nuestra
fuerza sea norma de la justicia, porque la debilidad se
demuestra inœtil. Pongamos trampas al justo, que nos fastidia

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

y se opone a nuestras acciones; nos echa en cara nuestros


delitos y reprende nuestros pecados de juventud. Presume de
conocer a Dios y se presenta como hijo del Se–or. Es un
reproche contra nuestras convicciones y su sola aparici—n nos
resulta insoportable, pues lleva una vida distinta a los dem‡s
y va por caminos diferentes. Nos considera moneda falsa y
nos evita como a apestados; celebra el destino de los justos y
presume de que Dios es su padre. Ya veremos si lleva raz—n,
comprobando cu‡l es su desenlace: pues si el justo es hijo de
Dios, Žl lo rescatar‡ y lo librar‡ del poder de sus adversarios.
Lo someteremos a humillaciones y torturas para conocer su
temple y comprobar su entereza. Lo condenaremos a una
muerte humillante, pues, segœn dice, Dios lo proteger‡È.
ÀPessoa?ÀNietzsche?ÀFeuberbach?. No. Libro de la sabidur’a.
Texto b’blico. Anterior a Cristo. Con Cristo discutieron los
saduceos. No cre’an en para’so alguno. Pues la bendici—n solo
se vive en esta tierra. ÀDonde esta la novedad? La modernidad
no aporta a este nivel ninguna novedad, simplemente renueva
la impiedad. Una impiedad tan antigua como los siglos. Por
tanto de nuevo e—n nada. No hay nuevo e—n. Simple reedici—n
de un pasado archiconocido. La aventura propuesta ha sido
recorrida y el abismo es su final.

2. Porque no es posible construir un para’so en este mundo.


Habitamos un universo donde mueren las estrellas. En este
universo nada es eterno. Nada. Nuestro destino final
probablemente ser‡ un fr’o y oscuro espacio inmenso donde
un d’a nada lucir‡ ni calentara. El mal, el sufrimiento y la
muerte son dimensiones connaturales en un mundo que no
posee la existencia en plenitud. La existencia en plenitud solo
pertenece a quien no la pierde nunca. Y ese supuesto ser es
lo que llamar’amos Dios. De modo que el para’so en tanto que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

modo de existir sin sombra de mal, dolor y muerte solo es


posible en Dios. El para’so es el modo de existir de Dios, el
œnico modo pleno de ser, por algo en el libro del Žxodo, Dios
se presenta ante moisŽs, como " Yo soy el que SOY". Solo Dios
es en plenitud. As’ que el para’so solo ser‡ posible si Dios lo
es todo en todo. Solo si algœn d’a este universo existe en Dios
podr‡ convertirse en para’so. Pero eso solo ser‡ posible por
gracia. Pues tal posibilidad no pertenece de pleno derecho a
la ontolog’a misma del mundo. Esa posibilidad solo ser‡ del
universo si este acepta la libre invitaci—n que Dios le hace.
Para eso existe un universo distinto del modo pleno del ser de
Dios, simplemente para que como un tœ verdadero, el
universo, pueda libremente decir si o no a una propuesta que
lo supera con creces y que segœn el mismo modo de ofrecerlo
Dios, brota de su amor. Un amor eterno.

3. De modo que no es un esclavo el universo ante Dios.


Simplemente es un ser contingente pero verdadero libre de
aceptar una invitaci—n que Dios le hace para pasar del modo
contingente y por tanto finito de ser, a un modo pleno y
absoluto de ser, y por tanto eterno. El œnico requisito es
permitir que Dios lo sea todo en Žl. Si bien desde el esquema
siguiente que ya san Agust’n descubri— hace muchos a–os:
Dios que te ha creado sin ti, no quiere transfigurarte sin ti.
Dios no es un violador y no nos har‡ eternos en El contra
nuestra libertad. La verdadera aventura ni est‡ en afirmar
nuestra libertad de modo suicida contra Dios. Aunque tal
extremo siempre es posible. La aventura esta en vivir
nuestra libertad en El en un contexto enamorado en el que
nunca dejamos de ser quienes somos. Pues en el amor
verdadero uno nunca se despersonaliza ni se convierte en un
esclavo. La impiedad es el desamor con Dios. La piedad el

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

amor verdadero con un Dios que siempre se muestra como


amigo de la vida, que si quisiera que algo no existiese
simplemente nunca lo habr’a creado.

4. De modo que hace bien en echar de menos al Dios en el que


dice no creer. Pues sin Dios la verdad, la bondad y la belleza
de todo y de todos se torna mentira, maldad y fealdad, el
sentido absurdo, el significado falacia y el ser humo. Y eso
es todo. Esa es la vieja novedad que la modernidad
descubre. La modernidad es suicida si su ser mas genuino
consiste en destruir a Dios pues muerto Dios morir‡ el
hombre y el mismo universo. Caminando a convertirse en
erial de piedras fr’as, oscuras y muertas. El ser del universo
moderno est‡ destinado a convertirse en el interior de un
sepulcro y nada m‡s. Ese ser‡ el fin de su progreso y el de su
universo.

5. Este ego’smo camina hacia la nada. Ego’smo porque la


pretensi—n de Juan David Garcia Bacca, estela que este
autor sigue consciente o inconscientemente, de construir un
para’so en el mundo se edifica sobre la pretensi—n de olvidar
a cuantos no pudieron ver ese d’a. Àcomo podrŽ soportar con
gozo que algœn d’a yo pueda vivir con plenitud si mi madre y
otros amigos m’os que ya han muerto no lo pueden disfrutar?
El amor siempre me convertir‡ en un ser incompatible con la
muerte. Solamente si no amo podr’a lograr plenitud en ese
posible para’so que adem‡s siempre seria imposible sobre
una plataforma existencial finita como ya he demostrado. El
amor verdadero me crea la sed de infinito como modo
humano de ser. En ese sentido puedo afirmar que estoy
destinado a la eternidad aunque no como una necesidad. Sin
la eternidad el universo se aboca a la frustraci—n como œnica
meta de vida. Pues vive inmerso en una sed de infinito que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

nunca se vera saciada. Y lo hace porque sus hijos libres e


inteligentes en los que el mismo universo se ha dotado de
conciencia, aman. Aman a los dem‡s, al mundo y a s’
mismos. Y cuando uno ama quiere la eternidad como una
cualidad para todo aquello que ama. Pues de lo contrario no
ama verdaderamente. De modo que es el amor verdadero lo
que nos hace creer en la resurrecci—n. Si la modernidad no
entiende esto es que aturdida por su racionalismo radical se
ha olvidado de amar verdaderamente. Lo cual la convierte
en una plataforma filos—fica falsa, porque es incapaz de
responder a las verdaderas aspiraciones humanas en las que
el universo habla y expresa sus mas hondos deseos. Tal
plataforma, la modernidad, nos encamina al suicidio como
meta.

ÀCabe mas informaci—n para no aturdiese oyendo a estos adalides de la


modernidad? Si esto es cuanto la modernidad puede ofrecer:
hacer soportable nuestra absurda existencia con muchos medios
tŽcnicos por sorprendentes y novedosos que estos puedan ser. No
nos ofrece nada. Porque nos ofrece la NADA. La nada es suicida
porque si se presenta como meta final mata toda pasi—n por vivir
para aquellos que aman verdaderamente. ÀHipercr’tic a
postmodernidad? En ese sentido la postmodernidad resulta lœcida
muy lœcida. La modernidad atea es suicida a pesar de sus
para’sos de papel ÒcouchŽÓ. Lastima que tales alardes de
sof’stica en nuestro mundo actual sean considerados por muchos,
los mejor considerados meditaticamente hablando, expresi—n de
la verdadera sabidur’a. Los errores de siempre nunca ser‡n los
novedosos descubrimientos que nos hagan progresar. Al contrario
nos har‡n retroceder neciamente en el tiempo. He aqu’ mi
an‡lisis. No dudo que vencerŽis modernos de pacotilla pero
jam‡s me podrŽis convencer con vuestra oscura ceguera.!

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

IV

LA EXTREMA IZQUIERDA REEDITA EL NAZISMO EN NUESTRAS


PLAZAS.

SI EL "15 MAYO" ES CRISTIANOFîBICO ES EXTREMA IZQUIERDA...O


SEA: NAZIS" ELLOS HACEN CON NOSOTROS LO QUE AQUELLOS
H A C I A N C O N L O S J U D I O S E N P R I M E R A I N S TA N C I A :
ESTIGMATIZARLOS SOCIALMENTE ÀQUE VENDRA DESPUES? ESPERAR
DE UN IZQUIERDISTA QUE ACEPTE Y RESPETE A UN CATîLICO ES
TAN INUTIL COMO ESPERAR QUE UN NAZI HAGA ESO CON UN
JUDIO. Y QUE EN EL SIGLO XXI SIGAN VIVOS ESTOS INTEGRISTAS
DEL PASADO TRAS LAS BARBAS DE VARIOS ACTORCETES SIERVOS
CONVENCIDOS DE LA HUMANIDAD REINANTE EN LAS CARCELES DE
FIDEL....CON MIGUEL DELIBES DIGO SI LA MAYORêA LOS SIGUE QUE
PAREN ESTE AUTOBUS LLAMADO ESPA„A QUE YO ME BAJO. YO NO
TENGO DUDAS NI CONFUSIONES ESTO ES LO QUE PROPONGO
P E N S A N D O E N U N A A B S T R A C TA R E A L I D A D P O L ê T I C A
INEXISTENTE ... VISTO LO VISTO CON OCASIîN DE LA VISITA DEL
PAPA PARA LA JMJ 2011, CADA DêA ME CABEN MENOS DUDAS DE
QUE TRAS EL 15 M, LO QUE SE OCULTA (CADA VEZ MENOS ESO Sê),
ES LA EXTREMA IZQUIERDA DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE.

NAZIS=EXTREMA IZQUIERDA

!
Extrema Izquierda es Igual a Nazi. Comparemos a los sujetos que
integran ambos grupos:

Los nazis visten uniformes, la extrema izquierda se uniforma con


una estŽtica particular: desali–ada.!
Los nazis estigmatizan socialmente a los jud’os, la extrema
izquierda estigmatiza socialmente a los cristianos cat—licos y a su

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

clero.!
Los nazis odian al comunismo, la extrema izquierda odia al
capitalismo.!
Los nazis se rapan el pelo o lo llevan corto y ordenado, la
extrema izquierda se lo deja largo, desordenado y se lo trenza.!
Los nazis se alimentan de sentimentalismos irracionales y la
extrema izquierda tambiŽn. Ambos recurren a esl—ganes que
enardecen.!
Los nazis condenan mediante generalizaciones imprecisas e
injustas, de igual modo procede la extrema izquierda.!
Los nazis gustan de desfilar con c‡nticos determinados, la
extrema izquierda canta y baila y gusta de montar espect‡culos
en la calle. A ambos les encanta crear entornos dram‡ticos y
espectaculares con lenguajes estŽticos distintos. Pero ambos
recurren a lo llamativo que moviliza e impresiona a las masas.
Los nazis realizan actos lœdico festivos, la extrema izquierda
tambiŽn!
Los nazis llevan insignias y medallas de distinto tipo, la extrema
izquierda ex’be pins y chapas varias.!
Los nazis gustan de usar gorras militares y en la extrema
izquierda gustan de usar gorros de lana.!
Los nazis llevan brazaletes con la esb‡stica, la extrema izquierda
usa el pa–uelo palestino al cuello.!
Los nazis tienen sue–o de dominio universal y hablan siempre en
nombre de la raza aria con vocaci—n de cabeza de toda la
humanidad. La extrema izquierda construye y mantiene un
discurso œnico y habla en nombre del ÒpuebloÓ o la Òciudadan’aÓ.
Ambos est‡n enfermos de la misma plaga: MEGALOMANIA. "El
juicio de la persona narcisista... es tendencioso contra lo que no
es "Žl" ni es suyo. El mundo exterior -el NO YO- es inferior,
peligroso, inmoral. El individuo narcisista termina pues en una
deformaci—n enorme. El y sus cosas son sobrevalorados. Todo lo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

exterior es subvalorado.(ERICH FROMM. El coraz—n del hombre .


Hablan en nombre de todos pero ignorando a la mayor’a. Se
erigen en portavoces de todos sin permitirles votar. Invocan la
fuerza de la masa sin importarles su voto. Secuestran la voz de
los dem‡s porque su voz es la importante. Evitan que la gente
hable: s—lo hablan ellos. Y acusan de manipulaci—n y
manipuladores a quienes simplemente no sostienen su discurso o
lo afrontan con conciencia cr’tica. Todos excepto ellos son
sospechosos y malos. Los nazis y la extrema izquierda son
iguales: Megal—manos que acusan a los dem‡s de fascistas y
terroristas.!
Los nazis se–alan a los enemigos del reich, el imperio de los
fuertes. La extrema izquierda se–ala a los enemigos del pueblo y
propone la dictadura del proletariado. Ambos aspiran a crear
sociedades cerradas y no abiertas.!
Los nazis usan la democracia para destruirla, y la extrema
izquierda hace lo mismo. Pretende construir la democracia
verdadera vulnerando los ordenamientos legales de l a
democracia posible y presente sin respetar los mecanismos de
cambio que cualquier constituci—n que se pretenda
verdaderamente democr‡tica debe prever, garantizando siempre
que no se pueda vulnerar el orden democr‡tico en aras de
reformas inciertas.!
Los nazis pretenden construir un estado omnipresente y
todopoderoso, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis promueven el odio hacia segmentos de la sociedad y la
humanidad, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis son dogm‡ticos, no proponen sino que imponen. La
extrema izquierda tambiŽn. Ninguno de los dos reconoce el
derecho de los dem‡s a criticarlos. Pues su identificaci—n con la
verdad es absoluto.!
Los nazis usa a la juventud como su vanguardia social. La

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

extrema izquierda tambiŽn.!


Los nazis s—lo escuchan y leen a los suyos. La extrema izquierda
tambiŽn. Ambos consideran determinados textos subversivos o
contrarevolucionarios.!
Los nazis buscan la revoluci—n. La extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis revientan los parlamentos y las elecciones. La extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis se aprovechan de la debilidad de la democracia. La
extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis usan banderas y pancartas. La extrema izquierda
tambiŽn.!
Los nazis eliminan gente usando la violencia. La extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis provocan. La extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis hacen pintadas y destruyen establecimientos que no son
de su gusto. La extrema izquierda tambiŽn. Ambos no respetan ni
siquiera el patrimonio cultural de los distintos pueblos si lo
consideran contrario a sus prop—sitos.!
Los nazis construyen masas an—nimas e impersonales, la extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis tienen una fuerte conciencia de grupo sectario donde la
inteligencia y la libertad son secuestrados, la extrema izquierda
tambiŽn.!
Los nazis aprovechan causas nobles para fines expœreos, la
extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis enga–an porque creen que cualquier medio vale para
lograr un fin, la extrema izquierda hace lo mismo.!
Los nazis abuchean y gritan a los que no dicen lo que ellos dicen,
la extrema izquierda hace lo mismo.!
Los nazis amenazan, la extrema izquierda tambiŽn lo hace.!
Los nazis toman la calle, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis desprecian, la extrema izquierda tambiŽn.!

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Los nazis uniforman mentes y conductas, la extrema izquierda


tambiŽn.!
Los nazis desconocen la fuerza del amor, la extrema izquierda
tambiŽn.!
Los nazis creen en la violencia, la extrema izquierda llama no
violencia a su conducta agresiva e intolerante. Y justifica la
violencia en muchas ocasiones creando cŽlulas terroristas tipo
GRAPO, BRIGADAS ROJAS o ETA por citar algunos.!
Los nazis usan cualquier red de comunicaci—n social o propaganda
publicitaria con admirable maestr’a, la extrema izquierda
tambiŽn. Lo mismo ocurre con su uso comœn de los medios de
comunicaci—n a los que cercenan su libertad de expresi—n e
informaci—n. A ambos les molesta la LIBERTAD.!
Los nazis demonizan cualquier sistema que no sea el suyo, la
extrema izquierda tambiŽn lo hace.!
Los nazis tensionan y neurotizan su ambiente, la extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis usan y se crecen en el caos, la extrema izquierda
tambiŽn.!
Los nazis son simplistas en sus valoraciones y sus juicios, la
extrema izquierda tambiŽn. Los nazis parlotean de manera
demag—gica, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis intoxican con su ideolog’a cualquier debate, la extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis idealizan Òel cambioÓ, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis en nombre de los sue–os destruyen la realidad, la
extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis usan el paro y las crisis para imponerse usando la rabia
y la indignaci—n social, la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis son integristas pol’ticos y culturales, la extrema
izquierda tambiŽn.!
Los nazis tienen un discurso impreciso, la extrema izquierda

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

tambiŽn.!
Los nazis seducen a los mayores con la juventud de sus miembros
y la extrema izquierda tambiŽn.!
Los nazis viven de la riqueza que generan los dem‡s, la extrema
izquierda tambiŽn. Y ambos creen en el camino y la soluci—n f‡cil
que no pasa por el estudio y el trabajo progresivo que gestionan y
provocan los cambios verdaderos.!
Los nazis demonizan e idolatran. La extrema izquierda tambiŽn.

Podr’a seguir, muchas ser’an las similitudes si no identificaciones,


entre ambos extremos. Pero bastan las ofrecidas para descubrir
porque nazis y extrema izquierda son los mismos perros con distintos
collares. Extrema Izquierda y Nazis son una misma cosa. Por eso
ambos extremos deben evitarse. No cabe la tolerancia frente a tales
integrismos. S—lo cabe la beligerancia. Pues ambos integrismos
amenazan la paz y el futuro de la sociedad. Tales extremos deber’an
ser considerados delictivos por cualquier democracia. Pues no es
posible construir un ordenamiento democr‡tico real mientras los nazis
o la extrema izquierda quieran dominar el panorama sociopol’tico y
cultural. Con un c‡ncer activo en el cuerpo no se puede vivir, con un
c‡ncer social tampoco. Ignorar este extremo es suicida para cualquier
democracia. Bien estar’a que no olvid‡semos nunca esta lecci—n que
nos ofrece a la consideraci—n de todos la historia del siglo XX. Si lo
hacemos volveremos a sufrir cometiendo los mismos errores. Por ello
‡nimo a los que quieran cambiar o renovar la sociedad o un sistema
pol’tico, a que nunca canalicen su leg’tima indignaci—n en una
reacci—n que sea dirigida por nazis o extrema izquierda. La
indignaci—n nunca debe elegir como l’deres de su reacci—n a los locos,
sean nazis o de extrema izquierda, si lo hacen solamente caminaran
de manera suicida hacia el precipicio. El siglo XX nos lo ense–—. No
volvamos a hacer lo mismo. Atentos pues. Sin observar esta aclaraci—n
cualquier manifestaci—n de rabia e indignaci—n puede ’rsenos de las
manos.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ATILA Y LOS HUNOS ARRASAN TU VIDA (dedicado entre otros a


Isabel)

Por donde pasan Atila y los Hunos no vuelve a crecer la hierva. Al


menos durante un tiempo prolongado. As’ es como a veces ocurre
con nosotros los seres humanos cuando personas o circunstancias
o ambas cosas, pasan por tu vida. Son las circunstancias y
personas que tienen poder para cambiar lo m‡s importante en ti.
Cambian tu relaci—n con lo sagrado, con el mismo Dios. Cambian
tu relaci—n con los dem‡s de manera definitiva. Cambian tu
relaci—n contigo mismo, tu propia compresi—n. Cambian tu
relaci—n con el mundo, con tu mundo, con tu propia vida. Y lo
hacen desde la indiferencia, desde la frialdad m‡s absoluta,
desde la arbitrariedad, desde lo puramente azaroso. Como una
manifestaci—n del caos. Y les importa poco que pienses, que
sientas, como actœes o que digas. No les afecta en absoluto que
puedan da–arte, destruirte, hacerte llorar, que pierdas peso, que
no duermas bien, que te deprimas. Bajo la frialdad de su espada
y la inclemencia del casco brutal de sus caballos arrasan cuanto
tenga que ser arrasado. Atila Vive. Y los Hunos lo rodean. Atila
siempre viene rodeado de palmeros que se benefician de su
macabro reinado. Son sus par‡sitos y viven de los restos de lo que
Žl arrasa. Son vampiros de su ÒpoderÓ pues a tu lado como tœ,
tambiŽn nosotros somos poderosos. Todo acaba claro cuando Atila
deja de considerarlos importantes y los sustituye por otros.
Personas o circunstancias o ambas cosas, sea cual sea tu forma,
el paso de Atila y sus Hunos, lo destruye todo a su paso. No
respeta nada. Nada queda en pie tras su paso. Nada vuelve a ser
lo mismo. Y esa es la clave: tras el paso de Atila. Habra futuro
pero nunca nada volver‡ a ser lo que era y como era. Su paso por

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

tu vida es como el paso de la muerte de un ser querido. Algo


muere para siempre. Mucha verdad, mucha bondad y mucha
belleza se pierde para siempre, irremediablemente. Pero Àtodo
se acaba aqu’? No necesariamente. A veces no vuelve a crecer la
hierva es cierto. Pero en ocasiones vuelve a brotar. ÀEs bueno el
paso de Atila y sus Hunos? Àpuede considerarse una renovaci—n?
Atila y sus Hunos son expertos en desintegrar, lo suyo es la
destrucci—n. Si hay renovaci—n o reconstrucci—n no es por su
voluntad ni por su deseo sino por voluntad y deseo de quienes
han padecido su terrible paso. Es fruto de las energ’as de las
v’ctimas y no producto de quien ha destruido sin razones ni
contemplaciones sino por puro caos, por macabra y azarosa
arbitrariedad.

Por mi experiencia dirŽ que lo que permite reconstruirse en gran


medida es la fe. La fe reconstruye. La fe restaura. La fe
incentiva. ÀPor quŽ encierra la fe tal virtualidad? Porque la fe es
fuente de muchos valores. La fe est‡ en el inicio de la misma
creaci—n: pues nadie crea nada si no cree en lo que hace, de ah’
su poder enormemente creativo. Sin la fe no explica ningœn
GŽnesis. La fe de la nada es capaz de sacarlo todo de nuevo. Esa
es la virtualidad de la fe. De modo que cuando Atila y los Hunos
pasen por ti y dejen tras de si un amargo rastro de tristeza,
desesperaci—n, inquietud y angustia, miedo, ego’smo y odio,
vuŽlvete a la fe. Pues sin la fe no es posible mantenerse en pie.
Sin la fe nadie subsistir‡. Si adem‡s tu fe es religiosa, si adem‡s
es cristiana, mejor aœn. Si tu fe est‡ puesta en Cristo la
bendici—n volver‡ tras la maldici—n del paso de Atila y sus Hunos.
El misterio de la muerte y la resurrecci—n de Cristo se verificar‡
en tu vida de una manera extraordinaria. Y as’ Atila y los Hunos
aunque te hayan destrozado no tendr‡n la œltima palabra en la

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

vida. Y gracias a Cristo y su Santo Esp’ritu la hierva volver‡ a


crecer entre las cenizas que los Hunos y Atila dejaron a su paso.
Y eso ocurrir‡ por las siguientes razones:

1. La fe es fuente de alegr’a. Lo que roba nuestra alegr’a es el


rastro que Atila y sus Hunos dejan a su paso: mal, sufrimiento
y muerte. Nadie que sea tratado ÒmalÓ estar‡ contento. Nadie
que tenga sufrimiento sea f’sico, ps’quico o moral podr‡ tener
alegr’a de manera espont‡nea. Nadie que padezca la muerte
de un ser querido o vea acercarse la muerte propia lo podr‡
recibir naturalmente con alegr’a. La alegr’a por s’ misma es
incompatible con el mal, con el sufrimiento y con la muerte. Si
bien la fe con su enorme poder creador hace brotar alegr’a de
la nada en medio de esas oscuras circunstancias. La fe nos
ense–a que el mal no vencer‡. No tendr‡ la œltima palabra en
la vida. Es m‡s lo que vencer‡ ser‡ el bien. La fe en Cristo eso
nos lo garantiza de todas todas. La injusticia no vencer‡ ser‡
la justicia y el amor lo que triunfen. Esta profunda convicci—n
nos reconstruye cuando padecemos la injusticia y nuestra
impotencia no nos permite restablecer el noble reinado de la
justicia. La fe nos ense–a que el sufrimiento tendr‡ un final,
que nuestro destino œltimo es la dicha. El sufrimiento tiene
fecha de caducidad. Contemplando las llagas glorificadas de
Cristo eso se vuelve evidente. Y de esa contemplaci—n la fe nos
saca resucitados. A travŽs de esa contemplaci—n la fe nos
transfigura. Por œltimo la muerte que se manifiesta como
irremediable es socavada por el poder de la fe. Pues la fe es lo
que hace que Òla pesada piedra de la muerteÓ sea corrida. La
fe en Cristo a la destrucci—n que la muerte conlleva
contrapone la resurrecci—n: la muerte tiene as’ poder para
destruir el cuerpo pero no el alma. Y gracias a esa convicci—n
somos dichosos los que ahora lloramos porque ma–ana

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

reiremos y ese d’a nada ni nadie podr‡ quitarnos tal alegr’a. La


fe convierte en supuesta la victoria del mal, el sufrimiento y la
muerte. Y proclama la victoria del bien, de la dicha y de la
Vida. La fe encierra la virtualidad de crear en la nada que el
mal, el sufrimiento y la muerte generan una alegr’a que no
brota de lo que los ojos ven sino de lo que la mente y el
coraz—n creen. Ese es el poder creador de la fe que combate la
evidencia de la tristeza con una alegr’a que brota de la nada,
pues esa instancia creadora inaudita proclama que el Òno serÓ
es perecedero e insuficiente. Ser a borbotones eso es lo que la
fe ense–a y crea, y ni Atila y sus Hunos resultan tan
todopoderosos ante semejante grandeza del alma humana y
aœn m‡s cuando est‡ revestida de la gloria de Cristo e
inhabitada por su Santo Esp’ritu. La fe combate las oscuras
razones de la tristeza con razones luminosas que inundan de
alegr’a el coraz—n de quien las cree y las recibe.
2. La fe es fuente de esperanza. El paso de Atila y sus Hunos deja
en la boca un sabor avinagrado de lo que supone vivir. Cuando
su oscuro terremoto se cierne sobre nosotros y todo lo que era
en calma es masacrado y destruido, la mirada deprimida lo
que percibe es que la vida es mentira, que la vida es mala y
que la vida es fea. Y esa pose pesimista tan propia de grandes
pensadores del siglo XIX y XX llega a la conclusi—n de que la
vida no merece la pena vivirse con ilusi—n ni con pasi—n,
porque es un instante entre dos nadas, una pasi—n inœtil y que
m‡s all‡ de los escasos o muchos momentos de placer no
merece la pena vivirse. Y aparecen las apolog’as del suicidio
que ahora llamamos eutanasia activa para cuando la vida se
vuelve v’a dolorosa y calvario. Es l—gico ese modo de pensar si
se considera que la felicidad es la ausencia de sufrimiento.
Pero como esto en un universo imperfecto como el nuestro es
un imposible metaf’sico muchos concluyen que la felicidad es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

imposible. Y que lo que existen s—lo son momentos m‡s o


menos agradables: se est‡ bien cuando todo est‡ bien y nada
m‡s. No podemos aspirar a m‡s. La fe crea de nuevo de la
nada un optimismo que nos es totalmente desconocido porque
su origen no viene de nosotros. Y m‡s aœn cuando esa fe es
cristiana. El horror y el absurdo que Atila y los Hunos generan
a su paso se esfuman ante Jesucristo. Pues por heridas
mortales que ellos generen sobre el inmaculado, verdadero,
bueno y bello cuerpo del Ecce Homo de Gregorio Fern‡ndez,
no tienen en su mano, la capacidad de eclipsar la nueva
creaci—n que acontece en el bello Resucitado de Jose Antonio
Hernandez Navarro. Contra ese poder creador manifiesto en
Cristo resucitado, Atila y sus Hunos no pueden nada. Pues no
tienen la virtualidad de poder convertir el Ave Fenix en solas
cenizas. La fe nos ense–a que de las cenizas el ave vuelve a
resurgir revestida de una plenitud desconocida a este mundo,
ya no mortal, sino inmortal, ya no corruptible, sino
incorruptible. Oh Grandeza incomprensible para todos aquellos
que desconozcan el poder creador de la fe, para el cual el Òex
nihiloÓ no es un absoluto infranqueable. El nihilismo se esfuma
ante el poder humilde y sencillo de la fe. Y su pesimismo
subsiguiente se esfuma porque la fe con su luz devuelve a la
vida su verdadero rostro. Y la vida se revela bajo el imperio de
la fe no como una mentira sino como VERDAD. Y adem‡s se
manifiesta no como mala sino como BUENA. Y por œltimo la fe
nos descubre la vida no como fea sino como BELLA. La fe en
Cristo devuelve a la vida su verdad, su bondad y su belleza. Y
ello ocurre porque la fe inocula siempre en la mente y el
coraz—n que la atesoran la esperanza de que no caminos hacia
la nada absurda sino hacia la Plenitud. Y la esperanza tiene un
poder creador inmenso. Por eso siempre he pensado que la
felicidad no consiste en no sufrir, sino en la capacidad de no

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

perder la esperanza cuando se sufre. Y esta es esperanza es


fruto de la fe. La esperanza nace de la fe. Por ello pregœntate
si no tienes esperanza cual es tu fe. Y entender‡s a la
perfecci—n lo que te pasa.
3. La fe es fuente de paz. Atila y sus Hunos nos sumergen a su
paso en la inquietud y en la angustia. Unas veces porque son
nuestros propios pecados. Otras porque son un tornado que
pone patas arriba todo cuanto somos. Cuando son nuestros
propios pecados porque desatan dentro de nosotros un Yo
cr’tico farisaico e inclemente. Dan toda la voz en nuestra
conciencia al hermano mayor de la par‡bola del hijo pr—digo
que nos angustia por medio del escrœpulo desmedido y
enfermizo. Y de sus asechanzas s—lo brotan los sentimientos
destructivos de la culpabilidad, la vergŸenza y el miedo. Y con
ellos dentro de ti es imposible tener paz. Pues la culpa
desatada impide la paz de la propia conciencia convirtiŽndola
en persistente remordimiento obsesivo que intranquiliza
constantemente. La vergŸenza ridiculiza cruelmente nuestra
desnudez y nuestra suciedad personal, y el sonrojo que
conlleva aborta cualquier asomo de calma en nuestro esp’ritu.
Y el miedo al juicio, a la condena o al castigo que nuestro
actos err‡ticos engendran impiden que cualquier conciencia
sepa lo que es disfrutar de un breve instante de sosiego. La fe
en Cristo Crucificado acaba con todos esos sentimientos
destructivos. Pues al abismarnos en el amor eterno que brota
del crucificado eclipsa por completo sus efectos destructivos.
Nada ni nadie podr‡ separarnos del amor que brota de los
labios del Cristo que ante el error general dice Òperd—nalos
Padre porque no saben lo que hacenÓ, y ante el error personal
reconocido lo que dicen es Òno temas hoy estar‡s conmigo en
el para’soÓ. Y lo estamos matando en una cruz. Y aœn as’ el nos
ama hasta el extremo. Y nuestra monstruosidad no causa que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

el deje de amarnos. No impide que El no nos ame. Ante tal


amor que canta San Pablo en la carta a los Romanos no caben
dudas. No hay temor ante tal amor. La culpa se esfuma. La
vergŸenza se erradica porque el no se ridiculiza nuestra
desnudez y suciedad sino que nos lava, nos reconstruye, nos
ayuda porque contra viento y marea, contra toda esperanza,
nos ama. La fe en un amor as’ nos crea de la nada cuando el
Atila y los Hunos que son nuestros propios pecados nos arrasa.
De modo que en el trono de la misericordia que son los
sacramentos del bautismo y de la reconciliaci—n los
sentimientos destructivos de la culpa, la vergŸenza y el miedo
se esfuman. Pues no es el hermano mayor el que tiene la
œltima palabra. Sino el Padre. Y el Padre bueno, clemente y
misericordioso, nos trata con ternura y no como merecen
nuestros pecados. Esa es la justificaci—n paulina. El encuentro
con un amor eterno, desconocido para este mundo, que lejos
de ser puritano es dador de nuevas oportunidades a quien
incurre en falta alguna. El Padre otea el horizonte, abraza,
escucha pero no se detiene en el mal cometido, pone un
anillo, viste de fiesta y convoca un banquete porque su hijo
muerto vuelve a la vida. Y la paz brota a borbotones como una
consecuencia inmediata del encuentro con este amor inmenso
que se produce gracias a la fe. Ante un amor as’ no cabe m‡s
que decir con el centuri—n romano: Òrealmente este hombre
era el Hijo de DiosÓ. Porque no se entiende una capacidad de
amar as’ si no es porque este hombre de carne hueso llamado
Cristo, es el hombre en el que habita la total plenitud de Dios.
No hay amor as’ en este mundo. A un bueno uno lo podr’a amar
y hasta podr’a la vida por Žl. Pero por un pecador, por uno que
no lo merece, manifestar un amor as’: eso es algo inaudito
para este mundo. De nuevo de la nada, no de este mundo, la
fe hace nacer una paz que nuestro ser no es capaz de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

encontrar por s’ mismo tras el paso de Atila y los Hunos que


son nuestros propios pecados. Y lo mismo ocurre cuando un
tornado nos asola. Cuando un hecho sea de la naturaleza que
sea destruye o amenaza gravemente nuestro ser, el p‡nico nos
posee. La fe nos ense–a que no estamos solos. Que el amor del
Padre nos acompa–a y el tiene poder sobre los elementos: el
aire, el fuego, la tierra y el agua desbocados le obedecen. Y ni
cuando destruyen de manera inclemente convirtiŽndonos en
crucificados sin remedio pueden impedir la gloria de la
Resurrecci—n. Contra el crucificado resucitado se estrellan
todos nuestros p‡nicos. Y si esta fe se apodera de mi, la paz es
m’a. Una paz como no puede darnos el mundo. Una paz
subsiguiente a la fe que engendra la esperanza de que
ÒvenceremosÓ en este mundo o m‡s all‡ de sus fronteras,
cualquier tornado y sus efectos destructivos que puedan
asolarnos. La paz de la fe eclipsa el poder destructor y voraz
de cualquier Atila y de cualquier tropa de Hunos que nos
amenace y arrase con su amarga belicosidad. La paz de la fe
vence todos los efectos de la guerra que Atila y los Hunos nos
declaran.
4. La fe es fuente de fortaleza. La cobard’a no es el hecho de
sentir miedo. La cobard’a es dejarse dominar por el miedo que
se siente. Que sintamos miedo es lo propio de seres humanos
que saben que viven en la inseguridad absoluta. Con que Atila
y sus Hunos pasen una vez por tu vida lo aprendes pronto. La
inseguridad nos amedranta, porque es una amenaza. Muchas
conductas nuestras que hoy llamamos Ò’ntimasÓ simplemente
son la evoluci—n cultural de usos y costumbres que aprendimos
a realizar cuando Žramos presa de las alima–as. En la
inseguridad vivimos y ella unas veces se hace m‡s patente que
otras. Por ello el miedo no es antinatural. De hecho quien no
lo siente no es que sea valiente muchas veces es simple,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

irresponsable e imprudente. El miedo en muchas ocasiones


denota inteligencia. El problema es si dejamos de hacer lo que
tenemos que hacer por miedo. Entonces dejamos de ser
quienes somos y nos convertimos en peleles, en sombras. La
oscuridad es una fuente de miedos porque es una fuente de
inseguridad y puede ocultar amenazas al acecho. Pero si por
no pasar por la oscuridad dejamos de hacer el bien a un ser
humano que lo necesita entonces apaga y v‡monos. La fe
cristiana al volverte a Cristo te ense–a que la luz desvanece la
tiniebla. Que la luz deja sin eficacia las amenazas y las
inseguridades de este mundo que s—lo pueden matar el cuerpo
y no el alma. La fe todo lo vuelve luz y la inseguridad se
desvanece. Por eso engendra fortaleza es decir: capacidad de
no dejarse dominar por los miedos. Jesœs afront— sus miedo en
Getseman’ y con su confianza en el Padre desvaneci— el
dominio de los mismos sobre su persona. Con la confianza se
volvi— fuerte y capaz de aguantar la tribulaci—n pues el amor
que iba a manifestar merec’a que el pasara la prueba. La fe
engendra la esperanza, la esperanza engendra paciencia y la
paciencia engendra la capacidad de hacer frente a la
tribulaci—n, eso es la fortaleza. Con fe es posible afrontar con
fortaleza la reconstrucci—n que el paso de Atila reclama
porque Žl todo lo arrasa. La fe nos infunde la fortaleza para no
quedarnos paralizados por el dolor y por el miedo. Pues de lo
contrario la victoria de Atila y sus Hunos ser’a total. Pero por
algo nos dice Jesœs que el ha vencido el mundo. Y eso nos dice
la fe: Áçnimo tu tambiŽn como Žl vencer‡s al mundo!.
5. La fe es fuente de amor. Cuando te hieren nuestra reacci—n
suele ser convertir el dolor en rencor. Y emprender a golpear a
los que te han herido. Muchas veces lo hacemos con el coraz—n
y las manos heridas. Y lo que logramos es entonces hacer m‡s
profundas las heridas. La fe nos pone ante el Cristo Ecce Homo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que nunca se convierte en el reflejo del odio y el ego’smo que


recibe de los que lo rodean. Y responde con humanidad y amor
paciente a quien lo martiriza. La fe nos hace perdonar a quien
nos ataca porque nos hace ver que es un necio. Nos ataca
porque nos percibe como una amenaza cuando no lo soy. Del
mismo modo, la fe en Cristo esclarece que el relativismo
encierra una honda mentira: Ego’smo, odio y amor no valen lo
mismo. El ego’smo y el odio engendran sufrimiento. El amor
hace florecer la vida en plenitud. El amor respeta y promueve
la dignidad y los derechos del otro. Ofrece un trato humano al
ser humano, cosa que el ego’smo y el odio no hacen pues a
menudo son terriblemente agresivos con los pasivos. El
ego’smo y el odio desconocen la asertividad porque pisotean
los derechos y la dignidad del otro. El amor en cambio es
asertivo porque al descubrirte como sujeto digno y de
derechos impide que te dejes pisar y a la vez te impide pisar
los de los dem‡s porque en cada derecho te hace ver un deber
con el otro. Pues si te descubre como valioso tambiŽn
descubre al otro como valioso. El amor te hace mirarte y que
mires al otro como un ser œnico e irrepetible, como un tesoro,
como un valor y una maravilla. Muchas veces el amor no puede
hacer m‡s que amar al otro. Pero eso es lo que el otro m‡s
necesita. La fe en Cristo te hace creer en la verdad, la bondad
y la belleza del amor. Y en la mentira, la maldad y la fealdad
del odio y del ego’smo. Por eso nos libera del veneno de Atila y
los Hunos que proceden contigo amparados en el ego’smo y el
odio. La fe saca de mi lo mejor que llevo dentro y me permite
ofrecer al que me ha maltratado un trato humano que no se
merece. Y as’ me libera de ser un ÒHunoÓ. Me exorciza de que
el ÒHunoÓ saque de mi la bestia que llevo dentro. El cocodrilo
que muerde a tiempo y a destiempo. La fe hace que mi
cerebro humano reine sobre mis cerebros de mam’fero y saurio

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que si consiguen dominarme me convierten a mi en Atila. Y si


Atila consigue apoderarse de mi alma entonces me destroza
del todo. Y con el amor tras el paso de Atila puedo reconstruir
la Òcilivitas humanaÓ frente al caos inhumano que su paso
genera. La fe al hacerme creer en el amor me humaniza frente
al paso de Atila que me deshumaniza. La fe al hacerme mirar y
seguir a Cristo me abisma en el amor de los amores.
6. La fe es la fuente de la gloria. Porque la fe me hace vivir en la
gloria al llenarme de alegr’a, de esperanza, de paz, de
fortaleza y de amor. La fe me libera del infierno en que el paso
de Atila y los Hunos me sumerge pues a su paso todo se vuelve
tristeza, desesperaci—n, angustia, cobard’a, ego’smo y odio. Si
la fe no est‡, tras su paso, el justo no puede subsistir. Resistir
al paso de Atila firme en la fe es nuestra defensa de su
macabro exterminio. La fe es la que nos permite volver a vivir
en la gloria, es la que nos permite retomar el camino de la
plenitud en la que somos y seremos glorificados.

Que el a–o de la fe convocado por el papa Benedicto XVI como


ayer fue convocado por el papa Pablo VI, nos ense–e a aprender a
vivir la fe y las obras de la fe. Y de la mano de la fe Cristo sacara
de nosotros la mejor humanidad que somos y llevamos dentro.
Cuanto m‡s creyentes seamos m‡s humanos nos volveremos. Y
cuanto m‡s humanos seamos m‡s cerca de la fe y sus frutos
estaremos. Humanidad y fe no se oponen se alimentan. La
verdadera humanidad es hija de la fe. La raz—n humana y la fe
buscan lo mismo: la verdad, la bondad y la belleza. La fe no
anula la raz—n humana, la restablece, la ennoblece y la sublima.
Le permite alcanzar la plenitud que la sola raz—n no siempre es
capaz de lograr. Atila y los Hunos tienen sus razones pero al
brotar de la ausencia de la fe verdadera nos abocan al integrismo
inhumano que s—lo provoca la barbarie. La reconstrucci—n

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

humana tras el paso de Atila se inicia cuando impulsados por la fe


ponemos a funcionar todo lo que somos: raz—n y libertad a
trabajar en la direcci—n correcta que no es otra que vivir para
siempre en la gloria. La fe nos hace vivir en la plenitud que el
paso de Atila hiere pero no destruye. La fe nos restaura y nos
gu’a de nuevo en busca del autŽntico vitalismo que nos impulsa a
vivir y vivir en abundancia. Cristo lo hace, con la huella de su
amor en nosotros que es la fe, que nada tiene que ver con la
macabra huella que Atila y los Hunos dejan en nosotros cuando
nos atropellan y arrasan con su horroroso y macabro vandalismo.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

VI
LA CRISIS DE LA ALEGRêA

Cada d’a me convenzo m‡s de que la ciudadan’a de a p’e ve


la crisis y la padece pero no la entiende. Y es que una cosa es ver
y otra es entender. EmpecŽ leyendo el libro de la Crisis Ninja de
Leopoldo Abad’a y viendo la lectura cinematogr‡fica de Oliver
Stone en su Wall street 2. DespuŽs volv’ a reencontrarme con la
crisis econ—mica tras muchos art’culos y tertulias varias, con la
pel’cula ÒMalas NoticiasÓ. Segu’ indagando con la nueva pel’cula
sobre el tema: ÒMargin CallÓ. Y ahora leo y escucho a Santiago
Ni–o Becerra con su libro ÒM‡s all‡ del CrashÓ, sus siempre
interesantes intervenciones, y no dejo de lado los libros Òanti
sistema hispanoÓ de Mario Conde. Oigo radio y veo televisi—n
relacionada con el tema. Y cuando me asomo a lo que se dice
pienso que si el pueblo de a pie supusiese el ÒmarasmoÓ en el
que nos hallamos embarcados se echar’a a temblar. Durante los
domingos previos a la solemnidad de Cristo Rey del Universo he
le’do en cristiano esta situaci—n desde mi punto de vista, y
algunos entendidos en el tema de un color pol’tico y de otro, me
lo han reconocido y valorado. Y sobre todo porque reconoc’an
que pocos hablaban con claridad de este tema que Òellos ven
pero no acaban de entenderÓ. Santiago Ni–o-Becerra es alguien a
quien no me canso de recomendar sin cesar. Pues tiene un mŽrito
mayor que los dem‡s: las vio venir de lejos, lo advirti—, lo
acusaron de Òprofeta de calamidadesÓ como a un nuevo
Jerem’as, pero sus predicciones se fueron cumpliendo
pr‡cticamente una a una. As’ que nobleza obliga. Pues sin las
pretensiones pol’ticas de Pizarro en su debate con Solbes, dijo lo
que pensaba gustase o no a quienes tuvieron la lucidez de
escuchar su mensaje. Y seguimos as’. Oigo a nuestros l’deres
pol’ticos y sociales, y parece que ven, pero no acaban de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

comprender que esto est‡ complicado, muy pero que muy


complicado. A veces creo que no lo dicen todo por no alarmar a
la poblaci—n. Pero eso no para el terremoto. La din‡mica del
avestruz de meter la cabeza bajo tierra para no ver el peligro no
cambia el mundo y su din‡mica. En mi fuero interno creo que nos
cuesta asumir el nuevo Òe—nÓ que desde hace ya muchos a–os ha
comenzado: la globalizaci—n. Y cuando la econom’a y su proceso
nos reclama una mentalidad postglobalizada algunos, aœn creen,
que es posible sostener el concepto pol’tico Òestado naci—nÓ. Los
devaneos europeos de estos œltimos tiempos lo demuestran y aœn
m‡s la reciente crisis entre Gran Breta–a y la Uni—n Europea. Si
el primer libro de Ni–o-Becerra sobre el Crash del 2010 ya puso
las bases del an‡lisis ante la nueva coyuntura, el œltimo sobre Òel
m‡s all‡ del CrashÓ es un autŽntico prodigio de discernimiento
que ni el ÒfolloneroÓ con sus an‡lisis c’nicos es capaz de
desmontar. La p‡gina 21 del libro resulta definitiva. La 23 pone
los pelos de punta sobre el problema del paro. La 24 permite
entender las consecuencias de un rescate. La 50 explica como se
produce la crisis del 2008. En la 51 se nos ofrecen los consejos a
los ciudadanos para afrontar esta crisis: no te endeudes, compre
lo necesario, y no renuncies a tu trabajo alegremente. La 52 y la
75 explican que lo nuestro es una crisis sistŽmica. En esta y en la
53 se nos muestra el formato de esta crisis con distintas letras: L,
U, W. En las 73 y 74 se nos ofrece un balance estupendo sobre la
deuda en tŽrminos globales. En las 81-82 se nos muestra la
naturaleza del c‡ncer que nos corroe en tŽrminos econ—micos. En
la 83 se nos presenta la tiran’a tecn—crata que vivimos y vamos a
vivir. Entre las 83 y 87 se nos muestras las medidas que a su
juicio hay que tomar, que suponen reinventarlo todo o morir. En
la 98 se nos muestra la radicalidad de la hecatombe hispana. En
la 100 nos ofrece la œnica salida posible que encuentra para
nosotros. En el 158 aborda la necesidad de la globalizaci—n

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

europea. En la 177 nos muestra cual es la radioactividad cr’tica


que nos afecta. En las 178 y 179 disuelve por completo el
espejismo que nos aqueja y entre las 178 y 179 nos expone el
futuro oscuro que nos aguarda. En una entrevista que le he
seguido en youtube aœn es m‡s gr‡fico cuando apela a una tira
sat’rica publicada en el pa’s en la que un se–or al final del tœnel
oscuro (la crisis) nos grita: ÁNo salg‡is!. Los que lo han le’do
conmigo y lo siguen sienten estupor y tiemblan ante la que se nos
viene encima. El panorama es estremecedor. No es imposible de
vivir por supuesto, pero duro lo es, lo ser‡, y mucho.
A la luz de mi peque–o estudio que sigue abierto, mi
intuici—n que es lo œnico que me asiste en estos temas pues
carezco de la suficiente formaci—n para valorarlo todo de manera
eficiente me lleva a plantear tres par‡bolas para entender parte
de lo que pasa.
La primera es esta: No hay sangre en el cuerpo. El dinero es
la sangre. Hemos usado la sangre que ten’amos y la que no
ten’amos. La hemos tirado por el desagŸe. Y los que aœn tienen
un poco de sangre no la dejan circular por que temen perderla. Y
ya no podemos usar la sangre como la hemos usado antes. La
sangre no puede circular por el cuerpo con la alegr’a
inconsciente que lo ha hecho hasta ahora. Y el cuerpo agoniza. Y
o es capaz de ajustarse al nivel de sangre que tiene o se muere.
Pero circular si es que volvemos a conseguir que se mueva esta
ÒsangreÓ (el dinero), circular‡ poca y de otra forma, y la
sensaci—n de salud ya nunca volver‡ a ser la misma. Aunque la
salud sea m‡s real, la sensaci—n de salud anterior no volver‡ a
ser la misma. Y la salud tiene mucho que ver con la sensaci—n
que el cuerpo tiene. Pues aunque estŽ ÒsanoÓ, si no tiene esa
sensaci—n de salud, la depresi—n est‡ servida. Y la depresi—n en s’
misma genera un serio problema para la recuperaci—n misma de
un cuerpo que se ha visto desangrado por un ejercicio vamp’rico

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

de la econom’a. Pero si la sangre no circula el cuerpo muere. Y si


no circula generando la sensaci—n de falsa plenitud anterior,
tambiŽn dificulta la recuperaci—n por depresi—n de que no nos
curamos, salvo que cambiemos de mentalidad y comprendamos
que nunca podremos vivir como hemos vivido antes. Comer y
beber lo que nos da la gana, resulta estupendo en tŽrminos
lœdico festivos salvo cuando tal modo de comer y beber genera
niveles de glucosa, colesterol y ‡cido œrico que colapsan nuestro
cuerpo y amenazan la vida del cuerpo si no cambiamos de
conducta, aunque el nivel lœdico festivo decrezca, y aumente la
salud verdadera. La alegr’a verdadera del cuerpo no procede del
dispendio alimenticio, sino de un severo control de la
alimentaci—n. Aunque dicha Òausteridad cuaresmalÓ no resulte
tan satisfactoria. Pero o cambiamos de modo de alimentarnos y
descubrimos la bondad de la sobriedad o este cuerpo nuestro
explota fruto de nuestros excesos de loco placer alimenticio.
Alimentaci—n no es glotoner’a. Econom’a no es lo que hemos
vivido hasta ahora por mucho que hayamos disfrutado. Cambio
pues de mentalidad para no morir por gula financiera y por
depresi—n por renuncia de la gula que nos mata. Sin este cambio
de cabeza no sanaremos el cuerpo de la econom’a y la sangre no
volver‡ a circular como realmente puede circular.
La segunda es esta: La crisis sistŽmica que vivimos desde el
a–o 2007 y 2008, y que arrecia lejos de pasar es un hurac‡n
inusitado, lo que en tŽrminos meteorol—gicos llamamos una
tormenta perfecta. Y mientras que algunos pa’ses eran como
casas de hormig—n armado, otros ten’amos un chalet precioso,
sublime a orillas del mar, un lugar tan id’lico como el Rivendel de
Tolki‘n, pero de madera. Ante la tormenta perfecta que no cesa
sino que arrecia, el hormig—n se est‡ resintiendo, y la madera de
nuestros preciosos chalets est‡ saltando en pedazos. Tanto que
ya pr‡cticamente las casas de madera son una simple ruina

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

inhabitable. La cosa se agrava adem‡s cuando los due–os de las


casas, tanto las de hormig—n como las de madera, no han sido
conscientes de la tormenta perfecta y no han tomado las medidas
apropiadas para defender bien sus construcciones. Eso ha
supuesto adem‡s unos mayores da–os por simple inconsciencia.
No hacer nada para defendernos de ella, es m‡s evitar las
protecciones necesarias frente a lo que se nos ven’a encima lo
que ha provocado es la que situaci—n se vuelva aœn m‡s cr’tica. Y
ah’ estamos. Al albur del verdadero due–o de la situaci—n que
como ya dijo el insigne ZP no es otro que Òel vientoÓ. L‡stima
que Žl y otros no supieran verlo a tiempo con todo lo que ello ha
significado y supuesto para tantos. Y el problema adem‡s es que
aunque los pol’ticos si se asusten por las pancartas de los
indignados del mundo, la tormenta perfecta de la crisis, el
hurac‡n financiero que nos azota, no lo hace. No se asusta. No
para. No cesa. No pasa. No acaba. Y ya puedes gritar que la crisis
es tozuda, pertinaz como la sequ’a espa–ola en tiempos de
Franco. Y no queda otra que aguantar el viento, los tornados, la
lluvia, sus maremotos y riadas, y ver que podemos hacer para
defendernos de una climatolog’a adversa que nos va a hacer
sufrir dolor insufrible y por supuesto derramar mucha sangre y
muchas l‡grimas. Sin esta conciencia de guerra la vida en la
tormenta perfecta se tornar‡ imposible y seremos incapaces de
mantenernos firmes en medio de esta tribulaci—n. La felicidad en
adelante ya s—lo ser‡ posible como la capacidad de no perder la
esperanza en medio de tanto sufrimiento. Y la actividad
inteligente que brota como consecuencia de esta mentalidad.
Pero el hartazgo de bienestar del paradis’aco oasis es
insostenible en el desierto que ahora nos toca atravesar sin
noticias actuales de falaces para’sos futuros. No existe el para’so
aqu’ y esta crisis lo ense–a de todas todas. Fukuyama y su
pretendido Òfinal de la historiaÓ con el sistema posible perfecto

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ha muerto por pura necedad de valoraci—n ontol—gica de lo que


es el mundo de los hombres.
La tercera es esta: El mundo no es una urbanizaci—n de
casitas independientes. Donde los problemas brotan de los
espacios comunes que compartimos. Vivimos en un bloque de
pisos. Y no podemos creer que si se cae la casa del vecino, m‡s
all‡ del polvo que tragamos los dem‡s estamos a salvo. No lo
estamos. En este bloque unos tienen una suite maravillosa, otros
un piso, otros un apartamento, otros un ‡tico, algunos viven en
una buhardilla, otros bajo las escaleras, pero todos compartimos
una estructura constructiva comœn. Y el terremoto que es la
crisis ha da–ado los pilares del edificio. Ya no podemos
pretender dirigir este barco siendo cada uno capit‡n de su sector.
O globalizamos el gobierno del bloque con una buena junta de
vecinos o todo: suite, apartamentos, pisos y dem‡s se viene
abajo. El problema son los pilares. Yo no puedo estar contento
porque tapo mis ÒrajitasÓ y listo. Si no trabajo sobre los
cimientos esto se desploma. Y pierdo mi peque–a pobreza o mis
grandes lujos. El enfoque nacional del tema es miope. El tema no
es local, regional o nacional ni siquiera internacional, eso es
demasiado peque–o. El problema amigos es global. El todo es
mayor que la parte. La parte es eso parte del problema. Pero el
problema es global, y nuestros l’deres creen que con un chicle
pueden tapar la raja del encofrado del pantano. Y as’ nos va. O
superamos el concepto estado naci—n y nace la conciencia global
o morimos. Porque el derrumbe nos aplastar‡.
Hasta aqu’ llega mi intuici—n, mis par‡bolas. Seguro que me
faltan detalles y matices. Mi capacidad es la que es y mi
formaci—n como he dicho en estos temas es insuficiente. Pero es
que ni siquiera los gestores del tema saben mucho m‡s del tema.
Ni siquiera ellos controlan el monstruo econ—mico que gestionan.
Margin Call, este film, es un canto a la realidad de esta macabra

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ignorancia. Hemos creado un ente que nos desborda: la econom’a


globalizada. Y s—lo globalmente seremos capaces de afrontar los
retos que nos plantea. El mundo se ha cansado de nuestros mapas
y conceptos hist—rico nacionalistas, y quiere ser lo que es:
Mundo. Y reclama sus estructuras apropiadas. Y el tiempo que
retrasamos esta soluci—n ser‡ tiempo de agon’a. De amarga
agon’a. De agon’a insufrible. Pero como bien dicen mis abuelitas,
mi querida y ya difunta Emigdia: AndrŽs no le pidas a Dios que te
de lo que puedes aguantar hijo que podemos aguantar mucho.
Eso me lo dijo con el cad‡ver de su nieto en las manos.
Y ahora ÀquŽ puedo decir yo como Hombre de Dios? Vivimos
en la crisis de la alegr’a. Esta es la crisis de la alegr’a. La
felicidad ya no puede ponerse en tener m‡s dinero y lo que esto
supone. No lo tenemos. Y todo apunta a que no lo volveremos a
tener. En las cantidades que hasta ahora, nunca m‡s. Nuestra
felicidad no puede consistir en tener sino en ser. Si no la felicidad
ser‡ imposible tras esta crisis. Hemos despertado del sue–o
pl‡cido en el que nos hab’amos sumido conduciendo el coche de
la econom’a y nos hemos estrellado. Estamos heridos. Y o
caminamos para curarnos o nos morimos. Y ya no iremos m‡s en
el coche que ’bamos. No se puede arreglar. Hay que aprender a
viajar a pie, y con heridas. Algunas bastante preocupantes. Esto
es lo que hay. La alegr’a en este contexto ya s—lo ser‡ posible
mirando m‡s all‡ de la realidad. Porque la realidad nos esclaviza,
nos desangra, nos destruye, nos aprisiona, nos encarcela. La
realidad nos oprime. La realidad nos impide la felicidad
inmediata. La alegr’a ya s—lo es posible en esperanza. Y nuestra
esperanza esta llamada a mantenerse contra toda esperanza
visible y palpable. S—lo la fe es capaz de sustentar una esperanza
as’. La fe y la esperanza de Mar’a que con su hijo muerto en los
brazos levanta los ojos a Dios y dice: Tœ Se–or har‡s maravillas.
Tœ s—lo. Y yo lo œnico que puedo aportarte es mi pobreza. Sin tu

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intervenci—n mi vida s—lo ser‡ una cruz monstruosa. S—lo


encuentro alegr’a en mi Dios. Pues la gloria como posibilidad s—lo
est‡ en tu mano en mundos donde mueren los hijos. La armon’a
en el m‡s ac‡ no existe. La armon’a paradis’aca s—lo puede darse
en Dios. No existen los mundos perfectos. Los mundos por
definici—n, en tanto que no son Dios, son imperfectos por
constituci—n. No existe la plenitud en ellos. Y yo estoy hecho
para la plenitud y sin satisfacer la sed de plenitud que tengo yo
no puedo ser feliz en tŽrminos absolutos, s—lo en momentos de
placer siempre ef’meros. Y m‡s aœn cuando amo. Pues si amo
sufro. Pues pierdo todo lo que amo en el mundo. Y el amor me
convoca necesariamente a no perder lo que amo. Y si lo pierdo
irremediablemente no puedo ser feliz. Y si amo por necesidad
por el mero hecho de ser humano, si tœ Dios m’o no estas, yo soy
un Òinfeliz per seÓ y schopenhauer tiene raz—n. La alegr’a s—lo
por tanto puede venir del Òm‡s all‡Ó. El m‡s ac‡ jam‡s podr‡
sustentarla y morirŽ en medio de este desierto de sed de alegr’a.
Sin ti Se–or m’o estoy condenado a morir de sed de plenitud. La
evoluci—n me ha constituido en un ser imposible, en una sombra
muerta, en un vivo muerto. En un crucificado per se. En un
so–ador de para’sos imposibles. En un frustrado. La evoluci—n sin
ti termina en frustraci—n. Pero no: si existe la sed es porque
existe el agua. Esta convicci—n me hace aferrarme a tu mano.
S—lo siguiŽndote encontrarŽ fuentes de aguas vivas. Porque sin ti
esas aguas no existen. Por eso si creo en ti encuentro posible la
alegr’a. Sin ti la alegr’a verdadera, m‡s all‡ de las sonrisas
pasajeras, es imposible. Sin ti Se–or no hay alegr’a.
San Pablo aœn me dice m‡s. Para estar siempre alegre tengo
que vivir en Dios. Como Cristo. Como Mar’a. Orando
constantemente. Viviendo inmerso en la Eucarist’a pues eso
quiero Dios para m’ en Cristo Jesœs. No puedo extinguir el
Esp’ritu. Sin espiritualidad, sin la vida del Esp’ritu de Dios, la

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felicidad es imposible. La alegr’a brota de no despreciar las


profec’as y la sabidur’a que ellas conllevan. La alegr’a es
imposible sin examinarlo todo qued‡ndonos con lo bueno. Y lo
bueno no siempre es lo placentero. La alegr’a es imposible si nos
abstenemos de todo gŽnero de mal. Sin el Dios de la paz no
encontrarŽ la paz. El mundo no me la dar‡. Sin santificarme
plenamente no serŽ nunca alguien verdaderamente alegre. Sin
que mi ser, mi esp’ritu, mi alma y mi cuerpo estŽ conservado sin
mancha por mi Se–or Jesucristo nunca encontrarŽ la fuente de la
alegr’a. Sin Dios en Cristo que me llama a la gloria como
posibilidad y sin Žl que es el œnico que lo puede hacer, yo nunca
vivirŽ en la gloria. S—lo vivirŽ en la cruz. Y con ella se estrellar‡
mi verdad, mi bondad y mi belleza. Y todo ser‡ fracaso. Yo serŽ
un ser llamado a no ser, con la pasi—n frustrada de ser en
plenitud. Si yo algœn d’a gracias a ti no puedo decir contigo Yo
soy el que soy, yo soy el que vive en plenitud, no serŽ nada. Sin
tu amor que hace posible eso la alegr’a verdadera, la felicidad,
es un imposible metaf’sico.
En fin, como Juan Bautista, siendo indigno de desatar la
correa de las sandalias de Jesucristo digo alto claro que El es el
Cordero de Dios. Que s—lo en Jesucristo esta la respuesta a
nuestras muchas preguntas. TambiŽn as’ lo dijo el concilio
Vaticano II y los pont’fices que lo han heredado. El hombre
encuentra la respuesta a sus preguntas en el misterio del hombre
en el que habita la total plenitud de Dios. Y no en el hecho de
tener m‡s o menos dinero y todas las cosas que dicha posesi—n
conlleva. Pues todo nos ser‡ quitado, por esta crisis o por las que
estŽn por venir, o por la definitiva: la muerte. Si el amor de Dios
en Cristo es y est‡ no seremos un ser para la muerte y nada m‡s.
Si no: la muerte y nada m‡s. Y todo lo que somos ser‡ para la
muerte. S—lo contigo Se–or podremos decir con verdad las
palabras del poeta Dylan Thomas: Òy la muerte no tendr‡

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

se–or’oÓ. Sin eso, si la muerte tiene se–or’o, con esta crisis o sin
ella, la alegr’a ser‡ imposible.
Esto digo yo, el hombre de Dios hoy en la tormenta perfecta.
Esto ser’a lo que me gustar’a o’r a los m’os. Conste que aun
cuando Benedicto XVI ha dicho mucho en las enc’clicas y
discursos que ha publicado y dicho sobre esta coyuntura yo he
echado de menos que hubiese publicado un documento notable
en este periodo oscuro. La ocasi—n lo merece. Y por su estructura
global y por su asentada presencia en la cultura occidental y el
mundo entero por su historia milenaria, podr’a decir mucho, y ser
un faro para los barcos en los que la humanidad navega en medio
de esta terrible galerna que nos azota. Pues r‡pidamente
respondemos en otros temas, pero poca prisa nos damos en estos
que tambiŽn son definitivos. Pedro, necesitamos tu luz: ÁNo
calles! Ahora m‡s que nunca se necesita tu voz alta, clara y
definitiva. RezarŽ porque eso pase. Tienes la capacidad de
decirle a los l’deres mundiales cosas relevantes en estos
momentos en los que ellos no alcanzan a comprender que es la
globalizaci—n. Usa tu voz. Dios te la ha dado en Cristo. Si callas el
abismo nos espera. En estos momentos necesitamos que pienses
como Dios no como los hombres. Si piensas como Dios ser‡s
cimiento de todos. Si no lo haces, si piensas como los hombres te
convertir‡s con tu silencio en piedra de tropiezo. El silencio
ahora no es prudencia. Es cobard’a. Hay que decir lo que todos
necesitamos escuchar. Hay que hacerlo con humildad, sencillez e
inteligencia, y Benedicto XVI, de eso tu sabes mucho. SŽ nuestro
hombre para que los creyentes estemos orgullosos de tenerte por
cabeza del colegio apost—lico. Tengo sed de tu voz. Ahora m‡s
que nunca. En medio de la tempestad, aunque ellos no lo sepan,
tœ tienes un poder que ellos no tienen. Por ti puede hablar la
globalidad. La globalizaci—n exige tu presencia. Y creo que es
Dios mismo quien a travŽs de ella lo solicita. Espero o’rte y as’

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

sabrŽ que la esperanza, la paz y la alegr’a podr‡n ser


encontradas. En estos tiempos, aunque no somos especialistas de
la jerga econ—mica podemos decir mucho y muy definitivo. La
Iglesia encierra un tesoro que este mundo necesita: su
universalidad, su catolicidad. Pues s—lo desde esa plataforma
podr‡ renacer la humanidad desde coordenadas nuevas. La
catolicidad, la universalidad, es lo que la globalizaci—n est‡
reclamando. Y ni siquiera Obama con todo su poder es capaz de
erigirse en portavoz de lo que Pedro si puede hacer. Un pescador
tiene en sus manos los destinos del mundo. ÀExagerado? Lo sŽ.
Pero revelador y sugerente. Ellos pueden hablar por la parte,
pero Pedro, puede hablar por el todo y por la parte. S—lo existe
un interlocutor as’ hoy, y ese eres tœ: Pedro. Junto a ti podemos
sobrevivir a los embates del infierno. Sin ti el infierno amenaza
con destruirnos. As’ que esto es cuanto puedo decir hoy. SeguirŽ
form‡ndome en estos temas. Imitare al bueno de D. Leopoldo
Abad’a y formarŽ mi criterio, cada vez m‡s, en esas estoy desde
que le’ su libro. La informaci—n es poder. El saber hoy es futuro.
Estamos creando un mundo nuevo. Como una madre que da a la
luz sin epidural. Sufriendo pero gestando futuro. Necesitamos ser
fuertes para parir. Necesitamos sufrir para gozar. Y cuando
veamos a nuestro hijo en nuestras manos, sonreiremos y
sabremos que los dolores merecieron la pena. S—lo as’ como una
madre pariendo saldremos adelante en esta crisis, con los
consejos de un buen mŽdico que nos asiste en el parto sin
podernos quitar el dolor. Pero que nos alienta en el proceso de
manera eficaz e inteligente. Ser‡ duro. Pero como un parto,
tambiŽn ser‡ hermoso. Y aunque hoy lloremos, ma–ana reiremos.
Tendremos que cambiar mucho nuestra mentalidad. Pero si lo
hacemos lo conseguiremos. Hemos resistido mucho a lo largo de
la evoluci—n y el universo ha cre’do en nosotros y nos ha
convertido en su voz, consciente, personal e inteligente. Estamos

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

hechos para sobrevivir. Sin Dios nihilismo. Con Dios plenitud. Ya lo


sabemos. ÀAhora? fortaleza en el dolor, inteligencia en la acci—n,
amor en todo y adelante. Cuando no podamos caminar, como
dec’a mi querido Salvador, amigo inolvidable: un paso delante de
otro, y a seguir caminando. Si dejamos de caminar morimos de
sed en el desierto. Si dejamos de nadar contracorriente
perecemos ahogados. A caminar aunque duela, conscientes de
donde radica la verdad y bajo sus impulsos. S—lo as’
encontraremos la vida, la vida en plenitud.
No basta con ver lo que pasa, hay que entender por quŽ
pasa. Y para eso hay que leer. Para saber y para entender hay
que leer. Y sabiendo y entendiendo sabremos actuar.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

VII

RESPONDIENDO A ATEOCRATAS CONOCIDOS

CUIDADO CON STEPHEN HAWKING

! Hace poco leyendo una entrevista de un cient’fico notable,


Stephen Hawking, descubr’ con tristeza que sus afirmaciones no
eran tan inteligentes como Žl pretend’a. Pues demuestra ser un
f’sico carente por completo de nociones metaf’sicas. Pues
afirmaba que vivimos ante una disyuntiva. O Dios ha creado el
mundo o el mundo es hijo de las leyes universales que nos rigen y
que la ciencia va descubriendo progresivamente. Pero esto es
err—neo. Pues la leyes universales forman parte del ser que Dios
ha creado. Y el problema nunca ha sido porque existe el mundo
como existe (cosa que determinan estas leyes), sino por que
existe todo y no m‡s bien la nada. Y para responder a esta
pregunta Dios aparece como la mejor de las respuestas posibles.
Decir que Dios no cuenta en la creaci—n porque el big bang es el
resultado de fuerzas previas y por tanto preexistentes como fruto
de la manida teor’a de la contracci—n de la materia es miope.
Pues la "no materia" de la que la materia brota, no ser’a la nada.
La nada es nada. Y no un previo a la materia que hoy nos resulta
desconocido pre–ado de fuerzas previas que explicar’a el
resultado de la materia tal cual la conocemos. Ese "previo" no es
la nada. Ya es ser. El ser no es el universo actual. El universo
actual es una modalidad del ser. De modo que de ello se
desprende simplemente la l—gica conclusi—n de que la no
materia, el "previo al big bang", ha originado un modo de ser, el
material. Por tanto el ser simplemente se autoorganiza desde
distintos modos de ser. Pero la pregunta sigue intacta. ÀPor quŽ el
ser, material actual y no material previo, es el que es y no m‡s

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

bien es la nada? Adem‡s, si Dios, por definici—n est‡ en el todo y


en la parte, Àpor quŽ no puede alentar el proceso creativo, en
palabras de whitehead en el todo y en la parte, sin que la
trascendencia anule el valor de la inmanencia?. Cuidado con lo
que se dice, desde sillones afamados desde las poltronas
medi‡ticas en boga. Porque para un metaf’sico las afirmaciones
aventuradas de un f’sico notable pueden resultar simplemente
rid’culas. Proclamar que Dios no es necesario para explicar el big
bang dista mucho de afirmar con verdad que Dios no ha creado el
ser de la nada. Pues el previo al big bang no es la nada, sino a lo
sumo, la materia en estado embrionario, o sea el ser que por su
propia ontolog’a est‡ en condiciones de autoorganizarse como
universo. El simplismo metaf’sico no puede ser el descubrimiento
de la f’sica moderna. Despertemos del error y replanteemos el
debate sobre la verdad del universo sobre bases certeras y no
sobre postulados grandilocuentes pero puramente equ’vocos. De
mentes brillantes puede esperarse mas luz y menos tinieblas. Ojo
al dato.

MANIFIESTO CONTRA GRAMSCI EN NOMBRE DEL CAOS


!
La realidad es caleidosc—pica.
Lo real es fractal.
Lo real es caos.
El caos s—lo es cosmos para Dios.
Dios es el œnico capaz de conocer todas direcciones posibles de lo
fractal.
S—lo Dios est‡ en el todo y en la parte, en todas las direcciones
de lo fractal.
El poder es un conjunto de Òentes parciales interactuantesÓ que
desembocan en la hegemon’a.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

La hegemon’a es la resultante de fractales caleodoscopicamente


infinitos por incontrolables.
El cambio del mundo s—lo es posible desde la hegemon’a plena.
Es imposible cambiar nada sin Dios. Pues s—lo Žl es capaz de
verdadera hegemon’a, por su capacidad œnica de controlar las
fractales.!
El intento prometŽico de cambiar el mundo desde perspectivas
ateas para entregarle el progreso a la nada y dejar insatisfecha la
sed y el hambre de infinito (el marxismo), es imposible por
incapaz de controlar las fractales y por incapaz de satisfacer
nuestro anhelo de eternidad. El fracaso de la URSS y la
socialdemocracia lo demuestran. Su mundo perfecto es una
quimera hist—rica y un sue–o imposible de falsa felicidad.
S—lo el impulso del Esp’ritu de Dios puede renovar por completo
la realidad por ser la œnica entidad capaz de dome–ar las
fractales que entretejen las mœltiples instancias que constituyen
el poder. S—lo Dios en su Esp’ritu es el verdadero due–o de la
hegemon’a. ÀPor quŽ no lo hace entonces? Porque eso supondr’a
suspender la libertad humana.! Dios propone no impone. Los
revolucionarios marxistas evidentemente siempre trataron de
hacer otra cosa. La civilizaci—n del amor que Pablo VI postul— no
puede construirse al margen de la libertad. Pues de lo contrario
no ser’a verdadera. El marxismo trat— de construir la igualdad
suspendiendo la libertad, y as’ atropell— la fraternidad. El
neoliberalismo capitalista quiere defender la libertad a costa de
ningunear la igualdad y as’ asesina igualmente la fraternidad. La
libertad y la igualdad s—lo se construyen sobre la base de la
fraternidad. Lo dije y lo dirŽ siempre. Y el entresijo de todas las
fractales implicadas en ese proceso s—lo Dios lo conoce. Gramsci,
resultas sugerente, pero tu discurso se desmorona, devorado por
la incontestable teor’a del Caos.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

VALORACIîN CRêTICA DE LA CIVILIZACIîN DEL ESPECTACULO DE


MARIO VARGAS LLOSA. EJERCICIO APOLOGƒTICO.

La lectura del libro Òla civilizaci—n del espect‡culoÓ del autor


Mario Vargas Llosa me ha sugerido muchas cosas positivas. Pues
en su balance general de la sociedad encuentro muchas
intuiciones positivas. En esta suerte de Òcolecci—n de ensayosÓ,
hay frases y p‡ginas que me resultan antol—gicas, cito varias
p‡ginas: 27, 33,44,62,78,88,89, 110,111,141,144,147 ,155 y 177.
Podr’a haberme fijado en otras, pero esas me han impactado
especialmente. Como ensayo preferido dentro de esta magna
colecci—n me quedo con el primero. El que le da el nombre a la
obra completa. Es curioso ver como un novelista consagrado, el
autor de una de mis novelas preferidas Òla guerra del fin del
mundoÓ, hace esta suerte de an‡lisis Òpseudofilos—ficoÓ de la
cultura actual. Y por cierto, atinando, en muchos de sus juicios.
Si bien, al asomarme a su concepci—n del fen—meno
religioso no puedo estar de acuerdo con Žl. En el fondo late la
concepci—n antireligiosa que la modernidad tiene y que ya,
Eugenio Tr’as hace unos a–os intent— hacernos comprender que
un d’a deber’amos corregir. La modernidad que hoy agoniza en
las manos de la postmodernidad, y este texto, podr’a ser
catalogado como el canto del Cisne de una modernidad que se
muere Òa chorrosÓ si es que ya no est‡ muerta, se ha apostado
frente a lo religioso como el adolescente frente a sus padres. La
madurez exige que pongamos las cosas en su sitio m‡s all‡ del
simplismo adolescente del negro y blanco. En los textos de este
novelista se extrae una suerte de concepci—n positiva del
fen—meno religioso pero no exenta de paternalismo
condescendiente. ÒHay que permitir lo religioso porque muchos
necesitan esa muleta para vivir y poder llegar a ser gente con
altura moral, ya que sin esa muleta no ser’an capaces, como s’ lo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

somos una minor’a ÒcultaÓ mucho m‡s lœcidaÓ. La prepotencia


ÒchulescaÓ de esta afirmaci—n no deja de ser brutal. Est‡
asentada en la Òdogm‡ticaÓ presunci—n moderna, cuya fuerza no
radica en la raz—n, sino en la pura Òopci—nÓ segœn nos ense–a
Kierkegaard, de que lo religioso es Òun excesoÓ para un hombre
culto, razonable y cient’fico. Comte ha calado mucho en sus
cerebros.
La modernidad generalmente ha formulado preguntas en
torno a lo religioso y no las ha contestado o las ha contestado
mal, estableciendo de sus cuestiones sin respuestas o sus
opciones de respuesta, nuevos dogmas que desacreditan lo
religioso sin ningœn rubor mental. Paso a repasarlas una a una:

1¼. Somos religiosos porque necesitamos lo religioso para poder


vivir. Con Eric From digo que las personas religiosas que vivimos
lo religioso con salud mental y cultural, lo somos por amor.
Nuestro credo nos seduce, nos enamora. De modo que no somos
creyentes porque lo necesitemos. Somos creyentes porque
amamos. Es el amor y no la necesidad lo que nos hace creyentes.
No amo yo a Cristo porque lo necesito. Yo necesito a Cristo
porque lo amo. Como un enamorado necesita a su pareja porque
lo ama, y no al revŽs. Creer por necesidad nos convierte en
enfermos. Creer por amor nos ense–a que estamos sanos como
manzanas.

2¼. Todo es un misterio nunca del todo desvelable, pero este


misterio est‡ mudo para siempre. Esto es un dogma. Que todo es
un misterio eso es indiscutible. Hasta un libro he publicado
respaldando semejante afirmaci—n. Si bien que ese misterio
Òtenga que estar mudo para siempreÓ, eso es una opci—n. ÀPor
quŽ debo privar yo al misterio de la capacidad de hablar y de
d‡rseme a conocer de la forma que a Žl le plazca?. Eso es lo que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

hacen los adalides de la inmanencia contra la trascendencia. Son


dogm‡ticos al excluir la posibilidad de la revelaci—n. Y adem‡s
llevados del relativismo imperante que piensa que 2 y 2 es
opinable que sea 4, establecen que no es posible establecer una
comparativa entre los distintos credos para descubrir cual de
ellos resulta m‡s verdadero, m‡s bueno y m‡s bello. Si podemos
a su juicio comparar criterios art’sticos para discernir el valor
estŽtico de unas obras de otras (la defensa a ultranza de la buena
cr’tica aparece por todas partes del Escrito de D. Mario), por quŽ
en lo que afecta a lo religioso eso no se debe hacer, y esto es un
dogma, porque total lo religioso no es verdadero, y esto, es otro
dogma. Ya Levinas y Buber nos ense–aron que el otro es tozudo y
no deja de ser quien es porque yo me niegue a reconocerlo.
Zubiri tambiŽn nos lo ense–—. Y otros muchos: Ebner,
Kierkegaard, etc. Y no serŽ yo el que los catalogue de incultos a
ellos por que algunos sean creyentes. La cultura y la fe solo est‡n
re–idas en las cabezas dogm‡ticas de los modernistas. El misterio
es y el misterio puede hablar si quiere hacerlo y yo puedo
escucharlo o rechazarlo o ignorarlo como puedo abrir o no un
libro con un mensaje maravilloso que puede estar esper‡ndome.
El cap’tulo 7 del Evangelio de Juan es una preciosa prueba de
ello.

3¼. No necesitamos acudir a Dios para explicar el origen del


mundo: Darwin, sthepen Hawkings, etc. La f’sica y la metaf’sica
son compatibles. Y de hecho el gran problema de la modernidad
es que no tiene metaf’sica. La desconoce porque siguen a
fil—sofos antimetaf’sicos nihilistas, esto es Òadoradores de la
nadaÓ. Afirmar que hay leyes previas al big bang que originan el
mundo no explica nada, porque la pregunta sigue en pie Ày quien
puso ah’ esas leyes?. Acudir a la evoluci—n para explicar el origen
de todo tal cual es simplemente explica el como pero no el por

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

quŽ. ÀPor quŽ existe el ser y no m‡s bien la nada?. Los griegos y
lo salmos son tozudos en este extremo: De la sola nada no sale
nada. Dios puede poner un sistema que se autoorganiza en
marcha hasta llegar a constituirse ante Žl como un tœ verdadero
con el que poder hablar a travŽs de seres inteligentes y libres
que han llegado a este extremo. Y lo cierto y verdad es que
mientras que nuestra respuesta contesta al por quŽ de manera
razonable, las respuestas de los Òadoradores del azar y la nadaÓ
no lo hacen de manera tan convincente. Aristoteles contra Kant.
Hay que optar. Pero no s—lo en una direcci—n. Se opta cuando se
apela al todo. Y tambiŽn cuando se apela a la nada. Pero en una
balanza no pesan m‡s unos que otros, y nadie es m‡s razonable o
m‡s culto por subirse a un platillo o al otro. Simplemente somos
libres y as’ debe ser.

4¼. La vida carece de sentido y el mal lo demuestra, igual que el


mal demuestra que Dios no existe. Afirmar que la vida carece de
sentido es una opci—n que se toma simplemente porque antes se
ha llegado a una interpretaci—n nihilista de la vida. Pero el
nihilismo es una opci—n. Una interpretaci—n de la realidad que se
asume como verdadera, aunque un buen nihilista, no cree en la
verdad. De modo que el nihilista ya de por s’ es un ser
contradictorio. Los creyentes podemos afirmar y de hecho lo
hacemos: la Gloria es una posibilidad para el hombre por pura
gracia de Dios. Los creyentes afirmamos que nuestra meta final
es la divinizaci—n. Y no es irracional hacerlo. Lo que no queda
claro para muchos es por quŽ Dios no lo ha hecho ya. Por quŽ no
lo hizo al crearnos y nos ahorr— la experiencia del mal. Y
entonces la respuesta se torna sorprendente: Somos libres. Y
para ser libres hemos sido creados fuera de Dios. Y por vivir fuera
de Dios la plenitud no es nuestra. El mal es la ausencia de Bien,
es decir, la ausencia de plenitud. El origen del mal por tanto

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

estar’a explicado racionalmente, aunque sea discutible desde


otros enfoques. Pero lo racional no es indiscutible y toda la
historia de la filosof’a es una clara muestra ello. Ya Ortega y
Gasset nos lo ense–—. Lo que algunos no entienden bien es la
causa de que hayamos sido creados fuera de la ÒplenitudÓ, es
decir Òfuera de DiosÓ pues eso significa la palabra ÒmundoÓ para
m’, existencia fuera de Dios. Si despuŽs ’bamos a ser llevados a
Dios para que Dios lo sea todo en todos, Àpara quŽ ser creados
fuera de Dios? Por nuestra libertad. Porque nadie ha de estar en
Dios a la fuerza. En Dios se ha de estar por amor. Y para que el
amor entre Dios y nosotros pudiera acontecer la libertad hab’a de
darse en nosotros. Y por eso el mundo es mundo. Un tœ
verdadero ante Dios. Por ello bajo esta perspectiva el ÒmundoÓ
est‡ llamado a la gloria si seducido consiente a la propuesta de
amor que Dios le hace en Cristo. Nada de lo que yo he dicho
hasta ahora deja de ser razonable. Simplemente es una
racionalidad por la que hay que optar. Como el nihilista hecha su
interpretaci—n razonable decide optar por otro enfoque. Pero por
ello no es m‡s culto que los dem‡s ni m‡s lœcido. Es Žl y nada
m‡s, como todos los dem‡s somos nosotros mismos, diferentes.

5¼. Los creyentes llevados de una sed absoluta de sentido, de


amor y de vida nos hemos inventado un amigo invisible que nos
conceda nuestros deseos desorbitados e irreales. Mi visi—n es
otra. Si yo tengo sed f’sica es porque existe el agua como un
previo a mi cuerpo. Mi cuerpo es agua fundamentalmente y por
tanto demanda agua cuando esta escasea en Žl. Eso es la sed. La
sed es una consecuencia del agua. Y esto tan simple me hace
comprender que por tener sed de algo, no es irracional esperar
que ese ÒalgoÓ exista. Es m‡s ya en el siglo XX algunos fil—sofos
nos ense–aron que s—lo podemos hablar y pensar aquello que
percibimos sensiblemente. A esta conclusi—n empirista llegamos

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

racionalmente y no por los sentidos, pero dejado este extremo a


parte, el empirismo no sabe explicar como yo puedo pensar y
desear la eternidad si nunca la he experimentado y por ello Òopta
que no concluyeÓ, por negar la eternidad como un error de
nuestra raz—n que es capaz de trabajar m‡s all‡ de los sentidos.
ÁY tanto! Pues racionalmente fundamentan ellos su pretendido
empirismo, haciendo un juicio de raz—n (los sentidos nos ofrecen
la œnica posibilidad de conocimiento real) para fundarlo. La
existencia de la sed por tanto no excluye que exista el agua. No
es irracional esperar la existencia del agua. Ni tampoco es menos
culto que la fe del empirista.

6¼. La religi—n es antidemocr‡tica e hist—ricamente queda m‡s


que probado. Esta afirmaci—n tan pretendidamente novedosa no
es m‡s que la reedici—n del aforismo anarquista Òni Dios ni amoÓ.
Y adem‡s no es cierta. Al menos si mantenemos lo que se dice
tal cual se dice. Simplemente estar’a de acuerdo en suscribirla si
afirm‡ramos: ÒEl integrismo religioso es antidemocr‡ticoÓ. Eso si
est‡ probado hist—ricamente. Como tambiŽn es antidemocr‡tico
el integrismo pol’tico sea de derechas como Pinochet o de
izquierdas como Cuba, China y Corea del Norte. Alguno dir‡ no la
religi—n es antidemocr‡tica porque cree en la verdad. Y si crees
en la verdad eres antidemocrata. Los postmodernos piensan as’.
Pero el caso es que les guste o no a los postmodernos: dos y dos
son cuatro. Y esto no es relativo. Ni tampoco dem—crata. Ni
tampoco hemos elegido que exista el sol. Ni el mar. Ni tantas
personas y por supuesto millones de cosas. La verdad no se elige
se descubre. Y ah’ es donde la libertad juega un papel definitivo.
Y ante esta libertad dirŽ que cuando repaso los pasos del
Nazareno en el que creo descubro que el no impone nada sino
que propone, el no vence convence, el no obliga seduce y
enamora. Por ello creo en el laicismo. El misterio compartido de

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lo real que somos todos lo exige. Ya que en la bœsqueda de la


verdad personal ninguno debe sentirse excluido del estado
dem—crata por su particular interpretaci—n del misterio. El
laicismo democr‡tico que no solo ha de ser religioso sino
ideol—gico y cultural, se necesita para expulsar el integrismo de
nuestras vidas. Pero no para negar la existencia de la verdad en
aras del ciego relativismo que niega que dos y dos son
indiscutiblemente cuatro. Ya Arist—teles lo ense–— aunque los
seguidores de Nietzsche siguen sin enterarse: si la verdad no
existe ya existe una verdad: que no hay verdad. Lo dem‡s (y la
postmodernidad lo es) es pura sof’stica. El enemigo a combatir es
el integrismo sea este religioso o antireligioso, ideol—gico,
pol’tico o cultural, e incluso socioecon—mico. Pues el capitalismo
salvaje con el que el catolicismo es incompatible, es una suerte
de integrismo que condena a la muerte y a la infelicidad a
millones de personas, y esta crisis iniciada en el 2008 no es m‡s
que un bot—n de muestra de lo que tal sistema es capaz de hacer
con la vida de las personas. Incluso desde la concepci—n del
Òsensus fideiÓ establecida en la constituci—n Lumen Gentium del
Concilio Vaticano II (la mejor vacuna contra el integrismo
cat—lico que existe) puede construirse una concepci— n
democr‡tica de la misma Iglesia de Dios, basta vencer varias
resistencias integristas. El laicismo no se ha de construir en una
sociedad porque lo religioso amenace la democracia sino porque
la fe como la verdad se imponen por si mismas. La verdad se
propone no se impone. La verdad y la fe convencen o no, pero no
vencen. QuiŽn plantea, como hace D. Mario, la necesidad del
laicismo por que el catolicismo es una amenaza para la
democracia (dada su negativa experiencia latinoamericana),
confunde catolicismo con integrismo cat—lico (que quiz‡s tenga
incidencia en latino America cosa que muchos latino americanos
discutir’an). Por tanto la neutralidad se justifica en las

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

estructuras del estado democr‡tico pero por una raz—n: que


todos puedan identificarse con el estado sean cuales sean sus
convicciones. El laicismo entonces, lo repito, nos defiende no de
la religi—n, sino del integrismo, y contribuye igualmente a
defender la religi—n del mismo integrismo. Pero decir que la
religi—n es antidemocr‡tica equivale a negar que muchos de los
padres de las democracias actuales han sido personas, algunas de
ellas, extremadamente religiosas y esto tambiŽn es un hecho
hist—rico. Taranc—n al que yo conoc’ personalmente fue una
prueba de ello. Y no digamos los padres de la democracia en
Gran Breta–a o en Estados Unidos. Porque en Francia fueran
famosos los que no eran religiosos no excluye que otros religiosos
si fueran dem—cratas. En Espa–a la primera constituci—n
democr‡tica que se realiz— fue redactada por muchas personas
vinculadas al clero. Y para su tiempo fue un avance considerable.
Aunque mejorable como cualquier persona consciente de la
din‡mica hist—rica es capaz de entender. Es una pena que D.
Mario no sea consciente de que la civilizaci—n del espect‡culo
trata a lo que el entiende por cultura (elitismo puro), de la
misma manera como Žl trata a la religi—n. Porque alguien no
acepte lo religioso por culto que ese alguien pueda ser, eso no
supone, que lo religioso sea irracional, inculto y antidemocrata, y
que no pueda expresarse pœblicamente por aquellos que profesan
un credo siempre y cuando ello no suponga que las estructuras
b‡sicas de lo sociopol’tico tengan que estructurarse de manera
que otros credos, religiosos, ideol—gicos o ateos, se vean
excluidos. Pues el positivismo cient’fico hoy (un integrismo de
corte ideol—gico) tiende a negar un lugar a la ÒculturaÓ su en los
planes de ense–anza vigentes, por considerarla una materia de
corte subjetivo, privado y anticient’fica por definici—n y esto
mismo, es lo que los supuestos Òcultos modernosÓ han pretendido
hacer con la religi—n por considerarla necesariamente hija del

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

oscurantismo y la superstici—n. El integrismo cient’fico, cultural o


religioso si son oscurantistas, pero no lo son la ciencia, la cultura
y la religi—n cuando son hijas de la tolerancia. Y la tolerancia no
claudica de la existencia de la verdad. La tolerancia entiende
que la verdad se impone por s’ misma, y s—lo por s’ misma. Por
ello Thom‡s S. Khun al explicarnos las revoluciones cient’ficas
acude al concepto de paradigma. Para hacernos entender que la
fabricaci—n de un dogmatismo cient’fico determinado tiende a
ahogar el avance de la verdadera ciencia. Hombres como M‡ximo
Sand’n en absoluto religioso, son pruebas vivas de ello. Y todo
por discutir el dogmatismo darwinista de acuerdo con
innumerables estudios y datos que aporta en sus diversas obras y
conferencias.

A mi juicio en lo que afecta a lo religioso D. Mario ha


desaprovechado una preciosa ocasi—n para analizar la gran verdad que
anuncia cuando dice: ÒNo tiene nada de sorprendente que en la
civilizaci—n de la pantomima la religi—n se acerque al circo y a veces
se confunda con ŽlÓ. Porque eso es lo que hace el integrismo con la
verdadera religi—n, convertirla en un circo macabro, en una
pantomima oscurantista. Su novela ÒLa guerra del fin del mundoÓ es
en ese sentido una clara prueba de ello. L‡stima que tanta lucidez se
estrelle con su simplismo a la hora de hacer un balance sobre lo
religioso en la cultura actual. Por lo dem‡s su an‡lisis me resulta
lœcido, hermoso en lo formal y extraordinariamente provocador. Si es
moderno ante la decrŽpita postmodernidad en lo cultural, D.Mario, no
es bueno ser postmoderno al analizar lo religioso pues eso son los
nuevos ateos ( Richard Dawkins y Christopher Hitchens) que usted
cita. La obra de Jhon F. Haugt, Dios y el nuevo ateismo (Una respuesta
cr’tica a Dawkins, Harris y Htchens) publicada en espa–ol este 2012
por la editorial Sal Terrae, entre otras cosas, as’ lo muestra.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

IX

!CLARIFICACIONES Y ANALOGêAS

Reunido con un grupo de queridas mujeres los martes por la


noche, crecemos en el conocimiento de nuestra fe, ahora
leyendo los documentos del concilio Vaticano II, tan olvidados y
desconocidos por tantos. Es hermoso dedicar tiempo de la vida a
conocer al buen pastor, a escuchar su palabra para poder seguir
sus pasos y que ƒl nos llene de vida y vida en abundancia.
Seguimos a Jesœs enamorados por su amor y Žl nos llena alegr’a,
de paz, de esperanza y de amor, y as’ nos hace vivir en la
GLORIA. Jesœs crucificado, muerto y resucitado, nos hace vivir en
la Gloria. Eso es ser cristiano: Vivir en la Gloria. Y no conozco
plataforma existencial como la cristiana que consiga ese objetivo
con tanta facilidad. La Òplataforma nihilista
postmodernonietzscheana que se aterra ante la insoportable
levedad del serÓ ni lo permite ni lo consigue. Es mi percepci—n
que algunos consideraran subjetiva, evidente, pero es la m’a, y
as’ lo digo: alto y claro. ÒEl que tenga o’dos para o’r que oigaÓ. !
Pues bien en una de est‡s reuniones donde aprendemos a Òvivir
en la gloriaÓ surgieron dos temas leyendo los primeros nœmeros
de la Lumen Gentium. Uno sobre la relaci—n de Cristo y la Iglesia.
Y otro sobre la posibilidad de llamarse cristiano y como algunos
afirman, creer en la reencarnaci—n.

EmpezarŽ por la segunda. Normalmente estos Òcristianos


desdibujadosÓ realmente no son tan cristianos como piensan. Son
m‡s bien creyentes de la Nueva Era: los ÒacuariosÓ. Suelen creer
que somos una especie de Energ’a misteriosa que est‡ en todas
las cosas y que migra de forma y materia a placer, segœn
determinados karmas y dharmas. En este œltimo cap’tulo utilizan

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

tambiŽn categor’as hinduistas y budistas desdibuj‡ndolas segœn


criterios confusos que nada o muy poco tienen que ver con las
religiones que los formularon. Usan desdibujando todo concepto
y credo religioso para fabricar una suerte de nueva religi—n sin
credo ni dogma definido convirtiendo el relativismo en el œnico
dogma que dibuja y dise–a lo religioso. No hay credo definido ese
es el credo. Y as’ la Nueva Era se convierte en la transposici—n
religiosa del relativismo vigente hijo del nihilismo nietzscheano
que no cree en la verdad y por ende en la objetividad,
proclamando el absolutismo del puro subjetivismo. Y as’ el
nihilismo nietzscheano se convierte en una mera degradaci—n del
enfoque kantiano de la teor’a del conocimiento formulado en la
cr’tica de la raz—n pura. ÀLleva la teor’a kantiana ah’
necesariamente? es una pregunta contundente, profun da,
probablemente habr’a que considerarla y responderla, yo tengo
la respuesta clara por mi parte, pero este ensayo no pretende
responderla. As’ que me reservo mi opini—n en este tema y
prosigo con lo que hoy me interesa exponer. ÒEnerg’a
emigranteÓ. Eso somos segœn las tesis de estos Òcristianos
desdibujados acuarinosÓ. Pero el tema es profundo. Superada la
primera confusi—n entre misterio y Òtotum revolutumÓ, porque el
misterio es algo muy serio y el totum revolutum es una pura
manifestaci—n de la ambigŸedad y la confusi—n mental carente de
inteligencia profunda, pasarŽ a decir por quŽ yo jam‡s creerŽ en
la reencarnaci—n. Para eso me servirŽ de una analog’a. Un
televisor funciona gracias a la energ’a. Sin ella, hecha
electricidad, no funcionar’a jam‡s. Pero la energ’a no constituye
un televisor. Las plantas tambiŽn gestionan y viven de energ’a y
no son un televisor. Una cosa es la energ’a y otra cosa es el
organismo o la m‡quina que ella hace funcionar. Una cosa es la
energ’a y otra la estructura que la gestiona. La energ’a es cosa.
La estructura es una forma que permite a la materia existir. Sin

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ella la materia no es. Sin estructura la materia es nada. Esta es la


tragedia de los materialistas que creen en la materia sin forma.
En tanto que la forma no es de suyo material, sino ideal, los
antiguos dir’an espiritual. Pero esta suerte de naturaleza es
despreciada dogm‡ticamente por los supuestos defensores de las
luces de la modernidad, que de iluminados, tienen bastante
poco. Sin comprender la entidad estructural de lo material, lo
material resulta incomprensible, pues la Ònada en movimientoÓ
es una pura falacia verbal, dado que la nada, nada es. Los
sofistas siempre fueron maestros del ÒverborreoÓ, y lo siguen
siendo, y los que son m‡s viejos que la nana, ahora, se presentan
como los adalides del futuro. La cuesti—n es sencilla: Un televisor
funciona con energ’a s’, pero funciona como televisor, gracias a
la idea del tecn—logo que ha sido capaz de construir un aparato
que funciona como televisor. Esa estructura que configura la
materia como televisor capaz de ofrecernos las prestaciones que
nos ofrece es Òel almaÓ del televisor. Trasladando el ejemplo a
las personas, el alma, es la estructura que me hace ser quien soy
y lo que soy, un ser capaz de constituirse en el ejercicio de su
conciencia personal libre e inteligente en el tiempo y en el
espacio. Soy materia estructurada libre, inteligente y consciente.
Unico e irrepetible ante el ayer, el hoy y el ma–ana. Soy yo ante
el tœ, en el nosotros y ante el vosotros y ellos. La reencarnaci—n
tributa culto a la energ’a pero convierte mi ÒalmaÓ en algo
prescindible, en un estorbo para su migraci—n hacia la fusi—n final
con la energ’a total del universo. Los hijos de esta nueva era
indefinida por relativista llaman de manera despectiva ÒegoÓ al
alma. Y lo convierte sin m‡s en una suerte de basura a ignorar y
negar por medio de meditaciones, yogas y zen varios, que nos
intentan vender a travŽs de nueve o diez revelaciones. Pero
energ’a no es lo que yo soy. Energ’a es lo que me permite ser en
este universo que es energ’a lo que yo soy. Y yo no soy energ’a.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Yo soy una estructura personal que se manifiesta materialmente


en tŽrminos de lo que percibo como existencia humana. Un
televisor sin energ’a no es nada. Es una estructura material
imponente que con energ’a ofrece unas posibilidades que
trascienden lo que la energ’a es capaz de hacer simplemente por
s’ misma. Por que yo tenga en mi un alt’simo porcentaje de agua
yo no soy un pedazo de mar. Soy un ser humano. No aceptarŽ
jamas este reduccionismo relativista que afirma que lo m‡s
sublime que hay en m’ es una energ’a impersonal y neutra,
migrante, que lo mismo le da ser humano que ser cucaracha.
ÀS‡lvese la energ’a y muŽrame yo? Siempre gritarŽ un ÒnoÓ
rotundo cogido de la mano de Unamuno entre otros. Si Sšren
Kierkeegaard se rebel— contra la tiran’a del logos hegeliano
reclamando el valor absoluto de lo individual, yo, creo necesario
hoy rebelarse contra el absolutismo energŽtico en nombre de la
singularidad del alma. Esta estructura que configura mi materia
del modo œnico e irrepetible, personal e inobjetivable que soy
yo. Jesœcristo en quien creo ha venido a salvar no la energ’a, sino
las almas, fundamento a partir del cual dotar‡ de nueva
existencia en Dios esta materia estructurada que soy yo cuando
Dios lo sea todo en todos. Dios no es una Òenerg’a totalÓ. Es un
ser personal que se nos presenta en uso de su derecho como
comuni—n de personas, como amor, que por ser amor debe ser
trino, pues sin varias personas no hay amor, y es uno porque sin
amor, tres nunca podr’an llegar a ser uno. Pero como comprender
esto ya lo expuse en otro ensayo previo en el que me extend’ en
dar a conocer como mediante la analog’a tambiŽn podemos
comprender la Trinidad. As’ que aunque someramente expuesto
aqu’ dejo el tema sin entrar en mas detalles sobre el asunto. As’
que frente a los cristianos desdibujados reencarnacionistas yo
afirmo que no tributo culto a energ’as migrantes, sino que creo
sin dudas en las almas, y estas las considero œnicas e irrepetibles,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

sujetos de derechos y deberes, estructuras que se configuran de


modo admirable, con una complejidad sorprendente y que en un
espacio y en un tiempo enriquecen el entorno con un tesoro tan
imprescindible que el llanto, el funeral y el duelo esperanzado si
se tiene fe, son nuestra œnica soluci—n cuando las personas
mueren. No somos Òenerg’asÓ. Somos estructuras existenciales
que funcionan gracias a la energ’a como gracias al agua y al
carbono. No entiendo porquŽ estos en vez de preocuparse por la
migraci—n de su energ’a, desprecian el agua y el carbono
resultantes de nuestra defunci—n, cuando para que nuestras
estructuras puedan ser son tan necesarios como la energ’a. Es
una l‡stima que desprecien esos componentes. Y es que no es lo
mismo el todo que la suma de las partes. La reencarnaci—n
defiende en sentido estricto la preeminencia de la energ’a sobre
el todo. Pero el todo no es energ’a. El todo es forma. El todo es
estructura que hace ser a la materia lo que es. Una vez que la
estructura ÒmigraÓ, la materia existencial humana, se torna por
degradaci—n agua, carbono y energ’a cada una por su lado a
travŽs de un proceso bastante pestilente que nos llev— a inventar
tumbas o incineraciones. Esto œltimo reconozco que es una
simpleza antropol—gica cultural pero espero me permit‡is esta
licencia verbal ir—nica sin mayores pretensiones. No se salvan los
elementos sino el todo estructural que cada uno de nosotros
somos. Eso es lo que Cristo nos ense–a. Por tanto bien har’an los
creen en la reencarnaci—n dejando de llamarse cristianos si
persisten en su forma de pensar pues nada tiene que ver su credo
con lo que Cristo nos ense–a. Claro que por eso algunos se
inventan un Cristo nuevo, distinto del que anunciaron los
ap—stoles, algo que ya hicieron los gn—sticos del ayer a los que
tanto se parecen estos nuevos cristianos desdibujados. Hoy como
ayer el Cristo muerto y resucitado por el que los ap—stoles
derramaron su sangre estorba a los gn—sticos que normalmente

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

no corrieron la misma suerte que los verdaderos testigos del


Cristo real, y no del Òcristo so–adoÓ por los que quieren
inventarse una revelaci—n a su gusto.

En cuanto al primero, la relaci—n de Cristo con la Iglesia, la


analog’a que expuse es la que sigue. Si Cristo es el Sol y la Iglesia
es la luna, y la luz que del sol pasa por la luna para iluminar la
oscuridad del mundo, testimoniando que no es la oscuridad
nuestro destino sino la luz porque la luz existe, es el Esp’ritu
Santo. Y la contemplaci—n luminosa de esa luz en la oscuridad es
la santidad. La Iglesia es la luna que sin el sol, Cristo,
simplemente ser’a un pedazo de piedra oscuro y fr’o. De hecho el
devenir lunar permite asomarse a la historia de la Iglesia con una
sorprendente lucidez. Sin la luz, el Esp’ritu, que viaja del Sol
hacia la luna y de ah’ al mundo en la noche, la luna tampoco
ser’a nada. Pues bien en la historia de la Iglesia ha habido de
todo: periodos de plenitud (lunas llenas), periodos menguantes
(degeneraci—n) en los que la luz no se ha eclipsado del todo
aunque se mov’a en franca retirada, periodos crecientes en los
que la luz sin eclipsarse definitivamente ha ido creciendo hasta
alcanzar periodos de hermosa plenitud. TambiŽn ha habido
eclipses, cuando el mundo se ha interpuesto entre la luna, esto
es la Iglesia, y el sol, esto es Cristo. Y con esta danza puede
entenderse como Cristo y la Iglesia se han ido relacionando a lo
largo de la historia tanto a nivel universal, como a nivel
diocesano, como a nivel parroquial e incluso como a nivel
personal. Si el sol es Cristo, el Esp’ritu es la luz, la Iglesia es la
luna y el mundo es la oscuridad de la noche que aguarda el
œltimo y definitivo amanecer sin fin. La oscuridad de la noche es
el pecado que se apodera de la mente, el coraz—n y la conducta,
y as’ de la percepci—n œltima de la realidad. Pero si la luna brilla,
la luz pervive, y con ella la esperanza de que no todo es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

oscuridad. No todo es nihilismo claudicante ante la afirmaci—n


absoluta del mal, el dolor y la muerte. La fe es la resultante del
que mirando la luz que la luna refleja, cree que m‡s all‡ hay un
sol en el que cabe esperar, y que un d’a nos colmar‡ de luz y
calor. La luna es as’ el consuelo de que la noche no es absoluta.
La Iglesia cumple la misma funci—n para quien viendo su luz
intuye que el sol est‡ detr‡s de ella. Esta analog’a aclara el
planteamiento teol—gico del siglo XX que afirma que la Iglesia es
el sacramento de Cristo. Lo es en el sentido como aqu’ hemos
establecido la relaci—n entre el sol y la luna. Cristo el sol y la
Iglesia la luna.

Una de mis Òc‡rmenesÓ me dijo: AndrŽs escr’belo. Y esto he


hecho. Ponerlo por escrito para facilitar que la memoria no
olvide las luces que Cristo vivo nos regala a todos de modo que
podamos entender m‡s y mejor su mensaje, y as’, mediante estas
analog’as, clarificamos puntos, que nos permiten crecer en el
conocimiento del buen pastor, en la escucha de su palabra y en el
seguimiento de sus pasos. Y as’ Žl puede regalarnos m‡s y mejor,
la vida en plenitud, pues no debemos olvidarlo nunca: lo que
Cristo pretende al darnos a conocer al Padre, al sumergirnos en
el la vida del Reino de Dios es hacernos vivir en la gloria. Un
abrazo amigos y hermanos, y hasta pronto.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

EL PECADO ORIGINAL COMO EXISTENCIAL.

El pecado original es vivir fuera del amor de Dios. El ser


humano en sus primeros or’genes as’ lo decidi—. As’ lo quiso. Eso
es lo que narra el gŽnesis cuando nos ense–a que nuestros
primeros padres abandonaron el para’so. Pues el para’so es eso:
vivir inmerso en el amor de Dios. Salir del para’so es por tanto
Òexpulsarnos del amor de DiosÓ. Y es nuestra decisi—n la que
realiza tal cosa. Por eso este pecado es un ÒexistencialÓ. La
verdadera humanidad ha sido creada para vivir en el amor de
Dios. La humanidad pecadora es la resultante de haber decidido
libremente vivir de espaldas a este amor. De ah’ que el pecado
original se herede. Porque todos somos hijos de la humanidad
que decidi— que nuestra existencia se realizase ÒfueraÓ del amor
de Dios.
Que Dios nos ama es una verdad incuestionable cuando se
conoce a Jesucristo. Ahora bien este amor se propone no se
impone. Este amor no vence, convence. Este amor no obliga,
invita. Este amor no viola, seduce. Dios nos ama pero no nos
impone su amor. Que el universo exista es la prueba clara de que
hemos sido hechos para la libertad. Si no fuese por ella no har’a
falta que existiŽsemos fuera de Dios. Vivir en el mundo es existir
fuera de Dios para que podamos ser libres. Pero vivir fuera de
Dios no supone necesariamente tener que vivir fuera de su amor.
Si no en vivir ÒanteÓ Dios como un Tœ verdadero para poder
responder a su amor verdaderamente. La voluntad de no vivir en
amor con ƒl ha sido una decisi—n exclusivamente nuestra. Por eso
ese es hoy el modo de existir de la humanidad, su existencial.
Pero no ha sido hecho para esto.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Compadecido de la humanidad Dios ha decidido volver a


darnos una oportunidad. Eso es lo que llamamos salvaci—n. Y ha
mostrado esa determinaci—n a lo largo de la historia. Por eso
hablamos de Òhistoria de la salvaci—nÓ. Y como un pedagogo
admirable se nos ha ido manifestando progresivamente.
Conforme la propia conciencia de la humanidad se ha ido
desarrollando. Y en cuanto el ser humano ha sido capaz de
comprender la grandeza de su amor, nos ha dado a Jesucristo.
Para eso ha elegido a una mujer Mar’a. En ella se ha
encarnado el Hijo de Dios gracias a la acci—n del Esp’ritu Santo.
El que pudo hacer el mundo de la nada ha hecho brotar en el
seno de una virgen, en la nada de ese vientre, a su mismo Hijo.
Hombre verdadero en el que habita la total plenitud de Dios.
Pero esa mujer no pod’a tener nuestro mismo existencial. No
pod’a vivir fuera del amor de Dios. Por ello es inmaculada en su
concepci—n. Por eso es Pur’sima. De no haberlo sido Jesœs
hubiese nacido ÒcontagiadoÓ del existencial propio de la
humanidad que ha dado la espalda al amor de Dios. He ah’ por
quŽ Pur’sima hab’a de ser la que diese a luz al Salvador del
mundo. Algunos dicen que si eso fuese as’ Jesucristo no ser’a
verdaderamente hombre porque su humanidad no ser’a la
nuestra. Pero eso es falso. La verdadera humanidad no es la
nuestra si no la de Jesucristo. ƒl es la humanidad ideal. ƒl es la
plenitud de la humanidad. La humanidad total imagen y
semejanza de Dios. La humanidad nacida del amor y para el
amor. La nuestra es una humanidad da–ada. Gracias a la
inmaculada concepci—n de Mar’a hemos podido conocer la
verdadera humanidad en Jesucristo libre del existencial que es el
pecado original. La humanidad en el amor de Dios.
Jesœs al tendernos su mano nos permite hoy abandonar ese
macabro existencial. Esa forma de existir fuera del amor de Dios.
Nuestra humanidad da–ada. Y eso ocurre por medio de la fe. Es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

la fe la que nos vuelve a abrir al amor de Dios. La que nos vuelve


a poner ante Žl. El bautismo adem‡s refrenda esta fe al unirnos
sacramentalmente a Cristo. Pero me atrevo a decir que antes lo
hace la fe. Y la prueba hist—rica son los catecœmenos que ayer
murieron sin ser bautizados como m‡rtires pues siempre se nos
ha ense–ado que ellos recibieron el bautismo de deseo y de
sangre. Y fue la fe que ya pose’an la que los sac— del terrible
existencial del pecado original que nos hace vivir fuera del amor
de Dios. Por eso creo que el bautismo celebrado en la fe
autŽntica es el que nos salva. Y la fe de los padres es suficiente
para ello. No entenderŽ jam‡s a los que pudiendo bautizar a sus
hijos no lo hacen. Pues los privan de poder vivir inmersos en el
amor de Dios. No permiten que ese amor se derrame sobre la
vida de sus hijos. Dios los ama s’ pero ellos no le dejan amarlos
como algo suyo. Los mantienen en la actitud de vivir de espaldas
a su amor. Los conservan dentro de este macabro existencial. El
pecado original como tal no es un pecado moral. Los ni–os no han
cometido pecado alguno. Pero si existen dentro de unas
coordenadas, dentro de unas dimensiones. Cuando decimos que
el pecado original es borrado en los ni–os por el bautismo
recibido en base a la fe de los padres lo que estamos afirmando
es que libremente aceptamos que Dios los ame. Por el hecho de
nacer eso no ocurre. Para que eso ocurra lo tenemos que querer.
Lo tenemos que desear. Lo tenemos que decidir. El Dios que nos
ha creado sin nosotros no quiere salvarnos sin nosotros. Nuestra
libertad es sagrada para ƒl. Nadie forma parte de la familia
sagrada de Dios si Žl o sus padres no lo desean y lo piden. Por eso
se pregunta tantas veces en los ritos bautismales si se quiere
recibir el bautismo. Es preciso que la libertad sea autŽntica. Es
preciso que la fe informe la libertad y que lo que se realice
ocurra en esp’ritu y en verdad. La fe de la Iglesia que bautiza es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

suficiente para ello. Pero los que van a recibir el bautismo lo han
de pedir.
Entonces muerto Jesucristo y una vez que este ha
resucitado y ascendido al cielo, Àya no es posible volver al
para’so?. La Iglesia lo hace posible. Pues por medio de los
ap—stoles ella continœa la misi—n de Jesucristo entre los hombres
hoy. Cristo como hombre verdadero vivi— en un tiempo y en un
espacio. Su existencia verdaderamente hist—rica determin— que
esto fuese as’. M‡s su misi—n no acabo con su existencia terrenal.
Por su Esp’ritu se mantiene viva en la Iglesia. Y gracias al anuncio
de la fe y a la celebraci—n del bautismo y toda la vida
sacramental que con Žl se inicia, el ser humano se sumerge de
nuevo en el amor de Dios. Y se ve libre del existencial del pecado
original. Y vuelve a cruzar las puertas que lo traen de vuelta al
para’so que supone vivir en el amor de Dios. As’ que aunque no
podemos ser Òinmaculados en nuestra concepci—n como Mar’aÓ si
podemos volvernos pur’simos como ella si seguimos los pasos de
Cristo. Pues siguiendo sus pasos por la fe, la esperanza y la
caridad, volvemos a vivir en el amor de Dios. Y as’ abandonamos
la forma de existir en la que el pecado original nos sumergi—. As’
nos liberamos de este existencial que nos priva de poder vivir en
plenitud. De poder vivir en la gloria. Porque vivir sin ser amado
por Dios es la mayor desgracia que nos puede acontecer. Ya lo
afirm— Einstein. La cuesti—n m‡s definitiva es si ah’ fuera hay
alguien que nos ama. Porque si no todo este universo resulta
irrelevante. Fant‡stico. Maravilloso. Pero fugaz y definitivamente
irrelevante. Un camino hacia ninguna parte. Una pasi—n inœtil. Un
instante entre dos nadas. Un absurdo cuya levedad se torna
insoportable por la precariedad de su ser. El hecho de que el
amor de Dios sea y estŽ es lo que permite que Dios pueda llegar a
serlo todo en todos y as’ este ÒmundoÓ alcance su plenitud y
lleguŽ a ser Òcomo Dios esÓ. El pecado original impide eso. Y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

hace que todo se torne nada: polvo irrelevante. Por eso hablamos
de Salvaci—n. Salvados de este horrible existencial que camina
hacia la inexistencia. Y ahora la cuesti—n es sencilla. ÀQuŽ quiero
yo?. Quiero vivir en el existencial del pecado original o quiero
superar ese existencial creyendo en Jesucristo y uniŽndonos a Žl
por medio de la fe, los sacramentos y la vida propia de los que
siguen sus pasos. Si es la segunda opci—n Òpur’simosÓ nos
volveremos. Pues Òpur’simaÓ es la existencia de los que viven de
cara al amor de Dios. Pues esa es la verdadera manera humana
de ser. La que Dios quiso que fuera en el origen de los tiempos.
La ÒpuraÓ vida humana es la vida por y para el amor de Dios. La
vida que es, se mueve y existe en el amor de Dios. La vida que
nada ni nadie puede separar de este amor. La vida que vive de
este amor que es el mismo ayer y hoy y siempre. La vida que vive
en este amor que todo lo penetra, todo lo invade y todo lo
trasciende. Esta es la existencia pura. La que Mar’a vivi— desde
su nacimiento porque Jesucristo hab’a de nacer en ella para que
todos pudiŽramos renacer en ƒl. Y renacer a una vida ÒpuraÓ.
Decide tœ ahora que sabes que es el pecado original donde
quieres vivir si en Žl o fuera de Žl. Ahora es tu hora de decidir lo
que deseas. La salvaci—n est‡ al alcance de tu mano. De ti
depende y de nadie m‡s. Yo por mi parte simplemente te dirŽ
una cosa: no seas necio y aprovecha esta gracia. No permitas que
este tesoro se desperdicie.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XI

DIVINAS ANALOGêAS

A muchos cristianos y no cristianos siempre les ha costado


acercarse a entender el misterio de la Sant’sima Trinidad. Ya de
San Agust’n se cuenta la anŽcdota de que hall‡ndose ocupado en
explicar este inmenso misterio tuvo una visi—n en sue–os. Que lo
pon’a ante un ni–o en la orilla del mar. Y nos cuenta el santo que
viendo lo azorado que el ni–o se hallaba en llevar agua del mar
con un cubo a un hoyo que este hab’a realizado en la arena de la
playa, el santo le pregunt—: ÀQue pretendes hacer ni–o que tan
ansioso est‡s? Y dice que el ni–o en sue–os le contest— Òpretendo
meter en este hoyo el agua del ocŽanoÓ, a lo que el Santo un
tanto conmovido y divertido respondi—: Muchacho Àcomo crees
posible hacer eso? Es imposible que toda la inmensidad del
ocŽano entre en ese peque–o hoyo. A lo que el ni–o mir‡ndole
respondi—: Entonces ÀPor quŽ pretendes tœ que el misterio
infinito de Dios pueda coger en tu peque–a cabeza? As’ que para
hablar del misterio de Dios siempre debemos empezar invocando
la humildad por nuestra parte, porque aunque lleguemos a
entender como es el sol nunca podemos mirarlo fijamente con los
ojos, porque nuestra vista, no soporta la intensidad y la
inmensidad de la luz solar. Debe ser esa la raz—n de que en el AT
frecuentemente se diga que Òquien contempla el rostro de Dios
muereÓ. Dios es el totalmente otro, y para hacerse con su
esencia (si es que eso es posible a un ser creado) uno debe vivir
en ƒl. O sea abandonar el marco dimensional de este universo
que por definici—n es distinto de Dios. Mundo, supone eso:
existencia gracias a Dios pero fuera de Dios. Mundo es el espacio
y el tiempo de la libertad creada, lo que supone existencia s’,
pero no plenitud. La autonom’a conlleva caducidad. Pues s—lo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Dios, por definici—n de su misma esencia, puede ser eterno. As’


que hablar del totalmente otro, de lo totalmente distinto nunca
es tarea f‡cil para un ser creado. Y esa es la raz—n de que
intentando hablar de Dios, el ser humano, s—lo sea capaz, en
muchas ocasiones de fabricar Ò’dolosÓ, esto es, falsos dioses. De
hecho me atrevo a asegurar que tras mœltiples experiencias
religiosas lo que hay fundamentalmente es una relaci—n con
concepto de Dios del todo insuficiente. Por eso la Òneurosis
religiosaÓ fabrica monstruos. Monstruos que impiden la vida en
plenitud de quienes ponen en ella su fe y su esperanza. A esto se
une que segœn algœn fil—sofo, es imposible establecer un lenguaje
del misterio de Dios porque nuestro lenguaje construido sobre la
experiencia sensible, no puede elaborar un discurso ÒverdaderoÓ
sobre algo que no puede conocer por la v’a experimental.
Evidentemente tal juicio adolece de un empirismo radical que se
sustenta en un dogma no establecido experimentalmente: ÒS—lo
es verdadero aquello que conocemos por el uso de los sentidosÓ.
Pero a tal axioma no se llega por el uso de los sentidos sino por
un juicio de raz—n, con lo cual, todo pretensi—n empirista se
sustenta sobre una conclusi—n mental en cuya elaboraci—n no
intervienen en absoluto los sentidos sino la sola raz—n. Lo cual,
imposibilita por contradictoria, la v’a de conocimiento que
pretende que los sentidos sean el œnico modo de acceder al
verdadero conocimiento. Si bien no le falta raz—n entre otros a
Wittgenstein para poner en cuesti—n la veracidad del lenguaje
religioso si no parte este de una autŽntica manifestaci—n de lo
divino por medio de la revelaci—n. El gran problema de la
filosof’a decimon—nica es que establece el Òa priori discutibleÓ
de que el misterio trascendente no puede hablarnos por s’
mismo. Posici—n esta que opta Òpor que s’Ó por el inmanentismo
descartando el trascendentalismo como imposible, no como fruto
de una raz—n verdadera sino como mera opci—n discutible. Sobre

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

esta petici—n de principio, la raz—n moderna se erige en una


adolescente agresivo con el sustrato religioso del que nace,
negando la posibilidad de la existencia a su ÒpadreÓ, dicho en
tŽrminos freudianos burdos. La adolescente raz—n moderna trata
de destruir el mito simplemente porque opta por la inmanencia
contra la trascendencia por pura petici—n de principio sin mayor
racionalidad que sustente la verdad de su juicio
antitrascendental. Lo cual le crea el problema de como sustentar
la verdad de la inmanencia en s’ que sin la trascendencia se
vuelve nada en movimiento hacia ninguna parte. Porque la
inmanencia sin trascendencia siempre se vuelve problem‡tica y
no encuentra para s’ misma explicaci—n y significado suficiente.
As’ que en estos tiempos de opci—n racional adolescente por la
inmanencia sin mayor explicaci—n de este aventurado juicio, se
impone partir del hecho que la trascendencia puede ser. Pues el
misterio de lo real no lo descarta de manera apod’ptica. Y lo que
es m‡s, cabe aceptar que tal misterio pueda hablar de s’ mismo a
travŽs de otros e incluso en primera persona. Todo el Evangelio
de San Juan, desde su pr—logo hasta su œltimo ep’logo en el
cap’tulo 21, es una afirmaci—n de que eso ha ocurrido. Y el
testimonio de los dem‡s ap—stoles corrobora ese mensaje. ÀEs eso
posible? ÀPor quŽ no? Pero siendo posible, Àes posible mostrar la
racionalidad del misterio de la Sant’sima Trinidad que esta
revelaci—n jo‡nica sostiene? ÀNo es imposible de comprender con
nuestra raz—n clara y distinta que eso sea aceptable? ÁNo a mi
modo de ver!. El recurso al uso de la analog’a resulta revelador
para considerar con detenimiento esta cuesti—n. Pues este modo
de conocer basado en el establecimiento de la semejanza de dos
realidades diversas pero no incomunicables permite desde
nuestras perspectiva llegar a descubrir la racionalidad del ser
Dios trinitario como posible. Es m‡s la experiencia de lo
trascendente a travŽs de lo inmanente gracias a la Encarnaci—n

!95
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

del Verbo de Dios en Cristo, lo hace posible teol—gica e incluso


filos—ficamente hablando, si dejamos de la lado la opci—n
inmanentista atea o agn—stica ilustrada que hace lo emp’rico un
dogma incuŽstionado sobre el que se sustenta. Pues si lo
trascendente puede hacerse inmanente pues de lo contrario no
ser’a omnipontente, y se le negar’a a lo divino la posibilidad de
ser s’ mismo siendo capaz de hacer lo que le plazca por ser
esclavo de determinados prejuicios heleno-‡rabes que niegan tal
posibilidad: que lo divino y lo humano se aœnen en una misma
dimensi—n por ser opuestos; si lo trascendente puede hacerse
inmanente porque entre los dos no hay oposici—n sino
complementariedad, ya que lo trascendente plenif’ca lo
inmanente y lo hace m‡s verdadero, mientras que lo inmanente
en tanto que existente por lo trascendente no degrada lo
trascendente, sino que en lo trascendente descubre la
realizaci—n de su aspiraci—n ontol—gica m‡s verdadera; si no es
imposible que lo humano y lo divino se aœnen porque contra m‡s
humano se hace lo humano m‡s divino se vuelve, y cuanto m‡s
divino se hace lo divino m‡s humano se vuelve; si en lo divino se
dibuja la plenitud de lo humano en tŽrminos de lo glorificaci—n; y
si lo divino se goza porque le place en hacer m‡s humano lo
humano por cuanto su esencia m‡s primigenia, en cuanto amor,
consiste en dar ser; si es posible que lo trascente y lo inmanente,
lo divino y lo humano se unan sin dejar de ser lo que son lo uno y
lo otro, es posible, establecer un verdadero lenguaje sobre lo
divino desde lo humano haciendo uso de la analog’a.Pues si nos
mantenemos en el conflicto entre lo divino y lo humano, lo
celestial y lo mundano, perdemos de vista que la celestial es la
posibilidad de plenitud que tiene lo mundano, y lo divino es esa
misma posibilidad de plenitud para lo humano. Lo contrario nos
llevar’a a postular para que lo humano se vuelva divino tiene que
dejar de ser humano, y para que lo mundano se vuelva celestial

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

debe dejar de ser mundano. Con lo que los ateos decimon—nicos


tendr’an toda la raz—n del mundo. Al par que correr’amos el
peligro en el ‡mbito religioso de hacernos tan ÒdivinosÓ que nos
volviŽsemos ÒinhumanosÓ. Eso siempre es lo que les ha pasado a
los integristas religiosos de toda especie.

!
La mejor de las muchas analog’as que he logrado pensar es esta.
El mismo ser humano. Hombre con—cete a ti mismo y conocer‡s a
Dios. San Agust’n nos invitaba a caminar en esa direcci—n. De
hecho la analog’a que establezco aqu’ es de corte agustiniano
con ciertos matices personales. El hombre es pensamiento,
palabras y hechos, y sentimientos. Cuando mira dentro de s’ eso
es lo que encuentra. Pensamiento y palabras con hechos est‡n
entra–ablemente unidos. Y es dif’cil distinguir entre ellos. Pues
el pensamiento sin palabras es imposible. Y pensar y hacer o
pensar en hacer es algo frecuente. Pero adem‡s pensamientos y
sentimientos est‡n entra–ablemente unidos. Pues cuando valoro
mentalmente una situaci—n, gracias a las palabras, me condiciono
sentimentalmente frente a esa realidad. Si pienso de algo de un
modo determinado me sentirŽ ante ello de un modo
determinado, mientras que si pienso de manera contraria de ello,
me sentirŽ de una manera diametralmente opuesta. Pero a la vez
palabras y hechos, est‡ profundamente conectadas con los
sentimientos. De hecho siempre los expresan de uno u otro
modo. Pensamiento, sentimiento y palabras y hechos (conducta),
son los tres modos de ser del hombre en una sola realidad.Por
ello la psicolog’a connitivo-humanista nos ha dicho siempre que
incidiendo sobre cualquiera de los tres polos de esta triada
(pensamiento, sentimiento y conducta) es posible ÒrevolucionarÓ
la personalidad de un hombre neur—tico para lograr la salud
mental. Tres campos b‡sicos diferentes y conectado en un solo

!97
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ser. Tres facultades y un hombre. Y no es posible separar unos de


otros en el plano real, s—lo es posible hacerlo en el plano
anal’tico. ÀEntonces? ÀDonde est‡ la analog’a? ÀComo conocernos
a nosotros mismos puede iluminar nuestra comprensi—n del ser
trinitario de Dios que Cristo nos da a conocer como
transcendencia hecha inmanencia? Sencillo. Dios Padre es el
pensamiento. El Hijo de Dios, Cristo, es la Palabra y los hechos,
la conducta de Dios. Y el Esp’ritu Santo es el coraz—n de Dios: su
sentimiento. Las tres facultades humanas en Dios son sus tres
divinas personas. Y del mismo modo que est‡n unidas en el
hombre est‡n unidas en el ser de Dios. Pues la unicidad del ser
humano es la naturaleza divina en este caso. Lo interno al
hombre (pensamiento articulado en palabras mudas y
sentimientos no expresados) es lo trascendente de Dios. Y lo
externo del hombre (sus palabras sonoras y su conducta mental y
sentimentalmente confeccionada) son lo inmanente de Dios en
virtud del misterio de la Encarnaci—n. S’. Dios Padre es el
pensamiento que da inicio a la actuaci—n. Pero Àcomo construir el
pensamiento sin palabras? Cuando somos pol’glotas vivimos una
experiencia curiosa, la de pensar en una u otra lengua. Las
palabras construyen el pensamiento. Y tienen dos momentos: Son
palabras mudas cuando est‡n en nuestra cabeza œnica y
exclusivamente. Y se vuelven sonoras cuando son profesados por
nuestras cuerdas vocales y lengua y salen por nuestra boca. Por
ello el Padre no puede entenderse sin el Hijo que desde siempre
lo constituye como Padre, pues aunque engendrado, como las
palabras, es eternamente engendrado, pues sin palabras el
pensamiento no puede ser ni existir. Por eso no es dif’cil
entender en el contexto de esta analog’a que el Hijo sea en el
ser del Padre desde siempre y que en un momento se de a
conocer a los que viven por el Padre, pero, fuera del Padre, como
distintos del Padre en el mundo. Porque las palabras no siempre

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

son sonoras ni son sonoras para siempre. Aunque siempre puedan


ser recordadas y actualizadas por medio de distintos memoriales
litœrgicos. As’ que el verbo es verbo en el pensamiento de Dios al
que constituye como palabra. Y cuando es pronunciado hacia
afuera de la mente divina se vuelve Cristo: Verbo hecho carne.
Como la palabra vocalizada se torna de pensamiento en sonido,
sin dejar de ser pensamiento por ser sonido. De ah’ que Viviendo
entre nosotros Jesœs jam‡s haya dejado de estar en el seno del
Padre, como la palabra no abandona el pensamiento por ser
pronunciada por los labios, aunque eso permita que los que viven
fuera de esa persona puedan conocer verdaderamente la
intimidad de ese ser gracias a sus palabras aunque no
totalmente. Pues la totalidad del conocimiento s—lo puede
lograrse por medio de la plena y constante comuni—n de seres
diferentes. Y esa comuni—n (que no fusi—n: pues en ella uno de
los dos dejar’a de ser quien es por ser absorvido por el otro sin
dejar huella) los seres se contemplan plenamente en la verdad
de lo que son. Eso de momento s—lo es posible entre los
pensamientos y las palabras y los sentimientos. Porque hay que
dar un paso m‡s. Cuando el pensamiento se articula en el hombre
como palabras aparecen la sentimientos. O sea cuando el Padre,
piensa por el Hijo, el Esp’ritu muestra el verdadero coraz—n de
Dios. Pues la Palabra pronunciada no s—lo muestra pensamiento
sino tambiŽn sentimiento. Del mismo que el hecho no s—lo
expresa pensamiento sino sentimientos. Pues las palabras hacen
posible que los pensamientos y sentimientos se encuentren y se
casen, y a la vez las palabras y los hechos son el resultado del
encuentro entre los pensamientos y sentimientos. Y las palabras
cuando se hacen sonoras y los hechos observables permiten a los
que est‡n fuera conocer con verdad mucho de lo que hay dentro
aunque no todo. Pues eso ocurre en la encarnaci—n de Cristo,
Dios, hace y dice, y nosotros vemos y escuchamos. Y por eso si el

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Hijo es la palabra del Padre para nosotros, sin dejar de ser


palabra en el Padre, es adem‡s, templo del Esp’ritu, pues sus
hechos y su palabras est‡n colmados por el sentimiento de Dios
que es el Esp’ritu, sin dejar de ser sentimiento del coraz—n hecho
de palabras y proyectos de hechos presentes y futuros, y
memoria de hechos pasados. As’ que en resumen: El hombre es la
imagen y semejanza de Dios as’ que basta con mirarnos dentro
para entender mejor a Dios. En el ser humano hay tres facultades
bien distintas el pensamiento, el sentimiento y la comunicaci—n
(palabras y obras). Pues bien: El Pensamiento es el Padre. Origen
de todas las cosas. El Hijo es la comunicaci—n (las palabras y los
hechos del Padre). La encarnaci—n es el momento sonoro y
f‡ctico de esa comunicaci—n. Que tiene un antes, un durante y un
despuŽs en el pensamiento de Dios, pues sin palabras no se
puede pensar, aunque las palabras no suenen, y aunque estŽn
sonando no dejan de estar en el pensamiento. Y el sentimiento es
el Esp’ritu de Dios que se expande por todos aquellos que creen
en la comunicaci—n del pensamiento que es el Padre. Y as’, con
esta analog’a, queda explicada la Trinidad. Porque tres
facultades distintas unidas en un s—lo ser. Muestra como tres
personas est‡n unidas en una misma naturaleza, y adem‡s
explica como la encarnaci—n se relaciona con la Trinidad. San
Agust’n ya lo dijo. Pero con otras palabras. As’ que Dios es
comunicaci—n. Comunicaci—n amorosa, pues el amor contiene
pensamiento, sentimiento y comunicaci—n (palabras y hechos).
Dios es amor que porque le place, sin necesidad alguna por su
parte, decide comunicarse a lo finito para elevarlo a lo infinito.
Eso es lo que llamamos divinizaci—n: la suma de la creaci—n, la
redenci—n y santificaci—n y la iluminaci—n. Y nada m‡s. Eso es la
Trinidad. Esta analog’a no s—lo explica como se relacionan las tres
divinas personas entre s’, an‡logamente a como lo hacen las
facultades humanas de pensamiento, sentimiento y conducta.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Sino que adem‡s explica como se relaciona la Trinidad con


nosotros los que estamos fuera de ella, aunque somos por ella,
como la programaci—n televisiva existe gracias a la electricidad
aunque eso no permita responsabilizar a la electricidad de la
telebasura, que es una decisi—n libre de los que elaboran la
programaci—n televisiva. Y como ver‡n esta es otra nueva
analog’a que viene a completar nuestra comprensi—n de como el
mundo no siendo Dios (como la programaci—n televisiva: Òun
mundo virtualÓ no es la electricidad) depende en tŽrminos
absolutos de lo divino: ÒEl ser fontalÓ para existir (como la
programaci—n televisiva no puede verse si se corta el fluido
elŽctrico). Del mismo modo esta nueva analog’a permite
comprender como Dios que posibilita el mundo no es responsable
de lo que en el mundo sucede pues existe el gran margen de la
libertad (como la electricidad no es responsable de lo que se
ofrece en la programaci—n televisiva aunque lo posibilita pues
gracias a ella existe ese realidad virtual llamada programaci—n
televisiva) . ÀEs posible decir que es primero pensamiento,
sentimientos o palabra-conducta? No. Pensamientos,
sentimientos y palabras_conductas son siempre y desde siempre
en el hombre vivo y sano. Y si algo nos lleva a pensar que el
pensamiento es primero, acto seguido comprendemos que este es
imposible sin palabras, y que todo esto nunca acontece en
asepsia de sentimientos. Pues los sentimientos son el eco
constante del pensamiento hecho de palabras. La Trinidad es
como es desde siempre y para siempre. Simplemente es una
intimidad plena d‡ndose a conocer gratuitamente y no de manera
necesaria. Pues del mismo modo que no precisa hablar y actuar
necesariamente un ser humano para darse a conocer, Dios, no
est‡ obligado a volver su pensamiento, sentimiento y
palabra_hecho, sonoro y visible. La sonoridad y la visibilidad de
Dios es lo que nosotros llamamos encarnaci—n. Pero la palabra

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

nunca de ser muda en la mente de Dios aunque sea sonora fuera


de su intimidad. As’ que en el AT se prepar— la manifestaci—n
sonora y visible de Dios en plenitud. No conociendo a Dios a
travŽs de otros sino en primera persona. Y en el NT en un primer
momento el pensamiento y los sentimientos se expresaron por la
palabra_conducta de Dios sonora y visible Cristo, y silenciada
esta por la muerte y luego la ascensi—n, los sentimientos de Dios
se derramaron para siempre en nuestro coraz—n. Podemos decir
que gracias a la Palabra_Hecho sonora y visible de Dios, Cristo,
sabemos que podemos vivir si queremos inmersos en el coraz—n
de Dios, saboreando sus sentimientos, el Esp’ritu de Dios, en la
Iglesia que en tanto cuerpo m’stico de Cristo hoy, en tanto que
sacramento de Cristo, sigue siendo el lugar en el que la intimidad
de Dios nos visita para siempre, hecha uni—n de pensamiento,
palabra _hecho y sentimientos. La Iglesia en su humildad y
peque–ez inmanente encierra la grandeza de lo trascendente.
Siguiendo la analog’a televisiva si el interruptor es la creaci—n en
tanto que pone en marcha la realidad virtual, la Iglesia gracias a
Cristo y el Esp’ritu es la oportunidad que se abre de cambiar de
canal para pasar de la tele basura a otro canal m‡s edificante
que permita alcanzar a la realidad virtual de la programaci—n
televisiva mayores cotas de dignidad, verdad, bondad y belleza.

Por œltimo establecidas estas dos analog’as previas quiero


establecer una tercera. Y esta tiene que ver con la sed y el agua.
Con el hambre y la comida. ÀRealmente la inmanencia necesita
de la trascendencia por algœn motivo? Algunos en estos momentos
presentes todav’a se empe–an en mantener esta tesis predicando
a los cuatro vientos el rosa ideal que esta vida por s’ misma es
verdadera, buena y bonita. Claro est‡ quienes hablan as’ han
nacido en el primer mundo y se auguran una vida larga y feliz. Y
por supuesto se niegan a mirar a su alrededor que para ver que

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

para una inmensa mayor’a la existencia s—lo es dolor y m‡s dolor.


Dicho lo cual, los decimon—nicos recibieron con aplausos esta
manifiesto de la modernidad: Òla inmanencia para se r
verdaderamente inmanencia tiene que matar a la
trascendenciaÓ. Lo que ocurre es que el primer postmoderno que
se emborrach— de esa mentalidad, Nietzsche, r‡pidamente lleg—
a la conclusi—n de que el nihilismo era la œnica resultante de
dicha borrachera. DespuŽs la Escuela de Francfort en algunos de
sus representantes empez— a postular que la historia era la
consagraci—n de la injusticia en ausencia del m‡s all‡, y alguno,
empez— a anhelar la trascendencia. En Espa–a, salvo algunos con
Eugenio Tr’as a la cabeza, reciŽn acaban de descubrir el siglo XIX
y todav’a est‡n imbuidos por los sopores del inmanentismo
camino del nihilismo absoluto. Y es que la inmanencia sin
apertura a la trascendente es pura nada en movimiento: Humo
que se desvanece en el aire. Pero el problema es que en la
inmanencia, aunque no en plenitud, se conoce la verdad, la
bondad, la belleza,el amor en todas sus variables, la felicidad y
la vida, en suma la existencia. Y cuando uno prueba la dulzura de
esa agua no quisiera perderla nunca. Y cuando uno gusta lo
sabroso de ese manjar, jam‡s desear’a renunciar a Žl. Y somos
capaces de afrontar mil y una situaciones l’mite de las definidas
por Jaspers, con tal de seguir inmersos en el disfrute de estos
manjares. Incluso el suicida como dir‡ con acierto Unamuno, no
es que no quiera vivir, sino que no quiere vivir como vive. Pero
vivir mientras que se vive bien quiere vivir todo el mundo y a ser
posible cuanto m‡s mejor. Y si aceptamos morir, que no lo acepta
la mayor’a, es porque no queda otro remedio, porque si nos
ofrecieran una alternativa pocos coger’an el camino de la
muerte, y al que lo hiciera, a los dem‡s nos parecer’a un loco.
DespuŽs de amar Àquien va a aceptar de buen grado que se
muera un hijo, una esposa o un esposo, un buen amigo? ÁNadie!.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

El amor nos hace incompatibles con la muerte para siempre


porque no s—lo nos enamora de personas sino de la existencia
misma. Pues es el hecho de existir lo que nos permite conocer y
amar personas. De modo que desde el sentido comœn que a veces
es el menos comœn de los sentidos por desgracia, todos
desar’amos vivir en plenitud. Y vivir en plenitud es aceptar que la
vida se transforma como cambia del vientre materno a la
realidad de la calle, para desarrollarse y alcanzar mayor
plenitud. Pero la perspectiva de que el proceso se trunque con la
muerte llena la boca de un vinagre que mata toda la ilusi—n por
vivir, y cuando se te muere un hijo, cosa que por desgracia ocurre
muy a menudo, dices: ÁNo merece la pena vivir para tener que
soportar d’as tan amargos! Cuando convivo con la gente de la
calle me doy cuenta que la borrachera inmanentista de la
modernidad que se ha tornado nihilista en la postmodernidad es
antes que nada una crisis profunda del sentido comœn. Por ello
volverŽ a la alegor’a para dar razones para la esperanza, para dar
razones suficientemente esperanzadoras para lo que nos indica el
sentido comœn. No puede ser que el todo sea para la nada. Un
todo tan complejo, tan rico, tan seductor, tan refrescante y tan
sabroso. Los sufrimientos y las muertes, las situaciones l’mite, se
aceptan cuando se ven en ellas cambios. Cuando se comprende
que el desarrollo de la existencia reclama un cambio de
par‡metros para que pueda alcanzar mayor plenitud. La alegor’a
por tanto nos ense–a en este clima de cosas que si existe la sed
es porque existe el agua, y si existe el hambre es porque existe
el alimento. Otra cosa ser‡ que podamos acceder al agua o al
alimento. Pero si existen estos es porque antes existen aquellos.
Pues sin alimentos ni agua, ni la sed ni el hambre existir’an
porque la vida ser’a imposible. De modo que si existe la sed de
infinito y si existe el hambre de infinito quiz‡s sea porque el
infinito que sacia esa hambre y esa sed existe realmente. La sed

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

de infinito y el hambre de infinito son el deseo de no perder la


existencia jam‡s, sino que esta incremente en verdad, bondad,
belleza, amor, felicidad y vida. La sed y el hambre de infinito,
son la sed y el hambre de vida en plenitud. Y quien tenga un hijo
sabe muy bien de lo que hablo porque con que piense en lo que
desea para su hijo sabr‡ de lo que hablo, salvo que el sentido
comœn le haya abandonado que es lo que ocurre en la
modernidad y en la postmodernidad. As’ que siguiendo esta
alegor’a es f‡cil de entender porque la inmanencia necesita la
trascendencia, pues de lo contrario lo inmanente existir‡ sin
ilusi—n por vivir, a lo sumo sumergido en la frivolidad vivir‡
c‡ndidamente durante un tiempo, hasta que el vinagre de lo
inmanente amargue la frivolidad c‡ndida y la fiesta de sexo,
droga y rock se acabe y se torne duelo. Y entonces o suicidio o
eutanasia porque el sabor del absurdo no lo aguanta nadie que
tenga dos dedos de frente o sentido comœn. Es imposible vivir sin
esperanza. Y eso es lo que lo ocurre a la inmanencia sin
trascendencia. La inmanencia sin trascendencia supone morirse
de sed y de hambre de infinito. Y eso no se remedia con pastillas.
Un psiquiatra no puede calmar la sed de infinito con pastillas. Ni
un psic—logo puede con psicoterapia acallar esas necesidades. Un
div‡n no cura esos deseos profundos que hacen del hombre un ser
inadaptado a un mundo que se define como finito a perpetuidad.
Lo religioso cura esa hambre y esa sed de infinito, por eso en
estos tiempos de fr’volo y festivo inmanentismo alienante e
inconsciente pasa desapercibido, pero a pesar de todo no muere
porque que el alma humana en algœn momento busca salida
movido por su instinto de supervivencia. Llevan raz—n Tr’as y
Habermas cuando nos ense–an que lo religioso existir‡ mientras
que exista la muerte. Evidentemente siguiendo la alegor’a el
agua y el alimento no necesitan del hambre y la sed, pero si
graciosamente y no por necesidad, suscitan seres que las

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

padecen es porque desean satisfacerla, lo œnico que solicitan del


ser en cuesti—n es que este los busque y los encuentre. Ni el agua
ni el alimento suprimen la libertad del ser que los necesita. Si
este ser quiere los buscar‡ y los encontrar‡ ÀY si no? Por libre
decisi—n morir‡ de sed y de hambre, pero la culpa no ser‡ del
alimento ni del agua ser‡ suya. Si el ser humano no sacia su sed y
su hambre de infinito no es por culpa de un Dios que no ha
hablado de muchas maneras y de modo pleno en Cristo para que
no haya ningœn gŽnero de dudas de que desea, quiere y espera
del hombre. Lo que no hace es suprimir su libertad. Como el agua
no viene a entrar en mi boca a la fuerza, ni la comida tampoco,
Dios no entra en m’, si yo no quiero que sea. Y hasta aqu’ la
alegor’a de por quŽ la inmanencia reclama la trascendencia y si
no se entiende, considŽrese hasta que extremo no podemos decir
que en esa persona, el sentido comœn ha muerto.

De modo que Dios es el totalmente otro, es un misterio demasiado grande


para que quepa en nuestras peque–as cabezas, y llegar a poder construir un
lenguaje sobre Žl supone admitir que trascendencia e inmanencia caminan
juntas. Pero no es imposible conocerlo despuŽs de que Žl se haya dado a
conocer. Y una vez que lo ha hecho se puede entender la racionalidad de su
ser siguiendo el camino de la alegor’a. No es tan dif’cil. La mayor’a de las
veces si el hombre no descubre m‡s cosas sobre s’ mismo y el universo es
porque se niega o porque no quiere usar las capacidades que tiene para
comprender m‡s y mejor quien es y por quŽ y para quŽ vive. La pereza no es
excusa. Pero ella explica muchos de los errores humanos. No siempre es
cierto. Pero si es corriente. En fin, la alegor’a, nos ayuda a sumergirnos en
el misterio de Dios y nos permite conocerlo m‡s y mejor. Y el primero que se
lo hizo ver a San Agust’n fue un ni–o que le habl— en sue–os. Ser‡ quiz‡s esa
la raz—n de que Jesœs nos ense–e a todos en los santos evangelios, que el
Reino de los cielos es de los que se hacen como ni–os. La verdad, la bondad
y la belleza en tŽrminos infinitos, ser‡ para aquellos que nunca aborten el
ni–o que todos llevamos dentro desde que nacimos. Si siempre somos ni–os
para Cristo, el ANTIPEDERASTA, siempre seremos sus preferidos.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XII

RETIRO CUARESMAL PARA LA PARROQUIA DE SAN AGUSTIN.


!
ÒSer Cristiano inmerso en la ÒPaganidadÓ del siglo XXI EuropeoÓ

!
la Paganidad: La cristiandad o el cristianismo impuesto por
decreto ley o por la fuerza de la costumbre social pero no
asumido como una convicci—n personal conduce al final al
renacimiento de la paganidad. La paganidad es vivir de espaldas
al amor de Dios manifestado en Cristo. Como ateos, agn—sticos,
religiosos de la nueva era o de credos antiguos id—latras o
monote’stas, o simplemente como supersticiosos. La paganidad
consiste en vivir como si Dios no nos amara hasta el extremo
hasta dar la vida por nosotros. La paganidad es ahogarse en la
inseguridad que surge la incertidumbre de si nuestra sed de
infinito (que se despierta cuando vemos morir a los que amamos)
hallar‡ respuesta. Y la paganidad es el efecto pendular de la
cristiandad. Cuando el cristianismo se impone y no se propone, a
la larga, genera esta conducta vital que brota del hecho de
rechazar el cristianismo, no porque se desprecie a Cristo, sino
porque se rechazan los modos y maneras que los cristianos han
tenido de ofrecer el evangelio. !
Pero este fen—meno no es nuevo. La paganidad era el ambiente
comœn en que viv’an inmersos los primeros cristianos. San Agust’n
es una clara prueba de ello basta leer las confesiones o asomarse
a la ciudad de Dios. ÀComo afrontaron los primeros cristianos en
tiempos pasados una paganidad distinta y a la vez similar a la
nuestra? La palabra de Dios nos propone el ejemplo de los hechos
de los ap—stoles: HCH 2,37-47 Y HCH 4,31-37. Leamos y
comentemos brevemente estos textos y descubriremos su sistema
de vida en medio de la paganidad: Palabra de Dios, Eucar’stia y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Sacramentos, Oraci—n y Unidad en el Amor Fraterno.!


Ya vemos claros los cuatro pilares sobre los que se edifica la vida
cristiana de los cristianos primitivos en medio de la paganidad
romana. Pero que tiene todo esto que ver con la cuaresma. ÀNo
es esto un retiro de cuaresma o una charla cuaresmal?. ÀNo
deber’a este cura hablarnos de hacer penitencia o d e
conversi—n?. La paciencia todo lo alcanza. Ahora vemos claro
quienes somos, donde vivimos y como es nuestro entorno, y la
palabra de Dios nos ofrece el testimonio v‡lido de los primeros
cristianos y en ellos descubrimos los cuatro pilares b‡sicos de
nuestra vida que debemos trabajar. ÀComo es nuestra ESCUCHA
DE LA PALABRA DE DIOS? ÀO’mos o Escuchamos? O’mos el viento.
Escuchamos lo que nos importa. Tres textos nos ense–aran a
escuchar: LC 4,16-22 / LC 24, 13-33 / LC 8,4-21. Convertirse es
un fruto de la escucha atenta de la Palabra de Dios. ÀComo es
nuestra VIDA EUCARêSTICA Y SACRAMENTAL?ÀPartimos Òel pan con
alegr’aÓ o por pura rutina y doble vida algo tan propio de la
enferma cristiandad? Quiz‡s hasta seamos v’ctimas del enga–o
que consiste en pensar que se puede ser Òcristiano no
practicanteÓ. Escuchemos la palabra de Jesœs a ver que nos dice
de nuevo: JN 4,23-24 / JN 15,1-17 / JN 6,52-71. Convertirse es
un fruto de vivir en y de la Eucarist’a y los sacramentos, muy
unidos a Cristo. ÀComo es nuestra ORACIîN? Àsomos constantes en
ella? La oraci—n tiene mucho que ver con la disciplina. ÀSomos
ego’stas cuando oramos: s—lo yo y los m’os y siempre desde m’?
Escuchemos a Jesœs y a su ap—stol Santiago: MT 6,5-15 / ST
3,7-4,3. ÀOramos con ego’smo? Orar de manera perfecta es orar
haciendo una ofrenda,una oblaci—n de tu propia persona a Jesœs
para que ƒl ore en ti hoy por el mundo presente. El Padre
Nuestro es perfecto para eso. Son sus palabras. Si no sabes que
pedir di sus palabras. Los primeros cristianos lo hac’an tres veces
al d’a: al amanecer, en la Eucarist’a y al anochecer. Dale tu

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

persona a ƒl, pues mejor que tœ sabe que pedir al Padre. DŽjate
guiar por el Esp’ritu Santo y el orar‡ mejor que tœ. Entrega tu
persona como dice Pablo en la carta a los Romanos 8, 26-27.
Convertirse es fruto de esta preciosa oraci—n en la que tœ
entregas tu persona a Jesœs para que ƒl ore por ti y por todos.
ÀComo es nuestra UNIDAD EN EL AMOR FRATERNO? ÀSi no estamos
unidos en el amor quŽ somos?ÀSomos verdaderamente cristianos?
Las palabras de Jesœs y los ap—stoles son claras al respecto,
escuchŽmoslas: JN 13,34-35 / JN 17, 20-21 / 1 JN 3, 14-18. Sin
estar unido a los hermanos en el amor la conversi—n es imposible.
La conversi—n pasa por el amor. Nos convertimos en Òamor
fraternoÓ ese es el fin y ese tambiŽn es el camino. Repasar estos
cuatro pilares y meditarlos en la cuaresma es el camino perfecto
para preparar la Pascua que es lo que la cuaresma pretende. Si la
Pascua nos encuentra viviendo as’, la Pascua ser‡ una gran
Pascua, una feliz Pascua. !
As’ que en s’ntesis y para terminar una recomendaci—n final: No
cedamos al Òcaos paganoÓ o perderemos el Òcosmos de la feÓ. Un
gran imperio como el romano se vino abajo porque permiti— que
un caos imprevisible y multiforme se apoderase poco a poco de
su cosmos social, legal, econ—mico, pol’tico, religioso y cultural.
Tu vida cristiana se puede venir abajo si cedes al impulso del
caos de la vida ordinaria que te hace alejarte de estos cuatro
pilares b‡sicos de la vida cristiana. De este manera se apodera la
paganidad de tu vida, dejando as’ de vivir de cara al amor de
Dios. Piensa con sosiego en lo que te digo hoy. Cristiano se quien
eres. La cuaresma te dice eso en medio de esta paganidad
galopante en la que vivimos: que no escucha la Palabra de Dios
con fruto, no celebra la Eucarist’a ni los sacramentos o usa los
sacramentos much’simas veces con absoluta frivolidad y
sentimientos profundamente impuros, no ora y si lo hace lo vive
desde el ego’smo, y no vive unida en el amor sino dividida por

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ego’smos y odios. Esa es la paganidad. Si quieres vivir en cristiano


salte de ese camino y emprende una senda distinta que parece
tortuosa, pero s—lo lo parece, porque s—lo ella te conduce a la
vida en plenitud. Eso nos ense–a la cuaresma. Nada m‡s. Os
deseo a todos por adelantado una feliz y fruct’fera Pascua. La
cuaresma os servir‡ para prepararla. Gracias a todos por
escucharme.

!
Os recomiendo a todos la lectura de este precioso libro: LOS
PRIMEROS CRISTIANOS. GABRIEL LARRAURI. EDITORIAL PLANETA
TESTIMONIO. COLECCIîN ORAR. En la cuaresma es bueno
alimentar el esp’ritu teniendo buenos textos cristianos como
libros de cabecera.

!110
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XIII
ÒEN ESPêRITU Y EN VERDADÓ
-Ser cristiano del siglo XXI, del nuevo milenio, a la luz de una
reflexi—n dialŽctica, con la palabra de Dios de la Pascua del
A–o del Se–or de 2010-.

Hablando con un cristiano cat—lico espa–ol sobre las otras


religiones de nuestro entorno, esta persona sonriendo dec’a que
estaba feliz de ser cat—lica porque nuestra religi—n era la menos
exigente de todas, la que no reclamaba de nuestra parte
obligaciones tan severas como las dem‡s religiones, y que no
entend’a por quŽ los miembros de esas religiones no se hac’an
cristianos cat—licos como nosotros. Evidentemente tal persona
que se ten’a por cristiana porque los Òdientes le hab’an salido en
la fe cat—licaÓ realmente desconoc’a en profundidad lo que
realmente supone ser cristiano segœn los evangelios y la doctrina
de nuestra Iglesia. Era un hijo ÒperfectoÓ de una de las din‡micas
m‡s perversas del catolicismo hispano que ha puesto m‡s empe–o
en sacramentalizar que en evangelizar. Otro d’a charlando con un
cristiano de los que escuchan la Palabra de Dios, oran, viven
sacramentalmente y participan en la Eucarist’a y adem‡s, son
miembros de la comunidad de los hermanos dando pruebas
patentes de amor fraterno, me indicaba con gran sabidur’a que
uno de los males de nuestro catolicismo era la comodidad de los
que se llaman cristianos. Dec’a con vigor el cristiano de hoy, que
es la mayor’a, es un cristiano c—modo, muy c—modo que no est‡
dispuesto a asumir los retos de la llamada de la fe y cumplir con
sus obligaciones, pero a–ad’a en su coraz—n: es cristiano. Ambos
an‡lisis son profundamente reveladores de como anda la fe. El
primero testimonia que no sabe nada de lo que significa ser
cristiano. El segundo aporta adem‡s que aunque hay una

!111
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

predisposici—n al cristianismo en muchos corazones adem‡s el


cristiano no cumple con su vida cristiana por comodidad. Su fe es
una fe sin obras. Una fe muerta o en v’as de morir. Una fe sin
obras nos dice Santiago el ap—stol en su carta es una fe que no
s i r v e p a r a n a d a . D e m o d o q u e l o s c r i s t i a n o s h o y,
mayoritariamente al menos los que as’ mismos se llaman
cristianos, ni saben, ni viven como tales. Este cristianismo
sociol—gico nos ha conducido aqu’. As’ que en la Pascua de 2010,
con el ciclo C de la palabra de Dios, dominical (y tambiŽn
diariamente), me he dedicado a recoger las ense–anzas de la
Palabra de Dios en esa direcci—n y a ense–arlas a todos aquellos
que se han dignado a escucharme. La Pascua hoy, nos ense–a a
los que queremos ser, pensar, sentir y hacer como cristianos
diversos matices que dibujan aquello que queremos vivir. Por ello
al hilo de la palabra de Dios que me ha ido marcando los ritmos,
segœn su curso dominical he llegado a establecer estas
conclusiones que siguen.

Los cristianos del Siglo XXI estamos llamados a convivir con Tom‡s
en el primer momento de su vida despuŽs de la resurrecci—n.
Nuestros conciudadanos como Žl ya han o’do hablar de Cristo
resucitado pero no lo creen. Y no podemos hacer nada m‡s all‡
de testimoni‡rselo con nuestros hechos y palabras. A la espera de
que si frecuenta nuestra compa–’a dominical nuestro s
conciudadanos puedan encontrarse tambiŽn con el Cristo Vive
que est‡ con nosotros cada d’a hasta el fin del mundo. Y que
fruto de ese encuentro nuestro conciudadano materialista que no
cree si no ve ni toca, pueda volverse dichoso por creer sin haber
visto. Pueda ver despuŽs de creer y decir desde lo m‡s hondo de
su alma: ÁSe–or m’o y Dios m’o!. Pues s—lo eso puede hacer del
materialista y empirista Tom‡s un creyente en Cristo resucitado.
Llamados pues a testimoniar nuestra alegr’a pascual aunque no

!112
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

nos entiendan ni nos crean, ese es nuestro camino en este nuevo


milenio.

Los cristianos del siglo XXI brotan del encuentro ext‡tico con el
que nos dice: ÒNo tem‡s: Yo soy el primero y el œltimo, yo soy el
que vive. Estaba muerto y ya ves vivo por los siglos de los siglos;
y tengo las llaves de la muerte y del AbismoÓ. Y ese encuentro se
produce en la escucha atenta de la Palabra de Dios en di‡logo
con nuestra vida, en la participaci—n veraz en los sacramentos y
dominic‡lmente en su culmen: La Eucarist’a y en una oraci—n viva
personal y comunitaria. Nuestro coraz—n arde en presencia del
resucitado en esos hermosos encuentros. Por ello se dice que el
cristiano del nuevo milenio o ser‡ m’stico o no ser‡.

Los cristianos del siglo XXI est‡n llamados a ser una sombra
curativa para el mundo. Pues su paso debe curar el mundo del
poder de la oscuridad, transformando con su luz, la tristeza en
alegr’a, la desesperaci—n en esperanza, la inquietud angustiada
en paz y el ego’smo y el odio en amor.

El cristiano del siglo XXI ha de ser una persona fuerte capaz de


resistir los golpes de la cristianofobia. A sabiendas de que el debe
vivir para obedecer a Dios antes que a los hombres. Porque ser
cristiano en este Žpoca no est‡ de moda.

El cristiano del siglo XXI est‡ llamado alabar a Dios por que es
bueno, porque es eterna su misericordia, en todo lugar y en todo
tiempo, haciendo de su vida una jubilosa y liberadora Eucarist’a
existencial. El cristiano sabe y vive que no es esclavo ni siervo de
Dios sino su amigo. Pues es Cristo mismo, vivo y resucitado, el
que nos llama amigos suyos y no siervos.

El cristiano del siglo XXI es aquel que vive unido a sus hermanos
en una asamblea inmensa, universal teniendo por centro al

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Cordero Santo, Cristo, que es quien nos convoca, pues no es la


simpat’a comœn sino el Se–or quien nos convoca. ÒEs el Se–orÓ
quien provoca la reuni—n de los hermanos. Los cristianos
solitarios, los cristianos por libre, no resistir‡n el fragor y el
impulso de la corriente pagana en la que vivimos inmersos.

El cristiano del siglo XXI es el que no se cansa de lanzar las redes


aunque no pesque nada. Pues si en un momento sus redes
aparecer‡n vac’as, en otro momento esas mismas redes estar‡n
repletas. Evangelizar, cara a cara, pescando con ca–a, uno a uno,
deber‡ ser una actitud constante para el cristiano del siglo XXI
que no lo ser‡ sino evangeliza. El cristiano de este nuevo milenio
es ap—stol y pastor de muchas ovejas y corderos.

El cristiano del siglo XXI, se alimenta del ÒpezÓ, del ÒicthisÓ, de


Cristo vivo y resucitado hecho palabra, sacramento y Eucarist’a y
oraci—n sincera, constante y viva. Pues de lo contrario en esta
erostofera e iconosfera pagana y hedonista su fe morir‡
irremediablemente.

El cristiano del siglo XXI es un enamorado de Cristo que lo ama y


lo quiere en todo tiempo, pues de lo contrario no podr‡ asumir
que muchos lo lleven donde no quiera ir. Pues su existencia se
desarrollar‡ en clave martirial y crucificada. Por ’mpetu de la
cristianofobia.

El cristiano del siglo XXI es el que conoce, ama y sigue a Cristo.


Pues no lo seguir‡, si no lo ama. Y no lo amar‡ si no lo sigue.

El cristiano del siglo XXI sufrir‡ envidias y padecer‡ insultos, y


ser‡ objeto de incitaciones a la persecuci—n, pues la
cristianofobia ser‡ una constante en su vida. El cristiano del
nuevo milenio no soportar‡ cr’ticas, sino acoso pues la paz de
Constantino, ser‡ abolida.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

El cristiano del siglo XXI no debe perder su tiempo con los


Òjud’osÓ si estos no lo escuchan, y deber‡ vivir abierto a los
ÒgentilesÓ que quieran escuchar su palabra.

El cristiano del siglo XXI deber‡ saberse, sentirse y vivirse como


miembro del Pueblo de Dios, pues si no su fe se morir‡ de fr’o.
Pues fuera de la comunidad cristiana no encontrar‡ calor.

El cristiano del siglo XXI ser‡ una persona con mentalidad global,
universal, cat—lica. Abierta a todas las naciones, razas y lenguas.
Pues el Amor de Dios manifestado en Cristo es para todos, sin
discriminaci—n alguna. El cristiano del siglo XXI es el hombre y la
mujer de la globalizaci—n.

El cristiano del siglo XXI es el que lava y blanquea su manto en la


sangre del Cordero. Porque su vida sacramental no brota s—lo de
la costumbre sino de la convicci—n. SU CULTO SERA AUTƒNTICO,
ÒEN ESPêRITU Y EN VERDADÓ. Pues el cristiano del siglo XXI s—lo lo
ser‡ si da al Padre un culto en Cristo en esp’ritu y en verdad,
movido a impulsos del Esp’ritu de Dios.

El cristiano del siglo XXI es aquel que tiene su hambre y sed de


infinito saciada en Cristo que le augura la Vida Eterna como
destino œltimo, siendo esta convicci—n para Žl una fuente de
aguas vivas, el consuelo que enjugue sus l‡grimas y la sombra
que impida que el sol y el bochorno de la vida le haga da–o.

El cristiano del siglo XXI es aquel que escucha la voz de su pastor


la conoce y la sigue. Pues ayer, hoy y siempre, aquel cristiano
que no conozca el Evangelio y toda la palabra de Dios no
conocer‡ verdaderamente a Cristo y no ser‡ capaz de seguir sus
pasos.

El cristiano del siglo XXI sabr‡ que el Padre siempre est‡ con Žl y
que nada ni nadie podr‡ separarlo de su amor. Pues su amor es el

!115
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

mismo ayer y hoy y siempre. Pues en su amor vivimos, nos


movemos y existimos, ya que su amor lo invade todo, lo penetra
todo y los trasciende todo. Por ello sabremos que nada ni nadie
podr‡ arrebatarnos de su mano, porque nosotros en Cristo
llegamos a ser uno con el Padre. El cristiano del nuevo milenio
ser‡ en todo lugar y circunstancia un m’stico del amor de Dios.

El cristiano del siglo XXI construye la Iglesia, edifica con toda su


vida puesta al servicio del Reino de Dios la comunidad cristiana.
Es imposible llamarse cristiano en el siglo XXI y no aportar nada
para que la Iglesia pueda ser, de modo que todo ser humano que
guste pueda encontrarse con el amor de Dios. El crisitiano del
nuevo milenio pone todo el empe–o del mundo en contribuir a
que se reœna la comunidad cristiana. Si alguien se pretende
cristiano y no contribuye a que la comunidad cristiana se articule
en su ambiente, simplemente, su fe sin obras ser‡ una fe muerta.

El cristiano del Siglo XXI es una caricia de Dios para el mundo.


Pues donde Žl estŽ se habr‡ de comprender que Dios es clemente
y misericordioso, lento a la c—lera y rico en piedad, bueno con
todos y cari–oso con todas sus criaturas. El cristiano del nuevo
milenio se alguien que muestra que Dios no puede hacer otra
cosa que amar, porque Dios es amor. El cristiano del siglo XXI es
aquel que respeta siempre al ser humano porque es
misericordioso con Žl. Pues si no es misericordioso, cuando el ser
humano que vive a su lado falle, que lo har‡ porque es
imperfecto por ser humano, entonces, dejar‡ de respetarlo. Para
el cristiano del Nuevo Milenio el respeto nace de la misericordia.

El cristiano del siglo XXI es aquel que se deja guiar por Dios para
que ÒTodo se haga nuevoÓ. Como llamado al Reino de Dios se
opone a la cultura de la muerte, del luto, del llanto y del dolor.
Es un ciudadano del mundo que viene y no de Žste primer mundo

!116
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

llamado a desaparecer. Es un hijo de la eternidad en el tiempo.


Un ciudadano de la ciudad celeste y santa: La nueva JerusalŽn
que no se deja imbuir por el esp’ritu pagano del mundo. El
cristiano del nuevo milenio est‡ llamado a ser un pedazo de cielo
en la tierra.

El cristiano del siglo XXI vive para glorificar a Dios, para ser
glorificado por Dios. Y eso ocurre en la Eucarist’a dominical. Pues
en ella el cristiano glorifica a Dios por su amor eterno, su amor
sin medida, su amor hasta el extremo manifestado en Cristo
crucificado, y al alimentarse de Cristo, es glorificado por el
Padre, pues la vida divina lo inhabita. Y entonces ocurre el
prodigio de que podamos ser capaces de amar como Dios nos ama
en Cristo. Pues es imposible amar de esta manera si Dios no nos
inhabita. El Cristiano del nuevo milenio es aquel que ama como
Dios ama, porque el Padre lo ha glorificado en Cristo por medio
de su Esp’ritu Santo en la Eucarist’a y los sacramentos. El
cristiano de esta nueva era es alguien glorificado que vive para
amar como Dios nos ama en Cristo: hasta el extremo, sin medida.

Los cristianos del siglo XXI ser‡n hijos de la tradici—n cat—lica


le’da a la luz del Concilio Vaticano II y del magisterio vivo. Igual
que los primeros cristianos fueron hijos de esa tradici—n le’da a la
luz del concilio de JerusalŽn. Siempre hay un concilio que marca
cada Žpoca. Y el nuestro, desde el cual son interpretados todos
los anteriores es el Concilio Vaticano II. Por eso debemos
conocerlo bien, para poder amarlo y vivirlo. Hasta que un nuevo
tiempo requiera un nuevo avance en nuestra comprensi—n de la
fe, que con el paso de los siglos y las nuevas generaciones se va
desarrollando y por tanto, enriqueciendo.

Los cristianos del siglo XXI ser‡n hombres y mujeres que no


renuncien al hecho de evangelizar porque no son clŽrigos,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

religiosos o catequistas. Pues anunciar el evangelio es tarea de


todos los hijos de Dios y de la Iglesia. Pues gracias a ello, millares
de seres humanos que viven alejados de Dios, pueden conocerlo,
porque la Iglesia est‡ junto a ellos en la persona de cada
miembro del pueblo santo de Dios.

Los cristianos del siglo XXI no sucumbir‡n ante la enfermedad que


aqueja a nuestro nuevo milenio en sus inicios: el nihilismo. Esta
manera de pensar postula que caminamos hacia la nada y que por
tanto la vida resulta absurda y sin sentido, y recomienda a todos
la frivolidad como norma de vida, y el relativismo, para el que
todo vale, como conducta habitual. El cristiano del Nuevo Milenio
sabe que su destino no es la nada sino la gloria, su final no es el
oscuro y vac’o abismo sino la vida en plenitud, la vida inmortal,
incorruptible y eterna. Su destino final es Dios mismo: La
divinizaci—n por pura gracia suya. Y por ello no vive la vida en la
frivolidad ni en el relativismo, sino desde la profundidad que su
ser libre e inteligente le permite, y desde la verdad que libera,
da sentido y plenitud.

Los cristianos del siglo XXI viven a la escucha del Esp’ritu de Dios
que por medio de la palabra de Cristo que nos sale al paso de
manera justa y adecuada en cada momento y circunstancia, nos
hace morar en el mismo coraz—n de Dios. Pues si el Padre Dios es
el pensamiento y Cristo, su Hijo, es la Palabra que expresa ese
pensamiento, el Esp’ritu de Dios es el mismo coraz—n enamorado
de Dios, el mismo amor de Dios, que siempre nos da noticia de su
ser cuando nos dice en cada momento una palabra clara y
oportuna. En esos instantes a parte de la luz recibida, el cristiano
se sabe amado por Dios porque ƒl lo escucha, lo ilumina, lo
guarda y lo atiende.!
Los cristianos del siglo XXI ser‡n los que mantengan la paz y no se
dejen dominar por el miedo. Los cristianos del siglo XXI ser‡n los

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que no pierdan la alegr’a cuando vean partir de su lado a los


seres que aman, porque no caminan hacia la nada sino hacia la
casa del Padre. Los cristianos del siglo XXI ser‡n los que al pasar
por las experiencias l’mite del mal, del sufrimiento y de la
muerte, sigan creyendo.

Los cristianos del siglo XXI son los que no se siente solos aunque
haya finalizado la vida hist—rica de Jesœs entre nosotros, pues
saben que Žl les saldr‡ de nuevo al paso en cada d’a de su vida
por medio de su Santo Esp’ritu. Un cristiano del Nuevo Milenio
sabe que no existe la soledad porque el Esp’ritu de Dios al hacer
vivir en Žl al Hijo, lo pone siempre en presencia del Padre.

Los cristianos del siglo XXI, viven la vida como una fiesta pues
tienen claro que el destino final del todo no es la nada sino la
gloria. Y por eso su existencia es una fiesta que no conoce ocaso.

Los cristianos del siglo XXI viven en un proceso de formaci—n


permanente porque el esp’ritu de Dios a cada paso de la vida
inunda sus mentes, sus corazones y sus conductas de sabidur’a,
revelaci—n, conocimiento, iluminaci—n, comprensi—n, esperanza,
gloria, extraordinaria grandeza, fuerza poderosa, convirtiŽndonos
en cada momento m‡s y m‡s en cuerpo m’stico de Cristo, siendo
nosotros en sus manos barro y el Santo Esp’ritu de Dios nuestro
alfarero.

Los cristianos del siglo XXI son testigos para todos los hombres y
mujeres que los quieran escuchar de que vivir la vida con Cristo
es una bendici—n y una fuente de bendiciones, y que ello,
ocasiona una gran alegr’a para quien decide convertirlo en el
mayor tesoro de su vida.

Los cristianos del siglo XXI son los que permiten a Jesœs seguir
intercediendo por el mundo hoy ofreciŽndoles sus propias

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

personas para que Žl, invocando al Padre con sus palabras del
Padre Nuestro, por medio de su Santo Esp’ritu, obre el milagro
extraordinario de que toda la humanidad, la de todos los
tiempos, pueda alcanzar la glorificaci—n que muchas veces sin
saberlo, anhela.

Los cristianos del siglo XXI son los que aman a Jesœs con todas las
dimensiones de su ser, y que por ello ponen al servicio del bien
de los dem‡s toda su riqueza interior. La vida humana es
trinitaria. Y como un tri‡ngulo presenta tres vŽrtices: Uno es el
pensamiento. Otro el sentimiento. Y otro, la conducta y las
palabras. Este tri‡ngulo se mueve segœn cada persona. Es decir:
Los tri‡ngulos se apoyan sobre dos de su ‡ngulos y el tercero es
el que apunta al cielo. Pues bien, cada persona puede acercarse
al cielo con el vŽrtice que m‡s predomina en su personalidad.
Habr‡ quienes se acerquen a Dios con su pensamiento. Sin dejar
por ello de acercarse a Žl con sus sentimientos y conducta, pero
sin llegar a ser estos hegem—nicos en su personalidad. A estos los
llamo cerebrales. Habr‡ quienes se acerquen a Dios con sus
sentimientos. Porque los sentimientos, el sentir, t enga
preponderancia sobre el pensar y el hacer, sin dejarlos nunca de
lado claro est‡. A estos los llamo los cordiales. Y habr‡ quienes se
acerquen a Dios con sus hechos y sus palabras. Pues la conducta
es el vŽrtice superior de su tri‡ngulo, y aunque eso no suponga
que no tengan sentimientos o generen pensamientos, los hechos,
son el medio por el cual ellos tocan a Dios. A estos los llamo los
f‡cticos. Cada uno de esos tipos tiene un vŽrtice que lo hace
tocar el cielo. Porque es el que lo distingue a Žl de los dem‡s. Es
el capit‡n de su personalidad humana. De modo que no es mejor
el cerebral, que el cordial, que el f‡ctico. Todos son estupendos y
complementarios. Y gracias a estos tres tipos ha habido multitud
de santos diferentes, porque la gracia de Dios opera de modo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

distinto en cada uno segœn sea su configuraci—n natural interior.


Pues estamos llamados cada uno a ponernos al servicio de Cristo
amando a Cristo con nuestro pensamiento, nuestros sentimientos
y nuestra conducta, prime en nosotros la mente, el coraz—n o la
conducta. Y adem‡s estamos llamados a crecer por medio del
Esp’ritu al modo de Cristo, para que sean nuestros tres ‡ngulos
servidores del Reino de Dios y de su justicia. Pues en Cristo el
AMOR SIN MEDIDA, el AMOR ETERNO DE DIOS, reina por igual en
su pensamiento, sentimientos y conducta. Dir’amos que el
tri‡ngulo de Cristo nunca se apoya sobre dos ‡ngulos porque
siempre est‡ en movimiento, y en cada circunstancia con uno de
sus ‡ngulos toca a Dios y a los hombres. A este modelo le llamo el
de los ÒtotalesÓ, porque Dios lo es todo en todas y cada una de
sus dimensiones vitales. Ese es nuestro ideal. Esa es la meta a la
que s—lo podemos llegar con la asistencia fiel del Esp’ritu de
Dios. Por tanto estamos llamados a amar a Cristo en sus ovejas y
corderos, como cristianos del nuevo milenio, con cada dimensi—n
de nuestro ser, cada uno, desde su propia configuraci—n personal.

El Cristiano del siglo XXI es un nuevo pentecostes para el mundo,


porque como Cristo es la causa de que el Esp’ritu de Dios visite el
mundo all‡ dondequiera que estŽ y vaya. El Cristiano del siglo XXI
cada domingo se llena del Esp’ritu de Dios, y permite a este
alfarero que lo regenere, lo recree por completo, por medio de
reformas y revoluciones interiores que le hacen salir de sus
pecados, de su oscuridad y caminar hacia la luz. El Cristiano del
sigo XXI cada domingo lo aprende ÒtodoÓ del Esp’ritu de Dios que
le va haciendo comprender como la palabra de Cristo se va
haciendo carne en su vida. El cristiano del siglo XXI es el que se
deja trabajar por el alfarero de Dios que lo convierte en miembro
del cuerpo m’stico de Cristo, en ciudadano del Reino de Dios y en
Hijo amado del Padre Hermano de sus Hermanos en Cristo. Y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

gracias a que el Esp’ritu de Dios lo convierte dominic‡lmente en


esto, puede enriquecer a los dem‡s con sus dones y sus gracias
particulares y ser enriquecido por los dem‡s con sus propios
tesoros personales, magn’ficamente refinados por Dios mismo. El
cristiano del Siglo XXI es un aliento de vida en medio de una
realidad de muerte. El cristiano del nuevo milenio es fuente de
vida en su entorno y nunca causa de muerte. El cristiano del siglo
XXI es la causa de que muchos que viven como muertos en vida
vuelven a la vida. Y vida en plenitud. El cristiano del siglo XXI es
en medio del mundo manantial de vida en plenitud para quien los
escucha. El cristiano del nuevo milenio no es siervo de la cultura
de la muerte, sino vitalismo puro y verdadero. El cristiano del
siglo XXI es por el esp’ritu de Dios constructor de la civilizaci—n
del amor. Donde todos llegaremos a ser uno en el amor siendo
cada uno quien es, y sin dejar de serlo. El cristiano del Siglo XXI
no busca la uniformidad sino la diversidad pues sabe que s—lo ella
es riqueza y adem‡s expresi—n de Dios. El cristiano del nuevo
milenio permite que cada uno brille con luz propia de acuerdo
con su lengua y cultura, con tal que todos vivan unidos en el
mismo a amor a quien Dios en Cristo los convoca. El cristiano del
Nuevo Milenio est‡ llamado a divinizar la tierra segœn el ser de la
Sant’sima Trinidad, donde siendo distintos lleguemos a ser uno en
el amor, y sigamos siendo cada cual quien somos para que el
amor pueda seguir existiendo. Pues no hay amor en la
uniformidad sino en la diferencia. Pues el amor es un movimiento
de tœ al yo, y del yo al tœ. De nosotros a vosotros, y porquŽ no,
tambiŽn a ellos. El amor exige diferencia, diversidad,
idiosincrasia. Pues Dios es uno en el amor, y es trino, porque es
amor. Pues sin relaci—n interpersonal en s’ mismo no podr’a
decirse de Dios que es amor en su misma sustancia. Pues bien
desde esta no anulaci—n de la diversidad construimos la unidad
los cristianos y movidos por el Esp’ritu de Dios estamos puestos

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

en medio del mundo para alumbrar la nueva civilizaci—n del


amor, que eclipse la civilizaci—n del ego’smo y del odio, hija del
pecado y madre de infinitas muertes y sufrimientos. De modo que
cada Domingo el cristiano se vuelve para el mundo un precioso
nuevo pentecostes , porque en la Pascua Dominical, el Esp’ritu de
Cristo Resucitado nos visita enviado por el Padre, y nos cambia el
coraz—n con su aliento y sus susurros. ƒl ora a travŽs nuestro sin
que nosotros sepamos como. Y ƒl nos convierte a todos, j—venes,
ni–os, adultos y ancianos, en fuego que calienta a la humanidad
en medio del fr’o de la vida, y en fuego que ilumina a la
humanidad en medio de la oscuridad. Y adem‡s nos convierte en
Viento, que mueve el barco de la humanidad inflando sus velas
para que este gran barco donde todos los hombres habitan,
pueda llegar as’, al buen puerto de la JerusalŽn celeste, la nueva
creaci—n que en esperanza aguardamos, donde todos seremos
exaltados en Cristo vivo, resucitado y glorificado para siempre.
ÀComo no ser cristiano? ÀComo no dejarse inundar por tanto
verdad, tanta bondad y tanta belleza? Ser Cristiano deber’a ser
un derecho para todo el mundo, para que todos puedan gozar de
grandeza de este inmenso tesoro. El cristiano del Siglo XXI es un
nuevo ser. Es un ser "pascual" y eso requiere vivir como un nuevo
pentecostŽs en medio de la gente. Dice Pedro el ap—stol que
Jesœs recibi— del Padre el Esp’ritu de Dios y lo reparti— entre
nosotros. TambiŽn nosotros debemos hacer lo mismo y compartir
con los dem‡s el Esp’ritu de Dios que nos han regalado (imponer
las manos unos a otros de cuando en cuando ser’a una buena
costumbre). A veces hemos hecho una lectura moralizante de
este hecho. Y nos hemos equivocado. Pues deber’amos hacer una
interpretaci—n espiritual. Ya que sin espiritualidad nunca puede
existir verdadera moralidad. Pues la moralidad en la din‡mica de
la gracia es hija de la espiritualidad. Karl Rhaner respalda lo que
digo. Pues es la espiritualidad hecha de oraci—n, Palabra de Dios

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

y liturgia la que nos hace hijos de Dios y hermanos de los


hombres. En la espiritualidad el alfarero de Dios, el Santo
Esp’ritu, nos trabaja, nos moldea con infinita paciencia y nos
convierte en miembros del cuerpo de Cristo, en ciudadanos del
Pueblo de Dios y en Hijos amados del Dios Padre a imagen de
Cristo. La moralidad sin espiritualidad es puro pelagianismo. El
cristiano del nuevo milenio es pura espiritualidad en movimiento
que genera una nueva moralidad, la propia de la civilizaci—n del
amor que deja definitivamente atr‡s la civilizaci—n del ego’smo y
del odio que tanto tiempo llevamos padeciendo. El cristiano del
Siglo XXI o es en ÒEsp’ritu y en verdadÓ o no es.

ÀComo puede decirse entonces despuŽs de haber recorrido la


palabra de Dios en esta Pascua de 2010 que el cristianismo es una
religi—n que no conlleva obligaciones o que permite vivir a sus
fieles en la comodidad?ÀComo se puede pensar que el
cristianismo es una simple tapadera para vivir comodamente
instalado en el paganismo? Definitivamente, tras meditar
atŽntamente la Palabra de Dios, quien dice esas cosas no sabe lo
que dice. Ser Cristiano a los ojos de Dios y de los hombres s—lo
ser‡ posible para aquellos y aquellas que quieran ofrecer al Dios
verdadero manifestado en Cristo, en Esp’ritu y en Verdad. La fe
sin obras ha caducado, llegaron los tiempos de las obras que
prueban la fe.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XIV

EVANGELIZANDO EN LA PAGANIDAD

Respecto de este asunto tan importante y tan debatido en


nuestra iglesia universal y diocesana vienen a mi mente varias
consideraciones que compilo aqu’ para que no olvidarlas dado el
car‡cter provisional de mi memoria inquieta.

1¼. Mi primer objetivo pastoral, estŽ donde estŽ, ha de ser


siempre ÒAmar como soy amado por Dios en CristoÓ. A cualquiera
que llame a la puerta de mi vida.

2¼. No he de ignorar jam‡s que ha finiquitado un antiguo


paradigma y ha nacido un nuevo paradigma. Ya no existe la
cristiandad. Ahora vivo en la paganidad. Y en mi comunidad
cristiana aœn muchos no se han dado cuenta de esto. Lo perciben
pero me da la impresi—n de que no lo aceptan. Por ello convivo
con hermanos que permanentemente se esfuerzan en reeditar
ÒŽxitos pasadosÓ. Como bien indica mi querido hermano Victor
Javier en su interesante tesis sobre el arte cristiano del siglo XX:
cuando nos desconcertamos en la Iglesia ante enfoques
novedosos a nivel art’stico, y yo a–ado que tambiŽn en otros
muchos campos, reproducimos Òanacronismos historicistasÓ.
Algunos son sublimes. Pero el ÒhistoricismoÓ retras a
innecesariamente el paso a nueva Žpoca con unos nuevos
par‡metros. Como ocurre con las revoluciones cient’ficas, que
explica Thomas S. Kuhn, por m‡s que nos resistamos a aceptarlo,
los paradigmas son tozudos y se imponen desbancando los
desfasados. As’ que si quiero que mi acci—n evangelizadora no sea
inœtil, anacr—nica y fatal no debo ignorar esto. En el siglo XIX lo
hicimos y tardamos mucho tiempo en despertar e intentar

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

responder al nuevo paradigma. Y lo hicimos de manera sublime,


pero tardamos demasiado. Yo soy un hombre del nuevo
paradigma. Y eso supone que chocarŽ con quien se empe–e en
mantenerse en los esquemas del paradigma desfasado y
finiquitado. Siempre ha ocurrido eso. En el mundo cient’fico eso
es una constante. En el religioso tambiŽn lo es. La formas
evangelizadoras, litœrgicas y pastorales de la cristiandad hoy no
sirven. Y o se reforman o no habr‡ futura evangelizaci—n con
ellas.

3¼. Los hechos de los ap—stoles deben convertirse para mi en mi


libro habitual de cabecera. En el principio de mi vocaci—n estuvo
este precioso libro. En los d’as de mi conversi—n, en la ciudad
querida de Lyon, comprend’ por quŽ y como quer’a ser presb’tero
cat—lico. En ese libro se narra como unos hombres humildes,
movidos por el Esp’ritu de Dios, fueron capaces de afrontar una
paganidad todopoderosa y sembrar humildemente la hermosa
semilla del Evangelio. Leyendo este texto y por supuesto las
cartas apost—licas, uno descubre que aquellos no se desanimaban
porque no fueran ÒmuchosÓ, deseaban que cuantos m‡s fueran
mejor, pero no se desanimaban porque fueran ÒpocosÓ, lo
importante es que fueran ÒbuenosÓ. Pocos pero buenos. La
calidad antes que la cantidad. Pues la semilla si es buena,
aunque sea peque–a ya crecer‡. Aquellos hermanos en la fe,
aquellos maestros de vida cristiana, me ense–an que esto de la
nueva evangelizaci—n es una carrera de fondo, un marat—n y no la
carrera de los cien metros. Esto no va a terminar pronto. Las
soluciones no ser‡n r‡pidas. La nueva evangelizaci—n como la de
ayer pasa por un Òboca a bocaÓ y por articular cuantas m‡s
Òminor’as creativasÓ mejor. Con las puertas y ventanas de la
mente y el coraz—n abiertas. Renunciando a ÒencastillamientosÓ
estŽriles. El valor de lo peque–o no debe ser olvidado ni

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

despreciado, ni descartado. A veces podemos olvidar con


facilidad que David venci— a Goliat porque Dios estaba de su
parte. Gamaliel ya lo advirti— y a veces la impresi—n que da es
que esto se nos olvida. La lectura de los Hechos de los ap—stoles
impedir‡ que yo caiga en este error. As’ que los hechos de los
ap—stoles: libro de Cabecera, combinado con mi intuiciones
acerca de la teor’a del Caos publicadas en mi œltimo libro, que
me pongan a salvo de cualquier pretensi—n de Òplanificar por
objetivos la evangelizaci—nÓ cual marxistas stalinistas, que
piensan que en el misterio de Dios se resuelve en una simple
suma donde dos y dos son cuatro. Pues esa es la herencia de la
progresia izquierdista en la Iglesia: vaciar la Iglesia de misterio.
Pero el misterio es tozudo. El misterio, como ahora dirŽ, es
mucho m‡s que eso.

4¼. No debo olvidar que la nueva evangelizaci—n como la


evangelizaci—n de siempre, la que acontece en Òesp’ritu y en
verdadÓ y no por puro tradicionalismo sociol—gico donde lo
religioso es s—lo tradici—n, inercia, y no convicci—n firme, es un
misterio donde se dan cita dos misterios sorprendentes: el
misterio de Dios y el misterio de la libertad humana. Ante ambos
misterios y el entorno de misterio que brota de las dos debo
generar en m’ dos actitudes b‡sicas: La paciencia, es decir, saber
esperar, y la humildad. Evangelizar hoy es escuchar, es hablar,
dialogar, testimoniar, acompa–ar, es engendrar, es seducir. Nadie
se va a confesar o a asistir a misa por decreto ley, sino porque
descubra la verdad, la bondad y la belleza que esos sacramentos
encierran. Y as’ pasar‡ con todo. Si la verdad se impone por s’
misma, cada ser humano va a tener que hacer su propio
recorrido. Si no debo imponer sino proponer, el proceso requiere
tiempo. El misterio no sabe de prisas aunque a veces el misterio,
en pocos instantes lo cambia todo. Pablo y su vocaci—n as’ lo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

demuestran pero tambiŽn es cierto que atribuimos la prisa al


hecho fundamental del camino hacia Damasco, pero tal
acontecimiento estuvo precedido de su contacto con lo cristiano
en profundidad dado que puso mucho empe–o en combatirlo. Si
bien su proceso fue para aquellos cristianos tan inexplicable
como ser‡n para nosotros las conversiones de los nuevos
cristianos que est‡n por venir. Nosotros aqu’ lo œnico que
podemos hacer es dar testimonio pero no convencer. Convencerse
es algo que pertenece a cada uno en su relaci—n personal con
Dios. Eso no est‡ a nuestro alcance ni lo estar‡ nunca. Oiga lo
que oiga y digan lo que digan no debo olvidar esto. Como no debo
olvidar nunca que en la evangelizaci—n todo lo que dije en mi
primer libro ÒSer=MisterioÓ es v‡lido y cierto. El problema actual
es que el fideismo y el racionalismo cat—licos siguen vivos.
Parecen opuestos pero no lo son. Ambos no aceptan el misterio
como una realidad incuestionable. Los fide’stas donde hay
misterio ellos ven certezas dogm‡ticas inflexibles e
incuestionables que aceptadas tal cual siempre surtir‡n efecto
como dos y dos son cuatro. Los racionalistas donde hay misterio
ellos ponen din‡micas que efectuadas conforme a unos
par‡metros establecidos siempre surtir‡n efecto como dos y dos
son cuatro. Ambos son integristas. Y ambos abominan del
misterio porque no lo pueden manipular. Son mentalidades tan
soberbias que nunca encajan en el planteamiento de humildad y
paciencia que exige el servicio al misterio. Y ambas est‡n
enfermas de ansiedad cuando ven como una y otra vez se
frustran sus espectativas. Y el des‡nimo por ello se los come. No
viven en Dios ni para Dios. Porque les estorba que sea el
totalmente otro y el totalmente yo mas que yo mismo. Les
estorba la trascendencia y la inmanencia de Dios. Les estorba su
misterio. Pues lo siento pero la evangelizaci—n es un servicio al
misterio de Dios que se da a conocer.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

5¼. Debo evitar el error de pensar que la nueva evangelizaci—n


ser‡ clerical. La nueva evangelizaci—n ser‡ eclesial, fruto de toda
la gran familia eclesial. Y por tanto clŽrigos y laicos actuaremos
como un cuerpo. Si los clŽrigos seremos la cabeza, los laicos
ser‡n el cuerpo. No debe haber un cuerpo sin cabeza, y tampoco
una cabeza sin cuerpo. Un cuerpo sin cabeza es un hijo de la
eclesiogŽnesis propia del planteamiento de extrema izquierda
cat—lica. Una cabeza sin cuerpo, es un hijo del planteamiento
piramidal tradicionalista propio de la concepci—n olig‡rquica que
la extrema derecha cat—lica tiene de la Iglesia. Ambos rompen la
verdadera comprensi—n de lo que la Iglesia es. Una familia. Un
cuerpo estructurado en el amor. Donde hijos y padres est‡n
presentes y ambos resultan definitivos en el funcionamiento de la
misma. Los laicos no pueden permanecer durmiendo. Si mis 600
feligreses que participan en la misa dominical cayeran en la
cuenta de que sus casas est‡n llamadas a convertirse en foros
evangelizadores, mi parroquia, no solo tendr’a un foco de
evangelizaci—n sino seiscientos. Las casas de los laicos, sus
mismas vidas, est‡n llamados a convertirse en lugares de Dios.
Vidas y casas abiertas a la Palabra viva de Jesœs resucitado,
hogares eucar’sticos, espacios de oraci—n y fermento de amor
fraterno. En todos los barrios, en todas las calles, hay cristianos.
O est‡n muy cerca. Por algo nos ense–— el Concilio Vaticano II y
el papa Juan Pablo II, en la Christi fideles laici, que la nueva
evangelizaci—n no podr‡ ser sin los laicos. Los laicos llegan a
infinidad de lugares donde nuestra presencia clerical no podr‡
acceder nunca, porque nuestro rol no lo permite. El clericalismo
evangelizador limita las posibilidades de extender el evangelio
por todas partes. La evangelizaci—n eclesial nos permite
evangelizar a tiempo y a destiempo la clerical no. No debo
olvidar este magisterio de la Iglesia que sobre esto es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

extremadamente clarificador. Pues al fin y al cabo tanto los


laicos como yo somos sacerdotes y la diferencia en nuestro
sacerdocio no es de grado si no cualitativa. Si yo sacerdote
ministerial soy la madre que cocina, ellos son mis hijos
comensales. Ah’ radica la distinci—n. No somos una instituci—n
empresarial organizada de manera olig‡rquica sino una familia
unida en el amor donde todos comemos del mismo manjar:
Cristo, para que ellos y yo, hijos comensales y Madre cocinera,
convirtamos nuestra humilde vida en una preciosa ofrenda
revestida de su amor dado en Cristo que resulte agradable y
satisfactoria a sus ojos. As’ que como sacerdote debo poner el
empe–o en ser una madre buena cocinera para que a mis fieles
no les falte el alimento sustancioso y seductor. Y debo procurar
no desanimarme de cocinar bien cuando mis hijos comensales por
falta de preparaci—n en el gusto, no sepa apreciar la comida que
preparo. Sino insistir hasta gan‡rmelos por el paladar con
alimentos de calidad y bien cocinados. As’ bien alimentados
seremos un testimonio vivo para la mies hambrienta de donde se
come bien y algunos o muchos, vendr‡n a sentarse en nuestras
mesas pues tambiŽn ellos querr‡n comer para estar bien y no
morir de hambre. En una familia verdadera da gusto estar y es un
privilegio formar parte de ella. Este es el secreto de la
evangelizaci—n de todos los tiempos.

6¼. Debo explotar sin cansancio los distintos Òatrios de los


gentilesÓ que me rodean para hablar del Dios de Jesucristo sin
cesar. Pues en estas sociedades como la nuestra culturalmente
cristianas y cat—licas, muchos son todav’a Òlos que vienenÓ
ocasionalmente por simple Òinercia culturalÓ. Funerales,
sacramentos varios, papeles de diversa especie, tradiciones
vinculadas a la religiosidad popular, cualquier ÒvisitaÓ por la
causa que sea ha de ser considerada por mi como una ocasi—n de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

gracia, como un ÒkairosÓ. De modo que ah’ puedo sembrar. Es


muy posible que tres cuartas partes de la semilla se pierdan en
duros caminos, en tierra pedregosa o en tierra llena de zarzas.
Pero tambiŽn es posible que en alguna tierra buena pueda
prender hasta dar fruto, unos ciento, otros treinta, otros diez.
Por ello sembrar y sembrar. Y no cansarme de hacerlo. Eso es lo
que toca hoy, lo que toc— ayer y lo que tocar‡ siempre. Pues la
evangelizaci—n ni es nueva ni vieja es permanente. Una lectura
troskysta de la evangelizaci—n nos ser’a muy reveladora.
Evangelizaci—n permanente. Esa es la vida de Cristo.

7¼. Si el hero’smo siempre es admirable en este proceso no debo


cuestionar los fundamentos de la psicolog’a humana. Dios hizo el
sŽptimo d’a para descansar. Dios previ— eso en nuestra condici—n.
No somos ‡ngeles. Los Òangelismos evangelizadoresÓ a parte de
irreales y estœpidos, s—lo generan desgaste y ansiedad. Y el estrŽs
pasa factura tarde o temprano. Y nuestro cuerpo lo acusa. Como
dice mi Antonio con su sencilla sabidur’a en temas as’ Òno
debemos ser m‡s dioses que DiosÓ. Si Dios previ— el descanso,
m‡s all‡ de algunos fervores paulinos malinterpretados o sacados
de contexto, debemos descansar, porque el descanso despuŽs
repercute en el bien de la evangelizaci—n y el buen humor de
quien evangeliza. El activismo estresante al final se traduce en
falta de escucha para la feligres’a, en malos humores, en
nerviosismo enfermizo, y todo eso junto, m‡s otras cosas que tal
actitud engendra, genera un perfil personal que no ÒdescansaÓ a
quien nos busca sino que lo tensa m‡s y sobre todo, genera
rechazo. Mucho rechazo. Pues no hay peor cosa para quien
necesita sentirse amado que una persona tensa por estrŽs.
Evangelizar es un gozo. Y un gozo nunca est‡ estresado. Un gozo
descansa. Si Dios nos ha dado una estructura humana debemos
respetar eso. Y en esa estructura est‡ el descanso como algo

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necesario. Aunque puntualmente esto pueda relativizarse un


poco. Pero no como algo constante y continuo.

8¼. Debo apoyar campa–as medi‡ticas y programas de radio y


televisi—n que ayuden a propagar la fe. En muchos lugares del
mundo (por ejemplo EEUU y Singapur), los cristianos est‡n
usando la publicidad para evangelizar. Internet es otro lugar. Y de
hecho yo aporto mi granito de arena con mi propio blog al que
por cierto acceden personas de los cinco continentes para mi
sorpresa. Pues hay una gran verdad como ya publique en mi libro
Òintegrismo, religi—n y m’sticaÓ, en el mundo presente, en la
iconosfera medi‡tica, lo que no se ve no existe. Este es el dogma
imperante que estoy seguro que algœn d’a Dios cuestionar‡ para
demostrar que todopoderoso s—lo es ƒl. Se que a esta conclusi—n
tambiŽn han llegado despuŽs de mi otras personalidades de m‡s
relevancia, pero aœn cuando los peque–os no seamos
considerados por determinados lectores y citadores de cierto
prestigio, nosotros, los a veces ignorados y ninguneados, tambiŽn
pensamos. Como en mi œltimo libro lo explique con detenimiento
no me voy a extender aqu’. En esta obra puedo completar todo
cuanto aqu’ digo y descubro. Si bien en este aspecto de la
Òvisibilidad de lo cristiano en la paganidadÓ no debo incurrir en
el error simplista de algunos. Un d’a o’ a un dignatario
eclesi‡stico de rango en el marco diocesano apelar a su
experiencia de que un d’a una chica en un bar, llorando, le dijo
que pidiese por un familiar suyo que acaba de morir, para
defender que los curas debemos ponernos el traje talar como
medio de evangelizaci—n. Nunca he hecho problema de este
asunto. Yo que soy en eso fiel al magisterio de San Celestino I, no
lo uso. Pero no me molesta que los dem‡s fieles a otros
magisterios tambiŽn v‡lidos lo usen. Pero no soy tan simplista
como para no darme cuenta que el traje talar para otros es un

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estorbo para acercarse a Jesucristo. Pues causa un hondo rechazo


entre ellos hasta el extremo de llamarnos Òcuervos y
cucarachasÓ. Y lo hacen porque para estos el traje talar, el
uniforme, revela una institucionalizaci—n de la persona hasta el
extremo de anular o disminuir gravemente la identidad personal.
Interpretan el traje talar como el uniforme militar. Lo que a su
juicio supone que de la misma manera que el soldado renuncia a
su libertad en aras de la orden de su superior sea esta cual sea,
el clŽrigo, vestido sacrifica su propia conciencia individual a la de
su superior de turno, hasta el extremo de incluso dejar de ser la
persona que ha sido siempre y que al dotarlo, de propia
inteligencia y libertad, Dios quiso que fuera, para enriquecer el
mundo con su gracia individual y particular. Segœn esto lo que
ÒinstitucionalizaÓ despersonaliza. Este modo de pensar ser‡
compartido o rechazado, y estaremos en nuestro derecho de
hacer cualquiera de las dos cosas. Pero conste que para un
amplio sector poblacional el traje talar: espanta. Y la prueba la
tenemos muchas veces los que no lo vestimos cuando se nos
acercan personas a decirnos: ya era hora de que los curas fueran
hombres como Jesœs de Nazaret que paso entre nosotros como un
hombre cualquiera. Me consta que hay otros que valoran a quien
viste el traje talar y les molestan los que no lo llevamos. Nos
acusan de falta de identidad sacerdotal. Sobre esto no olvidarŽ
mi reflexi—n en otro ensayo que ha estado en mi web personal
durante un tiempo. As’ que no debo pasar por alto que dadas las
cosas en la evangelizaci—n de unos el traje ser‡ importante. Y en
la de otras el no traje tambiŽn lo ser‡. As’ que como hoy muchos
son los clŽrigos que llevan traje, yo no lo llevarŽ para ganar a los
que el traje les repele. Y as’ como en los tiempos de Pedro y
Pablo, unos se dedicar‡n a los jud’os y otros nos dedicaremos a
los gentiles. El simplismo es muy peligroso, y cuando este se
apodera de las mentes ejecutivas de importancia en la iglesia

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

mucho m‡s. As’ que oirŽ, mas serŽ yo mismo de acuerdo con las
luces que Dios me da porque de esas luces yo tendrŽ que
responder ante ƒl. M‡s all‡ de los cantos de sirena de algunos de
mis hermanos que mandan mucho pero dudan m‡s, dan palos de
ciego y algunos por lo que se ve, piensan poco.

Y de momento hasta aqu’. Este ensayo lo harŽ crecer conforme


vaya considerando aspectos novedosos m‡s all‡ de lo que ya he
estudiado y escrito en anteriores ocasiones. Y si no veo m‡s
ruego a Dios tengo misericordia de mi por excelsa torpeza. Por
ello imploro desde ya al Esp’ritu de Dios que venga sobre mi para
que yo pueda con mis talentos aportar mi grano de arena en este
empe–o en el que est‡ embarcada toda la Iglesia de Dios.

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XV
ORACIîN PREVIA A UN SINODO

Se–or Jesucristo. Me dirijo a Ti con esta carta que formulo a


modo de oraci—n. A nuestra Iglesia le preocupa mucho la nueva
evangelizaci—n. En este a–o 2012 parece que ese va a ser el tema
m‡s importante. Incluso habr‡ un s’nodo por este motivo. Y al o’r
hoy este cuarto domingo del Tiempo ordinario del ciclo B, tu
hermosa Palabra, me han venido a la mente que necesitamos que
nos concedas cuatro cosas si queremos evangelizar con fruto una
vez m‡s.

- La primera es que para evangelizar tenemos que desear darte a


conocer a Ti, y s—lo a Ti, y no, nuestros prejuicios culturales,
morales, sociales, econ—micos, pol’ticos y dem‡s. Porque si
caemos en esta segunda opci—n nos anunciamos a nosotros
mismos y no a Ti. Y cuando dejamos de dar testimonio de tu
amor infinito dejamos de ser profetas en tu nombre, y morimos
como profetas. Y muchas veces si las gentes Òno escuchanÓ no
es porque sean ÒmalosÓ, si no porque no merece la pena
escucharnos porque cuando lo intentan no oyen hablar de Ti,
sino de nuestras cosas. Y nuestras cosas no seducen como tœ
seduces. As’ que haz lo posible Se–or porque los que toman la
palabra en tu nombre lo hagan para hablar verdaderamente de
Ti.
- La Segunda es que para evangelizar tenemos que vivir una
honda espiritualidad. Una verdadera experiencia de fe. Y no
dejarte de lado entreg‡ndonos a nuestras preocupaciones. A
muchos de nuestros l’deres se les llena la boca diciendo por
ejemplo en Espa–a que el 75 % de la poblaci—n es cristiana. Y
mira Se–or, en un pueblo de 15.000 personas si en tres misas
dominicales vienen de 400 a 600 personas ya vienen muchas.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Los dem‡s dicen que Òson cristianosÓ pero realmente esto no


les interesa, viven como paganos d‡ndote la espalda, no
escuchan tu palabra, no oran, no van a misa ni reciben los
sacramentos, alguna vez si por motivos de interŽs van, es
porque dicen que lo ÒnecesitanÓ. Pero claro no vienen a verte
porque te ÒamenÓ. Es como si yo hubiese ido a ver a mi madre
s—lo cuando la ÒnecesitabaÓ y no porque la amaba. No hay amor
por Ti ah’. No en primer lugar. Y eso es triste. Algunos dicen es
que recibimos el bautismo, pero claro tambiŽn Se–or
derramamos agua bendita sobre los perros el d’a de San Ant—n y
no por ello dejan de morder. No hay verdadero enamoramiento
de Ti, no se te conoce, y por ambas cosas no te siguen. Y claro
sin Òesta pasi—n espiritualÓ como se van a enamorar los j—venes
de ti. Los padres no pueden convencer a los hijos es cierto,
pero los pueden cuestionar si los hijos ven que sus padres est‡n
enamorados de Ti. Y esta es la Iglesia que tenemos la que brot—
de aquella iglesia que dec’a misas en lat’n y de espaldas, que
algunos clŽrigos anacr—nicos historicistas quieren revivir y que
de tanto mirar hacia atr‡s est‡n empezando a resucitar a los
Borg’a como m‡s adelante Se–or te dirŽ. Por todo esto sŽ Se–or
que si un joven no ve pasi—n en mis ojos no se va a esforzar en
prestar atenci—n a mis razones porque de la hipocres’a y de la
falsedad un joven no se enamora. As’ que danos gente Cristo, mi
Dios y mi Se–or, que tenga una Òhonda y apasionada
espiritualidadÓ.
- La tercera es que para evangelizar tenemos que hacerlo con
Òautoridad evangŽlicaÓ. Y veras que digo evangŽlica porque
algunos entendieron que Òense–ar con autoridadÓ significa
quemar gente en las plazas de los pueblos. Aquellos venc’an
pero no convenc’an. Y as’ le va a Europa. Fue vencida por ellos
pero no convencida. Porque la autoridad evangŽlica no consiste
en quemar gente ni en excomulgar a la gente. Consiste en ser

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Sabio. Consiste en tener una doctrina que asombra. En eso


consiste. Consiste en seducir por la verdad, la bondad y la
belleza de nuestro mensaje. La verdad as’ se impone por s’
misma. Y este verdad no te excomulga ni te quema, se te
propone, no se te impone. Esa era tu autoridad y por ello
muchos que seguimos enamorados de Ti en medio de nuestros
pecados te escuchamos hoy, porque nos asombras tanto, nos
maravillas hasta tal extremo que s—lo podemos escucharte a Ti,
y no vamos a ninguna otra parte, porque s—lo en Ti encontramos
palabras de Vida Eterna. Danos Cristo gente que ense–e como
Tu, con tu asombrosa autoridad.
- Por œltimo necesitamos una cuarta cosa Se–or, y es que los que
anuncian tu evangelio sean enemigos de Satan‡s. Sean como Tu
verdaderos ÒSantos de DiosÓ. Porque claro a veces los que dicen
ser tus ap—stoles se dedican a Òmeterle mano a los ni–osÓ y son
verdaderos monstruos. Algunos llevan trajes talares y forman
legiones, y se dicen m‡s cat—licos que nadie, y nos tachan a los
dem‡s de ÒcuasiherejesÓ porque no nos ponemos trapos como
ellos o no hablamos casi en lat’n. Pero eso s’, no nos
beneficiamos a los Òni–osÓ, y si alguna vez alguno mete la pata,
que tambiŽn pasa, lo hace con gente de su edad, o al menos
con gente mayor de edad, porque como bien dijiste Se–or, el
esp’ritu es pronto pero la carne es dŽbil. Pero a los ni–os ni se
les toca porque s—lo inspiran ternura y no otro tipo de deseos
perversos. Por eso est‡ bien Se–or que a quien haga algo as’ le
prometas que le ataran una piedra al cuello y lo tiraran al mar.
Y a veces ocurre tambiŽn Se–or que algunos que van con faldas
y botones color carmes’, se meten en camisas de once varas con
las perras, como Judas. Y provocan con sus devaneos esc‡ndalos
financieros en la casa misma casa de San Pedro. Y hasta
destierran a los que levantan la alfombra y tratan de limpiar la
mierda que bajo ella. Pero eso s’ son muy p’os en apariencia y

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nos insisten mucho en que nos pongamos un trozo de pl‡stico


blanco en el cuello para simbolizar nuestro sacerdocio porque
segœn ellos los que no metemos la mano en la caja no tenemos
clara nuestra identidad sacerdotal. Ellos cuando roban al Pueblo
de Dios y esconden a Satan‡s bajo sus sotanas (por eso quiz‡s
algunos la llevan tan grande) son prototipos de sacerdocio para
el nuevo milenio. Y Àsabes que pasa Se–or entonces? Que a una
madre cristiana su hijo le dice que por ser cat—lica forma parte
de una secta, a un profesional cristiano, sus compa–eros ateos
se r’en de Žl porque afirman que le est‡n comiendo el tarro y
que la Iglesia es un negocio. Y a m’ sacerdote me dicen que soy
una suerte de sinvergŸenza m‡s o menos simp‡tico. Y todo
porque algunos que van de Ò p’as santidades y eminencias pero
son unos caraduras como ayer fueron los Borg’a que parece que
resurgen (es lo que tiene ponerse a decir la misa de espaldas
como hac’an ellosÓ. Y todos los dem‡s padecemos sus pecados
en nuestras carnes, muchas veces, sin culpa alguna. Por un
Judas, todos Judas. ÀQuien va a creer que anunciamos el camino
que por la senda de la Verdad nos lleva a la Vida en Plenitud
siendo estos algunos de nuestros l’deres? ÁSe–or ayœdanos!
Porque lo que unos conseguimos tejer en muchos a–os, otros en
dos tardes lo destejen sin ningœn tipo de pudor. Ya se que Judas
va a estar siempre entre nosotros. Y que ciza–a en medio de tu
campo va a brotar por insidia del maligno. Ya que se que yo
debo mirarte s—lo a Ti como dices al final del evangelio de San
Juan y seguirte sin importarme cual sea la suerte de
comportamiento del otro, pues cuando llegue ante ti yo
responderŽ de mi y no del que fue un ladr—n o un corrupto en
las altas instancias eclesiales, pero duele. Duele porque por
culpa de esas cosas se pierden almas nobles, verdaderas,
buenas y bellas. Y a gente buena, verdadera y bella la
Òmachacan sin culpa por culpa de otrosÓ. Ya se todo lo que me

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cuentan del Siervo de YHWH y esas cosas, lo tengo claro, pero


como tambiŽn dicen los salmos: ÒSe–or ÀHasta cuando?Ó. As’
que Jesœs bueno l’branos del Maligno.

Y ya que estoy te pido que nos des de tu Santo Esp’ritu. Para que
nuestra fe sea como tu fe. Para que nuestra esperanza sea como
tu esperanza. Para que nuestro amor sea como tu amor. Y
entonces evangelizaremos de veras no porque convenzamos sino
porque tu Reino ser‡ nuestra vida. Oyenos hermoso Jesœs, mi
amor y mi verdad, mi Dios y mi Se–or. AmŽn.

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XVI
PASTORAL JUVENIL EN LA ÒPAGANIDADÓ Y LA ÒATEOCRACIAÓ.
CARTA ABIERTA.

Una corriente de pensamiento enturbia la mente de destacados


pastoralistas y grandes cerebros especialistas en sacramentos de
iniciaci—n. Tales entes de ciencia tan subida consideran ordenar
la pr‡ctica sacramental de iniciaci—n. Pues segœn ellos ese
sacramento no est‡ bien colocado en la praxis litœrgica hispana.
Pues no deber’a recibirse despuŽs de la comuni—n, sino entre el
bautismo y la primera comuni—n. De modo que algunos de esos
est‡n considerando que lo bueno ser’a recibirlo a los seis a–os
aproximadamente. Y todo segœn la pedagog’a del argumento de
autoridad: Òporque lo digo yoÓ. Ya que cuando yo era ni–o as’ lo
recib’ yo, en los a–os cuarenta o cincuenta, y ahora soy
sacerdote. Pero claro sin considerar que el ambiente imperante
en aquella Žpoca nada tiene que ver con la sociedad
descristianizada en la que hoy vivimos. La emoci—n loca del
retorno a la infancia muerta que ya no puede resucitar de ningœn
modo. El colmo del historicismo que pretende la reedici—n de una
cristiandad muerta sin posible resurrecci—n por incapacidad e
impaciencia para generar modelos nuevo y que por miedo,
pretende matar los novedosos esfuerzos que aœn no han podido
cuajar del todo. En vez de inventar nuevas soluciones volvamos al
pasado que all’ se estaba m‡s calentito. De modo que:

1¼. La pastoral juvenil de la mayor’a de las parroquias


desaparecer‡. Dado que se apoya sobre la preparaci—n de dicho
sacramento y no existe otra alternativa cre’ble a d’a de hoy. De
este modo la juventud quedar‡ abandonada en las manos de los
adoradores de Nietzsche que pueblan las instituciones de
ense–anza. Y perderemos la œnica oportunidad que tenemos de

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asomarnos a la vida de los j—venes fuera del ‡mbito de la


ense–anza donde nuestra presencia no pasa de ser una Òmar’aÓ y
est‡ tocada de muerte por el auge del laicismo agresivo. !
2¼. Muchos pastores vagos descansar‡n de no tener que bregar
con los j—venes que son muy Òdif’cilesÓ, simplemente porque
exigen una formaci—n que muchos de ellos no tienen y que ellos
no quieren cansarse en obtener. As’ a parte de que los padres
deserten de su formaci—n desertar‡ tambiŽn la Iglesia. Y las
ovejas perdidas se perder‡n m‡s sin que nadie haga el esfuerzo
de ocuparse de ellos. Evidentemente Satan‡s se frotar‡ las
manos sonriente de que le dejemos el campo abonado para
plantar en sus corazones su macabra cosecha. Pastoral juvenil y
comodidad no son compatibles. La dificultad y la ingratitud
tambiŽn se hacen muy presentes. Pero ya nos dijeron que esto
nuestro se trata de una lucha entre la luz y las tinieblas y en la
pastoral juvenil esa batalla se libra en cada coraz—n. Y la
juventud decide en gran medida el futuro de la vida, cosa que no
hace la infancia.!
3¼. Los ni–os se seguir‡n yendo de los templos eso s’ confirmados,
igual que mayoritariamente se van cuando hacen su primera
comuni—n. Porque la pastoral de sacramentalizaci—n y no de
evangelizaci—n llevada desde siglos es lo que tiene. Vive sobre la
fuerza de la tradici—n pero no sobre el poder de la convicci—n.
Los que ya han atrasado la edad de confirmaci—n de 16 a 12 a–os
lo est‡n comprobando.!
4¼. Adelantar la edad de confirmaci—n impedir‡ poder tratar con
cristianos j—venes temas de vida cristiana que con ni–os es
imposible tratar porque no est‡n en situaci—n de entenderlos.!
5¼.Las Jornadas mundiales de la juventud, deber‡n transformarse
en Jornadas mundiales de la Infancia, o en encuentros de los
hijos y los nietos de las distintas y minoritarias comunidades de
distintos signo de la Iglesia cat—lica.!

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

6¼. La par‡bola de Nicol‡s se cumplir‡ plenamente. ÀCual es esa


par‡bola? Un hombre sac— su carnet de conducir hace muchos
a–os cuando no se precisaba de gran formaci—n para conducir. Tal
persona, sufr’a mucho. Porque segu’a segœn su opini—n al pie de
la letra las instrucciones del manual del conducci—n. Arrancaba el
coche, activando el circuito con la llave, y con el pie en el
embrague, met’a la marcha primera, segunda, tercera y cuarta,
aceleraba y el coche se calaba sin ponerse en marcha, claro.
Nuestros cristianos igualmente Òno marcharanÓ si se lo damos
todo de golpe en la primera infancia. !
7¼. Duplicaremos inœtilmente los procesos de formaci—n
catequŽtica en la infancia, pues m‡s sencillo ser’a en ese caso,
dar la catequesis en la ni–ez y prepararlos para recibir a la vez
primera comuni—n y confirmaci—n. Sin duplicar de manera
estœpida procesos para informar y ense–ar al mismo grupo
humano: la infancia.!
8¼. Cumplido el proceso segœn los c‡nones de estas brillantes
mentes, deber’a regalarse una estampa a los ni–os confirmados y
comulgados donde pusiese: ÒHasta verte Jesœs m’o. Si es que
llegas a casarte por la Iglesia, hasta la boda, y si no vuelves, al
menos vuelve muerto para que te celebremos dignamente las
exequiasÓ. As’ ocurre con los budistas en Jap—n. Y el budismo se
ha convertido all’ en una religi—n para ritualizar el nacimiento y
la muerte. !
9¼. Y TODO porque no se coge el toro por los cuernos si es que se
quiere ser fiel a la teolog’a. Confirmaci—n en la infancia donde
hoy damos la primera comuni—n. Y participaci—n en la Eucarist’a
en la Juventud. Como por otra parte ya se hace en otros pa’ses
del mundo. Pues un joven entiende mejor que es vincularse a la
comunidad cristiana dominical eucar’stica que un ni–o que no
entiende por su estructuraci—n mental tales abstracciones. El
ni–o no entiende el cristianismo con profundidad simplemente

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

porque su cerebro aœn no se lo permite. !


10¼. Con el paganismo imperante confiar la evangelizaci—n a la
familia œnica y exclusivamente en cerrar el camino a la fe en
muchos corazones que crecen en entornos familiares no ya
alejados de la Iglesia sino totalmente paganos. De este modo
favoreceremos el paso incruento de la teocracia a la
ÒateocraciaÓ sin etapas intermedias.

ÁMaravilla de maravillas! ÀPara llegar aqu’ es necesario tanta


formaci—n en universidades insignes? ÀSi la mayor’a del clero de
pueblo y barrio somos capaces de ver esto a pie de calle no son
ellos capaces de descubrir tales detalles? Quememos nuestras
humildes naves que tenemos para inventar la nada, y la nada
ser‡ nuestro resultado. Seguid as’ de listos que esto cada d’a ir‡
de peor a peor.S’gase casando por la iglesia a gente sin confirmar
porque lo permite una norma can—nica que no es de derecho
divino, ya que al parecer, no tener el proceso de iniciaci—n
completo no impide aceptar un sacramento de madurez plena
como es el matrimonio, cosa que no ocurre con el sacramento del
orden, pero claro, ah’ el prejuicio de que el estado clerical es
superior no exime del derecho a aceptar un sacramento de
madurez sin tener el proceso de iniciaci—n cristiana completo.
Hipocres’a brutal, falacia burda e infamia notoria. En vez de
mejorar los procesos que existen para hacer arder los corazones
con mayor vigor en la energ’a transfiguradora que es el amor de
Dios manifestado en Cristo, destruyamos lo poco que hay para
inventar la ÒnadaÓ. Menudo descubrimiento. Construyamos sobre
lo que hay, porque si lo destruimos, lo m‡s probable es que no
podamos volver a construir nada. El p‡bilo vacilante no debe
apagarse. La ca–a cascada no debe quebrarse. Mayor creatividad
es lo que hace falta. Procesos evangelizadores donde no s—lo
haya palabra, sino comunidad, liturgia, oraci—n y fraternidad.

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Revisi—n de supuestos dogmas del todo revisables. ÁValent’a!


ÁFortaleza!ÁEntereza! y no vueltas a pr‡cticas pretŽritas que
generaron esta sociedad incrŽdula que vivimos porque alentaron
tradiciones sin convicciones: el sacramentalismo de la
cristiandad. En ese funcionaba bien el cultivo de la infancia, y la
presi—n social hacia lo dem‡s. La reducci—n a la infancia en la
ÒpaganidadÓ no servir‡ de nada. No fue as’ como se extendi— el
cristianismo primitivo en la ÒpaganidadÓ romana. No ver esto
simplemente tiene un nombre clamoroso: NECEDAD. Un abrazo
se–ores m’os y ‡nimo, con gente como ustedes, Satan‡s lo tiene
todo hecho, pronto la vi–a de Cristo terminar‡ por convertirse en
un erial.

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XVII

AMOR DE TODO AMOR: EL AMOR VERDADERO


!
Dedicado a mi querida ÒdivaÓ Paula, ahora mujer, enamorada.

!
Asombro. Eso es lo que produce la vida cuando pasa por mi
mente y mi coraz—n. Asombro ante su misterio. Sus alegr’as y
esperanzas, sus tristezas y angustias, su grandeza y su tragedia,
todo lo que ella es me asombra. Me sorprendo siempre
contempl‡ndola. Me maravilla constantemente lo que otros s—lo
consideran normal. Lo ordinario para m’ siempre resulta
extraordinario. Lo m’nimo me abruma. Lo m‡ximo me sobrecoge.
Asombrado, ese es mi estado habitual de vida al pasar por este
mundo. !
Y entre las cosas que me asombran especialmente el amor que se
establece entre dos personas inteligentes y libres, œnicas e
irrepetibles, diversas pero capaces de comunicarse, me resulta
admirable. Hoy sin embargo descubro que muchos confunden su
camino en la bœsqueda del amor verdadero. Y es tan generalizado
el desenga–o de tantos que hasta se extiende por todas partes la
opini—n de que el amor muere, de que su verdad, su bondad y su
belleza se acaban. Es m‡s otros llevados del escepticismo que les
provoca semejante inseguridad no son capaces de dar pasos
firmes en la senda de la vida en comœn. Les asusta fracasar y
presas del miedo no vuelan nunca de su nido ’ntimo para intentar
compartir su vuelo con otro ser humano.!
Ante este estado de cosas me pregunto si el amor verdadero no
ofrece algœn tipo de se–al que nos permita no caminar a ciegas
por la vida. Y descubro que si las ofrece. ÀCuales son las Se–ales

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que el amor verdadero nos ofrece para saber si caminamos por su


senda en medio de la asombrosa aventura de la vida?

La primera se–al, que para lanzarse a compartir la vida deben


darse simult‡neamente tres cosas entre las dos personas
enamoradas: deseo sexual, querer correspondido y
compatibilidad de vidas. Sin deseo sexual se sirve para amigo,
pero no para esposo o pareja. Sin querer correspondido el sexo
s—lo te da placer. El sexo enamorado adem‡s te hace feliz. Pues
no se hace el amor cuando solo hay deseo o atracci—n. Un
violador tambiŽn siente deseo y atracci—n. Y no por ello hace el
amor. El amor se hace cuando se est‡ enamorado. Cuando se
quiere de manera correspondida. Y si libremente por ambas
partes se establece una relaci—n sexual sin amor, se juega o bien
como decimos en Murcia: se jode o se folla. Pero eso no es hacer
el amor. Evidentemente con amor el sexo sabe infinitamente m‡s
y mejor. El amor vac’a de tabœes sin sentido el sexo y nos libera
del todo vale del hedonismo imperante. Y da equilibrio a las
cosas. Sin compatibilidad, adem‡s, las preciosas flores que son el
deseo sexual y el querer correspondido se marchitan. Pues la
compatibilidad es el agua que esas flores requieren para vivir. Ya
que es la compatibilidad entre los enamorados lo que permite
que el deseo sexual y el querer correspondido duren en el
tiempo. La compatibilidad es fr’a frente al deseo y al querer,
pero es extremadamente necesaria para que el fuego del deseo y
del querer no se apaguen. En mi camino vital he conocido a
muchas personas, y en muchas parejas siempre he observado que
el problema ha sido la compatibilidad. Se quer’an, pero no sab’an
quererse. Se deseaban pero no sab’an desearse. Sin
compatibilidad la dulzura del deseo y el querer se agria. Su
almibar se vuelve vinagre. Recomiendo siempre por tanto que sin
un m’nimo de 60 % de compatibilidad espont‡nea no se

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establezcan relaciones de pareja porque lo m‡s seguro es que la


experiencia termine mal. No basta la atracci—n sexual, y tampoco
el querer correspondido, lo repito. Por hermosos que parezcan no
bastan para construir una vida en comœn. La compatibilidad se
construye por acuerdos y di‡logo pero mi experiencia me dice
que no m‡s all‡ de un 20 0 un 30 %. De modo que si no se da un
60% como punto de partida, dif’cil ser‡ lograr un m’nimo de
compatibilidad que haga posible la vida en comœn. En el previo a
la vida en comœn, lo que antes llam‡bamos noviazgo, lo que se
deber’a estudiar del otro es la posibilidad real de ser compatible
con Žl. Pues el deseo y el querer correspondido la mayor’a de las
veces son patentes. Hay casos en que solo el deseo, pues tambiŽn
algunos confunden el amor que supone deseo, querer y
compatibilidad, s—lo con el deseo. Estas uniones duran muy poco
claro. As’ que la cuesti—n no es s—lo ÀTe deseo y me deseas? ÀTe
quiero y me quieres? Hay una tercera cuesti—n, y a mi juicio la
m‡s definitiva: ÀSomos compatibles?. Hasta aqu’ por tanto la
primera se–al.

La segunda se–al es si la convivencia con mi pareja me hace


sentir mi vida m‡s verdadera, m‡s buena y m‡s bella. Si es as’,
esa persona es adecuada para que tœ compartas tu vida con ella.
En cambio si a su lado encuentras que tu vida se vuelve una
mentira, si descubres que tu vida a su lado se vuelve mala o si te
percatas de que tu vida a su lado se vuelve fea, est‡ claro, Žl o
ella, no es tu media naranja. Esta se–al es la del sentido comœn,
que a veces es el menos comœn de los sentidos. Poco importa que
lo quieras o lo desees, si tu vida a su lado es fea, mala y mentira,
olv’date de Žl o de ella, y nunca te lances a compartir la vida con
esa persona. Pon entre esa persona y tœ, tiempo y distancia y
desenam—rate, pues si te unes a ella, tu amor ser‡ un amor de
los que mata y no de los que te hacen vivir en la gloria. Esta es la

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segunda se–al que creo el amor verdadero nos muestra siempre. !


!
La tercera se–al tiene que ver con el pensamiento. Cuando
convives con esa persona con la que quieres compartir la vida,
p‡rate y escœchate. ÀCuantos pensamientos acerca de tu pareja
brotan del amor? ÀTe descubres con frecuencia pensando con
amor de tu pareja? Porque mira, si no piensas con amor de tu
pareja no sentir‡s amor por ella y si no sientes amor no esperes
tratarla con amor. Parece simple y lo es, pero as’ funciona la
cabeza. Cabeza, coraz—n y conducta est‡n interconectados. Si
pienso de manera positiva acerca de alguien, tengo sentimientos
positivos por esa persona y lo trato positivamente. Pero si pienso
negativamente de alguien, si no lo admiro, la cascada se produce
igualmente en sentido inverso. Por tanto si tu amor es verdadero,
otra se–al es que pensaras con amor de tu pareja habitualmente.

La cuarta se–al es que el celo de la alcoba debe extenderse al


todo de la convivencia en pareja. Dicho as’ resulta dif’cil de
entender. Cuando uno est‡ verdaderamente enamorado sabe que
nada es m‡s importante que su pareja. Y no permite que nada ni
nadie se meta entre su pareja y Žl o ella, puesto que tampoco
permite que los que se quieran inmiscuir entre sus asuntos se
metan en su cama cuando su pareja y Žl o ella, se disponen a
hacer el amor. Dos personas verdaderamente enamoradas
descubren esto de manera espont‡nea. As’ que ni personas ni
cosas (incluido el dinero) son m‡s importantes que el hecho de
que tœ y yo estemos juntos. Muchos cuando tienen problemas se
evaden de la alcoba, del lecho matrimonial, mal hacen. El amor
vivido de esa manera les ayudara a descubrir donde est‡ la
verdadera fuente de su felicidad. Y los fortalecer‡ con un caudal
de vida para hacer frente a todos los problemas que puedan

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

plante‡rsele. Excluyo evidentemente momentos de enfermedad


claro, pues en esto, tampoco hay que ser tan exagerado.

La quinta se–al consiste en descubrir que si es importante ser


padres m‡s importante aœn es ser esposos. Muchas parejas
cuando tienen hijos olvidan que son esposos. Es una pena claro.
Porque uno es esposo y padre , como una moneda tiene dos caras
que no se solapan nunca. Ser esposo nada tiene que ver con ser
padre. Y ser padre nada tiene que ver con ser esposo. Mientras
que por definici—n la paternidad es altruismo puro, la
esponsalidad siempre requiere de reciprocidad. Cuando veo
esposos que s—lo hablan de sus hijos siempre pienso que se han
olvidado de ser esposos. Los esposos que no le roban al d’a un
tiempo para hacerse sentir esposos enamorados son personas que
han perdido la senda del amor verdadero. Lo mejor que un hijo
puede recibir de sus padres es verlos enamorados. Lo peor que
puede recibir es verlos pelearse. Nada da m‡s seguridad interior
a un ni–o que ver como sus padres se aman y saberse hijo del
amor. Es la mejor herencia que se les puede legar. Adem‡s una
casa no se funda en los hijos. Los hijos son el fruto del amor
esponsal que siempre ha de ser una fuente inagotable. El
cimiento de una casa son los esposos que construyen con su amor
el hogar comœn. De modo que el cimiento de la casa se resiente
cuando la relaci—n esponsal se quiebra. Un hijo puede dar
problemas a unos padres claro, pero si los padres son esposos de
verdad, afrontaran juntos los problemas. En cambio si solo son
padres y no esposos, su relaci—n podr‡ quebrarse, pero no por el
hijo, sino porque ellos no se aman verdaderamente. Ser padre y
ser esposo, cuando el amor es verdadero, siempre son lineas
paralelas que no se cruzan ni se solapan nunca. Ademas dado que
el amor de los esposos genera vida y no porque la engendre

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principalmente, sino porque la ama y educa, pues que nunca


muera el amor para que la vida siempre resulte viva.

La sexta se–al es la sed de eternidad que el amor verdadero


genera. El amor verdadero engendra la sed de infinito. Cuando
amas verdaderamente nunca estas dispuesto a aceptar de buen
grado que se muera el ser al que amas. Si morir como dicen
algunos es natural, amar tambiŽn lo es, y amar nos vuelve
incompatibles con la muerte por necesidad. De modo que henos
aqu’ incapacitados para vivir una vida mortal si alguna vez
amamos verdaderamente. Dir’a sin temor a equivocarme que el
amor me sumerge en la eternidad. Pues el amor reclama la
eternidad y si esta no se ofrece la dulce dicha que el amor
provoca se vuelve amarga frustraci—n. As’ que respecto a esto
s—lo me cabe insinuar una cosa: si existe la sed es porque existe
el agua. De modo que si existe la sed de eternidad que el amor
despierta puede ser que sea porque la eternidad nos espera y
porque el amor ser‡ m‡s fuerte que la muerte. QuiŽn quiera
indagar m‡s en esta perspectiva que se aventure a conocer a
Jesucristo y aprender‡ lo que es vivir y amar en plenitud.

La sŽptima se–al del amor verdadero es que llega un momento en


que se abre de la reciprocidad al altruismo. Dicho de otra manera
de la correspondencia a la gratuidad absoluta. Llega un momento
en que el querer se vuelve amor. El querer conlleva una masa
sentimental intensa, el amor es mucho m‡s global y el
sentimiento en el amor no es lo definitivo. Por ello yo llego a
amar verdaderamente a un ser al que quiero cuando mi felicidad
consiste en verlo feliz a Žl. Siempre y cuando eso no conlleve
tener que aceptar que Žl pise mis derechos de manera agresiva
claro. Pues el amor verdadero nunca pisa los derechos del otro,
al contrario los promueve. La atracci—n faltal es la atracci—n
hacia personas que nos deconstruyen vulnerando nuestra

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dignidad y atropellando nuestros derechos. No es ese el sacrificio


por amor del que yo hablo aqu’. El sacrificio por amor en el
matrimonio nunca es una exigencia y siempre ha de ser un
regalo. Si mi vida consiste en hacerlo feliz, y me sacrifico por
ello, y si su vida consiste en hacerme feliz, y se sacrifica para
ello, ambos tocaremos el cielo con las manos en mœltiples
ocasiones. Y tendremos la sensaci—n al fundirnos en una mirada,
de que somos con diferencia lo mejor que nos ha pasado en la
vida el uno para el otro. Mi felicidad es dejar de importarme yo
para que s—lo me importe Žl. Competid para ver quien ama m‡s y
poned todo el empe–o en ganar al otro. El amor hasta el
extremo. La medida del amor el amor sin medida. El
antiego’smo. El antiodio. La cruz de Jesœs nos ense–a mucho
sobre esto. Los que quieran saberlo que se acerquen a Žl. Mi
felicidad es verte feliz a ti que eres el ser que amo. Cuando
hablamos de los sacrificios del amor hablamos de esto. De los
sacrificios y los servicios que no cuestan nada porque como se
ama, nada cuesta nada. Los sacrificios por los esposos o por los
hijos no cuestan nada cuando se ama de veras, aunque duelan. El
amor compensa. Es como en el parto, el dolor duele, pero se
sufre porque se ama sin l’mites lo que est‡ a punto de venir.
Dolor y felicidad no se excluyen cuando se ama. Por eso el amor
verdadero se mantiene en las alegr’as y en las penas, en la salud
y en la enfermedad. El querer con el tiempo se vuelve amor.
Entonces es cuando la flor se vuelve fruto.

ÀPodr’an hallarse m‡s? Supongo que s’, pero con estas basta. Si no
se verifican estas se–ales ni se te ocurra lanzarte a la aventura
de la vida comœn. Pero si estas siete se–ales se dan: adelante. El
siete en la Biblia es el nœmero de la perfecci—n. Y si estas siete
se–ales se dan, tu amor tiene toda la pinta de ser perfecto.
Muchos no ven que estas siete se–ales no se daban hasta que no

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se han equivocado. Entonces estamos ante uniones nulas. Es


decir nunca fueron amor verdadero, solo fueron una simulaci—n,
un espejismo de amor. Y por eso ante esas uniones los creyentes
sabemos que Dios no ha unido verdaderamente lo que nunca fue
verdadero, por mas templos y bendiciones y actas que el
supuesto matrimonio haya podido provocar. En ese caso lo mejor
es poner en claro la situaci—n y dar una nueva oportunidad a las
personas de encontrar su amor verdadero. El problema es que a
veces los tr‡mites burocr‡ticos o can—nicos se llevan tanto
tiempo que desesperan al m‡s paciente de los pacientes, y todo
porque de tan serios que queremos ser en los tr‡mites nos
volvemos un estorbo para que los seres humanos puedan vivir su
vida fugaz a veces, con un m’nimo de felicidad. Pero esto ya es
otro tema.!
As’ que si quieres asombrarte hasta el extremo en esta vida
adŽntrate por la senda del amor verdadero, encuŽntralo
haciendo caso de las se–ales que el nos ofrece, y te lo prometo:
Ver‡s maravillas.

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XVIII

POR EL AMOR A LA VERDAD: NO HAY OTRO CAMINO.

Desde el Unitatis Redintegratio, la Iglesia intuy— un giro


copernicano en la bœsqueda de la unidad de los cristianos en una
sola comuni—n. La secuencia de un cœmulo de Sumos Pont’fices
santos lo ha provocado. Pues como autŽnticos soplos del Esp’ritu
de Dios han suscitado una verdadera primavera para la iglesia
cat—lica universal. Desde los brazos abiertos en cruz del Papa P’o
XII en el barrio bombardeado de San Lorenzo esa nueva era se ha
desatado para todos progresivamente con un vigor notable y a
veces, sobresaliente. !
Durante muchos siglos hab’amos pensado que la bœsqueda de la
verdad nos conducir’a de nuevo al amor. Y el concilio Vaticano II
nos ha planteado esa bœsqueda del amor desde otra clave. Pues
lo que el concilio intuye y formula de una manera m‡s o menos
clara resulta maravilloso: El amor nos har‡ encontrar a todos la
verdad verdadera. Esta es la nueva clave desde la cual
deberemos orientar el ecumenismo. El amor nos har‡ encontrar
la verdad. Pues la verdad es el amor. De modo que la vida del
amor nos har‡ llegar a la unidad en la verdad. Es el amor el que
de manera maravillosa templar‡ y aquilatar‡ nuestra s
interpretaciones de la verdad. Lo que impide por tanto la
bœsqueda de la verdad es el desamor. Pues la divisi—n, el diablo,
es exorcizada por el amor. Pues donde el amor es
verdaderamente el diablo es vencido y expulsado. Anteponer la
verdad al amor es falsear la verdad misma, pues si la verdad es el
amor, nunca podremos encontrarla si no nos amamos los unos a
los otros. De ah’ que m‡s que empezar por debatir lo que
tenemos que hacer es empezar por amarnos. Y para ello hay que
conocerse, respetarse, valorarse, quererse. Establecer lazos. Sin

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

la fuerza del amor que nos une nunca lograremos encontrar la


verdad. Y jam‡s lograremos construir la unidad. La comuni—n es
hija del amor. La comuni—n es verdadera cuando ama
verdaderamente, con autenticidad. Esta es la clave. Y esto no
solo vale para los cristianos. Mi experiencia me dice que incluso
con el ate’smo y con otras religiones es posible caminar hacia la
verdad cuando nos amamos. Pues es el amor el que nos impele a
salir al paso del otro y a cogernos de su brazo para indagar los
fundamentos del inmenso misterio en el que todos somos y que
llamamos vida. Con el desamor cualquier interpretaci—n religiosa
o filos—fica se vuelve ideolog’a y nos enfrenta y destruye, y por
ello nos aleja de la autŽntica verdad, el amor. Pues Dios es amor.
Y el modo de encontrarlo y gozarlo es amarnos. Nuestro primer
objetivo pastoral siempre deber’a ser amar a los dem‡s. Como
sacerdote es lo que voy descubriendo cada d’a m‡s. Las
feligres’as lo que m‡s valoran es sentirse amadas por sus
pastores. Nuestros gestos y nuestras palabras, nuestras acciones
ministeriales y litœrgicas se vuelven inmensamente m‡s ricas y
fecundas cuando lo primero que deseamos es amar. Cuando
amamos a nuestros pueblos y comunidades los feligreses se
acercan mucho m‡s a la verdad en todos los ordenes. Pues el
hombre seducido por el amor, escucha y cree con m‡s facilidad. Y
es que nadie cree la palabra de aquel que no te ama. En cambio
si te percibes amado te dispones a creer aunque a veces te
cueste comprender. Pero si con nuestros ojos, con nuestros gestos
y nuestras palabras los otros se perciben amados entonces la
mayor parte del camino se ha recorrido. Jesœs nos ense–o la
verdad que duda cabe, nadie discute eso, si bien Žl eligi— el
camino del amor para ense–arnos la verdad, pues Žl, no nos dijo:
Òven, siŽntate y aprende mi sabiduriaÓ, si no que nos dijo: ÒVoy a
lavarte los pies pues te amo hasta el extremoÓ. Y ah’ nos gan—
para la verdad. Pues el amor al otro lo gana para la verdad. El

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

primer paso para evangelizar es amar. Cristo lo ense–a. No verlo


es no conocer a Jesœs el Hijo amado de Dios, su predilecto. El
amor es la clave. Por el amor llegaremos a la verdad y a la
unidad que ella conlleva. Pues el amor nos har‡ vivir en la verdad
y en la unidad, y en esa vida, nuestras mentes construir‡n los
caminos de la verdad. Y si surgen escollos , el amor nos dar‡
fuerzas para vencerlos. Si el amor reina entre nosotros nos doler‡
que nuestras pobres mentes nos separen y dividan. Esa
desacralizaci—n de la todopoderosa raz—n evitar‡ que la
convirtamos en un ’dolo diab—lico que nos divide y enfrenta. Es el
amor el fundamento del ecumenismo, por ah’ se empieza. Si
pretendemos encontrar la verdad para caminar hacia el amor,
nunca lograremos encontrarla y nos desanimaremos con facilidad.
Y hasta la empresa nos resultar‡ imposible. En cambio si nos
amamos ningœn reto por dif’cil que nos resulte nos frenar‡. El
amor manifiesta el camino para encontrar la verdad. Debemos
por tanto fomentar todos cuantos caminos sean necesarios para
que nuestro amor sea m‡s pleno. Deber’amos encontrar d’as en
la Navidad y en la Pascua para exteriorizar a los ojos de todos
como nos amamos. Pues cuando vean como nos amamos creer‡n
que somos disc’pulos de Jesœs, aun cuando algunas
interpretaciones de la verdad nos impidan la plena comuni—n en
diversos aspectos de la vida cristiana. Pero el amor suplir‡ lo que
falte en el resto de ‡reas de nuestra existencia. Y transfigurar‡
poco a poco nuestro ser, nuestro pensar, nuestro sentir y nuestro
actuar. Si construimos el amor, hemos llegado a la meta aunque
aœn no sepamos como explicarlo. Pues el amor mismo nos
sumerge en el misterio de Dios donde los que son distintos llegan
a ser uno en el amor. El amor es el camino. Por tanto el giro
copernicano consiste en amar para lograr la verdad. Y no en
buscar la verdad para encontrar el amor. La bœsqueda de la
verdad sin el amor real nos conducir‡ al enfrentamiento. Algo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

parecido a pretender construir la libertad y la igualdad al margen


de la fraternidad. Cuando es la fraternidad la que permite vivir
en libertad y en igualdad. De ah’ el gran fracaso de la
modernidad occidental que se deconstruye ag—nicamente en la
postmodernidad. Y es que sin fraternidad la modernidad muere
por suicidio. Pues sin fraternidad no logra nada de cuanto sue–a.
El amor es la clave de todo nuestro proceso. No debemos
permanecer m‡s tiempo ciegos ante el amor. Pues quien no
encuentra el amor nunca encuentra la verdad. Y sin estos dos la
unidad es imposible. La unidad es la meta y el camino es el amor
que nos conduce a la verdad. El ap—stol San Juan suscribe punto
por punto este an‡lisis. Repasemos sus escritos y lo veremos con
infinita claridad. Este camino jo‡nico es la revoluci—n de ayer, de
hoy y de siempre. Sin amor vivimos inmersos en el reino del
anticristo. Y por eso deformamos el verdadero de Cristo. Nada
debe romper la caridad pues nada es mas importante que ella.
Nada es mas importante que el amor en el evangelio. Busquemos
el amor y todo lo dem‡s se nos dar‡ por a–adidura. El concilio es
sabio. La voz del Esp’ritu de Dios habla por Žl. Aun cuando nos
cueste aprender sus antiguos y siempre nuevos susurros. Esta es
la sabidur’a que buscamos y deseamos. La sabidur’a del amor.
Ella y s—lo ella nos permitir‡ encontrar la œnica verdad, pues nos
dotar‡ del punto de vista oportuno para poder comprenderla
adecuadamente. Quien no ama antes que nada nunca po dr‡ ver y
comprender la verdad que es Dios mismo. Por mucha ciencia y
saber que pueda haber acumulado, pues si no tengo caridad,
todo eso, de nada me sirve, de nada me aprovecha. Pues todo
eso pasar‡ y solo el amor quedar‡ en pie. Cuando todo eso que
hemos cre’do conocer de manera imperfecta quede
definitivamente eclipsado por el s—lo imperio del Amor Eterno
que es Dios que quiere serlo todo en todos, y que s—lo puede
serlo, si todos nos amamos. Pues cuando el amor lo sea todo en

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

todos, Dios lo ser‡ todo en todos. El ecumenismo, la


evangelizaci—n, la liturgia, la pastoral, todo en la Iglesia debe
descubrir el amor como œnico punto de partida, como œnico
camino y como œnico y definitivo punto de llegada. Quien ama
llega a la meta ipso facto. Pues entra en Dios, nuestro œltimo
destino. Los que aman viven en Dios, en Žl se mueven y existen.
Y quien vive en Dios habita en Dios aunque no lo comprenda
totalmente. Para quien ama no hay prisa. Desde el amor lo ir‡
descubriendo todo paso a paso. La eternidad nos aguarda. No
tenemos prisa. Quien ama vive en la eternidad. Y el amor
siempre sorprende. A cada paso. Pues despuŽs de todo que es la
vida espiritual si no un acontecer instantaneamente el amor de
Dios que nos va transfigurando a diario toque a toque hasta sacar
un hijo de Abraham de esta piedra que somos. El amor. El amor.
El amor. El amor es el camino. El amor es la verdad. El amor es la
vida. El amor nos har‡ vivir en plenitud. Y nos permitir‡
encontrar la verdad plena, la bondad plena y la belleza plena.
Sin amor nada pero con amor todo. Cualquier gesto o palabra que
permita y produzca que nos amemos m‡s cat—licos, ortodoxos,
anglicanos y protestantes sea bienvenido. Pues ese amor santo
nos reintegrar‡ en una sola familia. DespuŽs de todo en una
familia no todos piensan igual y sin embargo todos son uno si se
aman. ÀQuien ha dicho que pensar sea m‡s importante que amar?
Amar es antes. Y entonces al pensar desde el amor evitaremos y
curaremos la divisi—n que nos aqueja. Pues la divisi—n nunca ser‡
una opci—n para el que ama. Y preferiremos dejar en el misterio
lo que no sea comprensible para todos hasta que lo sea. Pues el
amor es antes que cualquier otra cosa. Pensar contra el amor nos
saca de Dios, nos expulsa de su seno. Y nos impide encontrar la
verdad. Pues para poder encontrarla lo mejor que podemos hacer
es vivir en ella. Pues fuera de ella esa tarea resultar‡
pr‡cticamente. Lo diab—lico, lo que nos divide, ha construido un

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

plan dividir amor y verdad. Cuando amor y verdad son uno s—lo.
La verdad es el amor. Y el amor es la verdad. Quien vulnera este
aserto no recoge con Cristo sino que desparrama. Pues es el
desamor lo que nos hace perder la comuni—n con Cristo y con la
verdad que el representa. Ningœn poder y responsabilidad en la
Iglesia debe ignorar este dogma m‡ximo: el amor es la verdad, y
la verdad es el amor. Ni presb’teros, ni pastores, ni obispos, ni
patriarcas, ni sumos pontifices. Pedro est‡ al servicio del amor,
para lograr que la Iglesia sea Òla CaridadÓ de la que san Ignacio
de Antioqu’a nos hablaba permanentemente. Estorbar la
bœsqueda de la verdad por la senda del amor, nos hace
merecedores de que escuchemos de los labios de Cristo est‡s
duras palabras: Òap‡rtate de mi Satan‡s pues tu no piensas como
Dios, piensas como los hombresÓ. La verdad sin amor es un
l‡tigo, Juan XXIII, lo record— en alguna ocasi—n. Pues la verdad
s—lo es verdadera cuando ama. El amor hace verdadera la
verdad. Giro copernicano. No lo olvidemos. Y ahora, lo dicho:
ÁAmad! Amaos unos a otros como yo os he amado, y entonces,
œnicamente entonces viviremos en la verdad. Y s—lo as’
reintegrados viviremos en la unidad plena.

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XIX

EUCARISTIA Y POSTMODERNIDAD NEOPAGANA

! La Eucarist’a es confeccionada por el amor. Mantiene un amigo


m’o liturgista que ser’a posible replantearse si la f—rmula
adecuada que confecciona la eucarist’a son las palabras de la
œltima cena o la ep’clesis en s’. Recuerdo que le hice la
observaci—n de la distinci—n entre materia y forma de la
escol‡stica insistiŽndole en que es tradici—n escol‡stica
proclamar que la forma de este sacramento son las palabras de la
œltima cena. Si bien el manifest— que en una plegaria eucar’stica
malabar dichas palabras no se pronuncian sino que son sustituidas
por la ep’clesis. Disquisiciones a parte, podemos afirmar sin
temor a equivocarnos que es el Esp’ritu de Dios, al pronunciar las
palabras de la œltima cena, el que obra la maravilla de que el
pan y el vino, se conviertan en el cuerpo y en la sangre del Se–or.
O sea, que Cristo resucitado se haga realmente presente en la
Eucarist’a. Es por tanto el amor el que realiza la Eucarist’a. De
modo que amor es lo que encontramos en ella.!
Pues es Cristo resucitado, el amor mismo de Dios hecho carne el
que nos visita. El que ha dado su vida porque nos ha amado hasta
el extremo. Sus palabras enamoradas lo muestran. Esto es mi
cuerpo que se entrega por vosotros. Esta es mi sangre que se
derrama por vosotros y por muchos. No hay mayor amor que el de
aquel que da la vida por nosotros. De modo que es el amor de los
amores el que nos visita. Y as’, cada part’cula de la eucarist’a por
m’nima que esta sea, es Òmiga enamoradaÓ. Son palabras
enamoradas las que confeccionan la eucarist’a y la convierten en
el culmen del amor sacramental de Dios.!
Pues con esta plegaria eucar’stica conmemoramos el calvario.
Cuando el sacerdote habla al Padre, en nombre de Cristo, para

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

darle gracias, movido por el Esp’ritu. Cuando el sacerdote habla


al Padre que est‡ entre nosotros, inund‡ndonos con su amor,
habla al Amor mismo. Pues en el calvario Dios en Cristo se ha
manifestado como amor eterno. En Cristo hemos visto el rostro
verdadero del Padre Dios. Jesœs y el Padre son uno. Nunca un
enviado de Dios hab’a hecho tanto. Morir en nuestro lugar para
cargar sobre s’ el peso de nuestras culpas y evitarnos a nosotros
la condena de nuestros pecados. Lavarnos con su sangre como
nos ense–a la din‡mica sacrificial jud’a. O dicho de otro modo,
nadie, cuando hab’a recibido tanta ingratitud, barbarie y odio,
hab’a respondido con tanto amor diciendo: ÒPadre perd—nalos
porque no saben lo que hacenÓ. La Eucarist’a actualiza ese
manantial de amor. El misterio eucar’stico actualiza el calvario.
No es que vuelva a ser sacrificado Cristo otra vez sobre una
nueva cruz y en un calvario diferente. Es el mismo sacerdote, la
misma v’ctima y el mismo altar. Es la misma entrega v‡lida para
ayer, para hoy y para siempre, la que se renueva en el altar. El
sacrificio de la cruz acontece ante nuestros ojos. Al pronunciar
las palabras de Cristo en la œltima cena su entrega se renueva. Su
amor hasta el extremo se actualiza. Es el mismo sacrificio por un
amor sin medida el que se ofrece de nuevo, pero esta vez, vac’o
de todo dolor y pleno del mismo amor. Ya no se renueva el horror
y el dolor, sino el amor. Porque es el amor manifestado, y no el
horror y el dolor, lo que salva. Lo que nos salva es el Amor de
Dios. De modo que al recibir la Eucarist’a recibimos al Cristo que
nos ha amado hasta el extremo. Recibimos el mayor amor que ha
existido jam‡s. O cuando meditamos ante el Cristo eucar’stico
expuesto en la custodia, adoramos el amor sin l’mites. De ah’ que
sea precioso ponerse ante Žl para dejarse amar como nadie ha
sido capaz de amarnos.!
Pues no debes olvidar nunca, que donde est‡ Cristo, est‡ el
Padre, y est‡ el Esp’ritu. Son uno en el amor, y tres, porque si no

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

el amor ser’a imposible. Ya que para que haya amor verdadero


tiene que haber diversidad de personas. La naturaleza de Dios es
el amor, que fluye en tŽrminos absolutos entre las tres divinas
personas. El Padre no es el Hijo ni el Esp’ritu. Y as’ se debe decir
sucesivamente con cada una de las tres divinas personas. Pero
gracias al amor que fluye entre los tres, los tres son uno solo. El
amor tiene la virtud de unir a las personas diferentes. Pues en
Dios, dado que se produce en tŽrminos de absoluto, en tŽrminos
de plenitud y de infinito, en tŽrminos de eternidad, consuma la
uni—n de una manera real y plena. Hasta el punto de que se
puede decir que donde est‡ una de las divinas personas, est‡n las
tres.Las tres son consustanciales, el amor en tŽrminos absolutos,
pues en Dios todo es absoluto, lo realiza de una manera que
aunque comprensible, siempre resulta misteriosa. El amor posee
la gracia de unir sin anular la diversidad. Es el misterio de la
comuni—n que no uniforma, sino que al unir, requiere la
diferencia, pues si no el amor, simplemente dejar’a de existir. Sin
el amor como verdadera naturaleza sustancial de Dios el misterio
de la Trinidad ser’a un imposible metaf’sico. Y sin el misterio de
la Trinidad, Dios se convertir’a en un ser menos perfecto que la
humanidad pues la ÒinterpersonalidadÓ que nos es propia ser’a
ajena al ser mismo de Dios, careciendo este de esta perfecci—n.
Un ser, por eterno y perfecto que sea ser’a incompleto si
existiese en la absoluta soledad. Es m‡s de acuerdo con los
hallazgos de la filosof’a dial—gica, el yo sin el tu es imposible.
Solo en el encuentro con el tœ el yo se percibe como realmente
yo. Dios es amor. Dios es comunidad en el amor. Y donde est‡
Cristo est‡ la comunidad amorosa de las tres divinas personas que
por el misterio del Amor Divino son desde siempre y para siempre
un solo Dios. De modo que al adorar la eucarist’a y al recibirla se
recibe el amor mismo de Dios. Decimos que en la
transustanciaci—n se produce un cambio sustancial en el pan y el

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

vino, que se vuelven meras especies, porque su sustancia se


vuelve distinta, la idea que genera su ser y le da consistencia
pasa a ser otra. El Amor mismo de Dios que nos visita en la
persona del Hijo. El amor es Dios porque Dios es amor. Pues su
Amor Eterno se convierte en la verdadera sustancia, en la idea
que da consistencia a esa apariencia de pan y de vino. Que se
vuelve pan de vida, y verdadera bebida. Y cuando digo idea no
expreso una mera vaguedad intelectual. Quien afirme tal cosa no
entiende que tras la realidad de una casa, antes existe un plano y
previamente una idea que lo configura. Sin idea no hay casa. No
existe la realidad material sin una idea que la configure. No hay
materia sin forma. De modo que el pan deja de ser pan aunque
qu’micamente mantenga la forma de pan porque la idea que lo
constituye como realidad, deja de ser la que es, y es Cristo
mismo el que se posesiona de ella. De modo que su amor eterno
de Dios en Cristo pasa a ser la sustancia real de ese pan. Si bien,
el amor de Dios no puede detectarse en un tubo de ensayo. Como
tampoco el amor de dos amigos puede reflejarse en una anal’tica
de laboratorio. A lo sumo, el flujo de sustancias que este
desencadena pero nada m‡s. Un bioqu’mico puede explicar los
entresijos electroqu’micos que mover un brazo genera, pero no
puede descubrir con un tubo de ensayo la intenci—n que nos lleva
a mover el brazo. Y sin embargo la intenci—n es lo realmente
definitivo, pues sin ella, por mera electroqu’mica el brazo no se
mover’a como se mueve. La sustancia de Dios es el amor. Y esa es
la sustancia que se posesiona del pan y del vino. De ah’ que su
comida, su bebida, su adoraci—n, nos den la Vida Eterna. Pues es
ese amor el que tiene la virtud de hacer nuestras vidas eternas.
ÀEntonces queda localizado el amor de Dios en la Eucar’st’a?
Evidentemente. Como queda localizado el amor de un padre y
una madre en la persona de su hijo, del modo que si se toca al
hijo para bien o para mal, se puede decir que se toca el coraz—n

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del Padre y de la madre de manera directa e inmediata. Es Dios


quien localiza su esencia, su amor infinito en una realidad finita.
En esa humilde especie (sea pan o vino) coinciden lo divino y lo
material como en en Cristo encarnado coincidi— el cielo y la
tierra. Para entender por tanto como se hace presente Dios en la
Eucarist’a hay que entender como se hace presente Dios en
Jesucristo. ÀNo ser’a conveniente considerar hasta que punto se
puede decir del pan y del vino lo que se dice del hombre y de
Dios, lo que se dice de Dios en Cristo? La perspectiva cuando
menos es sugerente y sugestiva. Habr’a que matizar mucho lo que
es extrapolable entre el sacramento de Cristo, la Eucarist’a, y el
sacramento del Padre que es el mismo Cristo. Pero la pista de
reflexi—n queda abierta. Y el debate teol—gico podr‡ hallar
muchas luces de proseguir ese sendero. Por lo pronto baste decir
que la eucarist’a es una realidad enamorada sacramentalmente
hablando. Su sustancia verdadera es el amor puro y eterno de
Dios manifestado en Cristo, templo del Esp’ritu Santo e impronta
del mismo ser del Padre Dios. Comulgar y adorar la Eucarist’a es
sumergirse y abrirse a la Vida Trinitaria Divina. Pues en el cuerpo
y la sangre de Cristo, alienta, la Trinidad Divina. Es por tanto la
Eucarist’a un misterio en s’ mismo de ’ndole trinitaria. La
Eucar’stia no es un objeto ni una cosa, es una realidad personal.
En el pan y en el vino, lo que nos sale al paso es la misma
persona del Hijo, que es uno en el amor absoluto, con el Padre y
con el Esp’ritu. Y esa comuni—n en el Pan y el Vino eucaristizados
se ofrecen como un Tœ a ti y a mi, a todos nosotros. Si no
consideramos la Eucarist’a como una realidad personal,
simplemente estamos ante una cosa sobre la que se ha implorado
una oraci—n de bendici—n. Por ello muchos protestantes hablan
de pan bendito. Pero el pan bendito no encierra en s’ la
capacidad de regalarme la vida eterna. Pues Žsta s—lo es fruto
del amor de Dios manifestado en Cristo. No hace eterna mi vida

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una cosa bendecida, sino el amor mismo de Dios, realidad


personal, manifestado en Cristo.!
Por ello en la Eucarist’a y ante ella es sencillo dejarse amar si se
tiene fe en la palabra de Jesœs cuando dice: ÒEsto es mi cuerpoÓ,
ÒEsta es mi sangreÓ, el pan y el vino a partir de ese instante
dejan de ser esto para pasar a ser Žste. Y todo porque la idea
configuradora de su ser, su forma sustancial, deja de ser la que
es para pasar a ser otra. De cosa a sujeto. De objeto a Persona.
El amor por definici—n es una realidad personal. No un objeto o
cosa. No adoras una cosa, sino a una persona. No adoras una
representaci—n simb—lica de una persona, sino a la misma
persona. Por eso, el amor que recibes de ella, no es fruto de tu
imaginaci—n, sino que es real y autŽntico, pues la persona que lo
genera, no est‡ simbolizada sino realmente presente. No se trata
de una representaci—n sino de un sujeto. Y en ese sujeto quien
habita es Dios mismo. Al dejarse amar en y ante la eucarist’a,
dejas que sea Dios mismo quien te ame. La sustancia divina es
personal. De modo que el cambio sustancial que se opera en la
eucarist’a transfigura la realidad del pan y el vino de cosa en
persona. La transustanciaci—n supone una transfiguraci—n
personal de lo que s—lo es una cosa. De ah’ que el Amor Eterno de
Dios se adue–e por completo del pan y del vino. La Eucarist’a es
amor. Su sustancia es el amor de Dios. Su sustancia es personal,
interpersonal. Su sustancia es pura comuni—n. Es el Hijo amado
por el Padre en el Esp’ritu. Su intimidad es profundamente
trinitaria. !
La Eucarist’a como sustancia es de naturaleza profundamente
pascual. Es el mismo cordero de Dios ofrecido sobre el calvario
como pago del precio de nuestras culpas, segœn la cosmovisi—n
cultual jud’a, de la que el cuarto c‡ntico del siervo de YHWH y la
carta a los hebreos son una exposici—n perfecta. No es otro Cristo
nuevo el que muere sobre el altar, sino el mismo Cristo que

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renueva su muerte entre nosotros. Es el mismo Cristo el que


renueva su mismo amor desatado sobre el calvario. En la
Eucarist’a el sacrificio pascual se vac’a de Horror y perpetœa el
Amor. Pero adem‡s es Pascual porque Cristo Resucitado est‡
realmente presente en ella como Amor Eterno que vive por los
siglos. Si bien est‡ como el resucitado escondido a los ojos de sus
disc’pulos, y s—lo es posible de ser descubierto cuando el te llama
por tu nombre como a la Magdalena o cuando el te hace arder el
coraz—n explic‡ndote las Escrituras. Se muestra realmente
presente a los corazones que se aceptan el don de la fe. Para ver
hay que creer. Ver no basta para creer. Pedro vio y no crey—. En
cambio Juan vio y crey—. Ver no es lo definitivo. No se cree por
evidencia. Se cree como un don de Dios que te hace entender
m‡s all‡ de las evidencias visionadas. Cualquier visi—n es
susceptible de ser interpretada en una u otra direcci—n. La vista
no basta para creer. No existe s—lo lo que vemos. La materia
oscura no la vemos y sin embargo es la materia normal y m‡s
cuantificable del universo. Hasta el punto de que ella nos hace
aparecer como una rareza a los que no estamos hechos de ella.
Basta tener unos conocimientos rudimentarios de f’sica para
entrever lo que digo. Limitar lo que existe a lo que vemos supone
dejar fuera de nuestro conocimiento el mayor porcentaje de la
realidad que no percibimos con los ojos que dependen para
funcionar de la luz. Y la luz en relaci—n con la materia oscura es
’nfima. Ah’ comienza el reverso misterioso de lo real. Que se nos
presenta como enigma. En mi libro Ser=Misterio, fundamente
este enfoque ontol—gico suficientemente. La Eucarist’a es pues
una puerta a otra dimensi—n. En ella se tocan dos dimensiones
distintas de la existencia. Es la frontera que divide el agua del
aceite. Este ejemplo nos sirve para entender que dos densidades
distintas del ser pueden coincidir y coexistir sin mezclarse. Y sin
embargo pueden ser perfectamente solapadas una con otra. Si el

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agua es menos consistente dado que se evapora r‡pidamente, el


aceite no. Saltando de la analog’a a la realidad podemos
comprender visualmente como el universo finito por definici—n es
menos consistente que la Eternidad de lo divino infinita por
definici—n pues de lo contrario simplemente no ser’a divina. La
Eucarist’a es una suerte de v—rtice misterioso entre ambas
dimensiones, y por ello es sacramento pleno y principal. Pues
mientras que la presencia del resucitado en los dem‡s
sacramentos es sacramental, la Eucarist’a contiene adem‡s una
presencia sustancial del mismo. Por ello es Òpura PascuaÓ. Pues
en ella vive la misma Vida Eterna mientras que las especies no se
degradan. De ah’ que sea el pan de vida eterna, y la verdadera
bebida. Pues quien la come recibe en s’ mismo la semilla de la
vida eterna, pues entra en comuni—n con el resucitado que es
quien obra tal prodigio transfigurador del ser, dot‡ndonos por
gracia, de un Nuevo Ser. Para entender como puede ser esto
remito a mi ensayo hip—tesis antropol—gicas, concretamente a la
sexta hip—tesis. Pues extenderme aqu’ sobre este asunto me
llevar’a fuera del objeto que me ocupa.

Llegado a este extremo de la cuesti—n no puedo avanzar m‡s.


Pues lo que tengo y puedo decir sobre Žste tema ya queda dicho.
Mejores y mayores estudios sobre el misterio eucar’stico se han
publicado y est‡n al alcance de aquellos que gusten investigar. Ya
solo quiero ofrecer dos consideraciones m‡s sobre la Eucarist’a
en lo que afecta al marco litœrgico de la misma. !
La primera se dirige a los que pretenden denostar la reforma
litœrgica emanada del concilio vaticano II. Argumentando que ha
desnaturalizado la verdadera liturgia eucar’stica. Desde mi punto
de vista considero que eso es falso. Pues lo que pretendi— dicha
reforma fue reformar en profundidad la celebraci—n de la misa
liber‡ndolas de adherencias y formas litœrgicas que lejos de

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acercar al pueblo fiel al misterio que se celebra para que Žste


pueda ser santificado convenientemente lo alejaban del mismo
dificultando su provechosa participaci—n en el mismo. Una lengua
muerta no puede ser el veh’culo de participaci—n en los
misterios, pues encapsula lo sagrado en una suerte de solipsismo
incomprensible para la mayor’a de los asistentes al misterio que
se celebra. Ocultar con la espalda o con innumerables
candelabros las sagradas especies, a parte de ser una vuelta al
clericalismo preconciliar donde solo el clero estaba en contacto
directo con las sagradas especies ocult‡ndose estas al pueblo
hasta el momento de la comuni—n, supone descentrar la atenci—n
del pueblo que s—lo puede ver al sacerdote y no al mismo Se–or
ofrecido en el altar. Quienes argumentan adem‡s que el hecho de
que el sacerdote celebrante mire al pueblo supone que Žste
ocupa el lugar de Dios en la celebraci—n se equivocan. Pues el
centro de la celebraci—n es Cristo, presente en la v’ctima, el
sacerdote y el altar. Y esos tres elementos que hacen presente a
Cristo en la celebraci—n se perciben mejor por el pueblo cuando
el sacerdote se sitœa tras el altar y de cara al pueblo. Mirar todos
hacia el oriente o hacia una pared mas o menos decorada, a
parte de que no significa como dicen Òmirar a DiosÓ, tambiŽn
contribuye a distraer al pueblo, motivando a este a las
devociones personales (rezo del rosario u otras) mientras que se
celebran los sagrados misterios. Pues el pueblo mas que ver las
espaldas del sacerdote pondr‡ sus ojos en las im‡genes sitas en
el altar mayor. En cambio cuando el sacerdote tras el altar mira
al pueblo, el centro de la asamblea celebrativa son las sagradas
especies, el altar y el sacerdote, y todo por ese orden. Del mismo
modo alzar cruces enormes sobre el altar para motivar la
devoci—n personal del celebrante, supone equivocar el tiro. Pues
la presencia de Cristo real y sustancial en las especies
eucar’sticas no puede ser suplantada por una imagen por hermosa

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y digna que esta sea, pues la presencia de Cristo en ella, es


meramente simb—lica y no sustancial como si lo es en las
sagradas especies. El empe–o de dar la comuni—n en la boca,
argumentando que as’ es como el pel’cano alimenta a sus cr’as, a
parte de ser una argumentaci—n muy dŽbil para justificar tal
pr‡ctica, niega la historia, pues si ese gesto se suprimi— fue por
pr‡cticas il’citas y sacr’legas. Si bien hay que decir que dichas
pr‡cticas no se anulan por el hecho de comulgar en la boca, ya
que no se impide con ello que alguien, fuera de todo juicio,
pueda usar la sagrada eucarist’a de forma sacr’lega,
granje‡ndose con ello la excomui—n. Que se recupere la
costumbre de comulgar en la mano, supone restablecer una
pr‡ctica primitiva leg’tima y muy acorde con la sensibilidad de
nuestro tiempo. El retorno intregrista a formas litœrgicas caducas
y pretŽritas s—lo supondr‡ reproducir los mismos errores del
pasado por no ser capaces de profundizar v’a catequesis en el
nuevo lenguaje litœrgico que emana del concilio Vaticano II. Un
œltimo matiz: Quienes acusan de arqueologismo il’cito a la
reforma litœrgica opinando que la verdadera expresi—n de la
liturgia eucar’stica era la misa preconciliar, hacen a mi juicio,
una interpretaci—n interesada de los hechos para sustentar sus
posturas ultramontanas. Pues la reforma conciliar no hace tal
cosa. Simplemente vuelve a las fuentes para descubrir la
autenticidad de los misterios, dejando de lado adherencias
culturales y formas litœrgicas hijas de la devoci—n personal y no
de la verdadera tradici—n de la Iglesia cat—lica. En el fondo lo
que late en todo este movimiento ultraconservador es un odio
feroz y un desprecio visceral a la persona y el pontificado de
Pablo VI. Y eso es lo que se deduce del modo coloquial de hablar
de estas personas que no ahorran calificativos despectivos para
su ministerio, sus documentos y su pontificado. Dir’a que no
descansar‡n hasta conseguir que su huella desaparezca de la

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

tradici—n de la Iglesia cat—lica, como si en aquel momento, no


hubiese sido designio del Esp’ritu de Dios que Žl, y no otro
(Ottaviani por ejemplo), ocupase la silla de Pedro y calzase sus
sandalias. M‡xime cuando Juan Pablo II a lo largo de todo su
magno pontificado mantuvo y profundiz— dicha reforma litœrgica
sin pretender en ningœn momento modificar ni cambiar nada de
la misma. Otros simplemente quieren volver a reeditar sus beatas
experiencias infantiles con la misa en lat’n llevados de un
romanticismo ciego.ÀAcaso creen estos se–ores que hemos
olvidado el testimonio del te—logo Henri de Lubac? Transcribo sus
palabras: ÒSea por los peque–os trabajos que he tenido ocasi—n
de realizar, sea por los numerosos documentos que he tenido en
la mano, sea por la experiencia directa, desde hace mucho
tiempo hasta el d’a de hoy, y especialmente por mis
frecuentaciones romanas (por ejemplo, en la comisi—n teol—gica
preparatoria, en 1960-1962), creo saber bien quŽ es el integrismo
de nuestro siglo: sus or’genes, su historia, su mentalidad, sus
presupuestos, sus procedimientos,etc. He aqu’ algunas de sus
caracter’sticas: una sistematizaci—n escol‡stica (t ard’a)
considerada como absoluto, obstruyendo las fuentes vivas de la
doctrina; un ÒfundamentalismoÓ contrario a la vida del esp’ritu
como el esp’ritu del Evangelio; una mezcla de las cosas de la fe
con un complejo pol’tico-social; una mentalidad de sospecha
sistem‡tica y desconfianza malŽvola, que engendra un esfuerzo
para desconsiderar a cualquiera que dŽ muestras de
independencia; una tendencia, llevada a veces muy lejos, a la
organizaci—n en clan; procedimientos de intriga al servicio de un
apetito de dominaci—n...Y yo he constatado (en la historia o
directamente) c—mo, por ah’, el integrismo llega a intimidar a
veces a las autoridades de la Iglesia, a imponerse a los superiores
(papa incluido), a dictarles sus censuras, exclusion es,
desconfianzas y condenas; a perturbar profundamente el

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funcionamiento normal de los —rganos de gobierno, a arruinar las


relaciones de confianza e impedir las explicaciones francas...
Ahora bien, todo esto lo encuentro hoy, rasgo por rasgo (aunque
orientado a la inversa), en las facciones que se han constituido
recientemente para meter la mano en el bien de los individuos, y
comienzan a ejercer, aqu’ o all‡, una especie de dictadura. Veo
signos de ello muy claros, sea en Francia, sea aqu’, en los
aleda–os del ConcilioÓ. Los integrismos ÒcurialesÓ y
ÒsecularistasÓ, aparentemente opuestos, han hecho y siguen
haciendo mucho da–o a la Iglesia. Hacen da–o a la reforma
conciliar litœrgica. Unos porque destruyen la verdadera
naturaleza de la reforma litœrgica, convirtiendo las celebraciones
litœrgicas en shows (los secularistas) y otros, porque identifican
la reforma conciliar con esos excesos, ofreciendo como soluci—n
volver a las esencias de ÒsiempreÓ. Un Òsiempre falsoÓ si se
estudia con la profundidad de Martimort la historia de la liturgia
cristiana. En el concilio, err—neamente segœn el Se–or Hans kŸng
exist’an dos tendencias, ÒintegristasÓ y ÒprogresistasÓ. Sus
palabras cr’ticas contra el gran G. Philips, lo manifiestan
claramente: ÒMonse–or se ve a s’ mismo como el incansable
mediador entre la Curia (minor’a) y el Concilio (mayor’a), entre
ÒintegristasÓ y ÒprogresistasÓ, entre los viejos esquemas y las
nuevas propuestasÓ. Rastreando los diarios de Yves Congar y
Henri de Lubac r‡pidamente se descubre tal clasificaci—n en
dualista es falsa. Pues como se desprende del juicio de esos dos
notables hombres si en la fase preparatoria del concilio se
impuso la hegemon’a ÒcurialÓ en contra de los nuevos te—logos
niguneados, abriŽndose un conflicto entre un ÒconcilioÓ (obispos)
y la curia (integristas), dicho conflicto cede en el primer periodo
de sesiones a una hegemon’a del Concilio contra la curia que se
queda en minor’a. El conflicto con todo no se resuelve. Sino que
se agrava. En el segundo periodo de sesiones surge un tercer

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

elemento en discordia: el integrismo progresista, que empieza a


reaccionar, no principalmente contra los integristas curiales,
sino, contra el planteamiento reformista que preten de
desarrollar la verdad cristiana ante los nuevos signos de los
tiempos, proponiendo revoluciones feroces que amenazan con
transformar el cristianismo en otra cosa distinta de la que es. Ese
conflicto se acentœa aœn m‡s en el tercer periodo de sesiones con
la ofensiva ÒcurialistaÓ contra la reforma litœrgica, la revelaci—n
(la cuesti—n de las dos fuentes), la colegialidad episcopal, el
ecumenismo y sus exigencias, y la libertad religiosa. Afirmando
que el concilio no es de naturaleza dogm‡tica sino estrictamente
pastoral. Esta ofensiva, al par que amenaza con ahogar el sereno
proceso de la renovaci—n conciliar fomenta que el ala progresista
se desboque contra el mismo concilio por considerarlo del todo
frustrante e insuficiente. El conflicto se aminora en la cuarta
sesi—n, pero no desaparece, sino que se incuba como algo latente
de cara al futuro. Porque en el cuarto periodo de sesiones
aunque se impone la hegemon’a ÒconciliarÓ de la que emanan
todos los documentos conciliares poco conocidos por muchos por
desgracia, se mantienen los acosos minoritarios de los curiales en
sus planteamientos de siempre y de los progresistas invitando a
un secularismo galopante. De modo que contrariamente a lo
dicho por KŸng, no existen dos tendencias en el concilio, sino
tres: los conciliares verdaderamente cat—licos, y l os
ÒcurialistasÓ (ultramontanos) y los
ÒprogresistasÓ (deformadores). Y los dos œltimos han tenido un
objetivo comœn romper al primer grupo acos‡ndolo como una
primera etapa de la guerra que desean desencadenar entre ellos.
Mientras los conciliares buscaban la unidad, los curiales y
progresistas buscaban la ruptura y el conflicto. La Iglesia, por
tanto v’ctima, de dos demonios. Y esta pugna sigue hoy. De nuevo
los ultramontanos proceden con sus ofensivas, identificando

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Òreforma litœrgica conciliarÓ con los excesos progresistas. Ambos


intentando forzar la voz del Esp’ritu de Dios manifiesta en el
concilio, para hacerla coincidir con sus posiciones. Proseguir por
el camino de atacar la reforma litœrgica desde posiciones
ultramontanas o progresistas s—lo lleva al cisma. Mientras que
ajustarnos a los documentos conciliares y las reformas que de
ellos emanan, como estudia y explica de manera maravillosa
Piero Marini en sus entrevistas, conferencias y escritos, nos
introduce en la senda del verdadero cristianismo del siglo XXI. El
concilio de finales del siglo XX est‡ llamado a ser el concilio del
siglo XXI. Juan Pablo II siempre lo tuvo claro. Pero ni siquiera
bajo su magno y largo pontificado estos dos integrismos en liza:
curiales y secularistas han bajado sus espadas, y aœn hoy, vuelven
a intentar reeditar sus funestos conflictos que s—lo da–aran a la
Iglesia sin dejarla caminar en paz por la senda que le se–al— hace
muy poco tiempo (apenas cincuenta a–os) el Esp’ritu de Dios. No
nos dejemos enga–ar por estos se–ores integristas: ultramontanos
y progresistas. Aprendan pues unos y otros de los grandes
hombres conciliares, y dejen ya de intrigar para finiquitar lo que
ha sido y ser‡ uno de los mayores frutos y regalos de la acci—n del
Esp’ritu de Dios para toda la Iglesia cat—lica. Es fundamental para
los cat—licos del siglo XXI no dejarnos embaucar por los que en su
d’a hicieron peligrar el futuro de la Iglesia intentando torpedear
el concilio, y que hoy vuelven a la carga desde distintas
instancias. Me atrevo a decir que ellos son el Òhumo de satanasÓ
que Pablo VI dijo se hab’a metido dentro del mismo seno de la
Iglesia. Y digo esto porque son etimol—gicamente hijos del diablo
porque rompiendo el consenso conciliar lo œnico que hacen, bajo
buenos pretextos, es dividir.!
La segunda es considerar que no pasa nada por que se arbitren
diversos modos de celebrar la Eucarist’a. En Espa–a tenemos
diversas formas de celebrar la misa y no pasa nada por ello. No

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

se rompe la comuni—n. Por una parte est‡ el rito romano, por


otra el moz‡rabe, y por otra formas litœrgicas Òad casumÓ para
movimientos como el camino neocatecumenal, que lejos de
desvirtuar la celebraci—n de la misa, la desarrollan y profundizan,
permitiendo a muchos participar con mayor fruto de los sagrados
misterios. Recuperar entre esas formas el rito reformado de Juan
XXIII, tampoco supondr’a ningœn atentado formal contra esa
comuni—n. Siempre y cuando ello ayude a un grupo de personas
por reducido que este sea. No es una expresi—n litœrgica tan rica
como la introducida por la reforma conciliar, y de hecho es
esclava de muchas devociones personales no tradicionales en
tŽrminos macrohistoricos e hija de una eclesiolog’a piramidal y
mediaval, y descontextualizada de la eclesiolog’a que emana de
la Lumen Gentium. Pero Àpor quŽ no va a ser posible mantenerla
como una pieza de museo? Si hay quien as’ llega a Dios, sea. Hay
quien necesita de esos arqueologismos de los que tanto acusa a
los dem‡s. Pero no se pretenda universalizar algo minoritario a la
totalidad el pueblo de Dios. Con todo mi reflexi—n en este punto
deseo orientarla hacia otro aspecto, dado que Žste ya ha sido
m‡s que comentado. En los diversos ritos observo que el rito de
la paz e incluso el rezo del Padre Nuestro, se mueve de un sitio a
otro. En el rito romano, despuŽs de la plegaria eucar’stica, y en
el moz‡rabe antes del ofertorio. En el fondo, tanto el rezo del
Padre Nuestro como el rito de la paz, en el rito romano, rompe la
cadena gestual que Cristo realiz— en la œltima Cena. ÒTom— pan y
vinoÓ: la presentaci—n de ofrendas. ÒDio graciasÓ: La plegaria
eucar’stica. ÒLo parti—Ó: la fracci—n del pan con el rezo del
Cordero de Dios. ÒY lo di—Ó: La comuni—n. La acci—n de gracias y
la fracci—n del pan quedan separadas. Ciertamente no estamos
en una m’mesis sino en una anamnesis. Si bien, eso queda
patente porque no partimos el pan al pronunciar las palabras de
Jesœs en la consagraci—n. Es un detalle por tanto sin mayor

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

importancia, en el desarrollo del memorial. Ahora bien, para que


los cuatro gestos cristol—gicos se desarrollaran sin rupturas, ÀNo
podr’a trasladarse el Padre Nuestro y el rito de la paz despuŽs de
la comuni—n? Algunos argumentan que dichos gestos puestos tras
la plegaria eucar’stica preparan a la comuni—n. Pues bien desde
mi punto de vista, si se colocar‡n tras la comuni—n, a parte de no
interrumpir la cadena gestual de Cristo, ayudar’an a desarrollar
el sentido profundo de la comuni—n, pues nos har’an tomar
conciencia que la comuni—n con Cristo nos afianza como Hijos
amados de Dios y como Hermanos de los hombres. Y adem‡s nos
permitir’a descubrir que un fruto de la misa es la missio. Y la
missio nos impele a vivir como Hijos de Dios y Hermanos de la
hombres. Para eso nos capacita la gracia que se derrama sobre
nosotros en tan sagrados misterios. Si de mi dependiese, ambos
ritos (Padre Nuestro y Paz), ser’an incluidos en los ritos finales de
la misa, y se introducir’an no desde la mesa del altar sino desde
la sede, como previos a la bendici—n final y a la f—rmula de
despedida. Si bien, no propongo a nadie que lo haga, ni menos
me lo propongo yo mismo. No soy partidario de aquellos que
disponen de la misa como si de algo propio se tratar‡ haciendo
cosas con ella que s—lo hacen ellos, sin valoraci—n y
discernimiento de toda la Iglesia de Dios. Simplemente formulo
una consideraci—n por si ello resulta interesante a alguna
persona. Me mueve simplemente restaurar la cadena gestual de
Cristo. Y dotar de nuevo significado estos ritos tan hermosos y
tradicionales insert‡ndolos en el contexto meditativo de la
postcomuni—n. Pues ambos desarrollan el hondo sentido de la
comuni—n que hemos recibido. Nada m‡s.

Finalizo este opœsculo recordando a todos las palabras de Jesœs


en el œltima cena. ÒHaced esto en memoria m’aÓ. San Pablo lo
repite por dos veces en la primera carta a los Corintios. En este

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ÒHaced estoÓ se contienen tres cosas b‡sicas. La instituci—n de la


misa como memorial de su muerte en el calvario donde manifest—
amarnos hasta el extremo como Dios hecho hombre. La fundaci—n
del sacerdocio en la persona de sus ap—stoles a los que conmina a
celebr ar dicho memor ial entr e s us dis c’pulo s . Y la
obligaci—n_devoci—n de todo el Pueblo de Dios, de participar en
la celebraci—n eucar’stica, que la tradici—n de la Iglesia
estableci— desde el principio en el domingo, d’a de la
resurrecci—n de Cristo. Sin desmerecer por ello en nada que
dicha celebraci—n pueda realizarse a diario. No participar en la
misa no es desobedecer a un clero pacato y obstinado en
hacernos tragar ritos religiosos. No participar en la misa es
desobedecer a Jesœs. Pues si sus ap—stoles hoy nos instan a
participar en la misa, es porque Jesœs les ha legado esta hermosa
tradici—n: ÒHaced esto en memoria m’aÓ. Si es que hay
problemas para entender la misa y lo que ella supone, la
respuestas es sencilla y r‡pida: Formaci—n. Ningœn ni–o reciŽn
nacido puede comer jam—n nada m‡s nacer. Pero mediante un
proceso de adecuaci—n puede llegar a saborear ese manjar y
muchos otros. Lo mismo ocurre con la misa. A la primera de
cambio no se la entiende, pero si se indaga en ella, contiene
preciosos y maravillosos tesoros que es una pena perderse. Sirva
pues este sencillo opœsculo como bot—n de muestra de lo mucho
que ella encierra. Con que sirva para que s—lo una persona
descubra su inmensa riqueza me doy por contento. Espero no
haberme salido del marco sacramental de la eucarist’a en
ninguna de mis observaciones, solo me queda decir que si as’
fuera, retiro lo dicho. Pues simplemente quiero ser un humilde
servidor de la Eucarist’a y no su fundador, ya que este honor, solo
pertenece a Jesucristo. A Žl y s—lo a Žl sea la Gloria por los siglos.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XX

!ÒEROTOSFERAÓ POST MAYO DEL 68

Hace un tiempo escuche decir a alguien que vivimos en la


ÒErotosferaÓ. Y desde luego no le faltaba raz—n. Desde la
revoluci—n de Mayo del 68 la explosi—n sexual ha resultado
vertiginosa. Algunos la consideran como Òliberaci—n sexualÓ.
Otros lo consideran de manera negativa: Òla frivolizaci—n, la
deformaci—n o incluso la perversi—n de la sexualidadÓ. Los
primeros consideran que en el sexo todo est‡ permitido. Los
segundos creen que en el sexo existen muchos ÒtabœesÓ que
nunca deben ser rebasados. Permisivismo absoluto frente a
prohibiciones constantes. Como las tejas de un tejado antiguo,
ambas corrientes conviven, participando de una era comœn.
Unos, los primeros en ascenso, y otros, los segundos en descenso,
en opini—n de muchos. Ambas posturas se postulan como opuestas
e irreconciliables. Ni siquiera Arist—teles con su afirmaci—n de
que la virtud est‡ en el justo medio, parece capaz de mediar en
este altercado. Pareciera que de nuevo la din‡mica del conflicto
revolucionario y contrarevolucionario pretende acabar con la otra
parte. Dirimimos una vez un aspecto important’simo de la vida
humana de manera adolescente. Hegel y Eugenio Tr’as, nos
ense–an que la dialŽctica es lo m‡s aconsejable en estos casos.
Tesis y ant’tesis est‡n llamadas a encontrarse en la s’ntesis. Mito
y raz—n est‡n llamados a descubrirse como las dos caras de la
misma moneda y encontrar la verdad del metal comœn que los
une. Ambos pensadores nos ofrecen un legado comœn. Deso’r a
los sabios nunca ha sido propio de inteligentes. As’ que me
aprestarŽ a ofrecer mi interpretaci—n de la Òactual ErotosferaÓ
que todo lo que toca lo reviste de erotismo e incluso de
pornograf’a.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

En mi humilde opini—n ambos modelos interpretativos se


mueven sobre un presupuesto b‡sico err—neo.
El primer modelo, el anterior al Mayo del 68, valora la
sexualidad desde un punto de vista fisiol—gico. Confunde
fisiolog’a con naturaleza. Y desde un enfoque fisiologista se
enfrenta a distintas conductas sexuales tild‡ndolas de naturales o
antinaturales. Es m‡s durante muchos a–os se ha reducido desde
ese enfoque la sexualidad a un s—lo fin: el procreativo. Negando
incluso la posibilidad de mantener relacione sexuales que no
fuesen encaminadas a procrear. Cualquier uso de la sexualidad
fuera del mero hecho de procrear, era considerada inmoral, no
Žtica y hasta a veces, il’cita. Que fisiol—gicamente estamos
determinados en el plano sexual es innegable. El pene y la vagina
son lo que son y est‡n conformados como complementarios. Si
negamos esto negamos que dos y dos son cuatro. Si bien lo que
en los animales no est‡ sujeto a una configuraci—n libre y
responsable, en el ser humano si lo est‡. La persona habita en
una fisiolog’a, pero la persona configura la fisiolog’a de un modo
nuevo. La fisiolog’a no puede convertirse en un estorbo para el
amor. Pues en un ser personal la capacidad de amar supera con
creces cualquier l’mite fisiol—gico. De hecho en la fisiolog’a
humana se incluyen muchos momentos en los que la procreaci—n
no se produce. Luego nuestra misma fisiolog’a permite encontrar
un espacio m‡s que notable para que el ejercicio de la sexualidad
humana a parte de para procrear sirva para comunicar, para
darse, para expresarse el amor de un modo f’sico, entra–able,
sorprendente, maravilloso y m‡gico. Nuestra fisiolog’a nos abre
al amor. Lo que es instinto en un animal, en nosotros, es pulsi—n.
Si bien la pulsi—n no obliga siempre, est‡ supeditada a la
libertad. Podemos decidir siempre. A veces nos parece que no,
pero no es as’. El deseo no es una tiran’a como no lo es el
hambre f’sica. Pues por motivos de salud o por motivos religiosos

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

o simplemente por razones estŽticas, somos capaces de dejar de


comer esto o aquello o todo para lograr lo que consideramos un
fin superior. De modo que al supeditarse la sexualidad a la
libertad ello nos permite dotar a la sexualidad de un significado
muy superior a la mera fisiolog’a. Mantengo contra los que
piensan as’ que nuestra fisiolog’a esta condicionada por la
ÒinterpersonalidadÓ, por la comuni—n de personas en el milagro
maravilloso del amor. Pues si en podemos considerarnos con
justicia imagen y semejanza de Dios es porque somos capaces de
amar. El ser humano es un imagen semejante de Dios porque es
capaz del amor. Y mientras que los animales siendo
sorprendentes y valiosos no pueden ÒamarÓ porque su
configuraci—n cerebral no se lo permite y son incapaces de
gestionar un proceso tan complejo como el amor. Y si lo llegan a
vivir no alcanza el nivel de autoconciencia que en nosotros y lo
hacen supeditados al instinto. La configuraci—n humana en ese
sentido resulta œnica en medio del universo vivo conocido.
Siguiendo la concepci—n aristotŽlico-tomista que concibe la
relaci—n de alma y cuerpo de manera hilem—rfica: lo que la forma
es a la materia, lo es, el alma al cuerpo. Podemos decir que dado
que no existe materia sin forma, no existe cuerpo sin alma. De
modo que cada una de las cŽlulas de nuestra cuerpo es hija del
alma que la estructura. Lo que supone que el cuerpo es la
manifestaci—n espaciotemporal del alma. As’ que nuestra
fisiolog’a es la expresi—n viva de nuestra alma y por tanto est‡ al
servicio de ella. Porque no se entender’a que fuese al contrario.
De hecho cuando as’ ocurre, el alma al final no puede acontecer
en un cuerpo que la ningunea y al final termina por romperse el
conjunto. Pensar en un drogadicto ayuda a entender lo que
quiero expresar. Pues siendo as’ la configuraci—n misma del ser
humano no existe cuerpo y alma, todo es persona. Alma que se
expresa en el espacio y en el tiempo carnalmente. Y todo nuestro

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ser est‡ hecho para amar. As’ somos imagen y semejanza de Dios.
Y con nuestras manos, con nuestros pies, con nuestro torso, con
nuestros senos, o nuestros respectivos genitales, con nuestros
ojos, con nuestra boca, con nuestro pelo y nuestra orejas, con
nuestro aliento y con nuestros labios, con nuestra lengua, todos
enteros estamos hechos para amar y ser amados. Es una
posibilidad que de ejercitarse nos hace œnicos en nuestro
maravilloso y misterioso mundo. Cuando interactuamos
sexualmente hacemos el amor si el amor es quien nos gu’a y nos
lleva. Sin amor la sexualidad puede dar placer y hasta procrear.
Con amor adem‡s de todo eso, nos hace felices. Nos vuelve
œnicos. Los animales conocen el placer y la procreaci—n. Pero
desconocen el amor, no por maldad, sino por incapacidad. Ese es
el drama de la condici—n animal. No hay cerebro que sustente el
proceso del amor en ellos tal y como nosotros lo vivimos. Por eso
nos parecen ÒcruelesÓ en sus relaciones mutuas e incluso con sus
cr’as. Pero no lo son. Su ternura es la de la naturaleza. Hay que
saber descubrirla. La nuestra no es la de la naturaleza. Nuestra
ternura es la de Dios. Pero claro, siempre y cuando no queremos
ser simplemente animales antes que humanos. Hacemos el amor
con todos los poros de nuestro ser porque por cada uno de esos
poros el alma personal, œnica e irrepetible, de cada uno se
expresa. Cuando tocas con ternura la piel de tu amor acaricias su
alma. Esta es nuestra verdadera naturaleza. La naturaleza
personal. Lo antinatural es lo antipersonal. La naturaleza humana
supera con creces la mera fisiolog’a humana. El ÒfisioligismoÓ nos
reduce y nos frustra y por eso, por mucho que sus defensores,
con toda la fuerza del integrismo a su lado pretendan vencer
otros puntos de vista revestidos de magna autoridad, vencer
vencer‡n, pero nunca convencer‡n. El error de estos es pues
confundir fisiolog’a y naturaleza, y negar a la ÒpersonaÓ su

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

verdad fontal y motriz configurando nuestra verdadera


naturaleza.
El segundo modelo, el posterior al Mayo de 68, valora la
sexualidad desde el punto de vista neurol—gico. Y bas‡ndose en
que es la neurolog’a la que determina la sexualidad y no la
fisiolog’a, se lanza a establecer mil formas distintas de
sexualidad. Y ahora resulta que ya no hay un genero sexual si no
muchos. La ideolog’a de gŽnero ha fabricado mil gŽneros
sexuales diferentes. Los heteros, los no heteros y los otros. Y en
base a esa configuraci—n previa neurol—gica que nos determina
vivimos nuestra vida sexual de uno u otro modo. De modo que la
educaci—n sexual no consiste tanto para este modelo en aprender
a amar con esa dimensi—n vertebral de nuestro ser como en
descubrir cual es mi ÒgŽnero sexualÓ verdadero para no vivir mi
vida Òreprimiendo mi verdadera esencia establecida
neurol—gicamenteÓ. Tu est‡s determinado por su gŽnero
sexualmente y cuanto m‡s tiempo tardes en darte cuenta, m‡s
tiempo tardar‡s en ser realmente feliz. Y poder vivir una vida
plena. Aqu’ el determinismo es neurol—gico, mientras que en la
anterior cosmovisi—n el determinismo es fisiol—gico. Aqu’ el
concepto naturaleza es interpretado no genital sino
cerebralmente, de modo que el cerebro se impone a lo genital.
Aparentemente est‡ manera de pensar ser’a m‡s respetuosa con
el enfoque personalista. Pero es falso. Porque niega la mayor
virtud que constituye a la persona: su libertad. En el fondo el que
vive de un modo determinado su sexualidad no puede hacer otra
cosa. Est‡ programado. Est‡ determinado de esa manera. Este
modo de pensar que siguiendo los dictados de Gramsci se ha
extendido por la mayor’a de las mentes j—venes del mundo, en el
fondo, nos convierte en robots que son ÒprogramadosÓ para vivir
su sexualidad de la manera como el azar biol—gico ha
determinado configurando nuestro cerebro para que genere una

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

psicolog’a que resulte en un uso social de tu sexualidad de


acuerdo con el genero que te ha sido asignado. Algo parecido a
ser rubio o moreno, blanco o negro, alto o bajo. Este modo de
valorar la sexualidad la convierte no tanto en una pulsi—n sino en
un instinto. M‡s all‡ de lo que te viene dado no hay m‡s
posibilidades. Eres lo que eres. Eres esclavo de tu gŽnero.
OyŽndolos hablar de los gŽneros sexuales me aterro porque asisto
cuando los escucho a una suerte de sorteo de esclavitudes de
distinto tipo. Claro que aqu’ luego est‡n los que van y vienen. Los
que te cambian de gŽnero y resulta que son felices en ambas
partes. Para eso se inventan conceptos ambiguos como
ÒbisexualidadÓ. Cosa que pocos entienden realmente, y que unos
y otros tratan de domesticar inclin‡ndolo hacia un gŽnero m‡s o
menos fuerte. Son la parte misteriosa y enigm‡tica del asunto. Y
ah’, se estrella la ciencia. Siempre fue una pasi—n nazi agrupar a
los seres humanos segœn la raza. Ahora los catalogamos segœn el
sexo. Y movidos por el marxismo pues en vez de hablar de una
lucha de clases, nos dedicamos a hablar de lucha de gŽneros. Y
surgen muchos ÒismosÓ: machismo, feminismo, lesbianismo, gay,
etc...Todos ellos sintiŽndose en conflicto con los dem‡s ÒismosÓ
correspondientes que les discuten su raz—n de ser o lo que ellos
entienden que son sus derechos. Al final terminamos encerrados
en ÒguettosÓ. Que es una especie de campo de concentraci—n
postmoderno, light, y que hasta puede llegar a resultar ÒchikÓ.
Esta visi—n al etiquetar nuestra sexualidad nos etiqueta a todos
de una u otra manera. Es curioso como sobreviven tras los
conceptos de esta visi—n del mundo fantasmas del ayer. Nazismo
y Marxismo. Y como aœn pretenden configurar nuestro presente.
Pero una vez m‡s la realidad ca—tica e imprevisible resulta
tozuda. Y como ocurre con las teor’as cient’ficas determinados
experimentos err‡ticos terminan por echar al suelo todo un
paradigma. Este tiene a su favor que todav’a es muy joven. Pero

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

su discurso hace aguas. Pues la libertad humana sin ser absoluta


va m‡s all‡ de lo que la ideolog’a de gŽnero le concede. El
fen—meno bisexual lejos de ser un gŽnero es una manifestaci—n
de que las fronteras no son tan fŽrreas como se pretenden
cuando el amor manda. El amor pone patas arriba tanto
esquema, tanta clasificaci—n, tanto determinismo, tanto
dirig’smo. Es curioso un hijo de la configuraci—n neurol—gica, el
amor, pone en ristre la concepci—n de genero tal o genero cual.
Porque la configuraci—n neurol—gica est‡ hecha de modo que el
ser humano pueda amar. Pueda interactuar personalmente y dar
lugar al tesoro del amor. Que puede dar lugar a otras cosas es
cierto, pero esas, no te hacen tan feliz como el amor. Y si la
realidad es ca—tica en gran medida lo es para garantizar nuestra
libertad. Gracias al caos somos libres. Porque nada est‡
determinado salvo lo estrictamente necesario. Pero hasta comer,
algo tan b‡sico, est‡ abierto a la libertad y sin ella no puede
darse. Y volvemos al principio. La persona. La persona es la gran
desconocida para esta ideolog’a Òpostmayo68Ó. La persona, este
esp’ritu encarnado, o mejor dicho, esta carne configurada por el
esp’ritu. Est‡ mentalidad cree que el alma no existe, es
materialista en la mayor’a de sus corrientes, y claro desconoce la
estructura de la materia, pues la materia sin la estructura que el
alma le da no existe. Esta mentalidad atenta contra la
antropolog’a. La ignora y la atropella. Y por eso nos convierte en
robot. Nos roba el alma. Y nos reduce a carne determinada. Pero
si la persona decide amar as’ o de otra forma es porque es libre.
Lo que llamamos Ògenero sexualÓ es pura ÒplastilinaÓ. Educada y
reiterada de un modo genera un car‡cter. Un uso continuado de
una configuraci—n mental produce una configuraci—n sentimental
y se expresa como una configuraci—n condœctual. No ÒsomosÓ nos
ÒcomportamosÓ. Y si somos es siendo libres. Esa es nuestra
naturaleza. Esa es nuestra esencia. Y sobre la libertad que nos

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posibilita amar se construye nuestra existencia. Estos podr‡n por


tanto dominar los medios de comunicaci—n, crear modas sociales,
podr‡n vencer, pero a poco que resistas la manipulaci—n
Gramsciana a la que te someten permanentemente, no lograr‡n
convencer. Y el esp’ritu humano atormentado cuando se
encuentre con este modo de hablar experimentar‡ una honda
liberaci—n.
Ni la fisiolog’a genital es mi naturaleza. Ni la neurolog’a me
determina el gŽnero sexual. Mi naturaleza es que soy persona. Mi
gŽnero es una decisi—n de mi persona. La persona que ama es
natural. Natural es lo que existe. La persona que ama A o B es la
que decide y nadie le determina nada. Y podr‡ haber quien
piense que hace bien o no. Pero el amor es quien la mueve. Y el
amor no entiende de fronteras. El amor tiene razones propias
que s—lo el coraz—n conoce. Y las almas gemelas se enamoran
guste o no guste al que mira. Y la persona decide si quiere seguir
esta pulsi—n o si quiere negarla. Y la persona, en este asunto, lo
es todo, m‡s all‡ de fisiolog’as coercitivas o neurolog’as
deterministas. Es m‡s la verdadera fisiolog’a y la verdadera
neurolog’a son las que permiten al ser humano ser persona, ser
autoconsciente, capaz de inteligencia, libre, œnico e irrepetible,
con su mente y sus correspondientes ideas y valoraciones, con sus
sentimientos y con su conducta en medio de los dem‡s y en
encuentro con ellos. Es ese tœ distinto de m’ que me mira, me
habla, me trata de una forma peculiar, y que es capaz de
amarme. Y que me hace sentirme yo. Descubrirme como distinto
de Žl. Y a quien yo tambiŽn puedo amar. Que sin ser Žl, si que soy
como Žl. Con todos sus valores y derechos. Pero que yo puedo
vivir de forma distinta, a mi manera, porque soy yo. Esto es ser
persona. Y las personas no aman fisiolog’as o gŽneros. Aman
personas. No conozco a nadie que le gusten todos los hombres, o
todas las mujeres, o todos los hombres y mujeres. Conozco seres

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personales que aman personas concretas, seres œnico e


irrepetibles. Que han descubierto en ese Tœ la magia que lo une a
Žl o a ella. Pero PERSONA. Y desde aqu’ deber’amos afrontar la
valoraci—n sexual. Y gran parte del conflicto Òpost Mayo del 68Ó
se esfumar’a. El problema est‡ en que hemos perdido a la
persona de vista. Y no asumimos su verdad. Y la l—gica del amor
que ella lleva adherida. Si los ÒfisiologistasÓ pensar‡n m‡s en Òla
persona capaz de amarÓ no condenar’an tanto como andan
condenando. Y si los ÒgeneristasÓ pensar‡n m‡s en Òla persona
capaz de amarÓ no nos Òrobotizar’anÓ y nos encasillar’an tanto
en guettos de distinto signo. Ninguna de las dos respeta la
verdadera naturaleza del ser personal humano. Ninguna de las
dos entiende la configuraci—n cerebral del hombre porque
ignoran la verdadera antropolog’a humana: el ser humano hecho
para amar humanos. El ser humano hecho para amar otros. El ser
humano yo hecho para amar al tœ. El ser humano tœ hecho para
amar al yo. El ser humano: la persona humana. Ese gran
desconocido para tantos.
As’ que por desgracia si antes viv’amos en la ÒTabusferaÓ
ahora vivimos en la ÒErotosferaÓ. Espero que algœn d’a
entreveamos la senda y seamos capaces de llegar a la civilizaci—n
del amor, y entonces, este amor se vuelva nuestra atm—sfera,
donde las personas podamos ser personas libres para amar y no
s—lo Òcuerpos o cerebros c‡rcelÓ y que sean superados todos los
reduccionismos que tanto nos esclavizan.Ojal‡ y que un d’a todos
nos volvamos ÒPERSONASEXUALESÓ. De modo quŽ:
ÒPERSONOSFERAÓ. Sê. ASê: ÁMUCHO MEJOR!.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XXI

!DE TRAJES TALARES PRESBITERALES

!El integrismo es una enfermedad de nuestro tiempo. Que no s—lo


se extiende hoy en el Islam, tambiŽn lo hace entre otros credos
religiosos, ateos y antireligiosos. Entre los cat—licos tambiŽn
ocurre otro tanto. Una de las caracter’sticas del integrismo suele
ser ocuparse de cosas aparentemente triviales y convertirlas en
problemas esenciales: comer esto o aquello, beber esto o
aquello, usar tal ropa o tal otra ropa, llevar o no barba, ponerse
un velo o quitarse un velo y mil cosas por el estilo. El integrista
f‡cilmente confunde lo disciplinar con lo dogm‡tico. !
En los primeros tiempos de la Iglesia surgieron varias diatribas de
esta naturaleza. Basta leer la 1 Carta a los Corintios y la Carta a
los Romanos para darse de bruces con la estœpida discusi—n sobre
si se puede o no comer carne consagrada a los ’dolos. Y aunque
Pablo tiene clara la respuesta, por consideraci—n a los de Òmente
dŽbilÓ (en este caso los integristas), zanja la cuesti—n apelando a
la conciencia personal. Hoy en parte, en algunos temas seguimos
en las mismas. Ya en los tiempos en que fui ordenado presb’tero
algunos empezaban a insistir con poca educaci—n en el tema.
Pero con el correr de los a–os el atrevimiento de algunos ha
crecido e incluso alentados por grandes personalidades eclesiales
est‡ volviendo a plantearse el tema como si fuera algo de vida o
muerte. De un tiempo a esta parte las vestiduras del clŽrigo se
est‡n convirtiendo para algunos, sobre todo para los clŽrigos m‡s
j—venes y para un nœmero importante de seglares de distintos
movimientos alentados por se–aladas personalidades eclesiales ,
en un tema exageradamente importante. Cierto que a nivel
can—nico la Iglesia mantiene su propia disciplina en este aspecto.
El c—digo de derecho can—nico publicado por Juan Pablo II es

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

claro. Baste revisar los c‡nones que explicitan dicho tema. Si


bien durante un periodo de tiempo bastante largo tal extremo de
la cuesti—n no se hab’a vivido con tal radicalismo. Hoy, por no
vestirte de una manera determinada, eres catalogado
r‡pidamente como Òmercanc’a defectuosaÓ e incluso para
algunos como ÒherejeÓ. Pareciera que los signos de los tiempos
hoy en la Iglesia cat—lica caminan por senderos integristas, al
menos en temas como Žste. Para otros ese mismo integrismo
ÒneoconÓ perfuma m‡s ‡reas de la vida Iglesia. Si bien ese es un
extremo de la cuesti—n que hoy no tratarŽ aqu’. ÀEs realmente el
vestido tan fundamental en la vida del presb’tero como algunos
pretenden hoy? Si partimos de las Sagradas Escrituras no. Baste
considerar las indicaciones de Jesœs a los ap—stoles y entre las
muchas que da, ninguna tiene que ver con esto. M‡s bien al
contrario en el cap’tulo 23 del evangelio de Mateo cuando habla
de los fariseos y los maestros de la Ley, Jesœs cr’tica severamente
a los que quieren distinguirse de los dem‡s por medio de sus
vestiduras cuando lo tendr’an que hacer por su modo de bueno
de vivir. Por su modo fraterno de ser, m‡s que por algo tan trivial
como el tipo de ropa que se ponen. Pablo, en sus escritos
tampoco hace menci—n de tal tema. Si se leen con detenimiento
sus cartas, con particular atenci—n las cartas pastorales en ningœn
momento se descubrir‡ tal tem‡tica. M‡s bien al contrario, al
igual que Jesucristo, insiste en la vestidura ÒmoralÓ de los
dirigentes de las comunidades cristianas. Lo mismo se ve en los
Hechos de los ap—stoles. Hasta Pedro le dice a Cornelio cuando se
postra ante Žl: ÒLev‡ntate que estas ante un hombre como tœÓ.
Algo muy en la l’nea de las palabras de Jesœs en Mateo 23. La
concepci—n de la condici—n de ÒclerigoÓ como separado del
pueblo es m‡s lev’tica que cristiana. LŽase en profundidad la
carta a los Hebreos y se descubrir‡ que el sacerdocio cristiano
pasa por ofrendar la propia vida, antes que por separarse de los

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

dem‡s por el modo de vestir y por pretendidas reverencias y


dignidades impostadas que no tienen sentido alguno a los ojos de
Dios. Con claridad San Pablo en la carta a los Filipenses llega a
decir que ÒJesucristo pas— entre nosotros como un hombre
cualquieraÓ. Y Pedro cuando describe la vida de Jesœs no lo hace
diciendo que vest’a una tœnica inconsutil, donde algunos ven de
manera exagerada y rid’cula el precedente de la sotana, sino
diciendo que Òpas— entre nosotros haciendo el bienÓ. Podr’amos
seguir, si bien, para un tema tan trivial como Žste, s—lo notable a
mis ojos hoy, por el ruido de los integristas o en palabras paulinas
Òlos dŽbiles de menteÓ, ya basta. Con todo, como algunos
llevados por su falta de sustancia se atreven cuando se les habla
as’ a tachar de protestantes a los que nos volvemos a la Palabra
de Dios para encontrar inspiraci—n para nuestra forma de vivir,
apelarŽ a la tradici—n y a la voz de un papa destacado del siglo V.
Celestino I, ante la iniciativa de algunos obispos en la Galia
(Vienne y Narbona) el a–o 428 que introduc’an un vestido
diferente para los clŽrigos afirma lo siguiente: ÇDebemos
distinguimos del pueblo y de los otros por nuestra doctrina, no
por nuestros vestidos; por nuestra conducta, no por nuestros
h‡bitos; por la pureza de nuestra alma, no por nuestra toiletteÈ.
Las palabras son claras y distintas. Y es que les guste o no a los
neocons integristas en la antigŸedad las cosas no eran como ellos
dicen y mantienen hoy. Podr’a citar muchos autores al respecto
pero me basta con proponer dos. Luis Gonz‡lez Carvajal en su
libro ÒEsta es nuestra feÓ publicado en 1996 en Sal terrae dice:
ÒTampoco por su estilo de vida respond’an al modelo de
segregaci—n (un Çmago revestido de poderesÈ) que caracterizaba
a los sacerdotes de las dem‡s religiones: trabajaban como
cualquiera, apreciaban el celibato (cfr. 1 Cor 7) pero Žste no era
condici—n sine qua non para la ordenaci—n y no usaban ninguna
vestidura especial . Las pinturas de las catacumbas de Priscila y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Calixto ponen de manifiesto que los presb’teros vest’an como los


dem‡s no s—lo en la calle, sino incluso durante la celebraci—n
eucar’stica. Era, sin embargo, demasiada novedad para unos
hombres que viv’an rodeados de religiones sacrales y ya a
principios del siglo III -antes, por lo tanto, de Constantino-
empez— a modificarse su estilo de vida, aunque no sin la
oposici—n de quienes quer’an preservar la originalidad del
ministerio cristiano...Algo similar podr’amos decir del celibato
obligatorio que, propugnado por vez primera en el S’nodo de
Elvira8 (a–o 305 — 306), no se generaliz— en la Iglesia de una
manera efectiva hasta el siglo XII. Todav’a en el siglo XI un obispo
de Lieja se quejaba de que deber’a deponer a todo su clero si
tuviese que aplicar las medidas disciplinarias eclesi‡sticasÓ. Y por
si algœn neoc—n integrista rechaza este an‡lisis por ser publicado
por esa editorial Òsospechosa y herŽticaÓ citarŽ las palabras de A.
G. Hamman en su libro ÒLa vida cotidiana de los primeros
cristianosÓ publicado este en ediciones palabra, editorial no
sospechosa de nada, adem‡s de vinculada al Opus dei, como
muchos saben. Ah’ el autor citado nos dice: ÒEn este compartir la
vida cotidiana es donde se preparan la conversiones. ÀComo
habr’an podido los cristianos ser la sal de la tierra, si no hubieran
estado en contacto con ella, sino hubieran sido el alma del
mundo, sin mezclarse con Žl? La Carta a Diogneto lo afirmaba ya,
con intenci—n apologŽtica, para defender a los cristianos contra
las calumnias: Los cristianos no se distinguen de los dem‡s
hombres ni por su pa’s, ni por la lengua, ni por el vestido. No
habitan ciudades que sean exclusivas de ellos, no se sirven de
ningœn dialecto extraordinario, su rŽgimen de vida no tiene nada
de particular. Est‡n repartidos por las ciudades griegas y
b‡rbaras, segœn le ha tocado en la vida a cada uno; se adaptan a
las costumbres locales en cuanto a forma de vestir, a los
alimentos y al estilo de vida, al mismo tiempo que manifiestan

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

las leyes extraordinarias y parad—jicas de su manera de vivir... y


prosigue el autor: La asamblea est‡ dirigida por el obispo o por su
delegado. Los di‡conos lo asisten: lo reciben y lo secundan.
Ministros y fieles llevan los vestidos habituales corrientes, nada
los distingue entre ellos ni de los hombres de la calle con quienes
se van a cruzar, cuando acabe la liturgia...Ó. Coincidencia de
valoraci—n sobre un mismo aspecto hist—rico desde claves
hermeneœticas muy distintas. Luego: ÁVerdad!. Lo no tradicional,
es el traje talar y no al contrario. Pues de lo contrario los
presb’teros cristianos de los quinientos primeros a–os de la
Iglesia, y me quedo corto, ser’an Òmercanc’a defectuosaÓ o
sospechosos de herej’a, por no vestirse de manera distinta a los
dem‡s. Con todo, no quiero caer en la actitud integrista neocon
sobre el vestir, convirtiŽndome yo en el adalid de las postura
contraria. Me parece un error. Conozco sobradamente la
profunda espiritualidad de la que muchos y grandes sacerdotes
han rodeado sus vestiduras talares. Recuerdo especialmente el
relato que nos hace el cardenal hungaro Mindszenty en sus
memorias de como los comunistas le arrancaron sus vestiduras
talares, en lo que Žl vio como un macabro esfuerzo por
despojarlo de su sacerdocio. Y sus palabras doloridas me
producen una honda admiraci—n. De modo que nada tengo contra
el uso del traje talar siempre que se haga desde esta
perspectiva. Siempre que se viva Òen esp’ritu y en verdadÓ. Si
bien abomino de los que usan el traje talar ocasionalmente como
el que se disfraza de feria llevado de una actitud estŽtica
postmoderna de corte enfermizamente narcisista, salvo el que lo
hace por caridad con los dŽbiles mentales para no suscitar su
esc‡ndalo y luego se lo quita porque no cree en el. Igualmente
abomino de los que usan el traje talar para llamar la atenci—n y
recibir un trato diferente socapa de dar testimonio en medio de
una sociedad secularizada y anticristiana. Como si los ap—stoles

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

de Cristo y el mismo Se–or, no hubieran ca’do en la cuenta de


que as’ se evangelizaba mejor un mundo no cristiano. Esta
torpeza mental que convierte en rid’culos ignorantes al Se–or y a
nuestros padres en la fe, me parece particularmente atrevida y
sacrilega. Y al par abomino de los que acusan a los que no
usamos el traje talar de ÒcobardesÓ por no distinguirnos entre los
dem‡s o de presb’teros vergonzantes que no queremos decir lo
que somos por rubor, cuando a la hora de misa y en nuestros
pueblos nos conoce todo el mundo por razones obvias, y cuando
el Se–or y los ap—stoles, y los presb’teros de los primeros
quinientos a–os, murieron por su fe y sus creencias sin tener que
vestirse de manera diferente a como lo hac’an sus
conciudadanos. La debilidad mental se manifiesta de manera
particular en toda esta manera de argumentar, al par que la falta
de educaci—n y respeto para con el otro y sus razones de peso,
para hacer lo que hace y vivir como vive. Pero ese es el estilo
integrista en todos los tiempos y lugares en que ha existido:
Ridiculizar al contrario para destruirlo. Lo que se haga en esp’ritu
y en verdad y en respeto a los dem‡s, bienvenido sea. Lo dem‡s
sobra por anticristiano y por tanto por inhumano.!
En cuanto a la naturaleza de los vestidos talares, hay algo que
aœn me causa mayor espanto: el clerygman habitual entre los
sacerdotes cat—licos. Los cuellos de pl‡stico resultan funestos.
Primero porque no son verdaderos: el material en absoluto
resulta noble, pues algunos hasta los fabrican con desechos de
botellas blancas de pl‡stico de distintos lavavajillas. Segundo
porque no son buenos ya que resultan antihigiŽnicos y
tremendamente inc—modos para personas con un cuello ancho.
Tercero porque no son bellos sino rid’culos. Pues el sacerdocio no
puede ser dignamente expresado por un trozo de pl‡stico. Por
tanto los rechazo por no ser verdaderos, buenos y bellos. Por otra
parte el color oscuro: negro, gris o azul oscuro resulta cenizo.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Cucarachas y cuervos llegan a llamarnos cuando los usamos. Y


m‡s que testigos de la resurrecci—n nos hace parecer funerarios
oscurantistas o penitentes irredentos que no creen en la
misericordia de Dios. Si me parece noble y hermosa la camisa
blanca de cuello vuelto en lino. Pues al par que verdadera por
noble, es buena porque no irrita y es bella porque estiliza. Pero
esta por desgracia no es la habitual. Al par que el blanco es el
color pascual y festivo. De modo que de proponerse un modo de
vestir diferente para quienes les ayude a vivir su sacerdocio tal
modo de vestirse me parece m‡s apropiado y conveniente. La
sotana es hermosa como traje, pero resulta anacr—nica y
trasnochada para los nuevos tiempos. Por ello creo que quienes
se ocupan de estas cosas deber’an hacer un esfuerzo por crear
unas nuevas se–as de identidad talar para quien crea en ese
modo de vivir su sacerdocio. Buscando sobre todo la nobleza y el
verdadero simbolismo evangŽlico de la prenda. En cualquier caso
nunca es oportuno perder de vista el oportuno saber popular
castellano cuando ense–a que Òel h‡bito no hace al monjeÓ. La
religiosidad vestida s—lo es autŽntica cuando tambiŽn lo es
desnuda. Y la no vestidura no es indicativo ni de irreligiosidad, ni
de cobard’a, ni de vergŸenza. Pues de lo contrario el Se–or, los
ap—stoles y todos los papas, obispos y presb’teros de los primeros
siglos ser’an v’ctimas de tal juicio. !
El problema es simplemente un tema de sensibilidades. Es un
tema m‡s de opciones personales y gustos que de razones
profundas. Es un tema subjetivo antes que objetivo. Pues todo
depender‡ de las interpretaciones que hagamos y de las
valoraciones de las que partamos en uno u otro campo. Y por
tanto m‡s conveniente ser’a vivirlo de manera abierta. Dec’dase
en conciencia lo que se crea mejor para uno mismo sin
condicionar nunca a los dem‡s. El criterio paulino anteriormente
aludido. RespŽtense unos y otros. Los que llevan traje talar y los

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que no lo llevan. Los unos con sus razones religiosas, los otros
con las suyas. Pues si algunos quieren expresar su ser presbiteral
por medio de una vestiduras en la vida ordinaria, otros deciden
seguir en ese tema los pasos de su Se–or, de los ap—stoles y los
presb’teros de los primeros quinientos a–os, que no usaban el
vestido como expresi—n de nada, sino como lo usaban sus propios
conciudadanos. Nunca he sido partidario de los que bajo uso del
argumento de autoridad han pretendido imponer un modo de
vestir. Ni a favor de los que en nombre de una Òsupuesta
Encarnaci—nÓ reclaman que se eliminen esas cosas. V’stase cada
uno como estime oportuno, que del mismo modo que no reina
Dios por lo que uno come o bebe sino por obedecer la palabra de
Cristo movido por el Esp’ritu de Dios, del mismo modo tampoco
reina Dios porque uno calce unos u otros pantalones y vista o no
vista, segœn que camisas y cuellos abiertos o pl‡sticamente
cerrados. Si la propia conciencia encuentra en ello apoyo para
seguir al Se–or y llevar de este modo una vida santa h‡galo. Y
que del mismo modo que no se impone la verdad sino que se
propone, no se impongan los vestidos sino que en conciencia se
dirima lo que se propone y se obre en consecuencia. Pues el uso
de la autoridad en estos campos suele vencer, pero no convencer,
y menos aœn cuando no se acostumbra a usar el sendero tortuoso
del pensamiento dŽbil, que siempre se convierte en terreno
abonado para florezcan las malas hierbas que son los integrismos.
Una simple indicaci—n: v’stase con dignidad y de manera
apropiada a cada instante y por supuesto siempre limpio y
evitando la suciedad y los malos olores. Pues una aspecto
descuidado no es indicativo de pobreza sino de mal gusto,
cochiner’a y pereza mal sana.

Evidentemente no ignoro de donde viene este ÒrevivalÓ protraje


talar obligatorio para todos. En el concilio Vaticano II surgieron

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tres tendencias b‡sicas. La ultramontana, la ÒprogreÓ y la


conciliar. Los dos primeras siempre atacaron a la tercera al par
que se atacaban entre s’. Las dos primeras siempre consideraron
la conciliar expresi—n bien de ÒprogressiaÓ, bien de Òcarquer’aÓ.
Ambas consideraron mercanc’a defectuosa la postura mayoritaria
que era la conciliar. Unos porque la consideraban expresi—n de
Satan‡s otros porque la consideraban un freno a la tarea del
Esp’ritu Santo. En los œltimos tiempos, en estas œltimas dos
dŽcadas se ha impuesto progresivamente el ala ultramontana en
contra del consenso conciliar. Y lo que era tolerancia conciliar y
equilibrio conciliar, ahora se llama Òprogressia malsanaÓ. Es la
aspiraci—n de los bandos radicales que siempre atacaron el gran
grupo conciliar, demonizar la tendencia conciliar, para ejecutar
sus posturas radicales. Y es que el concilio y el postconcilio
tambiŽn han sido v’ctimas de estas dos tendencias integristas
bien sea por la derecha o por la izquierda. Y ambos puntos de
vista han sido, son y ser‡n muy perniciosos para la paz eclesial. Y
en esto de los trajes ahora, vuelven a mostrar sus dientes. Nadie
me podr‡ convencer de que el origen de esta pueril diatriba no
surge de estos precedentes sobradamente conocidos por quienes
se hayan esforzado en conocer la historia del concilio Vaticano II.

As’ que en adelante sois muy libres de pensar, sentir, decir y


hacer lo que gustŽis cuando ve‡is que no visto el traje talar. No
creo en Žl. Tengo mis razones fundadas en las escrituras, en los
padres y en la tradici—n, al par que en destacados hombres sabios
en teolog’a, en mi sentido comœn y en el de muchos otros. Yo por
mi parte respetarŽ a todos como he hecho desde que mi
formaci—n me ha permitido respetar lo que para otros es sagrado
aunque para mi no lo sea. Y si pens‡is que me equivoco
permitidme ser fiel a mi conciencia y que yo con mis luces
descubra la verdad por mi mismo. La verdad se impone por si

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

misma. El integrismo desconoce esto, y provoca altercados por


nimiedades como esta. De ah’ que m‡s all‡ de la tolerancia en
aspectos concretos como este me haya atrevido a realizar esta
muestra de beligerancia. Tengo que obedecer a Dios ante que a
los hombres. Y cuando oigo hablar de formas de vestir m‡s que a
Dios descubro a hombres que pretenden controlar a otros de
manera descarada hasta en sus formas de vestir. El cristianismo
es mucho m‡s que una tonter’a de semejante calado. Filtramos
el mosquito y nos tragamos el camello. Contra los que usan de
algo tan sagrado como la obediencia en aspectos tan nimios
haciendo parecer la obediencia algo rid’culo, simplemente me
cabe actuar en conciencia guste o no guste. Si por ello me
consideran Òmercanc’a defectuosaÓ lo siento. Estudien sus modos
de considerarme porque ah’ es donde tienen el problema. Pues
tengo muy claro que yo no soy la causa del comportamiento de
ellos. Mi presbiterado afecta a mi ontolog’a y no a mi vestido, y
mi vestido por no ser talar, no desdibuja mi ontolog’a
simplemente la expresa al modo como Cristo, los ap—stoles y los
presb’teros, obispos y papas de los quinientos primeros a–os la
vivieron. No necesito disfrazar mi realidad porque mi realidad de
por s’, sacramentalmente, ya es sagrada. La consagraci—n
neotestamenteria, no as’ la lev’tica, no requiere de distinciones
externas, porque proclama que por el amor de Dios manifestado
en Cristo lo sagrado y lo consagrado es todo. REVESTIDOS SI PERO
DE CRISTO. Y no de estos o aquellos trapos. Y los que gusten
hacerlo de otra manera est‡n en su derecho, pero no m‡s y
menos que yo en el m’o.TRAJE TALAR NO no es igual a
MERCANCIA CLERICAL DEFECTUOSA. Igual que traje talar s’ no es
igual a mercanc’a clerical en perfecto estado. En lo sustancial
unidad, en lo opinable libertad y en todo caridad.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XXII

DESCUBRIENDO A JESUS VIVO EN LA PASCUA DEL A.D 2011 EN


LA PAGANIDAD

RAMOS

0. JESUS es el siervo de YHWH. En el se cumple los antiguos


or‡culos de los profetas. En el se cumplen las sagradas
escrituras. Es la verdad que se afirma por si misma en tiempos de
escŽptico y c’nico (desenga–ado) relativismo global. Pero
respetando nuestra libertad hasta el extremo de que pudimos
matarlo y lo hicimos.!
1. JESUS es el justo inocente condenado injustamente. En el
quedan incluidos todas las historias de los innumerables justos
inocentes atropellados antes de nacer, siendo ni–os, j—venes,
adultos, enfermos o ancianos. Siempre v’ctimas de la
inhumanidad ayer,hoy y siempre.!
2. JESUS es el que se humilla voluntariamente d‡ndose por
entero, entregando su vida, derramando su sangre, dandolo todo
en tiempos de egocentrismo salvaje, encontr‡ndose a si mismo
d‡ndose por entero a los dem‡s.!
3. JESUS es la v’ctima del integr’simo religioso monote’sta o
polite’sta y del integr’simo ateo,agn—stico y laicista que presiona
a sus disc’pulos para que lo nieguen, lo traicionen y lo abandonen
d‡ndole la espalda, dejandolo solo. Es el que padece la
cristofobia en su propia carne. Es al que hay que ridiculizar. Es al
que hay que desacreditar. Es al que hay que juzgar. Al que hay
que acosar y torturar. El que hay que desnudar. El que hay que
vejar. El que hay que eliminar. Es el que estorba. El hereje de un
discurso œnico. El blasfemo del dogma de lo pol’ticamente
correcto. Es al que hay que matar crucificando la mente y el
coraz—n de los que han puesto en el sus esperanzas. Es el que hay

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que sepultar para siempre usando para ello todos los medios
posibles al alcance. !
4. Pero JESUS es el que tiene a Dios de su parte y eso significa
que la verdad, la bondad y la belleza est‡n de su parte. Por eso
JESUS en la Pascua se manifestara como el rey de la alegr’a, de
la paz, de la esperanza y del amor. Adentremonos en la JerusalŽn
del Triduo Pascual y lo descubriremos. Y entonces en su Reino
seremos verdaderamente libres y descubriremos lo que es vivir
en plenitud.

JUEVES SANTO

Los doce ap—stoles uno por uno nos ense–an quien es JESUS.

5. JESUS es el cordero que nos reœne como una familia y nos


alimenta.!
6. JESUS es la sangre que nos signa y nos salva.!
7. JESUS es el se–or que pasa salvando y liberando.!
8. JESUS es la PASCUA.!
9. JESUS es el hecho mas memorable que siempre merece la pena
conmemorar.!
10. JESUS es el sacrificio de alabanza.!
11. JESUS es la eucarist’a.!
12. JESUS es el habiendonos amado nos amo hasta el extremo.!
13. JESUS es el que vino de Dios y a Dios volvi—.!
14. JESUS es el que nos lava por entero de toda suciedad.!
15. JESUS es el que esta entre nosotros como el que sirve.!
16. JESUS es el que no viene a ense–ar o a mandar en primer
lugar sino. El que viene a amar. Esto nos dicen los ap—stoles esta
noche santa.

!
HORA SANTA GETSEMANI

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

17. El amor es lo que nos glorifica. Quien ama y es amado por


dios, los dem‡s y si mismo vive en la gloria.

VIERNES SANTO!
18. Marcos dice: JESUS no siendo bello es verdadero y bueno.
Atentos todos los que solo creŽis en la belleza: postmodernidad.!
19. Lucas ense–a: JESUS es el que conf’a en el padre en medio
del dolor. Atentos todos los que desconf’an en cuanto sufren
porque no ven: los descre’dos.!
20. Mateo muestra: JESUS es el que ha de morir para nuestro
bien, para que quede claro el amor, el socorro, la gracia, la
compasi—n y la misericordia del Padre, y su voluntad de
glorificarnos. !
21. Juan nos dice Àbuscas un amigo? El mejor es JESUS. Y nos da
las razones que el tiene para quererlo como tal:

- El nunca se esconde de ti.!


- El nunca es violento contigo.!
- El siempre es libre para decirte la verdad. El es para ti siempre
un testigo de la verdad.!
- Es tan especial que se ve a las claras que no es de este mundo.
Su reino no es de aqu’.!
- El nunca se aparta de ti ni evita tus ojos aunque le chilles y le
cuestiones.!
- El aunque no lo prefieras nunca deja de amarte y de dar su vida
por ti.!
- Es el hombre perfecto: Ecce Homo.!
- Es el Hijo de Dios que me convierte en amigo de Dios si
consiento.!
- Es el que siempre esta y escucha aunque parezca mudo y sordo.!
- El no gusta de imperar como los cesares, ni te convierte en
siervo ni en esclavo.!
- El es el despreciado por los suyos como rey y al que se pierden

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

como amigo. Es el rey de los amigos.!


- El se deja desnudar con tal de dartelo todo.!
- El te regala el amor de su Madre.!
- El asume con paciencia y templanza infinita que le des vinagre
cuando tiene sed, y a pesar de que lo crucifiques no deja de
amarte.!
- El es el que siempre cumple.!
- El es la amistad que siempre has esperado.!
- El es el que cuando lo traspasas derrama sobre ti el amor.!
- El nunca se quiebra.!
- El es el amigo fiel que hemos matado despuŽs de torturarlo. El
que hemos sepultado. Pero tambiŽn es el que habiendo estado
muerto ahora vive por los siglos. Es un amigo mas fuerte que la
muerte, que volver‡ a vernos, nos volver‡ a amar de manera
gratuita y nos llenara de alegr’a.

ÀQuien da mas como amigo? JESUS el mejor amigo, esa es la


lecci—n del viernes santo y un amigo hasta la muerte y mas all‡.

Mirando tu cruz aprendo que en el sufrimiento hay que mantener


viva la esperanza contra toda esperanza, hay que vivir con
fortaleza para mantenerse firme en medio de la tribulaci—n y hay
que convertir el dolor en la mayor muestra de generosidad pura
para con el que sufre que antes que nada debe recibir siempre
nuestro amor.

ADORACION DE LA CRUZ

DespuŽs de tanto odio yo solo quiero amarte. Amarte por encima


de todas las cosas. Te amo y no quiero nunca curarme de esta
maravillosa sensaci—n.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

!
SABADO SANTO

El amor guarda silencio pero no se muere nunca.

DespuŽs de todo, ahora descansa JESUS, ma–ana nos espera la


nueva creaci—n.

VIGILIA PASCUAL: DOMINGO DE PASCUA.

Hoy nos sentamos con JESUS resucitado, con el que ha estado


muerto y ahora vive por los siglos, y es EL el que nos ense–a
quien es:

22. Yo soy el que creo vida en abundancia con mi palabra. Yo soy


la palabra de Dios que proclama que la creaci—n es algo bueno y
cuando veo al hombre proclamo que es algo muy bueno.!
23. Yo soy el que me sacrifico para salvarte a ti. Yo soy el que
creo un pueblo de hermanos tan numeroso como las estrellas del
cielo y las arenas de la playa.!
24. Yo soy la mano extendida sobre las aguas que te libera de los
faraones que te esclavizan. Mi bautismo te libera y te abre al
gozo de la tierra prometida.!
25. Yo soy tu esposo que te digo: con amor eterno te quiero. Yo
soy el que convierto tu vida en una joya preciosa. !
26. Yo soy el agua y el pan que sacia tu sed y tu hambre de
infinito. Yo soy la alianza perpetua. Yo soy la lluvia que te hace
dar fruto.!
27. Yo soy la sabidur’a que te hace prudente, te colma de valor e
inteligencia, de vida eterna, ilumina tus ojos, te regala la paz, la
gloria y la dignidad.!
28. Yo soy la santidad de Dios. Su agua que te purifica. Yo soy la
fuente de Su esp’ritu que te da un coraz—n de carne para que
vivas bajo la ley del amor verdadero.!

!199
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

29. Yo soy el que te une a mi por el bautismo para que igual que
mueres como yo conmigo resucites. Yo soy tu vida nueva. Yo soy
el que rehace vivir en Dios y para Dios.!
30. Yo soy JESUS el crucificado, he resucitado y hoy os digo:
alegraos, no teng‡is miedo,me verŽis,siempre me verŽis, ya
estarŽ siempre con vosotros, todos los d’as hasta el fin del
mundo. Comer‡s y beber‡s conmigo muchas veces a partir de
ahora. Yo soy tu gozo. Yo soy el que te hace vivir en la gloria. Yo
soy tu levadura que te hago masa nueva. Yo soy el que corre la
piedra grande y pesada del sepulcro. Yo soy el sepulcro vac’o. Yo
soy el que te har‡ ver y creer. !
31. Yo soy el que vive en la eucarist’a. Yo soy el que te hablara a
travŽs de las escrituras. Yo soy el que te har‡ arder el coraz—n
mientras camino contigo. Yo soy el emaus que te renueva. Yo soy
el que pedir‡ por ti y te dar‡n. Yo soy el que vivo en ti cuando
rezas el padre nuestro. Yo soy el que te librara del miedo, del
llanto, de la desesperaci—n, de las dudas, del vac’o de la nada
que te asfixia y de la ceguera de la incredulidad. Yo soy el que
estuvo muerto y ahora vive por los siglos: soy tu alegr’a, tu paz,
tu esperanza y tu amor. Yo soy tu vida en plenitud: ven conmigo,
cree sin ver y se dichoso, vive en plenitud. Pascua es la Pascua
feliz Pascua hermanos.

DOMINGO OCTAVA

32. JESUS vive.!


33. El nos agrega al grupo de los que viven unidos en el amor, de
los que escuchan su palabra y la anuncian a quien los quiere o’r,
de que oran sin cesar y de los que lo comparten todo como
hermanos.!
34. El nos llena de fortaleza y energ’a cuando arrecia el
sufrimiento y la contradicci—n. Especialmente si somos
perseguidos.!

!200
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

35. El nos hace dichosos, nos llena de gozo si estamos dispuestos


a creer en el sin ver con los ojos de la carne. Si creemos en El as’
entonces la piedra grande y pesada que cae sobre nuestro
coraz—n cuando muere alguien a quien amamos, es removida. Y
el sepulcro lleno de tristeza, angustia y desesperaci—n en que se
hab’a convertido nuestra vida por perder a quien amamos es
abierto. Y la gloria del resucitado lo transfigura en un para’so de
alegr’a, paz y esperanza, ya que nos hace comprender que el
amor no se destruye, guarda silencio, pero se transforma y se
hace eterno. Por JESUS vivo el amor es mas fuerte que la muerte.!
36. El que es Amor Vivo de Dios nos da vida al derramar sobre
nosotros su santo esp’ritu. El nos hacer nacer de nuevo para que
vivamos con esperanza, paz, alegr’a y amor.

En definitiva: JESUS es el que ha venido para que todos los crean


en El, escuchen su palabra, conozcan su voz y sigan sus pasos
vivan en la gloria, en plenitud. Gracias a El sabemos que el Padre
desea hacernos vivir en la Gloria. Y gracias a El el Esp’ritu Santo
viene sobre nosotros para hacernos vivir en la Gloria. AmŽn.!
!

!201
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XXIII

LA MISTICA EN LA PAGANIDAD

1.!
Creo que Dios es AMOR.!
Creo que nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios.!
Creo que en ese amor vivimos, nos movemos y existimos.!
Creo que ese amor todo lo invade, todo lo penetra y todo lo
trasciende.!
Pero creo que aqu’ aunque ese amor esta en todo, no lo es aun
todo en todos.!
Mi respuesta libre a esa manifestaci—n del amor de Dios en
Jesucristo determina que eso pueda ser as’.!
Creo que nunca estoy solo porque este amor esta siempre
conmigo.!
Creo que este amor es el mismo ayer y hoy y siempre.!
Creo que este amor es eterno.

2.!
El amor de Dios tiene que ver mas con sentir el ser que con
pensar el ser.!
Siente tu ser y dejate amar y nada mas.!
Lo dem‡s es pura idolatr’a.!
Horarios, posturas, ambientes, nada,!
Solo importa el amor.

3.!
Dios es amor.!
Dios es el ser. !
El ser es amor.!
Siente el ser y tocaras el amor de Dios, su amor se har‡ tu carne.

!202
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

4.!
La palabra se hace carne.!
El amor que es Dios se hace carne.!
Siente tu carne.!
Sientela porque es amada.!
Y dejate amar.

5.!
La m’stica cristiana es carnal.!
Sientete vivo, y en la fe de que Dios te ama,!
Dejate amar en cada una de las cŽlulas y ‡tomos que componen
tu yo.

6.!
Sentirte vivo en el silencio o en el ruido es orar. Si crees y sabes
que por existir eres amado por Dios en Cristo y en el esp’ritu.

7.!
Al ba–arme en el mar me siento amado carnalmente. Huelo tu
amor. Veo tu amor. Oigo tu amor. Saboreo tu amor. Toco tu amor.
Si hago silencio y creo al sentirme vivo siento carnalmente tu
amor.

8.!
Navidad. Mi carne sentida es la noticia de tu amor en el silencio y
la calma de mi fe en tu amor. Y solo tu amor basta. No quiero
nada mas.

9.!
Ni ruidos ni idolatr’as. Solo el amor basta.

10.!
Solo el amor basta.

!203
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

11.!
En tus manos amorosas lo pongo todo, lo bueno, y lo que esta
roto en mi.

12.!
Sentirte vivo es sentirte amado. !
La carne es la puerta inmediata del amor que la mente creyente
comprende.

13.!
La carne es esp’ritu en el marco imperfecto de lo espacio
temporal. En tanto que materia informada. Pues la materia sin
espiritu se vuelve nada. Igual que la mente es el brocal del pozo
que es el espiritu cuyo fondo es el coraz—n.

14.!
No idolatr’a.!
No ruido. !
No sue–o.!
Vac’o.!
Esto es,!
Amor de Dios en primer lugar y por encima de todo.!
Lo sagrado.

15.!
Daniel.!
Didache.!
Tres veces al d’a.!
Ma–ana. Mediod’a. Noche.!
Signarse. Invocar. Adorar. Dejarse amar. Padre nuestro. !
Tres personas. Tres tiempos. Y una naturaleza. Dejandose amar.

16.!
Orar es dejarse amar. Es dejarse informar. Es dejarse energetizar.

!204
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Es dejarse sanar. Es dejarse llenar del amor de Dios. El mayor


tesoro. La mejor energia. La informaci—n mas sublime.

17.!
Transforma tu respiracion en oraci—n. Cada vez que lo hagas
dejate invadir por el aliento de vida hasta la ultima de tus
celulas. Dejate amar. El esp’ritu de amor es aliento de vida.

18.!
Dios es esp’ritu. Aliento de vida. Amor hasta el extremo. Energia
transfiguradora. Luz glorificante. Promesa y esperanza de
infinito. Nube de misterio. Voz que se–ala a jescucristo.
Informaci—n sublime. Vida en plenitud. Eterno esplendor.

19.!
No existe la verdadera conversi—n sin ver el autentico rostro de
Dios que no sabe hacer otra cosa que amar.

20.!
La fe convierte la respiraci—n en oraci—n. Pues permite ver en el
aire el pneuma enamorado que es la fuente ultima de la vida en
plenitud.

21.!
En el amor vivimos.!
En el amor nos movemos!
Y en el amor existimos.!
En tu amor padre.!
En tu amor.!
No existe la soledad para el que cree en tu amor,!
Pues tu amor Padre siempre esta con nosotros.

22.!
Tu padre eres el pensamiento y piensas con amor.!
Tu hijo eres la palabra y los hechos del padre, y lo que dices ya

!205
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

haces es amor.!
Tu esp’ritu, eres el coraz—n de Dios que inunda de amor a
aquellos que creen en ti.!
Dios eres amor a la puerta llamando si abro!
Entras y comemos juntos, y yo as’ disfruto de las delicias de tu
amor.

23.!
Orar es existir en el amor.

24.!
Al orar existiendo en el amor mi ser se convierte en una pila de
amor divino que inunda de ese amor el orden del ser del que
formo parte.

25.!
Lo mismo que la electricidad a la programaci—n televisiva es el
amor divino a la creaci—n.

26.!
Todo es amor. El pecado es negarse a ello. La necedad alienante
es no verlo.

27.!
Mi aspiraci—n ver siempre tu amor en todo. Ese es el estado de
oraci—n permanente, !
La eterna bienaventuranza de la visi—n de Dios.

28.!
Creaci—n original es visi—n del ser, visi—n del amor de Dios.

29.!
El ser es el amor de Dios. El ser es amor. Yo soy el que soy.!
Yo soy el que ama. Yo soy el que vive en plenitud.!
Yo soy el que ama hasta el extremo.

!206
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

30.!
Cuando mi mente y mi coraz—n se apartan de ti tras atenciones
diferentes, !
Me convierto en una oveja perdida que tu amor busca.!
Ni en ese instante dejas de amarme.

!
31.!
Los ruidos tambiŽn son amados aunque alienados no se percatan.!
La alienaci—n tambiŽn es amada.

32.!
No pienses, no actœes,no sientas, se consciente, existe siendo
amado.!
Lo dem‡s no hace falta.!
Ante el amor divino todo lo dem‡s si con lleva al amor sabe a
nada.

33.!
Cuando somos amados por Dios todo se torna relevante.!
Sin este amor todo es nada, todo es irrelevante.!
Sin el amor de Dios la vida es una mentira.!
La vida es el triunfo del mal.!
La vida es la victoria de la fealdad.!
Cuando la vida es amada por Dios entonces es!
Buena, bella y verdadera.

34.!
Dios esta en todo pero solo lo es todo si aceptamos su amor.!
Cuando vivimos Dios esta en nosotros.!
Cuando creemos, oramos y amamos!
Dios, ademas, comienza a serlo todo en nosotros.

!207
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

35.!
En el mundo Dios esta en todo y en todos.!
En el cielo Dios lo es todo en todos.!
Por ello no es lo mismo estar en su amor que ser en su amor.!
Al orar no solo estamos en su amor, somos en su amor por fe y
por gracia.

36.!
Jesœs humaniza el rostro salvaje del Dios pagano mostrandolo
como es verdaderamente,!
Amor de todo amor, amor eterno.!
Jesœs humaniza al hombre pagano y de salvaje y brutal lo hace
amor fraterno.!
La Roma pagana muere a manos de Cristo crucificada, para
resucitar !
Libre, equitativa y fraterna.

37.!
Sin Cristo, sin amor, el hombre y el mundo paganizados se
vuelven salvajes y brutales. Satan‡s reina, las gentes se dividen y
la vida se marchita.

38.!
El cristianismo hip—crita. El cristianismo pecador y no santo es
paganismo.!
Y no revela el rostro verdadero del hombre.!
Sin amor no hay cristianismo.

39.!
Soy una manifestaci—n del amor de Dios.!
Tu amor nos ha creado.!
Tu amor nos ha red’mido.!
Tu amor nos santifica.!
Tu amor nos glorifica.!

!208
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Tu amor nos transfigura.!


Tu amor nos diviniza.!
Y as’ tu amor se vuelve todo en todos.

40.!
Nada esta fuera del imperio de tu amor.

41.!
Si no mantienes la fe en el amor de Dios no subsistir‡s.

Quien cree en el amor de Dios manifestado en Cristo como el


buen ladr—n sabe!
Que no debe temer a lo que pudiendo matar el cuerpo no puede
matar el alma.!
Quien cree no se deja apresar por el temor.

42.!
Nada ni nadie puede separarte del amor de Dios de ah’ no te
trasladan nunca.

43.!
Si al escuchar la palabra de Dios arde tu coraz—n,!
Si te llenas de gracia,!
El amor resucitado de Dios en Cristo !
Ha compartido tu camino.

44.!
Si amas enfermas de sed de infinito y!
te vuelves incompatible con la muerte.!
Y la raz—n es clara al amar Dios se entra en ti.!
Pues Dios es el amor mismo.!
De modo que el amor te hace infinito.!
Por eso ya nunca aceptas la muerte.!
El amor te vuelve antinatural !
pues la naturaleza de lo finito se vuelve raqu’tica para el que

!209
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ama.!
Y es que el amor hace que Dios lo sea todo en ti.!
Y cuando ocurre eso la eternidad se vuelve tuya!
y tu vida en este universo sin plenitud de ser, !
se torna para siempre y necesariamente, sed de infinito.!
Al amar enfermamos de tal manera que ya solo Cristo puede ser
nuestra medicina.!
Solo el puede saciar nuestra sed.!
Porque resucita nuestros seres amados y los hace vivir en Dios.!
Y as’ nos muestra que el amor es mas fuerte que la muerte.!
El amor nos hace sobrenaturales,!
Porque abre la puerta al infinito en la finitud!
Y lo enferma de deseo de la existencia nueva.!
El amor solo te hace compatible con la existencia!
Inmortal e incorruptible, con la vida eterna.!
Con la vida en Dios: siendolo el todo en todos.

45.!
Sin tu amor solo hay nihilismo.!
Todo se vuelve humo.!
Ante el pecado y la muerte,!
Las fuentes de mi personal nihilismo solo tengo la fe en tu amor.!
46.!
El espacio y el tiempo en tanto que dimensiones de la existencia
son para mi manifestaci—n de tu amor. TambiŽn lo es la memoria.

47.!
Sumergido en tu amor, como David, danzo para tu amor, danzo
para ti.!
Inmerso en el aire fresco, en la tierra suave, en el fuego
luminoso y en las aguas transparentes. Inmerso en tu amor, danzo
para ti.

!210
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

48.!
En medio de la oscuridad nihilista y ca—tica del mundo pido ser
una Luna donde tu amor se refleje para que se gocen e iluminen
los que gusten contemplar.

49.!
Usa siempre tu conciencia y descubre que si alguien, sea quien
sea, no habla desde el amor: piensa como los hombres y no como
Dios. Sea quien sea. Y entonces discierne y decide, porque hay
que obedecer a Dios antes que a los hombres.!
La libertad debe someterse al imperio de la verdad y la verdad es
el amor.!
Pues la verdad es Dios y Dios es amor.

50.!
Si creo en tu amor creo en mi. Por ello si creo en mi, creo en tu
amor.

51.!
El amor de Dios se encuentra en el presente, se descubre en el
pasado, se vislumbra en el futuro, pero en el instante presente lo
tienes hecho ser.

52.!
Agua, tierra, aire y fuego...sin tu amor nada. De los cuatro
elementos, el quinto: tu amor, lo es todo. Pues sin el, toda la
casa se queda sin cimiento. Y el aire, la tierra, el fuego y el
agua, pierden su verdad, su bondad y su belleza. Todo se torna
insustancial.!
Tu amor es mi energ’a. La energ’a de mi agua, de mi tierra, de mi
aire y de mi fuego. Mi energ’a. TU. !
El quinto elemento.!
Lo eres todo.!
Fuera de ti nada tiene sentido.!

!211
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Todo es insustancial.!
Irrelevante.!
Soy tierra, agua, fuego y aire.!
Pero lo que sobre todo soy en cada uno de ellos es amor.!
Tu amor.!
Sin tu amor no soy nada.!
Por tu amor puedo serlo todo.

53.!
La angustia tambiŽn es amada.!
Crucificado eres amado.!
Infinitamente amado.

54.!
Ama como eres amado.!
Para salir del juicio, del odio y de la ira!
Aprende a decir: ABBA, perdonalos porque no saben lo que hacen
o!
Perdonalo porque no sabe lo que hace, !
O perdoname porque no se lo que hago, o!
Perdonanos porque no sabemos lo que hacemos.!
Hazlo y si te has salido del amor volver‡s a el y amaras!
Como te Dios te ama.

55.!
Soy polvo de estrellas amado y enamorado.!
Polvo de estrellas salvado de la nada!
Y convocado a la Gloria.

Padre en tus manos amorosas lo pongo todo.!


Jesœs, mi se–or y mi Dios, confi— en ti que nos has amado hasta
el extremo: no temerŽ.!
Esp’ritu santo, llama de amor viva, VEN.!
AMEN.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

EPILOGO!
Por el amor de Dios manifestado en Cristo Jesœs.!
Del que nada ni nadie me puede separar.!
Que es el mismo ayer y hoy y siempre.!
En el que vivimos, nos movemos y existimos.!
Que lo penetra todo, lo trasciende todo y lo invade todo.!
Que nunca permite que estemos solos porque siempre esta con
nosotros.!
El amor de Dios que en el Espiritu!
Lo transfigura todo!
De corruptible en incorruptible,!
De mortal en inmortal,!
De finito en eterno.!
Solo en la fe en que Dios nos ama hasta el extremo se sacia la sed
de infinito que nos constituye. !
Por ello llevo muchos a–os pudiendo decir con el salmo 22 que tu
bondad y tu misericordia me acompa–an todos los d’as de mi
vida.!
Este es mi credo.!
Esta es la fuente de toda mi m’stica.!
A Dios la Gloria por los siglos.!
AMEN.!

!213
Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XXIV

S I E T E C A M I N O S D E O R A C I î N E N L A Ò PA G A N I D A D
ATEOCRçTICAÓ.

Ni que decir tiene que esta propuesta no excluye otros


caminos para llegar a Dios. Los modos de orar son simples
puentes que nos permiten pasar el r’o para encontrarnos con
aquel que nos hace vivir en plenitud. De modo que simplemente
ofrezco a vuestra consideraci—n siete modos sencillos de alcanzar
el Coraz—n del Padre sin grandes complicaciones. As’ que ah’ van:

1. REZA Y CAMINA.
Unos feligreses m’os aquejados de azucar, hipertensi—n,
colesterol y dem‡s dolencias, tienen por costumbre salir a
caminar todos los d’as. A veces van en grupo y otras veces no. As’
que han tomado por costumbre rezar mientras caminan. Sobre
todo cuando van solos. Pues a veces coinciden caminando con
personas no creyentes. Tienen su Òrosario de dedoÓ. Y mientras
andan (una hora aproximadamente al d’a), lo van rezando.
Nuestra parroquia es la del Rosario. De ah’ la devoci—n. Yo les
aconseje que cuando rezaran cada Ave Mar’a con su imaginaci—n
pusiesen su atenci—n en una persona distinta. Y as’ su Rosario
ser’a una hermosa manera de amar a los dem‡s. Algunos me
hicieron caso y al parecer la experiencia les gust— mucho. Pues ni
caminando solos se sent’an solos. Y adem‡s aprovechaban el
tiempo orando y amando. Alguno ten’a problemas porque no se
sab’a las letan’as, y yo le aconsejŽ que invocara a la virgen con
todas las advocaciones que conoce y llam‡ndola por cada t’tulo
le rogara su intercesi—n por nosotros. Y as’, por los distintos
caminos y calles de mi pueblo, tengo una comunidad de orantes

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que mientras los dem‡s vivimos, nos movemos y existimos, ellos


adem‡s de velar por su salud, oran calladamente por nosotros.

2. RESPIRA, ORA Y AMA.


A veces la cabeza es verdaderamente la Òloca de la casaÓ. Y no
somos incapaces de pararla. Y nos descentramos con una mosca
que pase. Vivimos despistados, mil cosas nos reclaman la
atenci—n y nos enervan. Y eso de sentarse y concentrarse se
vuelve tan dif’cil. Pues bien cuando est‡s as’, o cuando eres un
hiperactivo n—mada empedernido, lo que mejor que te viene es
sentarte diez minutos al amanecer, al mediod’a y al anochecer y
orar con la respiraci—n. ÀComo se hace eso? ÀSabes respirar? Pues
eso. Al inspirar el amor del Padre Dios entra en t’. Al expirar el
amor del Padre Dios es enviado por ti a los dem‡s. Por ejemplo al
inspirar puedes decir la frase de Jesœs: ÒEl Padre est‡ en m’Ó. Y
en esos segundos sentir como te llena el amor inmenso de Dios
que hecho oxigeno pasa a cada una de tus cŽlulas. Al expirar,
env’as ese amor a los dem‡s y puedes hacerlo diciendo tambiŽn
para ti la frase de Jesœs Òos lo env’oÓ, ÀquŽ env’o? el amor del
Padre que he recibido en Cristo hecho Esp’ritu vivo de Dios.
Recuerda que Jesœs al expirar entrego su Esp’ritu y luego,
resucitado, sopl— sobre sus disc’pulos. Convierte tœ tu expiraci—n
en una intercesi—n, en puro amor por los dem‡s. Con este modo
de orar har‡s lo que hace Jesœs en Juan 17: Dejarse amar por el
Padre que est‡ en Žl y Žl en el Padre. Y por otro lado amar a tus
hermanos orando por ellos para que tambiŽn el amor del Padre
estŽ en ellos como est‡ en ti. Dejarse amar y amar a los dem‡s y
s—lo respirando. Durante 10 minutos, tres veces al d’a. Y al
finalizar pues en un instante rezas el Padre Nuestro. Y as’
finalizas. TambiŽn puedes signarte. Pero lo importante en este
modo de orar es amar como te est‡n amando y todo: respirando.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

3. LLENATE DE GRACIA LEYENDO.


En el pasado discutimos en repetidas ocasiones los cristianos
acerca de la libertad y de la gracia y de la relaci—n que entre
ambas se ha de establecer. Para llegar a una humilde conclusi—n.
La gracia es el agua de lluvia. Nosotros una semilla y la vida es la
tierra. Sin agua la semilla no puede hacer nada por s’ misma,
pues aunque lo intentara fracasar’a porque sola, sin agua, nunca
podr’a mantenerse. Si bien con agua, la semilla puede dar fruto.
O puede no darlo y pudrirse en la tierra. Si da fruto la semilla
alcanza su plenitud, si no lo hace, se desperdicia y es una
tristeza. La tierra a veces puede entorpecer o no la conexi—n
entre semilla y agua. Pero como la semilla quiera, teniendo agua,
crecer‡ si no m‡s, menos, pero crecer‡. Lo mismo ocurre con la
libertad y la gracia. Por ello la gracia es necesaria e insustituible.
Y la libertad es autŽntica. Pues la gracia da a la libertad la
ocasi—n de ser verdadera libertad, seduciŽndola para crecer y dar
fruto. Aœn as’ la libertad puede resistirse a la acci—n de la gracia
y decidir no crecer. ÀComo puedo por tanto ponerme bajo la
lluvia de la gracia?ÀComo puedo llenarme de gracia? Escuchando
la Palabra de Dios. A solas o en comœn, en una reuni—n o en una
celebraci—n. En di‡logo verbal o escrito con un hermano de
camino tras los pasos de Jesœs. ÀComo hacerlo? Como la semilla,
ante la humedad ‡brete, dŽjate trabajar y crecer‡s. La Palabra
viva de Dios te seducir‡ y te har‡ crecer, cimentando tu fe,
alentando tu esperanza y fortaleciendo tu amor. La palabra de
Cristo nos llena de gracia, porque suscita en nosotros la alegr’a,
la paz, el amor y la esperanza. Es el Esp’ritu de Jesœs vivo y
resucitado quien habla en ella. Esto mismo puede decirse
tambiŽn de la participaci—n en los sacramentos, en la Eucarist’a
cœlmen de todos ellos, y en la misma oraci—n, sea esta de un tipo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

o de otro. As’ que leer, orar y celebrar es Òllenarse de GraciaÓ.


La Virgen Mar’a en Nazaret as’ nos lo ha ense–ado.

4. VIVE EN CRISTO.
Cuando lees los Hechos de los Ap—stoles descubres lo que ya
Jesœs nos ense–aba en el evangelio de San Juan y el cap’tulo final
del Evangelio de Mateo. Yo estarŽ con vosotros todos los d’as
hasta el fin del mundo. ÀComo puede un hombre vivir en todos a
la vez? Para una presencia f’sica esto es imposible, no as’ para
una presencia espiritual. Por ello en PentecostŽs se nos regal—
una nueva presencia de Jesœs. El Esp’ritu de Dios hace posible
que Jesœs nos acompa–e a cada paso de nuestra vida. Abre en
nosotros un punto ÒwifiÓ para que podamos estar conectados a la
ÒredÓ en la que Jesœs habita. Y del mismo modo que con distintos
ordenadores todos podemos estar conectados a la misma red de
modo que toda la informaci—n de internet est‡ a nuestra
disposici—n, si tenemos el Esp’ritu en nosotros permaneceremos
conectados a Jesœs las 24 horas del d’a y podremos enriquecernos
con su riqueza. Basta conectarnos, abrir el navegador y empezar
a disfrutar de sus infinitos tesoros. La conexi—n es la fe, el
navegador la oraci—n y los tesoros la gracia de Jesœs. Jesœs vivo
hoy esta entre nosotros en el Esp’ritu de Dios, as’ puede estar
con todos a la vez, cosa que no podr’a hacer si hubiera
permanecido viviendo f’sicamente entre nosotros. As’ que esta
forma de orar es simple, invoca el Esp’ritu de Dios, conviŽrtete
en un terminal y deja que la informaci—n de Jesœs fluya por tu
mente. Y as’ si piensas con Jesœs, sentir‡s con ƒl, tendr‡s sus
mismos sentimientos, y ello te permitir‡ actuar como ƒl, amando
hasta dar la vida. No te pierdas pues la ocasi—n de pedir a diario
que el Esp’ritu de Dios venga sobre ti, porque ello convertir‡ tu
vida en un precioso sagrario en el que Jesœs Vivo habitar‡.

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

5. EL PADRE NUESTRO.
Cuantas veces rezamos el Padre Nuestro como si tal cosa.
RepitiŽndolo sin saber muy bien lo que decimos y pedimos. A
parte de que meditarlo puede llevarte horas de enriquecedora
oraci—n, se nos olvida con frecuencia que esas palabras no son
nuestras, ni de la Iglesia, ni de los curas, ni del Papa. Son de
Jesœs. Y gracias al Esp’ritu de Dios quien las dice en ti es ƒl. S’. El
mismo Jesœs en persona, reza en ti cuando las rezas. Tu le das tu
persona. Tu cuerpo. Tu voz. Tu espacio y tu tiempo. Y es
impresionante darte cuenta de eso. Le damos nuestra persona a
ƒl, para que ƒl pida por todos, y especialmente por lo crea m‡s
oportuno al Padre. Jesœs sigue orando por nosotros cuando cada
uno de nosotros oramos con esa humilde y hermosa oraci—n. Por
eso es emocionante ver como los padres y abuelos ense–an a sus
ni–os estas palabras. Pues cuando ellos las pronuncian, Jesœs vivo
se hace presente en ese ser humano. No pases por alto nunca
esta preciosa forma de orar: nos la ense–o Jesœs. Toma
conciencia de lo que pasa y disfruta con ello. Y entonces te dar‡s
cuenta que rezar el Padre Nuestro nunca se te har‡ pesado, m‡s
bien al contrario querr‡s rezarlo despacio muchas veces.

6. EN DOLOR HAZTE AMOR.


Todos sufrimos tarde o temprano. Aunque s—lo sea por un dolor
de muelas. El dolor no s—lo es f’sico, tambiŽn es psicol—gico o
moral, llamadlo como quer‡is. A veces es de todas las maneras a
la vez. El dolor nos parece absurdo. Y es tan desagradable que
huimos de Žl, y hacemos todo lo posible por erradicarlo. Y
hacemos bien. Pero ocurre que no siempre se puede acabar con
Žl todo lo r‡pido que quisieras. Y entonces debes aprender a
convivir con Žl. Eso pasa sobre todo con el dolor ÒmentalÓ,
aunque tambiŽn a veces con el Òf’sicoÓ. Y entonces puedes hacer
dos cosas. O lo vives como una maldici—n. O lo transformas en

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

amor puro. ÀEso es posible?. Mira la cruz. ÀQue crees que hizo
Jesœs con su dolor? Transformarlo en amor, en un amor hasta el
extremo. ÒPadre, que este dolor m’o se torne amor para todos
ellosÓ. Esas palabras podr’amos ponerlas en su boca sin temor a
equivocarnos. Los c‡nticos del siervo de YHWH, particularmente
el cuarto, nos dan la raz—n. Es el amor de Jesœs lo que nos salva
en la cruz, y no el dolor. Por ello en la Eucarist’a queda con
nosotros su amor eterno manifestado en el Calvario y el horror
del mismo se esfuma. As’ que si sufres de cualquier manera mira
la cruz o c—gela en tu mano y dile al Padre: Padre cambia este
dolor en amor. Y piensa en personas concretas o en todos los
seres humanos a la vez. Que este dolor m’o se vuelva amor para
los dem‡s. Y pasar‡s del absurdo del dolor a la grandeza del
amor. Y aunque el dolor no cese, el amor tampoco lo har‡. Y si
recuerdas que en tu pasado hubo dolor y entonces no sab’as esto,
coge todos esos recuerdos del ayer, que quiz‡s ya no te duelan
tanto, y ofrŽceselos al Padre para que el los cambiŽ en Bendici—n
para todos los dem‡s. Hacer memoria de tu historia personal de
dolor cambi‡ndolo en amor puede ser una preciosa manera de
rezar ante una cruz. La l—gica de la cruz es locura para unos y
necedad para otros, pero para Dios, y para nosotros es pura
sabidur’a. ÀQuiere Dios el dolor entonces? ÁQue va! pero le
encanta sacar bienes de los males.No frustres su espectativa y el
volver‡ amor tu dolor.

7. DESAHOGATE ANTE EL.


Cuantas veces te encuentras con gente que ha olvidado las
oraciones que aprendi— de ni–o, bien porque nunca las volvieron
a usar, bien por vejez, bien porque no les dicen nada y los dejan
fr’os. Y cuando dan sus pasos hacia Jesœs, te dicen que no saben
rezar. Que no saben como hacerlo. O bien ocurre que descubres
que alguien que ha estado rezando con ellas toda la vida, se

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

cansa de repetir y repetir lo mismo. A veces pasa que la ropa que


nos sirve de ni–o luego de joven no nos vale, y la de joven
tampoco nos vale cuando somos adultos o ancianos. Pues en ese
caso yo siempre recomiendo seguir el consejo de San Pedro en su
primera carta. Desahoga tu coraz—n ante el Padre porque Žl se
interesa por ti. Tœ le importas porque Žl te ama. Y desahogar tu
coraz—n es hablar con ƒl, con tus palabras, con tu vida, desde lo
que te preocupa hasta lo que te alegra. Aqu’ lo hacemos mucho
ante un precioso icono: el Cristo de la barca de Goyo; otros lo
hacen ante el Cristo de la fe o el sagrado Coraz—n de Jesœs, otros
eligen a la Virgen, estos tambiŽn son listos, pues a los novios de
Can‡ les fue muy bien. Yo siempre recomiendo para esto, el
sagrario. La verdad es que ah’ est‡ realmente presente Jesœs de
una manera sacramental, misteriosa, pero real. Y ah’ todo su
amor infinito nos espera. Esa capilla debe ser siempre un lugar
’ntimo. A mi no me suele gustar que el sagrario estŽ en el altar
mayor, en eso el misal romano de Pablo VI me parece
inmensamente brillante. Un lugar ’ntimo, sencillo, donde la
reserva eucar’stica disfrute de su espacio para recibir en la
intimidad a sus amigos y poder amarlos de coraz—n a coraz—n.
Para poder estar como dec’a el cura de ars: Òjuntos mir‡ndonos y
siendo felicesÓ. Con el tiempo te dar‡s cuenta que ya no hace
falta hablar porque ƒl te conoce sin que hables. Y te bastar‡
estar un rato en su presencia poniŽndote en sus manos. Pero ah’
no se llega de la noche a la ma–ana. Antes a veces hay que
hablar mucho.

Y hasta aqu’, los caminos que os abro para orar en medio de


la paganidad y la ateocracia imperantes. El clima no ayuda nada.
Pero tampoco ayudaba a nuestros hermanos los primeros
cristianos, tambiŽn ellos vivieron en medio de una sociedad

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pagana. Y con modos de orar sencillos y humildes salieron


adelante. Y es que a Dios le encanta revelarse a los sencillos y
peque–os. La complicaci—n no es el mejor modo de llegar a Dios.
Muchos se pierden en la bœsqueda de Dios porque convierten sus
Òartificios meditativosÓ en verdaderos ’dolos. Olv’date de eso.
Jesœs recomendada modos sencillos para llegar a Dios, lee el
serm—n de la monta–a y lo veras. ÀY ahora? Ahora a vivir la
aventura de orar, y si no te atreves s—lo, c—gete de la mano de
Mar’a que ella te ayudar‡.

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XXV

ADORA LA EUCARISTIA

Todo lo que puede decirse de la Encarnaci—n de Cristo puede


decirse de la Eucarist’a. La materialidad es la humanidad. La
Divinidad es la Divinidad de la Eucarist’a. La persona es lo que
aœna ambas naturalezas. Toda la materialidad es completa como
la humanidad de Cristo es completa. Y toda la divinidad es
completa como la Divinidad de Cristo es completa. Y una sola
persona acontece. La analog’a del lenguaje (cuerpo-sonido, alma
humana-lengua concreta/ divinidad-Significado œnico expresable
en mœltiples lenguas / persona el ser que comunica su significado
en una lengua concreta que suena con sonidos concretos) expresa
como se reproduce eso mismo en la Eucarist’a. Es el Esp’ritu
invocado al hacer memoria del amor hasta la cruz y del amor que
vence a la muerte en la acci—n de gracias quien obra el prodigio
de que lo que solo era materia completa se torne persona. La
persona es principio y fuente de amor y por ello la Eucarist’a lo
es. Quien adora la Eucar’stia adora la persona de Cristo
realmente presente por el Esp’ritu. Quien profana la Eucarist’a a
Cristo profana. La transustanci—n es la personaficaci—n de lo
impersonal por s’ solo. La analog’a del aire y el Esp’ritu obra el
prodigio de que esa misma persona estŽ en todas partes, igual
que el mismo aire est‡ en todas partes del planeta por la sencilla
raz—n de que es muy grande. Pero siendo el mismo aire en todas
partes. As’ que sentado ante ti en amante adoraci—n es
permanecer en tu amor, y permite dejarse amar y responder con
el amor del buen ladr—n en mi caso. Jualiana Norwith coincide
conmigo y yo con ella. ÁOh grandeza admirable la que adorna el
inmenso misterio de la Eucarist’a como adorno el inmenso
misterio de la persona de Cristo en la que siendo realmente
hombre completo habita la total plenitud de Dios completo. Lo
mismo ocurre con la Sagrada Eucarist’a.

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XXVI

ESPIRITUALIDAD NO ESPIRITUALISMO

1. No somos marionetas en manos de nadie. Quien piensa as’


cuestiona que entre Dios y nosotros exista una relaci—n basada
en el verdadero amor. Pues s—lo entre seres libres es posible
que brote una relaci—n de amor verdadero.
2. Podemos amar entra–ablemente un objeto pero Žl no puede
correspondernos y devolvernos amor. Podemos amarlo pero
nunca sentirnos amados por Žl. Mi coche o mi casa ni siente ni
padece si yo dejo de usarlo y pasa a manos de otro. No es un
ser libre, ni inteligente, ni consciente. Algunos los tratan como
si lo fueran, pero en fin, los dem‡s r‡pidamente nos damos
cuenta que distorsionan la realidad y sacan las cosas de quicio.
3. Los animales como si tienen un cierto grado de libertad
condicionado por el instinto y aunque no poseen el nivel de
inteligencia que pueda tener un humano porque su cerebro no
lo permite, domesticados, son capaces de establecer
relaciones que si no lo podemos llamar propiamente ÒamorÓ si
que se le acerca mucho. Algunos son capaces hasta de
asombrarnos con el grado de ÒhumanidadÓ que alcanzan. Pero
como digo el amor no es pleno, lo decimos muchas veces de
manera coloquial: ÒÁTe falta hablar!Ó.
4. De modo que el ser humano no es un objeto y parece que
aunque si tiene mucho de animal, tiene otras dimensiones que
lo convierten en un ÒanimalÓ tan diferente que llamarlo
ÒanimalÓ es quedarse corto. Pues presenta varias coordenadas
que lo hacen distinto: es capaz de libertad, es capaz de
inteligencia, es capaz de consciencia, es capaz de
personalidad. Estos fen—menos tan complejos se deben a que

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su cerebro lo posibilita y lo permite y su propia fisiolog’a y


anatom’a. Est‡ ÒestructuradoÓ de forma distinta, y los que
sabemos que la materia es un imposible sin estructura,
comprendemos que tiene ÒalmaÓ. Su estructura ’ntima
presente en la m‡s m’nima de sus porciones le hace ser un
ente especial entre el resto de los seres vivos o inertes. Esta
peculiaridad le hacen ser un misterio en s’ mismo que se
vuelve consciente del inmenso misterio del que forma parte.
Toda la historia del pensamiento puede ser resumida de esta
forma: intentos de responder y explicar al misterio que somos.
As’ que pensar como somos una especie de ÒsimÓ en las manos
de un ser superior es reducir a nada al ser que a nuestro
parecer Dios ha querido crear a su imagen y semejanza.
5. Zubiri sol’a decirlo con palabras complicadas pero muy
expresivas: ÒSer hombre es ser Dios de manera finitaÓ. Luego:
ÁNo! No somos marionetas en manos de nadie.
6. Entonces Àcomo me explico que Dios sea Òmi Se–orÓ? Nos
cuesta mucho comprender el significado de esta expresi—n
tanto como seguir entendiendo la din‡mica adoptada por Jesœs
en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. El Òsecreto
mesi‡nicoÓ la llaman los estudiosos biblistas. Hasta que Cristo
muri— en la cruz no permiti— que lo llam‡semos Se–or y Mes’as
abiertamente. Ten’amos que verlo lavarnos los piŽs y dar su
vida por nosotros. Porque primero ten’a que enamorarnos.
Dejarnos hacer con Žl la peor de las crueldades para luego
decir esas palabras vertiginosas que siempre emocionan mi
alma de manera inusitada: ÒPerd—nalos porque no saben lo que
hacenÓ. Vosotros libremente salvajes hasta extremos de
vŽrtigo capaces de cumplir las palabras de Isa’as en su famoso
cuarto c‡ntico del siervo de YHWH en sus cap’tulos 52 y 53
conmigo. Y yo sin parar de susurraros el mismo y œnico
mensaje que siempre me habŽis escuchado: ÒOs quiero con

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amor eternoÓ. Ese es el mensaje de la cruz. As’ que Jesœs se


convierte en nuestro Se–or cuando nos enamora. Que bien lo
experimente Pedro el ap—stol cuando por tres veces es
preguntado por lo mismo: ÒÀme amas? Àme quieres?Ó. Y as’,
como Dios manda, amando, ejerce el Se–or sobre nosotros su
se–or’o. Amando hasta el extremo. Y claro, esto con
ÒmarionetasÓ no puede hacerse. Tampoco con ÒsiervosÓ. Por
eso nos llama ÒamigosÓ y no siervos, y esto a pesar de que
infinidad de monjes y frailes se empe–en en enmendarle la
plana al Se–or llam‡ndose Òsiervas y siervos de esto y de
aquelloÓ. Y es que a veces tambiŽn nos pasa como aquellos
disc’pulos que pensaban que lo del Reino de Dios era algo de
naturaleza pol’tica. Donde cada cual tendr’a su trono y su
puesto de poder. Que af‡n de dominaci—n. De convertir en
marionetas a los dem‡s. Sin respetar la libertad de los otros.
7. De hecho nos ha costado trabajo pero al final parece que la
mayor’a esta por defender que la Òverdad se impone por s’
mismaÓ y que Òla verdad se propone no se imponeÓ. Son
palabras del concilio Vaticano II que la extrema derecha y la
extrema izquierda cat—licas consideran ÒsuperadoÓ. El
integrismo con facilidad busca siempre superar expresiones tan
equilibradas como esta. Sin percatarse de que los concilios no
se ÒsuperanÓ sino que se ÒintegranÓ. Juan Pablo II, no lo
super— sino que lo integr— y muchos aœn lo recordamos
diciendo estas palabras en el encuentro con los j—venes que
realiz— en su œltima visita a Espa–a. El valor de la conciencia
es enorme. Y la conciencia personal no puede convertirse en
Òla sombra de nadieÓ. Eso lo dice hasta el compendio del
catecismo de la Iglesia cat—lica en los nœmeros 373 y 444: ÒLa
dignidad de la persona humana supone la rectitud de la
conciencia moral, es decir que Žsta se halle de acuerdo con lo
que es justo y bueno segœn la raz—n y la ley de Dios. A causa de

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la misma dignidad personal, el hombre no debe ser forzado a


obrar contra su conciencia, ni se le debe impedir obrar de
acuerdo con ella, sobre todo en el campo religioso, dentro de
los l’mites del bien comœnÓÉ.Òla dignidad de la persona
humana requiere que en materia religiosa, nadie sea forzado a
obrar contra su conciencia, ni impedido de actuar de acuerdo
con la propia conciencia, tanto pœblica como privadamente, en
forma individual o asociada, dentro de los justos l’mites del
orden pœblicoÓ. San Pablo lo dijo con palabras m‡s sencillas y
comprensibles para todos en la carta a los Romanos 14, 15
frente a un conflicto acerca de comidas aceptables o no el
resuelve el tema diciendo: ÒActœe cada uno conforme al
dictamen de su propia concienciaÓ. Aunque los integristas de
derechas e izquierdas cat—licos (tan abundantes por desgracia)
se empe–en, la objetividad no puede suspender la subjetividad
sino que deben integrarse por la v’a del ÒconvencimientoÓ y
claro nadie puede convencer a nadie de nada, cada cual se
convence s—lo de lo que quiere. Los integristas siempre
incurren en el mismo error: ÒVencen pero no convencenÓ. Ellos
dicen que es que una ÒmadreÓ (la Iglesia) se Òpreocupa de sus
hijos y les ense–a el camino del bienÓ. Y es cierto. Pero no
siempre las madres saben lo que sus hijos conocen porque han
aprendido m‡s que ellos. Y es que los hijos no son la sombra de
las madres. Y muchas veces los hijos hacen crecer en el saber
a las madres. Si los hijos se han de convertir en sombra de las
madres, la madre de madre pasar‡ a ser ÒMadrastraÓ. Y la
iglesia si respeta el valor de la conciencia individual es una
Iglesia, y su secuestra la inteligencia y la libertad pilares sobre
los que la conciencia se edifica, se convierte en una secta.
Como una secta funcionan los muchos que consideran que
somos marionetas en las manos de Dios. ÒMadre y madrastra
noÓ. ÒMater et MagistraÓ. As’ lo ense–aron Juan XXIII y Pablo VI

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esos papas tan denostados por los integristas de amplio


espectro. ÒLa Conciencia es el Sagrario donde Dios nos hablaÓ,
es el concilio que los integristas quieren borrar de la historia
de la Iglesia. As’ que si el concilio tiene raz—n, si no es papel
mojado: tenemos conciencia personal moral, inviolable e
intransferible y la conclusi—n de ello es clara: ÒNo somos
marionetasÓ.
8. ÀEso supone que? Tenemos que cambiar nuestra forma de
expresarnos en tŽrminos religiosos. Pues nuestra forma de
hablar es err—nea. Lo que nos sucede no nos pasa por voluntad
expresa y deseada por Dios para hacernos ÒsantosÓ. Caer en el
error de vernos como ÒbarroÓ es olvidar que el agua es nuestra
libertad y el Esp’ritu de Dios el alfarero. Y claro con barro
ÒsecoÓ un alfarero por bueno que sea puede hacer poco. Dios
nos seduce pero respondemos dej‡ndonos seducir. Y la libertad
es la capacidad de decir que NO que el ser humano no pierde
nunca ante Dios. Ni Lutero, ni Pelagio. Sola Gratia. Sola
libertas. Error: Libertad capaz de amar a Dios, el bien de
manera permanente, porque es libertad enamorada. Por eso la
gracia va primero porque enamora y hace capaz de responder
con el bien porque el amor te ha seducido primero. Por eso la
gracia libera para amar. La gracia no anula la libertad si no
que la potencia maravillosamente pues le permite alcanzar
cotas imposibles sin la gracia dada su condici—n herida por el
pecado. La Gracia santifica realmente. Como el agua de lluvia
hace que una semilla plantada en tierra seca sea capaz de dar
fruto. Aunque siempre puede elegir pudrirse. Lo que es cierto
es que sin esa agua, la semilla en tierra seca, no puede dar
fruto y que este sea duradero. El agua es la Gracia. La semilla
tu libertad. El universo es la tierra. Y el ÒsecoÓ es el pecado.
Ignorando esto lo ignoramos todo. De ah’ que sea importante
no superar sino los concilios y la tradici—n sino integrarlos

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porque se si no repetimos errores pasados. Este equilibrio


precioso es la resultante de integrar en la propia vida San
Agustin y el concilio de Trento.
9. ÀEntonces no compartimos con algunos musulmanes la
convicci—n de que todo lo que pasa es voluntad de Dios? ÁPues
no! Ellos son siervos de Dios. Nosotros Hijos de Dios. Ellos se
postran en el suelo servilmente y se someten al todopoderoso
que no tiene porque dar explicaciones. Nosotros rezamos en
pie porque el Padre nos mira am‡ndonos y con abrimos
nuestras manos ante Žl abriendo nuestras vidas a su amor para
responderle con nuestro amor enamorado. Evidentemente los
suf’es se acercan en la comprensi—n de Dios a nosotros, pero
eso s’, con diferencias. No todo es lo mismo. As’ que cuidado
con adoptar convicciones ajenas a tu entorno religioso porque
simplemente puedes estar adoptando un credo distinto, y de
ah’ brotara una comprensi—n del hombre y del mundo muy
diferente.
10.ÀEntonces no puedo decir me he enfermado porque Dios lo
quiere o soy calvo porque Dios lo desea? Pues evidentemente
no. La ontolog’a universal no est‡ planteada de esa manera. El
universo es un espacio y un tiempo de libertad. Es un fuera de
Dios. En tanto que Òfuera de DiosÓ la imperfecci—n forma
parte la realidad por definici—n. Porque s—lo Dios es perfecto.
La perfecci—n y la divinidad son anejas. Pues si no es perfecto
no es Dios. As’ que Òla falta de armon’a en tŽrminos absolutos
es una muestra clara de imperfecci—nÓ. ÀDif’cil de entender?
No mucho. Pongamos ejemplos. Un ser humano camina. Una
hormiga camina. Y ambos se cruzan casualmente. El humano
aplasta la hormiga sin darse cuenta. No hay armon’a entre la
vida del humano y la vida de la hormiga. La imperfecci—n del
universo radica entre otras cosas en la falta de armon’a entre
los distintos ordenes vitales. La ecolog’a desde hace tiempo

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trata de estudiar la interdependencia y sus efectos entre el


ecosistema humano y los dem‡s. Un terremoto es tan natural
como un hurac‡n pero ambos entran muy mal en relaci—n con
el hombre y su mundo que tambiŽn es muy natural porque
despuŽs de todo y en la m‡s estricta visi—n darwinista de la
cuesti—n el hombre es tan natural como los monos. No hay
armon’a entre los fen—menos naturales necesariamente. Un
virus o una bacteria son tan naturales como nosotros, pero
junto con nosotros pueden no interactuar positivamente para
todos de la misma manera. Un c‡ncer es natural. Pero su
ÒnaturalidadÓ destruye la salud natural de cualquiera que lo
padezca. La falta de armon’a es muestra de una imperfecci—n,
y la imperfecci—n es una ausencia de bien. La ausencia de Bien
es lo que llamamos mal. As’ piensa gente como Agust’n de
Hipona y Tom‡s de Aquino. Ambos santos y doctores de la
Iglesia. Luego el mal no puede ser voluntad del bien. Porque
entonces el bien no ser’a bien. Sino mal. De modo que Dios, el
sumo bien porque de lo contrario no ser’a Dios, no puede
originar y querer el mal. Luego Dios no quiere mi enfermedad
y por supuesto menos aœn mi calvicie.
11.ÒNi un s—lo pelo cae...sin que Dios lo permitaÓ. ÀDice eso el
evangelio? Revisemos bien los textos. Jesœs est‡ diciendo que
no tengamos miedo que Dios est‡ y que estamos en sus manos.
Eso es lo que Jesœs quiere resaltar. Somos m‡s importantes que
los p‡jaros. Pero extraer de ah’ la lectura de que los enfermos
de c‡ncer se mueren entre horribles tormentos porque Dios lo
quiere es monstruoso. Es m‡s, es blasfemo. Dios lo que
muestra en Cristo es que nos quiere ÒglorificarÓ. Es decir
hacernos participar de su vida divina. Hacernos como Dios.
Divinizarnos. Pero la imperfecci—n es una exigencia de nuestra
condici—n de seres que viven fuera de Dios. Dios est‡ en todo
lo que existe. Pero Dios no lo es todo en todos. En este orden

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de la realidad no. Si Dios lo fuera ya todo en todos no har’a


falta el cielo pero esto no es el cielo. El mal, el sufrimiento y
la muerte existen. Y nos recuerdan que nuestra existencia no
es el para’so. Lo que Jesœs pone de manifiesto en textos como
estŽ y en otros parecidos es: ÁNo tem‡is a la que pudiendo
destruir el cuerpo no puede destruir el alma porque Dios est‡!
y que Dios estŽ supone que el mal, el sufrimiento y la muerte
no tienen la œltima palabra en la vida. La tiene Dios. Este
orden de realidad incompleto, este orden de realidad en
gestaci—n puede caminar hacia la plenitud porque Dios lo
puede hacer. El universo no puede darse est‡ plenitud, pero
Dios que es la plenitud si puede otorg‡rsela por gracia. Y
puede si nos hace participar en su plenitud. Y eso es lo que
hace en Cristo. A esta gracia respondemos diciendo que s’, si
nos enamoramos de su propuesta. Hasta nuestro s’ es fruto del
juego de seducci—n que El hace sobre nosotros, pero sin anular
nunca nuestra capacidad de decir no. Una vez m‡s ni Pelagio,
no necesitamos ser seducidos por Dios para alcanzar la
plenitud, ni Lutero, no hay que responder s’ porque no
podemos hacerlo aunque Dios nos seduzca. Ambos modos de
explicar la relaci—n de Dios con nosotros son err—neos por
imprecisos y simplistas. Reduccionistas. La realidad de la
relaci—n de Dios con nosotros es mucho m‡s compleja, y s—lo la
visi—n cat—lica con Agust’n y Trento le hacen verdaderamente
justicia.
12.Pero Dios Òpermite el malÓ dicen algunos como Larra–aga. Y
les falta a–adir Òsi lo permite lo quiereÓ. Dios ha creado un
mundo fuera de Žl. Para que tœ y yo seamos ante Žl un tœ
verdadero que pueda establecer con Žl una verdadera relaci—n
de amor. Por eso es importante poderle decir que ÒnoÓ porque
sino no existir’a el amor. Dios lo que permite es un mundo
fuera de Žl para que el amor verdadero pueda darse. Aceptar

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por parte de El un orden de realidad fuera de El supone


permitir un orden de realidad imperfecto, esto es no arm—nico
y por tanto ca—tico. Pero no legitima para afirmar que Dios
quiera el holocausto nazi porque lo permite. Dios permite un
orden de realidad donde estas cosas pueden ocurrir pero no
significa que Dios se glor’e en la existencia de tales
monstruosidades. La existencia de la falta de armon’a es el
precio que hay que pagar para poder ser un ser ante Dios. Un
ser finita pero verdaderamente libre y capaz de establecer una
autŽntica relaci—n de amor o desamor con Dios. Los que
piensan que la ÒhistoriaÓ es la manifestaci—n de la voluntad de
Dios no son Cristianos. Son Hegelianos. Y bien les vendr’a
estudiar m‡s a gente como Sšren Kierkegaard. Algunos leen los
libros hist—ricos y convierten a David, y los otros personajes,
en marionetas en las manos de Dios. Marionetas ÒtontasÓ que
tardan mucho tiempo en darse cuenta de como Dios hace las
cosas de manera sabia aunque para ello tenga que matar a
70000 mil personas o m‡s. Hegel cre’a que la historia es una
manifestaci—n del logos que se est‡ desplegando y d‡ndose a
conocer incluso para s’ mismo en el tiempo. El logos nosotros
lo llamar’amos Dios: La Raz—n absoluta que est‡ presente
hasta en el œltimo acontecimiento que hace que el universo
sea como es. La libertad personal es un espejismo porque
realmente como ense–an las telenovelas latinoamericanas al
final la œltima palabra la tiene el ÒdestinoÓ. Porque el
ÒdestinoÓ es la manifestaci—n de la voluntad del Dios que se
est‡ ÒdesplegandoÓ. El concepto de ÒprogresoÓ decimon—nico
que tanta importancia ha tenido en el siglo XX es hijo de esta
visi—n hegeliana de las cosas. No soy hegeliano. Creo con
Kierkegaard que la libertad siendo finita es ÒrealÓ
condicionada por la imperfecci—n humana. Y creo que la
libertad humana mal planteada puede abortar cualquier

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progreso. Porque es capaz de abortar su propio destino. Una


guerra nuclear puede hacerlo. Y para ello basta con decidir
apretar un bot—n. El suicidio es una opci—n posible. Por ello me
gusta interpretar los libros b’blicos desde esta clave: un
encuentro entre el Dios que nos ama y nuestra libertad que
unas veces responde positivamente y otras de manera negativa
a ese amor que Dios nos ofrece. De ah’ que las mil y una
calamidades que sobrevienen a Saœl y a David, aunque el
hagi—grafo implicado atribuya a Dios o no el origen de ellas, en
realidad son consecuencia de que al decirle que no al Dios del
amor, la plenitud se aparta de nosotros porque sin Dios la
plenitud es imposible. Las consecuencias del mal uso de
nuestra libertad ante Dios es lo que los escritores humanos de
la palabra de Dios llaman ÒCastigoÓ. Desobedecer lo que Dios
nos ÒmandaÓ es darle la espalda a la bondad, porque lo que se
manda, se manda porque es bueno, y no al revŽs: es bueno por
ser mandado. De modo que desobedecer los mandamientos
conlleva males adheridos: ÒvenenosÓ que al abrirles las
puertas de nuestra nos destruyen a nosotros y a los dem‡s.
Quien mata, miente, adultera, roba y envidia se da–a y da–a a
los dem‡s. Quien no ama al Dios que nos ama primero se priva
de esperanza y de la paz y la alegr’a que ella conlleva. Las
consecuencias de mis actos equivocados aunque voluntarios y
por tanto verdaderamente m’os, son Òm’osÓ. De Dios el sumo
bien no proceden mis males. Del bien el mal no brota. El error
de David es suyo. El error de Absal—n es suyo. El error de Saœl
es suyo. Son libres. Nat‡n al exponer las consecuencias de sus
errores est‡ manifestando con mayor o menor claridad que
nuestra libertad tiene un peso verdadero. Y si decidimos
autodestruirnos as’ ser‡ salvo que Dios que es misericordioso
se compadezca y nos ofrezca nuevas oportunidades sin anular
nunca nuestra capacidad de decir que no y por tanto de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

sumergirnos para siempre en un monstruoso infierno. Por eso


todos los profetas tienen dos tipos de or‡culo: de condena y de
salvaci—n. De condena cuando damos la espalda al Dios que
puede hacernos vivir en plenitud y de salvaci—n cuando nos
abrimos amorosamente al Dios que nos salva, esto es, que nos
glorifica. La Palabra de Dios nos llena de gracia si la
escuchamos y nos glorifica. Pero si le decimos ÁNo! la gracia se
derrocha y no seremos glorificados, m‡s bien al contrario,
polvo de estrellas somos y en polvo estrellado nos
convertiremos.
13.El infierno es por tanto que Dios no nos olvida pero si nos
respeta. No nos olvida y somos convocados a la existencia,
pero nos respeta y no nos hace vivir en El. Por tanto un vivir
sin vivir. El simb—lico Òfuego que no cesaÓ es el amor de Dios
que no nos olvida nunca y nos convoca a la existencia, pero
como es amor, nos respeta, y por tanto no nos ÒobligaÓ a vivir
en Žl, donde œnicamente es posible vivir eternamente.
14.El purgatorio es la consecuencia de que nuestra libertad es
verdadera. Y por tanto si no se ha adecuado plenamente al
amor de Dios debe hacerlo antes de que se produzca el
encuentro esponsal entre Dios y el hombre. Pues si no el amor
entre ambos nunca ser‡ verdaderamente autŽntico.
Simb—licamente hablando es algo as’ como lavar al ni–o reciŽn
nacido para que inicie su vida nueva sin suciedad alguna.
15.El cielo es el encuentro pleno de dos libertades
verdaderamente enamoradas donde nosotros aportamos
nuestro amor y Dios pone su gloria enamorada de cada uno de
nosotros.
16.Luego Dios lo que desea es glorificarnos. Pero no a costa de
suspender nuestra libertad como piensan los hegelianos
convirtiŽndonos en marionetas. Dios quiere glorificarnos por
medio del amor. Es decir enamorando nuestra libertad que es

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finita e imperfecta pero es verdadera. El mundo es el espacio


y el tiempo donde ese prodigio puede verificarse. Si se verifica
acontece la santidad. Que no es otra cosa que la apertura al
amor de Dios manifestado en Cristo y que se verifica en
nosotros por el Esp’ritu de Dios.
17.As’ que vivimos en un cosmos no divino: el mundo. Y en Žl
nosotros podemos abrir el universo a la gloria. Nosotros somos
universo. Universo consciente, libre y responsable. La
personalidad que el cosmos que se autoorganiza ha puesto
ante Dios. Y lo que hacemos y decimos es responsabilidad
nuestra. Y si usamos nuestro libre albedr’o para abrirnos a la
acci—n del amor de Dios entonces nos hacemos libres para
amar a Dios permanentemente m‡s all‡ de los efectos
destructivos que supuso el hecho de que a Dios le dijŽsemos un
ÁNo! rotundo en el uso negativo del libre albedr’o de nuestros
primeros padres. Por ese hecho, el pecado original, nos
incapacitamos para amar el amor de Dios. En Cristo se nos ha
vuelto a capacitar para amar al Dios que nos ama hasta el
extremo. Es ese amor el que nos ha hecho libres para amar al
Dios que nos ama en Cristo y en el Esp’ritu. Y eso es lo que nos
puede divinizar.
18.As’ que Dios nos glorifica cuando no le decimos que no. Y lo
hace por gracia. Lo que ocurre mientras tanto es nuestra
tiempo, nuestra vida, nuestra libertad, nuestra opci—n, nuestra
existencia. Cabe angustiarse porque podemos malograrnos.
Cabe alegrarse y redimirse porque es posible glorificarnos.
Pero decidimos y hacemos lo que nos place. As’ que ya basta
de decir ÒDios quiere esto o quiere lo otroÓ para tapar lo que
nosotros queremos. Ya basta de decir Dios quiere que yo sea lo
que soy, Dios desea glorificarme en el respeto de mi libertad. Y
lo va a hacer de acuerdo conmigo y sin anularme ni
suplantarme. Si no respetando mi decisi—n. Evidentemente en

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

unos casos se lo vamos a poner m‡s o menos dif’cil. Lo que la


historia de la salvaci—n testimonia es que Dios hace lo posible y
a veces lo imposible porque no nos malogremos. Pero nunca
hasta el extremo de anularnos. Hace lo posible y lo imposible
en el marco del amor. Y en el amor el otro nunca puede
desaparecer ni convertirse en una sombra. Porque si no el
amor se esfuma. As’ que si estoy aqu’ porque el obispo A o B
me ha puesto ah’ eso no significa que Dios lo quiera as’ y
siempre. Lo que no dudo es que Dios en lo que mi vida ofrece
como posible por mor de un cœmulo de libertades tan complejo
como la sociedad humana, va hacer lo imposible por
glorificarme. Esto es importante que tambiŽn lo tengan en
cuenta los se–ores cardenales cuando eligen al Sumo Pont’fice.
Divinizar mi elecci—n suponiendo que yo hago lo que Dios
quiere que haga es afirmar que los se–ores cardenales son
marionetas en manos de Dios. Que duda cabe que Dios se
tomar‡ muy en serio lo que estos hijos suyos decidan de
acuerdo con sus luces porque de ello depende que su prop—sito
de glorificarnos pueda ir hacia adelante. Porque la Iglesia
recinto donde los hombres libremente se abren al amor de Dios
manifestado en Cristo por medio del Esp’ritu depende mucho
de esto. As’ que postulo la hip—tesis clara de que Dios me
glorifica siempre partiendo del ejercicio de mi propia libertad.
Y en funci—n de lo que yo decido. As’ es como es posible
entender el verdadero valor de la par‡bola de los talentos.
Dios nos da los talentos y nosotros o los usamos o los
enterramos. As’ que no podemos mantenernos en la
mentalidad de que somos marionetas con los talentos que Dios
nos da. Una marioneta no es responsable ni culpable de nada.
Por eso optamos por esta mentalidad r‡pidamente como
creyentes: porque es c—modo y esconde muchas veces nuestra
pereza. Pero la din‡mica del talento est‡ ah’. Que Dios har‡ lo

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

imposible por glorificarte no te quepa duda pero lo har‡


dej‡ndote ser tœ. Sin anularte ni suplantarte. Si perdemos de
vista esto simplemente no hemos entendido a Cristo ni hemos
entendido nada porque no hemos entendido realmente al
hombre.
19.La espiritualidad sin una verdadera comprensi—n del hombre
es una espiritualidad ficticia. Un espiritualismo. El
desconocimiento del verdadero rostro del hombre no permite
conocer el verdadero rostro de Dios. Y sin conocer esos rostros
es imposible establecer una verdadera espiritualidad. La
espiritualidad es la vida humana del Esp’ritu de Dios. Si no
conocemos como es el hombre no podemos entender como lo
trabaja el Esp’ritu de Dios. Por tanto cualquier esquema
mental que pretenda explicar la vida del Esp’ritu deformando
el rostro del hombre y el de Dios, aliena y equivoca, y por eso
no es espiritualidad sino espiritualismo. En esta hora
encuentro mucho espiritualismo y poca espiritualidad. El
espiritualismo es pura ideolog’a. Es m‡s es una idolatr’a en
tanto que nos aparta de la verdad de las cosas: la verdad de
Dios y del hombre, y por tanto impide que verdaderamente nos
encontremos con Dios como hombres autŽnticos. Es un estorbo
para encontrarnos con Dios verdaderamente. Y por su falsedad
muchas veces nos lleva a negar a Dios como nos ense–aba con
tanta claridad la Gaudium et spes del concilio Vaticano II al
hablarnos del ate’smo.
20.De modo que ÀMarionetas? ÁNo gracias!. Hombres verdaderos
ante el Dios del amor que me crea libre, me respeta libre, me
ama libre y asumiendo mi libertad y sus consecuencias me
glorifica libre. Por eso y s—lo por eso el mundo es historia
verdadera y no un gui–ol. Lucidez amigos. De necedad ya
hemos tenido bastante. Si me empe–o en ser Borgia Dios
tratar‡ de salvarme y glorificarme pero ser‡ una pena que no

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

me haya empe–ado en ser Teresa de Calcuta. Y de eso Dios no


ser‡ responsable. Lo serŽ yo. Que Dios me quiere glorificar no
me cabe duda. Que yo decida dejarme glorificar es otra cosa.
Si decido glorificarme como cura de pueblo Dios har‡ lo
imposible porque as’ sea. Si decido hacerlo de otra manera
Dios estar‡ ah’. Podr’a usar mis talentos de otra forma, pero
Dios estar‡ ah’. Mientras que pueda, por si acaso al final de
mis errores logro articular las palabras del buen ladr—n y soy
capaz de abrirme a su amor que me glorifique. Lo dem‡s son
espiritualismos vanos, idolatr’as falsas. ÀNecedad hegeliana ?
ÁNo gracias! Inteligencia Kierkegaardiana. S—lo sobre ella
acontece la verdadera espiritualidad.

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XXVII

PIETISMO EGOLATRA Y MEGALOMANO: ENFERMEDAD DE LO


RELIGIOSO.

De entre los vicios arraigados en los esp’ritus clericales destaca


el pietismo. En estos œltimos tiempos de moda, instigado por esta
restauraci—n del integrismo clerical que vuelve a emerger con
fuerza en esta generaci—n. Y es curiosa la profunda vinculaci—n
que existe entre el pietismo y la megaloman’a. El pietismo es una
suerte de espiritualismo descarnado y falso, al servicio de
intereses expœreos, que nada tienen que ver con la autŽntica
gloria de Dios. Pues siempre est‡n al servicio de un cierto
narcisismo espiritualoide que reviste de religi—n su fatuo
egocentrismo. Los pietistas que describo son megal—manos
porque se viven a s’ mismos como manifestaciones vivas de la
autŽntica voluntad de Dios sin tolerar ni aceptar ninguna suerte
de cr’tica. Adem‡s algunos hasta se perciben como santos en vida
y luminarias de vidas ajenas hasta el extremo de gustar que esas
vidas œnicas e irrepetibles por voluntad de Dios, se tornen meras
sombras de sus egos hipertrofiados. Asusta descubrir hasta que
extremo son capaces de vulnerar el segundo mandamiento de la
ley de Dios con total ausencia de consideraci—n. Pues es
frecuente o’rlos apelar a Dios para justificar sus acciones,
encubriendo sus gustos tras las mismas palabras de lo Santo, sin
ningœn tipo de rubor. Usan el nombre de Dios al servicio de su
absurda vanidad que lejos de brotar del amor brota de una
refinada egolatr’a. ÒEl elegidoÓ, s—lo la palabra asusta. Y s—lo un
leg’timo elegido existe y es Cristo, el ungido, que manifest— que
lo era plenamente cuando muri— en la cruz amando hasta el
extremo. Cuando nosotros le matamos siendo crueles con Žl, nos
mir— desde la cruz y nos dijo aœn as’ os amo, y esa sorprendente

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

forma de amar, resulto tan trascendente al centuri—n romano que


al verlo morir no tuvo m‡s que decir que aquello de
ÒVerdaderamente este era el Hijo de DiosÓ. Los pietistas
megal—manos nunca har‡n esto. Jam‡s te amar‡n hasta el
extremo. Se amar‡n hasta el extremo a s’ mismos y si es a tu
costa los justificaran con asomos de espiritualismo vacuo e
irracional, propio del burdo nomalismo de Guillermo de Ockham.
As’ se las gasta esta nueva raza, que quiere que todo el mundo
orbite a su alrededor. Su megaloman’a es comparable al concepto
que de s’ mismo ten’a el rey sol. Hasta textos de San Francisco
est‡n al servicio de esta justificaci—n del feudalismo en el seno
de la Iglesia envueltos en un pietismo y espiritualismo que asusta
pues suspende la inteligencia y la libertad de una persona, para
suplantar su conciencia conviritiŽndolo en una marioneta o una
ficha de ajedrez adecuada para llenar los huecos que sus
ÒdeseosÓ asignen. Y estos megal—manos est‡n presentes en todos
los estratos de la experiencia religiosa. En las cumbres y en las
bases, pasando por los puestos intermedios. Si bien es cierto que
cuando son presb’teros suelen ser siempre Òconfesores expertosÓ
aunque carezcan de toda experiencia, m‡s sabios que todos los
sabios juntos, que asignan a capricho un sitio en la historia a esta
ser humano que tiene la suerte de postrarse ante Žl pues de sus
manos recibir‡ la gloria cuando logre convertirlo en una
marioneta. A estos les encantan los alrededores de los seminarios
pues como ara–as extienden sus redes controlando cuantas m‡s
vidas mejor. Son una suerte de vampiros de la independencia
ajena y cuantos m‡s cometas convierten en asteriodes que
gravitan en torno a ellos mejor. M‡s felices. M‡s realizados se
sienten. Pues m‡s alimentan su ego de manera atroz. Como un
c‡ncer que conquista los tejidos vecinos aunque para ellos tenga
que destruirlos. El egocentrismo encuentra en el clericalismo un
refugio seguro. Pues todos deber‡n mirarme con reverencia,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

como una manifestaci—n viva de lo sagrado, y aceptar sin


rechistar mis puntos de vista como incuestionables, infalibles y
establecidos por Dios a travŽs de m’, pues Žl vive a mi servicio. Y
no yo al suyo. Normalmente el pietismo megal—mano siempre es
enemigo de la libertad y la inteligencia pues son dos antivirales
que siempre combaten su poder infeccioso. Como tambiŽn lo
hace la reivindicaci—n del valor de la conciencia individual.
Ni que decir tiene que los pietistas megalomanos son unos
ritualistas natos. Pues por medio del rito ellos reciben culto a s’
mismos. De ah’ que conviertan la liturgia en un espect‡culo al
servicio de s’ mismos, aunque ellos piensen que lo hacen por la
gloria de Dios. De ah’ que necesiten toda una ÒprosopopeyaÓ
injustificada en la liturgia no exigida por el evangelio de nuestro
Se–or ni por la verdadera liturgia para ÒsalvaguardarÓ el misterio
que ellos hacen sin que nadie participe plenamente ni se entere
de nada porque basta que lo hagan ellos que lo confeccionan y
realizan la acci—n sacra. Pues despuŽs de todo ellos son Òel
CentroÓ, el punto pontifical a travŽs del cual todos deben pasar.
No es Cristo la puerta, son ellos el ojal de la aguja al servicio del
cual Cristo est‡. Y si no es as’ ese Cristo que dicen adorar los
dem‡s no es el verdadero. Pues el resucitado como todos los
dem‡s tambiŽn est‡ bajo su tiran’a. Son unos perfectos hijos de
la civilizaci—n del espect‡culo de la que Vargas Llosa nos habla en
su reciente ensayo. Lastima que con su pluma certera no
descubra a tales sujetos y en vez de criticar a esta suerte de
integrismo atroz se extienda en atacar a la religi—n en tŽrminos
globales. Los pietistas megal—manos est‡n encantados con el
lat’n y todo lo que resulte cr’ptico, como verdaderos integristas
musulmanes quieren ponernos a todos mirando a la pared en vez
de permitir que Cristo sea el centro en el altar, pues entonces
ellos dejan de ser el sol en torno al cual deben gravitar todos y es
Cristo quien ocupa ese lugar que les pertenece a ellos. As’ que

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prefieren estorbar que el pueblo pueda ver a Cristo con sus


espaldas y su idioma muerto para justificar su lugar ante los ojos
del pueblo. Es una suerte de Òqu’tate tœ que me pongo yoÓ. Y as’
ellos lo son todo, y Cristo es lo que es, gracias a ellos. Asusta que
estos tipos quieran que Cristo sea una luna m‡s alrededor de su
ego hipertrofiado y superlativo. Esta es la reacci—n historicista en
ciernes ante la reforma litœrgica conciliar que quiso convertir las
asambleas litœrgicas en cristocŽntricas poniendo a Cristo en el
centro y todos los dem‡s alrededor. Pero esta orientaci—n y la
simplificaci—n del rito para encontrarnos con Cristo pronto y de
manera directa ofendi— a todos los que entraron al sacerdocio
busc‡ndose a s’ mismo. Esta orientaci—n de la liturgia conciliar se
da de bruces con el clericalismo pietista y megal—mano. Porque
reconoce como œnico centro fundamental a Cristo y a nadie m‡s.
Y lo dem‡s son seres vocacionados cada cual en su espacio para
vivir unidos cada cual con su propia gracia el amor que Cristo nos
ofrece y al que nos convoca. Y ah’ no cabe el egotismo pietista
porque es denunciado por el Cristo Rey y œnico Se–or, verdadero
camino, autŽntica verdad y plena vida. Por ello estoy convencido
que el maligno gusta de refugiarse en estos corazones pietistas
megal—manos y egocentristas. Pues trata de dividir al pueblo de
Cristo y estorbar su relaci—n directa con Žl y junto a quienes
hacen posible la realidad sacramental que como madres los
domingos cocinan para sus hijos para sentarse junto a ellos a
comer. Siendo lo que son: Madres de sus hijos. Su oscurantismo
brota de su enemistad perpetua ante la luz de la raz—n
inteligente y la voluntad aut—noma y verdaderamente libre. Pero
eso no es suficiente para un eg—latra. Necesita la adoraci—n. Pues
lo que busca es ser como Dios. La tentaci—n del gŽnesis alienta
en su alma con un vigor sorprendente. Pero la pasi—n de ser como
Dios no pasa por amar hasta el extremo como Dios. No quieren
ser iguales al Dios del amor. M‡s bien quieren ser como los dioses

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

paganos del ayer. Es una pura egolatr’a. Una burda forma m‡s de
idolatr’a. Todo en ella es interpretaci—n antes que verdadera
santidad. Hasta modifican la voz e inclinan la cabeza, y adoptan
gestos afectados. No se est‡ existiendo con verdad, sino que se
est‡ interpretando. Se actœa de cara a la galer’a. Incluso muchos
de estos pietistas dan a veces lugar a conductas sexuales
deformadas e incluso a veces hasta delictivas. La humildad es la
verdad, y por ello la soberbia, la vanidad y el culto a s’ mismo los
caracteriza. Y viven una mentira. La normalidad es el modo obvio
de vivir y por ello, distorsionan lo normal, y como un rotundo
neur—tico suelen neurotizar su ambiente con frecuencia. Incluso
a veces inventan plegarias propias que les permiten a los dem‡s
darles culto. Viven como si fueran santos en vida. Pero son
santones. Y son beatos con u–as de gato. No les tiembla el pulso
para hacer lo que les place. Sea lo que sea, todo lo disfrazan de
piedad. Prefieren la inhumanidad a la herej’a. Y se revisten de
ortodoxias que les impiden ofrecer al ser humano un trato
humano. No han descubierto que quien hace vivir al hombre en
plenitud es el que da verdadera gloria a Dios. Con facilidad se
acercan en sus usos y costumbres a los maestros de la ley que
Jesucristo critica en el cap’tulo 23 del Evangelio de San Mateo.
No aman, m‡s bien, utilizan a los dem‡s. Aman tanto a Dios que
no aman a nadie m‡s y condenan m‡s que salvan. Algunos gustan
de ser saltimbanquis que pasan j unto a los dem‡s
impresion‡ndolos con sus gracietas y recibiendo aplausos de unos
y otros que alimentan m‡s su ego rotundo. Para abandonarlos
despuŽs y si te he visto no me acuerdo. Utilizan a los dem‡s para
fomentar su narcisismo enfermizo. Otros lo hacen apoltronados y
acomodados en su propio trono de gloria hasta el punto de
convertirse en puntos de peregrinaci—n para los dem‡s. N—madas
o sedentarios no aman, se aman. Y eso los identifica siempre.
Pero eso s’ ellos se presentan como el culmen de todas las

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virtudes y la fuente de todos los valores. Y si encima dominan


presupuestos econ—micos pueden ser temerarios construyendo
macroedificios impagables pero que el ego de estos ÒiluminadosÓ
justifica. Pues cualquier sufrimiento de los dem‡s es poco con tal
de fortalecer sus egos. El Pietismo eg—latra y megal—mano es
todo un Paradigma clerical del siglo XXI para unos cuantos,
apoyados por notables personalidades que pretender imponer sus
gustos estŽticos (por cierto de mal gusto), contra viento y marea.
Pues mantener las rocallas barrocas como expresi—n art’stica en
pleno siglo XXI no deja de ser un historicismo trasnochado e
injustificado a poco que uno haya le’do a Kandinsky. Pocas cosas
me han decepcionado tanto como la atrocidad estŽtica que
supuso revestir de paneles ÒbarroquitosÓ el altar de Pablo VI en
el abside de San Pedro. Pero volviendo al tema que nos ocupa
tras esta disgresi—n art’stica, se–alo que el pietismo siempre es
una manifestaci—n oscura de personalidades eg—latras y
megal—manas de corte religioso. Un sujeto con estas
caracter’sticas tiende al pietismo. Y el pietismo es siempre un
espiritualismo y por lo tanto, una manifestaci—n falsa de la
autŽntica vida religiosa. Es una perversi—n, una degradaci—n de lo
religioso, puesta al servicio del propio narcisismo. Nada que ver
con ser hombres y mujeres que ofrecen a Dios un culto en
esp’ritu y en verdad. No es por tanto luz sino oscuridad. Los
ÒiluminadosÓ pocas veces dan luz autŽntica. Si luz es la luz de
LUZBEL. Un enga–abobos que pone a sus sœbditos al servicio del
maligno.
Mientras que lo religioso adopte y produzca frutos como
esto ser‡ verdad lo que el concilio Vaticano II reconoce cuando
habla del ate’smo: Muchas veces los cristianos con nuestras
formas err‡ticas de vida somos la raz—n m‡s clara de que muchos
se llamen ateos. El pietismo es sectario y por ello a los que
seduce los da–a pues los priva de inteligencia y libertad y anula

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su conciencia. Y los convierte en sombras. Pero los que no son


seducidos por Žl, al ver lo que sucede corren asustados de
quienes van de luz por la vida pero realmente son agujeros
negros que se tragan toda la vida y la libertad que los rodea. As’
que no olvidemos nunca la famosa frase de nuestro querido Se–or
Jesœs: ÁNo todo el que dice Se–or, Se–or, entrar‡ en el Reino de
los Cielos!.

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XXVIII

SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA VIDA

ÀTiene sentido la vida? S’ y no. Depende de lo que tœ


decidas. La vida en s’ misma, racionalmente hablando m‡s all‡
de posturas dogm‡ticas, es un misterio. Por eso he empezado
este escrito con una pregunta. Al enigma de la vida respondemos
con nuestras opciones m‡s que con nuestras razones. Pues en
funci—n de la opci—n que realizamos nos dotamos de unas u otras
razones.
En esta bœsqueda de respuestas nos encontramos con los
que tienen fe en que la vida no tiene sentido porque es una
manifestaci—n de la nada. Los partidarios de que el ser humano
es un ser para la muerte. Que se fija un sentido provisional en
este mundo y que la muerte interrumpe de un plumazo y de
forma inesperada desdibujando por completo el tapiz que la
persona o personas en cuesti—n estaban construyendo. Albert
Camus o Sartre y otros. Estos piensan que el ser humano es
humo, que unos instantes ocupa su lugar en el espacio, y con la
primera r‡faga de viento (eso ser’a la muerte) se desvanece. Para
los partidarios de este credo lo œnico que tenemos son estos
instantes vitales. Unos piensan que eso por s’ mismo tiene valor.
Otros dicen que viven por vivir. Otros que ser’a mejor no nacer
para tener que pasar por esto con el sufrimiento que muchas
veces conlleva estar vivo. Otros piensan que esta vida es una
ÒmierdaÓ. Otros se maravillan de la vida a pesar de todo. Otros
dicen, como Cior‡n, que ser’a mejor no traer ni–os al mundo
pues es lo peor que podemos hacer ya que los condenamos a
pasar por un infierno: vivir sin sentido, caminando hacia ninguna
parte, y soportando la insoportable levedad e imperfecci—n del
ser. Muchos partidarios de este credo discuten a Cior‡n por

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pesimista, y Pessoa, los acusa de no ser capaces de soportar el


p‡nico enorme que suscita oscuro abismo del vac’o y por eso
recurren a fabricarse vanos optimismos. Normalmente los
partidarios de este credo suelen ser materialistas. Y aunque no
ven ni tocan la Òmateria oscuraÓ que aunque es la m‡s notable
en el universo no la percibimos porque no interactœa con la luz
entre otras cosas, creen que s—lo existe lo que ven y tocan. No
hay m‡s que materia. Y cuando la materia se rompe se ha roto, y
con esa ruptura acaba todo sentido en la vida. Con lo cual no hay
sentido ni significado para la vida m‡s all‡ de la muerte. Y en
tanto que la muerte acaba con nosotros cuando quiere, nuestra
vida es una pasi—n inœtil, un camino hacia ninguna parte, un
instante esplendoroso o tr‡gico o ambas cosas entre dos nadas,
en fin, algo absurdo despuŽs de todo. Partidarios de esta visi—n
los hay en todos los —rdenes: cient’ficos, fil—sofos y hasta
religiosos como los Saduceos que no cre’an que hubiera vida m‡s
all‡ de la muerte y s—lo eran religiosos para tener ÒsuerteÓ
mientras estaban viviendo los d’as cortos o largos de sus vidas. El
libro b’blico de la Sabidur’a describe poŽticamente a los que
optan por este credo y se forjan razones para explicar su postura.
Igualmente en esta bœsqueda encontramos a los que tienen
fe en que esta vida es el anticipo de Òotra vidaÓ que es la
realmente verdadera. Para estos el cuerpo no deja de ser m‡s
que una especie de cascara de nuez, y lo que nos interesa es el
grano que la cascara encierra. Este grano ellos lo llamar’a: alma,
esp’ritu. Plat—n, el fil—sofo, y otros muchos fil—sofos son
exponentes de esta postura. TambiŽn lo son cient’ficos, aunque
alguno se empe–e en decir lo contrario y por supuesto religiosos,
por ejemplo los fariseos, que si cre’an en la vida despuŽs de la
muerte y por eso se llevaban mal con los saduceos. Estos por
tanto creen que el verdadero significado de esta vida, el
verdadero sentido, es alcanzar la otra vida. Donde alcanzaremos

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la plenitud. Y para ello afirman que la materia es un estorbo para


que alcancemos esa suerte de ÒnirvanaÓ de estado ideal. Los
partidarios de la Nueva Era, nos hablan de que nuestra Òenerg’aÓ
viaja tras nuestra muerte hasta alcanzar estados maravillosos.
Basta leer el libro de las Ònueve revelacionesÓ para entender de
lo que hablo. Incluso hagamos lo que hagamos lo importante es
que caminamos irremediablemente en esa direcci—n plena,
tardaremos m‡s o menos en llegar, pero hac’a vamos a fundirnos
como una gota de agua se funde en el ocŽano, nuestra peque–a
chispa de energ’a, en ese inmenso mar de energ’a enorme. De
modo que nuestro cuerpo para estos ÒespiritualistasÓ o
ÒenergetistasÓ no es m‡s que el ÒcapulloÓ del que brota una
preciosa cris‡lida. Por ello no creen que la vida sea una pasi—n
inœtil sino una peque–a parte de lo much’simo que nos aguarda. Y
para ellos nada es absurdo en esta vida sino que todo est‡
orientado, proyectado y dirigido para que alcancemos nuestra
meta, esa suerte de plenitud que este mundo no nos ofrece
porque sus dimensiones no lo permiten. Para ellos nuestra vida es
un escal—n hacia un piso superior, y no como dec’an los anteriores
creyentes, un camino hacia ninguna parte. Estos en el fondo
creen que la ÒhistoriaÓ de todos y cada uno es una corriente que
irremediablemente nos conduce en una direcci—n. Si nos
equivocamos algunos piensan que nos reencarna de nuevo sin
parar hasta llevarnos a la plenitud deseada. Como el cuerpo no
es nada m‡s que una cascara igual da tener uno que varios, pues
para ellos no importa el cable de cobre sino la energ’a que este
conduce. Normalmente el ideal de vida de los partidarios de este
credo est‡ en convertirte en una marioneta en la manos de lo
ÒdivinoÓ que suele ser Òlo que llena de energ’aÓ, pues as’ te
evitaras volver a empezar la carrera y alcanzar‡s la plenitud de
una vez por todas. Budismo, tao’smo, hinduismo, nueva era, son
muchos los que militan aqu’. Hasta Nietzsche llego a hablar del

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mito del eterno retorno. Postulando una suerte de eternidad


dionis’aca. El Islam y el juda’smo farisa’co no as’ el juda’smo
saduceo eliminando cualquier suerte de reencarnaci—n creen que
si eres Òun buen siervoÓ es decir, una buena marioneta de tu
Se–or, volver‡s al para’so de donde nunca debiste salir, como
alma, como mera realidad espiritual. De modo que este mundo
importa s—lo para llegar al para’so. Y como no creen en la
reencarnaci—n pues creen en el ÒcastigoÓ eterno por no consentir
ser una buena marioneta. M‡s o menos lo mismo.

Ambas posturas son una respuesta creyente al mismo œnico


misterio de la vida. ÀCaminamos hacia alguna parte o no caminos
hacia ninguna parte? Àes relevante nuestra vida o es irrelevante?
Los primeros establecen un dogma: la vida no tiene sentido, pero
no lo demuestran, lo afirman. Es decir no lo razonan. Optan por
esta conclusi—n. Porque esta Òsupuesta verdadÓ siempre es
contestable. Y no se han muerto para poder decir que con la
muerte se ha acabado todo. Por tanto cuando dicen Òtodo camina
hacia la nadaÓ lo creen pero no lo demuestran de manera
incontestable. Con los segundos ocurre lo mismo. Establecen el
dogma de que la vida tiene sentido, pero tampoco lo
demuestran, lo afirman. Es decir siguen sin razonarlo. Optan por
esta conclusi—n. Porque esta Òsupuesta verdadÓ tambiŽn es
contestable. Y no se han muerto para poder decir que tras la
muerte empieza la vida en plenitud. Por tanto cuando dicen
Òtodo camina hacia la plenitudÓ lo creen, pero no lo demuestran
de manera incontestable. De modo que como ocurre con el ateo
y el creyente, los ÒmaterialestasÓ y los ÒespiritualistasÓ son
creyentes. Unos en la Nada. Y otros en el Todo. Unos en el
sinsentido. Y otros en el sentido. Unos en el absurdo y otros en la
plenitud.

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ÀHay m‡s opciones? ÀHay m‡s caminos? Est‡n los que se


llaman a s’ mismos agn—sticos. O sea los que en vez de responder
al misterio de la vida dicen que se mantienen en la duda. Y que
no creen en el dogma materialista ni en el dogma espiritualista.
Ocurre eso s’ que tal postura se acerca mucho a lo que supondr’a
congelar un momento de la vida. Porque en una pregunta no se
puede vivir siempre. Y al final aunque no responden
intelectualmente, aparcando la cuesti—n, al final o bien viven
como materialistas sin ningœn sentido m‡s all‡ de la muerte. O
bien viven como espiritualistas sin excluir un sentido m‡s all‡ de
la muerte. Piensan de una manera original pero viven como los
dem‡s acercando su postura a uno u otro grupo.
ÀY nada m‡s? A mi juicio luego est‡ Jesucristo. R‡pidamente
hay quien dice que es el mayor de los espiritualistas o de los m‡s
significados. Es decir partidario de la segunda postura. Yo pienso
que es original y no se inscribe plenamente en ninguno de los dos
grupos porque es partidario de los dos. Me explico. Para Jesœs de
Nazareth (que no para Pablo de Tarso que aunque cristiano viene
del fariseismo y a veces eso se le nota bastante como a m’ por
ejemplo que procedo del anarquismo) la cuesti—n no hay que
plantearla como ÀNada o Plenitud? porque ambas son posibles.
Jesœs cree que este universo es bueno, bello y verdadero. Jesœs
cree en que este mundo es el espacio y el tiempo de la libertad.
Jesœs sabe que porque el ser humano es suficientemente libre e
inteligente es capaz de amar. Y ƒl se presenta como el Dios hecho
carne que lo quiere enamorar. Y para enamorarlo est‡ dispuesto
a todo. Hasta dar la vida por Žl con tal de que entienda que amor
m‡s grande que el suyo no encontrar‡. Como el suyo s’, pero
mayor que el suyo, imposible. Porque por acercarse a amarnos se
arriesg— a que lo hiciŽsemos sufrir y lo mat‡ramos, como as’ fue,
e incluso en ese momento el nos hizo saber que ni por esas
dejar’a de amarnos. ÀCabe mayor amor que ese?. Pues bien si

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

entre Žl y nosotros se establece ese amor, igual que nosotros le


aportaremos nuestra verdad, nuestra bondad y nuestra belleza,
el nos aportar‡ su ÒgloriaÓ, y nosotros lo seremos todo en ƒl y ƒl
lo ser‡ todo en nosotros. Como dos esposos enamorados. Nosotros
compartiremos nuestra Òpreciosa pobrezaÓ y ƒl nos dar‡ Òtoda su
riquezaÓ. Para Jesœs el sentido de la vida est‡ en ÒenamorarseÓ.
En descubrir que Dios te ama, en dejarte amar por Žl y en
responder a su amor con amor. Y por medio de este amor
alcanzar el Žxtasis definitivo enamorado que es lo que llamamos
gloria. Luego lo que Jesœs nos propone es esto: ÒTe doy mi gloria
por amor y no Òpara vivir otra vidaÓ sino ÒŽstaÓ pero divinizada
porque esta es verdadera, buena y bella y por ello merece ser
salvada, glorificada, divinizada. Si crees en m’, en mi amor, si me
amas y te dejas amar por m’, lo m’o ser‡ tuyo y lo tuyo m’o. A mi
me amas cuando amas el amor porque yo soy el AMOR. De m’ te
separas cuando rechazas el amor porque yo soy el ÒAMORÓ.
De modo que la nada es una posibilidad porque si no
quieres establecer una relaci—n de amor con el Dios que se
muestra en Cristo Žl te respetar‡, te dejar‡ ser, te mirar‡
enamorado, pero aunque le duela te dejar‡ ir como ocurri— con
el joven rico y Jesœs. Y tu vida durar‡ lo que dure, ser‡ lo plena o
lo absurda que tœ quieras, y eso s’, con la muerte se acabar‡ para
siempre. Podr‡s hacer de tu vida una ÒmierdaÓ o una ÒmaravillaÓ
pero no ir‡ m‡s all‡ de la muerte. Tras la muerte tanto la
ÒmierdaÓ como la ÒmaravillaÓ polvo ser‡n, enamorado incluso,
como dec’a Quevedo, pero polvo. Polvo de estrellas, pero eso s’:
muerto y fr’o. En cambio si te enamoras de Dios y estableces con
Žl esta relaci—n enamorada, lo aceptas como Padre y te haces su
hijo, escuchas su palabra enamorada que se llama Jesœs y la
recibes dentro de ti, su amor, el esp’ritu santo, se quedar‡ en ti.
Y el te ir‡ transformando poco a poco. ÀY que transformar‡: mi
materia o mi alma? ÁTodo!. Arist—teles, Tom‡s de Aquino,

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

Tresmontant y el Òmateri—logoÓ que no materialista porque le


resulta Òreductor y dogm‡ticoÓ te dicen que: No existe la
materia sin forma, no existe lo material sin estructura, lo
molecular es estructura y sin ella no se entiende, como no existe
la casa sin que alguien la construya partiendo de una idea en su
mente que se concreta en un plano dibujado o mental. Todo
tiene estructura. Para ser. Cuando Dios afecta la estructura (lo
que llaman alma los espiritualistas) de la materia, afecta la
materia. Porque no existen la materia y el esp’ritu, existes tœ y
existo yo, existimos nosotros, y lo hacemos todos en Žste
universo sin el cual no podr’amos ser. Y aunque les pese a los
ÒespiritualistasÓ no somos cascaras de nuez prescindibles o
ÒusablesÓ reiteradas veces. Somos tesoros por nosotros mismos:
seres œnico e irrepetibles, joyas que si no alcanzan la eternidad
se pierden para siempre en la nada. Y somos joyas preciosas a las
que hay que ÒsalvarÓ de la nada como posibilidad real y para eso
s—lo hay un camino: enamorarlas. Porque para alcanzar la
ÒgloriaÓ hay que existir en Dios. Tœ y tu universo contigo, para
glorificarse, necesitan enamorarse. Tœ universo expectante
espera que tœ te enamores de Cristo para que el pueda en ti
revestirse enamorado contigo de toda la gloria de Dios. Y s’ no lo
haces pues Žl contigo se sumergir‡ tras su tiempo en el abismo
de la nada. Luego segœn Jesœs materialistas y espiritualistas
llevan y no llevan raz—n. Pues es posible vivir la vida como una
ÒmierdaÓ ( Àsi lo quieres vivir as’ porque no va a ser posible?)
caminando hacia el absurdo de la nada eterna tras diversas
ilusiones que no llegan m‡s all‡ de la muerte o la puedes vivir
caminando hacia la plenitud, pero no por fuerza o siendo una
marioneta bajo amenaza de castigo, sino como alguien que se
enamora del Dios enamorado en Cristo y se deja llenar por su
amor (el esp’ritu Santo) y vive en Žl y El en mi. Y por tanto se
reviste de su gloria. Y logra ÒVIVIR COMO DIOSÓ. Y esto se

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

consigue solamente pues creyendo en su amor, esperando en su


amor y amando su amor. Eso es ser cristiano. Y tras la muerte,
pues este amor, por habernos metido en el coraz—n de Dios, te
hace vivir en ƒl. A ti y a todo tu universo contigo. Pues tu
ÒalmaÓ, Òtu estructura ’ntima que te hace ser el ser material que
eres te despliega en Žl de un modo nuevoÓ. Es dif’cil de explicar,
tanto como ser’a explicarle a un ni–o que est‡ en el vientre
materno como es el mundo que hay fuera si ni lo ve ni lo toca.
Pero es. As’ que el Credo de Jesœs tiene puntos de encuentro con
uno y otro credo pero a la vez es distinto. La nada es una
posibilidad. La gloria es otra. Y lo que determina uno y otro
destino es que tu libertad responda a alguien que te ama. En el
pasado respondimos negativamente, es lo que llamamos pecado
original. Y entonces se hizo carne para que lo reconsider‡ramos y
nos dio una nueva oportunidad, y nos hizo ver hasta donde nos
amaba porque parece que con la creaci—n no hab’a sido
suficiente para que lo entendiŽsemos. Nadie gana en pedagog’a
al Dios de Jesucristo, es el mejor pedagogo porque lo primero y
principal que ese exige para serlo es amar a aquel a quien se
quiere ense–ar. Ya que si no lo percibe el alumno nunca tomar‡
en serio al maestro y aunque aprenda algo no se har‡ sabio junto
a su maestro. Sabios en el amor. As’ nos quiere hacer Dios. Y por
eso nueva oportunidad. Y ahora s’ dec’dete porque ya no se
puede hacer m‡s por ti sin suspender tu libertad.
Pues esa y no otra es la raz—n de que las cosas sean como
son. Somos libres, suficiente y verdaderamente libres. Hasta nos
podemos suicidar si queremos. Si queremos sumergir nuestra vida
en la nada no tenemos m‡s que matarnos a nosotros mismos.
Aunque eso no significa que los se suicidan no se arrepientan en
su conciencia en el œltimo instante antes de morir. Por eso no
podemos condenar a los que se quitan la vida porque no
conocemos su coraz—n. Pero libres somos. ÀY como hemos llegado

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

a serlo? Viviendo fuera de Dios. Y al vivir fuera de Dios pues no


somos como Dios es. Y si no somos como dios pues somos
mortales y corruptibles. Y eso significa que morimos, sufrimos y
padecemos toda suerte males. Porque no vivimos en plenitud. No
podemos decir con Dios aquello de que ÒYo soy el vive en
plenitud el que es verdaderamente: inmortal e incorruptibleÓ.
Pero si entre Dios y nosotros deb’a establecerse una relaci—n de
amor verdadero, nosotros no pod’amos ser mu–ecos ni
marionetas. Deb’amos ser seres libres y reales, un tœ frente a
Dios verdaderamente autŽntico. Y para eso amigos deb’amos ser
como somos: un mundo. Es decir un ser que existe fuera de Dios.
Por eso no quiere Dios en Cristo que nos convirtamos en
marionetas de lo divino como dicen los espiritualistas sino que
nos enamoremos porque as’ estaremos unidos con Žl sin dejar de
ser nosotros mismos, como ocurre entre los enamorados de
nuestro mundo. Y por eso sabe Dios en Cristo que la nada es una
posibilidad pues si no nos grabamos libremente en su coraz—n
respondiendo a su amor creyendo en Žl, esperando en Žl,
am‡ndolo, pues respetar‡ nuestra libertad y nos dejar‡ vivir
nuestra vida y correr nuestro propio destino hacia la nada.
Y nada m‡s. Para Jesœs el significado de la vida consiste en
amar y ser amado y si ese amor se hace religioso, es decir, ama y
es amado por Dios, pues en el coraz—n de Dios, en su mismo ser,
ese amor se volver‡ m‡s fuerte que la muerte y eso es lo que
llamamos resurrecci—n: la inmortalidad y la incorruptibilidad de
los que viven enamorados de Dios en Cristo. Si crees en su
palabra entonces Àno te duele la muerte de los tuyos? ÁClaro que
duele! Como los ÒquieresÓ te gustar’a retenerlos para siempre
contigo y lloras porque se van, pero como los ÒamasÓ y por Cristo
sabes que puedes esperar, te olvidas de tu querer, de lo que tœ
quieres y los dejas ir a la casa del Padre, al Padre que los ama,
pues ese es su bien, su gloria en ese momento en que la vida de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ellos se agota. Y en ese instante por esa esperanza te vuelves


dichoso porque sabes que si ahora lloras un d’a reir‡s cuando
tambiŽn se acabe tu tiempo aqu’. Si te has grabado a fuego en el
coraz—n de Dios. En Žl tu ser adquirir‡ un nuevo ser. Tu ser‡s
como Dios y Dios en ti lo ser‡ todo. Por eso en los funerales con
nuestras oraciones y nuestros ritos nos ponemos ante el Dios de
Jesucristo y le recordamos lo que el ya sabe que sobre nuestro
hermano se derram— su amor (por eso rociamos el fŽretro),
hacemos memoria de que Jesœs el enamorado del Padre resucit—
el primero de todos porque ese amor hizo eterna su vida humana,
y as’ nos consolamos y fortalecemos, y nos llenamos de
esperanza. Y nos amamos juntos d‡ndonos el pŽsame de verdad y
oramos juntos ofreciendo la misa que es el memorial del gran
amor que Dios nos tiene en Cristo, para que el Dios enamorado no
se olvide de aquel a quien amo y por quien, mejor o peor, fue
amado. Y para que por su misericordia renueve su amor por Žl. Y
as’ su vida preciosa no se pierda en la nada.
As’ que Ser cristiano es por tanto ser un enamorado de
Jesœs y formar parte de la Iglesia es caminar junto a los que
est‡n enamorados de Jesœs creyendo juntos en su amor,
esperando juntos en su amor y amando juntos al que nos ama. Y
gozando juntos de nuestro mutuo amor. Ser cristiano es un modo
de gozar esta vida con alt’simas cotas de plenitud. Pero eso s’,
sabiendo que esta fiesta que vivimos no se termina nunca si
nosotros as’ lo deseamos. Nos transformaremos pero no nos
destruiremos.
Y ahora elige. No hay unos m‡s creyentes que otros. No hay
otros m‡s inteligentes que unos. Un materialista, u n
espiritualista, un agn—stico y un cristiano pesan lo mismo en la
balanza de la inteligencia o la ciencia. Todos tienen fe. Todos
tienen dogmas. Unos no son m‡s modernos que otros. Eso es
mentira. Ya los saduceos no cre’an que tuviera la vida significado

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

m‡s all‡ de la muerte y ya los fariseos cre’an lo contrario. Estas


posturas son tan antiguas como la humanidad. ÒNietzschesÓ los
hubo siempre. Y ÒPlatonesÓ tambiŽn. En cambio Jesucristo hubo
uno s—lo porque no todo el mundo estaba dispuesto a morir como
Žl muri— amando como Žl am—. Los sabios estaban dispuestos a
decir, tanto los materialistas como los espiritualistas, ven
siŽntate aqu’ escucha y medita que yo te ense–are. Pero no
estaban dispuestos a ir a por ti, a lavarte los pies, a dar su vida
por la tuya, a derramar su sangre por la tuya, y a hacerlo aunque
tœ no merecieses que nadie lo hiciera. Eso s—lo lo hizo el
Nazareno. Pero en lo dem‡s, en lo del sentido o sin sentido,
significado o no significado, en eso modernidad y antigŸedad es
lo mismo. Son modas. Hubo tiempos donde la moda fue pensar
que ten’amos sentido, como ahora para muchos la moda es
pensar que no lo tenemos. Pero la ÒmodaÓ no es una raz—n. Es
una opci—n. Ya Kierkegaard nos lo ense–—. As’ que como nos
ense–a ese pensador danŽs: dec’dete. Dota tu vida de significado
y sentido o vac’ala de sentido y significado. Esta en tu mano. Por
eso la pregunta no es Àtiene o no tiene sentido y significado la
vida? si no ÀQUIERO YO QUE MI VIDA TENGA SIGNIFICADO Y
SENTIDO? LO QUE SIGUE TE TOCA ESCRIBIRLO A TI.

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XXIX

EL TODO SERA PLENO:!CARTA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPêRITU


SANTO

!
ÀMi Se–or y mi Dios? ÀSer‡ cierta la hip—tesis que brota de mi
entendimiento al meditar el cap’tulo octavo de la carta de tu
ap—stol Pablo a los Romanos vers’culo 19 y siguientes? ÀSer‡ que
estoy en lo cierto si interpreto tus palabras en el libro del
apocalipsis cap’tulo 21 vers’culo 5: ÒMirad que todo lo hago
nuevoÓ como la clave para entender la resurrecci—n de la carne?
Algo que tanto cuesta entender al hombre de hoy. ÀMi Se–or y mi
Dios si es cierto todo lo que pienso y me he atrevido a esbozar en
mi œltimo libro ÒIntegrismo, religi—n y m’sticaÓ verdaderamente,
el salmo 8 que canta nuestro lugar como seres humanos en el
mundo no se quedar‡ corto?ÀSer‡ cierta mi convicci—n de que has
creado todo por amor para hacerlo participar de tu gloria?ÀSer‡
cierto que tu amor crea el universo, y cuando este se frustra por
nuestro pecado, tu le ofreces la posibilidad de la redenci—n, y lo
santificas por tu amor para as’ glorificarlo de modo que lo finito
pueda ser eterno y gozar en plenitud de tu existencia plena?
ÀSer‡ cierto que el fin œltimo de todo, como regalo gratuito de tu
amor es la divinizaci—n?.

Ya se que mis palabras pueden resultarte oh Se–or m’o


complicadas, pues en los ojos de mis hermanos percibo tu voz
que me solicita ser sencillo en mis expresiones, pero ten
paciencia con tu hijo. Me conoces bien. Mucho mejor que yo a mi
mismo. Lo sŽ porque me amas m‡s que yo a mi mismo. Me lo has
demostrado infinidad de veces. Tantas que ya he perdido la
cuenta. As’ que tœ que no ignoras nada de mi sabes bien que de

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

un tiempo a esta parte ando inmerso en un nuevo e—n de


reflexi—n. A esta etapa desconocida por el AndrŽs de hace unos
a–os, he llegado a travŽs de duras noches oscuras donde mi
mente ha tenido que vŽrselas con la ignorancia y el nihilismo que
ella conlleva. A partir de las hip—tesis sobre los or’genes de la
vida humana y la aparici—n del alma humana se ha desatado en
m’ un modo nuevo de mirar el mundo, de contemplar el universo.
Pues tœ mejor que nadie sabes que he comprendido que nuestra
existencia como humanos no es necesaria sino fruto de un
proceso, maravilloso por otra parte, de este universo infinito que
se autoorganiza porque por tu voluntad escrita en los œltimos
hallazgos del origen de las especies muestra que al crear el
mundo quisiste que el mismo fuera capaz de originar vida como
una propiedad b‡sica de su mismo ser. Y no s—lo es capaz de
crear vida, sino adem‡s, vida inteligente, libre y por ello,
personal. Seres con rostro. Seres con idiosincrasia. Seres œnicos e
irrepetibles. Seres llamados al infinito siendo finitos. Seres con
sed de infinito. He comprendido que no estaba escrito como algo
necesario que estos seres fueran mamiferos. No estoy seguro si
todo esto es fruto de la evoluci—n atisbada por la hip—tesis de
Darwin o si bien, se produjo del modo novedoso que postula
ahora Maximo Sandin, por medio de su hip—tesis de la
transformaci—n genŽtica. Quiz‡s eso no resulta relevante. Pero lo
cierto y verdad, Se–or, es que el universo mismo nos ha puesto
ante T’. Siendo como somos. Y que ello ha supuesto siglos de
historia. Ahora sŽ que este polvo de estrellas que somos es el
fruto de lo que este universo ha construido. Y cuando ha sido
capaz de originarnos como somos nos ha puesto ante T’ como el
tœ verdadero que somos, para que entre tœ y nosotros, pueda
establecerse una verdadera relaci—n de amor. Ahora sŽ que este
polvo de estrellas maravillosamente organizado de acuerdo con
estructuras sublimes, ahora sŽ que esta materia informada, es el

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

interlocutor que tœ has aceptado como leg’timo para entablar


con el universo el di‡logo de amor que explica el fin œltimo de
todo lo que existe. ÀEs este Se–or el verdadero significado del
principio antr—pico que sostiene que la estructura del universo es
antropocŽntrica? Si es as’, el antropocentrismo adquiere un
significado nuevo. Pues hasta ahora muchos cre’an que el mundo,
el universo era un simple decorado para justificar tu encuentro
con los hombres. Pero esa es una interpretaci—n err—nea. Pues
desde ese punto de vista el mundo, el universo todo,
simplemente aparec’a como una cascara de nuez desechable una
vez que hubiese finalizado la historia. Ese punto de vista
convert’a el universo en una manifestaci—n art’stica ef’mera. Y la
verdad es bien distinta. Si escucho a mi hermano Pablo, tu
ap—stol, comprendo una verdad nueva. Pues no es el universo el
marco virtual ef’mero que permite nuestro encuentro contigo.
Sino que nosotros somos la voz del universo que tu has creado
que puede hablarte a T’ como portavoz suyo para aceptar o
rechazar la propuesta que tus nos haces en su nombre. Los
ecologistas se quedan cortos cuando afirman que somos parte de
la tierra. Pues no somos parte de ella. Somos la tierra. Somos su
voz. Somos su inteligencia y su libertad. Ella habla por nosotros.
Pero no hablamos en nombre de la tierra. Porque el universo no
es la casa de la tierra. La tierra es el universo. Y nosotros por
tanto somos universo. Lo somos en cada una de nuestras cŽlulas.
En cada uno de nuestros ‡tomos. Somos polvo de estrellas. Somos
la danza de las part’culas universales energŽticame nte
estructuras de manera sublime. Tœ mi Se–or y mi Dios al crear el
mundo lo has puesto en movimiento. De la nada has creado un
ente capaz de dar vida. Y este universo ha dado vida. Ha seguido
su curso. Un curso que no estaba preestablecido. Y como
resultado de su hacer ha puesto ante T’ su maravillosa ofrenda:
nosotros. Y lo ha hecho de manera ca—tica. El cosmos ha surgido

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en medio del caos. De esta realidad fractal ha brotado todo


cuanto somos. Y Tœ has aceptado que en nosotros todo tu
universo se constituya en tœ verdadero. Y al constituirse este tœ
maravilloso y verdadero, Tœ, has invitado a la finitud a participar
de tu eternidad. No estabas obligado a hacerlo. Pero as’ lo has
querido. Lo has hecho porque te place. Y nada m‡s. Porque s’. De
modo que si el proceso evolutivo del todo culmina en la
eternidad a la que la invitas siempre tendremos que decir, y lo
diremos eternamente: por pura gracia de Dios somos lo que
somos. ÀEs verdadero mi punto de vista? ÀEstoy en lo cierto?
Porque si es que s’, ahora lo entiendo todo. Ahora entiendo que
hayas creado este orden del ser distinto de T’ que es el universo.
Ahora entiendo que hayas querido exista esta dimensi—n
imperfecta que conlleva por no poseer la vida en plenitud esa
carencia de bien que llamamos mal. Ahora entiendo que hayas
permitido la existencia de este tiempo y este espacio donde
sufrir y morir sean una posibilidad. Ahora entiendo que seamos
finitos. Porque sin serlo ser’a imposible que libremente
decidiŽramos con verdad nuestro destino œltimo. Porque de no
ser as’ estar’amos obligados a vivir en por los siglos de los siglos.
Y Tœ no quieres que eso ocurra as’. Tœ quieres que si vivimos en
T’ sea porque libremente lo hemos querido y deseado. Pero al
decir ÒnosÓ hoy no digo: los humanos. Digo el universo. Pues los
humanos somos el universo que te habla. Los humanos somos el
universo que te ama. Los humanos somos el universo que cree y
espera en la verdad de tu palabra. Hoy comprendo Se–or que
todo el universo nos mira espectance, en silencio, a la espera,
con el aliento contenido, para ver que dice y hace la
manifestaci—n mas sublime de su polvo de estrellas de cara a
poder participar o no de la promesa de eternidad que Tœ
gratuitamente quieres ofrecerle. No nos salvamos los seres
humanos solos, se salva el universo con nosotros. Como nos nos

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frustramos solos, tambiŽn puede hacerlo el universo con


nosotros. El universo no es un convidado de piedra. El universo es
cada ser humano que acepta o rechaza tu amor. El universo ya
sabe lo que es la frustraci—n. Lo sabe porque nuestro pecado
original acontecido en el origen de la conciencia verdaderamente
humana dio al traste con tus espectativas. Ese d’a naci— el
nihilismo como posibilidad real. Ese d’a el universo contemplo
que su verdad se volv’a mentira. Su bondad, maldad. Y su
belleza, se tornaba maldad irremediablemente, si Tœ no
interven’as. Y entonces naci— Cristo. Tœ amor se volvi— palabra
sonora y se expandi— como Esp’ritu Santo sobre todo. Y ocurri— el
prodigio de la redenci—n. Tu amor hasta el extremo se mostr— en
la muerte y resurrecci—n de tu Hijo, y se qued— con nosotros por
tu esp’ritu en la Iglesia, que cuando piensa como Tœ y no como
los hombres es promesa y semilla de lo que puede ser tu Reino. El
universo nuevo. Y se abri— una nueva posibilidad para todas las
cosas. Y a partir de este d’a todo el universo recuper— la
esperanza que el nihilismo de nuestro pecado hab’a ’ncohado en
todas las cosas. Pues nuestro ÁNo! a tu amor, hab’a condenado al
universo a la finitud perpetua sin esperanza de futuro y por tanto
hab’a condenado a todas las cosas a ser humo que se
desvanecer’a en el tiempo. Nuestro ÁNo! hab’a convertido el
universo en una pasi—n inœtil, en un instante fugaz entre dos
nadas aunque durase millones de a–os. Nuestro ÁNo! a tu amor
hab’a hecho del universo una posibilidad de eternidad condenada
al fracaso del absurdo. Pero Tœ al amarnos hasta el extremo en la
cruz, expresi—n de nuestro ÁNo! m‡s brutal, tu claridad al
decirnos: ÒA pesar de vuestro ÁNo! os amo y nunca dejare de
amarosÓ, el universo sonri— de nuevo. Y se sonroj—. Pues por la
encarnaci—n no s—lo nos mostraste tu amor, sino que decidiste
asumir en tu mismo ser de Dios el polvo de estrellas que somos,
nuestra naturaleza humana, y en T’ entr— ese d’a el universo. Por

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

ello el d’a de la Ascensi—n deber’a declararse el d’a de la


glorificaci—n del universo. Pues desde ese d’a el universo conoce
que su destino no es la nada sino la gloria. Y sabe que es as’ por
una œnica raz—n: Tu amor eterno. Y a partir de esta Santa Pascua,
el universo descubri— que fuera de tu amor s—lo le queda como
posiblidad el nihilismo. Sin tu amor s—lo hay nihilismo. S—lo la
nada se presenta como posibilidad para el todo. As’ que hoy
descubro que al constituirme como ser libre e inteligente, como
ser personal, como tœ que brota del encuentro con un yo, el
universo me ha propuesto ante T’ para que pueda decidirse su
destino. El universo habla por m’. El universo espera en m’. El
universo aguarda con impaciencia que diga el s’ de la
bienaventurada Virgen Mar’a, para que todo Žl pueda verse lleno
de gracia y alcanzar la meta de la eternidad que como regalo de
tu amor quieres concederle si Žl, el universo, acepta. Y quien
decide si el universo acepta soy yo. Somos nosotros. Pues el
polvo de estrellas que habla contigo como prolongaci—n del
universo somos los humanos de ayer, de hoy y de ma–ana. As’ que
cuando miro el mar que me enamora siento su voz dentro de m’
que me dice: di que s’. Cuando me ba–o en sus aguas c‡lidas todo
en Žl me insinœa: haz mi verdad verdadera, mi bondad autŽntica,
mi belleza eterna. Lo mismo me dicen los bosques, la suave brisa
que me acaricia y las monta–as. Lo mismo me susurran los
animales, mis mascotas, las flores del almendro que me
embelesan y el canto del ruise–or en las noches de mayo. Lo
mismo me sugieren la lluvia que me serena y las noches de
verano. Todo cuanto me resulta bueno, bello y verdadero de aqu’
me dice: ÀNo ves que esta imperfecci—n puede volverse
perfecci—n?ÀNo ves que esta pobreza puede tornarse riqueza?ÀNo
ves que esta ausencia de bien en plenitud puede transfigurarse
en pleno bien?ÀNo ves que la gloria puede despejar el nihilismo
como posibilidad?ÀNo ves que esta sed de infinito que sientes

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porque yo la siento puede verse saciada? El universo siente sed


de infinito y me lo hace saber cuando yo la siento, y en aras de
ella me inspira: di que s’. Cree. Ama. Espera. Acepta su amor
sacramental. CondŽnanos al todo a la gloria. Y ahora comprendo
que el d’a que me salve yo. El d’a que nos salvemos todos los
seres humanos se habr‡ salvado el universo. Pues sin universo no
podemos existir, porque sin el universo, el polvo de estrellas que
somos no existir’a. Pues todo Žl es polvo de estrellas configurado
de una u otra manera. Como materia normal o como materia
oscura. Pero materia al fin y al cabo. Materia informada. Que por
si misma es pura finitud e imperfecci—n pero que por obra de tu
amor puede volverse plena, perfecta, eterna, absoluta. Porque
Tœ ahora estas en todas las cosas. Por eso existen. Como los
pixeles de una pantalla permiten ver una realidad virtual gracias
a que la electricidad est‡ en cada uno de ellos. Pero si
aceptamos. Si decimos que s’, ya no s—lo estar‡s en todas las
cosas, sino que como nos ense–a Pablo en la primera carta a los
Corintios lo ser‡s todo en todos. Y as’ lo que ahora es de manera
imperfecta ser‡ con la plenitud que Tœ eres. Porque no olvido
Se–or tu nombre. Tu verdadero nombre: Yo soy el que soy. Yo soy
el que existe verdaderamente. Los p‡jaros, los animales, las
plantas, las flores, los mares y las monta–as, los bosques, las
estepas, los desiertos y las selvas, los r’os y los glaciares, los
soles y las estrellas, los planetas y las galaxias, los cœmulos, las
nebulosas y los agujeros negros, quieren alcanzar tu plenitud. De
ah’ que Daniel el profeta y los salmos muestren en muchas
ocasiones a toda la creaci—n cantando tu gloria. Porque tœ no has
querido salvar al hombre s—lo. Sino al hombre como la voz
personal, œnica e irrepetible de tu universo rico, creativo, uno y
diverso. Tu salvaci—n, tu deseo de divinizar no es por tanto
antropocŽntrico, sino cosmocŽntrico, y s—lo por tener el cosmos
como punto de mira es antr—pico. Pues el hombre es para T’ la

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

voz inteligente, libre y personal del universo que te permite


establecer con el todo universal una maravillosa relaci—n de
amor. El universo en s’ nos es mas que el tiempo y el espacio de
la libertad. La duraci—n de una libertad inteligente y verdadera
ante T’, encarnada en el ser humano, su fruto m‡s sublime para
responder que s’ o que no a la oferta de tu amor. Y cuando te ha
dicho que no, por gracia le has permitido poder volverte a decir
que s’. Y la santidad es ese s’. En los santos el universo te dice
que s’. Y en los santos el universo alcanza su plenitud. En los
santos la gracia permite al universo encontrar el destino que el
mismo hab’a perdido por el no que hab’amos dicho nosotros, que
no somos otra cosa que el universo hablando ante T’.

De modo que hoy sŽ que si digo s’, los cielos ser‡n nuevos, la
tierra ser‡ nueva, y los mares se revestir‡n de tu gloria. Porque
lo que ha existido por T’ pero sin ser Tœ, existir‡ en T’ siŽndolo
Tœ, todo, en todo y en todos. Y el resplandor de tu gloria
revestir‡ el mundo con una luz nueva. Y todas las sorpresas del
universo se abrir‡n para nosotros de un modo insospechado.
Porque lo que del universo hemos conocido, con ser maravilloso,
nos parecer‡ tan peque–o como el vientre materno comparado
con el mundo que nos sorprende despuŽs del parto. Por ello el
universo no quiere terminar en un aborto. Sino en un nuevo
nacimiento. Tœ amor lo har‡ posible. El universo en s’ mismo no
encierra la posibilidad de la vida eterna. La vida eterna, la vida
en plenitud s—lo es posible en Dios. Y el universo hoy no es Dios.
Puede serlo si dice que s’ por boca de los hombres y mujeres que
son portavoces. Dios es eterno. El universo no. Dios es plenitud.
El universo no, aspira a ella, tiene sed de ella, pero no lo es aœn.
Puede serlo. Depende de t’ y de mi. Depende de nosotros. Por
eso hoy m‡s que nunca te digo Se–or: Haz cuanto sea posible
para que siendo nosotros verdaderamente libres podamos decirte

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que s’. Se que lo has hecho. Pero nunca ceses de hacerlo. No te


canses de esperar. Se que nunca lo har‡s. Pero porque lo siento,
porque sŽ que este universo en m’ lo quiere: ÁGLORIFICANOS!
ÁGlorifica esta realidad! Espero que como dijiste a tu Hijo Jesœs
nos digas tambiŽn hoy y siempre a nosotros: Òlo he glorificado y
volverŽ a glorificarloÓ. El universo aspira a ser glorificado.
DespuŽs de ver la revelaci—n del misterio que has tenido
escondido por los siglos, el universo quiere alcanzar tal plenitud.
Lo sŽ porque yo lo quiero y yo soy universo. Hoy sŽ mi Se–or y mi
Dios que el universo no tiene centro porque cada uno de
nosotros, cada una de sus partes es su centro. Porque cada una
de sus partes por tu amor est‡ convocada a la glorificaci—n. La
glorificaci—n es una posibilidad concedida por gracia que es
susceptible de rechazarse sumergiendo el universo en la
frustraci—n. Y cada punto de vista del universo, del ayer, del hoy
y del ma–ana puede perderse o glorificarse. Pues no es visto el
mundo de cada Žpoca sobrevive en los ojos y en la memoria de
quienes lo vieron y disfrutaron, y lo que fue previo a nosotros
persiste en nuestra naturaleza transformada. Pues cada uno de
nosotros somos un compendio de la historia universal. De modo
que al salvarse uno todo un universo se salva con Žl, y al
frustrarse uno todo un universo se frustra.

ÀEs as’ mi Se–or y mi Dios?ÀEs cierta esta hip—tesis?ÀEs verdad que


este es el verdadero significado de la expresi—n del credo: Creo
en la resurrecci—n de la carne y en la vida del mundo futuro?ÀEse
cielo nuevo y esa tierra nueva son este cielo y esta tierra que
como este yo, convocado a la resurrecci—n, se transfiguraran en
inmortales e incorruptibles juntamente conmigo? Yo quiero que
sea as’. Porque me resisto a no llevarme conmigo mis monta–as,
mis playas, mis bosques, mis desiertos, mis d’as y mis noches, mis
estrellas y planetas, cuanto yo soy, cuanta belleza, verdad y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

bondad han visto mis ojos caminando por este mundo. As’ que
transfigœranos a todos. Glorif’canos en bloque. Que la creaci—n se
revista de tu glor’a. Que sean verdaderas las palabras de Pablo y
que lo sean interpretadas de este modo. DespuŽs de todo lo que
parece imposible para T’ es posible. Basta que dejes de estar
solamente en todo y pases a serlo todo en todos. Refunda
ontol—gicamente en T’ todas las cosas. Que el tiempo de la
libertad consumado en un sonoro y rotundo s’ de paso al tiempo
de la plenitud, y que la mentira se haga verdad, la maldad
bondad y la fealdad belleza. Que la finitud se vuelva infinitud y
lo ef’mero, eternidad. Que la debilidad se vuelva fortaleza. Y lo
carnal, espiritual, esto es que el ser se vuelva NUEVO SER. Y que
Žste nuevo ser sea para todo el universo, de modo que la
sustancia imperfecta se torne sustancia gloriosa, y el polvo de
estrellas, se transfigure en polvo divino revestido de gloria y
majestad. Por eso mi Se–or y mi Dios, hoy, ma–ana y siempre,
quiero decirte ÁS’!, s’ en mi nombre, en nombre del universo. De
fruto tu amor y h‡ganse nuevas todas las cosas.

Hoy sŽ mi Se–or y mi Dios que sin universo no habr‡ para’so. Pues el para’so
es universo existiendo en T’ y siŽndolo Tœ todo en todos. Sea pues as’ mi
Se–or y mi Dios: Transfigurados selo Tœ, todo en todos. AmŽn. ÁMARAVILLA
DE MARAVILLAS!ÀCabe m‡s amor?ÀCabe m‡s gloria? Ser cristiano por amor a
la belleza de tu designio manifestado al revelarse en Cristo este misterio
escondido por los siglos de los siglos es cuanto cabe decir a este esteta que
cree en T’ en los umbrales del siglo XXI. ÁMARAVILLA DE MARAVILLAS! Bien
puedo decir con San Pablo en la carta a los romanos sin temor a
equivocarme: ÒÁOh abismo de riqueza, de sabidur’a y de ciencia el de Dios!
ÁCuan insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!...ÀQuien
conoci— el pensamiento del Se–or? o ÀQuien fue su consejero?o ÀQuien le dio
primero que tenga derecho a semejante recompensa? Porque porque de Žl,
por Žl y para Žl son todas las cosas. ÁA Žl la gloria por los siglos! AMƒN.Ó

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

XXX

DOS PAPAS INMERSOS EN LA PAGANIDAD

APOLOGIA DEL PAPA EMƒRITO

Nada me gusta menos que ver como algunos se dedican a hacer


le–a del ‡rbol ca’do. Leer las recientes declaraciones de un
obispo australiano me han movido a expresar lo que pienso. As’
que aunque nunca olvidarŽ los hechos sucedidos en mi di—cesis
bajo el pontificado de Benedicto pues fueron para mi causa de
mucho sufrimiento he de decir que:
1¼. Su homil’a de inicio de ministerio y su catequesis final el
œltimo miŽrcoles en la plaza de San Pedro me parecen dos joyas
que rebosan una eclesiolog’a lœcida y esplendorosa. Pues soy de
la opini—n que la eclesiolog’a siempre fue la dimensi—n teol—gica
mas relevante del amplio pensamiento de Ratzinger.
2¼. Su car‡cter para ejercer de lej’a de lavandero en los
esc‡ndalos de pederastia sin temblarle la mano ni ante legiones
ni fundadores y su af‡n de meter en cintura la curia no me han
desagradado.
3¼. Su talante humilde en todas sus apariciones pœblicas me han
parecido un valor sobresaliente, pues viŽndolo y oyŽndolo ha
quedado claro que la fe no se impone se propone. De hecho su
valent’a a la hora de renunciar a la sede de Pedro por no verse
capaz de hacer frente a los retos que ella conlleva, a m’ al
menos, me ha sorprendido de manera extraordinaria, por
inesperada y por lo razonado de su planteamiento, y por su
alejamiento de cualquier suerte de fideismo arbitrario del que
algunos tanto gustan.
4¼. Y por œltimo sus enc’clicas han sido una respuesta lœcida a la
postmodernidad nihilista en la que vivimos inmersos. Pues su
primer texto dejo claro a todos que Dios no estorba la libertad
del hombre ni el que este alcance una vida plenitud. DIOS ES
AMOR y del amor no brota el mal. El amor no estorba la libertad

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

de nadie cuando es verdadero y el amor de Dios lo es. El amor no


impide la felicidad de nadie cuando es verdadero y el amor de
Dios lo es. Basta mirar la cruz, el amor hasta el extremo, hasta
dar la vida, para darse cuenta de ello. El empe–o de vivir como si
Dios no existiera de nuestra cultura actual es una enorme
desgracia. Porque vivir de espaldas al Dios del amor es triste. El
amor de Dios es verdadero, bueno y bello. Y esto el Papa emŽrito
lo ha expresado con una rotunda claridad en su magisterio.
Incluso su intervenci—n ante el episcopado portuguŽs reafirmo
aœn m‡s la enorme necesidad que la Iglesia tiene de hablar de
Dios antes que de s’ misma. Pues el Dios del amor es el que
redime y glorifica a los hombres. Su segundo texto, maravilloso,
invit— a la sociedad postmoderna nihilista y desesperanzada a la
verdadera Esperanza. Pues esta nace del encuentro con el Dios
del amor. Ya lo dijo Einstein: la cuesti—n principal a dilucidar es si
tras este universo que contemplan nuestros ojos hay alguien que
nos ama o no lo hay pues de ello depende que nuestra existencia
resulte o no resulte relevante. Benedicto ha afirmado con tes—n y
valent’a que la esperanza cristiana es verdadera porque
Jesucristo ha mostrado que realmente hay un amor que est‡
realmente ah’ tras la cortina de este mundo, abriendo al hombre
verdaderamente a un horizonte de plenitud m‡s all‡ de las meras
fronteras de este mundo. Su magisterio ha exorcizado a la
humanidad postmoderna de la desesperaci—n como œltimo
horizonte existencial. Y por œltimo su tercera enc’clica ha
orientado a la humanidad postmoderna que no cree en la verdad
y se sumerge en el relativismo a redescubrir la verdad del amor.
El amor es verdadero. No as’ el ego’smo y el odio. El mal no es
verdadero. El amor s’. No valen lo mismo el amor que el ego’smo
y el odio como piensan los relativistas. Y su mensaje final ha sido
orientar al mundo globalizado a optar por la globalizaci—n del
amor para superar esta crisis global que nos aqueja a todos desde
que hemos decidido regirnos por el ego’smo que todo lo
corrompe y siembra motivos para el odio por doquier. Este Papa

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

que se nos ha ido ha respondido a la postmodernidad con vigor y


lucidez. Y su magisterio en estos temas ha sido hermoso, sencillo,
lœcido y por estas tres virtudes: impresionante.
5¼. No me ha gustado la deriva litœrgica de su equipo de
liturgistas. Apartar a Piero Marini ha sido un craso error a mi
juicio. Pero por lo dem‡s su conducci—n de la Iglesia con la edad
que le toc— afrontarla creo que nos deja un enorme legado. Y a
todo esto hay que a–adir sus viajes tan significativos, su
implicaci—n en la jornadas mundiales de la juventud, y su
quehacer diario, sus mœltiples y hermosas catequesis y sus ricas
homil’as. El papa a quien daba gusto escuchar. Y que con
humildad dec’a lo que cre’a en conciencia que ten’a que decir.
Errores habr‡ tenido, pero aciertos muchos. Habr‡ quien no estŽ
de acuerdo con Žl en temas concretos pero el esqueleto general
de su magisterio a m’ al menos, me ha gustado y lo he visto
acertado. Me hubiera gustado una palabra aœn m‡s decidida en
medio de esta crisis global que vivimos, pero entiendo que la
monstruosa pederastia y el vatiliks lo han impedido. Y por œltimo
concluir con un a–o de la fe su ministerio me ha parecido
hermoso. Pues fe es lo que necesita un mundo postmoderno que
por haberla perdido da palos de ciego y lejos de conseguir la
plenitud, con su deriva, se aleja de ella.
As’ que no serŽ yo quien haga le–a de este ‡rbol, que no ha
ca’do, sino que como Juan el Bautista se ha apartado para que
otro con renovado vigor pueda crecer. De modo Santidad que
aunque me doli— lo que vivi en mi Di—cesis bajo su ministerio, le
doy las gracias desde lo m‡s profundo de coraz—n y le deseo que
como San Benito, despuŽs de haber trabajado tanto, ahora su
oraci—n pueda seguir colmando de bendiciones a nuestra querida
Iglesia. Que el Esp’ritu de Dios nos gu’e a todos tras los pasos de
Jesucristo en esta nueva etapa de la historia.

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EL PAPA FRANCISCO

Un buen amigo m’o sacerdote me ha iluminado de manera


profunda con su preciosa intuici—n. El me ha dicho: AndrŽs al o’r
su nombre elegido inmediatamente he pensado "Francisco
reconstruye la Iglesia". Tras las graves dificultades afrontadas por
Benedicto en el seno de la Iglesia, ante la crisis que afronta la
Iglesia en este tiempo, su nombre resulta profŽtico. Su tarea
como la del Santo Francisco de As’s es la de reconstruir la Iglesia
del Se–or. Su tarea como la del Santo Francisco Javier es llevar el
evangelio a los confines de la tierra. Solo el nombre ya resulta
impresionante. Del mismo modo su sencillez en la apariencia y en
las formas, su c‡lida cercan’a auguran alma. Su apariencia
recuerda a Juan XXIII, a Pablo VI y a Juan Pablo I. Su inmenso
gesto de postrarse ante el pueblo de Dios, cuando era el pueblo
el que se postraba ante el papa augura una nuevo estilo de
pontificado. Esa imagen vale m‡s que mil palabras. Su oraci—n
por el papa emŽrito ha sido preciosa. Su creencia en el poder de
la oraci—n resulta patente. Su ser jesuita es interesante porque
proviene de una corporaci—n muy formada y renovadora. Su ser
latinoamericano es profŽtico y novedoso. El sur toma la palabra
en la Santa Sede y los pobres alzan su voz por su boca. Vienen
cambios que har‡n temblar torres y cigŸe–as que han denostado
al cardenal que hoy es papa sin ningœn tipo de pudor.Y conste
que no espero cambios irresponsables como algunos parecen
desear. Por mi parte bienvenido Francisco, le deseo que el
Esp’ritu de Dios le acompa–e siempre Santidad como a los Santos
Padres que le han precedido. Yo ten’a un a–o cuando usted fue
ordenado sacerdote. Pongo mi sacerdocio a sus pies desde ya. Su
nombramiento me ha inundado de alegr’a, esperanza, paz y sus
gestos me han confirmado que el amor es el camino. Le deseo lo
mejor. Sorprendido entiendo que el fuerte viento que hoy nos ha
acompa–ado en mi tierra, es un s’mbolo del viento de
Pentecostes. Qu’mico, psic—logo y filosofo, sacerdote, obispo y

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Paganidad y Ateocracia- AndrŽs Mar’n Navarro - Editorial Bubok - 2013

cardenal, ahora Papa. En su persona se aœna la ciencia, el


pensamiento y el ministerio apost—lico. ÀQuŽ m‡s se puede
pedir?. !Viva el Papa. Con sotana y sin esclavina. Con su pectoral
humilde en su pecho. Signos de un pontificado que comienza
poniŽndose a los pies de la gente. Fraternidad su primera gran
palabra y Evangelizaci—n buen camino. Del final del mundo a
Roma. Áçnimo hermano! Pues as’ nos ha llamado su Santidad. Con
usted caminaremos tras los pasos de Cristo frente a la paganidad
imperante.
!

ANDROS

AndrŽs Mar’n Navarro


Presb’tero

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