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Tema 2.

Los pueblos prerromanos de la península ibérica

Terminología
“Iberia” es el nombre con el que los autores griegos, a partir del siglo VI ane, se refieren a la
península ibérica. Herodoto hace una diferencia entre los acrónimos “Iberia” y “Tarteso”. No
obstante, el término “Iberia” acabará pronto haciendo referencia a toda la península.

El término “Iberia” muy posiblemente se generó a partir de la Iberia del Cáucaso, en la


actual Georgia, una región también rica en metales y durante la época arcaica “el fin del
mundo oriental” para los griegos.

“Iberia” por tanto, es un término puramente geográfico, exógeno, del que surgirá también un
hidrónimo: Iber o Híbero.

“Iberos” tendrá un significado más restrictivo, concerniente a las poblaciones que habitaban
las costas mediterráneas de la península ibérica. No constituyen un único pueblo ni una
entidad étnica. El vocablo es hoy usado para hacer referencia a la formación autóctona,
local, de las diferentes comunidades que engloba, no para remarcar una filiación común o
una cultura unitaria.

Por su parte, el contemporáneo término “indoeuropeo” (aplicado a la Iberia interior y


atlántica) tiene principalmente una raíz filológica. La historiografía tradicional no usaba este
término, sino el macroetnónimo “celtas”, que sí es un término presente en las fuentes
griegas: keltoi. Se usaba para dar nombre a todos los pueblos que habitaban, durante la
Protohistoria, el occidente de Europa.

Los pueblos prerromanos en la historiografía española


Identidades y fronteras
La ecuación lengua=etnia=cultura arqueológica es habitualmente errónea. La propia
naturaleza de las fuentes nos impide generar imágenes étnicas cerradas. La perspectiva de
las fuentes grecolatinas sobre la PI, es ante todo una perspectiva en movimiento.
Los límites étnicos de la Península Ibérica en la Antigüedad se parecen a las fronteras
sociales. Son canales de interacción entre comunidades.

Los procesos de etnogénesis en la península ibérica durante el I milenio ane son diversos y
dinámicos. Ni siquiera acaban con la llegada de los romanos: a partir de finales del siglo II
ane, la configuración étnica

El papel de Roma en la configuración étnica peninsular


Las noticias escritas sobre las diferentes etnias peninsulares provienen en exclusividad,
como ya sabemos, de las fuentes grecolatinas. Conforme avanza la conquista romana en
los siglos II y I ane las fuentes van dando una serie de nombres que conocemos por primera
vez. En muchos casos se trata con claridad de nombres macroétnicos (celtíberos, lusitanos)
que responden más bien a los intereses y visión de los conquistadores y no a la identidad
étnica de los conquistados.
La conquista romana, acelera o potencia toda una serie de procesos de etnogénesis
previos, inclusive para hacer frente a ella.

Con la expansión finalizada y el dominio romano absolutamente asentado, las posibilidades


que ofrecen escritores posteriores (Estrabon y Plinio fundamentalmente) también presentan
limitaciones, pues escriben por y para la gloria del Imperio.

El primero, tiene una visión etnográfica de tradición helenística y el segundo hace una
descripción de cariz administrativo. Las imágenes étnicas que tenemos responden, por
tanto, a los parámetros ordenadores y civilizadores de Roma.

El área ibera
Origen y caracterización. El proceso de iberización
Lo que conocemos como “mundo iberico es el resultado multisecular de lo que hoy se
conoce como “proceso de iberización”. La eclosión definitiva de este mundo ibérico puede
situarse entre los siglos VI y V ane.
El resultado de este proceso no es otra cosa que la suma de diversos fenómenos regionales
de poblaciones, que, a lo largo de la Edad del Hierro, desarrollan formas complejas de
organización territorial, social y político. Hay elementos compartidos, sobre todo en los
planos cultural, ideológico y lingüístico de marcada impronta mediterránea.
Tres elementos confluyentes, que marcan los diferentes procesos regionales: Marco
geográfico y medioambiental, sustrato prehistórico y aportes coloniales.

No podemos pensar en un único origen para todos los iberos. Su origen es poligénico. La
zona ibérica aparece fragmentada en multitud de entidades étnicas, sin que podamos saber
a ciencia abierta si tales entidades son, si vamos caso por caso, anteriores o posteriores a
la dominación romana.
El origen de la “cultura ibérica” es inseparable del impacto que sobre las poblaciones locales
ejerció el fenómeno colonizador procedente del Mediterráneo oocidental. Los influjos
coloniales afectan a toda la costa mediterránea, pero penetran también hacia la Meseta por
el sur y por el valle del Ebro hasta la actual Zaragoza.

El resultado final es ciertos rasgos comunes pero sobre sustratos demográficos y culturales
diferentes, de ahí la variabilidad que encontramos. La intensidad distinta de las influencias
externas también es un condicionante.

El inicio del proceso de “iberización” podríamos remontar a los comienzos del I milenio
anterior. Llegada de fenicios, presencia de griegos, desarrollo de Tarteso.
No es un proceso homogéneo, es autóctono.
Descartamos así las teorías tradicionales que hacían descender a los iberos de poblaciones
venidas de África.

Enriquecimiento de los grupos dirigentes, manifestado en ostentosas tumbas y en la


evolución del hábitat hacia formas protourbanas. Reforzamiento de jerarquías, dando lugar
a la individualización del poder en forma de monarquías de carácter sacro y aristocracias
guerreras.
Cuatro etapas cronológicas: Protoiberico (700-570 ane), Ibérico Antiguo (570-425 ane),
Ibérico Pleno (425-230 ane) y Ibérico Tardío (230 ane hasta Augusto).

Tres zonas: Sur peninsular, Levante mediterráneo y área catalano-aragonesa.


A partir del siglo VI ane, en estas tres áreas, con diferentes sustratos, influencias y grados
de absorción, se empieza a ver un rápido incremento demográfico que da lugar a la
aparición de auténticas ciudades: Oppidum/ Oppida.
-Metalurgia del hierro, cerámica a torno y escritura.
Siglo V ane, empieza el esplendor de la “cultura ibérica”. Sociedad jerarquizada, dominada
por élites que hacen ostentación de su poder en monumentos funerarios y conjuntos
escultóricos.
Amílcar Barca desembarcó en Gadir en el año 237 y el mundo ibérico fue incluido
plenamente en la política internacional. Enfrentamiento entre cartagineses y romanos.

Sur peninsular
De las tres áreas señaladas será el área meridional la que conocerá un contacto más
directo, intenso y duradero con fenicios y cartagineses. Es también el primer espacio en
caer bajo el poder directo de Roma, tras la victoria de esta sobre Cartago en 206 ane. De
ello se ha deducido siempre que la “romanización” de lo que luego será la Baetica fue muy
intensa ya desde principios del siglo II ane.
Esta última idea es matizable. La integración de las diferentes comunidades del sur
peninsular en el mundo provincial romano se hará siempre intentando mantener sus rasgos
culturales y su idiosincrasia. Lo que llamamos romanización es un proceso mucho más
complejo que la simple sustitución de una cultura por otra.

Etnias que las fuentes mencionan dentro de esta zona: Turdetanos, Túrdulos, Oretanos,
Bástulos y Bastetanos. Sin embargo, las denominaciones y ubicaciones de tales pueblos
cambia de un autor a otro (Polibio, Estrabón, livio, etc). Por lo que dice un autor no tiene
nada que ver con lo que dice otro.

Turdetanos y túrdulos son para Estrabón un mismo pueblo. No es así para Polivio, un siglo
antes. Se cuestiona si hubo un proceso de fusión, un traslado de población o si es el
resultado de la integración. En toda la península étnica se produce una clara reordenación
étnica con la llegada de los romanos.
Estrabón señala que los turdetanos son el pueblo de Iberia más civilizado. Alto nivel de
urbanización, rico comercio, leyes y literatura.
La misma dualidad que en Estrabón se da entre turdetanos y túrdulos, existe entre
bastetanos y bástulos. Los demás autores son diferentes unos de otros. Los bastetanos
habitarán en las provincias de la actual Andalucía oriental. Principal ciudad: Basti, en las
vegas de Granada. Bástulos: nombre étcnio para designar poblaciones fundamentalmente
fenicios. Ptolomeo lo nombra como peonoi, que es fenicio, Apiano como blastofenicios y
Maeciano de Heraclea como bástulos poenos, lo que remite a una eclosión étnica. La
presencia externa, en este caso cartaginesa, es lo que genera estas emergencias étnicas.

Oretanos: También hay muchas contradicciones en las fuentes sobre ellos, aparecen más
en las fuentes y unos autores los sitúan en el interior (Plinio y Ptolomeo) y algunos más
antiguos, en la costa (Aemidoro y Estrabón). Principales ciudades: Oretum, Salaria, Ipolca,
Iliturgi, y Cástulo ( a5km de Linares). Zona minera. Luego Ptolomeo nombra a Oretum como
ciudad germánica, por lo que se puede hablar de que no hay fronteras físicas.

Levante mediterráneo
Contestanos: En torno a la ciudad de Cartago NOva.
Edetanos: AL norte de Júcar. Edeta y Sagunto-Arse
Ilercavones: Sur del Ebro. Tortosa
Cesetanos: Norte del Ebro
Layetanos: Entre llobregat y los indigetes
Indigetes. Entorno de Emporion

Aragón y el interior de Cataluña


Ilergetes: actual Lleida
Ausetanos: cerca de la actual Vic
Lacetanos
Ceretanos
Bergistanos
Sedetanos
Límites muy difusos. A excepción de los ilergetes, lo más habitual es tener sólo un nombre y
unas vagas referencias geográficas.

Lengua y escritura
Lo que llamamos “lengua ibérica” tiene un origen muy poco conocido, no indoeuropeo, por
lo que se considera una lengua aislada. Se compone de distintos dialectos emparentados
entre sí. La escritura ibérica aparece en los siglos V-IV ane. Tiene influencia fenicia y griega.
Sistema semisilabario, se sabe leer porque es una adaptación del alfabeto griego en
algunas variantes. Tiene varios signario. Actualmente, aunque se puede leer, solo se han
traducido unas pocas palabras dada la falta de paralelos lingüísticos.

Modelos de poblamiento y hábitat: el oppidum


Hay cuatro categorías de asentamiento: Atalayas o casas-fortaleza, caseríos, poblados
menores y oppida o grandes centros fortificados.
El oppidum es posiblemente la principal característica común a todos los territorios del área
ibérica. Es el referente espacial y urbano del espacio ibérico = ciudad.
Son centros de poder político y control territorial. Los hay de nueva planta, pero en general
son el resultado de procesos de concentración poblacional o sinecismos de aldeas que
hunden sus raíces en el Bronce Final y en el Hierro I. Ocupan lugares elevados cerca de
cursos fluviales y fuentes de aprovisionamiento, controlan los campos de cultivos, zonas
mineras, puertos y vías de comunicación. Hay dos modelos: modelo polinuclear y modelo
mononuclear.
Ej: Oppidum de Puente Tablas. Siglo VI ane.

El modelo polinuclear se define por la coexistencia de diversos territorios políticos y


económicos más o menos uniformes regidos, cada uno, por una capital urbana o oppidum.
Este oppida controla un territorio de unos 8-10 km2. Es el modelo que se identifica en la Alta
Andalucía (espacio oretano) y posiblemente también en los cursos medio y bajo del
Guadalquivir (espacio turdetano). Se trata de un modelo rizomático.
El modelo mononuclear se define por una clara jerarquización interna del territorio, dentro
del cual sobresale un gran centro rector, que expande se control hacia la periferia a través
de otros enclaves de entidad menor y subordinados. Este modelo se identifica en la costa
levantina, tanto en el espacio edetano como en el espacio cosetano.

Economía
Destacamos cuatro ámbitos económicos dentro del mundo iberico: Actividades
agropecuarias, minería y metalurgia, manufacturas y comercio.
La base de la economía en el mundo iberico es esencialmente la agricultura y la ganadería:
ahí radican los cimientos del desarrollo urbano patente desde el siglo V ane. Nos
encontramos ante economías autosuficientes, basados en la agricultura de secano (cereal,
vid y olivo). Estos cultivos se complementaban con leguminosas, frutos, y una elemental
horticultura. Generalización de los apeos de hierro. El excedente se destina al comercio. La
ganadería, además de alimento, proporciona fuerza de trabajo, transporte y estiércol
(mejora el rendimiento de la producción agrícola). Importante cultivo del lino en el área
indigente. Estructuras de producción familiares se combinan con tierras comunales y
extensiones de terreno mayor que son la base del poder aristocrático.
En regiones como la alta Andalucía la minería constituye un pilar económico de primer
orden. Se extraerá y trabajará, sobre todo, hierro.
Tres zonas mineras por excelencia: Alta Andalucía: Cástulo, Obulco y Sisapo. Sierra
Morena/Guadiana y Estribaciones del Sistema Ibérico/ sierra Calderona.

En relación a las actividades manufactureras, pueden citarse: los curtidos, la carpintería, el


trabajo del esparto o la industria textil. Muchas de estas actividades no han dejado huella
material, pero sabemos de su existencia gracias a las fuentes, <estrabón y <plinio
fundamentalmente. La abundancia de hornos y productos cerámicos. El kalathos, tipo de
cerámica, aparece frecuentemente en tumbas, máximo desarrollo en época romana, siglos
III- I ane.

El comercio entre los iberos constituye también una actividad destacada. Comercio a
diferentes escalas: local, regional e internacional. Vías de comunicación terrestres: vía de
Plata y vía Heraclea. Vías fluviales

La moneda en el mundo iberico nos indica las nuevas necesidades generados por el
incremento de intercambios. La moneda se difundió a través del comercio de las colonias
fenicias y griegas. Cecas ibéricas más destacadas: untikesken - Emporion, boliskan -
Huesca.

Estructura social
La familia es el principio del ordenamiento social básico durante la Edad del Hierro (esta
afirmación es válida para toda la península ibérica y el occidente de Europa). Varias familias
conforman un grupo gentilicio, que vendría definido por un antepasado común epónimo. El
grupo gentilicio por tanto, asienta principalmente sobre el linaje compartido (clan).
Los líderes de estas familias y clanes acabarían constituyendo el origen de las aristocracias
ibéricas.
La jerarquización y desigualdad progresiva desde el Iberico Antiguo nos permite diferenciar
dos grupos sociales claros:
- Privilegiados: Control de las bases económicas y del excedente productivo.
Capacidad para generar un discurso ideológico con el que sostener su posición
privilegiada. Este discurso, a tenor de la iconografía vascular y las imágenes de
esculturas ibéricas, estaría sobre todo basado en una vinculación directa con
héroes, ancestros fundadores y dioses. Se incluyen aquí: líderes de la comunidad,
jefes militares, sacerdotes, oligarquías mercantiles y élites cívicas.

- No privilegiados: Campesinos libres, mineros, artesanos, y probablemente, pero


nada bien constatado, población servil. Los no privilegiados constituyen la mayor
parte de la población pero apenas tenemos información sobre ellos.

La mayor parte de los datos que tenemos sobre esta estructura social viene de las fuentes
literarias y los registros arqueológicos, las necrópolis siendo el principal origen de estos
datos, donde se diferencian tres tipos de sepulturas: grandes monumentos, pilares-estelas y
tumbas modestas.

Las sepulturas monumentales serían el mejor exponente de la existencia de estructuras


unipersonales de poder. Se cuestiona si es una tumba perteneciente a un régulo - Pozo
Moro.
Los pilares estelares serían tumbas de las élites dirigentes.
Las sepulturas sencillas corresponden al demos: hoyos o cubiertas por un pequeño túmulo
para individuos comunes. Incluso en estas hay diferencias en complejidad y riqueza,
reveladoras de desigualdades sociales y económicas. Lo más habitual que aparece en el
registro arqueológico, normalmente la arqueología lo asigna a personas que pueden
generar algún tipo de riqueza.

La mujer en el mundo ibérico


En los sistemas de parentesco patrilineal del Mediterraneo la mujer desempeña siempre un
rol secundario y dependiente del varón. En el mundo iberico también sucede, en general,
así. La arqueología es prácticamente la única fuente para estudiar este tema.
Con independencia d eello, en las ultimas decadas, la Arqueologia de generpo y la
arqueologia mas especificamnete feminista ha avanzado enormemente para conocer el
papel d elos sujetos femenoisnos dentro del mundo iberico.
Juegan un papel básico en la reproducción de la vía, en los cuidados, en el ámbito
doméstico. No son ajenas al trabajo productivo, ni, en principio, a la condición servil. Las
mujeres ibéricas, son además, el sujeto clave a la hora de la reproducción de la estructura
familiar y los vínculos gentilicios.
No se puede descartar la posibilidad que las mujeres aristocráticas tuvieran los mismos
privilegios y competencias que el varón en cuanto a cargos políticos y religiosos se refiere -
debate. En las necrópolis de la Alta Andalucía los enterramientos femeninos muestran
similares bienes de prestigio que los masculinos: vasos griegos, armas, adornos de metal…
Las mujeres aparecen desde el mismo siglo V ane en las imagen del poder vinculadas a la
ideología nobiliaria ibérica, como muestran los paradigmáticos casos de las damas de
Elche, Baza, etc.
Dama de Baza
Descubierta en 1971. Piedra caliza estucada y policromada. Es una urna cineraria. Junto a
ella aparecen ricas cerámicas y un conjunto de armas metálicas cremadas pertenecientes
hasta a cuatro panoplias. Inicialmente se pensó que los restos de su interior corresponden a
un personaje militar masculino, hoy sabemos que los restos cremados son un personaje
femenino de unos 25 años. Es probable que se trate de la representación de una mujer real,
la propia enterrada, no una divinidad. En cualquier caso se trata de un personaje
relativamente importante.

Poder y organización política


Las formas políticas en el mundo iberico son diversas y evolucionan con el tiempo.
Puede decirse que para el Iberico Tardio estamos ya ante un mundo plenamente estatal:
territorios políticos con una elite al frente que controla los recursos y regula las relaciones
socio-jurídicas desde un centro urbano principal, que se conoce como capital urbana.
Tres sistemas políticos distintos (pueden entenderse como estadios graduales, aunque no
necesariamente lineales):
- Monarquías
- Poderes oligárquicos (aristocracias)
- Poderes civiles

Monarquía - Se identifican en las fases iniciales del mundo iberico, siglos V-IV ane. Sureste
peninsular y Levante, en territorios reducidos, poder hereditario y posible carácter sacro,
reyes y dinastas se mantienen hasta época romana (Polivio y Livio menciona varias
dinastías). Polibio suele llamar a estos monarcas basileus, pero los autores los llaman
príncipes o reguli.
El poder de estos monarcas se sustentaba en lazos familiares, clientelas y redes de
vasallaje enunciadas bajo la fórmula de las fides. Para el contexto de la Segunda Guerra
púnica, en el sur peninsular la soberanía real parece que se despliega sobre oppida,
mientras que en la zona levantina pudiera tener un componente más etnico. Por su parte,
en el área catalana, nos encontraríamos más bien ante reguli de marcado carácter militar:
es el caso de Indibil (ilergete) y su cuñado Mandonio (ausetano).

Aristocracias guerreras - En el Iberico Pleno siglo IV ane las realezas unipersonales van
siendo reemplazadas en el poder por elites aristocráticas, cabezas de las familias más
poderosas. Son el resultado de la progresiva ampliación de los grupos gentilicios y clanes.
Comparten rasgos ideológicos con las monarquías: su discurso legitimado se sigue
basando en la vinculación con los héroes y los fundadores míticos de la comunidad.
El heroon de El Pajarillo.
Concentran en sus manos los poderes principales, siendo el militar y el religioso los dos
más destacados. La gran cantidad de armas que aparecen en las tumbas ricas de las
necrópolis ibéricas sería un reflejo de este componente militar y guerrero de corte
aristocrático (lucha de principios, no de ejércitos).
Los fides también es un componente central entre estas aristocracias
Casa palaciegas, en los oppida se identificaban casa palaciegas que corresponden a estas
aristocracias.

Élites cívicas - En el siglo III ane se identifican ya claras oligarquías urbanas. Ejercen su
poder en el marco de ciudades-estado (Sagunto).
En la cerámica de LLíria son representadas como elites ecuestres. La figura de jinete
constituye una de las principales iconografías de la moneda ibérica (refrendo de la
soberanía ciudadana y herramienta de propaganda política).
Dos órganos de poder: Consejos, una especie de “senado de notables” y asamblea,
representación de todo el cuerpo ciudadano, es decir, de los hombres libres.
Las magistraturas civiles y militares serán competencia de la propia élite urbana. En
Sagunto, por ejemplo, existe un praetor saguntinum.

Las fides ibérica


Fides es un término latino que traducimos por buena fe, lealtad, confianza. Es la base del
poder aristocrático y militar, pues alude a los vínculos clientelares y de vasallaje
(dependencia) que regían la pirámide social del mundo iberico.
En las fuentes de época romana encontramos numerosos ejemplos de clientelas basadas
en las fides que tienen como protagonistas a las grandes personalidades romanas (y
cartaginesas): Anibal, Julio Cesar,etc.
Las relaciones basadas en las fides podían ser entre dos personas (patronus y cliente) o de
carácter más colectivo (entre un oligarca y un grupo familiar o oppidum, o incluso entre
varios oppida.
Obligaciones por ambas partes, pues la fides garantiza principios de auxilio, solidaridad e
intercambio básicos. Puede llevar aparejada la consumación de alianzas dinásticas, así
como el intercambio de regalos entre las partes.
Existe un tipo particular de clientela dentro del mundo iberico, la devotio o consagración
personal. Tiene un marcado carácter militar, podría llegar a implicar la muerte o
autoinmolación de los devotos guerreros cuando desaparece el jefe.

La religión ibérica
Es un fenómeno integrado en los procesos globales de las poblaciones ibéricas durante el
primer milenio ane. Sostén ideológico del poder. No se conoce mucho de ello.
Hay claros elementos de influencia mediterránea que se combinan con elementos nativos:
esencia naturalista, animismo.
El resultado es una religión sincrética de base mediterránea.
Divinidades de diverso tipo: regionales, familiares, cívicas, protectoras, guerreras,
benefactoras, etc.
No conocemos los nombres de las divinidades, pero sí de las divinidades mediterráneas
asimiladas a dioses autóctonos: Astarté, Melqart. Artemis/Diana, etc se asimilan a los
dioses autóctonos.
No debemos pensar sin embargo en una aculturación religiosa. Se toma la simbología para
adecuarla y reinterpretar al sistema de creencias iberico. Entre las divinidades más
puramente autóctonas, de carácter animista, destaca una gran diosa de la naturaleza y la
divinidad (potnia theron). La base agraria y mediterránea de este culto, es en cualquier
caso, innegable.
Entre las divinidades masculinas, destaca el despotes hippon o “domador de caballos”.

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