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MI LIBRO ENCANTADO VOLUMEN VI HEROES Y SANTOS EDITORIAL CUMBRE, S. A. Preracio La Fe Vicente Greg Prrsto . . B - Charles Kingsley Las PRrokzas pe HERcuLes Adaptaciin R. S. T. Le6ntas . . s -. «Jennie Hall Estupia orgs Elias Calixto Pompa APRENDE 4 SONREIR : Jost Umaia Bernal Ex NiXo Mintin . Bes “Jacobo de Vordgine SAN JORGE Y EL Deacon Jacobo de Vordgine La Puerta Cerrapa +. + + Francisco Luis Bernérdex La Ista Desterta Las Dos Espicas . : La LevENDA DE SAN CRistoBAL . La CENA. ; Fruprjor, EL Ivrréemo fs MARTA Y MARtAGs ct agent 20 Beal Dios oe La Pesca MiLaGrosa “ La Campana DEL EMPERADOR Herder de Ar Aninimo tarvia Cavero + Manuel Guiiérrez Néjera Daniel de la Vega Anéninwo Lonencrin Fe Re Rm ie - Aninimo Los Iptomas EN EL REINO A. Rafael Santos Torreella St una Eseva me HIRE 2 2... . Amado Nervo Ta eee Juana de Tbarbourou Aninimo Aninims Anénine Alejandro Casona De. Antaime Horacia Qnireza . . Rabin Dario : : ses Dizy Santillana oe Se Corton Matbeot Lam: “Herminie Almendres crt = - 11). Rubén Dario : i de Valle- Ariz pe Vieente de Artadi sade Nervo eat GOMES Nata vet MARDGRO gue Otero D’Costa Veatera Rai, Aguilera Aninimo, HEROES Y SANTOS PREFACIO Ua leyenda, en pleno daminio de la imaginaciin y la fantasia, 5s ain, « las personifcaciones sublimet del esfuerzo humana on lar dat divecciones de mic exccelta vyemplaridad 3 me. En les volimenes anteriores apenas nas hemes movido del mide de lo + abora, al descender de tl para situarnos en la realidad bumana, justo Lo que, dentro de ella, es portente todavia ; porque hay algo mare- sambitn en la santidad y el berotsmo que los bombres pueden alcanzar. Adi, tt bile conductor que guia a las pequetes lectores a través de las piginas de estes voliimenes, ba de levarles insensiblemente desde lo que e1, 0 ba podida ofrecirseles, coma mero desplitgne imaginative, a lo gue posee ya un claro sentido de wxaltaciéa 42 cxalidades y virtudes que, al tiempo que los deleita, ba de contribuir a formarles ef espiritu y el carécter. Los dos relatos gut encabezan tl volumen — Perseo y Las proezas de Hércules —vienen a constituir sm nexo con el precedente, a gue los protagonistas de los mismes som seres fabuloses ; de este cardcter participan Lambita otros de los biroes que desfilan por eitas paginas, pero su condicién humana 7 anitca la mayorla de sus Proezas y aventuras, arias narraciones que, & fono con el estily mn las dos —San Vito, el niio mértir, leyenda dorada medieval, compuests "Juana de Arco, que se incluye tam. ‘predominante, aungue no exclusive, Mitisnss oe ccnpion cmjnaoe d= poe cual obra de viejas y migicas brajas; altares brunidos de marmoles y oro, que guardan divino y eterno tesoro; sublimes plegarias subiendo a los cielos, gtandiosas ideas, afanes, desvelos; pinturas y estatuas do el arte relumbra, gloriosos martirios, heroicas victorias que han dado a los pueblos laureles y glorias; los mundos unidos por magico laz0; las aguas unidas en intimo abrazo; los astros medidos, los mares domados; los rayos bajando del cielo apagados; los reyes caidos, los pueblos de pie. todo esto en el mundo lo ha hecho la fe. Vicente Grez (one) Mas sucedié que, pese a todas sus previsiones, al cabo de cierto tiempo Danae tuvo un hijo. Era éste un nifio tan hermoso que cualquiera, a no ser Actisio, se habria compadecido de él. Pero aquel hombre, tan duro de coraz6n, no tuvo piedad de quienes cran sangre de su sangre, ¢ hizo conducir a Danae y al nifo a Ia orilla del mar, donde los metié fen una gran arca de madera y los abandoné a merced de las olas y los vientos. Todos los vieron partir con ligtimas en los ojos, salvo el despiadado rey Actisio. La indefensa embarcacién salié al mar abierto, y por espacio de varios dias madre e hijo navegaron a la ventura, hacia donde los vien- tos y las cotrientes marinas quisieron Hlevatlos. Una tarde, Danae sintié de pronto que la embarcacién se movia violentamente, y cuando alz6 la cabeza vi6 recortarse contra el sol poniente un enorme y rojizo acanti- lado. La frigil nave estaba a punto de ir a estrellarse contra aquellos pefiascos, y Diinac, con las manos entrelazadas, grits pidiendo ayuda, El ; / cielo se apiadé de victimas tan inocentes, pues a poco aparecié un hom- Ex ‘en ameno valle cerca de Argos vivian hace muchisimo tiempo bre de elevada y corpulenta figura, quien acudié en socorro de madre ¢ TON cnaanos gemelos liamados Acrisio y Preto. Poseian terrenos muy hijo. El hombre dejé en tierra al tridente que levaba en una mano y, oo ‘moses viiedos, tebalos de ovejas, toros, yeguadas y cuanto saltando sobre una roca, desde alli lanzé una red en la que qued6 aprisio. + eimecesitan para vivir dichosos; sin embargo eran inflices nada el arca con sus dos pasajeros. A continuacién y tirando de un extre- tos Boma concebido celos el uno del otto. Las disensiones entre ellos PORTE i desde su misma cuna, y cuando se hicieron mayores cada cual cope Mrrebararle al otro su parte y guardarla para si. El primero en Sccncadenat la lucha fué Actisio, y durante mucho tiempo se extendié m por todo el territorio. Concluida ésta, Actisio quedé en pose- Ge Argos y la mitad del pais, mientras que Preto retuvo Tirinto y co ass al palacio de Acrisio un profeta que, requerido por él, 15 asi: «Te alzaste contra ta propia sangre, y tu sangre se alzard cera ti. Pecaste contra los tuyos, y egard un dia en que por los tuyos, ris castigado. Tu hija Danae tendré un hijo a manos del cual hallaris were. Asi lo han ordenado los dioses, y as{ se cumplirin. Enronces Acrisio mand6 encadenar a su hija Dinae, que era hermo- cima, y la encersé en una cueva subterrinea donde no podia ser vista por nadie, imaginando que, de este modo, podria burlar lo dispuesto por los dioses. 10 dea red, el hombre 10s condujo hibilmente a la orila, Dina mo de la red, el le pre. quién era y dénde se ballaban. Pre. salvador guntd a su salvador igo el hombre — se llama Serifos. Yo so Palbdenres, su fey; Ios hombres me laman Dictis el pescad de ea c= mi ocupacion preferida ee, a pesca oO Danae, echindose a sus pies y abrazando ous rodias,g. y herman lor, porque clams: aor, ten piedad de una pobre mujer a la que un cruel dest = - ino ha soy hija de un rey. Este nino es mihi ido a tu pais, pues ee conducide 2 te evcomin de los mortales, pues su padre es un divg” Ne pertenece a 1a 13 comeré tu pan inmerecidamente, pues né una carga para ti ni comeré tu P » Pues soy Ser im ejer ¥ bordar que todas las doncellas de.mi pais, ae iais Ia interrumpio y, alzindola del suclo, le dijo: mis y viejo ¥ mis cabellos se han vuelto grises sin — Hija mia, ya soy viejo cal Ko arises sin que Ni setis una Haya venido a alegrar mi casa. Os Tlevaré conmigo y wee er y para mi; cn cuanto a esta criatura, seri nuee hija para mi mujer Y P: "= nietecito. ‘aos habian transcurrido desde que Dinae y su hijo fueron Quince aitos Tein, el buen pescador. El nito era ahora un guna a vivir 2 Case teu estatura, sobrepasaba ya en una cabeza a los demig moz0 de; FO" J Su made lo llamaba Perseo; pero las gentes de Ser homes dado el nombre de Hijo de Zeus. Perseo era muy afci. fos le habian (ia hecho ya varios viajes para conducic mercancias a las nado al mary tiedores. No habia quien pudiera competic con dl en I, ee ae el pugilato, ie aventajaba a todos en lanzar el disco a ees como amable y cortés, pues Dictis se habia esforzado noble Je una edvcacin inmejorable en darle una eocmsy de Ia isla, no era un hombre honrado y justciero Polidectes, © Dictis; sino codicioso, astuto y malvado. Cuando vis Ae su BetTipinae desed casarse con ella; pero ésta lo rechaz6, pues no alahe ijo. Enfurecido al ver frustrados un: fenia pensamientos mas que para su hijo. Enfures ido 5 ésitos, Polidecte vez sus propésitos, Pol fae y otra ver S05 Piersco se hallaba en alta mar, y se apoders de Dénae, hermano, diciéndole: ‘— Si no quieres ser mi esposa, se present un dia en casa de su seris mi esclava. 12 De este modo, Dinze se vid reducida a servidumbre y obligada a cfectuar los trabajos més viles en la mansién de aquel despiadado rey. Entretanto, Perseo se hallaba en la isla de Samos sin sospechar las penalidades que su madre estaba sufriendo. Mas cierto dia en que pa- seaba por un bosquccillo, junto al mar, se senté sobre la hierba para descansar un poco y se quedé dormido. Entonces se le aparecié en suefios una hermosisima dama, de ojos glaucos, con Ja cabeza cubierta por un yelmo empenachado; Ilevaba sobre sus hombros, encima de la tunica de color azul, una piel de cabra, de la que pendia un gran escudo de bronce que brillaba como un espejo. —Soy Palas Atenea —le dijo la dama —, conozco los pensamientos de los hombres y sé quiénes abrigan la virtud en sus corazones y quiénes | la vileza. A los audaces comunico mayor audacia, y a los fuertes y vale- 030s les confiero poderes sobrehumanos. Estos son los héroes, los hijos de los inmortales, a los que, por extraos caminos, conduzco a que peleen contra los titanes y los monstruos, que son los enemigos de los dioses y de los hombres. Los hago ir a través de riesgos y dificultades, de forcejcos y asechanzas; y algunos de ellos mueren famosos en la flor de la juventud. Hay otros hombres que prosperan y engordan en la holganza, como los corderos en el pasto, y que se nutren de lo que no oe 13 es en cl establo; crecen y se de: - in maduros la muerte los co, Njar afectos tras de si ni rastro de sun Pedihseas dimeliea cual de estas ‘dos ch nel su scalabazas en ¢ SUEIOs aa ea los infiernos si donde vivieron. feririas hombres pre! — jOh, mejor & Ja flor de la juventud — repuso con ve Stal de conquistar un buen nombre, que vivir con, J olvido sin ser amado ni recordado por nadia alzando su escudo, dijo: fas a hacer frente y matar a un Jos corderos y ™' Te atrev' ee puedes ver reflejada en mi escudos “Jobre la espejeante superficie del escudo aparecié un ‘del eual se le held la sangre a Perseo. Era el rostro de mgjillas tenian la palidez de la muerte, da por arrugas de intenso suftimients y afilados como ie de una serpiente; tenia por boras que se agitaban y retorcian continuamente, Eanes Jas bifidas y emponzofadas lon. eta se velan unas alas plegadas como las de mq ‘én las garras que tenia clavadas en el pecho monstruo como vista tro, a la vis fea a rmosa, pero Nh frente estaba conta gus labios eran sutiles Sus Iabios eran sutiles SMbellos multitud de v ¥ de cuyas bocas emer ic ésta eran tambi —Si existe algo tan horrendo y terrible sobre Ia faz de Ia tierra — dijo Perseo, tras contemplar unos instantes aquella figura —, seri una gran proeza darle muerte. ¢Dénde puedo hallar a ese monstruo? — Todavia es pronto —le contesté Atenea sonriendo —; eres dema- siado joven e inexperto, pues ésta es Medusa, la Gorgona, madre de toda uuna raza de monstruos. Regresa, primero, a tu casa y lleva a cabo la tarea que te est esperando alli. Persco iba a replicar, pero ya la hermosa dama habia de Entonces despert6. «Bah, no ha sido mis que un suefo!», se dijo entre dientes. Pero en lo sucesivo dia y noche vi6 ante si el rostro de aquella mujer horrible, con las viboras agitindose en torno a su cabeza, Decidid, Pues, regresar a su casa, y cuando llegé a Serifos lo primero de que tuvo noticia fué de que su madre se hallaba en el palacio de Polidectes redu. cida a esclavitud. ‘saparecido. Llegé enfurecido a la mansién del rey; atravesd las dependencias de Jos criados, pasé a las de las sirvientas y, finalmente, hallé a su madre sentada en el suelo ocupada en moler grano en un mortero de piedra. Al verlo llegar, a Diinae se le arrasaron los ojos en lagrimas, Su hijo corrié hacia ella, la alz6 del suelo y la estreché entre sus brazos, En esto legs Polidectes. 15 —le grit Perseo —. Es asi cémo tes 1 it aig = Mali ir icfenaas mujeres y dss hoepitlidad a loa dioses, tratas a inde rate, porque vas a morit! Pererisebdo exto, se apoderd del mortero, pues carecia de en Jo levanté en alto para golpear con él a Polidectes. Pero su made 2 arrojé sobre él, exclamando: : ijo! Somos extranjeros en este pals, y Peace aoe te Si buen anciano Dictis, que legé en aquel momento, se inerpusg también, y Persco dejé caer al suclo la picda, levindose a su nade le sel lugar. de aero eonaujo a Danae al templo de Atenea, donde las aa Ja admitieron como una de las cuidadoras de aquel recinto. Alli estaby segurs, pues nadie, ni el propio Polidectes, se atreveria a profanar aqua a Sagrado. Entonces el rey, viendo que pot la fuerza no podialogat Jo que deseaba, empez6 a maquinar un medio para conseguitlo por la veria. Como sabia que nada podria hacer para recuperar a Dinae mien. tras Parseo estuviese en Ia isla, buscd el modo 0 Ia ocasién de alejarlo de ella. Y lo primero que hizo fué simular que habia echado en olvido Dinae y a Perseo. aWgucedio que cierto dia fué anunciada una gran festa, Todos los jefes y los j6venes de las mejores familias, entre ellos Perseo, fueron y a palacio para rendir homenaje al rey y sentatse a su PEERS a Log ‘extranjetos RE invitados 2 ‘m Medusa se agitaba continuamente y Perseo, viéndola horripilado ante la espantosa vision enon los cerdos; perc tan bella y desasosegada, por un momento tuvo compasin de ella. Pero 2 poco observ, en el espejeante escudo, que se erguian las viboras de su cabeza, emitiendo agudos silbidos y dejando al descubierto sus empon- zonados colmillos. Sabitamente, Medusa se reincorpord, batié sus alas y, en actitud amenazadora, mostr6 sus terribles garras. Perseo compren- is entonces que, a pesar de toda su belleza, aquella monstruosa criatura Lucero Vespertino. Desde donde él se halla se divisa todo el océan Lo hicieron asi y Perseo las acompans, Atlas les dijo donde estat Jas Gorgonas, pero previno al joven que no podria acercars hriera la cabeza con el gorro de la invisibilidad allas, 3 cran tan horripilante y venenosa como sus hermanas. Aprestése, pues, a darle muerte. Sin apartar un instante su mirada del escudo, empez6 a gitar en torn a Medusa; ésta, advirtiendo el peligro que la amenazaba, se revolvia sin cesar y descargaba furiosos golpes con sus garras, sin con- menos que se —Ningiin hombre puede conseguir ese gorro, porque se halla en lag profundidades del Hades, en las regiones de la muerte —afadis Atlas Pero mis sobrinas son inmortales y una de ellas iri a buscarlo si me pro. metes que cuando vuelvas con la cabeza de Medusa me permitiris yer s4 rostro. Quiero convertirme en roca para siempre, pues estoy muy fat gado de tan ruda tarea como es la de mantener separados los cielos de la sat tierra Perseo prometié lo que Atlas le pedia, y una de las Hespérides des cendié por una oscura caverna hasta los abismos del Hades. Al cabo de siete dias regres6 portadora del gorro de Ia invisibilidad. Se lo dié a Per- seo y éte, tras de besar a cada una de las Ninfas, prosig Aun erré durante muchas jornadas Perseo, hasta que, a las islas que ningin navio ha visitado jams. En ellas nunca es de noche ni de dia, nada posee nombre ni existe cosa alguna que se encuentre en el lugar que le corresponde. De pronto, oy6 un violento batir de alas. Comprendié que Medusa no se hallaba lejos y que era el momento de detenerse antes de que fuera petrificado por ella 22 . de E con la q Per fest ‘ aparecid ca Ia p . rc vertido en Be eae —< P Sa “ghas cumplido lo que prometiste? Si — repuso el héroe —. iAqu ¥, a} decit esto, retir6 Ja piel de eabr: stro en alto la testa del monstruo. Al contemplar 3 P sus invita dos palidecieron. Trataron e aio heat posible: acababan de quedar in ara sier ya no eran Sino frias estatuas de piedra gris Persco corrid entonces al temp cay alli encontrd a su madre, 2 la que estreché profundamente emocionado entre sus brazos Después; dejé el gobierno de Ia isla cn mano» buen Dictis, y en la mar en direccin a su compania de su madre y de su esposa se hizo a patria Ai llegar a Argos, le fué comunicada a Perseo Ia noticia de que Acti sio, sw abuelo, habja huido de la ciudad; dijéronle que poco antes, Preto, 4 u hermano, desencadené la guerra nuevamente, se apoderd de Argos, y Actisio tuvo que buscar refugio en Larisa, en s de los pelasgos. Ent les declaré quiéa refirid las proezas que habla realizado. Escuch ablar, reconociendo que eta un atencidn y, cuando hubo concluido ¢ héroe y que llevaba sangte real en sus venas, lo elevaron al trono. Iame- diatamente, Perseo reunié todas las fuerzas de que disponia y atacé 2 Preto, detrotindolo y dindole muerte. Pacificado el tertitorio, no obstante quedaba algo que causaba inmensa tristeza al héroe, y era verse alcjado de su abuelo, al que deseaba honrar cchando en olvido los antiguos agravios. «Tengo que it en sa busca .¢ dijo un dia Persco la voz de la sangre. Lo traeré aqui y ambos reinaremos , pues no puedo creer que se niegue a escuchar paz sobre pueblo.» Piisose, pues, en camino, y al llegar a Larisa se encontré con q habla organizado grandes fi ara in diversas competiciones deportivas 5 quel pal as figu: treza. «Si participo en ellos y con: ofrecidas, sin duda mi abuelo se ees Be 83 las seco seo. Y, decidido a evar a cabo su propdsito, soce® My se nets supuesto en el lugar donde habian de celebrece eMtO% con 12 Pere tos, el héroe, ante el asombro de todos, emma (°° i8egos. Tapeh otra las coronas reservadas a los vencedores * * COMAuitar yatdOt Quedaba por celebrar Ia ultima competion, | os disco. Alli, en la tribuna de honor, hallibase Acriig get @24mienty el rey de los pelasgos. Perseo, al ver a su abucle Mit? ? Teutamery cayéndole sobre las rodillas y una expresion de intent e#a blanc! tada en su faz venerable, sintié que el llanto humm "ola pint Cuando le llegé su turno, tomé un disco y Io impay St® Si0s fuerzas, deseando rematar brillantemente la serie. de eye, °°? €0835 aug conseguido, Pero un golpe de viento, procedente del wae as aU8 habia ttayectoria del disco e hizo que se ditgiera contra Acrag, gt atm, un fuerte golpe y cayd de espaldas. Corsid hacia la tritngy 6S S86 cuando llexé alli, el debiltado corazén de sa abuclo acatene ne M28 zarse para siempre. ‘aba de parali- Entonces, Perseo se rasgé las vestiduras, se cubrio camino la cabeza y Iloré amargamente por la amare Palys el pués, dirigiéndose a los que alli estaban, hablo asi, ene —En verdad que cuanto ordenan los dioses, cumple. Yo soy Perseo, el que dié muerte a la G, que aqui veis sin vida era mi abuelo, Y a continuaci6n les refirid la historia de su vida desc fen que la profecia anuncié lo que acababa de ocurti. Hicigronsele a Acrisio grandes funerale, y, tras ellos, Perseo fu a templo, donde quedé purificado de aquella muerte, causada por cy contra de su voluntad. Finalmente, partié de Larisa y regresé a su hogar, en Argos, donde reiné muchos anos en compafia de la hermosa Andiémeda, de la que tuvo cuatro hijas y tres hijos. Y cuando murid, a muy avanzada edud, Atenea, segtin opinién de los antiguos, se lo llevé al cielo junto con Cefco y Casiopea. Y en él podéis verlos atin, en las noches clams, pat- padeando como refulgentes estrellas... 1 ma: tarde © temprano se }orgona, y este anciang ide el momento CHARLES KiNGSLry (loge) “Tradcidoy adapado por RST. 26 LAS PROEZAS DE HERCULES Hercures era hijo de Alemena, rina de Tebas, y del dios Zeus. Siendo nino de escasos meses, cierta noche, cuando todos dormian en pa- lacio, Hércules, que yacia sobre el escudo donde solia acostarlo su madre, desperté de su profundo sue, desvelado por los agudos silbidos que lanzaban dos horribles serpientes dispuestas ya a clavatle sus ponzoiosos colmillos. El pequeio Heércules tendié sus brazos y, asiendo con sus manos a los dos reptiles, los estrangulé, quebrando sus gargantas como si fuesen briznas de paja. Cuando Alemena acudié a la manana siguiente, no salia de su asombro al ver a su hijito dormido pacificamente, con dos serpientes muertas junto a su escudo, ‘A medida que Hércules fué creciendo en edad, se desarrollaron extra- ordinariamente su destreza y su vigor. Cuéntase que, un dia, su maestro Linos dié a escoger a su discipulo un libro entre varios. La eleccién de Hercules recayé sobre un tratado de cocina, lo que hizo que Linos le reprochase duramente la gula que con ello denotaba, llegando a amena- aarle, Irritado Hércules, y creyendo que Linos iba a pasar de las palabras los hechos, asié una citara que tenia a su alcance y aplasté con ella la cabeza de su maestro. En castigo a tal muerte, Anfitridn, el rey, envi6 a Hercules a las montafas, para que morase entre pastores y rebaiios. a o al aire libre en tales parajes, desarrollg f} continuo ejercicio atin ma E] conti ae aniok de Hércules, que le permitia aventurarse a ie aguella sin Parades y difcultosas, y salir victorioso de cllas tenpresas mis aU fea grato ala diosa Hera, que le pers su oo. ye el ordculo de Delfos, éste, inspirado por la a ne se trasladara 2 Tirinco, para ponerse durante doc cordend que se Be ee. sitll y ocdcono, y Ia llcgada 62 auc, rst em un pice dil y medronoy Is legada de uel hog isaudits hazahas se referian, le izo concebirtemores de ove del ave ‘Ateebatale el rcino. Por cllo, y puesto que Hércules hate seistdo a ponerse a su servicio, le encomend6 tuna serie de trabajos que set imposible de realizar por ninguna criacura wana Hétcules acs Stcometido,y said vencedor, on otras tants ross de os doce em bls tatjos qe le propo el ¥ ae de $ llevan el nombre oe Mae ea eee al rezrible Jeon de Nemes, que labs sem, Wo ti rds en la comarca de la Argélida. Pastores y labriegon a x bande rcp olan a lo lejos los rugidos de la fera, cortian a ccdltann fechas de su gigantesco arco; pero la piel de aquel ledn era tan dura que Pronto eebados y quehaceres. Hércules se dirigio al encuentro da las saetas rebotaban en ella sin heriele. Hércules abandoné entonces su Pine erica et iste dems distancia, le dlopasd lat 5 arco y, blandiendo la enorme maza de olivo que le acompafaba siempre, ia : oe corrié tras la fiera, que huy6 atemorizada, yendo a esconderse en su antro. Penetr6 en él Hércules, y sin temor a los amenazadores rugidos de la bestia acosada, le asesté un terrible mazazo en la cabeza. Fué tan violento el golpe, que el arma se rompié en dos pedazos. Mas como el leén, aunque mal herido, no estaba muerto, teabise una espantoss lucha centre ambos; finalmente, el héroe logré atenazar con toda la fuerza de sus brazos la garganta del enorme animal y le arraneé la vida. Desollé luego Hercules al le6n, y se cubrié con su piel pata utilizarla en lo sauce. sivo a modo de impenetrable coraza. Euristeo no parecid, sin embargo, conceder gran importancia a la hazafia, Bula con le leva. diosa, Je © alos al — Un len — dijo — no es en fin de cuentas mis que un animal como Jos otros, por muy salvaje y terrible que parezca, En cambio la hidra de Lerna es una bestia monstruosa a la que aquél no puede ni con mucho ‘compararse. Veamos si tu intrepidez consigue tambien librarnos de ella... La hidra de Lerna era un gigantesco dragén provisto de nueve cabo. as, y cuya guarida se hallaba en una fangosa laguna. Las incursiones del 29 terrorizado a todo el pais. Devastaba la cam, oxo monstrvo tenia AERO ofos0 su aliento que si alguien espantjevortba tos gana orablemente Nera Qulenes te ate i, ia lenta € i ues una de las propiedades de ayy To sspimbs moi Yr con vid, meee he jer a att TEE pneula coma una de 5 cera, eu pa Monstrao era que STSECOMN ci, ora inmediatamente. Teniensig sonst ye derramaba petaei Yolas,y juciee Fe In Rte SM eel #8 eScudero YOO y juntos em, qo muy ef cuentas Ufras muchas penalidades y fatigas, Negaron 4) soar dees rcha. Ja mar rendieron a a hidra, ¢ inm mS cubil de Ae Jas horripilantes Hércules fué cer Ta atacaron ercenando, distamevenas, y para evitar que le volvieran s rirase las heridas con las largas teas de que we ed ee rodé la sltima cabeza y el monsttug iba provisto, Cuando, Ur sin vida, Hércules se apresuré a mojar en sy cued tendido «9 wT consig, con lo qe Se convitieron en a ls fecha zo8a dujesen. herida que produj tmoifers a la mis eas ie dijo Euristeo al héroe, cuando éste —Has en ae la hidra —. Veamos ahora cng ee tu vali ton monts de Bsimanto dene su guarida un iba que sagacidad.» E10 en las Fétiles tierras de Arcadia, asolindolas. Pro. campa por Sus e5PS108 Th condicién de que legue aqui con vida a Eee) Pe yemas habituales, ls flechas y una maza, Hétetes pala por ls iincadaespsura de aqucos mons, El jabal, inicio Ia Davide Pe jas pisadas de Hércules, emprendié veloz carrera, El 4. uant Pee pidamente eb persecucin; atraves6 abruptoscollados hésoe lanabse 1 una por acer, hizo 4) ¥ valles angostos, tuvo que abrirse & Paso por entre espinos y matorrales, Pero, finalmente, consiguid acorralar ala fiera en un otero, donde ésta, enfurccida y jadeante, se dispuso a atacar. Lanzando espantosos rugidos y enseflando sus enormes y agudos colmillos, el jaball se apoyo sobre sus patas para arremeter violentamente contra su perseguidor; mas éte le asest6 un tremendo mazazo en el testuz, aunque hibilmente caleulade Para no matarlo del golpe. Después, asio a la inanimada fiera y se la cargé sobre los hombros. Euristeo, como en las veces anteriores, le resté importancia a esta procza de Hércules, aunque, en el fondo, se hallaba leno de admiracin y de despecho. —E1 jabali — dij salga por su rapidez. Y, seguidamente, ordené al héroe que le trajera, viva también, 1a cierva del monte Cerineo, con la que queria obsequiar a su hija Admeta, Aquel prodigioso animal, consagrado a la diosa Artemisa, tenia cuernos de oro, pezufas de bronce, y era propiedad de la reina de las amazonas A tanta rapidez llegaba en su carrera, que jamis hubo quien lograra darle aleance, —no es, en fin de cuentas, un animal que sobre- ere Aquella empress, pues, eta la mis ardua de cuantas } encomendado hasta entonces. No menos de wi “tisteo de un ano le aby Ja persecucién de la cierva; mas al tétmino d MPLS Hercules ot de él logté acosarlg wit € Cerin, dole toda huida posible, y, por Sltimo, se apoderd de elie CUaANdO 5¢ | ln leyd a Buristeo, éste, sin permititle el menor descans, nueva tarea, para Ia que se requerlan especiales dotes de fs valle de Estinfalia y exterminar a unos pajaros monet teil gatras de bronce, que anidaban alli; las plumas de eran como saetas, y las disparaban contra sus viet 2 da MSTTUOSOS, de pic ue estaban prox mas, fueran ani, 0 istog 0 personas, dindoles muerte y devorindolas luego, Héteules aS tarse en la espesura cerca del lugar frecuentado por cul. el momento oportuno, golpeé unos cimbalos de cobre ens NC Ys en guir su propésito, habia levado consigo, y fué tal el eae conse. movié, que las aves alzaron el vuelo desconcertadas, ofretg gts P™ blanco excelente para que el héroe, tal como hizo, las abate! 8 flechas. S¢ con sus Por lo improbo, no les fué en zaga a los anteriores el sigu bajo que Euristeo le ordené a Hércules. Augias, rey de la Eh. ae trae innumerables manadas de animales en cuyos establos no se hale oe tuado limpieza alguna en treinta aos. Por tal motivo, el es mulado alli formaba verdaderas montafas, percihiéndose su hedor d muy lejos. El nuevo cometido de Hércules consistié en efectuar y ie pieza total de aquellos lugares, y para llevarla a feliz término, sin ten) Que ensuciarse las manos en tan duro y pestilente trabajo, acadid sn ingenioso recurso: desviar, merced a sus extraordinarias fuerzas, la eo rriente del rfo Alfeo, cuyas aguas, obligadas a atravesar los establos, los dejaron completamente limpios de tan viles materias. 3 Entonces, Euristeo le encargé otro dificil trabajo. Minos, rey de Creta, habia prometido a Neptuno ofrecerle como victima propiciatoria Jo primero que el dios hiciera surgir de las aguas. Neptuno envié un toro de tal belleza, que Minos sacrificé en su lugar otra victima menos valiosa, Irritado el dios, enfurecié al animal, cl cual se convirtié en el tercor del als. Hércules debia sojuzgarlo y llevarlo vivo a Micenas. Sin pérdida de tiempo, el héroe se hizo a la mar para cumplic las 6 denes recibidas, Desembarcé en Creta, y no bien hubo divisado al colé rico toro carg6 contra él, lo asié por las astas y, tras un terrible forcejeo, 10 obligé a humillar la cerviz. Entonces, amansado ya, lo envolvié en 32 a red, 8¢ 10. eché sobre los hombros y lo transporté al lugar sefialado. are ruidamente, Euristeo le ordend la captura de los caballos de Dio- vehat at, hijo del cruel Marte, era rey de ‘Traci, pals cuyos morado- mete in fama de extraotdinaria ferocidad. Guardaba dicho rey en sus > Mops numeroaos corceles, que se hallaban en estado selvético, Sus caeranves belfos vomitaban llamas, y como pasto era preciso echarles en Piaipesebres de bronce los cadaveres de los extranjeros que la tempestad arrojaba a las playas. Himbarcése de nuevo el héroe, y, puesto el pie en Tracia, se dirigis as cuadras de Diomedes, cuya custodia tenla confiada éste a los més Feros de sus servidores. Hércules entablé con ellos una terrible pelea, 2 todos, asié al propio Diomedes y lo atroj6 a los pese- y, tras vencerlos devorado por sus animales. A continuacién, capturs a bres, donde f éstos y se 10s llevd consigo. No bien hubo hecho entrega a Euristeo de los caballos de Diomedes, Hercules se vié obligado a partir para la empresa que aquél le tenia ya preparada a su regreso. Admeta, la hija de Euristeo, deseaba poscer el precioso cinturdn de Hipdlita, reina de las amazonas, y al pals de éstas Lirigidse ahora el héroe, con objeto de dar satisfaccidn a aquel capricho. Hercules fué bien recibido por la reina Hipélita, pero la diosa Hera, dis- frazada de amazona, instigd a éstas contra él diciéndoles que venia a arrebatarles su reina. Todas se indignaron contra dl hae terrible lucha, muriendo muchas amazonas, entre eho 2 6 = 8 Prop re Y comié «levees Hercules despojé a ésta de su precioso cefidor hija de Z oe Con todo, Euristeo siguid albergando aviesos prc tan esforeada y puntualmente le seevia. ¥ as coe rot SE Ge muerte, le hizo ir a una isla remota para que se enfrentars Gants gigante que en ella residia. Llamabase éste Gerién y su cucl ote caba en tres cabezas. Poscia el gigante una manada de torn ceo consumian todos los pastos de la isla y que, ademas, sembrabay My. centre los habitantes de aquélla, pues eran devoradores de cane ee Un monstruoso boyero custodiaba el ganado, en compatia de un tenihg can, también de tres cabezas y tan feroz como su amo. Euros os legado el momento en que el héroe sucumbiria defiitivamente, Sob el enorme riesgo de la empresa, existian los miltiples azares de un tan largo y dificultoso. Hércules, sin embargo, se puso en camino cons intrepidez acostumbrada. Al eruzar el estrecho que separa a Europa de Africa etigis, como recuerdo de su paso, dos columnas, una en cada slo a oa | or el nombre de «las columnas de Hér- s porereed a Ia proteccion de Zeus, ‘el paso de los conocidas después P fez Megado 2 su desti de un monte Pé no, merci c sara acechar, desde alli, éste corti a su en ae na to por el olfato del feroz can, foros, Pero, descubierto Per 1 “No se amilané el héroe y, blandiendo eee ‘Hea. Te asest6 al animal ua tremendo golpe, maza con Prodigiows Al ruido de la refricga acudié el boyero, oe eido a 208 ie iol bore joo tendido a su Fis suerte que el can. Por slim, FUE e no taGerion quien cay6 victima de las flechas que Hércules le dejind Formidable dispar’. [Nuevos azar or los habitantes Bevreses que conduc gracias al amparo de 3 esa punto de partida, lel ganado. se oer Ee apenas legado, Euristeo le encomendé otra dificil misién, De uere tenia que volver el héroe a lejanos parajes siguiendo la ruta del sol seen caso. En ellos se hallaba el jardin de las Hespérides, las hijas del Ciycero Vespertino que danzaban continuamente en torno al Arbol de las iananas de of0, De estos frutos, precisamente, le habia encargado que Te apoderara; pero lo que hacia de esto una empresa muy atriesgada y dificil era que aquel 4rbol tenia por custodio a un dragén que vomitaba llamas por sus fauces ¥ que, entre espantosos rugidos, devoraba a cual- quier forastero que a él se acercase ‘Tras largo tiempo de vagar en la direccién emprendida, pues no sabia con exactitud dénde se hallaba el maravilloso jardin de las hijas de la tarde, Hércules legé a orillas del rio Eridano. Estaba alli el héroe des- ‘cansando y meditando, cuando fue descubierto por las graciosas ninfas del rio que se acercaron a él y empezaron a danzar a su alrededor. Hercules les pidié que le informasen del camino que debia seguir para llegar a su meta, a lo que ellas contestaron: «Nosotras lo ignoramos. Quien puede decirtelo es Nerco, que habita en el fondo de los mares; pero ser4 dificil que lo encuentres, y, si lo consigues, tendris que sujetarlo bien para que no se te escaper. Hercules se puso en camino y, Hlegado a la orilla del mar, descubrié junto a unas rocas a Nereo, un viejecillo de larga barba blanca, que en 35 «le esperaban al héroe en su viaje de regreso. Fué herido ee et rberas del Rédano y Ia diosa Hera dispers6 ‘a, enviando contra ellas punzadores tabanos; pero, ‘a omnipotente progenitor, pudo llegar felizmente ‘no sin antes conseguir reagrupar a la mayor parte aquella ocasién estaba durmiendo. Acercése si por sorpresa, atenazé a Nereo entre sus bran asombro de Hércules al ver que aquel anciano . en un leén! Sin embargo, no solt6 su presa, al héroc, se fué metamorfoseando sucesiva peto no coniguendo que Hercules oj brazos, no tuvo mis remedio que renditse, yy Bal de a Fie IE ASHORE oe eR oes . ae contestd lo éste se Io gilt — Vete al Africa y proctrate el concurso de Atlas, e oe) se apoderari, para ti, de esas manzanas que tanto descg® SS Quien Hercules dejé en libertad al anciano y prosiguig oo en presencia del gigante que, desterrado en x io sobre si la béveda de los cielos, le formuld su peng el gigante que accederia a su demanda con tal de que, oan sustituyera en su fatigosa labor de mantener separados los tierra. Acepté Hércules y Atlas fué en busca de las mansan cumplida su misién, al llegar junto al héroe, le dijo: —He pensado que lo mejor es que vaya yo mismo en tregar estas manzanas a Euristeo. — Me parece excelente idea — respondié Hércules —, Pe feces elierell ate scporic culientaue sh sear ee ae tantes, mientras yo me procuro algo con que proteger mi cabo — ‘Bien —acepts Atlas —. Pero date prisa. : Mas cuando el héroe se hallé libre de nuevo, se apoderé con de las manzanas de oro y se alej6 en ripida Ss cane Ya no le quedaba a Euristeo sino un trabajo que ordenar a Hércules, Debia, pues, tratar de que fuera mucho mas dificil que los aneriore, pues si Hércules salia airoso de él, no tendria mis remedio que dejais en libertad. — Fista ha de ser —le dijo con pérfida sontisa —Ia proeza que coro nari tu fama. En el oscuro reino de Hades, donde moran los muertos, e halla un can, llamado Cerbero, custodiando sus puertas. Quiero que me lo traigas Hercules, sobreponiéndose al temor que aquella sombria morada in- fundié siempre a los mortales, se trasladé a ella acompafado del alado dios Hermes. Una vez en presencia de Hades, le expuso el motivo de st 36 igilosament te - Mas jeu) oe 0 y, see conven ®t @ a, de » Y Neteo, para deseo, jente en diversay ai nett a el poderoso, dopa; Wo ellos agate, ac cas le tanto, él le ielos de ly s. Una yep Petsona a en. onarca, pareciendo acceder, le respondié: eta te Heves a Cerbero a la luz del poderes de él sin 1 inflexible y cruel « doy segue no le des muerte y de que ti 0. de arma al acogieron al héroe cuando, sin otra arma que la ® cabezas; su cuerpo se prolongaba imillos eran como acer ausili Espantosos aul i eon ave vil Cerbeo Stes a dragon sis gaeT8 Y a formando und Treules le asié por el cuello, y aunque el can le asesté a manos dal hroe fae estrechindose do que se ahogaba, clean 5© e re se lo llevé a aie pie! dos punales. arias dentelladas, Ia presion a dejarlo sin aliento. Sintis WGellmente a Hércules. Mas cuando terrorizd aquel principe ante el aspect -dend fuera devuelto nuevamente a la region mis y mis, hast avino a seguir Euristeo, a tal punto se 31 bles ladridos del can, que or tas sombras de es oer ultimo trabajo, Hercules quedé libre de su servidumbre. stir de entonces se dedicé a recorrer el mundo, mas ahora como doce cg entre los hombres y a combatir a injusticia. Muchas fueron las hazafias y proezas que en adelante realizé mereed as plea y fortes Unis, Per a destin sobre gy, Reinaba en la Etolia el rey Ceneo, quien tenia una oe cl arco y fends de ella Omducie > Eval sAaueloct quien porelallai esi ae Pero ag asi lo deseaba. Al entablarse a lucha entre ambos, usa ne! facultad, mas Hércules consiguié romper una de soy aft! de awe asi a la impotencia y consiguiendo la mano de Deyaning educiendge En el viaje a la ciudad donde los esposos habine dg cia, aun tuvo Hércules que dar muerte al centauto Ney PE 5 Fes tendi6 arrebatarle su esposa en el paso de un tio. PU*S éste pee El trigico fin de Hércules sucedié del modo si regreso de una expedicién que le permitié afadi fama, le pidié a su esposa que le hiciese una tiniea eae wiarse con ella en el sacificio que deseaba ofrendatle » fe cimiento a sus victorias. Deyanira, celosa por amaba a otra mujer, confeccioné una tinica blanca, sing nira, tan hermosa como diestra en manejar carros de veloces corceles. Hércules se siguiente, Ciera y, i nuevos lage adh, Pasa ag, 8 en a We Hercule, con la sangre del centaur Neso, muerto por las emponanyo,esPue del héroe. No bien se hubo puesto Hércules la tinica, ewanehe fitrandosele pot los poros de la piel, obré répidamente, Terrie ne" Jos dolores que hicieron presa en el héroe, quien en sus intenton fee carse Ia tinica no conseguia sino desgarrarse a jrones su preps Sintiendo que se aproximaba su iltima hora, Héreules, rien ao y dando terribles alaridos, emprendié una angustiosa eats. oo monte Cetas. A su paso, fué arrancando pinos y robles, y una ves etl ala cumbre, formé una pita y se tendié sobre ella. Las grandes ee? das que de los leitos se alzaron empezaban ya a prendet en su qa” cuando descendié del ciclo una nube que, llegada a la cima del mone, deposits en tierra un carro conducido por cuatzo blancos corceles the cules subié al celestial carruaje y éste, absorbido de nuevo por qu, ube, se remonté en vertiginosa ascensién al Olimpo, morada de inmortales. Alli fué recibido el héroe por los dioses, y Hera, ya recom ciliada con él, le otorgé la mano de su hija Hebe, la bella diosa de i, juventud eterna, : pel de [Aapacion de un yenda mioligia por .$.7. 38 a n lado de feito estaba acampado en. una pequefa lanura. A un | Us ss UT aro, nlzibase un elevado monte cubierto de pinos donde sc hallaba acampado el ejército, el monte fe uno y otro, a duras penas hubicra podido ciase el mar cla. eas, Frente al lugar se uce casi con el Tats ent meg carro de bueyes. La entrada de este paraie cota protgid ae ya muro con una puerta en su centro. Detris del cjército 2a a onto, conocido por el nombre de eel paso de las tabla tls Al norte de él, se extendia una parte de Grecia; al sur semtindiendo las eiudades de Esparta y Atenas, la otra parte. Entre compre, ergulase una abrupta cordillera, Las Termépilas venian a ser aoe on pasadizo en aquel muro de montatas. No existia ningin otro corre aceeaible para ir por tierra de norte a sur del pais. Por ello, pre- GHmumente, pata Vigilar ese camino, estaba alli aquel ejército. Tos pettas llegados por mar a la parte norte, avanzaban hacia el sur. Precedicron a los invasores noticias alarmantes: ““"\Viene el rey en personal (Son tantos los hombres de su ejército que agotan el caudal de los rios cuando beben, y ciudades enteras se han Gipobrecido al tenerlos que alimentar! El ejército persa es dilatado como él mar y sus armas destellan como las olas! {Cuando su rey se acerca, fos griegos se postran ante él! {El terror se ha apoderado del pais; él, 39 en cambio, no conoce el miedo y ha venido a esclavizan Los hombres del sur de Grecia dijeron: MOS a todos) —Cueste lo que eueste, tenemos que detener a 10s pers de ls Termopilis ¢s el lugar indicado. Apostatemos all yn ott Ps — No cotte prisa — opinaron los de Espata —. Los peng, to, muy lejos todavia, En Olimpia van a celebrare ahora los pany alan atléticos y tenemos que acudir a ellos. No obstante, S juegos algunos hombres. enviatemos ali, Y asi se hizo, El rey de Esparta se puso en camino con solo de trescientos hombres. Aquel pequefio ejrcito oftecis un her tl pecticulo al trasponer las puertas de I ciudad. Los hombres 2 & fos en doble fila con sus armaduras resplandecientes, rojas nies eseudos de bronce, lanzas puntiagudas y espadas que iban mare paso con sus oselaciones, El rey que conducla este ejecta ean das, pucs su hermano, que lo fuera antes que él, habla mucnto an fon Los soldados fueron cubriendo el camino en protongads sate través del pals, Las gentes acudian a verlos pasar, y muchos pena? tGNo hay duda que Esparta forja buenos guerreros!» z ‘Algunas ciudades, cuando el pequefio ejército cruz6 por ells, ron: «Nosotras ayudaremos» 'Y asi, otros soldados se unieron a Lednidas. De una ciudad sf sumaron ochenta; de otra, mil; de Tebas, cuatrocicntos; de Tespin, xa dije. sientos, Peto aun asi, el total de hombres era muy exiguo comparado dus motesban la pequefa laura, Acémilas y caballos pacian la hierba. 1S Reads cartetas habian sido colocadas formando un circulo, Algu: vas boldados trabajaban: reconstruian el viejo muro que protegia el paso, Otros, se cjercitaban en las carreras a pie, el lanzamiento del disco, Peinza, o la lucha. Las rojas tinicas de los espartanos se destacaban en Jos grupos. Uno de estos espartanos le decia a uno de los de ‘Tebas: sR Para nosotros la guerra es un juego. Para vosotros, un penoso deber. Vosotros os solazais en tiempos de paz. Nosotros, en tiempo de guetta. Vosotros 08 riziis los cabellos para acudir a un banquete; no- Sotros nos los cortamos y acudimos despeinados a la mesa. Sélo nos los ejamos crecer y los aderezamos para los combates, pues los leones deben tener melenas — gHabéis visto el ejército del Gran Rey? — preguntaban otros, se- aland6 hacia las montaftas y designando al monarea enemigo por el titulo que éste se habia dado a si propio. —Si— respondié un espartano —. Ayer me correspondid ir de des- cubieita y los vi: estin a una hora de camino de nuestro campamento. Sus tiendas son tan numetosas como las estrellas. Su necio rey se ha 4 hecho levantar un gran trono, y, aqui —Seguramente espera vernos huir — dijo el de Teba, eSabes hombre que se sent junto a un rio a esperar ver fenled6 eR A, its sa mea nitada hacia — Quiza — bromeé el espartano He Btbo una yep Otter mone 188 "05 haciendo. ptibe? sca ron asi, a la a Ia expectativa, dias. Mas a la mafana del quinto, uno de los vigias grigg oa" Sutra prisa a su campamento. B95 legs 3 todg — Por fin, el pez va a picar en el anzuelo! aunque de momento sdlo parte de las tropas! —Entretanto — dijo el de Tebas — seguire y ejercicios, y aguzaremos nuestras espadas, ‘Ambos ¢jércitos perman IW se ditgen hacia agp Todos acudieron rapidamente a las armas — jEh, espartanos! jOs conducis como si el mej quete estuviera reservado para vosotros! —exclamé une de regen tt ban BA seal = cevpondlestel Wand earaasosy ei eee ‘A una orden de Leénidas, los hombres entraron en fo abrieron las puertas y salicron al exterior, formando una commac™ S ante el muro. Mantuvironse alia la espera. A poco, de todas pang S Partes, en la colina, empezaron a surgit metilicos reflejos. A continu: inuacion se oy iguieron a la esers Sparios En enhicsta. Sus 08, de poderosos misculos, ae cansaban, prestos a la lucha, su escudo y su lanza, se el golpear de los cascos de los caballos. Los griegos si sin moverse. Lednidas se hallaba a'la cabeza de sus elevada estatura y manteniase erguido, con la cabeza azules fulguraban. En sus curtidos bra Se fueron acercando el ruido de los cascos de los caballos y al plandor de las armas. Ya estaban los persas a Ia vista: eran millates de hombres a caballo. Telas de vivos colores flotaban tras sus caberas, Ean trafias cotas de hierro, a manera de escamas, refulgian sobre sus cuerpos Amplios pantalones de color morado se agitaban al viento. Cada jinete se inclinaba, en su carrera, hacia adelante. Finalmente, empezaron a dis parar sus flechas. Los griegos esperaron hasta que los persas se apifaron en el estrecho paso que se hallaba justamente frente a ellos. Entonces profirieron su grito de combate, hicieron resonar sus trompetas y, des: envainando las espadas, se lanzaron sobre aquel enjambre de enemigos. Inmediatamente se produjo el fragor de una gran batalla: los agudos silbidos de las flcchas se confundian con el entrechocar de las espadas 2 hombres. La pelea duré desde la ma- alaridos de los on los gritos ¥ oon ea la card Tos persas 4 Muchos griegos caian bajo las flechas persas, pero las espadas griegas. Finalmente, los we morian bajo of Pesos en su intento y dcjando numerosos muertos y heri- aimidiente moralla de espadas griegas, tuvicron que empren ‘acogerse de nuevo a su campamento. be su muralla, para descansar. No se des- le sus manos. Sabian jana hast tran ss casas, de roe ante 12 dos in retirada, para egos se sentaron ca Los gre “Cmaduras, ni soltaron las lanzas de eo ze hallaban al acecho un millén de persas. Tomaron sas al eondumio, ¥ tasladaron los heridos al otro lado de lo ¥ five grcanos se ocuparon en limpiar sus armas y en aci- terfcras, pero ninguno de los guerreros perdia de vista aE a elante. A poco volvieton a ver el fulgor del bronce © Ieee de los cascos de los caballos. Répidamente, los griegos 73 ole et ie y ve colocaton en orden de batalla. Esta vez, el ene- Se Posieeomponia de diez mil vistosos jinetes igo * omnPeardia personal del rey —exclamé un griego—. La flor y nata de su ejército att Tavor que nos hace el Gran pojarot que ¢2 un api la muralla. calar sus largas cal el paso qui Rey! dijo un espartano, sonriendo al acariciar el flo de su arma

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