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MI LIBRO ENCANTADO VOLUMEN V MITO Y LEYENDA We pe NV, EDITORIAL CUMBRE, S. A. PEPER TTEL i SSSSSS2E25. i i PREFACIO| La Thusin Ex Vito Norte se Divirrre LA Levens Det Onati Ex Trasajo z La Primera Satna pe Priocio La Muerte pet. Pecectro Prcaso ‘ La Mancosta Et, Ji.cvero incon. oS La Hisrorta pe Eco Farron es, LA ARANA SoNADORA - EL Eso... ... Ex Heroso Dia . Ex Supor DEL QUE TRABAJA La Anpictx DEL Oxo . . Cuanpo Szpas HALtAR UNA Sonnis Enrique Gonzdlee Martine ene. ROMANCILLO PARA UNA LUCIERNAGA E1. Bovero =. + Oscar Jara Agéear Juan Ramin Jiméne, nino Panchatantra Leopoldo Lugo Poj S PH. Landa Mitoligica G Oscar Jara Azécar 4ninimo Leopolds Lugones Antonio de Trueba Nathaniel Hawthorne Serafin J. Garcia Serafin J. Garcia Las Mil y una Noches Salvador Moreno Generoso Medina "Las Mil y una Noches Emilie Poulsson Anénimo José Marti . FM. Samaniego » Andnimo ferndn del Solar Ricardo E. Pose Jennie Hall ici Anénimo Oswaldo Diaz Diaz Juan Ramin Jiménez, pa Wi = Andnimo .... J. E. Hartzembusch a ig 2 Sle . . Antonio F. Grilo NR et | Celia Rearend Zigald RIE snenTA LADRONES Ex Anpou Se101D, EL et MAR. ta CASA Tper Vewiv0 0 Pip. 14 100 102 104 122 125 130 131 133, 141 155, 156 169 175, 181 189 198 210 213 221 222 MITO®¥ LEYENDA gg PREFACIO ‘dria decirse que los mites y las legendas constituyen intentos explicativos del ‘mundo y de la vida, en su maltiplicidad inguietante y diversa, a través de la ima- ginacién y la fantasia. Aunque después, en épocas posteiores, sigan perdurando ‘matizados y enriquecides por la transmisién oral 0 literaria, leyendas y mitos se originan principalmente en los albores de toda cultura, como manifestaciones espe- cffcas del espiritu del hombre, a un tiempo inquisitivo y creador. El nifo, en situacién equivalente a la de la infancia de la bumanidad, por su actitud interro- zante frente a cuanto Io rodea y por su necesidad de suplir con la imaginacién lo que el pensamiento no le permite todavia, ba de encontrar en tales ereaciones moti- 0s que satisfagan su curiosidad y que lo acompaiien y orienten en ese primer cono- cimiento de la realidad que de modo tan apremiante solicita su atencién. Dal acervo universal de mites y lyendas, adaptados especialmente en estas pd- ‘ginas para ponerlos al alcance de los pequenos lectores, hemos selecionado algunos de Tos exponentes mds amenos y representativos, que van desde los clisicos ejemplos de la Grecia antigua — Pegaso, Exo, Fattin, ete. —, 0 de los paises nérdicos 1 somes legendarias de compesicin moder. ieee pits Moaiil Balers 9 ‘leno Herndn del Solar. Otros muchos relatos y poe iplades a la mente infantil, enriquecen y x LA ILUSION No eis nadie 2 agus, — nate? Pome se cern Ne Peppectesetitace (No tay adler eerie i ao —No hay nadie. Era el viento. — ¢ Nadie? 2No es el viento nadie? — No hay nadie. Tlusién. —¢No hay nadie? Y no es nadie la ilusién? Juans Ramdas Jrtiez Espa Despechado, Viento Norte soplé con fuerza y, jpufifl, todas las man- zanas se desprendieron del drbol y cayeron a tierra Siguio su camino Viento Norte y, poco después, pasé por un trigal cuyas mieses crecian prometedoras. — [Ven a jugar conmigo! — dijo —. ;Ven a jugar conmigo! —{No, no! —respondié el trigo —. Debo estarme quieto y crecer. Si miras bajo este manto verde, descubriris cémo apuntan los granos que deben henchirse y tornarse amarillos. Después, los molerin, quedarin | convertidos en harina y, mds tarde, con ella podran hacer tortas, pan y pastelillos. No; no puedo irme a jugar en tu compatia, Viento Norte exhalé ahora un profundo suspiro, haciendo: «/Abhh! y los tallos de trigo se doblaron hasta el suelo, Siguié andando Viento Norte y se encontré con una azucena que cre~ <__efa bajo una ventana, —jOh, encantadora azucena! {Ven a jugar conmigo! —le dijo, Se puedo — respondié gentilmente la azucena —. He de quedarme aqui, porque la hija mds pequefia del granjero esté enferma y todos los de una colina el Padre Viento Norte, Viento it © Viento Jevantarla. : ‘no pudo pont €l granjero fué a su trabajo, vié los destrozos que Jia atsdo ol mancano y el tiga » ue dexgracia, Viento Norte a pasado por aul! —exclams resig. ijita lo que le habi casa y le cont6 su hijita lo q ia sucedido foo pa sperdié la pacienciay dij . weimo voy a it a ver al Padce de los Vientos y le contaré trigo y con la azucena de su hijita respondié Viento Norte —, pero créeme Yo sdlo le queria gastar una broma al de asustarse, y no mis hice jpufff!, ayeron todas las manzanas. Lo mismo cuanto ala azucena, era parte, padre; te aseguro que jo eres tan brusco y dejaré salir cuando as flores se LA LEYENDA DEL OMBU DY cepst tos doves «os icbols y éstos se adelantaban a elegir atributos de belleza. «Yo quiero set Fuerte», dijo el fiandubay, y fué més duro que la piedra, mis resistente que el hierro. «Mi ideal ¢5 set saludable», exclamé el anacahuita, y lo consigui6. Al jacaranda le concedieron la agilidad de verso temblante, lirico en la primavera cuando luce su penacho lila maravilloso, El laurel reclamé hojas obscuras y lustrosas. El espinillo se adorné con sus 4ureos pompones perfumados. La pitanga y el guariga pidieron azucarados frutos. El ceibo se decoré de bellas flores rojas. El tala quiso rudeza india de nudos y espinas. El vivaré, clegancia; el sauce lorén, poesia; Ia cina-cina, transpa- rencia; el Aapindé avaro, reclamé unas. La aruera, un poder misterioso para castigar a los inciviles que no le rindieron homenaje; el paraiso, aroma; las tacuatas esbeltas y musicales solicitaron ser iitiles para la picana del trabajo y para arrancat una sonrisa de jubilo a los nifios como armazén de la luminosa cometa. Después vino el Ombd. Dios le pregunt = éQué quieres ser? Y a le dijo: —Sombra para el descanso de los hombres. —Todos la poseen. — Corpulencia para ser indice en la vastedad de la llanuta, el gaucho, desde la Iejania sienta la emocidn del ho, Deseo que mileaa sea débil, esponjosa y frigil; que Dladura oa un clavo. Que se quiebre a la menor Polvo al contacto del sol y de la lluvia. Dios, extrafiado, le pregunté: = ¥ por qué, Ombi, no pides coloridas flores y sabrosos frutos? _ Por qué no quieres tener una bella madera para fabricar la cuna del _Bifio, Ia mesa de la familia, el barco para el viaje, el atauid para el descanso ‘Ultimo? > — Padre mio —contesté el Ombi humildemente —, sé que una vez mundo un hombre bueno que predicaba el amor, la justicia y el Los demas hombres lo persiguieron, lo condenaton y lo sactifcaron ‘cruz, hecha con el dolor de algiin hermano Arbol. Aun existen t tierra. Déjame contento, concediéndome lo que pido. Para que Bat tibio que lo espera fo resista a una ensam. resin, Que se vuelva [EL BALLESTEROS (Usiss) EL TRABAJO FaricaDo ee exuiie Fe Adsl al rin una, ee eta sega eerie apices Tendido aqui, sin temores hablaré de muchas cosas con estas flores hermosas. —No, le dijeron las flores: fn tanto que el libro dejas, y al estudio eres infil, nosotras formamos mic! que han de libar las abejas, —Venid, abejas, conmigo, dijo Adolfo: ellas le oyeron; no podemos, le dijeron Bracias, mil gracias, amigo, El ocio nos causa mal; nosotras de prisa vamos, que esta miel que atesoramos Ja espera nuestro panal, —Avecilla, tii que en pos de las flores del pensil, vas volando en giros mil, ven, jugaremos los dos. No, dijo ¢ Se nunca‘Iog aes. Tis y, Y Voy a buscar ¢ «°° ¥ ve han de cone Pars escuch, Uh el rye A que pasa ger i, Yo le llevo estas gotas de tociy ™ =T, cristting TS cain rong Te vor eos tae m a ¥ B PINOC mars LA PRIMERA SALIDA D TS, vapor,” *-™* | —Yo voy a : : i wee Ex # yez un escultor pobrey ya anciano que se ae : Trémulo Adol ASE una Tee era ése, pero los chiquillos —los malos, desde Es tain, Bueno, su nombre £21 °° fe hablan puesto un mote: le llamaban ¥_¢l dulce lanto del io, Torque eso no esti bier 0 jnefable carifo, Panocha, para hacerle rabia Pan Angel bello enjugaba, gpoca todos los hombres lew “en he ' eer potas de fle llamaremos asi, para que 10 Wee in Pade sc ie ecusis Nira hacer un mufieco de madera, he dio, seca tu lloro; se enfade — se le ocurrid i un polichinela, y exhibirl Misti ob von oo entero amigo suyo, cl seBior Antonio, {el trabajo es ta vensur, Mdéni, Gepeto puso manos a la obra feorgue la pelucs que levaba ree cca era de un color amarillo 10 aban peluca — y de ahora en adelant un dia que po lo de pueblo en pueblo para ganarse la vida. le regalé un tronco y Pano- Colle ésta empez6 a ’ eo, iqué sorpreal, apenas le hizo la nariz cuando ésta empez6 | a erecer y efecer hasta adquirir unas dimensiones insospechadas. Gepeto ristalina, los vapores, quiso evitarlo, pero por mis que se la recortaba era initil, pues volvia t erecer, Y no pard aqui la cosa: cuando le hizo la boca, el mufeco se trabajan_ constantemente, eché a reir en las propias barbas de Gepeto. Para colmo, cuando éste le colocé los brazos, el monigote le quitd Ia peluca al buen viejo y se la José Rosas Moreso | puso en su propia cabeza. jAquello cra inaudito! Pero aun llegé a mis; a cuando tuvo piernas, lo primero que hizo fué darle a su progenitor un puntapié en la nariz, y luego, apenas ensayados unos pasos, salir a la calle y echar a correr. 7 gn de Pinocho — pues era asi como el an. Sy al final pudo alcanzatlo gracias al fugitivo asiéndolo por la nariz, Hleguemos alll, ya vers cémo te arre. Pinocho asi que lo tayo en su poder. ‘a su alrededor, al ofr aquellas pala. {Tiene razén en querer escaparse de su casa! Me dari ese mal hombre de Gepcto! 3, al final, el alguacil dejé libre a Pinocho ct ‘evi indolo a Ia circel. cri habla hecho mis que llegar a casa, cuando i6 un grillo enorme en la pared. "Gallo parlante, que vivo en esta casa hace més de 1 desmesurado insecto cuando Pinocho le pregunts —Bueno, pero ahora esta casa es mfa y ya puedes apartarte de mi vista —Ah! equé se podia esperar de un hijo que se ha rebelado contra su padre? ¥ el Grillo empezé a amonestar a Pinocho y a darle buenos consejos pues vid que iba por mal camino. jSi hasta le confes6 que al dia siguiente queria evadirse de nuevo para evitar que le hicieran ir a la escuela como a los otros nifos! — Pobrecillo infeliz! —le dijo el Grillo —. {De ese modo seris un solemne borrico y todos se seixén de til Pinocho empez6 a enfadarse, y su indignacién subié de punto cuando el Grillo le dijo: —Realmente, equé se puede esperar de un mufeco que tiene a ca beza de madera? Al ofr aquello, Pinocho, fuera de si, empuié un mazo de Gepeto y se lo tiré a la cabeza al Grillo, con tan mala fortuna que le dié de lleno y lo aplast — [Pobre Grillo —exclam6 Pinocho —, yo no queria hacerle tanto dafol Pero, en fin, ya no tiene remedio. Entonces empezé a sentir apetito. Al principio, no era mis que un cosquilleo, una ligera molestia en el estémago; pero al poco rato, aquel desasosiego se le convirtié en hambre canina, Se puso a buscar y no encontr6 nada que comer. \Gepeto era tan pobre! — Oh, qué enfermedad tan mala es el hambre! —exclamé Pinocho, que ya no resistia mas —. {Tenia raz6n el Grillo al darme consejos! Al final, en un montén de basuta, descubrié una cosa blanca y re- donda: jera un huevo de gallina! jEstupendo! Puso una cazuelita sobre él fuego y, cuando estaba a punto, jclas!, cascé el huevo. Pero, joh sor- presal, lo que de él salié fué un pollito amarillito y alegre que, haciéndole luna graciosa reverencia, le dijo: —|Muchas gracias, sefior Pinochol jAdiés y recuerdos a la fa- milial Y acabando de decir esto, pegd un salto y eché a volat por la ventana, [Qué desesperacién la de Pinocho cuando vié que no podia remediar su hambrel Se decidié entonces a salir a la calle y, al primero que encontrara, peditle que le socorriera, Pero era de noche y no se vela un alma. Final- mente, se decidié a llamar a una puerta. Al ruido de sus golpes se abrié 19 el favor de darme un trozo de pan. fa mismito voy a buscarlo —le contesté el anciano, era una broma. : tos reaparecié en la ventana y le dijo: sombrero. -jvaya chasco el suyo cuando sintié caerle un hambre y calado hasta los huesos, regress 'y puso los pies sobre el brasero encen- 9§ $€ quedd dormido, sin darse dera se le estaban quemando, Al clarcar amaban a a puerta. ando y restregindose los ojos. me ha comido los pies! EL gato eae .. {Si no, cuando entre, ygand frutas, aftadio agando con las virutas, Heine Abreme, te digo! —repitié Gepeto a ver qué gato te voy 2 dat! nacho no podia and arto de esperar, trep6 por Ia par © 1h, pobre Pinochito mio! mado los pies? Pinocho, deshecho en llanto, de aquel dia. Le hablé del grillo, fu hambre, del huevo que tenia un fas calles, del viejo que le remojo, todo, de aquel hambre que segula sintiendo, todavia. El pobre Gepeto no t en modo alguno. Entonces Gepeto, ed y se metié en casa por Ia ventana qué te ha pasado que te has que Ie cont6 a su padre todas sus aventuras de cémo lo habia matado sin querer, de pollo dentro, de su vagabundco por ldel frio que habia pasado y, sobre ahora con mAs fuerza enfa otra cosa para comer que tes peras que feral bolsillo. Privindose de ellas, aunque también tenia much tl etsy ae las di, Pinocho hizo mochos escripulos de Is piel yal corazén de ls frutas, dicendo que no queria comérselas si no se hs Yiyaba antes, Fué instil que el anciano le aconscjara, advirtiéndole que Peta de ser sufrido en la vida, y mucho mas cuando se es pobre. Pinocho Sele hizo caso y dejé a un lado la piel y el corazén de las frutas. Pero weando se las hubo comido siguié sintiendo hambre. Viendo que 90 fubia nada mis, acabé comiéndose también lo que antes habla des- peeciado. ‘— Ahora ya me siento mejor —exclamé al concluir. Ties cémo yo tenia razén? —le dijo Gepeto —. {Hijo mio, no se sabe nunca lo que nos puede ocurrir en este mundo! Pot eso debemos set sufridos... ‘Al poco rato, Pinocho empezé a refunfuflar otra vez, porque queria tun par de pies nuevos. — ePara qué te los voy a hacer? gpara que vuelvas a escaparte? {Ob, no, no! Prometo ser muy bueno en adelante... Aprenderé un oficio y seré el consuelo de vuestra vejez. Gepeto accedid, por fin, y con dos trocitos de madera le hizo otzos dos piececitos Agiles y necviosos, que eran una obra macstra. Cuando los termin6, le dijo a Pinocho: {Cierra los ojos y duerme! El mufeco hizo como que dormia y Gepeto, con un poco de cola, 21 : Je colocé Jos pies en su sitio. Cuando Pinocho se dar saltos y cabriolas leno de alegria — {Qué contento estoy! Ahora seré muy bueno, iné en seguida a la escuela. jAh!, pero necesitaria vest ts P=, Gepeto, que era pobre y no tenia siquiera un céntimo nq 0 f° Te confeccion6 entonces un vestidito de papel pintado, un par g bolsito, de corteza de irbol y un gortito de miga de pan. © 2apatos Pinocho corrié en seguida a mirarse en una palangana lena g y qued6 tan satisfecho de si mismo, que dijo pavoneindos” ° #84 — [Parezco talmente un sefior! Es verdad —replicd Gepeto —, porque, tenlo bien fs precisamente un buen vestido el que hace a un sefior, tido limpio, A propésito —afadié el polichinela—, para ira Ia escucly falta también alguna cosa; la primera y la principal. me —2Cuil? —Me falta el Abecedario. Tienes razén; pero ¢cSmo nos arreglaremos para tenctlo? Es facilisimo; vamos a una libreria y lo compramos. — = 2Qué es lo que deseas? Heme aqul dispuesto a obedecer ‘nes como el mis humilde de los esclavos. ‘Aladino, en. otras circunstanclas, hubiera tenido miedo ante aparcén sobrenatural, pero preocupado con el peligio que we fla fest6 sin vacllar que deseaba a todo trance salir del oscuro vt £0" fednto. Apenss hubo manifestado su deseo, el joven se vig ib Bscaso defers, y dando gracias al Cielo por verse libre dc ny" ‘circel, regres penosamente 2 la ciudad y legé a la casa de, v Gre. La pobre mujer, que consideraba muerto a su hijo, se coo" fos transporte de la mayor alegria. Siguiendo los consejos de sy ‘Aladino se aliment6 y bebié poco a poco para no perjudicar sy salu. faquel estado de endeblez, Cuando estuvo algo repuesto, comenz «| <° Tato de su aventura, de Ia que no omit ni la minima circunsnyect ‘yioda de Mustaff,en sus arrebatos de amor materno, se deshizo en ian tas y denuestos conta el birbaro impostor que habia atentado de an) ‘modo contra la vida de su hijo; después, suplcé a Aladino que se 01 ‘tase y descansara de las penalidades que habia sufrido, Ast lo hizo, mientras Ia vinda colocé en un rine de divin ls pie Gras preciosas, euyo valor desconocia, lo mismo que su hijo, creyeni, ambos que eran vidtios de colores. Aladino se desperté may tric a dia siguiente, pidi6 de almorzar y su madre le dijo que se habian agotade en la casa las provisiones, pero que iba a hilar un poco de algodon , 5 ‘venderlo al momento para procurarse algunas monedas Rep eeeslis Aladin =, n0 quiero que trabsieis hoy, madre mi adie la Hmpara que traje ayer, la venderé, y con el dinero que obteng, ‘podremos comer hoy. — Aqui esti Ia Himpara —contesté la viuda —, pero la limpiaré un poco para que saques mejor partido de ella. IPasatenipertso a linplaiacon/agua y arena, cuando de improviso aparecib el Genio. —gQué es lo que desesis? — exclamé con formidable acenco La buena mujer, sobrecogida de terror, cayé al suclo desmaya- da, pero el joven, acostumbrado ya a aquella clase de especticulos, ‘apoderd de Ia mpara y dijo en tono firme y resuelto: —Tengo hambre, dame de comer. Desaparecié el Genio un instante y teaparecis eargado con sicos manjares en bandejas y vasos de oro y plata que deposits sobre In 82 marchindose después tan repentinamente como habia venido Bl muchaco se ocupd ante todo En socorte ssa ma ido, rociindole el rostro con ag nseguido, gua fila, Dantas, Grande foc ln admiracion de a dr, y Inego que la invit6 a gozar de las cicas viandss vida del sastre al ellos platos, de los que se exhalzba un apetitoso olor, chine sei Bras a su hijo, que éste prometio satisfacer al concise alone Pree rado éste, Aladino refirié a su madre lo ocuttido con el Gay ft eamayada; y a buena mje, que made compe gee jciones, rogé a su hijo que vendiera la impara trato con unos Genios que seguramente er Fientras estab: Genios y pati y el anillo pra no tenet an demonios. Posose a ello Aladino, fundado en que dichos seres podian proporcio. Manto quisiesen en el mundo; dijo, y con raxba, que doen, Besfabieraemprendido su viaje desde Aftica sin conocer de ater a Be Pllowo poder de Ia limpara, y que sin el allo no le hubine nde Pie sale del oscuro subexinc, Lo qv soe asm Beta eukdadosamente ambos oberos yo hacer so de ello sin ca Ie de perestoria necsidad. Convencida por la fuersa de cts rrsoce Pate vorcti al parecer de Aladino, decdida a no mene co Gir polis ocurte a consecuenca de In detrminacién de wu hj Breton como conclayen todas las cosa de exte mundo ee man Jue dal Genio,y Aladino 90 quso esperar que el hambre lo sou Hiptar, Para ello, coms una de las bandcjas de plata paca vender OF Groponiendo la compra de ella a un judio que se encon fud 2 conocié éste el valor positivo de la pero Aladino no quiso decirlo, pues en lindose a la buena fe del comprador, que estaba .4, A primera gums el precios sabia, coment : i ; Sr is eandider del joven. Por si acaso era ignorancia, sa robaro, una moneda de oro de su bolsillo, moneda que cer ala pt 7 fpabitantes todos permancciesen : ees Brodulbudura, hija del sultin, fuese y regresara ja curiosidad de Aladino hasta tal punto que. pa tuvo la audacia de coloca pecs ince, Be ecalcctcmplac enc ae Ta Proeegisims pare del valor de la fuente. Alaino, al very eee ss wey clase mace Herd de ella y echd a corter tan gox080 y con tal rapidez, que Recents a Aladin, quien peas Moire también a corer zs él para oftecerle menos ain de Ip Ne rscado ec Ia princess, y que habla resuleo Ft dado, Pero le fué imposible alcanzarlo, y Aladino, loco de Tea dre, cl sultan stsimonio atin lof ta descabel a hijo que el amor le habia hecho perder Ia B10 2G, equivoctis, madre mia — replicé Aladi que he previsto las observacion Ba Ge sree asu mai, len compres sbundaes prov Base de. Nuevos vaios y bandejas fueron vendidos a medida que lc Tis necesidades de Ia casa, y el judio, temeroso de perder sy tocio, los page todos al mismo precio que el primero. Tr: Brae soy cl hijo de un pobre saser algunas personas de distincidn. Pero los recursos se ae te toviend a eparecerce ct Gen re ore gue le formils cl mecha ide que proveyera a las necesidades de él y de su madre, Pasaron algunos dias, y apurados los manjares, recurrié Alad| ‘venta de los preciosos recipientes. Ya se dirigia a la tienda del an judio, cuando un platero respetable por su ancianidad y su honrac Hlama6 al joven al verlo pasar por la calle, le preguntd qué iba a hacer co, aquellas alhajas, y Aladino le tefiri6 lo acontecido con el judi, y el prec a que éste le habla comprado las vasijas anteriores. El platero, indignac pesé una de ellas delante de Aladino, le ensefidé lo que era el marco de a Fe tora vicio vsurers Aiming ‘gracias de coraz6n al buen platero y se fué con su pequefio tesoro. eae ta ace covprenticcon Is in agotable y rico del manantial de prosperidades que Ia limpara les sum ay ti gereitine mss goes ‘en piblica que los proporcionados al trabajo de Ia viuda. I arta ciadna, cuando oy5 put eae occerata cers ts vena: ca in descabellada prop ique ¢5 un atrevimicnto en mi cl ftanes no se dignan casar a sus hijas sin smi resolucidn es inconmovible, y 0s rueg0 que vaysj pero serass para vuestro hijo, 1a mano de ls hermoa ‘misma a pedie al sultin, dulbudurs. TZ Hljo mio —le dijo — soy tu madre y no hay en el mung fcio que no esté dispuesta a hacer por ti Si se tratase de una jo, pees clase, haria cuanto fuera menester hasta verla enlazada coy pero de esto a loger Ia mano de la princes, media una distanci fo Fr madre no podri nunca recotrer. Ademés, es costumbre llevar 3), fegalo al sultin a fin de que excuche con benevolenca ls peticig sus sibditos, y equé podriamos adquirie nosotros, que fuera diene Ja grandeza del soberano? STINo of inquiete Ia difcultad de ese obsequio —respondis et jo, yen, porque soy poseedor de una gran cantidad de piedras preci ue hasta ahora hablamos tomado por vidrios de colores. Estoy con, Edo de que el presente agradari al sultin, y para ver el efecto, tra bandeja de porcelana, para colocarlas en ella segiin sus diferentes col TAsi se hizo, y Aladino y su madre, que hasta entonces slo habia, visto las piedras al débil resplandor de una limpara, y no a la luz de! ¢ Gquedaron deslambrados al ver los destellos de aquellas piedras, diya ide enriquecer la corona del rey mis poderoso del mundo. : ‘Convencida, al fin, la buena mujer, al siguiente dia se encaminé con fa bandeja al palacio del sultén, donde estaban ya reunidos los visires, low ‘seflores de la corte y gran niimeto de personas que tenian negocios pendientes del Consejo. Se colocé frente al soberano para que éste pudiera verla; pero como al término de la audiencia nadie le habia di ido la palabra, no tuvo mds remedio que abandonar el palacio co: todos los demés. Cuando Aladino vié volver a su madre con Ia bandeja en la manc cerey6 que el sultin habia rechazado sus pretensiones; y ya se consideraba elhombre mis infeliz de la tierra, Pero Ia viuda le refirid lo acontecido Je prometié volver a palacio al otro dia. ‘Asi lo hizo, aunque con el mismo resultado, y durante seis dias con sccutivos repitié sus silenciosas visitas, hasta que el sultin, viendo sicw pre delante a aquella mujer que no proferia una sola palabra, al séptino dia ordené que Ia condujesen a las gradas del trono, preguntindole ¢ ‘motivo que la levaba diariamente a su palacio. Ta viuda se prosterné dos veces, y luego dijo 86 nd 05 suplico me perdontis el atrevimiento de la demands que voy Ii baceros. Sélo al recordarla siento que mis mejillas se tifen con el color de la vergiienza. El sultén ordend que salieran todos del saldn para que hablase con Piids desahogo y libertad la madre de Aladino. Luego que se quedaron I solos, la viuda refiri6 al sultén los descabellados planes y la obstinacién Nae su hijo, empefiado a todo trance en ser esposo de la bella y encanta dora Brudulbudura, Al concluir de hablar, la madre de Aladino presents las piedras pre ) Giosas al soberano, quien quedé aténito ante cl matavilloso especticulo | que a sus ojos se ofrecia. Al cabo de un rato exclamé: D S1Oh! El regalo que me haccis es digno de la princess, mi hija, y lel poseedor de tantos tesoros bien merece su mano. Hoy nada os digo, 87 Aladino, que aguardaba a su madre con |, de sus labios Jos pormenores de la entrev; a los mortales. Pasados los tres meses, la madre de Aladino acugi sta, se cre, tsiedad, A, Se crey6 | palacio, y se colocé en el mismo sitio que ef prin’ PuPtalne vid el sultin, dej6 a un lado los asuntos del rein t Apenn® eos oy le ondeg El sultin habla diferido tres meses su respuesta, cong. pasado este tiempo no volveria a oir hablar mis de’ yoo '*"*® co gy juzgaba poco conveniente para su hija; consult al chet to gus visir, y éste aconsejé al sultin que, para cludir cl con? ©" SY grag del pretendiente tantas riquezas. que ningiin hombre en Se nirlas. capa de EI sultin, siguiendo el consejo del gran visit, le —Los soberanos deben mantener su palabra, y yer ey a cumplir la mia si tu hijo me presenta cuarenta grandes (ore foro macizo lenas de piedras iguales a las de su’ pri Portadores de esta riqueza deberin ser ochenta esclare, dijo a ta viug, des fuent vestidos todos ellos con ata blancos, vestidos | ya madre de Aladino I abandonar su temeraria empresa. eso, madre mia — replicé Aladino — ores dificultades, Puss lo que pi en libertad fi eal Ta viuda en bus de provisions, y Aad la impara maravillosa. Presentése el Genio, y tan pronto ‘eer a los pocos momentos con ochenta esclavos blan Kno de los cuales era portador de una ban brillantes y esmeraldas, y cul do de florones de oro. Aladino, y al ver la brillante comitiva qued uida de 5 a su casa, quiso persuadir al joven syando e el sultin es demasiado fécil ayores ros, cada Uno cabs elas, Beni ‘de plata borda svi la madre de ‘én. El impaciente joven le Mera inmediatamente al palacio dc or Ia exacted con que le enviaba for por /2 princess = muda Hegudo el expléndido cortcjo a pulacio, le madre de 4) asi al sultin: Adino hab, =Sehor, mi hijo sbe muy bien que estos dones yale ‘ la hermosa princesa Brodulbudura, pero conta en sow 22 20s g se dignard concederle su mano después de haber cunpini tai dicién que tuvo a bien imponerle, PICO Con Ia con, El sultin qued6 més sorprendido ain que la primera ve ple tales tesoros y ver aquellos esclavos que purecnn ice Sem or su aspecto y magnificencia. Al fin, pregunto en ag Peon visit si creia digno esposo de su hija al hombre que le 02 al gran enviaba tan ge rano presente, tan 5 El gran visir, aunque lleno de celos al considerar que | 4 desposarse con un desconocido, cuando él aspiraby 4 hijo, no pudo menos de contestar: Sefor, lejos de creer a Aladino indi, Princesa, dirla que merece més atin, si no estuviese persuadis no hay en el mundo tesoro que iguale a la hija de Vuestrs Ma Entonces, el soberano, dirigiéndose a la viuda de Mustat —Id y comunicad a vuestro hijo que lo espero con los 1 tos, y que cuanto mayor sea su prontitud, mas me Ja mano de la princesa. Vol6 a su casa la madre de Aladino para dar a su hijo fa buena Fecomendindole que se presentara en la corte rodeado de la mayor p y esplendor posibles. Aladino, enajenado de gozo, se retiré a su cuatto y frot6 con fu Ja impara. El Genio se le aparecié inmediatamente, y el joven solic de él cuanto juzgé necesario para causar, con su impresién en la Corte, A los pocos momentos Aladino era duefo de todo lo que queria Mont6 en cl soberbio alazin que le habia traido el Genio Y, acompa- Hado de brillantisimo cortejo, se dirigié al palacio del sulin’ Iban de- Tante veinte esclavos arrojando al pueblo putiados de moncdas de oro, ¥ otros detrés que servian de rica y vistosa escolta al sin igual jincte, quien en un momento se atrajo las miradas y las bendiciones de toda la ciudad, asombrada de tanta munificencia Llegado que fué a palacio, cl continente y la gallardia de Aladino agradaron tanto al sultin, que bajé los escalones del trono para reci- 90 obe a princess iby Unitla con sy igno de poscer la mano de |p lo de que esta fi, Ie dijo. 12205 abiee complaceri otorgarle pompa Presencia, la més grata nase. Lejos de esto, abrazé al joven en tes- fadolo a su lado, le hablé ast lo, 202 er, no cambiar este placer pot I 4 SP oceans com Lon worton 0 os fe, y 2 los acordes de ee eer mare pseguid®, ¥ Aieén comid con Aladino en presencia de los sefo fe onde pare conte, adimirados, a semcjanz del sulin, de vere ic el joven sostenka Ia conversaién de su wberano. Exe Bo a eaiemto se veriscara aquel mismo dia; pero el afor que cl ot al monarca que aplazase la ceremonia algunos dias, 9 joven 105 palacio digno de la belleza ria hacer construir : Veedié a ello el sultin, otorgindole los terrenos que ipropio palacio, con lo cual tcrminé la conferencia Aladino regres6 a su casa con la misma ostentacién y ny aclamaciones que habia salido de ella, y cuando se vis soig faci lam al Geno y le pdi6 que edifcara frente al porns. ‘otro palacio que lo superase en magnificencia, dejando « «,-*° cleccién de los materiales. =No obstante —afiadié — deseatia que en lo mis alto del, fabricases un gran sal6n con su cipula de cuatro faces iguale,. tadas en plata y or0 macizos, y en cada una de cllas tres veness yi celosias, a excepcidn de una que deberi ser imperfecta, ostentasin parentes y dibujos hechos con piedras preciosas, de tal suerte y arte que sean la admiracién de cuantos las contemplen. Quiero, guie el palacio tenga patios extensos, frondosos jardines, y sol. tun sitio, que me indicards, lleno de monedas de oro y plata ‘Aldia siguiente, cuando estuvo concluido el palacio, Aladine 1 al Genio que colocase una alfombra de terciopelo desde Ia hls, de la princesa hasta la puerta de la morada de su padte. Fl Genie |, deci6 la orden con la rapidez de un relimpago, y desapareciss desy, de acompafar a Aladino a su casa. Entonces, éste hizo que su nis vistiese un rico traje para ir al palacio del sultén y acompanar noche a la princesa luego que estuviera en disposiciéin de trasladay. ‘nueva mansi6n. Hijo y madre dieton un adids a la casa que iban 4 dejar " para siempre, y sin olvidar, por supuesto, la limpara maravillosa, se dist, seguidos de esclavos y servidores, a la residencia del sulrin El sonido de las trompetas y las armonias de las misicas anunciazon "su llegada, y la viuda fué introducida en el departamento de la princess "por la que fué obsequiada con toda esplendidez. Cuando legs I1 noche, 1, ‘princess, tras despedirse de su padre entre lagrimas y sollozos, se puss es marcha con la madre de Aladino, seguida de cien esclavos vestidos vor sorprendente magnificencia. Una inmensa muchedumbre acudis 1 aclx mar ala princesa, que fué recibida en cl portico por el enamorado galin | Princesa —le dijo éste— en nombre del amor que os profes. _ perdonadme Ja osadia de haber aspirado a vuestra mano, pucs cn cll nsiste toda mi felicidad. Principe — respondié la princesa—, no he hecho mis que cum | fa voluntad de mi padre; pero después de haberos visto, con Je he obedecido sin repugnanci | Aladino al ofr respuesta tan lisonjera, condujo a su espost 92. Pidis aquella Big gata del festin dispuesto por cl Genio con la esplendidez acostum- ia siguiente fué a comer el sultin en compaiia de los principes, {@16 casi todo el ticmpo a cxaminar cl palacio, del que dijo que, isu riqueza y buen gusto, era una de las mayores maravillas de la PAD entrar en el saldn de las celosias, le llamé la atencién que una f ellas estuviese sin concluir. SSefior —Ie dijo Aladino —, no he querido que se perfeccione esa para que Vuestra Majestad tenga Ia gloria y me dispense el honor sluir por si mismo este palacio. 93 =¥ Jo haté altamente complacido — respondis el sulein Agsel mismo dia el soberano did orden a los joyere, de au reino para que terminasen la celosia incrustindels es, Mbit ciosas; pero los joyeros y los diamantistas declararon que ng i" Pre dias que pudiesen igualar alas que alli se velan, El sultan 1g Di ces todas las que constirulan los presentes de Aladin, y pese °° bin el visi y los sefiores dela corte suministraron las surse oS 2 no pudieron llegar ni ain a la mitad de la obra. Viendo Alndy sultin y todos se esforzaban en vano, frot6 una noche Ia limps. * xillosa y ordend al Genio que pusiera una celosia idéotica 4 jas ‘como asi se verificé en un abrir y cerrar de ojos. lems, El asombro y la admiracion del sultan no tuvieron limites al co, ferse mis y mis del extraordinario poder de Aladino, 2 quien v<" pasado algin tiempo, el mando de las tropas que iban a eastigas ebeldes que se habian sublevado en los confines del reino. Alading tondujo como buen soldado y experto general, y la victoria militar. ment6 el prestigio de que ya gozaba por su generosidad, su nobles, , ‘su magaificencia, Mas sucedié entretanto que el hechicero, que habia regresado 4) Africa, tuvo noticia de que, en contra de lo que habia imaginado, |; dino no pereci6 cn la eueva donde lo dejé encerrado. Concibis entoness descos de vengarse y, para ello, lo primero que considers debi hace, ra apoderarse de Ia limpara maravillosa. Encaminése, pues, aucvamenne 4 Ia capital de aquel reino de la China, y una ver alojado en la posuda s€ procuré informes acerca de Aladino. Supo que éste acababa de empren det una expedicién de caza cuya duracidn seria, al menos, de ocho dis, y, sin pétdida de tiempo, puso manos a la obra Fl imago le comprd al calderero doce limparas nuevas de cobse, las ‘puso en un cesto que se colgé del brazo, y se ditigié a la calle donde se ‘lzaba el palacio de Aladino, gritando: —

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