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AUGUST STRINDBERG
DRAMATIS PERSONAE
Señora X, arqueóloga.
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FORMATO
● Lo que está así es lo que queremos cambiar de la versión de Ada y lo que está así
es lo que hemos cogido de la versión del libro físico, traducción de Sara Núñez de
Arenas, que creemos (desde nuestra humildísima opinión, que está mejor escogida)
● Lo que está simplemente así, es una palabra, o varias que hemos escogido, de la
● Lo que está así, pero tachado, y sin nada en rojo despuės, son palabras que
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Sencilla habitación en el campo. La puerta y la ventana del fondo dejan ver un paisaje. En el
centro de la habitación, una mesa grande de comedor sobre la que hay libros, recado de
insectos y frascos de alcohol, en el otro. A la izquierda, una estantería con libros. Por lo
campana que señala el final de los servicios en la iglesia del pueblo. Un fuerte sol ilumina el
libro en su sitio, pero al revés. Finge estar buscando otro libro en la estantería.)
Señora X.- ¡Qué calor tan agobiante! ¡Vamos a tener tormenta! ¡Hace un calor sofocante!
Señora Y.- ¿Síí? ¿Cómo lo sabes? Vaya, ¿qué te hace pensar eso?
Señora X.- Las campanas tienen un sonido tan seco, las moscas pican y las gallinas
cloquean. Pensaba haber ido a pescar, pero no encontré ni una lombriz. El tañido de las
campanas suena seco, las moscas son pegajosas y las gallinas cacarean. Iba a ir a pescar,
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Señora Y.- (prudentemente)¿Yo? Ah, sí. Un poco.
Señora X.- Bueno, tú siempre tienes aspecto das la impresión de estar esperando una
tormenta.
Señora X.- Claro que como te vas mañana no sería raro que fuese Bueno, teniendo en
cuenta que te marchas mañana, no sería raro que te hubiese entrado la fiebre del viaje.
(Pausa.) ¿Alguna novedad? Aquí está el correo. (Coge una carta de la mesa.) ¡Oh! Siempre
que cojo una carta me dan palpitaciones; deudas, sólo deudas! Sufro palpitaciones en el
corazón cada vez que abro una carta… Nada más que deudas, deudas, deudas… ¿Tú has
Señora X.- Entonces no comprendes puedes comprender cómo se siente cuando le llegan
facturas a uno que no puede pagar. (Lee una carta) ¡El alquiler sin pagar, el casero arma un
rodeada de oro. (Abre una caja con herrajes que está en la mesa y las dos mujeres se
sientan una a cada lado de la mesa.) Mira, aquí tengo oro por valor de seis mil coronas,
producto de que yo mismo desenterré en mis excavaciones de las dos últimas semanas. Me
bastaría esta pulsera este brazalete para conseguir las trescientas cincuenta coronas que
resto, podría labrarme una carrera brillante . Haría dibujar y grabar inmediatamente las
figuras para mi tesis y luego la publicaría y después me marcharía. Me bastaría con hacer
dibujar estas figuras para mí tratado. Podría conseguir publicarlo y después largarme. ¿Por
Señora Y.- Tendrás miedo a que te descubran. Supongo que tienes miedo a ser descubierta
Señora X.- ¡Quizá sea también por eso! Pero ¿no crees que una persona inteligente como
yo podría arreglárselas para no ser descubierta? Yo ando siempre sola - sin testigos -
hurgando por ahí fuera. ¿Qué tendría de raro el que me quedase metiera con algo de lo que
encuentro en el bolsillo?
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Señora Y.- Nada, pero parece que la venta es muy peligrosa… pero lo más peligroso radica
en la eliminación de la materia.
Señora X.- ¡Bah! Yo fundiría todo y acuñaría ducados, con su peso justo, naturalmente.
Señora X.- ¡Eso lo entiende cualquiera! Porque si quisiese hacer moneda falsa, ¡entonces
no iba a empezar por buscar oro! (Pausa.) Es curioso. De todas maneras, pero si otro
hiciera esto que yo ahora no me atrevo a hacer… lo absolvería, sin embargo, yo no podría
discurso en defensa del ladrón, demostraría demostrando que todo este oro es res nullius,
es decir, de nadie, ya que llegó a la tierra en unos tiempos en que no existía el derecho de
propiedad, que ahora era es del descubridor y de nadie más, ya que el propietario del
Señora Y.- Y probablemente lo harías con mayor facilidad si…, ¡hum!, el ladrón no hubiese
robado por necesidad, si no, por ejemplo, por su manía coleccionista, por interés científico,
Señora X.- Tú quieres decir que yo no podría absolverle si hubiese robado por necesidad,
¿verdad?, así es, porque ese es precisamente el único caso en que la ley no perdona. que
Señora X.- ¡Hum…! ¡Perdonar! ¡¿Cómo iba a hacerlo si la ley no perdona?! ¿Cómo podría
si la ley no lo hace?¡Y tengo que reconocer que me sería difícil acusar de robo a un
coleccionista que se quedase con una pieza antigua que no tuviese en su colección,
Señora Y.- Entonces, ¿la vanidad, la ambición disculparían lo que no disculpa excusa la
necesidad?
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Señora X.- Y eso a pesar de que la necesidad seguiría siendo la excusa más fuerte, en
realidad, la única excusa. ¡Sí, así es! ¡Y no puedo cambiarlo! ¡Como tampoco puedo
Señora Y.- Entonces tú consideras como una gran virtud el que no puedas,
¡hum!, robar.
Señora X.- En mí caso es una fuerza tan irresistible como debe serlo en otros el deseo de
robar. No es, por tanto, una virtud. Yo no puedo hacerlo, y el otro no puede dejar de hacerlo.
y por lo tanto, no es una virtud. ¡Ni yo puedo hacerlo, ni el otro puede resistirse! Como
comprenderás, a mí no me faltan ganas de quedarme con todo este oro. Entonces, ¿por
(En el cielo han aparecido unos nubarrones aislados que de vez en cuando oscurecen la
habitación. Ahora está tan oscuro como cuando se acerca una tormenta.)
Señora X.- ¡Qué bochorno! ¡Es sofocante! ¡Vamos a tener tormenta! (La señora Y se
Señora X.- ¡Eres un pájaro bien raro! Hace dos semanas caes aquí como una bomba, te
presentas una tipa curiosa! Llegaste aquí cayendo como una bomba hace dos semanas,
presentándote como una sueca que vive en los Estados Unidos y que anda recogiendo
Señora X.- Siempre dices lo mismo cuando me canso de hablar de mí y quiero dedicarte
alguna atención. me dispongo a prestarte mi atención. ¡Quizá me caíste tan simpática por
eso, porque me dejabas hablar tanto de mí! Pronto nos sentimos como viejas amigas, tú no
tenías aristas que pudiesen hacerme daño, ni espinas agujas con las que pincharme. Había
algo tan suave en todo tu ser, tenías conmigo la consideración que únicamente las personas
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mejor educadas pueden mostrar. No hacías ruido cuando llegabas tarde a casa, apenas se
te oía al levantarte por las mañanas, dejabas pasar pasabas por alto las pequeñeces,
cedías siempre cuando veías que iba a estallar algún conflicto, en una palabra, eras la
demasiado vacua, demasiado taciturna, y eso me llevó a reflexionar sobre ti - eres una
mujer dominada por el miedo y el recelo -, parece como si llevases una doble vida. Parece
como si tuvieras dos personalidades diferentes. Ahora que estoy sentada frente al espejo y
te veo la espalda, ¡es como si viese a otra persona! ¿Me entiendes? ( La señora Y se
Señora X.- ¡Imposible! ¡Tú no puedes verte de espaldas! ¡No, no es posible verse a uno
mismo de espaldas! De frente pareces una mujer intrépida que afronta a pecho descubierto
su destino, pero de espaldas bueno, no querría ser descortés - parece como si llevases una
gran carga, como si te agachases para esquivar un bastonazo y cuando te veo los tirantes
rojos cruzados sobre la camisa blanca… me parece estar viendo una gran marca, una
Señora Y.- (se levanta) ¡No puedo respirar! ¡Si la tormenta no estalla pronto creo que me
voy a ahogar!
Señora X.- ¡Tu tranquila, no tardará nada! Está llegando, ¡cálmate! ¡Y luego, el cuello!
¡Parece pedir otra cara, pero una cara de otro tipo de la tuya! ¡Tienes una cabeza tan
estrecha entre las Y también tu nuca.. Parece como si tuvieses ahí otra cara, pero una cara
de un tipo diferente a ti. Y hay una distancia tan terriblemente estrecha entre tus orejas que
a veces me pregunto a qué raza perteneces! (Cae un rayo.) ¡Ha debido caer en la
comisaría!
Señora X.- Bueno, eso me pareció. Pero ya puedes estar tranquila, esa tormenta no va a
llegar aquí. Ahora Siéntate y vamos a charlar un poco antes de tu marcha…, ya mañana…
que tenemos que hablar antes de que te vayas mañana. Es sorprendente que tú, una mujer
de la que tan amiga me he hecho en estos días, pertenezcas a ese grupo de personas cuya
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imagen no puedo recordar durante su ausencia. Cuando andas por el campo y me acuerdo
parece en nada, pero con la que tienes algo en común. a la que en realidad no te pareces
Señora X.- no te voy a decir el nombre, pero te voy a contar su historia. Yo estuve yendo a
cenar varios años al mismo restaurante y allí me encontraba, junto al buffet, a una joven
rubia de ojos claros y atormentados. Tenía una habilidad increíble para moverse en medio
de las mayores aglomeraciones sin empujar y sin que lo empuje nadie. capacidad increíble
para hacerse camino entre la multitud sin dar empujones o ser empujada por nadie. Podría
Era capaz de coger un trozo de pan aún estando junto a la puerta, a casi dos metros de la
mesa. ¡Siempre parecía feliz estando entre la gente, y cuando veía algún conocido se
años sin ver a nadie! Si alguien le pisaba el pie, le daba un pisotón, sonreía, como pidiendo
perdón disculpas por haberse puesto en medio. su camino. Durante los dos años en que lo
nunca pregunté a nadie quién era. Yo no quería saberlo, porque entonces, en ese mismo
instante, hubiese desaparecido el placer del juego. Lo vi durante dos años y me entretuve
quería saber, porque en ese mismo instante, mi diversión terminaría (hubiese desaparecido
el placer del juego). Esa mujer tenía la misma cualidad que tú: era indeterminable. Unas
secreta, y, como tú, ella parecía estar formada por dos partes completamente dispares, ya
que la de la de delante no iba con la de atrás. Un día leí por casualidad en el periódico una
noticia de una falsificación de una cuantiosa letra de cambio, cometida por una conocida
funcionaria pública. Después me enteré que mi indeterminable personaje había sido socia
del hermano del falsificador y que se llamaba Straman. También me informaron que el
susodicho Straman había llevado antes una biblioteca ambulante como negocio, y que
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ahora era cronista de sucesos en un gran periódico. a cabo negocios con la biblioteca de
préstamo, pero que ahora era reportera de sucesos policiacos en un periódico importante.
¿Cómo iba descubrir alguna relación ¿Qué conexión podría haber entre la falsificación, la
preguntarle a una amiga si Straman había estado en la cárcel, no me dijo ni que sí ni que
Señora Y.- ¿Quieres decir que era por eso por lo que se sentía tan atraída por la policía y
Señora Y.- ¿Hubieses iniciado una amistad con ella si hubiese estado… En la cárcel?
Señora X.- Sí, encantada. ¿Por qué no? (La señora Y se levanta y da unos pasos por la
habitación.)
Señora X.- ¡Siéntate ahí quieta! ¿Por qué no puedes estar quieta en la silla?
Señora Y.- ¿Dónde has aprendido esta visión tan tolerante de la conducta humana? ¿Eres
cristiana?
Señora X.- ¡No, es fácil decirlo de lo que te digo! ¿No se nota? (?) (La señora Y hace una
mueca.)
Señora X.- La cristiana pide exige el perdón, pero yo pido exijo el castigo de la culpable
para el restablecimiento del con el fin de reestablecer el equilibrio o como tú quieras
llamarlo. ¡Y tú que has estado a la sombra en prisión, deberías saberlo bien!
Señora Y.- (Se detiene, se queda inmóvil mirando a la señora X, primero con miradas
furiosas y llenas de odio, luego con asombro y admiración) ¿Cómo... has... podido...
averiguarlo...tú?
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Señora X.-¡Tengo ojos para verlo!
Señora X.- ¡He aprendido! ¡Es también un arte, como tantas otras cosas! Es un arte en sí
mismo, ¡como tantos otros! ¡Pero ahora no vamos hablar más de eso! no hablemos de eso.
(Mira su reloj, coloca sobre la mesa un papel, moja la pluma en el tintero y se la tiende a la
Señora Y) Tengo que pensar en los líos de mis negocios. ¿Serías tan amable de testificar la
Señora Y.-¡No!
Señora X.-... nunca más! ¡Esta es la quinta vez que te niegas a firmar! La primera vez fue
el certificado de Correos; fue entonces cuando empecé a observarte y he notado que tienes
horror verdadero terror a tocar una pluma mojada en tinta. Desde que llegaste aquí no has
escrito una sola carta. ¡Enviaste una tarjeta escrita a lápiz! únicamente una tarjeta postal,
que escribiste con lápiz.¿Te das cuenta ya de cómo he descubierto tus malos pasos?
¿Comprendes ahora cómo me he ido dando cuenta e todas tus meteduras de pata?
Además, es la séptima vez que te niegas a ir a Malmö, ciudad en la que no has puesto los
pies desde que llegaste. ¡Y eso que has venido desde los Estados Unidos sólo para ver
Malmö! Andas todas las mañanas más de cinco kilómetros ¡Y cada mañana caminas media
milla hacia el sur, hasta la cuesta del molino, para poder ver los tejados de Malmö. Y
cuando estás aquí, de pie junto a la ventana de la derecha, mirando a través del tercer
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cristal de la izquierda, contando desde abajo, entonces ves las agujas de las torres del
castillo y las chimeneas de la Prisión Provincial. ves las torres del castillo y las chimeneas
de la celda de la cárcel del condado. ¡Ahora comprenderás que no es que yo sea muy
Señora X.-¡No!
Señora X.- ¡No! ¡Aquí tienes mi mano! (La Señora Y le besa la mano tendida).
Señora X(retira inmediatamente la mano).- ¡Pero qué haces! ¡Eso lo hacen los perros!
Señora Y.- Perdóneme, pero usted ha sido la única que me ha dado la mano después de
saber que...
Señora X.-¡Y ahora ya no quieres tutearme! ¡Esto es lo que me horroriza, el que después
de haber cumplido la condena tú no te sientas rehabilitada, limpia, tan decente como
Señora Y(se mueve en su sitio, intranquila).- Sí, te lo voy a contar, pero no vas a creer lo
que te cuente. ¡Verás que no soy una vulgar delincuente y te convencerás de que hay malos
pasos que se dan, ¿cómo te diría?, sí, involuntariamente Te lo contaré y verás que no soy
una vulgar delincuente, te convencerás de que hay errores que son, por así decirlo,
sin la participación de la voluntad libre albedrío y sin que una pueda hacer nada por evitarlo!
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Señora Y.- (abre la puerta, se vuelve a sentar junto a la mesa con desapasionado
Yo no tenía grandes deudas y mi padre gozaba de una cierta fortuna..., Bueno, en realidad
no era mucho lo que tenía. Envié, pues, el documento de crédito al segundo fiador para que
me lo firmase, y contra lo que esperaba, me lo devolvió con una carta en la que explicaba
su negativa. Envié el efecto del banco a otro garante para que me lo firmara, y en contra de
todas mis esperanzas, recibí una negativa. El golpe me dejó un rato abatida.
quedó en la mesa delante de mí y a su lado la carta. Primero recorrí con una mirada
desconsolada las fatales líneas que contenían mi sentencia Mis ojos se posaron al principio
inconsolables sobre las líneas fatales que encerraban mi sentencia -no era, ni mucho
menos, una sentencia de muerte porque yo hubiese podido conseguir con toda facilidad
otros garantes, sí, tantos como hubiese querido -, pero, como te decía, lo que me había
pasado era muy desagradable. Y mientras miraba el papel con toda mi inocencia, mi mirada
se fue fijando poco a poco en la firma al final de la carta, la firma que en su justo lugar de
haber estado en otro sitio, hubiese podido garantizarme mi futuro. Era una firma de
sorprendente caligrafía - tú sabes que cuando una está distraída pensando en sus cosas
puede garabatear en un folio palabras insignificantes, sin darles un sentido especial, hasta
llenarlo. Tenía la pluma en la mano... (Coge la pluma) ...así, y de alguna manera comienza a
seguir sentada copiando una y otra vez la hermosa rúbrica..., sin la menor intención de
obtener beneficio alguno de ello, naturalmente. Cuando ya no cabía una firma más en la
carta yo había adquirido una absoluta perfección en la imitación del nombre… Para cuando
no quedaba en la carta espacio en blanco, ya había adquirido una habilidad total para
firmar con ese nombre. (Tira violentamente la pluma)... y me olvidé completamente de todo
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aquello. Aquella Por la noche dormí como un tronco... y al levantarme de la cama me sentí
arrastrado hacia la mesa como si yo, después de una madura reflexión, hubiese tomado la
decisión inquebrantable de estampar aquel nombre al pie del funesto documento. y cuando
me desperté sentí que había soñado, pero no podía recordar el sueño. Era como si una
puerta se abriese y viera el escritorio con el papel del banco como recuerdo. Y cuando me
levanté, fui conducido hacia la mesa, como si después de una madura deliberación hubiera
pensaba en las consecuencias, ni en los riesgos -había desaparecido todo titubeo-, era casi
como si estuviese cumpliendo un sagrado deber, ¡y escribí firmé! (Se levanta de un salto.) ¿
Qué pudo ser? ¿Una inspiración, una sugestión como se llama ahora? Pero ¿y el autor?,
¿de dónde me vino? ¡Yo había dormido sola en la habitación! ¿Pudo haber sido mi “yo” sin
civilizar incivilizado, el salvaje que no reconoce las leyes, el que, mientras mi conciencia
dormía, se presentó adelantó con su voluntad delictiva y su incapacidad de para calcular las
consecuencias de una acción así? Dime, ¿qué opinas de todo este asunto?
Señora X (logra decir penosamente lo siguiente). - Te digo, con toda franqueza, que tu
historia no me convence completamente - tiene lagunas, pero, claro, eso puede depender
de que no recuerdes quizás se deba a que ya no recuerdas todos los detalles - y sobre la
sugestión criminal impulsos criminales he leído bastante. Creo recordar que..., ¡hum!... pero
eso da igual ahora..., ya has cumplido tu castigo... y has tenido el valor de confesar tu falta.
Señora Y.- ¡Oh, sí, vamos a seguir hablando del asunto! Vamos a seguir hablando hasta
culpable.
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Señora X.-¿Ves? ¡Eso es lo que me preocupa! ¿Tu no crees que todo el mundo esconde
éramos niños? ¡Claro que sí! Bueno, pues hay muchas personas que siguen siendo niños
toda su vida, gentes que no pueden dominar sus instintos criminales. ¡Basta con que se les
Señora X.-¡Sí, yo, justamente yo! ¿Quizá no quieras estrechar la mano de una asesina?
Señora X.-Bueno, pero yo no estuve en la cárcel. Bueno, pero es que yo no he pagado por
mi crimen.
Señora Y (con familiaridad y cierta superioridad).- ¡Mejor para ti! ¿Cómo escapaste al
castigo?
Señora X.- No me denunció nadie, ni sospecharon de mí, ni hubo testigos. Esto es lo que
pasó. La cosa sucedió así. Unas Navidades un amigo mío me invitó a cazar en los
compañero me invitó a ir de caza con él por lod alrededores de Upsala. Bueno, pues envió a
impaciencia le dí, por fin, con la mano un golpe en el cuello. ¡Lo que quería era despertarlo,
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pero el resultado fue que ya no se despertó nunca más, sino que murió en el acto! No
quiero culpar a nadie del peligro de muerte que corrimos, pero en un ataque de impaciencia,
le di un pescozón en el cuello para que despertara, y el resultado fue que no despertó más,
murió en el acto.
Señora X.-No, por lo que te voy a explicar. El hombre no tenía parientes ni tampoco había
personas que dependiesen de él para su subsistencia por los siguientes motivos: el hombre
no tenía parientes u otras personas para quienes su vida fuese necesaria, había cumplido
ya su periodo vegetativo y su puesto de trabajo podría ser ocupado por alguien que lo
necesitase más mejor que él. Mi vida, en cambio, Por otro lado, yo era indispensable para la
felicidad de mis padres y la mía propia, y quizá para el progreso de las ciencias. Las
la mía para satisfacer los principios de una justicia abstracta. un concepto abstracto de
justicia.
Señora Y.-Ah, sí ¿es ese el valor que le das a una vida humana?
Señora Y.-Y entonces, ¿el sentido de culpabilidad, la idea del equilibrio? Pero, ¿la culpa y
el equilibrio entonces?
Señora X.- Yo no tenía sentido de la culpabilidad sentimiento de culpa, porque no había
cometido ningún crimen delito. De chico niña yo había dado y recibido golpes parecidos sin
su efecto en un anciano lo que provocó el fatal desenlace. y fue solo mi ignorancia sobre su
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Señora Y.- ¡Bien, pero de todos modos son dos años de cárcel por homicidio involuntario,
(Sí, pero el homicidio accidental no tiene más de dos años de trabajos forzados,) lo mismo
Señora X.-¡No creas que no he pensado mucho en eso también! ¡Y cuántas noches no he
soñado que estaba en la cárcel! Dime, ¿es tan duro como dicen estar entre rejas?
Señora Y.- Si, claro que es duro. Primero En primer lugar, te desfiguran completamente
cortándote el pelo, de manera que si antes no tenías aspecto de criminal, luego lo tienes sí
delincuente.
Señora X.-¡Es la máscara, tal vez, lo que os arrancan! ¡No está mal pensado! ¿No crees?
Señora Y.-¡Si, si, tú bromea! ¡Después te rebajan van rebajando tu ración de comida para
que cada día, cada hora, sientas una diferencia apreciable entre la vida y la muerte notes
una clara distinción entre la vida y la muerte! Te reprimen todas las funciones vitales, tú
sientes cómo te va encogiendo.. Y tu alma, que es lo que tratan de curar allí, que está allí
para curarse, para mejorar, es condenada a una dieta de hambre feroz, se ve arrojada al
pasado, a mil años de nuestros tiempo atrás. No te dejan leer más que libros escritos para
los bárbaros de la época de las migraciones; te explican lo que nunca va a ocurrir en el cielo
Solo puedes leer las escrituras, que fueron redactadas en tiempos de os nómadas salvajes;
solo escuchas hablar de lo que nunca se cumplirá en el cielo, pero lo que está pasando en
sacándote de tu clase social y colocándote debajo de aquellos que te son inferiores por tu
posición Te ves arrebatado de tu entorno, rebajado de clase y sometido a los que te son
inferiores. ¡Comienzas a imaginarte que estás Te sientes viviendo en la Edad del Bronce, te
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sientes como si anduvieses cubierta con pieles de animales, como si vivieses en una
Señora X.- ¡Pues yo lo encuentro muy razonable! Aquel que se comporta como si viviese
Señora Y.-(enfadada, rabiosa)¡Me estás tomando el pelo! ¡Tú que te has conducido como
un hombre de la Edad de Piedra y, sin embargo, has vivido en la Edad de Oro! ¡Sí, tú
búrlate! Que actúas como una mujer de la Edad de Piedra y, sin embargo, vives en la Edad
de Oro.
Señora X.- (inquisitiva, mordaz).-¿Qué quieres decir con las últimas palabras: la Edad de
Oro?
Señora X.- ¡Mientes! Mientes porque eres demasiado cobarde para decir lo que piensas
acabar la frase.
Señora Y.- ¿Cobarde yo? ¿Crees de verdad que soy cobarde? No lo soy cuando me he
atrevido a venir a esta región No lo fui cuando me atreví a regresar a esta comarca, donde
tanto he sufrido. (Pausa) ¿Sabes lo que más te hace sufrir cuando estás encerrado allá
dentro? Pues el saber que los otros no están también allí. Pero, ¿sabes qué es lo que más
daño le hace a una cuando está allí dentro? Pues te lo diré. Pensar que hay otros que no
Señora Y.-¡Sí!
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Señora X.-¡Yo no he cometido ningún crimen!
Señora Y.-¿Ah, no? ¿Así que es un accidente el cometer asesinato? Oh, ¿es un accidente
cometer un asesinato?
Señora X.- ¡No siempre lo es! Hay homicidios por imprudencia, malos tratos con
de esto, con premeditación y sin premeditación. ¡Pero Y te diré que ahora me das verdadero
Señora Y.- ¡Vaya, hombre! ¡Ahora resulta que soy tonta! ¡Oye! ¿Quieres que te dé una
muestra de mi inteligencia?
Señora X.-¡Habla!
Señora Y.- Tendrás que reconocer, después de lo que voy a decir, que razono de una
manera inteligente y lógica… Tú te has visto envuelta en un accidente que pudo haberte
cumplido dos años de trabajos forzados. Únicamente por medio de grandes méritos
científicos podría esta mujer limpiar el baldón que accidentalmente le manchó lavar esa
mancha que ha caído sobre ella contra su voluntad, pero para alcanzar estos méritos
científicos necesita dinero - mucho dinero - y ahora, ¡inmediatamente! ¿No te parece que si
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¿No crees que el otro, el que no recibió castigo, debiera ser castigado por daños y
perjuicios por homicidio para restaurar el equilibrio en la condición humana? ¿No te parece?
Señora Y.- ¡Bien, me parece veo que nos entendemos! ¡Hum! (Pausa.) ¿Cuánto
considerarías razonable?
Señora X.- ¿Razonable? La ley establece una indemnización de cincuenta coronas como
mínimo. Pero como el difunto no tiene parientes, no hay motivo para seguir hablando del
asunto. Según la ley, los daños y perjuicios por homicidio ascienden a un mínimo de
cincuenta coronas. Pero como el fallecido no tiene ningún pariente, se da por concluido todo
Señora Y.-¡Vaya, vaya, no quieres entenderme! Entonces voy a hablar más claro: ¡es a mí
Señora X.-¡Esto es inaudito! ¡Así que la homicida tiene que pagarle la indemnización a la
falsificadora! ¡Y además aquí no hay nadie que me pueda denunciar! Nunca había oído que
los asesinos deban pagar daños y perjuicios a los falsificadores. ¡Y eso que aquí no hay
fiscales!
Señora Y.-¿Qué no? ¡Aquí estoy yo! ¿No? Bueno… aquí me tienes.
Señora X.- ¡ Ahora comienza a aclararse todo empiezo a comprender! ¿Cuánto pides por
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Señora X.-¡No, eso no! ¡No quiero convertirme en una ladrona!
Señora Y.- ¡No me vengas con remilgos! ¿Quieres hacerme creer que no has cogido nunca
nada de la caja?
Señora X (como hablando para sí misma).- ¡Y pensar que me he equivocado tan
radicalmente contigo! ¡ Pero pasa con las gentes suaves, amables! A la gente le suelen
gustar las personas de carácter suave porque es fácil creer que una cae bien, que a una la
quieren es de su agrado. ¡Preisamente por eso yo he estado siempre en guardia contra las
personas que me caen bien con las personas que me gustan! En fin, ¿así que estás
Señora Y.-¡Así es! ¡No podrás evitarlo puedes escaparte, así que no merece la pena que lo
intentes!
Señora X.- ¡Tú crees que yo voy a darle a mi padre una ladrona por hija, a mi marido
esposo una ladrona por mujer, a mis hijos una ladrona por madre y a mis colegas una
ladrona por compañera de trabajo! ¡Eso nunca! Ahora mismo me voy a comisaría para
Señora Y(Se levanta de un salto y recoge sus cosas).- ¡Espera un poco momento!
no hago falta… O sea, que no hace falta que siga aquí… y que me puedo ir…
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Señora X.-¡No, tú no te vas! ¡Siéntate en tu sitio, junto a la mesa, donde estabas, y vamos
a hablar un poco antes de que te marches! Siéntate donde estabas, junto a la mesa, que
Señora Y (se sienta, después de haberse puesto una chaqueta oscura).- ¿Qué, qué va a
Señora X(mirando fijamente el espejo que tiene ella, está detrás de la señora Y) .- ¡Ahora
Señora Y(Inquieta).- ¿Qué me ves de extraño? ¿Qué ves que te sorprende tanto?
Señora X.- ¡Veo en el espejo que eres una ladrona, una ladrona vulgar y corriente una
simple y vulgar ladrona! Hace un momento, cuando estabas sentada en mangas de camisa,
noté un ligero desarreglo en mi librería, pero no daba en qué podía ser porque estaba
escuchándote y observándote. Ahora, desde que te me has hecho tan antipática, mi mirada
se ha ido aguzando se me ha ido agudizando la vista, y al ponerte esa chaqueta negra veo
el lomo rojo de un libro que antes no se destacaba sobre el rojo de tus tirantes y me doy
sugestión y los impulsos subconscientes y luego has colocado el libro al revés has vuelto a
colocar el libro, pero al revés. ¡Hasta eso, pues, has robado Me robaste hasta esa historia
también! ¡Por todo ello considero que tengo motivos para pensar que tú has robado por
necesidad o por afán de placer! el derecho de deducir que cometiste tu delito por necesidad
o por gusto.
Señora X.-¡Si túsupieses en qué miseria he vivido... y sigo viviendo yo! ¡Pero eso no tiene
nada que ver con nuestro asunto! ¡Sigamos! Que has estado a la sombra encerrada... eso
es prácticamente seguro. Pero en los Estados Unidos, porque lo que me describiste fue la
vida de una cárcel americana. Hay otra cosa casi igual de segura: que tú no has cumplido
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aquí condena por tu delito. y también, es prácticamente seguro que no has purgado tu pena
aquí.
Señora X.- ¿Lo ves? La primera vez que mencioné la comisaría, cuando cayó aquel rayo,
¡también hiciste ademán de salir corriendo! Y cuando una persona ha estado en una cárcel,
no se le ocurriría jamás el irse todos los días a la cuesta del molino para contemplarla, o
ponerse detrás tras el cristal de una ventana... En resumen: ¡tú eres al mismo tiempo una
delito que no has purgado todavía! ¡Ha sido por eso por lo que fue tan sumamente difícil el
descubrirte!
(Pausa.)
Señora X.- ¡Pero claro! ¡Claro que sí, porque soy superior a tiPor supuesto que sí, porque lo
soy! Soy bastante más inteligente que tú, bastante más provechosa para la sociedad y
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menos peligrosa para el derecho de propiedad y más cuidadosa que tú con la propiedad
ajena.
Señora Y.- ¡Tú eres bastante lista sí, eres muy inteligente, pero no tanto como yo! ¡Yo ahora
estoy en jaque, sí, pero, sin embargo, en la próxima jugada te puedo dar mate!
Señora X.- (mirando fijamente a la señora Y).- ¿Quieres que sigamos un rato el
combate jugando un rato?... Y ahora. ¿qué maldad se te ha ocurrido? ¿Qué jugada tienes
ahora en la cabeza?
contándole mi secreto!
Señora Y.- ¡Sí, y tú no podrás eso no puedes impedirlo! Como no te atreves a hacerme
lo que me dé la gana!
Señora X.- ¿Ves cómo no todos los hombre somos iguales? ¿Ves? Somos distintas. Esa es
la diferencia que hay entre nosotras y tú sabes que yo no puedo realizar las mismas
acciones que tú. Y ésa es tu ventaja. ¡Pero imagínate que me obligases a hacer lo mismo
que le hice al cochero! Tú sientes que no soy capaz de hacer lo que haces tú, y eso te da
ventaja, ¡pero recuerda que lo mismo me fuerzas a hacer contigo lo que hice con el
Señora Y.- (Mira a la señora X fijamente a los ojos) ¡No puedes! ¿Cómo va a
poder una persona que no pudo sacar su salvación salvarse metiendo mano en (no fue
Señora X.- Entonces ¿no crees que yo haya robado dinero nada de la caja?
Señora Y.- ¡Eres demasiado cobarde! Como también fuiste demasiado cobarde para decirle
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Señora X.- Eres un tipo de mujer muy diferente a mi…, si eres más fuerte o más débil…, no
lo sé…, si más criminal o menos…, ¡me tiene sin cuidado! Pero que eres más tonta…, ¡eso
es evidente! Porque fuiste tonta al escribir el nombre copiar una firma ajena de otra persona
en lugar de mendigar… como he tenido que hacerlo yo. Fuiste tonta al robar la historia de
mi libro… ¿No se te ocurrió pensar que yo habría leído mis libros? Fuiste tonta al creer que
eras más lista que yo y que ibas a poder engañarme y podrías persuadirme para
convertirme en una ladrona. Fuiste tonta al pensar que iba a restablecerse el equilibrio
contándole que está casado con una homicida… ¡lo sabe desde que éramos novios! ¿Te
Señora X.- ¡Ahora tienes que irte! ¡Inmediatamente! ¡Ya te enviaré tus cosas!
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