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De Silvia Bleichmar en esta biblioteca

En los orígenes
La fundación de lo inconciente.
Destinos de pulsión, destinos del sujeto
del sujeto psíquico
Clínica psicoanalítica y neogénesis Del mito a la historia

Silvia Bleichmar

Amorrortu editores
Buenos Aires - Ma


De Silvia Bleichmar en esta biblioteca
En los orígenes
La fundación de lo inconciente.
Destinos de pulsión, destinos del sujeto
del sujeto psíquico
Clínica psicoanalítica y neogénesis Del mito a la ·historia

Silvia Bleichmar

Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid


Biblioteca de psicología y psicoanálisis A Carlos,
Directores: Jorge Colapinto y David Maldavsky vigía de la noche y la esperanza.
En los orígenes del sujeto psíquico. Del mito a la historia, Silvia Bleichmar
© Silvia Bleichmar, 1984
Primera edición, 1986; primera reimpresión, 1993; segunda reimpresión,
1999. Segunda edición, 2008
© 'Ibdos los derechos de la edición en castellano reservados por
Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225, 7° piso - C1057AAS Buenos Aires
Amorrortu editores España S.L., C/San Andrés, 28 - 28004 Madrid

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reservados.

Queda hecho el depósito que previene la ley nº 11.723

Industria argentina. Made in Argentina

ISBN 978-950-518-131-5

Bleichmar, Silvia
En los orígenes del sujeto psíquico. Del mito a la historia. - 2ª ed. -
Buenos Aires : Amorrortu, 2008.
224 p. ; 23x14 cm. - (Biblioteca de psicología y psicoanálisis/ dirigida
por Jorge Colapinto y David Maldavsky)
ISBN 978-950-518-131-5
l. Psicoanálisis. I. Título.
CDD 150.195

Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de
Buenos Aires, en mayo de 2008.

Tirada de esta edición: 1.500 ejemplares.


Indice general

11 Prólogo, Jean Laplanche


17 Palabras preliminares

19 l. El concepto de neurosis en la infancia a partir de la


represión originaria

43 2. Notas para el abordaje de la constitución de la


inteligencia en psicoanálisis

63 3. Mito o historia en los orígenes del aparato psíquico

84 4. Notas sobre la memoria y la curiosidad intelectual

104 5. Frases de los niños, estructura del aparato psíquico

130 6. Trastornos del lenguaje. Trastornos en la


constitución del sujeto psíquico

160 7. Relaciones entre la represión originaria y el principio


de realidad

185 8. Del lado de la madre

208 Conclusiones

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Prólogo
Jean Laplanche

He aquí un libro importante; entendamos estas palabras in-


yectando, en el término «importancia», la doble dimensión pre-
sente en el alemán Bedeutung y en el inglés significance: no
sólo el peso de las ideas y de la argumentación interna consti-
tuye su valor; también, la forma en que se inscribe, en que «Co-
bra sentido» en un contexto geográfico e histórico: el del psico-
análisis mundial, hoy. El lugar es México, abierto por su ubica-
ción y por los destinos de una coyuntura histórica a los vientos
del Norte, del Sur y del Este. El tiempo: el del inventario por
hacer y de la herencia por recibir de tres grandes dogmatismos
en vías de desaparición: Ego-psychology, kleinianismo y laca-
nismo. No por el placer de destruir revelando las debilidades y
aporías de los sistemas, pero tampoco en el afán de rehacer un
edificio ecléctico, ni en la pretensión de acampar tiritando so-
bre las ruinas de toda teoría, envueltos en la delgada tela re-
mendada y llena de agujeros de la «clínica». Venir después de
otros no es ni una fuente de riqueza ni una maldición, pero pue-
de ser un privilegio si uno se sabe situar, con relación a ellos, en
la posición precisa, significativa, que lo habilite para hacer tra-
bajar sus propuestas, y aun para ponerlas a trabajar nueva-
mente.
Trabajo del Psicoanálisis es el título de la revista fundada por
Silvia Bleichmar, y es la máxima del presente volumen; traer
de nuevo al taller las grandes interrogaciones que nos han sido
legadas ya por Freud, si es verdad que los conceptos que él forjó
nos son transmitidos en el movimiento psicoanalítico como un
conjunto de interrogaciones, de enigmas o, según el término
que define a lapulsión misma, como «exigencias de trabajo».
Que el viento del Este, el que sopla principalmente de Fran-
cia, sea dominante en esta impulsión a cuestionar, a problema-
tizar y a elaborar, es sin ninguna duda una de las razones que
llevó a Silvia Bleichmar a pedirme acompañar y exponer a la
prueba de la discusión un itinerario ya firmemente asegurado.
Que este texto haya podido -en su forma de serie de capítulos,
ciertamente complementarios, pero más enrollados en espiral
que cimentados en una demostración- hallar su consagración

11
en un doctorado en psicoanálisis muestra que la Universidad fantasmas inconscientes, no modifica en nada el carácter con-
sigue siendo un lugar privilegiado para un cuestionamiento creto, fechable, de los acontecimientos (exteriores o psíquicos)
auténtico, sin conclusiones preconcebidas, que aúne el rigor sin que el método se propone exhumar. Ahora bien, el lacanismo,
concesiones de su itinerario a la prudencia frente a toda clau- remitiendo la historia contingente del individuo (lo imaginario)
sura apresurada. a una intemporalidad a la vez transindividual y constituyente
El lugar importante reservado a las observaciones de casos, (lo simbólico), entrega toda la teoría a una revisión desgarran-
pero con participación no menos amplia de la discusión meta- te, en que las nociones de cronología, de evolución y aun de
psicológica, define a esta obra. No como exterioridad recíproca trauma se consideran otros tantos vehículos de falsas cuestio-
de la «teoría» y la «clínica», sino como un permanente volver de nes. En la práctica, a decir verdad, esa conmoción es menos
la práctica sobre su propia experiencia: una experiencia par- sensible, al menos cuando se trata de la cura de adultos. Por-
ticularmente fecunda en Silvia Bleichmar, por la riqueza y la que en cierta manera no trae grandes consecuencias que el
variedad de su ejercicio de psicoanalista, pero sobre todo por el complejo de Edipo o el de castración, revelado o reconstruido en
aspecto personal, reflexivo y, como lo expresa un término que su universalidad, sea un a priori rector de toda humanización o
merece mejor suerte de la que le es deparada a veces, «compro- se lo deba situar efectivamente en el pasado histórico de cada
metido». Porque no encontramos aquí las confesiones de «con- individuo. El «en otro tiempo y ayer no más» de la infancia y lo
tratransferencia», esos «lo que mi paciente me dijo me produjo intemporal de lo simbólico se tienen que reconstruir, uno y
algo en alguna parte», que están en vías de convertirse en la otro, por el método interpretativo, y el juicio de realidad históri-
tarjeta de visita (¿o tarjeta de crédito?) mejor recibida en cier- ca cede paso en la cura a la restitución de la realidad psíquica
tos círculos. Simplemente, una presencia atenta, vigilante, a lo en sus plenos derechos. Freud, se dirá también, tendió más de
que, en el «hacer» y el «decir» cotidianos del analista, sobrepa- una vez la mano, frente a las aporías de la reconstrucción
sa, desborda, sus intenciones concertadas. «¿Quién soy yo para genética, a su posteridad estructuralista, con conceptos como
haber dicho o hecho esto, para haberme propuesto imprimir a «fantasma originario» o aun «mito científico».
las cosas tal o cual dirección? ¿Y cuál es la teoría latente (acaso Para el psicoanalista de niños, en cambio, la alternativa
inconsciente) que está en la base de cierta intervención que me entre genetismo y estructuralismo es decisiva en la práctica.
sorprende y que me destina a los efectos del apres-coup? En su- Que Freud, en un momento de genial temeridad, proclame al
ma, es bajo la égida de la praxis, del acto analítico, como se rea- pequeño Hans que, desde toda eternidad, él sabía «que amaría
liza la tan deseada alianza teorético-clínica. Pero a condición de tal manera a su madre que estaría forzado a tener miedo de
de no olvidar que la práctica psicoanalítica, a su vez, no es un su padre», nos deja, pasado el momento de suspensión, con más
«hacer» manipulador, sino un decir simbolizante, lo que la em- preguntas que respuestas: ¿Qué hace Freud, frente a una si-
parienta, aunque en diferente nivel, con la teorización misma. tuación edípica tan manifiestamente trivial, si no es inyectar,
Esta ubicuidad de la teoría nos explica que cuestiones apa- como por fuerza, la «Ley»? ¿Y para qué preguntarse cómo se
rentemente abstractas, aun filosóficas, se hagan urgentes, ate- construye la estructura psíquica del niño, si afirmamos que la
naceantes, cuando se trata de orientarse en una cura psicoana- estructura fundamental trasciende, rige, predetermina, toda
lítica. Es el caso de dos interrogaciones, ligadas una a la otra, peripecia individual y acontecial? En la década de 1970, en que
que recorren este libro: la relación entre génesis y estructura y se desarrolla la interrogación de Silvia Bleichmar, la tesis
el estatuto de la represión originaria. estructuralista daba lugar incluso a excesos teorético-prácticos
Se evalúa mal la conmoción -otros dirían: la subversión- desconcertantes: el niño quedaba como desposeído de su neuro-
introducida en el freudismo por el estructuralismo lacaniano. sis o de su psicosis en beneficio de la red relacional preexistente
Porque el psicoanálisis, en su origen freudiano, quiere ser ante a su devenir y a su existencia misma. Pero, en virtud de un
todo descubrimiento y reconstrucción de una génesis histórica: curioso arrepentimiento, la estructura patógena no emigraba
la del ser humano, sus conflictos y su neurosis. Que la historia al cielo de las ideas: recaía, concretamente, en la configuración
psicoanalítica se despliegue en una temporalidad muy particu- psíquica de los padres, y particularmente en la de la madre,
lar, destinada al apres-coup y referida a la perennidad de los convertida en responsable de todos los males. Período, tal vez,

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superado, en que el niño o el psicótico eran considerados puro cos no son construcciones, son movimientos reales de estruc-
síntoma del Edipo parental. Ahora bien, precisamente, un turación del sujeto psíquico que, aun cuando no podamos cap-
trabajo como el de Silvia Bleichmar contribuye de manera deci- turar en su subjetividad, podemos cercar como se cerca un
siva a esa superación, sin abandonar ni la preocupación por la elemento en la tabla periódica de Mendeleiev... Tal vez no po-
génesis ni la referencia indispensable a estructuras preexis- demos tocarlo, pero sí podemos conocer su peso específico, su
tentes al individuo particular. El lector verá con qué atención, densidad, su efecto, su combinatoria».
en cada uno de los casos clínicos presentados, es mantenida la Cercar los momentos de la represión originaria, pero tam-
discriminación entre «lo que se encuentra en la estructura en bién sus avatares, sus insuficiencias, sus desigualdades o sus
el momento en que el sujeto viene a insertarse en ella, y las fracasos, es entonces jalonar los tiempos constitutivos del in-
condiciones de aprehensión de los elementos de esta por parte consciente y de sus contenidos fantasmáticos. Jalonamiento
del sujeto». Ingreso en la estructura, por lo tanto; o también, co- que en el niño es de importancia decisiva para la práctica (a di-
mo preferimos decir, en el universo de significancia de los adul- ferencia de lo que ocurre en la cura del adulto) porque en la
tos, pero con esta cláusula suplementaria (en lo cual Silvia elección del dispositivo terapéutico es determinante saber si
Bleichmar ha querido seguir nuestro pensamiento): que entre uno se sitúa antes o después de la constitución del inconscien-
la estructura preexistente (de los adultos) y la estructura ter- te, y en qué medida, dentro de qué configuración. Y ello, sin
minal (el psiquismo del niño) se intercala un proceso complejo contar con que esta constitución misma, si es que se quiere
de «metábola», que no permite en absoluto descubrir una ho- acompañar a Silvia Bleichmar en este punto, no queda definiti-
motecia entre las dos estructuras; un proceso cuyo resto, lo no- vamente sellada antes de la intervención de la represión apres-
metabolizado, es precisamente lo inconsciente. coup, que no. sólo pone en juego la instancia del yo, sino la del
Con el nacimiento de lo inconsciente, estamos en el tema superyó, en una constelación edípica consumada.
central del libro: la «represión originaria». Un término, un con- Cada una de las observaciones presentadas propone una fi-
cepto freudiano dejado en espera, como hipótesis indispensable gura singular por referencia a este eje principal; invita al lec-
para comprender toda represión: «. . .tenemos razones para su- tor, analista, a acompañar a Silvia Bleichmar, a dialogar
poner una represión originaria, una primera fase de la repre- -hasta la controversia- mentalmente con ella, para verificar
sión . .. ». La represión originaria sólo puede ser postulada a las hipótesis que propone y las opciones terapéuticas (dispositi-
partir de sus resultados; a todas luces, esto dejaba abierto el ca- vo de la cura, intervenciones, interpretaciones) que de ellas de-
mino para interpretarla como un «tiempo mítico», con toda la rivan. El lector se sentirá sacudido por la alianza de entusias-
contradicción de la expresión misma: un tiempo fuera del tiem- mo, de no prevención, pero al mismo tiempo de sagacidad, que
po pero que admitiría ser descripto como una sucesión tem- anima a esta práctica teorético-clínica. Una práctica que se si-
poral. túa en el corazón mismo del cuestionamiento psicoanalítico
La fascinación por la noción de mito en psicoanálisis no es contemporáneo, y que testimonia que este no está destinado, a
fortuita ni es fácil disiparla por apelación a las simples «luces». pesar de ciertas apariencias, ni a la cacofonía, ni a la desenvol-
Obedece, creemos, a razones profundas y, en particular, a esa tura «poética», ni a la repetición dogmática ... Trabajo de psico-
extraña temporalidad del ser humano, destinado al aprés- análisis.
coup. Si hacen falta siempre dos traumas para hacer un trau-
ma, dos tiempos distintos para hacer una represión, equivale a
decir que la represión originaria, el trauma, no pueden ser ja-
más señalados con el dedo en una observación directa (aunque
fuera analítica), condenada a situarse siempre demasiado tem-
prano o demasiado tarde. Pero no es menos cierto que la opción
«mítica» hace abandono de esta singularidad del descubri-
miento psicoanalítico; y es con toda razón como Silvia Bleich-
mar cuestiona definitivamente su facilidad: «Los tiempos míti-

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«Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escri- Palabras preliminares
to». Sor Juana Inés de la Cruz.

Ser psicoanalista implica ubicarse en la serie de las genera-


ciones. En el consultorio, cuando la práctica cotidiana nos im-
pone un trabajo permanente de historización, aprendemos lo
difícil que es el proceso por el cual se discrimina lo que es
-existente en el inconsciente- de lo que podría ser, o de lo que
fue -temporalización que introduce el índice de realidad-. Es
así como se produce, también, el trabajo teórico: romper abro-
chamientos imaginarios, discriminar aquello que se ha pen-
sado de lo que el proceso de elaboración arroja como resultado,
sometiéndonos a un trabajo permanente.
La neutralidad teórica es tan compleja como la neutralidad
analítica. Para que la acogida benevolente de un texto se
produzca es necesario estar dispuesto a esperar lo inesperado,
a no dejarse someter por las pasiones, pero a la vez a lograr una
buena dosis de sublimación de lo que se nos representa. He in-
tentado aproximarme a los textos que abordo con el mismo es-
píritu que me anima con los pacientes que presento. Sin em-
bargo, como ocurre también con ellos, en ciertas ocasiones el
amor y el odio se activan en el baquet psicoanalítico y la neutra-
lidad es un ideal al cual se tiende sin lograrlo jamás del todo.
He tratado de impedir -a pesar de ello- que al igual que en la
escucha analítica, las emociones cieguen mi proceso de conoci-
miento. No creo que siempre lo haya conseguido, espero de to-
dos modos no haber dicho más de lo que me corresponde en el
intento de dar a entender aquello que empiezo a comprender.
Si las circunstancias propician la benevolencia de mis lecto-
res, debo decir, como atenuante, que no son tiempos fáciles los
que nos toca vivir y que el compromiso abarca todos nuestros
sentidos. Me he permitido, a menudo, que la emoción del com-
promiso atente contra el rigor. Esto no me excusa en absoluto,
pero quien se encuentre con este fenómeno podrá, al saberlo,
abordar con menor dificultad aquellos momentos en que mi es-
critura se ve embargada por mis pasiones de sujeto.
Durante siete años, lejos de los sitios que constituyen el cen-
tro de mi universo personal, tanto la investigación psicoanalíti-
ca como una convicción profunda en la capacidad transforma-

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dora del psicoanálisis me han ofrecido la posibilidad de reparar l. El concepto de neurosis en la infancia
las lesiones que la Historia infligiera, en un mismo movimien-
to, tanto a mis pacientes como a mí misma. Muchos de los niños
a partir de la represión originaria
de los cuales hablo en los textos que forman esta tesis han re-
tornado a sus países de origen, otros están en vías de hacerlo.
Aun para aquellos que no han sufrido pérdidas tan masivas
(exilios, migraciones, duelos precoces), el futuro inmediato no
se presenta sin dificultades. Espero haber ayudado a todos Hace diez años, cuando empecé a interesarme en la proble-
ellos a aumentar su capacidad crítica y su independencia de mática que hoy se convierte en tema de este texto, estaba en
pensamiento tanto respecto de sí mismos como frente al mun- ese momento de la formación analítica por el cual todo practi-
do que los rodea. Este descentramiento de sí mismos y la recu- cante que comienza ha debido pasar y que se caracteriza por un
peración de su historia les permitirán ampliar su margen de li- manejo tímido y a la vez temeroso de la puesta en juego de los
bertad dándoles herramientas para comprender con mayor precarios conocimientos teóricos que se poseen en el campo de
profundidad el dificil tiempo nuevo. la clínica.
No creo que esto implique una propuesta educativa en sen- En mi país, la Argentina, desde la década de 1970 se produ-
tido tradicional. Sí creo que la práctica psicoanalítica no es aje- jo un movimiento teórico complejo y revulsivo que puso en cri-
na a una ética, la que atañe a la ampliación de los márgenes de sis los modelos teórico-clínicos sustentados hasta ese momen-
la libertad de decir, de la libertad de pensar. Hay que haber to. En efecto, la escuela inglesa, de la corriente de Melanie
atravesado el desgarramiento de un proceso analítico para re- Klein, habfa. sido la guía rectora de nuestro trabajo. Pero a co-
conocer lo dificil que es el movimiento de conquista de esta li- mienzos de 1970 se introdujeron conjuntamente los principios
bertad de pensamiento, movimiento realizado siempre en una de la epistemología althusseriana y los trabajos de la escuela
lucha intensa contra los abrochamientos imaginarios con que psicoanalítica francesa; comenzamos a leer a Freud de otra
las pasiones anudan el pensamiento. manera, guiados por el Diccionario de psicoanálisis, de La-
De Jean Laplanche, quien orientó mi búsqueda interrogan- planche y Pontalis, el Coloquio de Bonneval, Vida y muerte en
do, cuestionando, ofreciendo permanentemente puntos de par- psicoanálisis o los Escritos de Lacan. La situación era tal que
tida, aprendí a abrirme con mayor libertad y soltura al pensa- alguien que se propusiera abordar la tarea clínica recibía la im-
miento psicoanalítico que me precede, así como al de mis con- presión de que empezaba a tener más claro lo que no podía ha-
temporáneos. Carlos Schenquerman me enseñó, tanto en la vi- cer, y no tanto lo que sí podía, en el campo específico, tomando
da como en el psicoanálisis, a diferenciar cuidadosamente la como eje las nuevas problemáticas que se abrían a partir del
exigencia rigurosa, del dogmatismo y la intolerancia. Rafael llamado «retorno a Freud».
Paz guió con precisión y respeto mis primeras lecturas psico- Esta búsqueda sometía a una situación enormemente es-
analíticas; su pensamiento crítico siempre abierto a la escucha tresante a aquellos que nos iniciábamos en la tarea analítica,
productiva permitió una interlocución que se ha extendido a lo ya que no contábamos con principios rectores claros ni con
largo de los años, más allá de la distancia, en un vínculo marca- guías técnicas que nos permitieran saber con qué parámetros
do por mi gratitud y afecto. Ubicada en la serie de las genera- manejamos cuando nos encontrábamos frente al paciente. Se
ciones, debo decir que he tenido el privilegio de que tanto mis llegó a tal grado de maniqueísmo ciencia-ideología que en un
padres como mis hijos ayudaron a crear siempre un espacio pequeño artículo que escribí en 1976 mostraba la imagen gro-
-más allá de las circunstancias dificiles que nos haya tocado tesca de un analista aterrado, agarrado con firmeza al sillón,
vivir- donde pensar fue posible. Todos ellos han habitado mi preocupado por evitar cualquier deslizamiento «precientífico»,
mundo interno y me han acompañado durante estas refle- «ideológico», en la interpretación, más que interesado en el pro-
xiones. ceso de la cura misma en que se hallaba comprometido.
Interpretación de la transferencia hacia la historia, inter-
Octubre de 1983. pretación de la historia en función de la transferencia, inter-

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pretación !acunar o transcripción simultánea, interpretación ejercicio del placer en un sistema se convertía en displacer en el
de la defensa o interpretación del contenido, interpretación, en otro sistema. '
fin, o no interpretación, eran algunas de las opciones en las A continuación ¿quién sufre? y ¿por qué? se transformaron
cuales nos debatíamos. en las preguntas clave para plantearme cualquier tipo de co-
Supongo que este mismo proceso, con apenas años más o mienzo de intervención terapéutica posible.
menos de diferencia, debe de haberse vivido en los diferentes Voy a desarrollar ahora estas ideas en relación con el con-
ámbitos en los cuales el psicoanálisis se desarrolla. cepto de nudo patógeno y de formación de síntomas en la infan-
Pero en el campo del psicoanálisis de niños la situación se cia, con miras a presentar el modelo de lo que, entiendo, será
volvió más compleja. Un cierto purismo que hacía del campo mi proceso de investigación.
analítico el ámbito del lenguaje exclusivamente, y ello a través En primer lugar señalaré que si la teoría de la represión es
del movimiento discursivo del paciente, puso en crisis la técni- la piedra angular sobre la que reposa en psicoanálisis la teoría
ca misma en la cual nos habíamos basado hasta ese momento, de las neurosis, lo es a partir de marcar su correlación con el
la técnica del juego, propuesta y desarrollada por Melanie concepto de inconsciente y, por ende, de sujeto escindido, es
Klein entre 1920y1940. ¿Cómo trabajar, empero, si se abando- decir de sujeto en conflicto.
naba la técnica del juego con niños pequeños, en un momento Quiero, por otra parte, dejar sentado que por el momento
de su evolución en que el lenguaje no podía ser aún la herra- hablaré de sujeto en el sentido lato, general del término, equi-
mienta de trabajo posible? valente a psiquismo. No lo haré por ahora remitiéndome a las
Este tipo de conflicto llevó, en algunos casos, a una salida categorías propuestas por Lacan para la definición de este tér-
fácil, pero no por ello fructífera: el abandono por una gran can- mino: sujeto.de lo imaginario, sujeto del enunciado, etcétera.
tidad de psicoanalistas del campo de la clínica de niños, por no Alrededor de estos ejes que he marcado me introduciré en el
poder enfrentarse al conjunto de contradicciones que esta mis- problema del síntoma para ver cómo se desarrolla la propuesta.
ma práctica les planteaba. Otros, entre los cuales me incluyo, En Inhibición, síntoma y angustia, 1 Freud comienza por la
nos propusimos revisar los principios fundamentales de nues- observación de que las circunstancias de un caso real de enfer-
tra propia técnica, a partir de las nuevas propuestas que el pro- medad neurótica son mucho más complicadas de lo que supo-
ceso teórico abría. nemos mientras laboramos con abstracciones. En un principio
En mi caso particular, me pareció más productiva la línea resulta difícil averiguar cuál es el impulso reprimido, cuál el
que ponía en juego la redefinición de neurosis en la infancia síntoma sustitutivo y cuál el motivo de la represión. El peque-
partiendo de la concepción de un sujeto en estructuración. Se ño Hans se niega a salir a la calle porque le dan miedo los ca-
fue haciendo cada vez más claro para mí que no se podía definir ballos. Esta es la materia prima que se ofrece a nuestra inves-
a priori ningún tipo de técnica si no se resituaba el concepto tigación. ¿El síntoma puede ser considerado el desarrollo de
rector de represión originaria y el lugar de esta en la constitu- angustia?, ¿o tal vez la elección del objeto de esta?, ¿la renuncia
ción del aparato psíquico. El «mito» de la represión originaria al movimiento libre?, ¿tal vez varios de estos elementos conjun-
debía ser retomado como concepto y puesto en juego en el cam- tamente?, ¿dónde está la satisfacción pulsional que el pequeño
po clínico mismo. Hans se prohíbe y por qué esa prohibición?
Partí entonces de la hipótesis desarrollada por Freud en la Freud propone, en este caso, un modelo de análisis de la
Metapsicología (1915), que postula que la represión funda la neurosis. Primero, definición del síntoma. Luego, búsqueda de
diferencia entre los sistemas inconsciente y preconsciente- la satisfacción prohibida. Por último, motivo de la prohibición.
consciente, y que antes de esto son los otros destinos pulsiona- De cualquier manera, y en una primera aproximación, pode-
les --el retorno sobre la persona propia y la transformación en mos decir que todo transcurre «dentro del psiquismo del peque-
lo contrario- los que pueden actuar como defensa. ño Hans», que el conflicto posee un carácter intrapsíquico aun
La represión originaria era, por otra parte, en esta formula-
ción freudiana, la condición de transformación del placer en 1 S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia, en Obras completas, Buenos
displacer en relación con la pulsión, porque la posibilidad de Aires: Amorrortu editores, vol. XX, 1979.

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cuando pueda tener consecuencias en el mundo exterior y reci- flicto en el niño más allá de las clasificaciones evolucionistas y
bir influencias de este. de una cronología empírica en la cual las nociones psicológicas
En el apartado II del mismo texto define al síntoma en los de «desarrollo», maduración, crecimiento, siguen actuando
siguientes términos: «El síntoma sería, pues, un signo y un dentro del campo psicoanalítico sin que se ponga en tela de jui-
sustitutivo de una inlograda satisfacción pulsional, un resulta- cio su función .
do del proceso de la represión». Signo remite acá a una mani- Para ello, nos ubicaremos de entrada en una concepción del
festación, un observable que no se puede comprender en sí mis- sujeto psíquico cuya tópica se presenta, desde el comienzo, in-
mo, sino en el conjunto de las determinaciones que lo originan. tersubjetiva. En el marco de esta tópica intersubjetiva se dará
Primera conclusión trivial que podemos extraer: si todo sín- un proceso de constitución del aparato psíquico que en el mo-
toma se manifiesta como un signo, no todo signo es un síntoma. mento de abordar el diagnóstico del nudo patógeno deberemos
Sin embargo, esta aparente trivialidad nos permite orientarnos tener en cuenta a fin de precisar, en un corte, en qué momento
en la maraña de confusiones con que se nos aparece, a veces, la de esta constitución se encuentra.
clínica de niños. Manifestaciones conductuales de los niños no Si la idea de la cual partimos es que la tópica psíquica se
pueden ser entendidas en sí mismas como síntomas en el senti- constituye en el marco de la tópica intersubjetiva que el Edipo
do psicoanalítico, mientras no nos manejemos con una defini- define con su estructura, es necesario señalar que me he pro-
ción de este último que permita caracterizarlo con mayor grado puesto, como primer movimiento de indagación, la revisión del
de precisión. concepto de inconsciente que se encuentra en la base de las
Sustitutivo, en segundo lugar, remite al carácter simbólico concepciones clínico-técnicas que se han desarrollado hasta el
del síntoma, en tanto representación indirecta y figurada de momento en psicoanálisis de niños.
una idea, de un conflicto, de un deseo inconsciente. Y si es sim- He revisado atentamente los textos kleinianos y he hecho
bólico, si es sustitutivo, si marca la aparición deformada de un otro tanto con los trabajos de Maud Mannoni y Anna Freud. No
deseo, ¿estamos hablando de desplazamiento como mecanismo creo que sea necesario insistir en los méritos de los aportes de
de funcionamiento del inconsciente? Melanie Klein al psicoanálisis de niños; es imposible hoy en día
La extensión del concepto de neurosis ha variado; actual- consagrarse a la práctica clínica con niños sin tener presente
mente el término tiende a reservarse a las formas clínicas que su obra. El abordaje kleiniano de la neurosis y del conflicto co-
se pueden relacionar con la neurosis obsesiva, la histeria y la mo problemáticas intrapsíquicas no deja lugar a dudas respec-
neurosis fóbica. La tendencia, entonces, es al abandono de la to de su carácter altamente freudiano, como lo es su intento de
clasificación de las denominadas «neurosis actuales» y «neuro- poner en juego en el dominio de la clínica la problemática de la
sis de carácter» a partir de la consideración de que, sea cual pulsión de muerte, por ejemplo, que hasta entonces se había
fuere el valor desencadenante que posean los factores actuales, planteado en un terreno puramente especulativo.
es siempre en los síntomas donde se encuentra la expresión Sin embargo es necesario, en mi opinión, diferenciar los ele-
simbólica de conflictos estructurales. mentos que ponen en marcha la constitución del aparato psí-
Ahora bien, ¿cuál es, en este marco, el sentido de mantener quico, que hacen a la estructuración del aparato, del funciona-
el concepto de «neurosis infantil»? Tomando esta idea rectora miento de estos mismos elementos una vez constituido este.
de un sujeto en estructuración, ¿no deberíamos más bien ha- Para ser más precisos: el hecho de que el sujeto psíquico que
blar de conflictos neuróticos infantiles, en la medida en que la se ofrece al conocimiento psicoanalítico sea un sujeto en conflic-
primera infancia toda es un proceso altamente complejo que to, marcado por la escisión, no implica que esto sea así desde
somete al sujeto psíquico en constitución a movimientos lo sufi- los orígenes, o al menos con las mismas características a lo lar-
cientemente lábiles y masivos para que no hayamos de plan- go de su procesamiento. Melanie Klein se da cuenta de ello, de
tearnos los elementos como definitivos? ahí que inaugure una indagación en relación con las defensas
Si pretendemos pasar a una ubicación más precisa de este precoces, defensas que deben ser consideradas como elementos
problema de la neurosis infantil (que puede seguir teniendo constitutivos del psiquismo y anteriores a la represión origina-
valor descriptivo) será necesario replantear la noción de con- ria. Las sitúo en el momento de la constitución de los destinos

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pulsionales que Freud mismo da como anteriores a la repre- ción al brindar una nueva herramienta técnica: la entrevista
sión. Sin embargo, desde la perspectiva que proponemos y a di- madre-hijo. Permitió poner en correlación el deseo materno con
ferencia del kleinianismo, estos movimientos pulsionales, es- la patología infantil y de esta manera se abrieron nuevas posi-
tas defensas precoces, sufren una reestructuración no sólo bilidades de comprensión para esta misma patología. No creo
cuantitativa, sino integrativa, en el momento en que el aparato que sea necesario extenderme con respecto a ello. Sin embargo,
logra su constitución definitiva. hay un punto que atañe al tema que vengo exponiendo, y cuya
Por supuesto que esta diferencia con Melanie Klein, que profundización me preocupa: el problema de la especificidad
señalo, no opera simplemente en relación con las defensas, sino sintomática.
que se dirige a marcar la apertura de dos grandes problemá- El primer caso que Maud Mannoni nos presenta es el de un
ticas: por un lado, la diferencia entre inconsciente originario e niño de once años incapaz de seguir el nivel de una clase de
inconsciente desde los orígenes y, por otra parte, el papel del cuarto grado; las dificultades se plantean específicamente en
otro humano en la constitución del sujeto y el problema de la aritmética. El niño ha sido objeto de consultas médicas desde
constitución de la tópica psíquica en el marco de una tópica in- los cuatro años (no se dice por qué). A partir de la frase inicial:
tersubjetiva. No hacemos con ello sino retomar una línea que «Fíjese, tengo un hermano ingeniero y un hijo como este»,
viene desde Freud mismo. El modelo de «Duelo y melancolía», Maud Mannoni se dedica a trabajar los detalles de la historia
vigente en la segunda tópica (por ejemplo, en el tercer capítulo de la madre, su orfandad de padre desde la edad de catorce
de El yo y el ello), mostró el carácter estructurante que tiene años, la debilidad y sometimiento a una madre fálica, la som-
para el sujeto humano la relación con el otro. bra de esta abuela sobre la pareja que ella constituye con un
Encontramos en los desarrollos de Winnicott la misma hombre débil y tímido. El niño ha tenido trastornos de lenguaje
preocupación. Dice en Realidad y juego: «Cuando el bebé se en- desde que empezó a hablar; tiene una relación simbiótica con
cuentra con la creciente tensión de necesidad, al principio no se su madre, toda agresividad le está prohibida, el ideal paterno
puede decir que sepa qué objeto ilusorio debe crear. En ese mo- propuesto por la madre al hijo es el tío materno. La imagen del
mento se presenta la madre. En la forma corriente le ofrece su padre aparece en segundo plano, no cuenta. ¿De qué se trata en
pecho y su ansia potencial de alimentarlo . . . Hay una superpo- realidad? -dice la autora-, «¿de una insatisfacción de la ma-
sición entre lo que la madre proporciona y lo que el bebé puede dre como hija? ( ... ) A esta madre depresiva, a quien nunca lo-
concebir al respecto. Para el observador, este percibe lo que la gra satisfacer, intenta ocuparla, al menos, mediante sus fraca-
madre le presenta, pero eso no es todo ... No hay intercambio sos y su conducta fóbica, la que aparece aquí más como la ex-
entre él y la madre. En términos psicológicos, el bebé se ali- presión del deseo materno que como una enfermedad propia
menta de un pecho que es parte de él, y la madre da leche a un del niño».
bebé que forma parte de ella. En psicología, la idea de inter- Así aparece Frani;ois como niño juguete, librado a las muje-
cambio se basa en una ilusión del psicólogo».2 Entre la tópica res de la casa «para estar tranquilo» (palabras del padre). 4
del vínculo, o la tópica edípica, y la tópica del sujeto, oscilan en El texto que estamos viendo gira alrededor de la posición
general las corrientes clásicas. del niño en relación con el deseo materno. No conocemos en qué
Por ejemplo, tomemos un texto que coloca el acento, justa- consistieron los trastornos del lenguaje mencionados, qué ca-
mente, en el punto opuesto que Melanie Klein. Me refiero a La racterísticas tuvo la escolaridad hasta el momento de la consul-
primera entrevista con el psicoanalista, de Maud Mannoni. 3 El ta, cómo son sus relaciones con los otros niños, cómo se coloca
trabajo de Maud Mannoni, apoyado en la teorización lacania- en este momento de su vida frente al desarrollo puberal.
na, es deslumbrante. Marcó en nuestra formación una revolu- Si, evidentemente, hay un salto entre el motivo de consulta
y el material clínico expuesto, pensamos que esto es legítimo en
tanto se busca una respuesta psicoanalítica y no una respuesta
2
Véase D. W. Winnicott, R ealidad y juego, Buenos Aires: Granica Editor, estrictamente sintomática.
1972.
3
M. Mannoni, La primera entrevista con el psicoanalista, Buenos Aires:
Granica Editor, 1973. 4 !bid ., págs. 47-8.

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Sin embargo, algo nos deja en duda: ¿De qué se trata en Y Maud Mannoni propone: «¿Qué puede hacer el analista
realidad?, dice Maud Mannoni. más que esperar? Si fuerza en este caso un psicoanálisis, que
«De una insatisfacción de la madre como hija». afecta a problemas tan esenciales a nivel de la pareja, se corre
En realidad (lo subrayamos), ¿de qué? el riesgo de que se planteen dificultades de otro tipo.
Porque una insatisfacción de la madre como hija puede pro- »En lo inmediato, queda al menos la posibilidad de verbali-
ducir en otro caso una fobia grave, una sintomatología obsesi- zar al niño (ante los padres) su situación y la significación de
va, un cuadro de agresividad, etcétera. Y aún más: desde los sus fracasos escolares». Y en nota al pie relata: «Le explico al
trabajos sobre la sexualidad femenina que abrieron esta pro- niño que sus fracasos escolares no se deben a una deficiencia
blemática en Freud, ¿cuál es la madre que no está insatisfecha intelectual. Adquieren sentido en relación con la forma en que
como hija? Podríamos plantearnos, llevando esto hasta sus creció, protegido contra todo lo vivido por una madre huérfana
últimas consecuencias, que una mujer que estuviera satisfecha de padre desde pequeña. "Si mamá hubiera tenido un papá,
como hija tal vez no se plantearía ser madre. tendría menos miedo de que su marido se convirtiese en un
Por supuesto que hay tipos y grados de insatisfacción, pero papá demasiado enojado. La cólera de papá te habría ayudado
este no es el tema a abordar aquí. Lo que sí podemos señalar es a convertirte en hombre, en lugar de seguir siendo el bebé que
un interrogante: ¿cuál es la especificidad del conflicto que pone siente los miedos de mamá"».
en marcha al síntoma? Es decir: ¿por dónde debemos explorar ¿Tiene derecho el psicoanalista, en una primera entrevista,
para encontrar el rumbo que nos permita entender el motivo de a dar a un paciente una explicación totalizadora que funcione
consulta? como una racionalización? ¿Es que a un niño de once años con
Por supuesto que no somos tan ingenuos como para pensar sintomatología específica se le puede plantear que su conflicto
que el motivo de consulta sea el motivo de consulta de la prime- es efecto de que «a su madre le faltó un padre»? Si entendemos
ra entrevista. Pero tampoco nos sentimos obligados a dar una mecánicamente que «el Inconsciente es el discurso del Otro»,
respuesta inmediata. La matriz teórica de la cual parte Maud cuando un niño presenta un síntoma, no importa cuál, ni qué
Mannoni para formular el problema en los términos antes cita- edad tenga, ni cuál sea la estructura psíquica, esto se deberá a
dos es su comprensión de la patología infantil tal como aparece un conflicto en relación con el deseo materno. Pero si el sínto-
presentada en su texto El niño, su enfermedad y los otros, 5 en ma tiene como único sentido, o, para ser menos taxativos, como
el cual coloca al niño en el movimiento que se constituye desde sentido principal, satisfacer a una madre depresiva, tenerla
el deseo de la madre. Si «el Inconsciente es el discurso del Otro», ocupada por medio de fracasos y fobias, ¿no se considera de es-
cuando la madre habla encontramos en su propio discurso la ta manera una intencionalidad sintomática que se constituiría
explicación de la significación sintomática. Esto, tanto desde lo como beneficio secundario centralmente, antes que como reso-
que dice, como desde lo que no dice. lución en el marco de la economía libidinal intrapsíquica?
Y podríamos agregar: estamos parcialmente de acuerdo. Su Sin embargo, la teorización que Maud Mannoni nos propo-
propuesta tiene el mérito de emplazar al sujeto en una línea de ne como «actitud» frente a la consulta es absolutamente válida:
intersubjetividad que define las líneas por las cuales se abri- «En el psicoanálisis de niños, en la primera consulta, estamos
rán, a grandes trazos, los movimientos que habrán de permi- sometidos a la demanda de los padres, que puede ser urgente y
tirnos entender la constitución de su propio aparato psíquico. grave. Existe entonces, frente a los padres, una tendencia a to-
Sin embargo, en el caso que estamos viendo, ¿no se anula el mar una posición de psiquiatra o de psicopedagogo, y se corre el
concepto de inconsciente como sistema intrapsíquico? ¿No se riesgo de dejar escapar la dimensión esencial que es, justamen-
termina remitiendo el conflicto a una tópica intersubjetiva que, te, la aprehensión psicoanalítica del caso. Manteniéndose en el
si puede ser generadora de patología, no alcanza para explicar rol de analista, el profesional puede evitar las orientaciones
las peculiaridades del conflicto psíquico? apresuradas, el colocar precipitadamente al niño en un Hogar
o en un Instituto, puede intentar que una verdad sustituya a
5 M. Mannoni, El niffo, su enfermedad y los otros, Buenos Aires: Nueva Vi-
una mentira. No todas las consultas conducen a la l.ndicación
sión, 1976.
de un psicoanálisis, pero en todas, sin duda, es posible salva-

26 27
guardar la dimensión psicoanalítica, e incluso ayudar con ella Hemos esbozado algunas ideas respecto de la propuesta de
al pediatra o al médico de cabecera de la familia». Maud Mannoni. Retomemos el concepto de metábola que La-
Y estamos de acuerdo. No todas las consultas conducen a la planche propone: «El inconsciente del niño no es directamente
indicación de un psicoanálisis. ¿En cuáles, entonces, es adecua- el discurso del Otro, ni aun el deseo del Otro. Entre el compor-
do hacerlo? Y más aún, de no practicarse un análisis indivi- tamiento significante, totalmente cargado de sexualidad (lo
dual, ¿cuál es la estrategia terapéutica adecuada a proponer? cual se pretende siempre, nuevamente, olvidar), entre este
¿En qué momento podemos decir que nos encontramos frente a comportamiento-discurso-deseo de la madre y la representa-
un síntoma infantil? En El psicoanálisis precoz, Diatkine y Si- ción inconsciente del sujeto no hay continuidad, ni tampoco pu-
mon6 formulan el concepto de neurosis infantil en los siguien- ra y simple interiorización; el niño no interioriza el deseo de la
tes términos: «El concepto de neurosis y al mismo tiempo el de madre». «Entre estos dos "fenómenos de sentido"(. .. que son,
la cura psicoanalítica supone la internalización del conflicto, es por una parte, el comportamiento significativo del adulto, y es-
decir una contradicción entre el yo, el ello y el superyó. ¿A par- pecialmente de la madre, y el inconsciente, en vías de constitu-
tir de qué fase o de qué proceso se puede hablar de internaliza- ción, del niño) está el momento esencial que debe llamarse "des-
ción?». La pregunta que se hacen la compartimos; el concepto cualificación". El inconsciente (. .. ) es el resultado de un me-
de neurosis sólo puede definirse como intrapsíquico. Sin em- tabolismo extraño, que, como todo metabolismo, implica des-
bargo, hay un matiz que nos interesa dejar sentado: hablar de composición y recomposición; por algo hablamos aquí frecuen-
internalización del conflicto implicaría partir de dos unidades temente de incorporación, porque la incorporación se parece
diferenciales; en determinado momento, sobre la base de la in- más a su modelo metabólico de lo que se cree habitualmente». 7
teracción que se genera entre ellas, una internaliza lo que Esta sustitución de la fórmula del Coloquio de Bonneval, en
primero se dio «afuera», es decir en la otra. En ese sentido la tó- que Laplanche considera la «contigüidad y similitud como re-
pica paradójica que Winnicott propone nos parece más adecua- cortes de la vida antes de ser dos direcciones de lenguaje», pone
da porque, como antes señalamos, borra lo interno y lo externo en relación este concepto de metabolización con la fundación
como a priori. Dejamos entonces de lado la utilización de las del inconsciente. Se trata entonces de retomar dos direcciones:
nociones adentro-afuera (salvo como categorías descriptivas), y 1) ubicación del conflicto en la infancia en la tópica intersubje-
ubicamos el problema como un campo de diferenciación progre- tiva; 2) ubicación del conflicto en estricto sentido sintomático,
siva que se produce en relación con una tópica que se constitu- en la tópica intrasubjetiva del aparato psíquico.
ye en el marco del Edipo y cuyo momento privilegiado de dife- Sin embargo, el sujeto no se «crea de la nada» a partir de la
renciación es, para el sujeto, la represión originaria. represión originaria. La simbolización primordial no es equiva-
El concepto de metábola, que propone Laplanche, nos pa- lente a la represión primordial. «En esta región oscura de los
rece, en tal sentido, altamente operativo. El inconsciente es orígenes y de la génesis, hay lugar para una especie de consti-
afectante (affectant), nos propone. El yo, afectado (affecté). En tución de un primer fantasma que no sería aún exactamente
la clínica de niños, en el momento de la consulta, ¿dónde está lo reprimido, tampoco aún exactamente inconsciente, y que es-
afectante, dónde lo afectado? taría destinado, en un segundo tiempo, a la represión».8
En Melanie Klein no hay dudas a este respecto; el objeto ini- Ahora bien, teniendo en cuenta todos estos elementos, en la
cial (como objeto fuente) aparece afectando al sujeto que desde infancia: ¿abordaje del inconsciente para el diagnóstico y la
el yo se defiende. Y el inconsciente, puesto que funciona desde elección de estrategia terapéutica?, ¿o abordaje del aparato en
los orígenes, puede ser analizado precozmente. Para Melanie constitución?
Klein, en tanto hay angustia, hay inconsciente. En mi opinión, Si 1) el aparato implica dos sistemas, dos modos de funcio-
esto no es tan claro, o cuando menos tiene que ser desarrollado namiento y dos contenidos, y está signado por relaciones de
dentro de los marcos de la conceptualización en que aquí nos
7 J. Laplanche, «La référence a l'inconscient», en L'inconscient et le i;a . Pro-
manejamos.
blématiques N, París: Presses Universitaires de France, 1981. El inconsciente
y el ello, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1987.
6 México: Siglo XXI, 1975. 8 !bid.

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conflicto; y si 2) el preconsciente no se funda a partir del incons- En este sentido la identificación primaria y secundaria, y la
ciente sino que cada sistema está en correlación con el otro, no represión originaria, son parámetros de esta constitución.
hay análisis del inconsciente, no hay formación de síntomas en Ahora bien, esto no pasa de ser una formulación general,
sentido psicoanalítico, antes de la constitución de este aparato. salvo que lo podamos hacer jugar en la exploración clínica. Las
Pero, ¿qué hay, entonces? Porque esta conclusión parecería lle- pre-psicosis infantiles son un campo privilegiado para hacerlo.
vamos a la parálisis. O aún más, ¿cuáles son los requisitos de ¿Por qué utilizo el término de pre-psicosis? Porque si para las
constitución y funcionamiento de este aparato? psicosis el mecanismo que aparece como definitorio de la es-
Hablar de requisitos de formación del aparato parecería de- tructura psicótica es la forclusión, que da lugar a la alucinación
jarnos, sin posibilidad de escape, en una postura normativi- y al delirio, las psicosis infantiles (las grandes psicosis infanti-
zante. Normal, normativizar, todo nos remite a las normas. Y les, como el autismo de Kanner y la psicosis simbiótica de Mah-
en ese sentido se abren dos grandes direcciones: el concepto de ler) son como movimientos fallidos, no logrados, en la constitu-
normalidad, que se atendría a la norma, social o como modelo ción del sujeto. Pero a la vez, si pensamos en que el sujeto está
del desarrollo (según lo propone Anna Freud), o algo que yo no en el momento de su constitución, la intervención terapéutica
podría denominar aún, pero que hace a los prerrequisitos bási- aún puede modificar el curso de los acontecimientos y ser
cos del funcionamiento del psiquismo. Algunas preguntas pue- productora de salud.
den ordenar nuestra búsqueda: En tal sentido podría decir, a través de la experiencia, que
1) ¿Hay relación entre el Edipo y la fundación del aparato? en el autismo precoz, o autismo primario, lo que se produce es
2) ¿Hay relación entre la constitución de las estructuras una no-constitución del yo-representación, mientras que en las
cognitivas y el ordenamiento del sujeto sexuado en la infancia? psicosis simbióticas el sujeto no puede desabrocharse del objeto
3) Si la constitución del superyó introduce una legalidad en materno con el cual la representación se ha soldado. Es como si
el psiquismo, ¿de qué orden es la ausencia de esa legalidad o su la membrana representacional yoica englobara a ambos obje-
no instauración, en relación con todos los trastornos de simbo- tos, niño-madre, y la efracción de esta membrana produjera un
lización que encontramos en los niños? dolor insoportable que pusiera en riesgo de desintegración a es-
4) ¿Hay alguna correlación entre la lógica de la castración y ta estructura simbiótica.
la lógica del pensamiento? Un ejemplo clínico: en general todos los niñitos lloran los
primeros días cuando son dejados en el jardín de infantes. Los
En caso de que estas preguntas propuestas sean respondi- niños fóbicos se agarran desesperadamente de la madre en la
das afirmativamente, tendremos que demostrar clínica y teóri- puerta de la escuela y tratan de no ser separados de esta. El ni-
camente de qué manera esto se produce. ño simbiótico hace lo mismo. ¿Cómo diferenciarlos, entonces?
Sin embargo, volveré sobre el problema de la constitución La experiencia me ha demostrado que mientras que el niño fó-
del sujeto en el marco del Edipo o de lo que llamaremos la tópi- bico espera atentamente el momento de la salida y busca con
ca intersubjetiva para ver cómo hacer jugar estas cuestiones. los ojos a la madre entre la gente que espera, el niño simbiótico
En primer lugar señalaré que, en términos generales, me hace una desconexión durante el día de trabajo (podríamos de-
parece fecundo retomar el planteo de Lacan acerca de los tres cir una regresión autista), no busca con la mirada a la salida,
tiempos del Edipo para marcar los movimientos de constitu- no se atropella ni intenta reencontrar a la madre. ¿Por qué?
ción del sujeto, así como la propuesta de clasificación de la pa- Porque no tiene la representación diferenciada del objeto de
tología en tres grandes áreas: psicosis, perversión y neurosis. amor. Podríamos decir que la separación ha generado hostili-
En mi opinión, estos tres tiempos marcan privilegiadamen- dad; y esta hostilidad, intensas ansiedades persecutorias (así
te los grandes movimientos por los cuales debe pasar el sujeto sería posible hacerlo desde una perspectiva kleiniana); sin em-
psíquico en estructuración a partir de la tarea fundamental a bargo, desde la perspectiva que estoy proponiendo, el objeto
afrontar en los primeros años de la vida: el desprendimiento de funciona en la medida en que es parte del sujeto, y ne funciona,
la madre y la constitución de una estructura singular que le se convierte en extraño, a partir de la separación. Desde este
permita ubicarse en el mundo en tanto sujeto. punto de vista la diferencia radica en concebir en el comienzo al

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objeto como externo al sujeto o no, como enfrentado o no a este, queña tiene tres años y medio y en los últimos meses ha mani-
o concebirlo como diferenciándose en el seno de una matriz que festado algunos rituales obsesivos precoces, lloriqueo constan-
los engloba y que adquiere formas simbólicas (desplazadas) del te, y un marcado pegoteo a la madre, de la cual no se puede
cuerpo real. separar.
Narcisismo e identificación narcisista en los orígenes de la Por razones que me parece innecesario detallar aquí, elijo
vida, constitución de la representación del yo, ligazón a lama- como estrategia terapéutica sesiones de binomio madre-hija
dre, son prerrequisitos necesarios para la constitución del suje- (dos semanales) acompañadas de entrevistas mensuales con
to. Y aunque no haya una cronología, hay una etapa necesaria los padres. En pocas semanas de tratamiento comienzan a pro-
para que esto se produzca. ducirse cambios: empieza la niña a manifestar conductas agre-
Separación de la madre, castración del segundo tiempo del sivas hacia la hermanita, aparecen movimientos de separación
Edipo como Lacan propone, son movimientos definitorios en la de la madre y un esbozo de rivalidad edípica con relación a esta.
organización de las identificaciones secundarias, de la elección Pero el punto al cual quiero llegar es el siguiente: un día, a
de objeto y de la instauración del superyó como forma definito- los cuatro meses de tratamiento, hacia el final de una sesión en
ria de constitución del aparato psíquico. la cual la pequeña había manifestado una serie de fantasmas
¿Hay posibilidad de explorar estos elementos clínicamente relacionados con su posición hacia el padre y con el セウ・ッ@ de
en la infancia? Y, de ser así, ¿cuáles son las vías adecuadas pa- tener un niño de este, tal como la mamá lo había hecho, dijo es-
ra hacerlo? ta frase: «Mami, ¿te acordás cuando yo era chiquita?». Eviden-
Aparecen en la literatura psicoanalítica contemporánea temente, discurso absurdo para quien lo escuchara emitido por
preocupaciones respecto del concepto mismo de infancia. Un una niñita que aún no ha comenzado su escolaridad. Sin em-
texto reciente, el número dedicado a «L'enfant» de la Nouvelle bargo, algo se había producido en relación con el tiempo: una
Revue de Psychanalyse, ejemplifica la variada gama que esta historización que marcaba un corte que posibilitaba ordenar
problemática puede implicar. Desde la ubicación del niño en un antes y un después, un pasado y un presente; que arranca-
relación con los lugares que se le fueron asignando en la histo- ba a la niña de la posición cristalizada en la cual había llegado
ria (Entretien avec Philippe Aries, en el cual participan J.-B. al tratamiento. La observación de los pequeños movimientos
Pontalis y F. Gantheret), hasta un texto de René Diatkine, cuyo de constitución del psiquismo infantil pasa casi por lo imper-
título no deja de ser sugestivo, Le psychanalyste et l'enfant ceptible.
avant l'apres-coup, ou le vertige des origines [El psicoanalista y Lacan plantea en «El estadio del espejo» que «en ese punto
el niño antes del apres-coup, o el vértigo de los orígenes].9 An- de juntura de la naturaleza con la cultura(. .. ) sólo el psicoaná-
tes del apres-coup. Diatkine se refiere claramente a que la lisis reconoce ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor
preocupación del psicoanálisis por el niño comenzó a partir del debe siempre volver a deshacer o cortar de un tajo». 10 Nudo de
descubrimiento freudiano según el cual la neurosis del adulto servidumbre imaginario el que liga el niño a la madre en los
actualizaba, de alguna manera, una neurosis infantil. Pero, orígenes, y que se conserva como estructura intrasubjetiva en
desde la perspectiva que nosotros estamos planteando, ¿cuán- el narcisismo.
do y dónde comienza el apres-coup de la infancia? Y cuando ha- Yo hablaba antes de un campo, de una tópica en la cual el
blamos de apres-coup, ¿lo hacemos en relación con el incons- niño encuentra los movimientos para su constitución. Las
ciente mismo, estamos hablando en algunos casos del precons- «funciones» que Lacan propone (función materna, función
. ciente, o tendríamos que referirnos a las relaciones entre am- paterna, hijo, falo) en la estructura del Edipo, son modelos a ex-
bos sistemas? Y, de ser así, ¿en qué caso? plorar en relación con esta tópica por la cual el niño se despla-
Voy a relatar una experiencia: una niña es traída a consulta za. Sin embargo, es un error, en mi opinión, tomarlos como ele-
a raíz de una serie de trastornos (que no llamaré síntomas por
ahora) producidos por el nacimiento de una hermanita. La pe-
lO J. Lacan, «El estadio del espejo como formador de la función del yo Uel tal
:omo se nos revela en la experiencia psicoanalítica», en Escritos l, México:
9 «L'enfant», Nouvelle Revue de Psychanalyse, París, nº 19, 1979. Siglo XXI, 1972.

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dre embarazada se encontraba transitoriamente en Israel. La
mentos «puros», en el sentido de los a priori kantianos. El niño madre relata el parto de Sebastián como una experiencia terri-
no «realiza» el deseo materno como la Historia no encarna la ble, en la que pudo ser ayudada por una partera argentina con
Idea absoluta. La idea de «referencia al deseo materno» debe la que, afortunadamente, logró comunicarse, porque era la úni-
ser retrabajada y repensada en el campo de esta tópica en la ca persona que hablaba español en la maternidad, y dice que le
cual los movimientos de la historia no están predeterminados, «Cortaron la lactancia cuando el niño nació para darle alimen-
sino sólo esbozados como rutas posibles. tación artificial». Como ella no era judía no circuncidaron al
Voy a tratar de exponer brevemente el caso de un niño, que niño, lo cual les trajo serios problemas de vinculación en el ho-
puede ubicar más concretamente algunas de las líneas que tel de inmigrantes donde se alojaban, situación que los llevó a
propongo desarrollar en este trabajo. dejar el país cuando Sebastián tenía menos de dos años.
En octubre de 1974, una de las preguntas que me planteó la En abril de 1973 la madre queda embarazada de un segun-
consulta de los padres de Sebastián, cuando el niño tenía sólo do hijo y en septiembre del mismo año, cuando Sebastián tiene
veintiocho meses de edad, fue: ¿desde qué parámetros podemos quince meses, la casa en la cual viven es bombardeada en un
definir el momento adecuado en que un sujeto puede ser pasi- ataque aéreo. Dos días después el niño comienza a llorar y vo-
ble de un tratamiento psicoanalítico que tenga características mitar y tres semanas más tarde se trasladan a la Argentina.
\
de tal, garantizando la mínima racionalidad que nuestro que- Al mes comienzan los primeros síntomas preocupantes: Se-
hacer demanda? bastián, reiteradamente, abre la boca, grita y luego se pone
Ustedes saben que este no es un problema que se plantee tenso, haciendo un gesto de horror que dura algunos minutos.
cuando uno trabaja con una concepción kleiniana del psicoaná- Dos meses más tarde Sebastián empieza con sus primeras dia-
lisis de niños. La concepción que maneja Melanie Klein del rreas a repetición. La adquisición del lenguaje se detiene a par-
inconsciente, como un sistema, si se nos permite la expresión, tir del nacimiento del hermano (a los veinte meses de edad del
presente desde los orígenes de la vida, no plantea cuestiones de niño).
este orden. Sin embargo, yo ya conocía las ideas desarrolladas La primera pregunta que me hice cuando me enfrenté con
por Lacan y las contribuciones respecto del carácter de la re- este material fue la siguiente: ¿se podían considerar los sínto-
presión originaria propuestas por Laplanche y Leclaire en el mas de Sebastián como verdaderos síntomas en sentido psico-
Coloquio de Bonneval. . . Había leído La primera entrevista con analítico? ¿Eran, en tal caso, un producto transaccional, una
el psicoanalista, de Maud Mannoni; en fin, como el lector com- formación del inconsciente? ¿Expresaban un conflicto intersis-
prenderá, tenía más preguntas que una técnica en la cual apo- témico?
yarme. Esto, que a primera vista es un problema de orden teórico,
El motivo de la consulta por Sebastián no fue un síntoma tenía para mí una profunda connotación clínica; el tipo de indi-
determinado, sino la sensación general de los padres de que cación terapéutica iba a depender de su elucidación. Tratar al
«algo andaba mal», de que «no sabían qué hacer con el niño». niño individualmente, tratar a los padres, hacer un grupo fa-
Estaba decididamente agresivo y celoso con su hermano me- miliar, una terapia madre-hijo, todas las posibilidades eran
nor, de ocho meses: le pegaba, sólo se alimentaba con la misma igualmente válidas desde distintas perspectivas de aproxima-
comida con que alimentaban al bebé. Había tenido una serie de ción teórico-clínica al paciente.
trastornos somáticos: diarreas a repetición, otitis, infecciones Pero, ¿quién era mi paciente? ¿Este niño que no había sa-
en la garganta, ante los cuales el pediatra recomendó una con- lido nunca del medio familiar ni para ir a un jardín de infantes,
sulta psicológica. Se quejaba, lloraba constantemente, estaba que no poseía lenguaje todavía, sino dos o tres sonidos, y se ex-
«Cargoso», andaba permanentemente detrás de la madre; «no presaba solamente por el llanto, que parecía aún estar sumido
te deja vivir», decía esta. Se negaba a dormir en su propia cama en el universo materno? ¿O esa madre débil, carenciada, que
y aun si lo hacían dormirse en la habitación de los padres se engordó dieciocho kilos durante el embarazo y que vivió el par-
despertaba cuando lo trasladaban a su propia habitación. to como si le hubieran querido robar al hijo; que añoraba a su
Algunos elementos de la historia: el niño es hijo de un ma- propia madre radicada en el Uruguay, y que a partir del naci-
trimonio joven, uruguayo, que en el momento de quedar lama-

35
34
miento del segundo hijo entró en un estado de frigidez que le consecuencias del proceso de la represión serán la creación de
impedía gozar en sus relaciones matrimoniales? ¿O el padre, sustitutivos y el dejar síntomas detrás de sí.
quebrado, ausente, que se identificaba con Sebastián en la agre-
sividad hacia el hermano menor - siendo él mismo hermano Volvamos ahora a Sebastián y sus «síntomas».
mayor- , incapaz de ponerle al niño ningún límite porque toda La agresión y los celos hacia el hermano pueden ser consi-
situación represiva lo colocaba en posición de verdugo? Padre derados dentro de lo que Freud postula como conductas no neu-
que no sabía qué hacer con ese hijo pequeño del cual se pregun- róticas. «Vale decir que no podemos designar como síntoma la
taba si no era hora de enseñarle a leer cuando el niño aún no angustia de esta fobia; si el pequeño Hans, que está enamorado
hablaba, porque no podía comunicarse con su hijo, cachorro to- de su madre, mostrara angustia frente al padre no tendríamos
davía. ¿O el vínculo de ambos padres, desconcertados frente al derecho alguno a atribuirle una neurosis, una fobia. Nos en-
mundo, dependientes, en el cual cada uno de ellos esperaba en- contraríamos con una reacción afectiva enteramente compren-
contrar en el otro la imagen de la madre y el padre ausentes, y sible. Lo que la convierte en neurosis es, única y exclusiva-
que se llenaban de hostilidad cuando cada uno no respondía a mente, otro rasgo: la sustitución del padre por el caballo. Es,
la demanda del otro? pues, este desplazamiento lo que se hace acreedor al nombre de
Comencemos por definir al «paciente», motivo manifiesto de síntoma. Es aquel otro mecanismo que permite tramitar el con-
la consulta, tratando de determinar si los síntomas antes men- flicto de ambivalencia sin la ayuda de la formación reactiva». 12
cionados son realmente tales. Freud define en Inhibición, sín- La agresión y los celos de Sebastián hacia su hermano son
toma y angustia (1926) al síntoma como el símbolo sustitutivo un emergente directo de la hostilidad que la aparición de un ri-
de una no lograda satisfacción pulsional, planteando que esto val en el amor materno le produce y en tal sentido pueden ser
es el resultado del proceso de la represión. Dice: «.. . la mayoría comprendidos. Lo que no puede ser tan claramente comprendi-
de las represiones con que debemos habérnoslas en el trabajo do es el horror que siente la madre frente a ello, que coloca al
terapéutico son casos de "esfuerzo de dar caza" [Nachdriingen] . niño en una posición casi de «criminal», y la complicidad antes
Presuponen represiones primordiales [Urverdriingungen] pro- señalada del padre con el hijo.
ducidas con anterioridad, y que ejercen su influjo de atracción Por otra parte, por razones que luego señalaré, el hermano
sobre la situación reciente. Es aún demasiado poco lo que se sa- rival aparece emplazado en la línea del doble transitivo dentro
be acerca de esos trasfondos y grados previos de la repre- del campo especular, marcando un corte que se puede ubicar en
sión» .11 Y agrega que la represión surge cuando: a) una percep- los términos que define Lacan en El estadio del espejo: «Este
ción externa despierta una moción pulsional indeseable, y b) momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la
cuando tal impulso emerge en el interior sin estímulo externo identificación a la imago del semejante y el drama de los celos
alguno. De esta manera, el síntoma surge de la moción pulsio- primordiales (tan acertadamente valorizado por la escuela de
nal obstruida por la represión. Charlotte Bühler en los hechos de transitivismo infantil), la
En la Metapsicología postula que la represión no es un me- dialéctica que desde entonces liga al yo [je] con situaciones
canismo de defensa originariamente dado sino que, por el con- socialmente elaboradas». (Escritos I, pág. 16.)
trario, no puede surgir hasta después de haberse establecido Y las diarreas a repetición, ¿no parecen corresponder a ese
una precisa separación entre la actividad anímica consciente y mecanismo arcaico, signado por el yo-placer que Freud descri-
la inconsciente. Su esencia consiste exclusivamente en mante- be en Pulsiones y destinos de pulsión, mediante el cual el sujeto
ner alejados de la conciencia a determinados elementos. separa y arroja al mundo exterior, en un movimiento que será
Estos conceptos tienen su complemento en la hipótesis de un precursor de la proyección, los aspectos displacenteros?
que antes de esta fase serán los restantes destinos de la pulsión Pero, ¿qué ocurre con el pánico nocturno? La madre relata
-transformación en lo contrario y vuelta sobre sí mismo- los que cuando ponen al osito de Sebastián en la cama, en la que
que regirán la defensa frente a las mociones pulsionales. Las este se niega a dormir, llora angustiado y trata de recuperarlo.

11 S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia, op. cit., pág. 90. 12 Jb id ., págs. 98-9.

36 37
Hay algo que pasa en esa cama, espacio en el cual lo que produ- ción, agrega, es el que hemos descripto, siguiendo a Freud, co-
ce pánico se activa. mo represión originaria; siguiendo a Lacan, como metáfora.
En la segunda entrevista la madre me cuenta que, luego del Lo que me interesa señalar, en relación con esta formula-
bombardeo sufrido por la casa en Israel, esa misma noche se ción que ha tenido variaciones en los últimos seminarios de «La
retiraron a una habitación trasera, ya que el dormitorio estaba référence á l'inconscient», es la precisión de un tiempo, primer
al frente y era peligroso permanecer en él, y Sebastián durmió nivel de simbolización, que sólo encontrará su destino definiti-
en una cunita colocada al lado de la cama de los padres. Esa no- vo cuando, mediante la fijación de la pulsión a través de la re-
che, estos tuvieron una relación sexual que fue interrumpida presión, esta quede prendida en ciertas redes que limiten su
debido al llanto de Sebastián, a quien creían dormido, y al cual oscilación indefinida.
no pudieron calmar durante largo rato. Tal vez podríamos decir que en esta aproximación que esta-
Freud pone a discusión, en El Hombre de los Lobos, la teoría mos haciendo al sujeto en constitución, los tiempos míticos no
que intenta explicar los fantasmas primordiales de la neurosis son construcciones, son movimientos reales de estructuración
en su relación con las escenas originarias de épocas arcaicas. del sujeto psíquico que, aun cuando no podamos capturar en su
Se inclina allí por la construcción de la neurosis en dos tiempos, subjetividad, podemos cercar como se cerca un elemento en la
y en realidad el tiempo del deseo y la elección de neurosis es el tabla periódica de Mendeleiev antes de que el elemento mismo
segundo. Los momentos previos aparecen como jalones signifi- sea descubierto. Tal vez no podemos tocarlo, ni verlo, pero sí po-
cativos, pero no es un continuo que se incrementa hasta de- demos conocer su peso específico, su densidad, su efecto, su
sembocar en el síntoma, sino la reorganización y resignifica- combinatoria. Son los momentos que podríamos llamar consti-
ción de los contenidos previos -compleja red de huellas mnési- tutivos del inconsciente.
cas- lo que determinará la elección de neurosis. Volviendo a «La référence a l'inconscient», Laplanche seña-
Pero es claro que, hasta que el síntoma se desencadena, un la que el inconsciente aparece como compuesto de elementos
largo recorrido ha de ser transitado por el sujeto: constitución separados, discretos, suerte de átomos. Y dice que podríamos
de los fantasmas originarios -seducción, castración, escena desconfiar de esta apreciación nuestra porque esta presenta-
primaria-, instauración de la represión, constitución del len- ción atómica del inconsciente podría ser el simple resultado de
guaje, aparición de los procesos de condensación y desplaza- nuestro abordaje metodológico. Concluye: «Admitamos, sin em-
miento en las formaciones del inconsciente. bargo, este carácter separado de las unidades del inconsciente
En «El inconsciente, un estudio psicoanalítico», Laplanche sin entrar a considerar la cuestión del origen de estas unidades:
plantea: «El origen del inconsciente debe buscarse en el proce- ¿qué deben ellas a unidades perceptivas, a fenómenos de gues-
so que introduce al sujeto en el universo simbólico. Podrían talt, de forma (el pecho, el objeto parcial... ), y qué conservan
describirse, en abstracto, dos etapas de este proceso. En un pri- del recorte de la estructura de lenguaje, de las unidades signi-
mer nivel de simbolización, la red de las oposiciones significan- ficantes?» .14
tes es lanzada sobre el universo subjetivo, pero ningún signifi- Entre el momento del bombardeo y la presentificación de la
cado particular queda atrapado en una malla particular. Lo escena primaria, por un lado, y el nacimiento del hermano, por
que se introduce, simplemente, con este sistema coextensivo a otro, algo ha pasado con Sebastián. Los síntomas se desencade-
lo vivido, es la pura diferencia, la escansión, la barra: en el ges- nan entre estos dos episodios, síntomas que tienen un doble ca-
to del fort-da, el borde de la cama. Se trata allí, hay que repetir- rácter: durante la primera etapa, aparición de angustia -lla-
lo, de una etapa puramente mítica, pero los fenómenos del mémosla liberada: llanto inmotivado--- y de los cuadros somá-
lenguaje psicótico muestran que puede resurgir aprés-coup en ticos a repetición; durante el segundo período, fobia nocturna
la "regresión", bajo la forma del shif't indomeñable de una pare- (más específicamente, fobia a su propia cama), detención del
ja de elementos diferenciales». 13 El segundo nivel de simboliza- lenguaje, agudización de la simbiosis con la madre.

13 J. Laplanche y S. Leclaire, «El inconsciente, un estudio psicoanalítico», en


14 J. Laplanche, «La référence a l'inconscient», en L'inconscient et le\:ª• op.
El inconsciente (Coloquio de Bonneval), México: Siglo XXI, 1970. cit.

38 39
¿Podemos plantearnos una relación entre los «episodios La madre, por su parte, se siente aprisionada en ese vínculo
traumáticos», la aparición de modificaciones en el niño (llamé- que «no la deja vivir», en el cual se ahoga, y frente a un hijo que
moslas síntomas), y la constitución de estas representaciones la marca en una posición de fracaso como madre, generando un
básicas del inconsciente? En este sentido el trauma cobraría un monto de angustia que la hace odiarlo porque la demanda la
carácter altamente específico, debido a su inserción en el com- coloca a ella en posición de la que debe dar y no de la que recibe.
plejo conjunto de relaciones que hemos señalado. Y el padre, con su desconcierto y su impotencia, se enfrenta a la
Sebastián se encuentra, en el momento de la consulta, como función paterna más como cómplice que como padre.
vimos anteriormente, sumergido en la especularidad y el tran-
sitivismo. Cuando yo le digo «muéstrame tu pelito», se lleva la A partir de los elementos que he expuesto quisiera señalar
mano a la cabeza. Cuando la madre le dice «muéstrame tu pe- brevemente las líneas de trabajo que permitirán definir una
lito» lleva la mano a la cabeza materna. estrategia terapéutica y que me propongo desarrollar a lo largo
Llora cuando su osito es ubicado en la cama que lo asusta; él de los capítulos siguientes.
y el semejante están colocados en la misma posición y sujetos a Para encarar la situación diagnóstica desde esta perspecti-
las mismas vicisitudes. va tomaré tres elementos que serán los parámetros de defini-
Podríamos decir que se encuentra en esos momentos pre- ción del nudo patógeno:
vios a la instauración definitiva de la represión originaria, mo-
mento de los grandes movimientos pulsionales, en que la pul- 1) El modelo del aparato psíquico y su constitución.
sión puede orientarse contra el propio sujeto, transformarse en 2) La ubicación del paciente en la tópica intersubjetiva.
lo contrario. 3) Las determinaciones de la historia (en su carácter signifi-
El borde de la cama, de su cama, marca un punto límite que cante, y además tomando las correlaciones entre movimiento
lo deja inerme frente a los impulsos destructivos que vuelven sintomático y trauma).
sobre sí mismos.
El carácter terrorífico de los fantasmas se corporiza en esa En este sentido, explicitaré algunos de los procesos que pue-
cama (símbolo de la exclusión) no sólo por la significación sádi- den servir como índices para el diagnóstico.
ca que la escena primaria posee siempre, sino porque en su ca-
so singular esta escena se encuentra enmarcada en el pánico a. En relación con el modelo del aparato psíquico, la consti-
de los padres frente al bombardeo, la cara de horror de lama- tución de los procesos primarios y secundarios como diferencia-
dre, el brusco traslado a la habitación trasera. dos, con la consiguiente constitución de las formaciones del in-
¿Cómo definir una estrategia terapéutica con relación a Se- consciente: en primer lugar, síntoma, en el sentido freudiano
bastián? O, mejor dicho, y en un primer movimiento ¿cómo defi- más estricto; en segundo lugar, sueños, actos fallidos, y la fun-
nir, y desde dónde, la necesidad de una intervención terapéutica? ción de la transferencia.
En primer lugar señalemos que si hay angustia desbordan- b. En lo específico del proceso secundario, la instauración de
te, esta está localizada tanto en la madre como en el niño. El la denegación, con la consiguiente constitución del juicio.
niño sufre diariamente cuando se va a dormir, cuando se levan- Se pueden trabajar índices precursores tales como constitu-
ta, cuando en la primera consulta teme ser separado de lama- ción del no y el sí, y su ubicación precisa en relación con la es-
dre y se aferra a su falda con desesperación, cuando le dan de tructuración del sujeto.
comer a su hermano y cuando lo bañan, cuando tiene sus otitis e. El problema del lenguaje, los trastornos del uso de los pro-
y anginas a repetición. Por otra parte (lo que compromete toda nombres y la concordancia verbal son elementos que posibili-
su evolución), su lenguaje se ha detenido, lo que anula toda po- tan conocer las perturbaciones en la constitución del aparato y,
sibilidad de ingreso a un jardín de infantes. al mismo tiempo, la ubicación del mismo en la tópica intersub-
Ha establecido una membrana protectora en el interior del jetiva.
vínculo materno y cualquier elemento que venga a efraccionar d. Definido el momento de corte en la constitución del apa-
esa membrana produce intensos desbordes de angustia. rato psíquico, el estudio del carácter dominante de la defensa

40 41
dentro de los tres órdenes que propone la escuela lacaniana: re- 2. Notas para el abordaje de la constitución
negación, represión y forclusión. En I:Qi opinión, en las pre-psi-
cosis infantiles no encontramos la forclusión como mecanismo de la inteligencia en psicoanálisis
tal como aparece en las psicosis adultas, sino otros índices de
organización psicótica que pueden ser utilizados para el diag-
nóstico.
e. La ubicación del sujeto en la tópica intersubjetiva puede
ser explorada en relación con una genealogía de la castración Durante mucho tiempo creí -efecto de la similicadencia de
en la cual aparecen los fantasmas de separación de la madre los discursos- que el texto presentado por Laplanche y Le-
como momentos constitutivos de la castración fálica. claire en el Coloquio de Bonneval era un desarrollo de la teoría
lacaniana, un aporte más (lúcido, por cierto) a la teorización
Es así como el reconocimiento del lenguaje pulsional predo- que ponía en el centro, a partir de una reformulación del con-
minante y las posibilidades del sujeto de establecer nuevos cepto de inconsciente, la discusión habida con la escuela ingle-
complejos representacionales que permitan la sublimación, y sa respecto de un inconsciente entendido como puro contenido
también el proceso de esta última, deben igualmente ser toma- -phantasies inconscientes-, de lo que se derivaba una téc-
dos en consideración para establecer el diagnóstico. nica correspondiente, que consistía en la traducción simul-
Me propongo exponer en las páginas que siguen un modelo tánea.
provisional de la constitución de esta tópica. Las dificultades De esta manera, el hecho de que el texto comenzara con una
no son pequeñas; se trata de un modelo que ha de incluir, en el crítica a la teoría politzeriana del inconsciente, que reduce este
mismo movimiento, el corte de la estructura sincrónica, dando a un puro efecto fenomenológico dependiente de las variacio-
razón, a su vez, de la historia, es decir, de las determinaciones nes del campo de la conciencia; entendí ese hecho, pues, como
pasadas, reales, significantes, que la determinan. un enfrentamiento interno en el marco de la cultura francesa,
Un modelo de estas características y su puesta a prueba en una discusión que tomaba como pretexto a un autor sobre el
la clínica permitirá sortear los obstáculos que tanto el estructu- cual giraba, estando en realidad destinada a otro. Así, en mi in-
ralismo formalista como el genetismo plantean al psicoanálisis genua y principiante lectura, la polémica se dirigía a marcar la
de niños. falacia de la técnica de interpretación simultánea (y por ello
centraba el acuerdo con Lacan respecto del carácter lacunar de
la conciencia); a la necesidad de reubicar las formaciones del
inconsciente como eje del proceso analítico y, por supuesto, a re-
considerar el carácter de la represión fundante del aparato psí-
quico, la represión originaria, a partir de la metáfora paterna y
su ubicación en relación con el Edipo estructural tal como co-
menzábamos a comprenderlo.
Conocía vagamente, y sobre todo por chismes de pasillo, que
había una discrepancia planteada entre la postura propuesta
en el Coloquio por dichos autores y la concepción del incons-
ciente en Lacan, discrepancia que se resumía, desde mi punto
de vista, en lo siguiente: para Lacan el lenguaje es la condición
del inconsciente; para Laplanche -fundamentalmente--, el
inconsciente es la condición del lenguaje. El conflicto de lealta-
des que esto precipitaba en mí, unido a la dificultad para aden-
trarme en textos que se me hacían de difícil abordaje, me lleva-
ba a una r esolución fácil: el inconsciente, tal como propone La-

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can, es un efecto de las determinaciones del orden significante, te se coloca. En los últimos tiempos ¡:¡e ha publicado suficiente
del orden simbólico y, en tal sentido, es un efecto del lenguaje. bibliografía al respecto.1
Por otra parte, desde mi experiencia clínica con niños pequeños Quedaríamos sin duda limitados a la opción de brindar sim-
en los cuales la represión originaria no había terminado de plemente un modelo del decurso del conocimiento psicoanalí-
constituirse y con niños psicóticos en los cuales se evidencia- tico en los últimos veinte años, si el único sentido de lo que hoy
ban las fallas de esta estructuración, encontraba que era abso- expongo fuera mostrar el error metodológico de una lectura
lutamente coherente plantearme que el inconsciente es la con- prejuiciada del texto. No es esa mi intención, sino dedicarme al
dición del lenguaje, en la medida en que su no constitución co- problema de las opciones propuestas frente a la cuestión del in-
mo sistema alteraba todas las posibilidades de instauración del consciente y, en relación con ello, la del carácter fundante de la
discurso y explicaba muchos de los problemas descriptos por la represión originaria para su constitución.
psiquiatría clásica respecto de los trastornos del lenguaje con Tres son, desde mi punto de vista, los problemas centrales
los cuales nos encontramos en estos casos. planteados en el texto del citado Coloquio y que parten de una
De este modo conciliaba fácilmente dos posturas diversas, primera cuestión: ¿qué mutaciones implicaría, para la teoría
psicoanalítica, atribuir al inconsciente una realidad de la mis-
en la fórmula simple de que el lenguaje es la condición del in-
ma especie que la realidad de la letra?
consciente en tanto estructura, en tanto orden significante, pe-
De este primer problema deriva la siguiente proposición:
ro el inconsciente es, a su vez, la condición del lenguaje en tan-
¿se intentará esclarecer la realidad del inconsciente por la del
to habla; este intento conciliatorio no estaba lejos de las necesi-
lenguaje, objeto de la lingüística?
dades sistémicas del método que la teoría lacaniana me propor-
En segundo lugar debemos preguntarnos: ¿es asimilable el
cionaba, y respecto del cual volveré luego. Así, sencillamente,
campo del inconsciente al campo del sentido, tal como Politzer
la propuesta de Saussure de diferenciar entre lengua y habla
lo habría formulado explícitamente, o debe ser ubicado su rea-
me permitía situar dos polos de una discusión antitética en lismo --es decir su carácter de realidad propia escindida radi-
una conciliación absurda y, por supuesto, obturar las pregun- calmente del campo de la conciencia- en los términos de la tó-
tas no formulables en una explicación totalizante. Por otra par- pica freudiana: el sistema inconsciente y el sistema precons-
te, la posibilidad de separar lenguaje en sentido sistémico y ciente-consciente, como sistemas contrapuestos y en oposición,
lenguaje en sentido cotidiano, asimilable a «habla», despejaba definidos por la constitución de la represión?
la posibilidad de incluir el discurso como el elemento de la in- En tercer lugar, ¿es asimilable la noción de inconsciente a la
tersubjetividad que se define entre el sujeto y el otro para el de desconocimiento del sujeto? ¿Puede ser entonces el incons-
caso de la clínica; y en los momentos incipientes de constitución ciente efecto de la posición de sujeto, más que una estructura
del sujeto, entre este y la madre. Creía resolver de este modo definida por la represión?
otro problema teórico-clínico: el lenguaje en tanto estructura
precede al sujeto; el discurso materno constituye su inconscien-
te, y el lenguaje (entendido nocionalmente) se constituye como
un efecto del proceso secundario. Algunos elementos de aproximación
En un juego de reduplicaciones especulares, lo que proponía a los problemas planteados
Laplanche era entonces para mí sólo un agregado a lo propues-
to por Lacan; y lo que yo interpretaba, un agregado al agrega- Señalemos, en primer lugar, que la diferencia establecida
do, que permitía sortear las dificultades de la confrontación por Freud en cuanto al inconsciente en sentido descriptivo, utili-
teórica.
Se podrían tal vez reencontrar, en este proceso, similitudes
1
con el movimiento de circulación fálica en el Edipo en el mo- Confróntese, al respecto, S. Leclaire, Un encantamiento que se rompe, Bue-
nos Aires: Gedisa, 1983. G. Rosolato, «La psychanalyse idéaloducte», en Nou -
mento de formación del analista, definido por la transferencia
velle R evue de Psychanalyse, París, nº 27, 1983. F. Roustang, Un destin si fu-
a los maestros y al carácter de apéndice en el cual el principian- neste, París: Ed . de Minuit, 1976.

44 45
del estructuralismo en cierta medida los ha complejizado. La
zado como adjetivo para denotar, respecto de un elemento, la asimilación del inconsciente a todo aquello que no forma parte
cualidad de estar fuera del campo de la conciencia, y que es de lo manifiesto ha cobrado alcances tan vastos que se desliza
contrapuesto a un Ice en tanto sistema, cobra nueva vigencia del campo de la antropología al del psicoanálisis, y también al
en la discusión interna del psicoanálisis, a partir de la propues- de la pedagogía. Desde tal perspectiva, toda estructura fun-
ta que el estructuralismo ha hecho a las así llamadas ciencias dante, determinante de lo manifiesto, es asimilada a «incons-
del hombre. ciente» y se puede hablar de estructuras inconscientes de la
El texto de Freud «Lo inconsciente», de la Metapsicología, 2 cultura, del lenguaje, del aprendizaje. 5
en el que define los caracteres del sistema Ice, aclara: «La con- El concepto de inconsciente utilizado por extensión en el
dición de inconsciente es sólo una marca de lo psíquico que en psicoanálisis mismo pierde la especificidad definida en la tó-
modo alguno basta para establecer su característica. Lo in- pica freudiana. Y por una paradoja teórica, el inconsciente des-
consciente abarca, por un lado, actos que son apenas latentes, criptivo al cual Freud aludía y el inconsciente sistémico del es-
inconscientes por algún tiempo, pero en lo demás en nada se di- tructuralismo quedan enraizados en una misma perspectiva:
ferencian de los conscientes; y, por otro lado, procesos como los sólo su valor posicional definirá su carácter.
reprimidos que, si devinieran conscientes, contrastarían de la En esta dirección, de valor posicional del inconsciente, es
manera más llamativa con los otros procesos conscientes». 3 donde se sitúa desde mi punto de vista la formulación lacania-
Y agrega luego, en un intento de cercar el inconsciente en na de «cadena significante inconsciente». La hipótesis -cen-
tanto sistema: «Usamos las palabras consciente e inconsciente tral- de Lacan, teorizada en «La instancia de la letra», ex-
ora en el sentido descriptivo, ora en el sistemático, en cuyo caso presa: «Nuestro título da a entender que más allá de esta pala-
significa pertenencia a sistemas determinados y dotación con bra, es toda la estructura del lenguaje lo que la experiencia psi-
ciertas propiedades». 4 coanalítica descubre en el inconsciente. Poniendo alerta desde
Definido el inconsciente en tanto sistema, no se trataría el principio al espíritu advertido sobre el hecho de que puede
sólo de ubicarlo posicionalmente, sino de reconocerle determi- verse obligado a revisar la idea de que el inconsciente no es sino
nadas propiedades, a la vez que determinados contenidos espe- la sede de los instintos».6
cíficos.
El inconsciente, en tanto sistema, puede resumirse del mo- 5 En su Antropología estructural, Lévi-Strauss dio el modelo pertinente a
do siguiente: ello, al tomar de Trubetzkoy los pasos del método fonológico: «En primer lugar
-señala Lévi-Strauss-, la fonología pasa del estudio de los fenóm enos lin-
güísticos "conscientes" al de su estructura "inconsciente",,. Antropología estruc-
a. Sus contenidos son representantes de las pulsiones.
tural, Buenos Aires: Eudeba, 1968. Y una autora como Sara Pain, en un re-
b. Estos contenidos específicos están regidos por la legalidad ciente libro, Estructuras inconscientes del pensamiento. La función de la igno-
específica del proceso primario. rancia (Buenos Aires: Nueva Visión, 1979, vol. I), intenta una asimilación en-
c. La fijación de estos contenidos en el inconsciente se en- tre las llamadas «estructuras cognitivas inconscientes» y las estructuras del
cuentra determinada por la represión, que no permite su acce- inconsciente en sentido psicoanalítico, apoyándose para ello en la teorización
so a la conciencia. de Piaget, por un lado, y del psicoanálisis estructuralista, por el otro. «Trata-
mos de adoptar aquí la noción más general de inconsciente para que abarque
tanto el inconsciente cognitivo como el inconsciente simbólico, y lo entendere-
Sabidos por todos los psicoanalistas, estos conceptos no mos entonces como una categoría concreta, positiva y estructurante, que tiene
tienen nada de novedoso y son el esqueleto y la carne del in- por objeto la instauración simultánea de un mundo comprensible y de un suje-
consciente, tal como lo concebimos aquellos que nos preciamos to que en él se reconozca y haga reconocible su deseo. El inconsciente es enton-
de haber hecho una lectura más o menos exhaustiva de la me- ces el lugar del procesamiento del pensamiento del que la conciencia recogerá
imágenes atribuibles a la realidad o al yo .. ·" (las bastardillas son nuestras).
tapsicología. Sin embargo, como señalaba antes, la propuesta Al vaciar de sus contenidos específicos a la estructura, esta asimilación cobra
una coherencia notable sólo comprensible a partir del efecto engañoso con que
2 S. Freud, Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu editores, vol. XIV,
el formalismo estructuralista ha impregnado a las ciencias.
1979. 6 J. Lacan, «La instancia de la letra en el inconsciente», en Escritos I, Méxi-
3 /bid., pág. 168 (las bastardillas son nuestras).
4 /bid., pág. 168 (las bastardillas son nuestras).
·o: Siglo XXI, 1972, pág. 180.

47
46
A partir de ello las opciones son dos: o admitimos enseguida El problema de una legalidad específica con un contenido
que el inconsciente no es la sede de los instintos, y al no ser la también específico no es sólo cuestión general, exclusivamente
sede de los instintos no queda otra posibilidad, al fin y al cabo, teórica, sino un problema concreto que hace a la constitución
que adoptar la hipótesis de que es el lenguaje lo que constituye de una teoría de la técnica. Si el inconsciente fuera sólo un va-
su materialidad (y el lenguaje entendido como estructura del lor posicional, de sentido, como cuestionan Laplanche y Leclai-
lenguaje, es decir en tanto sistema de la lengua), o nos vemos re a Politzer, con ello desaparecerían dos conceptos claves del
embretados con aquellos que poseen una concepción instinti- psicoanálisis: el de represión y el de resistencia. Seamos más
vista del inconsciente, «naturalista» podríamos decir, y queda- claros: en la teoría lacaniana del significante, el significado só-
mos totalmente fuera del psicoanálisis contemporáneo. lo es un valor posicional definido por su ubicación respecto de la
En mi opinión son dos falsas opciones. Decir que el incons- barra, es decir, un significante en posición de significado; no
ciente no es la sede de los instintos marca la divergencia funda- hay entonces ninguna cualidad específica en el elemento que
mental con quienes han asimilado el inconsciente a la biología está por debajo de la barra, salvo su posición. Admitidos el pa-
o a la psicología, y que incluso encuentran hoy en la etología un ralelismo absoluto entre ambas cadenas y la propuesta de que
campo de experimentación -paradójicamente- humano. es la «propiedad del significante de componerse según las leyes
Pero, ¿no ha sido justamente el psicoanálisis francés contem- de un orden cerrado [la que] afirma un sustrato topológico del
poráneo el que señaló la diferencia fundamental entre instinto que da una aproximación el término de cadena significante», 8
y pulsión en la obra freudiana, poniendo de relieve el carácter deviene una necesidad lógica definir la particular posición del
cultural de toda sexualidad, incluida la más primitiva? Distin- inconsciente no como un efecto de la represión, sino como un
ción absolutamente adecuada y que marca, a su vez, el carácter efecto de la combinatoria pura y simple del significante. De es-
estrictamente cultural del inconsciente como sede de esta ta manera, reemplazada la represión por la «resistencia de la
sexualidad reprimida. barra a la significación», desaparece también el concepto de re-
El hecho de que el inconsciente no sea la sede de los instin- sistencia con todas sus consecuencias clínicas y la técnica sufre
tos, en el sentido biológico del término, no implica que sea la es- una variación definitiva.
tructura del lenguaje la que constituye íntegramente su cam- Poner en psicoanálisis la represión nuevamente en el centro
po. A su vez, si definimos el campo de la experiencia analítica lleva a su vez a subrayar el carácter del conflicto en el aparato
como el de la cura, es evidente que ella sólo es posible a través psíquico.
del lenguaje y por el lenguaje. Pero Freud separó claramente El conflicto es impensable al margen de la tópica psíquica.
entre la posibilidad de conocer el inconsciente y su existencia Los tres aspectos de la metapsicología (tópico, dinámico y eco-
como tal, de manera que una no se reduzca a la otra. Ni el in- nómico) se enraízan en el problema del conflicto psíquico, y si
consciente se reduce a lo que conocemos en el proceso de la cura bien Freud optó en diversos momentos de su obra por solucio-
ni, correlativamente, existe sólo por su conocimiento. 7 nes aparentemente contradictorias, estas soluciones no son
Lan diversas como parecería en una primera aproximación.
7
Refiriéndose al ejemplo famoso de «Poordjeli», dado por Leclaire en el texto
del Coloquio de Bonneval, en su seminario La situation psychanalytique («Le
psychanalyste et son baquet»), Laplanche propone: «"Poordjeli", en su pureza ulcmento de partida de una pista hacia un deseo. En cierta forma, se podría
fonatoria, es pese a todo algo único, un apax en Leclaire mismo. Entre cierto decir que "Poordjeli" es otra versión de lo que Freud ha descubierto en el re-
número de analizados de que Leclaire nos informa, no ocurre que en todos los <;ucrdo encubridor.
casos llegue a encontrar una continuidad de esta índole; lo mismo vale para los »En tercer lugar: esta "fórmula incautatoria", para retomar el mismo térmi-
otros analistas: si a veces un vocablo de este género puede parecer ccncentrar 110 de Leclaire, no encuentra, según él, su subsistencia más que en aquello de
sobre sí una serie de cadenas asociativas, no se podría hacer de ello el modelo lo cual ella es la representación, y que es explícitamente concebido como extra-
del análisis ni incluso una etapa corriente de todo análisis. ¡ i ngüístico. Quiero decir que jamás el "Poordjeli" está dado como el contenido
»En segundo lugar: este "Poordjeli" no es ni una palabra de la lengua común, 1iliimo del inconsciente, sino como una ante-última (se podría decir) "represen-
ni una frase, ni nada que pueda entenderse en relación con el sistema ordenado 111rión" de lo que es llamado "representante inconsciente"». Psychanalyse á l'U-
del lenguaje; nada que se refiera directamente al lenguaje como código y como 11i11crsité, vol. 5, nº 20, septiembre de 1980 (las bastardillas son nuestras).
sintaxis. Es un neologismo, que condensa fonemas de los cuales cada uno es el •l J. Lacan , Escritos I, op. cit., pág. 187.

48 49
Las dos propuestas freudianas se centran en definir el conflicto el problema tópico, reubicándose el problema del conflicto pul-
en el nivel tópico y en el nivel pulsional. Sin embargo, el anta- sional en términos intersistémicos y resolviéndose la aparente
gonismo pulsional no se produce en general, sino inscripto en el paradoja de que el inconsciente --en sentido sistémico- pu-
marco de las dos teorías de las pulsiones. Es decir: como las diera ser la sede del conflicto.
pulsiones sexuales coexisten entre sí y sólo están en oposición a En mi opinión, el conflicto sólo se puede pensar refiriéndolo
las pulsiones de autoconservación o pulsiones del yo; como las a instancias; y en este sentido, también, sólo se lo puede definir
pulsiones de vida son opuestas a las de muerte, y como la libido a través de la posición que la represión ocupe en la teorización
del yo es opuesta a la libido objetal, el conflicto pulsional apare- que se proponga para el aparato psíquico. 10 La represión es un
ce siempre como dualismo pulsional. Sin embargo, el dualismo proceso que se cumple sobre las representaciones en la fronte-
pulsional no reduce las pulsiones a dos, sino que las ordena en ra de los sistemas Ice y Prcc-Cc, según lo propone Freud en «Lo
dos tipos dentro de la diversidad que las constituye. inconsciente». 11 Esta afirmación da origen a dos problemas: el
Estos dos básicos dualismos pulsionales a que nos hemos de la significación, por un lado, y el de la intrínseca relación
referido, pulsiones sexuales y de autoconservación (o del yo: lo existente entre inconsciente y represión, por el otro.
destacamos porque imbrica el problema pulsional con el pro- En relación con el primero, señalemos la ligazón estrecha
blema tópico), y pulsiones de vida y muerte, han sido replan- que existe entre la significación y el desarrollo propuesto por
teados en los últimos años por Laplanche9 más o menos en los Freud a raíz del tema de los sentimientos inconscientes: «Es
siguientes términos: mientras que Freud había establecido el que el hecho de que un sentimiento sea sentido, y, por lo tanto,
primer dualismo pulsional como un conflicto entre las pulsio- que la conciencia tenga noticia de él, es inherente a su esencia.
nes de autoconservación y las pulsiones sexuales, en la Me- La posibilidad de una condición inconsciente faltaría por ente-
tapsicología planteó el carácter de la autoconservación como ro a sentimientos, sensaciones, afectos(. .. )». 12 «En la repre-
del orden de lo no reprimible, y a su vez estableció a la pulsión sión se produce un divorcio entre el afecto y la representación,
sexual como el prototipo de toda pulsión. Este dualismo, por lo a raíz de lo cual ambos van al encuentro de sus destinos sepa-
tanto, quedaba contradictoriamente anulado por la definición rados(..)». De este modo, Freud nos propone, a raíz de la sepa-
de la sexualidad como única pulsión en el sentido estricto del ración entre el afecto y la representación: «Cuando restaura-
término, y se desplazaba hacia el de un conflicto entre la libido
del yo y la libido objetal, a partir de la inclusión de la problemá-
tica del narcisismo. El órgano participante del conflicto parece lO En esta misma dirección es como debería hoy reubicarse la polémica con

entonces el terreno en el cual se juega el conflicto pulsional, la «psicología del yo». El hecho de que esta escuela haya puesto el acento en la
función sintetizadora del yo no es sino una resultante de la subsumisión del
más que uno de los polos de este conflicto.
campo de la sexualidad en el de la autoconservación. Concebido el sujeto como
En el segundo dualismo pulsional, de lo que se trataría se- sumergido en un conflicto cuyos polos parecen ser por un lado la autoconserva-
ría de rescatar el carácter indomable de la sexualidad origina- ción y por el otro la realidad, la sexualidad tiende a desaparecer del campo del
ria, ligada a la búsqueda enloquecida de satisfacción, es decir conflicto; ni siquiera a transformarse en uno de esos polos (como pudiera pare-
anárquica, no ligada, conceptualizada esta vez como pulsión de cer en Freud desde la primera teoría de las pulsiones, en la cual este conflicto
se jugaría entre la sexualidad por un lado y las pulsiones del yo por otro), sino
muerte. La libido ligada (al yo o al objeto) quedaría contrapues-
a desaparecer lisa y llanamente.
ta de este modo a la sexualidad del ello, de un inconsciente en- De esta manera, la postura de la psicología del yo respecto de la forma en
tendido en su profunda anarquía pulsional, pero que no estaría que concibe a esta instancia c;omo lugar de conocimiento, no es sino un efecto
a su vez presente desde los orígenes: su carácter originario ven- del desplazamiento y la toma de partido, dentro de la teoría freudiana, por una
dría dado por su separación del sistema del yo. Los dualismos teoría del conflicto. Definida la autoconservación por sus relaciones con lo
real, es inevitable que el yo pase a tomar el lugar que ocupa en sus teorizacio-
pulsionales, y el conflicto propuesto, quedarían imbricados con
nes y que se defina por sus caracteres de organismo presente desde los oríge-
nes; organismo de adaptación biológica, en primer término, y social, en segun-
9 J.
do término, por derivación, al hacer equivalentes la sociedad con el medio en el
Laplanche, L'inconscient et le 9a. Problématiques N, París: Presses Uni- cual se desenvuelve el organismo.
versitaires de France, 1981. El inconsciente y el ello, Buenos Aires: Amorrortu 11 S. Freud, op. cit., pág. 177.
editores, 1987. 12 Ibid., pág. 173 (l as bastardillas son nuestras).

50 51
mos la concatenación correcta, llamamos "inconsciente" a la inconsciente del preconsciente, a la vez que crea las condicio-
moción afectiva originaria aunque su afecto nunca lo fue,, .13 nes de disociación entre el afecto y la representación. Es este
El punto que nos interesa destacar es el siguiente: así como carácter de la representación-palabra el que crea las condicio-
el sentimiento llamado inconsciente es un efecto de la cualifica- nes de instauración, en el preconsciente, de la lógica y la tem-
ción de la conciencia a propósito de la carga, la significación no poralidad. Pero el carácter más social, menos singular, del
puede ser entendida sino como la reorganización de las repre- preconsciente señala la radicalidad antitética de un incons-
sentaciones inconscientes a partir de un sujeto que signifique. ciente que se define por la atemporalidad, la ausencia de lógi-
Sujeto colocado del lado de lo consciente, pero efecto del en- ca, el carácter profundamente singular que lo define. El len-
cuentro entre los dos sistemas. Siendo el proceso analítico, por guaje es entonces, paradójicamente, la materialidad de la con-
su carácter, un proceso de resignificación y de rehistorización, tracarga del sistema preconsciente, así como la pulsión lo es del
es una contradicción teórica pensar que este proceso se cumple sistema inconsciente.
del lado del inconsciente. Está sujeto a las relaciones entre am- Pero, así como la pulsión no es un ente abstracto, biológico,
bos sistemas y a los enlaces simbolizantes que entre ambos se definido en sí mismo, sino que es el efecto de la intrusión sexua-
produzcan. lizante del otro humano, desprendida de la biología común a to-
El proceso de constitución de la represión originaria, de se- dos los hombres y enraizada en una historia singular de la se-
paración y fundación de los sistemas inconsciente y precons- xualidad del sujeto psíquico, el lenguaje del Prcc no es tampoco
ciente-consciente, implica la instalación de una contracarga la estructura del código a que se refieren los lingüistas, sino el
que cuide la producción y permanencia del sistema inconscien- residuo de los discursos particulares en los cuales el sujeto se
te. Una inscripción originaria, un representante pulsional que constituye.
nunca había estado reprimido, encuentra una ubicación defini- El mismo adulto, ese otro, que sexualiza al niño, instaura el
tiva en el sistema psíquico a partir de la constitución de esta re- sistema de prohibiciones, da respuestas e impone silencios y
presión originaria. Pero, ¿en qué consiste esta contracarga y proporciona las representaciones con las cuales contracargar
cuál es su origen? Freud propone, a partir de la laboriosa dife- al inconsciente. En este desfasaje entre la palabra y el acto, en-
renciación que intenta realizar entre las representaciones co- tre el inconsciente y el preconsciente, entre la representación-
rrespondientes a cada uno de los sistemas, lo siguiente: «De cosa y la representación-palabra, se instaura la relación entre
golpe creemos saber ahora dónde reside la diferencia entre una los dos sistemas que da origen a la fantasía, a la teoría sexual
representación consciente y una inconsciente. Ellas no son, co- infantil, al recuerdo encubridor.
mo creíamos, diversas transcripciones del mismo contenido en El lenguaje del cual hablamos los psicoanalistas es, en mi
lugares psíquicos diferentes, ni diversos estados funcionales de opinión, diverso del lenguaje de los lingüistas, así como la se-
investidura en el mismo lugar, sino que la representación cons- xualidad de la cual hablamos es diversa de la anatomía. A par-
ciente abarca la representación-cosa más la correspondiente tir de ello, la pregunta con la cual empezamos este capítulo
representación-palabra, y la inconsciente es la representación- queda contestada de la siguiente manera: ni el lenguaje es la
cosa sola». 14 condición del inconsciente, ni el inconsciente es la condición del
La conclusión a la cual se llega es la siguiente: la constitu- lenguaje. Se trata de poner en relación ambos sistemas en su
ción de un sistema significante definido por el lenguaje, que constitución originaria y de reubicar la metáfora constitutiva
opera desde el sistema preconsciente, sistema capaz de cualifi- del inconsciente, la represión originaria, en el movimiento fun-
car, definido por unidades diferenciales en el sentido propuesto dador de ambos sistemas.
por Saussure, y retomado por Lacan para la 」ッョウエゥセ。￳@ del Concluiremos estas observaciones con las siguientes pro-
sistema de la lengua, actúa como una verdadera contracarga puestas: siendo la metáfora fundante del Ice algo que ocurre
en el proceso que separa en un mismo movimiento al sistema )ntre ambos sistemas, consideramos, a diferencia de lo que
propondría Lacan, que la metáfora no forma parte del incons-
:icnte, sino que es fundante de este sistema. La idea de una
13 !bid., pág. 174.
14 !bid., pág. 198. metáfora fundadora del inconsciente se abre entonces en la di-

52 53
rección de señalar la creación, en el inconsciente, de un espacio co, que da razón de un mecanismo de defensa para la «psicolo-
en el cual los significantes se tornan enigmáticos porque son gía del yo». Lo retoma Jean Hyppolite en un seminario de Jac-
aportados en forma absolutamente enigmática al niño, en for- ques Lacan, 16 quien intenta con su exposición señalar los al-
ma traumatizante, aislada. A partir de ello, la represión origi- cances más vastos de una propuesta que revelaría la constitu-
naria no puede ser concebida más que como una profunda mu- ción de la posición de sujeto: lo que conoceríamos luego amplia-
tación de los significantes o como una diferenciación desde dos mente como «Sujeto de la denegación», en su relación con un
tópicas, dos sistemas de cargas, dos tipos de contenidos; en tér- postulado central de la teoría lacaniana: el sujeto de desconoci-
minos freudianos: de la separación entre representaciones-co- miento.
sa y representaciones-palabra. Y serán premisas de la posibili- Freud había partido de la paradoja siguiente: no es suficien-
dad de inaugurar la significación la instauración del precons- te que algo esté en el plano de lo manifiesto para que forme par-
ciente y la constitución del proceso secundario contrapuesto al te de lo consciente, para que se considere que ha sorteado la re-
proceso primario. presión:«(. .. ) Un contenido de representación o de pensamien-
No se trataría, entonces, de contraponer a la estructura sig- to reprimido puede irrumpir en la conciencia a condición de
nificante de Lacan la estructura del significado en el incons- que se deje negar. La negación es un modo de tomar noticia de
ciente, sino de resituar la problemática que, desde nuestro lo reprimido (. .. ) aunque no, claro está, una aceptación de lo
punto de vista, se resume en los siguientes términos: el incons- reprimido» .17
ciente es una estructura radicalmente diversa del preconscien- Si no basta que algo esté en el plano de lo manifiesto para
te-consciente, cuya característica es la de ser plausible de ser que se considere que la represión ha sido levantada, si aun no
significada en la medida en que las representaciones-cosa se es suficiente que esté en el plano de la conciencia para que esto
ponen en contacto con las representaciones-palabra. ocurra, ¿cómo redefinir la propuesta de que analizar es hacer
La contracarga, modelo de funcionamiento del preconscien- consciente lo inconsciente?
te y del yo, es la condición de existencia de ambos sistemas, pe- Pero Freud vuelve, en el párrafo siguiente, a un postulado
ro su existencia no es autónoma ni independiente; ella es efecto fundamental del psicoanálisis, un principio que ha regido su
de una transmutación, tal como Freud lo propone, de la carga propuesta metapsicológica desde los orígenes (ya desde los
inconsciente. En este sentido, deberemos considerarla partíci- Estudios sobre la histeria), la separación entre la carga y la re-
pe del proceso de constitución de la represión originaria; no se- presentación: «Se ve cómo la función intelectual se separa aquí
rá entonces un simple derivado de esta, sino que se instaurará del proceso afectivo. Con ayuda de la negación es enderezada
en una verdadera contraposición de elementos dialécticamente sólo una de las consecuencias del proceso represivo, a saber, la
entrelazados. de que su contenido de representación no llegue a la conciencia.
De ahí resulta una suerte de aceptación intelectual de lo re-
primido con persistencia de lo esencial de la represión». Podría-
mos agregar: porque lo esencial del proceso represivo consiste
La denegación. Constitución de la represión en que la representación no se ligue al afecto concomitante pa-
originaria y del juicio ra producir el displacer esperado.
Sin embargo, esta relación entre el afecto y la represen-
En 1925, Freud publica un texto breve y sorprendente don- tación, esta separación entre la función intelectual y el proceso
de ofrece, sobre la base de una serie de observaciones hechas en afectivo se manifiesta, en el proceso analítico, por una no acep-
el interior del proceso analítico, algunos element os para el
abordaje de la constitución de la inteligencia en psicoanálisis; 16 Intervención de Jean Hyppolite en el seminario de Jacques Lacan «Les
nos referimos a «La negación», 15 trabajado como un texto técni- )Crits techniques de Freud» (1953-54), publicado posteriormente en Escritos II
;on el título de «Comentario hablado sobre la Verneinung de Freud>>, México:
S iglo XXI, 1975, pág. 393.
15 17 S. Freud, vol. XIX, op. cit., pág. 253.
S. Freud, «La negación», en Obras completas, op. cit., vol. XIX, 1979.

54 55
tación de un sujeto que considera como ajeno un determinado la represión subsiste en lo esencial en la forma de la no acepta-
contenido representacional. A partir de ello, posición de sujeto ción» (pág. 395). 19
y denegación son inseparables. Pero siempre que se considere, De la relectura filosófica del texto freudiano que Jean Hyp-
como base de este proceso, la existencia de la represión tal y co- polite nos propone retomaremos tres elementos: en primer lu-
mo está en el texto freudiano, es decir como el elemento pivote gar, la estructuración de la inteligencia es inseparable de la
y el motor fundamental alrededor del cual habrá de girar toda constitución de una posición de sujeto. En segundo lugar, esta
la problemática. constitución inaugura la apertura de dos espacios, radical-
Así, la significación queda ligada inseparablemente a la po- mente diversos, y cuya característica es estar en oposición dia-
sición de sujeto y es impensable antes de la separación precisa léctica. Tercero, la constitución de esta posición de sujeto es in-
entre inconsciente y preconsciente-consciente. En la misma di- separable de la contracarga que desde el sistema preconsciente
rección, el juicio es considerado por Freud como un atributo del impide la emergencia de lo reprimido, a la vez que inaugura la
proceso secundario (aunque esté ligado a los más primitivos posibilidad de constitución de la inteligencia sobre la base de
movimientos de las mociones pulsionales, y en tal sentido rela- separar el afecto de la representación.
cionado con el yo placer originario). Sin embargo, esta apertura al problema del desconoci-
Jean Hyppolite aportó, desde el ángulo de la filosofía, una miento del sujeto, el hecho de que el sujeto desconozca sus de-
visión nueva sobre este texto. A partir de los ejemplos propues- terminaciones, puede encontrar dos vertientes distintas según
tos por Freud extrae una primera conclusión: «(. . .) Esta obser- cómo nos ubiquemos en relación con el problema de la repre-
vación lleva a Freud a una generalización llena de audacia, y sión y según la significación que otorguemos a esta. «La psico-
en la que va a plantear el problema de la denegación en cuanto logía concreta, precisamente porque no considera que la igno-
que podría ser el origen mismo de la inteligencia. Así es como rancia del sujeto acerca de su propio ser sea un hecho particu-
comprendo el artículo en toda su densidad filosófica». 18 La vi- larmente notable, no tiene ninguna necesidad de la noción de
sión filosófica nos ofrecería el siguiente punto de vista: a partir inconsciente», citan Laplanche y Leclaire en el Coloquio. Y res-
de los procedimientos técnicos concretos del analista, que con- ponden a la propuesta politzeriana: «No disimulamos lo que de
sisten en pedirle al paciente que diga lo que le parezca más in- estos textos encuentra un eco en la experiencia y la doctrina
verosímil, para acercarse de este modo al material reprimido, freudiana tanto como en cierta tradición filosófica: cegamiento
extrae la conclusión de que se trataría de un modo de presentar que, por el hecho mismo de su posición, sorprende al sujeto en
lo que se es en el modo de no serlo. Pues es exactamente eso lo cuanto a la significación de sus actos, opacidad radical del cogi-
que lo constituye: «Voy a decirle lo que no soy; cuidado, es exac- to, esta tesis malebranchiana tiene su correspondiente en la
tamente lo que soy». Hyppolite encuentra que esta opacidad teoría de Freud». 20
del ser, que se presentaría en el modo de no serlo, constituye ¿Es la posición de sujeto un efecto de desconocimiento, o es
exactamente la función de la denegación. un efecto de la represión? Es decir: ¿la posición de sujeto está
La palabra alemana Aufhebung, a partir de la cual Freud determinada por el lugar que ocupa en la tópica psíquica en re-
señala el movimiento de la denegación («la denegación es una lación con el inconsciente, o está el inconsciente definido por el
Aufhebung de la represión, pero no por ello una aceptación de
lo reprimido») es el concepto que permite a Hyppolite llegar a la 19 Aufhebung de la represión, es decir, negación determinada, al mismo
siguiente conclusión: «Presentar el propio ser en el modo de no
ti empo que niega determina una cierta posición: «El resultado de una ex-
serlo, de esto se trata verdaderamente en esaAufhebung de la periencia de la conciencia no es en efecto absolutamente negativo más quepa-
represión que no es una aceptación de lo reprimido. El que ha- ra ella misma; de hecho la negación es siempre negación determinada. Si es
bla dice: "Esto es lo que no soy". No habría ya aquí represión, si verdad que toda posición determinada es una negación (omnis affirmatio est
represión significa inconciencia,.puesto que es consciente. Pero negatio ), no es menos verdadero que toda negación determinada es una cierta
posición». J. Hyppolite, Génesis y estructura de la fenomenología del espíritu
de Hegel, París: Aubier-Montaigne, 1946, pág. 19.
20 J. Laplanche y S. Leclaire, «El inconsciente, un estudio psicoanalítico», en
18
J. Hyppolite, op. cit., pág. 394 (las bastardillas son nuestras). El inconsciente (Coloquio de Bonneval), México: Siglo XXI, 1970, pág. 99.

56 57
movimiento discursivo del paciente en relación con su propio mo calibre que decir que la gravedad existe desde que Newton
desconocimiento? descubrió la ley de la caída de los cuerpos. La realidad se ha bo-
Podemos decir que todo el movimiento de análisis que se rrado y sólo es un existente definido por la posición del científi-
define por referencia a la pérdida de las certezas del sujeto es co y el fenómeno al cual este accede.
parcialmente correcto, siempre que se matice en relación con lo Al volver a la significación en psicoanálisis no sólo se aborda
siguiente: si se abandonan las certezas del sujeto para producir un problema teórico que debe, en mi opinión, ser deslindado
un impulso que ponga en movimiento (sin juicio crítico previo) cuidadosamente de los problemas de la lingüística contempo-
la libre asociación, es sólo porque subsiste la ilusión de encon- ránea: es el sujeto el que está en el centro de la problemática
trar algún otro orden de sentido. Cuando Alain Miller dice en psicoanalítica de la significación y, en relación con el sujeto, la
sus Conferencias caraqueñas 21 que lo simbólico está constitui- posición que este tiene en correspondencia con su propio in-
do por dos vertientes, una que tiende a la significación y otra consciente definido en los marcos de la tópica freudiana. Es
que está ante todo del lado del sin-sentido, y que se puede afir- también la cuestión de la cura analítica, la ubicación de las re-
mar que el acento de Lacan pasó indudablemente de la prime- sistencias y el problema de la interpretación lo que está en jue-
ra vertiente a la segunda, ¿a qué alude con esto? El mismo acla- go, definido en los marcos de un principio general del funciona-
ra: es desde el sin-sentido del significante como se engendra la miento psíquico marcado por las series placer-displacer, es de-
significación. Y estaríamos parcialmente de acuerdo si se alu- cir, definido por el dolor que atrapa al sujeto entre el síntoma y
diera con ello a que en el movimiento de la libre asociación, en el reconocimiento de lo inconsciente.
la medida en que un discurso aparentemente sin sentido cobra Al utilizar el modelo lingüístico de la metáfora para ilustrar
un sentido distinto de aquel que parecía serle propuesto ini- el mecanismo. de la represión, Laplanche y Leclaire aclaran:
cialmente, se engendra una significación. Sin embargo, nues- «Este modelo es tomado para mostrar cómo este mecanismo
tra interpretación de esta hipótesis no parece ajustarse del to- opera entre inconsciente y preconsciente, entre proceso prima-
do a la propuesta de Alain Miller cuando este señala: «De modo rio y secundario, puesto que el inconsciente freudiano y el len-
general diría que para Lacan no hay teoría del inconsciente en guaje de los lingüistas se oponen radicalmente y las tentativas
tanto tal. Hay ante todo una teoría de la práctica analítica y en de trasponer término a término sus propiedades aparecerían
definitiva es siempre la estructura que se le reconoce a la expe- como una tentativa paradójica. El cotejo entre psicoanálisis y
riencia analítica misma, la que se supone es la estructura del lingüística únicamente es posible al precio de un desdobla-
inconsciente. Diría que todos los teóricos serios del psicoanáli- miento de ambos campos: en el campo psicoanalítico, el de un
sis siempre reconocieron esta exigencia y que asignaron siem- campo preconsciente regido por el proceso secundario y el de
pre al analista un lugar en la estructura del inconsciente. El un campo inconsciente regido por el proceso primario. En el
analista forma parte del concepto mismo de inconsciente». 22 campo lingüístico, el del lenguaje con el cual nos comunicamos
Definido el inconsciente por el sin-sentido, sin embargo su y la ficción de un lenguaje en estado reducido». (Coloquio de
existencia sólo tiene estatuto -en la propuesta de Alain Mi- Bonneval.)
ller- desde el sentido que cobra en la práctica analítica. El ob- Se trataría, más bien, no de un desdoblamiento del campo
jeto ha desaparecido como tal, y quedará definido en función de de la lingüística, sino de marcar el efecto radicalmente distinto
sentido o sin-sentido. del lenguaje en el inconsciente. Lenguaje que - si conservamos
Decir que el analista está implicado en la estructura del in- la denominación de tal- sólo es un producto original definido
consciente, decir que el inconsciente sólo existe en la medida en por leyes del proceso primario y no por las del proceso secunda-
que puede ser leído por el analista, o decir que el inconsciente rio. Descualificado el lenguaje comunicacional, al producirse el
es lo que viene al encuentro del analista, es un absurdo del mis- movimiento de constitución del inconsciente, no tendría otro
carácter, como Freud lo señaló, que el de constituirse en repre-
21
sentaciones-cosa. En este sentido es tan inadecuado hablar de
J . Alain Miller, Cinco conferencias caraqueñas sobre Lacan, Caracas: El una lógica de la cadena significante en el inconsciente, como de
Ateneo, 1980.
22
!bid., pág. 12 (las bastardillas son nuestras). una lógica de la significación. Hoy hay que salir del atrapa-

58 59
miento lingüístico, así como Lacan mismo propuso en su mo- une energía y masa permite comprender la constitución de la
mento salir del atrapamiento biologista. Las opciones ligadas a partícula elemental.
las dos posiciones que prevalecen hoy en el psicoanálisis osci- El problema de lo uno y lo múltiple se encuentra en psico-
lan entre un inconsciente definido como pura legalidad, como análisis planteado en diversas perspectivas: desde el problema
la combinatoria pura y simple del significante, y un inconscien- del carácter productivo del inconsciente, y por ende de su es-
te definido como puro contenido, como phantasy (correlato pul- tructura, hasta las formas de pasaje y constitución del sujeto
sional directo). El inconsciente freudiano, conforme ya lo he- psíquico en relación con la estructura fundante del Edipo.
mos señalado, se define por contenidos específicos -los de la ¿El inconsciente en constitución del sujeto es homotécico
sexualidad infantil reprimida- y por una legalidad propia, la con los objetos parentales edípicos de los cuales es fruto? ¿El ni-
de los procesos primarios. En esta dimensión, su ubicación no ño es simplemente un desprendimiento del objeto materno,
está aislada de la relación que mantiene con otra instancia: el una subdivisión desprendida del psiquismo materno signada
preconsciente-consciente, sin el cual pierde toda razón de exis- por los mismos contenidos representacionales, las mismas es-
tencia. tructuras deseantes, expresión idéntica de lo Único, eterna es-
El problema de la búsqueda de un principio explicativo tructura que se repite a sí misma?
único no es patrimonio de los psicoanalistas. En el comienzo de Plantear que la metáfora es fundante del aparato psíquico,
la filosofía griega existía el dilema de lo uno y lo múltiple. 23 La que es la represión originaria lo que constituye el origen del in-
búsqueda de un principio fundamental que permitiera consciente, puede aportar algunas respuestas. En primer lu-
entender la diversidad de los fenómenos llevó a que los filósofos gar, si hablamos de metáfora, hablamos de la creación de un
buscaran una «causa material» de todas las cosas. Y esto los nuevo sentido. Aquello que estaba, aquello que era un existen-
condujo al punto de partida de que el mundo estaba constituido te, se transforma en significado nuevo a través de una opera-
de materia. Pero, a su vez, se les planteó el problema de averi- ción combinatoria. Pero esta operación combinatoria, al esta-
guar si la causa material debía ser identificada con alguna de blecer la metáfora, el corte entre ambos sistemas psíquicos, no
las formas existentes de materia (agua, en la filosofía de Tales, es sino la posibilitante de una nueva significación. Significa-
fuego, en la de Heráclito) o con alguna sustancia fundamental ción que no está dada en sí misma en el inconsciente, sino que
de la cual la materia real presentaría sólo las formas transito- es efecto justamente de la escisión a través de la cual aquello
rias (como en la propuesta de matematización de Platón). que es perturbante para el sujeto queda reprimido.
La intención de la hipótesis atómica fue mostrar el camino La descualificación de las huellas mnésicas acústicas del
de lo múltiple a lo uno, establecer el principio fundamental, ha- discurso materno que se instalan en el inconsciente formando
llar la causa material a partir de la cual pudieran entenderse parte de las representaciones-cosa queda contrapuesta al dis-
los fenómenos. Pero se encontró con dos enunciados contradic- curso de la prohibición que se instaura en el preconsciente. La
torios: la materia es divisible infinitamente y, por otra parte, metáfora paterna, la represión primaria, no es sino la funda-
existen las unidades más pequeñas de la materia. Así, un pro- ción de dos instancias radicalmente distintas, a partir de la
blema filosófico que está en el origen de la religión y de la cien- constitución de un sentido que coloca al sujeto como contra-
cia, la búsqueda de lo uno como fuente última de comprensión, puesto a su propio inconsciente (constituido como instancia
formó parte de las paradojas iniciales de nuestra cultura. ajena a un sí-mismo), tópica que se localiza en el yo.
Sólo la ciencia moderna ha mostrado que la paradoja teóri- La propuesta de Lacan, entonces, puede ser parcialmente
ca podía resolverse, pero a costa de abandonar las soluciones compartida: el origen del inconsciente no debe buscarse en la
iniciales: el producto de un fenómeno de choque de partículas biología, en los instintos, debe ser buscado en los órdenes que
de gran energía no es la «escisión» de aquellas, sino la creación posibilitan en la cultura la constitución del sujeto psíquico. Pe-
de partículas a partir de la energía; la ecuación relativista que ro no hay una ahistoricidad del discurso materno que se trans-
mita, a su vez, en un movimiento eterno y perpetuo, al incons-
2 ciente del niño. No hay una homogeneidad deseante que ins-
3 W. Heisenberg, «La ley natural y estructura de la materia•>, en El huma-
nismo en la filosofía de la ciencia, México: UNAM, 1967. taure una causa única, un elemento único alrededor del cual se

60 61
constituiría el sujeto. Lo que marca, justamente, la ruptura de
la ilusión de un sujeto unificado en la teoría freudiana es el 3. Mito o historia en los orígenes
contradictorio conjunto de representaciones deseantes que ha- del aparato psíquico
bitan el inconsciente, su incoherencia, su compatibilidad a-ló-
gica, y por eso mismo su contraposición al sistema preconscien-
te-consciente.
Los elementos señalados representan propuestas introduc-
torias para el abordaje de la constitución del proceso secunda-
Hemos puesto de relieve en los capítulos precedentes cómo
rio en psicoanálisis. Los denominados trastornos del lenguaje o
los trastornos de aprendizaje en la infancia son, en la mayoría la preocupación de la cual somos objeto cuando nos dedicamos
de los casos, efectos de las fallas en la constitución de la re- a la constitución de una teoría de la clínica de niños nos lleva a
presión originaria y, por ende, fracasos en la estructuración del embarcarnos en la búsqueda de respuestas respecto del avant-
sujeto psíquico. En este sentido es que, al abordar el proceso de clivage, tiempos míticos de los orígenes.
constitución de la represión originaria, de la división entre los Si partimos de la opción teórica de que el aparato psíquico
sistemas psíquicos, estudiamos el problema de la constitución implica dos modos de funcionamiento y dos contenidos signa-
de la lógica y el juicio, cuyas condiciones de estructuración son dos por relaciones de conflicto, y de que el preconsciente no se
también las de una lógica del lenguaje marcada por oposiciones funda a partir del inconsciente sino que cada sistema está en
que definen significaciones diversas. correlación con el otro, afirmaremos que no se puede hablar de
El juicio, el discurso gramaticalmente estructurado, son un inconsciente, no se puede hablar de formación de síntomas en
producto de la represión y por lo tanto su singularidad sólo es- la infancia en sentido psicoanalítico, antes de que la represión
tará dada por la correspondencia que los entrelaza a un incons- originaria se instaure, constituyéndose a partir de ello el apa-
ciente, este sí, absolutamente singular. rato psíquico. Pero, ¿qué hay entonces en el psiquismo antes de
esta instauración? y, por otra parte, ¿desde qué perspectiva de-
ben ser considerados los estados anteriores a dicha represión?
¿Son ellos momentos genéticos, momentos del «desarrollo»
determinados internamente por un movimiento evolutivo que
depende de la maduración del psiquismo infantil entendido co-
mo un organismo? ¿Son sólo tiempos míticos, es decir, supues-
tos de los orígenes cuyo efecto de conceptualización ofrece in-
terés en función de un rellenamiento conceptual de la teoría
psicoanalítica entendida como una verdadera antropología, un
estudio del hombre en general? ¿O son - tal y como preten-
demos demostrar desde una perspectiva histórico-estruc-
tural- verdaderos momentos de organización del psiquismo
que permitirán la ubicación de los elementos constitutivos en
fwición de determinantes constituyentes, cuya correlación po-
sibilitará no sólo la puesta a prueba de las hipótesis teóricas
sino la determinación, en el momento de la consulta, de un
campo de trabajo sobre el cual operar con un índice de cientifi-
•idad mayor?
Como lo que guía nuestro trabajo es la preocupación por po-
ner en obra la represión originaria, en virtud de dar un funda-
mento metapsicológico al análisis de niños, nos vemos en la ne-

62
63
cesidad de poner de relieve la siguiente observación: toda la fuga del organismo frente a ellos. La diferencia entre estímulo
Metapsicología está encaminada a mostrar rma complejización (Reiz) y excitación (Erregung) 1 permite la misma diferencia-
creciente de las estructuras psíquicas en función de la organi- ción: la pulsión es aquel estímulo endógeno frente al cual la fu-
zación defensiva del sujeto respecto de aquello de lo cual no ga está impedida, llevando a partir de ello a movimientos psí-
puede huir, es decir, respecto de la vida pulsional. Paradójica- quicos defensivos cuya complejidad desembocará en la consti-
mente, a medida que esta estructura psíquica se complejiza, tución de una tópica en el sujeto psíquico. El carácter alta-
asistiríamos, en lo manifiesto, a un ordenamiento empobrece- mente paradójico del objeto en el momento del apaciguamiento
dor de este mundo pulsional. La riqueza fantasmática atribui- de la necesidad, el hecho de que el soporte del agente satisfac-
da por Melanie Klein al sujeto de los orígenes tendería aparen- tor de esta necesidad sea el mismo que el del agente de excita-
temente a un agrisamiento, a un apaciguamiento, a medida ción sexual, complejiza este movimiento diferenciador gene-
que el aparato logra formas superiores de organización, como rando un externo-interno, objeto fuente, derivado de la estimu-
si este caos inicial solamente pudiera encontrar una estructura lación sexual precoz a la cual el niño está expuesto por el hecho
posibilitadora de placer a costa de una regulación menos an- de hallarse sujetado por los cuidados de la práctica antinatural
gustiante. materna. Y en este sentido debemos hacer notar que, cuando
El problema radicaría, posiblemente, no en considerar rma incluimos los cuidados maternos entre las prácticas antinatu-
totalidad signada por el caos o por el orden, sino por rma comple- r ales, no lo hacemos sólo en el sentido propuesto por Lacan (or-
jización en la cual estos fantasmas precoces deben encontrar topedia narcisizante obturadora de la incompletud fetalizada
rma ubicación definitiva en el interior de la tópica psíquica. de los orígenes), sino que lo hacemos en el sentido de conside-
Freud no dejó de señalar, en la misma Metapsicología, que rarla entre todas aquellas prácticas capaces de cambiar la na-
la agencia representante de la pulsión se desarrolla con mayor turaleza del objeto, de subvertir su armonía natural -la del
riqueza y menores interferencias cuando ha sido sustraída por instinto, en este caso--, a través de una acción modificadora. Al
la represión del influjo de lo consciente («La represión»). Conce- Lomar un objeto natural (la cría humana) y transformarla en
bida la represión originaria como el clivaje inaugural del apa- un producto de cultura, un producto sexualizado, subvertido en
HU instinto, guiado a partir de esta inclusión seductora y trau-
rato, aquel que tiene la virtualidad de constituir una tópica de-
mática en un mrmdo regido por el placer-displacer, por el amor
finitiva, es justamente por el hecho de que en análisis de adul-
y el odio, el agente materno abre las vías de esta humanización
tos (y en el de niños cuya tópica se encuentra ya organizada)
on virtud de la cual, aun en sus fallas, en los productos oligofre-
encontramos a través de la represión secundaria la huella de
n izados de la psicosis infantil, se ve ya una producción cultural
ese verdadero acontecimiento fundador, que su existencia real
y facticia y no un ser natural constituido.
ha permanecido en el orden del mito, se ha reducido a ser sim-
¿Cómo concebir entonces, sin aludir a la constitución mis-
plemente una necesidad lógica en el corpus de la teoría psico-
ma del sujeto psíquico, las transformaciones de la defensa a las
analítica. Sin embargo, en el psicoanálisis de niños, en los n iales es constreñida la pulsión, verdadera mutación de su
momentos en que nos vemos obligados a enfrentarnos al avant- t lcstino; si conservamos la hipótesis del apuntalamiento y la si-
clivage, la reubicación de estos tiempos permitirá considerar- t.11amos desprendida del orden vital en el movimiento que la
los en el interior de un verdadero proceso histórico de constitu- ronstituye como objeto externo-interno perturbador excitante?
ción del sujeto psíquico, confrontándonos a los movimientos es- Si bien señalábamos antes nuestra preocupación, en fun-
tructurantes que no son sólo anteriores a la represión origina- ri6n de poner a trabajar la represión originaria, diciendo que
ria sino que preparan su instalación definitiva.
Vemos en «Pulsiones y destinos de pulsión» que la meta 1
'lbmamos la propuesta de traducción de Jean Laplanche que señala que el
(Ziel) de la pulsión es, en todos los casos, la satisfacción que 11 l11 má n dispone de dos términos bastante cercanos, pero que posibilitan la
sólo puede alcanzarse cancelando el estado de estimación en la 1lIHti nción entre lo interno y lo externo: Reiz, aludiendo al estímulo externo, y

fuente. Las primeras diferencias entre el estímulo interno y el O セ Q ᄋ イQュ N オゥ ァL@ al interno, cuya traducción adecuada, ya en el campo pulsional mis-
11 10 , por excitación, nos permite ubicar el orden pulsional en décalage con el or-
estímulo externo vienen dadas por la posibilidad de fuga o no
tl 11 11 vilal.

64 65
esta no aparece en los textos freudianos sino como una necesi- Detengámonos en el segundo tiempo, momento del «retorno
dad teórica, la de ofrecer un fundamento lógico a la represión sobre la persona propia», dejando el primer tiempo, que, como
secundaria -siendo una necesidad del sistema que lo secun- hemos dicho, corresponde al sujeto de la autoconservación (no
dariamente reprimido deba ser a la vez expulsado de la con- hay pulsión escópica, el mirar no está al servicio de la sexuali-
ciencia y atraído por el inconsciente, inconsciente originario dad). Decir que el sujeto se mira a sí mismo no es suficiente. Es-
que permitirá esta atracción- , hay nociones presentes en el to sería puramente descriptivo. Para el observador el sujeto se
conjunto de la obra que permiten cercarla: la fijación, la contra- mira a sí mismo, pero, ¿quién mira a quién y desde dónde? Con-
carga y el traumatismo son las que escogemos para ello. servando la línea que adoptamos, de un primer tiempo de la se-
En las páginas siguientes desarrollaremos estas ideas, con xualidad ligada al autoerotismo, objeto parcial de la pulsión
el objeto de hacer jugar esta preocupación sin duda comparti- parcial (segundo tiempo de los propuestos por Freud, ya que
da, aun cuando no resuelta, por Freud, cuando decía que si la dejaremos de lado ese primer tiempo de la autoconservación,
represión no es un mecanismo de defensa presente desde los tiempo mítico del sujeto no sexuado), es esta pulsión parcial la
orígenes se podría adelantar la hipótesis de que «antes de esa que está en juego y sólo fenoménicamente hay un mirar-se que
etapa de la organización del alma los otros destinos de pulsión, implique un sujeto imaginariamente unificado poseedor de
como la transformación en lo contrario y la vuelta hacia la per- una imagen completa de sí mismo, es decir, un yo que tome a su
sona propia, tenían a su exclusivo cargo la tarea de la defensa cargo la representación del sujeto psíquico. Esta primera esci-
contra las mociones pulsionales». 2 El primero de estos procesos sión entre mirar (del primer tiempo) y mirar-se, del segundo,
afecta a la meta, el segundo, al objeto, y están ligados entre sí no se realiza por la línea que marcará la represión posterior-
hasta el punto de que es imposible describirlos por separado; mente, escisión determinada por el conflicto intersistémico,
ambos se estructuran en una gramaticalidad (aun cuando su Hino por un primer clivaje entre el sujeto de la autoconserva-
carácter sea anterior al lenguaje como tal) en la cual el reflexi- ·ión y el sujeto sexuado, abarcando múltiples líneas que sólo
vo es el camino hacia la permutación entre el sujeto y el objeto ponen de manifiesto la fragmentación libidinal de este último.
(mirar - mirar-se - ser mirado), cuyas alternancias permiten al El ser mirado por otro -del tercer tiempo, si nos referimos a
propio sujeto ser tomado como objeto. In propuesta de Freud; del segundo, si hablamos en el campo
En «Pulsiones y destinos de pulsión» encontramos la expo- oxclusivo de la sexualidad- debe ser considerado, en nuestra
sición más extensa acerca de estos mecanismos. De los tres opinión, como un efecto de la estructuración del yo narcisista,
tiempos propuestos para la constitución del exhibicionismo: i:ualitativamente distinta de la anterior en la constitución del
mirar, como actividad dirigida sobre un objeto extraño; aban- 11 parato psíquico.
dono del objeto y retorno de la Schaulust sobre una parte del Puesto que la satisfacción es la meta necesaria y obligada
cuerpo propio (mirar-se), e introducción de un nuevo sujeto pa- 1lo la pulsión, ¿qué significaría hablar de una pulsión de fin pa-
ra ser mirado por él, el primer tiempo no correspondería a la
Mivo? ¿O tendremos que incluir en este caso al sujeto conside-
tendencia pulsional activa propiamente dicha ni a la perver-
l'lldo en su condición de contracarga, es decir, incluir la cons-
sión como tal: Freud designa con ello la función visual en tanto
1iLución del yo para hacer inteligible este proceso que marca
función autoconservadora. El origen de la pulsión corresponde-
lw.; movimientos primarios de escisión del psiquismo inci-
rá al segundo estadio, el del registro sexual del fantasma. 3 En 11ionte?
el tercer tiempo, la introducción de un nuevo sujeto para ser
mirado por él, plantea una dimensión diferente de la cuestión, lntentaremos poner a prueba nuestra hipótesis de trabajo,
a la cual atenderemos más adelante. f1<1$rica y de consecuencias clínicas, de que la transformación en
/11 1·ontrario y la vuelta sobre sí mismo, como mecanismos de de-
2 S. Freud, Metapsicología, en Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu /i•11 sa, son mecanismos estructurantes del aparato psíquico, cu-
editores, vol. XIY, 1979, pág. 142 (las bastardillas son nuestras). \111 rtparición marca el primer tiempo de la represión originaria,
3 Para un desarrollo de este tema véase J . Laplanche, Vida y muerte en p si-
1 ;•¡lf'esión {undante de este aparato, y de la diferenciación entre
coanálisis, BuenosAires:Amorrortu editores, 1973, y Gérard Bonnet, Voir-etre /1111 sistemas inconsciente y preconsciente-consciente.
vu, París: PUF, 1981.

66 67
Pondré a discusión, mediante un caso clínico, las hipótesis ficio secundario que obtenía, a costa de intensos sufrimientos,
antes señaladas, para retomar posteriormente algunos proble- era para tener en cuenta, no explicaba bajo ningún concepto ni
mas teóricos que de aquí se derivan. la estructura psíquica a la cual me enfrentaba yo en el momen-
to de la consulta, ni la especificidad sintomática que en ella se
enraizaba.

Andrés: vicisitudes de la angustia,


vicisitudes del sujeto La historia de Andrés

El motivo de consulta en relación con Andrés, cuando el ni- Los padres se casaron siendo muy jóvenes, después de un
ño contaba seis años de edad, estuvo determinado por una fo- noviazgo de tres años, y un año y medio más tarde nació An-
bia de origen antiguo. Esta fobia, estereotipada y sin variacio- drés, cuando la madre tenía diecinueve años y el padre veinti-
nes, aparecía desde que tenía tres años adherida a una misma cinco. En la mitad del noviazgo murió el padre de la madre, del
representación, Drácula, y le producía intensos sufrimientos. cual tomaron el nombre para el niño. El parto, previsto para
En los últimos tiempos (y esta fue la razón de que los padres mediados de julio, se adelantó veinte días, coincidiendo con el
decidieran pedir ayuda profesional), las crisis de angustia se tercer aniversario de la muerte del abuelo. La familia festejó el
habían intensificado de tal manera que, en su desesperación, nacimiento de Andrés diciendo que «había vuelto a nacer mi
Andrés se arrancaba los cabellos y tenía episodios de insomnio papá» (palabras de la madre).
que duraban hasta altas horas de la madrugada. Tal sintoma- El desarrollo del niño durante los primeros tiempos fue nor-
tología se acompañaba de una conducta supersegura durante mal, sin datos significativos, salvo algunas dificultades en la
el día, oposicionismo y actitudes incontrolables, berrinches fre- lactancia debidas a que a la madre le era incómodo darle el pe-
cuentes y una dificultad marcada para tolerar el no del adulto. cho y pasó rápidamente a la alimentación artificial. Pese a ello,
Había, en relación con ello, cierta complacencia narcisista por 1niño se adaptó pronto al biberón, comiendo con entusiasmo y
parte del padre, quien hacía la descripción combinando gestos numentando de peso rápidamente.
de horror y risas, diciendo: «¡Fíjese, las cosas que es capaz de A los nueve meses, cuando le salió el primer diente, comen-
hacer!». zaron los trastornos: tuvo diarreas y vómitos a repetición, llan-
La actitud omnipotente diurna era la contraparte de una Lo continuo y algunos trastornos del sueño: se despertaba tres o
marcada dependencia nocturna, que llegaba al punto de que no ·uatro veces por la noche pidiendo «jugo» y, simultáneamente,
podía ir solo al baño y su padre tenía que acompañarlo. Extre- rechazó la leche abandonando su ingestión por completo. Estos
madamente exigente, señalaba la madre refiriéndose a An- I rastornos se mantuvieron hasta los dos años, cuando completó
drés: «Siempre habla de lo que le falta, nunca de lo que tiene», lu dentición. Pese a ello, durante todo este período, el desarrollo
a lo cual agregaba el padre: «Aunque lo amenazamos, nunca tanto intelectual como motor del niño fue excelente. A los nue-
cumplirnos las amenazas. Yo creo que él sabe que no podemos vo meses comenzó a pararse y a los once ya caminaba. Al año y
limitarlo». rn edio hablaba perfectamente y conocía los colores. Antes de los
Buen alumno, de apariencia fisica muy bella, el niño podía (los años y medio sabía las letras y los números. A raíz de estos
ser descripto como el hijo consentido de una familia de buenos conocimientos precoces, el padre, entre complacido y molesto,
recursos económicos, como el depositario del narcisismo paren- decía a la madre que lo exhibía: «Este niño es tu circo».
tal. Pero en los últimos tiempos tanto su conducta diurna como Las cosas se desenvolvían a tal punto alrededor de Andrés,
su fobia nocturna habían transformado en un verdadero infier- que la madre relata que le preguntaron a él si quería tener un
no la situación familiar, qué los padres se encontraban impo- l1 ormanito, y únicamente cuando el niño accedió tomaron la
tentes para mejorar. La vida de todos giraba alrededor de esta 1Incisión de tener un nuevo hijo. «Yo estaba tan feliz con el niño
situación y, en mi opinión, hubiera sido de una simpleza extre- qu o n o hubiera necesitado otro hijo», comenta la madre. «En
ma interpretar esto como el quid de la cuestión. Si bien el bene- 1•111 dida d, nos decidimos porque pensamos que él necesitaba

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69
compañía», agrega el padre. De esta manera, a los dos años y
once meses de edad de Andrés la madre quedó embarazada, y Le digo: «¿Sabes por qué Drácula tiene los colmillos a los la-
dos? Porque si los tuviera en el centro no podría chuparse el de-
tuvo una niña que nació cuando su hermano contaba ya tres
do» (hago el gesto). Se pone colorado y ríe. Dice: «El dE;Jdo sabe a
años y ocho meses de edad.
helado de vainilla». «Estos dedos me los comÍ» (dobla tres de-
Por esta época comenzaron nuevamente los trastornos. Al
dos: el meñique, el anular y el mayor) «y me quedan otros»: se-
tercer mes de embarazo materno, el niño se levantó una noche,
ñala el pulgar, que introduce en la boca, y el índice, con el cual
angustiado: quería asegurarse de que los padres lo veían mien- se cubre la nariz. 4
tras dormía. Fue en ese momento cuando empezó a exigir que
Respecto de los datos aportados por el niño, la madre corro-
demostraran que lo veían, para lo cual el padre se levantaba bora posteriormente que no le dio pecho a la hermanita porque,
reiteradamente y, cada vez que iba a su habitación, le ponía un guiándose por la lactancia de Andrés -que fue muy displacen-
cochecito sobre la almohada: a la mañana siguiente el niño los tera para ella- , decidió no amamantar a la pequeña. Señala
contaba, y así fue como llegó a contar nueve o diez cochecitos. también que a aquel lo amamantó sólo quince días, porque no
Simultáneamente, reapareció el pedido de \セオァッᄏL@ que había podía soportar la molestia que esto le ocasionaba: «La leche que
desaparecido a los dos años. chorreaba me daba asco», dice. «Era yo la que se enfermaba de
Luego del nacimiento de su hermana, cuando Andrés tenía los pechos, no él», agrega.
tres años y nueve meses, un amiguito le habló por primera vez Es interesante observar en primer lugar cómo los datos,
de Drácula. Es en ese momento cuando se cristalizó la fobia cu- tanto los aportados por la madre como los que brinda el niño,
ya existencia llevaría posteriormente a los padres a solicitar pueden ser ubicados en un doble corte abarcando tres planos
una consulta psicoanalítica. distintos: por un lado, el acontecimiento, el real vivido, campo
común compartido por ambos: el hecho de que la hermanita de
Andrés no fue amamantada. Por otro lado, la forma en que este
Otros datos recogidos en las primeras entrevistas acontecimiento se engarza en los fantasmas maternos (su pro-
y sesiones de tratamiento pio asco a los pechos «chorreantes»). Y, en un tercer plano, la
forma en que el recuerdo «Se fija» en el niño, ligado a sus pro-
Desde la primera entrevista que realicé me llamó la aten- pias vicisitudes pulsionales (hay una inversión sujeto-objeto en
ción el hecho de que en momentos en que Andrés se angustiaba relación con la madre, es él quien se enfermó del pecho -inver-
hacía un movimiento con la lengua y los labios (la lengua era sión posiblemente ligada al momento constitutivo de la sub-
sacada varias veces humedeciendo los labios, pero sin salir ma- jetividad en el cual el acontecimiento fue inscripto--, y una mo-
nifiestamente). En esta primera entrevista, en la cual el niño dificación relacionada con la elaboración secundaria: no son los
habló largamente de su miedo, el movimiento que señalo apa- pechos enfermos de la madre, sino el pecho del niño el que que-
reció repetidamente. Me relató un sueño en el cual él se en- da colocado en posición significante en relación con la orali-
cuentra de repente rodeado de Dráculas; está en un lugar ex- dad). Podemos decir que cuando la hermanita nace, Andrés es-
traño, luego van todos a su casa y, cuando se sacan la másca- tá en un momento de su constitución de pasaje de la tópica in-
ra . .. «¿qué crees?-dice-, ¡son mis papás!». El sueño se había tersubjetiva ligada a la especularidad, a una triangulación que
repetido varias veces en otras épocas, no pudiendo precisar ha abierto las posibilidades de instauración de la represión ori-
cuándo.
En la segunda entrevista dice: «A mi hermanita no le dieron 4
leche porque yo me enfermé del pecho>>. «Cuando yo fui a ver a Esta forma de los niños de chuparse el dedo es totalmente distinta de una
8imple succión, ya que reproduce en el mismo movimiento el pezón que se in-
mi mamá (a la maternidad), mi papá me ofreció llevarme a co- troduce en la boca y el pecho que cubre la nariz en la lactancia, al mismo tiem-
mer hamburguesas y luego no me llevó». «Tomé mamadera po que es acompañada de una respiración fatigosa. Esta clase de r.hupeteo au-
hasta los cuatro (años), después, a la basura» (hace el gesto y se toerótico -que se presenta, por lo general, tardíamente- tiene que ser ex-
ríe). «Y después tiré el chupete... Me gustaba mucho ... » (nos- plorada con atención, puesto que guarda adherencias simbióticas al objeto
tálgico). «Todavía me chupo el dedo, a veces . .. ». materno, diferentes del chupeteo como placer de órgano adherido al pecho fan-
tns mático.

70
7]
ginaria. El sujeto y el objeto intercambiables en la tópica inter- Tomando los parámetros señalados en el primer capítulo: 1)
subjetiva han pasado fantasmatizadamente al inconsciente y el modelo del aparato psíquico y su constitución; 2) la ubicación
la represión ha efectuado un sepultamiento de estas inscripcio- del paciente en la estructura edípica y el tiempo (en el sentido
nes relacionadas con las frustraciones orales arcaicas, permi- propuesto por Lacan) de esta inserción, y 3) las determinacio-
tiendo la aparición en el preconsciente, en el sujeto de la con- nes de la historia singular (en su carácter significante y plan-
tracarga, de la asunción del rol activo en relación con lo vivido teando las correlaciones entre el movimiento sintomático y el
pasivamente. Podemos señalar también cómo este recuerdo traumatismo), ¿cuáles son los movimientos constitutivos, los
encubridor realiza en un doble movimiento el deseo de, por un diversos jalones que pueden ser analizados en los tiempos es-
lado, privar de leche a la hermana rival y, por el otro, de identi- tructurantes del psiquismo de Andrés?
ficar al sujeto con el objeto, incorporándolo en sí mismo. Sin Evidentemente, en el momento en que el paciente se pre-
embargo, la ambivalencia de esta identificación no deja sin sentó a la consulta me encontraba frente a un niño que había
castigo al sujeto usurpador, tal como Freud lo señaló para algu- sufrido ya los efectos de la represión: la estructuración de una
nos modelos de la identificación histérica. fobia, con los consiguientes mecanismos de condensación y des-
Podríamos graficar de la siguiente manera esta significa- plazamiento, la constitución de recuerdos encubridores y el
ción de lo real vivido: manejo tanto del lenguaje como de la lógica del proceso secun-
dario no dejaban lugar a dudas sobre este punto.
Sin embargo, la intención de trabajar no sólo el diagnóstico
Explicación racionalizante del nudo patógeno, sino la interpretación, ya en el plano del
Madre tratamiento mismo, con intención simbolizante, requiere una
Fantasmas relacionados con exploración de los movimientos constitutivos del cuadro actual
su propia oralidad

1
Acontecimiento
que permitirá intervenir luego en el proceso terapéutico ligan-
do la fantasmatización a la historia. En el caso de Andrés, en-
tre los nueve meses, momento en el cual aparece la angustia di-
fusa que produce el sueño intranquilo y la primera sintomato-
logía a nivel corporal (diarrea, vómitos), así como el rechazo de
la leche, y los tres años y siete meses, momento de constitución
1
Niño
Recuerdo encubridor de la fobia (momento máximo de simbolización, de ligazón a un
contenido angustiante representacional), ¿cuáles son estos
Fantasmas relacionados con tiempos de estructuración? y, por otra parte, ¿por qué el incre-
su propia oralidad mento de angustia aparecida pocos meses antes de iniciar el
tratamiento?5

Constitución de los tiempos de la fobia en Andrés


5
En realidad, esta última pregunta, como ocurre siempre con las incógnitas
He señalado en otros trabajos que en el momento de aproxi- en un diagnóstico, sólo pudo ser respondida a lo largo del tratamiento. Un día
mación a una problemática clínica en la infancia nos enfrenta- ele tormenta, estimulado por el ruido de la lluvia, que en el interior del consul-
mos no sólo al abordaje de los fantasmas inconscientes (como torio producía una sensación de intimidad y seguridad, Andrés «me confesó»
Melanie Klein lo propone), sino, fundamentalmente, a la ubi- que pocos meses antes de iniciar sus consultas -es decir, en el momento en
cación precisa del estatuto metapsicológico de estos fantasmas, que las crisis de angustia se hicieron intolerables- había tenido una serie de
juegos sexuales con un par de niños amigos (hermanitos entre sí, niño y niña).
así como a su constitución histórica, considerando tanto los ele- El había sido el espectador pasivo de esos juegos -en tanto voyeur, no menos
mentos intrasubjetivos como el momento de estructuración de nctivo-, y se sentía horrorizado y complacido por el espectáculo que relataba,
este aparato en el marco de la tópica intersubjetiva, es decir, en inv irtiendo en la sesión su rol al transformarme a mí, mediante una reduplica-
el seno de la estructura edípica. ción especul ar, en espoctndora pasiva de sus relatos eróticos.

72 73
Tiempos de constitución de la fobia toman a su cargo la constitución de un primer fantasma (aún
no reprimido) que condensa en un movimiento originario al ob-
a. Nueve meses: dentición y comienzo de la deambula- jeto atacante como objeto-fuente pulsional externo-interno. De
ción. allí que Andrés rehúse ingerir (en lo real) la leche que lo ataca
Trastornos: sueño intranquilo, rechazo de la leche y reactivando sus propias frustraciones orales. Algo que duele la-
abandono de su ingestión, diarreas y vómitos a repetición. cerantemente en la zona oral y de lo cual sólo puede defenderse
Pedido nocturno del \セオァッᄏ N@ mediante un clivaje en un objeto apaciguante: «el jugo». El
b. Tres años y dos meses: embarazo materno. abandono de la ingestión marca el primer tiempo de este movi-
Trastornos: pedido a los padres de que lo vean mien- miento en el cual el objeto y el sujeto están fusionados, pero no
tras duerme, reaparición del pedido de «jugo» que había de- en el sentido del narcisismo, no en tanto yo-no yo simbióticos,
saparecido a los dos años. sino en el orden de la pulsión parcial que toma sincrética una
c. Tres afíos y nueve meses: nacimiento de la hermana, parte del cuerpo del sujeto con el objeto de dicha pulsión, en un
lactancia artificial de esta. fantasma constituyente.
Síntoma: constitución de la fobia a Drácula. Primer tiempo traumático de la sexualidad: algo se instala
en el sujeto mismo; algo es «atacante», aun cuando las defensas
Hemos diferenciado entre trastornos y síntoma para marcar requieran todavía un movimiento de fuga «en lo real». Hay de-
el carácter absolutamente novedoso de este último, que presen- rivaciones corporales en este primer movimiento: diarreas, vó-
ta ya las características, como dijimos antes, de una formación mitos, la expulsión de aquello que perturba es realizada por
del inconsciente. A su vez, hemos incluido en los acontecimien- orificios corporales. No se presentan aún movimientos defensi-
tos precipitantes del síntoma tanto el nacimiento de la herma- vos que posibiliten la utilización de defensas psíquicas más ela-
na como las características particulares de la lactancia de esta, boradas.
tomando en cuenta el material recogido en las entrevistas y ex-
puesto anteriormente. Por supuesto, esta elección nos llevará a b. El segundo movimiento que encontramos marca un salto
poner en discusión el concepto de traumatismo con el cual nos cualitativo en la constitución del psiquismo de Andrés. El niño
estamos manejando. busca alguien que lo mire por las noches, que dé señales de su
presencia para sentirse en condiciones de contener la angustia
que lo embarga. Este segundo tiempo es concomitante al emba-
Interpretación de los movimientos estructurantes razo materno. Ha aparecido un esbozo de triangulación, el her-
del sujeto manito está presente desde el vientre de la madre. El niño re-
quiere de un adulto que ayude a controlar --durante el sueño,
a. ¿Cómo considerar, en el primer tiempo, el rechazo de la j ustamente durante la emergencia de lo incontrolable-- aque-
leche? Señalemos, en primer lugar, que la leche que rechaza ll o que se convierte en amenazante.
Andrés ya está desgajada de la leche originaria. El ha sido pri- Ha variado el motivo de la angustia y el orden de la defensa.
vado del pecho quince días después de su nacimiento; la leche Ya no es algo que se produce sólo apuntalado en el cuerpo, liga-
que recibió a partir de ese momento es un desplazamiento de la do a las series placer-displacer de la zona erógena, sino algo del
leche originaria: no sólo hay una metonimización en la cual el orden de la simbolización amorosa. Andrés ha sido expulsado
pecho -objeto de la pulsión sexual- metaforiza la leche -ob- del universo materno, su madre está dedicada a cuidar y espe-
jeto de la necesidad, de la autoconservación-, sino también un rar a un tercero, a un rival que lo saca de su posición de privile-
セ ゥ ッ N@ ¿Qué es lo traumático en este caso? El ha sido informado de
desplazamiento a partir de lo real que requiere reubicaciones
que va a tener un hermanito. Hermanito que, según dicen los
estructurales en el niño.
En el momento en que Andrés rechaza la alimentación pri- pndres, nace para complacerlo. Frente a la situación de expul-
HÍÓn de la cual ha sido objeto, la simbolización que aquellos
mordial, algo viene a «atacarlo» a partir de su propio cuerpo.
Los dientes, irrumpiendo como objetos cortantes en la encía, ofrecen aparece como un movimiento inacabado, insuficiente y,

74 75
podríamos decir, de características negativas. Hay en Andrés no se maneja. Ha encontrado, por fin, una representación pri-
una demanda de simbolización no satisfecha que lo deja libra- vilegiada alrededor de la cual organizar su angustia. Hay «an-
do a sus fantasmas más arcaicos. Si su omnipotencia es tal -y gustia señal», en el sentido freudiano, aunque esta angustia no
luego volveremos sobre esto- que puede decidir sobre la vida, remite directamente a la castración sino a la devoración, debi-
también puede decidir sobre la muerte. Las fantasías mortífe- do a que la impronta, el lenguaje pulsional privilegiado en este
ras son posibles tanto como lo son sus propios fantasmas pul- niño, hace que todo peligro «genital», toda angustia de castra-
sionales desbocados y librados a su propio movimiento. Por eso ción fálica, sea remitido a angustias orales. La castración no
necesita de la mirada del otro, no sólo como una prueba de está ausente en el momento en que Andrés empieza su trata-
amor, sino también como algo que controle y supervise lo que miento; sin embargo, es significada como devoración.
no alcanza a hacer su propia estructura defensiva por sí mis- La lactancia artificial de la hermanita se convierte en un
ma. Los cochecitos, metonimia del padre, de la función protec- significante que puede reactualizar sus propias frustraciones
tora paterna, deben ser dejados sobre la almohada, cerca de su orales. 6 La importancia de este acontecimiento en su carácter
cabeza, para que indiquen que no ha quedado librado a sí mis- significante, de esto real visto (vivido en tanto se engrama en
mo. Un sí mismo que le es extraño y que lo somete a las angus- su inconsciente), es señalado por Andrés mismo cuando relata,
tias más intensas. Un sí mismo que es ya un otro, un ello. Sin uno a continuación de otro, los dos elementos pregnantes del
embargo, esto no basta, y Andrés retorna a la ingestión del jugo nacimiento de su hermana: el hecho de que ella no recibió el pe-
-metonimia del primer objeto de la pulsión oral- reactuali- cho materno, por un lado, y el de que el padre le mintió, le pro-
zando los movimientos defensivos arcaicos -<le clivaje-- que metió llevarlo a comer hamburguesas y nunca le cumplió. Por
le habían permitido enfrentar los primeros momentos traumá- supuesto que la mentira del padre es algo más abarcativo, en el
ticos. marco del Edipo, que las hamburguesas a las cuales queda fija-
Estamos, en este segundo tiempo, en el momento de la rup- do el discurso. Sin embargo, aun cuando evidentemente se abre
tura del narcisismo entendido como zona de constitución del yo por ahí una vertiente para pensar el engaño en el marco de la
en relación con la identificación primaria. Entre el primer caída narcisista cie haberse sentido hasta ese momento único ob-
tiempo, el de la dentición y la constitución de los primeros índi- jeto de amor, no puede descuidarse la vía propuesta por el pa-
ces de angustia, y este segundo tiempo, de separación de lama- ciente mismo, es decir, la fantasmatización oral del desengaño
dre e instauración del tercero, el yo ha pasado por su estructu- amoroso, si lo que queremos, adoptando una postura verdade-
ración narcisista y, en su desgajamiento de la tópica intersubje- ramente psicoanalítica, es ser consecuentes con la línea que la
tiva, abre el camino hacia el tercer movimiento, el de la instala- libre asociación nos propone.
ción de la fobia. De ahí que requiera todavía del otro adulto real
para defenderse de lo atacante. Sólo cuando, desprendido defi-
nitivamente del otro, del semejante, pueda funcionar como ins-
tancia intrapsíquica, podrá estructurarse la defensa que da Permutaciones activo-pasivo en los clivajes
origen a la constitución del síntoma neurótico, de la verdadera del aparato incipiente
«fobia», mediante la proyección.
Hemos señalado el primer tiempo de constitución de esta fo-
c. El tercer tiempo ya ha barrido decididamente con los re- bia como un tiempo traumático que desemboca en fantasmas
manentes anteriores. Es el de la simbolización mayor, el de la pulsionales que no poseen aún estatuto metapsicológico preci-
constitución de un significante referencial externo que permite
el pasaje al miedo. Estamos en plena relación de la angustia
6 Utilizamos «frustración» en el sentido propuesto por Lacan: daño imagina-
con su objeto. Ya no hay indeterminación del peligro, ya esta-
mos en el orden de la represión y de la racionalidad del proceso rio s ufrido en relación con la falta de un objeto real, en cuyo caso e!' del dominio
do la reivindicación, de las exigencias desenfrenadas, sin posibilidad de satisfac-
secundario. Andrés no está «loco», teme algo que es comprensi- ción. Recordemos el carácter perentorio que adquiere la demanda en Andrés
ble en el mundo de significaciones en que cualquier ser huma- (:11ondo la madre di ce «s ie mpre habla de lo que le falta, nunca de lo que tiene».

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so. En este primer tiempo no se puede hablar de clivaje en el ser anterior a las oposiciones posteriores a las cuales se inte-
sentido tópico del término. No hay aún sistemas en conflicto grará: fálico-castrado y masculino-femenino. ¿Cómo situar, en-
enfrentados, es el «retorno sobre la persona propia» por parte tonces, con relación a la tópica psíquica y a su constitución, es-
de la pulsión, el hecho de que esta se instaure como interno-ex- tos momentos de activo-pasivo que encontramos en las oposi-
terno atacante para el sujeto, lo que constituye este primer ciones anteriores?
tiempo. Desde esta perspectiva, estamos frente al «retorno so- Hemos definido como primer tiempo de la sexualidad el «re-
bre la persona propia», al cual Freud se refiere en tanto meca- torno sobre la persona propia»; momento en el cual la pulsión
nismo anterior a la represión originaria. se instaura en el sujeto psíquico y a partir del cual se produce la
Pero, ¿cómo situar la «transformación en lo contrario» que Schaulust que torna a esta objeto interno-externo atacante.
Freud presenta tanto como una transmutación del contenido ¿Qué es activo y qué es pasivo en este movimiento? El hecho de
(del amor en odio), cuanto del fin (de activo en pasivo)? que la pulsión se inscriba en tanto objeto extraño atacante es
En el capítulo II de Más allá del principio de placer encon- efecto de la sexualización precoz a la cual el niño es sometido.
tramos, en los orígenes del juego (con el famoso ejemplo del ca- Si el primero de los tiempos descriptos por Freud es mirar, esta
rretel), el intento del niño por resolver mediante la repetición actividad ligada al orden vital, a la autoconservación, se engra-
de una misma acción (aparición y desaparición del carretel en ma en la pasividad sexualizante que somete a la cría humana a
el juego fort-da) la transformación de una situación pasiva, por los cuidados seductores de la madre. Es así como en los oríge-
la cual ha sido afectado, en una situación activa, no obstante el nes de la vida, en ese primer tiempo que no es sexual en el su-
displacer que esta acción debería producir. La pregunta que jeto, el movimiento puede ser descripto en los términos si-
Freud formula es la siguiente: «¿Puede el esfuerzo (Drang) de guientes:
procesar psíquicamente algo impresionante, de apoderarse en-
teramente de eso, exteriorizarse de manera primaria e inde- Madre Niño
pendiente del principio de placer? Como quiera que sea , si en el (Sexualmente activa) Activo en la búsqueda de
· la autoconservación
caso examinado ese esfuerzo repitió en el juego una impresión (Sexualmente pasivo)
desagradable, ello se debió únicamente a que la repetición iba
conectada a una ganancia de placer de otra índole, pero direc-
ta».7 Y agrega en el capítulo III: «Empero, ya hemos considera- Es decir, madre: sujeto de la sexualidad; hijo: sometido a la
do esta clase de displacer: no contradice al principio de placer, sexualidad materna.
es displacer para un sistema y, al mismo tiempo, satisfacción En ese primer tiempo que Freud define como primero (mi-
para el otro. Pero el hecho nuevo y asombroso que ahora debe- rar), pero que podemos considerar como externo a la sexuali-
mos describir es que la compulsión de repetición devuelve tam- dad en el sujeto, el niño es objeto de la seducción materna, ya
bién vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de que cuando va activamente en búsqueda de la satisfacción de
placer, que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfac- la necesidad se encuentra con la intromisión de la sexualidad
ciones, ni siquiera de las mociones pulsionales reprimidas des- por parte del semejante.
de entonces». 8 En el segundo tiempo, el de la constitución de la pulsión, lo
El ejemplo del carretel es un paradigma de la transforma- xterno sexual materno se inscribe en tanto interno-externo
ción de pasivo en activo. Sin embargo, no es el primer tiempo de xcitante, y la pulsión es activa frente a un sujeto que es objeto
constitución del sujeto psíquico, y menos aún de la sexualidad. pasivo de un primer núcleo activo sexual excitante. La vuelta
La polaridad pasivo-activo es uno de los principios funda- Hobre la persona propia se transforma entonces en un primer
mentales de la vida psíquica y, tomada en su conjunto, podría livaje entre el sujeto de la autoconservación y el de la pulsión
Hcxual, al mismo tiempo que el objeto se diva en excitante-apa-
:iguante (recordemos la dicotomía leche-jugo que presenta An-
7S. Freud, Más allá del principio de placer, en Obras completas, op. cit., vol. drés); clivaje entre el objeto bueno y el malo, en el lenguaje de
XVIII, 1979, pág. 16. Mclanie Klein; es la madre excitante-mala la que aparece en
8 lbid., pág. 20.

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múltiples fragmentos parciales de objetos internos atacantes. tiantes proyectadas. Estas representaciones que aparecen a
Este es verdaderamente el tiempo de la constitución de la pul- partir de lo real son efecto de la condensación y el desplaza-
sión sexual de muerte. miento de la transmutación de lo deseado en temido.
Como vemos, todo pasa en el «interior del psiquismo» indife- En este tercer tiempo, definido por la constitución de la re-
renciado desde el punto de vista tópico, cuyo primer núcleo se presión originaria, lo activo y lo pasivo no son ya cualidades di-
ha escindido hacia el orden de la sexualidad, de la pulsión. ferenciales del sujeto y del objeto, sino que están definidas por
Este movimiento puede ser ilustrado, pues, de la siguiente la escisión del sujeto mismo.A raíz de esto, justamente, señala-
manera: mos el carácter activo del inconsciente -cuya legalidad tiende
a la emergencia de lo reprimido, al avance permanente hacia el
Sujeto pasivo Objeto clivado
preconsciente a la vez que al atrapamiento de las representa-
(atacado por lo interno-externo) (excitante y apaciguante) ciones provenientes de este último- en relación al yo atacado
de la sexualidad (pasivizado por el deseo), defensivo.

En el tercer tiempo, pasivo y activo aparecen situados con El problema de la transformación de lo activo en pasivo y de
relación a la tópica psíquica. La constitución del yo plantea un lo pasivo en activo debe ser replanteado hoy en el orden de las
equilibrio intersistémico entre lo pasivo y lo activo. La repre- relaciones entre la estructura edípica y el sujeto que en ella se
sión originaria se constituye separando definitivamente al yo inserta. Como lo hemos señalado anteriormente, el niño, objeto
del ello (según la segunda tópica), y separando al inconsciente pasivo de la seducción materna, solamente puede llegar a in-
del preconsciente-consciente (de acuerdo con la primera tó- corporar esto activo-excitante en el orden que contiene los ele-
pica). En virtud de lo que precede, lo activo y lo pasivo queda- mentos discretos constitutivos del inconsciente.
rán a cargo de la tópica psíquica, y lo que es pasivo en un siste- En el caso de Andrés, en el momento en que rechaza la leche
ma devendrá activo en el otro. Los fantasmas entrarán en jue- -leche rechazada por la propia madre en los orígenes de la
go en este movimiento, dando lugar, a partir de la represión, a vida- no es evidentemente de un objeto exterior atacante de lo
la proyección: un representante externo (Drácula) se ofrece a cual el niño se defiende, sino de algo externo-interno excitante
Andrés y en él queda depositada la actividad de la pulsión oral que se ha convertido en el primer tiempo de un fantasma pul-
de succión, mientras que él (sujeto del yo), se constituye como sional cuyo destino será reprimido más tarde. La inversión, el
víctima pasiva del ataque. En este tercer tiempo, el conflicto pasaje a la actividad, no es un correlato directo, en el nivel me-
entre el ello y el yo entra en juego por la línea de la escisión que tapsicológico, de la agresión vivida pasivamente. 9 Si la agre-
marca la represión originaria, al tiempo que el deseo se pro-
yecta hacia el otro atacante. 9 El mecanismo de «identificación con el agresor» propuesto por Anna Freud
Podemos ilustrarlo del siguiente modo: en su texto El yo y los mecanismos de defensa es una consecuencia lógica de Ja
concepción que esta autora tiene de la constitución del psiquismo infantil.
Yo (de la defensa) Siendo el yo un organismo que debe defenderse del peligro exterior, y definido
activo en la defensa, este en el nivel de la adaptación, la identificación con el agresor es el efecto de
pasivo en la sexualidad Representación un proceso del psiquismo que se propone obtener defensas más adecuadas y
simbólica (activa) eficaces frente a la indefensión natural del niño. Considerada la madre como
Ello (pulsión de succión) proyectada agente satisfactor de necesidad, es evidente que en su papel de yo auxiliar es
activo-atacante la única coraza protectora de que dispone el bebé frente al daño que le pueden
infligir los traumas que afectan su yo. Evidentemente, en la concepción de
El conflicto es intersistémico: el yo, activo en la defensa, en- Arma Freud no es la sexualidad materna Jo traumático; es en el carácter
tra en juego en el lugar del desconocimiento (en el lenguaje de insatisfactorio en el nivel del apaciguamiento de la necesidad donde se sitúa la
fo lla de la función materna. Desgajada del campo de Ja sexualidad, Ja agresivi-
Lacan). El ello atacante, ligado a la sexualidad reprimida, im- dad funciona en tanto concepto que actúa simultáneamente en diversos cam-
pone al sujeto movimientos defensivos que lo enfrentan (por pos: agresión fisica, crítica de los adultos, frustración real del objeto, engen-
una inversión adentro-afuera) a las representaciones angus- dra ndo a partir de ello un miedo real en la infancia, que requiere de este meca-

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sión se inscribe en forma fantasmática, lo es en tanto sexuali- me algo». Y estos dos tiempos culminan en un tercero, verda-
zada, es decir, en tanto efecto de la seducción traumática. Hay dero movimiento estructurante de la represión, que da lugar a
una verdadera transmutación en la cual el objeto atacante la proyección y a la organización del síntoma: encuentro con
- siendo interno-- es un verdadero collage de lo real vivido con una representación privilegiada capaz de tomar a su cargo la
el objeto libidinal (como lo muestra el gráfico que expusimos angustia en forma simbolizante; síntoma que podríamos consi-
para mostrar la relación entre los fantasmas maternos y los derar ya en estricto sentido psicoanalítico, como formación del
fantasmas infantiles). inconsciente.
Podemos imaginar ese primer fantasma boca-pezón-leche- Si hacemos entrar en juego la historicidad de la represión
dientes cortantes, dolorosos, atacantes, frente al cual Andrés originaria, el carácter estructurante que posee esta en relación
permanece inerte, mordido y desgarrado por una parte de sí con el aparato psíquico porque funda la distinción entre los sis-
mismo que se ha vuelto sobre la persona propia. Sólo desde el temas inconsciente y preconsciente-consciente, nos ubicamos
punto de vista fenomenológico se puede hablar de una identifi- en el orden de una perspectiva teórica que considera esta reali-
cación con el agresor, a partir del hecho de que Andrés invierte dad históricamente constituida como diferente de los constitu-
lo que ha vivido pasivamente (el rechazo de la madre a darle yentes que la determinan, con los cuales está en correlación
leche, al rechazo a ingerir esta última). Pero la leche que recha- metabólica, pero de la cual no es un simple «reflejo».
za Andrés no es la leche de la autoconservación, es la leche fan-
tasmática de la pulsión oral excitante, a partir de que la leche
de la cual la madre lo privó no fue la leche de la alimentación
sino su propio objeto pecho. Leche que, como diría Melanie
Klein, conserva los restos del pecho despedazado, de los dientes
cortantes (del objeto y del sujeto), leche que debe ser cuidadosa-
mente diferenciada -clivada- del jugo apaciguante que pro-
tege.
Hemos definido dos tiempos anteriores a la constitución del
síntoma en Andrés, y lo hemos hecho entendiendo que se
manifestaban en trastornos pre-sintomales. El primer tiempo,
traumático, desemboca en fantasmas pulsionales que no tie-
nen aún estatuto metapsicológico preciso; el segundo tiempo
está ligado a la constitución del yo y a la instauración de la re-
presión. En esta dirección se abren a su vez dos movimientos
estructurantes de la defensa: un primer tiempo, de «vuelta so-
bre la persona propia», de instalación del objeto-fuente atacan-
te contra el cual actúan los mecanismos arcaicos: clivaje, expul-
sión en el nivel corporal, llantos, rechazo de incorporar el objeto
fantasmatizado. Un segundo tiempo, de búsqueda del otro
amado que proteja contra la angustia a la cual queda sometido
el sujeto cuando permanece solo frente al ataque pulsional. La
constitución del yo marca el sentido de la frase: «puede pasar-

nismo de identificación con el agresor para «transformar la angustia en una


seguridad agradable•>, o sea, confort en el mundo definido por sus características
hostiles que amenazan la seguridad del organismo. (Véase al respecto, de esta
autora, Neurosis y sintomatología en la infanci.a, Buenos Aires: Paidós, 1977.)

82 83

セ@
4. Notas sobre la memoria cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuer-
dos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos conside-
y la curiosidad intelectual raciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la con-
ciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no
habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la ni-
ñez».
El personaje ha ideado también un sistema original de nu-
Funes o el desgarramiento de la memoria meración. Transforma cada cifra en una palabra concreta, refe-
rencial: «Su primer estímulo, creo, fue el desagrado de que los
Borges creó un personaje víctima de la memoria. Su per- treinta y tres orientales requirieran dos signos y tres palabras,
cepción se ha agudizado a tal grado que es descripto así: «Noso- en lugar de una sola palabra y un solo signo. Aplicó luego ese
tros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, disparatado principio a los otros números. En lugar de siete
todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. mil trece, decía (por ejemplo) Máximo Pérez; en lugar de siete
Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del trein- mil catorce, El ferrocarril; otros números eran Luis Melián La-
ta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía comparar- finur, Olimar (. .. ) En lugar de quinientos, decía nueve. Cada
las en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española palabra tenía un signo particular, una especie de marca(. .. ) Yo
que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma traté de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era pre-
que un remo levantó en el río Negro la víspera de la acción del cisamente lo contrario de un sistema de numeración. Le dije
Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada imagen vi- que decir 365 era decir tres centenas, seis decenas, cinco uni-
sual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etc. dades; análisis que no existe en los "números" El Negro Timo-
(... )Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no ha- teo o Manta de carne. Funes no me entendió o no quiso enten-
bía dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido derme.
un día entero. Me dijo: Más recuerdos tengo yo solo que los que »Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito
habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. para la serie natural de los números, un inútil catálogo mental
de todas las imágenes del recuerdo) son insensatos, pero reve-
Y también: Mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y tam-
lan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferir
bién, 4acia el alba: Mi memoria, señor, es como vaciadero de ba-
el vertiginoso mundo de Funes. Este, no lo olvidemos, era casi
sura». Paralizado en la cama, Funes no sale nunca de la habi-
incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba com-
tación en la que ha sido recluido. No se mueve del catre, pues- prender que el símbolo genérico perro abarcara tantos indivi-
tos los ojos en la higuera del fondo o en una telaraña. En los duos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molesta-
atardeceres, permite que lo saquen a la ventana. Puede pasar ba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el
horas con los ojos entrecerrados o contemplando un gajo de mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de fren-
santonina.
te). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorpren-
La narración se transforma, paulatinamente, en un episo- dían cada vez (. .. ) Era el solitario y lúcido espectador de un
dio de horror; hay algo monstruoso, repulsivo, en el encuentro mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente im-
con este hombre que tiene alteradas las condiciones del olvido: preciso».
«Locke, en el siglo XVII, postuló (y reprobó) un idioma imposi- Y concluye: «Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el fran-
ble en el que cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era
cada rama tuviera un nombre propio; Funes proyectó alguna muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es genera-
vez un idioma análogo, pero lo desechó por parecerle demasia- lizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino
do general, demasiado ambiguo. En efecto, Funes no sólo recor- detalles, casi inmediatos».
daba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de La memoria no se presenta, en el personaje ideado por Bor-
las veces que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir gcs, como una condición del pensamiento, es decir, como una

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condición del simbolismo organizado. Un mundo puntual no La característica predominante que señalaban sus maes-
requiere el sistema ordenador de la numeración. No hay placer tros era que el niño «no retenía». Desmemoriado, olvidadizo, un
en Funes, víctima de su propia percepción que, sin selección, lo caso más de esos aburridos pacientes frente a los cuales los psi-
transforma en «el solitario y lúcido espectador de un mundo coanalistas de niños se plantean un tratamiento de rutina a
multiforme, instantáneo y casi intolerablemente impreciso». partir de la individualización de los elementos «inhibitorios»
Su memoria es un vaciadero de basura, los desechos de objetos que aparecen como responsables del fracaso intelectual.
penetran en ella y se fijan sin que el personaje pueda seleccio- Repetidor «empedernido», había hecho dos veces primer
nar aquello que realmente quiere incorporar. La riqueza de la grado, dos segundo, y en el momento de la consulta estaba a
cualidad sensorial no define en ningún momento una «Cuali- punto de fracasar nuevamente.
dad significante», las palabras se intercambian con los objetos, Su historia es también rutinaria. No hubo problemas en el
y estos con los números. El concepto no logra una fijación en el parto, no lloraba ni demandaba atención en los primeros meses
sistema y el pensamiento circula abrochado a la cualidad sen- de vida, y si esto nos hizo pensar en un comienzo en la existen-
sorial y referencial. cia de ciertos componentes autistas, fue preciso desecharlo por-
El texto es una metáfora sobre el insomnio, dice Borges en que no ofrecía la consabida facies indiferente, ni el aislamiento,
el prólogo que escribió para Ficciones. La duermevela, propicia ni la falta de contacto afectivo patognomónicos del autismo.
a todos los delirios, a la circulación vertiginosa de imágenes y Ecuánime y poco hostil en sus primeros años, no parecían lle-
significantes, marca en Funes ese estar a mitad de camino en- garle profundamente los regaños, y había tenido un desarrollo
tre la imagen y el lenguaje. normal (se sentó a los seis meses, gateó a los ocho, caminó a los
La larga introducción acerca de un hombre que no puede ol- diez). Se mostraba independiente al punto de hacernos sospe-
vidar, nos permitirá, tal vez, introducirnos en los vericuetos del char aquello que Margaret Mahler ha denominado «fracaso del
psiquismo de un niño que, aparentemente, no puede recordar. compañero simbiótico materno». Sin embargo, a los tres años y
Memoria y olvido van juntos. Si se olvida en exceso, si se re- medio quiso ir al jardín de infantes, donde tuvo un contacto
cuerda sin discriminación, las condiciones del pensamiento se plácido y agradable con sus compañeros y maestros (lo cual nos
perturban. El objeto de este trabajo es volver a investigar el llevó, también, a desechar la posibilidad de una psicosis sim-
problema de la memoria en la estructuración del aparato psí- biótica en el sentido clásico, con detenciones del desarrollo por
quico. separación del compañero materno). Un elemento llamativo
era su miedo a los ruidos fuertes en los primeros años, que le
producían crisis de pánico, a partir de lo cual y basándose en
un prejuicio psicologista, alguien «autorizado» recomendó que
Antonio, un niño «desmemoriado» le fueran dadas clases de karate para reasegurarlo, pese a la
opinión de los padres de que era un niño muy independiente y
A diferencia de Funes, cuyo desgarramiento solitario nunca que no presentaba trastornos de conducta.
planteó un problema de escolaridad -al menos Borges no lo Problemas más severos empezaron con su ingreso a la esco-
relata-, Antonio, como tantos niños que no aprenden, llegó a laridad primaria: manifestó una dislexia al comenzar a escri-
consulta a los diez años de edad, después de un largo pasaje por bir, evidenciándose trastornos del pensamiento lógico en difi-
tratamientos de reeducación psicopedagógica, extensas bate- cultades para las matemáticas, y la ya mencionada perturba-
rías de tests y múltiples cambios de colegio. ción de la memoria. Este último dato apareció llamativamente
Si bien desde que era pequeño en la escuela creyeron que contradicho en el momento de tomar su historia.
sus dificultades se debían a «problemas emocionales» (dese- No puedo dejar en este momento de hacer una digresión.
chándose trastornos neurológicos), la única indicación que re- uando realizo una entrevista para organizar la historia de un
cibieron los padres durante largo tiempo fue hacerle tomar cla- niño, siempre la hago con la madre (o el sustituto materno) y en
ses particulares y, desde hacía dos años, un tratamiento psico- presencia del niño mismo. Se abre así un espacio de simboliza-
pedagógico tres veces por semana. ·ión , de verdader a historización, que proporciona desde el co-

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mienzo un ordenamiento, a la vez que la apertura de una serie desborde del cual su madre es objeto. Ni la información en sí
de interrogantes, tanto para la madre como para el hijo. Se pó- misma, ni la falta de ella, son razones suficientes para la enfer-
nen en conexión elementos que han estado siempre disociados medad o la salud de un niño; puede decirse «todo» sin que se
y se resignifican episodios vividos, proporcionándole al niño un proporcionen los significantes claves para que la simbolización
contexto frente al cual se reestructuran sus propias vivencias. se inaugure.
No creo, como algunos autores de la Ego psychology propo- En el caso de este niño, mi preocupación era encontrar las
nen, que la madre posea el criterio de realidad frente a un niño relaciones entre los determinantes edípicos y la forma singular
sometido a un mundo fantasmático; que lo que esté en juego (específica) en la cual el déficit simbólico se había instaurado.
sea un discurso verdadero opuesto a una actitud fantasiosa. Intuía que el fracaso de la simbolización podía corresponder a
Pero tampoco comparto la propuesta de Maud Mannoni, para un orden diverso del de la inhibición (acerca de lo cual volveré
quien es el discurso materno el que da razón del inconsciente luego). Me era dificil determinar dónde estaban las fallas que
del niño linealmente y ofrece una respuesta para la compren- lo producían, pero algunos elementos me hacían pensar en un
sión sintomática. Entiendo que el nivel de simpleza que su teo- fracaso en la estructuración de la represión originaria, en las
rización ofrece ha funcionado más como organizador sistémico relaciones entre el proceso primario y secundario: no compren-
obturante que como un movimiento de apertura, que es lo que día la trama cuando veía televisión y demandaba a quien tenía
toda entrevista diagnóstica debe proporcionar. He señalado en cerca «Cuéntame qué pasa», angustiándose cuando esto ocu-
el capítulo anterior que de lo que se trata es de correlacionar los rría; poseía cierta ingenuidad (frente al doble sentido), como si
elementos de la historia (traumáticamente significante) con el hubiera una dificultad para la metaforización, para la com-
discurso materno -y por ende con los propios fantasmas de la prensión del .discurso; a la vez tampoco entendía el doble sen-
madre- con relación al discurso del hijo y su propia fantasmá- tido de los chistes ni de lo que vulgarmente se llama «palabra
tica. En tal sentido, hay momentos de este relato materno que con doble sentido». 1 Tenía tendencia a sustituir la realidad por
se fracturan en función de información que esta siente como la fantasía, y a rellenar aquello que no había entendido me-
absolutamente íntima, atinente a su propia sexualidad, y que diante una explicación arbitraria. Esta dificultad señalada pa-
merecen la apertura de un espacio, una entrevista a solas sin el ra la metaforización, para la sustitución simbólica, se había ya
hijo, para que pueda ser explayada. Informo entonces al niño planteado en la primera infancia; la madre relató: «Nunca de-
que así como él tiene cosas que considera íntimas, que no quie- mandó cuidados, siempre pidió cosas concretas, y tomó mama-
re que sean vertidas en otro lugar, a su madre le pasa lo mismo; dera hasta los cinco años».
y que tendremos ella y yo una entrevista a solas para que pue- En la entrevista madre-hijo ocurrieron algunos hechos sor-
da exponérmelas. Le garantizo también que todo lo que tenga prendentes, que me llevaron a plantearme una investigación
que ver con él le será contado posteriormente, pero que todo lo teórica más exhaustiva a fin de encontrar respuesta a interro-
que tenga que ver con su madre exclusivamente merece el res- gantes que no podía responder. La madre contó algunos episo-
peto de mi silencio. Intento inaugurar, de este modo, dos espa- dios muy precoces de la infancia de Antonio: «Al año y medio (el
cios, ambos atinentes a la intimidad y al secreto privado, que niño) tomó un palo creyendo que era un chupetín. Tenía la pun-
permitan en un acto simbólico separar dos diversos sujetos de ta verde; era veneno para las plantas». Antonio agrega: «Había
la sexualidad y el fantasma. un jardín, me pusieron en una camilla y me dieron un agua ro-
Como se verá, no es mi criterio que lo que cura sea patrimo- ja . Vomité. Me dijeron que retuviera el agua roja en la boca y la
nio de la franqueza absoluta, sino del orden de la demanda de tiré». (Este recuerdo, vinculado a la expulsión-retención, rojo
simbolización del niño. He visto niños que, bombardeados por del agua que luego aparece en otro contexto, no es, pese a su
un exceso de información que no les concierne y que sienten antigüedad, el más arcaico.)
perturbante y ajena, manifiestan su desacuerdo con recibirla
saliendo del consultorio, haciendo trompetillas con la boca, o 1 Es curioso que el lenguaje cotidiano caracterice como doble intención de

aislándose dejando sentada de alguna manera su necesidad de una palabra aquello que corresponde a lo sexual reprimido, prototípico en el
Witz , dando así un a es pecificidad a la polisemia del lenguaje por referencia a
un espacio diverso del espacio materno, intentando frenar el
In sexualidad.

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El relato sigue: «Cuando Antonio tenía menos de un año pánico a los ruidos, ya mencionado), como si todo lo que provi-
quedé embarazada. Estábamos con problemas de pareja. A los niese de afuera tuviese un efecto altamente perturbante y no
tres meses de embarazo aborté naturalmente, estuve muy tris- pudiera ser cualificado y, en tal sentido, se convirtiera en ame-
te». Antonio agrega: «Ah, sí, en el baño. Al bebé lo pusieron en nazante. Pero, por otra parte, ¿no resulta llamativa esta falta
un frasco. Yo estaba en la sala y de repente había mucha san- de separación de los sistemas, lo que parecería ser una caracte-
gre (roja), mamá fue al baño, trajeron un frasco. Vi el frasco, rística de una falla de la represión, condición del olvido y la me-
pero no vi nada». moria, en relación con esta madre que parece «no tener secre-
«Volví a quedar embarazada -dice la madre-. Tuve seis tos para su hijo»?
meses de buen embarazo. Luego ... ¿te acuerdas?». «Sí, había
mucha sangre en el piso, otra vez; tuve miedo de que te mu-
rieras. No quería quedarme en casa, íbamos al sanatorio, había
una parecita y un vidrio, me asomé y vi un tubo que tenía una El problema de la memoria
pecera, abajo había algodón, el niño estaba agarrado al tubo
dando vueltas, volando». La madre agrega: «Tenías dos años y El tema del olvido -y sus relaciones con el recordar- fue
tres meses». planteado por el psicoanálisis desde sus orígenes, convirtiéndo-
A partir de estos elementos vertidos en la entrevista se defi- se incluso en el eje fundamental de la teoría de la represión. El
nió el primer interrogante: ¿Qué era lo que pasaba con este ni- trabajo con histéricas había puesto de manifiesto que, más allá
ño, cuyos recuerdos arcaicos mantenían tal grado de vigencia del carácter sintomático de la conversión, algo se definía es-
que impedían el acceso de toda información nueva a su aparato tructuralmente en el olvido que permitía relacionar la memo-
psíquico, a la vez que parecía no haber sucumbido a la amnesia ria con la sexualidad. Posteriormente, Freud pudo retomar es-
infantil, es decir a la represión que se encuentra en la base de tas cuestiones cuando, al universalizar la represión y transfor-
toda neurosis, pero que es a su vez la condición del lastre del mar el fenómeno histérico de doble conciencia en algo atinente
inconsciente, lastre posibilitador de las operaciones del proceso al funcionamiento psíquico en general (a través del concepto de
secundario y, en consecuencia, de todo proceso sublimatorio? inconsciente), dio razón del fenómeno de la amnesia infantil co-
Tal vez un elemento podía dar la clave de la situación: al final mo momento fundante del pasaje del polimorfismo perverso a
de esta entrevista, cuando propuse a la madre otra a solas con la sexualidad reglada.
ella (tal como anteriormente he señalado que hago en muchas Los trabajos inaugurales de la metapsicología, de Freud,
ocasiones), me respondió: «No sé si es necesario; Antonio sabe pusieron en juego el hecho de que si la represión trae como efec-
todo lo que le puedo decir, yo no tengo secretos para mi hijo». to el olvido, ella es también la condición de la memoria. En el
¿Cómo explicar, entonces, esta situación de un niño que capítulo VII de La interpretación de los sueños distingue el polo
llega a consulta porque no retiene, porque no tiene memoria, y perceptivo (que debe estar siempre abierto al ingreso de estí-
que aparece de pronto proporcionando recuerdos tan arcaicos, mulos), de los engramas mnésicos, capaces de conservar hue-
tan precoces y, a la vez, de un carácter tan traumático, tan di- llas permanentes, y en la «Nota sobre la "pizarra mágica"» se
rectamente ligados a la sexualidad materna? pregunta cómo conserva el aparato las huellas mnésicas sin
En las pruebas que se le habían tomado durante el proceso saturar su capacidad de recepción. Y se plantea: ¿Se excluyen
diagnóstico para la terapia de aprendizaje, aparece un dato sig- mutuamente la capacidad ilimitada de recepción y la conserva-
nificativo: Antonio no tiene memoria inmediata. Cuando en ción de huellas duraderas? ¿Es preciso renovar la superficie re-
una de ellas (el WISC) se le pide repetición de dígitos, su pun- ceptora o hay que aniquilar los signos registrados? 2
taje aparece como el más bajo de su performance --este ítem Estas dos posibilidades - la de saturación, por un lado, o la
está, según los textos de análisis de tests, directamente asocia- de borrar lo ya inscripto, por otro- se pueden comparar a dos
do a la recepción y a la memoria pasiva- , como si la membra-
na antiestímulos, al soldarse, se hubiera convertido en algo 2 S. Freud, «Nota sobre la "pizarra mágica"•» en Obras completas, Buenos

verdaderamente impermeable a la recepción (recordemos el Aires: Amorrortu editores, vol. XIX, 1979.

90 91
tipos de escritura distinta: la que hacemos sobre una hoja de mulo y la tablilla de cera que conserva la impresión»; y sigue
papel con tinta imborrable, o la que hacemos sobre una piza- Freud: «no me parece demasiado osado poner en correspon-
rra, con tiza, y cuyos caracteres pueden ser destruidos apenas dencia la hoja de cubierta, compuesta de celuloide y papel en-
dejan de interesarnos (la desventaja de este último procedi- cerado, con el sistema P-Cc y su protección antiestímulo; la ta-
miento es que no se puede obtener ninguna huella duradera). blilla de cera, con el inconsciente tras aquel, y el devenir-visible
A diferencia de estos sistemas de inscripciones, el aparato desde lo escrito y su desaparecer, con la iluminación y extinción
psíquico, tal como fue descripto en distintos momentos de la de la conciencia a raíz de la percepción». 5
obra, sería ilimitadamente receptivo para percepciones siem- Podemos concluir: ninguno de los sistemas en sí mismo da
pre nuevas, a la vez que procuraría huellas mnésicas durade- razón de la memoria como fenómeno alcanzable por h concien-
ras. «Ya en La interpretación de los sueños (1900) formulé la cia, sino que se necesita la conjugación de ambos para que esta
conjetura de que esta insólita capacidad debía atribuirse a la sea posible. Dos capas, entonces, cuya característica principal
operación de dos sistemas diferentes. (. .. ) Poseeríamos un sis- es la de no estar totalmente adheridas, sino por los bordes; dos
tema P-Cc que recoge las percepciones, pero no conserva nin- sistemas en contacto, diferenciados y a la vez comunicables. Si
guna huella duradera de ellas, de suerte que puede comportar- no hay contacto entre ambos, si la hoja no puede ponerse en
se como una hoja no escrita respecto de cada percepción nue- contacto con la tablilla de celuloide, en mi opinión estamos ante
va».3 El modelo, entonces, no es el de la hoja escrita ni el de la el modelo del olvido neurótico.
pizarra, sino el de un nuevo adminículo que acaba de aparecer Algo fuerza la separación entre los campos, como para que
en el comercio con el nombre de «pizarra mágica». La caracte- aquello que se inscribe no pueda aparecer en la superficie. Si se
rística fundamental de la pizarra mágica es que consta de dos han soldado -o mejor aún, pensando en un modelo constituti-
estratos que pueden separarse entre sí, salvo en ambos márge- vo de la represión originaria-, si no se ha producido la separa-
nes transversales. El de arriba es una lámina transparente de ción necesaria que permita la constitución de las dos capas, la
celuloide, y el de abajo, un delgado papel encerado, también laminilla de celuloide quedará abrochada a la hoja escrita, im-
transparente. La acción de escribir sobre ella no consiste en pidiendo de este modo toda nueva inscripción y haciendo resal-
aportar material a la superficie receptora, sino que mediante tar a la vez los caracteres ya inscriptos, en otros tiempos, para
un punzón agudo se roza la superficie que, presionada, hace siempre.
que la cara inferior del papel encerado oprima la tablilla de ce-
ra, y que estos surcos se vuelvan visibles, como rasgos de tono
oscuro. «Si, estando escrita la pizarra mágica, se separa con
cuidado la lámina de celuloide del papel encerado, se verá el es- Inhibición y represión
crito con igual nitidez sobre la superficie del segundo, y acaso
se pregunte para qué se necesita de la lámina de celuloide de la No ha dejado nunca de llamarme la atención que en el Dic-
hoja de cubierta. El experimento mostrará enseguida que el cionario de psicoanálisis, de Laplanche y Pontalis, no aparezca
delgado papel se arrugaría o desgarraría fácilmente si se escri- el término inhibición, siendo uno de los componentes del título
biese directamente sobre él con el punzón. La hoja de celuloide mismo de un trabajo freudiano tan importante como Inhibi-
es entonces una cubierta que protege al papel encerado, apar- ción, síntoma y angustia, y constituyendo tanto el síntoma co-
tando los infiujos dañinos provenientes de afuera. El celuloide mo la angustia dos conceptos claves para la comprensión de la
es una ''protección antiestímulo"; el estrato genuinamente recep- psicopatología psicoanalítica. Me parece importante situar la
tor es el papel».4 inhibición en el marco de la segunda tópica, cuya constitución
«En la pizarra mágica, el escrito desaparece cada vez que se definitiva es alcanzada en 1923 en El yo y el ello, siendolnhibi-
interrumpe el contacto íntimo entre el papel que recibe el estí- ión, síntoma y angustia un trabajo de 1926, es decir, escrito en
el marco de esta teorización.
3 Ibid., pág. 244.
4
Ibid., pág. 245 (las bastardillas son nuestras). u Ibid ., pág. 246.

92 93
La inhibición, dice Freud, se liga conceptualmente de ma- presión originaria, pero la emergencia de angustia no es sino el
nera estrecha a la función y, en tal sentido, expresa una limi- producto de la singular inscripción del sistema de representa-
tación funcional del yo, que a su vez puede tener muy diversas ciones que el sujeto posee en su aparato psíquico. Volvemos así
causas (no todas ellas patológicas). Pero esta inhibición, esta al interrogante que dejamos abierto con la intención de encon-
limitación funcional del yo, es efecto del interjuego entre an- trar una respuesta: la inhibición, como empobrecimiento fun-
gustia, yo y represión: la inhibición es el producto de la contra- cional efecto de la contracarga del yo, no es un proceso origi-
carga del yo hacia el ello o el Ice en el ejercicio de la represión a nario, sino secundario -neurótico-- a la represión originaria,
fin de evitar un conflicto. De este modo, la inhibición no es sino y producto de la represión secundaria.
un resultado, el producto observable, fenoménico, de la pecu- A partir de ello, para hablar de una «curiosidad intelectual
liar forma en que la transacción entre los sistemas se organiza inhibida», hay que haber definido, primero, si el proceso de cu-
a fin de que no aparezca la angustia. riosidad intelectual se ha constituido verdaderamente, y si su
En su seminario sobre la angustia, 6 Laplanche propone al- no aparición es, por consecuencia, efecto de la inhibición deri-
gunos ejes introductores para leer Inhibición, síntoma y angus- vada de la represión; o si, por el contrario, esta curiosidad no se
tia. «En primer lugar es necesario, para Freud, resituar la an- ha constituido, es decir no se ha estructurado la pulsión episte-
gustia en relación con el proceso defensivo». Y, en el proceso de- mofilica.
fensivo -agrega, con relación a una cuestión que ya está pre- No puedo dejar de señalar, a esta altura de mi trabajo, que
sente en el texto sobre «La represión», de 1915-, es necesario tengo dudas acerca de la corrección de situar la aptitud para el
un motivo para la represión. ¿Y qué mejor motivo para la re- conocimiento en términos de pulsión epistemofilica. No apare-
presión, o para la defensa en general, que la angustia? (pág. ce en esta ninguno de los componentes que tomamos como pun-
143). Pero Laplanche marca la contradicción que Freud mismo to de partida para la definición de pulsión: no se apuntala en la
ya se ha planteado: si pensábamos que la angustia era conse- necesidad ni, por lo tanto, se desprende de ella; no parece remi-
cuencia de la represión -pues justamente en la medida en que tirse al placer de órgano, y cuando lo h ace es por desplazamien-
una pulsión está reprimida, el afecto correspondiente se trans- to y apoyada en otra pulsión: conocimiento masturbatorio, re-
forma en angustia-, la angustia no puede ser consecuencia de tención anal, imposibilidad de retener como vómito ligado a la
la represión y ser invocada a la vez como causa. ¿Hay que oralidad, incorporación canibalística también relacionada con
elegir, o se puede hallar un resorte en la contradicción misma? esta, etc. Parecería que forma parte de un proceso psíquico más
Dos son las cuestiones que se abren en este momento en re- amplio, que se encuentra vinculado, por un lado, con la subli-
lación con el tema que es nuestro objeto de trabajo. Si la angus- mación y, por otro, con el dominio de la alteridad, efecto de la
tia es consecuencia de la represión, lo es en la medida en que castración en el sentido que Lacan le da a esta: corte del objeto
hay dos sistemas en conflicto (ya hemos desarrollado la hipóte- primordial, separación que implica la aparición del tercero y de
sis del ello atacante, el yo atacado, en capítulos anteriores); pe- la falta por referencia a la posición fálica inicial. Y en tal sen-
ro una vez que hay un yo que emite señales de alarma frente al tido es llamativo que haya sido Melanie Klein -como expon-
ataque del ello, la represión tiene como objeto evitar la angus- dremos en las páginas que siguen- la que planteó este proceso
tia. Es evidente que estamos hablando de dos tipos de repre- y sus consecuencias en el plano de la clínica de niños, mientras
sión diferente: la represión originaria, organizadora de la dife- que los psicoanalistas lacanianos se dejaron abrochar a la for-
rencia entre los sistemas y por lo tanto capaz de permitir la mulación de «conocimiento paranoico», que remite a la es-
producción de ese afecto llamado angustia, y la represión se- pecularidad y a la constitución del narcisismo, sin ver en la
cundaria, que tiene por objeto evitar su aparición. propuesta de Lacan acerca del arte y la ciencia como intentos
El otro aspecto que nos concierne es el hecho de que pode- de dominio de lo real, el margen teórico que se abría para una
mos considerar la angustia en general como un efecto de la re- t eorización más productiva acerca de la constitución de la alte-
r idad como prerrequisito de la constitución de la inteligencia.
6 J. Laplanche, L'angoisse. Problématiques I, París: PUF, 1980. La angustia,

Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988.

94 95
Por supuesto, es difícil para quienes leemos hoy el texto
La propuesta de Melanie Klein
evaluar los criterios mediante los cuales se juzgaba, en 1919 y
en Europa central, un retraso intelectual. Hay, en cada cultu-
Las primeras observaciones detalladas acerca del desarro-
ra, elementos de ordenamiento que sólo pueden ser comprendi-
llo intelectual de un niño, desde el punto de vista del psicoaná-
dos por referencia a esa cultura misma (problema de la estan-
lisis, son las presentadas por Melanie Klein ante la Sociedad
darización cultural o étnica, al cual se dirige la aplicación de
Psicoanalítica Húngara enjulio de 1919. 7 En ellas se postula la
tests), pero dos elementos llaman nuestra atención: la pobreza
hipótesis de que el origen de la inhibición intelectual debe bus-
de simbolización del niño a quien la autora hace referencia, y
carse en el orden de la represión, represión sexual que lleva a
su dificultad para la comprensión del código social, el hecho de
la anulación de toda curiosidad científica. Su mérito mayor fue
que no entienda una norma social predominante en su cultura,
poner a prueba, en el campo de la observación del niño, que la
la del dinero.
disociación entre lo «afectivo» y lo «cognitivo» con la cual la
Esta constitución psíquica parece ser abordada desde los
vieja psicología se manejaba hasta entonces era fácilmente re-
cuatro años y medio por Melanie Klein, quien registra minucio-
batible a condición de reubicar los conceptos de afectivo y cog-
samente la aparición de la curiosidad sexual supuestamente
nitivo en un orden de cientificidad que los incluyera. Freud ya
«inhibida>>. Parte para ello de una hipótesis que guía todo su
había mostrado en sucesivas ocasiones (en 1900, con el capí-
trabajo: la curiosidad (sexual-intelectual) es «natural»; s__u no
tulo VII de La interpretación de los sueños; en 1915, con la Me-
aparición, por ende, no puede ser sino efecto de una coartación,
tapsicología; o aun antes, desde los trabajos sobre la histeria y
de una represión que aparece manifiestamente como inhibi-
en el Proyecto) que el famoso «afecto» de la psicología tenía que
ción. A partir de la detección del problema, y de su consecuente
ser comprendido en términos de quantum de afecto, de carga, y
propuesta de resolución -<:ontestar siempre al niño con la ver-
que había algo que correspondía al sistema de la simbolización
dad absoluta y, cuando sea necesario, con una explicación cien-
que era del orden de la representación. Sistema de cargas y sis-
tífica adaptada a su entendimiento, tan breve como sea posible;
tema de representaciones aparecían entonces íntimamente li-
no hacer nunca referencia a las preguntas que ya se le han
gados (o patológicamente disociados) en el interior de un siste-
·ontestado, ni tampoco introducir un nuevo tema a menos que
ma cuya regulación hacía posible un funcionamiento más o
1 mismo lo traiga o comience espontáneamente una nueva
menos organizado de ambos: el aparato psíquico.
pregunta-, la curiosidad intelectual de Fritz se despliega en
Lo que llamó la atención de Melanie Klein en el pequeño
múltiples direcciones que Melanie Klein ordena en algunos ru-
Fritz (cuyo desarrollo explora en el trabajo citado) fue que sien-
bros: preguntas sobre el nacimiento, sobre la existencia de
do un niño fuerte, sano y mentalmente normal, hubiera tenido
Dios, sobre la existencia en general y afirmaciones sobre el ser,
tal grado de lentitud en su evolución como para convertirse en
que llama preguntas y certidumbres obvias: «Me preguntó có-
preocupante para el observador: no habló hasta los dos años y
mo se llamaba eso que se usaba para cocinar y que estaba en la
sólo pudo expresarse con fluidez a los tres y medio, con cierta
:ocina (se le había escapado la palabra). Cuando se lo dije, ma-
pobreza expresiva y simbólica; sólo adquirió lentamente unas
nifestó: Se llama hornalla porque es una hornalla. Yo me llamo
pocas ideas propias y tenía más de cuatro años cuando apren-
l•'ritz porque soy Fritz. A ti te llaman tía porque eres tía». Se
dió a distinguir los colores y cuatro y medio cuando pudo dife-
produjo en el niño, afirma, un desarrollo del principio de reali-
renciar las nociones de temporalidad de ayer, hoy y mañana.
d11d -que no podemos dejar de relacionar con el desarrollo del
En cosas prácticas, dice Melanie Klein, estaba más atrasado
Juicio de existencia- y una disminución de sus sentimientos
que otros niños de su edad, siendo llamativo que, a pesar de que
1セイョゥーッエ・ウN@
a menudo lo llevaban de compras, le resultara incomprensible
Tres son, a nuestro juicio, los elementos remarcables del
que la gente no regalara sus pertenencias, y no entendía que
Lrnbajo de Melanie Klein: en primer lugar, la fina observación
debía pagarse por ellas y a diferentes precios según su valor.
(desde una perspectiva profundamente analítica), que correla-
i·iona la aparición de la curiosidad acerca de la existencia del
7 M. Klein, «El desarrollo de un niño», en Contribuciones al psicoanálisis,
Q セ ェ ッ エッL@ con la curiosidad intelectual en general; segundo, la de-
Buenos Aires: Hormé, 1964.

96 97
tección intuitiva de las relaciones entre la constitución del ciones de aparición de la curiosidad intelectual, en su relación
principio de realidad y la instauración del juicio de existencia; con la constitución del inconsciente y la alteridad del objeto li-
por último, la relación existente entre la salida de una posición bidinal primario.
omnipotente infantil y la constitución del juicio de realidad, Melanie Klein misma, en «La importancia de la formación
ligado a la instauración del superyó y la pregunta acerca del lu- de símbolos en el desarrollo del yo», 9 propuso elementos para
gar del padre (existencia-inexistencia de Dios). cercar esta problemática, sin que extrajera de ellos derivacio-
La conclusión a la cual llega en su trabajo es la siguiente: nes pertinentes para la teorización del déficit intelectual. Este
«Es la tendencia a la represión el mayor peligro que afecta al texto está destinado a mostrar dos factores prínceps en los orí-
pensamiento, o sea, el retiro de la energía pulsional con la cual genes del simbolismo: la constitución de ecuaciones simbólicas
va parte de la sublimación, y la concurrente represión de aso- por desplazamiento del deseo fantaseado de ataque al cuerpo
ciaciones conectadas con los complejos reprimidos, con lo que materno, y la angustia como motor de este desplazamiento.
queda destruida la secuencia del pensamiento». 8 Es un presu- Edipo y angustia, entonces, en los orígenes del simbolismo: es
puesto teórico que guía todo el trabajo kleiniano el que impone el sadismo efecto del Edipo temprano que predomina en esta
el hecho de que el inconsciente no es un efecto de la represión fase lo que instaura las primitivas phantasies propulsoras de
que produce la separación entre los sistemas Icc/Prcc-Cc, sino angustia y desplazamiento; es el fantasma de un cuerpo mater-
un existente originario; entonces, sólo se puede llegar a con- no repleto de objetos valiosos (heces, niños, penes), lo que im-
cluir que todo aquello que dé origen a perturbaciones del proce- pulsa al niño a intentar apropiarse sádicamente de este; es la
so secundario no es sino un efecto de la represión o de las defen- angustia frente a su propio sadismo, lo que lo detiene. Un mito
sas del psiquismo frente a este inconsciente. No es esta una de madre fálica es constitutivo del Edipo temprano. El interés
conclusión que podamos compartir; en efecto, entendemos que por el secreto materno, aquello del orden de la sexualidad de la
el sistema preconsciente, y por ende el pensamiento, son efecto madre que el niño desconoce, se pone en juego impulsando su
de los mismos movimientos que fundan al inconsciente, es de- curiosidad desplazada hacia los objetos del mundo.
cir, de la represión originaria. Y si bien nos parece adecuado Invirtamos los términos que Melanie Klein propone y en-
respetar esta conclusión (así como la de Freud en Inhibición, contraremos una nueva perspectiva: la aparición de la triangu-
síntoma y angustia) para las inhibiciones neuróticas, como lación del Edipo proporciona los elementos que permiten la
efecto de la represión secundaria, pensamos que lo que se pone emergencia de angustia masiva, así como la inquietud intelec-
en juego en las llamadas «inhibiciones primarias» -aquellas tual a partir del intento de dominio del sujeto sobre e) objeto fa-
que afectan la constitución del simbolismo desde los orígenes- miliar que ha devenido extraño, el Unheimlich freudiano, la in-
es del orden de la falla de la represión originaria, un efecto de quietante extrañeza, de la cual el niño quiere apropiarse, en-
las dificultades para su instauración. tenderla, es lo que da origen a todas las curiosidades. Y en
No es pequeño mérito de Melanie Klein haber detectado tan nuestra experiencia clínica, repensable hoy desde los ele-
precozmente en la historia del psicoanálisis las relaciones en- mentos teóricos que estamos en vías de desarrollar, tanto el sa-
tre inhibición intelectual y contracarga del preconsciente por dismo como la curiosidad (que hemos encontrado transferen-
referencia a los fantasmas de la sexualidad; pero la represión cialmentejugada en tratamientos psicoanalíticos de adultos en
no ataca una curiosidad natural y un impulso a la indagación los cuales el proceso de discriminación-separación comienza a
sobre lo desconocido dado desde los orígenes en el sujeto psíqui- operar) son un efecto de la diferencia que la inclusión del terce-
co. Esta curiosidad misma es un producto del movimiento que ro imprime al psiquismo, dando origen de este modo tanto a la
instituye, en un mismo proceso, tanto al inconsciente como al nprehensión del otro en tanto otro, como a la inquietud por
objeto libidinal en su condición de objeto externo, separado del nprender, desplazada hacia el mundo.
yo. En este marco, justamente, nos parece necesario volver a
someter a discusión, en la teoría y la clínica de niños, las condi-
11
M. Klein, «La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del
8 !bid., pág. 34. ,Yº"• on Contribuciones al psicoanálisis, op. cit.

98 99
Bipartición del espacio en el vínculo: premisa No hay síntoma, no hay placer en el chiste, nos encontra-
de la constitución de una tópica mos con que dos formaciones del inconsciente no operan. Se va
definiendo, desde la perspectiva que propongo, una estructura
Desde esta perspectiva volveremos a Antonio y su problema psicótica. No hay psicosis franca, no hay extravagancias, ni au-
de aprendizaje. La frase de la madre «no tengo secretos para mi tismo, ni neologismos. Sin embargo, hay un fracaso en la sim-
hijo» lo señala a Antonio en una posición que marca precisa- bolización expresada por la ya señalada dificultad para meta-
forizar.
mente la no constitución de un espacio diferencial, ya que des-
de la indiscriminación materna misma no se ha organizado
nunca la posibilidad de un secreto que permita, a su vez, orga- Guy Rosolato, en su artículo «Lo no dicho»,10 hace referen-
nizar el orden de lo reprimido. La madre ha sido partícipe del cia al lugar del secreto en la clínica psicoanalítica, ligando el
prejuicio actual de una crianza sin secretos, pero al intentar «decir todo» a la constitución del núcleo paranoide y su enfoque
escapar a la mentira tradicional: «cigüeña», «repollo», «semi- en el proceso analítico. Lo no dicho toma sentido, asevera, se-
lla», ha pasado del plano de la represión al plano de la promis- gún el valor que se le dé al secreto. La cuestión es importante:
cuidad. De este modo, la ideología ha servido de coartada, sin lo no dicho comanda a la represión, ya que esta es tributaria de
que por ello se deje de caer en la mentira (mentira que tiene un sistema ético que está en conflicto con las exigencias pulsio-
que ver con su goce como secreto, que se mantiene oculto, y que nales. Y agrega: «En las psicosis lo no dicho toma un valor enig-
aparece obturado por lo traumáticamente evidente de sus mático porque existe una ignorancia real (en lo real) que se re-
abortos y desnudeces). En realidad, si Antonio ha sido algo pa- fiere a un tema fundamental, más que a un desconocimiento, y
ra su madre, ese algo no ha sido constituirse en un hijo in- siempre sorprende al que la percibe; es la base de la actividad
formado de los secretos de la vida, de los misterios del sexo, que delirante, cuando esta se manifiesta. Por supuesto, concierne a
es aquello a lo cual la pregunta se dirige cuando el niño la for- uno de los polos existenciales mayores que explora el psicoaná-
mula desplazadamente (como Melanie Klein lo percibe en el lisis: la diferencia de sexos, la diferencia de generaciones y el
pequeño Fritz), sino que ha sido efecto de un engaño: el de problema de los orígenes, los juegos de poder y los de la pulsión
anular toda posibilidad de curiosidad, mediante una informa- de vida y de muerte; ellos son el eje del doble enclave narcisista.
ción que, si es veraz, no lo es para el niño, sino desde lo real de Clínicamente, va desde una simple falta de curiosidad que ha-
la madre. ce que el sujeto parezca no haber tenido nunca que plantearse
preguntas sobre un punto dado, hasta un verdadero «blanco»
Para que el niño estructure una pregunta tiene que haber n el discurso . .. ».Diferencia entre desconocimiento (méconnu)
un resquicio por donde la intimidad materna se transforme en e incognoscimiento (inconnu; aquello que no es desconocido,
alteridad, y así como la obturación de toda curiosidad una vez sino no conocido, es decir, del orden de lo real no significado).
despertada -la insatisfacción de esta curiosidad, de esta de- Retomando esta feliz idea de Rosolato de diferenciar entre
manda de simbolización- puede llevar a la inhibición intelec- desconocimiento (efecto de la represión, que intenta desconocer
tual, como propone Freud, la no aparición de esta abertura im- aquello que es inconsciente: el deseo, función prínceps del yo tal
pide la aparición de toda curiosidad. Ya no estamos, entonces, como lo señaló Lacan) e incognoscimiento, señalemos que des-
en el orden de lo reprimido, porque no hay nada para reprimir, de la perspectiva que estamos formulando, lo incognoscido for-
nada que el sujeto tenga que expulsar del preconsciente, del yo, rna parte de esta primera alteridad que es efecto de la separa-
porque su aparición sería generadora de angustia. Esto se hace
evidente cuando Antonio no puede reírse de los chistes ni de las IO G. Rosolato, La relation d'inconnu , París: Gallimard, 1978. Hay tra-

palabras con doble sentido. Para él, el sexo es del orden de lo ducción al castellano: La relación de desconocido, Barcelona: Petrel, 1981. La-
111ontamos que la traducción haya elegido «desconocido» para lo que Rosolato
real, y si es del orden de lo real, no tiene por qué sentir placer ll 11 ma inconnu, ya que dos vocablos franceses, méconnu e inconnu, marcan la
en el momento en que, para un sujeto neurótico, se produciría difC rencia entre desconocer (como forma del yo de no reconocer el deseo in-
el levantamiento de la represión con el efecto consecuente: risa, 1•onsciente) y lo que nosotros hemos preferido traducir por incognoscido (aque-
rubor. l lo que es del orden de lo real no conocido, y no del orden de la defensa).

100 101
ción del hijo en relación con la madre, mientras que lo descono- tual, están ausentes, produciendo esta falta de memoria y de
cido son los significantes claves pulsionales que quedan ins- inquietud con respecto al conocimiento que se juegan en el in-
criptos en el Ice a partir de la represión, como residuos del terior de algo como «real plano», que no provocan en el niño el
vínculo sexualizante de los orígenes. deseo de espiar ni la posibilidad de que olvide aquello mismo
En tal sentido, siendo la inhibición un efecto secundario de que descubre.
la represión, forma parte de la cristalización por contracarga Volvemos, de este modo, al comienzo de nuestro trabajo. Si
de la función de desconocimiento del yo y se abren todas las po- Funes el memorioso debe cerrar los ojos constantemente por-
sibilidades para que, una vez levantada esta represión, pueda que los estímulos agobian su capacidad ilimitada de recepción,
resolverse la formación sintomática que la sostiene, como ocu- no permitiéndole el respiro del olvido ni del relevamiento per-
rre en el caso de toda neurosis. ceptivo que permite la organización significante del mundo, y
Pero si el espacio no se reparte en dos, si queda fundido en el sólo la muerte o la ceguera, como a Edipo, pueden proporcio-
interior del lazo que anuda al hijo inseparable de la madre, no narle alivio, Antonio, a quien la Esfinge no ha propuesto nin-
se generan las condiciones para el surgimiento de la curiosidad gún enigma, no tiene ante qué cerrar los ojos, en la medida en
intelectual y, a su vez, las que pudieran posibilitar la constitu- que es sólo el desierto lo que se ofrece a su mirada impávida.
ción de un espacio interno -escisión radical del psiquismo-; Un desierto que, por muy real que sea, no alcanza a constituir-
entonces las representaciones se fijan como huellas mnésicas se, por sí mismo, en otra cosa que en un plano sin fisuras ni in-
no reprimidas en el interior del aparato indiferenciado y la con- terrogantes.
secuencia es la imposibilidad del olvido y la memoria.
En el caso de nuestro paciente Antonio (como en el de tantos
otros niños que llegan a consulta aparentemente por un retra-
so simple del desarrollo) vemos cómo las dificultades de apren-
dizaje son efecto de un déficit en la constitución de la represión
originaria que pone en juego, al no permitir la diferenciación
en estratos de los sistemas inconsciente/preconsciente-cons-
ciente, las condiciones de la memoria. El movimiento perma-
nentemente regresivo en el interior del aparato (regresión for-
mal y de consecuencias temporales) hacia el polo perceptivo,
que mantiene recargadas las huellas mnésicas originarias im-
pidiendo su velamiento por huellas posteriores, deja abierta la
posibilidad de que en un futuro se puedan producir -si esta
evolución no cambia de signo mediante un tratamiento analíti-
co- formas de evolución francamente psicóticas con sintoma-
tología alucinatoria.
Cuando la madre de Antonio reduce el mundo simbólico a
las necesidades del niño: «Nunca demandó cuidados, siempre
quiso cosas concretas», lo cual puede ser re-invertido en «nunca
entendí que pudiera querer otra cosa que no fuera del orden de
la necesidad, o de lo que yo misma necesito» --0freciendo ali-
mento al menor signo de displacer-, acompaña su degrada-
ción simbólica con el ofrecimiento de la realidad de su sexo des-
nudo carente de todo recubrimiento cultural. De este modo, di-
remos que los significantes claves, enigmas del deseo que la
madre debe otorgar para que aparezca la curiosidad intelec-

102 103
fantasmático, hasta un cognoscitivismo en el cual se entendió
5. Frases de los niños, estructura el objeto total como cognición de la totalidad).
del aparato psíquico Por otra parte, la Ego psychology, al intentar rescatar el pro-
ceso secundario, quedó atrapada en la psicología sin lograr uti-
lizar los conocimientos de esta para proponer una teoría psico-
analítica de los procesos del conocimiento.
Por último, y como somera introducción a este tema que me
propongo desarrollar, no puedo dejar de señalar que la pro-
puesta de Lacan, cuyo eje se despliega alrededor del algoritmo
A lo largo de estos años, a medida que mi investigación so-
que funda la constitución del significante en letra, al instaurar
bre la represión originaria se ha ido desplegando, he llegado a
una diferencia entre dos cadenas significantes cuyo valor posi-
darme cuenta de que el problema que intento cercar es el que cional es separado por la barra, pero que cualitativamente no
se relaciona con la constitución del sujeto psíquico y, especial- implican sino un mero juego formal de diferencias, no genera
mente, con la correlación entre los sistemas inconsciente/pre- condiciones para conservar una especificidad del inconsciente,
consciente-consciente. ni tampoco para comprender los movimientos del aparato psí-
Algunas observaciones al respecto podrían resumirse de la quico que se ponen en juego en la constitución del lenguaje in-
siguiente manera: en primer lugar, pensar en las determina- fantil.
ciones inconscientes es establecer un modelo que permita com- Un ejemplo me permitirá introducirme en el tema. Alberto,
prenderlas en sus relaciones con el preconsciente y con lo que de cinco años, diagnosticado por su pediatra como afectado por
se ha denominado genéricamente proceso secundario. una psicosis simbiótica, intenta dibujar una casa, acostado so-
Entiendo que es efecto de un reduccionismo peculiar el bre la alfombra. Le pregunto: «¿Qué estás haciendo, Alberto?»;
hecho de que se haya limitado la investigación psicoanalítica «Pintar», responde.
partiendo del presupuesto de que todo aquello que aparece en La acción que efectúa, evidentemente, queda fuera de un
lo manifiesto del sujeto psíquico es efecto del inconsciente. sujeto que la ejerza, de modo que el verbo no puede ser conju-
Esto, sin dejar de ser verdadero, es parcial: aquello que aparece gado en primera persona. Podríamos decir que está disociada,
como manifiesto en el sujeto es efecto del esfuerzo que realiza pero, en ese caso, tendríamos que pensar que el sujeto está en
el aparato psíquico, una vez instaurada la represión, por man- otro lado, y el infinitivo alude claramente a la ausencia de suje-
tener separados los sistemas Ice y Prcc-Cc. El inconsciente es to. Podríamos decir también un poco ligeramente: está en la
efecto de la represión y, por lo tanto, ambos sistemas se deter- madre. Pero esto tampoco sería acertado. Si la madre enuncia-
minan mutuamente. Ubicado así el problema, se reconsideran ra, como sujeto, y atravesara a Alberto con su discurso, diría
las formas particulares de relación entre ambos, abriéndose la «pinto», sin saber --como ocurre con cualquier sujeto neuróti-
posibilidad de borrar todo resto teórico constructivista, pero co--, quién lo hace, creyendo ser «yo». Podríamos atribuirlo al
marcando a la vez el camino a hipótesis históricas. ;ódigo como tal, y pensar que este niño usa el verbo en infiniti-
La primacía de un proceso primario anterior al secundario, vo justamente porque posee el código sin hacer uso de él en el
del cual este se iría desgajando paulatinamente a través del habla, pero esto sería tan sólo una abstracción que implicaría
sistema en construcción percepción-conciencia (hipótesis vi- una fantasía -del observador- acerca de un sujeto trascen-
gente en algunos textos freudianos, como «Formulaciones so- dental: no posee el aquí y ahora, ni el quién de sujeto, porque el
bre los dos principios del acaecer psíquico», o incluso la vertien- ·ódigo lo atraviesa y lo trasciende.
te genetista de El yo y el ello) generó, me parece, los frenos teó- P odríamos, por último, barajar una hipótesis más sencilla.
ricos a los cuales se vio sometido el kleinianismo (inconsciente Hupongamos que la madre no puede hablar sino en un imper-
operante desde los orígenes, organización de un objeto parcial HOnal que los engloba: «¿Vamos a pintar?», le dirá a Alberto, en
integrado como objeto total, en un deslizamiento que va desd ol cual el nosotros de vamos se anuda al complemento que fija
una comprensión profunda del inconsciente como inconscient In ncción, diluyéndolo en el infinitivo. Si esta madre pudiera

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decir «¿estás pintando?», lo situaría en una acción propia de- mos la diferencia introducida por Lacan entre moi y je, el je
finida por una posición singular que lo ubicaría en tiempo y es- «restituirá al moi en su función universal de sujeto», cuando se
pacio: «(Tú) (ahora) estás pintando». Que podríamos reformu- articule simultáneamente en el discurso y en la tópica psíquica
lar como «Tú (no yo), ahora (que implica un antes y un después, una instancia capaz de enunciar un discurso del cual se sienta
una historización), ¿estás pintando?» (que marca la pregunta amo, desconociendo las determinaciones que lo constituyen, es
que reconoce al otro como extraño y realizando una acción que decir, habiendo sido objeto de la represión y de la instauración
desconocemos). sistémica.
De esta manera, el «vamos a pintar» de la madre, si bien En segundo lugar, que si esto ha ocurrido, si el yo se ha ins-
viene del otro, no constituye sino una propuesta que abrocha al taurado en el sujeto psíquico, sólo puede decir yo quien teme
posible sujeto en una dupla que lo diluye. ser otra cosa que yo (función denegatoria del enunciado y pro-
Cuando Alberto dice «pintar», no instituye un discurso pro- ducto de la contracarga del preconsciente).
pio, en el cual él, a su vez, se instituya como sujeto. Pero tampo- Tercero: que pueda estar separado yo, de lo que yo dice acer-
co es el discurso de la madre el que se presenta como atrave- ca de yo. Es decir, que en el enunciado el sujeto se toma a sí mis-
sándolo. Es una partícula de ese discurso en el cual tanto el in- mo como referente objetivándose fuera de sí mismo al afirmar-
finitivo como la ausencia de sujeto marcan la carencia de una se en una acción o en un atributo, momento a partir del cual yo
constitución discursiva que permita asumir una estructura- podrá hablar de ello.
ción singular. Y por último, que si yo (partícula de discurso, pronombre)
En Problemas de lingüística general, Benveniste propone: no remite a yo como instancia, como permanencia, puede desa-
«Es Ego quien dice Ego. Desde lo manifiesto, no hay que buscar parecer en el enunciado, o no constituirse nunca como instan-
el yo en otra parte. ¿Cuál es, pues, la "realidad" a la que se re- cia de discurso.
fiere yo o tú? Tan sólo una "realidad de discurso", que es cosa Retomando la formulación de Benveniste, propondríamos,
muy singular». Esta afirmación está basada en un incontro- desde el lado del psicoanálisis, que es necesario que el vacío del
vertible hecho lingüístico: «Cada instancia de empleo de un pronombre sea ocupado por el sujeto imaginariamente inves-
nombre se refiere a una noción constante y "objetiva", apta pa- tido de atributos (es decir constituido en su existencia y en su
ra permanecer virtual o para actualizarse en un objeto singu- atribución), para que el discurso se constituya como enunciado.
,,,¡ lar, y que se mantiene siempre idéntica en la representación Esto ha estado descriptivamente expuesto en los manuales de
que despierta. Mas las instancias de empleo del yo no constitu- psiquiatría infantil, cuando se incluye entre los rasgos patog-
yen una clase de referencia, puesto que no hay "objeto" defini- nomónicas de la psicosis de la primera infancia la inversión
ble como yo al que pudieran remitir idénticamente estas ins- pronominal que no posibilita la aparición del sujeto como tal en
tancias. Cuando yo tiene su referencia propia, y corresponde ca- el enunciado. De esta manera, el niñito comenzará a llamarse
da vez a un ser único, planteado como tal». 1 él ante la pregunta con la cual es interpelado por su interlocu-
Se inaugura así una doble vertiente: desde la realidad pura- tor («¿Quién es el amor de mamita?»; «El nene», responderá el
mente lingüística, el yo no es sino un lugar vacío -parte del pequeño) denominándose a sí mismo como es denominado, no
conjunto de signos no referenciales del lenguaje, siempre dis- por el otro, sino por los otros cuando lo incluyan como objeto de
ponibles, y que se vuelven «llenos» cuando un locutor los asume intercambio en la comunicación discursiva, excluyéndolo como
en cada instancia de su discurso-; pero desde la posición de sujeto al cual se dirige la palabra; «el nene está durmiendo», di-
sujeto, implica una referencia subjetiva, correspondiente a la rá la madre al padre dejando latir en la frase todo el horizonte
singularidad del sujeto que enuncia. semántico evocativo de la exclusión de la cual aquel es objeto.
¿Qué podemos decir desde el psicoanálisis? En primer lu- Benveniste señala respecto de la persona verbal: «Una teo-
gar, que sólo dice yo quien se siente yo. Es decir, que si toma- ría lingüística de la persona verbal no puede constituirse más
que sobre el fundamento de las oposiciones que diferencian a
las personas; y se resumirá por entero en la estructura de di-
1 E. Benveniste, Problemas de lingüística general, México: Siglo XXI, 1976,
·h.as oposiciones. Para sacarla en claro podrá partirse de las
pág. 173 (las bastardillas son nuestras).

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definiciones que emplean los gramáticos árabes. Para ellos, la cultades de aprendizaje que se ofrecían para su ingreso a la
primera persona es al-mutakallimu, "el que habla"; la segunda escolaridad- ; es un déficit en la constitución del sujeto, de la
al-muhatabu, "al que se dirige uno"; pero la tercera es al ya'ibu, discriminación posibilitadora de la tópica del yo que inaugura
-el que está ausente- (ibid., pág. 163). Lo que demuestran la diferenciación entre dos sistemas instaurados por la repre-
con justeza los gramáticos árabes, dice el autor, al contrario de sión y, por ende, el funcionamiento del proceso secundario.
lo que nuestra terminología haría creer, es la disparidad entre Un año más tarde, cuando la terapia ha establecido los mo-
la tercera persona y las dos primeras; ellas no son homogéneas, vimientos necesarios para la discriminación entre el sujeto y el
y esto es lo primero que hay que sacar a la luz. La tercera perso- objeto, y Alberto ha encontrado en el ejercicio del habla posibili-
na trae consigo una indicación del enunciado sobre alguien o dades de comunicación para arrancarlo de su mundo solipsis-
algo, mas no referido a una «persona» específica. Se trata del ta, me dirá: «¿Sabes?, compramos una yegua»; y ante la pre-
«ausente» de los gramáticos árabes. Para que el niño se llame a gunta: «l Qué es una yegua, Alberto?», responderá con petulan-
sí mismo él, deberá ser objeto de intercambio discursivo, es cia: «Una yegua es un caballo que se llama yegua». Y volverá a
decir, considerado como persona gramatical, anulado en su ser ubicarme, en mi desconcierto, ante las dificultades de esa lógi-
por el pronombre, en los orígenes del intercambio entre los pa- ca en constitución en la cual no puede precisar aún la exclusión
dres. Luego, cuando la triangulación se produzca y sea capaz de los contrarios, pero en la que ya no está presente la indife-
de estructurar una ausencia, entender que alguien habla a al- renciación de los orígenes.
guien de algo o alguien ausente, podrá asumir un yo que se di-
rija a un tú, siendo capaz de colocarse él mismo como sujeto en
el intercambio discursivo.
De este modo, Alberto, nuestro paciente, no sólo marca a Caliarda, anulación del género y el número
través de la conjugación imposible su incapacidad para organi-
zar un orden gramatical que permita el manejo de la lengua, En 1971, Elías Petropoulos sacó a la luz en Atenas una obra
sino que señala, con su forma de uso del infinitivo, la no exis- titulada Caliarda, que es un diccionario de la lengua especial
tencia de la concordancia en que se pudiera vislumbrar el pro- de los homosexuales griegos. En el prefacio, Petropoulos acusa
nombre que marca la posición de sujeto. de moralistas a los folkloristas, a los neohelenistas y a los his-
Esto se expresa también cuando, en otra sesión, pregunto a toriadores griegos, interpretando como una condena moral su
Alberto qué busca en su canasta: «Lápiz», responde, mostrando rechazo a reconocer y a hacer conocer esta realidad social que
nuevamente en la ausencia de partículas de la lengua que pu- es la homosexualidad. Petropoulos pagó tres veces con la pri-
dieran permitir el uso del demostrativo, del posesivo, del cali- sión sus obras que ponen al desnudo aspectos secretos de la so-
ficativo, la ausencia de cualidad relativa al objeto que soporta ciedad griega. No es mi intención detenerme en ello, sino sim-
su acción o la constituye. Si él fuera un niño que pide el lápiz plemente señalar las dificultades de una investigación científi-
(azul, rojo, nuevo, este, el que usé ayer), cada elemento queda- ca cuando pone en juego las ansiedades más profundas de un
ría discriminado en su cualidad y en su especificidad espacio- grupo humano.
temporal, a la vez que Alberto podría asumir, a través del «yo» El nombre mismo de esta lengua, caliarda, llama a refle-
que se juega en el «mi», su «función universal de sujeto» corre- xión. Puede ser traducido, tal vez, como «lengua verde», y gra-
lativa a un yo tópico organizador de la diferencia entre él y el maticalmente es un neutro plural. ¿Cuáles son sus caracterís-
otro, entre él y su propio inconsciente. ticas principales? Es casi una regla en caliarda la omisión de
Vuelvo, por medio del ejemplo, a lo expuesto anteriormente: los artículos (excepcionalmente encontramos uno); los adjeti-
no es un problema de lenguaje aquel por el cual Alberto no pue- vos no son empleados sino en femenino (por lo cual todo sujeto
de instaurar una discriminación en su propio discurso que lo se deja entender como perteneciente a este sexo-género); la de-
habilite para la vida de relación de la que se encuentra excluido r ivación de verbos a partir de sustantivos es mucho más fre-
-el motivo de consulta, como en tantos niños, fueron las difi- cuente que la derivación de estos a partir de verbos (a diferen-

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cia de la derivación del griego corriente). Héléne Ioannidi 2 prq- remite a otra palabra femenina, esté o no implicado el sexo. Si
pone una interpretación: la ininteligibilidad de esta lengua el género correspondiese exactamente al sexo, seguiría funcio-
sirve a fines utilitarios, pero también ambiguos. Los locutores nando (por ejemplo, como regla de concordancia) entre los sig-
de caliarda ofrecen el espectáculo de su inteligencia a los testi- nificantes y el sexo, como una especie de «lógica» del lado de los
gos heterosexuales, para quienes el sentido de su intercambio significados. No obstante -aclara- , esto sólo es así en una
es ininteligible. Sin embargo, se apoya en Triandaphillidis y su lingüística rigurosa. Si se pidiera a un niño de los primeros gra-
búsqueda a través del psicoanálisis del origen del lenguaje, dos que analizara «rana macho» o «ratón hembra» e indicara el
quien propone: «Ninguna lengua secreta es una lengua. Por- género del adjetivo, podría sentirse turbado porque en la con-
que los interlocutores de ninguna lengua secreta tienen la fuer- ciencia «ingenua» del sujeto existe cierta relación, difícil de de-
za de romper con la sociedad de la cual son adversarios, ni con finir, entre el género y el sexo (por ejemplo, «macho» debería ser
la lengua materna. La lengua materna es el fundamento in- masculino).
quebrantable sobre el cual se construye toda lengua secreta». 3 La conclusión que extrae Octave Mannoni es la siguiente:
Sería trivial a esta altura decir que el sexo no está constitui- «Diría que si el género estructura ciertas lenguas, el sexo es, en
do por el género. Sin embargo, el ejemplo del caliarda pone de cambio, una estructura de lenguaje . .. Si introduzco de este
relieve una posible relación existente. Aun cuando partiéramos modo el sexo en el lenguaje, es porque hasta ahora nunca nos
provisionalmente de la hipótesis de que el género, en el sujeto, hemos referido al sexo sino como significado, y como tal no sale
es anterior al sexo, es evidente que en la lengua secreta de los de los límites de la elipse. Y, por supuesto, el conocimiento de
homosexuales griegos el género se ha puesto al servicio del se- ese sexo significado nada tiene que ver con el saber sobre la se-
xo o, para hablar con mayor precisión, el no-género se ha pues- xualidad, lo que quizá parezca una perogrullada». 5
to al servicio de la anulación de la diferencia de sexos. La anu- Y en nota al pie agrega: «Esos universales que toda lengua
lación de los artículos, la anulación de los géneros, la feminiza- debe poder expresar (el número, el sexo, el pasado, la restric-
ción de los adjetivos (el atributo es lo femenino, paradoja que ción, etc.) pertenecen a algo más general que a una lengua o a
semeja una denegación masiva en la lengua de la imposibili- otra; puede decirse que pertenecen al lenguaje mismo».
dad de reconocimiento de lo femenino como no-posesión del La propuesta cobra dos dimensiones. Por un lado, señala
atributo masculino), la derivación del verbo a partir del sustan- que el sexo, en cuanto tal, en cuanto estructura de lenguaje, po-
tivo, que pone en el centro al sujeto y no a la acción, evidencian ne en el centro la cuestión de la diferencia. Por otra parte, y co-
/.,.
la reversión de un proceso constitutivo del lenguaje en la infan- mo él mismo aclara luego, pregunta por ese saber del cual se
cia, en la cual si el género es anterior al sexo se tendrán que ocupa el psicoanálisis, cuáles son las relaciones que mantiene
producir en algún momento puntos de encuentro que anuden con el saber objetivo y con el sujeto.' Alrededor de este punto,
significantes genéricos a significados sexuales. dice Octave Mannoni, giran los problemas más importantes. Y
Octave Mannoni, en un texto que deja entrever la intención termina por señalar: «¿No deberíamos asimilar el género gra-
de marcar las diferencias entre psicoanálisis y lingüística, «La matical a una especie de retorno de lo reprimido (por lo demás
elipse y la barra», 4 señaló en un apartado los problemas que se contingente, censurado y trastornado), de modo que, a diferen-
abrían en la búsqueda de las conexiones y discordancias entre cia del saber significado, manifestase de alguna manera el ca-
el género y el sexo, partiendo de que, si bien no todas las len- rácter significante para el hombre de las marcas de la anato-
guas poseen marcas particulares para dar un género, se puede mía sexual?... La palabra, que da el sexo significado, enmas-
apreciar que todas son capaces de significar el sexo. La defini- cara o reprime su carácter propiamente significante. El sexo
ción de género -dice- es gramatical, una palabra femenina como significante reside en la capa más oculta. Pero puede rea-
parecer, disfrazado, en la capa más superficial, la de las formas
2
H. Ioannidi, «Caliarda, la langue secrete des homosexuels grecs», en Topi· significantes lingüísticas». 6
que, París, nº 20, octubre de 1977.
3 !bid., pág. 129.
4
La otra escena. Claves de lo imaginario, Buenos Aires: Amorrortu editores, 5 !bid., pág. 47.
1973. 6 !bid., pág. 49.

110 111
Que el sexo se marca en tanto significante de una diferencia Cuando el autor da los ejemplos de him y her, muestra que
no es un punto que nos propongamos discutir; «las marcas» de el significante puede actuar, desde el género, como rasgo se-
la diferencia anatómica no pueden jugarse sino como signifi- cundario sin que esto lo abroche al sexo como significado. Him
cantes y es así como Freud lo señaló. La impasse se produce, en y her, como los aritos de las niñas, como los soldaditos con los
mi opinión, cuando el problema de la diferencia queda atrapado cuales juegan los varones, entran de hecho en el género, pero
en un encerramiento lingüístico que impide aproximarse al pe- no sólo desde el género gramatical, sino de aquel que prepara el
culiar carácter significante que para el hombre poseen estas acceso al sexo, y que si bien e.s tá constituido por el lenguaje, se
marcas de la anatomía sexual. Y es significante en la medida en juega en todos los órdenes de la cultura y a través de estos,
que en el proceso discursivo interrumpido por el lapsus, o por el siendo el lenguaje la vía para la explicitación de los fantasmas
Witz, el fantasma de la diversidad se hace posible «marcando» parentales acerca del futuro sexo simbólico del hijo real que de-
al sujeto en una desestructuración sexuada que irrumpe desde be acceder a él para poseerlo.
los fantasmas erógenos del conjunto del cuerpo pregenital. Los niños de la historia de Octave Mannoni, al igual que la
Apelando al conocido chiste de los dos niños, niña y varón, petulancia de Alberto cuando me responde «una yegua es un
frente a un cuadro que representa a Adán y Eva y que los des- caballo que se llama yegua», señalan la diversidad posible an-
concierta en su posibilidad de la diferenciación sexual en la me- tes de que la diferencia de los sexos se instale. Sin embargo, ca-
dida en que los personajes están desnudos, Octave Mannoni da uno de estos niños puede responder nominalmente acerca
modifica la historieta inglesa y hace decir a la niñita: «Escuche- de su sexo atribuido. Nl. Alberto, ni los niños de la historieta,
mos lo que dice la gente; dirán him y her, y entonces sabremos» tendrán un momento de duda cuando se les pregunte acerca
(porque tales pronombres designan fielmente el sexo significa- del carácter 9.e su ubicación en la diferencia de sexos. Alberto
do). El efecto de Witz depende de la ignorancia de algo que no es responderá con seguridad «varón», cuando yo le pregunte qué
el sexo como significado. Cuando un niño sabe que no sólo hay es. Sin embargo, esto no dará razón, de ninguna manera, del
palabras femeninas y masculinas, sino que más allá de estos reconocimiento de la función sexual en la medida en que agre-
géneros hay un significado, su curiosidad se despierta y se pre- gará inmediatamente -y luego de un trabajoso proceso tera-
gunta «¿qué quiere decir eso?». Intenta saber algo más, que no péutico en el cual tendrá primero que descubrir qué es, para
figura en la elipse saussureana. «Es, en rigor, y debemos la ex- luego reconocerse en su atribución-, «no juego con muñecas».
presión a Lacan, el sexo como significante (un significante que Como el Witz inglés relatado por Mannoni, con frecuencia
no depende de la lingüística, pese a que Lacan haya dicho algo frases de los niños marcan el retorno de esta «diferencia» gené-
diferente en el texto citado como epígrafe)». Y el texto citado rica que se establece antes de la fase fálica y que señala cómo
como epígrafe dice: «Nuestro tema es, por supuesto, el hombre elementos de la cultura son tomados para ser jugados en una
y la mujer (. .. ). Hay aquí, sin duda, un significante oculto que diversidad en la cual, pese al desconocimiento del carácter del
no es absolutamente encarnable en parte alguna pero que no sexo en tanto significado, el sujeto se enfrenta ya al problema
obstante se encarna de la manera más aproximada en la exis- de su identidad como ser sexuado. Un niño de cuatro años, cuyo
tencia de las palabras ''hombre" y "mujer"» (Jacques Lacan, Se- padre tiene vedados algunos alimentos y excesos orales debido
minario del 18 de abril de 1956). Y agreguemos nosotros: par- a un trastorno gástrico crónico, responde a la madre que le pre-
tiendo de la preocupación de Lacan por el carácter significante gunta si quiere un poquito de café que los adultos están en vías
del sexo, Octave Mannoni llega a una conclusión que no sólo es de ingerir: «¿Te crees que soy una mujer para tomar café y fu-
un desarrollo, sino que es diversa de la del maestro. Volvere- mar?». Profundamente humillado ante las risas de quienes
mos sobre ello, pero no podemos dejar de señalar el cuidado y la presencian la escena, se retira. Las preguntas son varias: ¿Es
fina ironía con los cuales Octave Mannoni maneja la diferen- la humillación efecto de que el ofrecimiento materno lo desco-
cia, ya no de sexos, sino de propuestas teóricas, que dejó sumer- noce en su posición viril, marcada por la identificación al padre
gidos durante mucho tiempo a los no iniciados en la confusión no definida aún por la lógica fálica de la diferencia? ¿O, tal vez,
de propuestas sin permitir acceder a los movimientos producti- ante las risas que la respuesta provoca, siente que los adultos
vos de la discrepancia. que lo rodean niegan su posición masculina defendida con or-

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gullo a través de la respuesta irritada y altiva? ¿Es que hay contrarios, por la otra. En el ejemplo del niño que rehúsa tomar
una sospecha, en vías de constituirse, acerca de que lo masculi- café, hay una diferencia de géneros, una diferencia entre los
no no pasa por la ingestión de café, sino que es de otro secreto hombres y las mujeres, percibida pero no ligada a una diferen-
orden que empieza a aparecer como interrogante, y siente la ri- cia anatómica de los sexos. En la diferencia social, cultural, fal-
sa como un desenmascaramiento de su ignorancia acerca de ta un fundamento lógico, y el niño busca a esta bipartición un
ese algo que ya comienza a reconocer, sin que pueda aún ins- fundamento en teoría, precisamente ese fundamento lógico.
taurarse como un saber posible? ¿Debe buscarse este fundamento lógico en la anatomía -pre-
Las respuestas son tantas como las preguntas a formular. gunta Laplanche-, cuando el problema del sujeto es reencon-
Sin embargo, dos elementos resaltan de la situación. En pri- trar la naturaleza a continuación del largo proceso en el cual la
mer lugar, el hecho de que en la misma mesa de la cual se le- ha perdido, es decir, cuando las excitaciones sexuales en el su-
vanta hay otros hombres, menos su padre, que toman café sin jeto psíquico son el efecto de una verdadera perversión del ins-
que ello ponga en duda su masculinidad. En segundo lugar, tinto por su inclusión en el mundo de la sexualidad adulta que
que la herida narcisista que evidencia se ha instalado en nues- lo ha constituido parcelando su cuerpo en múltiples zonas eró-
tro niño sin que ello signifique que este narcisismo se haya li- genas que tomaron el rumbo inicial del autoerotismo?
gado aún a ningún significante fálico de la diferencia anatómi- El problema de la lógica de la exclusión, del tercero exclui-
ca, aun cuando se encuentre ya organizado en relación con la do, no es algo del orden de lo real, de la anatomía. El pene, la
diferencia de géneros. vagina, el pecho, el ano, no entran a circular hasta que se orga-
Tal vez, cuando acabe de instalarse el movimiento que lo ha niza una nueva repartición efecto de la lógica de la sexualidad
de constituir de sujeto atravesado por el género masculino en genital. Pero セウエ。@ lógica es impensable fuera del proceso secun-
sujeto sexuado, habrá de responder con la misma indignación dario, ya que en el inconsciente subsisten todos los elementos
cuando se lo considere capaz de un atributo femenino, pero en que sólo son contradictorios para el preconsciente. Lo contrario
este caso, porque la situación lo interpelará en su condición o lo contradictorio, sólo es algo que afecta al sujeto, a un porta-
masculina, agitando los fantasmas de castración y pasiviza- dor de los atributos.
ción que en el proceso se ha visto obligado a reprimir. Pero portar un atributo, dice Laplanche, puede jugarse en
Laplanche recupera, en su seminario sobre la castración, 7 dos dimensiones distintas. Un atributo puede ser sólo eso, o
dos términos alemanes que parecen señalar dos problemáticas puede transformarse en una insignia; el atributo puede ser
',I'
freudianas en el texto acerca de La organización genital infan- una cualidad o una insignia. Como atributo no entra más que
til. Se trata de Unterschied, diferencia, y Verschiedenheit, di- en una lógica de los contrarios, como insignia en una lógica de
versidad. La diferencia (Unterschied) implica una polaridad, la contradicción: si no se es hombre, necesariamente se es mu-
una dualidad. Por el contrario, la diversidad (Verschiedenheit) jer. La insignia, como tal, no existe en la naturaleza, sólo en la
puede existir entre dos elementos, pero también entren ele- lógica del sujeto. Desde lo real, algo puede ser rojo, azul o blan-
mentos. co, pero desde la lógica, si está signado por verde/no-verde,
Si tomamos la diversidad de los colores -dice-, ninguno se aquello que es rojo entra en la lógica de la negación (no-verde).
define por una cualidad propia, ninguno se define por la ne- La conclusión provisional que extrae Laplanche acerca de
gación de otro -ni siquiera el blanco o el negro----. En un siste- los dos términos de Unterschied y Verschiedenheit es que la di-
ma de dos colores, el blanco se define por el no-negro, pero en el ferencia absoluta remite a una marca de la presencia o ausen-
sistema de los colores naturales, sistema de n posibilidades, el cia de un solo atributo. La diferencia relativa de los géneros es-
no-blanco puede ser negro, pero también rojo, verde, etcétera. tá fundada sobre la elección de dos o más atributos. La diferen-
Estamos en una lógica del concepto que define dos tipos de cia de géneros remite, entonces, a la diversidad y no a la dife-
oposiciones: la de los contradictorios, por una parte, y la de los rencia, no a los contradictorios, sino a los contrarios. La lógica
de la contradicción, por lo tanto, está definida con relación a
7 J. Laplanche, Castration. Symbolisations. Problématiques II, París: PUF,
una pautación que viene por fuera del sujeto, que organiza el
1980. Castración. Simbolizaciones, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988.
principio del tercero excluido y abre las posibilidades al proceso

114 115
secundario. Si en el inconsciente los contrarios coexisten, sólo En tal sentido, el sexo puede ser definido, como lo propone
es en el sujeto que se ha constituido donde estos son sentidos, Octave Mannoni, del lado del lenguaje, entendido este como
sufridos, como contradicción: la diversidad transformada en di- sistema que organiza las diferencias. Pero, en la medida en que
ferencia en el interior del aparato psíquico e instituida como el sistema de la lengua no se instaura sino como organizador de
conflicto. los sistemas inconsciente y preconsciente-consciente a través
En el niño que se niega a tomar café y fumar, la masculini- de la constitución de la represión originaria - tal como lo he-
dad no se define por la existencia del atributo masculino pene, mos desarrollado en el capítulo 2- , el lenguaje, al constituirse
sino por todos los elementos secundarios ligados a la constitu- en el sujeto, es un efecto de la represión originaria y funciona
ción de la posición masculina. Empero, la diferencia de géneros dando origen a la significación, es decir, posibilitando la emer-
funcionó como previa a la diferencia de sexos, marcando desde gencia o no de lo reprimido. En la constitución del género en el
la cultura las alternativas posibles que serán luego inscriptas y niño ya está presente la marca del sexo que imprime el adulto.
resignificadas en el psiquismo. Al igual que en el lenguaje caliarda, el género se correla-
Para que nuestro sujeto arribe a la diferencia de sexos debe- ciona con el sexo, no «en la conciencia ingenua del sujeto», sino
rá pasar previamente por la oposición fálico-castrado que cons- justamente en la suspicacia de las vicisitudes del fantasma
tituya al pene como insignia de la masculinidad, al falo como sexual reprimido. El sexo retorna en el género, denegado o
símbolo de la diferencia, como insignia que abrirá la lógica de ligado al fantasma reprimido, más acá de la intención de cons-
la contradicción. Lógica de la contradicción que en el sujeto se tituir una lengua neutra. Una historia relacionada con el pro-
marcará como lógica de la castración. blema del racismo lo ejemplifica: en un autobús van negros y
Podríamos pensar, siguiendo esta misma línea, que la lógi- blancos peleándose. El conductor, irritado, detiene el vehículo y
ca de la contradicción se inaugura a través de la insignia. La ordena: «jBasta, desde hoy son todos verdes!». En ese momento
insignia como algo soportado en lo real, pero significado simbó- un negro sube al autobús y pregunta: «¿Dónde me ubico?». El
licamente. Pero, a su vez, la insignia podrá ser recuperada en conductor responde: «Usted, atrás, con los verde oscuro».
un nuevo movimiento cuando el proceso lógico sea arrancado Más allá del intento de mostrar con este ejemplo cómo rea-
de la lógica binaria, a la cual quedó sometido por la angustia de parece a través de nuevas dicotomías en el interior del lenguaje
castración, y reemplazado en un reconocimiento de la contra- aquello que se pretende expulsar, es necesario que señale que
dicción que no implique la anulación del contradictorio. este problema se expresa brutalmente por medio de las forma-
¿Por qué ubicar, entonces, como lo hace Octave Mannoni, la ciones reactivas en el interior del racismo contemporáneo. Así,
diferencia de géneros del lado del significante, la diferencia de la hipocresía racista que se esconde en la expresión «gente de
sexos del lado del significado? ¿No sería, de alguna manera, in- color», como si el blanco fuera el «no-color», encubre el carácter
tentar colocar el significado del lado del inconsciente? El sexo despectivo con que se tiñe (o se destiñe) al negro, eludiendo en
como reprimido no es el de la lógica fálica; en él coexisten el el lenguaje la marca de la segregación que retorna a través del
fantasma de castración con la madre fálica. encubrimiento. O la modalidad de llamar al indio «indito», en
Para el sujeto en constitución, todo lo que haga un ordena- una propuesta paternalista que oculta el carácter altamente
miento de los enigmas del sexo (nacimiento, muerte, castra- hostil a partir del cual un rasgo étnico se convierte en un signifi-
ción), funciona del lado de la significación, es decir del ordena- cante de la minusvalía. Nadie diría para referirse a los nortea-
miento significante en una lógica que permita la simbolización. mericanos «los norteamericanitos», salvo en un sentido irónico.
Tanto la diferencia de géneros como la diferencia de sexos son Diversidad previa, entonces, a la diferencia de los sexos,
algo que ocurre del lado del preconsciente; ordenarr..ientos di- que constituye ya los elementos significantes que la cultura es-
versos de los enigmas en los cuales el sujeto se constituye y por tablece para la asunción social del sexo propio: la organización
los cuales es interpelado. Del lado del inconsciente, las repre- parental del Edipo, la atribución del sexo a través del nombre,
sentaciones coexisten y sólo se transforman en contradictorias del color de la ropa, y de los signos distintivos que la cultura im-
cuando atacan al preconsciente, al yo, guiado por el proceso de prime en el sujeto, antes que la angustia de castración lo colo-
organización de la lógica del proceso secundario. que en la alternativa de ser sexuado.

116 117
La precocidad de la educación sexual no resuelve nada de de y el discurso deja de ser verborreico -una micción que se
esto, si no acompaña al proceso de simbolización que proponen derrama por el consultorio-, se acuesta en el suelo y, con tris-
los movimientos de constitución del sujeto en la estructura edí- teza profunda, dice: «¿Sabés qué es lo más triste, pero lo más,
pica y a los concomitantes intrasubjetivos, fantasmáticos, de más triste?: cuando ya no te acordás la cara de tus amigos». Las
este proceso. Una situación que se produjo en un jardín de in- sesiones transcurren en un lento, trabajoso ritmo, que intenta
fantes donde se imparte educación sexual lo ejemplifica: las ni- reconstruir las caras, los lugares, los juegos perdidos.
ñas formulan «Lupita tiene vagina, Mariana tiene vagina, Pa- Al poco tiempo entra a consulta con sed. Dice «quiero agua
ty tiene vagina, Paula tiene "conchita"». Así irrumpen en la lec- de nada». En México existe el agua de naranja, de tamarindo,
ción monótona de una diferencia no aprehendida con un exa- de horchata. Mariano pide «agua de nada».
brupto que echa por tierra las inquietudes programáticas de la En una primera visión, fácilmente accesible al pensamiento
maestra. psicoanalítico, interpreto: agua de nada, llenarse con la ausen-
La diversidad o diferencia, en lo manifiesto, marca el movi- cia que se ha sustancializado. En su carácter de presencia, la au-
miento de constitución de un aparato psíquico infantil inci- sencia, lo que no está, es nada, pero nada es algo que puede lo-
piente, donde la instauración de la castración abrirá la posibili- grar una incorporación benigna. Hasta este momento, mientras
dad de comprender el surgimiento del cero, de la nada contra-
duró el cuadro querulante, la ausencia operó, desde el incons-
puesta al rasgo. Lógica de la instauración del cero que implica
ciente, como ataque --objeto malo, propone Melanie Klein-.
la posibilidad de apertura hacia las matemáticas y la numera-
En el inconsciente el objeto ausente es siempre objeto malo.
ción.
No es representable la ausencia sino como presencia atacante.
Si la lógica del cero precede al sujeto en la cultura, si la cons-
Laplanche8 pone a trabajar esta idea y llega a una ley general
titución de la diferencia, en el orden del lenguaje, se juega des-
del psiquismo: la pulsión de muerte es la sexualidad no ligada
de un antecedente que, siendo trans-subjetivo, es condición ne-
cesaria para la constitución del sujeto mismo, los índices que que ataca al sujeto con la desintegración de la pulsión parcial,
permiten cercarlo en el niño posibilitan al analista encontrar frente a la libido ligada en el yo o en el objeto de amor.
las pistas de organización del aparato y ubicar las líneas con Cabe una pregunta: ¿no es el inconsciente, por su constitu-
las cuales debe orientar la dirección de la cura. ción misma, el lugar de inscripción de la ausencia del objeto?
Momentos del tratamiento de un niño, que expondré a con- Este es el modelo de toda la constitución del aparato psíquico
,1
tinuación, pueden semos útiles para explorar la hipótesis que en Freud, ya que lo que se inscribe es una huella del objeto per-
'"
acabo de presentar. dido. La nada no tiene representación, actúa por presencia,
muerde y desgarra al sujeto. No es otra la función atacante del
inconsciente en su conjunto. Si el inconsciente es el lugar del
deseo, de la inscripción de la pulsión en su imposibilidad de sa-
Mariano. El cero y la nada tisfacción -y en este sentido habría que pensar el concepto
kleiniano de voracidad: una discordancia fundamental entre la
Mariano, cuatro años y medio. La mirada atenta, inteligen- alimentación de la cual el bebé es objeto en relación con su de-
te. El cuerpo a mitad de camino entre la primera infancia y la seo oral de colmamiento ilimitado-, el sujeto se defiende.
infancia. Un lenguaje rico y deshilvanado. Juegos explosivos y (Thomas Mann, en Las Tablas de la Ley, refiriéndose a la le-
altamente simbolizados -guerras interplanetarias, mega- yenda que atribuye a Moisés un crimen en su juventud tem-
arañas y mega-alacranes- acompañando preocupaciones «co- prana, dice: «Supo que, si matar era hermoso, haber matado
tidianas»: la bomba de neutrones, los conflictos mundiales. era terrible, y por eso matar debía estar prohibido». Sólo lapo-
Motivo de consulta: intolerancia excesiva y enuresis noctur- sibilidad de desear lo terrible con la convicción de que no se rea,
na; Mariano se ha convertido en un niño «inmanejable». lizará es lo que garantiza la tolerancia a lo siniestro.)
El reverso de su actitud querulante: la depresión. Tuvo una 8 J. La planche, L'inconscient et le i;a. Problématiques IV, París: PUF, 1981.
migración reciente y un día, cuando la brusquedad del juego ce- El inconciente y el ello, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988.

118 119
En el desgarramiento en que se encuentra Mariano cuando preocupación es encontrar la ausencia de la cual es portadora
llega a tratamiento, en su actitud típicamente paranoide, irri- el objeto. El objeto fetiche (portador de la castración), el objeto
table, nada lo ha satisfecho porque ante cada reclamo, cuando reliquia (portador del duelo), el objeto transicional, soporte de
el objeto demandado le ha sido ofrecido, es en su presencia co- la presencia-ausencia de la madre. En la presentación de este
mo el objeto ausente aparece marcando la imposibilidad de su texto propone: «La ausencia da contenido al objeto y asegura a
recuperación. Por eso la metonimización permanente (en lo la separación un pensamiento». Tomando de F. Ponge un neolo-
manifiesto) de su demanda no logra recubrir aquello que ha gismo, objeu, para titular un texto destinado a elaborar, con
quedado no sólo como perdido, sino como no verbalizable, y que escritura que está entre el psicoanálisis y la poesía, las relacio-
el tratamiento permitirá recuperar. nes entre juego y objeto, Fédida dice: «De lo que se trataría es
Cuando agua de nada se hace presente en su discurso, la de hacer del objeto el acontecimiento depresivo de la pérdida.
nada aparece, en el marco de la cura, remitiendo al obj<')to pri- Es un acontecimiento porque hay un descubrimiento del objeto
mordial de la ingestión; pero es en el preconsciente donde esto por el juego: consiste en abrir la mano, en desasirse. El objeto
puede manifestarse y adquirir así una cualidad diversa: de se constituiría como significante de la separación, el abandono
presencia atacante se transformará en ausencia añorada, en o la pérdida ... Se instituye en el lugar de una falta». 10
posibilidad de representación de la lógica de la ausencia (lógi- El pensamiento tiene por espacio, a veces, el dolor. El au-
ca, por otra parte, que sólo es atributo del sistema preconscien- sente es entonces el objeto de odio del amor.
te-consciente). Agua de nada, sin embargo, no es todavía la na- En el caso de Mariano, cuando los padres se ven obligados a
da como concepto. Es la sustantivación en la lengua de lo que la consulta por la querulancia que el niño manifiesta -siem-
había sido innombrable. No es tampoco una suma, no es agua pre hostil, malhumorado, reivindicativo-, ¿es la ausencia del
con nada, sino la combinación discursiva que estructuralmen- objeto añorado la que coloca a los padres como objeto odiado, o
te liga agua con naranja y la transforma en agua de naranja, al menos, como soporte de este, como objeto de odio del amor?
en una anulación de las propiedades particulares de cada uno La situación clínica vuelve a poner sobre el tapete, una y otra
de los elementos combinados, en una fusión del objeto y el atri- vez, la vieja discusión entre Melanie Klein y Anna Freud en el
buto. El atributo es el objeto, a la vez que el objeto es su atribu- «Simposio sobre análisis infantil» de 1926, acerca de la posibili-
to; el agua y la naranja se han diluido en el de que las constitu- dad del niño de establecer transferencia. ¿Cuál es el objeto año-
Lセ|@ ye como unidad. rado, si los padres están presentes, si los objetos primordiales
·i Si el análisis y la síntesis de los pasos del conocimiento cien- son aparentemente conservados?
セG@ ¡.:1
tífico son posibles, esto no tiene existencia en el psiquismo in-
fantil antes de que los sincréticos originarios se descompongan
en sus unidades constitutivas, y esto es así tanto desde la ins-
tauración pulsional (representación de la primera experiencia Del objeto parcial (pleno) al objeto total (de la falta)
de satisfacción, en la cual la boca y el pezón constituyen un todo
que permite pensar que la boca es una cavidad a la cual le falta Una situación con una paciente adulta puede servir para
el pezón) como desde la experiencia misma de la lengua, que aclarar el punto. Ha tenido un breve encuentro con el hombre
propone composiciones y recomposiciones de lo real que el niño que ama y del cual se encuentra separada. Recuerda que ella
tendrá que rearmar cuando la lógica del tercero excluido se ins- era «todo para él» y ahora, al verse, él ha hecho el amor con ella
tale. Únicamente allí habrá posibilidad de análisis y síntesis sólo porque aún le gusta, pero ya no la ama. Mi paciente relata:
posteriores a los movimientos de constitución de los objetos «Cuando terminamos de hacer el amor me dormí, y soñé que
totales. dormía a su lado. No entiendo por qué, estábamos durmiendo
Pierre Fédida, en su libro L'absence,9 va marcando los dis- juntos y, sin embargo, yo soñaba que dormía con él». A decir
tintos espacios en los cuales la ausencia constituye al objeto; su verdad, ella dormía «Con otro». A esto se refería Melanie Klein

9 P. Fédida, L'absence, París: Gallimard, 1978. 10 ! bid., pág. 105.

120 121
cuando en aquella vieja polémica le decía a Anna Freud que la esta última variante del concepto de prueba de realidad lleve a
transferencia no requiere la pérdida de los padres «reales» in- considerar esta expresión como si la realidad fuera aquello que
fantiles. En realidad, nunca fueron reales, y se transfieren en pone a prueba, mide y atestigua el grado de «realismo» de los
la cura aspectos fantasmáticos, residuos de las relaciones de deseos y fantasías del sujeto y les sirve de patrón) es que la cu-
objeto con ellos habidas. Cuando Mariano increpa a los padres ra analítica no puede pasar en ningún momento -y siento lo
presentes, les reclama querulantemente ser portadores de la absurdo de tener que repetir esto a esta altura de la historia del
ausencia de las relaciones primordiales perdidas. Un «resto de psicoanálisis- por hacer coincidir los padres reales con los
padres» ha quedado en el lugar de origen, del cual ha sido tras- fantasmas que agitan al sujeto en la producción del síntoma,
ladado. Cuando algo se pierde, el objeto presente marca la falta sino que pasa por reconocer, junto a mi paciente - y compar-
de lo ausente (no pocas veces he asistido al desconcierto de un tiendo para ello, dolorosamente, el proceso de la cura- que los
padre o una madre, viudos o separados, enfrentados a la hosti- padres perdidos de los orígenes son los restos de ausencia ata-
lidad del hijo que idealiza al ausente. No corresponde apresu- cante que precipitan hoy su rabia desmedida.
rarse en la comprensión de este fenómeno, pero se inscribe, en Pasar del odio a la tristeza no es pequeña tarea para el apa-
líneas generales, en el orden de determinaciones que estamos rato incipiente. ¿Se trataría, tal vez, en el movimiento que Me-
exponiendo). lanie Klein describe como pasaje a la posición depresiva, del
Spitz, al descubrir la angustia del octavo mes como un mo- abandono del objeto pleno, pero parcial, al objeto total?
mento del desarrollo infantil evidenciado por la reacción del El objeto pleno, de los orígenes, sólo puede sobrevivir a costa
niño que, al enfrentarse a la guestalt facial de un desconocido, de una escisión en otro objeto que sea portador de todos los atri-
llora por la presencia extraña, no se limitó a describirla como butos negatiyos positivizados. En este sentido, los objetos par-
un fenómeno normal en la constitución del niño, sino que ciales son objetos plenos, cada uno portador de un atributo
arriesgó una hipótesis cuyo valor debe ser relevado: si el niño único maniqueamente disociado. De tal modo, si hay un objeto
llora frente al extraño es porque su presencia remite a la au- de la completud en los orígenes, no es sino parcial, relativo a la
sencia del objeto esperado, la guestalt materna. El objeto pre- puntualidad de un momento y coexistente con otro objeto de la
sente amenazante es lo extraño que marca la ausencia del incompletud absoluta, objeto malo. El objeto total, caracteriza-
objeto conocido. Una característica general del psiquismo está do por su incompletud, es decir, por la integración de lo positivo
en juego: lo real sólo angustia sobre el trasfondo del objeto psí- y lo negativo (significantes en el inconsciente de objetos parcia-
1 quico. les no representables como ausencia), se debe repensar, desde
¡,¡:
Juego engañoso, este. Lo desconocido sólo cobra carácter de este punto de vista, como constitutivo de una lógica que implica
tal sobre el fondo de lo conocido (es decir de lo re-conocido, en el el reconocimiento de la ausencia en el sistema preconsciente.
sentido de que lo representado coincida o no con lo percibido); En el texto antes señalado, Fédida dice: «El objeto coincide, en
por otra parte, lo percibido como real, y que ha coincidido con lo su constitución objetiva y objetal, con el juicio de atribución y el
representado otrora, deja de hacerlo en la medida en que pese a juicio de existencia, que marcan la ubicación de la exterioridad
la percepción de lo idéntico se inaugura la no coincidencia con a título de una instauración superyoica». 11
la representación interior. En este doble movimiento deberían En este recorrido que estamos haciendo junto con Mariano,
tal vez pensarse las dos variables freudianas relativas a la ¿cuáles son los prerrequisitos que se imponen para la conclu-
«prueba de realidad» : una, que consistirá en diferenciar lo sión lógica a la cual arriba el sujeto, y de qué manera se relacio-
representado de aquello que es percibido y que marcaría así la na esto con la instauración de los juicios de existencia y de atri-
diferencia entre lo interior y lo exterior (caso del bebé de Spitz); bución?
otra, que consistiría en comparar lo percibido objetivamente Tal vez debamos detenernos más cuidadosamente en la
con lo representado, con vistas a rectificar las eventuales defor- afirmación de Fédida, en el sentido de las relaciones entre lo
maciones de esto último. Sin embargo, lo que vemos en el caso objetivo y lo objeta!.
de Mariano (y coincidiendo con la preocupación expresada por
11
Laplanche y Pontalis en el Diccionario de psicoanálisis, de que lbid., pág. 106.

122 123
El apartado relativo al concepto de objeto, en el Diccionario inconsciente--, ya que hasta 1923 no aparecerá el ello como la
de Laplanche y Pontalis, termina aseverando lo siguiente: «Por instancia capaz de albergar esta sexualidad parcial. A su vez,
último, la teoría psicoanalítica alude también a la noción de ob- un ir y volver de esta libido ligada: ora depositada en el yo, ora
jeto en su sentido filosófico tradicional, es decir, asociada a un en el objeto.
sujeto que percibe y conoce. Es evidente que se plantea el pro- El objeto parcial, como uno de los polos de la pulsión parcial,
blema de la articulación entre el objeto así concebido y el objeto deja de entrar en la serie parcial-genital para entrar en la serie
sexual. Si se concibe una evolución del objeto funcional, y a for- parcial-total, o parcial-amor, no correspondiendo necesaria-
tiori si se considera que esta desemboca en la constitución de mente a lo genital, sino como un movimiento previo a la cons-
un objeto de amor genital, definido por su riqueza, su autono- titución del amor de objeto. El narcisismo, como oposición a lo
mía, su carácter de totalidad, necesariamente se relacionará parcial, no incluye necesariamente el amor genital, definido
con la edificación progresiva del objeto de la percepción: la "ob- por el amor de objeto. En este sentido el narcisismo aparece co-
jetalidad" y la objetividad no carecen de relaciones». 12 mo un momento mítico previo al amor de objeto, que, sin em-
Podemos deslindar esta propuesta en dos aspectos: por un bargo, ya implica una totalización del objeto (en este caso el yo
lado, la preocupación acerca de las relaciones entre objeto cog- o su equivalente).
nitivo y objeto de amor genital; por otro, si este objeto de amor ¿Qué pasa con el objeto total, en el sentido propuesto por
genital, como el mismo apartado pone en evidencia, es efecto de Melanie Klein? Si bien hay oscilaciones en su obra, es evidente
un constructivismo que pasa por la integración progresiva de que la característica predominante del objeto total no se debe a
los objetos parciales, o responde a otro orden, en el cual el nar- una integración cognitiva (aunque pueda ser el prerrequisito
cisismo y la constitución del yo no dejarían de ocupar un lugar de esta), sinq a la integración de los aspectos positivos y negati-
importante. vos del objeto, gratificadores y frustrantes, «buenos» y «malos»,
La teoría de la integración de los objetos parciales (o de las para utilizar la terminología intrínseca a esta teoría. La posi-
pulsiones parciales) en una genitalidad totalizante cobra pre- ción depresiva es entonces, desde mi punto de vista, la posibili-
dominancia en Freud fundamentalmente a partir de Tres ensa- dad de reconocimiento, en un mismo objeto, de su incompletud
yos. Un constructivismo pulsional que desemboca en la totali- (la incompletud del objeto, antes de esta posición, marcada co-
dad unificadora genital. La propuesta de Tres ensayos, si bien mo presencia del objeto malo), y en tal sentido sólo ubicable tó-
permite los grandes desarrollos posteriores acerca de la sexua- picamente en el preconsciente.
1

•·! lidad, no posibilita entender las relaciones entre esta sexuali- Siguiendo este desarrollo, y teniendo en cuenta la idea prin-
dad y la constitución tópica, tal como aparecerían definidas en ceps de Melanie Klein de que las posiciones no son simples mo-
textos como «Introducción del narcisismo» y El yo y el ello. «In- mentos del desarrollo sino fases de recaída constante, la posi-
troducción del narcisismo» parecería, en ese sentido, el primer ción esquizoparanoide sería el modo específico de funciona-
intento para lograr correlacionar estos movimientos constituti- miento del ello, definido este por la pulsión de muerte, por la no
vos de la tópica psíquica con aquellos de la sexualidad, en la ligazón, por la voracidad (discordancia fundamental entre la
medida en que el concepto de «libido del yo» reubica por prime- posibilidad de satisfacción y la imposibilidad de colmamiento).
ra vez los vínculos internos entre sexualidad y formación de Si el inconsciente es el fracaso del amor (como propone La-
una instancia (la estructuración del yo como efecto del movi- can coincidiendo con Freud, que hace pasar el amor por la cons-
miento que inaugura, mediante el narcisismo, una primera titución del yo o del narcisismo), la posición depresiva no puede
bipartición en el sujeto psíquico, efecto de dos formas diversas tener otra ubicación metapsicológica que el preconsciente.
de organización de la libido). A partir de «Introducción del nar- Sin embargo, se nos podría decir, y con razón, que la posi-
cisismo», entonces, dos formas de funcionamiento de fo. libido: ción depresiva no goza de las características totalizantes que
una ligada -€n el yo o en el objeto- y una no ligada -€n el fijan la constitución del yo al narcisismo (o a la especularidad,
como lo define Lacan en un planteo que ha abierto nuevas vías
12
J. Laplanche y J.-B. Pontalis, «Objeto», Diccionario de psicoanálisis, para la comprensión de este concepto). La posición depresiva
Barcelona: Labor, 1971, pág. 269. no se caracteriza por la instilación del rasgo unitario sino, jus-

124 125
tamente, por la abertura de la posibilidad de reconocimiento de ningún elemento en común, el resultado de la intersección se-
la diversidad existente en el objeto. ría equivalente a un conjunto vacío, cuya notación es, en mate-
Nuestro desarrollo tiende a mostrar que el objeto total mática moderna, el símbolo cero. La suma o unión, en este ca-
-descripto por Melanie Klein- no es correlativo al objeto de la so, implica una incorporación anulatoria de los elementos dife-
completud -teorizado por Lacan- , sino que es justamente su renciadores de cada uno de ellos. La intersección, por el con-
reverso. Deberíamos, más bien, considerar al objeto total como trario, pone de relieve sólo los elementos comunes, permitiendo
la resultante del reconocimiento de la falta, definido por la lógi- la existencia independiente de las divergencias de los elemen-
ca de la ausencia --como señalamos antes-, y sería necesario tos existentes en cada uno de los conjuntos participantes de la
aún tener en cuenta las vicisitudes de la castración en su cons- operación.
titución e instauración definitivas. Otros dos principios matemáticos pueden ampliar nuestra
Tal vez la exploración de los movimientos de Mariano en el perspectiva: El cero implica la noción de identidad; es aquel nú-
tratamiento nos ayude a encontrar nuevas respuestas. Un día, mero que sumado a otro da por resultado este último. A su vez,
cuando la querulancia había cedido y el niño se encontraba en implica la existencia de inversos aditivos, es decir que la suma
óptima disposición para el trabajo en común, un nuevo elemen- de un número positivo más su negativo da por resultado cero.
to vino a agregarse a la situación y me desconcertó por segunda Si bien no es mi intención actual introducirme en profundi-
vez. En medio de una sesión, y con cierta picardía, como si hi- dad en las relaciones entre la lógica y el pensamiento -tema
ciera un chiste, Mariano dijo: «¿Sabés qué es cero? Cero es por otra parte ampliamente discutido por la filosofía- , sí pre-
nada, y después, cumple uno». Observación que ligó la nada a tendo mostrar que la constitución de las premisas lógicas en el
los orígenes, pero que marcó a la vez el comienzo de la numera- niño no está desligada de los movimientos específicos de consti-
ción. tución del aparato psíquico y, en este sentido, de los movimien-
Luego de esta formulación Mariano se ríe, el placer es in- tos por los cuales este se desliza en el interior de la estructura
tenso. ¿Tendrá en algún lugar la percepción de que ha reali- edípica.
zado el primer Witz de su vida, o es el descubrimiento en sí mis- Con «cero es nada, y después, cumple µno», Mariano ha he-
mo de una posición ontológica que liga los orígenes a la ausen- cho un descubrimiento fundamental, a la vez que ha abordado
cia lo que produjo el intenso placer del investigador que hay en un enigma aceptando su carácter de postulado, abandonando
11" él, esa excitación que acompaña al descubrimiento científico? el intento de resolución que todo enigma existencial propone.
"'i'
H ¿Basta con señalar, en este caso, la conexión que marca el En mi experiencia, la pregunta acerca de la muerte por parte
surgimiento de la instauración del cero y del objeto «en el sen- del niño va precedida por la pregunta acerca de los orígenes.
tido tanto objetivo como objeta!»? Detengámonos un momento Los orígenes son el límite que marcan la no existencia. El niño
en esta relación que se inaugura en el psiquismo infantil, en la que llora porque al ver la foto de casamiento de sus padres no
constitución de esta «cifra que indica una cantidad nula», cuyo encuentra una respuesta a «¿dónde estaba yo?», o a «¿por qué
origen se remonta al árabe -sífer, vacío-, y la instauración de no me invitaron?», se resiste a reconocer una anterioridad a su
un lugar diferencial en el interior de la estructura del Edipo. existencia, una fractura de la permanencia «desde siempre».
Vayamos a la teoría de los conjuntos; dos propiedades pue- Por eso la primera pregunta es «¿cómo nacen los niños?», antes
den ser utilizadas para la comprensión del tema al cual esta- de que se pueda preguntar acerca de la muerte. ¿Qué significa
mos apuntando: la suma y la multiplicación. En matemática aceptar la muerte, sino aceptar la posibilidad de incompren-
moderna, la sumatoria está dada, en el caso de dos conjuntos, sión del acontecimiento vacío de significación? El nacimiento,
por la suma de todos los elementos pertenecientes a ambos. La el origen, es del mismo orden. Marca una anterioridad al suje-
intersección, sólo por aquellos elementos comunes a los dos. Si to, así como la muerte señala la continuidad sin este.
suponemos el conjunto A, cuyos elementos son 1, 2, 3, 4, 5, y el Cero es, entonces, el reconocimiento del conjunto vacío en
6;
conjunto B, cuyos elementos son 4, 5, 7, 8, la suma de ambos tanto diferencia producida en el interior de los elementos de un
será igual a 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, mientras que su intersección conjunto indiferenciado. Cero es la apertura de dos sistemas de
será igual a 4, 5. En caso de que ambos conjuntos no tuvieran pe,rtenencia diversos, y en este sentido no puede estar exento

126 127
ver televisión hasta las 9, pero no podés quedarte levantado
de la marca que la diferencia con el semejante deja en el sujeto.
con papá y mamá hasta las 12». A la vez, Mariano encuentra
El atributo fálico, perteneciente a uno de los dos universos,
una manera de apropiarse libidinalmente de la realidad que lo
inaugura la abertura por la cual el conjunto vacío se instala.
rodea y a la cual ha rechazado porque los objetos no podían sus-
Hay ya intersección y posibilidad de existencia independiente
tituirse: pone nombre a todos los gatos del vecindario, tiene así
de los participantes de la operación.
posibilidad de ser el amo de todos los seres carenciados que lo
En Mariano, los diversos movimientos de la nada soportada
rodean y brindarles su amor vicariado. Si él, en su anonimato,
en el objeto se irán desgajando hasta que de la plenitud del
no podía ser amado por los seres desconocidos que a partir de la
agua de nada, halle el agua sin nada, y luego el agua sola, que
migración lo rodean y no podía amar a ese conjunto extraño en
lo marcará en su posición de identidad diverso del objeto de los
el cual el mundo se había transformado, puede modificar esta
orígenes, a través de ubicarlo en una posición frente a la cas-
situación en su fantasía y construirse un mundo menos hostil
tración.
que invierte, en el acto designativo, su deseo de ser reconocido.
Al poco tiempo esto aparece en sus juegos: la mega-araña
La ausencia, la castración y la constitución del cero forman
pretende quitarle la cola al mega-alacrán. Me dice: «Yo entien-
parte, en el proceso de curación de Mariano, de los movimien-
do que la araña quiera atrapar a las moscas, lo que no entiendo
tos centrales que determinan el tratamiento.
es por qué la mosca va al arañero». Rota la simetría en la cual
Estos trozos de discurso, fragmentados de procesos de la cu-
devoración implica tanto el temor a ser devorado como el deseo
ra de niños, tienen por objeto poner de relieve un aspecto que
de devorar, ambos polos del deseo aparecen desgajados, ins-
está siempre enjuego en los tratamientos infantiles: me refiero
criptos en dos instancias diversas. Mariano -sujeto-- se ha
a la sorpresa a la cual se ve confrontado el psicoanalista cada
enfrentado disimétricamente al objeto. Uno devora, el otro te-
vez que una frase, una propuesta enigmática, lo desconciertan
me ser devorado. Hay un afuera y un adentro constituidos, a la
en el movimiento de la cura, sometiéndolo a la búsqueda de
vez que hay portadores de atributos deseables y sujetos caren-
una respuesta posible que trae apareados momentos de revi-
ciados de este atributo. La pregunta por el deseo aparece seña-
sión no sólo del conjunto del proceso clínico, sino también de los
lando, a su vez, la posición del sujeto excentrado ya del incons-
elementos teóricos con que cuenta para cercarlo.
ciente. La angustia de castración se despliega en todas direc-
Frases de los niños que dan razón de oscuros espacios de
ciones. En una ocasión en que interpreto su temor a las niñas-
,. desconocimiento a los que nos vemos enfrentados; frases que,
セN@
mujeres, Mariano responde: «Eso no es cierto; además, yo no
más allá del fantasma que revelan, y tal vez posiblemente en
me junto con mujeres, yo a las niñas les hago así (gesto de dar
' ᄋセ@ conjunción con este, dejan abierta la posibilidad de pensar en
una trompada)». Como en el cuento del caldero que relata
cambios estructurales en el conjunto del aparato psíquico. En
Freud, coexisten, empero, las tres posibilidades; esto indica
relación con ello, mi investigación se abre en la dirección de
que aún no se ha instaurado la lógica de la contradicción que
poner en conjunción dos cuestiones: por un lado, la relación
señale la constitución definitiva de la represión. Más adelante,
entre la constitución del lenguaje como tal en el niño, en tanto
dirá: «Andrés es un presumido». «¿Qué es un presumido, Ma-
habla (para retomar la terminología de Saussure), en su corre-
riano?». «Presumido es el que tiene novia .. .», dejando jugar en
lación con los movimientos estructurantes del aparato psíqui-
la ambigüedad de la respuesta el movimiento que señala lapo-
co; en segundo lugar, el hecho de que las formas gramaticales
sición masculina en posibilidad de conjunción con la femenina
mediante las cuales ese discurso se organiza se relacionan con
y sorteando el temor a la diferencia para marcar el acoplamien-
movimientos de constitución del sujeto psíquico que incluyen
to posible.
tanto la logicización del pensamiento en sus diversas varian-
En ese momento se despliega la numeración y el cero se ins-
tes: organización témporo-espacial, constitución del cero yac-
taura. Mariano cuenta, aprende a escribir, organiza el tiempo:
:cso a la matemática, como también el ordenamiento de las re-
«¿Sabés qué es tener casi cinco (años)? Quedarse a dormir en
laciones entre los sistemas inconsciente/preconsciente - cons-
casa de amigos, pero siempre que pidas permiso». «Los de cinco
·icnte, derivados de la represión originaria.
pueden ir a pasar el fin de semana en casa de amigos, pero no
pueden volverse solos». «Cuando tenés cuatro y medio podés

129
128
6. Trastornos del lenguaje. Trastornos Como tantos otros progenitores de niños con trastornos se-
mejantes, estos padres -cultos y preocupados por su hijo- lle-
en la constitución del sujeto psíquico gan a mi consultorio desconcertados por la situación. Su con-
fianza en mí alcanza los límites de su propia creencia en el psi-
coanálisis. Ninguno de ellos se ha sometido a un tratamiento
analítico; no lo cuestionan pero no se han planteado nunca su
necesidad; no niegan que sufran ni que tengan problemas, pe-
ro, dicen, «pueden arreglarse solos».
He explorado, a lo largo de los capítulos anteriores, los des- Esta frase, «arreglarse solo», parece ser el rasgo dominante
filaderos en los cuales los mecanismos que van abriendo la po- de Martín: él se caracteriza por su absoluta independencia;
sibilidad de acceso al funcionamiento pleno del aparato psíqui- busca su comida en la heladera cuando tiene hambre y conoce
co se cierran en puntos de los cuales obtenemos evidencia a tra- todos los pasos para preparar un biberón, habiendo llegado a
vés de diferentes formas de fracaso de la represión originaria. transformar esta operación en un ritual. Con indicaciones bal-
El reconocimiento de que el inconsciente no está presente bucientes y gestuales controla la preparación de su alimento:
desde los orígenes mismos del sujeto, sino que es producto de toma la botella, desenrosca la tapa, indica al adulto en qué mo-
un extenso movimiento que abre tanto sus posibilidades de mento debe echar la leche y luego la cierra poniéndole la cu-
existencia como las del proceso secundario, pone en juego una bierta de protección; señala luego que lo acompañen hasta el
forma de aproximarse al fenómeno clínico en la infancia que lugar donde decide beberla -generalmente acostado sobre al-
plantea múltiples interrogantes a quienes nos vemos compro- mohadones-;-, se recuesta, quita la tapa protectora, entrega el
metidos en la práctica psicoanalítica con sujetos cuyo aparato biberón al adulto, quien debe sostenerlo mientras él se acomo-
psíquico no ha terminado de constituirse. da y luego devolvérselo para que lo ingiera.
A partir de ello, este proceso de indagación y exposición de Hay en Martín, evidentemente, una subversión en la rela-
algunas ideas centrales, que hacen a mi concepción de la con- ción con el semejante. Podríamos pensar, tal vez más correcta-
tribución clínica a algunos problemas metapsicológicos, no mente, que el problema de este niño es que el objeto no ha sido
puede cerrarse sin intentar cercar los relacionados con ese subvertido. Esa subversión -necesaria para la constitución de
campo resbaladizo y siempre en tela de juicio de las llamadas lo humano- de pasaje del objeto de la autoconservación a obje-
',°ji,
•·i psicosis infantiles. to libidinal, esa verdadera perversión de la alimentación que
produce en el lactante la intromisión de la sexualidad adulta
Intento, para ello, ordenar el material de la cura de un niño
en el mundo infantil y que lo obliga a un trabajo psíquico de or-
de tres años. La cuestión no es sencilla, todo parece estar allí: la
ganización de la descarga de excitación a que se ve sometido
desorganización pulsional y los déficit de constitución del apa-
por esta intromisión -seducción originaria del agente mater-
rato psíquico; la fragmentación del cuerpo y del mundo circun-
no- parecería no haber tenido lugar.
dante; la peculiar estructura del Edipo y los traumatismos vi-
En Martín, el otro humano, el semejante, es un soporte para
vidos; la historia contada y su repetición circular en las sesio-
el objeto a obtener. El no utiliza el biberón nocturno para lograr
nes; los problemas de simbolización y la instauración de lo sim- la presencia de los padres en la habitación, no pide agua como
bólico (en sentido de ordenamiento estructural, de registro, co- cualquier niño que en la oscuridad de la noche coloca la sed al
mo plantea Lacan). Todo ello desemboca en un trastorno severo servicio de la búsqueda de amor; por el contrario, utiliza al otro
de lenguaje: Martín, de tres años recién cumplidos, es traído a h umano como soporte que permite la satisfacción de necesida-
consulta porque no habla. El padre no puede dejar de pensar des vitales elementales.
-pese a las garantías dadas por el pediatra en sentido contra- El padre de mi paciente es un economista; le explico: Martín
rio- que un problema orgánico afecta a su hijo. Luego de la vive en un mundo de objetos, pero objetos que se caracterizan
realización de los exámenes médicos es descartada cualquier por su valor de uso. No hay para él un objeto que funcione como
posibilidad de algo «malformado» en el organismo. pretexto para el int ercambio interhumano; por el contrario, lo

130 131
'

que nosotros denominamos hombres, no son sino medios que mundo signado por lo humano, aun cuando él mismo no esté
sirven para aproximarse a aquello mediante lo cual garantiza constituido todavía como sujeto.
su supervivencia. En ese mundo de objetos en que este niño ha- Lacan introdujo la hipótesis del fracaso de la función simbó-
bita, las cosas no se constituyen como objetivas en la medida en lica para explicar los trastornos psicóticos. Sin la inclusión del
que no pueden ser libidinizadas; la condición de objetividad, tal sujeto en el orden simbólico -sostiene-, «el hombre ya no
como la venimos desarrollando, no es independiente de la re- puede ni siquiera sostenerse en posición de Narciso», es decir,
presión, sino un efecto de la constitución del inconsciente. el yo no encuentra una posibilidad de estructuración en la me-
En su primera entrevista a solas conmigo, Martín reitera, dida en que fracasa la relación con el semejante sostenida por
ritualizadamente, un proceso evacuativo. Me toma de la mano este orden, manteniéndose a partir de ello una relación con lo
e indica con un gesto que abra la puerta del consultorio, luego real más estrecha que la que puede establecer un neurótico.
la del baño; debo prender la luz, se sienta en la taza mientras Martín parece confirmar esta hipótesis; sin embargo, la postu-
repite en forma monocorde «popó, popó, popó», 1 se levanta y ra de Lacan lleva a una segunda afirmación, respecto de esta
,mira lo que ha quedado depositado. Con movimientos y ruidos función simbólica, que queda desmentida en el caso de nuestro
imperativos me obliga a abrir la canilla, luego a alzarlo, se lava paciente y que parecería ser discutible en la formulación teó-
las manos, debo dejarlo en el piso, se seca las manos, me señala rica de la psicosis en general. Esta segunda afirmación consiste
que apague la luz y vuelve al consultorio con una sonrisa au- en lo siguiente: si la función simbólica fracasa, dice Lacan, el
sente mientras va indicando que debo cerrar la puerta. Esto se ánima, como por efecto de un elástico, vuelve a pegarse al ani-
repite seis o siete veces durante la primera entrevista. A partir nius y el animus al animal. 2
de la segunda, el ritual del baño queda establecido en todos sus En la primera parte de la formulación hay una búsqueda
términos y muchos de los actos casuales que yo había realizado teórica de la especificidad de constitución de la psicosis como
en la primera son reengolfados en el orden del ritual. Si, por ca- fracaso de la función de simbolización en el sujeto (y por ende
sualidad, había cerrado una puerta al dirigirme al consultorio de la constitución del Moi), a partir de su no inclusión en el re-
acompañada por el niño, ese acto debe ser repetido ceremonial- gistro simbólico. En la segunda, la erradicación de lo específi-
·: mente en cada ocasión que nos dirijamos al baño. La secuencia :amente humano -equivalenciado con lo simbólico- arrastra
se convierte en una recuperación de acciones puntuales a reite- inevitablemente al psicótico a quedar desprovisto de «esencia
rar, no definidas por una meta; ellas no se engarzan como con- humana». Como lo muestra nuestro paciente, el niño psicótico
iJ.:
i•ll ductas significantes organizadas por la consecución de una no es alguien que no ha pasado por un proceso de humaniza-
finalidad que se quiere alcanzar. :ión, sino alguien en quien este proceso adquiere un movimien-
Sin embargo, el cuidado que pone en este intento de ordena- to peculiar. Reducir lo humano al registro simbólico, así como
miento del mundo caótico en que se desenvuelve muestra que reducirlo al alma o a la razón como hicieron en algún momento
hay algo en este niño que no lo reduce exclusivamente al orden In filosofía o la religión, no es patrimonio del corpus teórico del
de la autoconservación. En tal sentido, las idas reiteradas a ori- psicoanálisis. Si lo humano sólo puede devenir de lo humano,
nar señalan que lo que se constituye en el pasaje por la micción tnl vez lo que la fenomenología vino a mostrar es que la esencia
no es del orden de la simple evacuación urinaria. «Cuando de una cosa no está en la cosa misma y, aun cuando sus alcan-
duerme --dice la madre-y me acerco a darle su biberón, debo ces no permitieron definir por qué, una teoría de la contradic-
despertarlo para que él mismo se quite el chupete, porque de lo rión y el conflicto mostraría que la esencia no puede estar en la
contrario puede tener un ataque de rabia». Estos hechos, in- t•osa misma porque esta cosa no puede ser sino producto del
cluido el uso del chupete, muestran que Martín se mueve en un rnnflicto.
mundo marcado por la existencia de movimientos pulsionales
desprendidos de la función libidinizante que culmina en el セ@ «Para volver a la fórmula que había gustado tanto a Freud en boca de
amor objetal, movimientos pulsionales que indican que es un ( :1i11rcot, "esto no impide existir" al otro en su lugar O. Pues quitadlo de allí, y
111 hom bre no puede ya ni siquiera sostenerse en la posición de Narciso. El áni-
11111, como por el efecto de un elástico, vuelve a pegarse al animus y el animus
1 «Popó» es el modo familiar en que los niños mexicanos llaman a las heces. 1tl 11 11imal. . ·" (J. Laca n, Escritos, México: Siglo XXI, vol. 2, 1975, pág. 236).

132 133
En este niño, aquello con lo cual nos encontramos y que nos Una historia en dos tiempos
lleva a hablar de modo de constitución a predominancia autis-
ta, es el producto de los desprendimientos libidinales de un Martín es el segundo de dos hermanos: Aníbal, de cinco
vínculo que, si bien permite la constitución precaria de objetos años, y él, de dos años y diez meses en el momento en que se
pulsionales, no alcanza para la instauración del narcisismo ca- realiza la primera entrevista.
paz de producir una instancia yoica y obliga, eventualmente, a Su historia puede ser dividida en dos partes. De la primera
una degradación de estos objetos que regresan al plano de la tenemos datos muy precarios, debido a las circunstancias en
necesidad. las cuales su crianza se produjo. Quince días antes de su naci-
En el momento de la consulta, Martín no posee, evidente- miento, la abuela materna, residente en el extranjero, llegó a
mente, un yo que implique «un universo de pertenencias». Esta México y se hizo cargo del niño desde el nacimiento hasta que
es la razón por la cual no puede, tampoco, discriminar a partir tuvo dieciséis meses, momento en que regresó a su país de ori-
de las sensaciones mismas que se producen en su cuerpo. 3 gen. En esta época -menos del año y medio- Martín ya cami-
Cuando se levanta del inodoro a mirar qué ha quedado deposi- naba, corría, decía palabras. A partir de ello se detuvo el desa-
tado en él, es porque ni su orina ni sus heces son trozos des- rrollo del lenguaje y algunas de las palabras adquiridas desa-
prendidos de su propio cuerpo, elementos integrados en un to- parecieron; cuando esto ocurrió, el niño ya había dejado el bibe-
do que permita la discriminación. Sus agujeros son zonas de rón y el chupete y los retomó posteriormente. La madre relata
expulsión e incorporación indiferenciadas a las cuales no se li- - lo cual no deja de producir cierto asombro, teniendo en cuen-
ga un objeto específico. El placer por apretar el botón se asocia ta que era su segundo hijo- que no tenía muy claro cómo ha-
' más al ruido que produce el agua que a una verdadera despedi- cerse cargo del niño cuando su madre se fue; la sensación que
L
da de los desprendimientos de sí mismo que un niño neurótico produce el racconto de la historia es como si todo hubiera empe-
:.' siente flotar en el agua, lo cual nos indica que no hay ansiedad zado de nuevo, como si este hijo hubiera sido de ella a partir del
'
de desprendimiento ni objetalidad significante. Del mismo mo- momento en que su propia madre se alejó. Recién entonces
do, cuando se golpea y llora, ante las preguntas de la madre Martín cobró existencia para los padres, quienes pudieron ha-
«¿dónde te duele, Martín?, ¿dónde te golpeaste?», responde ;er frente a sus cuidados, descubriendo, no sin sorpresa, que el
mostrando el objeto con el cual se golpeó: puerta, pared, borde niño nunca había tenido un verdadero lugar en la familia; to-
セN@ 1
de la cama, sin poder ubicar en su propio cuerpo el lugar del dos los espacios habían sido enteramente ocupados por el her-
,., dolor que la parte lesionada registra. mano mayor, a quien temían hacerle sentir la exclusión que la
Tianza del hermano podía provocarle. .
Un elemento tomado de la historia materna puede abrir al-
セオ ョ。ウ@ vías de comprensión para esta situación: cuando tenía
3 La totalidad englobante que simboliza tanto la mente como las partes del ocho años, su hermano, de dieciocho meses -segundo hijo va-
cuerpo es representada muy claramente por algunas culturas indígenas, en
rón de su madre-, murió súbitamente de una enfermedad in-
las cuales debe ser constantemente preservado el mantenimiento de los trozoA
del individuo (indiviso). Entre los tzotziles, pueblo que habita en el estado d ;urable. Para esta niña, que había tomado a su cargo al herma-
Chiapas, México, una serie de rituales preservan al sujeto del posible despren- 11 i to como hijo propio, la muerte del hermano fue un episodio
dimiento de sus partes. Por ejemplo: Ja madre corta a su hijo, con los dienteR, que la sumió en una desesperación profunda. Se combinaba en
las uñas de pies y manos y se traga las roeduras después de reducirlas n olla la ambivalencia de haber amado a este hermano-hijo, con
fragmentos casi invisibles, hasta que el niño gatea o comienza a caminar, traH
111 hostilidad que le despertaba en los momentos en que quería
lo cual usa cuchillo o tijeras. A partir de ese momento las roeduras de las uñA H
se guardan en un pedacito de tela limpia, como protección contra la huida dol volver a sus juegos infantiles y se encontraba obligada a cui-
alma. Esta costumbre de conservarlas continúa durante toda la vida de unu i Indo. En el momento de nacer su segundo hijo varón restituyó
persona. Lo mismo se hace respecto del pelo que se desprende al peinarse, o 11 la madre aquel niño perdido, haciéndose cargo de él para la
que se corta. Estas precauciones se toman en favor del alma que, de otra mu •Ípoca en que el otro había muerto; su madre se fue antes de la
nera, se fatigaría después de la muerte buscando esas partes del cuerpo ィ。 ウ セオ@
li,cha que marcaba el plazo de aquella pérdida y ella pudo ejer-
quedar exhausta; es el todo lo que debe irse al Más Allá. Cf. C. Guiteras Ifol
mes, Los peligros del alma, México: Fondo de Cultura Económica, 1965. nor la reparación de la historia en su propio hijo.

134 135
Esta historia puede permitir entender, tal vez, el carácter Esto brindaba, por supuesto, mejores perspectivas al pro-
contradictorio de los trastornos que el niño presentaba cuando nóstico y ofrecía, a su vez, posibilidades futuras de restitución
fue traído a consulta. La detención del lenguaje, a partir de la mucho más promisorias que aquellas a las cuales me hubiera
época que Margaret Mahler llama de separación-individua- enfrentado en caso de un autismo. Se trataba de construir alre-
ción, podía hacernos pensar en un autismo secundario produc- dedor de un tejido desparejo e impreciso un bastidor que reor-
to de una regresión a partir de una psicosis simbiótica. Sin em- denara y diera forma a las figuras que, puntadas al azar, ha-
bargo, no poseíamos datos suficientes sobre los primeros tiem- bían impreso, más que organizado, toda la trama en la cual se
pos del niño como para que esta hipótesis se corroborara. Si nos puede sujetar el hilo que en el autista ha caído de la lanzadera.
atenemos al ya mencionado hecho de que la abuela se fuera Construir un mapa sobre una geografía existente no im-
antes de que se cumpliera el plazo de la muerte de su propio hi- plica el mismo esfuerzo ni la misma desesperación a que se ve
jo, es probable que el niño haya sido visto siempre por ella como sometido el analista de autistas cuando se encuentra con el de-
no siendo otro que aquel que reemplazaba y que constituyera sierto carente de accidentes geográficos. Mi paciente era un te-
con él una psicosis simbiótica. El hecho de que hubiera elemen- rreno selvático en el cual Dios había dejado caer al azar una
tos de ecolalia con relación al hermano y a los padres puede in- montaña, un río, un volcán, a veces incluso negligentemente en
clinarnos a pensar en dirección a esta simbiosis fallida: cuando el mismo sitio, pero donde los objetos habitaban y la presencia
el hermano se paraba frente al estudio cerrado donde el padre de esbozos de angustia indicaban la vigencia de precipicios an-
trabajaba, gritando «ábreme, papá», Martín se ubicaba a su ticipatorios de un psiquismo normal.
lado y repetía los últimos sonidos. Cuando en los cumpleaños
se cantaba «Las mañanitas»,4 Martín repetía «itas» y el final de
alguna palabra de una frase.
Para Margaret Mahler, lo que caracteriza el funcionamien- Constitución de la tópica: los lugares
to simbiótico es la constitución de una unidad dual con el objeto del externo-interno y del externo-exterior
materno, pero que necesita la presencia externa de la madre
para mantenerse. Diatkine entiende esta condición de la nece- En L'angoisse, Laplanche propone examinar la pregunta
sidad de presencia de la madre como aquello que va a permitir acerca de qué es una tópica, 5 «a fin de poder situar allí aquello
la creación de las primeras representaciones mentales estables que se juega en el conflicto psíquico tal como lo describe el psi-
-así lo plantea en El psicoanálisis precoz. Empero, en mi opi- coanálisis». ·
nión, y tal como ya lo expuse en otro capítulo, el niño afectado «Una tópica son, en primer lugar--dice--y en primer aná-
de una patología simbiótica se caracteriza por la imposibilidad lisis, lugares que comportan una exterioridad uno por relación
de establecer representaciones del objeto materno en ausencia; al otro. Lo que implica una verdadera espacialidad, espaciali-
es como si el límite englobante fuera del orden real del cuerpo dad a la cual Freud se atiene desde sus primeros estudios ana-
fusionado y por ello no admitiera representaciones separadas tómicos, luego con el Proyecto de psicología de 1895, y que no
ni del semejante ni, en consecuencia, del propio yo. abandona jamás, conservándola hasta el final, e incluso po-
Los pocos elementos con que contaba para recrear la histo- niéndola de relieve al final de su obra».
ria de mi paciente, debido a que la madre no estaba en condicio- Retomando la formulación freudiana de 1938 acerca de que
nes de aportarlos, ya que Martín no había estado a su cargo, «la espacialidad es tal vez la proyección de la extensión del apa-
me hacían inclinar por la ubicación del cuadro como secuela de rato psíquico», Laplanche propone: «. • •habría allí una suerte
una simbiosis patológica originaria, en proceso de desintegra- de espacialidad fundamental, trascendental, que no sería la de
ción en el momento de la pérdida de un objeto originario, más las cosas, sino de las partes del aparato psíquico. La espaciali-
que por un autismo primario tal como el descripto por Kanner. dad externa no sería sino el derivado segundo, la "proyección"».

4 Canción tradicional que se canta en los cumpleaños mexicanos, equivalen- 5 J. Laplanche, L'angoisse. Problématiques I, París: PUF, 1980, págs. 172-3.
te al «Cumpleaños feliz» cantado en la Argentina. la angustia, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988.

136 137
En segundo lugar, esta extensión del aparato, este carácter jetalidad en los primeros tiempos de la constitución psíquica,
de partes extra partes, serviría en principio a una espacializa- en la medida en que el objeto del autoerotismo, en tanto objeto
ción, teniendo cada parte un modo de funcionamiento diferente fantasmático, no era sino un residuo de los vínculos estableci-
y no pudiendo, por definición, ninguna función cohabitar con dos por el niño en el interior del Edipo. De este modo, los obje-
otra. tos parciales pecho, pene, heces, madre (mala-buena) estaban
En tercer lugar, esta tópica implica un orden de recorridos. en el centro de la práctica autoerótica, la cual no se producía en
O, más exactamente, no se puede definir un orden de recorri" el vacío del cuerpo sino en el interior de un cuerpo-objeto libidi-
dos sin cierta referencia espacial sobre la cual se pueda, justa- nal fragmentado en la multiplicidad de las zonas erógenas. Sin
mente, volver a trazar este orden. «Pero -concluye Laplan- embargo, su concepción del desarrollo libidinal a partir de una
che-- creo que lo más importante es que la idea de un orden de génesis del sujeto mismo en la cual el otro no funge sino como
recorridos implica sobre todo la de un ordenamiento de sucesio- soporte de proyecciones, impidió establecer una distinción en-
nes, que no es figurable precisamente más que en el espacio y tre estos objetos (de la pulsión) y los objetos libidinales (del yo),
que evoca esta parte de las matemáticas que se llama topolo- quedando reducidas las diferencias de pasaje a un constructi-
gía».6 vismo donde desde el objeto parcial al total no había sino un
Si es impensable una tópica que no parta del yo, es decir, movimiento integrativo definido por las vicisitudes de las rela-
que no constituya un interno-interno a partir del cual el sujeto ciones entre el instinto de muerte y el de vida.
se sitúe y que implique que todo lo que provenga del exterior El estructuralismo lacaniano no ofreció una alternativa que
(externo-exterior) como del inconsciente (interno-externo) le resolviera la cuestión. Al colocar al narcisismo como primer
L
resulten extraños a sí mismo, es evidente que los fracasos en la tiempo de la co:q.stitución psíquica, el autoerotismo desapareció
セMG@ '''I
constitución de esta instancia yoica deben producir perturba- del interior del campo, quedando subsumido en un narcisismo
•·'
< ciones que impliquen no sólo un desmembramiento en el sujeto estructurante a partir de la madre. La imagen dada por Lacan
mismo sino en el mundo en el cual está inmerso. Cuando el ni- en el Coloquio de Bonneval, de una esfera de Magdeburgo par-
ño psicótico se siente pegado al otro, como si la ley que indica tida por los celos de Zeus, de la cual escurre como de un huevo
' que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar en el espacio roto el interior que se derrama como libido y donde en cada
no tuviera vigencia intuitiva ni experiencia!, ello ocurre por punto de ruptura-sutura se escapa un fantasma, alude clara-
efecto de la imposibilidad de que una representación de sí mis- mente a un origen unificado que se fractura a posteriori. Del in-
mo (el yo como proyección de una superficie) ejerza su función terior de la díada madre-hijo a la constitución libidinal signada
organizadora. por el tercero que irrumpe, se produce esta imagen en la cual el
Pero a su vez, el yo como límite englobante y diferenciador a utoerotismo no puede ser sino nostalgia de una completud
establece ese universo de pertenencias que permite la organi- perdida. La propuesta freudiana de la instauración de las se-
zación de ecuaciones simbolizantes de la realidad: lo que está ries placer-displacer a partir de la experiencia de satisfacción
en el interior de ese límite me pertenece, es parte de mí, y las he- se reemplaza entonces por la de completud-incompletud, y se
ces se constituyen como lenguaje de la pulsión en la ecuación llega, mediante un rápido deslizamiento a la equiparación de
retener- expulsar -en el ejercicio de la pulsión de dominio y el completud con totalización narcisística.
control del objeto- en la medida en que el control de esfínteres De modo que recapitulemos: la teorización de la constitu-
resignifica la analidad en el momento en que el yo se ha instau- ción sexual del niño no puede quedar en los límites ni de un ge-
rado. nitismo abstracto que plantee una evolución libidinal reducida
Hagamos una precisión. El carácter objetal o anobjetal del a fases que se despliegan desde sí mismas, ni tampoco en los de
autoerotismo ha estado en discusión en el psicoanálisis con os- un estructuralismo que asimile la constitución del sujeto, li-
cilaciones, si bien no por ello con menos persistencia. Melanio nealmente, a las condiciones de la estructura en la cual este es-
Klein señaló correctamente que era imposible hablar de anob- Lú inmerso.
En el momento del nacimiento del hijo, la madre, como su-
Joto escindido, posee tanto la capacidad de amor narcisista (que
6 !bid., pág. 173.

138 139
permitirá la unificación libidinal del niño en la constitución de lugar, se produce el mismo fenómeno que señalaba Rosolato
la tópica yoica) como un conjunto de deseos reprimidos que tie- cuando en «El análisis de las resistencias>,7 planteaba la fala-
nen su sede en el propio inconsciente materno. Como sujeto de cia de remitir la resistencia al analista: un juego de cajas en la
deseo y contracarga, aquello que ella ejerza en el cuerpo del ni- cual el analista (si se resistía) remitía a una falla en su propio
ño no será verbalizado sino como prohibición. De esta manera, análisis, pero en tanto que en este análisis había sido paciente,
la madre introducirá su sexualidad brutal a través de la lim- la resistencia era remitida al analista, y luego al analista del
pieza del ano, y al formular posteriormente -cuando el niño analista, ad infinitum. La ventaja del problema que presenta
haga uso del autoerotismo a fin de recrear los cuidados exci- esta concepción de las resistencias que Rosolato cuestiona es
tantes que lo constituyeron- la frase: «Los niños no se tocan la que la cadena se corta al llegar a Freud (o al menos a Fliess),
cola», generará por medio de la palabra la contracarga pulsio- mientras que en el caso del niño psicótico la homotecia estruc-
nal que ha de operar como motor de la represión en el aparato turalista puede remontarse hasta Adán y Eva. Sin embargo,
psíquico infantil. La palabra caerá degradada a cosa, y las con- aun cuando se llegara allí, y aun cuando se aceptara que Dios
diciones de la doble inscripción estarán listas para el retorno de forcluyó la metáfora paterna (porque en su función genitora
lo reprimido. era madre fálica), quedaría la duda de por qué no fueron psicó-
La posibilidad de la madre de narcisizar al hijo viéndolo co- ticos todos los hijos de la pareja, y aun por qué Eva deseó a
mo un todo, como significante fálico de la completud -para Adán.
utilizar la expresión de Lacan- es efecto, por supuesto, del Si todas las psicosis se explican por una causa única: forclu-
't., reconocimiento de su castración; pero para que la carencia se sión de la metáfora paterna en la madre del sujeto, no se puede
" constituya como opuesta a la completud es necesario que una dejar de pem:;ar que la forclusión en tanto movimiento determi-
··1,,
lógica de lo エッ。ャセーイ」ゥ@ se haya instaurado; sólo a partir de nante (y no en tanto mecanismo, Verwerfung, en Freud) es in-
esta lógica el hijo (como totalidad) ingresará como objeto-pene modificable. Es tal vez esto lo que ha llevado a la parálisis clíni-
,,.,.,
en la madre (tal como Freud lo definía en «Sobre las transposi- ca a muchos lacanianos que vieron abiertas sus posibilidades
ciones de la pulsión, en particular del erotismo anal»). Al reubi- de comprensión gracias a la teoría del Edipo que Lacan propu-
car al autoerotismo como primer tiempo de la constitución del so, pero que se enc{ientran maniatados para revisar al Maftre
psiquismo, las posibilidades se abren también para repensar en aquello que obstaculiza la transformación.
' He aquí el primer orden de dificultad al cual nos enfrenta-
セ@ ;¡ las diversas modalidades de las psicosis infantiles. El estructu-
ralismo ha dejado dos opciones: o el hijo entra como significan- mos: carácter ahistórico de un estructuralismo formalista en el
te fálico y queda abrochado a esta posición (caso de las psicosis cual no hay permutaciones posibles, en la medida en que la
simbióticas infantiles y de la paranoia adulta), o el hijo no en- función de la estructura es su propia reproducción, a partir de
cuentra un lugar en el deseo materno y al escapar a la cadena que esta estructura responde a un orden cerrado que se desliza
simbiótica no se constituye como sujeto (en tal sentido habría sobre lo real recubriéndolo, pero sin relaciones con este. El
que ubicar el autismo y sus derivaciones). acontecimiento, la historia como ordenamiento significante de
Pese a la tentación ordenadora que esto propone, entiendo, este acontecimiento, no puede entonces tener ningún lugar po-
desde la experiencia clínica misma, que no es así. Se podría re- sible. La historia deviene así la historia de las reverberaciones
solver fácilmente la cuestión diciendo que nunca la realidad estructurales, la puesta en acto de la estructura, del discurso
puede ser totalmente capturada por el modelo; sin embargo, el en el cual esta se constituye.
modelo --o el esquema teórico con el cual se trabaja- debe ser, En segundo lugar, el modelo de la madre de psicótico como
además de una forma de ordenamiento de lo real, una vía para entidad definida desde una posición de «no atravesada por la
operar sobre esto real a modificar. Si el modelo traba este castración», asume un grado de generalidad en que los interro-
procedimiento es porque algo debe ser revisado y así producir- gantes se escamotean. Veamos algunos de ellos:
se una nueva espiral teórica.
En el caso de la explicación de la psicosis por parte del es- 7
G. Rosolato, «El análisis de las resistencias», en Trabajo del Psicoanálisis,
tructuralismo, las dificultades son de dos órdenes: en primer México, nº 2, 1982.

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a. La madre puede no estar atravesada por la castración y No se agotan con esto, ni mucho menos, todas las posibilida-
en tal sentido el hijo no entra como significante de la completud des combinatorias que pueden dar razón tanto de la instaura-
(totalizadamente) porque ella misma no constituyó una tópica ción de una psicosis infantil como de la especificidad que esta
que posibilite la integración libidinal en una instancia definida cobre. Mi intención es, simplemente, señalar que las fórmulas
por el narcisismo y, como consecuencia, por el amor de objeto. pueden, en teoría psicoanalítica, ser punto de partida para la
En este caso no se debería a un fracaso de la castración, de la comprensión de un campo de fenómenos, y sólo eso. Cuando no
constitución de la instancia superyoica (instancia parental), ocurre así, cuando las fórmulas se transforman en recursos de
sino del movimiento previo a ella, que implica la constitución autoridad que impiden la ampliación de conocimientos y la
del yo. Esto lo vemos en madres de psicóticos para las cuales el transformación de la realidad, deben ser «puestas a trabajar»,
hijo ha sido siempre un objeto parcial (boca, ano) y a partir de revisadas en su fundamento mismo para encontrar nuevas
ello no han dado a ese hijo una unificación de sujeto organiza- vías explicativas.
dora de la tópica yoica. Volvamos al punto del cual partimos: ubicación del autoero-
b. La madre puede haber organizado la represión y la ins- tismo en los orígenes del psiquismo infantil y, a partir de ello,
tauración superyoica y haber deseado al hijo como objeto de su objetalidad o anobjetalidad.
f completud en relación con su propia angustia de castración, Dejando el sentido propuesto por la filosofía, en la cual el ob-
pero las vicisitudes de la historia pueden haber producido una jeto es concebido como objeto de conocimiento (carácter que
desintegración parcial de estas estructuras en el momento de también tiene en la psicología clásica), el objeto en sentido psi-
nacer el hijo o después. En este sentido, si bien no son los acon- coanalítico puede ser entendido en dos perspectivas distintas:
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:·· tecimientos en sí mismos los que definen la posición del hijo en como correlato de la pulsión - aquello mediante lo cual la pul-
...,
;¡ セ@

la estructura del Edipo, la forma en que estos se engarzan con sión busca alcanzar su fin- o como correlato de amor (o de
las estructuras significantes de los padres define los movi- odio), tratándose en este caso de la relación del yo con el objeto
mientos que precipitan la historia en la constitución libidinal al que apunta co:q10 totalidad (persona, ideal, etcétera).8
del niño. En los orígenes la pulsión se halla totalmente orientada a la
セ]@
c. La madre puede ser efectivamente una estructura narci- satisfacción, es decir, a la resolución de la tensión por las vías
sista. Pero lo que hemos intentado demostrar en otros textos es más cortas, según las modalidades apropiadas a la actividad de
, ';I que el narcisismo, paradójicamente, no se sostiene sino por su la zona erógena correspondiente. En este sentido, la contingen-
セ@ セ ャ@ : inclusión en el interior del aparato jugado en relaciones de sis-
1-i cia del objeto implica que responda a determinadas caracterís-
temas entre el ello (o el inconsciente) y el superyó. La paradoja ticas de los rasgos parciales que posibilitan esa descarga - ser
consiste en que un narcisismo que no está atravesado por el su- incorporable, en el caso de la pulsión oral-; estos rasgos son
peryó, que no se constituye en narcisismo secundario, es un los que permitirán la constitución de ecuaciones posteriores: se
narcisismo del cual deviene un yo frágil, aun cuando su apa- pueden incorporar ideas, por ejemplo, porque el conocer queda
riencia sea omnipotente. De ahí que el interjuego que todos los ligado a la actividad incorporativa que se constituye en la ora-
clínicos han reconocido al narcisismo psicótico es el de consti- lidad. 9
tuir un yo duro y frágil a la vez; de yeso, más que de fortaleza
cercada. Aun aquellos que, como Bettelheim, analizaron el au-
8
tismo infantil como una defensa extrema por la vida, apelando J. Laplanche y J.-B. Pontalis, DiccionariQ de psicoanálisis, Barcelona: La-
a la imagen de «fortaleza vacía», no dejaron de reconocer el bor, 1971, apartado «Objeto».
9
Me he encontrado frecuentemente con casos de inhibiciones para el apren-
riesgo extremo en que estos pacientes psicóticos se encontra-
dizaje en niños, en los cuales, al indagar otros síntomas, encuentro inhibi-
ban, riesgo de desestructuración constante. Y el narcisismo de ciones severas para la alimentación. El proceso de aprendizaje, que implica
la madre puede, en este caso, impedir que el hijo «Se sostenga incorporar algo extraño -ajeno al yo-, triturarlo para descomponerlo en ele-
en su posición de Narciso» ante la falla de la función simbólica mentos asimilables y luego metabolizarlo reteniendo lo valioso y expulsando
en la estructura. lo desechable, implica elaboraciones fantasmáticas que se apoyan en un pro-
ceso de discriminación tanto interno como externo suficientemente complejo
co mo para que s u fr acaso sea más frecuente de lo que pensamos.

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Pensando en esta dirección (objeto de la pulsión como co- Si consideramos la constitución del objeto parcial en sus re-
rrelato del sujeto pulsional, ¡iarcial), es evidente que la satis- laciones de inicio con el objeto total, posiblemente encontremos
facción pulsional no se orienta por el amor al objeto (objeto to- otra vía para la resolución de este problema. Pensando desde el
tal de amor), sino, justamente, por su desconocimiento. El par niño, desde la constitución libidinal en los orígenes del aparato
antitético (complementario a la vez) propuesto por Freud en psíquico, el objeto parcial es evidentemente anterior al objeto
«Introducción del narcisismo» y en «Pulsiones y destinos de total. Como Martín lo muestra, puede constituirse el objeto de
pulsión» se organiza en el interior de una oposición del sujeto la pulsión parcial mientras el sujeto no ha constituido objetos
(del yo) al objeto (de amor). De este modo, la libido de objeto, tal totales, de amor, correlativos al yo. Cuando Martín ritualiza la
como es definida en IaMetapsicología (en 1915), sólo puede ser preparación de un biberón estamos frente a una situación en la
contrapuesta a la libido del yo por efecto de la ligazón de cargas cual se puede decir que la sexualidad (como significación es-
en el interior del aparato que permite su relación con el objeto; tructurante desgajada de la autoconservación) se ha instalado.
proceso impensable sin la constitución del narcisismo como De no ser así, este niño no pondría tanto cuidado en el ritual de
amor a sí mismo, y siendo este sí-mismo una imagen represen- preparación, ni haría esfuerzos tan marcados por conservar
tación del sujeto. ciertas condiciones placenteras en la posición (acostado entre
Objeto de amor y objeto de la pulsión no sólo no son equipa- almohadones blandos) que elige para la ingestión. Del mismo
rables, entonces, sino que en cierta medida son opuestos. El modo, cuando va reiteradamente al baño en la sesión, la
¡:
amor por el objeto implica su preservación, está contrapuesto micción no es un simple acto evacuativo, porque en ese caso no
al odio y ambos, en su conjunto, a la indiferencia. La pulsión se se convertiría en el signo predominante mediante el cual se
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セZ@ .
satisface con el objeto parcial (o se descarga, lo cual en su caso inaugura el contacto con la situación nueva (no me atrevo a de-
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es lo mismo) sin parar mientes en el destino del objeto, que es cir conmigo). De otro modo, Martín se limitaría a orinar cuan-
セZᄋ@
siempre puntual y definido -como ya lo hemos señalado-- por do, al llenarse la vejiga, la presión del líquido determinara el
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la predominancia de un rasgo que lo constituye como tal. Por reflejo evacuativo y este acto tendría, entonces, las mismas ca-
eso preferimos reservar el término objeta!, en sentido estricto, racterísticas más o menos automáticas que adquiere en cual-
para la relación del yo con el objeto, tratando de buscar aque- quier otro cachorro no necesariamente humano.
llas conexiones que se ponen en juego para que ese objeto de La pregunta que podemos formularnos es por qué Martín
amor que es el niño para la madre constituya por derivación y no logra estructurar esos objetos de amor que, como lo hemos
apuntalamiento los objetos de las pulsiones parciales. señalado anteriormente, aparecen en los niños cuando van
La pregunta que queda planteada es: ¿cuáles son los víncu- cediendo (reprimiendo) los objetos autoeróticos en función del
los que se establecen entre ambos objetos (el de amor y el de la reconocimiento del amor materno, cuando la comida se trans-
pulsión) y desde qué vías considerar las posibilidades de pasaje forma en un don que se recibe junto con el reconocimiento de la
de uno al otro, teniendo en cuenta que ambos coexisten en la madre.
estructura psíquica materna en el momento del nacimiento del Si partimos de la teoría del apuntalamiento en la constitu-
. ?.
hiJO ción pulsional, el elemento precipitante de esta posibilidad de
Dejemos ya de lado la concepción que, desde un enfoque ge- derivación del objeto de la alimentación en objeto sexual (deri-
nético del desarrollo psicosexual, considera que el sujeto pasa- vación metáforo-metonímica de la leche al pecho y del organis-
ría de uno a otro mediante una integración progresiva de sus mo a la boca constituida en tanto zona libidinal) es la existen-
pulsiones parciales dentro de la organización genital. Concep- :ia en el otro humano de la sexualidad que genera las condicio-
ción constructivista cuyo origen estaría más del lado del nes de que se produzca, retomando la expresión ya señalada, la
cognoscitivismo que del psicoanálisis: consideración creciente Hoducción originaria. Esta seducción originaria abre una po-
del objeto en su diversidad y riqueza de cualidades, en su inde- Hibilidad de comprensión para aquello que Melanie Klein reco-
pendencia. Lo que la experiencia psicoanalítica demuestra es 11oció intuitivamente: el hecho de que las fases de la libido no se
que no es la cognición la condición de la integración de los obje- instituyen sino como predominancias del desarrollo infantil; el
tos de conocimiento. liocho, a su vez, de que en el momento de la predominancia

144 145
oral, ya tienen lo anal y lo genital una inserción, aunque caó- mos enfrentados a los fracasos en la constitución del aparato
tica, desde los orígenes. psíquico del niño, a las psicosis.
Pero esta W.mersión brusca del cachorro humano en ese
mundo sexualizado del adulto, implica algo más. Los cuidados
maternos son producto de la libido de objeto de la madre. Deje-
mos en suspenso, como secundaria, la oposición libido narcisis- El ritual del baño: problema del dualismo
ta/libido objetal, y pongamos en el centro la oposición objeto de mente/cuerpo
la pulsión/ objeto libidinal. La madre, sujeto atravesado por sus
propios embates pulsionales, no puede dejar de jugar en sumo- A partir de la descripción de Kanner, en 1952, del autismo
vimiento libidinal las contradicciones entre lo objetal (amoro- precoz, la ritualización que aparece en los niños previa a la la-
so) y las pulsiones parciales (objeto de la pulsión), proyectando tencia se convierte en un signo preocupante para todo analista
su propia realización de deseos en el hijo -deseos orales, ana- ante quien el cuadro se presente. La obsesividad precoz no pue-
les-. De este modo, al sexualizar al hijo con los cuidados que le de considerarse en la mayoría de los casos como un síntoma
proporciona, desprende en su boca junto con la leche que lo ali- neurótico; y si bien el diagnóstico no puede jamás ser efectuado
menta el pecho con el cual se constituirá -por derivación y a partir de un solo rasgo, este síntoma sólo aparece en dos casos
apuntalamiento- el objeto de la pulsión. Derivados uno del bien definidos: en niños con una predominancia de constitu-
!'.:
,, otro, la madre ofrecerá esa parte de sí misma que es el pecho a ción psicótica (o que arrastran remanentes autistas reencapsu-
" esa boca «pulsada» que se fusionará con su propio pecho y que lados en la estructura posterior), o en niños neuróticos que han
p: retornará alucinatoriamente en el autoerotismo (poseedor de pasado por situaciones de pérdidas masivas (muerte de proge-
·- ·
ᄋセ@ ᄋセ@ un objeto derivado de la objetalidad, pero anobjetal si se en- nitores, migraciones bruscas), en los cuales la ritualización tie-
tiende lo objetal como capacidad de amar una imagen derivada ne por objeto manipular cierta permanencia de elementos bási-
,.,,,
del yo y del semejante como un todo). cos de la vida cotidiana frente a la desorganización libidinal
,, De tal modo, el objeto parcial -de la pulsión- se constitui- que producen las pérdidas tempranas.
rá por derivación y complementariedad del objeto amoroso. Se En los últimos años, y debido a las circunstancias especiales
nos podrá señalar, a esta altura, que lo que proponemos no se en que mi trabajo se desarrolla, me ha tocado analizar en múl-
'"J aparta de lo señalado por Lacan cuando considera el autoero- tiples ocasiones a niños neuróticos que presentaban estos ri-
.1' tismo como un desprendimiento del narcisismo: de la objeta- tuales como producto de duelos masivos a los cuales la historia
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lidad narcisista de la madre a la impronta de la pulsión parcial los había enfrentado. Recuerdo especialmente a una niña de
por derivación en el hijo. Sin embargo, no nos parece que sea cuatro años (cuyo padre había sido brutalmente asesinado, a
así; el punto central de discrepancia es la concepción de lama- consecuencia de lo cual se había visto obligada a emigrar), que
dre como sujeto escindido. En esta medida, la sexualización del tenía una serie de rituales alimentarios que, en caso de fallar
niño no es producto del narcisismo materno, sino del hecho de por alguna circunstancia, la sometían a episodios de ira angus-
que este narcisismo (que implica la constitución del yo en la tiosa con acusaciones hacia la madre. Uno de estos ceremonia-
madre y a partir de ello su posibilidad de amor objeta!) está en les consistía en que, durante el desayuno, siempre debía haber
contraposición con el inconsciente, en el cual la boca que recibe sobre la mesa las mismas galletas, las cuales debían ser unta-
en el hijo no remite sólo a la castración-completud, sino a la das con la misma mermelada y depositadas en un plato -al
imbricación fantasmática por la cual la serie placer-displacer mismo tiempo- en el momento en que se sentaba a la mesa. Si
jugada en la oralidad ha recibido formas lógicas de organiza- por casualidad habían sido previamente preparadas, o no era
ción preconsciente en la serie fálico-castrado. Lo que garantiza el tipo de galletas esperadas, o la madre ofrecía preparárselas a
el equilibrio constitutivo del holding (para usar la expresión de medida que bebía la leche, se sumergía en un berrinche deses-
Winnicott) es que la madre esté constantemente jugando con la perado que no admitía cambios de ningún orden.
intersección de dos sistemas con contenidos y formas d Esta niña, que en las primeras entrevistas dibujaba globos
funcionamiento diferentes. Si no ocurre de este modo, nos vo- ·on caras de boca amenazante, comenzó a partir de la tercera

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sesión a dibujar la figura humana cuando pude elaborar con interesa detenerme especialmente en la secuencia de ir al baño
ella lo siniestro de una figura paterna que «estaba en el cielo» que marcó n:uestros primeros encuentros.
-como un globo-, frágil y a punto de estallar en cualquier Dije anteriormente que no se podía considerar esta conduc-
momento, y que ella debía sostener con gran esfuerzo, impi- ta reiterada como puramente mecánica, como una micción de-
diendo que se escapara; figura que representaba a la vez el ho- finida exclusivamente en el plano de la autoconservación. Sin
rror de las experiencias vividas o relatadas por la madre. embargo, lo que me preocupa ahora es entender qué represen-
A partir de la verbalización de estos fantasmas comenzó a ta metapsicológicamente y qué aspecto del sujeto estaba com-
dibujar la figura humana y a establecer diálogos con su madre prometido en este acto.
-que siempre estuvo presente en el consultorio, ya que fue ne- Consideré la reiteración (seis o siete veces por sesión) del ri-
cesario trabajar con técnica de binomio madre-hija-, median- tual de ir al baño como un hecho promisorio. Algo pasaba en el
te los cuales pretendía ordenar el caos en el cual se había senti- niño que lo impulsaba a esa necesidad evacuativa. Interpreté:
do sumergida luego de la situación traumática vivida. Un día, «Martín siente cosas que le molestan adentro, que no aguanta,
en una sesión en la cual intentaba «inflar» a la madre depresi- y va a dejarlas en el inodoro» (unía mis palabras al recorrido
va, a la cual sostenía como un globo con sus palabras de con- que efectuábamos). «Estas cosas que le hacen daño, sin embar-
セᄋ@ suelo, y ofreciéndose como objeto sustitutivo del marido perdi- go, están en su cabecita» (ponía mi mano sobre su cabeza).

r.,. ,,
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do, dijo: «¿Verdad, mami, que yo me parezco a mi papá? ¿Ver- ¿Qué intentaba yo con la interpretación? Cada analista que
エNセ@
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1 dad que tengo el mismo cuello que él?». En el cuello, lugar por se enfrenta a un .niño psicótico se aferra (con convicción deli-
donde el alimento debía pasar luego de su ingestión, se había rante) a una propuesta teórica que le permite sacar fuerzas pa-
•t
;: セ[@ establecido el puente que ligaba su cuerpo a lo siniestro, a la ra seguir pe.n sando en medio del caos. El ataque a la razón, al
..;-i·
,,., vez que se había constituido el símbolo de obstáculo para lo que sentido común, es tan poderoso, que se establece de una mane-
había quedado en su vida como indigerible. ra nunca experimentada en el proceso analítico una especie de
Z ᄋ セQ@
En este caso, el carácter altamente simbólico del ritual ali- disociación entre aquello en lo que se cree científicamente y
mentario mediante el cual se controlaba lo que entraba propor- mediante lo cual se opera y el sistema de creencias cotidiano.
cionándole características reaseguradoras, marcaba, junto a lo En muchos momentos de las primeras sesiones con Martín, pe-
restringido del área de conducta que abarcaba, el carácter se a la certeza de estar trabajando en una dirección teórico-clí-
transitorio y fácilmente desmantelable de un síntoma que se nica de la cual esperaba resultados positivos para el niño y re-
anudaba en la organización simbólica del Edipo. alimentación de interrogantes para mí misma, aparecía como
En el niño neurótico, como este ejemplo muestra, el ritual un flash en mi cabeza la pregunta: «¿Y si realmente es sordo?
posee la característica de estar asociado a un área restringida ¿Y si tiene algo malformado, como sospecha el padre?». La res-
de conducta, relacionada especialmente con momentos claves ponsabilidad con cada uno de estos pacientes produce una mez-
de la organización alimentaria o del sueño; y posee un conteni- cla de entusiasmo y agobio, similar a la que experimenta una
do altamente objeta!: si el objeto debe recibir un tratamiento ri- madre primeriza frente a la crianza de su hijo.
tualizado por el semejante, no es el semejante un pretexto para Y bien, ¿qué intentaba con la interpretación? Yo había parti-
el tratamiento del objeto. En el niño autista, por el contrario, el do para este tratamiento de la idea central de que en Martín
ritual abarca las áreas más extendidas de la conducta, situán- las líneas que organizan el yo, y por ende ofrecen una tópica pa-
dose en el nivel del objeto externo: una misma organización es- ra la constitución del sujeto, no se habían instaurado. En esta
pacial de los juguetes, intercambiabilidad del semejante en el medida no podía haber ni yo ni otro, ni totalidad englobante ni
ejercicio del ritual, aparición permanente y extensión a todas externo organizado extraño y amenazante, ni organización es-
las áreas de la vida del niño de los movimientos repetidos orde- pacial ni temporal, sólo un caos de momentos puntuales y espa-
nadores. cios fusionales parciales. Martín me traía un nuevo problema:
Señalé anteriormente cómo Martín era capaz de transfor- el de la separación mente-cuerpo.
mar toda situación nueva en un ceremonial o, mejor dicho, en Dualismo que, como Laplanche ha señalado en «Probléma-
una situación atravesada por ceremoniales; sin embargo, m t ique du 9a», no está en el centro del psicoanálisis, sino que es

148 149
del orden de los problemas filosóficos. Y esto es así no porque De los tres movimientos planteados para la constitución de
Freud haya dejado de lado el dualismo (la tentativa de aboli- las relaciones entre el yo y el objeto, salvo el primero, momento
ción de las diferencias mente-cuerpo aportada por Groddeck no del yo-realidad que distingue el adentro y el afuera de acuerdo
fue nunca aceptada por él), sino porque esta problemática, que con una marca objetiva, tanto el yo-placer, como el yo del narci-
ha tenido a mal traer a la filosofía, se encuentra desplazada sismo, no dejan de tener el rasgo común de que las relaciones
-sin por ello estar resuelta- , traspuesta, a otra más aborda- que separan al sujeto del mundo y a la vez lo vinculan con este,
ble en psicoanálisis, que se sitúa en la relación de la sexualidad están definidas por las series placer-displacer (en primera ins-
y la autoconservación. tancia), luego por el amor y el odio (en segunda).
«Dualismo de la sexualidad y de la autoconservación, inclu- En este caso es evidente que Freud deja de lado el problema
so si este dualismo es inestable, amenazado por el hecho de que de definir una tópica que espacialice en el interior mismo del
la autoconservación en el hombre (su capacidad autónoma de aparato estos movimientos, para subordinar la espacialidad a
perseverar en el ser, lo que se puede llamar sus potenciales ins- las relaciones de un sujeto constituido en tanto yo a partir del
tintuales) es de tal modo precaria, que es la sexualidad, sin ce- placer-displacer en sus relaciones con el objeto: «El mundo ex-
sar, la que viene allí a suplirla». 10 terior se le descompone en una parte de placer que él se ha in-
セ@
¡·
,, Sin embargo, si este dualismo alma-cuerpo aparece en la fi- corporado y en un resto que le es ajeno. Y del yo propio ha se-
セ@ losofía constantemente, es porque se mantiene en las formas gregado un componente que arroja al mundo exterior y siente
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imaginarias con las cuales el sujeto organiza sus relaciones como hostil. Después de este reordenamiento, ha quedado res-
'" consigo mismo y con lo real, separando un lugar desde donde a tablecida la coincidencia de las dos polaridades:
;!!' la vez que piensa, se piensa. Es desde mi cabeza desde donde
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... me imagino, creo, sufro; en la cabeza el yo encuentra una re- »Yo-sujeto (coincide) con placer
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presentación espacial desde la cual, si el cuerpo propio es sen- »Mundo exterior (coincide) con displacer (desde una indife-
•· I,; tido como ese universo de pertenencias, estas pertenecen a un rencia anterior)
:. セ L ZNM
sujeto que se encuentra instalado representativamente en la
cabeza. Desde esta perspectiva, el sujeto, más que estar coloca- »Con el ingreso del objeto en la etapa del narcisismo prima-
do en la fortaleza de un feudo cuyos confines se extienden hacia rio se despliega también la segunda antítesis de.1 amar: el
,Gセ@ . límites imprecisos, se asemeja a un burgo donde la muralla cer- odiar» .11
ca el límite del cuerpo, pero en el cual a su vez una construcción Primer movimiento diferenciador, entonces, que no implica
interior delimita las funciones y los espacios de gobierno. la constitución de un límite, pero sí ya un esbozo de espacializa-
En Martín, la energía libidinal, que se activaba como movi- ción, un intento de discriminación precaria. (Esto es lo que ha-
miento inespecífico en el momento de la consulta, buscaba vías ce Martín cuando la madre le pregunta dónde te golpeaste: se-
de salida a través de los orificios uretrales y anales. Era este ñala el objeto hostil que ha producido el dolor, objeto ajeno
modelo similar al de la proyección; un precursor, evidentemen- - tan ajeno-- como su dolor.) Del mismo modo, al no haber ac-
te, tal como Freud lo registra en la Metapsicología cuando alu- cedido al narcisismo, al no haber constituido el yo represen-
de a los movimientos que realiza el yo-placer para deshacerse tación con el cual el sujeto encuentra una organización defini-
de lo perturbante. Este yo-placer que Freud ubica entre dos tiva del adentro y el afuera, en el caos de fragmentos de sensa-
momentos constituidos del aparato psíquico: por un lado es ciones displacenteras y de objetos que lo rodean, Martín apela
posterior al yo-realidad (yo de la autoconservación, que distin- a la evacuación corporal de lo que lo perturba, y el rasgo que
gue sólo a partir de una marca objetiva elperceptum de la su- marca su humanidad es el hecho de que lo perturbante no está
pervivencia biológica), y por el otro, anterior al narcisismo, en en el plano de la autoconservación, sino de algo que se produce
el cual la antítesis se jugará en el par amor-odio. en la situación nueva que plantea la entrevista: lo ajeno es sim-

10 J. Laplanche, L'inconscient et le c;a . Problématiques IV, París: PUF, 1981, 11 S. Freud, Metapsicología, en Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu
pág. 174. El inconsciente y el ello, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1987. editores, vol. XIV, 1979, pág. 131.

150 151
bólico, aun cuando Martín no pueda simbolizar plenamente lo por el tema encuentro-separación. El espacio y el tiempo co-
ajeno. menzaban a organizarse. Cuando Martín llegaba cerraba la
En el paciente neurótico, el yo, como instancia organizadora puerta de la sala de espera y la abría en el momento en que yo
y defensiva, impide el descubrimiento de las conexiones por las lo iba a buscar; iba luego cerrando las puertas a su paso hasta
cuales se producen los pasajes mente-cuerpo. Si un paciente llegar al consultorio, poniendo canceles, metiendo llave.
neurótico tiene un síntoma de incontinencia, o va a orinaran- Me preguntaba yo entonces por qué cerraba todo en el mo-
tes o después de la sesión, la separación está establecida en el mento de llegar y no en el de irse. Es frecuente que los niños
preconsciente, tanto como las vías de conexión por condensa- neuróticos cierren todo al salir, como si quisieran garantizar la
ción y desplazamiento lo están en el inconsciente. El analista permanencia de los objetos en el interior del espacio analítico
sólo debe rehacer las conexiones reprimidas (y no sin arduo hasta que vuelvan. Martín operaba del modo exactamente
trabajo), logrando que el sujeto reconozca en el movimiento dis- opuesto: descubrí, a través de otros ejemplos, que la secuencia
cursivo que realiza las diferentes formas en que esta ecuación estaba invertida. Tal como ocurre en el modelo del sueño -o
evacuativa se produce. Pero para un neurótico el pis es pis y los del ataque histérico, según Freud-, el niño quería encerrarme
pensamientos son pensamientos, ya que el proceso secundario en un espacio que evitara pérdidas, pero en lugar de hacerlo
ha dado un lugar a cada cosa y un sentido a caüa palabra. El cuando nos despedíamos, me encerraba en el momento de lle-
t:J' análisis trastocará estas relaciones, mostrando que se puede gar. Su aparato psíquico parecía funcionar como una cámara
ALNセ@

,,,':1 emitir un chorro de palabras, depositar una idea en el inodoro, de cine que pasara la película invertida: lo último se convertía
evacuar una interpretación perturbante. De lo que se tratará en la primera secuencia, el tiempo se revertía, regresionaba en
,[セ ..Zᄋ@ es, justamente, del «reconocimiento del inconsciente», en un lugar de pr0gresar. Sin embargo, un espacio y un tiempo co-
:•\•
"'1·11
sujeto convencido de que su cuerpo y su alma son diversas. menzaban a ordenarse, aun cuando este fuera en sentido in-
'セᄋ@ verso.
En Martín, como ya lo señalé, se trataba de establecer estas
'
... ,;/ delimitaciones y relaciones ausentes. A partir de la tercera se- Los movimientos de constitución de una tópica abrieron en
sión el niño tomó un muñeco y le comenzó a depositar pedacitos su vida la posibilidad de una regresión temporal. Un día-me
1:.:· de plastilina en la cabeza. Pegaba cada pedacito con cuidado relató la madre- buscó una almohada chiquita de cuando era
1'. QᄋZ ᄋ[セ@

mientras repetía «popó, popó, popó», igual que en el momento bebé, se metió en una caja grande que había quedado en la
de ir al baño. Yo interpretaba: «Martín quiere que Silvia lo ayu- despensa, de las latas de leche vacías, e indicó a su mamá que
de a limpiar su cabecita de cosas que siente como popó, cosas tomara dos juguetes que simbolizaban un biberón y un chupe-
que le dañan adentro». Martín, a continuación, retiraba con te. Indicó gestualmente -como hacía siempre- su deseo de
cuidado los trocitos y, en algunos casos, los metía en su boca. que esos objetos fueran utilizados con fines de cuidarlo. Duran-
Dos semanas después (a la décima sesión) se produjo una te largo rato disfrutó del juego con su madre: alternativamente
tormenta. Martín se asustó de un trueno, tomó un avión, lo ele- pedía que le diera el biberón simbólico, en otro momento que le
vó y lo desplazó en el espacio: «Avión», dijo, estableciendo de es- introdujera el chupete en la boca y se lo dejara puesto, luego
ta manera una relación entre su miedo y su dolor, y las pérdi- que se lo quitara; se lo veía disfrutando del juego con una cara
das sufridas en sus primeros tiempos. sonriente y feliz. Salió luego de la caja, levantó la blusa de su
Pude ligar entonces el ruido de los aviones a la ida de su madre e intentó que esta le diera de mamar.
abuela, al sufrimiento que esto le producía y a la sensación de Empezó a usar su cuerpo para anticipar lo que iba a hacer:
· soledad en que se había sumido desde entonces. 12 Comenzó a movía la cabeza antes de mover un trencito; abría la boca cuan-
partir de ello en el tratamiento una secuencia caracterizada do le arrojaban algo antes de intentar atraparlo con las manos.
Buscaba, al mismo tiempo, continentes en los cuales pasar lar-
12
Es necesario que señale que el ruido de ese avión no era solamente algo go tiempo: se metía en el canasto de juguetes y desde su inte-
oído en la partida de la abuela, sino reiteradamente sufrido por el niño en idas rior jugaba a ser un bebé con su mamá.
frecuentes al aeropuerto. Para los niños migrantes, el aeropuerto es el espacio U na de las características que había tenido su crianza, co-
de significación de todos los encuentros y todas las pérdidas, un lugar que se
frecuenta constantemente y que forma parte de su cotidianidad. mo ya lo señalé antes, había sido la imposibilidad de los padres

152 153
de ofrecerle un lugar en la familia. Martín había pasado largo La constitución del no
tiempo mirando a su padre jugar con su hermano; en esta eta-
pa que se inauguraba ahora ponía al padre sentado en su sillita Cuando Martín empezó el tratamiento, del mismo modo
y él jugaba con su hermano, el padre debía mirar el juego pero que no usaba el pronombre, no usaba el «no»; confundía el «no»
el niño no le permitía intervenir. Se empezaba a constituir el y el «SÍ», utilizándolos indiscriminadamente. Podía decir «no»
primer pasaje de pasivo a activo en la relación intersubjetiva; mientras quería algo, o «SÍ» en el momento de rechazar. No pa-
de ver, Martín pasaba a ser visto, en un ejercicio de sadismo recía haber en ello una forma de negativismo, sino una dificul-
precoz donde el semejante era sometido a la misma pasiviza- tad para comprender la relación entre la palabra y su conteni-
ción que él había sufrido. do, o como diríamos con arreglo a la lingüística actual, entre
Un día el niño llega a sesión, se para en el antepecho de la significante y significado. Del mismo modo, cuando se enojaba
ventana y juega a arrojarse como si se zambullera, regañando con uno de los padres podía repetir indiscriminadamente,
después a alguien imaginariamente colocado a su lado; eljuego mientras lloraba, mamá, mamá, papá, papá, o apelar a la con-
se reproduce varias veces. Algunos días después me entero de densación «mapá».
que se trata de una escena realmente vivida, trasladada en for- He señalado en el capítulo 2 el lugar estructurante que jue-
ma idéntica al interior del espacio analítico. Martín ha ido a la ga la represión en la constitución del juicio, y cómo la denega-
i:_, •

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., playa con su madre y en la piscina se ha encontrado con un ni- ción (Verneinung), tal como Freud la trabaja en su texto de
ャN[ N セ A@
ᄋセL@
ño que le arrojó agua a los ojos; ofendido, salió y se colocó de es- 1925, es un mecanismo constitutivo del juicio, pero ligado a su
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paldas a su enemigo, al borde del agua. La madre, percibiendo vez a la instauración del yo. La negación determinada, que
セイ@ ya el mecanismo de desconocimiento y desconexión que le pro- marca una posición de sujeto por oposición al semejante, es el
,'i,.•
." duce todo sufrimiento, dijo: «Martín, de este modo el único que factor determinante en la instauración de la oposición yo - no
"' la pasa mal eres tú, vuelve al agua y no hagas caso de ese niño, yo. Spitz, quien posiblemente sea el psicoanalista que más se
'
cuando te moleste dale la espalda sin dejar de disfrutar». Mar- dedicó a estudiar esta cuestión de la constitución del «no»
セ@
tín volvió al agua, pero en el momento en que el otro niño se señala, en su libro No y sí, l3 la relación que existe entre la ad-
.... '(
,. descuidó le arrojó agua y rió con placer. En la segunda sesión quisición del «no» y la constitución de las estructuras cogniti-
en la cual reprodujo la escena vivida agregó un nuevo elemento vas, la frustración libidinal en relación con el semejante y el
''
de significación: manifestó su cólera regañando al enemigo pasaje de la pasividad a la actividad.
imaginario. El hecho de arrojar agua había sido entendido en Detengámonos un momento en su análisis. Spitz hace un
su propia significación agresiva, y Martín en el consultorio me descubrimiento fundamental en relación con las conductas de
mostraba su enojo al reproducir la escena cambiando el acto movimiento cefalogiro que se encuentran en los niños desposeí-
por aquel que realmente simbolizaba. dos por hospitalismo. Recordemos la experiencia: los niños hos-
El proceso comenzó a desplegarse a un ritmo veloz. Comen- pitalizados, separados de sus madres por un período que iba de
zó a jugar en su casa al pesero; se subía a su bicicletita, le ponía seis meses a un año, rotaban la cabeza alrededor del eje sagital
una caja con monedas que pedía que le ataran al caño, se ponía de la columna vertebral cuando alguien se les acercaba. Esta
una gorrita e invitaba a la madre a subir atrás mientras él con- conducta, dice Spitz, que se parece mucho a la pauta universal-
ducía. (El pesero es un taxi colectivo que realiza siempre el mis- mente familiar de sacudir la cabeza los adultos, que significa
mo recorrido. Tiene una característica: el continente permane- «no», continuaba mientras el extraño los enfrentaba. A diferen-
. ce siempre idéntico, mientras los pasajeros suben y bajan. Por cia de los niños sanos, que no rotan la cabeza sino que se cu-
otra parte, este tipo de vehículo era el empleado por los padres bren los ojos, bajan la cabeza o la alejan, esconden la cara tras
exclusivamente para traerlo a sesión.) Martín se coloca una go- su ropa o las sábanas, estos niños que padecen hospitalismo
rrita para conducir, los sombreros se han convertido para él en expresan su rechazo de contacto rotando su cabeza como haría
una verdadera pasión: ¿se coloca un armazón protector en la un adulto para expresar una negación.
cabeza, algo que ofrezca un límite a esta?
l3 R. A. Spitz, No y sí, Buenos Aires: Hormé, 1978.

154 155
Sin embargo, con una aguda observación, Spitz hace la dife- cial de los orígenes de la alucinación primitiva aun a costa de
rencia entre la negación semántica, que representa un recha- su propia vida, de la cual no tiene, por otra parte, ninguna con-
zo, y la conducta de hozar, la de los puercos u otros animales ciencia existencial.
que buscan con el hocico su comida en la tierra, movimiento En el momento en que Martín llega a consulta, como los be-
instintivo de búsqueda del estímulo que tiene valor de supervi- bés descriptos por Spitz, expresa su desconocimiento del otro
vencia, relacionando esta última a los movimientos cefalogiros con un giro de cabeza. Esto es común en los niños en los cuales
negativos de los bebés hospitalizados. La conducta de hozar hay una predominancia autista: el episodio de la piscina guar-
implica un movimiento de rotación de la cabeza guiado por el da remanentes de esta conducta. Deberá establecerse una rela-
instinto de autoconservación, conducta que es innata y no ción libidinal con permanencia del objeto total para que la ne-
aprendida. La rotación de cabeza, entonces, en el bebé recién gación se instaure.
nacido, tiene por función la aproximación a un estímulo ali- A los tres meses de análisis, cuando estamos por la 44a. se-
menticio definido en el plano de la autoconservación. Por el sión, se produce el primer enojo de Martín, y la primera situa-
contrario, la negación es un acto semántico, con carácter de ción de transferencia negativa -pero transferencia activa, de
identificación libidinal, definido por un rasgo de cultura pre- todos modos-. Yo he prohibido al niño meter los dedos en los
sente en un código (lingüístico-gestual) y por otro lado relacio- enchufes, en los cuales también ha intentado introducir una
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"1\ nado con las frustraciones a las cuales el niño se ve sometido en vara de metal mientras me mira con una sonrisa ausente. A
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[ZN セ@ relación con el semejante en el momento en que la prohibición continuación se ha dirigido, reiteradamente, a la máquina de
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se instaura. escribir que está en un rincón del consultorio y la ha aporreado.
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Spitz descubre en estos niños hospitalizados algo importan- He repetido varias veces «no, Martín», hasta que en esta oca-
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te. Lo que es vivido por el observador como una conducta de re- sión me acerco, lo tomo suavemente pero con firmeza del brazo,
"
•· chazo, de negación, no tiene tal carácter, no está dirigido a un y lo aparto de la máquina.
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objeto (no es objetal, en el sentido que ya hemos dado a este tér- Martín se enoja por primera vez: parado en medio del con-
mino), representa una regresión. Pero en este punto es donde sultorio grita y amenaza a la alfombra; por medio de un remedo
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su concepción de las relaciones objetales juega una mala pasa- de discurso regañón y prepotente hace todos los gestos y emite
da a Spitz, impidiéndole llegar hasta las últimas consecuencias todos los sonidos que ha visto realizar a alguien furioso. Le se-
セ@ de su descubrimiento. El propone: «Es importante recordar que ñalo que el enojo es conmigo, que está irritado porque no lo dejo
··;] esta conducta no está dirigida a un objeto, sino que representa hacer todo lo que quiere. A partir de ello deja de saludarme
una regresión a una etapa sin objetos. No es una señal a un ob- cuando se va (ya había empezado a decirme «adiós» en el mo-
jeto, sino una conducta dirigida a aliviar la tensión que tiene su mento de la partida), se resiste a entrar en mi casa cuando lle-
origen en un período muy anterior a aquel en el cual existen ga, no quiere que su padre toque el timbre o se queda recostado
verdaderas relaciones objetales». 14 Prisionero de una concep- en el sillón de la sala de espera negándose a buscar su canasta.
ción donde lo anobjetal del autoerotismo culminará en relacio- Al mismo tiempo se produce un hecho sorprendente. Hasta
nes de objeto libidinales, Spitz no puede incluir una hipótesis el momento en que se precipitó su enojo había llamado tanto a
teórica que permita entender por qué el hospitalismo no regre- los perros como a los gatos «gato». A partir del episodio descrip-
siona al sujeto hasta el plano de la autoconservación (ya que to comienza a decir, cuando oye o ve un perro, «no gato». Esto lo
llega a poner en riesgo su vida) sino hasta una etapa en la cual hace especialmente al llegar a mi casa, donde mi perro sale co-
el objeto libidinal, soporte sexual del objeto parcial, se ha perdi- tidianamente a recibirlo y lo acompaña hasta la sala de espera.
do. Por ello no puede entender la conducta cefalogira sino como Se ha producido, a partir de ello, un acontecimiento decisivo
un movimiento de descarga de tensión en el vacío, movimiento para su constitución: cuando yo le digo «no, Martín», prohibién-
que repliega al sujeto al orden de la biología, cuando, en reali- dole que se acerque al enchufe o a la máquina de escribir, le se-
dad, el bebé intenta desesperadamente conservar el objeto par- 1"\alo al mismo tiempo que una prohibición es un límite que
marca lo que él no es. El no, Martín implica tanto la prohibición
14 lbid., pág. 59.
·orno la discriminación entre él y el otro, es tanto ¡no, Martín!

156 157
como no-Martín. En el mismo momento comienza a decir yo. nes compartidas con la madre (dos de cada cuatro a la semana)
No es en realidad yo como pronombre personal, acompañado de restituyo, en este espacio transicional en que se ha constituido
un verbo o con el que se responde a una interpelación de sujeto el consultorio, los trozos fragmentados de la historia. En un
(«¿quién es el bebé querido de mamá?»; <<yO», responde el niño movimiento simbolizante, compartiendo con la madre el placer
ejerciendo su función de sujeto atravesada por su posición de del descubrimiento del hijo, tejemos perlaborativamente los
objeto libidinal). Martín utilizaba el yo como un significante desgarrones producidos en el proceso que la reinstaura como
correspondiendo más al yo ideal que a la instancia yoica mis- madre de este niño.
ma. Ha visto un programa de televisión en el cual un personaje Martín empieza a tener movimientos que me parecen imá-
megalómano repite, cuando realiza una proeza: «jYoooo!», ha- genes precursoras del conflicto. Cuando por alguna razón (y
ciendo un gesto abarcativo con los brazos como si contuviera en siempre hay alguna, como las ya relatadas) se enoja, toma con
ellos todo el universo. Cuando enfrentado a mí en la sesión se cuidado un candelabro de cerámica que está en el alféizar de la
molesta por algo (sea porque no me presto a ser utilizada como ventana y me lo entrega para que yo lo coloque sobre el escrito-
un banquillo al cual él trepa para alcanzar el botón de la luz, rio. Aparecen, traspuestas, sus ganas de romperme y el deseo
sea porque llega la hora de irse), me demuestra su fuerza omni- de conservarme, desplazadas hacia este objeto frágil que me pi-
... de lo ayude a cuidar. Al mismo tiempo, una cajita pequeña, con
potente desplegando sus brazos hacia los lados como el perso-
(.,• '
naje de la televisión, expulsa su tórax hacia adelante, mientras sacarina, que ha desparramado en varias ocasiones y a la cual
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su madre le ha dicho que no toque, la toma en sus manos y se
to:: dice «jyoooo!», como una demostración máxima de su negativa
....¡
a aceptar pasivamente que yo misma pueda defender mi dere- acerca adonde yo estoy, deslizándola hasta el fondo de mi bolsi-
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. cho como sujeto activo. Para Martín, todavía, no hay más que llo. Es como si セョ@ este acto representara, gráficamente, el movi-
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una dupla activo-pasivo jugada en la intersubjetividad del miento psíquico mediante el cual se opera la represión: aquello
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vínculo en el cual si él no me controla activamente yo puedo deseado, pero prohibido, debe encontrar un lugar oculto que
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someterlo pasivizándolo en los esbozos de sujeto que comienza evite la tentación y el sufrimiento constante. El fondo de mi
.. . .,
a constituir. bolsillo será, simbólicamente, el fondo de un aparato que se
"' En la misma dirección comienzan a aparecer los primeros convertirá en receptáculo de aquellos deseos a los cuales el su-
síntomas en sentido analítico: se niega a comer sólidos, espe- jeto no podrá nunca acceder ni tener frente a su vista.
cialmente carne, y cuando se ve obligado a hacerlo, mastica y En este marco que ahora describo, Martín pronuncia su pri-
luego escupe a escondidas el alimento rechazado; se orina mera frase. La madre me cuenta, emocionada: «Habían salido
cuando se enoja (incluso, en algunas ocasiones, en sesión, pa- él y su hermano de la clase de natación y le dije al más grande:
rado en medio del consultorio, desafiante, y luego escupe reite- "Te vi flotar, qué bien nadas". Martín me miró y dijo: "¿Me viste,
radamente en la dirección en que me encuentro); se despierta mamá?"», primera frase que alude al reconocimiento buscado
de noche y va a acostarse al lado de la madre. Todo ello acompa- del semejante al mismo tiempo que señala su propio reconoci-
ñado de momentos que no pueden ser descriptos más que como miento hacia el amor materno.
de intensa ternura: él, que se había sentado en mi mecedora A partir de esto Martín comienza a convertirse, definitiva-
para hamacarse impidiendo que yo pusiera mis manos en los mente, en un sujeto humano, marcado por el amor y el odio, re-
barrotes para mecerlo, autosuficiente y mecánico, empieza a conocido en la mirada materna y en el movimiento guestáltico
sentarse a mi lado, disfrutando el mecernos juntos y aceptando que lo separa del mundo infinitamente puntual de objetos en
que yo, sentada en el piso, lo acune mientras se agazapa en po- que se había movido. Las condiciones de la función simbólica y,
sición fetal en el asiento. Yo construyo mitos, mitos de la vida, por lo tanto, del lenguaje, ya se han instalado.
humanizantes; por momentos le hablo largamente acerca de lo
que le pasa, o le canto suavemente aquello que me parece inter-
pretable; escucha mirándome con gravedad, realizando a veces
un movimiento con los labios como incorporativo, como si las
palabras penetraran por la boca, no por los oídos. En las sesio-

158 159
7. Relaciones entre la represión originaria Ilustraciones
y el principio de realidad

En los últimos tiempos ha despertado mi curiosidad un fe-


nómeno observado en la infancia, consistente en que los prime-
ros sueños del niño son vividos por este sin que pueda diferen-
ciar entre el campo de la realidad y el nuevo hecho psíquico al
cual se enfrenta. Esto se hizo evidente en el caso de una niña
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que habiendo llegado por la noche a la habitación de sus pa-
·'1· dres, se metió en la cama y ante la pregunta «¿qué pasa?» res-
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r¡i t pondió, medio dormida, «¡pero si tú me llamaste y dijiste que


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mamá se fuera a mi cama!»; o en el de otra niña que, estando
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embarazada su madre, todas las noches tenía que irse de la cu-
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na en la cual dormía porque «venía una gallinita a picarle los
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" pies».

'. A raíz de muchos ejemplos corno estos me he preguntado
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cómo puede explicarse este fenómeno que indica, por un lado,
que la represión ya se ha establecido, en la medida en que una
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formación del inconsciente aparece constituyendo un proceso
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en el cual se expresa la realización onírica del deseo y, por otro,
el hecho de que aún no se haya instaurado el principio de reali-
dad que estatuya que este deseo sólo es realizable en el espacio
alucinatorio que constituye el soñar.
Dado que la represión originaria es el movimiento constitu-
tivo de dos campos a partir de los cuales las formaciones del in-
consciente son posibles, y puesto que el sueño tiene corno fun-
ción la realización alucinatoria de deseos, posible precisamente
por la inhibición de la rnotricidad, ¿de qué manera opera el
aparato psíquico incipiente para que ambos, realización aluci-
natoria y pasaje a la rnotricidad, no sean contrapuestos sino
complementarios, y, al mismo tiempo, cómo explicar la dispari-
dad entre la emergencia de una formación del inconsciente y el
carácter fallido del juicio de existencia?
Los capítulos precedentes dan cuenta de que hemos optado,
en el proceso de nuestra investigación, por aquellas hipótesis
freudianas que -desde los textos rnetapsicológicos- abren la
posibilidad de pensar la constitución de la inteligencia en el in-
terior de la instauración de la tópica psíquica, es decir, en fun-

160
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ᄋセ@ ᄋセ@
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-- - - - - - -- ---
ción de la diferenciación entre dos sistemas que se caracterizan
por diversos modos de funcionamiento.
Desde esta perspectiva es que nos hemos visto obligados a
revisar los momentos que instalan la represión originaria, pa-
sando de su ubicación como movimientos míticos a su puesta a
prueba en el proceso histórico de organización del aparato psí-
quico y dejando de lado, al mismo tiempo, un geneticismo lineal
en el cual este se constituyera desde sí mismo.
Esta definición de opciones teóricas nos impulsa a conside-
rar también, en el caso del tema que abordamos en este capítu-
lo, que la vertiente que Freud mismo denominó «psicología ge-
nética en formulación» no es la más fructífera cuando se trata
de poner a trabajar el principio de realidad y su concomitante
r:. prueba de realidad. El principio de realidad, considerado desde
[ZセN@
'""l,11
una perspectiva geneticista, es inseparable de las pulsiones de
autoconservación (entendiendo que el principio de placer rige
para las pulsiones sexuales, y el principio de realidad para las
pulsiones del yo) tal como lo define él mismo en el texto citado.
No abundaremos en ello, porque ya en el capítulo 2 desarrolla-
mos nuestra posición sobre este tema. Pero tenemos que subra-
yar, para la coherencia de nuestra propuesta, y basados en La
interpretación de los sueños y el Proyecto, que no es una prueba
., lo que decide sobre la realidad de lo que se representa, sino un
;,>ti
modo de funcionamiento del aparato psíquico: el que corres-
ponde a la posibilidad del proceso secundario (o de los procesos
de ligazón) de inhibir la tendencia a la descarga inmediata me-
diante la constitución de sistemas de demora que posibilitan
los rodeos pertinentes para que el aparato pase de la identidad
de percepción a la identidad de pensamiento.
La cuestión planteada en el Proyecto de 1895, respecto de
que en su origen el aparato psíquico no dispone de un criterio
para distinguir entre una representación fuertemente investi-
da del objeto satisfactorio y la percepción de este, es retomada
en el «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sue-
ños», cuando Freud observa que la prueba de realidad se define
como un dispositivo que permite efectuar una discriminación
entre las excitaciones externas (que pueden ser controladas
por la acción motriz), y las excitaciones internas que esta prue-
Dibujo 5. ba de realidad no puede suprimir. Si volviéramos a la diferen-
ciación establecida en «Pulsiones y destinos de pulsión», vería-
mos que a lo que conduce, en última instancia, la prosecución
de esta línea de pensamiento es a señalar que el principio de
realidad deriva de la diferenciación entre dos campos, ambos

161
ajenos al sujeto, y que este debe aprender a discernir, uno ex- siempre había sido aparentemente tan sociable»), aislado en el
terno-interno y el otro externo-exterior. colegio y sin interés por el estudio, y estaba a punto de perder el
De este modo, no basta con la distinción en la cual hemos año. A ello se sumaban las dificultades de la lengua ya que, aun
venido trabajando, cuando, en función de marcar los límites in- cuando hablaba el castellano desde su primera infancia (len-
ternos al aparato que la represión originaria instaura, hemos gua materna de sus padres), no se expresaba en este con la flui-
abordado las diferenciaciones de los primeros internos- dez con que lo hacía en hebreo, idioma en el cual se había rea-
externos que señalan la inscripción de los representantes pul- lizado toda su socialización.
sionales de los orígenes (cf. el cap. 3). Diversos hechos clínicos El cuadro que se me presentaba no era muy diverso del que
nos ponen frente al problema de que la existencia de las forma- había visto en otros niños trasladados bruscamente de sus paí-
ciones del inconsciente no implica en los orígenes la anulación ses de origen, pero las características estaban agudizadas en
del pasaje a la motricidad, sino que son frecuentemente acom- alto grado, y más si se tenía en cuenta que -a diferencia de
pañadas por este pasaje. Ello parece refirmar nuestra hipóte- aquellos otros niños- su residencia en México implicaba el en-
sis acerca de que la represión no inaugura en un solo movi- cuentro con una extensa familia de abuelos, tíos y primos, de la
セB
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miento el acceso al funcionamiento psíquico normal, sino que cual sus padres se habían separado en el momento de emigrar
r·.
•.•pi parece que hacen falta varios tiempos para su constitución. a Israel.
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·1·:
Intentaré seguir desplegando en este capítulo estos movi- Acepté hacer un diagnóstico situacional, es decir un estudio
」Nセゥ@ mientos --que ya he empezado a cercar en otros textos- a par-
ZセLᄀ@ セ@
de las condiciones en las cuales la estructura psíquica del niño,
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1,,·
tir del análisis del material clínico de un niño de doce años cuyo inmersa en un desencadenamiento sintomal, pudiera ser ex-
セZᄋ@ : 1 proceso analítico tuve oportunidad de conducir. Cuando Isaac plorada en el .contexto de las condiciones históricas determi-
',\:!

..'•..... tenía seis años fue dejado solo por su madre durante algunos nantes. En un corte sincrónico del funcionamiento psíquico ac-
1 momentos, acompañando a su hermanito menor, quien, para tual, quería encontrar los determinantes históricos producto-
1
Nセ@
esa época, contaba un año y tres meses. El pequeño empezó a res de los constituyentes sintomáticos a los cuales mi paciente

"
..' llorar e Isaac, intuyendo que podría tener hambre, decidió ha-
cerse cargo de la tarea materna y darle el alimento requerido.
se veía enfrentado.
Isaac entró solo a la primera entrevista; su angustia era tan
Sin embargo se le planteó un problema: ¿cómo ofrecerle comida intensa que a los quince minutos de comenzar se levantó de la
,1 sin transgredir la prohibición de la cual había sido objeto, es silla y luego de detenerse unos instantes en el centro del con-
decir, sin prender el fuego necesario para calentarla? La reso- sultorio trató de conseguir mi asentimiento para irse, huyendo
lución fue fácil. Puso leche en una cacerolita, la colocó sobre la prácticamente, sin darme posibilidad de un señalamiento o in-
hornalla apagada, la dejó durante unos minutos sobre el fuego terpretación que pudiera aliviar el estado de desesperación en
imaginario, la vertió luego en el biberón y se la dio a su herma- que se encontraba. Durante el breve lapso que permaneció con-
no, quien la bebió con placer; al volver su madre le relató lo ocu- migo hizo algunos intentos por reconocer el entorno mirando
rrido. En ningún momento Isaac sintió que hubiera engañado de reojo, moviendo apenas la cabeza para ambos lados y mani-
a su hermano, él había participado del campo de ilusión que los festando que nada de lo que veía le gustaba; todo era antiguo,
incluía a ambos. los techos altos se le hacían insoportables y se negaba a buscar
Me fue contada esta situación en la entrevista madre-hijo alguna explicación del porqué. Respondía, simplemente, «no
que realicé para tomar la historia de Isaac cuando este tenía me gusta».
doce años, luego de serias dificultades para que el niño acepta- Recibí al día siguiente la llamada telefónica de la madre,
ra la consulta psicoanalítica. El motivo de esta consulta era la desconcertada, contándome que el niño había salido de la frus-
irrupción de una serie de conductas absolutamente desconcer- trada entrevista sin decir una palabra y negándose a hablar,
tantes para quienes lo rodeaban, a partir de la migración efec- posteriormente, de la situación. Quería que le explicara cómo
tuada un año antes, momento en el cual había llegado transito- conducirse, dadas las circunstancias, y dudaba acerca de si de-
riamente, acompañado por su familia, a México. Se lo vefo bía insistir ante su hijo acerca de la posibilidad de realizar otra
apático, hipocondríaco, no había hecho ningún amigo («él, qu consulta. Respondí que pese a lo breve del encuentro interrum-

162 163
pido bruscamente por Isaac, me había dado cuenta de que su A partir de esto, Isaac abrió el cuaderno y preguntó si podía
hijo atravesaba por un sufrimiento muy intenso, que el monto dibujar. El dibujo tenía en primer plano un enorme monstruo
de angustia desplegado nos indicaba que debía ser considerada cuya cabeza, constituida por puntas salientes, lanzaba rayos
la situación con toda seriedad, y que aun cuando fuera apresu- hacia una ciudad lejana, ubicada en segundo plano, que repre-
rado de mi parte darle una opinión sin más datos que los obte- sentaba -presumiblemente-- a Nueva York, con su Estatua
nidos, pensaba que era necesario ofrecer una ayuda terapéuti- de la Libertad. El cuerpo del monstruo estaba medio sumer-
ca inmediata. Agregué que yo estaba dispuesta a brindársela, gido en el agua, surcados torso y brazos por nervios o heridas
pero que ellos, los padres, debían lograr que volviera a mi con- rojas. Los rayos partían de la cabeza -unida al tronco sin línea
sultorio. Añadí: «Si Isaac se hubiera fracturado un brazo y no de separación-, y se dirigían tanto a los edificios de la ciudad
quisiera ir al médico, ustedes se encargarían de llevarlo. Bien, como a una nave que según dijo «intentaba atacarlo». Había un
esa es la cuestión: él requiere que ustedes puedan ayudarlo a pájaro antediluviano sobrevolando la ciudad y encima, en el
enfrentarse a un tratamiento». cielo puntuado de estrellas, un planeta cuyo relevamiento inte-
.. ,
l..1.
Quedé a la espera de una respuesta mientras hacía jugar en
mi cabeza las pocas ideas que esta situación me había permiti-
rior daba cuenta de los accidentes geográficos (dibujo 1).
Dijo que el monstruo había sido muy lastimado (me mostró
A[セZ@ do pensar. En primer lugar, el rechazo a lo antiguo, representa- los nervios o heridas) y que se sentía desesperado y por eso ata-
C,,oJ
.. t;1
t 1:.l do por algunos objetos del consultorio -espacio que se caracte- caba la ciudad. Como venía de otro lado, los habitantes se ha-
t;.::·;
Qセ[ I[@ riza, sin embargo, por la diversidad de colores y objetos que lo bían defendido de él, por lo cual estaba dispuesto a destruir to-
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habitan- y en los cuales aparecía depositado algo viejo que el do. Le señalé el pájaro del pasado y el monstruo, estableciendo
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niño sentía agobiante, en un interior que no aparecía aun cla- la relación que )labía entre el dibujo y su sentimiento de extra-
" ramente delimitado. En segundo lugar, el horror a los techos ñamiento, de estar herido ... cómo los tiempos se mezclaban.
altos, techos coloniales que podrían propiciar, en su desnudez «Tal vez -dije-- esto que estás viviendo ahora es como si algo
. .,セ@ blanca, el sentimiento de pequeñ ez huma na que toda una muy antiguo se hubiera despertado dentro de ti y lo sientes ex-
época impone desde la arquitectura misma . traño, como monstruoso».
Me preguntaba, al mismo tiempo, acerca de mí misma. ¿Por Se quedó en silencio unos minutos mientras me miraba algo
;
qué le había dicho a la madre que esto debía ser tratado como ruborizado, luego sonrió y dijo: «Voy a hacer otro dibujo». Di-
•i
1'. 1 un traumatismo, siendo muchas las metáforas pediátricas que bujó esta vez un enorme vampiro con su capa (al cual puso Drá-
me he visto obligada a utilizar en conversaciones con los padres cula de nombre), en el interior del cuerpo del vampiro dibujó
para explicar una situación particular en un niño? Una fractu- una cabeza de hombre con anteojos, la denominó Beguin (di-
ra en un miembro, la idea de una ortopedia terapéutica (tan bujo 2) y contó la siguiente historia: «Beguin va de vacaciones a
cuestionada desde mis propias convicciones psicoanalíticas) Transilvania porque había descubierto en las montañas un
moviendo mi pensamiento por el campo en el cual se empezaba castillo. El estaba ansioso de ir al castillo pero no podía, no
a instalar la situación analítica. sabía qué había, y vio ... entró al castillo y oyó voces y vio de
A la semana recibí el llamado pidiendo una nueva entrevis- repente un ataúd y varios sarcófagos con muertos. Abrió el
ta. Había preparado algún material gráfico: un cuaderno de ataúd y había un hombre y abrió los ojos rápido y por haberlo
dibujo, lápices negros y de color, plastilina. Isaac entró y per- despertado de su sueño, que durmió dos mil años, lo mordió en
maneció unos minutos en silencio, temeroso; le hice un señala- el cuello y Beguin se convirtió en uno de él. Y para conquistar al
miento alusivo a mi comprensión acerca de lo dificil que podía mundo Drácula usó a Beguin para que él dirija; como era el
resultarle la situación de entrevista, luego le dije que me había presidente podía hacer lo que quería, y así empezó a convertir a
quedado pensando en aquello de lo que me había hablado: los todos en vampiros».
techos altos y el horror a lo antiguo; agregué que tal vez esos Subrayo en esta historia la frase «y abrió los ojos rápido»
techos lo hacían sentir muy pequeño, y que posiblemente ese porque en ella se condensa, al modo del proceso primario, la
no fuera un sentimiento nuevo, quizá lo que ocurría hoy estu- confusión entre el objeto y el sujeto. Como en los sueños, o en
viera relacionado con cosas muy antiguas de su vida. los cuentos maravillosos, el primer personaje, que no puede ver,

164 165
es visto, luego, por el otro; volvemos a encontrar el mecanismo resimbolización. Sin embargo, los elementos antes expuestos:
de vuelta sobre sí mismo tal como lo hemos descripto en el capí- límite englobante, carácter idéntico de ambas escenas (articu-
tulo 3, manteniéndose no sólo en las formaciones del incons- lados los elementos en una, desarticulados en la otra) me impo-
ciente clásicamente conocidas, sino también en las formas del nían pensar en otra posibilidad. A saber: que al mismo tiempo
relato. que tenía que enfrentarme al develamiento del inconsciente,
A partir de esta historia, que más acá de las precoces opinio- como puede ocurrir en todo análisis, algo pasaba en la estruc-
nes políticas de Isaac ponía en evidencia su reconocimiento de tura misma del yo que se ponía en juego en el proceso analítico
una profunda e insoportable transformación en sí mismo, un y que estaba vinculado a aspectos fallidos en la constitución de
retorno del pasado sobre el presente, la presencia de lo sinies- la tópica psíquica.
tro y la compulsión a la repetición, mi paciente y yo sellamos Lo que me llamaba especialmente la atención era la identi-
nuestro propio pacto terapéutico. dad de elementos de ambas escenas, aun cuando su composi-
El tratamiento se deslizaba incesantemente sobre el proble- ción fuera distinta, y creo que en esto operaba la elección de un
ma de las relaciones entre el pasado y el presente. En una se- orden teórico en la apreciación de los contenidos del inconscien-
セQ@ sión el niño manifestó su deseo de ser arqueólogo. Dibujó una te. He señalado en otros momentos que, desde la perspectiva
G.
セ@
セ@
caverna subterránea; en ella había tesoros escondidos, colum- con la cual abordo el proceso de constitución del aparato psíqui-
VI
セ@
nas caídas, un esqueleto humano, vasijas y viviendas mezcla- co, partiendo de que la represión instaura, a la vez que dos sis-
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lセエ@ das (dibujo 3). Luego que señalé la similitud entre lo que está- temas, dos modos de funcionamiento y contenidos diversos, lo
セi@
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bamos haciendo y la búsqueda y reconstrucción arqueológica reprimido no puede ser del mismo orden que lo manifiesto, sino
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del pasado, un nuevo dibujo reacomodó todos los elementos tal radicalmente diferente. Parto para ello del realismo del incons-
セ@
セ@ como se encontraban en los orígenes. El esqueleto mismo se ciente, recuperado por Laplanche para reubicar en medio de
Tセᄋ Z@

r• transformó en un ser humano parado entre dos columnas; cada una discusión enfrentada a propuestas fenomenológicas el
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uno de los elementos dispersos del dibujo anterior encontró un carácter específico que sostiene al inconsciente.
NZセ@
.,
.. lugar ordenadamente (dibujo 4). Me preguntaba en estas cir-
cunstancias cómo ubicar este movimiento: ¿se trataba de la
Si tomáramos, por ejemplo, el seminario de «La carta roba-
da» de Lacan podríamos formularnos las dos escenas como dos

. '
desarticulación, en su vida, de algo armado previamente? ¿De-
bía leer estos dibujos como Freud proponía hacerlo con el re-
cuerdo histérico: comenzar por la primera escena como si fuera
versiones distintas de un mismo drama, donde la insistencia
significante de los mismos elementos pone en evidencia la com-
pulsión a la repetición que define la persistencia del incons-
la segunda, luego la segunda en el relato como primera en el ciente, considerando así a cada uno de los elementos despla-
tiempo? O tal vez, en este caso, aun cuando se tratara de un re- zándose entre ambas escenas y determinada su significancia
surgimiento del pasado en el presente, no se podía afirmar la por el lugar que vienen a ocupar como significantes puros. En
anterioridad de ninguna escena, sino su simultaneidad, englo- tal sentido, el inconsciente no sería sino aquello que siempre
bando una a la otra, dando cuenta en el interjuego que se pro- estuvo a la vista, pero debido a la ceguera intersubjetiva con la
ducía entre ambas que lo que aparecía como articulado en un cual Isaac se enfrentó no encontró jamás la ubicación que posi-
lugar y desarticulado en otro, como un espejo refractario, es- bilitara la formulación optimista de Lacan cuando, al terminar
taba presente no sólo a partir del tratamiento, sino que lo ha- la primera parte de dicho texto, escribiera. «Así, lo que quiere
bía estado siempre (hipótesis corroborable posiblemente por el decir "La carta robada", incluso "en sufrimiento'', es que una
hecho de que ambas, incluso la segunda, aquella que podría carta llega siempre a destino». 1
haber estado históricamente no sepultada en los orígenes, se Sin embargo, desde la perspectiva con la cual desarrollo mi
encontraba bordeada de un límite englobante que marcaba un trabajo, el inconsciente no es lo que sólo necesita una mirada
orden en el interior de otro orden). distinta para hacer evidente lo que siempre ha estado a la vis-
Tal vez se podría alegar que de esto se trata en psicoanáli-
sis, de sacar a la luz lo que siempre ha estado vigente, dándol 1 J. Lacan, Ecrits, París: Seuil, pág. 41. Escritos, México: Siglo XXI, vol. 2,
un nuevo ordenamiento, produciendo una resignificación, un a
1975, pág. 41.

166 167
todo el mundo entra en el campo de la creencia, aquellos que se
ta, sino que es aquello que en su totalidad resulta sustraído al
vuelven fetichistas salen de ese campo en lo que concierne a la
sistema preconsciente-consciente por la represión. Decir que el
perversión.
inconsciente se sustrae al sistema preconsciente no es una sim-
Jugada entre el deseo y la realidad, la Verleugnung consti-
ple diferencia de formulación, sino que marca la distancia fun-
tuye una escisión del psiquismo diversa de la que origina la re-
damental entre una concepción prefreudiana que centraría en
presión neurótica. Por una parte, no se trata de un conflicto
la iluminación del campo por parte de la conciencia el carácter
entre el yo y el ello, sino de dos tipos de defensa del yo; por otra
del inconsciente, y otra que considera la especificidad de este
parte, Freud intenta mostrar un mecanismo que alude a la ne-
inconsciente. gación de una percepción, es decir, que funciona como defensa
De modo que mi preocupación, en relación con este pacien-
frente a la realidad (sin embargo, no se trataría de una reali-
te, estaba centrada en la búsqueda de la constitución tópica dad perceptiva, sino de una teoría explicativa de los hechos, es
que me permitiera hallar los movimientos constituyentes de decir, la puesta en conjunción de la amenaza de castración con
estas escenas graficadas en el tratamiento y, antes de interpre- la comprobación de la diferencia anatómica de los sexos). En
tar los contenidos específicos, vislumbrar su ubicación meta-
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distintos momentos de su obra, Freud osciló en cuanto a consi-
_,'· psicológica. derar a la renegación como un mecanismo patológico o estruc-
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·t¡..1 turante del psiquismo, llegando incluso a soluciones de transi-
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ción en Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia ana-
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tómica entre los sexos: «O bien sobreviene el proceso que me
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El fenómeno de la ilusión gustaría llamar desmentida,3 que en la vida anímica infantil
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'\'" no es ni raro ni muy peligroso, pero que en el adulto llevaría a
.:·' En el año 1963, Octave Mannoni presentó ante la Sociedad
Francesa de Psicoanálisis un texto dedicado al problema de la
la psicosis». 4
El punto que sí está claro en la teoría, es el hecho de que la
.....: creencia. 2 En él, luego de marcar las relaciones con el pensa- Verleugnung es un mecanismo que se constituye en el proceso
'• miento mágico y el teatro, ponía de relieve el hecho de que el de reconocimiento de la diferencia anatómica de los sexos, es
término «Creencia» no figura en los índices de ninguna edición decir, en aquel que se juega en el interior del par fálico-castra-
de las obras de Freud, pese a ser un problema que la teoría psi- do, inaugurando el movimiento que da origen a la resolución
coanalítica nunca perdió de vista. Tal vez la razón de ello la da del complejo de Edipo y a la asunción del propio sexo. A su vez,
el mismo Mannoni cuando, al final de su artículo, propone dos esta escisión del psiquismo que implica debe ser resuelta por el
axiomas: «No hay creencia inconsciente», «La creencia supone reconocimiento posterior de la diferencia y el pasaje a las iden-
el soporte del otro». La creencia y sus transformaciones, así co- tificaciones secundarias resultantes. Y en el texto antes citado,
mo la Verleugnung, proponen un punto de partida, pero no po- Octave Mannoni propone: es como si la Verleugnung del falo
sibilitan el esclarecimiento del punto de llegada. La intención materno trazara el primer modelo de todos los repudios de la
del autor es mostrar el modo en que un mecanismo constitutivo realidad y constituyese el origen de todas las creencias que so-
del psiquismo - la creencia- tiene origen común con una brevienen a la desmentida de la experiencia. Es decir que el fe-
derivación que soporta una entidad patológica: la Verleugnung tichismo nos habría obligado a contemplar con perplejidad un
y el fetichismo como entidad soportada. El fetichista, a diferen- orden de hechos que a menudo pasan inadvertidos bajo formas
cia del impostor, no necesita de la credulidad del otro: este lu-
gar se encuentra ocupado por el fetiche. Después de la insti- 3 Desmentida es la forma en que la nueva edición de las Obras completas de
tución de un fetiche -dice-, el campo de la creencia se pierde Amorrortu editores traduce el concepto Verleugnung. En el Diccionario de psi-
de vista: ya no sabemos qué ha sido del problema, y se diría que coanálisis, de Laplanche y Pontalis, se ha escogido renegación para la voz es-
el propósito del fetichista es escaparle. Si con la Verleugnung pañola, correspondiente al francés déni, si bien Rosolato, por razones de conju-
gación verbal, ha elegido désaveu para el mismo término.
4 S. Freud, Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu editores, vol. XIX,
2 O. Mannoni, «Ya lo sé, pero aun así», en La otra escena. Claves de lo imagi·
1979, págs. 271-2.
nario, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1973.

169
168
cotidianas y triviales. Y recupera de este modo la preocupación la ruptura de la protección antiestímulo constituyan las ocasio-
de Freud cuando, en 1938, señalaba su desconcierto al encon- nes inmediatas de las represiones primordiales». 5
trarse en situación de no saber si lo que tenía que decir -refi- En Realidad y juego, Winnicott plantea el carácter de su
riéndose a la escisión del yo en el proceso defensivo- debía ser descubrimiento acerca del objeto transicional marcando lapa-
considerado como algo muy familiar y evidente o como algo radoja que este implica. No se trata del osito o del trozo de tela
absolutamente nuevo y asombroso. que usa el bebé, se trata de un espacio afuera-adentro, una zo-
Pero lo que nos interesa retomar para el tema que ahora de- na intermedia de experiencia entre el pulgar y el osito, entre el
sarrollamos es lo siguiente: en primer lugar, que el axioma pro- erotismo oral y la verdadera relación de objeto -Bntendida es-
puesto por Mannoni: «No hay creencia inconsciente», plantea ta como reconocimiento de una deuda, de un no-yo externo-.
la cuestión de que el mecanismo de renegación, aun cuando «Estudio, pues, la sustancia de la ilusión, lo que se permite al
pueda constituirse en un enfrentamiento con la realidad per- niño y lo que en la vida adulta es inherente al arte y la religión,
cibida, tal como hemos señalado anteriormente, no puede ser pero que se convierte en el sello de la locura cuando un adulto
pensado sino en su relación con una lógica de la castración que exige demasiado de la credulidad de los demás cuando los
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implica la existencia del proceso secundario (en la medida en obliga a aceptar una ilusión que no les es propia ... Mi enfoque
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que las oposiciones no pueden ser abordadas 」セュッ@ si tuvieran tiene que ver con la primera posesión, y con la zona intermedia
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ese carácter en el inconsciente). En segundo lugar, que para entre lo subjetivo y lo que se percibe en forma objetiva». 6
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que el yo se escinda, y lo haga en un plano de creencias, debe Winnicott ubica una zona intermedia de ilusión entre la
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ZAセN@ haberse constituido previamente y, por ende, estar instaurada madre y el niño que luego será ocupada por el objeto transicio-
1
la primera línea divisoria de la represión originaria. nal; esta zona de ilusión es el efecto de la capacidad materna de
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Ubicado así, este mecanismo plantearía su inserción tópica adaptarse a las necesidades del bebé. Se trata de la constitu-
I'' ción de una zona intermedia de experiencia generada en los in-
' en un psiquismo cuyas líneas de escisión abarcarían, por un
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lado, la represión originaria y, por otro lado, el yo mismo. De es-
tercambios establecidos en el vínculo intersubjetivo que opera
' los primeros cuidados infantiles.
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te modo, sería un movimiento intermedio en la constitución del
La propuesta es importante, intenta introducir el espacio
superyó (efecto del sepultamiento del complejo de Edipo y las
del vínculo intersubjetivo en la constitución de toda subjetivi-
identificaciones secundarias) y la separación originaria entre
dad, a la vez que dar cuenta del recubrimiento imaginario con
el yo y el ello.
el cual la cultura instaura las condiciones del adentro-afuera
Por otra parte, Freud señalaba, en Inhibición, síntoma y an-
en el marco de la relación madre-hijo. Sin embargo, en mi opi-
gustia, lo siguiente: «En otro escrito he puntualizado que la nión, Winnicott queda apresado en una cuestión teórica no elu-
mayoría de las represiones con que debemos habérnoslas en el cidada por la escuela inglesa: la reducción del vínculo materno
trabajo terapéutico son casos de esfuerzo de dar caza [Nach- al plano de la autoconservación, el no desgajamiento inicial de
drangen]. Presuponen represiones primordiales [Urverdran- la sexualidad en la constitución del psiquismo.
gungen] producidas con anterioridad, y que ejercen un influjo ¿Cómo podríamos definir a la madre suficientemente bue-
de atracción sobre la situación reciente. Es aún demasiado po- na? Generalmente, es sólo apres-coup como los psicoanalistas
co lo que se sabe acerca de esos trasfondos y grados previos de de niños nos formulamos una respuesta posible. Al encontrar-
la represión. Se corre fácilmente el peligro de sobrestimar el nos con un niño medianamente neurótico decimos: «He aquí la
papel del superyó en la represión. Por ahora no es posible de- función materna lograda». A partir de ello reconstruimos las vi-
cidir si la emergencia del superyó crea, acaso, el deslinde entre cisitudes de un vínculo. Tal vez esta es la herencia que el psico-
"esfuerzo primordial de desalojo" [Urverdrangung] y "esfuerzo análisis de adultos nos ha legado; reaparece a través de formu-
de dar caza". Como quiera que fuese, los primeros -muy in- laciones diversas, tanto de la escuela inglesa, como de las pro-
tensos- estallidos de angustia se producen antes de la diferen-
ciación del superyó. Es enteramente verosímil que factores 5 !bid., vol. XX, 1979, pág. 90.
cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la ・ク」ゥエ 。 」セ￳ョ@ y 6 D. W. Winni cott, R ealidad y juego, Buenos Aires: Granica, pág. 19.

170 171
dos. Este encuentro es necesario para el ser humano porque en
puestas ofrecidas por cierto estructuralismo lacaniano. Si nos
el presujeto se estructuran de manera cohesiva inteligencia,
hallamos frente a un fracaso en la constitución psíquica las hi-
cuerpo, corazón y lenguaje, antes de los cinco años. Es en esta
pótesis --en muchos casos- son tautológicas: una psicosis in-
edad temprana cuando se originan la articulación del deseo a
fantil puede ser puesta en la cuenta tanto del fracaso de la me-
la función simbólica y también sus trampas.
táfora paterna y su forclusión por parte de la madre, como de la
»Algunos seres humanos a quienes les han faltado los inter-
incapacidad del niño para acceder a la posición depresiva, de-
cambios simbólicos con el mundo interhumano, aunque hayan
bido al monto de envidia constitucional que determinó el ins-
sido asistidos materialmente en sus necesidades, no han podi-
tinto de muerte originario. Reconstrucción del pasado no es
do ejercer su función simbólica en lo que hace al deseo del mun-
equivalente, en nuestra opinión, a determinismo, ni biologi-
do exterior, dado que las personas nutricias que se ocupaban de
zante ni estructuralista. Reconstrucción del pasado es análisis
ellos no supieron iniciarlos en esto».7
de los movimientos históricos que dan cuenta de los pasajes de
Dolto recupera una idea princeps de Lacan: no es la satis-
las estructuras previas a las actuales, con las cuales nos topa-
facción de la necesidad en sí misma la que genera el campo del
mos. En esta misma medida es que el psicoanálisis de niños po-
intercambio interhumano, sino que esta satisfacción misma
セᄋj@ drá establecer prospectivas diagnósticas que le permitan pre-
GNセ@ ¡
está inmersa en un mundo simbólico cuyo carácter estructura
venir patologías futuras. En él, como punto de articulación pn-
セᄋ Gゥ@ la posibilidad de humanización del niño. El problema de las イ・セ@
r.1:1
• l¡¡I
vilegiado, nos encontramos jugados en el mismo movimiento
r.. (1 laciones entre el carácter engañoso del objeto del deseo y lasa-
MセLNZ@ : que, a la vez que resignifica el pasado, aborda la constitución
GセZ@ tisfacción de necesidades abre una dicotomía fundamental en
L:'" . 1
jセZ@
de la estructura futura. La prospectiva siempre forma parte de
la 」ッューイ・ョセゥ￳@ del campo de la ilusión. Si el objeto transicional
!NMセZ@ セ@ las miras de un psicoanálisis de niños. De ahí la necesidad de
funciona es justamente porque lo que recupera del vínculo con
" tener en cuenta las condiciones peculiares de constitución del
'
t'. la madre son restos de realidad -un olor compartido, cierta
psiquismo infantil, para poder operar en esta dirección.
textura-, pero se mantiene un peligroso equilibrio que da
セᄋ@
Por ello, volviendo al comienzo con el cual introduje la pri-
•t cuenta a su vez del equilibrio psíquico del niño entre realidad y
mera consulta de Isaac, debo señalar que me inquietó desde los
'• primeros momentos la situación de la escena relatada, aquella
fantasía. He visto niños muy enfermos cuyo objeto transicional
-si es que consideramos correcto mantener esta denomina-
en la cual el niño compartió con su hermano el campo de la ilu-
ción- es un fragment<J directo del cuerpo materno: el camisón
sión que los abarcaba, y la relación que ello tenía con un sínto-
de la madre, por ejemplo. En un caso de perturbación grave del
ma aparecido en los meses posteriores a la llegada a México, a
simbolismo, fui consultada respecto de un niño que no había
saber, el hecho de que Isaac se había vuelto «mentiroso», según
utilizado nunca otro objeto que no fuera el biberón, con el cual
sus seres cercanos.
se dormía succionando en el vacío y al cual conservaba abraza-
Recordé un artículo de Frarn;oise Dolto: «Aujeu du désir les
do toda la noche.
dés sont pipés et les cartes truquées» (En el juego del deseo los
La pregunta es formulada por Lacan en el seminario de
dados están cargados y las cartas marcadas). ¿Qué es un lac-
«Las formaciones del inconsciente»: 8 supongamos que el objeto
tante?, pregunta Dolto: un presujeto que alucina un seno, pre-
aparezca para satisfacer la necesidad, justo en el momento
objeto u objeto parcial. «Hablo más bien del comienzo de la vi-
oportuno: ¿qué es lo que permitiría distinguir la realidad de la
da, porque es allí donde vemos cómo obligatoriamente los da-
alucinación? Si originalmente la alucinación y el deseo satisfe-
dos están cargados, como digo; es decir que para conservar una
cho son indiscernibles, cuanto más satisfactoria sea la reali-
salud psicosomática, un tono psicosomático, a partir del cual
dad, menos constituye una prueba de realidad. Y si esto es así,
continuar viviendo fisiológicamente, el ser humano, por el he-
agreguemos, es porque aquella de la satisfacción y aquella de
cho de estar dotado de función simbólica, interioriza el código
de su relación con el otro, se ama a sí mismo como es amado por
otro; hay en él un deseo fundamental de reencontrar en sus 7F. Dolto, Au jeu du désir, París: Seuil, pág. 279.
percepciones algo que le recuerde la última relación de placer 8 J.Lacan, Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires: Nueva Visión,
con él-otro, él-su madre no hacen sino uno, por deseos acorda- 1970.

172 173
la alucinación son dos órdenes de realidades diversas. La satis- Tal figuración, que aboliría las contradicciones e incoherencias
facción de necesidades es absolutamente resoluble, la alucina- tal vez insuperables, ¿no corre el riesgo de un modo sutil de ra-
ción se estructura a partir de la huella inalcanzable del objeto cionalización? 10
perdido (objeto sexual desde el origen). Es en estos términos co- Relación yo-cuerpd y su desenvolvimiento en el espacio, ins-
mo he propuesto repensar el concepto de «voracidad» empleado tauración de este espacio determinado por las coordenadas que
por Melanie Klein para marcar la imposibilidad radical de la se constituyen entre el cuerpo propio y el del semejante, entre
satisfacción plena. el yo y el otro, son algunos de los problemas que propongo para
El vínculo materno es engañoso de entrada porque en lasa- su examen.
tisfacción de necesidad introduce el orden sexual, por el cual
humaniza al cachorro. Y Lacan produce una revolución en el La constitución del yo debe estar sostenida en un sistema de
psicoanálisis contemporáneo cuando teoriza la tripartición de creencias que el semejante soporta acerca del sujeto que es el
los registros que, si bien no pueden de ninguna manera reem- niño en constitución. Cuando Isaac supone que el hermano tie-
plazar a la tópica freudiana, inauguran una posibilidad de pen- ne hambre, no hace sino reproducir la función materna consti-
セス@ sar las condiciones de recubrimiento de lo real, es decir, los orí- tuyente del vínculo soporte de la creencia. Pero cuando, a par-
.,.r セ@ genes de la humanización. tir del calentamiento imaginario de la leche en la hornalla apa-
C.·•'\
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Volvamos ahora al punto del cual partimos. Si para que ha- gada, ante el hermano que espera, supone que su acción puede
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r.:ot. ya creencia tiene que haber yo, mientras que el deseo incons- anular la percepción del biberón frío en el semejante, tal vez
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ciente se realiza en el modo alucinatorio, la creencia implica el nos encontramos en pleno terreno de la Verleugnung. Mientras
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modo de pensamiento del proceso secundario, funciona con una una parte de S.Í mismo realiza el ritual ilusorio en el cual el otro
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. .. , lógica que incluye al semejante y se diferencia en ello, tal vez, cree, otra parte de sí mismo cree a su vez, y el biberón frío no
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de la convicción delirante, conforme lo señala Winnicott: pero, funciona como presunta prueba de realidad que posibilite la
¿no estamos hablando de la función misma del yo?, ¿no es el yo desmentida. Al igual que en el fetichista, el ritual ha anulado,
"•
,. un sistema de creencias con respecto al sujeto y a los vínculos
de este sujeto con el mundo? Entendida de esta forma, la creen-
sostenido por una teoría, la percepción puesta en juego por la
realidad.
cia sería el modo fundamental con el cual la realidad se recu- Si Freud partió de la castración materna para analizar el
セ@ l bre, realidad dispersa y desorganizada antes de la constitución mecanismo de la Verleugnung y, en relación con ello, la escisión
1
del yo, el cual, por medio de los procesos descriptos por Freud del yo como movimiento concomitante en el psiquismo, tal vez
como de ligazón e inhibición del estímulo, constituiría no sólo el tema al cual nos vamos aproximando tenga que ver con los
la sede de la creencia, sino que el sistema de creencias mismo efectos intrasubjetivos de un movimiento intersubjetivo que
sería el yo. marca el primer momento diferenciador entre el sujeto y el
Tal vez, dice Laplanche en el seminario sobre la angustia, semejante.
no hay tópica sino con relación a un yo . . . Tal vez toda tópica He dejado de lado la cuestión del yo como organismo vi-
está ligada a lo imaginario, es decir, a la forma en que un yo se viente, para referirme exclusivamente al yo en el sentido psico-
figura (se figure étre), se figura ser. 9 Podría también pensarse, analítico, es decir, como una formación particular en el interior
figura-ser, o sea, logra un espacio representacional figurativo del aparato, catectizada por la energía del mismo. Al hablar de
como un todo, como el todo. Y en nota al pie agrega: por seduc- catectización se presenta la siguiente cuestión: ¿es el yo quien
tora que sea, una tópica que apele a una geometría trascenden- catectiza a este aparato tomando del narcisismo originario la
te, no euclidiana, se enfrenta con la objeción de legitimidad: si fuente que lo constituye, o la catectización del yo es, por el con-
el espacio psíquico tiene su prototipo en el espacio imaginario, trario, el efecto de una transformación de la energía pulsional
el del cuerpo, ¿puede apelar, para figurarlo, a lo inimaginable? en energía ligada que, una vez organizada en esta tópica par-
ticular, comienza a funcionar como contracarga del inconscien-
9 J. La plan che, L'angoisse. Problématiques I, París: PUF, 1980. La ang ustia ,
Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988. 10 !bid., pág. 233.

174 175
te? (Tema al cual ya me he referido en el capítulo en el que Yo, órgano de desconocimiento, aparato para el cual el em-
abordo la constitución de la inteligencia.) bate instintivo será un peligro, opuesto a aquello que perdido
Esta podría ser una cuestión absurdamente planteada, si para siempre sólo tocará asintóticamente el devenir del sujeto.
no fuera porque se ha confundido la fuente catéctica del apara- «La función del estadio del espejo se nos asevera entonces
to psíquico con la fuente del narcisismo originario. A ello me re- como un caso particular de la función de la imago, que es la de
feriré ahora. establecer una relación del organismo con su realidad; o, como
Señalemos el valor del aporte de Lacan respecto del esclare- se ha dicho, del lnnenwelt con el Umwelt». 13
cimiento que implica la reubicación del yo en relación con el Relación con la realidad que no es inmediata, sino constitui-
narcisismo, y la apertura a que impulsa el concepto de especu- da por la interposición del semejante, de la imago constituyen-
laridad para la comprensión de los fenómenos constitutivos del te del sujeto. Si esta imagen es a la vez el umbral del mundo
sujeto psíquico. En el seminario nº II decía: «Toda la dialéctica visible, es decir estructurante de la percepción, es debido a que
que les he dado a título de ejemplo bajo el nombre de estadio del el ojo unifica un campo despedazado desde la cenestia. Es la
espejo está fundada sobre la relación entre, por un lado, un guestalt pregnante, constituyente del yo, la envoltura imagi-
,,j cierto nivel de tendencias, experimentadas -digamos por aho- naria que viene a recubrir esta fragmentación.
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....,··....' ra, en determinado momento de la vida- como desconectadas, A partir de ello, Lacan va a denominar narcisismo origina-
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discordantes, fragmentadas -y de lo cual siempre resta al- rio la carga libidinal propia de este momento de constitución de
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go-, y por otro lado, una unidad con la cual se confunde y se la imagen especular, y en este sentido su aporte es decisivo. In-
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empareja. Esta unidad es aquello en lo cual el sujeto se conoce troduce una apertura al suspenso en que queda la teoría de la
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por primera vez como unidad, pero como unidad alienada, vir- constitución del yo cuando Freud plantea, en «Introducción del
" tual. Ella no participa de los caracteres de inercia del fenómeno narcisismo», el pasaje del autoerotismo a la libido del yo y de
l consciente bajo su forma primitiva, tiene por el contrario una ahí a la libido de objeto, por interposición de este acto único que
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relación vital, o contra-vital, con el sujeto». 11 instaura una instancia catectizada representante del sujeto .
,,
1
Unidad alienada y virtual -relacionada con el esquema Sin embargo, el problema aparece (y marcamos nuestra di-
óptico, con el lugar de la mirada en el campo del sujeto- posi- vergencia) cuando se ubica el estadio del espejo como paradig-
bilitadora de una unidad más constituyente que constituida, ma del primer tiempo del Edipo. En el seminario de «Las for-
relación contra-vital con el sujeto. maciones del inconsciente» dice: «.. .la metáfora paterna actúa
Relación contra-vital porque, como Lacan mismo propone en sí por cuanto la primacía del falo es instaurada en el orden
en El estadio del espejo: «Este momento que hace bascular deci- de la cultura... En este primer tiempo el niño trata de identifi-
sivamente todo el saber humano en la mediatización por el de- carse con lo que es el objeto del deseo de la madre: es el deseo
seo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abs- del deseo de la madre y no solamente de su contacto, de sus cui-
tracta por la concurrencia del semejante, y hace del yo [je] este dados; pero hay en la madre algo más que la satisfacción del
aparato para el cual todo embate instintivo constituirá un pe- deseo del niño; detrás de ella se perfila todo ese orden simbóli-
ligro, aun cuando responda a una maduración natural; y la co, el falo. Por eso el niño está en una relación de espejismo: lee
normalización misma de esta maduración dependerá desde en- la satisfacción de sus deseos en el movimiento esbozado del
tonces en el hombre de un intermediario [truchement] cultural: ·otro; no es tanto sujeto como sujetado, lo que puede engendrar
como se ve al objeto sexual en el complejo de Edipo». 12 una angustia cuyos efectos hemos seguido en el pequeño Hans,
tanto más sujetado a su madre en la medida en que él encarna
11
J. Lacan, Le séminaire, libro II: Le moi dans la théorie de Freud et dans la su falo». 14
technique de la psychanalyse, París: Seuil, 1978, pág. 66. Podemos hacer algunas observaciones sobre esto. En pri-
12
J. Lacan, Ecrits, op. cit., pág. 98. Dejamos la palabra francesa truchement mer lugar, que si el estadio del espejo viene a instaurar la ma-
porque creemos que no hay una voz castellana que permita la riqueza poli-
sémica que pone en juego en el discurso de Lacan. Truchement es a la vez in-
13 !bid., pág. 96.
térprete, persona que habla en el lugar de otra expresando su pensamiento;
14 J. Laca n, Las formaciones del inconsciente, op. cit.
representante, porta-palabra (porte-parole), intermediario (cf. el Petit Robert).

176 177
triz simbólica en la cual el yo se constituye, su función no es la centralmente reprimido. El yo, ¡:orno estructura privilegiada de
de precipitar de la insuficiencia a la anticipación, sino la de ob- la contracarga del preconsciente, no puede sino formar parte
turar el carácter despedazante que el autoerotismo tiene en la de lo que reprime (aun cuando guarde siempre los rastros de lo
constitución del sujeto psíquico. Este es un aspecto en el cual reprimido, como el concepto mismo de contracarga implica). De
discrepamos con Lacan. El carácter fundamental del vínculo manera que el narcisismo no puede ser lo originario del sujeto.
materno en los orígenes no es, desde nuestra perspectiva, la Hay, sí, un narcisismo originario, como Freud postuló, que pue-
unificación del cuerpo infantil, sino su despedazamiento libidi- de dar razón del narcisismo secundario y que posibilita hoy,
nal. Esto quiere decir que la constitución de las zonas eróge- gracias al aporte de Lacan, ser entendido como ese momento
nas, marcadas por el cuidado excitante al cual el bebé es so- estructurante del yo y efecto de la circulación fálica del niño en
metido como objeto pasivo del sujeto activo que lo pulsa, intro- el interior de la estructura del Edipo, pero siempre posterior al
duce en el cuerpo los espacios de discordancia que marcan la autoerotismo. Tenemos aquí la función libidinizante de lama-
impronta de la sexualidad. dre que constituye, por un lado, la seducción inicial que instau-
La madre, como todo sujeto psíquico, está constituida por ra la sexualidad polimorfo-perversa en el niño y, por otro, desde
"j
I
1..
las confrontaciones intrasubjetivas de una escisión tópica que el narcisismo, la sexualidad ligada obturadora de este polimor-
f:::
.,. le permite ver al niño como sujeto humano, o 'sea unificada- fismo compartido (podríamos decir: el amor).
(.,·· ·;
mente, a la vez que introducir brutalmente esta sexualización Reubicar el primer tiempo del Edipo propuesto por Lacan
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ti(' a la cual nos hemos referido ya en otras ocasiones y que, si- abre así una perspectiva para la comprensión del carácter be-
.,
t:1::
guiendo a Laplanche, hemos ubicado en el marco de la teoría néfico de la función materna: irrumpe brutalmente en el niño a
セG[Z@
traumática de la seducción originaria. El narcisismo materno partir del mo.vimiento libidinizante seductor a que lo somete
'·I' es, entonces, al igual que posteriormente el yo del niño, el ob- con su cuidado, a la vez que brinda las posibilidades de ligazón
"
1 turador de la vida pulsional anárquica de los orígenes. Pero libidinal mediante la procuración de una imagen identificado-
aquello que está presente en la madre en el momento del naci- ra, tal como el estadio del espejo nos lo ha permitido entender.
::.•

..' miento del hijo, no está en el hijo en el mismo momento. Esto


tiene que ver con la diferencia que pretendemos establecer con
Cuerpo fragmentado libidinalmente y a la vez unificación ima-
ginaria, cuerpo del autoerotismo infantil y, en un segundo
una teoría estructuralista, desde la cual sería imposible dife- tiempo, cuando el yo se constituya, angustia de fragmentación
renciar lo que se encuentra en la estructura, en el momento en a la cual el Sujeto queda sometido para siempre debido al em-
el cual el sujeto se ve insertado en esta, y las condiciones de bate constante de la pulsión sexual.
aprehensión de los elementos de ella por parte de este sujeto. No es, pues, el soma lo que marca las líneas de escisión del
Recuperando entonces el autoerotismo originario, podría- cuerpo fragmentado, sino la sexualidad anárquica de los orí-
mos señalar que el narcisismo que caracteriza el estadio del es- genes. El yo no aparece, por lo tanto, contrapuesto en una línea
pejo se basa en el desfasaje, en el recubrimiento encubridor de cultura versus naturaleza, sino en el interior de la cultura
tanto de la carencia materna (la cual, si es resignificada, como que constituye al sujeto sexuado como uno de los polos de un
Freud mismo proponía en «Sobre las trasposiciones de la pul- conflicto enfrentado a otro. La pulsión es un producto de cultu-
sión, en particular del erotismo anal», como castración, no hace ra (de la represión y la sexualidad materna pulsante) en el ni-
sino resignificar todas las frustraciones libidinales previas a ño, tanto como lo es el yo narcisista instaurado constituyendo
las que ha sido expuesta), y que «proyecta» en el niño -para la tópica del aparato psíquico.
usar una terminología adecuada propuesta por Melanie Klein- Retomamos, entonces, la teoría de la especularidad como
en la instauración de la oralidad y la analidad, como del polimor- constitutiva del narcisismo originario, ubicándola en un se-
fismo perverso infantil que resulta del establecimiento de los gundo tiempo de la constitución del aparato psíquico, relacio-
vínculos primitivos a los que el niño es sometido. nada con la instauración de una tópica del yo que en el movi-
Hay otra razón teórica para plantear las cosas desde esta miento que impone funda al mismo tiempo el inconsciente y
perspectiva. Si el yo es un síntoma, una estructura defensiva abre las posibilidades para los fantasmas del cuerpo despeda-
por excelencia, es un contrasentido ubicar el narcisismo como zado. Pero así como hemos dicho que la transformación en lo

178 179
contrario y la vuelta sobre sí mismo son precursores de la re- darme adentro mío. ¿Volverme loco es no poder escuchar?
presión originaria, podríamos ubicar ahora la escisión del yo Cuando la maestra pide algo no la oigo. Después, cuando me
como un movimiento precursor de la apertura a las identifica- pregunta por qué no lo hice me da miedo, miedo porque no OÍ».
ciones secundarias, y de la represión secundaria. ¿Y por qué só- Interpreté: «Conmigo tal vez pase lo mismo. Necesitas oírme
lo podrá producirse esta escisión, anterior a la constitución del para entender, para no quedar encerrado, pero temes perderte,
superyó, en relación con el movimiento de la castración y el re- no saber quién soy yo y quién eres tú ... como esposarte a mÍ».
conocimiento de la diferencia anatómica de los sexos? En ese momento le pedí que pusiera su mano con el dorso
Proponemos la siguiente alternativa: la escisión del yo en el hacia arriba. La toqué con mi dedo. Dije: «Mi dedo está más frío
proceso defensivo, con la consiguiente instauración de la "\kr- que tu mano, ¿puedes sentirlo?». «SÍ» -respondió--. Agregué:
leugnung, no es sino la primera caída del sistema universal de «Lo sientes porque con tu mano sientes mi dedo, sientes lo que
creencias que el niño posee en la primera infancia: posesión ab- pasa afuera, estás en contacto con mi dedo, pero lo haces con tu
soluta de la madre, identidad total con el semejante, premisa mano, desde adentro tuyo». «¿Quieres decir que mi piel es mi
universal del falo. En este sentido, sufre el mismo destino que límite?», preguntó. Respondí: «Tu piel y tu cabeza, con la cual
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los mecanismos anteriormente descriptos. No desaparece lisa y estás pensando que estás conmigo, pero sabiendo que yo toco tu
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llanamente, sino que encuentra un lugar que consolida en el
sujeto psíquico -si se resuelve favorablemente- las posibili-
mano con mi dedo sin que mi dedo sea parte de tu mano». «Mi
cabeza -dijo- es como el aparato de electricidad que construí.
."
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111
dades de la creencia y la duda que lo apartan de la convicción Tal vez por eso no puedo conectarlo. Tengo miedo de que fun-
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delirante. Si quisiéramos retomar los tiempos del Edipo pro- cione, tal vez los cables estén enredados como mi cabeza... ».
....:-. '
puesto por Lacan, esta formación sería el movimiento corres- En la representación del otro que va encadenado a sí mis-
セMZ@ pondiente al segundo tiempo del Edipo, aquel en el cual la mo, Isaac me presenta la constitución del doble imaginario. Sin
prohibición paterna ocupa su lugar de separador del hijo de la embargo, a diferencia del psicótico, el doble no es alucinado, si-
madre e instaura las condiciones de acceso al tercer tiempo, en no sentido como una parte de sí mismo. Cuando miente busca
セᄋ@
1 el cual se constituyen las instancias superyoicas (ideal del yo y en el otro la corroboración de la creencia que estructura, sin
conciencia moral) como residuos del Edipo. embargo, intrasubjetivamente. Por eso las dos escenas quemo-
Pero, ¿qué ocurre si este pasaje no se produce? Al poco tiem- tivaron mi pregunta inicial pueden encontrar una respuesta a
po de tratamiento, Isaac llegó un día a sesión y se quedó en si- través de esta hipótesis: no se trata de dos escenas diversas en
lencio unos minutos. Tomó su cuaderno y dibujó una carretera el tiempo, como el recuerdo histérico pone en juego, sino de una
al lado de un campo; en ese campo un enorme cartel sostenido modalidad estructural que indica que en una misma instancia
por parantes, como los que se encuentran a veces con anuncios. coexisten dos modos de funcionamiento. Como dijimos, se re-
En el cartel se veía un pedazo de cara: ojos, nariz, boca, ocupa- fracta la imagen despedazada que se constituye al mismo tiem-
ban todo el espacio (dibujo 5). Dijo: «Los automovilistas se po en otro lugar sin que la primera alcance a estar reprimida.
asustan y tienen accidentes. El cartel está para cuidarlos, pero Podríamos graficar así la tópica con que nos enfrentamos:
hace desastres». Miró de nuevo su dibujo y agregó: «¿Crees que
hay algo que funciona mal en mi cabeza?, ¿crees que puedo vol-
__,_
Fractura en la rep. originaria
1 / - - ........

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verme loco?». Respondí: «Tal vez sientes tu cabeza como ese
cartel: no sabes si sirve para protegerte y entender o si al em- セ@セ@ 'Xx
' Fractura en el
límite con lo real
pezar a andar te va a enloquecer». Repuso: «Puede ser por eso ' YO '
que no puedo pensar, tengo miedo de que piense sola y se vaya セd・ウエN@ セ@
1
a otro lado». «¿A dónde?», pregunté. Isaac: «A veces siento que INC.
llevo a otro igual a mí esposado a mi lado. No puedo soltarlo ...
algo se rompe». Agregué: «Es como si tuvieras miedo de perder-
te afuera de ti mismo. Como si tuvieras que transformar tu piel
en coraza para conservar un límite». Isaac: «Me da miedo que- -
180 181
A partir de la historia del paciente podemos encontrar algu- pueda ser pensado en relación con una entidad psicopatológica
nos elementos para entender por qué no se ha producido el pa- descripta por Masud Khan en el coloquio de psicoanalistas de
saje que permitiera consolidar las instancias superyoicas, al lengua inglesa realizado en Londres en 1970. 15 En él este
mismo tiempo que el niño quedó sometido a un movimiento de autor aludía a una estructura en la cual el yo del niño ha crea-
no resolución del narcisismo originario y de esta manera -pa- do una organización intrapsíquica de la misma naturaleza que
radójicamente- el yo no encontró un lugar definitivo en la tó- la neurosis infantil, que es una falsa organización del sel{, y
pica de su aparato psíquico. Durante los primeros tiempos de que, en consecuencia, lo llevará a organizar un modo de vida
su vida --desde aproximadamente el año hasta los tres años- clivado y rígido y a una utilización defensiva de los instintos
el padre estuvo ausente por causa del servicio militar, lo cual pregenitales, al mismo tiempo que a un funcionamiento men-
había permitido a Isaac permanecer solo con la madre, quien, tal arcaico. El yo del niño --dice Masud Khan- ha dominado,
por otra parte, sentía que ambos se pertenecían absoluta- prematura y precozmente, los traumatismos de la primera
mente. Había hecho un desarrollo precozmente maduro -tal infancia mediante la omnipotencia, creando esta estructura
vez seudomaduro- con adquisiciones muy tempranas y una que es el falso sel{.
.. ¡
,., l necesidad permanentemente estimulada de crecimiento acele- «En mi experiencia clínica -agrega- he comprobado que,
¡· セ@ rado. Al año de volver el padre, cuando la madre se embarazó en esos casos de estructuración rígida, prematurada de objetos
''!•
\.·•:
,,, ''H del más pequeño, Isaac asumió de entrada el rol paterno, cola- primarios internalizados y fantasmas, hay una actitud negati-
.,.,
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セi@
boró en todo lo que pudo y se hizo cargo, a partir del nacimien-
to, de cuidados no correspondientes para su edad. No manifes-
va respecto de toda experiencia o relación de objeto nueva. De
tal manera que en el curso de la adolescencia estas personas
1 tó celos en ningún momento, y su actitud responsable conmo- realizan poca.s experiencias que las abran o las enriquezcan, y
..... " vía profundamente a los adultos que lo rodeaban, ya que era un viven en un mundo cerrado o irreal, de su propia fabricación .
! niño inteligente que «sabía darse un lugar». Tal vez este sea el Lo que las aliena, no sólo de los otros, sino de sí mismas». 16
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origen de todo: el lugar que se dio no fue nunca un lugar para sí Desde nuestro punto de vista, la omnipotencia mediante la
• mismo, y lo que podrían ser identificaciones, en apariencia, se- cual el niño domina los traumatismos de la primera infancia no
cundarias, no dejaron nunca de ser primarias y masivas, sin es, sin embargo, patrimonio de las estructuras que desembo-
que hubiera pasado por los conflictos de rivalidad y celos edí- can en la constitución de un seudo sel{. Sí es característica de
picos propios de la edad. un momento de la constitución del yo narcisista, y sólo se re-
Creció así en una cáscara, un interior desgarrado encapsu- pliega a partir de la instauración del superyó. De ahí que en la
lado en una envoltura rigidizada, que hizo eclosión cuando, en hipótesis que estamos desarrollando propongamos que al cliva-
el momento de su migración, se produjo un retorno del pasado je originario que organiza dos campos -el del ello y el del yo, o
sobre el presente y las pérdidas precoces revivieron. Actuó así el del inconsciente y el preconsciente-, deba luego seguirse la
ambos aspectos de su estructura en lo manifiesto: el encapsula- constitución de las instancias ideales para que el yo encuentre
miento del interior se convirtió en encapsulamiento global ha- una posición intrapsíquica definitiva. Si esto no ocurre el peli-
cia el mundo, y las breves conexiones establecidas con el exte- gro es inminente, debido a que el embate pulsional lo acosa per-
rior tomaron el carácter querulante y explosivo que en sus des- manentemente y las instancias protectoras que deberían po-
bordes de angustia propiciaban el pasaje al acto inmediato. nerse al servicio de la defensa no pueden ejercer su función y,
Envuelto en una piel que le quedaba grande, los techos al- paradójicamente, ese yo narcisista omnipotente queda sumer-
. tos simbolizaban para él la marca de su pequeñez y el riesgo de gido en su propia fragilidad para hacerle frente. En el caso de
la locura. Si la tópica que hemos dibujado se caracteriza por nuestro paciente, el encapsulamiento que Masud Khan descri-
una zona de fractura de la represión originaria y, a partir de biría como patrimonio del seudo sel{ no es sino una medida
ello, con lo real, Isaac había estado protegido en el interior de sí
mismo durante años.
15 M. Khan, «La névrose infantile fausse organisation du se}f,., en La psy-
Es posible que el caso clínico que describimos y del cual sa- chiatrie de l'enfant, vol. 15, 1972.
camos las conclusiones teóricas que nos parecen pertinentes 16 !bid., pág. 33.

182 183
protectora extrema frente a los peligros de desintegración 8. Del lado de la madre
constante al cual se halla expuesto.
Por supuesto, no compartimos la propuesta teórica de un
seudo sel{ como una formación opuesta a un sel{ verdadero, pe-
ro nos parece que la posibilidad de estructuración de una
instancia definida por su posición tópica entre el ello y el super-
yó es garantía de la neurosis infantil; en ello radica la diferen-
cia entre la permanencia del moi y las posibilidades de varia-
ción en el plano del discurso, aquello que Lacan ha llamado je. En el interior de ese verdadero baquet -feliz imagen que
Las variaciones de los enunciados acerca del sujeto sólo son po- ha encontrado Laplanche para denominar al campo analíti-
sibles en la medida en que esta enunciación no ponga en riesgo co- la centrifugación del discurso produce un precipitado, de
de naufragio al yo (moi). De ahí que el yo (je), tal como se nos que el amor y el odio impregnan todos sus movimientos. En tal
presenta en la experiencia psicoanalítica, debe ser considerado sentido, el psicoanálisis es siempre psicoanálisis del niño que el
•. j como lo que es: fragmentos de discurso que el sujeto emite acer- adulto sostiene en el diván. La transferencia no es sólo un es-
I<
セZス@ ca de sí mismo, pero que en su desmantelamiento y correlación pacio donde se recrean imagos infantiles; también es un lugar
VI
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simbólica permiten la permanencia de un núcleo estable que de surgimiento de nuevas posibilidades. Nunca un vínculo ha
.."'
be

j,tt:
marca un lugar intrapsíquico representacional de la totalidad
imaginaria que constituye .
ofrecido al sujeto la oportunidad de «decir todo»; nunca ha sido
escuchado más atentamente por nadie. Paradoja del psicoaná-
El yo (moi), entonces, imaginario, alienado, especularmente lisis: un lugar donde sólo ocuparse de sí mismo, y un lugar don-
セ|GN@ constituido, es no sólo una matriz simbólica, sino también la de se descubre, a la vez, que ese sí mismo es otros. Un lugar
1' garantía de permanencia en la neurosis mientras el incons- donde el tiempo está estrictamente pautado y, sin embargo, un
ciente se devela. lugar donde se recrean todos los tiempos. Un verdaderoAleph,
usando la imagen borgiana, punto del infinito donde se organi-
zan todos los espacios, todos los tiempos.
En ese lugar, entrecruzamiento de todos los tiempos y todos
los espacios, las madres de nuestros pacientes acuden a consul-
ta. Más allá de su distancia protectora o de su simpatía temero-
sa iniciales, la angustia sostiene siempre el tono de un primer
encuentro. La acogida benevolente permite que el discurso se
derrame en el consultorio y el diálogo analítico establezca el
puente que posibilite restituir los nexos perdidos.
En ese punto, articulación de la historia de la madre en tan-
to hija y de la instauración de una estructura en la cual se ge-
neran nuevas reservas libidinales, Helena, de 27 años, comien-
za un tratamiento psicoanalítico hablándome de las dificulta-
des para criar a su primera hija.
«Cuando nació Margarita, mi marido traía a su hija a casa
los fines de semana y yo no podía soportarlo ... Ya durante el
embarazo sentí que mi marido se iba convirtiendo en alguien
hostil, sentía que quería adueñarse de mi cuerpo y de mi perso-
na ... que él se creía con derecho a decidir el momento y la si-
tuación de parto, el dónde y el cómo. Yo quería hacer mi volun-
tad, no permitir que él participara. No entiendo cómo puedo ser

184 185
me desconoce, me odia evitando sentir el dolor de separarse.)
tan contradictoria, siento que la niña es exclusivamente mía, y «Sí, a veces me ha sucedido que conozco a alguien y se da una
por otro lado siento que Esteban es el único responsable de mi buena relación y después me retraigo y me alejo totalmente .. .
maternidad. Es gracioso: cuando de niños nos portábamos Siento como que es la primera vez que la veo» (como otra, como
bien, mi padre decía "mis hijos hicieron esto o lo otro"; cuando ajena a sí misma), «la veo con mucha indiferencia... Es como
nos portábamos mal, le decía a mi madre "tus hijos han hecho una manera de adelantarme, siempre siento que los demás me
esto o lo otro . ..".Es como si Margarita me devolviera una ima- pueden abandonar. Es como si en una relación, al romperse
gen tan completa, tan perfecta de mí misma, que no soporto una cierta distancia que me conviene, el otro se convirtiera en
verla mala ... Mi madre siempre estuvo ausente, aunque físi- alguien peligroso. Y usted es una mujer mayor, las mujeres ma-
camente presente; estaba en la casa, pero tocando el piano o le- yores son peligrosas ... Lo que siento con Margarita es que ella
yendo; siempre ha sido ambivalente, incluso con mi hija. Le ha- no me va a abandonar a mí. El problema es la demasiada cerca-
ce saquitos tejidos, pero siempre le quedan grandes o chicos, le nía ... pero con usted el miedo es que me abandone a mí ... Us-
pone sólo dos botones cuando necesitan cuatro, la carga en bra- ted es adulta y ella es niña, usted es más peligrosa que ella.
zos, pero mal, al punto que acabo por no dársela. Mi padre es Con mi otro analista me hablaba de tú. Con usted no es que no
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más honesto, se niega a ver a la niña, pero abiertamente; dice sienta confianza, es algo raro lo que siento aquí -se señala el
,.
••¡,
セ@ que a él "los bebés le dan miedo porque se pueden romper, por- pecho-. Siempre me llamó la atención que mi papá habla de
..... ..
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que son frágiles, lo horrorizan ... ".A mí me parece bien que lo "usted" a los amigos, mi papá no puede hablar de tú». (El tú
diga así, al menos es sincero, pone sus conflictos por delante, no aparece como una forma de cercanía y anulación de las diferen-
le hace sentir a uno que sea problema de uno . .. cias. Sólo hay una madre cercana cuando esta madre es parte
11-·
»Oiga, ¿usted no será de esos analistas que no hablan, no?» de ella, cuando no hay separación entre ella y el otro, separa-
..
i\' セ@
(como si temiera que la deje sola nuevamente, con sus cosas, co- ción temida que remite al padre como símbolo de toda separa-
mo la madre, y esté sólo físicamente acompañándola). ción. La distancia entre una sesión y otra es una forma de rup-
セ@
Tres días más tarde: «Es como si el tiempo no existiera . . . tura de la simbiosis imaginaria en la cual está instalada con-
1 cuando me separo de alguien ya no existe . .. Pensaba en Mar- migo. Yo soy peligrosa cuando soy ajena, diferente, adulta.)
garita, ella no tiene noción del tiempo, entonces no sabe si voy Sesión siguiente: «Tengo la sensación de ser un barril sin
a volver... Creo que no existe alguien cuando no está. El vier- fondo que no es posible llenar. Estaba pensando que Margarita
nes tuve miedo de que terminara la sesión. Ayer volví y la vi llo- ya empieza a prescindir de mí y el pecho ya no es tan importan-
rando ... cuando la levanté no me miraba ... estaba con la mi- te ... Yo como compulsivamente, quisiera encontrar tranquili-
rada perdida... creo que es como si cuando yo la dejo desapare- dad en la comida ... Como si me pasara como a Margarita, el
ciera... La besé y la besé ... necesitaba que me sintiera ahí. .. pecho ya es sólo un tranquilizante para ella, ya puede vivir sin
Tenía miedo de que me odie. Siempre sentí a mi mamá ausen- el pecho, y yo no puedo encontrar otra forma de gratificación . ..
te. Desde que tengo memoria, porque no recuerdo a mamá nada puede calmarme ... » (largo silencio). «Es como que todo
cuando yo era chica, no me la puedo imaginar. Mi mamá no se refiere a mi relación con mamá ... como que no sé si me sen-
quería estar en México cuando nació Margarita. No quería te- tía cuando era pequeña como me siento ahora ... como que ca-
ner ninguna obligación de estar conmigo. Para mi mamá es co- da vez siento que Margarita tiene menos que ver en todo es-
mo si Margarita todavía no estuviera. El otro día pensé que to ... Estoy mareada, como si me alejara, siento necesidad de
mamá nunca deseó tener un hijo ... pensé que no debía pensar girar y alejarme ... algo me jala hacia allá, hacia la calle. Me
· así, en bloque. Como que siempre me quiero unir a mis herma- siento peor de que Margarita no tenga nada que ver. Todo el
nos para no sentir feo ... pero no puedo profundizar. Ella fue problema es mío ... ¡Ay! ya pasó. Las cosas pasan a través de
así conmigo... ». mí y permanezco vacía». (Tampoco mis interpretaciones le sir-
En la sesión siguiente: «Siento que no tengo nada que de- ven, vienen de un pecho extraño, de una madre ajena.) «Ahora
cir... Como si la última vez que vine hubiera sido hace años ... la comida pasa a través de mí, pero no me llena. Es como si
me siento como muy alejada de usted, como si usted fuera cual- fuera una silueta, sin nada adentro ... y ahora me siento chi-
quier gente». (Lo mismo que teme que se produzca en la hija:

187
186
quita, chiquita, como si el diván fuera muy grande. Mis manos labras como manos con las cuales anula la existencia del seme-
son muy grandes y mis brazos chiquitos y delgados. Como si no jante. Las reengolfa en su cuerpo, evita el peligro y la amenaza
estuviera aquí ... Manos de mi mamá, con las manos se agarra, de quedar sometida a mis cuidados maternos. En ese proceso
pero me imagino las manos como inactivas, casi muertas, sien- puede, también, disminuir su vacío, comenzar a desprenderse
to náuseas. Mi mamá nunca ha resistido el contacto afectivo, de esa hija por la cual, si no es plenamente amada, será plena-
nos tenía prohibido tocarle la cara . .. Yo quisiera haber sido co- mente odiada.
mo Margarita, poder tocar. Hubiera querido tener una mamá Al cabo de esos seis meses interrumpe bruscamente el aná-
que se dejara tocar, y que me tocara ... Es que mamá era como lisis; su marido ha conseguido trabajo en otra ciudad y han de-
un muerto ... tan fría ... nada le importaba. Pensé que la odio, cidido trasladarse allí. Antes de ello ha logrado destetar a su hi-
y pensé que a la noche ella tocaba el piano, a la hora que nos ja, de diez meses, y empezar a trabajar aceptando ser ayudada
acostábamos, y a mí me emocionaba tanto oírla tocar y todavía por una niñera en el cuidado de la niña. La despedida es brus-
me emociona ... Era una forma de dejarme acariciar por las no- ca; me anuncia la decisión en una sesión y viene a la siguiente
tas ... Las notas eran parte de sus manos, y yo quería que me a pagarme y despedirse.
'.'\., acariciaran. Pero yo prefería que tocara, era una forma de reci- Un año y medio después llama para retomar su análisis. Te-
...rl birla. Si no, no había nada. Esas notas eran como una forma de me que yo no la acepte. Siente que puedo ser vengativa y co-
セQG@ recibir sus caricias. (Sollozando.) Y es curioso, pero mi mamá brarme su abandono; está embarazada nuevamente y Marga-
'"
L.c: ya no toca el piano. Desde que se fueron sus hijos, ya no toca el rita, de dos años y meses, tiene un desarrollo armónico, que
piano. Tal vez ya no lo necesita ... ni nosotros tampoco. Es cu- teme se fracture con el nacimiento del nuevo hijo. Sabe que es-
rioso que no tenga recuerdos de mi madre, pero sí la recuerdo te es un ーイッ「ャセュ。@ de ella, pero necesita mi ayuda para poder
tocando el piano». (Por eso mis interpretaciones no le sirven, tener y amar al nuevo niño. Dice: «El tratamiento anterior con
mis palabras son como las notas del piano, son el único contac- usted me ayudó, yo sé que las dificultades son cosas que pasan
to que recibe de mí, pero a la vez son un separador, un ruido, por mi cabeza, ¿aceptaría tratarme nuevamente?». Comienza
:t
1 una música que llena el vacío dejándola en una soledad cada una segunda etapa en la cual Helena parece haber comenzado
vez mayor.) a sedimentar y reparar, a través de sus logros en la relación con
«Yo la veo a usted muy parecida a mi madre ... No sé, usted Margarita, el vínculo fallido con la madre.
no se parece en nada ... me imagino que fuma y toma café y no Un día, luego de unas vacaciones que han marcado una
desayuna, que es una forma de no estar presente... y también separación más larga de lo habitual entre una sesión y otra,
siento que tengo miedo a que esa distancia se pierda, porque es trae un sueño. Es una monja vestida de rojo y negro. No se
como si yo sintiera en el fondo que o nos separamos definitiva- puede saber si es monja o prostituta. «Para mi madre -dice--,
mente o yo desaparezco, entonces siento la distancia, pero pre- la sexualidad siempre fue pecado. Siempre dijo "tu padre es un
fiero que siempre exista . . .». bruto", y yo pensé siempre "yo no soy hija deseada porque mi
Las manos constituyen el único contacto corporal que Hele- madre no deseó a mi padre". Ella no toleraba nada relativo al
na y yo tenemos. Cuando llega, cuando se despide, nos damos sexo. Por ejemplo, cuando se enteraba de que una película
la mano. Las manos de la madre la han cambiado en los pri- tenía una escena erótica decía: "Eso es una porquería, es como
meros tiempos, la han sostenido, y ella las recrea en su propio cagar en público" .. . El otro día pasé por la puerta de su casa
cuerpo; manos desprendidas del otro, objetos con los cuales se mientras usted no estaba. Me preguntaba qué estaría ha-
:tia tomado a sí misma como objeto autoerótico. El tratamiento ciendo ... ». (¿Hay alguna relación entre esa puerta cerrada y lo
se prolonga seis meses más. Helena ha dejado de oír mis inter- que me cuenta de la sexualidad y su madre?) «Bueno, cuando
pretaciones como una música que llena el espacio -separado- éramos chicos yo no aguantaba la puerta de la recámara ce-
ra y unifican te a la vez- para comenzar a usarlas como manos rrada ... tenía miedo de que mi padre le hiciera algo horrible ...
adheridas a sus propios brazos infantiles. Del mismo modo que Tal vez me molestaba que después de decir que mi padre era un
el niño que se lleva a la boca la cuchara con sus propias manos, bruto se encerrara con él. .. tuviera secretos. Yo no voy a tener
para evitar que llegue desde el otro, ajena, ella retoma mis pa- secretos con Margarita... fíjese, y le quería consultar, hasta he

188 189
pensado que esté.presente en el parto ... yo he deseado tener el lica» ha sido reemplazada en el centro del psicoanálisis de ni-
parto en casa y pensé que es mejor que Margarita lo vea, es al- ños y de ella derivan, a veces con cierto grado de cientificidad, a
go natural. .. ». Tal como su madre ha hecho, Helena pretende veces simplemente como prejuicio de los analistas, los logros o
usar una parte de la verdad para engañar a su hija. Al intentar fracasos de la constitución infantil.
mostrar «la naturalidad del parto», además de que vuelve a in- Sin embargo, las fórmulas también operan en los analistas
discriminarse confundiendo la realidad de su hija con su pro- como modos de control de la angustia de desconocimiento; se
pia realidad de mujer adulta, haciendo tabla rasa con las dife- intenta aprehender el objeto a través de un rellenamiento de
rencias -que implican a su vez diversas realidades- oculta lo todas las aberturas que la ignorancia deja abiertas. «Simbió-
fundamental: que si un hijo es un producto «natural» en su ca- tica -se dice- es la madre que ha forcluido el Nombre del Pa-
rácter biológico, es al mismo tiempo producto de un deseo que dre». «La simbiosis deviene --escuchamos con frecuencia- de
subyace en el embarazo. De esta manera, ella usa una parte de la imposibilidad de la madre de triangular las relaciones del
«la realidad» con el fin de ocultar aquella otra realidad que es la Edipo por su narcisismo». Desde otra perspectiva, pero no sin
que verdaderamente la perturba. el mismo vicio de generalidad: «La madre del simbiótico es una
Pero el atrapamiento a que queda sometida, esta verdadera madre profundamente hostil; intenta reactivamente, median-
2,j te la sobreprotección, impedir que sus deseos de muerte hacia
I'! dialéctica del amo y el esclavo de la cual se ha hablado tanto en
"'!.•
el hijo se cumplan». Fórmulas más culpabilizantes que produc-
...
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,,,
los últimos años en el psicoanálisis para referirse a la relación
toras de un conocimiento que inaugure nuevas posibilidades
l.( madre-hijo, no es del orden intersubjetivo. Si se manifiesta in-
tersubjetivamente, si se juega en el plano del vínculo con la hi- clínico-teóricas en la situación simbiótica constituida. Lama-

1 ja, es porque extrae su fuerza del carácter intrasubjetivo de las dre, el deseo de muerte, el narcisismo, son así desgajados de su
1

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imagos inconscientes con las cuales sus propios objetos libidi- contexto histórico, de sus imbricaciones en el interior de un psi-
nales originarios se han instaurado. Helena no reproduce una quismo conflictivo signado por contradicciones, produciéndose
simbiosis vivida con su madre en su infancia ; restituye, me- una anulación de las diferencias entre los diversos modos de or-
diante un vínculo simbiótico, los aspectos fallidos en las rela- ganización simbiótica en las formas de instauración del apara-
ciones originarias con aquella madre distante que su propia to psíquico infantil y en el interior de las relaciones específicas
historia le ha deparado. en que este se constituye.
Si expongo en su desgarramiento los fragmentos de estas
sesiones extraídos del proceso de la cura de una joven que,
cuando me consultó demandando un análisis, estaba en vías de
establecer una simbiosis patológica con su hija de cuatro me- El concepto de psicosis simbiótica
ses, es porque frecuentemente, tanto en los textos, como en los
informes clínicos de colegas, encuentro el problema de la sim- En 1930 -antes de que se estableciera la clasificación de
biosis patológica reducido a una explicación estructural vacía autismo infantil precoz, de Kanner-, Margaret Mahler co-
de contenidos específicos, en la cual el concepto de madre fáli- mienza a encontrarse con casos de trastornos emocionales se-
ca, definido por la imposibilidad de esta de acceder a la castra- veros en niños cuyo cuadro clínico no encaja en las categorías
ción, se convierte más en un adjetivo peyorativo y en una coar- nosológicas existentes. Sin embargo, dice Mahler, estos niños
tada que encubre la imposibilidad del analista de niños de en- «no podían ser forzados a la categoría de organicidad que ha
. contrar las determinaciones para esa estructura, que en una servido como basurero» .1
verdadera categoría explicativa. «Gradualmente me di cuenta -dice- de que el autismo era
Se ha hablado mucho, en estos años, de la función paterna una defensa - una defensa psicótica- en contra de esa necesi-
como imposible; se ha remitido -retomando la teoría freudia- dad vital y básica del ser humano pequeño en sus primeros me-
na de la castración- el deseo de hijo de la madre a su deseo de
pene, y a partir de ello se ha reubicado correctamente el carác- 1 M. Mahler, Simbiosis humana. Las vicisitudes de la individuación, Méxi-
ter antinatural del vínculo materno. La categoría de «madre fá- co: Joaquín Mortiz, 1972, pág. 17.

190 191
ses de vida: la simbiosis con una madre o con su sustituto ma- paración de la madre y le permitiría al niño dominar un seg-
terno ... Así fue como la teoría del origen simbiótico de la psico- mento siempre creciente de la realidad, independientement e
sis infantil tomó forma en mi mente». 2 Partiendo de h nece- de aquella.
saria simbiosis madre-hijo, dividió la infancia en dos períodos Mientras que el niño autista nunca ha catectizado libidinal-
posibles para la estructuración de la psicosis: un primer perío- mente a la madre y sus cuidados, el niño psicótico simbiótico
do, correspondiente al primer año de vida, y un segundo pe- está fijado a ella o regresa a esa etapa de la relación en que la
ríodo (de localización de la psicosis simbiótica), durante el cual representación mental de la madre está fundida con la del ser.
laAppersonierung de la madre (incorporación de las caracterís- Mahler parte de la formulación de la Ego-psychology que
ticas de objetos externos o personas a través de un proceso de considera relación de objeto al reconocimiento por parte del
extensión del yo), hasta ahora narcisista, ya no alcanzaba para sujeto del objeto externo como diferente del yo y que implica
actuar en contra de la predisposición abrumadora de angustia una superación del narcisismo primario (equiparado a lo anob-
en estos niños. jetal). Si bien ya nos hemos detenido en esto en capítulos ante-
Mahler llegó entonces a la siguiente conclusión: «Fue la se- riores, es necesario señalar que la fusión con la representación
paración emocional de la simbiosis con la madre lo que actuó materna queda colocada del lado de lo preobjetal (objetal es
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para Margaret Mahler relación de amor con el objeto diferen-
.,,r セ@ como disparo para desconectarse psicóticamehte de la reali-
dad».3 A partir de ello intentó precisar las diferencias entre el ciado del yo; si esta relación fracasa es anobjetal o preobjetal).
"' autismo infantil precoz y el síndrome de psicosis simbiótica. Sin embargo, y pese a las diferencias teóricas que nos ve-
La historia del desarrollo del niño predominantemente remos obligados a desarrollar, es de subrayar el cuidado con
simbiótico muestra -dice- una desigualdad de crecimiento y que sus obseryaciones clínicas están realizadas, permitiendo el
una vulnerabilidad sorprendente del yo ante cualquier frustra- enriquecimiento de nuestra mirada sobre los complejos fenó-
"' menos de las psicosis infantiles, a la vez que proporcionándo-
ción menor. En su anamnesis se encuentran eviden.::ias de
reacciones extremas a los pequeños fracasos que ocurren nor- nos una nueva herramienta de análisis al separar esta enti-
malmente en el período del ejercicio de las funciones yoicas dad, que descubre en su vasta experiencia, del conjunto de la
parciales; por ejemplo, estos niños abandonan la locomoción sintomatología psicótica dispersa, para la cual la categoría de
durante varios meses porque se cayeron o se sentaron una vez autismo se convierte en muchos casos, de tan general, en ino-
con un golpe; la quiebra aguda con la realidad es introducida perante.
por lo que prueba ser esencialmente un pánico de separación y Trastornos de lenguaje tales como los descriptos en capítu-
de aniquilamiento, en respuesta a expresiones tan comunes co- los anteriores, en los cuales la concordancia verbal o el manejo
mo el inscribirlos en el jardín de infantes, la hospitalización del pronombre indican que los límites del yo son borrosos, en-
con separación física de la madre o el nacimiento de un herma- globando a un semejante en un plural inexplicable o apelando
no, acontecimientos que pueden servir como disparador. a un infinitivo que da cuenta de la no constitución de un sujeto
En la psicosis infantil simbiótica, la representación mental de enunciado; trastornos en la instauración del principio de
de la madre permanece o se funde regresivamente, no se sepa- realidad que nos enfrentan a una falla en la represión origina-
ra del ser, participa en la ilusión de omnipotencia del paciente ria; problemas en la numeración o en el ejercicio de las mate-
infantil. Los niños del grupo simbiótico rara vez muestran en máticas en general, que indican a través de la no instauración
forma evidente un trastorno de conducta durante el primer año del cero la imposibilidad de organizar el uno, del cual el yo es la
de vida, exceptuando, quizás, alteraciones del sueño. Su tras- primera representación, son cuestiones que Mahler aborda en
torno se torna aparente en forma gradual o súbitamente en su intento de poner en juego la categoría de simbiosis normal o
esas intersecciones del desarrollo de la personalidad en las patológica, haciéndolo, sin embargo, desde una perspectiva di-
cuales la maduración del yo, por lo general, promovería la se- versa de la nuestra.
El término simbiosis es tomado prestado de la biología, en
la cual se emplea para referirse a la cercana asociación funcio-
2 !bid., págs. 18-9.
nal de dos organismos para su ventaja mutua. A partir de ello,
3 !bid., pág. 20.

192 19
pese al matiz que la autora intentó introducir, ubicando una yo primitivo, y es en este punto donde el descubrimiento de es-
desigualdad entre los términos -para el infante la dependen- ta autora quedará limitado a lo puramente descriptivo, en la
cia es absoluta, para la madre es relativa-, ambos quedan si- medida en que las fuerzas que definen los movimientos de este
tuados en el mismo plano: el de la autoconservación, y defi- pasaje son endógenas y a partir de ello el éxito o el fracaso esta-
nidos por las funciones vitales que ligan al infante a su madre. rán condicionados constitucionalmente.
Dice: «La vigilia del recién nacido se centra alrededor de sus in- Un proceso madurativo regido por leyes del desarrollo no da
tentos continuos para alcanzar la homeostasis. El efecto de los lugar más que a una descripción del movimiento natural que lo
menesteres de la madre para reducir las molestias de la nece- constituye. No hay hipótesis explicativa en juego, las explica-
sidad-hambre no puede ser aislado, ni puede ser diferenciado ciones devienen tautológicas. Por ejemplo: «En la psicosis in-
por el pequeño infante de sus propios intentos de reducción de fantil, la relación simbiótica, o está muy gravemente distorsio-
tensión, tales como orinar, defecar, toser, estornudar, escupir, nada o está ausente; esto es lo que representa, a mi manera de
regurgitar, vomitar y todas las formas en que un infante trata ver, el trastorno central en la psicosis adulta, así como en la in-
de desembarazarse de una tensión desagradable. El efecto de fantil y en la de la adolescencia. Por tanto el trastorno central
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estos fenómenos expulsivos, así como la gratificación alcanza- en la psicosis infantil es una deficiencia o un defecto en la utili-
....r' da por los menesteres de su madre, ayudan al infante, con el zación intrapsíquica por parte del niño de la compañera ma-
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,, tiempo, a diferenciar entre una cualidad de experiencia "pla- terna, durante la fase simbiótica y su subsecuente inhabilidad
centera" y ''buena" y una cualidad "dolorosa" y "mala"». 4 para internalizar la representación del objeto materno para su
No insistiré en este momento acerca de las diferencias, ya polarización(. .. ) la individuación defectuosa o ausente se en-
planteadas, entre una concepción del agente materno como cuentra en el e.entro de la psicosis infantil».6
...
... reductor de tensiones y la vertiente en que nos hemos colocado Decíamos que la causalidad deviene tautológica, dado que
a lo largo de nuestra investigación: madre como agente exci- es imposible explicar, sin apelar a la hipótesis freudiana de la
tante, pulsante de la sexualidad en el hijo. Madre -que en un castración femenina y de la constitución de las equivalencias
segundo tiempo de la organización del psiquismo- brinda al heces-pene-regalo-dinero-niño, qué es lo que impulsa a la ma-
hijo una imagen de sí constitutiva del yo, definida esta imagen dre a establecer esta «dependencia» que Mahler señala respec-
en función de amor a sí mismo, de narcisismo e identificación. to del hijo. Si nos mantenemos en los límites de la autoconser-
La reducción del vínculo madre-hijo al plano de la autoconser- vación, en los límites del cuerpo biológico, si reducimos la fun-
vación es concordante con una concepción del yo organismo, yo ción materna a agente materno, para usar la terminología que
percepción-conciencia, regulador de necesidades: «A través de ella propone, es imposible capturar los desplazamientos sim-
la facultad perceptiva innata y autónoma del yo primitivo bólicos que este vínculo soporta, al dejar fuera aquello que lo
(Hartmann), ocurren trazos de depósito de memoria de dos determina: su carácter sexual, específicamente humano.
cualidades primordiales de los estímulos. Siguiendo la hipóte- El segundo problema teórico con que nos enfrentamos al
sis, estos son catectizados con una energía impulsiva primor- leer los textos de Mahler se relaciona con su concepción del nar-
dial indiferenciada ( .. .). Del segundo mes en adelante, el cono- cisismo. Partiendo de un sujeto mónada, cerrado en sí mismo,
cimiento confuso del objeto satisfactor marca el principio de la imposibilitado de reconocer al agente satisfactor, el narcisismo
fase de la simbiosis normal, en la cual el infante se comporta y primario es considerado como una etapa omnipotente del ser,
funciona como si él y su madre fueran un sistema omnipotente: que regiría las primeras semanas de vida. El concepto de narci-
· una unidad dual dentro de un límite común». 5 sismo queda entonces equiparado al de autismo normal (inten-
Se deberá pasar entonces, según Mahler, por un proceso to que, como otros autores hacen frecuentemente -Tustin, por
madurativo, del plano de la función al plano de la representa- ejemplo-, 7 pretende recuperar la clasificación psiquiátrica
ción, a partir de engramas de memoria innatos presentes en el para marcar su vigencia no patológica en los orígenes de la vi-

4 !bid.' pág. 25. 6 !bid.'pág. 52.


5 !bid. 7
F. Tustin, Autism.e et psychose de l'enfant, París: Seuil, 1977.

194 195
da). Definido el narcisismo por el contacto o no contacto con la te, en la cual no puede hablarse de objeto en tanto el sujeto apa-
realidad, es imposible ubicar la estructura metapsicológica que rece circunscripto a sí mismo, desconociendo al objeto satisfac-
lo sostiene. tor de la necesidad.
En su seminario sobre la castración, Laplanche dice: «Evi- Veamos uno de los problemas mayores que ello nos plantea.
dentemente, no se puede definir (el narcisismo) tan general- En psicoanálisis no se puede definir una entidad psicopatológi-
mente como una relación de sí consigo mismo. Pero de hecho, ca sino desde el plano del conflicto: conflicto pulsional, conflicto
en la teoría psicoanalítica, encontramos dos interpretaciones tópico; desde cualquier perspectiva en que lo veamos, el con-
posibles (que por otra parte no son absolutamente contradicto- flicto será el tema central alrededor del cual se juega tanto el
rias, salvo si se admite cada una de ellas a la letra, sin interpre- funcionamiento normal como el funcionamiento patológico del
taciones). Por una parte, el narcisismo es concebido como una sujeto psíquico.
especie de estado anobjetal, monádico, sin mediación, un sujeto La ubicación de los polos, o términos del conflicto, determi-
cerrado sobre sí mismo sin relación con el mundo exterior; es- na la aproximación teórico-clínica con que la situación será de-
tado evidentemente hipotético, si se supone que el niño ha co- finida. ¿En qué términos propone Mahler la comprensión de la
"1 menzado a encontrarse en este estado desde su nacimiento ya entidad que describe?: «En los niños psicóticos la quiebra de las
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r' que, por definición, no podríamos saber nada acerca de ello. Por funciones básicas del yo -de todas o muchas de ellas- puede
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!;;,' otra parte, en la otra interpretación, más próxima al origen atribuirse a cualquiera de las siguientes condiciones: l)la in-
•·1
[ic mismo de la noción, el narcisismo es una relación de sí mismo a habilidad del yo de crear la imagen intrapsíquica relativamen-
sí mismo por intermediación de cierta imagen de sí: es esto pre- te compleja del objeto simbiótico humano; 2) la pérdida de una
cisamente lo que indica el mito de Narciso mirándose en el representación .mental precaria del objeto simbiótico que, de-
. agua. El narcisismo, si se parte de la idea de una relación a la bido a que está excesivamente unida a la satisfacción de la ne-
imagen de sí, implica además una noción de totalización(. .. ). cesidad en la constancia de objeto, no puede, por tanto, enfren-
Aquí, uno se remite a lo que se designa como constitutivo del yo tarse a las demandas de la fase de separación-individuación». 9
y que es el fruto de experiencias complejas. Lacan aportó en tal Al ubicar la función del semejante como agente satisfactor
sentido la noción de "estadio del espejo'', que es ejemplar res- de necesidad y al yo como organismo vital, el conflicto queda,
pecto de que esta relación se establece verdaderamente con la necesariamente, jugando entre el sujeto de la autoconserva-
imagen del otro, y de que acelera y propulsa la tendencia a una ción y la realidad. Por eso a lo largo de toda su obra la sexuali-
unificación del sujeto con su propia imagen. Pero existen otras dad queda excluida. El hecho de que la Ego-psychology haya
experiencias que desembocan en esta totalización, especial- puesto el acento en la función sintetizadora del yo, no es, desde
mente todas aquellas de investimiento del límite corporal». 8 esta perspectiva, sino la resultante de la subsunción del campo
Hoy, en muchos autores, esta oposición sujeto-objeto en que de la sexualidad en el de la autoconservación (en lo que luego
queda sumergido el yo reemplaza la vieja concepción del alma se daría en llamar función adaptativa del yo), así como de los
por aquella de organismo, pero no deja por esto de jugar en la términos en los cuales el conflicto será planteado. Entre auto-
misma perspectiva. Tanto en la concepción de un yo (cognitivo) conservación y realidad el seudoconflicto arroja al sujeto escin-
enfrentado a un objeto (de conocimiento), como de un yo (orga- dido del campo analítico.
nismo) enfrentado a un medio (satisfactor de necesidades), lo A partir de ello la psicosis sólo puede ser explicada como un
escamoteado es la libido, y la sexualidad queda fuera del cam- fracaso del proceso madurativo normal y no como una vicisitud
·po de constitución del sujeto. particular del sujeto en la red de relaciones que lo constituyen,
En la teoría en que Mahler se sostiene, el narcisismo es en- red cuyas determinaciones pudieran ser en verdad cercadas.
tonces una suerte de circuito cerrado, de mónada autosuficien- Así, Mahler concluye: «Mis propias observaciones no apoyaron
las teorías que implicaban exclusivamente o aun principal-
mente a la madre "esquizofrenogénica". Creo que es más útil
8 J. Laplanche, Castration. Symbolisations. Problématiques JI, París: PUF,
1980, pág. 62. Castración. Simbolizaciones, Buenos Aires: Amorrortu editores,
9 M. Mahl er, op. cit ., pág. 145.
1988.

196 197
enfocar este problema en términos de series complementarias el análisis de todo hombre, que su miedo al cuerpo de la mujer
(Ergiinzungsreihe): a) si durante la fase autista o simbiótica como un lugar lleno de destrucción puede ser una de las causas
más vulnerable ocurre una traumatización muy severa acu- principales de perturbación de la potencia. Pero esta angustia
mulada y tambaleante en un infante constitucionalmente bas- es también un factor básico de inhibición del impulso epistemo-
tante robusto, la psicosis puede producirse y el objeto humano füico, ya que el interior del cuerpo de la madre es el primer ob-
en el mundo externo pierde su capacidad catalizadora de mue- jeto de ese impulso; en la fantasía es explorado e investigado, y
lle y polarizante para la evolución intrapsíquica del infante y también atacado con todo el armamento sádico, incluyendo el
su "rompimiento del cascarón"; b) por otro lado, en infantes hi- pene como un arma peligrosa y ofensiva»; y, a continuación,
persensibles o vulnerables, la actuación maternal normal no es Melanie Klein agrega: «J. Strachey ha mostrado que leer tiene
suficiente para actuar en contra del defecto innato de la utiliza- el significado inconsciente de tomar conocimiento del cuerpo de
ción polarizante de muelleo y catalítica del objeto amoroso hu- la madre, y que el temor a robarla es un factor importante para
mano o de la agencia maternal en el mundo externo para una las inhibiciones de la lectura». 11
evolución y diferenciación intrapsíquica».10 Un saber que sólo se adquiere a través de la intromisión en
el cuerpo materno tiene como consecuencia la angustia de cas-
tración -en el varón-y el temor de ataque al vientre fértil co-
mo retaliación, en la niña. En ambos casos, la procreación -y,
Relaciones entre el externo-exterior (materno) por consiguiente, la diferencia de sexos- se obtiene arrancan-
y el externo-interno (del inconsciente infantil) do del interior de la madre ese secreto que es su clave --o la del
nacimiento de los niños, si usamos el lenguaje infantil- .
" En 1905, en Tres ensayos, Freud estableció las primeras re- De ahí que Melanie Klein establezca una relación estrecha
laciones entre la vida sexual infantil y la pulsión de saber, entre el sadismo -patrimonio de esta etapa del desarrollo in-
planteando que no son intereses teóricos sino prácticos los que fantil- y la constitución de la curiosidad intelectual, curio-
ponen en marcha la actividad investigadora en el niño. La sidad que se despliega en medio de una lucha despedazadora
amenaza que para sus condiciones de existencia significa la lle- por apropiarse de los contenidos valiosos que el cuerpo de la
gada de un hermano, real o fantaseado, constituye el primer madre posee en su interior.
problema teórico que le preocupa. La pregunta ¿de dónde vie- Pero la paradoja que se nos ofrece es que sólo puede produ-
nen los niños?, que remite a la diferencia de los sexos y en con- cirse esta lucha por la adquisición de aquella posición fanta-
secuencia a la premisa universal del pene, se instala en ese es- seada, en momentos en que se siente que ese otro ya no es parte
pacio que inaugura una distancia a la madre y que constituye de uno mismo. A partir de ello el sadismo que impregna esta
el primer intento de apertura de un lugar para cada uno de los batalla por adueñarse de los contenidos maternos no puede ser,
miembros de la díada. en nuestra opinión, sino el producto de una separación que ge-
Esta relación entre la inquietante extrañeza que remite al nera un espacio exterior que marca el límite de todas las pose-
cuerpo de la madre como desconocido y la instalación de la cu- siones posibles. De este modo la instauración del yo instancia,
riosidad científica fue desarrollada por Melanie Klein en dife- constitutiva de los límites de lo externo-exterior y lo externo-in-
rentes trabajos; los más importantes de ellos - y a los cuales terno, es un movimiento simultáneo y efecto a la vez de esta di-
hemos hecho referencia en otros capítulos- son «La importan- ferenciación del semejante.
cia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo» y «Una Una situación que tuve oportunidad de presenciar en el cur-
contribución a la teoría de la inhibición intelectual». En este so de la cura de una pequeña paciente puede servir de ejemplo
último, refiriéndose a las inhibiciones de aprendizaje expues- para examinar este punto: Regina, de cuatro años, toma un ca-
tas a través del material clínico de un niño llamado John, de- rrito durante una sesión de análisis. Lo envuelve en una fraza-
cía: «Esto parece mostrar lo que uno puede ver confirmado en
11
M. Klein, «Una. contribución a Ja teoría de la inhibición intelectual», en
10 !bid., pág. 70 (las bastardillas son nuestras). ·ontribuciones al psicoanálisis, Buenos Aires: Hormé, 1964, pág. 231.

198 199
da y lo mece mientras le canta. Le pregunto: «¿Es tu bebé, Re- encuentran a cubierto en su cabeza sino difundidos sin límites
gina?». «Sí - responde--y voy a mostrárselo a mi mamá». Sale en el mundo, de manera que se desarrollan simultáneamente
a la sala de espera, pero regresa inmediatamente diciendo: en todas las cabezas, decía: «El enfermo ha perdido la concien-
«Mejor no, mi mamá está leyendo». Interpreto: «Tienes miedo cia de ser una entidad psíquica, un yo que posee sus propios lí-
de mostrarle tu bebé a tu mamá porque temes que ella se enfu- mites».13 ¿A qué etapa del desarrollo infantil remitía Tausk es-
rezca contigo como tú lo haces cuando piensas que ella puede ta regresión que observaba en pacientes psicóticos adultos y
tener bebitos en la panza». Ante esto, responde con una sonrisa cuyo conocimiento le permitió proporcionar una extensa in-
pícara: «Ay, Silvia, qué tonta eres: ¿no te habías dado cuenta de formación acerca del «aparato de influir»? A esa etapa en la
que era un carrito?». cual la identificación no se diferencia de la elección de objeto,
Del mismo modo que Helena engaña a su hija con la verdad, etapa del narcisismo que -descripta por Freud en el capítulo
al intentar presentarle el parto como natural cuando a través III de El yo y el ello-- corresponde a la identificación primaria.
de la situación a la cual pretende exponerla retorna la violencia Si introducimos la teoría de la identificación especular vemos
pretendidamente eludida, Regina utiliza la realidad para en- que esta identificación primaria anterior a la constitución de
cubrir otra realidad, aquella de la rivalidad con su madre, de los límites del yo y en la cual los pensamientos del niño y del
su deseo de hijo que, estando atravesado por el deseo de pene adulto están fundidos -etapa que retorna en la paranoia a
del padre - posesión imaginaria de la madre-- la somete a una través tanto del robo de pensamiento, como del delirio de in-
lucha mortal por la apropiación de los contenidos valiosos en fluencia-, esta primera etapa narcisista, es anterior a la ins-
disputa. Esta realidad -verdadera- con la cual se encubre tauración de la Spaltung que separa al sujeto, tanto del objeto,
otra verdad, corresponde a otro orden de realidad. La realidad como de sus propios deseos inconscientes. En este estadio, dice
" (Wirklichkeit) se pone al servicio del ocultamiento de la reali- Tausk, «los padres lo saben todo, hasta lo más secreto que pue-
dad psíquica, del escamoteo del deseo inconsciente, que está da haber, y lo saben hasta que el niño logra su primera menti-
siempre presente en el juego intersubjetivo con el cual se pre- ra». «La lucha por el derecho de poseer secretos sin que los pa-
tende anular la diferencia generacional, que implica posiciones dres lo sepan es uno de los más poderosos factores de la forma-
en el interior de la estructura edípica y formas de circulación de ción del yo, de la delimitación y la realización de una voluntad
los objetos de deseo. propia». 14
Sin embargo, el secreto de la madre acerca de su propio Estos párrafos me han hecho reflexionar, en diversas oca-
cuerpo permite a Regina poseer sus propios secretos, desdoblar siones, acerca de las relaciones entre el derecho al secreto y la
la realidad jugando con la posibilidad que la apertura de diver- constitución del inconsciente. Hace unos años fui consultada
sos espacios propone. por una señora divorciada que venía a ver--O_!e con el objeto de
Al enunciar su primera mentira en sesión, Regina me mues- pedirme un diagnóstico de su hija de trece años. Según su rela-
tra cómo «la mala fe» no es sino un efecto del reconocimiento de to, esta no presentaba ningún síntoma, era una niña agradable
la verdad, posterior a la interpretación que devela un secreto y sana que poseía un buen desarrollo intelectual, sociable, dis-
que hasta ese momento había estado sustraído a ella misma, frutaba su vida cotidiana y no parecía tener problemas mani-
había sido del orden del inconsciente. fiestos de ninguna clase. La mujer me dijo al comienzo de la en-
Victor Tausk, en su trabajo «Acerca de la génesis del apara- trevista: «En realidad, ella dice que soy yo la que debo venir -y
to de influir en el curso de la esquizofrenia» (1919), 12 ponía de agregó riendo--, dice que si tanto me interesa una consulta la
relieve este papel de la primera mentira, como un momento haga para mí». En verdad, no es esta una situación atípica en
constitutivo de los límites del yo. Partiendo del síntoma obser- consultas acerca de niños; los padres, en muchas ocasiones, pi-
vado en pacientes psicóticos, atribuido a una pérdida de los lí- den entrevistas sin tener muy claro cuál es el sentido de ellas, y
mites del yo, por la cual estos enfermos se quejan de que todo el si yo me hubiera visto obligada a hacer gala de ortodoxia psico-
mundo conoce sus pensamientos, que estos pensamientos no se
13 [bid., pág. 98.
12 V. Tausk, Trabajos psicoanalíticos, Barcelona: Granica, 1977. 14 !bid.

200 201
En La piel de zapa, a través del monólogo del anticuario que
analítica no hubiera dudado, en este caso, de que esta mujer
inaugura la obra, Balzac realiza una apología del saber en es-
sentía en realidad, en una parte de sí misma, que esta frase
tos términos: «Voy a revelar a usted en pocas palabras un gran
que citaba de entrada era correcta, y que mi función al respecto
misterio de la vida humana. El hombre se consume por medio
era, como ocurre con cualquier Witz que el sujeto formule en el
de dos actos instintivamente cumplidos que agotan las fuentes
interior del campo analítico, tender a que sea asumido en su
de su existencia. Dos verbos expresan todas las formas que to-
condición de verdad reprimida.
man estas dos causas de muerte: querer y poder. Entre ambos
Sin embargo, tal vez en el pretexto mismo de la consulta es-
términos de la acción humana, hay una fórmula de la cual se
tuviera, en este caso, la respuesta que me posibilitara entender
apoderan los sabios y a la cual debo la dicha de mi longevidad.
qué era lo que realmente ocurría. Permití que el discurso se
Querer nos abrasa y poder nos destruye; pero saber deja en per-
ampliara en esa dirección: «¿Sabe usted?, mi hija y yo -debido
manente estado de calma a nuestra débil organización ...
al divorcio y a que hemos vivido muy solas- hemos sido siem-
¡Cómo preferir todos los desastres de vuestras voluntades en-
pre muy unidas. Ella siempre me ha contado todo, y yo le he
gañosas, a la facultad sublime de hacer comparecer en sí mis-
contado todo acerca de mí. No tenemos secretos, siempre nos
·:j mo al universo, al placer inmenso de moverse sin estar ama-
hemos dicho la verdad, toda la verdad ... y en los últimos tiem-
. )
rrado por los lazos del tiempo ni por las trabas del espacio, al
'"• pos siento que hay algo que se me escapa, como si ella se hu-
placer de abrazarlo todo, de verlo todo, de inclinarse sobre el
biera vuelto más reservada ... no me cuenta tantas cosas; a ve-
borde del mundo para interrogar a las otras esferas, para escu-
ces, cuando intento saber qué ha hecho el sábado ... me da una
char a Dios!».
respuesta general: "Fui al cine con mis amigos". "¿Con quié-
El saber aparece como aquello capaz de paliar todos los de-
nes?", pregunto. "Con compañeras de la escuela... ". "¿Qué vie-
seos, disminu1T todos los anhelos, adueñarse de todas las cosas.
ron?". "Una de Trinity..."."¿Te gustó?". "¡Oh, mamá, tú quieres
¿No está, pues, en la médula de toda simbiüSIB? En ella no se
siempre saberlo todo!". Vea, doctora, tengo miedo de que nos es-
trata sólo de apropiarse del cuerpo, no es sólo control de la mate-
temos separando. Por eso vengo ... quiero que usted la vea, la
rialidad del otro a través de los orificios del cuerpo pasivizado. La
haga hablar y me cuente qué le pasa».
simbiosis tiende a un absoluto: si el cuerpo es controlado, lo es en
Había en esta madre una voluntad de saber, equiparable a
función de que los pensamientos no se liberen. La garantía ab-
una posesión imaginaria, a un atrapamiento del otro que no
soluta de la simbiosis está en el apropiamiento «del alma», en su
dejara abierto ningún espacio de intimidad posible. Ante su
asesinato, como el doctor Schreber lo manifestaba maravillosa-
hija adolescente, hermética e iniciática, algo se le escurría y ve-
mente en la educación de su hijo, el futuro presidente.
nía -sumergida en la angustia- a buscar más un cómplice
¿Se puede sostener la categoría de psicosis simbiótica - y
que un analista, alguien que pudiera extraer en estas circuns-
recuperar las cuidadosas observaciones clínicas de Margaret
tancias «todos los secretos» para restituirle su poder sobre esta
Mahler- si la desgajamos del contexto teórico en el cual esta
hija en vías de independizarse. Colocándome en la posición de
autora la construye? En mi opinión, no sólo es posible efectuar
las antiguas alcahuetas de la novela picaresca, esta mujer ape-
esta operación, sino que incluso aquella categoría puede ser en-
laba a otra mujer para que le permitiera adueñarse del objeto
riquecida y ampliarse en nuevas perspectivas. El material de
amado.
Helena antes expuesto muestra que el reconocimiento de las
A diferencia de otros padres que demandaban «que el niño
condiciones simbióticas en las cuales el niño se constituye en
no sea agresivo», «que deje de hacernos la vida imposible» o que
relación con el inconsciente materno abre el camino para la
· «no esté tan celoso con el hermanito» -lo que en definitiva no
prevención de la psicosis simbiótica, evitando que esta se
representa sino un intento de establecer un contrato social bá-
instaure a partir de la detección de las condiciones que la gene-
sico en momentos en que peligra la estabilidad familiar, para lo
ran desde la madre misma. Es decir: el reconocimiento de los
cual se pide al analista que quite el presunto síntoma que traba
rasgos que desde la estructura pueden precipitar una entidad
la convivencia-, esta madre, más ambiciosa, demandaba de
psicopatológica en el niño permite no sólo el diagnóstico precoz,
mí que me pusiera al servicio de un deseo insaciable de saber,
sino incluso la prevención.
saber que aparecía como la posesión imaginaria del todo.

203
202
/
Hemos optado por la vertiente teórica que considera al yo «... es como si Margarita me devolviera una imagen tan
un objeto, como lo enuncia Lacan en el Seminario JI: «Toda la completa, tan perfecta de mí misma, que no soporto verla ma-
dialéctica que les he dado a título de ejemplo bajo el nombre de la». A través de la imagen que su hija le refleja, Helena se ve
estadio del espejo está fundada sobre la relación entre, por un completa, perfecta; en tal sentido ama, en Margarita, una ima-
lado, un cierto nivel de tendencias, experimentadas -digamos gen de sí, lo que ella misma es (primer tipo de elección narcisis-
por ahora, en determinado momento de la vida- como desco- ta que propone Freud). Este primer tipo, que implica la no bús-
nectadas, discordantes, fragmentadas -y de lo cual siempre queda de un objeto externo a sí mismo, no impide que Marga-
resta algo-, y por otro lado, una unidad con la cual se confun- rita sea amada por su madre. Empero, la frase remite al ca-
de y se empareja. Esta unidad es aquello en lo cual el sujeto se rácter narcisista de este amor, en la medida en que es a través
conoce por primera vez como unidad, pero como unidad aliena- de Margarita como Helena puede amarse a sí misma, reflejada
da, virtual. Ella no participa de los caracteres de inercia del fe- en ella.
nómeno consciente bajo su forma primitiva, tiene por el con- Si seguimos el curso de sus asociaciones, encontramos: «Mi
trario una relación vital, o contra-vital, con el sujeto». 15 Objeto madre siempre estuvo ausente, aunque físicamente presen-
contra-vital, o contra-investimiento, efecto del amor totalizan- te ... siempre ha sido ambivalente, incluso con mi hija. Le hace
te de la madre cuando la castración la ha constituido en tanto saquitos tejidos, pero siempre le quedan grandes o chicos, lepo-
tal, es decir, en tanto mujer en la cual la sexualidad femenina ne sólo dos botones cuando necesitan cuatro, la carga en bra-
se constituye en las equivalencias pene-niño. zos, pero mal. .. ».Margarita le permite a Helena, nuevamente,
Si el yo es un objeto capaz de ser amado -cargado- por construir una imagen de sí misma, pero por contraposición.
una parte escindida del sujeto, el narcisismo -apelando a la Ella es una «buena madre», está colocada en el lugar del ideal
teoría desarrollada por Freud desde Introducción del nar- del yo; su madre «mala», en el negativo de ese ideal. Garantiza
cisismo hasta Duelo y melancolía y El yo y el ello- será ese de este modo un lugar en la estructura donde sólo hay dos
amor llevado sobre el yo, constituido por identificación prima- posibilidades: lo totalmente bueno y lo plenamente malo.
ria, es decir, por una relación inmediata con el otro, en que la «Ayer volví y fa vi llorando ... cuando la levanté no me mira-
carga y la identificación no se diferencian. ba... estaba con la mirada perdida . . . creo que es como si cuan-
Tomando lo que ya hemos desarrollado en otro capítulo res- do yo la dejo yo desapareciera ... la besé y la besé ... necesitaba
pecto de la diferencia entre amor de objeto - libido objetal- y que me sintiera ahí. .. Tenía miedo de que me odie. Siempre
objeto de la pulsión, es necesario introducir una nueva diferen- sentí a mi mamá ausente ... ». El segundo tipo de elección
ciación. La elección narcisista de objeto se opone a la elección narcisista, dice Freud, es amar lo que uno ha sido. El tercer
de objeto por apuntalamiento. tipo, lo que se quisiera ser.
Del mismo modo que en la autoconservación, la relación de En el discurso de Helena aparece, a través de la anulación
sexualidad será marcada no por una identidad con el otro, sino del tiempo, amar lo que se hubiera querido ser, para evitar lo
por una suerte de complementariedad: «Por el contrario, en la que se fue. Ella fue una niña carenciada, con una madre ausen-
elección de objeto narcisista, lo elegido no es de ninguna mane- te, y ama en su hija no lo que querría ser, sino aquello que hu-
ra el complementario sino el idéntico a sí mismo, o en todo caso biera querido ser. El narcisismo, en este caso, viene a restituir
es elegido por algún elemento que le es idéntico». 16 el aspecto fallido de su historia a través de un movimiento por
Las formas de amor narcisista que menciona Freud nos per- el cual amando a una persona que -sólo desde el observador-
mitirán aproximarnos a los fragmentos antes expuestos de He- ha sido una parte de sí misma siendo, en el presente, todavía
lena para ver de qué modo se juega la relación con su hija. parte de sí.
La sesión ha empezado con la frase: «Es como si el tiempo no
existiera». Tal vez este es un elemento a reconsiderar en los
15 J. Lacan, Le séminaire, libro JI: Le moi dans la théorie de Freud et dans la
modelos que Freud ofrece para el narcisismo. Se ama lo que
technique de la psychanalyse; París: Seuil, 1978, pág. 66.
16 J. Laplanche, L'angoisse. Problématiques I, París: PUF, 1980, pág. 322. uno quisiera ser, se ama lo que se fue, se ama lo que se querría
La angustia, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988. ser, pero se produce todo esto en presente. Se ama lo que se es,

204 205
a partir de que la imagen del otro al reflejarse anula todos los ginaria, sino la desintegración que pone en riesgo permanente
tiempos, cierra todos los espacios. En el momento de la elección la imago de cuerpo despedazado, lo cual muestra quefpara He-
narcisista de objeto los tiempos se anudan en un presente per- lena, Margarita es el articulador que la sostiene y la llena ente-
manente y, como ocurre en las formaciones del inconsciente, la ramente, dejándola en riesgo de vacío y fractura constante
atemporalidad constituye la presentificación constante del cuando el desprendimiento se opere. Sostenida su propia ima-
deseo. gen a través de esta hija-pene, la separación que la priva se
De ahí a la anulación de los espacios que instauran la diver- convierte en un agujero que abarca todo su ser y por el cual
sidad de los sujetos, el movimiento se desliza sin transiciones. corre el peligro de vaciarse.
El yo de Helena engloba a Margarita, no le ofrece resquicios En ese proceso de consolidación que el análisis procura, me-
por los cuales establecer un espacio secreto ni algo interno aje- diante el cual puede desgajar de su propia historia los elemen-
no a la madre. Para que la diferenciación se constituya en el in- tos que la anudan en su imposibilidad de sentir un cuerpo ma-
terior del aparato mismo, es necesario que simultáneamente se terno muelle y nutricio, Helena podrá recibir también mis in-
funden los espacios externo-exterior e interno-externo. La terpretaciones (extrañas hasta hace poco, música separadora)
";j separación del otro es la condición, también, de la separación como articuladores que la constituyen en ese entrecruzamiento
I"'
...¡
de ese sí mismo que se torna extraño y al cual la represión se- de hilos que le impiden todavía la instauración de un espacio
r,¡ cundaria consolida posteriormente. La inquietante extrañeza externo no hostil, posibilitador a su vez de la instauración de lo
111
a la cual Freud aludía en «Lo siniestro», es lo familiar que se ha externo-interno en su propia hija.
tornado extraño, aquello que desgajado del sujeto vuelve ame-
nazante a importunarlo constantemente.
Helena teme que Margarita la odie si no está presente. Sin
embargo, ella me odia cuando se separa de mí. «Es como si en
una relación, al romperse una cierta distancia que me con-
viene, el otro se convirtiera en alguien peligroso. Y usted es una
mujer mayor, las mujeres mayores son peligrosas ... ».
La hostilidad se desata cuando el objeto se aleja. El objeto
perdido siempre es un objeto malo, un objeto persecutorio,
odiado por su ausencia. Por eso Helena debe estar en una fu-
sión simbiótica constante con su hija; si la deja, corre el riesgo
de ser odiada como ella odió a su madre por el abandono. No
debe permitir ninguna fisura, ningún recorte que posibilite la
constitución de dos sujetos diferentes. En el momento en que
eso ocurra la angustia adquirirá características mortíferas,
como lo confirma el desarrollo posterior del tratamiento, que
conlleva la despersonalización en sesión.
Su intento de anular toda separación, toda distancia, que
reaparece de manera simbólica cuando se introduce un refe-
.rente tercero (escena originaria que marca la posibilidad per-
manente de colmar todo anhelo, de cerrar todos los espacios, de
compensar todas las frustraciones), es resultado de su deseo
infantil insatisfecho y es una defensa que impide que el odio
hacia su propia madre retorne en la hija, destruyendo la ima-
gen totalizante que trabajosamente intenta conservar. Narci-
sismo que no tiene por contrapartida la castración genital ima-

206 207
Conclusiones fijadas: noción de preestructura, o incluso organización estruc-
tural considerada en tal momento del desarrollo, en tal niño,
que presenta tal historia (.. .). Pero estos estudios nos incitan
también a plantear de otro modo el problema de la especifici-
dad de tales organizaciones, llamadas atípicas, por relación,
precisamente, al estado actual de nuestros conocimientos».1
La perspectiva por la cual he optado intenta tomar las enti-
dades psicopatológicas que nuestro estado actual de conoci-
Todo proceso de investigación debe tener, aunque más no mientos ofrece, no en función de definir el momento de estruc-
sea, un momento parcial de cierre. Este momento permite de- turación del niño con relación a estas, sino utilizándolas como
tenerse a mirar a dónde se ha llegado - a partir de aquellas apoyaturas descriptivas, recortes de la realidad a partir de los ,
propuestas iniciales de las cuales se ha partido-y hacia dónde cuales se pueda teorizar metapsicológicamente el estado de (
debe tender el trabajo futuro, si es que la búsqueda no constitu- constitución del aparato psíquico infantil en el momento de la
ye un proceso cerrado, circular, sino un conjunto de movimien- consulta. De este modo, tanto el concepto de neurosis, como el
tos espiralados con virtuales puntos de entrecruzamiento. de psicosis, han sido puestos en relación con los movimientos
Tres años después de haber empezado un trabajo sistemáti- que dan razón de la estructuración del aparato psíquico en los
co en la elaboración de esta «contribución», me encuentro en si- orígenes, fundamentalmente, de aquel que considero sumo-
tuación de plantear que algunos de los elementos centrales ati- mento fundador, es decir, la represión originaria.
nentes a la propuesta inicial, fundamentalmente aquellos que Al abordar. la cuestión de que el proceso secundario -la ins-
se relacionan con la preocupación por poner a prueba el psico- tauración de la lógica, la temporalidad, el lenguaje-- da testi-
análisis de niños en su correlación con la metapsicología, han monio de la posibilidad del aparato psíquico de haber constitui-
dejado de ser intuiciones más o menos sostenibles, a partir de do dos legalidades distintas -la del proceso primario y la del
una cierta relación entre la experiencia clínica y los desarrollos proceso secundario-, y dos tipos de contenidos diversos signa-
teóricos freudianos, para convertirse en una línea de trabajo dos por el conflicto, he llegado necesariamente a la conclusión
que se consolida en mi espíritu y me proporciona profundas po- de que la neurosis infantil es indefinible en sí misma. Por ello,
sibilidades de transformación en mi quehacer clínico. me he visto obligada a diferenciar lo que consideramos trastor-
La idea central de considerar un sujeto en estructuración nos del funcionamiento psíquico, de aquello que podemos deno-
para el cual no se puede definir en el comienzo ni la existencia minar, con pleno derecho, síntomas; y he definido el síntoma,
de síntomas -en sentido psicoanalítico, en tanto formaciones en sentido psicoanalítico, buscando no sólo sus determinacio-
del inconsciente-- ni, por consecuencia, la de una neurosis que nes específicas, sino su ubicación metapsicológica. Esto me ha
implique la instauración definitiva de la represión, no sólo conducido a poner en juego los movimientos precursores que
mantiene su vigencia inicial, sino que es confirmada, en mi opi- determinan en el psiquismo los momentos previos de la instau-
nión, a lo largo del proceso de investigación emprendido. ración sintomática y, en tal sentido, a redefinir los mecanismos
Por otra parte, lecturas realizadas en estos años señalan previos a la represión originaria: transformación en lo contra-
que esta es la tendencia que deberá asumir cada vez más el psi- rio y vuelta sobre la persona propia, no sólo como movimientos
coanálisis de niños, más allá de los matices teóricos con que los anteriores, sino como verdaderos precursores que preparan el
diferentes autores se enfrentan al fenómeno, y al ángulo - pre- camino para su instauración definitiva.
dominantemente clínico o, también, predominantemente teóri- Se trata, desde este ángulo, de una «historización» de los
co- a partir del cual su tarea se instale. momentos míticos constitutivos del aparato psíquico. ¿Implica
Lang va en el mismo sentido cuando dice: «Sin duda los es- esto un abandono del concepto de estructura? No parece ser del
tudios psicopatológicos en un ser en pleno desarrollo madurati- todo así, pero cada vez más nuestro camino nos aparta del es-
vo y libidinal deben hacernos más prudentes para evocar bajo
el nombre de "estructuras" organizaciones todavía lábiles- y no 1 J . L. Lang, Aux frontieres de la psychose infantile, PUF, 1978, pág. 27.

208 209
tructuralismo como modelo, tanto en su carácter de ahistoricis- jeto constituyente. Hay que desembarazarse del sujeto consti-
mo radical, como en el de subordinación a la lingüística y trans- tuyente, desembarazarse del sujeto mismo, es decir, llegar a un
formación de todo fenómeno en un «sistema significante». análisis que pueda dar cuenta de la constitución del sujeto en
Foucault ha señalado en relación con esta problemática: 2 la trama histórica. Y esto es lo que yo llamaría la genealogía,
«Se admite que el estructuralismo ha sido el esfuerzo más sis- una forma de historia que da cuenta de la constitución de
temático por desterrar no sólo de la etnología sino de toda una saberes, de discursos, de dominios de objeto, etc., sin referirse a
serie de ciencias e incluso en el límite de la historia misma el un sujeto que sea trascendente por relación al campo de acon-
concepto de acontecimiento. Pero lo que es importante es no tecimientos o que transcurra en su identidad vacía, a lo largo
hacer con el acontecimiento lo que se ha hecho con la estructu- de la historia».
ra. No se trata de poner todo sobre cierto plano, que sería aquel Se nos ofrece como coincidente -más allá de las diferencias
del acontecimiento, sino de considerar que existe toda una se- específicas que se abren entre la ciencia de la historia y el psi-
rie de rangos de acontecimientos diferentes que no tienen ni el coanálisis- el intento de erradicación de todo sujeto trascen-
mismo alcance, ni la misma amplitud cronológica, ni la misma dental que retoma en el psicoanálisis a través de las formula-
capacidad de producir efectos. ciones reificantes del Otro, la Estructura del Edipo, la primacía
»El problema es, a la vez, distinguir los acontecimientos, di- significante. Y, como efecto de ello, el carácter otorgado al con-
ferenciar las redes y niveles a los cuales estos pertenecen, y re- flicto, que queda de este modo emplazado en el centro de la his-
constituir los hilos que los ligan y los hacen engendrarse los toria (historicidad belicosa, no «lenguajera» ).
unos a partir de los otros. Por ello el rechazo a los análisis que Sin embargo, no estamos de acuerdo con (la propuesta de
se refieren al campo simbólico o al dominio de las estructuras Foucault de reemplazar totalmente el concepto de estructura
significantes; y el recurso a los análisis hechos en función de por el de red. de acontecimientos. Desde nuestra perspectiva,
genealogía, de relación de fuerzas, de desarrollos estratégicos, destacamos el carácter histórico de esta estructura y la ubica-
de tácticas. Creo que debemos referirnos no al gran modelo de mos, a su vez, en su determinación, no como entrecruzamiento
la lengua y de los signos, sino al de la guerra y de la batalla. La de redes de acontecimientos, sino como anudamientos y lega-
historicidad que nos interesa y nos determina es belicosa, no lidad en la cual esos acontecimientos se inscriben.
"lenguajera" (langagiere). Relación de poder, no relación de La represión originaria, tal como la abordamos, no es un
sentido. La historia no tiene sentido, lo que no quiere decir que simple momento de corte en un devenir fáctico, sino un movi-
sea absurda, o incoherente. Ella es, por el contrario, inteligible miento de verdadero reordenamiento, de establecimiento de le-
y debe ser analizada hasta en sus menores detalles: pero según galidades específicas a partir de las cuales la historia cobra
la inteligibilidad de las luchas, de las estrategias y de las tácti- sentido. Ni una realidad «lenguajera» (langagiere), ni una rea-
cas. Ni la dialéctica (como lógica de contradicción), ni la semió- lidad acontecial pueden dar cuenta de la constitución del apa-
tica (como estructura de la comunicación) podrían dar cuenta rato psíquico. Son redes de relaciones estructurales -lega-
de lo que es la inteligibilidad intrínseca de los enfrentamientos. les- inscriptas en un movimiento que debe ser historizado
Para esta inteligibilidad, "la dialéctica" es una manera de es- --es decir, provisto de sentido-; son -decimos- las redes así
quivar la realidad siempre azarosa y abierta, abatiéndola so- entendidas las que determinan el movimiento de constitución
bre el esqueleto hegeliano; y la semiología es una manera de del sujeto psíquico, signado por el conflicto.
esquivar el carácter violento, sangriento, mortal de esta En psicoanálisis, a partir del abandono de la teoría de la se-
.r ealidad, reduciéndola a la forma apaciguada y platónica del ducción, cuyo hito lo marca la carta a Fliess del 21 de septiem-
lenguaje y el diálogo». bre de 1897, Freud tiende a matizar cada vez más la teoría del
Y agrega luego Foucault: «Quisiera ver cómo se pueden re- traumatismo en tanto efecto del roljugado por el acontecimien-
solver estos problemas de la constitución [de los objetos] en el to exterior. Se abre entonces la concepción de que los aconteci-
interior de una trama histórica, en lugar de remitirlos a un su- mientos exteriores extraen su eficacia de fantasmas que acti-
van y del aflujo de excitación pulsional que de ellos se despren-
2
de. Pero, a su vez, Freud no se contenta, en ese momento, con
M. Foucault, «Vérité et pouvoir», en L'arc, París, nº 70, 1977.

210 211
describir el traumatismo como la activación de una excitación En tal sentido podemos considerar, para el caso que nos ocu-
interna por un acontecimiento exterior, que sólo sería la causa pa, que los mass media organizadores del acontecimiento tie-
·desencadenante de este; siente la necesidad de remitir este nen su correspondiente en el discurso materno, cuando orga-
acontecimiento a su vez a un acontecimiento anterior que colo- niza de un modo particular aquello del orden del vínculo y de la
ca en el origen de todo el proceso. historia del hijo, al igual que la prensa organiza el aconteci-
miento político en el marco de una racionalidad que le es propia
El modelo propuesto, entonces, es un primer acontecimien- al sistema al cual pertenece.
to desprovisto de significación (seducción originaria), resignifi- Si Freud, para señalar el carácter lacunar del discurso pre-
cado por un acontecimiento posterior (constitutivo del trauma- consciente, había utilizado la metáfora de la censura de la
tismo por apres coup ). De este modo, el traumatismo no puede prensa rusa, que tachaba sin pudor aquello que era atacante
ser equiparado a un acontecimiento, dado que se inserta en para el régimen, el discurso materno, del mismo modo que los
una cadena en la cual la significación no deja de ocupar un lu- cables de las grandes agencias noticiosas actuales, intenta no
gar determinante. Pero esta significación es, en realidad, enga- dejar flancos por los cuales se filtre una .información que dé
ñosa: si resignifica la seducción originaria lo hace a través de la cuenta de otra realidad que aquella que pretende instaurar.
<<proton pseudos», que conserva un resto de realidad acontecial, Sin embargo, estos cables no alcanzan a recubrir m:¡t a realidad
sin por ello develar el acontecimiento, que en sí mismo sigue que exudan los poros de la historia, tal como ocurre don lo repri-
siendo carente de significación. mido en la realidad psíquica del hijo a través del síntoma.
Pierre Nora nos propone una elaboración respecto de lo que Hay entonces una historia acontecial que no sólo no se co-
considera las relaciones entre «la producción del acontecimien- rresponde con la del traumatismo, sino que intenta, precisa-
to» y los mass media que comienzan a capturar el monopolio de mente, su reÜenamiento; porque el traumatismo es lo que esca-
la historia: «Prensa, radio, imágenes, no se limitan a actuar pa a una significación discursiva y no encuentra perlaboración
como medios respecto de los cuales los acontecimientos serían sino en el momento en que se lo pone en correlación con los de-
relativamente independientes, sino como la condición misma terminantes estructurales que lo constituyen.
de existencia de estos acontecimientos. La publicidad modela Para retomar la acertada formulación de Lyotard, en el psi-
su propia producción. Acontecimientos capitales pueden tener coanálisis de niños se trata de acometer la suficiencia del dis-
lugar sin que se hable de ellos (... ) el hecho de que hayan teni- curso y recuperar la sombra que se escapa cuando la penumbra
do lugar sólo los hace históricos. Para que haya acontecimien- arrojada por el habla sobre lo sensible no puede dejar de ser
to, es necesario que este sea conocido. Por eso las afinidades perforada por aquello que se resiste, en el inconsciente, a la
entre un tipo determinado de acontecimiento y un determina- captura del discurso. Se trata, como propone en Discurso, figu -
do medio de comunicación son tan intensas que se nos apare- ra,4 no de pasar al otro lado del discurso -ya que únicamente
cen como inseparables». 3 desde su interior cabe la posibilidad de pasar a /y dentro de la
Tomando estas ideas en cuenta podemos señalar que en el figura-, sino de recuperar el carácter violento que el silencio
campo específico en que nuestra tarea se despliega las relacio- asume. Este carácter violento está dado en el aparato psíquico
nes entre traumatismo y acontecimientos pueden ser pensadas por la pulsión de muerte que ataca a través de las representa-
desde un ángulo nuevo. La proton pseudos está ya, como hemos ciones reprimidas al sujeto que no puede significarlas, no a
señalado, en el discurso materno, aunque no del lado del in- partir del desconocimiento yoico, sino porque han asumido un
. consciente; lo está del lado de la constitución del yo, mediante carácter radicalmente extraño al caer al nivel de representa-
la instauración de un discurso que opera de contracarga de los ción-cosa.
elementos que la propia madre inscribió como excitantes a tra- El acontecimiento en tanto tal no es entonces equiparable al
vés de los cuidados sexualizantes de los orígenes. traumatismo. El traumatismo es cercado a través del aconteci-
miento (siempre relatado, no sólo ocurrido), lo cual implica que
3 P. Nora, «Le retour de l'événement», en Faire de l'histoire. Nouveaux pro-
4 J . F. Lyotard, Discurso, figura , Barcelona: Gustavo Gili, 1979.
blémes, París: Gallimard, 1974, pág. 212.

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la historia del sujeto no se limite a una red de acontecimientos la estructura están dados por una condición previa: el hecho de
(como hemos visto que propone Foucault), sino al engarza- que cada uno de los miembros que la constituyen se sostiene en
miento de estos en una red estructural que les otorgue signifi- una intrasubjetividad en conflicto. De este modo, la tópica psí-
cación a través del proceso perlaborativo, en el momento en quica del niño, si bien es resultante de la intersubjetividad que
que se quiebre la compulsión a la repetición y el sujeto pase, de la preexiste, sólo se instaura a partir del momento en que se
ser sujeto pasivo de una historia, a sujeto historizado. producen los movimientos diferenciadores de lo externo-inter-
Decía en las primeras páginas de este libro que «•.. nos no y lo externo-exterior, que generan un espacio de discrimina-
ubicaremos de entrada en una concepción del sujeto psíquico ción y diversidad.
cuya tópica se presenta, desde el comienzo, intersubjetiva. En Esto último no podía ser visto por mí antes de que hubiera
el marco de esta tópica intersubjetiva se dará un proceso de puesto en cuestión la propuesta de Lacan del narcisismo pri-
constitución del aparato psíquico que en el momento de abor- mario como primer tiempo de constitución del aparato psíqui-
dar el diagnóstico del nudo patógeno debemos tener en cuenta co. Al haber reubicado la especularidad como primer tiempo del
a fin de precisar, en un corte, en qué momento de esta constitu- sujeto (del yo), pero segundo tiempo de constitución dBl aparato
ción se encuentra». psíquico, se me ha planteado claramente que el primer tiempo
Pienso, luego de estos años de elaboración, que si bien la hi- no puede ser del orden de la constitución de la tópica intersub-
pótesis de la constitución del sujeto en el marco de la tópica in- jetiva, sino de los efectos del sujetamiento infantil a la seduc-
tersubjetiva sigue teniendo validez, no es correcto plantear que ción originaria que la madre ejerce, pero que se inscribe en el
el sujeto se constituye de entrada en la intersubjetividad. La aparato incipiente como huell:;t, representante pulsional que
diferencia radicaría en lo siguiente: en un espacio, instituido sólo tendrá determinado un lu&ar cuando los sistemas psíqui-
en el interior de la estructura edípica, cada uno de los miem- cos obtengan su diferenciación, encontrando, de este modo, su
bros de esta estructura posee su propio aparato psíquico mar- calidad definitiva (como representación-cosa).
cado por la escisión y el conflicto. De este modo, el niño no entra En tal sentido, del mismo modo como ocurre con las nuevas
como un elemento de un sistema significante caracterizado por propuestas de la teoría de la historia social (que ponen enjuego
la homogeneidad de los elementos constitutivos, sino en una la constitución de los tiempos míticos como tiempos reales), en
red definida por el carácter heterogéneo de cada uno de los ele- los orígenes del aparato psíquico describimos continuidades
mentos que constituyen la estructura. Es decir: cada uno de los sobre el modo de lo discontinuo. Es una historia problema, en
padres, en tanto sujeto escindido -según lo hemos demostrado lugar de ser una historia-relato. 5 Una historia problema plan-
a lo largo de nuestro trabajo- en conflicto con sus propias tea sistemas de ordenamiento de momentos estructurales que
representaciones deseantes inconscientes, el narcisismo yoico no se reducen a meros acontecimientos (tal como hemos seña-
y el sistema de prohibiciones que opera desde el superyó. En lado antes al diferenciar nuestra propuesta de la de Foucault);
primer lugar, entonces, la diferencia entre narcisismo primario es una discontinuidad que se organiza en momentos de orde-
y secundario en la madre permite el abordaje de un requisito namiento legal: tiempo de la constitución de los grandes movi-
estructural para la futura constitución del niño; en segundo lu- mientos pulsionales previos a la represión originaria, tiempo
gar, posibilita también la diferenciación entre ley de prohibi- de instauración de la represión originaria, tiempo de ordena-
ción del incesto (ley paterna) y autoridad del padre, desliza- miento definitivo de esta represión a través de la estructura-
miento en el cual incurren frecuentemente los lacanianos ción del superyó y por ende de la represión apres coup. Modelo
cuando piensan las figuras de la estructura como términos de una discontinuidad que se afirma, sin embargo, en momen-
significantes homogéneos. tos previos de instauración.
En relación con el niño, no hay en el comienzo una tópica in- La diversidad del material clínico expuesto a lo largo de mi
tersubjetiva. Hay una estructura previa en la cual la heteroge- trabajo me ha llevado a la vez a considerar la neurosis infantil
neidad de funciones (materna-paterna) implica a su vez hete- (más allá de la valoración que en función de una ideología tera-
rogeneidad en el interior del aparato psíquico de los sujetos so-
porte de esas funciones. Los requisitos de intersubjetividad de
5Véase, al respecto, F. Furet, «Le quantitatif en histoire», en P. Nora, op. cit.

214 215
péutica pueda asumir: niño neurótico, niño problema) como un Otro aspecto que nos ubica en su misma línea de trabajo, es
verdadero momento de producción del psiquismo que abre el la convicción de que la problemática infantil debe ser cuidado-
camino hacia la salud y la creatividad. Me doy cuenta de que en samente analizada en su intrínseca constitución fantasmática,
el psicoanálisis de niños bordeamos permanentemente aquello y no en relación con una realidad en la cual el traumatismo
que Lang ha denominado «las fronteras de la psicosis infantil», queda reducido a una facticidad ingenua que desplaza al psico-
y que nuestra preocupación fundamental es crear las condicio- análisis de su eje elaborativo para ubicarlo en el orden de la
nes para que el aparato psíquico incipiente logre aquello que crianza pedagógica del niño.
constituye el movimiento definitivo de su instauración. En relación con ello, deseo destacar el profundo efecto que
A partir de ello -más allá de las divergencias teóricas que ha tenido su trabajo en mi comprensión de la especificidad del
luego expondré- mi posición me permite retomar las produc- campo analítico; su aguda observación del simbolismo en el
ciones que considero más valiosas, tanto de la escuela kleinia- proceso de la cura (que lleva a considerar que en el consultorio
na como de Lacan. En relación con la primera, como dice E. nunca un agujero en la pared sea un agujero en la pared, sino
J acks, «Melanie Klein, explorando la primera infancia por me- algo del orden de los orificios de entrada y salida tanto del cuer-
dio del análisis de niños muy pequeños, agregó una nueva di- po propio como del cuerpo materno) ha signado mi perspectiva
mensión fundamental a la teoría analítica: la acción de los pro- clínica procurándome recursos para evitar que la rigorización
cesos psicóticos inconscientes y de las angustias psicóticas en de mi tarea pudiera convertirse en una intelectualización.
las neurosis y en los comportamientos normales(. .. ). Para Me- He retomado también las propuestas lacanianas respecto
lanie Klein, la neurosis infantil es el modo de elaboración del lugar que ocupa el Edipo en tanto campo estructurante del
(worhing through) de las angustias psicóticas precoces. Es la sujeto, así como la importancia del discurso materno en su
expresión de la elaboración de angustias precoces». 6 constitución. Sin embargo, además de las diferencias ya ex-
No puedo dejar de señalar que hay una diferencia funda- puestas en estas conclusiones respecto del concepto de estruc-
mental en la concepción de la constitución del aparato psíquico tura y el modo en que pienso que este concepto debe ser reubi-
infantil desde mi perspectiva y la de Melanie Klein. Esta dife- cado en el psicoanálisis de niños, a lo largo de mi trabajo he en-
rencia se resume centralmente en que mi investigación condu- contrado determinaciones que ponen en correlación al sujeto
ce, basada en la metapsicología freudiana, a que el inconscien- psíquico con el deseo materno, pero no relaciones homotécicas
te no puede ser considerado como existente desde los orígenes, entre la estructura del Edipo y el aparato psíquico infantil.
sino efecto de la fundación operada en el aparato psíquico por Creo que la divergencia fundamental - ya desarrollada- pue-
la represión originaria. Esta diferencia teórica plantea a su vez de resumirse en el hecho de que desde la perspectiva teórica en
divergencias clínicas, en la medida en que no habiendo incons- la cual nos ubicamos, el inconsciente está en relación con el dis-
ciente desde los orígenes, mi preocupación central en el psico- curso del otro, pero no es el discurso del Otro.
análisis de niños se enfoca en determinar los criterios de anali- El ejemplo de Dick, caso expuesto por Melanie Klein en
zabilidad y la búsqueda de nuevas propuestas técnicas a partir 1930, puede ser ilustrativo de estas convergencias y divergen-
de la ubicación metapsicológica precisa en la cual el trastorno cias.7 Se trata --como es bien conocido- del proceso de la cura
que enfrentamos se emplaza. Sin embargo, lo que Melanie de un niño que hoy, a partir de los conocimientos que poseemos,
Klein llama elaboración de ansiedades psicóticas no se diferen- podemos considerar psicótico. Melanie Klein --como lo señala
cia de hecho de lo que nosotros consideramos como eje de la Lacan- , en las primeras sesiones, le «enchapa» la simboliza-
problemática infantil de la primera infancia, es decir, una ela- ción del mito edípico, y algo pasa, por lo cual se produce una rá-
boración que permita la consolidación de los movimientos que pida evolución en el niño, que manifiesta angustia y necesidad
operan para el establecimiento definitivo de las fronteras, des- del otro humano a partir del efecto de las primeras interpreta-
lindes y separaciones en el interior del aparato psíquico. ciones. Mientras Melanie Klein cree que está interpretando el

6 E. Jacques, «Le concept kleinien de névrose infantile,,, en La psychiatrie de 7 M. Klein, «La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del

l'enfant, París: PUF, vol. XV, fase. 1, 1972. yo,,, en Contribuciones al psicoanálisis, Buenos Aires: Hormé, 1964.

216 217
inconsciente de Dick, Lacan muestra cómo en realidad lo está y una visión intuitiva de la perspectiva freudiana, que en un
fundando. Habiendo, desde la óptica de Melanie Klein, un in- verdadero emplazamiento teórico de aquel.
consciente que opera desde los orígenes, ella pone en palabras Revisando los temas desarrollados respecto de estos diver-
lo que supone impide el desarrollo del yo trabado por el exceso sos movimientos que inauguran la tópica psíquica y abren paso
de sadismo temprano. Lacan, analizando el efecto de la inter- a la neurosis infantil, se insinúa en mi espíritu lo siguiente: la
pretación, dice: «Ella le encaja el simbolismo con la mayor bru- diferenciación introducida por Lebovici para discriminar entre
talidad, ¡Melanie Klein al pequeño Dick! Ella comienza de in- una neurosis del niño (aquella producida en la infancia) y la
mediato por arrojarle las interpretaciones mayores. Le arroja neurosis infantil (reconstruida en el transcurso de la cura del
una verbalización brutal del mito edípico, casi tan revulsiva adulto, tal como lo muestra el ejemplo del Hombre de los Lo-
para nosotros como para cualquier lector: Tú eres el pequeño °
bos), parece correcta. 1 Compartimos también la propuesta de
tren, tú quieres cogerte a tu madre». 8 ¿Y qué ocurre? «El niño diferenciar entre neurosis a transferencia y neurosis de trans-
simboliza la realidad que lo rodea a partir de ese núcleo, de esa ferencia (la primera, referida a la capacidad más general de es-
pequeña célula palpitante de simbolismo que te da Melanie tablecer transferencias, en el sentido en que Freud diferencia-
Klein». 9 Y estamos de acuerdo, el inconsciente de Dick se orga- ba las neurosis de las psicosis; y la segunda, como aquella que
niza, se constituye, a partir del discurso de Melanie Klein, que puede establecerse en el interior del campo analítico). Sin em-
simboliza con palabras aquello que no alcanza a organizarse en bargo, nos parece necesario señalar que la posibilidad de esta-
el sujeto. Con lo que no estamos de acuerdo es con la conclusión blecer una neurosis a transferencia se produce ya en la infan-
a la cual llega Lacan: que el discurso de Melanie Klein funda el cia, a diferencia de lo que sostiene Lebovici, ya que es el efecto
inconsciente de Dick porque «el Inconsciente es el discurso del de la repres\ón de los representantes de los objetos originarios
Otro». He aquí (dice) un caso en el cual es absolutamente mani- sepultados en el inconsciente, pero a la vez -como hemos de-
fiesto. sarrollado en capítulos precedentes al analizar la constitución
Si el discurso de Melanie Klein produce un efecto no es, des- del objeto de amor en relación con el objeto parcial (de la pul-
de nuestra perspectiva, porque devela el inconsciente (un in- sión)- de la constitución del yo en sus relaciones con el ello y el
consciente que no cobra carácter de tal, en la medida en que la superyó, es decir, de la resignación del narcisismo primario.
tópica psíquica no ha terminado de constituirse), sino porque En este sentido, la instauración de la represión originaria
ayuda a fundarlo. Pero el contenido de este inconsciente -y es- implica, por su parte, el funcionamiento de las diversas instan-
ta es nuestra divergencia con Lacan- no es el discurso del cias psíquicas y posibilita el establecimiento de un pasaje entre
Otro, no está constituido por las palabras de Melanie Klein; el la libido de objeto y la libido del yo, como condición de la neuro-
inconsciente de Dick se constituye en la medida en que las re- sis a transferencia y, por consiguiente, de la neurosis de trans-
presentaciones ya inscriptas en su psiquismo encuentran una ferencia.
ubicación tópica definitiva a partir de que las palabras de Me- La pérdida definitiva de los padres infantiles se produce en
lanie Klein introducen una simbolización mayor, que funda la el movimiento que desgaja definitivamente al sujeto del narci-
represión originaria. sismo originario, es decir en el momento de constitución del su-
En este movimiento que realizamos por encontrar una ubi- peryó y la instauración de la represión apres coup. A partir de
cación metapsicológica precisa para los movimientos constitu- ello, nuestra propuesta considera que en la infancia misma se
tivos del psiquismo, se emplaza también la cuestión de la crean ya las condiciones en el aparato psíquico para la consti-
transferencia en psicoanálisis de niños. Aquella discusión de tución de la neurosis de transferencia aun cuando sea en el
1927 entre Anna Freud y Melanie Klein consistió más en una marco de la neurosis del niño, y no de la reconstrucción de la
aproximación al fenómeno clínico, un resumen de experiencias neurosis infantil.

8
J. Lacan, Le séminaire, libro l Les écrits techniques de Freud, París: Seuil, lO S. Lebovici, «L'expérience du psychanalyste chez l'enfant et chez l'adulte
1975, pág. 81. devant le modele de la névrose de transfert», Revue Franr;aise de Psychanaly-
9 Op. cit., pág. 100.
se, París, nº 5-6, septiembre-diciembre de 1980.

218 219
Esta pérdida de los objetos originarios relacionados con la Otros títulos de esta biblioteca
constitución del yo ideal es el momento de establecimiento de
las posibilidades de la neurosis a transferencia y por ende de la
neurosis de transferencia en el interior del proceso de la cura
del niño. De todos modos, ello no implica que no haya movi-
mientos de transferencia previos; dado que el aparato psíquico
no puede constituirse si no es por la pérdida de los objetos origi-
narios, que dejan su huella en la instauración de los represen- Nicolas Abraham y Maria Torok, La corteza y el núcleo
tantes representativos pulsionales, pudiéndose establecer pre- Alcira Mariam Alizade, Clínica con la muerte
cozmente, a partir de ello, transferencias de carga, existentes Alcira Mariam Alizade, La sensualidad femenina
Nadine Amar, Gérard Bayle e Isaac Salem, Formación en psicodrama analítico
ya en los niños muy pequeños antes de que estén dadas las con- E. James Anthony y Therese Benedek, comps., Parentalidad
diciones para la neurosis a transferencia. Mi intención es hacer Didier Anzieu y colaboradores, Las envolturas psíquicas
explícito, a partir de estas observaciones, que considero que los Paul-Laurent Assoun, Lacan
Fiera Aulagnier, El aprendiz de historiador y el maestro-brujo
padres reales no son jamás objetos fantasmáticos de transfe- Claude Balier, Psicoanálisis de los comportamientos sexuales violentos. Una
rencia, compartiendo lo propuesto por Melanie Klein, quien patología del inacabamiento
definió esta cuestión insoslayable en el psicoanálisis de niños. Silvia Bleichmar, Clínica psicoanalítica y neogénesis
Silvia Bleiclunar, En los orígenes del s ujeto psíquico. Del mito a Ja historia
Debo señalar, por último, que he retomado, a lo largo de to- Silvia Bleichmar, La fundación de lo inconciente. Destinos de pulsión, desti-
do mi trabajo, la discusión abierta por Laplanche y Leclaire en nos del sujeto
el Coloquio de Bonneval, para plantear que la asimilación del Peter Blos, La transición adolescente
Peter Blos, Los comienzos de la adolescencia
inconsciente al discurso retoma, bajo una forma nueva, una Christopher Bollas, Fuerzas de destino. Psicoanálisis e idioma humano
antigua propuesta fenomenológica que reduce la estructura al Christopher Bollas, La sombra del objeto. Psicoanálisis de lo sabido no pensado
efecto -sea este considerado síntoma, conducta o palabra-, Mikkel Borch-Jacobsen, Lacan. El Amo absoluto
César y Sára Botella , La figurabilidad psíquica
anulando el carácter mayor del descubrimiento freudiano. Mis Bernard Brusset, El desarrollo libidinal
desarrollos recuperan la tesis de una estructura intrapsíquica Fiera Castoriadis-Aulagnier, La violencia de Ja interpretación. Del pictogra-
(topos.discernible incluso en una graficación formalizante) pro- ma al enunciado
Janine Chasseguet-Smirgel, El ideal del yo. Ensayo psicoanalítico sobre la
ductora de efectos, de la cual el sujeto conoce sólo una pequeña «enfermedad de idealidad»
parte como consecuencia de su posición respecto de la repre- Roland Chemama y Bernard Vandermersch (bajo Ja dirección de), Diccionario
sión, que sustrae el inconsciente y lo aísla definitivamente. del psicoanálisis
Madeleine Davis y Davi<;i. Wallbridge, Límite y espacio. Introducción a la obra
El psicoanálisis de niños, por encontrarse en la difícil po- de D. W. Winnicott
sición de trabajar en los momentos mismos de constitución de Catherine Desprats-Péquignot, La psicopatología de Ja vida sexual
esta tópica, se enfrenta tanto a los movimientos que la instau- Joiil Dor, Estructuras clínicas y psicoanálisis
R. Dorey y colaboradores, El inconciente y Ja ciencia
ran, como a la búsqueda de una propuesta teórico-clínica que Alberto Eiguer, El parentesco fantasmátio. Trasferencia y contratrasferencia
permita abordar sus fracasos. En las fronteras o en el interior en terapia familiar psicoanalítica
de la psicosis infantil, pero siempre bordeándola, se define el Anthony Elliott, Sujetos a nuestro propio y múltiple ser. Teoría social, psico-
análisis y posmodernidad
quehacer del psicoanalista de niños que, a través de la práctica R. Horacio Etchegoyen, Los fundamentos de la técnica psicoanalítica
cotidiana, se enfrenta a una diversidad de movimientos de pa- Haydée Faimberg, El telescopaje de generaciones. A la escucha de los lazos
saje, verdaderos momentos de estructuración del aparato psí- narcisistas entre generaciones
Pierre Fédida, Crisis y contra-trasferencia
quico, cuya fenomenología se plasma en la diversidad de enti- Silvia l. Fendrik, Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes
dades psicopatológicas, las cuales no alcanzan, sin embargo, Sándor Ferenczi, Sin simpatía no hay curación. El diario clínico de 1932
para comprender la multiplicidad cambiante que se le ofrece. Alain Fine y Jacqueline Schaeffer (bajo la dirección de), Interrogaciones psi-
De ahí el retorno a la metapsicología freudiana, que inspira cosomáticas
Sigmund Freud, Cartas a Wilhelm FlieB (1887-1904). Nueva edición com-
todo mi trabajo. pleta
André Green, De locuras privadas

220
André Green, El lenguaje en el psicoanálisis André Missenard y colaboradores, Lo negativo. Figuras y modalidades
Michel de M'Uzan, La boca del inconciente. Ensayos sobre la interpretación
André Green, El tiempo fragmentado
Juan David Nasio, Los ojos de Laura. El concepto de objeto a en la teoría de J .
André Green, El trabajo de lo negativo
Lacan
André Green, Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Desco-
Juan David Nasio, Topologería. Introducción a la topología de Jacques Lacan
nocimiento y reconocimiento del inconsciente
Juan David Nasio, comp ., El silencio en psicoanálisis
André Green, Jugar con Winnicott
Herman Nunberg, Principios del psicoanálisis. Su aplicación a las neurosis
André Green, La causalidad psíquica. Entre naturaleza y cultura
Gérard Pommier, El amor al revés. Ensayo sobre la transferencia en psico-
André Green, La diacronía en psicoanálisis
análisis
André Green, La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud. Aspectos
Gérard Pommier, El orden sexual
fundamentales de la locura privada
Gérard Pommier, Louis de la Nada. La melancolía de Althusser
André Green, Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual
Jean-Michel Quinodoz, La soledad domesticada
André Green, Narcisismo de vida, narcisismo de muerte
Benno Rosenberg, El yo y su angustia. Entre pulsión de vida y pulsión de
André Green, Jean Laplanche y otros, La pulsión de muerte
muerte
Roberto Harari, ¿Cómo se llama James Joyce? A partir de «El Sinthoma», de
René Roussillon, Paradojas y situaciones fronterizas del psicoanálisis
La can
/sea Salzberger-Wittenberg, La relación asistencial. Aportes del psicoanálisis
Roberto Harari, El Seminario «La angustia», de Lacan: una introducción
kleiniano
R . D. Hinshelwood, Diccionario del pensamiento kleiniano
Sami-Ali, El cuerpo, el espacio y el tiempo
Edith Jacobson, Depresión. Estudios comparativos de condiciones normales,
Sami-Ali, El espacio imaginario
neuróticas y psicóticas
Sami-Ali, El sueño y el afecto. Una teoría de lo somático
Philippe Julien, Psicosis, perversión, neurosis. La lectura de Jacques Lacan
Sami-Ali, Lo visual y lo táctil. Ensayo sobre la psicosis y la alergia
René Kaes, El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teoría psico-
Jorge H. Stitzman, Conversaciones con R. Horacio Etchegoyen
analítica del grupo
Marta Tenorio de CalatÍ"oni, comp., Pierre Marty y la psicosomática
René Kaes , La palabra y el vínculo. Procesos asociativos en los grupos
René Kaes, Las teorías psicoanalíticas del grupo Serge Tisseron, Maria Torok, Nicholas Rand, Claude Nachin, Pascal Hachet
René Kaes, Haydée Faimberg, Micheline Enriquez y J ean-José Baranes, Tras- y Jean Claude Rouchy, El psiquismo ante la prueba de las generaciones.
Clínica del fantasma
misión de la vida psíquica entre generaciones
Frances Tustin, Barreras autistas en pacientes neuróticos
Heinz Kohut, Análisis del self: El tratamiento psicoanalítico de los trastornos
Frances Tustin, El cascarón protector en niños y adultos
narcisistas de la personalidad
Léon Kreisler, Michel Fain y Michel Soulé, El ruño y su cuerpo. Estudios sobre
la clínica psicosomática de la infancia
Ronald D. Laing, Herb ert Phillipson y A. Russell Lee, Percepción interper-
Obras en preparación
sonal
André Green, El pensamiento clínico
J ean Laplanche, El extravío biologizante de la sexualidad en Freud
Jean Laplanche, Entre seducción e inspiración: el hombre René Kaes, Un singular plural
Jean Laplanche, Problemáticas, vol. 6: El apres-coup
Jean Laplanche, La prioridad del otro en psicoanálisis
Sylvie Le Po ulichet y Vladimir Marinou, comps. , Adicciones, anorexia y fra-
Jean Laplanche, Nu evos fundamentos para el psicoanálisis. La sedu cción
originaria gilidades del narcisismo
Jean Laplanche, P roblemáticas, vol. 1: La angustia; vol. 2: Castración. Simbo-
lizaciones; vol. 3: La sublimación; vol. 4: El inconciente y el ello; vol. 5: La
cubeta. Trascendencia de la transferencia
Jean Laplanche, Vida y muerte en psicoanálisis
Serge Leclaire, Escritos para el psicoanálisis, vol. 1: Moradas de otra parte;
vol. 2: Diabluras
Serge Leclaire, Matan a un niño. Ensayo sobre el narcisismo primario y la
pulsión de muerte
Sylvie Le Poulichet, Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo
Henry W. Maier, Tres teorías sobre el desarrollo del niño: Erikson, Piaget y
Sears
David Maldavsky, Casos atípicos. Cuerpos marcados por delirios y números
David Maldavsky, Estructuras narcisistas. Constitución y trasformaciones
David Maldavshy, Pesadillas en vigilia. Sobre neurosis tóxicas y traumáticas
David Maldavshy, Teoría y clínica de los procesos tóxicos. Adicciones, afeccio-
nes psicosomáticas, epilepsias
Octave Mannoni, La otra escena. Claves de lo imaginario
Pierre Marty, La psicosomática del adulto
Norberto Carlos Marueco, Cura analítica y transferencia. De la represión a la
desmentida
Silvia Bleichmar
En los orígenes del sujeto psíquico
Del mito a la historia

ean Laplanche comienza así el «Prólogo» de esta obra: «He

J
aquí un libro importante».

«En la década de 1970 (.. .) la tesis estructuralista daba lugar


incluso a excesos teorético-prácticos desconcertantes: el
niño quedaba como desposeído de su neurosis o de su psi-
cosis en beneficio de la red relacional preexistente a su de-
venir y a su existencia misma( ... ) Período, tal vez, superado, en que el
niño era considerado puro síntoma del Edipo parental. Ahora bien,
precisamente, un trabajo como el de Silvia Bleichmar contribuye de
manera decisiva a esa superación. El lector verá con qué atención, en
cada uno de los casos clínicos presentados, es mantenida la discrimi-
nación entre "lo que se encuentra en la estructura en el momento en
que el sujeto viene a insertarse en ella, y las condiciones de aprehen-
sión de los elementos de esta por parte del sujeto"».

« ... Con el nacimiento de lo inconsciente, estamos en el tema central


del libro: la represión originaria». La interrogación sobre génesis y
estructura en el sujeto psíquico, y sobre el estatuto de la represión
originaria, son los dos temas entrelazados que recorren esta obra.

Y concluye Jean Laplanche: «Cada una de las observaciones presen-


tadas (... ) invita al lector, analista, a acompañar a Silvia Bleichmar, a
dialogar -hasta la controversia- mentalmente con ella, para verifi-
car las hipótesis que propone y las opciones terapéuticas (dispositivo
de la cura, intervenciones, interpretaciones) que de ellas derivan. El
lector se sentirá sacudido por la alianza de entusiasmo, de no preven-
ción, pero al mismo tiempo de sagacidad, que anima a esta práctica
teorético-clinica. Una práctica que se sitúa en el corazón mismo del
cuestionamiento psicoanalítico contemporáneo».

SILVIA BLEICHMAR (1944-2007), prestigiosa psicoanalista argentina, se


doctoró en Psicoanálisis en la Universidad de París VII. Fue profesora
en universidades de la Argentina. España. Brasil, Francia y México.
Recibió el Premio Konex de Platino en Psicología en 2006 y fue nom-
brada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires en 2007. Entre sus nume-
rosas obras podemos citar La fundación de lo inconciente (1993) y
Clínica psicoanalítica y neogénesis (2000), publicadas por nuestro
sello editorial.

ISBN 978-950-518-131-5
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