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1.causas Del Pronunciamiento
1.causas Del Pronunciamiento
La crisis se manifestó primero en el Ejército, que reapareció en la vida pública, ahora con
argumentos regeneracionistas. La crisis de 1917 evidenciaba la crisis del sistema de la
Restauración. El problema regionalista quedó, pues, empantanado y seguiría así en lo
sucesivo, gravitando sobre la política nacional. Además, a partir de 1919, España
experimentó niveles de conflictividad social hasta entonces desconocidos, situación
especialmente grave en Barcelona. La monarquía carecía de instrumentos mínimamente
eficaces de gobierno.
Es evidente, pues, que entre 1913 y 1923, España tenía muy graves problemas. El
pronunciamiento de 1923 fue resultado de la crisis política que el país vivía, pero el detonante
fue la herida abierta por el desastre militar sufrido por el ejército español en Marruecos en
julio de 1921 cuando un ataque sobre la posición de Annual de las tropas rebeldes del
caudillo Abd el-Krim provocó la retirada de las tropas españolas, la muerte de unos 9000
soldados, que con su posterior secuela en Nador sumarían en total 13000, y la caída de las
principales posiciones y de unos 5000km2 de la zona de la comandancia de Melilla.
2.GOLPE DE ESTADO:
En esta segunda fase de la dictadura, Primo sustituyó el Directorio Militar por un gobierno
civil con clara intención de permanecer en el poder, y afirmó su voluntad de construir un
régimen inspirado en las dictaduras autoritarias de la Europa de entreguerras, especialmente
la Italia fascista de Mussolini.
En 1927 convocó una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por representantes del
Estado y de la administración y de la Unión Patriótica, encargada de elaborar un anteproyecto
de “constitución” para 1929. Sin embargo, además de estar bajo control del gobierno, sus
funciones eran meramente consultivas.
La escasa conflictividad social del periodo se explica en parte por la represión, pero también
gracias al desarrollo de una amplia política social y de una legislación laboral, basada en la
intervención y mediación por parte del Estado y en la integración de las organizaciones
obreras moderadas y reformistas. Su puesta en práctica contó con la colaboración de los
socialistas, que la consideraron ventajosa para consolidar tanto al partido como al sindicato.
El Rey no optó por la renovación del régimen sino por el retorno a la Constitución de 1876 y
esto no ilusionaba, ahondándose, por tanto, el desprestigio de la Monarquía. Tras la marcha
de Primo de Rivera, encargó la formación de gobierno a otro general, Dámaso Berenguer. El
gobierno careció de liderazgo y de ideas y actuó con inconcebible lentitud en medio de una
situación que se descomponía por momentos. El monarquismo estaba políticamente
desvertebrado y el descontento con la Monarquía y el crecimiento del republicanismo se
hacía, de este modo, más patente.