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JOHNSON 9
INTRODUCCIÓN 15
La política no basta - La pérdida de nuestros hijos - Corazón contra cerebro - ¿Mera asunción de poder? - Mapas
mentales - No sólo académico – Instrucción en la cosmovisión - Agradecimientos
CAPÍTULO 10: CUANDO EEUU CONOCIÓ EL CRISTIANISMO, ADIVINE QUIÉN GANÓ 299
La democracia llega a la iglesia - Un político para sacerdote - ¿Grilletes para nuestros hijos? - Medio estadounidense -
Salvación instantánea - Los Estados Unidos genuinos - Salto de 1.800 años - Cristianos a favor de Jefferson - Sin
policía de tráfico - Gente independiente - Predicador, actor, cuentista – Estilo celebridad - Confiamos en las relaciones
públicas - Manejo de hilos - No un fichero de delincuentes - El auge del yo soberano
APÉNDICE 1 419
Cómo se secularizó la política estadounidense
APÉNDICE 2 423
El islam moderno y el movimiento de la nueva era
APÉNDICE 3 429
La dilatada conflagración entre el materialismo y el cristianismo
APÉNDICE 4 435
Ismos fugitivos: Apologética práctica en l'Abri
NOTAS 441
LECTURAS RECOMENDADAS. 517
ÍNDICE TEMATICO 530
GUÍA DE ESTUDIO 541
ACERCA DE LA AUTORA 575
PROLOGO
C uando Nancy Pearcey me invitó a escribir el prólogo de su libro sobre «cosmovisión», me apresuré a
aceptar el honor. Me honró aceptar la invitación porque este es un libro de inusitada importancia escrito por una
autora de excepcional talento.
Ha sido para mí un placer leer y estudiar el manuscrito y creo que estoy haciendo un gran favor a todo lector
potencial si logro persuadirle de que disfrute de estas páginas como yo las he disfrutado. Nancy Pearcey es una
autora tremendamente respetada por todos los que conocen su obra. Espero que con este libro reciba el
reconocimiento que hace mucho se merecen su pensamiento y sus escritos, y que los lectores encuentren en su
mensaje de emancipación la clave para la renovación intelectual y espiritual.
Sería quedarse corto afirmar que la cosmovisión es un tema importante. Me atrevo a asegurar que el entender
cómo se forman las cosmovisiones, y cómo conducen o limitan el pensamiento, es un paso imprescindible para
comprender todo lo demás. Entender una cosmovisión se asemeja un poco a intentar conocer
las lentes que usa el propio ojo. No solemos ver, por lo común, nuestra propia cosmovisión, pero sí todo lo demás
a través de ella. Digámoslo llanamente, la cosmovisión es la ventana desde la que vemos el mundo y decidimos, a
menudo subconscientemente, lo que es real e importante, o irreal e intrascendente.
Puede que una cosmovisión sea comúnmente una colección de prejuicios. Si es así, éstos son necesarios, ya que
no es posible partir de una pizarra en blanco e investigarlo todo empezando desde cero por nosotros mismos.
Cuando alguien me dice que recibe guía de Dios en oración, o que la ciencia es la única forma de conocer algo
cierto, o que no hay diferencia objetiva entre el bien y el mal, necesito un marco de referencia verificable que me
informe de inmediato si sólo está engañado o dice algo lo bastante delicado como para merecer seria
consideración.
Análogamente, cuando digo a mis colegas, los profesores de Berkeley, que no creo en la teoría de la evolución,
tengo que saber por qué les cuesta tanto tomarme en serio o creer que mi objeción a dicha teoría se basa en la
evidencia científica más que en el libro de Génesis. La explicación es que la evolución, con su filosofía
concomitante, se identifica con su cosmovisión a un nivel tan profundo que ellos no se pueden imaginar que la
teoría pueda ser quizá contraria a la evidencia.
Todos tenemos una cosmovisión que gobierna nuestro pensamiento aun cuando -o especialmente entonces- no
nos demos cuenta de ello. De modo que no es raro hallar malhechores bienintencionados, por decirlo así, que
están sinceramente convencidos de que son cristianos, y asisten a la iglesia fielmente, e incluso puede que ejerzan
cargos de liderazgo, pero han absorbido una cosmovisión que les permite ignorar sus principios cristianos cuando
llega el momento de acometer los negocios concretos de la vida cotidiana. Para ellos, los principios
cristianos que sinceramente sostienen ocupan una categoría mental y la toma práctica de decisiones ocupa otra.
Tales personas pueden creer que Jesús va a volver a juzgar el mundo y, sin embargo, viven como si las pautas de
este mundo fueran la única cosa que hay que tener en cuenta.
Del mismo modo, la educación cristiana será probablemente un ejercicio fútil si no prepara a nuestros jóvenes
para afrontar y superar los retos tocantes a la cosmovisión con que a buen seguro se han de topar tan pronto como
abandonen la seguridad del hogar cristiano, y probablemente mientras todavía viven en casa y
son educados en una atmósfera cristiana, debido a la incisiva influencia del internet y los medios de
comunicación. Por ejemplo, a un joven se le pueden enseñar excelentes principios cristianos, y sin embargo, él o
ella, puede entender que tales principios encajan en una categoría especial denominada «creencia religiosa».
Más pronto o más tarde, ese joven descubrirá que los profesores universitarios seculares, y a veces también los
cristianos, actúan asumiendo implícitamente que las creencias religiosas son el tipo de cosas de las que uno debe
desprenderse cuando descubre cómo funciona realmente el mundo, y que es por lo general plausible «apartarse
gradualmente» de tales creencias como parte del proceso normal de maduración.
¿Por qué piensan así esos profesores? Por supuesto, están siendo influidos por el sistema de creencias que
predomina en la cultura académica, que es también la cultura predominante en la sala de redacción de la mayoría
de los diarios o cadenas de televisión. Pero asegurar que la gente es influida por su medio cultural
no explica cómo nuestra cultura ha llegado a ser como es, ya que solía ser muy diferente. Para sobrevivir en la
cultura occidental moderna o posmoderna
sin ser abrumado por sus prejuicios encubiertos es preciso aprender a reconocerlos, para entender la forma de
pensar que los engendró y poder explicarnos a nosotros mismos y a otros dónde está el fallo de sus incisivas
asunciones que suelen ser etiquetadas como «la manera racional de pensar» y que harán naufragar la fe si uno no
se mantiene vigilante.
Una buena preparación capaz de analizar la cosmovisión es un elemento básico en el moderno sistema cristiano
de defensa, como lo era el escudo en los días en que un viajero prudente tenía que prepararse para repeler un
ataque de ladrones que blandían espada. Los bandidos intelectuales roban hoy su fe a los jóvenes incautos, y lo
hacen con argumentos basados en las arenas movedizas de «lo que es de común conocimiento» y «la forma de
pensar actual». Esos jóvenes necesitan hallar la roca firme, saber por qué la roca es sólida y por qué el
mundo prefiere las arenas movedizas.
Sólo un autor muy dotado es capaz de escribir un libro sobre análisis de cosmovisión cuya lectura entusiasme al
lector común y además esté bastante informado académicamente como para transmitir un conocimiento profundo
del tema, no meramente superficial. Todo el mundo sabe que la cultura occidental cambió enormemente durante
el siglo XX, pero muy pocas personas entienden que el cambio fue ocasionado por ideas y hábitos que al
principio parecieron excéntricos, o de escasa importancia, pero al final se infiltraron en la cultura
popular y demostraron ser casi irresistibles. La situación en que hoy nos encontramos tiene raíces profundas en el
pensamiento de otros tiempos. Conductas que no hace mucho eran consideradas perversas o criminales, no sólo
han llegado a ser toleradas, sino que son ahora normales. Los que se atreven a rechazar esas conductas, o no
aplauden las nuevas normas con el suficiente entusiasmo, es probable que sientan sobre sí todo el peso de la
desaprobación social. El cambio de conducta fue provocado por cambios de cosmovisión que consiguieron
que los que seguían las nuevas modas pensaran de otra forma.
Tras esta breve introducción, le invito a leer a Nancy Pearcey. Además de una lectura agradable, hallará todos los
elementos y la información básica necesarios para formarse una mentalidad cristiana con un mapa de la realidad
realmente práctico. Cuando los padres, pastores, educadores y otros líderes cristianos aprendan a dar a esta
cuestión la importancia que merece, y a enseñarla concienzudamente en el hogar, desde el púlpito y en las aulas,
entonces los cristianos hallarán que ya no son tímidos ni temerosos cuando tengan que responder
a las pretensiones de la sabiduría mundana. Comencemos pues.
-Phillip E.Johnson Berkeley, California. Enero 2004
El cristianismo no consta de una serie de verdades, en plural, sino más bien se deletrea con «V»
mayúscula. Es la Verdad acerca de la realidad total, no sólo por lo que toca a asuntos de religión.
El cristianismo bíblico es Verdad concerniente a la realidad total, la posesión intelectual de la
Verdad total, y además, una vida a la luz de esa Verdad.
FRANCIS SCHAEFFER
Alocución en la Universidad de Notre Dame,
abril de 1981