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Derecho, Religión y Justicia durante la Santa

Inquisición en el Perú
La llegada de la Santa Inquisición al Virreinato del Perú marcó un capítulo
significativo en la historia de la colonización española en América Latina. Este
sistema inquisitorial, diseñado para salvaguardar la ortodoxia religiosa, se
instauró en el Perú a partir de la autorización del Rey Felipe II en el año 1569
y no era si no una filial provincial del Consejo de la Suprema y general
inquisición española.
En este contexto, la Corona española y la Iglesia Católica establecieron
tribunales inquisitoriales con el propósito de mantener la pureza doctrinal y
erradicar cualquier indicio de herejía. Este periodo histórico se caracterizó por
una compleja intersección entre el poder político y eclesiástico, donde la
Inquisición se convirtió en una herramienta clave para consolidar el control
sobre la población y preservar la fe católica en los territorios colonizados. A lo
largo de este trabajo, examinaremos los orígenes de la Inquisición en el Perú,
la forma en que se administraba la justicia, y cómo esta institución dejó una
huella indeleble en la sociedad, afectando no solo la esfera religiosa sino
también la política y social de la época. Analizaremos detenidamente los
procedimientos judiciales, los métodos empleados para obtener confesiones
y las repercusiones que estas acciones tuvieron en la vida de aquellos que se
encontraron bajo el escrutinio inquisitorial.
En la ciudad de lima la inquisición comenzó a funcionar en el año 1570,
siendo el virrey del Perú Francisco de Toledo.

PROCEDIMIENTOS JURIDICOS DEL TRIBUNAL DE LA SANTA INQUISICIÓN


El sistema procesal del Tribunal se basaba en la investigación, juzgamiento y
sanción de la herejía. Los inquisidores actuaban como jueces, pudiendo
iniciar el proceso sin denuncia. Evolucionó a partir del derecho canónico,
remplazando el proceso acusatorio. La inquisición, con un enfoque más
activo, reemplazó gradualmente al sistema acusatorio, especialmente en la
jurisdicción eclesiástica. Los procedimientos estaban regulados por
instrucciones de figuras como Torquemada y Deza, para garantizar más
derechos a los enjuiciados. La actuación del Tribunal tenía cinco fases,
incluyendo sermones, edictos y procesos. Hubo una centralización y
uniformización a lo largo del tiempo, con consultas al Consejo en casos no
resueltos a nivel local. Los tribunales inquisitoriales se adhirieron
estrictamente a la normatividad vigente.
Lo primero que conviene señalar a este respecto es que los tribunales del
Santo Oficio observaron con fidelidad absoluta el procedimiento penal tal y
Como había sido diseñado por la normativa canónica y desarrollado por la
Doctrina del derecho común
ETAPA PREVIA.
En la etapa previa del procedimiento inquisitorial, los inquisidores seguían un
protocolo riguroso. Comenzaban con el “sermón de la fe”, un discurso
dominical destinado a resaltar la fe católica y a solicitar apoyo en la defensa
de la misma. Tras el sermón, se abría un período de gracia en el que los
herejes tenían la oportunidad de confesar voluntariamente sus culpas sin
enfrentar sanciones severas, solo una penitencia leve. Este período de gracia
era un enfoque singular del proceso inquisitorial y estaba diseñado para
fomentar la confesión y el arrepentimiento. La lectura del sermón se realizaba
en presencia de párrocos y representantes de órdenes religiosas locales,
creando así un ambiente de solemnidad. Luego, se procedía a la lectura del
edicto de gracia, que a partir del siglo XVI se denominó edicto de la fe. Estos
edictos explicaban cómo reconocer la herejía y alentaban a la población a
denunciar cualquier actividad herética. Una particularidad destacada era la
obligación de denunciar incluso a familiares, ya que el silencio era
interpretado como complicidad, y las denuncias falsas estaban sujetas a
sanciones rigurosas según las instrucciones de Torquemada. Los edictos de la
fe proporcionaban una síntesis detallada de ritos y costumbres de grupos
considerados herejes, como judaizantes, musulmanes, luteranos,
alumbrados, entre otros. Además, se utilizaban edictos en situaciones
específicas, como el establecimiento de nuevos tribunales o circunstancias
extraordinarias. Durante este período, se concedía un plazo, generalmente de
30 a 40 días, en el que los herejes podían confesar sus culpas y enfrentar
sanciones leves. Los beneficios de la reconciliación incluían mantener la
propiedad de sus bienes, con la pérdida solo de los esclavos, quienes
quedaban liberados. Las reconciliaciones eran eventos públicos, realizados
ante los inquisidores, notarios y testigos, registrados por escrito. Los
penitentes prestaban un “juramento en forma de derecho”, respaldando las
confesiones y garantizando la veracidad de las respuestas dadas a los
inquisidores. Aquellos que no se presentaban durante el período de gracia
pero lo hacían después, debido a circunstancias excepcionales, eran tratados
con benevolencia, siempre y cuando sus declaraciones fueran verdaderas. El
Tribunal utilizaba diversas herramientas para perseguir a los herejes. Además
de los edictos, se llevaban a cabo visitas anuales realizadas por inquisidores,
donde se publicaban edictos de la fe y se recogían testimonios para ser
derivados a tribunales. Estas visitas servían para vigilar a los herejes ya
reconciliados y garantizar el cumplimiento de las penas. Hacia 1560, se
produjo un cambio en el papel de las visitas. Las instrucciones del Inquisidor
General Valdés limitaron la autonomía de los inquisidores de visita, quienes
solo podían juzgar casos leves. Esto marcó un cambio hacia un enfoque más
procesal en lugar de la acción inmediata. El espionaje también desempeñaba
un papel crucial, utilizando a familiares para investigar situaciones
sospechosas y a presos para denunciar a sus cómplices. La cautela era
esencial, y el Tribunal evitaba actuar basándose solo en indicios, recopilando
múltiples denuncias y pruebas antes de proceder. En el caso de las visitas a
navíos, eran dirigidas por comisarios, quienes realizaban inspecciones
detalladas para evitar el tráfico ilegal de moneda. Estas inspecciones se
realizaron en todos los barcos, nacionales o extranjeros.
En resumen, la etapa previa del procedimiento inquisitorial era una fase
meticulosa y ceremonial, con el objetivo de fomentar la confesión, recopilar
información y preparar el terreno para el juicio de los herejes. Las
herramientas utilizadas, como los edictos, las visitas, el espionaje y las
reconciliaciones, formaban parte de un sistema complejo que buscaba
erradicar cualquier forma de herejía.

ETAPA INDICIARIA
En la etapa indicaría de la Inquisición, los inquisidores iniciaban procesos
contra presuntos herejes a través de denuncias o encuestas. Las denuncias se
basaban en declaraciones bajo juramento, y se buscaban tres testificaciones
claras. En casos de rumores fundados, un notario redactaba un documento. El
Tribunal evitaba denuncias anónimas y actuaba con pruebas claras antes de
detener a sospechosos. Los calificadores evaluaban las pruebas antes de la
detención, y la confirmación de sospechas requería investigaciones
adicionales. Desde el siglo XVI, las informaciones se enviaban a la Suprema
antes de la citación o detención del sospechoso.

MEDIDAS CAUTELARES
En la fase de medidas cautelares de la Inquisición, el juicio comenzaba con la
citación o detención del presunto hereje. La citación, realizada notarialmente,
buscaba la comparecencia del interesado para aclarar dudas sin detenerlo. En
caso de detención, los inquisidores emitían un mandamiento al alguacil para
arrestar al sospechoso, quien quedaba incomunicado en celdas.
Simultáneamente, se realizaba el secuestro de bienes con un inventario
detallado, ya que las propiedades de los herejes podían pasar a la corona. El
receptor administraba esos bienes y, si era necesario, los enajenaba,
permitiendo a terceros presentar reclamos dentro de un mes.

APERTURA DEL PROCESO

1. Interrogatorio inicial.- Fase de apertura del proceso inquisitorial, se


llevaba a cabo un interrogatorio inicial al presunto hereje, con la
presencia de dos religiosos y un notario. Este interrogatorio buscaba
obtener la confesión del acusado antes de la lectura formal de la
acusación. Se insistía en la identidad del procesado, su ascendencia,
vínculos con herejes y conocimiento de oraciones católicas. Se le
preguntaba sobre los motivos de su detención, indicándole indicios de
conducta contraria a la fe. El primer examen se realizaba con trato
benigno, instándolo a confesar para preservar su honor y libertad. Si el
reo no confesaba voluntariamente, se le amonestaba hasta en tres
ocasiones antes de iniciar el trámite acusatorio. Los inquisidores
usaban ardides, como fingir conocimiento detallado de los hechos,
para presionar la confesión. También podían recurrir a amigos o
conocidos del reo para buscar su confesión y arrepentimiento. La
mayoría de los acusados presentaban inicialmente una defensa como
buenos cristianos, pero gradualmente confesaban parcialmente. Los
casos de confesiones plenas aceleraban el proceso, con el fiscal
verificando la confesión, presentando conclusiones y los inquisidores
dictando sentencia, generalmente benigna ante el arrepentimiento
mostrado. La fase concluía con moniciones sucesivas, comunicando
eventualmente al acusado la existencia de una denuncia en su contra.

2. Fase acusatoria.-

2.1 Lectura de acta acusatoria: En la fase acusatoria del proceso


inquisitorial, se iniciaba con la lectura de la acusación al procesado,
quien debía responder detalladamente. El fiscal formalmente acusaba
al inculpado de abandonar la Iglesia y convertirse en hereje. Los cargos
eran detallados por escrito, omitiendo los nombres de testigos para
proteger su identidad y evitar represalias. Este procedimiento buscaba
garantizar que los testigos pudieran acusar sin temor. Luego, se incluía
una parte más genérica para incorporar descubrimientos adicionales
sin necesidad de una nueva acusación formal. La acusación también
incluía la petición del fiscal de aplicar las penas más graves, pero esta
solicitud se consideraba más como una amenaza que una formalidad
vinculante. A pesar de la lectura del acta acusatoria, los inquisidores
seguían buscando obtener la confesión del reo, iniciando el
interrogatorio. Se le tomaba el juramento de derecho y se Repetían las
acusaciones para obtener respuestas detalladas. El interrogatorio se
interrumpía y repetía según fuera necesario, anotando las respuestas
detalladamente. El acta de acusación se entregaba al reo para revisión
en su celda, permitiéndole añadir o señalar observaciones.
2.2 Designación del Abogado defensor: Las personas llevadas ante la
Inquisición tenían derechos de defensa, incluyendo la posibilidad de
contar con un abogado y presentar testigos de abono, así como objetar
a los testigos de cargo. Los abogados de los presos eran considerados
funcionarios del Santo Oficio y dependían de los inquisidores. Aunque
los detenidos tenían el derecho de nombrar a sus defensores, en casos
de negativa, los inquisidores designaban uno de oficio. Los abogados se
reunían con los reos en presencia de los inquisidores para coordinar la
defensa, analizando detalladamente las acusaciones. Presentaban un
escrito técnico en una audiencia especial, desarrollando las
declaraciones del reo en respuesta a la acusación. La defensa inicial era
más formal que real, ya que aún no se conocían las declaraciones de
los testigos. Al final de esta fase, tanto el fiscal como el reo o su
representante declaraban que no tenían nada más que añadir,
definiendo así las posiciones. La actuación del abogado estaba
limitada: no debía utilizar cavilaciones maliciosas ni dilaciones, y si
descubría la culpabilidad de su defendido, debía informarlo a los
inquisidores y abstenerse de seguir defendiéndolo. Los honorarios del
abogado se pagaban con los bienes secuestrados al acusado.
2.3 Contestación de la acusación: Después de la nueva lectura del acta
acusatoria, los inquisidores concedían al presunto hereje un plazo,
generalmente de nueve días, para que respondiera por escrito. En su
contestación, el acusado solía negar los cargos, solicitando el
sobreseimiento del proceso, su libertad personal y el levantamiento del
secuestro de sus bienes. En ocasiones, admitía algunos cargos, y en
otras, los defensores condicionaban la respuesta al traslado de todos
los elementos del proceso. Esta primera defensa era más formal que
real, ya que se limitaba a negar las imputaciones que debían
demostrarse en la fase probatoria subsiguiente. Tras la presentación
del escrito de defensa, el fiscal podía contestar el alegato antes de
pedir el recibimiento del proceso a prueba o, en casos en que la
defensa desbarataba las acusaciones, presentar una réplica que
permitía al reo una duplica. El fiscal también podía solicitar a los
inquisidores la apertura del período probatorio si el sospechoso se
negaba a admitir los cargos. La publicación de testigos comenzaba con
la lectura de las acusaciones, sin explicaciones, seguida de una
repetición por partes para que el reo respondiera a cada punto. Esta
parte del proceso podía extenderse varios días debido a la cantidad de
testimonios. Después de sus respuestas, el acusado recibía una copia
para revisarla con su abogado y redactaba el segundo escrito de
descargo, que representaba la defensa propiamente dicha.
ETAPA PROBATORIA
La etapa probatoria en la Inquisición comenzaba con una sentencia
interlocutoria de prueba, donde los inquisidores declaraban finalizada la fase
anterior del proceso y otorgaban a las partes, por lo general, un plazo de
nueve días para presentar sus pruebas. Los principales medios utilizados eran
la prueba testifical y la confesión. La prueba testifical abarcaba testimonios de
cargo y de abono, mientras que la confesión podía ocurrir en cualquier etapa
del juicio, incluso antes de su apertura. La consecuencia inmediata de esta
etapa era poner fin al proceso y permitir avanzar a la etapa decisoria.
1. La prueba se testigos: La etapa probatoria en la Inquisición comenzaba
con el fiscal presentando testigos de cargo cuyos testimonios eran
tomados de manera reservada e individual. Los inquisidores mantenían
en secreto las identidades de los declarantes para protegerlos de
represalias. Los testigos eran examinados en presencia de los
inquisidores y debían ratificar sus declaraciones en actos separados. La
defensa, por su parte, presentaba preguntas previas a la lista de
testigos de abono y luego presentaba sus pruebas. Se permitía la tacha
de testigos, y la defensa podía refutar los cargos formulados. La validez
de las declaraciones se mantenía en secreto hasta la publicación de las
pruebas, donde la defensa podía presentar objeciones. La etapa
probatoria se cerraba con escritos de conclusiones del fiscal y la
defensa, a menos que los acusados confesaran, en cuyo caso se fijaba
un plazo para dictar sentencia.

2. La confesión, el empleo del tormento: El tormento en el proceso


inquisitorial, detallando que era utilizado como último recurso para
obtener confesiones de los acusados, pero su aplicación era menos
frecuente que en otros tribunales de la época. Se menciona que se
aplicaba solo en casos extremos y después de agotar otros métodos de
interrogatorio. Se utilizaban varios métodos de tortura, como el cordel,
el potro, el castigo del agua y la garrucha, pero se procuraba no causar
daño corporal grave. Se destaca que el tormento no podía exceder una
hora y cuarto de duración y solo se empleaba una vez por causa.
Además, se suspendía si el reo confesaba o si su vida corría peligro. El
texto también menciona que el castigo del agua era utilizado para
obtener declaraciones de los reos bajo tormento, que debían ser
ratificadas días después para ser válidas. Se señala que el proceso
incluía la revisión del mismo por una junta de asesores, la
compurgación del acusado y la emisión de la sentencia.

PROCESOS ESPECIALES
1. Ausentes (contumacia): Los procesos especiales de contumacia ante la
Inquisición, iniciados cuando el acusado no se presentaba, el fiscal
solicitaba la citación por edicto. Se leía en la plaza principal y se
notificaba en su último domicilio. El acusado tenía 30 días para
comparecer, divididos en tres términos de 10 días. Si no lo hacía, se leía
el libelo de denunciación y se le citaba nuevamente. Si persistía en la
no comparecencia, se abría el período de pruebas. Si el fiscal
presentaba testigos de cargo, se citaba de nuevo al ausente para
responder. Luego, el fiscal solicitaba que se le considere rebelde. La
fase probatoria terminaba con la notificación al procesado para hacer
sus descargos. Después, los inquisidores cerraban el proceso y fijaban
un plazo para dictar sentencia. Los condenados en estatua, quemados
en efigie, eran castigados con la pena de muerte, la excomunión y la
confiscación de bienes, aunque si se presentaban después, debían
enfrentar un nuevo juicio. Las instrucciones de Torquemada
introdujeron cambios, citando a los acusados por edicto y permitiendo
distintas opciones según la gravedad del delito y la prueba disponible.
Incluso, se contemplaba la reconciliación si los ausentes se
presentaban durante el período de gracia.
2. A difuntos: La Inquisición tenía la facultad de juzgar a difuntos en casos
graves, como traición. El proceso comenzaba con la petición del fiscal,
solicitando la publicación de un edicto contra la memoria del difunto.
Los inquisidores accedían y citaban a los posibles defensores,
nombrando uno si no se conocían. El fiscal leía el acta acusatoria,
dando lugar a la defensa. Después, se seguían los procedimientos
estándar de los juicios inquisitoriales. La condena de un difunto
implicaba la quema de sus restos, excomunión y confiscación de
bienes, junto con inhabilitaciones para la descendencia. En caso de
absolución, se restauraba la buena fama y se conservaban los bienes
por parte de los herederos.
CONCLUSIÓN DEL PROCEDIMIENTO
La conclusión del procedimiento inquisitorial se realizaba de manera
formal, con ambas partes pidiendo el cierre del procedimiento y el dictado
del veredicto. Los inquisidores trasladaban el proceso a una junta de
asesores, quienes revisaban todo lo actuado y determinaban la inocencia
o culpabilidad del acusado. Esta práctica se generalizó a partir de las
instrucciones de Torquemada, reduciendo las atribuciones de los
inquisidores y otorgando a los asesores la responsabilidad de determinar
las culpas. La junta de asesores estaba compuesta por religiosos y civiles,
especialistas en Teología o Derecho, y su veredicto era necesario para
dictar sentencia. En casos de condena a muerte, la decisión debía ser
unánime, lo que llevó a una reducción en el número de condenados a
muerte. Además, en ciertos casos, el acusado era sometido a
compurgación, donde podía obtener su absolución si rechazaba, bajo
juramento, los cargos presentados en su contra. Esta etapa estaba
normada en forma detallada, y su aplicación dependía de las pruebas
presentadas en el proceso.
VEREDICTOS Y PENAS
Los veredictos y penas de la Inquisición dependían de la inocencia o
culpabilidad del acusado y la gravedad de los delitos. La absolución
declaraba la inocencia del procesado, mientras que la abjuración
implicaba retractarse de creencias contrarias a la fe católica. Las penas
pecuniarias incluían confiscación de bienes, y las privativas de libertad
variaban según la gravedad del delito. La pena de muerte era el último
recurso, aplicada solo en casos persistentes de herejía. Otras penas
incluían el sambenito, flagelación pública, destierro y penitencias
espirituales. Las restricciones a la pena de muerte aumentaron con el
tiempo, y el Tribunal buscaba salvar al reo mediante el arrepentimiento.
Incluso se cambiaba la pena por prisión perpetua si el procesado se
arrepentía. Las cárceles inquisitoriales eran relativamente tolerables, con
condiciones superiores a las prisiones reales de la época. Las
inhabilitaciones recaían sobre los descendientes de los condenados.
LOS AUTOS DE FE
Eran ceremonias públicas llevadas a cabo por el Tribunal del Santo Oficio
de España. Se destaca la conexión histórica exitosa del tribunal con estas
ceremonias, consolidando su identificación con la Inquisición y su
influencia en la conciencia social.
Enfatiza que los autos de fe eran manifestaciones solemnes de la
religiosidad católica, reforzando la fe a través de la sanción pública de
aquellos condenados por el Santo Oficio, especialmente por el delito de
herejía. Estas ceremonias, más que parte del proceso legal, eran actos de
fe, expresiones públicas de penitencia por el pecado de herejía.
Se resalta la importancia de la publicidad en estas ceremonias, ya que el
carácter secreto del proceso inquisitorial requería la lectura pública de las
sentencias durante el auto de fe. Esto contribuía a la eficacia del
procedimiento al crear un miedo invencible frente a la autoridad
inquisitorial.
Se describe la estructura detallada del auto de fe, desde la procesión hasta
la ejecución de penas, con una atención especial a la vestimenta y
disposición de los diferentes tipos de condenados. Se señala que, debido a
la complejidad y los costos asociados, los autos de fe eran eventos
costosos y no se celebraban con frecuencia.
Se destaca la similitud entre la Inquisición y las justicias reales en la
importancia de la publicidad de las sanciones como un elemento
ejemplificador. La atmósfera religiosa de los autos de fe propiciaba, en
ocasiones, conversiones de herejes en el último momento, ya sea por
temor o auténtica convicción.

MODIFICACIÓN DEL VEREDICTO


En el contexto de la Inquisición española, se destaca la modificación del
veredicto mediante dos procesos:
1. Revisión de la condena:
- Los inquisidores tenían casi completa discrecionalidad para conmutar
sentencias.
- Conmutación posible después de reconciliación o autorización del
Consejo de la Suprema.
- El condenado podía solicitar la conmutación y apelar si es denegada.
2. La apelación:
- Recurso para anular sentencias basado en irregularidades o injusticias.
- Se podían presentar en cualquier fase del proceso y eran decididas a
discreción por los inquisidores.
- La intervención del Consejo, según Lea, a menudo llevaba a una
suavización de las penas, aumentando así la frecuencia de las apelaciones.
https://www.congreso.gob.pe/participacion/museo/inquisicion/historia-
en-el-peru/
https://www.congreso.gob.pe/Docs/participacion/museo/files/museo/
inquisicion/procedimientos_juridicos_inquisicion_16_07_2012.pdf
https://www.tvperu.gob.pe/novedades/sucedio-en-el-peru/descubre-
como-se-dio-la-inquisicion-en-el-peru
https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/113733

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