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i latinic, Su dnipl, ol conde Pio de x Minds, (3469-1498), fob
Ge ingenio ettranrdinarlamente precoz. A los 24 sfor eo atrovia a pressntar
‘en Roma una lista de 900 tons flosScay cabalintcns y teolggicas, detlardndo-
fe dispuosto a defenderlas en piblice deboto. Mucha de aqudllas fweron, sin
fembergo, denunciadas como herstiess y el Papa impidi6 ta diveusiin, “Condo-
‘nado por herefia, debio a su protecter, Lorenzo de Mr
‘ids, ino adomis que Ia condena fuer rovoeada slzunos afns después, ‘scribis
tuna Apologia para defenderso de la scosacion; un célebre discurso De hominis
colsitudiae et dignitato; su obra de mayor allonto fue interrumplda por la
(3), Giordeno Bruno necié en Nola on of afo 1848, Entré muy joven
‘en le orden do Santo Domingo: pero, no pudiende eoportar aquella vide, huy®
‘lon veinte afios del convento y andivo petegrinande por Europa, extablocie
dose suceevamanta en Suiza, Franca Inglaterra y Alemania, empulado por
dad de su tempersmento y por in hostilided que ella frecuentement®
le ausclabe, Hlablendo regresado alte :
conquistado por of ideal do una roforma social y religion, que le vali un pro-
‘coo y une condens a citcel perpetus, Librade, después do 27 afos de
igos poderosos, acabé au vide on Francia on
i principalmente en las doa obras: Del senwo delle cose
Cariruvo IL
EMPIRISMO ¥ RACIONALISMO
1. EL PROBLEMA DEL Méropo. — La filosofia moderna co-
mienza con el problema del método. A sus iniciadores se ofrecen
dos experiencias de indudable certeza. La una es que toda la espe-
culacién mediceval, no obstante la ingeniosidad y agudeza de los
doctores escolisticos, ha sido estéril en resultados positivos, espe-
ccialmente en gus indagaciones acerca de la constitucién del mundo
fisico, a causa del empleo abusivo del razonamiento abstracto que,
xno funddndose sobre las cosas sino sobre esquemas y simbolos men-
tales, se ha enredado en un nudo de concepts més aptos para ocul-
‘tar que para descubrir la naturaleza de las cosas. La otra experien-
cia es que la nueva ciencia natural, al prescindir totalmente de aquel
artificioso andamiaje intelectualista, y al dedicarse a un paciente y
metédico trabajo de observacién, de experimento, de andlisis y de
comprensién de los objetos de Je naturaleza, ha llegado en breve
tiempo ® conseguir resultados positives de gran importancia y per
mite esperar otros mayores.
De esta confrontacién nace espontinea la siguiente hilacién:
gn podria también Ia filosofia obtener iguales resultados, siguiendo
‘el mismo procedimiento de Ia ciencia de la naturaleza? Pero de aqui
‘surge un problema ulterior: Zen qué consiste propiamente tal pro-
cedimiento y el secteto de su éxito? Los fundadores de Ja ciencia
‘moderna han indicado dos caminos, al mismo tiempo, del pensamien-
to cientifico: Ia experiencia y el razonamiento matemético, con la
presuposicién implicita de que las dos sendas sean convergentes, y
de que el investigador deba seguir una y otra juntamente. Pero, si
los cientificos no estén obligados a dar una més precisa determina
cin y justificacién de su método, porque a ellos incumbe més bien
hacerlo fructificar que enunciarlo, es diversa Ja situacién de los fi
l6sofos, para los cuales el conocer lo que es experiencia y lo que e
razonamiento forma el tema y el contenido mismo de la investigacién
especulativa.
‘Ocurre asi que el fécil eclecticismo con que se satisfacen los cien-
tificos, al atemperar juntamente la experiencia y el razonamiento, no182 Pror, Gurpo Dr Ruaciero
‘puede contentar Ie reflexién filoséfica, Ia cual, acostumbrada a user
‘as armas de la l6gica, comprueba, ex los dos términos que se le ofre-
cen, una oposicién profunda no facilmente superable y conciliable. En
‘efecto, si por experiencia se entiends la observacién fundada sobre
datos sensibles, y se le atribuye un valor primario y fundamental, en
tal caso el razonamiento no puede ya subsistir como fuente auténo-
ma del conocimiento, y no es sino un producto derivado y secundario
de la sensacién, a la que presta el criterio de su verdad. El camino
de 1a experiencia conduce asi al empirismo, esto es, a una filosofia
que reconduce toda Ia actividad més elevada y compleja del pensa-
miento a los elementos sensibles, haciéndola resultar como efecto de
una abstraccién y de una combinacién de aquellos datos.
Pero, si el razonamiento es una verdadera y propia fuente del co-
nocimiento, gc6mo se concilia lo que él atestigua con Ia revelacién de
Jos sentidos, que por el contrario, viene continuamente desmentida?
La razén nos da, en las construcciones fisico-matemiticas de la cien-
cia, la representacién de un mundo puramente cuantitativo, siempre
‘idéntico, regido por leyes constantes, mientras que la sensibilidad nos
‘Pone en presencia de una multiplicidad cuslitativa de apariencias,
que varian continuamente. ¢Dénde esta el acuerdo entre esos dos
puntos de vista tan diversos? Por lo tanto, si la verdad est en el
‘cuadro que nos ofrece 1a raz6n, quiere decir que los sentidos nos en-
Zafian, o que bosquejan sélo confusamente lo que el razonamiento
explica con plena claridad. Este camino desembucu ex el racionalis-
‘mo, esto es, en una filosofia que atribuye un valor absoluto a fa ra-
‘26n como intérprete veridica de la realidad, Pero tal racionalismo,
‘no menos que el opuesto empirismo, est en antitesis con Ia escolés-
‘ica, porque asume, como tipo ideal del procedimiento de la raz6n,
Ia demostracion matematica, que parte de principios ciertos y eviden-
tes y los desarrolla con método riguroso.
De ese modo, Ia filosofia modema se divide desde el principio
fen dos corrientes opuestas: en un empirismo que es representado
particularmente por el pensamiento inglés; y en un racionalismo, que
tiene sus primeros fautores en Francia. La unién de las dos corrien-
tes, cuya exigencia es a vecos presentida por una y otra parte, no se
efectuard sino en Ia filosofia kantians.
2. Bacon ¥ Hoppes. — La importancia histérica de Bacon
(2) es Ja de un heraldo entusiasta de la nueva mentalidad cientifica.
El fin de Ja ciencia es para él la instauracién de aquel reino del hom-
bre que el pensamiento del Renacimiento habia anhelado e intentado
realizar con los ocultos influjos de tas artes magicas y cabalisticas so-
SUMARIO DE HisToRIA DE LA FILOSOFIA 183
bre el mundo natural, Para Bacon, en cambio, ol poder del hombre
sobre la naturaleza s6lo se actualiza por medio del saber cientffico
que, lejos de pretender cambiar el curso ordenado de las cosas, acep-
‘a ous leyes y se esfuerza por entenderles, para convertirias est en
fuerzas utilizables por el hombre para los propios fines practicos.
El estudio del método cientifico const, segtin éI, de dos part
‘una negativa, consistente en la critica de Tas ilusiones, de los pri
ios, de las inveteradas costumbres humanas, que turban y pervier-
ten las escuetss revelaciones de Ia experiencia; otra pastiva, en
que propiamente se compendia el método experimental. Este parte
de Ia observacién cuidadosa de los elementos particulares que la sen-
sibilidad nos facilita, y de aqui procede, por la senda de un orden
do y gradual trabajo abstractivo, a la bisqueda y a la formulacién
de conceptos cada vez més generales, que contienen en si lo que hay
de regular y de uniforme en la variedad de Ios fenémenos sensibles.
En esto consiste el método inductivo, cuyo empleo quiere Bacon ro-
dear de las mas escrupuloses precauciones, para impedir las genera-
Tizaciones demasiado apresuradas que, en lugar de recoger las leyes
permanentes de Ta naturaleza, corren el riesgo de volver a caer en
Jas vanas imeginacions de la ciencia del pasado.
Este concepto de Ia induccién, si bien con menor tujo de de-
talles, se encontraba ya formulado en In Iogica aristotélica; pero en
Gta sélo tenia un valor subsidiario y Timitado, mientras. que, como
provalniento demostrativo por exceiencis, era considerada Ta deduc-
Cin silogistica, la cual sigue un camino opuesto, esto es, partiendo
de los principios generales, desciende a lo particular. Mas, para Bae
con, esa deduccién es infecunda, porque no hace otra cosa que ilus-
trar y aclarar en les consecuencias cuanto ya estaba contenido en
Js premisas; ella no acrecienta por fo tanto el patrimonio de nues-
‘ro saber, como est documentado por Ia esterilidad de Ja ciencia
antigua, esencialmente deductive. De ahi que fuerce la oposicién
do los dos métodos hasta el punto de que, no solamente aparezcan
irreconciliables, sito también representatives de dos diversas y con-
ftrastantes eras cientficas; y al tratado en que ilustra el método in-
Auctiva, le da el titulo de Novum Organum, para sefaler Ia novedad.
y originalidad frente al Organum, es decis, la légica aristotélica,
En sus investigaciones, Bacon no fué mucho més allé de esas
premises metodolégicas. Ha sido obra de sus partidarios sacar de
ellas tas implicitas consecuencias empiristas y sensistes. Si la labor
del pensamiento, en la bisqueda ciemtifica, no consiste sino on extraer
Jo que hay de comin en los datos sensibles, quiere decir que ya en
ést0s esté contenido todo criterio y fundamento de verdad. Hobbes184 Pror, Gurpo Dz Rucciero
(2) se da a explicar cémo todo proceso espiritual se deriva en dlti-
‘ma instancia de la sensacién; y que el concepto mismo de Ia verdad
no reside, contrariemente a lo que pretendia la escoléstice, en la
exacta conmensuracién del pensamiento con los objetos, sino tinica-
‘mente en una concordancia de los datos sensibles entre si, dado que
Jos sentidos son una actividad subjetiva inconmensurable con los es
timulos externos. 3
Sin embargo, el mismo Hobbes ha deinostrado, a expensas de ta
propia coherencia, cuan dificil es mantenerse en una posicién em-
pirista rigurose. Porque, después de haber afirmado que es preciso
estar a la experiencia, y explicadc que los datos experimentales més
frreducibles son las sensaciones, acepta de 1a ciencia de la naturale-
2a, el punto de vista de que la realidad objetiva conste de atomos
contenicos juntamente por leyes cuantitativas y mecénicas, y en sus
jnvestigaciones antropolégicas se esfuerza por hacer derivar la vida
sensible, de los procesos fisiologices de la materia orgénica. Aqui nos
‘encontramos evidentemente fuera del empitismo, porque la idea del
‘tomo, de la materia, es un concesto metafisico que no se recaba en
modo alguno de la experiencia y se construye Gnicamente con la
raz6n. Debia tocar a tres pensadores, ingleses también, de edad algo
mis reciente, el cometido de delimitar més rigurosamente los confi-
nes de la concepeién empirista.
Con el mismo criterio, en virud del cual reconduce las faculta-
des mis elevadas de la vida cognoscitiva a tos datos elementales de
Ja sensibilidad, gun en el andlisis de la actividad préctica del hombre,
Hobbes explica los valores morales como manifestaciones del egois-
‘mo. El bien y el mal no son sinc lo que ayuda 0 perjudica al
tinto de conservacién y al interés del individuo. Y si,.en el con-
sorcio social de los hombres, patece intervenir una forma diversa
de valoracién, en realidad no se trata sino de una aplicacién nueva
del mismo principio fundamental del egofsmo a un sujeto més com-
prensivo: toda accién, segiin que sea favorable 0 nociva a la sociedad,
es llamada buena o mala, y recibe, por consiguiente, premios o penas.
El érgano méximo de la conservacién y de la defensa social es
para Hobbes el Estado. Este no es una institucién de origen divino,
‘como imaginaba Ia ciencia politica de la Edad Media, sino un pro-