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*PURISIMA Y ORO*

Purísima, esta referido a la virgen de la Inmaculada Concepción, sin mancha


de pecado, purísima, ves da de azul impecable, que representa la pureza, asi,
por esta curiosa metonimia, en España, el color azul es de la pureza. Decir
purísima, es hacer referencia también, al color azul. De igual manera, el oro
es el amarillo. “Purísima y oro”, es el tulo de una canción de Joaquín Sabina.
En “Purísima y Oro” Sabina, quiere contar la posguerra española y rendirle
un homenaje a Manolete, el mejor torero de la historia, por eso su tulo
deviene del traje de luces que vis ó Manolete en su úl ma corrida el día de
su muerte, pero, aunque ese día el diestro torero no vis era un traje de gala
de purísima y oro, sino, de palo de rosa y oro, al poeta le parece que mejor
queda con purísima y oro, y aprovecha la licencia poé ca y se arroga el
privilegio de ves r, en su faena póstuma en la plaza de Linares, al gran
Manolete de esos colores; cuenta sus amores, sus gustos, pero sobre todo el
ambiente opaco, melancólico de esa época, un periodo histórico di cil de
España, tan complicado, duro, tan lleno de con ictos y di cultades, de
ambivalencias y contradicciones, de esperanzas y derrotas, como solo sucede
en una postguerra, y lo hace a través de un inventario, de personajes, si os,
ins tuciones, costumbres, censuras, nombres, apodos, gustos, modas,
remedios, mercancías, gastronomía, licores, ocupaciones, odios,
resen mientos, que retratan el espíritu, los personajes, la geogra a, tan
namente, y además, exponer y re ejar en forma sucinta ese inventario con
274 palabras, es algo grandioso, muestra clara de la genialidad del autor.
Sabina es desde hace empo el mejor poeta en lengua española, sin ninguna
duda, y de ñapa, nos regala la música; es un inmenso poeta, tan grande como
Bob Dylan -aunque él dice que no es: “ni el Dylan español”- y tan merecedor
al Nobel de literatura, como lo ha sido Dylan. Con esta labor de historiador
que hace el poeta, nos ubica en los primeros años de la década de los 40, en
un Madrid desolado, en una España empobrecida, padeciendo las secuelas
de la guerra civil, que como toda guerra interna, no deja triunfadores, solo
ciudadanos derrotados, ni queda un país esperanzado, sino, devastado y
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arruinado, ni con un buen gobierno, sino, un gobierno en manos de
autoritarios y dictadores. Encontrar las palabras que iden quen,
caractericen y den cuenta de ese mundo, no es fácil, Sabina, logra encontrar
las palabras claves y nodales, entrelazarlas para soltarlas al aire anexándoles
notas musicales, compar endo así, la esencia de ese dramá co momento
histórico de la sociedad española; como se trata de una época dura, la
posguerra española, resulta conmovedor y emocionante ir reviviendo ese
momento intenso, a través de sus versos, especialmente para quienes lo
vivieron en su infancia o juventud y sin eron y padecieron en su piel todo el
rigor de la época que describe Sabina, pero también, debiera resultar igual de
intenso y comprometedor para sus descendientes, que aunque no vivieron
esta época crucial, sí la puedan descubrir y resaltar a través de estos versos,
para que despierte en ellos, una memoria sensible que los estremezca y
conmueva también, de tal manera que esta canción integre e iden que no
una generación determinada, sino, a una nación con una sola conciencia
colec va atenta de “no olvidar”, para que así esta, termine por conver rse en
un himno. Sin embargo, Sabina mismo dice: “es una canción que muy pocos
entenderían y corearían en los conciertos”, por eso no la incluye en el
repertorio de sus conciertos, resulta pues, paradójico que esta canción de
contenido importante, que retrata elmente una época clave en la historia de
España, de una iconogra a lingüís ca tan rica y precisa, sea ignorada y resulte
tan di cil darle reconocimiento y valorarle altamente su relevancia. Hace
poco hablando con un español moderno, le propuse escuchar esta canción, la
escuchó calmado, reconoció la canción sin conmoverse, con mucha
tranquilidad, después quise poner tema sobre el signi cado de los versos de
la canción, y me desconcertó, porque sabía mas yo de ese tema de la
posguerra, que él, siendo español y teniendo, con toda seguridad, un abuelo
que pudo ser miliciano o nacionalista en la guerra civil, ¿A qué se debe esta
indiferencia, esta falta de conexión sensible con la posguerra a través de los
versos de Sabina? Cuando hablaba con el español amigo, sen a que en él, no
había un desconocimiento negligente o descuidado de la historia española, ni
que la alienación le hubiera ocasionado una amnesia histórica, mas bien se
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trataba de un recuerdo sin carga emocional, sin odio, ni resen miento, sino,
sosegado, sereno; me hizo entender que los ciudadanos, los pueblos y las
comunidades, pueden desatender los hechos que han cons tuido su historia,
que han signi cado altos costos sociales, económicos, que han sido extremos
y violentos, en forma espontánea, casi natural, sin estremecimientos ni
temores, me parece que hay un recurso hermoso de reconciliación que
ofrece la historia, hace que los ciudadanos y las comunidades se
reencuentren en concordia, y toda la oscuridad, el fragor y la devastación de
los hechos pasados, no sean el preámbulo de cosas peores, sino, cesen para
que algo restaurador y reivindica vo surja para disfrutar de un presente
seguro y aspirar a un futuro esperanzador, pero sobre todo, para juzgar el
pasado desde una visión no fatalista, ni resen da, ni negacionista, sino,
ar s ca. En esa perspec va se explicaría entonces, como el “No olvidar”,
angus ante, obsesivo, obligatorio, se convierte en un sencillo “Recordar”, no
humillante, alentador, opta vo, tal como lo re ejaba y sen a el amigo
español. Asi, todas las tragedias y tristezas históricas ocasionadas por el
hombre, no tendrán una con nuidad beligerante ni insidiosa, ni serán
disminuidas impunemente por la acción indolente del empo, ni negadas
ciegamente para borrar cualquier posibilidad de memoria, sino, que tendrán
un sen do, una culminación gloriosa y digna de lo mejor del hombre mismo.
Dice Homero en La Odisea: “los dioses tejen desgracias a los mortales, para
que las generaciones venideras tengan que cantar”, bueno, puede resultar
consolador y esperanzador que la con ic va, violenta y sangrienta memoria
histórica, se concilie y termine en una poesía, en una novela, en un cuadro, o
en una escultura, o en una sinfonía, que sea el arte el que rompa y concluya
con esa cadena causal de desgracias y violencias de la historia humana, que
la destrucción de Ilion y la muerte del pélida Aquiles se registren y perduren
eternamente en la boca de Homero, las guerras napoleónicas en la Obertura
1812 de Chaikovsky y en la Victoria de Wellington de Beethoven, que el
genocidio nazi no se salde con el juzgamiento de Nuremberg, sino, con la
obra de Primo Levi, o la guerra de Vietnam con Apocalipsis Now de Coppola,
que sea el arte lo que de la estocada al horror, sin ocultarlo y *Purísima y

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Oro* de Sabina es eso, sacri ca su trascendencia misma, para mostrar como
se curan las heridas de la memoria -que son las mas duras de curar- y se sana,
a través, no de un olvido ciego y cómplice, sino, del recuerdo conmovido,
sosegado, ar s co, y eso basta.

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