Elerotismo no tiene fecha de
vencimiento
Desde la época de los griegos y luego de los.
romanos, a la cultura occidental le cuesta resol-
ver y aceptar el tema del placer sexual en la ve-
jez. Sobreviven estereotipos que perjudican los
vinculos.
La actriz Jane Fonda, a los 69 ajios, quiere
hacer una pelicula que trate sobre el erotismo
enlamadurez,“una pelicula sexy y sensual sobre
mujeres maduras’, tal como lo expres6 reciente-
mente en Die Zeit.
La cuestion podria pensarse desde la banali-
dad de un deseo personal o la demanda de una
actriz de seguir siendo parte de un mundo quela
condena justamente por tener cierta edad.
Lo curioso, y quizé lo interesante también, es
que Jane Fonda parte de la busqueda de una eré-
tica dela madurez, cuestién quenosueleserplan-
teada por los iconos hollywoodenses, ni de otras
latitudes, y menos atin tratandose de mujeres.
Lamentablemente, por fuera de las posicio-
nes asumidas por los gerontdlogos, no se ha lle-
gado a consolidar una mirada critica seria que
Ponga en términos politicos una buena partede
las lecturas deficitarias sobre el envejecimiento.
Esta ausencia difiere de la construccion ideologi-
ca que realizaron las mujeres u otros grupos dis~
criminados, quienes fueron logrando una con-
ciencia politica acerca de los supuestos déficits
que se les atribuian frente al modelo masculino
hegeménico.
La cuesti6n erética representa de una mar
nera particularmente notoria la posicién de
tuna sociedad que, més alla de denunciarlo, no
Cuestiona seriamente la “ilusi6n del deseo” que
se promueve y que alimenta modelos estéticos
estereotipados y estrechos de Juventud, de una
manera similaralos modelos de delgadezo cual-
quier otro objeto que parezca simular la esencia
del deseo.
Laerdticadelamadureznoesuntemasimple
para Occidente. Por el contrario, desde sus raices
grecolatinas hallamos un profundo menoscabo
ynegacién, lo cual llevé a coartar los intentos de
erotismo de los mayores. Se los limitaba por te-
ner un cuerpo que parecia contradecir la estética
minima necesaria para dicho deseo, sin tener en
cuenta su interés sexual.
Lafealdad, la burlay la asociacién con as brujas,
la muerte y la enfermedad terminaron por alejar
cualquier referencia de erotismo del cuerpode una
persona envejecida. A diferencia de otras culturas,
donde la edad no aparecia como una referencia
cierta en relacion a la capacidad de promover el
deseo, e incluso donde el fin de la menopausia po-
dia considerarse el momento del goce femenino.
Los debates posteriores, hoy poco vigen-
tes aunque persistan como telones de fondo de
nuestro escenario social, siguieron conformando
nuevas modalidades de rechazo asociadas princi-
palmente a la capacidad procreativa, es decir, de
un sexo utilitario, donde lano-funcionalidad podria
ser vista como indecorosa, pecaminosao perversa,
Este modo de disciplinar el deseo sexual, tan-
to de los mayores hacia los mas jévenes como de
estos tltimos hacia los primeros, debemos consi-
derarlo como un elemento central al momento
de poder debatir estas tematicas, ya que de lo
contratio el riesgo con este tema, y a diferencia de
otras minorfas sexuales, es que parece alejarse de
un debate moral y se torna en un criterio natural
del deseo humano.
En las sociedades posmodernas, segtin la in-
vestigacién de Featherstone y Wernick (1995), “el
modo de gobierno del cuerpo se ha modificado:
se lo regula con el objetivo de buscar placer, se
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hace dieta con el fin de mejorar su visibilidad como
sifuera un sistema de simbolismo sexual. Si para
la ideologja cristiana la dieta era el gobierno de la
carne destinado a denegar la sexualidad, la idea
del cuerpo bello ha cambiado esta practica en la
diteccién opuesta, pues hoy ella apunta a producir
una fetichizacién de la sexualidad’,
De esta manera se libra una guerra contra el
‘cuerpo que envejece, la cual toma la forma de una
mayor necesidad de manejo y de uso de terapias
diversas frente a los signos del envejecimiento,
convirtiéndolo en un rigido objeto de disciplina.
Dicha fetichizacién, sin embargo, toma una for-
ma curiosa, permitiendo el deslizamiento del feti-
che a una pura forma visual, més alla de quién sea
el que lo habite. Es decir, una nueva promocién de
sujetos que parecen j6venes y que tienen la edad
para ser abuelos,
‘Adin més, como una especie de curiosidad
social de ver sujetos transetarisados, es decir, que
‘cambian las formas exteriores de la edad y de esta
manera sostienen el fetiche del deseo, lo cual les
permite un lugar erético que no registra demasia-
dos antecedentes.
Otro modelo surge en los grupos de mayo-
res que admiten la posibilidad de seguir siendo
deseables, sin tanta disciplina corporal, aunque
limitandose a sus propios marcos en los que se re-
construyen deseos posibles, encuentros y hasta las
Muy reconocidas elecciones de reinas de belleza.
Por todo esto, una erdtica de la madurez pare-
ce encontrarse atin en ciernes, entre una sociedad
que limita, inhibe y avergiienza, al tiempo que nos
dice que‘a cualquier edad es posible’
Jane Fondaes algo masque un simbolo del Ho-
llywood clasico. Podriamos decir que es una de las
representantes mas genuinas de los afios 60, época
de revolucién en las nociones de género, edad y
erotismo. Por este motivo, creo que su reivindica-
cin es parte de los reclamos de una generacién,
que algunos sostienen que no quiere envejecer 0,
mas bien, no quiere aceptar los controles sociales
que se ejercen sobre la edad.
__ Por todo esto, su posible futura pelicula resulta
bienvenida para seguir promoviendo una erética
alternativa, que permita que los deseos no tengan
fecha de vencimiento,
Publicado en Clarin, seccion. Opinion,
19 de noviembre de 2007.
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