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No adulteraras

1 Pedro 3:7 7
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas
de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Fornicar

Realizar el acto sexual [dos personas que no están casadas entre sí].

Estas dos frases “NO ADULTERARAS” describen uno de los diez mandamientos que forman la
sempiterna ley de Yavéh. Este mandamiento es el que como lámpara perenne debe arder
constantemente en el hogar cristiano, para no permitir que nunca, la transgresión de la ley referida al
adulterio se introduzca en el seno del hogar para la discordia matrimonial, y la transgresión de un
mandamiento divino

El adulterio:
1. Gral. Relación sexual de persona casada con otra que no sea su cónyuge.
2. En la Biblia, la palabra adulterio por lo general se refiere a cuando un hombre o una mujer
casados tienen voluntariamente relaciones sexuales con alguien que no es su cónyuge a
escondidas de este Job 24:15; El ojo del adúltero está aguardando la noche, Diciendo: No me
verá nadie; Y esconde su rostro.
3. Proverbios 30:20. El proceder de la mujer adúltera es así: · Come, y limpia su boca · Y dice:
No he hecho maldad. El adulterio es algo repugnante para Dios. De hecho, en la Ley que le
dio a Israel, el adulterio se castigaba con la muerte (Levítico 18:20, 22, 29). Y Jesucristo dijo
que sus discípulos no debían cometer adulterio (Mateo 5:27, 28; Lucas 18:18-20). Es algo que
vive en la mente y que difícilmente se puede olvidar El Adulterio, es dar oportunidad a otro u
otra en la relación matrimonial, Delito de la mujer u hombre casada (do) que yace con quien
no es su marido, y viceversa, ante Las leyes humanas y la sociedad es acto escandaloso, ¿y
que será entre el pueblo del Señor?

Esta práctica que se ha convertido en una de las prácticas más comunes en la humanidad que no
teme a Dios, forma un pecado ante Dios. Esta falta gravísima es el espectro de lo oculto, acontecido
en la sombra e inocencia del cónyuge agraviado, asecha el corazón débil para hacer creer sentir
mejor placer; la experiencia del amor prohibido.

El adulterio es la serpiente que sigilosamente se arrastra entre las hojas secas de la falta de cariño, o
simplemente del deseo carnal para ser ver a ella, o a él, que hay un fruto codiciado, que ellos nunca
han visto y que es mejor que el que ellos tienen.

Cuántas mujeres habrán sentido el imán de esta mísera serpiente, la cual con graciosa voz les ha
señalado al hombre prohibido , ella de pronto , con fuerza contesta que Dios ha vedado comer de ese
fruto , mas insistentemente la serpiente le anima diciendo; “tú no quieres a tu marido, o el no te quiere
a ti, anda ve tras el fruto prohibido prueba de él y serás feliz”; es cuando entonces la mujer ve que el
árbol es bueno para comer y es agradable a los ojos y que es magnífico para alcanzar placer. Al fin, el
imán de la serpiente la arrastra y la empuja hasta que ella, ahora débil, estira sus brazos y rodea el
árbol ajeno y gusta del fruto prohibido que tiene veneno.

¡Pobre la mujer! ¿Qué hará ahora al regresar a su casa, al abrir la puerta y encontrar a su esposo que
aun la ama y éste, está rodeado de sus hijos...? La luz de la felicidad que antes brillaba en el hogar y
que hacía de su casa todo un árbol de felicidad, ahora siente que esa felicidad se va apagando
lentamente; quiere encenderlo mas no puede, se siente sin fuerzas, la vergüenza la turba, no se
atreve a mirar a su esposo frente a frente y cuando este le habla ella tiembla, piensa en el reclamo,
siente que el látigo del reproche la flagela, su conciencia la quema, el fuego de esos momentos de
desliz pasional la consumen. ¡Pobre mujer! Ahora no será llamada la honorable señora de don fulano
de tal, ahora será llamada “la adultera”. ¿Dónde esconder su pecado? Si a la mar fuere, allí le gritara
su conciencia, y si a los cielos subiere, allí brillara aun más su vergüenza. Es inútil, nunca podrá
esconder su pecado y la purga más grave de su extravió será cuando sus oídos escuchen ¡ahí va la
adultera!.

Así también, cuántos hombres incomprensivos e ignorantes., del valor de su hogar, corren en busca de
nuevos amores, porque el que tienen en casa está ya marchito, las enfermedades y vejes han
afeado el rostro de su esposa, aquella singular hermosura que descubrió cuando novios, a
desaparecido; hoy la mira sin atractivo los encantos desaparecieron y la ilusión voló, con las alas de
nuevas conquistas. Ahora el hombre es el blanco de la serpiente, esta astuta serpiente maligna le
espera en el momento y lugar preciso y le envuelve los ojos con el imán de lo prohibido.

Y al señalarle la serpiente lo prohibido, le empuja y le dice: anda, que el placer te espera y la vida es
corta, aquel hombre incauto, falto de cariño por su esposa, ve los nuevos encantos, la fruta del placer
y es allí donde nace la pasión que le arrastrara y le empujara al abismo del fracaso. Y después de
haber comido del bien ajeno, ¿Qué hace ahora al regresar a su casa…? Al abrir la puerta y encontrar a
su esposa… su conciencia le grita: ¡culpable, culpable!, pero el hombre indómito apaga la voz de su
conciencia con el grito de su ira; la comida que le espera calentándose en la llama del brasero es
despreciada, los insultos a la inocente caen sobre ella, como piedras hirientes. Tal parece como si el
pensase que ella adivina su fechorías, y el, queriendo disimular tal idea, encuentra refugio en el
vituperar, y en el insulto que asesta sobre la fiel esposa, muchas veces llegando al estado de bestia,
estropea con sus pies a la pobre mujer la que con el silencio de sus labios levanta el altar del sacrificio
donde su vida abnegada la llama al sufrimiento. Y mientras el hombre vocifera ella pide favores por el
salvaje.

Así principia la miseria de aquellos hogares, el dinero se escasea y el hambre se multiplica. La


desnudez se convierte en el vestido de sus hijos y la desgracia el motivo de su desdicha. Y cuando la
gente se pregunta por el motivo de aquella desventura alguien dice: “el tiene otras mujeres”.
Así, el hombre cae de hinojos ante el espectro del adulterio y es así como miles de hijos son
expuestos a las garras del vicio y a los tentáculos de la depravación.

Bien sabia Dios que los humanos se iban a inclinar ante este tan grande mandamiento no
menos importante que los nueve restantes (Éxodo 20), mandamiento que resuena en el eco de los
siglos para regir la moral de los hogares y hacer dichosos a quienes obedientes acataran la voluntad
de Jehová.

La Biblia en sus escrituras, es basta para aconsejar a los cónyuges y librarlos de tan grave error. –Dice
por ejemplo proverbios 6:23-26 “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino
de vida las reprensiones que te instruyen, Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la
lengua de la mujer extraña. No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos;
Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; Y la mujer caza la
preciosa alma del varón.

El hombre al adulterar es convertido en bocado de pan para ser devorado en la fauces satánicas del
pecado, y pasa a ser parte de la legión de almas perdidas a favor del engañador, pero para convertir
ese pan delicioso como anzuelo Satanás ocupa lo que nunca falla; el deseo carnal del hombre para
con la mujer; por eso dice la parte ultima del verso # 26 Y la mujer caza la preciosa alma del varón.
Aquellas mujeres que sabiendo el compromiso que tiene el hombre ante Dios, sirven de tentación para
el varón; estas mujercillas se constituyen en bocadillos deliciosos para despedazar a muchas almas.
Si tú en la calle, mirares mujeres de buena apariencia social, pero con instintos tales, piensa que son
bocados del maligno que no sirven sino solo para el mal, no hagas caso de sus hechizos porque te
sobrevendrá condenación; nadie te dice; no seas atento con quien es la ayuda idónea para el hombre,
antes bien se cordial, pero guardando el límite que tu cristiandad te lo permite, no enredándose en
asuntos fuera de los negocios del Rey ni tampoco buscando lugares ocultos e inadecuados para
hablar; como varón acude al llamado de cualquier hembra que necesite tu ayuda, pero hazlo siempre
acompañado de tu esposa, hija o hijo adolescente u otra persona de la congregación para así evitar lo
que queremos evitar; Ofender al Creador.

El verso 27 al 29 sigue diciéndonos. ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos
ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? así es el que se llega a la mujer
de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare.

El adulterio es comparado con el fuego que abraza y consume, que extingue toda felicidad; después
de un adulterio cometido, aunque los cónyuges se llegaren a perdonar, ya no tendrán la misma
confianza, esta fue quemada por la falta, el pecado no dejo una sombra donde refugiarse del calor de
la duda, y ahora viven en desconfiando el uno del otro. Y en caso de no haberse perdonado, el
adulterio quemo la dicha del hogar, destruyendo el vinculo matrimonial, y dice claramente, que el que
prendió este fuego, no será sin culpa, es decir, llevara su culpa, tarde o temprano tendrá que pagar el
mal que hizo; sigue diciendo el verso 32-35 “… Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;
Corrompe su alma el que tal hace. Plaga y vergüenza hallara, y su afrenta nunca será raída, por que
los celos son el furor del hombre y no perdonara en el día de la venganza, no tendrá respeto a ninguna
redención ni querrá perdonar aunque multiplique los dones.” 1. Proverbios 6: 32-33 Dios Habla Hoy
32 ¡Qué imprudente es el que anda con la mujer ajena! ¡El que lo hace se destruye a sí mismo! 33
Tendrá que afrontar golpes y ofensas, y no habrá nada que borre su deshonra.

Esta es la sentencia para el adultero: plaga y vergüenza, la mujer que adultera llevara siempre consigo
la vergüenza y la plaga del sufrimiento no se apartara de su lado, siempre tendrá un índice que la
señale y una boca que critique y la afrente en el adulterio, nunca será raída, así como el rey David
nunca durante todos los días de su vida olvido su pecado permaneciendo, este delante de él. Así es el
adultero, su pecado siempre estará delante de sus ojos como una plaga, como una vergüenza porque
con el adulterio no viola solamente la ley de los hombres, sino ante todo se viola la ley de Dios. El
adulterio es una de las faltas en que más ha incurrido la humanidad, es uno de los pecados que mas
oculto se desea tener por la afrenta y vergüenza que acarrea y aunque se haya cometido, a toda costa
se trata de negar como lo dice Prov. 30:20 “… El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia
su boca Y dice: No he hecho maldad…” !Cuántas maneras existen para cubrir un adulterio!, por esta
razón el que lo comete limpia su boca hipócritamente y dice”… No he hecho maldad…” y aun
osadamente llega a decir: …¿Cómo pueden comprobar mi pecado…? Claro está, el que ha infringido
el mandamiento, sabe perfectamente bien que no se lo podrán demostrar, no hay rastro alguno y en
caso de que pudiera haber, cuan sencillo es en el silencio mismo del pecado y de la maldad el borrar
cualquier huella que pudiera existir .

No obstante a pesar de que sea difícil de probarse, sin embargo, nunca podrá esconderse el adultero y
la adultera (o) del ojo divino, como lo dice Eclesiastés 5:8 ultima parte: “…porque sobre el alto vigila
otro más alto, y uno más alto está sobre ellos…” Los que cometen adulterio por la vergüenza particular
de cada uno de ellos guardan silencio, y aun por años tratan de ocultarlo y como creen que es un
pecado difícil de conocerse se envician en el, llegando a cauterizárseles la conciencia, pensando que
en realidad no hacen daño a ninguno y que además no es pecado el querer. Muchos hijos de Dios
llegan a pensar de esa manera, sin entender el gran mal que con ella acarrean.

El incurrir en esta falta es menospreciar a Jehová, así lo dijo el profeta Nathan a David en el segundo
libro de Samuel 12:10 “…Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me
menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer…” es menospreciar a
Jehová por cuanto se tienen en poco la palabra de Él, así lo dice el verso 9 de la misma cita: “… ¿Por
qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo
heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de
Amón…” si un hijo de Dios comete adulterio, está teniendo en poco la palabra que ha escuchado y
esta menospreciando la santidad que Jehová le ofrece y todo esto acarrea una consecuencia, la que
nos especifica el versículo 14 “…Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de
Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá…” aquel que llamándose cristiano comete adulterio,
hace que los enemigos del evangelio blasfemen y tengan en poco la divinidad de la palabra de Dios;
quiere decir entonces que el adulterio se constituye en una grave falta delante de Dios.

La sentencia levítica era la siguiente “…y el hombre que adulterare con la mujer de otro, el que
cometiere adulterio con la mujer de su prójimo indefectiblemente se hará morir al adultero y a la
adultera…” la sentencia era terminante, no debía de perdonarse en Israel, en la era levítica, a quien
incurría en ese grave error, le era para él un pecado de muerte por el que debería de morir, pues
según la ley, debería quitarse el mal de Israel de esa manera, (Deuteronomio 22:22)”… Si fuere
sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se
acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel…” no obstante, a pesar de ser
tan clara la Sagrada Escritura, existen muchas personas religiosas que tratan de suavizar el juicio
divino diciendo que eso solo podría tener lugar en la era levítica, pero que ahora estamos en el tiempo
de la gracia en que ya no hay ley y que por lo consiguiente no hay mandamientos que obedecer, y que
en conclusión no hay sentencia para el adultero, que bastara solamente con la confesión ante el
Sacerdote o con la reconciliación ante el pastor el cual le pondrá una disciplina por uno o dos años y
asunto arreglado.

Este desde luego, es el juicio que el hombre ha inventado y se basa en la Biblia tomando como
referencia Juan 8:4-11 “…Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de
adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto
decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el
dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado
sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió
escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno,
comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en
medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que
te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te
condeno; vete, y no peques más…” Es muy cierto que a partir del ministerio de Jesucristo cambio en
cierta forma la legislación, las sentencias etc. Pero a pesar del acomodo que tuvieron las cosas en la
administración divina la justicia celestial sigue inmutable, el pecado se siguió llamando pecado y la
santidad se siguió llamando santidad. El divino Maestro no deformo absolutamente nada, todo lo
contrario, trato de explicar más ampliamente los conceptos divinos.

Por ejemplo, en el caso que acabamos de leer, los judíos que entendían de la gracia que por
Jesucristo venía a ser hecha, recordaron al Divino que la transgresora por la falta cometida merecía
invariablemente la muerte, repitiendo: los judíos estaban dentro de la razón, asistidos por la legislación
levítica. Note usted que el Señor no les censuro ni les corrigió su actitud. Delante de él estaban los
acusadores y la acusaban, Jesús en ese momento se estaba constituyendo en juez, pero como judío
legitimo no podía oponerse a la sentencia de la ley, pero como Redentor del mundo, tenía que rescatar
a la pecadora, no podía violar ninguno de sus principales mandatos, que era la ley en ese momento
porque estaba bajo ella, ni su misión de Salvador. Si observamos con detenimiento su juicio,
encontramos que fue un juicio sapientísimo; como Hacedor él mismo de la ley, dio la orden:
“apedréenla”, pero antepuso las frases: “ el que esté limpio de pecado”. No negó el juicio levítico, pero
luego antepuso la ley de la conciencia.
Antiguamente, los mismos pecadores ejecutaban a otro pecador y sin misericordia le aniquilaban, pero
ese sistema del antiguo pacto en Cristo había venido a caducar, y fue allí precisamente cuando se hizo
la medicación en la era de la gracia. Ya no serian los hombres pecadores los que por su mano sucia
ejecutarían a otros pecadores, ahora el juicio pertenecía a Jesucristo como dice en Juan 5:22 “ …
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo..”.

Por esta razón, aquellos acusadores y ejecutores de la ley se alejaron y la dejaron sola incluyendo al
verdadero Juez, el Hijo del Hombre quien le dijo cuando estuvo frente a frente “…ni yo te condeno…”
fue allí donde el Divino, uso de su poder de redención, el venia a salvar, y allí encontró la sabia
oportunidad de demostrar el don de salvación de su Padre. Conforme el plan del Sempiterno así lo
dice Juan 3:17 “…Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él...” . El Redentor en carácter de Salvador tenía que rescatar y salvar aquella
mujer que había sido expuesta al castigo de la ley, Jesucristo brillantemente lo hizo como lo ha hecho
con miles y millones de pecadores que se han llegado a él para pedirle clemencia.

Ahora bien, después de haber actuado como Redentor, Jesús sabia que también actuaba como Juez y
que la ley de la santidad que el mismo gravitaba, le impedía consentir el pecado, es decir, por el hecho
de haber perdonado el Señor esto, no quería decir que el consentía las iniquidades; lejos sea este
hecho de la bendita persona de Jesús.

El ahora, como el Juez de la gracia, también tenía que hablar, ¿Cuáles fueron las palabras que
pronuncio como Juez?.. Fueron estas, “…vete y no peques mas…”. Lo que el Supremo Juez en este
caso, después de haber usado de la misericordia redentora, fue señalarle el séptimo mandamiento:
NO ADULTERARAS. Al decirle el Señor: vete y no peques mas, le daba a entender: vete y no vuelvas
a hacer el pecado que te imputaban. La obra de Jesús en este caso estuvo perfecta, no quebranto la
ley levítica, sino, estableció la salvación por medio de la gracia sin violar la ley.

Sin duda alguna este cuadro se ah repetido en cada uno de nosotros, todos llegamos a Jesús
merecedores del mismo trato de ejecución como lo dicta la ley levítica, sin embargo la misericordia y la
clemencia de su salvación nos ha rescatado de la sentencia de muerte y nos ha dado vida.

Pero ahora, ¿Qué hay si aquella persona que adultero antes de conocer a su Salvador lo vuelve a
hacer? ¿Volverá nuestro Señor al sacrificio nuevamente por aquella persona? ¡No!, Si al principio
cometió el pecado, él o ella lo hizo sin conocer al Señor, pero ahora que lo conoce sabe que no lo
podrá hacer y si lo hace ya sabe el resultado final, ¿a este se le podrá llamar inocente después de
haber recibido al Salvador en su corazón?, ¿bastara con la disciplina que le imponga el Pastor?; las
respuestas son
obvias ¡no El Apóstol Pablo en Hebreos 6: 4-6 “ Porque es imposible que los que una vez fueron
iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5y asimismo
gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole
a vituperio”.

Ya no es el hombre el que debe meter la mano sucia en el juicio divino, recordemos que
anteriormente eran los hombres los que apedreaban al o la culpable, es decir, era el hombre que
metía su mano en el juicio, pero ahora el hombre no debe inmiscuirse en lo que al Juez Supremo le
compete.
Si un cristiano después de haber conocido la voluntad de Dios reincide en adulterio, no será
sentenciado a morir apedreado, ninguno, nadie, podrá decidir tal castigo o sentencia, la suerte de
aquel que reincide dependerá solamente de Dios; Hebreos 13:4 “Honroso sea en todos el matrimonio,
y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Al poner mucha atención a la escritura anterior claramente se menciona una sentencia, es a saber,
solo Dios sabrá la magnitud, pero de ninguna manera lo escrito menciona del perdón, dicho de otra
manera, se refiere al pecador que ha reincidido después de haber recibido el perdón de sus viejos
pecados, a través de la sangre del Divino Maestro. La sentencia para el adultero que reincide no será
ya a pedradas, el lago de fuego es el fin, Pablo dice; 1 Corintios 6:9-10 “¿No sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

Por último el Séptimo mandamiento está vigente, así como los nueve que restan, y ¿sabe usted
porque están en vigencia? Porque Dios quien los creo a través de su Hijo aun existen, si usted desea
ser un hijo de Dios esfuércese por conocer, guardar y hacer los frutos necesarios al conocer los 10
mandamientos, no de Moisés, sino del Dios de amor que nos da la vida y la oportunidad de ser sus
hijos.
Tomado de Iglesia de Dios de Guatemala año 70 apuntes por MRRL

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