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La crianza de los hijos en la fe es como construir un barco para navegar en el vasto océano
de la vida. Los padres son los constructores del barco, utilizando la madera de la fe, los clavos
de la enseñanza y el amor como herramientas.
A medida que los hijos crecen, el barco se fortalece y adquiere experiencia en navegar por las
corrientes de la vida. Los vientos de la tentación pueden soplar fuerte, pero el barco de la fe,
con su timón seguro y sus velas infladas de esperanza, se mantiene firme en su rumbo hacia
la verdad y la salvación.
En ocasiones, pueden encontrarse con arrecifes de dudas y temores, pero el barco de la fe,
con su brújula de confianza en Dios, les permite navegar por aguas turbulentas y llegar a
tierras de certeza y paz.
Y así, a lo largo del viaje, el barco de la fe se convierte en un legado invaluable. Cuando los
hijos se convierten en adultos, se convierten en capitanes a su vez, llevando el barco de la fe
a las futuras generaciones y asegurándose de que continúe navegando en la vastedad del
océano de la vida.