Está en la página 1de 16
Ezequiel Adamovsky Historia de la Argentina Biografia de un pais DESDE LA CONQUISTA ESPANOLA HASTA NUESTROS Dias. Adamoveky, Ezequiel Historia de ia Argentina / Ezequiel Adamovsky. - ta ed. ta reimp. - Ciudad ‘Autnoma de Buenos Aires : Crilice, 2021 392 p. ; 23 x 15 cm, ISBN 978-987-4479-33-4 4. Historia Argentina. |, Titulo. cDD 982 1a edicion: octubre de 2020 1a reimpresion: junio de 2021 No se permite la reproduction parcial o total, el almacenamiento, el alquilar la transmision (© la transformacién de este libro, en cuaiquler forma o por cualquier medio, sea electrénico ‘0 mecénico, mediante fotocoplas, digitalizacién u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccién esté penada por las leyes 11.723 y 25.446 de 'a Repdblica Argentina, © 2020, Ezequiel Agustin Adamovsky ‘Todos los derechos reservados © 2020, de la presente edicion: Editorial Paidés SAICF Publicado bajo su sello CRITICA® Ay. Independencia 1682, C1100ABQ, C.A.B.A. difusion@areapaidos.com.ar www. paidosargentina.com.ar Disefio de cubierta: Departamento de Arte de Grupo Editorial Pianeta S.A.I.C, ISBN 978-987-4479-33-4 1.500 ejemplares Impreso en Master Graf, Moreno 4794, Munro, Provincia de Buenos Aires, en el mes de junio de 2021 Hecho el depésito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina ~ Printed in Argentina Carfruzo 4 La Argentina liberal y sus limites De la democrucia fallida al peronismo (1912-1955) ‘Vista superficialmente, la Argentina liberal y agroexportadora que las lites habjan organizado parce’a sélida, lo que dio lugar a previsiones ‘optimistas. Sin embargo, pronto quedaria en claro que el edificio, hecho a empellones ya las apuradas, no soportaba bien la prueba del tiempo. Con el desaffo del movimiento obrero, los radicales ersbarcados en una impugnaci6n total del régimen y una poblacién que escapaba cada vez mas a su control, parte del elenco gobernante comprendié que era e} momento de ensayar algdin cambio. Era preciso abrir un poco el juego politico como para que los que estaban fuera de 61 aceptaran sus reglas. Pero no tanto como para perder el poder. Los sectores refor- mistas tensan al joven Roque Séenz Peiia como candidato para suceder a Pellegrini, pero sus chances quedaron bloqueadas por una hibil ma- niobra del ala dura roquista, que postulé a su padre y lo obligé de ese modo a bajarse de Ja contienda, Luis Séenz Pefia se convirtié ast en el nuevo presidente. Asumido el cargo, consiguié que uno de los ideres de 1a UCR, Aristbulo del Valle, se integrara como ministro. Pero la Revo~ ucién de 1893 mareé los limites del acercamiento y precipi la cafda del primer mandatario; otra vez el gobierno quedaba en manos de un vicepresidente, José E. Uriburu. Fn 1898, Julio A. Roca fue electo presidente por segunda very concedié una modesta reforma electoral que no result6 suficiente para tentar a los radicales. El fallecimiento de Leandro Alem y de Del Valle ‘habia dejado la direccién del partido en manos de Hipélito Yrigoyen, 184 Ezequie Apamovsxy en Ia que muchos veian un dirigente nazifascista, un caudillo que : de nuevo Ia barbarie de Juan Manuel de Rosas o ambas ome pee Las principales diarios y lo intelectuales mas prominentes sumaron sg alartas.Tolo eso aliments durante 1945 tina formidable reaccién ancy peronista que se hizo notar en un sinfin de proclamas y, en septiemhes fen una manifestacién de doscientas mil personas que inund6 las a : de ee Aires ago de na masividad mune visa _ Jaqueado, el gobierno militar entregé la cabeza de Perén el respaso del podera los cilles.E19 de ocrubreel coronal fue rec renunciar a todos sus cargos y luego a reclurse en la sla Martin Gare, La Comte Suprema declaré «inconsttucional» el decreto de creacin de Jos ‘Tribunales del Trabajo y pocas semanas mas tarde los empresariog se negarian a pagar los nuevos aguinaldos. La reaccién propietarias estaba en marcha, Ae cae La irrupcién del peronismo Hoy recordamos un Pern fuertemente identificado con los trabaja- dores y enfrentado con las clases altas. Sin embargo, nada de eso ca: racteriz6 sus primeros meses en la funcién publica. La «justicia sociale y la simpatia por los obreros ezan motivaciones poco visibles entre quienes dieron el golpe de 1943, Las ideas iniiales del propio Perén comenzaron siendo poco mis que las de una cooperacién pacifiea de los diferentes sectores sociales bajo una firme conduccién del Estado, sin que se percibiera una clara preferencia por las clases bajas, ni un antagonismo respecto de las alas. Su pensamicnto abrevaba en su edu- cacién militar, el catolicismo social y el nacionalismo. Habia intentado ganarse el apoyo de los empresarias, de los sectores medios y de la UCR, pero nada consigui6 all. Solo los trabajadores le manifestaban simpatias, pero todavia en 1945 muchos de los dirigentes sindicales seguian observandolo con desconfianz. : E117 de octubre de 1945, detenido en Martin Garcia, Perdn estaba convencido de que su carrera politica habia terminado, Sin embargo, ese dia Ja multe atu por cuenta propia y cambio el curso esperable de la historia: en poco tiempo, el hasta poco antes desconocido coronel se vetia catapultado sla presidencia dela nacién, Un grupo humano nunca antes visto ocupé el elegante centro de Buenos Aires: pobres, algunos “sin 20, Hisvria de la Argentina 185 mal vestidos o incluso en patas. Muchos eran de piel morena, prigrantes internosllegados en la década previa. Otros, descendientes de Femigrantes curopeos o nacidos ellos mismos en el extranjero. Venfan “Ge las arriadas husmildes y también de as afueras de la ciudad, donde - ge mukiplicaban las fabricas y se apiiaba el pobrerio. En La Plata, To- Samén, Zarate, Cérdoba y Salta hubo manifestaciones similares ‘En los sindicatos se vefa venir la reaccién patronal. Estaba claro que sin Peron en el gobierno las conquistas de los meses previos estaban - gn riesgo, pero no era tan evidente que los trabajadores debieran salir t defenderlo. Muchos segufan desconfiando de sus intenciones y otros onsideraban que su carrera habia llegado a su fin, lo que volvia incon ‘eniente anclar el reclamo a su persona, Desde el dia 14, la CGT debatia (qué hacer; la respuesta Tlegs dos dias més tarde y con una voracion muy dividida, La central llamé a una huelga general para el dia 18, sin mo- ‘Glizacién; el texto de la convocatoria ni siquiera mencionaba a Perén, ‘Pero la multitud trabajadora, animada por las sefiales que indicaban aque la CGT se habfa puesto a la cabeza de la lucha, decidié no esperar jy actué por cuenta propia. Desde muy temprano, un da antes de fa jornada sefialada y sin mediar convocaroria de ninguna entidad (salvo algunos sindicatos de base), se lanzé a las calles a exigir la liberacién de Perén. Su presencia inesperada inundando Ia Plaza de Mayo caus6 gran impresién: la enorme muchedumbre all reunida no tenia ninguna jntencién de desalojar la plaza sin respuestas concretas. ‘Como Perén parecia el tinico capaz de tranquilizarla, no tuvieron ‘mis remedio que mandarlo a traer de Martin Garcia. Luego de largas horas de dudas y de negociaciones, el coronel finalmente salié al baleén de la Casa Rosada a hablarle a la multitud. Durante el diseuso fue in- terrumpido varias veces por los manifestantes: se estableci6 una especie de dislogo con el der que en adelante seria un rasgo tipico de las con- centraciones peronistas. La huelga general del 18 de octubre paralizé6 el pais entero, Nunca una medida de ferza convocada por la CGT habia logrado una adhesién tan contundente y extendida. Fue en esas 48 horas que nacié el movimiento que dominarfa du- ante décadas le politica nacional. Porque el movimiento peronista no puede explicarse solamente por la figura de Pern, sino por el entrelaza~ iento de su liderazgo con otras dos presencias no menos importantes: la del movimiento obrero organizado y la de la accién de base que con frecuencia desbordé al uno y al otro. EI movimiento sindical habia hecho 186 Ezrquir: Apamovsiy importantes avances en el sentido de unificar las luchas y reclamos de log sectores més hajos, pero todavia estaba lejos de haberlo logrado. De tng ‘manera imprevista la figura de Per6n les permiti6 a las clases populares argentinas superar la gran fragmentacién que todavia las caracterizaby, Mediante el peronismo se convirtieron por primera vez en un suje politico unificado. Durante snucho tiempo existié la creencia de que Perén habia obte- nido especialmente el apayo de «obreros nuevos» que habian migrada recientemente desde zonas «atrasadas» del pais, mientras que los que | tenfan mayor experiencia urbana y organizativa habfan sido més reaciog al nuevo liderazgo. Las investigaciones prueban que en realidad el co- ronel gan6 adeptos tanto en unos como en otros y cont6 con muchos | experimentados sindicalistas entre sus mas firmes apoyos. demas, aun- que lo incluyera en un hugar central, el movimiento peronista excedié movimiento obrero; fue algo nuevo y distinto y movilizé también a las clases populares de zonas en las que no habia fipricas ni sindicatos, Fl encuentro no resulté gratis para ninguna de las partes. Como verermos enseguida, el sindicalismo perdié en autonoma lo que gané en influen- cia, mientras que las clases bajas ataron su destino a la persona desu lider y, al hacerlo, en buena medida se dejaron moldear por sus ideas. Perdn, por su parte, debié sostener una imagen publica de «tribuno de la plebe> que inicialmente no pensaba asumir y que no combinaba bien con su propia ideologéa. Cuando la decisiva accién de las masas del 17 de octubre lo devolvié a la vida politica, se vio a la cabeza de un movimiento mucho més plebeyo de lo que a él le hubiera gustado, En adelante, su propio poder dependié de su capacidad para seguir movi lizando el apoyo de los trabajadores, una dependencia que lo obligé a toleraro incluso ser él mismo canal de un antagonismo de clase que sus convicciones intimas no aprobaban, En parte el proyecto politico de Perdn, en parte hijo del interés propio de los dirigentes obreros, en parte el aporte plebeyo y revulsivo de las masas: todo eso fue el peronismo. Esa tensién entre la voluntad del dirigente y los deseos que sus seguidores depositaron en él es lo que lo convirti6 en un movimiento tan contradictorio. No estuvo claro en un principio, sin embargo, quién conduciria a quién. Apenas finalizada la exitosa huelga del 18 de octubre, los dirigen- tes sindicales se sintieron duefios de Ia victoria. Concibieron entonces el proyecto de crear un partido propio que fuera el brazo politico del Historia de la Argentina 187 snovitniento obrero. Sin demoras pusieron manos a Ia obra y en n0~ Benbre fundaron el Partido Laborista (PL), presidido por Luis Gay, Tigentetelefonico de larga trayectora. 1a idea era llegaral poder en las slecciones previstas para febrero, con Pern como candidato, Si queria nr la eleccién, Per6n, que carecia de wun partido propio, necesitaba rar con el apoyo de los sindicatos, Peo no queria queda atado de ¥ymanos ellos, porlo que les exigié que aceptaran una alianza con [UCR Junta Renovadora, un pequeio grupo de politicos escindido del radicalismo, Los conflicios entre ambas agrupaciones no tardaron naparecer, lo que otorg6 a Pern mayor autoridad como medlindor ‘uispensable, La coalicin peronista también recibié el apoyo de algu- ‘pos grupos del nacionalismo de derecha (otros, en cambio, fueron sus “ adversarios)y de la Tglesia. TE] PL puso toda su energia en asegurar la victoria en las eleeciones, ‘yde hecho fue el que consigui6 por lejos la mayor cantidad de votos para el coronel (cierto que ayudado en muchos distritos por dirigentes | c dicales que se pasaron a sus filas), Las fucrzas antiperonistas se pre- sentaron unificadas tras los candidatos de la Unién Democratica (UD), tina coalicién que agrapaba no solo a la UCR y el PDB, sino también al socialisino y el Partido Comunista (por su desprestigio, los liberal- conservadores no fueron admitidos; de todos modes, algunos sumaron ‘apoyo de manera informal, otros se pasaron al peronismo). Las en= tidades patronales y la mayor parte de la prensa se pusieron de su lado. ‘La campafia estuvo marcada por una gran polarizacién y una intensa jucha social. La UD se presenté como abanderada de la civilizaci6n, la libertad y la democracia, amenazadas por wn candidato que, para ellos, ‘epresentaba nada menos que la llegada del «nazifascismo>. Per6n, por su parte, busc6 identificarse con el bajo pueblo y con lo criollo. Ade- inés de mejoras para los trabajadores, prometié una reforma agraria que entregara «la tierra para quien la trabaje> (una promesa que nunca ‘eumpliria). Fustig6 a la como enemiga de los intereses de a naci6n y sacé provecho de las constantes intervenciones de Spruille Braden, el embajador estadounicense, para plantear la disyuntiva como tuna eleccidn entre «Braden o Perén». Se presents asi como | defensor de las clases bajas y de la argentinidad agredida por el imperialismo. Perén logré una victoria no muy holgada en febrero de 1946, en elecciones que fueron récord en participacién de votantes. Lo votaron las clases populares, pero también una porcién importante de empleados, 188 Ezuqum ApaMovsxy pequefios productores y otros sectores medios. Incluso algunas élites lox cales lo acompafiaron (especialmente en Cérdoba y Santa Fe), atraiday por su nacionalismo, por su clericalismo o por haberse declarado «un, conservador, en el noble sentido de la palabra». Los laboristas tuvieron poco tiempo para festejar la victoria: a poco de las elecciones Perén inicié maniobras para quitarles todo poder. En mayo ordené la disolucién del PL y del resto de las agrupaciones que Jo habfan apoyado y su fusién en un nuevo Partido Unico de la Revolu- ‘cién Nacional, lnego redenominado Partido Peronista, como para que no quedaran dudas. Los miles de grupos de apoyo que habian surgido, espontineamente en todo el pais pasaban a ser «Unidades Bésicas» del PP. Algunos laboristas, sorprendidos, intentaron resistir. Pero ante las presiones y la fuga de dirigentes, desistieron y finalmente, en junio, acas | taron la dizectiva. Los que se negaron a hacerlo, como Cipriano Reyes, terminarian en la cdrcel. El siguiente paso fue controlar la CGT, que guard6 celosamente su autonomia hasta que en 1947, mediante una campafia de acusaciones falsas lanzadas por el propio Perdn, sus directivos fueron forzados 2 renunciar y los reemplazaron otros mais déciles, La mayor subordina- cién politica de la CGT, sin embargo, no significé el fin del poder del sindicalismo; por el contrario, su papel como agente de lucha econémmica se vio fortalecido. La central ya no funcionarfa como una entidad que presionaba al Estado desde fuera, sino como un agente dle presién desde su interior. : A partir de entonces, la CGT fue en buena medida una correa de transmisién del poder de Perén hacia abajo. Pero para ser efectiva en sa misi6n, debia seguir teniendo legitimidad entre los trabajadores, lo que le daba el espacio para ser canal de las demandas que venfan desde abajo. De hecho, durante 1946 hubo una explosiva erupeién de huelgas yconflictos en todo el pais, que continus hasta 1948, La clase obrera,a través de sus sindicatos, capitalizé la victoria electoral y utilizé las me- didas de fuerza para imponer y profundizar sus conquistas. Algunas de ellas fueron Levadas a cabo inchiso contra la voluntad de Perdn. A nivel de cada fabrica, se expandicron las «comisiones internas»; su funcién cra defender in situ a los trabajadores y controlar el cumplimiento de los acuerdos con la patronal, los que ahora incluyeron clausulas espe- ciales —sobre antigiicdad, escalafon, medidas punitivas, incorporacién de nuevo personal, eteétera— que limitaban su potestad en el uso, la ocak Historia de la Argentina 189 organizacién y el disciplinamiento de Ja mano de obra. Estos cambios signilicaron una profunda redistribucién del poder en el lugar de trabajo. ‘Adems, la nueva alianza con el Estado desempeiié un importante papel en la propia organizacién de la clase trabajadora. La expansion de Jos convenios colectivos requirié contar con sindicatos bien organizados, Jo que a su ver estimulé una mayor sindicalizacién de los trabajadores. La cantidad de afiliados crecié més del 370% entre 1945 y 1950. Con el ingreso de nuevas entidades representativas de la mayoria de las ramas de actividad, la CGT aleanzé algo parecido a Ia unificacién de todo el arco trabajador. Imbricado con el Estado y con el peronismo, para 1955 ja Argentina tenia uno de los movimientos obreros mas poderosos del ‘mundo. El ascenso a esa posicién, sin embargo, tuvo sus costos. El enorme crecimiento cambié profundamente la vida interna de la mayoria de las entidades gremiales. El tamafio, junto con la creciente complejidad de ss tareas, hizo indispensable la multiplicacién de los cargos rentados no dlectivos. Ademis de sus funciones tradicionales, los sindicatos pasaron st ocuparse de gran variedad de cuestiones relativas al bienestar obrero, como la provision de alimentos baratos, servicios turisticos y de sanidad, etoétera. Adem, las complejas negociaciones colectivas requirieron un ‘quetpo de asesores legales y téenicos. En fin, una burocracia sindical mis ‘a menos extensa que comenz6 a tener un peso propio en las decisio- nes internas, Los dirigentes —ahora una clase profesional que cumplia funciones de tiempo completo— se distanciaron progresivamente de la vida cotidiana de los trabajadores comunes. La democracia dle base se volvié mas bien la excepcién. ‘Menos auténomo pero a la vez més poderoso, mis alejado de las ‘bases pero con mayor capacidad de movilizacién, el movimiento obrero ocupé un lugar central y de peso propio dentro del peronismo y, como parte de esa alianza, en la realidad del pais. El primer gobierno de Perén (y Evita) Lavictoria de 1946 se verified en todos los distritos, salvo en Corrientes. Eso le dio a Perén algo que Yrigoyen no habia tenido: mayoria absoluta enla Camara de Diputados y el control de la de Senadores, donde el Oficialismo Legé a ocupar la totalidad de las bancas. En las elecciones 190 ‘Ezequist, Apamovsxy subsiguientes el peronismo oscilé en torno del 60% de los votos, que le permiti6 sostener y ampliar esas representaciones. Con eso p desactivar la capacidad contramayoritaria de la Corte Suprema integradg por liberal-conservadores, que desde el comienzo se habia dedicado bloquear las medidas oficiales: mediante un veloz,juicio politico quedg casi totalmente renovada, Be ‘Despejados los obsticulos politicos ¢ institucionales, Perén tuvo lag ‘manos libres para ejercer el gobierno, lo que hizo en un estilo conpos rativista, con un Poder Ejecutivo fuerte (en el que los cuadros militares ~ ‘tuvieron una presencia bien visible), que tomaba sus decisiones en vinew. lacién con los representantes de los principales grupos de interés, en es- pecial los obreros, los empresarios y la Iglesia. Sin dudas eso significaba que el centro de gravedad dejaba de estar en los partidos politicos y en. el parlamento, pero fue, de todas modos, un corporativismo moderada, que no significé cambios formales ni en las atribuciones del Congres. ni en los derechos civicos asociados al voto. En 1949, Perén aproveché para promover una reforma de la Cons. titucién. En las elecciones convocadas a tal fin sus convencionales ob- zal de la de 1853 continué en su sitio, aunque algunas de sus previsiones” contramayoritarias fueron atenuadas. EI nuevo texto disponia el voto de la «justicia social» como uno de los objetivos del Estado e incorporé una serie de derechos sociales con rango constitucional, entre ellos, re: _| al esparcimiento, a la seguridad social y a la salud. También dispuso la propiedad nacional de los recursos del subsuelo. a El gobierno de Perén introdujo reformas que afectaron hondamente | las relaciones sociales. Tal como ven‘a sucediendo en los Estados Unidos ‘Como en Francia 0 Gran Bretafa, se avanzé también en la nacionaliga- cién de algunos de sus resortes fundamentales, como el gas, los puertos, los teléfonos, los ferrocarriles y parte de la provisién de electricidad: Poco antes de que asumiera, el gobierno militar habfa nacionalizada Historia de la Argemina 191 jemis el Banco Central y creado el Instituto Argentino para la Promo- ‘n del Intercambio (IAP), una pieza central de la politica econémica ‘onista. Fl API compraba directamente a los productores los granos, ies y otros bienes primarios y los vendia luego a compradores del ‘prerior. Con eso desacoplaba el precio local del internacional, lo que _dejaba una ganancia menor para los productores, pero contribuia a aba- jauir los productos para los consumidores argentinos. Los excedentes que el Estado obtenta los canalizaba hacia la promocién de otras amas “de la economia, fundamentalmente las manufactureras. Esos recursos, _ gamados alos excedentes comerciales excepeionales que habian quedado fnlas arcos argentinas durante la Segunda Guerra y ala profundizacién del proteccionismo aduanero, dieron a la industria sustitutiva, que ya ‘penia creciendo aceleradamente, un impulso fundamental. ‘También se -guilizaron para saldar la deuda externa que el pais arrastraba desde hacia + gécadas. Durante estos afios, la Argentina experiment6 el perfodo de mis " ripida expansi6n industrial de su historia. | Esas y otras medidas impactaron directamente en los niveles de em- | pleo y salariales, que tuvieron un crecimiento sostenido. Los salarios __ feales para trabajadores urbanos erecieron un 60% entre 1945 y 1949, lo | queles permiti6 acceder a consumos que ya no fueron Tos estrictamente " necesarios para sobrevivir. Como en un circulo virtuoso —al menos ‘si funcioné en los primeros aftos— los mejores ingresos se traducfan en mis consumo, que alimentaba el crecimiento industrial, sobre todo de pequefias y medianas empresas, que a su vez generaba mis empleo ‘y mejores salarios. Las exportaciones de productos manufacturados a ‘paises limitrofes, sin embargo, retrocedieron por efecto de las politicas ‘comerciales de Estados Unidos, orientadas deliberadamente a castigar ‘ala Argentina por haber sostenido la neutralidad en la guerra (también consiguieron complicar las ventas de cereales a Europa). Asi, el notorio ‘recimiento industrial de estos afios se orienté casi exclusivamente al | mercado interno. El Estado, ademis, asumié un papel mucho mis activo en la pro- " mocién del bienestar. El congelamiento de los alquileres llevé alivio - alos inquilinos, y extensos planes de construccién de viviendas para _ twabajadores y créditos baratos convirtieron a muchos en propietarios -(@pesar de lo cual, por el intenso flujo de migrantes internos, se multi- - plicaron las «illas miseria» en el rea metropolitana de Buenos Aires) Las pensiones por edad o discapacidad experimentaron una expansién 192 Ezuouts, Apamovsiy sin precedentes, al tiempo que el niimero de personas con cobertura de seguridad social pas6 de 1,4 a 2,5 millones entre 1945 y 1950. Lacreacién del Ministerio de Salud en 1949 y la accién decidida del ministro Ramén Carrillo levaron mis servicios hospitalarios, campaiias de sanidad y vacunacién a todo el pais. El acceso a la educacién conti- ‘nué ampliéndose y dio un salto muy importante en el nivel secundario y Tego en Ia universidad, a la que comenzaron a acceder con mayor frecuencia personas de origen trabajador (en parte, gracias ala abolicin de los aranceles). Con mayores derechos y mejores salarios, la clases populares gora- +on de mis tiempo libre, que alimenté diversos modos de entretenimien- toy expresiones culturales, incluyendo algunas fomentadas directamente por el gobierno. Por promocién estatal y de los propios sindicatos, que fundaron colonias y hoteles, creci6 de manera exponencial el acceso al turismo: el tradicional balneario de Mar del Plata, que en 1940 recibig 380.000 veraneantes, tuvo que hacer lugar a més de 1.400.000 en 1955, En fin, la clase trabajadora vivi6 el momento de mayor bienestar de su historia y la sociedad se volvi6 menos desigual: la proporcién del in- {greso total del pafs que quedé en manos de los asalariados pasé del 37% a1 47% en 1950, Visualizadas como efecto de un proceso politico del aque las clases bajas eran también protagonistas, todas estas mejoras con- tribuyeron a un cambio relevante en el modo en que se imaginé desde entonces la ciudadania: ya no se trataba solamente de tener el derecho avotar, sino también a acceder a un minimo de bienestar. E] peronisino también trajo cambios significativos en las relaciones de género. La participacin de las mujeres de clases populares se habia hecho evidente ya en la campaiia de 1946, cuando tuvieron la osadia de cantar «Sin corpifio y sin calz6n/ Somos todas de Peron». En 1947, el Congreso finalmente convirtié en ley el voto femenino Evita, esposa de Perdn, ocnpé un lugar central en la iniciativa del voto femenino (para disgusto de las activistas del feminismo, cuyas lu- chas de afios fueron poco y nada reconocidas). Desde el comienzo habla asuinido un interés por participar en el gobierno muy poco habitual en las primeras damas. Su carrera fue meteérica, En julio de 1948 or: ganiz6 ella misma la Fundacién Eva Perén, una estructura paraestatal de gran envergadura, con la que consiguié llevar ayuda social a los més humildes en todos los rincones del pats, descle remedios, anteojos y re- galos para nifios, hasta la construccién de escuelas, viviendas, hospitales 7 ee Historia dela Argentina 193 y proveedurias, Por sus propios orfgenes humildes se identifies con Jos més pobres, se transformé en la principal aliada de la CGT en el gobiemo y fustigé a los opositores y ala , que v6 Ia frase «combatiendo el capital» procedente de la cancién 198. Ezzquirt, ADaovssy previa de una agrupaci6n obrera que fue su inspiracién, algo que ineo. modaba a Peron. Incluso sin proponérselo sus lideres, la irrupcién del peronisino afec. t6 también las jezarquias sociales y algunos de los valores que las élites venian inculcando desde el siglo XIX. Las masas aportaron al movimiens to una serie de rasgos plebeyos que no habfan estado presentes hasta entonces en la politica argentina. De pronto, todo aquello que habia sida invisibilizado, silenciado o reprimido por la cultura dominante se haba hecho presente y, para colmo, se habia vuelto politico, E117 de octubre de 1945, los hombres y mujeres pobres que vivia cen los margenes de la eoqueta Buenos Aires habfan invadido la ciudad ‘Llegaron con sus ropas pobres y sus modales groseros y, contra todas las reglas de urbanidad, retozaron en las plazas con sus cuerpos sudorosos ala vista de todos y refrescaron sus pies en el agua de las fuentes. El mero hecho de ocupar Is Plaza de Mayo y otras zonas céntricas con sus humanidades pobres y despreciadas se convirti6 para ellos en un gesto. politico. La misma actitud desafiante se reiteré con otras normas de respe- tabilidad y fue usumido con orgullo por algunos peronistas, como el poeta Juan Oscar Ponfe=_ rrada. «Mis grasitas: la recordada manera en que Evita se dirigfa a los mis humildes también invertia el insulto connin, para convertirlo en un desafio politico contra la «impieza» de los que los despreciaban. La educacién también fue terreno de este tipo de disputas. Duran- te el afio 1945, estudiantes, académicas e intelectuales, desde el lugar de autoridad que les daba el saber, se pronunciaron contra Perén, 3 quien acusaron de manipular a sus seguidores aprovechindose de st 2 Historia de la Argentina 199 gncultura», En respuesta a esta actitud, algunos peronistas corearon gnionces el famsoso «Alpargatas sf, libros no». Durante la jornada del 17, ie octubre, en La Plata y en Cordoba hubo manifestaciones de hostili- ad hacia la universidad. En los afios siguientes, en el peronisino habria - otras muestras de antiintelectualismo. Tos ideales de decencia también fueron puestos en cuestién en al- gana medida. Los jovenes peronistas colmaron el movimiento de ese Espirita festivo, irreverente y soez. que desde entonces le fue tan tipico, __ jesaltado por el sonido carnavalesco de los bombos en las manifesta tones. &¥ qué decir del lagar que fue adquitiendo Evita, hija ilegitima, - getrz (una profesién nada «decente» por entonces) y que para colmo ‘convivi6 con Perén sin estar casados? Su mera presencia fue una fuente “ Gonstante de impugnacién de los valores tradicionales y, por ello, de jrritacion de unos y admiraci6n de otros. [La plehe también politiz6 con sus gestos Ja cuestién del origen étnico spel color de piel. De pronto se escaché hablar en quichua o guaran» ‘ena europea ciudad portefia, como noté con asombro el diario Clarfen 1945, 0 aparecia un «malén» kolla venido del norte. «Cabecitas negras», Jes decia con desprecio la gente «decente» a todas estas presencias ines- peradas y, por extensiGn, a todos los peronistas. Estos, sin embargo, no reivindicaron por ahora lo moreno ni mucho menos aceptaron ser iden- fificados como «cabecitas» (eso solo Llegaria luego de 1955). La afirmacién de los argentinos y argentinas que no se reconocfan ena imagen de la Argentina blanca y europea dejé rastros interesan- tesen el plano della cultura populary masiva,en el que ya antes se habfan presentado visiones sobre el pueblo nacional en disicencia implicita con las oficiales. Un ejemplo interesante se encuentra en la msica. El tango, {que poco antes habia alcanzado su edad de oro, comenz6 a fines de los atios cuarenta una fase de lenta decadencia, mientras otros ritmos de tono mds festivo ganaban el favor de las masas. Alberto Castillo, por ejemplo, alcanz6 su méxima popvlaridad luego de 1944 incorporando “candombes a su repertorio, con letras que hacfan constante referencia a ‘los negros». Otro ritmo que gand enorme popularidad entre las clases bajas fue el chamamé. EI mendocino Antonio Tormo batié todos los " récords de ventas en 1950 con su simple «Fl rancho'e la Cambicha» (en verdad, un rasguido doble, pero él lo llamaba «chamamé»), cuya letra inclufa palabras en quechua y guaranf y referencias a la vida de los sectores populares litoraleios. En un tono més melancélico, el folklore 200 Ezroum Apawovsiey Historia de la Argentina 201 «Jos origenes —desde anarquistas y socalistas hasta radicales y vvadores-— y produjo-un realineamiento de las demés fuerzas. Gras la derzota de 1946, la Union Democritica se disolvié y le UCR ie ee menene ao en ests aos une eine Fo una profunda crisis intern, Los lberal-conservadores se des- homogeneidad eat te m lo criollo}: para el ideal de armonig perdieron presencia nacional (incluso en algunas de las Teed heme te Perén, resultaba inconveni per incias que habfan sido sus bastiones). El PS y PDP sufrieron una Bipwee: dc aners expla que bobiee diferencias de otigen o q pogria desu base voumte que los volvi6 virtualmenteirrelevantes EL tematinda do mecera ineticin en sen Ja cuestion st aparecié a veegy | gomunistno fue perdiendoleneamente la adhesin que habia conseguido aainds ners imliaece sedan queel Estado represengg | _ente ls obrer0s. El campo del nacionalismo de derecha quedé partido enepexgiels P arwaian t ee afiches oficiales —la minoria~ fgg entre quieres apoyaron 2 Perdn y quienes lo aborrecieron. El eje cen- ee reece tnlen um appeco deliberadamente mesigg wal dea politica nacional dej6 de ser el que oponia 2 Jos radicales y los deiabafa eonibe picid tnt lel escudo peronista en la que la mang | _fiberal-conservadores, para pasar a ser ahora el que enfrentaba a pero- (Gate quarent siptharee Se y lade arriba rosdegg | aibtsy antiperonista. A pesar desu crisis interna, la UCR se convirti¢ oe ene tgniert quel li laridad de clase esperada deh | ena primera opcida de los segundos, lo que llevo para st molino wna Dares niodo, li epoca pe rémica). buena cantidad de los votos que los otros partidos perdian. una reivindicacin de lo ae oe produjo directa o indirectament "Aunque en 1946 el antiperonismo habia quedado politicamente de~ legitimidad en la vida politica, Da rar plebeyo, que obtuvo carta dg soxganizado, la fuerza que ya para entonces habfa ganado como reaccién bole sya tatoeaes lecirse,sin embargo, que el Esta social y cultural persists y se profundizé, hasta transformarlo en una similares en més de un sentido a ee eee ideales de respetabilidad | dentidad politica tan arraigada ¢ influyente como 1a del propio pero~ Gitinesy qreinane oa lite habfa instalado en épocas nismo. De hecho, ninguna de las dos se entiende sin la otra: articulado il vests, li edtinasifn, laaneralid en i y la disciplina, [a pulcritad en’ en 1945, antes de que el peronismo hubiese adquirido una forma pre~ Sead, ett le moraliiad taicionl la sumision dela mujee fis el antiperonismo contribuy6 dlecisivamente a imprimirle al nuevo ehiviorguianei aa el Estado presioné con cies- movimiento algunos de sus rasgos espectficos. Las erfticas que habia peal an save Ree erred de sexualidad del mundo planteado frente al ascenso del coronel ese aio apuntaban al peligro de tile (Gu ilar, ettsotrus comer a las burguesas, se acerearan a {que fese un «nazifascista», pero también 2 otros aspectos del lider ys repress polis oat bh ‘un marca rcradecimiento del ngs importante, de sus seguidores. sertien dale nema lac masculina). El componente Gran parte de la furiosa reaccidn antiperonista tuvo que ver ms con 1 los valores tradicionales— conn " ee de lo plebeyo y el desafio. eldisgusto por el debilitamiento de las normas culturales y las jerarquas tice wvivid en tensién con estos elementos sociales que con el hecho de que se lesionara algan interés puramente econémico. Quienes atacaban a Perén con frecuencia aludian en sus riticas a cuestiones de «buena educacién», raciales o incluso morales y estéticas. Fl diario Critic, por ejemplo, se quejé en 1945 por a plebe en Jas calles porteias, un atentado contra «cl buen gusto y contra la estética ciudadana afeada por su presencia». Para el conservador Adolfo Mugiea, el pais vivia como en una especie de «inmensa merienda de negros». Bl nacionalista Juan Carulla coineidia: al contemplar Jas manifestaciones, compuestas, en su gran mayorfa, de mestizos y aun de indios», Jamenté que la Argentina «se negrea». Tiempo después, un dirigente radical sigui6 dando lugar a figuras como Atahual i : 0. Ipa Yupanqui o Bi Lama, cayas composicianes hablaban de los subinatewos de Leet viejas» y de los mestizos, “™ El antiperonismo y Ia «clase media» Far camigo ue cvo entre ls votantes, ora ntensiad emoria que fespets entre as clases bas, por sus rasgos plebeyos y por varias de medidas que propici6, el peronismo produjo un sismo en el sistem: politico. Desde su surgimiento atrajo e incorporé a digentes y votantes 202 Ezrqutes Apamovsxy acuié la famosa expresién el pais. ¥ no es casual: en ambos casos la piedra en el zapato era la plebe actuando por fuera de los carriles aceptables. América Ghioldi, uno de los dirigentes més importantes del PS, retom6 la dicoto- ‘mia sarmientina de «civilizaci6n o barbarie» para lamar a combatir esa «fuerza primitiva» que se habfa hecho visible, ese nuevo «caudillo de la guerra civil» como la que habian animado los antiguos federales. Si el peronismo acentué luego su veta mas plebeya y antiintelectualsta, si se identificé mas tarde con los y ef pueblo. No se concebia por entonces que el Jblo estaviese partido en clases diferentes. “Ese panorama fue cambiando lentamente huego de 1919, ato en que ‘or primera vez se puso en circulaci6n en los debates pablicos la expre- fi6n «clase media», hasta ese momento poco frecuente en el vocabulatio de los argentinos, Era un contexto muy particular. La Semana ‘Tiigica acababa cle conmover hasta sus cimientos el orden social y habia dejado en claro que los obreros revoltosos gozaban de una fuerte simpatia en ‘ana porcién de los sectores medios. Frente a esa evidencia, algunos intelectuales y politicos de derecha se propusieron instigar un orgullo de «clase media» como modo de debilitar Ias solidaridades populares. "Tomaron la expresién de los debates curopeos, en los se la utilizaba con la misma finalidad, Trataron de convencer asf a los empleados de que formaban parte de una clase diferente, més respetable que la integrada por los trabajadores manuales, y que no debian confundirse con ellos fen los mismos reclamos. Por entonces, sin embargo, la idea no habfa prendido. La imagen que la mayoria de los argentinos tenia sobre la sociedad en la que wivia siguié siendo més bien binaria: por un lado el pueblo, por el otro, la oligarquia Fue la irrupci6n del peronismo lo que finalmente ereé los incentivos ¢ impulsos para que una secciGn de ese pueblo pasara a imaginarse como ‘una clase intermedia entre los més humildes y la clase alta, Habia mu- hos motivos pot los que una persona de sectores medios podia sentirse ofendida. La reivindicacién del trabajador, el nuevo valor que adquirié lo plebeyo, la afirmacién de lo mestizo y lo moreno, las mejoras que se brindaban colectivamente a todo un gremio sin importar si, individual mente, sus miembros lo merecfan o s¢ lo hubiesen ganado... Presen- tarse como «clase media» servia para trazar una frontera de distincién respecto de esa masa trabajadora peronista a la que se despreciaba por su incultura y a veces también por su origen étnico. Ya su vez ayudaba a desmarcarse de ese pufiado de oligarcas al que Pern fustigaba: pro- clamarse de «clase media» permitia ser antiperonista y a la vez reclamar un lugar de legitimidad en la mesa nacional, que era precisamente lo que el gobierno escamoteaba a Jos opositores. ‘La prensa y los activistas antiperonistas insistieron mucho, Inego de 1946, para conyocar a una «clase media» ala accién y dotarla de un — tina 205 mm Ezrqutet Apasovsky Historia de la Argenti sentido de orgullo y de la misién de poner fin al peronismno. Se desig. caron en este sentido referentes y organizaciones ligados a la Iglesia, tn Accién Catdlica en particular. Asi, en estos aios una porcidn impor, tante de a poblacién comenzé a identificarse como «clase media». Fug Por entonces una identidad que reclamé para si us Tugar de superio. Fidad cultural y moral respecto de la plebe peronista a la que imaging inculta, enviecida, atrasada, irracional. Las personas que se ereian «de clase media» con frecuencia invocaron nociones de merecimiento per. sonal asociadas a la virtud y al trabajo esforzado, a su vez conectadas con historias de abnegados abvelos inmigrantes que habfan progresa. dio por mérito propio, sin dadivas de ningxin gobernante. De manera sutil, esa marca étnica —el ser descendientes de europeos— quedaha contrapuesta al carfcter mestizo de los «cabecitas negras» peronistas, luna raigambre que supnestamente explicaba sus limitaciones morales ¢intelectuales, Yau ver, todas esas narrativas individuales y familiares de mereci- miento y de ascenso a través del esfuerzo se conectaban con los relatos sobre In Argentina que habjan propuesto las élites desde tiempos de la organizacién nacional, Ya que, como habian planteado Alberdi 0 Sat- ‘niento, todo lo «civilizado» habia venido por aporte europeo y todo lo barbaro era rémora del legado criollo, entonces los descendientes de inmigrantes se pensaron a sf mismos como baluartes de la civilizacién y de [a modemidad, luchando también ellos contra Jas fuerzas del atraso que permanecian agazapadas entre la poblacién de clase baja y mestiza ¥ que habjan resurgido en la hora actual, como decia Ghioldi La identidad politica amtiperonista qued6 asi fuertemente asociada a tuna identidad social —la de «clase media»— y ambas a una peculiar na- ‘rativa acerca de la historia nacional, que imaginaba el peronistno como ‘una manifestacién de la antigua barbarie que emanaba de la inferioridad Gtmica y cultural de las clases bajas (especialmente las del atrasado inte- rior, de donde habjan llegado los viejos caudillos y sts montoneras y de donde llegaban por entonces los «cabecitas negras»). La «clase media», corazon de la Argentina moderna, racional, europea, se sinti6 Hamada ® ocupar el lugar central en la vida nacional que el peronismo asignaba, en cambio, insélitamente, a un bajo pueblo tan defectuoso. Desde esta visién —lo mismo que desde la que habia planteado Sarmiento, de la que era heredera— el pais quedaba irremediablemente pertido en dos mitades dificilmente reconciliables. El segundo gobierno de Perén y el golpe de 1955 " Afanzado en esa poderosa identidad social el antiperonismo fue encon- ~gando los eaminos para recuperar la iniciativa lnego del fiaseo de 1946, | il terreno electoral no le fue propicio: en 1951 el primer mandatario - gesult6 reelecto por mis del 63% de los votos. Irénicamente, serfan ia Iglesia y el Ejército, dos de los apoyos fandamentales en la carrera politica de Perén, los que aglutinarfan de nuevo un poderoso frente en a. i pattie 1940, economia shia comonmsioa exp imentardii- eultades. La transferencia de recursos del campo al ciudad prod una - caida en la producci6n agraria y su descapitalzaci6n, Se sum el efecto | de as polticas comerciales estadounideases y eutopeas, que privilegia- ron ahora a sus propios agriculrores o directamente exclayeron al pats “como proveedor. La creciente industria liviana necesitaba cada vex. mis insumos importados. Como no estaba en condiciones de exportar (pot sus propias limitaciones, pero tambien por las sanciones comerciales que Estados Unidos aplicaba contra la Argentina), las divisas necesarias sara traerlos solo podian provenir del sector rural, ahora estancado, Al snismo tiempo, los niveles de inflacin subieron de manera preocupante icon ellos, los intomas de descontento, Frente a esta stuacién, Perén fanz6 su Segundo Plan Quinquenal con un programa que privilegia- be la inversién, el agro y Ia industria pesada por sobre los objetivos de expansién del consumo y de justicia sociabtipicos de la primera presidencia, El Plan signifieé que habria una menor receptividad a las demandas de aumento silarial y una exigencia de mayor productividad ¥.diseiplna aboral. Pero, en contra de esa expectatva, las penuria eco- némicas reactivaron las luchas sindicales,y desde 1950 hubo una nueva oa de huelgas, algunas de ella violentas y decretadas a espaldas de ls conducciones sindicales que respondian a Perén. El gobierno adopt, frente a algunas de ellas, una actitud repeesiva. _ En 1952, la crisis alcanz6 su peor pico, con una inflacién récord del 38% anualy el desabastecimiento de productos bisicos. Para lidiar con Ia siwacién, el gobierno puso en marcha el Plan de Estabilzacién, que signific6 una profundizacién de la nueva politica mis ortodoxa. Los productores rurales fueron beneficiados con redueciones de impues- tos y subsitios y se anuneié un plan de facilidades para la radieucién de capitales extranjeros, En un paso antes impensable, se volvieron a 206 Ezeguie: Apaaovsky contraer empréstitos en el exterior y hubo acuerdos con compafias pe. troleras norteamericanas para que invirtieran en el pais, parte de ung nueva politica de acercamiento a los Estados Unidos. Al mismo tiempo, las negociaciones colectivas se dieron por suspendidas y se fjaron por decreto los indices salaries para los siguientes dos afios, como modo de limitar los aumentos. En los hechos, el derecho de huelga fue suprimido, Apenas lo peor de la crisis fue quedando atris, los trabajadores se lanzaron a recuperar el terreno perdido. En varias fabricas los delegados gremiales lograron conseguir aumentos a pesar del congelamiento de- eretado y forzaron asus sindicatos a convalidarlos. Este tipo de actividad enfurecié a Perén, que en 1953 ctiticé fuertemente a las comisiones internas y les exigié que dejaran de actuar por su cuenta y se subordi- naran a sus sindicatos. A pesar de estas advertencias, el ao siguiente estuvo mareado por una explosidn de conflictos laborales que puso en evidencia las limitaciones que tenia el gobierno a la hora de controlar el movimiento obrero. En este contexto, los empresarios exigicron la restauracin de la disciplina y la moderacién de las demandas. En marzo, de 1955, Perén convoes a un gran Congreso de la Productividad, con la idea de que los sindicatos llegaran a un acuerdo con los empresarios en cl sentido de lo que estos esperaban. El congreso, sin embargo, result6 un fracaso total. La CGT —que participé a regafiadientes— resistid, exitosamente el avance patronal. A medida que las complicaciones se acummulaban, Perén fue adop- tando un rumbo eada vez. mas autoritario, El control de la prensa se hizo mis severo. Los dirigentes de la oposicién suftieron hostigamientos y algunos pasaron temporadas en prisién. El Estado llevé la propaganda oficial y el culto a la personalidad a niveles exorbitantes. La «doctrina peronista» fue materia de formacién en las escuelas militares y se la im- puso también a los empleados piblicos. Los libros de lectura de la escue~ Ja primaria se Henaron de alabanzas a Pern y a Evita. Cuando en 1951 se decreté la provincializacién de los Territorios nacionales del Chaco y de La Pampa, se los denominé respectivamente provincia Presidente Peron y provincia Eva Perdn (también la ciudad de La Plata fue rebau- tizada con el nombre de la primera dama). Paralelamente, el gobierno hizo grandes esfuerzos para encuadrar en organizaciones gremiales de signo peronista a los sectores de la poblacién que no participaban del movimiento obrero. Para los patrones, creé la Confederaci6n General Econémica (CGE), que consiguié algo de arraigo, especialmente en el Historia de fa Argentina 207 lel pats. Para Jos profesionales y trabajadores intelectuales se prs 1 ghd a Canteen General de Profesionales, fuerte- ere te resistida por la mayor parte de esos sectores. Hubo iniciativas nilares para estudiantes secundarios y universitarios. Peronizarlo todo arecfa el mandato de la hora. ; - giro autoritrio generaba esquenores en diverss sectoes, Pos blemente ese menos alarmante entre ls clases populares por se identt eacidn con el peronismo, pero también porque las mieles de la lil ead las garanias republicans no habian tendo pata elas una materials » daderamente tangible en perfodos anteriores. Diferente era el caso te ls seexares medios y, por supuesto, de los altos, que em estos aos aecentuaron ck rechazo que senian por Perén y por todo lo que habia ve- pido de su mano. Incapaces de derrotarlo por medios democritcos, los gntiperonistas fueron asumiendo una disposicign cade vez mis violent En septiembre de 1951, sectores del Ejzeitointentaron realizes unt golpe de Fstado, que fue répidamente desactivado, En abril de 1958 we tantes juveniles opositores apelaron a métodos terroristas: coloca- ton bombas en ocasidn de una manifestacién obrera de apoyo a Peron, ‘ausando siete muertos y decenas de heridos. Los manifestantes enfare dos incendiaron el aristocritico Jockey Club y destruyeron sedes del radicalismo, del socialismo y de los conservadores. “aoa Finalmente, a fines de 1954, una situacién inesperada permitis rearme de la coalicién antiperonista. Siguiendo lineamientos del Vati- cano, la Tpesa se habia anzado por entonces a promoveragrupaciones profesionales y poiticas de signo calico, algo que conspiraba contra la vatuntad de Perén de ser el conductor tnico de la sociedad. El presiden- te reaceiond entonces con discursos contta la Iglesia y promovié les ¥ medidas que iban en contra de sus intereses Gneluyendo el fn de fa tnsenanza dea eligién en as eseuels pablicas, que tanto habia istado a fos antiperonistas) La jerarquia ecleststica puso en movimiento el ex- tenso aparato que respondia a ella en todo el pats yams a Ta resistencia En mayo de 1955 hbo enfervorizadas manifestacones de eatlicos: por primera ver desde 1946 un movimiento politico fe disputaba la calle al eronismo. Los énimos se caldearon cada vez mis. pee i de junio, para la festividad de Corpus Christ, una amd inédita desbordé la Catedral portefia y ocupé buena parte de Ia Plaza de ‘Mayo. Una columna incluso se dirigié al Congreso apedreando edificios piblicos y de diarios oficialistas al grito de «jMuera Peron!» y «jViva 208 Ezequie: ADAMOVSKY Cristo Rey!». Cinco dias después se produjo otro intento de golpe de Estado, en el que los conspiradores de la Marina no vacilaron en Utilizar sus aviones para bombardear a los partidarios del gobierno reunidos en Plaza de Mayo, dejando un saldo de mis de trescientos cincuenta mye. tos. Como para muchos resultaba obvio que la manifestacién de Corpus Christi habfa sido parte del plan militar, grupos peronistas incendiaroy varias iglesias en represalia, La inédita quema de templos finalmente terminé6 de aglutinar a la totalidad del arco opositor: incluso politicos y agrupaciones estudiantiles tradicionalmente enfrentados con la Iglesia salieron en defensa del catolicismo ofendido. A principios de julio, Perén intenté poner pafios frios con palabras conciliadoras, pero ya era demasiado tarde. Ante la perspectiva de un golpe de Estado, el movimiento obrero evalué la posibilidad de crear milicias populares para defender al gobierno, lo que crisp6 atm mis los 4nimos de los militares. Sin embargo, Perén se ocupé de desactivar esta posibilidad lamando a la calma, lo que no lo privé de volver a lanzar amenazas verbales a la oposicién, que habia rechazado en bloque sus invitaciones a la reconciliacién. El 16 de septiembre de 1955 finalmente se inicié en Cérdoba el movimiento golpista, en cuyas acciones se sumaron también los llamados «comandos civiles», grupos irregulares de antiperonistas armados. Ante la evidencia de que habia perdido apoyo de sus camaradas militares, al menos parte importante de ellos, y después de otro bombardeo, esta vez sobre Mar del Plata (con la amenaza de repetirlo en la capital), Perén prefirié refugiarse en Paraguay sin ofrecer resistencia. Asi terminé el gobierno peronista. El movimiento, sin embargo, estaba lejos de haberse apagado.

También podría gustarte