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A Doña Sandra caminó apresurada hacia la entrada de su destartalada casa, tras escuchar el timbre

de sonar, ella últimamente no recibía visitas pues todas las personas más allegadas a ella se habían
marchado de aquel pequeño pueblo en el cual la economía se encontraba cada vez peor, ella
últimamente no había podido vender los humildes productos que sus tierras producían, por lo que le
tocaba contar las monedas para poder cubrir las cuentas, la anciana lucía mucho más desgastada
producto de la preocupación que día a día sentía, pero la triste expresión de su rostro cambió
completamente cuando observó a su hija aparecer por la puerta de su casa, pronto le llenaron los
ojos de lágrimas al verla después de tantos años, ella se había marchado de su país hace tiempo en
busca de un mejor futuro junto a su esposo, en aquel momento una gran panza la acompañaba y
dentro de esta cargaba a su nieta, ahora Ana regresaba con su pequeña de la mano y Doña Sandra
tuvo la oportunidad de conocerla por fin, dándoles un desconsolado abrazo trató de trasmitirle todo
el amor que sentía por ellas y cuánto le alegraba verlas.

La anciana siempre había soñado con ese momento, pero no pensó que este llegaría tan rápido, ella
se encontraba feliz, pero al ver el rostro de su hija supo que algo no andaba bien, la anciana agarró a
Ana de las manos y pronto Doña Sandra se dio cuenta que su yerno no se hallaba por ningún lado,
por lo que mirándola a los ojos le preguntó qué era lo que sucedía y como si su hija volviera a ser
una pequeña, esta rompió en llanto desmoronándose frente a su madre, quien buscó consolarla
pues su corazón se partió en dios al escuchar todo lo que había tenido que pasar su querida Ana y su
nieta.

Ana confesó que las cosas en el extranjero no les habían ido tan bien como ella contaba en sus
cartas, pues la vida de un inmigrante era muy difícil, por lo que les tocó pasar muchas necesidades,
muchas veces no tenían para dale de comer a su pequeña hija Johana y esta lloraba hasta dormirse,
algo que partía el corazón de la madre. Pero todo esto no se lo podía comunicar a Doña Sandra, ya
que Ana no quería llenarla de más preocupaciones de las que ya tenía. Así también Salvador, su
esposo, se culpaba de la situación puesto que él no conseguía un trabajo estable, así que tras
pensarlo mucho él había decidido marchar rumbo a los Estados Unidos, cruzando la frontera
mexicana, en busca de un mejor futuro como muchas personas lo hacían, con la promesa que
cuando este se hubiera establecido, les enviaría un dinero para que ellas pudieran emprender el
mismo camino, por lo que este pidió dinero prestado a unos hombres del mal vivir para pagarle a las
personas que lo ayudarían a cruzar la valla, pero de aquello habían pasado tres meses y Ana, su
esposa, no volvió a tener noticias de él, perdiendo la comunicación tan pronto como se enrumbó
hacia aquel país del que tantos hablaban.

Desde aquel momento, Ana había intentado averiguar su paradero, pero las personas con las que
este se había marchado no le daban razón alguna, pues alegaban que este si había logrado cruzar,
pero de allí en adelante estos no se responsabilizaban de lo que le pasara, algo que desesperó por
completo a la mujer quien se había quedado con una gran deuda en aquel país y con su pequeña
hija. Los rumores pronto llegaron a la pobre mujer, los cuales decían que los guardias que se
encontraban en la frontera no tenían compasión con los inmigrantes, así también escuchó hablar
como los obstáculos que podían presentarse por el camino solían ser muy grandes, por lo que
muchas personas no lograban cruzar debido a muchos acontecimientos podían dar en el gran
desierto por el que caminaban, así que todo esto no dejaba que Ana durmiera tranquila, pensando
en qué le había sucedido a Salvador, pues si este hubiese llegado al otro lado con bien, ella y su hija
no estuvieran pasando necesidades.

Los cobrades de las personas a las que debían el dinero, solían tocarle la puerta tres veces al día y
estos ya las tenían en la mira, conocían cada uno de sus movimientos y solían vigilar su casa las 24
horas, por lo que Ana y su pequeña no tuvieron más opción que encerrarse en aquel lugar y buscar
la manera de salir de allí sin que estos se dieran cuenta. Fue así que, durante la noche, la mujer
agarró unas cuantas pertenencias y su hija en brazos, escapando por la ventana con la esperanza de
poder llegar a un lugar en donde ponerla a buen recaudo.

Ana caminó durante muchos días con su pequeña a cuestas, pidiendo a las personas de buen
corazón que le dieran aventones por el camino para poder llegar a su país de origen, pues no tenía
más opción que recurrir a su madre en ese momento tan difícil, pues debía pensar en el bienestar de
su hija primero, para luego poder ocuparse personalmente por averiguar qué había sucedido con su
esposo. Así que cuando finalmente la muchacha llegó a casa de Doña Sandra, esta llevaba más de
dos semanas viajando y tratando de ser fuerte pese a todo lo que había tenido que pasar en ese
tiempo, pero cuando vio a su madre esta se derrumbó en sus brazos, pues necesitaba que ella le
diera palabras de aliento las cuales necesitaba para poder seguir adelante.

-Perdóname madre por haber llegado sin avisar, pero no tenía a donde más acudir, sé que es mucho
pedir en estos momentos tan difíciles pero necesito de tu ayuda para que cuides de Johana.

La anciana, tomó las manos de su hija y con todo el amor que tenía para dar le dijo:

-No estás sola, yo siempre te apoyaré en lo que necesites, soy tu madre y no importa la edad que
tengas, puedes acudir a mí en todo momento.

Ana le contó a Doña Sandra toda la situación, así como también sus ganas de ir al encuentro de su
esposo para cerciorarse de que nada malo le hubiera sucedido cruzando aquella valla, la anciana
prometió que haría todo lo que estaba en sus manos para que su nieta se encontraran bien y
aunque ella trató de convencer a su hija que no se fuera en busca de su esposo y que se lo dejara a
las autoridades, puesto que era una locura, está ya había tomado una decisión pues el amor que
sentía por el padre de su hija era tan grande que nada la convencería de lo contrario.

-Madre sabes bien que las autoridades no moverán ni un solo dedo, somos personas humildes y a
ellos solo les interesa el dinero, por lo que es mi responsabilidad encontrarlo para que volvamos a
ser una familia unida.

Ana rompió en llanto al ver la angustia de su madre, quien le dio la bendición y la encomendó a Dios,
pidiéndole que la regresara con bien. Doña Sandra no le dijo a su hija que ella últimamente no tenía
fuerzas para seguir trabajando como lo había hecho durante tantos años, sus pasos se habían vuelto
mucho más lentos y sus huesos comenzaron a pasarle factura producto de todo el esfuerzo que
había hecho en el campo, pero esta se propuso hacer un esfuerzo pues ahora debía velar por su
pequeña nieta, quien aún tenía 6, Johana era muy hermosa y le recordaba a su hija cuando aún tenía
su edad por lo que su corazón dio un gran vuelco al pensar en todo lo que esta había tenido que
pasar durante todo ese tiempo, por lo que la anciana se juró no permitiría que volviera a pasar
hambre, además, pronto Ana volvería junto a Salvador y juntos podrían trabajar las tierritas que ella
tenía, las cuales en ese momento no producían mucho pero con esfuerzo podrían sacarlas adelante.
Su hija la noche antes de marcharse le agradeció todo lo que estaba haciendo por ellos y le prometió
que en cuanto encontrara a su esposo, ella volvería en busca de las dos y las llevaría para que nada
les faltara, pero a la anciana solo le bastaba verla regresar con bien.

Doña Sandra vio su querida Ana marchar al día siguiente a través del camino que se dirigía al pueblo,
su nieta lloró desconsolada al despedirse de su madre, pues temía que tampoco regresaría y no
volvería a saber de ella como pasó con su padre, pero la mujer la miró a los ojos diciéndole que no le
fallaría y que en donde fuera que ella estuviese cuidaría de ella, jurándole que volverían a
encontrarse.

Ana tenía fe que en poco tiempo su familia se encontraría unida y emprendió viaje con la esperanza
de saber algo de su esposo por el camino, sin imaginar todo lo que tendrían que vivir de ese
momento.

Por otro lado, Doña Sandra, pedía al cielo y a todos los santos que acompañaran a su hija en ese
camino tan difícil, queriendo creer que pronto todo aquello sería una simple anécdota que
contarían, pero los días fueron pasando y ella no tenía razón alguna de Ana ni de su yerno, por lo
que trataba de ocupar su mente en el trabajo el cual le cansaba mucho más que antes, pero debía
sembrar el doble para poder obtener más ingresos, puesto que quería darle a su nieta una vida
digna.

La anciana caminaba a paso lento todos los días hacia el pueblo que se encontraba a varios
kilómetros de su casucha, ella agarraba firmemente su bastón de un lado y una canasta del otro,
junto a ella llevaba a la pequeña Johana quien obedientemente la seguía, aprendiendo a trabajar
desde muy temprana edad. Ella admiraba a su abuela, y aprendía rápidamente, así también
agradecía todo el amor que esta le daba pues así no se sentía tan sola.

La pequeña Johana preguntaba constantemente sobre sus padres sobre todo momentos antes de
dormir, pero Doña Sandra no sabía qué contestar pues ella tampoco recibía noticias sobre qué
podría haber pasado con ellos en ese camino tan difícil por el que marcharon. Con el paso del
tiempo, la anciana no pudo más con su angustia y tuvo que presentarse ante las autoridades para
que ellos le ayudaran y le dieran razón de lo que podría haber sucedido con su hija y su yerno a esas
alturas, pero estos la ignoraron tal y como Ana le advirtió algún día, puesto que no se preocupaban
por lo que podría sucederles a personas tan humildes como ellos.

La anciana, un día había terminado de vender sus verduras y se dirigía rumbo a la estación junto con
su pequeña nieta Johana para averiguar si tenían alguna razón del paradero de su hija, cuando de
pronto un auto que venía a toda velocidad se pasó la luz del semáforo, Doña Sandra quien se
encontraba cruzando la calle recibió la peor parte pues esta se puso en frente de su nieta
protegiéndola con su propio cuerpo, ocasionando que la pobre anciana saliera despedida hasta
terminar en el pavimento, gracias a dios la pequeña pudo salir sin un solo rasguño, pero quedó en
medio de ese lugar completamente despavorida.

La anciana apenas respiraba cuando del auto un jovencito quien lucía de buena familia se bajó, este
no tenía permiso para estar conduciendo pues aún no había cumplido la mayoría de edad, por lo que
desesperado se cercioró de que aún se encontrara con vida, pronto el muchacho hizo unas cuantas
llamadas y en pocos minutos un auto acudió al lugar: se trataba de una unidad policial.

la pequeña Johana vio al agente acercarse a la escena por lo que le entró un temor que recorrió todo
su cuerpo, así que ella al no saber qué hacer salió corriendo del lugar rumbo a casa, con la cara llena
de lágrimas y con un profundo dolor en el corazón, pues temía que su querida abuelita no regresara,
Johana aún tenía muy corta edad, pero entendía perfectamente lo que había sucedido, por lo que
prefirió refugiarse en un lugar al que consideraba segur. Por otro lado, el comisario de aquella
ciudad: Don Luis Torres, se bajó del auto en el que iba, vislumbrando la escena que se hallaba en
medio de la carretera, el muchacho aún se encontraba junto a la pobre mujer inconsciente y este
lejos de detenerlo como hubiera hecho cualquier agente, se acercó a él y le dedicó un abrazo,
tratando de calmarlo y asegurarle que todo estaría bien:
-Yo me encargaré de que esto pase desapercibido, no te preocupes hijo, nadie te responsabilizará
mientras yo me encuentre aquí.

El padre del muchacho era el comisario de la ciudad, por lo que él mismo se encargó de hacer el
reporte del accidente y de llevar a la anciana hacia un centro médico como un acto de rutina,
alegando que el responsable de todo se había dado la fuga después de haber ocasionado que la
pobre abuelita quedara tendida en el suelo.

El comisario Torres le preguntó a su hijo si nadie más se encontraba en el momento en que todo
sucedió y este por temor a que algo saliera mal, negó la presencia de Johana, pues consideraba que
nunca más volvería a verla, además ¿quién le creería a una simple pequeña mugrienta? Él era un
joven consentido quien siempre se salía con la suya gracias a la ayuda de su padre por lo que se
sentía muy confiado y supuso que esta vez no sería diferente a todas las situaciones por las que
había tenido que pasar.

Doña Sandra fue ingresada rápidamente, los médicos corrieron a través de los pasillos del hospital
con la esperanza de salvar a la pobre mujer, quien por su edad se encontraba muy débil, ella debía
ser atendida por un médico cirujano quien determinó que la ingresaran a sala inmediatamente. El
comisario Torres estuvo junto a ella en todo momento, pero cuando finalmente salió de la operación
y le dijeron que las posibilidades de que esta no sobreviviera a la recuperación, él se quedó más
tranquilo, pues sabía que su hijo se encontraría a salvo cuando la anciana ya no estuviera sobre este
mundo.

El comisario se marchó a casa y tranquilizó al muchacho, olvidándose del tema, pues en el hospital le
habían asegurado que ningún familiar de la anciana se había aparecido por el lugar pues algunos
aseguraban que su única hija se encontraba en el extranjero y llevaba mucho tiempo sin regresar al
lugar, así que nadie reclamaría por ella. Pero con lo que el hombre no contaba era que una
enfermera conocía muy bien a la mujer y esta sabía que la anciana se estaba haciendo cargo de su
pobre nieta, mientras su hija regresaba, así que la mujer fue quien comenzó a averiguar qué había
sucedido con ella.

Por otro lado, Johana, quien se encontraba en casa con el estómago vacío y una gran angustia en el
corazón, lloraba desconsolada pensando que se había quedado sola, pues su querida abuelita no
había regresado, así que tras varios días de pasar hambre, esta salió de casa, pues Doña Sandra le
había enseñado a trabajar y ella era una pequeña muy inteligente, por lo que caminó hasta el pueblo
en busca de algo para comer, a cambio ella podría limpiar la casa de las personas que le dieran unas
cuantas monedas.

Johana caminó por el lugar que siempre recorría con Doña Sandra y esta tocó de puerta en puerta,
creyendo que alguien se apiadaría de ella, pero las personas creyeron que se trataba de una
pequeña mendiga, otras lucieron incrédulas y la rechazaron pues la creyeron incapaz de hacer bien
las labores del hogar, así también hubieron personas que creyeron que sus padres eran quienes se
encontraban detrás de todo eso, por lo que llamaron a las autoridades para que estos se hicieran
cargo de la pobre pequeña quien vagaba por aquellas cuadras hasta altas horas de la noche en busca
de algún trabajo.

Aquello no estaba permitido, así que, tras recibir la llamada de muchos vecinos, el comisario Torres
decidió poner cartas en el asunto y acudir aquellos barrios en busca de la pequeña para hacer
cumplir sus labores llevándola a un refugio en donde el estado muy pronto determinaría si debían
ponerla en adopción, pues consideraba que sus padres eran muy irresponsables para tenerla de
aquella manera.
Fue así como el comisario Torres halló a la pequeña y este le pidió que lo acompañara, pero antes le
preguntó la razón por la que se encontraba vagando por las calles sin compañía alguna, la pequeña
Johana quien no le había contado a nadie lo sucedido y todo lo que había visto, los ojos se le
llenaron de lágrimas y un nudo de formó en su garganta tratando de borrar de su mente la escena
que noche tras noche no la dejaba dormir tranquila.

Pronto ella se sintió en confianza y se derrumbó delante del hombre, contándole que su madre se
había ido en busca de su padre a la frontera con estados unidos y que su querida abuelita era a la
única que tenía, pero ella había quedado en medio de la carretera producto de un accidente, el cual
había sido ocasionado por un muchacho irresponsable y desde aquel momento no tenía razón sobre
ella.

Al escuchar esas palabras, el comisario supo exactamente de quien se trataba, el hombre quedó de
piedra al ver el rostro de esa pequeña quien entre lágrimas le pedía ayuda para saber si su abuelita
aún se encontraba con vida, el cargo de conciencia que aquel hombre tenía era muy grande, por lo
que en vez de llevarla a un refugio como era debido, este la llevó a su casa sorprendiendo a su mujer
en un inicio, pero cuando finalmente le contó todo lo sucedido, ella quedó petrificada y le dijo algo
que lo hizo reflexionar sobre todo lo que había hecho:

-Querido, yo también amo a nuestro hijo, pero es momento de que él se haga responsable de sus
actos, lo sucedido es algo terrible y debe reconocer su error para que algún día sea un hombre de
bien, mañana mismo debe acudir a la estación para reconocer su falta y nosotros nos haremos cargo
de los todos los gastos médicos para salvar a esa pobre anciana y moverás cielo y tierra para poder
compensar todo lo sucedido.

El hombre al escuchar a su mujer supo que había actuado mal, así que aceptó, al día siguiente él
mismo traslado a Doña Sandra a una clínica la cual pagó con su propio dinero, así también inició una
búsqueda para poder ubicar el paradero de la madre de Johana como también a su padre, y
moviendo cielo y tierra, usando cada uno de sus contactos, pudo saber qué había sucedido con ellos.
La pobre Ana, no había podido logrado cruzar el desierto, sino que se quedó en el camino, en donde
lamentablemente no sobrevivió, por otro lado, Salvador, el padre de la pequeña, aún se encontraba
vivo, pero lo tenían retenido en la frontera y los guardias no habían iniciado el traslado hacia su país,
pues lo tenían trabajado gratuitamente, pero gracias a la influencia del comisario Torres, quien pidió
muchos favores, pudieron regresarlo inmediatamente para que este pudiera cuidar de la pequeña
Johana.

Finalmente, el joven responsable de todo pagó con servicio comunitario sus acciones, y la anciana
gracias a las buenas atenciones que recibió en la clínica pudo recuperarse, pero lamentablemente
quedó en silla de ruedas, en compensación por todo aquello el comisario, se encargó de que
recibiera una compensación y le dio trabajo a su yerno, quien finalmente pudo reunirse con su
familia, quienes se volvieron más unidos después de todo lo que habían tenido que pasar.

Queridos amigos muchas gracias por acompañarnos en otra historia más, cuéntame en los
comentarios qué te pareció esta reflexión, te envío un abrazo como siempre, no olvides compartir
este video para que pueda a llegar a muchos hogares, bendiciones.

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