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ROMÁN SETTON

Las narraciones policiales de Eduardo L. Holmberg:


transformación de elementos presentes en las
Kriminalnovellen de E. T. A. Hoffmann

La historiografı́a de la literatura policial en la Argentina se encuentra determi-


nada por las producciones literarias y crı́ticas de algunos miembros del grupo
Sur (Borges, Bioy Casares, Manuel Peyrou, Silvina Ocampo) durante los años
30 y 40: quienes posteriormente han elaborado la historia del género ÐRodolfo
Walsh (1953), Donald Yates (1960), Juan Jacobo Bajarlı́a (1964, 1990), Fermı́n
Févre (1974), Jorge Lafforgue (1997) y Jorge B. Rivera (1999), Lafforgue y
Rivera (1987, 1996), David Lagmanovich (2007), etcéteraÐ han seguido los jui-
cios de Borges, y fijado el origen del policial argentino en torno a 1940 y en
coincidencia con el modelo clásico inglés (Setton 2011 y 2009). De este modo,
las narraciones argentinas anteriores pertenecientes al género detectivesco han
sido negadas o estudiadas desde perspectivas diferentes a la de la evolución
genérica. Tal como sucede con las reflexiones de Borges (1999b; 1999c) en su
polémica con Roger Caillois en 1942, se han dejado de lado los condicionamien-
tos históricos, sociales y económicos que determinaron los comienzos del género
(el surgimiento de la policı́a secreta, los cambios en los modos de producción,
la importancia de los nuevos modos de vida en la gran ciudad, la aparición
de la prensa masiva, etcétera), ası́ como las tradiciones provenientes de otras
literaturas nacionales, como la francesa (el roman policier y la corriente natura-
lista) o la alemana (la Kriminalnovelle y la Kriminalgeschichte). En este tra-
bajo me propongo, por tanto, indagar dos relatos de Eduardo L. Holmberg,
“ La bolsa de huesos” y “ La casa endiablada” (ambos de 1896), que apenas han
sido abordados desde este punto de vista, centrándome fundamentalmente en
los vı́nculos con las Kriminalnovellen de E. T. A. Hoffmann.
Los pocos textos crı́ticos que estudian estos relatos en conexión con la tradi-
ción de la literatura policial resaltan de manera prácticamente unilateral la
influencia de la tradición inglesa en el escritor argentino: fundamentalmente la
formada por Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle1. Existen, en principio,

1
Cf.: “Hay un detective, el médico, que pertenece a la categorı́a de detective cientı́fico
acuñado por Sherlock Holmes, la creación de Conan Doyle: ambos son médicos y
sus héroes detectivescos despliegan no sólo un excelente poder deductivo, sino un
gran intelecto” y “Holmberg sigue la tradición inaugurada por Poe con su investiga-
dor Dupin” (Marún 1984: 41, 42). En el mismo sentido, se expresan A. Pagés Larraya
(1957: 48Ð51), J. Ludmer (1999: 147), N. Ponce (2001: 19, 33) y S. Mattalia (2008:

DOI 10.1515/ibero-2012-0003

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tres razones que justifican la inclusión de Holmberg dentro de esta serie: 1) la


mención de Los crı́menes de la calle Morgue en “ La casa endiablada”; 2) la
afirmación de Holmberg (2000: 196) de que Poe era “el talento más grande y
por lo tanto el más lógico y correcto que la humanidad ha producido”; 3) la
siempre reiterada significación del policial inglés en la literatura argentina2.
Sin embargo, hay motivos que invitan a formular reparos al establecimiento de
semejante tradición unilateral.
Por un lado, resulta difı́cil colocar a los investigadores retratados por Holm-
berg en la serie iniciada por el razonador Dupin. Mientras los primeros se co-
rresponden con el modelo de investigación de las ciencias aplicadas, tal como lo
encontramos paradigmáticamente en la biologı́a o la medicina, Dupin se apro-
xima mucho más al modelo del razonador abstracto, vinculado al pensamiento
lógico-matemático. Esto se explica en parte por la influencia en la serie literaria
de las variaciones de los paradigmas cientı́ficos, tal como fue caracterizada por
Edmund Wilson (2007: 645Ð652): al brote romántico que se levanta contra los
preceptos normativos de la Ilustración y el Clasicismo Ðemparentados con la
predominancia del pensamiento lógico-matemático y el triunfo de la fı́sica de
NewtonÐ, sucede un segundo movimiento cientificista determinado preponde-
rantemente por los paradigmas propios de las ciencias aplicadas como la biolo-
gı́a, la quı́mica y la medicina. Los detectives de Holmberg se aproximan, enton-
ces, al modelo de la indagación empı́rica al estilo de Holmes tanto más que al
del razonador abstracto. De allı́ que la mención que encontramos en “ La casa
endiablada” de “ Los asesinos de la calle Morgue” [sic] sea más una burla que
un homenaje3: el comisario X menciona el relato en un momento de irritación,
solo para indicar ÐsarcásticamenteÐ que querrı́a encontrar al culpable aunque
fuese un mono. Por otra parte, Dupin y Holmes encarnan modelos demasiado
románticos para ser aceptados sin más como héroes literarios por un integrante
de sesgo higienista de la Generación del 80. En oposición a la figura del detec-
tive como outsider, alejado de la sociedad y la vida cotidiana, el detective de
“ La bolsa de huesos” y alter ego de Holmberg puede ser percibido como un
claro representante de la élite dirigente de aquel entonces, para la cual la litera-

69). También M. S. Agresti (2008) indaga los elementos propios de la novela de


enigma en “ La casa endiablada”.
2
Cf.: “la Argentina cuenta con una producción literaria policial más o menos abun-
dante [. . .] en lı́neas generales podemos afirmar que nuestra narrativa policial se
mantuvo más o menos fiel a los modelos ingleses que la precedieron” (Braceras y
Leyrout 1993: 24). En el mismo sentido se expresa D. Yates (1960: 23).
3
Naturalmente esto también se condice con un motivo recurrente dentro del género
policial, cuyo comienzo puede retrotraerse a las crı́ticas a Vidocq en “The Murders
in the Rue Morgue”. Nos referimos al carácter reflexivo del género, a la usual crı́tica
de un detective a los procedimientos de un detective anterior. Este elemento bien
puede estar vinculado con la afinidad entre la indagación detectivesca y la indaga-
ción cientı́fica: ası́ como progresa la ciencia, ası́ deben progresar también los méto-
dos de indagación, y los procedimientos pretéritos y perimidos de los detectives
antiguos resultan risibles a los ojos de los detectives modernos.

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tura no se hallaba enteramente separada de la construcción de un modelo de


paı́s. Más allá de los diferentes posicionamientos de estas narraciones respecto
de la sociedad y el Estado, la distancia que separa a estas figuras románticas
del detective (Dupin, Holmes) de los indagadores creados por Holmberg puede
ser condensada en el siguiente contraste. Cuando Holmes o Dupin tienen que
resolver un caso, fuman tres o cuatro pipas de espuma de mar para razonar del
modo más conveniente; en “ La casa endiablada”, en cambio, el comisario X
recomienda al agente X que deje de fumar para recobrar la completa potencia
de su memoria (y este abandono temporal del tabaco contribuye al esclareci-
miento del caso). También en “ La bolsa de huesos” se resaltan las consecuencias
positivas para el cuerpo de la prescindencia del tabaco4. Este mı́nimo ejemplo
pone en claro en qué medida el cocainómano de The Sign of Four o el visitante
de los fumaderos de opio de The Man with the Twisted Lip no coincide con
los detectives pergeñados por este representante de la “cultura cientı́fica”5,
estrechamente emparentado con el positivismo y el higienismo finiseculares6.
La influencia de Hoffmann ha sido reconocida tempranamente por la crı́tica.
Baste mencionar que ya Ricardo Rojas (1948: 338) señaló que “Holmberg [. . .]
publicó varios cuentos a la manera de Hoffmann” y Pagés Larraya (1957: 43)
indicó que “[f]ue Hoffmann, sin duda, el autor que más gravitó sobre nuestro
cuentista”. A pesar de esta temprana constatación, casi no hay estudios impor-
tantes de esta relación7 y, aparentemente, ninguno que aborde la vertiente
policial de la narrativa de Holmberg a la luz de la narrativa de Hoffmann, el

4
En “ La pipa de Hoffmann” se caracteriza al tabaco como “una sustancia sublime,
fuente inagotable de delicias para un espı́ritu visionario y estimulante fecundo para
las almas soñadoras” (Holmberg 1957: 115) y se afirma que “embota a veces ciertos
espı́ritus sutiles que como céfiros fugitivos pululan dentro del cráneo de más de un
miembro de la humanidad” (1957: 116). De este modo, el tabaco es asociado con el
sueño, las visiones y ensoñaciones, pero a su vez con la pérdida de la lucidez (en
el sentido del pensamiento propio de la “cultura cientı́fica”). En “ La bolsa de hue-
sos”, en cambio, se elogia la dentadura de uno de los cuerpos, que se encontraba
en tan excelente estado por el hecho de que pertenecı́a a un individuo que no
fumaba.
5
Tomamos este concepto en el sentido que le da Oscar Terán: “designación que indica
aquel conjunto de intervenciones teóricas que reconocen el prestigio de la ciencia
como dadora de legitimidad de sus propias argumentaciones” (2000: 9).
6
“Horacio Kalibang o los autómatas” está dedicado a Ramos Mejı́a y los crı́menes de
“ La bolsa de huesos” se resuelven a partir de claves médico-cientı́ficas de cuño
lombrosiano.
7
Entre los trabajos que señalan interesantes vı́nculos entre ambos autores, cabe citar
el artı́culo de G. Marún (1996: 96Ð97). Por otra parte, el primer estudio que rastrea
el influjo de la Kriminalliteratur alemana en la literatura argentina es el de Chris-
tian Wentzlaff-Eggebert (1988) en relación con Hoffmann y El matadero. Wentzlaff-
Eggebert ha demostrado la existencia de un influjo de Hoffmann en el mundo de
habla hispana vinculado “con la enormidad de los instintos criminales y con este
realismo del autor de Mademoiselle de Scudéry que ciertos crı́ticos franceses ha-
bı́an exaltado en 1828 y 1829 cuando presentaban las primeras narraciones al pú-
blico francés” (1988: 133).

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romanticismo alemán o la tradición de la Kriminalgeschichte o la Kriminalno-


velle. Solo por mencionar tres nı́tidos ejemplos de este influjo: en “ La bolsa de
huesos” aparece una referencia explı́cita a Die Abenteuer der Silvesternacht;
en “ La casa endiablada” se menciona explı́citamente a E. T. A. Hoffmann Ðel
relato tiene, además, un comienzo similar a Das öde Haus, construcción sintag-
mática que la narración de Holmberg no solo evoca por la afinidad semántica
de los tı́tulos, sino que, además, reproduce en su estructura sintácticaÐ; el tı́tulo
que Holmberg eligió para su volumen de cuentos está tomado del que daba
nombre a las compilaciones de Hoffmann (A. Pagés Larraya 1957: 17). No serı́a
difı́cil proseguir con los ejemplos y comparar los autómatas de Hoffmann con
los de Holmberg.
Nos proponemos, por tanto, exhibir algunos puntos de contacto que permi-
ten leer a estos autores como partı́cipes de una serie común. Y, ante todo,
distanciados de la tradición inglesa de la novela problema y de la interpretación
unilateral de Borges de tal tradición8. Para ello, indicaremos una serie de prés-
tamos y coincidencias con Hoffmann, que, en muchos casos, son también propios
de tradiciones más amplias (motivos del romanticismo alemán o peculiaridades
de la Kriminalliteratur tal como se desarrolló en Alemania).
En dos textos que forman una suerte de dı́ptico, Ernst Bloch (1965) ha refle-
xionado sobre la literatura policial y sobre la novela de artista. En ellos indica
el carácter complementario de estos géneros: el hecho de que el primero se
ocupe de reconstruir el pasado Ðse pregunte por un crimen y un misterio pre-
históricos, en diversos sentidos del término (precedentes a los hechos que dan
comienzo a la narración y también a la historia de la humanidad)Ð, mientras
que la novela de artista se ocupa ÐafirmaÐ del surgimiento y el desarrollo de
lo nuevo (no se trata de la biografı́a de un artista célebre, sino de retratar el
proceso de creación: las idas y vueltas de un sujeto que intenta crear una obra,
los obstáculos, sus fracasos y éxitos).
En Holmberg, al igual que en Hoffmann, encontramos una predilección por
lo policial y por lo fantástico, y también por la Künstlernovelle, tres tipos tex-
tuales muy alejados del naturalismo-realismo que primaba en la Argentina del
cambio de siglo: “El ruiseñor y el artista” (1957: 101Ð114), por ejemplo, trata
de la búsqueda de un pintor que intenta plasmar la imagen de un ruiseñor
cantando; “Horacio Kalibang o los autómatas” (1957: 147Ð167), de la invención
de Oscar Baum Ða quien se compara con PrometeoÐ de un ejército de autóma-
tas. En estos relatos ya se puede percibir una gran cantidad de motivos presen-
tes en el autor de “Der Sandmann” o “Das Fräulein von Scuderi”: la figura del
doble, el autómata, la postulación de misterios incomprensibles y difı́cilmente

8
Cf.: “El genuino relato policial пprecisaré decirlo?Ð rehúsa con parejo desdén los
riesgos fı́sicos y la justicia distributiva [. . .] En los primeros ejemplares del género
[. . .] y en uno de los últimos [. . .] la historia se limita a la discusión y la resolución
abstracta de un crimen, tal vez a muchas leguas del suceso o a muchos años” (Bor-
ges 1999a: 126Ð127).

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reductibles a causas naturales, una pesquisa que busca explicar ese misterio,
etcétera.
En cuanto a lo policial, presente con importancia y de modos diversos en la
obra de Hoffmann, se manifiesta con la mayor claridad en dos de sus narracio-
nes breves: “Die Marquise de la Pivardiere” y “Das Fräulein von Scuderi” 9.
En la primera, encontramos el misterio de un presunto crimen: el asesinato del
marqués. Este se atribuye a la marquesa y a su confesor, quienes, enamorados
el uno del otro en su juventud, vieron frustrado ese amor de por vida. En “Das
Fräulein von Scuderi”, en cambio, se narra una serie de crı́menes misteriosos.
En la Francia de Luis XIV son asesinados varios caballeros cuando se dirigen,
furtivos, a visitar a sus amadas secretas. Poco a poco, el lector se entera de las
circunstancias y los antecedentes de estos asesinatos (el hecho de que todos
los amantes habı́an comprado alguna joya al célebre orfebre Cardillac, a cuyo
aprendiz, Olivier Brusson, se inculpa por estas muertes). Finalmente, gracias a
la intervención de la señorita de Scuderi, se descubre que Cardillac era en
realidad el asesino.
En “ La bolsa de huesos”, podemos advertir una notable coincidencia con
este último relato: en ambos textos concurren la novela corta de artista y el
género policial. El narrador de “ La bolsa de huesos” es a su vez el detective
que investiga los crı́menes del relato y, conjuntamente con el relato de la pes-
quisa Ðque comienza a partir del hallazgo de dos esqueletos muy similares, de
jóvenes varones de veintitantos añosÐ nos ofrece los pormenores y vicisitudes
de la construcción de una novela policial, que tiene por tema los propios hechos
de la narración. La indagación de la causa común de estos crı́menes alterna,
ası́, con la lucha del artista con los materiales de su obra y con los recursos
formales (el suspenso, el mantenimiento del secreto, etcétera). Finalmente, el
narrador y detective descubre que el asesino es una tal Clara T., quien, abando-
nada y despechada, decide vengarse de su engañador y, arrastrada por una idea
fija, continúa vengándose de los jóvenes de caracterı́sticas fı́sicas similares.
Naturalmente la identificación entre el detective y el artista, ası́ como la
correspondiente entre el artista y el criminal, pueden ser rastreadas también
en otras tradiciones y otros relatos: en Poe, por ejemplo, el criminal de “The
Purloined Letter” es un artista, al igual que el propio Dupin, quien confiesa su
afición a escribir poemas; también algunos de los criminales presentes en las
narraciones de Holmes pertenecen a esta serie de criminales-artistas (por ejem-
plo, en The Adventure of the Illustrious Client), y el propio detective, con su
modo de vida y su gusto por la ejecución del violı́n, es, sin duda, un poco artista.
Sin embargo, si bien proliferan múltiples referencias e indicaciones que vin-
culan el género policial con el mundo artı́stico, resulta bastante complicado en-

9
Elementos de lo policial y de la narración criminal pueden hallarse, por otra parte,
en numerosas producciones de Hoffmann, por ejemplo, Die Elixiere des Teufels o
“Ignaz Denner”. Sobre este punto, puede consultarse el libro de Uwe Schadwill
(1993: especialmente 448Ð483).

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contrar policiales decimonónicos en que se trate también el origen y los modos


de la creación, tal como Bloch entiende la novela Ðo novela cortaÐ de artista.
“ La bolsa de huesos”, en cambio Ðal igual que “Das Fräulein von Scuderi”Ð,
puede ser considerada tanto un relato policial como una novela corta de artista
(en el estricto sentido blochiano), ya que en ambos textos encontramos la coinci-
dencia entre la indagación y los diversos procedimientos de producción de la
obra de arte.
Al igual que el detective de “ La bolsa de huesos”, Scuderi interviene en la
resolución del misterio Ðtal como la crı́tica ha señalado recurrentementeÐ en
tanto artista10. Solo por ver en qué medida se enfrentan aquı́ diferentes mode-
los artı́sticos, vale la pena detenerse en dos pasajes en que se perciben estas
intervenciones artı́sticas de la detective. 1) Los amantes amenazados por los
asesinatos envı́an una carta al rey con una retórica recargada de figuras y
ornatos. La señorita Scuderi, en cambio, contesta de manera epigramática des-
calificando a los amantes. Afirma que un amante que teme a los ladrones no
merece el amor: “Un amant qui craint les voleurs / n’est point digne d’amour.”
(1985: t. 4 795). De este modo, logra conquistar la benevolencia del rey. 2) Sobre
el final del relato, Scuderi utiliza el ornato para hablar con el rey y convencerlo
de la inocencia de Olivier: decide vestir una joya, regalo de Cardillac y por eso
mismo detestada por ella, para concitar la atención del rey y poder narrar ası́
la solución del enigma, que traerá como consecuencia el perdón a Olivier. En
oposición a este modelo, la retórica de los amantes al igual que el arte de Cardi-
llac son artes únicamente del ornato. El amor de los amantes furtivos es estéril
y las joyas de Cardillac terminan, merced a la incapacidad del artista de sepa-
rase de ellas, siendo la causa de muerte de sus poseedores. Es muy ostensible la
oposición entre los dos modelos; los materiales de Cardillac son piedras, materia
muerta, y él únicamente produce adornos y termina por engendrar la muerte;
Scuderi trabaja, en cambio, con la palabra, detesta el ornato y solo lo utiliza
como un medio para concitar la atención y poder ofrecer la verdad desnuda: de
este modo, salva la vida de Olivier y colabora con el bien común.
De manera similar, el narrador de “ La bolsa de huesos”, autor de una novela
policial, trabaja e interactúa con personas y termina contribuyendo al bien co-
mún, en oposición a Clara T., quien “sabe matar y transformar los cadáveres
en objetos indiferentes de estudio” (Holmberg 1957: 225). El texto subraya, por
otra parte, una imposibilidad de Clara que la liga con Cardillac: la de finalizar
su obra. En ambos relatos, las causas que llevan al asesinato se explican detalla-
damente por causas biográficas: una decepción amorosa en la primera juventud
(“ La bolsa de huesos”), un trauma de infancia (“Das Fräulein von Scuderi”). El
énfasis en la biografı́a del criminal como explicación del delito es un rasgo tı́pico
de la evolución de la novela corta criminal en Alemania: se encuentra, por ejem-
plo, en “Der Verbrecher aus verlorener Ehre” Ðpublicado en 1786 como Der

10
Véase, por ejemplo, W. Freund (1980) y R. Alewyn (1974).

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Verbrecher aus InfamieÐ, de Friedrich Schiller11, “Geschichte vom braven


Kasperl und dem schönen Annerl” (1817), de Clemens Brentano12, y “Die Ju-
denbuche” (1842), de Annette von Droste-Hülshoff13. También en “Die Mar-
quise de la Pivardiere” el presunto asesinato se explica a partir de la biografı́a
infantil de la marquesa, la única parte del argumento inventada ı́ntegramente
por Hoffmann, quien tomó la materia de las compilaciones de Causas célebres.
La postergación, el ultraje y el engaño de la mujer se presentan en Hoffmann
y Holmberg como determinaciones sociales que acaban por funcionar como los
motivos impulsores de estas mujeres asesinas, que, en el despecho amoroso,
encuentran el elemento desencadenante que motiva el asesinato (real o pre-
sunto) del engañador (o sus semejantes). En breve, las biografı́as personales y
las condiciones sociales son puestas de relieve en los relatos como los principa-
les elementos formadores de las motivaciones sociológicas y psicológicas del
crimen14.
Más allá de la coincidencia en estos relatos en las figuras del detective y el
criminal artistas, resulta sugerente la confrontación semejante en los modelos
de producción artı́stica que presentan: ambos textos postulan un enfrenta-
miento entre dos concepciones de arte, uno guiado por la pasión y la enferme-
dad (Cardillac, Clara), que podrı́amos caracterizar como un romanticismo exa-
cerbado, sin conciliación posible con el mundo vital en que se inscribe, y otra
concepción en la que prima la mesura y el autodominio (Scuderi y el narrador
de “ La bolsa de huesos”), no exenta, sin embargo, de caracterı́sticas románti-

11
“Der Verbrecher aus verlorener Ehre” subraya los condicionamientos sociales y bio-
gráficos: la orfandad de Christian Wolf, su deficiente constitución fı́sica, la carencia
económica en la casa materna, etcétera.
12
Como ejemplo de este trasfondo biográfico puede mencionarse el episodio de la
infancia de Annerl en casa del verdugo, que prefigura el final trágico de la heroı́na.
En el caso de Kasperl es el entorno familiar lo que lo lleva a la muerte.
13
En “Die Judenbuche Ð Ein Sittengemälde aus dem gebirgichten Westfalen” esto se
puede ver con claridad en la biografı́a de Friedrich Mergel: nace en una familia en
que reina “viel Unordnung und böse Wirtschaft” (1966: 885). Su padre, Hermann
Mergel, es alcohólico y muere, borracho, cuando Friedrich tiene nueve años.
14
Gioconda Marún ha señalado el carácter social de los crı́menes de Clara. Cf.: “Pro-
ducto de la civilización, de la modernidad es Clara. Ser anónimo, alienado que cae
en un estado de crisis sı́quica, la neurosis, vı́ctima de la mentira y falsedad humana.
Este desequilibrio refleja la crisis de valores y de creencias de la nueva sociedad.”
(1984: 44). A pesar de este señalamiento, interpreta la distancia del texto de Holm-
berg respecto del policial clásico inglés a partir de una extraña clave dionisı́aca, en
lugar de ahondar en las causas sociales en relación con otras tradiciones literarias
vinculadas con este motivo o las posiciones del autor respecto de la justicia del
momento. Cf.: “El suicidio de Clara es el paradigma que continúa la destrucción y
la muerte. La ley no se puede aplicar porque es objetiva y no puede comprender la
dualidad, desajustes temporales y metafı́sicos del ser humano [...] El médicodetec-
tive es sobre todo un corazón artı́stico que descubre no sólo al crimen sino su
belleza. El crimen para él no es un problema social sino un hecho estético filosó-
fico” (1984: 45).

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cas15 y de pasiones artı́sticas, pero que establece con el mundo en que se desa-
rrolla un vı́nculo provechoso para el bien comunitario. Por otra parte, el tema
del doble Ðque en Die Elixiere des Teufels aparece por primera vez en una
obra literaria como elemento central de un argumento detectivesco (en relación
con el crimen y las figuras de Medardus y Viktorin)Ð16, también desempeña en
“ La bolsa de huesos” un papel preponderante (aquı́ en relación con las vı́ctimas
Nicanor Ð Mariano Ð Saturnino)17.
Llegados a este punto, vale la pena indicar someramente algunos elementos
constitutivos de “ La casa endiablada” que ligan esta narración con el natura-
lismo y el folletı́n policial franceses y que la oponen, de manera ostensible, a la
tradición inglesa. En este relato, asistimos a la pesquisa que realizan el comisa-
rio X y el agente X para hallar al culpable del crimen del suizo Nicolás Leponti,
asesinado con el fin de sustraerle el dinero que llevaba en una “cartera repleta
de billetes” para “comprar gallinas de raza” (1957: 392). En “ La casa endia-
blada”, al igual que en otros relatos policiales de Holmberg publicados en Caras
y caretas ГDon José de la Pamplina” (1905) y “Más allá de la autopsia”
(1906)18, el investigador no es un detective diletante y artista, sino un agente
de la ley. En contraposición con la figura de Benito Lauches, el detective de
estos últimos relatos, en “ La casa endiablada” los investigadores no tienen
siquiera nombre, comisario X, oficial X. Se trata de acentuar el carácter de
engranaje dentro del mecanismo institucional de los pesquisantes de la policı́a.
El complemento de este elemento es la ausencia de nombres para los crimina-
les, el 539, el 17. En este punto, Holmberg retoma la tradición del policial folleti-
nesco francés. Al igual que en L’affaire Lerouge (1866) Ðla novela policial más
célebre del más célebre escritor francés de narraciones policiales en ese enton-
ces, Émile Gaboriau, muy popular en la Argentina de fines del siglo XIXÐ19,
en “ La casa endiablada” encontramos la instrucción de un agente de la ley que
se inicia en el oficio por parte del experimentado detective de policı́a: frente
al sistema jurı́dico-policial que se critica, se exhibe la didáctica de un modelo

15
El carácter romántico de este detective-artista se halla señalado explı́citamente en
el relato, cf.: “Pero soy yo quien hace la pesquisa, como novelista, como médico,
con espı́ritu romántico Ðla mujer me interesa, y me propongo salvarlaÐ y la salvo,
es decir, la salvo de la garra policial; pero para eso es necesario que tome una dosis
doble de veneno” (Holmberg 1957: 231).
16
Cf.: “In den Elixieren des Teufels tritt das Motiv des Doppelgängers Ð vor Hoffmann
nur gelegentlich verwendet, um eine geheimnisvolle oder abenteuerlich-spannende
Wirkung hervorzurufen Ð erstmals als zentrales Handlungsmoment eines literari-
schen Werkes auf.” (Steinecke y Allroggen: 1985: 581).
17
Néstor Ponce (2001: 30) ha indicado al pasar la existencia de elementos naturalistas
en “ La bolsa de huesos”.
18
Estos relatos fueron luego compilados en G. Marún (2002).
19
Entre las obras de este autor que se publicaron en la Argentina, pueden citarse Les
esclaves de Paris (1875), El derrumbamiento (1879), El crimen de Orcival (1880),
El proceso Lerouge (1881), El expediente número 113 (1881), Monsieur Lecoq
(1883), La gente de oficina (1884).

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institucional de pesquisa y la necesidad de continuidad en este modelo. Por otra


parte, en consonancia con la tradición del naturalismo francés Ðde gran influjo
en la literatura argentina de la época, tal como se puede percibir en un texto
paradigmático como En la sangre (1887)Ð, las narraciones policiales de Holm-
berg no prescinden del señalamiento de las determinaciones hereditarias (por
ejemplo, la disposición a la mı́mica de los negros20) o de los condicionamientos
del milieu, especialmente en el marco del ámbito rural. Tanto en “ La casa
endiablada” como en “La bolsa de huesos” se puede percibir, en la crı́tica al
sistema de justicia vigente, la voluntad de corregir la deficiente aplicación de
la ley en el campo. Tal deficiencia se advierte en la resolución del enigma crimi-
nal de “ La casa endiablada”: la connivencia del vigilante 539 en el crimen es
fundamental para el encubrimiento del asesino durante largos años. En conso-
nancia con esto, la resolución final del detective de “ La bolsa de huesos” de no
entregar al criminal a la justicia, es decir, desviarse del camino de la justicia
positiva Ða partir de una valoración que procede en parte de su condición de
artista, en parte de su condición de médicoÐ, importa la postulación de una
justicia alternativa y concurrente con la ley del Estado21. Este mismo rasgo ha
sido asiduamente señalado por la crı́tica como una de las caracterı́sticas distinti-
vas de las narraciones criminales de Hoffmann (que, por otra parte, constituye
un elemento central de la tradición de la Kriminalnovelle): la recusación de la
ley escrita tal como la encontramos en “Die Judenbuche” o la impugnación de
la frı́a maquinaria estatal en “Der Verbrecher aus verlorener Ehre”. En este
punto, las narraciones de Holmberg se oponen diametralmente al modelo inglés
de Poe o Doyle: esta tradición, si bien critica la ineficiencia de la policı́a o del

20
Cf.: “ Los negros tienen una aptitud singular para los idiomas, aptitud que no saben
poner en juego sino cuando la ocasión se presenta, y jamás la buscan. Ella se funda
en un carácter general de su constitución de raza, y es la disposición a la mı́mica;
y como el hablar otro idioma es un caso de mimetismo mental, de aquı́ que Pedro
entendiese al carrero como si le hablase en su lengua del paı́s” (Holmberg 1957:
311). En el mismo sentido, cf.: “Con sangre más ardiente, el negro tiene también
una imaginación más viva y más desordenada que el blanco” (1957: 312).
21
Esto ha sido indicado acertadamente por G. Marún, cf.: “la novela detectivesca, ha
expresado Wrong, busca justificar la ley al castigar al culpable. Este aspecto, el
castigo del criminal por la ley está ausente en La bolsa de huesos, Clara aconsejada
por el detective se suicida.” (1984: 42). El distanciamiento respecto de la ley de
Estado ha sido indicado en numerosas ocasiones por la crı́tica (J. Ludmer, 1999 y
2001; S. Mattalia, 2008; A. Rodrı́guez Pérsico, 2001 y 2008; P. Cortés Rocca, 2003; G.
Marún 2008). En el mismo sentido, pero subrayando la oposición entre la ley del
Estado y la ley artı́stica, cf.: “De hecho, el protagonista no ahorra crı́ticas respecto
a la previsible ineficacia policial para abordar la pesquisa o a la incompetencia de
jueces para dictar una sentencia acorde con las circunstancias del caso, lo cual
respalda su decisión de tomarse la justicia por su mano [. . .] Ni el aparato policial
ni el judicial cuentan con medios para afrontar como merece la perfección de esta
asesina porque, o bien no alcanzarı́an a descubrirla o bien castigarı́an sus crı́menes
según una ley que no contempla ‘el asesinato como obra de arte.” (Girona Fibla
2010: 38).

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sistema de justicia en general, no cuestiona sus valores, que son compartidos


por la narración y por el detective. La dedicatoria a Belisario Otamendi Гjefe
de la oficina de pesquisas de la policı́a de Buenos Aires” (Holmberg 1957: 169)Ð,
que precede a “ La bolsa de huesos”, sostiene que el texto es un “juguete poli-
cial” (169), orientado por lo tanto únicamente al entretenimiento.
En los textos policiales de Holmberg, al igual que en las Kriminalnovellen
de Hoffmann, nunca se trata de mero pasatiempo. Ambos escritores fueron a
su vez funcionarios y utilizaron su arte no solo para divertir (en el doble sentido
de la palabra), sino también como un modo de crı́tica social y con vistas a las
mejoras futuras de las instituciones.
Como indica Pagés Larraya, la cultura de Holmberg fue efectivamente muy
amplia y diversa, y en él, como buen representante de la Generación del 80,
convergen tradiciones diversas. Luego de la corroboración de esta diversidad
cosmopolita, queda todavı́a la tarea de comprender qué elementos Holmberg
ha tomado de las distintas tradiciones. Uno de los relatos compilados bajo el
tı́tulo Cuentos fantásticos puede servir como guı́a para contestar esta pregunta.
En “ La pipa de Hoffmann”, el judı́o Isaac, un amigo del narrador, posee una
pipa que contiene encerrado en su interior el espı́ritu de E. T. A. Hoffmann:
quien fuma de ella accede a las más fantásticas visiones y percibe con entera
plenitud el romántico mundo del autor alemán. En su lecho de muerte, Isaac
lega al narrador este objeto fantástico. A pesar de odiar las pipas, el narrador
decide fumar de este objeto maravilloso para enriquecerse con el universo fan-
tástico del poeta. Sin embargo, como él mismo afirma, decide comprar “una
libra de tabaco francés, no dudando que el tabaco francés, al arder en una
pipa alemana, aplacarı́a el furor del estremecimiento” (1957: 121). Tomando este
pasaje como sinécdoque de su literatura policial Ðy acaso también de su litera-
tura en generalÐ, podemos afirmar que el policial de Holmberg es como esa
pipa alemana utilizada con tabaco francés. La fantası́a desbordante del romanti-
cismo alemán es mitigada por el cientificismo (presuntamente frı́o y objetivo)
del naturalismo y el apego a las circunstancias contemporáneas del folletı́n poli-
cial francés.

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Las narraciones policiales de Holmberg 235

Shores of Light. Axel’s Castle. Uncollected Reviews, Nueva York: The Library of
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Resumen

El texto indaga las narraciones policiales de Eduardo L. Holmberg, especial-


mente “ La bolsa de huesos” y “ La casa endiablada” (ambas de 1896), en rela-
ción con las Kriminalnovellen de E. T. A. Hoffmann (“Das Fräulein von Scu-
deri” y “Die Marquise de la Pivardiere”). El influjo del escritor alemán en
Holmberg ha sido ampliamente corroborado. Sin embargo, nunca se ha estu-
diado su importancia en la narrativa policial de Holmberg. En este trabajo
desarrollamos este aspecto y mostramos de qué modo las narraciones policiales
de Holmberg transforman elementos presentes en las Kriminalnovellen de
Hoffmann.

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