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En la escuela, la Maestra Liliana reinaba,

Con su sabiduría, a todos iluminaba,

De letras y números, nos enseñaba sin cesar,

Siempre dispuesta a ayudar y aconsejar.

Con su tiza en mano, en el pizarrón trazaba,

Lecciones y conocimientos que a todos nos maravillaba,

Su voz suave y amable, como un canto de sirena,

Nos guiaba por el mundo del saber, como una reina.

En su salón de clases, el aprendizaje florecía,

Cada día, con entusiasmo, la sabiduría crecía,

La Maestra Liliana, un faro de conocimiento,

Guiando a sus alumnos con amor y talento.

Hoy, en este Día de Muertos, le rendimos tributo,

A la Maestra Liliana, que siempre fue un absoluto,

Enseñando con pasión, dejando huella imborrable,

En el corazón de cada alumno, su legado inquebrantable.

Así, en esta calavera literaria, recordamos su luz,

La Maestra Liliana, una maestra, una guía, una cruz,

Enseñó con amor y dedicación, sin igual,

Hoy, en su memoria, le dejamos un altar.

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