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CRIMINOLOGÍA Y ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS PENALES

I. Contenido y objeto de la criminología l .— La determinación


del contenido de la criminología es un problema abierto
todavía a la discusión, sobre todo porque aun gravita en el plan
de estos estudios una presentación teórica poco cuidadosa, debida
originariamente a las deficiencias de la gnoseología del po¿
sitivismo penal.
Con cierta imprecisión, se solía designar a la criminología
como la ciencia del delito, aunque, en realidad, a esa disciplina
se le asignaba la específica tarea de investigar las causas de la delincuencia,,
,de manera que, alcanzado el conocimiento causal
Ce ese^fjnóníeno. se pudiera mostrar la manera de remediar los
males querer' delito comporta. En tal sentido, es mi'v ;;oresivo
el título jiado por Lombroso a una de sus obras 2, -:uy..? contenido
se reparte en una etiología, una profilaxis y una terapéutica
dei delito. E! empleo de una terminología médica adquirió gran
boga a fines ¿el siglo pasado; se ajustaba a la concepción también
biológica de la sociedad como un verdadero organismo, y
otorgaba a iodo ei sistema un tinte científico, en realidad, engañoso. Aun cuando Ferri
empleaba una designación diferente,
la de sociología criminal, es lo cierto que el contenido que
él acordaba a tal disciplina coincidía sustancialmente con la que
le acordaba a la criminología la orientación referida 4.
En toda tendencia es dable verificar la admisión inadvertida
de ciertos presupuestos generales, de validez bien dudosa:
la aplicación de métodos biológicos para el conocimiento de los
fenómenos sociales; la asimilación de la sociedad a un organismo,
de donde el exagerado uso de la terminología médica; la validez
universal del determinismo y la consiguiente idea de que sólo
el conocimiento de relaciones causales reviste carácter científico
y merece interés.
Para von Liszt, la criminología es el estudio del delito
corno fenómeno, a diferencia del derecho penal que lo estudia
como ente jurídico. Trátase, según él, de una ciencia causal-explicativa
integrada por el estudio del proceso de causación. La
criminología, para von Liszt, es etiología criminal 5 y esta integrada
por el examen de dos órdenes de factores: los subjetivo.-
(antropología criminal) y los objetivos (sociología crimina:),
disciplinas éstas entre las cuales no existiría una diferencia áe
objetos, sino solamente de método: en la primera, el método
de la observación de casos individuales, y en la segunda, la observación
de fenómenos de masa. Lejos de-ser incompatibles,
estos dos procedimientos se integrarían recíprocamente, para
verificar los resultados respectivamente obtenidos, integración
que puede llevar á un conocimiento más correcto del delito,
que es e! objeto común a ambas ramas.
Tambiér para Augusto Kóhler, criminología equivale a
etiología criminal y, en consecuencia, comprende la breíogía,
la psicología y la sociología criminales, refiriéndose esta última,
a su vez, al estudio del influjo que tienen ias relaciones sociales
en la producción de los delitos y en la lucha contra ellos 6.
Claro está que para estos dos últimos autores, criminología
no significa ciencia enciclopédica, comprensiva del derecho
penal, como ia sociología criminal de Ferri; es para ellos una
ciencia auxiliar.
No obstante esas opiniones, durante algún tiempo se siguió
elaborando criminología con todo el material que Fern
acuerda a su sociología criminal, y así lo ha hecho, por ejemplo,
Parmeiee. si bien éste ya advierte que no se trata de "una ciencia
fundamental, sino del producto híbrido de otras varias" 7.
Sin embargo, esa construcción de una ciencia enciclopédica
dei delito, equivalente a ¡a "ciencia de la lucha contra el delito".
de Thomsen. es en la actualidad resistida 8 , y son especialmente
dignos de tenerse en cuenta los puntos de vista expuestos por
Grispigni. al echar sus bases metodológicas de la sociología criminal
y ai deslindar esas disciplinas de la zona correspondiente
a la dogmática 9. También mereció este tema un detenido examen
en ei Segundo Congreso Latinoamericano de Criminólogía
,0
Aun cuando en sistemas criminológicos posteriores se mantiene
a veces el predominio de la idea de construir la criminología
como y.ioUígía, es le cierre que, ademas, se ha destacado la
importancia de la función meramente descriptiva dr Jos hechos
y de las relaciones que entro ellos median, sobre todo por considerar
que ia investigación causaiista pura dei tipo de !? empleada
por ¡as ciencias físicas o biológicas puede no co ¡sri¡uir en este
otro sector-de la realidad ¡a mejor manera de comprender y de
explicar el fenómeno estudiado " .
II. Presupuestos teóricos de la criminología.- Para podernos
formar una idea clara acerca del contenido acordado a la Criminología
y del ámbito de esas investigaciones, es indispensable
examinar ciertas bases teóricas que fundamentan en general toda
ciencia.
Con muy pocas discrepancias puede afirmarse que la filiación
de una ciencia y su autonomía han de ser resueltas por ia
referencia exclusiva a dos criterios esenciales: ei objeto de ella
y el método que emplea u . Podrán unos autores, para clasificar
las ciencias, desde un punto de vista filosófico, hacer recaer la
tónica ya en el método empleado, como io hace Rickert (método
naturalista y método histórico; generaíizador e individualizador),
ya en el ente que constituye el objeto que una ciencia determinada
investiga. Sea ello como quiera, pues no nos planteamos un
ambicioso problema gnoseológico, sino una cuestión de orden de
trabajo, es indudable nuestro deber, no como filósofos sino como
técnicos, de mantener el rigor y ¡a precisión de ¡os términos
que usemos para designar el objeto de nuestras disciplinas, y el
deber de seleccionar con cuidado ¡os criterios metódicos para
la elaboración de nuestro material.
Ei olvido de tales criterios y ia pretensión de que la explicación
científico-naturalista de un fenómeno sea la última y única
razón para estudiano, ha llevado a ia hipertrófica formación de
una :.ie;.'cia autónoma, no obstante el hibridismo reconocido de
su contenido, comprensiva a su Yez de una serie de clases y sub-.
clases de ciencias especializadas, cuya multiplicación ha despertado
la crítica y aun la sátira de pensadores como Croce n .
Corresponderá de inmediato, como lo hace Grispign; l4 e)
rechazo de toda división basada en la separación de un izrupo
de factores de un hecho, para constituir, con su estudio, una
ciencia autónoma con relación a otra ciencia que estudie otros
factores de! mismo fenómeno, y separar así, por ejemplo, la
sociología criminal como estudio de ios factores sociales del delito,
de la antropología criminal como estudio de los ractores
endógenos del delito Si se trata dei mismo objeto, el conocimiento
debe ser articulado unitariamente. Lo que allí ocurre es
que no se trata del mismo objeto; la antropología se ocupa de
una cosa y la sociología de otra.
Inversamente, será preciso distinguir una disciplina de otra,
en primer lugar, cuando los respectivos métodos sean evidentemente
discrepantes y luego, cuando un cuidadoso análisis muestre
que los objetos de ambas disciplinas son diferentes.
Las confusiones que en este tema han ocurrido, parecen
derivar, con la mayor frecuencia, del uso de expresiones coincidentes
y que, no sometidas a suficiente análisis, conducen a la
equívoca superposición de puntos de vista. En tal sentido, constituye
un ejemplo elocuente el equívoco que encierra la expresión
delito, tan importante en nuestras disciplinas.
¿Qué se quiere decir, en efecto, cuando se habla del delito,
que, según hemos visto, seria el objeto de la criminología?
Esa expresión posee los siguientes significados considerablemente
diversos:
a) Es delito lo que la ley define concretamente subordinándolo
a una pena, es decir, la figura legal, la amenaza penal
específica.
b) Hablase del delito, distinguiéndolo de las figuras específicas,
en ei sentido de concepto jurídico genérico, cuando,
por ejemplo, en un tratado, intentamos dar una
noción jurídica válida para todas las figuras delictivas.
c) Hablase del delito como el hecho que un sujeto comete,
su materialidad, el Corpus delicti
d) Hablase del delito en el sentido de conjunto o totalidad
de hechos tranagresores realmente cometidos, queriendo
claramente significar "la delincuencia". Así, cuando decimos:
el delito, sus causas y sus remedios.
e) Hablase del delito cómo la síntesis histórica de lo que las
sociedades prohiben bajo pena^ queriendo claramente
significar "k> ilícito".
f) Hablase del delito también como síntesis psicológica de
las tendencias a la acción de ciertos anormales ] í.
Gon un intento meramente ejemplificador vemos que,
entre otros posibles sentidos, úsase la expresión delito como
adecuada para designar: la figura delictiva, el concepto de delito,
e! hecho, la delincuencia, lo ilícito, la reacción pskomotriz
anormal y perjudicial. Desgraciadamente los ejemplos de esta
naturaleza podrían multiplicarse como otros términos de nuestras
disciplinas.
Ello no habrsa tenido importancia si la coincidencia hubie-
se sido meramente verbal; pero a fuerza de decir las mismas
palabras, médicos, juristas y sociólogos han concluido creyendo
que hablaban de las mismas cosas. Tras la identificación
del objeto de las distintas ciencias, determinada por el empleo
de la misma palabra, ha ido la identificación del método.
Ejemplo típico de esa superposición es la obra de Enrique
Ferri, el cual, después de haber afirmado en sus comienzos
la unidad científica y metódica de todas las ramas de su programa,
al construir sus Principii di diritto crimínale, se mueve
en un paralogismo permanente, por la continua fluctuación
del sentido de las palabras que emplea, y por la ambigüedad en
que necesariamente queda sumergida toda su teoría del método.
Ha sucedido, pues, que, unas veces, se han confundido las
cosas como pertenecientes a la misma ciencia, y otras veces se ha
apelado a principios de separación equivocados. Estos errores han
dificultado el purificado aporte mutuo de conclusiones, y
han acentuado el encoi.o de los polemistas de fin del siglo pasado,
que al entrever que no hablaban de las mismas cosas, creyeron
que los puntos de vista eran incompatibles, en vez de creer
que podían ser complementarios. Ciertamente en los modernos
libros de criminología no se incurre ya en los viejos errores.
III. Criterios de clasificación.- Objeto y métodc serán,
pues, ios criterios con los que tendremos que proceder para la
clasificación sistemática de los trabajos. Si algo nos lleva, pues,
a negar a la Criminología el carácter de ciencia unitaria, será
su carencia de un objeto específico y de un método característico
y único de operar.
Unas veres, el métodc será ya de por sí claramente indicativo.
Con él de la mano veremos de inmediato, por ejemplo,
que la monografía de Rocco sobre el objeto del delito es una
monografía jurídica, y que la de Fauconnet sobre la responsabilidad
es una tesis sociológica. No obstante la proximidad
de los temas, corresponden a distintas disciplinas.
Otras veces, el análisis del objeto nos hará ver la radical
diferenciación de que es susceptible, y cómo solamente por
error podemos seguir llamando con el mismo nombre a fenómenos
totalmente distintos. Así se patentiza el malentendido
de agrupar la antropología criminal y la sociología criminal como
estudios dishnios del mismo fenómeno delito, cuando.
como lo destaca Grispigni l b , la una tiene por objeto no el
delito, sino el delincuente, y que. en consecuencia, aplicará
los métodos de las ciencias que estudian la constitución y el
funcionamiento de los organismos y de la psiquis; por su parte,
la otra, tampoco estudiará el delito, sino, en todo caso, la
delincuencia, fenómeno de interacción y de masa y que, en
consecuencia, aplicará los métodos propios de la sociología 17.
Uno de los grandes capítulos de nuestros estudios, la
sociología criminal, se ocupará, pues, de fenómenos de repetición
o de masa, de interacción individual y de los producto?
de esta interacción, y sin salirse de este marco, que es el que
cuadra a-ra sociología, estudiará la delincuencia como fenómeno
i otaj_.yv además —y en esto discrepamos con Grispigni- estudiará
tanibién todo otro fenómeno social que, como tal, tenga
'relación con la actividad represiva. Serán, pues, temas suyos
no, sólo el estudio de la delincuencia en el sentido general referido,
sino tamb'én los scníLmientov ideas o creencias sociales
que h:.i<:en nacer y evolucionar la idea de la prohibido, las forma:;
.y reglas de responsabilidad, etcétera. La sociología criminal,
será integrante de la sociología general, cuy.os métodos no
pueden confundirse, por cierto, con ios de las ciencias ;¡oiógi-
."..Algo semejante ocurre con la antropología crimina! 1S Sea
que :sé imprima a esta ciencia una orientación tipológica o se la
exponga con otro criterio,;no hay duda de que debe constituir
una rama o parte de la. antropología y que la orientación
que imprimamos a ésta, en general señalará el rumbo de la
rama especializada, sea. inclinándon.os hacia una antropología
psicológica, sea hacia una antropología biológica 19
La purificación y profundización de los estudios relativos
al sujeto delincuente solamente se alcanza sobre la base
de desterrar ese tipo de descripciones o exposiciones pretendidamente
científicas y, en realidad, puramente literarias, en
las cuales el rigor científico propio de una investigación biológica
o psicológica se encuentra ausente del todo, o bien confusamente
entremezclado con proposiciones o postulaciones
jurídicas y hasta políticas.
En este sentido, los estudios jurídicos, sociológicos, biológicos
y psicológicos relativos a estas especialidades han resultado
gravemente perjudicados tanto por las incursiones jurídicas
de ios biólogos como por ios libres devaneos biológicos de ios
abogados. Tampoco se ha ganado mucho con la postulación
de una criminología que constituya una sola ciencia enciclopédica
comprensiva del derecho penal, sobre la base de afirmar
como objeto común de estudio al delito, y un solo método
común de '"observación y experimento". Sorprende que después
dt trabajos concluyentes sobre este tópico, producidos
coincidenieinente por autores de distintas banderías 20, pueda
aún renovarse la cuestión e incurrirse en el confusionismo
de querer substraer a la ciencia del derecho una de sus ramas, e!
derecho penal, para someterlo torturadamente a otros procedimientos
metódicos que los propios de la disciplina que e¿
su genus proximum.
IV. Enciclopedia de las ciencias penates.— En síntesis,
la designación "criminología" no corresponde p»opiams«:e a una
entidad científica autónoma: es una hipótesis de trabajo, por
cuanto en su esfera pueden coincidir y coinciden los intereses
de ciertas ramas especiales derivadas de la antropología, de la
psicología, de la sociología y del derecho. No existe un método
unitario correspondiente a ese campo común de interés, sino
que los aportes se operan bajo las condiciones teóricas y metódicas
propias de cada una de las ciencias de que provienen.
El conjunto de todas estas disciplinas puede ordenarse
en eí siguiente modo:
» ) 3. CRIMINOLOGÍA Y ENCICLOPEDIA PENAL: IV
Antropología, psicología y psiquiatría criminales, como
ramas de las respectivas disciplinas, dedicadas al estudio particular
del individuo delincuente.
La sociología criminal constituye una rama de la sociología
general, ciencia esta cuyo objeto y cuyos procedimientos
metódicos han venido precisándose en el curso de un largo
debate. No sería correcto considerar a la sociología criminal,
según lo hemos dicho, como el estudio de los factores sociales
del delito. Su campo de interés dentro de la sociología es mucho
más vasto. En realidad, el estudio de la sociología criminal como
etiología debe considerarse anticuado, si se atiende al contenido
que actualmente se acuerda a la sociología general, en la
que la descripción, la diferenciación de tipos de sociedad
y de estructura sociales, el establecimiento de relaciones no
solamente causales, ha ido adquiriendo cada vez más importancia
para la comprensión de ¡os fenómenos sociales. La
sociología crteinjt, por lo tanto, debe exíendei su contenido,
abarcando o tomando de la sociología una porción mucho
mayor, ya qut le corresponderá todo estudio relativo a las
formas más graves de ilicitud, a; las reglas de responsabilidad, a
las formas asumidas por la idea de imputación y de retribución,
sin perjuicio de que se comprenda en ella, pero ya solamente
como un capítulo, toda clase de investigaciones etiológicas.
Ciencia del derecho penal. — Hemos expuesto ya en el páirafo
precedente los diferentes contenidos y enfoques de que puede
ser objeto esta disciplina, y hemos visto que puede comprenderse
bajo esta designación: a) El estudio de un derecho determinado,
vigente o no vigente, en cuyo caso se hace dogmática
(derecho penal romano, argentino, alemán), b) Todo estudio
histórico del derecho penal debe ser distinguido del estudio
dogmático de un derecho no vigente, aun cuando en algunos
casos* como en el dei derecho romano, exista entre ambos una
estrecha relación, por los distintos períodos por los cuales ese
derecho atraviesa. La diferencia radica en que la dogmática constituye
el estudio de un derecho dado, fijado, establecido,
mientras que el estudio histórico se ocupa del tránsito de un
derecho a otro, de la transformación y evolución de las instituciones.
La historia del derecho penal que, desde luego, es
una rama de la historia general del derecho, es una disciplina
de gran valor ilustrativo, porque ayuda a desentrañar el sentido
de las instituciones recibidas, especialmente en cuanto a través
de esa investigación es dable verificar la experiencia acumula
da de siglos, las transformaciones que ésta ha ido imponiendo
a los preceptos jurídicos y las razones políticas, culturales y
humanas en general que han gravitado sobre ese largo proceso
de transformación, c) Una función semejante a la investigación
histórica puede cumplir el derecho penal comparado,, ea cuanto
muestra la posibilidad de distintos tratamientos o sistemas a
que un mismo problema puede dar lugar. Con respecto a esta
disciplina debe observarse que la comparación de disposiciones
aisladas es un procedimiento peligroso cuando no se toma en
cuenta el juego interno de la disposición examinada dentro
de una constelación de preceptos correlativos del derecho al
cual aquélla pertenece 21. La comparación meramente verbal
carece generalmente de valor.
El hecho de que ei derecho procesal no sea derecho penal
(de ahí la incorrección de llamarlo derecho penal adjetivo)
no quiere decir que se lo deba considerar ajeno a la enciclopedia
de las ciencias penaies, ya que dentro de ésta se agrupan,
entre otros, todos »os estudios que guardan relación con la función
represiva del Estado.
Lo mismo ocurre con las ciencias auxiliares, que no son,
por cierto, derecho penal; pero tal circunstancia nada quita a
la importancia de esos estudios ni a la relación estrechísima
que guardan con aquella función del Estado.
Ciencias auxiliares del derecho penal, en el sentido más
estricto, lo son la medicina legal, en cuyo estudio se sistematizan
todos los conocimientos de naturaleza médica a los cuales
el derecho hace referencia, y que se hacen necesarios para
aplicar la ley " . Dentro de ésta se destaca como rama relativamente
autónoma, especialmente por su importancia con
relación al derecho penal, la psiquiatría forense.
Lugar aparte, como ciencia auxiliar, corresponde a la
criminalística 23, compleja disciplina que comprende el estudio
de los procedimientos científicos de investigación de los delitos,
y ,'qüe, en consecuencia, se integra con muy variados aportes
V. Política criminal.— En este punto, se hace necesaria alguna
aclaración referente a la política criminal, porque algunas
veces se ha llegado a creer que esa expresión correspondía,
también ella, a una disciplina científica más dentro del cuadro
de la enciclopedia de ciencias penales, lo cual no es exacto.
Con esa expresión se designa a toda una corriente doctrinaria,
encabezada en Alemania por von Liszt. de la que formaban
parte, entre otros muchos, Prins, van Hammel, Gareon,
y que desplegó una acción considerable en favor de la moderna
reforma legislativa especialmente a través de los congresos de
la Unión Internacional de Derecho Penal. Esa tendencia doctrinaria
se caracterizó por el empeño en propender a la modificación
de las legislaciones vigentes sobre la base de los resultados
alcanzados por el estudio sociológico y antropológico del delito
y del delincuente. Consideraba que la función de ese conjunto
de disciplinas de carácter ciení'Txo a que nos hemos referido
como integrantes de la crimir^oUvjía, debía consistir en suministrar
el material para infundir ti derecho penal nuevos contenidos.
La labor del jurista, a su vc¿. centraba en la tarea de hallar
fórmulas legales satisfactorias, a un tiempo, para las conclusiones
de esas ciencias y para las necesidades de la política de cada
país. Por eso. esta corriente, lejos del utópico doctrinarismo
positivista con d que chocó más de una vez en esos congresos,
se mostró prácticamente eficaz como un eclecticismo, dentro de
las luchas de escuela que caracterizaron las tendencias penales
de fines del siglo pasado y de los comienzos del presente.
Los temas que caracterizan la acción desplegada por
esa corriente doctrinaria, que gravita decisiva y favorablemente
en la reforma de la legislación son, sobre todo, la lucha contra
las penas privativas de libertad de corta duración, la ampliación
de los sistemas de libertad condicional y de la condena
condicional, la aceptación de medidas de seguridad en los códigos
penales, junto a los sistemas de penas, con la pareja
distinción de imputables y no imputables y la distinción, dentro
de las medidas de seguridad, de las muy diversas funciones
que pueden asumir según sus diferentes categorías. Señaló
también la necesidad de no limitar las tareas legislativas a una
función siempre represiva, destacando la importancia preventiva
de algunas medidas.
En la actualidad, la expresión política criminal puede
subsistir aun cuando no designe a una tendencia o escuela.
El aporte de la escuela fue valioso en cuanto ^uso en guardia
contra la superficialidad y la improvisación legislativas en materia
penal, y señaló sus peligros. En esta rama del derecho,
acaso con más peso que en las demás, se experimenta la necesidad
de que las leyes estén sólidamente asentadas sobre un
conocimiento profundo de la realidad que pretenden regular.
Pero si es mala la legislación intuitiva e improvisada, también
es malo que las ciencias sociológicas o antropológicas pierdan
su estricta neutralidad frente a los hechos y se conviertan en
postulaciones políticas, entre otras razones, porque con frecuencia
el entusiasmo especialista y unilateral no deja ver
la pluralidad de factores y de intereses contrapuestos que siempre
gravitan, y justamente, en ia sanción de una ley.
La política criminal, por lo tanto, puede seguir siendo
concebida, con ven Liszt. como un campo en el cua! se procura
conciliar las conclusiones de b. ciencia con las exigencias
de la política, conservando asi' la pureza metódica de la primera
y frenando las improvisaciones de la '.egunda.
Por otra parte, una realidad social -cienti'ficamente estudiada
muestra a veces que la represión no produce los efectos
que de ella se esperaban, y que subsiste la necesidad de procurar
algún remedio sociaimente más conveniente. De ahí que
una buena política crimina! tenga relación no sólo con la legislación
penal propiamente dicha, sino que se vincuie con
instituciones de otra naturaleza, cuyo fin indirecto es la prevención
de la delincuencia 24.

La Política Criminal
El material que las ciencias criminológicas le proporcionan para su estudio
al legislador penal, resulta mejor aprovechado mediante el auxilio de la
política criminal. Ésta, que recibió un verdadero impulso a través de la Unión
Internacional de Derecho Penal (1889), por obra de VON LISZT, PRINS y VON
HAMEL, y cuya tarea ha sido concebida de maneras diferentes9, no se mueve en
el campo de la prevención del delito, propio de la política social, ni en el de su
descubrimiento, que corresponde a la criminalística, utilizada en especial
por la investigación policial.
La política criminal tiene por finalidad adecuar la legislación penal a las
necesidades de la defensa de la sociedad frente al delito, mediante la configuración
del elenco de los delitos, las penas y las medidas de seguridad y las
reglas que los rigen, así como el mejoramiento del procedimiento penal y de
la ejecución de las penas y de las medidas de seguridad y corrección. A estos
efectos, la política criminal, haciendo un examen crítico de la legislación vigente,
aprovecha para mejorarla, los datos de la criminología y de todos aquellos
aportes que, como los de la jurisprudencia y doctrina penales, de la experiencia
carcelaria, de la política social, de la técnica legislativa, etc., considera
útiles para cumplir su misión.

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