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Silvia Di Segni Obiols Adultos en crisis Jovenes a la deriva Ediciones NOVEDADES EDUCATIVAS Buenos Aires + México cep: 3 ue wste es! -murmuré Doran Gray con los ofos todavia fos en su ‘propio retrato- Qué tists es! Envejacord y serd hori cuadro permeneceré sfemprs oven. 180, 0, El ratrato de Dovian Gray, 1891, Futuros adultos Se harén adultos, 0 lo que nosotros confusamente entendemos por tales, en las primeres décadas del siglo XXI. En los sectores medios . urbanos crecieron con el televisor encandide durante la tarde, curen- te las comidas o durante todo el dia; crecieron co de mercaderfas que se renuevan y tientan permanentemente, con 1o- pas disefiada para ellos, con boliches bailables desde la pubertad, con casetes, CDs, videos, videojuegos; con mucha musica y mucho 87 a apunter ‘su municién a los deseos infantiles inconscientes sin dejar funcionar minimamente a la raz6n. Crecieron sobreagendados. En los sectores medios y altos tuvieron clases de inglés, computacién, escuelita de fatbol, natacién u otros deportes, inclusive despues de la doble esco- laridad. ias humildes seguian ocupando el luger de "bien" de sus padres, tenlenco que contribuir con trabajo al sustento familar y con tareas en el hoger, y los de sectores altos lleva ban el consumo a cifras siderales, pero también eran consideracos bienes familiares a la hora de invertir en determinadas profasiones o en ciertas alianzas matrimoniales, los de sectores medics pasaron répi- damente a convertirse en una carga econémica sin rédito a la vista. Con adolescencias que que manter incliso sin esperar cuidados en ‘décadas sin esperar ningun retorno, veiez, ye. due esto ha dejado da ser un tica diversidad de grupos familiares que, en diécadas anteriores, ‘slo habian aparecido en los mds humi monoparentales con madres.o padres en los que conviven. diferentescricdelos adultos clubes y en losbarios Gof tina enorme Cantidad de informacién dis- ible @ través de la television, revistas, 8, computadoras, In- ibros -impensable para sus abuelos- que no necesariamente saben o quieren aprovechar. Con un desarrollo artistico y pul de la imagen que los hace exper mezcla de represién y desinhibicién con respecto a la ‘sexualidad, Producto de cierta inercia decimonénica mezclada con liberacién sesentista y miedo al sida. Crecen en una subcultura creada para silos por adultos que no quisieron dejar de ser adolescent » Que los: ubica en el lugar de dioses y diosas. Viven experiencias familiares: que pueden ser muy itas, en medios de diferentes posibilidades ‘econémicas, pero todos, desde los més ricos a los mas pobres, estén 388 rodeados por la lamadey“cullira adolescent! ;Cuando se retinen en el boliche o en la, coqung rms Que hayan recibido normas mo- rales, que hayan sido iniciados en diferentes rites religiosos, que nun- ca hayan escuchado hablar de alguna norma; todes se incorporan rapidamente @ un oddigo de transmisi6n oral que forma parte de esa subcuitura. Y, en general, lo respetan. Si la “buena educacién® comenzé a ser demolida en los 0 por jovenes blancos norteamericanos que imitaban a los negros en el vestir yen el bailar, dejando de lado los rigidos moldes burgueses, el proce- 80 todavia sigue profundizandose. Los jeans que suplantaron la ropa “de vestir" pesaron a ser tan comunes que hubo que buscer nuevas transgresiones, aquello que la burguesia habla declarado asqueroso reaparecia en la superficie. La ropa pasd a usarse sucla y rotosa, las “malas” palabras aparecieron en el lenguaje cotidjano y en los me- _. dios masivos, emergieron los eructos, los gases, los dedos en la na- -Zy, los estornudos sin nada que los trabe, las escupidas de los torno de Io repri », de todo lo fisiologico que esponténeamente manifestaban campesinos y obreros -y que la burguesia reprimié con tanta rigidez-, que reaparecid para dive [- ei divert be saluder, pedir por favor, agradecer, pedir permiso resulta antiguo, por lo que se niegan a utilizar esas formalidades, o bien lo hacen en un tono de “no tengo més remedio” que anula el efecto » Jena do las palabras. El tuteo 0 #1 voseo se han generalizado de !" apenas la estructura de la ‘oracion se complica un poco: “yo le dije lo que usted queria pero, | viste como es..." Lavar un vaso o un plato que se haya usado o, inclu- 80, hacer correr el agua del La publicidad y el consumo han crecido con ellos y forman parte importante de Sus Was" Excepto aquellos que no disponen de casi %, nada, todos pueden consumir algtin producto que la indust a disposicién: tequila, cerveza 0 un cartén de vino; la disco de moda ola «ballanta», las zapatillas més caras 0 las de menor precio; un CD 89 lespone “ tholistas sobre el césped con las cémaras enfocdndolos. Fus el ra. —~ * i 0 un casete; un recital o verlo por television; Cocaina, marihuana o * pegamento, La publicidad también los ubica en el lugar de modelo social. No s6lo vende productos para ellos, con j6venes lindos, sino que vende también, con esos modelos, productos para adultos que no quieren perder la juventud que f do. A yeoes son presentados com: belleza: modelos de las paserelas, actores y actrices d vas, ciney videoclips, rockeros, deportistas de alta competent veces aparecen como lo peor de la sociedad; sucios, desp maleducados, vagos, consumidores de droges y lencia adulta, Constantemente aparecen en los me- izados o generando preocupacién. ion, la cuestién de la diferenciacién por género se rmenitiasta de manera contra En algunos sectores se ha ido disol- viendo y ha ganado luga los gustos musicales y deportivas, el arregio del cabello, el uso de ador- jes. Pero también aparecen, sobre los partantes de las disco- tecas, bailando y mostréndose como modelos, jovenes que explotan las diferencias genéricas al maximo: ellas con ropas sexy, buenas curvas y ‘muy delgadas; ellos con cuerpos trabajados -en gimnasios y con ayuda de anabdlicos-, ropas mas o menos clésicas, pero “mascuiinas". fad de clgarr- lios, las muchachas dal siglo XXI han recorrido un largo camino. ‘sus abuslas delaron cualquier otro interés por sus meridos hios, si sus tes abuelas sacrificaron la familia por algun trabelo o protesién, si sus madres hicieron melabarismos culposos en funcién de cums tomarlo @ pecho, no angustiarse demasiado. En contrapi sus ebuelos, estos jévenes, varones y mujeres, no se si ante casi nada, Por el contrario, exhiben, respondiendo al que $0 les otorga y @ la edad que transitan, und Imagen de om tencia que en algunos momentos parece impermeable a la lluvia, {rfo, a comer comida chatarra, a pasar dias sin dormir. 90 Parecer o perecer iarionte jévenes a los fa y.su poco acceso.ala siencidn de. Selug, Vivir una etapa en la cual los padres se ocupan de la super Vencia y de los estudios para dedicarse a hacer una formacién que proporcione mejores posiallidades en el futuro ha sido desde e! co- rmienzo Un privlagio propio de sectores medios paragrriba. Peto, en la fan ese tiempo para formarse y mas alé de que ovidaran haber contraido alguna deuda por ello con sus padres, la adolescencia pasé a cons suse as u ie Wivirintensamente, 3 do que todo Ie era dabido por oF Una parte de la generacién a aquéllos jévenes de los afios.50.v sobre todo de los.@0- parecié no resignarse a terminar la fiesta y consiguié ubicar sus ideales, ransfor- mados en bienas de consumo, der clén que inaugurd el uso del , por lo menos en adultos como el schitos edolscentes, Exvetos en el manejo de la comunicacién y dé la Imagen, lograron competir muy facilmente con fa “cultura adulta’, que répidamente queds, a su lado, iia y antigua, poco interesante, Menvas esa “culra acute" del estudio y @! trabajo sigue de dla, la adolescente se desarrolla en atta, 31 + Poreso, tura de la noche". La noche aparece para los jévenes como ilusién iiberadora. La noche comienza cada vez més tarde. Se procura el maximo dis- tanciamiento con el tiempo diurno, con et tiempo de todos, de ios adultos, el tiempo “reglamentado”; la Mayor separacién entre el {ee de trabajo y el tempo dal ocio, Este tiempo distanciado, \conquistado a contracorriente de las costumbres y los habitos, este tiempo especial, parece propicio para la fiesta.' Por qué “ilusién liberadora"? Porque esa liberacién es ilusoria en la medida on que no son los jévenes quienes crean las reglas, regulan ‘el espacio, los horarios. Tambi radora porque el mundo de la inseguridad, del desem, i, de la pobreza, cel esimismo que arrastra la sociedad adulta actual queda afuera de los decorados 08, la bebida, la misica densa, la belleza juvenil. cultura destinada a los adolescentes crece y se mantie- ne con ‘opone un mundo pertecto a las imperfecciones coticia- Nas, opone el “esta todo bien" ala quejay al pesimismo. permanente. En este ambiente, los adultos - adlescentes consiguen mimetizarse corr ‘sus Idolos, los jévenes. De noche, todos los gatos son grises y todos pusden parecer jévenes bajo las luces sstroboscdpices. Dira Friedman: El término ‘cutura joven" recenoce el poder de los grupos de pares entre los jévenes; en parte es un saludo a los medios masivos de comunicacién y sus celebridades, que en su mayorla son jévenes y bellas; pero, fundamentaimente, la frase iene que ver con eleccio- nes de comportamiento hechas por la gente que no es alla misma Joven en absolute. Quiera decir que la gente mas grande se ha Moerado de los clésicos estereotizos de la edad; puede, si quiere, ‘adorar la juventud, comporterse como jévenes; puede (y lo hace) acoptar os estlos y costumbres ds fos jovenes. Asi, a llamada cult +2 Ge la juventud en realidad es una culture de gente que no os javeh, pero Ge tardlecidid disolver su adultez y absorberla en modelos una vez consideracos adecuados para los nies y os adolescentes? 92 | | | | Catreg te 4 La cultura de la noche excluye a los adultos, o por lo menos a quienes parecen adultos, es decir, que acepta solamente a los adul- | tos-adolescentes. Al hacerio, crea une ilusién de homogensidad, de “somos sélo jvenes". Sin embargo, subraya Margulis: La cultura de la noche tiende a reproducir, a develar y aun a exacer- ‘bar ios sistemas de dominacién y de legitimacién vigentes en la so- ciedad. Las formas de diferenciacién y dle exclusién social son tal vez nds brutales y menifiestas que las que se eprecian en la vida divine. La cultura adolescents es amplia, incorpora de todo: desde quia- ‘nes no viven sin un porro. © mezclando alcohol y cocainaa los "straight" ue dicen no beber, nl fumar ni drogarse, ni tener sexo; desde “punkys" de crests de gallo a “chetos' vestides con las mejores marcas del mercado; desde hippies que recrean los afios 60 aynodernos qua se ican en la vanguardia artistica. En ella se cruzan el rock y la cumbia lera; todos tienen et iSvenes y parecerlo, vivir la noche ads- sta" aunque ésta se desarrolle de variadas formas. 7 Unetecto importante que ha producido este cambio amente larga Infancia, que terminaba apenas a los 15 0 1a adolescencla muy corta, que nadie queria extender y ;ntaba dar por terminada a los 21 0 23 afios, con el trabajo | yloel matrimonio. La adultez se extendia desde esa edad hasta los 50 \.a 55 afios y la velez era breve, dada las cortas expectativas de vida. HASTA LA PRIMERA METAD DEL siGLO XX. benesseel eckson | Infancia Adolescencia. = Adultez ‘Vejez 0015-16 afos hastalos 21-23 hastalos S0-55 hasta los 70, \ DESDE LA SEGUNDA MurTaD DEL sioL0 XX Tnfancia ‘Adotescencia ‘Adultez..Vejez \-088-9alics {Hasta cusndo? ;30, 357 “Hasta los £0.90 93 x Como se Intenta esquematizar en el gréfico en la segunda mitad Gel siglo XX las cosas cambiaron: la infancia se acort6, ya que a los B- Safios los chicos comienzan a ser estimulados para adolescentizarse: ir a bailar, vestirse como sus hermanos mayores, escuchar rock; fa adolescencia se extisnde desc la pubertad hasta un punto mal deft nido que puede llegar hasta los 90 a 85 afios 0 no terminar nunca, Porque ya no hay necesided de salr de ella, dado que llegar a la adujtez ha delado de estar valorizado y mantenerss joven 8a (0 ideal. La aduitez queda diluida ante ef desprestigio suirido y se oculta bajo la mascara de luventud que debe presentar todo adtllo, mientras se pueda, balo el riesgo de caer en la ignominiosa vejez. La vejez puede Comenzar temprano si no se es capaz de mantener esa fachada y termine cada vez més tarde gracias a las mejores condiciones de ida, La prolongacién de la vide y el mayor ntmero de viejos que Consiguen llegar a esa etapa no ha hecho mas que aumentar su des- valorizacion. La sociedad actual permite “elegir, entre tantas otras cosas, la edad que se quiere tener, eliminando los eampartimentos rigidamen- {e definidos. Una de las eleccionas es la de parecer joven. Se puede. Y hemos sido los adultos fos que creamos esa opcidn, bésicamente Porque esté destinada a nosotros. Llemativamente, el tema de las ‘pariencias fue duramente criticado en los afios 60 como una lacra decimonénica, pero fue reciclado répidemente para seguir ocultan- do. Si antes se ocultaba lo considerado deshonasto, inmoral, ahora io, pero el mecanismo resulta muy semejante, Poder y autoriciad de los jovenes t Los nifios del siglo XIX y de la priméra mitad del siglo XX tenlan muy pocos derechos. Dirdn Aries y Duby: Si, poruna parte, s@ puede discutir sobre el reparto de los poderes entre el marido y la.mmujer en la sociedad de antes de 1950, por otra parte, nadie pone en dda la autorided que los pacires ejar- 94 clan sobre sus hijos: los hijos no tenian ningun derecho a llevar tuna vida privada. Su tiemeo libre no les pertenscfa: estaba a afs- posicién de sus padres, quienes les encomendaben mil tareas. Vigilaban estrechamente sus relaciones y se mostraban muy ret- centes frente a las camaraderias extrafamiliares, incluso frente a las anodinas? Los ninios pequerios tenian como tasoros aquellas posesiones que podtan esconder de la vigtlancia materna en los boisllos 0 en el fondo de algun cajén: piedritas, una moneda, cualquier cosa. Ni ellos ni sus hermenos adolescentes disponfan de dinero mas que a través de al- gin regalo familiar, cuyo gasto serfa convenientemente supervisado. La aparicién de los j6venes en el escenario social cam mente el panorama. Estos consiguen, en los afios 50, ir entrando en el mercado de trabajo, los fines de semana, er'las vacaciones. La gran depresién favorecié que se les permitiera tener algun in- greso propio, Mas tarde, el mercado los descubre como consumi- dores y comienza a producir para ellos. Cada vez hay més para. consumir, cada vez se.necesita mas dinero. Sino lo pueden conse- guir por sus medios, Io piden a sus padres. Los padres tienen en contra todo el peso de la publicidad que los supera, epuntando directamente a nifios y j6venes que comienzan a exigir. Aparece tuna forma de poder que los hijos pueden usar; el, descrédito, s0- cial, Silos padres no satisfacen sus deseos quedan mal ante aque- los gle sf Io Hacen, quienes, adertas, Majorari su statis rostran= do cuanto gastan en sus hijos. Por otra parté "los padras"querno suministran lo qué s6 les pide temen perder el emor de sus hijos, situacién que comienza a preocupar a muchos. Con estos dos pun- tos de apoyo los jévenes, naturalments casi impotentes pera pre- sionar en sus hogares, logran mucho, en algunos casos muchis mo, Si hasta ese momento sélo los hermanos mayores habian ejer- fo algtin poder sobre los menores en riguroso orden descenden- te, en este nuevo escenario, 6! mAs pequefo de los bebés puede lograr mucho con sélo estirar su dedito y gritar un poco en una jugueterta, 95 j9aba una autoridaci -que no habfan tenido nunca- basada en la idea Aparecen como jdvenes educados por el mercado més que por) sus padres, quienes primero no quisieron y luego no pucieron poner- les limites. Las generaciones més viejas crefan que la tolerancia a | i6n era “natural”, ya que la represién que se ejercia sobre el deseo desde temprano llevaba a poder esperar, ahorrar, hacer es- {uerzos. La educacién liberal alivié el exceso de represién, pero, en muchos casos, dio origen a jévenes ciscapacitades para tolerar mon- tos de frustra de sus padres, para no rober en funcién de consumi para f no tomar el atajo de las drogas, para tolerar horas de estudio u hora tas son educados de un modo lo podtan permitirse los muy ricos y, en particu- lar, los miembros de la nobleza a quienes do. Ahora, una parte de los adultos de sectores medias y altos parece creer que puede darse el lujo de cri cién, quizés porque realmente tienen mucho mas dinero que lo que tenfan los antiguos reyes o nobles y creen que con eso han soluciona- do todo, 0 porque, aunque no tengan mucho, ni siquiara suficiente dinero, tratar a sus hijos como a pequeos principes les hace sentir, ilusoriamente, que son muy ricos, En paises con alto nivel de vida y fuerte industria destinada al con- ‘sumo juvenil, el fenémeno parece imparable y ha llevado a conclusio- ‘nes bastante curiosas, tal como las que surgen de la Investigacion de Un grupo de psicdlogos que estudié a j6venes de Milan, ciuclad de las mas rleas y consumistas de Italia. La investigacién traté de determi- Nar qué aportaba e| consumo juvenil al si mismo y sus representacio- nes, Lo describia como un verdadero suy , ¥2 que ape- Nas un ideal, una moda o un Idolo eran impuestos por los mediés masivos pasaba poco tiempo antes de que cayeran en el despresti- 98 gio. Considerabe que la cultura menos perecedera de los pad escuela debla actuar como una suerte de "contracultura”, un anticoto ante el rigsgo de poner en peligro el proceso de individuacién propio de la adolescencia. Uno de los invastigaciores refiere su experiencia con docentes. Después de la abolioién de la note que institufa una suerte de je- rarquia dentro del aula y después de! abandono por parte de la culture de le escuela media de la obligacién de todo ei repertorio de seleccién de los més capaces, progresivamente apareci6 una nueva jerarquia ligada a la posesién de bienes de marca: ia ant!- ‘gua figura del mejor de la clase por méritos escolares se habrie visto sustituida por Ja del mejor de la clase por méritos merceolégicos: el experto en consumos, sl coseedor de mercade- 11a sofisticada, hasta ef punto de tener un poder casi hionético so- bre ios compaferos. Después de una primera etapa, la preadolescente, en la cual el consumo se manifiesta desfachetado, aparece otra, en las escueles superiores, denominada por los autoras “posconsumista’, an la cual las caracteristicas del objeto son estudiades a fondo, se comoara rigurosamente entre productos muy semejantes, se considera el ahorro, la utilidad, la ventaja econémica, Los investigadores sos- tienen que: La eleccién del propio y personelisimo objeto de consumo, resca- tado del archipiélago de miles de objetos posibles, es un acontec miento importante y quizds positive; debe ser posible comprender ‘cuando el adolescente advierta en ese objeto de consumo la cas pacidad de reflsjar efectivamente la propia nebulosa identided~ persorial? Los adultos, en este contexto, deberian aprender a ciferenciar cudn- do el consumo representa una regresién y cuéndo se inscribe en el ividuacién, La diferencia, muy sutll por cierto, pas porque en él primer caso el consumo ¢s una conducta simalemente imitative al servicio de secundar las expectativas del grupo de perte- 99 nencia y en el segundio sirve para relacionar al joven con sus coeté- eos y, por lo tanto, esta al servicio del desarrollo afectiva y social, De todos modos, esta explicacién parece apuntar més a tolerar un alto nivel de consumo, encontréndole incluso su lado positivo, que a ha- cerletrento, lo que resulta mucho més difcl. Postular que la identidad Puede definirse en Ja compra de tn objeto puede exponer al peligro de perderla en una mesa de ofertas, zQué consumian por entonces los j6venes italianos de sectores medios y altos? Productos de belleza, que cldsicamente habian sido s6lo para mujeres, pero progresivamente fueron compartidos Por los varones; vestimenta, dentro de la cual el calzado deportivo ‘ocupaba un lugar principal para j6venes que privilegiaban estar en la calle, circular, explorar el mundo externo, en una suerte de ex- cursién vital para la cual se necesitaba un buen equipo, que tam- bién inclufa borcegutes, jeans, rope informal. Ropa informal, apa- rentamente homogénee, pero que encerraba en los pequeios de- {alles la adscripcién a un determinado subgrupo o tribu y la dife- renciaba de todos los otros, La misica también ocupaba un lugar Privilegiado en e! consumo, con discoteces, recitales, CDs, apara- tos de misica, instrumentos. Las discotecas son el espacio de encuentro de los jévenes de sec- ‘ores medios en casi todas las grandes cludades. El fenémeno de estos locales crecié sobre la base de lever al extremo la seleccién de Su piblico, sobre un mecanismo ue fuerte discriminacidn. Conseguir Una tarjeta para entrar, superar el examen de la puerta, ser acimitido, es el gran estimulo para acercarse a ellas. Los elegidos se sienten supsriores, especiales, la satisaccién narcisista es clara. Y esa satis- faccién es la base de la ganancia de los duefios: La discoteca exciusiva, un objato sagrado en el Buenos Aires de Jos noventa, es sdlo una mercancia producida por una actividad ‘empresarial guiaca por el principio de maximizecién de la ganan- cia; su elemento fundamental es ef departamento de Relaciones POblicas, desde donde se manipulan los signos que constituirén el Poder de atracci6n de la disco. * 100 La isco ofrece también paredes de espejos donde mirarse, ui ol invel co sani tie pst ion con los otros sdio a través del cuerpo que, de todos modos, mantiens la distancia. En la disco se esté con otros, solo. Se siente la musica inlensemente, cor poralmente, no se puede hablar: Entrar en la disco significa ‘entrer* en la musica, Es imposible en- trar en una disco sin que la misica se “apodere" inmediatamente de quien entra en ella. Sintoma de este cuacto es e! imperative de aumentar cada vez mds e! nival de potencia de los ampiticadores, para garantizar la reproduccién al mds alto volumen. Tan alto liaga a ser el volumen en algunos locales que, al sali, los ofdos zumban 1788 experimenta una sensaciOn de vacio similar ala que s9 siento en una sala alsiada acusticamente y cetrada de forma harmética. Sélo una vez afuera se nota la prasién del sonido a la que se estu- vo expuesto adentro. EI efecta en el interior de los locales es de una sensecién de “densificacién” de! sonido, como si la misica fuera licudndose y cristelizéndose hasta tornarse casi sdlida. No es casual dentro de ese proceso de “soldificacién"- que se diga de un tema que "golpea”. Los registros bajos lteralmente “pe- gan" en las visceras, las sacuden, El altisimo nivel de decibeles de la mdsica densifica su volumen, aumenta su peso espectil- 0, lo corporiza, Mas que escucharse, la musica se “siente" como le presionara el cuerpo. Una discoteca es como una piscina lle- ine dle musica. * ‘sectores. de-menores recursos se ider "an por compartir los mis- m03 objetos de consuifié dé Tareas més econémicas. Y por recitales | Pero no sélo hay consumo pera los sectores medics y altos, ios [.y lugares de baile propios, las ballantas. Concur porque allf se sienten reconacidos e identificados. Ademas concu- ren porque no tienen muchas oportunidades de ira otra lado. Con- curren porque -como lo subrayan constantemente- "va gente como nosotros”° 101 “Gente como nosotros", lo mismo que se busca en las disco. Con cla afuera y dentro de la misma pista, la ballanta despliega la misica tropical. Como en las disco, la noche empieza “haciendo puerta” antes de entrar en ella, pero, a diferencia de las cisco, en la ballanta entran familias. A difo- rencla de las disco, en ella se mezclan las generactones y es un sitio Ge socializacién, en el que se puede y se quiere conversar. En la ballanta se baila, se bebe y se charla, el nivel de sonido no lo tana ‘odo. El bails también tiene una forma mas cldsica: se balla con ma- yor contacto del cuerpo, sobre todo los temas “melédicos*, que estén especialmente dedicados al contacto corporal. Tolerar la frustracién en la posmodernidad ie era posindustrial sustituyé el ahorro por el consumo, nos exige iconsumir constantemente, nos crea deseos nuevos, nos ofrece los | umos pera satisfacerlos. Lo nuevo tigne valor por el mero hecho de Iserlo, porque se asocia a lo joven, porque se aleja de lo viejo, Se ha Jpasado de vivir ahorrando para el futuro a vivir al da apoyados en el creat. Cade generacién tiene alferente cantidad de anticuerpos para esta situacién, pero casi nadie queda afuera de ella, a menos que esté marginado del mercaco por estar bajo la nea de pobreza. El pasaje dal consumo al consumismo ha c Iimos cin- cuenta afios que se podria adaptar la viela frase: dime cémo consu- ‘mes y te airé qué edad tienes, Asi, nos encontramos con una genera- lén vieja; 0 en camino de serio, que ha crecido en el ahorro, en un con- ‘sumo restringido, en el cuidado de lo que tiene y en el alerrarse a las el consurrismo a fue incluyendo con cierta dificultad, ero hay una tendencla a considerer mds “sanos* o “viteles" a aque. llos que muestran clerta tendencia @ aceptar jas regias del mercado, deléndose llevar por el itimo detergente o la gaseosa de moda, La generacién hoy adulta esté @ caballo entre una educacién decimonénica y al descubrimiento del consumo juvenil con el toca- 102 discos Winco, el jaan y el calzado ceportivo, Adultos que fuimos crie- dos con pocos juguetes, porque los nifios no se consideraban un gran mercado de consumo por entonces y porque el ahorro regia las vides, nos enloquecemos ante vidrleras bien surtidas y compramos de més a nuestros hijos para no ser “malo: imos que fueron nues- tros padres al privarnos. Adultos que fuimos vestidos como pequefios adultos nos entusiasmamos con ropas informales, cémodas, juveni- les, que nos sirven para distrazamos de jévenes eternos. Pero mu- ‘chos de los adultos actuales tenemos la ventaja de haber aprendido a ponemos ak algunas madres consumen todo tipo de dieta, pero no siguen sin parar hasta el extremo de la enorexia, como n algunos padres y madres beben alco- a de descontrol que ha adoptado me- /enes, 0 bien algynos padres comen in ellas, cosa que Sus hijos pequefios sivamente la bebida en los, golosinas, pero pueden vi no aprendieron a hacer. -"9-" Para comprender el proceso por el cual los seres humanos apren- demos a postergar la salisiaccién de nuestros deseos, a tolerar la sstracién, debemos enfocer al nifio desde su nacimiento. Nacemos ido satlsfacer deseos, a los gritos. Esto lo hemos hecho siem- ba a sostener la sobriedad, la actual no. Y esto ha alteraada vida del desde el nacimiento, Hace algunas décadas, se apelé al psicos- ferpretado para sostener que no debla traumatizarse al nifo y, por lo tanto, se’ consideré bueno satistacer cus deseos y de- mandas, partiendo dal supuesto de que el bebé sabrfa controlarse .gar a hacerlo si del otro lado jara adultos que disponen de infinidad de insumos y que, ade- mas, quieren dérselos para convertirse en Idolos de ellos. Pero, en les condiciories actuales, el bebé cae en la obesidad aunque no aumen- te excesivamente de peso, se trata de un sobrepeso de res inneceserias que no ayuda a coertar una visién omnipotente de si mismo y no da herramientas para sobrevivir cuando los deseos no pueden ser satisfechos 0 no lo son tan répidamente como é espera. 103 Los docentes de educacién preescoler saben de este tema. Y los 8 han visto cémo ha evolucionado. Cuando el proceso co- los nifios estaban expuestos ames oferte, pero tentan un marco itaba bastante. A medida que pasaron las déca- das, se convirtieron en padres ellos mismas @ impusieron menos tes. Actual ningun limite y porqus 6686 pueden. No pueden con un nifio de dos o tres ano to Que realmente permite hacer un pronéstico ominoso para el futuro adolescente, Uno des los abjetivos basicos de la educacién prosscolar es la so- cializacién det nific. Peroa escuela no puede suplantar lo que la fami- no ha dado, Pusde profundizario, puede presentarse como un lu- {ger diferente de la casa, en el cual elniio tiene que acepter otra auto- ‘idad que la de los padres y otros compafieros da juegos que no sean hermanitos, primos 0 vecinos. Aprender a esperar para subir al trepa- dor, aprender a compartir ias galletitas, tolerar las diferencias, consi- derar al otro, aprender a conocer las propias ines, son habi dades indispensables para la incorporacién posterior de ese ser hu- mano a la sociedad que él jardin de infantes desarrolla, potencia, Pero ‘Cuando el nifo llega sin pauta alguna, preso de un narcisismo primiti- vo que le hace seguir creyendo ser el centro del mundo, agresivo ante cualquiera que limite su deseo, incapaz de convivir con ottos, la escusla es précticamente impotente y la responsabilidad la tienen los adres que han crefdo que oridndolo de manera "natural, sin frustra- ciones, y exponigndold a todas las satisfaccloneé y tentaciones “arti- ficiales" que crea el mercado, han ocupado bien su luger. Cuando ese nifio crece y se convierte en adolescents, Inevitable- mente descubre que, por rlcos que sean sus padres, ya no pueden derle todo lo que necesita, o bien que todo eso no le sirve si no lo consigue por s{ mismo. Y su incapacidad para tolerar frustraciones: ramaticamente, no hace mas que llevar al fracaso. Cree que pue-| de aprender a tocar la guitarra sdlo agarrandola de vez en cuando; ‘cree que seré querido sin tener que hacer el esfuerzo de considerar al otro. A medida que las frustraciones se juntan, el adolescente que ha | 104 logrado cierta independencia y capacidad para buscer sus propias soluciones tiene un camino abierto: las drogas. Drogarse es el gran atajo ante la frustracién, mientras lo hace no sutre, no siente su falta de logros, nadie le pide que considere a los otros, vive en un mundo virtual semejante al que le crearon los padres en la Infancia. Y lo peor es que no tlene ningtin arma para controlar ese consumo de algo que le da tanto placer, que le evita el menor dolor répidamente. El“amigo” traficante hace el papel de pacire/madre que suministré todo lo que ‘86 pedia o de lo que ni siquiera se llegaba a pecir por saturacién de oferta. Los compafieros de adiccién son personas que nolo molestan con exigencias, excepto que haya conilicte por la posesién de la dro- 92, el bien de bienes. Lo que'el grupo famillar no dio, muy aiffcilmente puede proporcionarlo un sitio de internacion y, muy a menudo, la con- dicién sine qua non para lograrlo es que ese joven llegue a un punto muy cercano a la autodestruccién y cobre asi, sobre el limite, con- clencia de sus limites. Una faceta particular de la intolerancia a la frustracién y los con- lictos entre jévenes y adultos ha sido puesta de manifiesto por la irrup- cién del sida. Prevenirse supone conocer los limites, renunciar a la comnipotencia del “a mi no me va a pasar’, aprender @ postergar pla- cer si es necesario 0 aceptar que no puada lograrse como se espera. Se ha focalizado mucho este tema en los adolescentes quienes, aun habiendo desarrollado normaimente clerta tolerancia @ la frustracién, viven una etapa de incremiento de la omnipotencia, Esta bien que sea asi, pero parece dejarse algo importante de lado. La generacion més reacia a eceptar culdados-con respecto al sida en la relacién sexual 8 la adulta que hoy tiene entre 40 y 60 arios, Y esto es asi porque onstituye la generacién que vivie su adolescencla y juventud en esos pocos afios de la histéria de la humanidad en los que no hubo miedo alas enfermedades venéreas ni a los embarazos. Lo que llevé a que, apartirde entonces, las enfermedades venéreas no hicieran mas que aumentar. Esa generacién crecié pensando que el preservative era na “vejez" que atentaba contra el logro maximo de placer. Hoy son Jos encargados de eclucer y publicitar las pautas para la prevencién del sida y no resulta extrafio que muchas veces no logren hacerlo 105 ‘demasiado bien, ya que no parecen estar muy convencidos de fo que

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