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Por Una Nueva Escuela Pública
Por Una Nueva Escuela Pública
Pese a todas estas acciones, que se concretan con mayor o menor intensidad en
cada escuela o zona escolar, todavía se enfrentan serios problemas en materia de
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• En DGIE-5EP, Transformar nuestra escuela, año lll, núm. 5, abril, México, 2000, pp. 6-7 Y10.
mejoramiento de la calidad de los resultados educativos. Las mediciones del
aprovechamiento escolar realizadas por el Programa Nacional de Carrera
Magisterial y otras evaluaciones promovidas por la SEP indican que -aunque se
observan avances importantes el promedio general está por debajo de lo
esperado, especialmente en lo que se refiere al desarrollo de las habilidades
intelectuales básicas, la solución de problemas y la comprensión de conceptos
fundamentales de la ciencia, la historia y la geografía. ¿Por qué está sucediendo
esto? Por qué -a pesar de las acciones de reforma educativa los cambios en el
aula y en el funcionamiento cotidiano de la escuela siguen siendo débiles, cuando
no imperceptibles.
En el México de hoy, cuando la gran mayoría de los centros escolares tiene las
condiciones materiales para llevar a cabo la tarea educativa (aun cuando todavía
existan carencias en equipamiento), ¿cuáles son las condiciones que faltan?
Parece que residen en el clima de trabajo y en la cultura escolar, que gobiernan el
funcionamiento cotidiano de la escuela y que influyen en el desarrollo del trabajo
docente en el aula; en otras palabras, esas condiciones tienen relación con el
conjunto de valores, de formas de entender la tarea educativa, de normas
explicitas e implícitas y de costumbres, que hacen que determinadas acciones o
conductas sean válidas y merezcan aprobación, mientras otras se observan como
fuentes de ruptura de la estabilidad en el plantel o en la zona escolar.
Al analizar lo que sucede en los planteles escolares -pese a que no es posible
identificar características compartidas por todas las escuelas- y comparar su
dinámica interna con las propuestas y demandas de la reforma educativa, es
necesario aceptar que para mejorar la calidad de la educación se requiere
transformar el funcionamiento cotidiano de cada plantel educativo, es decir, se
requiere el establecimiento de una nueva escuela. A continuación enuncio algunas
características que, a mi juicio, debe tener la escuela para garantizar que todas las
niñas y todos los niños alcancen los propósitos educativos básicos. Algunos
rasgos constituyen condiciones sin las cuales no tiene sentido plantearse procesos
de innovación. ¿Qué significa para ti la innovación dentro de la escuela?
Una nueva escuela debe garantizar, en primer lugar, que los profesores cumplan
profesionalmente su obligación laboral esencial, la enseñanza: que todos los días
haya clases, y que el tiempo dedicado a las labores escolares se aproveche
óptimamente.
Es indispensable tomar medidas para garantizar que ninguna tarea reste tiempo a
la enseñanza y que durante el tiempo que niñas y niños permanecen en la escuela
participen en actividades educativas interesantes, relacionadas con los propósitos
educativos básicos. ¿Qué piensas de esta consideración?
Una escuela que funcione como unidad educativa (y no sólo como unidad
administrativa)
Aunque en nuestro sistema educativo existen propósitos generales que todas las
niñas y todos los niños -independientemente de su origen étnico, social o de su
ambiente familiar- deben alcanzar al final de un nivel educativo, en la práctica
cotidiana muchos profesores trabajan siguiendo los temas y la secuencia
establecida en el programa de cada grado escolar o en el libro de texto sin tomar
en cuenta esas metas fundamentales y la situación de cada alumno respecto a
ellas. En muchas de nuestras aulas la clase comienza cuando el profesor señala:
"Abran el libro de matemáticas y resuelvan de la página 45 a la 52, después
reviso", o bien se prefieren otros materiales con ejercicios simples, que son
efectivos para entretener a los niños pero poco útiles para aprender. Asimismo,
hay escuelas donde la comunicación entre colegas alrededor de asuntos
profesionales elementales es prácticamente inexistente (por ejemplo, no se
dialoga con el profesor que atendió el grupo durante el ciclo anterior para conocer
a los alumnos y diseñar medidas de apoyo para quienes tienen dificultades
especiales). Al final, la imagen que queda de esas escuelas es que, en realidad, lo
único que les da unidad es el edificio escolar.
Hacer de cada escuela una unidad educativa, con metas comunes, con estilos de
trabajo congruentes entre sí y con los propósitos educativos, con formas de
relación estimulantes para el aprendizaje no sólo de conocimientos, sino también
de habilidades y valores exige, desde luego, una eficaz colaboración entre todos
los integrantes de la comunidad escolar y una nueva forma de ejercicio de la
función directiva.
Desarrolla las tres premisas que señalan el funcionamiento de una escuela como
unidad:
Está todavía más ausente la evaluación de los resultados que obtiene cada
escuela; cuando se trata de identificar problemas y sus causas, un hecho que
hemos constatado en muchas escuelas es que la primera reacción de los
profesores y directivos es explicar las deficiencias en los resultados como
producto exclusivo de factores externos a la escuela: desnutrición, violencia,
medios de comunicación, desintegración familiar, pobreza o miseria, sin calibrar la
influencia de la escuela y del trabajo del maestro. Al explicar los resultados
educativos por la influencia de factores externos, en realidad se mantiene implícita
la idea de que la escuela y el trabajo del maestro tienen poca influencia sobre los
resultados que obtienen los alumnos; ello permite "desresponsabilizarse" de los
resultados del trabajo docente y educativo en general.
Una nueva escuela reconoce el derecho de los padres a la información acerca del
trabajo realizado en la escuela, acepta que su interés es legitimo y los involucra
como aliados en la tarea educativa, especialmente en cuestiones que le
corresponden: el cuidado de la salud física y mental de los niños, el
establecimiento de un ambiente familiar que fomente la seguridad y la confianza
de cada niño, el interés por lo que los niños hacen en la escuela. Ello no implica
desconocer el hecho de que existen familias o niños en condiciones
extraordinariamente precarias, para quienes la escuela es la única opción para
convivir en un ambiente sano y para aprender sistemáticamente. La propuesta de
convertir a las madres y a los padres de familia en aliados de la tarea educativa no
debe confundirse con la delegación de nuestra responsabilidad profesional, lo cual
sucede cuando se les pide enseñar a sus hijos los temas que no han comprendido
o los que no han sido tratados en clase.
Gran parte de lo que se hace o deja de hacerse en las escuelas depende de las
formas de ejercicio de la función directiva. Desde cuestiones elementales como el
cumplimiento de las responsabilidades laborales (asistencia y puntualidad), el
acceso a los recursos educativos de la escuela (libros y otros materiales) y el uso
del tiempo escolar, hasta cuestiones menos observables pero igual de
importantes: la jerarquía entre las tareas (por ejemplo, la importancia que se
concede a los concursos frente al trabajo sistemático y cotidiano con los alumnos
en el grupo), la administración de los derechos laborales y de las sanciones que
corresponden al incumplimiento de las normas laborales (cuándo se aplican, a
quiénes se aplican), el tipo de relación que se promueve entre los integrantes de la
planta docente y entre éstos y las madres y los padres de familia. El ejercicio de la
función directiva define, en muchos casos, la imagen y el ambiente escolar.
Una nueva escuela requiere que los directores conozcan a fondo la misión de la
escuela, sus implicaciones para cada grado escolar, para el trabajo de cada
maestro y para la organización escolar en su conjunto y que, con esta base,
tengan capacidad para realizar las siguientes acciones:
La observación cuidadosa del proceso que han experimentado las escuelas donde
el personal docente y directivo han decidido voluntariamente su incorporación al
proyecto “La gestión en la escuela primaria”, ha demostrado que es posible
transformar varios rasgos de la cultura escolar establecida. Sin embargo, es
necesario señalar que -pese a los avances que se observan en las escuelas
participantes en este proyecto-, el establecimiento duradero de estos rasgos
demanda medidas de orden laboral y político, administrativo, de formación en el
trabajo y de un conjunto de estímulos para el buen desempeño. Así, por ejemplo,
es muy probable que profesores y directivos de una escuela, que realizan una
intensa actividad se desalienten si no encuentran respuestas a su trabajo en las
autoridades superiores o si los mecanismos de promoción laboral siguen
obedeciendo, como sucede con frecuencia, a criterios ajenos al trabajo
académico. Algunas de las medidas indispensables son las siguientes: