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Capitulo 6 BRASIL COLONIAL: PLANTACIONES Y PERIFERIAS, 1580-1750 Azican ¥ ESCLAVOS <, los estlvos, cf ganado ¥ otros squipamicntos, En este capitulo es usado tanto para {desri cl mona propiamente dicho como para rferinos al complejo econsmico en ‘eo os casos de manutencion nila produccion no azucareta 206 HISTORIA DE AMERICA LATINA Cuapro 3 Productividad esclava en relacidn con el precio de compra (reis) 3 4 “Duracin L Valor anual Valor mensal dela reponciine Pro por 2 delaproduccioa dela producain — deun cleo arobade —_Precopor_drumecvo.—deunecavo.” -enmesse ‘Atos aticar Manco homie ano. ooh Pedy (eek Se 12) (eo Zech 4) 1608 308000438200 «35600 83 1622 298000 22820018860 156 1635 398000 32874928730 143 1650 498000 45815138760. Bo 1670 18177 458000478080 38923 ns 1680 1$109 438000445360 3$696 116 1700" ——1$600-—_-80S000- 48005400 148 i710 18200 120$000 48800048000. 3000 175% 14001408000 6800048666 30.0 * Estimacion de José da SiN Lishoa (170) de un embalaje de 40 arrobes por eslavo. * Valores de promedios representados desde 1698 a 1704, Citrasbasadas en Anton, Cultura e opuencta “AHL, Bahia caja 61 (informe presentado ala Mesa da Inspecto). Todas as cifras estan basadas en las cuentas del Ingenio Sergipe, Bahia tos, para no tener problemas con los esclavos, y que estos tltimos entonces los transmitieran a los hombres libres e incluso a Jos blancos."? Si bien los esclavos eran usados para todo tipo de trabajos, la mayoria traba- jaba en los ingenios y en los campos de caf. La mayoria de éstos eran escravos de fouce e enxada (esclavos de hoz y azada), pero aquellos que tenian especial zaciones artesanas y aquellos que trabajaban en el interior del trapiche como cal- dereros fueron mucho més valorados por sus amos. Los esclavos domésticos, a menudo mulatos, eran favorecidos, pero en nimero eran relativamente pocos. Ocasionalmente, en el ingenio los esclavos desempehaban tareas directivas, ‘como por ejemplo maquinistas o més raramente patrones. En la narracién sobre Bahia, mencionada anteriormente, el 54 por 100 figuraban como eselavos dedi- ccados al campo, e1 13 por 100 como trabajadores del trapiche, otto 13 por 100 ‘como esclavos domésticos, el 7 por 100 como artesanos y el 10 por 100 como bbarqueros y carreteros; mientras que los esclavos enumerados que ocupaban ta- reas directivas constituian solo un 1 por 100, A los negros nacidos en Brasil, ds nominados criouios (criollos), y a Tos mulatos se los preferia como esclavos do- Imésios alos sitimos « menudo se Jos eseogia para instruttos ene trabajo artesanal La distribucién profesional de la fuerza de trabajo esclava refleja las jerar 4quias de la sociedad esclava, Se hacian distinciones entre el bozal recién Megado de Africa, y el Jadino o esclavo aculturado. Ademés, también se reconocia una 13, Nuno Marques Perira, Compendio narrative do peregrina da America, Lisboa, 1728, pp. 15130 PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS. 207 jerarquia de color, por la cual los mulatos recibian un trato preferencial. Las dos sgradaciones de color y cultura existentes se cruzaron de manera previsible, con los africanos tendiendo hacia uno de los extremos de la escala, los mulatos hacia el otto, ¥ os criollos entre ambos. La preferencia mostrada hacia los mulatos, a como Sus ventajas, por otra parte, estuvieron acompaiiadas por prejuicios en contra de ellos, tales como el de inconstantes, astutos y arrogantes. Las jerar- quias de color y cultura fueron, por supuesto, ereadas por los amos de los estla~ Vos, y es dificil saber hasta qué punto estas jerarquias fueron aceptadas por los propios esclavos. No obstante, la rivalidad entre los africanos y los criollos en las tunidades de miliciay la existencia de congregaciones religiosas basadas en el co- lor o en el origen afficano, indica que estas distinciones fueron mantenidas por la poblacién de color. En cuanto al mito popular de que el esclavismo brasilefio era por naturaleza benigno, en las sitimas dos décadas ha sido en gran medida desacreditado por los estudiosos del tema, La mayoria de los observadores contemporineos co- mentaban que para el funcionamiento esclavo, Ia comida, la ropa y el castigo eran imprescindibles. Al parecer hubo generosas porciones de lo dltimo, pero por lo que respecta a los abastecimientos para los esclavos en las zonas de plan- tacién, eran minimos. A pesar del esfuerzo considerable para convertir a los es- clavos al catolicismo, y para que cumplieran con los preceptos sacramentales de la Iglesia, la realidad parece haber sido bastante distinta. Los indices elevados de ilegitimidad entre la poblacién esclava y los indices bajos de nacimientos, indican que el matrimonio legal era infrecuente. En lugar de considerar los esclavos ‘como miembros de una familia extensa, parece que imperé una natural hostili- dad surgida de la relacién amo-esclavo. El administrador del Ingenio Santana, cen Iihéus, se quejaba de que los 178 esclavos que tenia a su cargo eran «demo~ nos, ladrones y enemigos». El contrapunto de la vida de plantacién estaba for- mado por las demandas de los amos y por la terquedad de los esclavos, expre- sada a través de huidas, simulaciones, quejas y algunas veces violencia. Los plantadores engatusaban y amenazaban, haciendo uso de los castigos y de las re~ compensas para estimular el trabajo. Para inducirlos a la cooperacidn, a los es- clavos se les daba jugo de azdcar o ron, podian recibir provisiones extras e in= cluso la promesa de una libertad eventual. La exposicidn siguiente, realizada por tun administrador de un ingenio en los aos de 1720, describe vivamente la tex- tura del esclavismo de la plantaci6n brasilena, y a habilidad de los esclavos para maniobrar dentro de su posicién subordinada El tiempo de sw servicio no es mis de cinco horas por di, ¥ mucho menos cuando el trabgjo esté lejos. Fs la multtud la que hace todo e} trabajo igual que en luna comunidad de hormigas. ¥ cuando yo les day una reprimenda con cl ejemplo de los blancos y sus esclavos que trabajan bien, ellos contestan que los blancos ta Dajan y ganan dinero, mientras que ellos no ganan nada y que is escavos de estos blancos que trabajan reciben suficiente ropa y alimentos..- Algunas veces es nece ‘ati visitar los alojamientos dos o tres veces al dia para sacaros de all... 2 aque- los que silo estin finiendo una enfermedad. Dios sabe lo que yo sulro por no re ‘curr al castigo para poder evitar que haya fugitives. Cuando yo me quej, ellos 14. ANTT, Cartrio dos Jesuits, legajo 15, nimero 28, 208 MISTORIA DE AMERICA LATINA apuntan hacia sus estomagos y dicen «el estmago hace andar al huey®. dndome a entender que yo no los alimento. Son mis pecados que me han mandado aun inge Las respuestas a las condiciones existentes del esclavismo fueron limitadas, yendo desde el conformismo a la rebelin. La forma mas comin de resistencia fue la huida, que fue endémica en todas las dreas de plantaciGn. Casi siempre en los inventarios de las propiedades se anotan dos 0 tres esclavos escapados. Los plantadores contrataban cazadores de esclavos, capitdes do mato, oficiales, que ‘menudo eran negros libres, que se dedicaban a la busqueda y captura de los fugi tivos, En 1612, se crearon capitdes do mato en ocho municipios de Pernambuco, y hacia 1825, el senado da cimara de Salvador puso precio fijo para la captura ide esclavos fugitivos. Cuando éstos pudieron, crearon sus propias comunidades de exilio, mocambos 0 quilombos, en areas inaccesibles, De tamafio pequenio {alrededor de 100 personas), estas comunidades sobrevivieron practicando la agricultura de subsistencia en combinaciGn con las correrias, Se organizaron ex- ppediciones para destruir dichos quilombos, conducidas por los capitaes do mato al mando de tropas auxiliares indigenas. Aungue la mayoria de los mocambos tenian una corta duracién, los pocos fugitivos que lograban librarse de la recap- tura formaban una nueva comunidad. Durante el periodo en discusién, Ia comunidad fugitiva més importante fue la del gran grupo de villas localizadas en la actualidad en Alagoas, y conocidas colectivamente como Palmares. Los primeros mocambos de esta regidn se for- maron probablemente alrededor de 1605, y el numero de sus integrantes au- ‘ment6 durante la invasién holandesa de Pernambuco. Periddicamente, tanto las autoridades portuguesas como holandesas organizaron expediciones para des- truir Palmares, pero todas ellas fracasaron. Hacia los aos de 1670, se informé que el numero de esclavos fugitivos en Palmares sobrepasaba los 20.000, pero probablemente esto es una exageraciOn, ya que tal cantidad se igualaria a la de todos los esclavos de los ingenios de Pernambuco. Sin embargo, Palmares fue, al decir de todos, una comunidad muy grande que contenia miles de esclavos fugi- tivos y abarcaba diversas villas y, al menos, dos pueblos mayores, llamados en esa época por el término kimbundu quilombo (ki-lombo). En 1676-1677, se lle~ varon a cabo expediciones punitivas portuguesas de gran magnitud bajo las ér- denes de Fernao Carilho, a las que siguieron, en 1678, negociaciones de tratado infructuosas. Después de una defensa heroica, el quilombo de Palmares fue, en 1695, finalmente destruido y sus lideres ejecutados. Sin embargo, los quilombos resistieron obstinadamente y hasta 1746 los indios y esclavos todavia se concen- ‘traban en el emplazamiento de Palmares."" La otra alternativa importante al esclavismo fue proporcionada por la manu- tmisin. Las tradiciones ibéricas de esclavismo proveyeron algunas bases para el fenémeno de manumisién voluntaria. Los esclavos que habian desempenado ser- vicios largos y de plena confianza o los nifios criados en la casa de la plantacién 1S, Jerdnimo da Gama (IIhéus, 1753), ANTT, Camtério dos Jesuits, lyajo $4, mime= ro 5S 16, AHU, papeles suetos [PA], Alagows, caja 2 (2 de agosto de 1746). PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS. 209 eran escogidos para la concesién de libertad, pero igual de importante fue el pro~ cces0 de autocompra, por el cual los esclavos reunfan fondos para. comprar su propia libertad. Un estudio de las cartas de manumision de Bahia, desde 1684 a 1745, revela que las mujeres se liberaban con doble frecuencia que los hom bres.” Las oportunidades mejores de libertad los varones las tuvieron cuando eran nifos. En relacion al numero de habitantes, os esclavos criollos y mulatos conseguian su libertad mucho més frecuentemente que los africanos. La propor- cidn de compras de manumisiones crecid durante el siglo xvi, hasta el punto de {que en los ahos de 1740 las dos formas de concesién aleanzaron niimeros simila- es. En cierto modo, el gran niimero de manumisiones compradas cuestionan los argumentos hechos algunas veces sobre los aspectos humanitarios de la manumi- si6n en Brasil, como el hecho de que alrededor de un 20 por 100 de las cartas de _manumisién fuera concedido condicionalmente dependiente de otro servicio del esclavo. Los métodos seguidos para conceder las cartas de manumisiOn revelan una vvez mis la jerarquia de color y aculturacin que caracteriza otros aspectos del es- clavismo brasilefio, Como grupo, los mulatos fueron el sector més pequeio de la poblacién esclava, pero en lo que concierne a la manumisién ellos fueron parti- cularmente favorecidos; les seguian los negros nacidos en Brasil y, en tltimo lu- ‘gar, los afticanos como los que menos cartas de manumisién recibieron, a pesar de componer el segmento de la poblacién esclava més numeroso. El proceso de manumisién fue una mezcla compleja de imperativos ibéricos culturales y reli- ‘giosos y de consideraciones econdmicas, pero esté claro que cuanto ms acultu- rado era el esclavo y més claro su color, mejores oportunidades tenia de obtener su libertad, Durante el transcurso del siglo xvu Ia manumisién empez6 lenta- mente a producir una clase de libertos, entre aquellos primeros esclavos que desempefiaron una serie de funciones de caricter bajo e intermedio en la vida econémica brasilena. La pauta de liberar a las mujeres y a 10s nifios también tendié a incrementar la capacidad reproductiva de la poblacién de color libre, al tiempo que reducia la capacidad entre la poblacidn esclava, afiadiendo, de este modo, otra razén al indice de crecimiento natural negativo de la poblacisn es lava brasilefia, ‘Teniendo en cuenta que los ingenios formaron el eje alrededor del cual gir6 la economia de la colonia, no es sorprendente que los plantadores © sefores de Ingenio ejercieran un poder social, politico y econémico considerable. Mientras algunos miembros de la nobleza titulada de Portugal, como el duque de Mon- santo, poseyeron algunos ingenios en Brasil, ellos no estuvieron presentes para administrar sus propiedades, limitandose a depender de sus agentes y capataces en la colonia. La mayoria de las primeras sesmarias (concesiones de tierras) fue= ron a parar a plebeyos que habian participado en la conquista y colonizacion de la costa, En general, la clase plantadora no era de origen noble, sino que estaba compuesta de gente comiin, que vieron en el azicar un medio de riqueza y de ‘movilidad social ascendente. Se decia que el titulo de seftor de ingenio en Brasil 17, Stuart B. Schwartz, «The manumission of slaves in colonial Brazil: Bahia, 1684- 17450, Hispante American Historical Review [HAAR $4, (noviembre 1974), pp. 603-635, 210 equivalente al de conde en Portugal, y, en este sentido, los plantadores brasi- Tefios intentaron identificarse con este papel. La riqueza y lujo de éstos lamé ta atencidn de los visitantes. Aunque fos plantadores hacfan un gran alarde de pie~ dad, ¢ incluso algunos mantenian capellanes a plenta dedicacion en sus ingenios. ‘menudo no convencieron a los observadores eclesidsticos. Fl padre Manuel Nobrega escribia, «estos brasilenos no prestan atencién a nada, a excepcién de sus ingenios y riquezas, a pesar de que ello sea la perdicidn de todas sus al- mass." El luchar para obtener una posicién social y su reconocimiento a través de los simbolos de nobleza tradicionales —titulos, érdenes militares y vinculos de propiedad— deben ser vistos como un signo predominante de la clase planta~ dora. Un informe gubernamental de 1591, sugeria que las aspiraciones de los plantadores debian ser manipuladas para fines reales, ya que los sefiores de inge- rio «estaban tan bien dotados de riquezas y tan faltos de los privilegios y hono- res de los caballleros, rangos nobles y pensiones>. Los genealogistas del siglo xvin constantemente se esforzaban ea difuminar la distincidn entre Tas familias de linaje y de origen noble y aquellas que reclamaban una posicién alta, basada simplemente en la longevidad y el éxito. En trabajos como los de Borges da Fon seca, natural de Pernambuco, las familias plantadoras pasaron a ser enobles» por antigiedad» e, incluso, son justificadas las de origen indio."” Una familia como los Monteiros podria ser descrita como «que se habia mantenido pura y toda hoy con suficiente nobleza». De hecho, aunque la clase plantadora brasilefia ejercid una influencia considerable en la colonia, no se convirtié en nobleza he~ reditaria; no se repartieron titulos; los morgados (mayorazgos, vineulos de pro- piedad) S6lo se concedieron en algunos casos; y la donacién de Srdenes militares ‘no era frecuente. Los seores de ingenio fueron una aristocracia colonial, inva- riablemente blanca o aceptada como tal, localmente poderosa y favorecida, pero no legaron a ser una nobleza hereditaria, Al carecer de las exenciones y privile- gios de un estado hereditario, los plantadores fueron relativamente debiles en su acceso al poder regio. La historiografia tradicional del Brasil colonial ha tendido a incrustar a la clase plantadora una patina romantica, que dificulta la percepcién de sus carac teristicas sociales. El énfasis puesto por los gencalogistas sobre la antigiedad de Jas familias plantadoras importantes proyecto una impresion de estabilidad falsa entre la clase plantadora, De hecho, la industria azucarera cre6 una clase planta: dora altamente voluble, con ingenios que cambiaban de manos constantemente, ¥¥ con muchos mas fracasos que Exitos. En realidad, la estabilidad fue proporcio- nada por los propios ingenios, al aparecer continuamente durante siglos los mis: ‘mos nombres en tales propiedades. En cambio, los propietarios y sus familias pa- Tece ser que fueron menos estables. El excesivo Enfasis puesto en torno a las familias dominantes que sobrevivieron las vicisitudes de la economia colonial ha oscurecido este punto, 18. Seraim Leite od. Caras do sil © mais escrito do Padre Manuel da Nabrega. Coimbra, 1985, p. 336. 19.” Antinio Jost Vietoriano Borges da Fonseca, «Nobibarchit permambucins, en ‘Anais da Bibblioveca Nacional de Rio de Janeiro [ABNRI|, 47 (1925) ¥ 48 (1926), Rio 8 Ja eit, 1935, vol Tp. 462 PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS 20 De hecho, la investigacin seria sobre ls plantadores azueareros como grupo social a sido mas bien escasa. La excepeidn principal es un estudio detallado de 80 seores de ingenio de Bahia durante el periodo 1680-1725. Un siglo 0 mis después del establecimiento de la industria azucarera, casi el 60 por 100 de estos, plantadores eran inmigrantes o hijos de inmigrantes, indicando este modelo un flujo y una moviidad considerable dentro de la categoria de los plantadores. ‘Aunque grandes familias como las de Aragio, Monis Barreto, Argolos fueron brasilenas de tercera o quinta generacidn, existeron a la vez pautas de conducta ‘que permitieron la entrada alos inmigrantes. Un fendmeno comiin era el del co merciante, portugués de nacimiento, que él mismo o su hijo contrajera matrimo- nio con la hija de una familia plantadora brasilefa, Mientras las vieja familias de plantadores tendieron a casarse entre ellas, siempre se enconte6 lugar para hijos politicos que fueran comerciantes con avceso al capital u oidores y abogados de la Relagdo (Tribunal Supremo), aportando de este modo prestigio, nombre e in- fTuencia politica. Obviamente, el matrimonio acordado era un elemento clave en la estratepia del éxito de una familia Parece ser que fue una pauta comiin que los plantadores vivieran en sus pro- piedades. De hecho, algunos han sugerido que la ausencia de absentismo fue la caracteristcas principal en el desarrollo de una relacién pattarcal entre los amos ¥ esclavos. Si bien es cierto que los plantadores brasilenos residieron en la casa ‘grande, la mayoria de los ingenios de Bahia, y muchos de los de Pernambuco, estuvieron bastante cerca de las ciudades portuarias; de este modo, se posibili {aba un movimiento ¢ intercambio constante entre el ingenio y ta ciudad. Mu- chos plantadores mantuvieron residencias urbanas, y trataron en persona sus ne~ gocios en la ciudad. No era raro que el mismo propietario fuera dueno de més de 1 ingenio, y algunos también eran propiedad de establecimientosrclgiosos, ad ‘ministrados por mayordomos. En este sentido, la imagen de la familia planta- dora residente debe, en cierto modo, set modificada. Los plantadores azueareros tampoco fueron semejantes a los sefiores feudales, viviendo aislados y rodeados de esclavos y criados y con escaso interés hacia el mundo exterior. La inversiGn en estancias ganaderas, transporte y propiedades urbanas fue comtin por parte de los plantadores, y, a menudo, el comerciante que habia adquirido un ingenio azucarero continusba sus actividades meteantiles. La cotizacin tikima en el mercado azucarero de Amsterdam o de Lisboa era de interés constante. Un vie trey del silo xvi, nostélgico de los salones europeos, se quejaba de que la tnica conversacién que él oy6 en Brasil versaba en torno a las expectativas de la cos cha del proximo aio. Desde sus origenes la industria azuearera dependié de un segundo grupo de cultivadores, que no poseian sus propios ingenios, pero que suministraban cafa a los ingenios de otros. Estos cultivadores de cata fueron un estrato distintivo en ta sociedad colonial, part integrante del sector azucarero y orgullosos del titulo de lavrador de cana (labrador de cafa), aunque con frecuencia mantenian e1 20, Rac Flory, «Bahian society in the mid-colonil period: the sugar planters, ybaceo growers, merchants and artis of Salvador and the Recansavo, 1680-1725, tens Joctoral. University of Texas, 1978. El periodo que cubre cate estudio fue una época de ess 9. por lO tanto, los resultados debon usase con Cuidado, pero éste ese Unico que existe para eta 212 HISTORIA DE AMERICA LATINA frentamientos con los sehores de ingenio. Durante el siglo xvi tal vez habia una media de cuatro a siete labradores de cata en cada ingenio, suministrando catia ‘mediante una amplia gama de acuerdos. Los labradores de cana mas privilegia~ dos eran aquellos que mantenian los titulos de propiedad de sus tierraslimpios y ‘in gravamenes, y de esta manera estaban en condiciones de negociar un mejor contrato de molienda. Cuando la cata era escasa, los labradores de cafa estaban ‘mas consentidos por los seftores de ingenio, quienes estaban dispuestos a pres- tarles esclavos 0 bueyes o proporcionarles lefla con tal de asegurarse la caf, Muchos cultivadores, sin embargo, trabajaron partidos da cana, es decir, tierra que estaba «obligada> a un ingenio particular. Estos labradores de cafa , entonces, pagaban tuna renta en forma de porcentaje de su mitad de azticar. Esto, también, varié de tn tercio a un vigésimo, segtin el tiempo y lugar, pero los seiores de ingenio pre~ ferian arvendar sus tierras mejores a los cultivadores que poseyeran recursos considerables, quienes podfan aceptar la obligacidn de un tercio. Cominmente, los contratos eran de 9 0 18 aos, pero algunas veces se vendiian parcelas con un ‘compromiso indefinido, En teoria, la relacidn entre el labrador de cata y el seitor de ingenio era rec proca, pera la mayoria de los observadores coloniales reconocieron que cn il- tima instancia el poder estaba en manos del sefior. El labrador aceptaba la obli- gacién de proveer cafta a un ingenio particular, pagando dafos y perjuicios si la cana se dirigia hacia otto sitio. EI sefior de ingenio, por su parte, se comprometia a triturar la eafa en la época apropiada, a tantas tarefas por semana. Si bien es- tos acuerdos, algunas veces, tomaban la forma de contrato escrito (especial- mente en lo referente a la parte de ventas y créditos), frecuentemente se hacfan de forma oral. Normalmente, el poder real estaba en manos del propietario del ingenio, quien podia desplazar al labrador, rehuir el pago de las mejoras hechas en la tierra, falsear la cantidad de azdicar producida o, incluso peor, negarse a ti- turar la cana en la época apropiada y arruinar el trabajo de todo el ano. Esta re- lacién desigual produjo tensiones entre los propietarios de ingenios y los agricul- tores de cana, Socialmente, los labradores de cafta procedian de un sector econémicamen- te amplio, aungue racialmente estrecho. Dentro del grupo de los agricultor de catia se podian encontrar hombres humildes con 2 0 3 esclavos y agriculto- res de cana ricos con 20 0 30 esclavos, al igual que comerciantes, profesionales urbanos, hombres de alta graduacién militar o con pretensiones de nobleza. Per- sonas éstas, que en todos los aspectos provenian de un origen y medio similar al de la clase plantadora. Sin embargo, junto a los cultivadores de caf hubo aque- os que el cultivo de unas cuantas hectareas de caia agotd todos sus recursos. ‘Asi otra vez, como con los seftores de ingenio, hubo una cierta incstabilidad er tre la poblacidn agraria, gente que se arriesgaba, plantaba unas cuantas tarefas PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS 213 (equivalente a 4.356 m2) y, después, quebraba. En 18 zafras del Ingenio Sergipe, entre 1622 y 1652, casi el 60 por 100 de los 128 labradores aparecieron en me- nos de tres cosechas. En este periodo, sin embargo, los labradores de cata eran, casi sin excepcién, blancos, europeos o brasilefios de nacimiento. Poca gente de color pudo vencer las desventajas del origen y los prejuicios existentes contra los pardos y acceder @ la categoria de los cultivadores azucareros. En resumen, los labradores de cafia fueron «protoplantadores», a menudo, del mismo origen so- cial que los plantadores, aunque carecieron del capital o crédito necesario para establecer un ingenio. El valor de una finca azucarera promedio alcanzaba qui- zs una quinta parte del de un ingenio promedio, reflejando seguramente la ri- queza relativa de ambos grupos. La existencia de una amplia clase de agricultores de cafa diferencié la eco- nomia azucarera brasilena colonial de ta de las Indias espariolas o de las islas ca- ribenas inglesas y francesas. En las primeras fases de la industria, ello supuso que las cargas y riesgos del desarrollo azucarero estuvieron ampliamente repartidos. Tambien signifies que la estructura de la propiedad esclava fuera compleja, ya que un gran miimero de esclavos vivia en unidades de 6 a 10 de ellos, més que en Tas de centenares de las grandes plantaciones. Los datos de fines del periodo co- lonial sugieren que quiza un tercio de los esclavos que trabajaban el aziicar fu ran propiedad de los labradores de cafa. Finalmente, la existencia de los labra- dores de cafa se aftadié a los problemas del Brasil colonial, al pasar la economia azucarera por tiempos dificiles a fines del siglo xvit, Se Hlevaron a cabo varios in- tentos para limitar la construccién de nuevos ingenios, pero el limitar las oportu- hiidades de que los labradores de caita pudieran convertirse en sefiores de inge- rio fue percibido como atin mas perjudicial para la salud de la industria que la propia proliferacion de ingenios. Existié el parecer que para atraer cultivadores de cafa, la industria al menos tenia que ofrecer esperanzas de movilidad social, aun cuando el ineremento de la produccién tuviera un efecto negativo sobre el precio del azticar, ya en franco descenso debido a la competencia extranjera. ‘A pesar del natural antagonismo entre los sefiores de ingenio y los labradores de cafta, estos dos grupos son considerados como sustratos de la misma clase, principalmente diferenciados por la riqueza, pero compartiendo actitudes, ori- gen y aspiraciones comunes. Los conflictos entre ambos podian Megar a ser en- carmizados, pero los dos grupos juntos constituyeron un sector azucarero con intereses similares en cuestiones de politica comercial, sistema tributario y rel ciones con los otros; a la vez, ambos disfrutaron de las posiciones politicas y so- ciales més altas de la colonia, dominando los senados da cimara, las prestigiosas hhermandades laicas y los cargos en la milicia De modo considerable, los sectores blancos y de color libres, que realizaban ‘una amplia gama de tareas como trabajadores asalariados en la plantacion, pose- yeron una posicién social baja. Los documentos del siglo xvi raramente mencio- than a los agregados © moradores, que eran habituales en el siglo xvin, aunque regularmente los ingenios empleaban lenadores, barqueros, carpinteros, albani- les y otros artesanos. De hecho, hubo dos clases de empleados en las plantacio- nes: aquellos que recibian un salario anual (soldada) y los que eran pagados & diario 0 por cada trabajo realizado. Entre los primeros, generalmente, se incluian a los maestros azucareros, los supervisores, los barqueros y. algunas veces, a los 214 misron caldereros, En cambio, a los carpinteros, albafiles y lefadores se los empleaba s6lo cuando hacian falta. Una vez mas, las jerarquias de color y raza aparecen en los documentos. En este caso, Ios indios, cualquiera que fuera su ocupacion, de ‘manera invariable eran peor remunerados que los blancos o negros libres en la realizacién de trabajos similares. Ademds, los indios eran normalmente contrata- dos por trabajo o por mes, y pagados mas bien en especies que en dinero, indica~ cones que muestran la escasa integracidn en el mercado salarial de tipo europeo. En el drea de las ocupaciones de tipo artesanal, era donde la gente libre de color fa aspirar a tener alguna oportunidad de ascenso. Pero, al igual que en otras actividades productivas, los artesanos en Tos ingenios a menudo posefan sus pro- pios eselavos. {A pesar de que determinada historiografia ha enfatizado los aspectos seiio- riales de la clase plantadora, el cultivo del azticar fue un negocio estrechamente vineulado a las ganancias ¥_pérdidas. Segiin los eriterios contemporsineos, el establecimiento de un ingenio era una operacién cara. A mitad del siglo xvu, la construccion de un ingenio requeria una inversién de capital de alrededor de 15.000 milreis. La adquisicién de la tierra se realizd a través de concesio- nes de sesmarias 0 mediante compra, pero en este periodo parece ser que la tc rra no fue el factor de produccién mas importante, puesto que en las transaccio- nes y testamentos raramente se especificaba la extension y valor dela tierra. En cambio, se ponia mucho més cuidado en la identificacion y valoracién de la fuerza de trabajo. En 1751, se estimé que los eselavos eran el factor de produc- cin més caro, consttuyendo el 36 por 100 del valor total de la plantacién. La tierra se valor6 en un 19 por 100, el ganado en un 4 por 100, as instalaciones en ‘un 18 por 100 y el equipo de la maquinaria en un 23 por 100. Los salarios de los trabajadores libres se calcularon en un 23 por 100 del total de los costos anus, el mantenimiento de los esclavos en un 16 por 100 y la reposicin de los mismos nun 19 por 100, por una pérdida anual estimada de un 10 por 100 de la fuerza de trabajo esclava" En este sentido, los eostos relacionados con la mano de ‘obra representaban casi un 60 por 100 del desembolso anual. La leia fue el otro articulo que ocasionaba un gasto considerable, que iba de un 12 a un 21 por 100 4e los costs, dependiendo de su disponibilidad y de la localizacin del ingenio, Con una documentacién de plantacion disponible tan escasa, es dificil establecer la rentabilidad de la industria, sino es en términos muy generales. Los primeros ‘observadores del Brasil, siempre comentaban en torno ila opulencia y lujo de la clase plantadora, al tiempo que los propios plantadoresestaban solicitando eon- tinuamente exencidn de impuestos 0 una moratoria en los pagos de a deuda por motivos de pobreza. Para el establecimiento y funcionamiento de los ingenios, el eréditoy el eapi- tal procedieron de dstintas fuentes. Enel siglo xv1 parece que se hizo desde Eu ropa alguna inversiGn directa en la industria azucarera brasileta, pero existe poca evidencia de ello en el siglo xv. Un método de reunir fondos para invertir (Camara de Salvador a la Corona, AHL. PA. Bahia, caja 61 (1751), Véase tambien Frédéric Mauro, «Contabilidade teria ¢ contabilidade préctica no scculo xvii», en Nova hi ‘ria e ovo mundo, S40 Palo, 1969, pp. 135-148. PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS. 215 en un ingenio azucarero, podria llamarse modelo «Robinson Crusoe», ya que el héroe de Defoe lo practicé durante su estancia en Bahia (1655-1692), siendo también relatado en otras fuentes. Dicho método consistia en el cultivo de man dioca,tabaco w otros cultivos con la esperanza de acumular, en compania de un comerciante local, suficiente capital 0 crédito para la construecién de un ingenio azucarero. Probablemente, las mejores oportunidades de este planteamiento de an encontrarse en elcultivo de la cana de azicar para procesar en el ingenio de otro, Los eréditos provenian de diversas intitucionesreligioss, tales como la ea ritativa hermandad de Miscricordia y las érdenes terceras de San Francisco y de San Antonio. El tipo de interés cargado por ests instituciones estaba fjado, me diante derecho canénico y civil, en un 6,25 por 100, de esta manera sus eréditos tendieron a ser contratos con bajo interés y con escaso riesgo, hechos con miem= bros de la elite colonial, muchos de los cuales eran miembros de estos cuerpos. Estos prestamistas insitucionales favorecieron la industria azucarera. En 1694, de los 90 créditos dados por Misericordia de Salvador, garantizados por hipot cas sobre propiedades agricolas, 24 eran sobre ingenios y 47 sobre haciendas de caia. Uno sospecha que tales prestamistasinsttucionales preferian efectuar eré- ditos para el desembolso de capital incial destinado a la instalacién de un inge- nio 0 de una finca de cata, puesto que los préstamos para los gastos de explota- cin eran mucho mis difiiles de obtener Para los gastos de explotacidn, y para aquellos que no tenfan aeceso a fas fuentes de crédito institucional, la otra alternativa eran los prestamistas privados, principalmente comerciantes. Aunque tambign los comerciantes estuvieron coat” tados por leyes contrarias a la usura, éstos encontraron medios para extract tipos de inserés mucho mas elevados, a menudo prestando fondos contra una cosecha futura a precio predeterminade. Otras fuentes de crédito procedian de profesio- rales urbanos y otros senores de ingenio, pero el estudio de los ingenios de Bs hia, entre 1680 y 1725, indica que casi la mitad del dinero prestado provino de las instituciones rligiosas y una cuarta parte de los comerciantes.” A pesar de la fusion social entre plantadores y comerciantes, la relacién deudor-acreedor dio lugar a antagonismos y tensiones entre ellos, v, en muchas coyunturas, provocé posiciones de hostilidad —uno podria decir de clase— mutuas. ‘la larga, las cuestiones relacionadas con las finanzas y la rentabilidad no pueden ser vistas en términos estiticos. La situacién politica intemacional, el precio del azicar y las condiciones internas de la colonia produjeron cambios en las pautas de pérdidas y ganancias. En general se puede decir que durante la ma yor parte del periodo en discusién, Brasil estuvo enfrentada con la subida y caida de los precios de su azicar. El aumento del coste de los esclavos, que como he= mos visto representaba un desembolso de considerable importancia, indica los plantadores el problema con el que se tenian que enfrentar. Nosotros podemos hacer el mismo eéleulo que los plantadores hicieron: jeudnto costaba el azicar que se necesitaba para reponer un esclavo? La respuesta, dada en el cuadro 3, muestra que en 1710 el azicar costaba alrededor de cuatro veces mis de lo que costaba en 1608. La suerte definitiva de la economia azucarera braslefa se determinaba en los 22. Flory, Battan society, pp. 71-75, 216 MISTORIA DE AMERICA LATINA puertos de Amsterdam, Londres, Hamburgo y Génova. EI precio europeo del azicar Se dispar6 bruscamente a lo largo de la ultima mitad del siglo xvt. Des= pués de una ligera baja en los aos de 1610, el precio volvid a elevarse en la dé cada de 1620, debido, en parte, al desbaratamiento del suministro azucarero causado por los ataques holandeses en Brasil y las pérdidas sufridas por ta flota portuguesa, En 1621, con el fin de la Tregua de los Doce Atos, Brasil se convir~ tio en blanco de ataques, y desde 1630 a 1645 los holandeses ocuparon la mayor parte del noreste de Brasil, la mitad de la colonia, incluyendo Pernambuco, la capitania mas importante en produccidn de azdcar. En esta rea los plantadores lusobrasilefios continuaron produciendo azuicar, pero la Compafiia Holandesa de las Indias Oceidentales empez6 a exigir el pago de los créditos que ésta habia he- cho a aquellas personas que habian adquirido ingenios durante el periodo de do- minio holandés. La rebelion lusobrasilena, que estalld cn 1645, fue en parte una respuesta a la cada de los precios det azicar y a los aprietos con los que se en- contraron los propios plantadores. Durante la guerra, entre 1645 y 1654, la pro- duccién brasilemta qued6 desbaratada, y, mientras el precio del azicar subia en la bolsa de Amsterdam, caia en Brasil EI periodo holandés fue, en términos de desarrollo politico y social de la zona noreste, un hiato histérico. Después de 30 aitos de dominio holandés, en Brasil quedaron pocos vestigios tangibles de su presencia. En términos econémi- ‘cos generales, sin embargo, la posicién que llegé a ocupar Brasil dentro del sis- tema atlntico, nunca més volveria a repetitse, ni la concentracién regional de recursos econdmicos en el interior de la colonia volveria a ser lo que habia sido antes de 1630. En primer lugar, la destruccién y trastorno que causé la lucha afect6 seria- ‘mente la producciGn y exponacién azucareras. La toma de Salvador, en 1624, provocé la pérdida de mas de dos zafras y la captura de muchas embarcaciones; ¥ las expediciones contra Bahia, en 1627 y 1638, tuvieron consecuencias simila- res. EI ataque holandés a Reconcavo, en 1648, comporté la destruccién de 23, ingenios y la pérdida de 1.500 embalajes de azticar. Durante la guerra, la flota Portuguesa qued6 diezmada: entre 1630 y 1636, perdié 199 barcos, una cifra asombrosa, si uno no la compara con las 220 embarcaciones que se perdieron centre 1647-1648. Una vez iniciada la revuelta lusobrasilefia de 1645, la quema de ingenios y campos de cafa fue corriente en ambos lados, las capitanias bajo dominio holandés, la confiscacién y huida de los pro~ Pietarios hizo que de 149 ingenios, 65 estuvieran parados (fogo morto) en 1637, Durante la revuelta de 1645-1654, un tercio de los ingenios estuvieron sin fun- cionar. Aunque, alrededor de 1650, se difundi6 que las estimaciones de la capa- cidad de Pernambuco estaba en torno a los 25.000 embalajes, en realidad la ca- pitania slo producia 6.000. Los plantadores de Pernambuco huyeron hacia el sur, hacia Bahia o, incluso, Rio de Janeiro, trayendo consigo esclavos y capital Después de 1630, Bahia reemplaz6 a Pernambuco como la capitania con el ma- yor mimero de esclavos y como centro de la economia azucarera controlada por los portugueses. La economia azucarera de Rio de Janeiro se caracteriz6 por uunidades mis pequeiias, a menudo productoras de ron para la exportacion. Al- tededor de los afios de 1670, dicha bebida se extendié hacia el norte, dentro det ‘rea de los Campos de Goitacazes. PLANTACIONES ¥ PERIFERIAS 207 Aunque la economia azucarera de Pernambuco sufrié considerablemente durante los afios de 1640, Bahia y sus eapitanias ircundantes no disfrutaron de su nuevo liderato sin problemas. En la década de 1620, la produccidn de azicar brasilefio empez6 a nivelarse horizontalmente, y, en este sentido, la lucha de la década siguiente simplemente intensificé un proceso ya iniciado. Durante la ocu- pacion holandesa del noreste, la corona portuguesa intento generar fondos para llevar a cabo la guerra y satisfacer las necesidades de la defensa, pero se encon- U6 con que la disminucion de la produecién azucarera brasileia convertia esto cn algo muy dificil. En respuesta a lasituacion, la corona impuso a la produccién Yy comercio del azicar un gravamen pesado. En 1631 se impuso un eruzado (gual a 400 reis 0 reales) por embalae, al que le sigui, en 1647, oto de 10 cru zados. Era natural que la corona esperara financiar su defensa de la colonia gra- vando tinicamente el azicar. Los plantadores, por supuesto, se quejaron fuerte- mente por la imposicion de estas cargas y otras medidas de tiempo de guerra, tales como la incautacién de barcos y acuartelamiento de tropas. El daiio a la economia azucarera, la disminucin del precio internacional del anicar, por la competencia del Caribe y la Guerra de Restauracién en Portuzal, impidieron ala corona la abolcin de fos impuestos sobre la industria azuearera, Pero, por otto lado, la continuidad de los impuestosimpidié la reconstruccion y expansin de la industria A su ver, la disminucién de la produccidn signifies in- gtesos mis bajos en concepto de diezmos y otros impuestos normales, haciendo niecesaria la prolongacién de los impuestos extraordinarios. Los intents que se hicieron para romper este circu vieioso fracasaron. Por ejemplo, una propuesta para declarar una moratoria en todas las deudas contraidas antes de 1645, para ue permitiera a los plantadores acumular capital, tropez6 con la dura resisten- cia de los comerciantes-acreedores portugueses. Hacia cl final de la guerra, en 1654, cuando Brasil estaba otra vez bajo com pleto control portugués, y se podia esperar un retorno a la prosperidad inicial Jas fuentes de suministro azucarero de la comunidad atkinticay el nivel de parti cipacin de Brasil en étas habian cambiado considerablemente. Las colonias in- less, holandests y francesas del Caribe, que habian empezad a cultivar azicar durante los aftos de 1630, cuando las condiciones de precios eran favorables, ahora comenzaban a competir considerablemente con Brasil. El incremento de la produccisn de estos nuevos suministradores tendio a mantener los precios ba jos, especialmente en los aos de 1670 y 1680, cuando después de 1675, un pe- todo de paz europea general permitié una regularizacién del comercio de escla- vos y un crecimiento desenfrenado de la agricultura tropical. En el mercado de Lisboa, el precio de una arroba de azicar cay6 de 3S800 réis en 1654 a 1S300 en 1688 Los afios de 1680, en realidad marcaron un punto bajo en la fortunas de la economia azucarera brasilena. La colonia qued6 profundamente dafiada a raiz de una severa sequia que duré desde 1681 a 1684, de los brotes de viruela 1682 a 1684 y de una epidemia de fiebre amarilla que, en primer lugar, alcanzi ‘Recife en 1685-1686, Sumado a todos estos problemas, después de 1680 hubo tuna crisis econémica general en el mundo atkintico. En 1687, Joao Peixoto Vie~ gas eseribid su famoso memorial identiicando los problemas de la agricultura brasileha y pronostcando la ruina de la colonia, pero los acontecimientos de 218 HISTORIA DE AMERICA LATINA 1689 répidamente dieron vuelta a la situacién, El comienzo de la guerra entre Francia e Inglaterra, y la consiguiente interrupcién de los suministros azucareras de estas naciones, represent6 para Brasil la ocasi6n para elevar los precios, a la vez que increment6 las oportunidades para su azicar. Los plantadores que como Peixoto Viegas, en 1687 habjan vaticinado la ruina, hacia 1691 podian pensar en recuperar su prosperidad inicial, a pesar del aumento del coste de los eselavos y de otros articulos importads, Sin embargo, la recuperacién de los afios de 1690 fue de corta duracién. La incertidumbre de la guerra hizo luctuar los precios violentamente hasta 1713, cuando el descenso anterior volvié a empren: der su caida, A pesar de las recuperaciones ocasionales, Ia tendencia secular en cl siglo xvi fue a la baja Mientras tanto, el descubrimiento de oro en Minas Gerais, después de 169: cere6 una nueva demanda amplia de mano de obra en Brasil, y los precios de los esclavos llegaron a cimas sin precedentes, alcanzando un cocficiente de incre~ mento de un 5 por 100 anual entre 1710 y 1720. En realidad, el descubrimiento de oro en si mismo no fue la causa del problema de la agricultura de exporta~ cin, Como ya hemos visto, Ia industria azucarera habia suftido épocas malas, de manera intermitente desde 1640, especialmente en los afios de 1670 y 1680, pero la fiebre de oro creé nuevas presiones a la agricultura costera. Ya en 1701 se hicieron intentos para limitar el comercio de esclavos a las minas, y despues de 1703 fueron continuas las quejas de los plantadores en relacién a la escasez de mano de obra y el elevado costo de los esclavos. Hacia 1723 el senado da c& ‘mara de Salvador se quejé de que 24 ingenios habian cesado de funcionar y que la produccién azucarera habia caido a causa del precio elevado de los esclavos y Ja incapacidad de los plantadores para competir con los mineros en la compra de nuevos trabajadores. Después de 1730, la economia azucarera del noreste entré en un periodo de depresin, reflejado en el descenso de la produccién anual La desafortunada historia del azicar, trazada en lineas generales, contribuys 4 crear dificultades a los plantadores, comerciantes y, de manera semejante, a la corona portuguesa. Los plantadores se lamentaban de los excesivos impuestos, de los precios elevados de los esclavos, de las sequias y de la extorsidn de los co” ‘merciantes; los funcionarios reales echaban la culpa al libertinaje y a la falta de prevision de los plantadores; y los comerciantes afirmaban que los plantadores ‘gastaban excesivamente y que el marcaje y el peso fraudulento de los embalajes del azicar brasileno habian hecho descender el valor del azticar en los mercados ccuropeos. Observadores mas perceptivos se dieron cuenta de que la competencia extranjera y el proteccionismo francés e inglés habian, también, mermado pro- fundamente el mercado del aziicar brasilefio, Las medidas tomadas por la corona y por los propios plantadores para hacer frente ala crisis tuvieron s6lo efectos li- imitados, Durante el siglo xvi, la industria azucarera brasilena fue constante- ‘mente perdiendo terreno ante sus rivales del Caribe. ACTIVIDADES ECONOMICAS SUBSIDIARIAS La tala y exportacién de la madera, tan importantes en los primeros aftos del desarrollo de la colonia, continuaron a lo largo del periodo colonial, aunque el

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