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Il Jonnadas del Grupo de Trabajo Hacer la Historia 's) necesitan los pueblos Sa ave Universidad E Fo Be 24 Grupo de Trabajo Hacer la Historia Palabras de homenaje al Dr.Alberto Pla Alberto Pla, Historiador, maestro de maestros, incansable luchador social Guillermo Almeyra El 10 de agosto pasado murié en Rosurio, a los 82 afios, Alberto J. Pla, nacido en la misma ciudad el 21 de enero de 1926 © hijo de otro ilustre rosarino, el ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, Cortés Pla, precursor de la Reforma Universitaria, hombre de cultura y socialista. Alberto Pla fue primero alumno brillante de Ingenieria y de Matematicas en la Universidad de La Plata y en su calidad de representante estudiantil, fue expulsado de Ja Facultad. Egresé de la carrera de Historia cn 1955, en un momento crucial de la historia nacional y trabajé en el Instituto de Historia de la Cultura, divigido por Jasé Luis Romero y en el de Historia de Ainérica, dirigide por Enrique Barba. Primero socialista de izquierda, después, brevemente, integrante de] Grupa Obre- 10 Marxista de Hugo Bressano (Nahuel Moreno) con el cual romp!6 rechazendo la idea de que Perén fuese un agente del imperialisimo inglés y el 17 de octu- bre una movilizacién burocrético-policial. Se integré en 1949 al Grupo Cuarta Internacional, después Partido Obrero Revolucionario, Seccion Argentina de la TV® Internacional, que comprendia mucho mejor ol movimiento peronista y le contradiccién. en el mismo, entre la veluntad de su base obrera y su direccién capitalista-burocratica.. Dejé de militar en ese partido en 1964, ante le transfor- macién scctaria del mismo, pero siguié siendo, hasta el fin de sus dias, socialista militante, marxista consecuente, defensor de los principales aportes tedricos de Leon Trotsky. Después del golpe del general Onganja trabajé en ol Centro de Estudios Historico Sociales con Sergio Bazi y Rodolfo Puiggrds entre otros y fue director de las colecciones Historia del Movimiento Obrero e Historia de América Latina Siglo XX para el Coutro Editor de América Latina, donde formé y alenté a varios escritores jévenes € hizo vasta obra de difusién cultural. Alberto Pla ensené en las universidades de Buenos Aires, Rosario, La Plata y también en las de Salta y Bahfa Blanca. La Triple A, durante el gobierno de Isabel Martinez de Peron, le obligé a emigrar y ensefié en Caracas desde 1976 hasta 1982, como profesor de la Universicad Central de Venezuela, donde fundé un Centro de Estudios del Movimiento Obrero; posteriormente, desde 1982 hasta su regreso durante el gobierno constitucional gue siguid al derrumbe de la dictadura, ensei on la Universidad Auténoma de Puebla, en México. De regreso a la Argentina fue cofndador de la revista Cuadernos del Sur. con Adolfo Gilly, con quien esto Fontana: ;Para qué sirve la ensefianza de |a historia? 25 eseribe, Eduardo Lueita, Carlos Brocato, Carlos Sudver y otros compaiieros y José Marfa Iglesias como editor. Gand por concurso las eétedras de Historia de Ainér Contemporénea en las tmiversidades de Buenos Aires y de Rosario y fue designado investigador principal del Conicot. En cl 2005 la Universidad de Rosario le otarg6 cl doctorado Honoris Causa. Durante afios, con sus cursos y sus conlerencias, foumé decenas de jévenes estudiosos y orients el pensamiento de gencraciones de estudiantes con sit palabra sencilla, con su razonamiento riguroso pero para nada impositive. Era un pensador y un militante, ajeno por completo a pretensiones de carrera y & las vanas jerarquias. Entre los principales libros que deja se cuentan América Latina Siglo KX: Econouia, sociedad, revolicién (1969):La burguesfa nacional en América Latina (1971);Ideologia y método en Ia historiografia argentina (1972):Modo de produc- cidn asidtico y las formaciones econdinico-sociales inca y azteca (1979):La Historia y st indtodo (1980):La Internacional Comunista y América Latina (1996) y Amé rica Latina, mundfalizaciOn y crisis (2001) A diferencia de tantos jams se guié por las modas teéricas ni renegd de sus ideas sino que vivid en forma consecuente. A Alberto Pla se Je podria aplicar la orientacién que Marx habla elegida para sf misnio: Haz lo que debes hacer, sueeda lo que suecda. iPara qué sirve la ensefanza de la historia? Dr. Josep Fontana? {Para qué sirve la ensefianza de la historia? Para contestar a esta pregunta convienc que reflexionemos por unos momentos acerea de la naturaleza y de la funcién de Ja memoria, que es el terzitorio en que se descnvuelve el trabajo del historiador. La memoria personal es el componente fundamental de muestra identidad como individuos, aquello que nos Lace ser nosotros misios y no otros. Lo mismo sucede, en otra escala, con esa memoria colectiva que es, 0 que pretende Hogar a ser, la historia, cuya funeién es expresar Ja identidad de wn grupo. Lo deefa un historiador norteamericano recientemente desaparceido, Arthur Schlessinger jr; “La historia es ala nacién como la memoria al individuo, Del mismo modo que una persona privada de memoria vaga desorientada y perdida, sin saber de dénde viene o hacia dénde va, una nacién a la que se niega una concepcién de su pasado sera impotente para cnfrentarse a su presente y a su futuro”. 1 Agrademos al Dr. Josep Fontana que nog haya cuviado desde Barcelona este texto para las Jornadas junto con su saludo y deseas de buen éxito ya que le fie Imposible agregar a su gira por Chile uua escala en Argentina. 26 Grupo de Trabajo Hacer la Historia S610 que el problema es aqui mas complejo que en el easo de la memoria personal porque esta memoria social deberia refiejar una phwralidad de experienvias, deberfa set capaz de escuchar y armonizar las diversas voces de quienes integran este grupo. Y ccurre que, por lo gonoral, la definicién de esta identidad suele caer en ¢l dominio de lo que lamamos cl uso ptiblico de la historia, eso que un historiador italiano ha descrito como “todo lo que no entra direetamente en la, historia profesion:], peru constituye la memoria piiblica (...): tado lo que crea el diseurso historico difuso, la visién de la historia, conseiente o inconsciente, que es propia de todos Jos ciudadanos. Aigo en que los historiadores desempeiian un papel, pero que es gestionado substanclahuente por otros protagonistas politicos y por los medios de commnicacién de masas"? . La historingrafia aeadémica parece tencr como objeto central el de legitimar retrospectivamente las construceiones estatales del preseute y Ja estructura del poder social de uuestro tiempo, 0 sea, el orden establecido. Escoge para ello como objetos dignos de estudio, como “hechos histéricos”, los que se reficren a la vida del estado y elige como protagonistas a sus dirigentes. Una historia de la que, por tanto, estan ansontes los inds, los que no son tii reyes, ni gobernantes ni personajes ilustres. La alternativa serja construir un tipo de historia que permita escuchar, a la ver, las diversas voees que hay en la sociedad y no sélo las de los divigentes: que recoja las de unos grupos subalternas que hasta ahora han quedado al nurgen del relato central y, muy en especial. la voz de Jes mujeres. Pero no es esto lo que se espera de quienes ensefian historia, Més bien al contra- tio. Los gobiernos han sido siempre conscientes de la importancia de controlar el uso ptiblice de la historia, Eu un pasado més lejano, nombrando cronistas oficiales (Luis XIV de Francia tenfa en némina hasta diecinueve historiadores) 0 controlan- do Ja. forma en que se recordaban los acontecimientos: Napoleon se oncargaba de fijar torlos tos detalles de los enadvos quo reprodueian sus victoria Esta preocupacién aumentd considerablomente, y tomdé. uz nuevo sentido, a. par- tir cel siglo XLX. con La formacién de los estados-nacién modemos. Los gobiernas decidieron vigilar estrechamente los contenidos que se transmitfan en la ensefianza porque eso de la historia, como dijeron en su momento tanto la sefiora Thatcher como Nikita Jrushchoy, que al menos en esto coincidfan, era demasiado importan- te come para dejarlo sin vigilancia en manos de quienes se dedican a la cnsehanza La historia que los gobiernos imponfan debfa cumplir la doble fancién de legitimar ada estado-nacién, coustruyende una vision que solfa pasar por alto Las crisis y las disidencias que se hubiosen producido en su evolucién, y de aseutar, a la vou, la aceptacién de Los valures establecidos, transmitiendo una determinada concepeién del orden soci: abs 2 Gianpasquale Soutomassime, ‘Guerra e legitimazione storiea", en Passato ¢ proson- (Florencia) 1° 54 (setiembre-dicembre 2001), pp. -23 (citas de pp. 8-9) Fontana: {Para qué sirve |a ensefianza de la historia? 27 Esto es lo que garantiza la presencia de Ja historia on la ensetianza, Cuando oy los aftos ochenta del siglo pasado hubo tentaciones de reemplazarla por otras disciplinas sociales © por métodos que se cncaminaban a desarrollar hubilidedes tanto el gobierno sovialista francés camo e! conservador briténico rectificaron in- jnediatemente, ante el riesgo de perder el més efieax instrumento de Ja ensofianza le patriotismo. Una preocupacién que levé a Christopher Hill a decir que cuando Jos politicos “empiezan a hablar de inculear patziotismo en Ja ensefianza esco- Jur de la historia hemos de felicitarnos por su interés, pero preocupamnos por sus intenciones En Francia se ha Hegado al extremo de que se publiquen leyes que fijan los conte- nidos acerca de una serié de cuestiones histéricas, con lo que conviorten en delietivo apartarse de la ortodoxia establecida: en 1990 fue la ley sobre el holocausto, en 2001 otras dos sobre el genocidio annenio y sobre la trata negrera y en 2005 una acerca de que se reconozca un papel positive a la colonizacion francesa. Todo lo cual culminé con Ja propuesta de Sarkozy do croar un ministerio que tuviera enue sus objetivos la “identidad nacional”. En otros casos no hace falta siquiera la actuacién del estado, sino que los mismos cfectos se consiguen con la presién social. James W. Loewen explica en Laz men- tiras que me couté mi maesize como los libros de texto norteainericanos actuales manipulan lo que s¢ refiere a le guerra de Vielmam. y nos dice que Jos profesores teen meterse en controversias en estas cuestiones por micdo a ser despedidos Son allf los propios padres los que ojercen la vigilancia intelectuul sobre la escuela: los que exigen que na se enseiic a sus hijos cl evolucionismo, en el terveno de la clencia, y quienes cudan de que on lo referente a la historia se apliquen ceiterios de “puro amcricanisiio”, de “tui pais, con razén o sin ella”. {Por qué este micdo alo que pueda aprenderse en la escuela ucerea de temas como la guerra de Vietnam? No es tanto porque se puedan difandir contenidos antipatrioticos, lo cual no es previsible, como por el riesgo de que se deje a los alunmos que piensen por su cuenta. Si lo hicieran, podrian descubrir que esta guerra, que acabé en 1975, la ganaron los melos, y que entonces se pudo ver que no ocurrfa ningumo de los desastres con los que se habia justificado la propia contienda: no hubo la temida operacién domind -ningtin otro pals “eayé” bajo un régimen comunista, como se habfa profetizado-, y no sélo uo se produjo wn relroceso de la civilizacién. sino que el nuovo Vietnam unificado ha avanzado desde entonces por un camino de prosperidad. La reflexién légiea a que los alumnos podrian llegar sorfa la de que aquella guerra. que les costé a los norteamericanos 58.000 mucrtos y 300.000 heridos (y uma pérdidas inmensamente mayores a los vietnamitas) y que tuvo para los Estados Unidos un coste directo de 140.000 inillones de délares, con lo que, segtin dice ia Gufa para cl estudio de la guerra de Vietnam de le Universidad de 3 René Rémond, Quand état se male de Phistoire, Paris, Stock, 2006. ‘ew York, Toucistone, 1996, 4 James W. Locwon, Lies iy teacher told me, 28 Grupo de Trabajo Hacer la Historia Columbia®, “absorbis recursos que se necesitaban pare los servicios sociales”, habia sido un error estdpide de los dirigentes de su pais, engendrado por la ignorancia ¥ por el miedo. Esta claro que no se puede tolerar que los alumnos que estudian historia descubran, pensando por su cuenta, estas cosas; de otro modo no se les podtia enganar de nuevo para llevarlos a Irak o a Afganistan. Con esto, sin embargo, estamos pasendo ya del terreno de la memoria como signo de identidad al de otra de sus funciones, mas importante todavia, si cabe. Un gran neurobidlogo, el premio Nobel de Medicina Gerald Edelman, nos dice que una de las funciones esenciales de la memoria individnal es la de permitimnos ha- cer una especie de rcordenacién constructiva de nuestros recuerdos cada voz que nos enfrentanios a ua cxperiencia nueva. Esta reelaboracién no es una simple re- produceién de una secuencia anterior de acontecimientos, sino una estrategia para evaluar las situaciones nucvas a que hemos de enfrentarnos, construyende con ios elementos que conservamos en la memoria, frute de nuestras experiencias anterio- res, 1m escenario al cual puedan integrarse los datos nuevos qne se nos presentan, para elaborar lo que Edelman lama “presoutes recordados”. Esta interaccién de nuestra memoria y de las percepciones que recibimos del exterior es precis lo que da nacimiento a la conciencia’, Lo mismo deberia poder decirse de esta, memoria colectiva que es, 0 que aspira a ser, la historia, El valor fundamental de la memoria. colectiva, como de La indivi- dual, deberia ser el de proporcionarios una herramienta de andlisis de la realidad que nos rodea cou el fin de ayudarnos 2 coustruir “presentes recordados” con los que podamos enfrentarnos & los problemas uucyos que se nos presentan. Se trata de aquello que ini anaestro Pierre Vilar Uamaba “pensar histéricamente”, que no queria decir manteuerse permancntemente aferrados al pasado, sino, por el con- trario, usar lo aprendido en él para tratar de comprender mejor el mundo en que vivimos. Entendida asf la historia, uuestru fimcién al ensofiarla a nuestros alumnos no debe ser la de inenlearles unas verdades determinadas sobre el pasado, sino ta de alimentar sus mentes, no sélo con elementos de conocimiento histérico para que puedan operar con ellos, sino también, y yo diria sobre todo, con un sentide erftico que les lleve a entender que son ellos quienes deben utilizar este aprendizaje para juzgar, con Je. experiencia adquitida, con los “presentes recordados” que elaboren. aamente: 5 David L. Anderson, The Columbia guide to the Vietnam war, New York, Columbia University Press, 2002, p. 78. 6 Gerald M. Edelman y Giulio Tononi, BI universo de la concieucia. Cémo la materia se convierte cn imaginacién, Borcelona, Critica, 2002 y Gerald M. Edelman, Wider than the sky, A revolu- Uonary view of conseiousness, Londres, Penguin, 2005. De mado semejante, Gilles Fauconnier y Mark Turner en The way we think. Conceptual bending and the mind’s hidden complexities, Nueva York, Basic Dooks, 2002, sefielan Ia impartancia de “la construccién de lo irreal”, mediante €1 uso do esconarios eontratactuales Fontana: {Para qué sirve la ensefianza de |a historia? 29 cl paisaje social que les rodea, sin aceptar que se les diga que es el producto de una evolucidn légica, natural e inevitable. Nuestros alumnos podran aprender de este modo a asimilar Jas noticias que les Uegan cada dia a través de los medios de comunicacién con un espititu critico, en lugar de aceptarlas sin diseusién, porque con mucha frecuencia lo que parece ua relato objetivo de acuntecimicutos viene envuelta en todo un ensaiublaje de tapi- cos y prejuicios interesados. Una. enseiianza adccuada de la historia debe servir, ante todo, para que aprendan a mirar con otros ojos su entorno social; para que aprendan a “pensar histéricamente”, puesto que todos los datos suciales que puc- dan sor objeto de reflexién, incluyendo los que contiene el periddico de hoy, son ya pasado y, por ello mismo, objcto potencial de andlisis historico Raphae} Samuel escribid, celebrando el pleno retorno de Ja historia a la escuela: “Como una disciplina intelectual la historia requiere un grado de distanciamiento: la habilidad de establecer contrastes y hacer conexiones, de descubrir un principio de orden en medio de un caos aparente, de explicar, o tratar de explicar, los por- qués y las razones de hechos aparontemente misteriosos, de pensar lo impensable. Como una forma de investigacién es un viaje a lo desconocida. Como una mate- ria de ensefianza, se supone que ensancha la mente, que desafia las suposiciones admitidas ou la vida cotidiana al mostraros la contingencia de mucho de lo que cousideramos natural y permanente, la modernidad de mucho de jo que equivo- cadamente suponemos tradicional, y la antigiiedad de mucho de lo que pasa por nuevo" *, Hace muy poco recibi un mensaje de un antiguo alumno info, que habia estudiado historia en la Universidad en que trabajaba a fines de los afios setenta, Me contaba que su vida le habia levado lejos del terreno de la investigacién o de la ensefianza de Ja historia, pero afiadia: “Nunca me he arrepentido de haber estudiada historia, porque lo que aprendi entonces me ha. permitide ver las cosas con més claridad en estos aiios turbios. Muchas veces, mientras hacia sindicalistno o participaba en movimientos sociales, he recordado lo que habia aprendido en Ja facultad y he comprobado hasta qué punto me resultaba itil”, Este ha sido uno de los momentos en que me he sentido més orgulloso de mi oficio; mucho més que cuando he recibido premios o distinciones pitblicos por mi trabajo como investigador. o cuando me ha legado a Jas manos una traduecién al Japonés 0 al checo de uno de mis libros. Pionso que lo mas importante que puedo haber renlizado cn mi vida es ensefiar a algunos de los que pasaron por mis clases a orientarse en medio de la sociedad en que viven y a pensar por su cuenta. Para realizar este trabajo de estimular las conciencias el profesor de historia tic ne dos privilegios. El primero, que es el tiico que se ocupa globalmente de todas las dimensiones del ser humano, desde sus necesidades vitales y sus trabajos, hasta 7 Rapisel Samuel, pp. 9-12, ¢ return of history”, cn London Review of Books, 11 de junio de 1990, 30 Grupo de Trabajo Hacer la Historia sus aspiraciones ¥ sus suefios. El segundo, que La historia es Je tnica disciplina de cuantas se dan en las educaciones primaria y secundaria esto es, en ln oducacién que va a recibir un mayor nimero de eiudadanos- que Liene Ja eapacidad de creas una conciencia critica respecto del enterno social’ en que vivimos, lo cual puede convertirla en una herramicnta eficaz de educacién civiea. Recuerdo aquella afiv- macion de Voltaire de que, una vez que los hombres han eprendido a pensar por su cuenta, no se les puede ya seguir tratando como a bueyes: una de las misiones esenciales de la enseiianza de la historia os procisamente la de abrir los ajos de los sores humanos para que uo se les pueda manipular como a bueyes. Algo que, por desgracia, sigue ocurriondo con frecuenci No se rata, quiero insistir en ello, de fijar ¢ inculear un nuevo canon contra el de las verdades histéricas establecidas. sino de onsofiar una historia entendida sobre todo como método, como instrumento de comprensién de nuestro enttorno. y por ello mismo, en perpetua transformacién. El historiador no os el guardian de un repertorio de datos sobre el pasado establecidos para siempre, sino alguien que se ocupa en tna inivestigacién abierta y dindmica de este pasado. Como escribia Arthur Schlesinger jr., a quien he citado antes, en un articulo al que dio el titulo de “Flistoria y estupidez nacional”, para aludir a la forma en que los uorteamericanos estaban repitiendo en Trak los errores de Vietnam: “Las concepciones dei pasado estén muy lejos de ser estables, puesto que se revisan constantemente de acuerdo com las ungencias del presente. La historia no es mmca wn libro cerrado © un vere- dicto final. Esta siempre en construceién (...), Cuando aparecen nnevas urgencias en nuestro tiempo ¥ en nuestra vida, cl historiader vuelve su foeo, oxaminando las sombras, sacando a primer plano cosas que siempre estuvieron alli, pero que los historiadores anteriores habian dejado el margen de la memoria colectiva. Nuevas voces surgen de la oscuridad histdrica y piden nuestra atencién™ E] papel de quienes cnseamos historia en la tarea de ayudar aque los alumnos desarvollen una conciencia erftica cs mucho mas importante de lo que habitnal- inente pensamos. Lo entendié en Jos dias finales de su vida, cuando Inchaba en la resisteucia contra los nazis, Mare Bloch, que en momentos de tantas dificultades, que acabaron con si asesinato a manos de la Gestapo, reivindivaba. la capacidad del historiador para ayudar a cambiar las cosas. Una conciencia eolectiva, eseribi est formada por “una multitud de couciencias individuales que se influyen ince. santemente entre sf”, Por ello. “formarse una idea clara de las uccesidades soriales y esforzarse cx difunditla significa introducir un grano de levadura en la mentali- dad comin; darse una oportunided de modificarla un poco y. como consecuencia de cllo, inclinar de algiin modo el curso de los acontecimientos, que escén regidos, en ilUma instancia, por la psicologia de los hombres”® Pionso en una ensefanza de 1a historia que aspire no tanto a acumular conoci- micntos como a ensefiar a pensar, a dudar, a couscguir que nuestros alumnos no rota, Barcelona, Critica, 2003. pp. 16 8 Mare Bloch, La extrafia de! 165. Fontana: {Para qué sirve la ensefianza de |a historia? 3L acepten los heehos que contienen los ibros de historia como si fuesen datos que hay que memorizar, certezas como las que se ensefian en e) estudio de las mate- maticas, sino como opiniones e interpretaciones que se pueden y se deben analizar y disentir. Para que se acostumbren a mantener una uctitud parecida ante Las supuestas certezas que querran venderles dia a. dia unos medios de comunicacion domesticados y controlados. Como dijo Bloch, lo que hay que hacer es introdueir un grano de levadura en Ja mentalidad dol estudiante. Esta os Ja gran tarea que pienso que pademos hacer los que ensefiamos historia. Agosto de 2008

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