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constituye 1 un simbolo, una contrasefia para acceder a la autenticidad més plena. Su “Retrato” no podia faltar en esta revista. Elsolo nombre de de zendod oyt9/ 17, DECIMAS DE “JACINTO LUNA” No pregunten de a'nde soy; vengo del tiempo aparceros, 4e “Grillo Nochero” (Bva.04.) 1979, EL POETA, SUS COMIENZOS a S La mayoria piensa que nacié en el interior. Y algunos podrian, con jus- Biicia emotiva, sefalar distintas patrias Qchicas a Osiris: “Sarandi del Yi", “Florida”, “Durazno”, el Batovi tacuaremboense, y hasta con largue: za, las llanuras feraces de Rio Gran- de do Sul. Pero Osiris nacié en Mon- tevideo, en 1925. Claro que, tempra- ‘namente, se lig6 con el cuerpo y alma a esas _probables.“‘patrias chicas”. La miisica lo visit6 de niflo, a los seis, estudiaba piano, instrumento que luego suplant6 (para siempre) por Ia guitarra (estudios serios con Atilio Rapat y Antonio Pereira Arias) Cuando el Canto Popular actual era Ja cancién criolla (aquélla, que canto Gardel, entre otros), Osiris comienza a componer: “Vals Heredado” o su “Romance para el General Lavalleja” de 1953, donde, el entramado perdu- table de'misica y poesia, se reunian, como debe ser. En 1955 publica “Grillo Nochero”, revelacion de un excelente poeta que continuaba la Iinea creacional del Nativismo de Pe- dro Leandro Ipuche y Fernan Silva Valdés. “Grillo Nochero” debe andar por su décima reedici6n, pero a este libro continuaron: “Luna Roja” (1957); “Entierro de Carnaval” (1961); “Can- tos del Norte y del Sur” (1963); “Canto y Poesia” (1974), etc. Su primera ‘placa discografica’ serd del afio 1962 para el desaparecido sello “Antar”. Alli comienza Osiris con su permanente desaffo y propuesta de poesia y canto. Con sus canciones y poemas, ha recorrido el Nuevo y Vie- jo Mundo. Con su voz remolona, arrastra y con un aire como galpone- ro, que invita a escucharlo, con un excélente dominio del instrumento, oirlo en vivo o en sus numerosos discos (de los que esperamos reedi- cciones) es penetrar en un aire induda- ble de lo uruguayo y de lo auténtico. Discos como “Cimarrones”, con tres ediciones a cuestas, Ia tltima es de 1973 (Sello Sondor), con inolvida- bles milongas: “Yo no canto por la fama” o “La galponera”, con recrea- ciones de formulas de la Patria Vieja “media cifra” o “cancién-gato”: “Ci- marrones” y “Corrales de Algorta” 0 canciones fronterizas como “Camino de Ios quileros” 0 poemas dichos con su espaciosa voz: “Tacuara”, “Can- cién para mi guitarra” o su famosi mo “Romance del Malev‘ PROYECCION Y ALCANCES DE OSIRIS El propio poeta misico prologa la reedicidn de “Cimarrones” (la prime- ra ediciOn fue de 1963) seftalando los cambios habidos “por razones de or- den técnico y attistico, y por impe- rativos de la época””. Agregando una variante significativa: “Los romances que en versiones anteriores ilustrira- mos en “Play Back” son ahora poe- ‘mas para guitarra y recitante. Se tra- ta de un nuevo género logrado por simple formalizaciOn de la tendencia popular a improvisar musica acom- paflante para versificaciones recita- das. Esta formalizaci6n ha consistido en escribir silabicamente, (y con so- nidos indeterminados) los dibujos {tmicos producidos por la enuncia- jén de los versos, componiendo en base a ellos, musica, concertante”. La cita nuevamente importa, nos dice de su espititu inquieto, de su permanente formularse nuevas guias para su trabajo. Y acaso habria que agregar una reflexién provocativa que luego expresa: La miisica resulta un lenguaje ideal para expresar la mas extensa gama de sentimientos y sen- saciones. De ideas no. Para cuando se trata de expresar ideas sin abando- nar la atmésfera musical, denifii mos la miisica como, un arte que “Pi de” Ia palabra”, No debe haber sido el propdsito de Osiris, pero nosotros nos atreve- riamos a sugerir que ese parrafo final bien podria ser una definicién del canto popular, de nuestro. canto: “se trata de expresar ideas sin aban- donar la atmésfera musical... un arte que “pide” la palabra”. Si, estamos arribando a la “cancién de texto” OSIRIS Y LA “CANCION DE TEXTO” En otto excelente trabajo grifico del afto 1973 “Péjaros de pie- dra” (Sondor) donde, desde Ia caré- tula ya aparece Ia obra de un Autor (cl motivo de tapa es una coruja crea: da con piedritas de distinto tamafio y color por el propio Osiris). El grupo de canciones y poemas que conforman “Péjaros de piedra”” 5 un compendio de los mejores lo- gros del artista, Trabajo de intensidad y dominio, de guitarra y poesia: “De tiempo adentro”; recreaciones del folklore de la Patta Vieja nuevamen- te: “Huella del rastreador”, cancio- nes mas abiertas en su formulacion ritmica de alta poesia: “El cisne ne- go”; milongas de Osiris, con su en- trafiable sabor nativista. Y aqui se finca el aporte inicial y permanente de Osiris a nuestro canto. El cuida- do ejemplar del texto. (El texto es poesia para ser cantada o recitada dentro del canon antes establecido por el autor). El cuidado ejemplar de la misica. Trabajando casi siem- pre sobre el material folkl6tico rural, de la més vieja cepa: milonga, estilo, cifra, gato. Pero sin cerrarse a ellos, sin limitarse en ellos. No es un trad cionalista, aunque la tradicion le ofrezca la vastedad de su cantera. Osiris recrea la temética de la Patria Grande, con formulaciones que él llama: “cancién gato” 0 “cancion fronteriza” y que podrian también definirse, sin esfuerzos como obras abiertas, como baladas. Tematica- mente las preocupaciones de Ositis, abarcan ya, toda la gama que luego continuarian otros creadores, y que a la par estaban escribiendo otros poetas-misicos como Atahualpa Yu- panqui o Nicomedes ‘Santa Cruz en distintas partes de Latinoamérica. La preocupacién marcada por el hombre y su destino. Por sus mél- tiples trabajos, pero siempre insis- tiendo en aquellos trabajos senci- los, aunque lenos de riesgos, del hombre rural; de sus penurias para lograr el sustento: “Camino de los quileros”, de las faenas camperas. No es la suya una tarea exclusi- vamente historicista, no esta sola- mente reconstruyendo el pasado. La mayoria de sus canciones atien- den al paisano actual no al gaucho mitico. Y creemos que en ello se afirma’ la popularidad de la obra de Osiris; lo que dice tiene vigen- cia, estén vivos los personajes de ‘su poesia. El. ejemplo de Osiris, creemos que ha servido y mucho para la proyeccion y afianzamiento de nues- tro Canto. Lineas de Osiris se conti- nian en Martin Ardéa, en Tabaré Etcheverry, en parte de la obra de Lucio Muniz, entre otros. No dejard escuela, porque lo suyo es irrepetipe- tible. Pero vale su ejemplo, su proba- do decoro. Washington Benavides

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