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Todo está casi a oscuras, tan sólo un candil ilumina la mesa de madera noble y alcanza a
mostrar los rasgos del anciano sentado tras ella. Sus atuendos, una casulla de monje de
tono gris y algo raída, conjuntan con sus barbas canosas y pelo ralo y despeinado. Sus
ojos, de color indescifrable con dicha luz, destacan en todo caso sobre su tez algo
morena.

Sobre la mesa, varios libros de pergamino, un par de tinteros son salpicaduras de color
rojo y negro, un sello con restos de lacre y una balanza de metal con aspecto muy
antiguo e imponente.

Ah, sí, Nuba... mucho tiempo ha pasado y mi memoria no es lo que fué... Si alguna vez me
contaste cómo empezó tu andadura por estas tierras, lo lamento, pero no lo recuerdo bien...
Díme, tú que vivías en Al-Andalus, cómo era tu día a día antes de... bueno, todo...

Por las mañanas se levantaba pronto para darse un baño con


aceites aromáticos, arreglarse (era bastante coqueta y además
preparaba sus propios ungüentos) y como no, rezar. No es que
fuese la más ferviente devota, pero creía a su manera, y no
entendía cómo ciertas personas, sobre todo personas con poder
para llegar a la gente, que era en el entorno en que ella se había
criado, podían interpretan sus sagradas escrituras de manera tan
distinta a como las sentía ella. Si se saltaba algún rezo matutino
por quedarse hasta muy tarde leyendo, simplemente se disculpaba
por la tarde y seguía hablando con su dios como quien escribiera
un diario. No creía en matar ni morir por ideales religiosos pues
entendía que había sitio para todos en este mundo, porque ella
había leído esos otros libros sagrados y el dios del que hablaban parecía piadoso y compasivo.
Pero sabía perfectamente el peligro que suponían esas ideas suyas. Si bien es cierto que no
era tan atípico que supiera leer o escribir por su posición familiar privilegiada, esta sí le permitió
disponer de un Maestro que le enseñó caligrafía, poesía, ciencias de los antiguos y lo
necesario para no sólo aprender el corán, sino entender lo que en él se decía, motivo de Nuba
para buscar ese mismo sentido en los libros de otras religiones. Llegó a casi obtener una Iŷāza
en alquimia y medicina, pero antes de ello, tuvo que recorrer otros caminos lejos de su hogar.

Le gustaba ayudar en la cocina a preparar el desayuno junto a los sirvientes y llevárselo ella
misma a su padre, era su momento, después su padre marchaba y no solía volver antes de que
ella se acostara, salvo que tuvieran una reunión o alguna visita importante, que últimamente
era bastante amenudo. Era habitual que su padre pasara largas temporadas fuera de casa en
diferentes misiones y muchas veces regresaba hecho polvo y eso la angustiaba porque tal vez
algún día simplemente no regresara, por eso cada rato que podía estar con él lo aprovechaba.
Su madre (la única mujer de su padre) había muerto cuando ella era muy pequeña y ya apenas
la recuerda, por eso intentaba crear tantos recuerdos como podía con su padre para que al
menos le quedara eso si alguna vez le sucedía algo. Su madre se quedó muy débil tras una
serie de complicaciones en el parto de las que nunca terminó de recuperarse, murió por una
infección cuando Nuba tenía 6 años. Esto en parte es lo que le llevó a querer estudiar alquimia
y medicina, a mirar hacia el cielo e interesarse por la astrología y también a dejarse llevar por
historias sobre magia y ocultismo.
Desde pequeña se colaba en el despacho de su padre a escuchar los reportes de los capitanes
de las diferentes divisiones que tenía a su cargo, siempre quería estar al día de todo lo que
pasaba, bueno y porque uno de ellos había sido amigo suyo desde que eran unos niños
(Samir), sus padres se querían como hermanos, y luego le gustaba imitarlo cuando se
encontraban exagerando el saludo militar y quedándose bien erguida hasta que pasaba
“Capitán….”. Tenían una gran amistad, o incluso visto desde fuera podía parecer algo más,
pero ninguno lo reconocería. Después de su promoción a capitán se habían distanciado un
poco, aun así cada vez que él tenía que visitar el palacio por alguna cuestión oficial, se
reservaban un momento en los jardines para ponerse al día. Era un chico muy atractivo, había
crecido bien. Estar con él la ponía automáticamente de buen humor y cualquier mal rollo se lo
olvidaba hablando con él.

Haziz es su hermano mayor, lugarteniente de padre, es serio y recto tanto en lo militar como en
el seguimiento del corán, aunque no es un extremista de la fé. Se ve a sí mismo como el
responsable de la familia a cuanto mayor se hace Padre y espera algún día sucederle, por lo
que le preocupa todo lo que acontece alrededor de Padre y que puede afectar a su honor o
salud. La relación entre Nuba y Haziz es un tanto seca, pero sabe que él siempre estará ahí si
necesita ayuda. Bassat es el hermano mediano, aunque soldado también, es bastante laxo con
el corán y más aún con la disciplina militar, siendo habitual verle bebiendo bebidas intoxicantes
con algunos de los soldados afines, algo que desaprueba Haziz, pero que Padre tolera, pues
nunca reza bajo sus efectos y la alternativa que llevaba de joven era mucho peor y abocada a
una vida de tropelias. Nuba le tiene un gran amor y cercanía no solo en edad, pero es
consciente que no siempre podrá contar con él por su forma de ser caótica. Al menos no de la
forma que espera o desea. Pero últimamente Haziz está mucho más tenso, pues hace dos
meses que no reciben noticias de Bassat desde Valencia... ni de su superior. Pero Padre no
quiere acudir a Valencia, dice que no son sus órdenes y que deberán confiar en Alá y en
Bassat, pues a pesar de todo, es muy inteligente y capaz.

Igualmente hacía uso de ciertas instalaciones que su padre había facilitado a unos médicos de
renombre, donde trabajaban en ciertos avances que enseguida llamaron su atención, hasta tal
punto estaba obsesionada con aprender que al final su padre tuvo que ceder y pedirles que la
instruyeran… Junto a estas instalaciones, un gran jardín botánico donde cultivaban plantas
exóticas y curativas, lleno de pájaros venidos de todas partes del mundo, varias fuentes
exteriores que regaban todo el camino hasta la casa principal y un huerto propio. De ahí que
haya aprendido también sobre la vida vegetal y animal.

Claro que esto hubiera sido un escándalo, debía ser un secreto, bastante era que supiera leer y
escribir, que no estuviera casada y le permitiera andar libre por todo al palacio. Así fue como
empezó a disfrazarse de chico y a hacerse pasar por un sirviente que acudía a atenderlos.
Hablando de lo cual, su padre ya la había regañado varias veces por hablar con cierta gente de
dudosa reputación, brujos, charlatanes o herejes, según de qué lado estuvieras, por allí pasaba
mucha gente para muy diferentes cuestiones.

Tanto era su afán de conocimiento que ni así podía evitar que ella siguiera escapándose a los
suburbios para investigar ciertas historias... Aprovechaba para escabullirse con el hijo de la
cocinera, que era el chico de los recados y con el que se llevaba muy bien. El la llevaba por la
ciudad en busca de libros únicos o siguiendo un rumor sobre una mujer que podía leer el futuro
en las hojas del té...

Padre había salvado a una joven cristiana cuando él era un joven teniente, llamada María, de
unos 12 años, en los restos de una población cristiana arrasada por asaltantes desconocidos.
Durante años fue su protegida, como una hermana menor, pero para evitar recelos, María se
situó como sirvienta y muladí (conversa al islam) en la casa de padre. Desde que nació Nuba,
María ha sido una vigilante en la sombra y, aun siendo adusta y callada, Nuba percibía su
cariño por ella. Años después, con María en los 30 años de edad, la siguió un día al mercado
con su atuendo de chico, donde vió cómo vendía a un mercader apartado cuatro liebres
cazadas, pero que ni padre ni sus hermanos habían cobrado en el monte. Eso le motivó a
espiarla de cerca, hasta que cierto día, observó cómo María se escabulle al monte cercano,
donde guardaba... un arco! por el cual casi recibe un flechazo, al sorprenderla. Grande fue el
azoramiento de María, pero con su insistencia, al final María claudicó y accedió a enseñarle a
usar el arco, que su padre cazador y montaraz le enseñó a ella de niña, a cambio del silencio
de Nuba.

Desde niña siempre tenía una pesadilla recurrente, donde un caballo blanco con crines de
fuego y ojos de acero brillante cabalga hacia mi hogar devastando todo alrededor. En ese
sueño, veía cómo ardían los olivos, como los soldados de padre caían al suelo en gritos
agónicos mientras su carne se descomponía. La mezquita arde y sus minaretes se derrumban
al paso del caballo. Bajo sus pezuñas, niños y mujeres vecinas gritaban en agonía mientras sus
cuerpos se despedazaban. Entre ellos ves a padre, a madre, a tus hermanos, a Samir y a
María (la muladí). Todos arden y se derriten mientras ese caballo, ya un gigante titánico,
avanza hacia a tí, hasta que en un último instante, se alza sobre sus cuartos traseros y con un
relincho que asemeja a un grito de un ser infernal, carga contra tí, despertando tu entre terribles
temblores, gritos y sudores.

Sabios y tu misma habéis intentado buscar su significado sin éxito, pero no cejas en ello,
porque el sueño es tan vívido, que te hace temer a todo caballo en el mundo real, o al menos te
generan una enorme angustia.

Le gustaba pasear, acompañada de un libro o varios pergaminos (era tan habitual verla en la
biblioteca que allí todos sabían quién era). Como habréis deducido, no le permitían salir del
“palacio” tanto como quisiera por miedo a los conflictos que cada vez más ocurrían por las
calles y, sobre todo, desde la desaparición de Bassat, por lo que su padre no quería arriesgarse
a que le pasara nada, pero no es que en este lugar tuviera tiempo de aburrirse. También
gustaba de escuchar música, y bailaba (de hecho bastante bien) para amenizar las cenas
oficiales que daba su padre para todos los mandos a su cargo. Y tenía buena conversación y
su opinión no era mal recibida en ciertos entornos privados y de confianza.

Recuerda con gran alegría el méchoui que se tomaba para almorzar: cordero asado a la brasa
y rociado de manteca salada y salpimentado. De postre el baklava elaborado con una pasta de
pistachos, nueces o almendras trituradas, distribuida en una masa filo y bañado en almíbar o
jarabe de miel.

Vestirse de chico y escabullirse a la biblioteca o entre los callejones de los suburbios y


descubrir un buen libro o una buena historia, sentirse libre entre la gente llana aunque tuviera
que ser como un hombre (cosa con la que no estaba muy contenta). Que Samir le trajera algún
recuerdo exótico de alguna de sus incursiones en la península. Que la dejaran salsear con
ungüentos y pociones. Ayudar a alguien la hacía sentir más viva...

Aunque cuando su padre tenía que marcharse repentinamente o que sus hermanos no la
tomaran en serio, amargaba su día, algo que solventaba con subirse a lo más alto y apartado
del palacio para contemplar las estrellas, sobre todo cuando había luna llena, aunque con luna
nueva se apreciaban mejor todas las estrellas. Así estaba más cerca de su madre…
Cuando la obligaban a salir del palacio para acudir a la mezquita mayor a rezar (una vez a la
semana), cada vez que volvía a casa se daba cuenta de que ella no encajaba allí. Se hacía
“mayor” y la conversación siempre giraba entorno a porque su padre había rechazado tantas
propuestas, y como si ella no estuviera delante, hablaban de los posibles pretendientes. Casi
todas las mujeres de su edad estaban casadas y algunas estaban en cinta. Ella era la más
bonita entre todas. Al menos le salvaba alguna de las faltas o granujadas de Bassat, que
desviaba la atención de ella hacia él. Nunca supo si lo hacía por ayudarle a ella o por su propia
naturaleza.

Interesante, sí... algunos de esos detalles los observé, otros, me los comentaste... Pero ahora,
aquel día, cuando te fuiste de casa. ¿Qué ocurrió? ¿qué pensaste en ese momento? ¿fue por
motu propio?¿o tal vez alguien, o algo, te empujó a ello? Recuerdo aquella noche…

Las tormentas en esa época del año eran escasas y extrañas, mucho más aún con rayos y
centellas. Pero aquella noche hasta el ambiente era extraño. Recuerdo que me contaste que
fue entorno a la media noche, cuando volviste a soñar con el caballo destructor, pero esta vez
había algo diferente. Esta vez a tu lado había más personas, con rostros borrosos, y en tu
mano, un libro con un símbolo, un círculo con círculos en su interior y una cruz en el fondo en
tono rojo. Cuando el caballo se acercaba a la mezquita, tras derruir los minaretes, antes de
alcanzar a los vecinos, todo tu grupo alzasteis diversos objetos, tu abriste el libro y del mismo
extrajiste un vapor acuoso y metálico, que apagó sus crines. Flechas salieron detrás tuyo y
alcanzaron los ojos del mismo, rompiendo el metal y revelando unos ojos negros plagados de
estrellas. El relincho que salió de su boca en ese instante, os hizo retroceder, pero uno de tus
acompañantes, alzando los brazos, se transformó en un ser alado con cimitarras de rayos
crepitantes, las cuales descargó sobre la cabeza de la bestia, dividiéndola en dos y, de su
interior, crecieron enorme zarcillos negros que atrapaban a todos a tu alrededor. Pero esta vez
no había sangre, no había muerte y no sentías miedo. Esta vez inhalaste el vapor y el universo
se abrió ante tí en todos sus colores indescriptibles y formas. Notabas cómo podrías cambiar
los hilos que tejen el mismo cosmos, cortar los que manejaban esos zarcillos, incluso deshacer
al propio caballo del apocalipsis. Y en ese instante, el caballo te habló: Ni los herederos del
Hispalensis lograrán que salves a tu reino. Y Bassat ya es mío…

Despertaste y anotaste la frase para no olvidarla, pero... ¿cómo supiste hacia dónde tenías que
dirigirte? ¿donde buscaste o a quién preguntaste?

En primera instancia, acudí a mi maestro, versado en muchas disciplinas y materias, a quien


otras veces había comentado mi sueño, para preguntarle sobre el posible significado de todo
esto, había estado consultando incluso el gran libro de los sueños egipcio, rebuscando entre
libros “prohibidos” y hasta ahora nada… pero aquella vez el sueño había sido diferente, y tal
vez en todos esos detalles estaba la clave, sobre todo, quería saber a qué se refería esa voz
con “Hispalensis” ¿Qué iba a ser de mi reino? ¿Se trataba de una profecía?. Le dijo también
que tenían a Bassat, le costó mucho decir esto último sin que se le rompiera la voz, pero no
pudo evitar que se le escaparan las lágrimas. Hablaba rápida y atropelladamente haciendo
muchos aspavientos con las manos y moviéndose por toda la instancia buscando esos libros
sobre ciencias ocultas que sabía que su maestro tenía por allí a buen recaudo. Se repetía en
voz alta algún pasaje del Corán que pudiera darle sentido a todo esto… De repente se detuvo
frente al escritorio de su Maestro, cogió un papel y con un carboncillo dibujó lo que había visto
en la portada de ese libro “Maestro y este símbolo…?” Le enseñó el dibujo que había hecho…
“¿Es lo que creo que es Maestro? ¿Son los Templarios?” Repitió muchas veces todo lo que
había visto en aquel sueño, por sí en una de esas terminaba de encontrarle algo de sentido a
todo aquello. Estaba muy nerviosa y realmente le costaba pensar con claridad, pero estaba
claro que tenía que darse prisa, lleva tiempo soñando esto pero nunca como anoche, y si
Bassat realmente necesitaba su ayuda ella no podía fallarle. Pero ¿y ahora qué? Si su Maestro
no tenía las respuestas que ella necesitaba, ¿dónde podría seguir buscando? Tal vez yéndose
directamente a Valencia a… ¿qué? No sabía nada en realidad solo especulaba, y tampoco
tenía la fortaleza suficiente ni los medios para hacerlo y sabía que aún sería más difícil siendo
mujer por mucho que se disfrazara y… Se hizo un ovillo, en mitad de la sala y lloró mucho,
ajena a que su Maestro seguía allí y aún no se había pronunciado...
- Ay joven Nuba, siempre tan inquisitiva y poco paciente- Comentó con cara tranquila el
maestro- Mucho has aprendido y más te queda aún. Los sueños no son más que
mensajes de nuestras preocupaciones, pero este sueño recurrente tuyo también me
inquieta, pues puede ser una llamada a algo que tienes que hacer o un viaje tal vez...
No creo que haya un ser maligno que tenga a Bassat, además, tu inquieto hermano
seguro que sabe cuidarse muy bien en los infortunios. Pero me extraña ese nombre,
pues no es muy común... Hispalensis... los antiguos le decían a toda esta península
Hispania, Isbiliya era como Hispalis, pero EL Hispalensis... si era una persona,
supongo que fuera de estas tierras, pero no sé a quién puede referirse... Me temo que
mis conocimientos no son tan amplios en historia, tal vez en Cordubae existan más
libros que puedan tener algo al respecto... Pero en tal caso, debería acompañarte, no es
de buen musulman dejar que una alumna vaya sola por su cuenta a hablar con
eruditos...

Ambos os pusisteis en marcha hacia Cordubae, capital de la cultura en Al Andalus, donde


ambos acudisteis a un viejo conocido de Moad, estudioso de los antiguos y sus textos. De
hecho fue el maestro quien expuso su interés por alguien llamado el Hispalense y le mostró los
símbolos que Nuba había dibujado...
- Lamento decirte Moad, que sólo me suena una persona con un nombre similar. Un
antiguo clérigo de los viejos reyes de hispania, que falleció hace siglos, un tal Isidorus... Y lo
recuerdo porque no hace tanto un rey cristiano envió un comité a recuperar sus restos
enterrados a las afueras de Isbiliya de manos de Al-Mutadid, tributario de este rey cristiano por
entonces. Con esos restos se llevaron todos los libros y manuscritos de ese clérigo también
que allí tenían. Lamento decirte que no, en Cordubae no queda nada suyo, aunque tampoco ha
existido mucho interés en las enseñanzas de falsos profetas de falsos dioses. -bajando la voz,
comentó- Aunque creo recordar que también era un erudito de la astronomía y la naturaleza,
mas nunca pude poner mis manos en sus textos... que lamentable...

- Querido amigo, ¿sabríais decirme quienes conforman dicho comité y a qué Rey
obedecían? ¿Qué rumbo siguieron?
- oh, Moad, tal vez no me he expresado correctamente... dicha comitiva vino hace unos
20 o 30 años y lo conozco por los registros, pues no es muy normal ver comitivas de
reinos cristianos tan al sur. No recuerdo el nombre del rey que les enviaba, pero
imagino que en los registros habrá alguna mención a quién tributaba Al-Mutadid de los
reyes cristianos...
- ¿Y por qué iba a querer su Rey los restos de este clérigo fallecido hace tanto tiempo?
Tal vez no quedaran ya ni sus huesos… ¿Quién era él en realidad?
- ¿Cómo podría saber yo? no era un personaje histórico relevante, al menos no para
nosotros, ni quedó libro alguno sobre sus obras. Pero se que era, como te dije, un
clérigo cristiano, supuestamente influyente (para tener el favor de un rey, tendría que
serlo) y con obras sobre astronomía, naturaleza y otras disciplinas del conocimiento.
- Puede que anduvieran buscando algo que él tuviera consigo en el momento de su
muerte, o la llave para llegar a todos estos conocimientos. Lo que está claro es que
debe tratarse de documentos sumamente importantes para que ahora, después de
tantos siglos quieran hacerse con todos sus estudios…
- Estos cristianos no son tan inteligentes estimado Moad... son bárbaros sin escrúpulos,
que ni conocen los beneficios de los baños y las abluciones... claro que tampoco
conoce el corán, como podría ser de otra forma...
- ¿No sabrías decirme si queda algún otro clérigo que haya seguido su escuela verdad?
Sería interesante averiguar donde tuvo mayor influencia, donde y con quienes
compartía su trabajo… puede que alguno decidiera tomar el testigo, si, entiendo el
tiempo que ha pasado, pero puede que sus ideas hayan quedado reflejadas en más
documentos a los que sí podamos llegar ahora.
- No lo creo... si la memoria no me falla, sus restos llevaban ya tiempo allí depositados,
estamos hablando de un clérigo de los antiguos reyes que gobernaron estas tierras
hasta nuestra llegada. Si algo o alguien ha quedado, estarán en el norte, en la meseta o
las montañas del norte, donde quedaron reductos que ahora dominan esas latitudes...
Me temo que bien has de buscar alguien de aquellas tierras, o acudir a esas tierras
terribles - dijo con cierta mirada sarcástica.
- ¿No te dice nada este símbolo?
- No, lo lamento. Obviamente son algún tipo de símbolo matemático, geométrico o incluso
alquímico de los antiguos esos círculos... lo que sí conozco es esa cruz en el fondo. Sin
duda son los insidiosos Caballeros del Templo de Salomón. Saqueadores de oriente y los
primeros asaltantes de las costas mediterráneas. No lamento su actual infortunio, según he
oído -contestó con auténtico gesto de desprecio y desagrado.
- ¿Crees que se pueda tratar de una subdivisión dentro de los propios templarios? ¿Que
hubiera algunos que manejaran este tipo de conocimientos ocultos sobre los antiguos? Tu
sabes de esto querido amigo, ¿quien crees que pueda saber algo más sobre estos
círculos?, pues no creas que no había intuido que pudiera tratarse de alquimia...
- Me preguntas cosas que poco me interesan y poco te debería a tí. Reconozco ese símbolo
pues lo llevaban los estandartes de ellos, cuando arrasaban los pueblos de mis abuelos y mi
padre así lo describía -Responde con cierto enojo por indagar sobre una gente despreciable
y asesina para él- Mi único interés será el día que todos ellos y su iglesia de roma arda a
manos de quien sea, como si és de las de otros cristianos, lo que sería una agradable
ironía.
- Entiendo que como bien decías, debe de tratarse de alguien sumamente importante y algo
así ha tenido que trascender y hasta quedar escrito en los libros de historia. Si pudiéramos
conseguir algo de información de alguien del otro lado que esté versado en cuestiones
clericales cristianas…
- ¿Pero acaso crees que los eruditos de Cordubae pierden el tiempo en los politiqueos de los
infieles dentro de su fe? Si fue importante o interesante, lo fué tan solo para los cristianos
del norte. No tenemos tiempo para esas pamplinas, algo que deberías recordar, pues haces
preguntas extrañas. ¿a qué viene esto? ¿que interés tienes en ese tal Isidorus y los
ejércitos cristianos de oriente? ¿estás metido en problemas? ¿o buscas causarlos?

Nuba tenía claro que por más preguntas que le hicieran, no iban a averiguar nada nuevo,
estaba claro que no sabía mucho más sobre el Hispalensis, pero tendrían que revisar a
fondo esos registros de los que hablaba para confirmar donde fue trasladado, e imaginaba
que acabaría cruzandose con la Orden de los Caballeros Templarios. No estaba segura de
esto que iba a hacer ahora mismo pero no podía perder la oportunidad de llegar más allá y
tal vez el historiador pudiera ver algo más en su sueño, algo que ellos habían pasado por
alto. Apoyó una mano en el antebrazo de su Maestro para llamar su atención.
- Maestro… - Le dijo acercándose para susurrarle al oído.- ¿Confía en su amigo?
- Lo que no confío es en lo que nos pueda decir, o pueda interpretar él. Es un historiador
y bastante rígido con el corán... - respondió con cierta aprensión -pero no sé hasta qué
punto puede conocer datos históricos que hablen de algo o alguna imagen de tu
sueño…
- En quien sí confío es en usted Maestro, y ya he hecho demasiado por mi… Volvamos a
casa…

Los registros de libre acceso a los eruditos, indicaron que fue un Rey de León quien solicitó su
devolución al rey musulman de Isbiliya, al ser este un tributario del rey leonés. Los mismos, así
como todas las pertenencias de Isidorus, fueron trasladadas a la capital del reino por aquel
entonces, la ciudad de León. Pero posteriormente a la salida de estos, no hay registro alguno sobre
si llegaron, o permanecen allí. Sobre los “Templarios” lo único que hay son registros y relatos de sus
ataques y saqueos, todo sin verificar, en lo que ellos mismos denominaban Tierra Santa, siendo el
templo del rey Salomón, la primera fortaleza expoliada. Pero nada más, ni nada actualizado.

- Querida Nuba, creo que esto se nos queda grande, pues no deja de ser más que un sueño.
Ese nombre pudiste oírlo en el Zoco entre los vendedores de antigüedades, o incluso leerlo
en algún libro de pasada, pero creo que ni tu padre, ni tu hermano Haziz os permitan ir a
tierras cristianas persiguiendo algo que roza la fantasía... No, no es que no crea que puedes
tener algún tipo de visión, incluso que nuestro profeta te esté enviando algún aviso para
todos nosotros, pero que clase de Maestro sería si facilitase o te empujase a correr hacia el
peligro. Se que eres una gran estudiante y casi estas dispuesta para obtener la Iŷāza en
alquimia, algo digno de reconocimiento, así como en camino de la de medicina. Por eso
creo que deberías continuar tus estudios y dejar estas visiones en manos de eruditos
del corán y los menesteres bélicos, en la de tu padre y tu hermano…
- Tiene razón Maestro, sé que es lo que me tiene que decir… Pero me conoce y sabe
que no puedo dejarlo pasar. La pregunta es ¿me va a ayudar a preparar el viaje o no?
¿O va a ir corriendo a mi Padre para que me encierren?
- Nuba, yo me debo a tu padre, pues soy depositario de su confianza. Lo que a mi me
cuentas, él lo sabe. No podría ser de otra forma... Mas no puedo aventurar las
consecuencias o la respuesta de tu padre ante la idea de que vayas a esas tierras en
busca de sentido a su sueño. Así que en verdad, más lejos de tu formación, ya me he
inmiscuido suficiente. Espero que Alá me proteja y no haya hecho de más al dar más
aliento en tu persecución de esta búsqueda al acompañarte a Cordubae. Lo siento...
pero ahora he de dejarte en casa y la semana que viene, aquí estaré de nuevo, para
proseguir con mis enseñanzas. Espero... verte.- responde con cierta pena y aprensión,
mientras se pone rumbo a su casa en la ciudad vecina.

Llegado a este punto, Nuba tiene claro que pese a todo, pese a su propia familia, debe
seguir buscando respuestas, aunque sea ir hacia el peligro. Ahora bien, tuvo que pensar
muy bien a quien se lo iba a contar, a quien pedir ayuda y sobre todo, cómo llegar allí...
Tras revisar mapas de padre y algunos polvorientos de las viejas vías de los latinos
antiguos, tenía claro las opciones del viaje: Por tierra, desde Mérida por la antigua ruta
de mercaderes hasta Astúrica y luego hasta León, en carro. O desde Isbiliya, en barco
bordeando la costa lusitana, hasta las costas del norte del reino de castilla, donde
podría atracar en el pueblo pesquero de Villaviciosa, un lugar con suficiente gente y
población como para encontrar transporte, ni tan pequeña como para llamar la atención,
ni tan importante como para que existan destacamentos de soldados que pudieran
aprehenderme, o algún tipo de orden cristiana militar perseguidora de musulmanes y
cruzar las montañas por el puerto de Tarna o el de Pajares, según el clima, hasta León.

Tras el chasco que había supuesto su viaje a Cordubae, solo tenía ganas de subirse al tejado y
estar sola para pensar en todo esto. Tenía claro que se iba a marchar y que estaba fallando a
su Maestro. Su despedida le había dejado muy triste porque en el fondo pensaba que podría
contar con él aunque comprendía su situación y no podía reprocharle nada en absoluto. Solo
esperaba volver a ser merecedora de su confianza si algún día volvían a encontrarse, de
verdad creía que este viaje podía traerle cosas buenas, estaba convencida de que ese sueño
era algo que debía resolver y no iba a cejar en su empeño pero… ¿cómo?

Cruzaba los jardines cabizbaja, absorta en sus pensamientos, tanto era así que no se percató
de la presencia de Samir al otro lado del estanque. Él la llamó pero Nuba no estaba
escuchando a nadie en ese momento, así que decidió seguirla hasta colocarse delante de ella.
Ella se asustó y sin tiempo para reaccionar, se chocó con él y cayó de bruces al suelo. Y allí se
quedó sentada viendo como Samir se desternillaba. Le ofreció una mano para levantarse pero
ella la ignoró y se incorporó ágilmente mientras se sacudía la ropa.
- Venga Nuba… no te enfades, admite que ha sido divertido
- … No tengo ganas de hablar Samir
- No, imposible, eso si que no me lo creo ¿tú sin ganas de hablar?
- …………… Por favor Samir déjame pasar - Le dijo mirándole fijamente a los ojos
- ¿Qué ha pasado Nuba? ¿Dónde está Moad?
- Se ha marchado ya, nos hemos despedido en la entrada
- Que raro, siempre se queda hablando con tu padre...
- ¿Me estás interrogando?.- Pasando a su lado

Ante esa respuesta Samir se giró, y con semblante serio, agarró a Nuba del brazo. Ella no tiró
de él, en realidad quería que alguien la escuchara, pero no quería poner a Samir en semejante
compromiso. Alguna vez le había hablado sobre sus pesadillas, hacía mucho tiempo, cuando
aún eran unos niños, y él siempre le decía que no buscara excusas para no montar, que era
una miedica… Como iba a reaccionar si le contaba que pensaba dejarlo todo por seguir una
corazonada.
- Samir yo…- Lo miró a la cara con los ojos humedecidos por las lágrimas que intentaba
ahogar.
- Lo siento... - Dijo soltandola. No se escapó, se quedó allí de pie frente a él jugando con
sus manos como hacía siempre que estaba nerviosa, dando vueltas a un anillo que
había sido de su madre. - Nuba, sabes que puedes contarme cualquier cosa
¿verdad?.- Su tono denotaba preocupación, ella nunca se mostraba vulnerable.

De repente, se echó en sus brazos y rompió a llorar. Samir no sabía como reaccionar, miró a
ambos lados por si alguien los estaba vigilando, pero no había nadie cerca como para haberlos
oído. Y la abrazó fuertemente… su cabello olía a lavanda...

Ella balbuceaba entre sollozos, algo sobre su Padre, que su hermano y él jamás la dejarían
irse, que por qué ella tenía que estar allí encerrada…
- Espera espera, ¿has discutido otra vez con tu hermano? ¿te han vuelto a pillar
escabulléndote?.- Pero sabía que se trataba de otra cosa, porque cuando discutía con
Haziz simplemente se enfadada y no paraba de dar vueltas sobre sí misma quejándose
sobre lo maravilloso que era Don Perfecto mientras imitaba su voz regañándola.
- No, no es eso… es que en realidad ya lo sabes… ya te he hablado de ello antes.- Dijo
separándose de él y dejándose caer sobre el césped.
- ¿Qué es lo que se? .- Dijo sentándose a su lado.
- Recuerdas ese sueño que se repetía cuando era pequeña…
- aam si... lo recuerdo.- No esperaba esa pregunta.- Algo de un caballo blanco con
crines de fuego ¿no?
- Si exacto, ese caballo… pues verás…
Y se lo contó todo, cada mínimo detalle que recordaba de aquel sueño, y en especial, aquellas
palabras sobre su reino y Bassat. Lo contaba con verdadera pasión, dijo que llevaba tiempo
investigando qué podía significar, incluso su Maestro y otros eruditos habían tratado de
encontrarle significado sin éxito. También habló sobre lo que había descubierto en su viaje a
Cordubae y… que debía marcharse.
- ¿Cómo? no… ¡no puedes irte Nuba!.- Dijo poniéndose en pie de golpe.- Solo es un
sueño asúmelo, y estás loca si crees que te van a dejar marchar siguiendo los
restos de ese tal Hispalensis… Nuba es muy peligroso, ¿no te das cuenta? No ves
que no tiene sentido lo que dices…
- Ya… estoy loca…- Era la única persona de la que no esperaba oír esas palabras, se
levantó y dijo.- Ahora irás corriendo a decírselo a padre ¿no? Seguro que te ganas otro
ascenso…
- No, yo... perdona... es que... no quiero que te pongas en peligro, necesitaba creer
que estarías segura mientras...
- ¿Mientras que Samir? ¿Qué es lo que no me estás diciendo tú tampoco?
- Yo, no quería preocuparte, no hasta tener todo dispuesto...- Nuba, con mirada
inquisitiva, quedó en silencio, esperando - Tu hermano Haziz está formando un grupo
reducido con los mejores guerreros para ir a buscar y rescatar a Bassat. No lo
sabe nadie, ni siquiera tu padre. Y yo... me he presentado voluntario. Necesitaba
hacer esto, necesito el favor de tu hermano y tu padre, por si... algún día... tu
quisieras aceptarme como tu esposo... - Sobre el rostro de Samir, desciende una
única lágrima - Tal vez no tendría que habértelo dicho aún, o tal vez sí, incluso
antes, pero cuando me has contado todo esto, sólo he podido pensar en que tu
estuvieras en unas tierras peligrosas y yo en otras y no poder hacer nada, ni
acudir en tu ayuda... ya, ya sé que eres dura, independiente y sabes cuidarte muy
bien, pero... no puedo no sentir lo que siento... Por eso, no acudiré a tu hermano,
ni a tu padre. Y sé que diga lo que diga o haga lo que haga, vas a proseguir con tu
plan. Tu mayor escapada, tu aventura, que partirá mi alma con inquietud y temor.
Por eso, déjame hacerte tres regalos antes de que partas.

Sin dejar reaccionar a Nuba, la toma de la mano y la lleva hasta su lugar de residencia. Allí,
abre un arcón y saca una moneda antigua anudada a un cordel de cuero fuerte y un
pergamino.
- Toma, el pergamino te servirá para llegar a un mercader judio que salvé hace años
de unos bandidos en un camino. Acude a Isbiliya y él te llevará en barco hasta
Villaviciosa, en las tierras norteñas. Al menos irás segura y te proporcionará lo
necesario para pasar desapercibida en tierras de cristianos. Este pergamino
cumplirá la deuda de vida que tiene conmigo. La moneda, guárdala bien. Si en
algún momento estás en peligro, acude a algún barrio mudéjar y enséñasela a un
Imán o sabio. Ellos te ayudarán e intentarán comunicarse conmigo lo más rápido
posible.
- Habías dicho que eran tres... ¿cual es el tercero? - preguntó Nuba casi sin voz y
palabras quebradas.
- El tercero es mi compromiso fiel a ti. Tanto si algún dia aceptas ser mi esposa,
como si no, me comprometo a guardar tus secretos, a ser tu confidente y solo Alá
podrá instarme a desvelarlos. Ahora, apremiate, pues apenas tienes dos días
antes de que el viejo Ishmael parta al norte. - Dándole un beso en la frente a Nuba,
con otra lágrima cayendo por su mejilla, le dice - Nos veremos cuando todo esto
pase, ahora voy a quedarme cerca de tu hermano, para que no sospeche de tu
huida. Tal vez quieras dejarle una nota a tu anciano padre. En todo caso... adhhab
bisalam mi querida Nuba, la incontestable. -Con un guiño, sale de la casa y se sube
al caballo que allí fuera tenía amarrado, rumbo al cuartel de Haziz y padre, dejando a
Nuba en la puerta...

Aún sentía el calor de los labios de Samir en su frente mientras seguía allí de pie junto a
la puerta viendo como se alejaba a caballo… Aquello sin duda era la mayor muestra de
amor que nadie hubiera podido hacer por ella, y supo en ese instante que lo amaba,
que siempre lo había hecho. Ya como amiga había temido que llegara el día en que
tuvieran que separarse si él conocía a otra mujer, de hecho le extrañaba que no se
hubiera desposado ya, pero ahora todo tenía sentido… había estado tan ciega, tan
absorta en sus estudios… Si alguien podía hacerle cambiar de opinión sobre el
matrimonio, sin duda era él.

Buscó sobre el escritorio un papiro y tinta, tenía razón, debía dejarle una nota a padre,
pero debía hacerle saber a Samir, que nada le haría más feliz que encontrarlo a su
regreso. Ojalá algún día ella pudiera devolverle todo lo que le había dado. No podía
dejar de llorar, y sus lágrimas sobre el pergamino hicieron ilegibles algunas palabras,
pero el mensaje era claro “Que Allah te proteja Samir, hasta que volvamos a vernos.
Siempre tuya… Nuba”. Junto a la nota dejó un adorno que llevaba en el pelo para que
aunque su viaje los separara indefinidamente, siempre tuviera algo que le hiciera
recordarla. Cogió aire varias veces para calmar sus nervios, Samir le había dado la
oportunidad que necesitaba y no podía meter la pata. Dejó la nota semi escondida junto
a su almohada.

Corrió a su habitación para preparar el petate con lo justo, una muda más abrigada,
algo de comida y agua, medicinas (sobre todo esto)… y los presentes que le había
hecho su capitán, se sonrojo levemente cuando recordó cómo la había besado en la
frente, pero no era momento de dejarse llevar por esos sentimientos. Sería sospechoso
para “un joven” llevar demasiada carga, tal vez atraer a posibles delincuentes, debería
mantener un perfil bajo, y eso suponía renunciar a muchas comodidades que podría
pagarse. Samir le había dicho que Ishmael le proporcionaría todo lo necesario para que
pasara desapercibida en el norte entre los cristianos con lo que eso era algo que no
debía preocuparla, pero antes tendría que llegar hasta él.

Tenía que marcharse cuanto antes, saldría a buscar por el pueblo algún mercader que
fuera de camino hasta Isbiliya, llevaría dinero repartido en en pequeñas cantidades y
bien escondido entre sus ropajes, incluso sujeto entre las vendas que usaba para
disimular el pecho. Pensó si tal vez los ropajes que usaba para hacerse pasar de
sirviente no serían demasiado vistosos para alguien de la calle, así que hablaría con
Malik, el hijo de la cocinera para hacer un intercambio con la excusa de salir a investigar
alguna de sus historias en los suburbios.

La travesía en barco podría ser muy dura y tendría que estar preparada para cualquier
cosa. Más que al viaje en sí, le tenía miedo a que pasaría una vez que llegara a León
porque tampoco tenía muy claro por dónde empezar su búsqueda. Debía ser fuerte y
tenía claro lo que suponía marcharse y dejar su cómoda vida bajo la protección y
consentimiento de su padre. Y tampoco tendría a nadie a su lado para ahogar sus
penas. Debía regresar sana y salva para no faltar a su palabra ni con su padre pero
menos aún con Samir. A su padre además, le había dejado el anillo de madre, porque
no podía llevar algo tan valioso con ella.
“Perdóneme padre, le prometo que esta será mi última aventura, y si a mi regreso sigue
considerándome digna de su nombre, le prometo que seré la hija que siempre ha esperado que
sea. Dígale a Haziz que lo quiero y que rezo por el regreso de Bassat. Por favor, dígale a mi
Maestro que estaré eternamente agradecida por su instrucción, y que me disculpe si también le
he fallado. Despídame también de María, cuya compañía he disfrutado mucho.”

Echando un último vistazo a su hogar desde lo alto del murete por el que también solía saltar
cuando se escabuía al zoco dijo “Allah, aismah li bialeawdati.” e hizo una leve reverencia.

➔ Una muda abrigada


➔ Una manta por si tiene que rezar o abrigarse
➔ Yesca y pedernal
➔ Una calabaza con agua
➔ Una pequeña daga/cuchillo
➔ Un pequeño cazo
➔ Un pequeño cuaderno y carboncillos
➔ La moneda que le había dado Samir atada al cuello
➔ El arco corto de María

Nuba, con todos los pertrechos y vestida como joven ya,


se dispuso a salir rumbo a Isbiliya, cuando cruzando la
puerta, una voz en un lado la sorprendió...

- Niña estúpida... En serio vas a huir de nuevo y


esta vez directa al peligro, ¿pensaste que no vería tu carta antes que nadie?...- Con un
temor terrible se giró hacia quien estaba hablando. Allí mismo, con ropas que casi le
cubrían el rostro, estaba... María.- No soy tu madre y bastante vida he visto para saber
los peligros que acechan por todas partes, así que no seré yo quien te juzgue y menos,
de mujer a mujer... Al menos prométeme que tendrás cuidado, que templarás tu cabeza
y atarás tu lengua, pues allí todo funciona diferente.
- yo...
- no, no digas nada. Sólo venía a pedirte eso y darte esto otro - dijo acercando una tela
cerrada con cuerda de cáñamo, de algo menos de una vara de largo, descubriendo la
parte superior, desde donde Nuba pudo observar el arco de María, hecho en madera de
fresno y duela de tendón. - Cuida bien esta herramienta y ten cuidado contra quién lo
alzas. Yo te presto esto, pero la munición solo te dejo tres flechas, pues no cuento con
más. - sin darle pié a decir nada, se lo colgó a Nuba a la espalda y añadió - Y un
consejo más. Busca un buen hombre de armas según llegues al norte. Por unas
monedas de oro y promesa de aventuras, hay pardos y señores caídos en infortunio
que prestan sus armas en rutas...
Retornando hacia la ciudad, se despidió de espaldas con una mano. Ahora, Nuba se
encaminaba hacia Isbiliya.

Llegó a tiempo al puerto, donde entregó el pergamino a Ishmael, quien con una sonrisa
y reverencia, le cedió su camarote. La nave era una coca, con una pequeña tripulación
y ese único camarote para el capitán, de pequeño tamaño. El viaje duró varios días con
escalas en puertos Atlánticos tanto de los reinos islámicos, como en puertos de la
corona de Portugal. Lisboa dejó impresionada a Nuba, pues era una bella ciudad blanca
encalada en la ría. Todo fue tranquilo, hasta la llegada al norte, a la torre de Hércules
-tal como le dijo uno de los marineros, de origen cristiano por cierto- y el cabo del final
de la tierra. Allí, más al norte, el clima se hizo oscuro y lluvioso de forma impredecible,
pero al navegar cerca de la costa, no hubo grandes peligros, pero sí bastante mareos y
algún vómito que sacaba la carcajada a algún que otro marinero. Finalmente, llegó a
Villaviciosa, donde Nuba desembarcó. Vestida cual mozo cristiano adulto, de tez oscura,
Ishmael le indicó que preguntase al jefe del puerto, quién le dijo dónde dirigirse para
encontrar algún pardo u hombre de armas que prestara sus servicios por una paga.
Este le comentó que en la taberna del puerto habría muchos, pero que si él tuviera que
confiar en alguien para un viaje importante, aunque pide más que otros, hablaría con
aquél, señalando a un tipo algo mayor que Nuba, que bebía vino de una bota, mientras
observaba los barcos ir y venir, mientras hablaba con otro joven a su lado, al cual
despide con un abrazo y entrega su bota de vino, según te vas acercando. Su rostro
contiene sentimientos encontrados entre emoción y tristeza.

Vaya... así que fue así cómo empezó tu camino en estas venturas y desventuras... Supongo
que en ese momento era imperante. Ahora, creo que estoy listo para anotar lo que desde
entonces aconteció en estas memorias. Comencemos...

Y así, el anciano tomó un gran libro vacío de papel pergamino y una de las plumas.

Tras mojarla en el tintero negro, comenzó a escribir lo que Nuba empezó a relatar,
completando con sus propios recuerdos, expresados en voz alta, mientras la vela seguía
iluminando, como si no se combustionase, mientras la conversación continuaba.
Se presenta como Samir a Fernando

Aquí acaba la creación del PJ, a falta de reunirte con tu primer conocido del grupo, ese hombre
de armas, cuya conversación vais a rolear en cuanto ambos tengáis tiempo vía discord. Solo
falta ver los datos del cuchillo y que me digas o anotes y pases de nuevo el PDF con qué
hechizos te quedas…

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