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Gobierno de Rosas
Gobierno de Rosas
Dorrego enfrentó una fuerte oposición de los grupos unitarios que habían sido desplazados del poder, pero también de
los federales del Interior que no confiaban en él porque era porteño. Para concluir la guerra con el Brasil debió firmar
un acuerdo que aceptaba una propuesta diplomática británica. Por este tratado, la Banda Oriental se convertía en
Estado independiente, con el nombre de República Oriental del Uruguay.
Los unitarios, dispuestos a recuperar el poder, ganaron para sus planes a dos generales que habían vuelto de la guerra
con el Brasil: Juan Lavalle actuaría en Buenos Aires y el Litoral y José Maria Paz, en el Interior. El 1 de diciembre de
1828, Lavalle dirigió un golpe de Estado. Una asamblea organizada por los unitarios al margen de las leyes vigentes lo
nombró gobernador. Por presión de los dirigentes unitarios, Lavalle decidió el fusilamiento de Dorrego, sin juicio
previo. Esta drástica decisión hizo que se extendiera la guerra civil en el territorio bonaerense.
A principios de 1829, Lavalle debió enfrentar a fuerzas federales santafesinas y bonaerenses. El hacendado federal
Juan Manuel de Rosas propició un levantamiento de la campaña contra el nuevo gobierno. Las causas de esta
movilización fueron el temor a la reimplantación de la leva militar", las penurias económicas derivadas de una sequía,
la sobreoferta de mano de obra tras el regreso de las tropas del Brasil y la ejecución de Dorrego, quien había beneficia-
do a los sectores rurales con la suspensión de la leva. En abril, Lavalle fue derrotado. Para poner fin a las hostilidades,
firmó con Rosas dos acuerdos sucesivos. El primero, el Pacto de Cañuelas, convocaba a elecciones de la Legislatura
con una lista conjunta de unitarios y federales. Como los dos bandos rechazaron esta condición, mediante el Pacto de
Barracas, eligieron a Juan José Viamonte como gobernador interino.
pacto federal
Durante el gobierno de Rosas no existieron instituciones de carácter central (Congreso, presidente, etc.), y las
provincias se mantuvieron unidas sólo por el Pacto Federal de 1831. Las autoridades de las otras provincias delegaron,
expresamente, en el gobernador de Buenos Aires la facultad de manejar las relaciones con otros países, manteniendo
todas las demás atribuciones de gobierno bajo su propio control.
Tras la elección del caudillo Juan Manuel de Rosas para ejercer el gobierno de la provincia de Buenos Aires, el resto
de las provincias se fue incorporando a lo que llamaron la Confederación Argentina.
La "paz rosista"
En tiempos de Rosas, cada vez que la Confederación parecía amenazada por levantamientos e intervenciones
extranjeras, aumentaba el uso de la violencia. Entre 1838 y 1842, Buenos Aires vivió su período de mayor terror. El.
rosismo confeccionó listas de opositores, confiscó sus propiedades y muchos debieron emigrar. Por el contrario, una
vez derrotado Lavalle en 1841, los asesinatos políticos disminuyeron notablemente. En 1846, Rosas ordenó la
disolución de la Mazorca y la incorporación de sus integrantes a las milicias. Después de que finalizara el bloqueo
anglofrancés, permitió el regreso de los emigrados, devolvió los bienes confiscados y levantó las restricciones a la
prensa.
La oposición a Rosas
Para resolver los conflictos politicos y frenar cualquier manifestación de los opositores, el gobierno recurrió a la vio
lencia: encarcelamientos, atentados contra la propiedad, censura de prensa y prohibición de libros. Frente a la
imposibilidad de expresar libremente sus críticas al gobierno o la oposición a determinadas decisiones y ante las
persecuciones que sufrían, numerosos intelectuales debieron salir del pais e instalarse en el extranjero (exilio).
Los principales opositores al gobierno de Rosas fueron los grupos dominantes de las provincias del Litoral
(propietarios de extensas tierras y comerciantes), quienes exigieron los derechos de comerciar libremente por los ríos
Paraná y Uruguay y de disponer de los ingresos de sus propias aduanas. Sus intereses coincidieron con los de algunos
paises extranjeros, como Brasil, también interesado en la libre navegación fluvial. Hacia fines de la década del treinta,
la oposición contra Rosas adoptó formas violentas, a través de levantamien tos militares encabezados por caudillos.
No obstante, todos los intentos de acabar con su gobierno fueron derrotados.
En 1850, el gobernador de Entre Rios, el caudillo rural Justo José de Urquiza, propietario de grandes extensiones de
tierra en esa provincia, logró aglutinar a diferentes sectores opositores a Rosas. Junto al grupo de exiliados en
Montevideo, algunos uruguayos y las fuerzas navales brasileñas, formaron la Triple Alianza. Ésta declaró la guerra a
Buenos Aires y derrotó a su ejército en la batalla de Monte Caseros (1852).
La derrota de Rosas no destruyó el poder del grupo de estancie- ros de Buenos Aires; los conflictos entre distintos
intereses continuaron, y entraron en una nueva etapa
La caída de Rosas
En 1851 el general Justo José de Urquiza, un acaudalado estanciero y saladerista, que era gobernador de Entre Ríos,
publicó un documento conocido como el "Pronunciamiento" que expresaba su decisión de quitarle a Rosas el manejo
de las relaciones exteriores de su provincia. Además, reclamaba la convocatoria urgente a un congreso nacional para
organizar el país bajo la forma federal de gobierno. Urquiza estableció entonces contactos con los exiliados unitarios y
con federales disidentes y firmó una alianza con Brasil y Uruguay.
Con fuerzas propias y las que le aportaron sus aliados, a principios de 1852 se enfrentó con el gobernador de Buenos
Aires en la batalla de Caseros. Derrotado en el campo de batalla, Rosas renunció a su cargo y viajó a Gran Bretaña
donde permaneció hasta su muerte en 1877. Sus restos mortales recién fueron traídos a la Argentina en 1989.