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«fe b) U Le els ROBERT L. STEVENSON The angen of eg and Me Hye or ten Gs ISN: 9THSs6 108-4 Tie: ee e202 ‘Dec dete: are Ne inca pce: Pras Grae. ‘192 pe np Es ZZ A ‘cc Ste Loc Contos TO. Po vi Tate an Fo 0748 wow sionnt om apse ‘Staged Ce Erect ion eee roe en ce pate vacate is poring melo mei, ‘eset, Sprit, CD Ram sop ‘movin to onde mre “is lnsworea crt de mor Ing por Donne Chi id INDICE Palabras preliminares Historia de la puerta ster Hyde El doctor Jekyll se hallaba tranquilo Buscando a. El caso del asesinato de Carew El episodio de la carta La extrafia aventura del doctor Lanyon El incidence de la ventana La ltima noche El relato del doctor Lanyon Henry Jekyll explica qué acusrid u 19 29 33 39 45 51 33 0 “El ultimo de los escritores roménticos” Nacido en un mundo en que trunfaba la industiaizacién, el comercio y la prosperidad materia, Stevenson deberis haber adoptada, como formula iteraia, el realsmo que utilizar los escrtores de su tiempo. Pero asi como pas6 su vida huyendo del clima fio y brumoso de su Escocia natal, y evadiéndose de la moral rgida e hipécita de sus com- patriots, mantuvo suobra dentro dela tendencia que se avenia mejor con su ‘emperamentoatormentado yfantaioso cel romanticism, Uno de sus iustres contemporineos, HG Wells lo ca Wicd acertadamente al decir que ue'el timo de os escritores romanticos'de su generac. José Manuel Zanarta HISTORIA DE LA PUERTA E tavogedo Miser Unenon un hombre ao, exjto co de oblate dust, ue adr aba con una Teepe rsrmnycencdleny ope pa expone ot senimfenos No ban impitabs sets. En sani Snow uri bebe un visa de ago, au oft haar unt rotunda Pum uc no eg ele on tusplares ungues enlaexpeie deo oto dural ‘nce face er rw aos Sen, Conag tas x if , Eman hd Ionbenes vs y bela gba y bc yon Gu tnt ana ance dete, pct alin pore Pa al pln, en camblo,gdsbsuns enorme eel got inna yar wer deco “Noctis ahead Cla devia cul ede desis cme more ple TH ele de Miner Utenon lo ranfoaba spree Latina amin boat abies itioeca poner cat tcl den qocsransban pr eamine dla pedi, Tuleomporamito no cu fel pas conierando gue bana lamina en una gan leach slo compare ca bondal Comideando su aural modest elabogad Uso s coon son quel clo dea toe fo format gure fas y vise concsee como sam the ceca nl tempo. ‘Asi se expcan, sin duda, los lazos que lo unfan a Mister Ri- chard Enfield, familiar ljano y cabllero bastante conocido en Ja ciudad, Muchos e preguntaban qué vefan el uno en el otto, y qué habia en comin entre Miser Uterson y Mister Enfield ‘Todos los que se tropezaban con ellos, en el curso de sus habi- tuales pascos dominicales, aseguraban que no intercambiaban tuna sola palabra, que se nocaban extremadamente aburridos, 1 que recbian con evidente agrado la presencia de cualquier amigo que se les aprosimara. Sin embargo, para ambos, estas cexcursiones constituian el mejor momento de la semana. En uno de estos paseos, ls dos amigos desembocaron en una callejucla de un barrio comercial de Londres. A simple vista, sus habitantes eran comerciantes présperos, que competian cn alhajar los escaparates de sus tiendas, alineadas a ambos costados de a alle, dndoles un aspectoflorecienteytentador, ‘Aun en medio de la tranquilidad y el silencio de los domingos, xa callecita billaba en comparacién con el resto del bartio, lMamando la atenciin de los transedintes las contraventanas ec pintadas, os relucientes leteros de bronce, yl limpiera, Pero cerca dela exquina, en la aceraiaquietda, caminando cen direceién Este, interrumpia la linea de escaparates,rom- piendo la agradable armonia, la entrada a un patio. Alli se alaaba un edifcio de dos pisos, de aspecto tenebroso, que proyectaba su alero sobre la vereda, Carecia de ventana, y no tenia més que una puerta en la planta baja, y en la superior solo un frente ciego, con la pared descascarada. En todos los detalles se traslucia un descuido prolongado y sérdido. La puerta carecia de llamador © campanilla, y su pincura se vela satada y desea. Los vagabundos se guarecian asu amparo, 2 HL EXTRARO CASO DEL DR JERTLY MDE cen tanto que los chiquillos tomaban por asalto sus peldafos. Mis de un muchacho habia comprobado el flo de su corta- plumas en las molduras, y nadie, en una generacin, parecéa haberse preocupado de alejar a estos vistantes ni de reparar los estragos que causabsn, Mister Enfield y Mister Uterson caminaban por la acera del frente, y al legar a aquel sitio, el primero azé su bastén y sefalé hacia la casa, Te has fijado en esa puerta? ~pregunt6, Un gest afrma- tivo de su amigo fue la respuesta~. Me hace evocar un suceso ~2Qué suceso? alreracign en la vor. “En una ocasién en que volvia a mi hogar, en una fia y bru- ‘mosa madrugada de invierno ~continué Mister Enfeld-, me ‘enconté atravesindo un barrio en el que lo tinico que lograba ver eran los faroes encendidos en las esquinas. Eran cerea de las tres, y recor! innumerables calles en as que todo el mundo dlormia, tan vacias silenciosas como la nave de una iglesia. Asi Iegué a ese estado de énimo en que se comienza a desear que parezca un policia. Fue entonces cuando, epentinamente, via dos personas: un hombre de baja estatura, que caminaba ripido ‘en direccin Este, y una nifia de ocho a diez afios que coria por tuna bocaclle a la mayor velocidad que le era posible. Como suponddris llegar a la esquina chocaron, y esto es lo grave: el individuo atropellé a anita sigué adelante, sin atendera sus gritos, dejindole en el suelo. Quixis, como lo estoy contando, cl incidente no parezca tan espantoso, pero la visién que yo te fe horrible. Aquel hombre no parecia un ser humano, Le indagé Mister Ureerson, con una leve 13 tg, cor tas, lo cogt por el cuelo, y lo obligué a volver al Tugar donde ya un grupo de gente se reun‘a en torno alana, El hombre no offecié resistencia y se most tranquilo, pero la mirada que me dirgi estaba tan cargada de pervesidad, que un szdor helado me invadi, Los ques hallaban junto ala victima ran faliaresdeella,y un médico, a quien la chica ba a buscar cuando tropené con el desconocido. Segin el médico, la cria- ‘uta no habia sufrido mais dato que el sto, y tl vez pensarés, cstimado Utterson, que aqui se acaba la historia. No, no es ass ‘cutrié algo ms. Desde el primer instante ese sujeto me caus ‘una incontrolable repugnancia,y oto tanto les sucedié a todos Ios ali presentes. No obstante, me sorprendié que al médico le pasaralo mismo, Este era un individuo comin ycorsiene, con. matcado acento de Edinburgo, aspecto y edad indefinidos, yl sensibilidad de wn escaio de madera, pero reaccionaba igual que los dems. Miraba a mi prisionero y se enfermaba, y paidect, acosido por un desc violento de aexinarlo. No nos cosé darnos cuenta de fo que ambos pensibamos y considerando que no ppodiamos dar muereal hombre, le comunicamos que darfamos conocer su hazafia, que todo Londres lo maldecira, y que perderia su repuacién y sus amigos. Mientras lo amenazdbames, Jas mujeres se hallaban lists para lanzarse como arpias conta dl, En mi vida he vuelto ver rostos tan encendidos por el odio, y en medio de aquel crculo permanecia ese hombre, revestido de una oscura y despectva fialdad, controlando su temor con tun dominio satinico. Si desean sacar partido del accidente, me tienen en sus manos ~dijo~, Un caballo siempre trata de evita el escindalo, Digan cuinto piden. 4 Le exigimos nada menos que cien mil bras para la familia de la nia. Era evidente que pensé en escapat, pero nuestra acttud le inspiré miedo y cedié. Y a dénde te imaginas que nos condujo a buscar el dinero? Mister Uterson se limité a observa atentamente ~iA es etfco —prosiguié Mister Enfield Al que ents por «a puerta! Abrié eon unallave, yal poco rato volvé con diet libra en oro, y un cheque por el valor de la cantidad restate. Este documento, para cobrar en el Banco de Gouts extendi-

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