Está en la página 1de 3

Material distribuido gratuitamente con fines didáctico

1
No te dejes arrastrar por cualquier viento. (Resumen)
Yo soy un reaccionaria.
Había escuchado a la gente hablar sobre lo que es reaccionar, pero hasta ese momento no había
entendido qué tanto había reaccionado yo.
Había reaccionado a:

• A los sentimientos, conductas, problemas y pensamientos de otras personas.


• A mis propios sentimientos, mis propios pensamientos, mis propios problemas.
• A las crisis, pensaba que casi todo era una crisis.
• A casi todo lo que entraba en mi conciencia y en mi medio ambiente.

Mi vida entera había sido una reacción a las vidas, deseos, problemas, fracasos, éxitos y personalidades
de otras personas. Hasta mi baja autoestima, en la cual hurgaba como en una bolsa de pestilente basura,
había sido una reacción. Era como una marioneta con las cuerdas colgando, invitando y permitiendo que las jalara
cualquier persona o cosa.

Reaccionamos con
• Ira
• Culpa
• Vergüenza
• odio a nosotros mismos (castigándome consciente o inconscientemente)
• preocupación
• sentimientos heridos
• gestos controladores
• acciones solícitas (dar hasta la camisa por los demás)
• depresión
• desesperación
• furia.
• miedo y ansiedad.

Algunos de nosotros reaccionamos tanto que nos resulta doloroso estar cerca de la gente, y torturante
encontrarnos dentro de un grupo grande de personas.

Es normal reaccionar y responder a nuestro medio ambiente. Reaccionar es parte de la vida. Es


parte de interactuar, es parte de ser humano y de estar vivo. Pero nos permitimos irritamos tanto y distraernos
tanto.
Pequeñeces, cosas mayores, “lo que sea” tienen el poder de descarrilarnos. Y nuestra respuesta después
de que reaccionamos a menudo no es la que más nos conviene.

Podemos haber empezado a reaccionar y a responder urgente y compulsivamente con patrones que
nos lastiman:
• El solo hecho de sentir urgencia y compulsión es suficiente para herirnos.
• Nos mantenemos en un estado de crisis, fluyendo la adrenalina y tensos los músculos, listos
para reaccionar ante emergencias que generalmente no son tales.
• Alguien hace algo, de modo que nosotros debemos hacer algo a la vez.
• Alguien se siente de determinada manera de modo que nosotros debemos sentirnos de otra
determinada manera.
• BRINCAMOS DENTRO DEL PRIMER SENTIMIENTO QUE NOS ATRAVIESA Y
LUEGO NOS EMPANTANAMOS EN ÉL.
• Pensamos en el primer pensamiento que cruza por nuestra cabeza y luego elucubramos sobre
él.
• Decimos lo primero que nos viene a la lengua y a veces nos arrepentimos.
• Hacemos lo primero que nos viene a la mente, generalmente sin pensarlo.
• Ese es el problema: reaccionamos sin pensar, sin haber pensado honestamente lo que
necesitamos hacer y cómo queremos manejar la situación.
• Nuestras emociones y conductas son controladas “disparadas” por cualquier persona o cosa en
nuestro entorno.
• Indirectamente estamos permitiendo que los demás nos digan qué hacer. Eso significa que
hemos perdido el control. Estamos siendo controlados.
Material distribuido gratuitamente con fines didáctico
2
Cuando reaccionamos:
• Renunciamos a nuestro poder personal para pensar, sentir y actuar de acuerdo con nuestro mejor
interés.
• Permitimos que otros determinen cuándo nos sentiremos felices; cuándo nos sentiremos en paz;
cuándo nos sentiremos irritados; y qué es lo que diremos, haremos, pensaremos y sentiremos.
• Renunciamos a nuestro derecho de sentirnos en paz al capricho de nuestro medio ambiente.
• Somos como una pieza de papel a merced de la tormenta, dejándonos arrastrar por cualquier
viento.

Reaccionar NUNCA funciona. Reaccionamos demasiado aprisa, con demasiada intensidad y urgencia.
Rara vez podemos hacer lo más adecuado cuando nos encontramos en ese estado mental, Resulta irónico que
no se nos requiera para hacer las cosas en este estado mental. Poco hay en nuestras vidas que no podamos
hacer mejor si permanecemos apacibles. Pocas situaciones “no importa qué tanto parezcan demandarlo”
pueden mejorarse si perdemos los estribos.

Entonces, ¿por qué lo hacemos?


o Reaccionamos porque estamos ansiosos y temerosos de lo que está sucediendo, de lo que podría
suceder y de lo que ha sucedido.
o Muchos reaccionamos como si todo fuera una crisis porque hemos vivido tantas crisis durante
tanto tiempo que la reacción a la crisis se ha convertido en un hábito.
o Reaccionamos porque pensamos que no deberían estar sucediendo las cosas como suceden.
o Reaccionamos porque no nos sentimos bien con nosotros
mismos y lo que está pasándonos.
o Reaccionamos porque la mayoría de la gente reacciona.
o Reaccionamos porque pensamos que tenemos que
reaccionar.
No tenemos que hacerlo.

1. No debemos tener tanto miedo de la gente. Son gente como nosotros.


2. No tenemos que renunciar a nuestra paz. No sirve de nada. Disponemos de los mismos
recursos y hechos cuando estamos en paz que los que disponemos cuando estamos en un
estado frenético y caótico. De hecho, disponemos de más recursos porque nuestras mentes
y emociones están libres de actuar a su mayor potencial.
3. No debemos renunciar a nuestro poder para pensar y sentir por cuenta de los demás.
4. No tenemos que tomar las cosas tan a pecho (a nosotros mismos, a los eventos y a
las otras personas). Sacamos las cosas fuera de toda proporción “nuestros sentimientos,
pensamientos, acciones y errores”. Hacemos lo mismo con los sentimientos, pensamientos y
acciones de otras personas. Nos decimos a nosotros mismos que las cosas son temibles, terribles,
una tragedia y el fin del mundo. Muchas cosas pueden ser tristes, muy malas o desagradables,
pero lo único que es el fin del mundo es el fin del mundo.
5. No debemos tomar la conducta de otras personas como el reflejo de nuestra valía. No
tenemos que sentirnos avergonzados, miedosos, enojado si alguien se comporta en forma
impropia. Cada persona es responsable de su propia conducta. Si otro se comporta de manera
inadecuada, deja que él o ella se avergüencen de sí mismos. Si tú no has hecho nada que te
haga avergonzarte, no te sientas avergonzado. Sé que esta es una tarea difícil, pero puedes
lograrlo.
6. No tenemos que tomar el rechazo como reflejo de nuestra valía. Si alguien importante para
ti (o aun alguien que no lo sea) te rechaza a ti o a lo que has elegido o hecho, o tus ideas, tú
sigues siendo real, sigues teniendo el mismo valor que si no hubieras sido rechazado. Asume
cualquier sentimiento que pueda acompañar al rechazo; habla acerca de tus pensamientos no
des en prenda tu valor sólo porque otro rechazó o desaprobó lo que tú eres o lo que has hecho.
Aun si la persona más importante para ti te rechaza, tú sigues siendo real, y sigues estando bien.
Si has hecho algo impropio o necesitas solucionar un problema o cambiar una conducta, sigue
los pasos adecuados para ocuparte de ti mismo. Pero no te rechaces, y no le des tanto poder al
rechazo de los demás. No es necesario.
7. No tenemos que tomar las cosas de manera tan personal. Tomarnos a pecho cosas que no
valen la pena de tomarse tan a pecho. Por ejemplo, decirle a alguien con pulmonia “si me amaras
no toserías”. Las víctimas de la pulmonía toserán hasta que tengan tratamiento adecuado para su
enfermedad. Cuando la gente que tiene un trastorno compulsivo o neurótico hace cualquier cosa
que se sienta obligada a hacer, no quieren decir que no te aman, lo que están diciendo es que no
se aman a sí mismas.
8. Tampoco tenemos que tomarnos de una manera personal las pequeñeces. Si alguien ha
tenido un mal día o está enojado, no asumas por ello que tiene algo que ver contigo. Puede tener
algo que ver contigo o no. Si así es, lo descubrirás. Generalmente las cosas tienen mucho menos
que ver con nosotros de lo que pensarnos.
Material distribuido gratuitamente con fines didáctico
3

Una interrupción, el mal humor de otro, una lengua aguda, un mal día, pensamientos
negativos, problemas o adicciones activas no tienen por qué manejar o arruinar nuestro
día, ni siquiera una hora de nuestro día.

No tenemos que reaccionar. Tenemos opciones. Cada vez que ejercitamos nuestro derecho para elegir
cómo queremos actuar, pensar, sentir y comportarnos, nos sentimos mejores y más fuertes.

“Pero”, podrán ustedes protestar “¿por qué no debo reaccionar? ¿Por qué no debo replicar? ¿Por qué no
debo irritarme? Él o ella se merecen cargar con el peso de mi torbellino”. Podría ser, pero tú no debes hacerlo.
Estamos hablando aquí de tu falta de paz, de serenidad, de tus momentos desperdiciados. Como solía decir
Ralph Edwards, “Esta es tu vida”. ¿Cómo quieres usarla? Tú eliges.

Somos como cantores de un gran coro. Si el que está junto a nosotros desentona, ¿debemos hacerlo
nosotros también? ¿No le ayudaría más a él, y a nosotros, tratar de seguir entonado? Podemos aprender a cumplir
con nuestra parte.

Algunas de nuestras reacciones son respuestas a las reacciones que los demás tienen frente a nosotros.
(Estoy furiosa porque él se puso furioso; él se puso furioso porque yo estaba enojada; yo estaba enojada porque
pensé que él estaba enojado conmigo; pero no estaba enojado sino herido porque...)

Cálmate. No necesitas sentirte tan asustado. No necesitas sentirte tan frenético. Mantén las cosas en
perspectiva. ¡Hazte la vida más fácil!

También podría gustarte