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LECCION QUINTA. DE LA RESCISION Y NULIDAD DE LAS OBLIGACIONES. T Preliminares. La infraccion de las leyes 6 la inobservancia de las reglas que establecen, pueden dar origen 4 la indemnizacién de da- fios y perjuicios, 4 la caducidad de derechos, 6 4 la nulidad de los actos contrarios 4 las prescripciones de aquellas. La nulidad, que es uno de los objetos principales de este: estudio, es definida por Aubry y Rau, la ineficacia de que esta afectado un acto por ser contrario al mandato 6 pres- cripcién de Ja ley.’ Seguin otros autores la palabra nw/idad designa al mi:mo tiempo el estado de un acto que se considera como no suce- dido, y el vicio que impide 4 este acto producir efecto.” Rescisién es la invalidacién de algun contrato, 6 de una obligacién, Es preciso no confundir la nulidad con Ia rescisién, por- que existen entre una y otra notables diferencias, que va- mos 4 procurar establecer mediante la explicacién de los efectos juridicos de las acciones de nulidad y rescisoria, 1 Tomo II, pag. 218. 2 Merlin, Repertoire, y© Nullité; Bousquet, Dictionaire du Droit, vy Nullités Eacriche ¥° Nulidad, LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 355 La accién de nulidad tiene por objeto la declaracién de ja ineficacia de una obligacién, la cual exime 4 los contra- tantes de los deberes que contrajeron, Los autores distinguen con entera justicia los contratos y las obligaciones nulos en dos especies; los propiamente nu- los y los que llaman anulables. Llaman nulos 4 aquellos contratos que carecen de al zunos de los requisitos que la ley sefiala como absolutamente ne- cesarios para su existencia, 6 aquellos en los cuales concu- rren esos requisitos, pero que infringen un precepto 6 una prohibicién de las leyes de orden puiblico, Tales son, por ejemplo, los contratos en que falta de una manera absoluta el consentimiento de uno de los contrayen- tes, como si uno de ellos cree celebrar el contrato de com- pra-venta, y el otro el de arrendamiento de determinada co- sa; aquellos en que falta el objeto sobre que versan, como si los contratantes convienen en la venta de una cosa que ha perecido en el momento de la celebracién del contrato; aquellos que carecen de las formalidades 6 solemnidades que las leyes exigen como necesarias para su validez, como el otorgamiento de escritura ptiblica en la sociedad cuyo capi- tal excede de trescientos pesos; y por ultimo, aquellos que tienen un objeto inmoral 6 prohibido por las leyes, como la venta del derecho 4 la herencia de una persona viva, 6 la de los alimentos debidos por derecho de familia. Son contratos anulubles aquellos que reunen todos los requisitos esenciales que para su existencia demandan las leyes, pero que estdn afectados de algtin vicio susceptible de producir su nulidad. A diferencia de los contrates nulos, que en realidad no existen ni producen ningtin efecto juridico, los anulables tienen una existencia legal y producen todos los efectos ju- ridicos de los vdlidos, y por lo mismo crean derechos y obli- gaciones, constituyen titulos justos de la propiedad, la cual transmiten etc.; pero esa existencia es verdaderamente eff. 356 LECCIONES DE DERECHO CIVIL, mera, porque sé pueden anular haciendo constar judicial- mente el vicio capital de que se hallan afectados, dentro del término que la ley sefiala. Pero el ejercicio de ta accién para obtener la declaracién de nulidad de esta especie de contratos depende de la vo- luntad de las personas 4 quien aprovechan los efectos de clla, las que por consentimiento expreso 6 tacito pueden re- nunciar tal ejercicio. Los autores sefialan las causas signientes, que hacen anu- fables los contratos: 1” Los vicios del consentimiento, esto es, el dolo, ef error y la violencia: 2” La falta de la capacidad para obligarse de uno de los contrayentes: 3° La falta de las formalidades especiales que las leyes sefialan para ciertos contratos relativos 4 los bienes de me- nores 6 incapacitados. La distincién que hemos procurado fundar con la mayor claridad posible, nos conduce 4 las siguientes consecuencias, cuya importancia es notoria: 1? La nulidad que proviene de los contratos propiamen- te nulos, 4 que los autores Ilaman nulidad de Jleno derecho, no nececita de la declaracién judicial para que exista, toda vez que la ley misma ha hecho tal declaracién; y si hay ne- cesidad de ocurrir 4 los tribunales, es porque nadie puede hacerse justicia de propia autoridad, y la sentencia no tiene otro objeto que reconocer un estado de cosas preexistente. En muchas ocasiones bastard que los contrayentes, que en apariencia resultan obligados, se abstengan de cumplir la obligacién, sin necesidad de ninguna gestién judicial, si no es en el caso de que los supuestos acreedores les deman- den el cumplimiento de esa obligacién, y entonces bastard qué opongan como excepcién la nulidad de ella. Por el contrario, la nulidad de los contratos que hemos llamado anulables, sdlo se puede obtener mediante una de- Bes pats. LECCIONES DE DERECHO CIVIL, claracién judicial 4 solicitud 6 instancia de las personas in- teresadas en obtenerla. 2” La nulidad de los contratos propiamente nulos es ab- soluta, esto es, se puede hacer valer por todas aquellas per- sonas que tienen un interés legitimo en atacarlos; mientras que la de los contratos anulzbles es relativa, esto es, sdlo se puede hacer valer por ciertas y determinadas personas, en cuyo favor se ha establecido. 3” Cuando el contrato es anulable, se puede purgar el vicio de que esta afectado, mediante la confirmacién de la persona que pudiera oponer 6 pretender la declaracién de nulidad; y por el contrario, el contrato nulo no @ suscepti- ble de confirmacién, porque ésta tiene por objeto reparar las irregularidades de que se halla afectado un acto juridico; y malamente puede repararse aquello que conforme 4 la ley carece de existencia, De aqui proviene el apotegma forense, que dice: “Quod nulunt est confirmari neguit.” 4™. La accién para obtener la nulidad de los contratos anulables se debe ejercitar dentro de los diversos plazos que la ley seftala, seguin la especie de vicio que la produce, pa- sados los cuales se extingue, porque se presume, por el si- lencio de los interesados, que confirman 6 ratifican dichos contratos, Los propiamente nulos, por el contrario, no se confirman por el silencio de los interesados, y por lo mismo el trans- curso del tiempo no puede hacer que tales contratos pro- duzcan una accidn eficaz en derecho. Pudiera decirse en contra de lo expuesto que las acciones no son perpetuas y que, cualquiera que sea su naturaleza se extinguen en determinados plazos; pero si bien es cierto que asi acontece, porque la ley, atendiendo al interés ptiblico, ha sefialado un Ifmite 4 la duracién de las acciones, también lo es que el vicio de que se hallan afectados los contratos nulos produce una excepcién que pueden oponer los intere- or] & a LECCIONES DE DERECHO CIVIL. sados en todo tiempo, la cual hace ineficaz la accién ejerci- tada por los acreedores., En otros términos: la au'idad puede hacerse valer como accién dentro de los plazos que las leyes sefialan, y después de éstos, cuando la accién se ha extingnido, como excep- cién ; y con este cardcter es perpetua y puede oponerse en todo tiempo. La rescisién se obtiene ejercitando la accién conocida en el tecnicismo forense con el nombre de rescisoria, que €s, segtin la define Gomez de la Serna y Montalvan, la que compete al comprador 6 al vendedor que han sido perjudi- cados contra el otro contrayente, ya sea para obtener la res- cisidn del contrato, ya para la indemnizacida del perjudica- do, devolviendo la parte del precio’ en que ha habido el ex- ceso al comprador, 6 el complemento del precio justo al vendedor. * : Esta definicién es 4 nuestro juicio limitada, pues sdlo comprende el contrato de compra—venta en que ha habido lesién, siendo siendo asi que la rescisidn puede tener lugar en todos los contratos onerosos, Por lo mismo, creemos que debe definirse la accidn res- cisoria dicieudo, que es aquella que tiene por objeto obte- ner Ja invalidacién de un contrato valido seguin las leyes. Invocamos en apoyo de esta definicién el articulo 1,770 del Codigo civil, que declara, que no pueden rescindirse mas que las obligaciones que en si mismas son validas, * Establecidos estos precedentes, vamos 4 hacer el estu- dio, con la conveniente separacién, de la rescisién y de la aulidad de las obligaciones, advirtiendo antes que las reglas que el Cédigo establece respecto de ésta, excepto dos de ellas, relativas a la nulidad proveniente de la infraccién de los preceptos de las leyes de orden publico, 6 lo que es lo mismo, 4 los contratos nulos, se refieren exclusivamente 4 1 Tratado de Presedimientos Judiciales, tomo I, n? 281. 2 Artfculo 1,656, Oddigo civil de 1344. E LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 359 Jos contratos anulables, pues las referentes 4 aquellos se hallan consignadas entre los preceptos que rigen cada con- trato en particular, Il De la rescision de las obligaciones. E] articulo 1,770 del Cédigo declara, con entega justicia -que no pueden rescindirse mas que las obligaciones que son en si mismas validas, pues malamente pueden invalidarse los contratos que carecen de existencia legal. * Como indicamos en el articulo precedente, la rescisién tiene por objeto los contratos en que ha habido lesién; pero como el ejercicio de la accidn rescisoria era fuente fecunda de cuestiones, interminables, diftciles de resolver, nuestro ‘Cédigo puso término 4 ellas; declarando que ninguna obli- gacion se rescinde tinicamente por lesién, excepto el caso de ‘compra-venta, cuando la cosa ha sido valuada con posterio- ridad 4 la celebracién del contrato, y resulta del dictamen de los peritos que alguna de las partes ha sufrido lesion, la ‘cual existe solamente cuando Ja parte que adquiere, da dos tantos mds, 6 Ja que enajena recibe dos tercios menos del justo precio 6 estimacién de la cosa (Arts. 1,771, 1,772 y 3023, Céd. civ). * Los fundamentos de la limitacién que impone el Cédigo al ejercicio de la accién rescisoria, estan expresados en los ‘siguientes conceptos, que tomamos de la Exposicién de mo- tivos: “Este capitulo contiene algunas reglas generales y las re- 1 Artfeulo 1,656, Cédigo Civil de 1884, 2 Axtfeulos 1,656, 1,657, y 2,890 Cédigo Civil de 1,884. 360 LECCIONES DE DERECHO CIVIL. ferencias conducentes: porque en cada contrato, asf como en los titulos precedentes, se han fijado ya los casos en que tie- ne lugar Ja rescisién, Sdlo se hard observar el articulo 1771, en que se declara que las obligaciones no se rescinden por causa de lesién; porque establecidas las reglas de los con- tratos en general y en particular, y debiendo ser conocido el Cédigo de todos los ciudadanos, cada uno debe cuidar det asegurarse al contratar, Ademds: se han establecido las re- glas necesarias para la rescisién por dolo y por error, de donde resulta, que no hay necesidad de las relativas 4 le- sidn, pues cuando ésta se verifica, hay por lo comtin error, y no pocdf# veces dolo. Asi se cierra la puerta 4 cuestiones- interminables y de muy dificil solucidn. Sdlo se exceptia el contrato de compra-venta en Jos términos que establece el articulo 3,023, porque siendo dicho cuntrato el mds frecuen- te é imposible en muchos casos valerse en él de la_media- cidn de peritos, era preciso conservar al perjudicado la ac- cién rescisoria por causa de lesidn; mds como debe procu- rarse, en cuanto sea posible, la subsistencia de los contratos, se previene en el articulo 1,772, que no se recute lesién el dafio que sufra cualquiera de los contratastes sino cuando el que adquiere da dos tantos mds, 6 el que enajena recibe dos tercias partes menos del justo precio de la cosa. No ha- bra pues, en lo sucesivo mds que un género de lesidn aten- dible y desapareceran de nuestro foro los términos de enor- me y enormisima,” : : Asi, pues, segtin el sistema adoptado por el Cédigo, que- da prcscrita entre nosotros la rescisién de los contratos por causa de lesién enorme 6 enormisima, sancionada por nues- tra antigua legislacién, excepto el caso de la venta, cuando con posterioridad 4 ella resulta demostrado por el juicio de peritos que alguno de los contrayentes ha sufrido lesién, pa- gando el que adquiere dos tantos mds, 6 recibiendo el que enajena dos tantos menos del justo precio de la cosa, Este sistema es 4 nuestro juicio perfectamente justo, port LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 361 que ademas dequeimpidelas cuestiones Ilenas de dificultades que, con tanta frecuencia, se suscitaban antes, se sanciona el respecto debido 4 la fe de los contratos, cuya validez y es- tabilidad ejercen tanta influencia en el comercio y en la vi- da de la sociedad. Segtin los articulos 1,773, 1,776 y 1,777, pueden rescin- dirse las obligaciones: ' 1° En los casos en que conforme 4 derecho procede la restitucién in integrum: 2° En Jos casos que se haya cometido fraude en perjui- cio de los acreedores al enajenar los bienes del deudor: 3° En los casos que establece la ley, como los pre- vistos por los articulos 1,621 y 1,622 del Cédigo civil: 4° Las enajenaciones 4 titulo gratuito, hechas por el deudor en estado de insolvencia: 5° El! pago hecho en estado de insolvencia, por obliga- ciones 4 cuyo cumplimiento no podia ser compelido el deu- dor al tiempo de hacer la solucién. La rescisién que procede por causa de restitucién in in- tegrum se rige por las reglas cuyo estudio hemos hecho en la leccion vigésima primera, tomo I, de esta obra; y la que procede de Jas enajenaciones hechas en fraude y con perjui- cio de los acreedorés, por aquellas cuyo estudio haremos en el articulo siguiente (Art. 1,775, Céd, civ). ” Los casos 29 4° y 5° de los enumerados, en que pro- cede la accién rescisoria, se pueden concretar 4 uno sdlo, pues todos ellos se refieren 4 la rescisi6n por enajenacién fraudulenta, becha con perjuicio de los acreedores, cuyo es- tudio, segiin hemos dicho, serd el objeto del siguiente ar- ticulo, 1 Artfewlos 1,659, 1,682 y 1,663, Cédigo civil de 1,884. Reformado el primero de estos preceptos por la supresién del incise que se refiere 4 Ja reatitucién in integrum, proscrita, como sabemos, por el Cédigo de 1,884. 2 Artiewlo 1,661, Cédigo Civil de 1,884. Reformado por la supresién de In parte que se refiere & la restitucién in inte- gium, 46 362 LECCIONES DE DERECHO CIVIL. La accién para pedir la rescisién dura cuatro afios, segun lo declara expresamente el articulo 1,774 del Cédigo civil, 7 Los términos generales con que esta concebido este pre- cepto, demuestran que el plazo de cuatro afios que sefiala es igualmente aplicable 4 todos los casos en que procede la rescisién, y que hemos enumerade. E] precepto aludido adolece del defecto de no indicar desde cuando puede ejercitarse Ja accién, pues aun cuando el articulo 685 del Cédigo civil ya establecié desde cuando puede pedirse la restitucién in integrum, no hay ningtin otro precepto que nos indique algo respecto de los demas casos; cu circunstancia puede dar motivo 4 serias dificul- tades en la practica. Somos de opinién, que el silencio del Cédigo sobre ma- teria tan importante, autoriza para adoptar los principios del derecho Romano y de las leyes de las Partidas, seguia los cuales, el plazo para pedir la rescisién se cueata respecto de los acreedores desde el dia en que tuvieron noticia de la enajenacién 6 en que ésta se hizo publica, ? Tl De la enajenacion hecha en fraude de los acreedores La rescisién de las enagenaciones hechas en fraude de los acredores se obtiene por medio de la accién Pauliana, de cuyo estudio nos vamos 4 ocupar. Pero antes es preciso tener presente que no se debe con- fundir esta accién con la que la ley establece para rescin- dir 6 anular los actos y los contratos simulados, porque exis- 1 Articulo 1,660, Cédigo civil de 1,884. 2 Leyes 1 y 10, tit. 8 lib, 42, D; y 7, tit, 13, Part. 5? LECCIONES DE DERECHO CIVIL, 363 ten entre una y otra notables diferencias en cuanto 4 su origen, su objeto y su duracién, Hacemos esta advertencia, por la facilidad que hay para cconfundirlas por la semejanza de su objeto, y por Ja circuns- tancia de que los preceptos del Codigo que se ocupan de ellas estda contenidos en un mismo capitulo y regidos por un precepto general, que declara: que los actos y contratos celebrados en perjuicio de tercero, pueden resciadirse 4 pe- dimento de los interesados en los términos que sefialan aquellos preceptos (Art. 1.797, Céd. civ.). * Se diferencfan la accién que sirve para obtener la resci- sién de los contratos simulados de la accién Pauliana: 1° En que ésta tiene por objeto atacar los actos y con- tratos que han tenido una existencia real y verdadera, y que se han celebrado con el objeto de defraudar los dere- chos de los acreedores, 4 fin de que vuelvan al patrimonio del deudor las bienes que salieron de él. La rescisién, por el contrario, tiene por objeto combatir los actos y contratos que no tienen una existencia real y verdadera, sino fingida, 4 fin de obtener Ja declaracién de que los bienes sobre que han recaido no han salido del pa- trimonio del deudor, y por lo mismo permanecen en él. 22 En queen la accién Pauliana sdlo puede ejercitarse por los acreedores anteriores 4 los actos 6 contratos frau- dulentos; mientras que la rescisién de los simulados puede pretenderse atin por los acreedores que hubieren contratado posteriormente con el que ejecuté tales actos y los consin- tid. * Dos son las razones que, segtin Demolombe, fundan y motivan esta diferencia: * 1% Todos los bienes que pertenecen al deudor, son la 1 Articulo 1,683, Cédige civil de 1,884. 2 Demolomte, tomo XXV, nim. 235; Laurent, tomo XVI, ném. 497; Autry y Rau, tomo IV, pag. 246. 3 Tomo XXYV, nim. 235. 364 LECCYONES DE DERECHO CIVIL. garantia de sus acreedores, cualquiera que sea la fecha de sus créditos: 27 La simulacién que denuncian los acreedores, no es solamente un fraude ex ef pasado, sino también lo es ex ef presente, es un fraude actual, y lo que aquellos pretenden, no es que se reintegren al patrimonio del deudor los bienes salidos de é] con anterioridad 4 la fecha de sus créditos; si- no que se declare que tales bienes existian en el patrimonio en esa fecha, y que existen actualmente: 3° En que es preciso, para que la accién Pauliana pro- duzca los efectos que le atribuye la ley. que los acreedores prueben el fraude del deudor y de la persona con quien con- traté, y qve por el contrato quedé en Ja insolvencia, Por el contrario, el que intenta Ja rescisién tiene solamente que probar la simulacién de los actos 6 contratos que combatan, pues la ley no toma en cuenta para rescindirlos la cireuns- tancia de si han producido 6 aumestado 6 no la insolvencia del deudor, * : Las diferencias que hemos marcado entre la accién Pau- liana y la de rescisién de los actos y .contratos simulados, que tiene un firme apoyo en las autoridades que hemos ci- tado, ha sido sancionada por el Cédigo civil, pues el articu- lo 1,798 declara, que los actos y contratos simulados por los contrayentes con el fin de defraudar los derechos de un tercero, pueden rescindirse 6 anularse en todo tiempo 4 pe- “ticidn de los perjudicados; y elarticule 1 799 dice, que se Ila- ma simu'ado cl acto 6 contrato en que las partes declaran 6 confiesan falsamente lo que en realidad no ha pasado 6 no sé ha convenido entre ellas. * De los términos con que estan concebidos esos preceptos se deduce claramente, que, 4 diferencia de Ja accién Paulia- na, la de rescisién puede ejercerse en todo tiempo, esto €s, 1 Merlin, Repertoire, v> Simulation, par. 11, Larombidre art. 1,167, ntim, 635 Demolombe, tomo XXV, nim. 236; Laurent, loco cit.; Aubry y Rau, loco cit. 2 Articulos L184, y 1,185, Cddigo oivil de 1,384. LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 365 puede intentarse tanto por los acreedores que hubieren con- tratado con el deudor antes del verificativo de lus actos 6 contratos simulados, como los que contrataron con poste- rioridad 4 ellos. Pudiera decirse que esta interpretacida del articulo 1,798 es violenta y contraria 4 los términos con que esta conce- bido; pero para convencerse de que tal interpretacid1 es conforme al espiritu y 4 la letra de la ley, basta tengr en cuenta, que, si debiera entenderse dicho precepto de otra manera, resultaria en abjerta contradiccién con el articulo 1,774 del mismo Cédigo. * En efecto: si conforme 4 este ultimo precepto Ia accién para pedir la rescisién dura cuatro afios, y sila que compe- te para pedir la de los actos y contratos simulados para de- fraudar los derechos de un tercero, puede ejercitarse en todo tiempo, segtin el articulo 1,798, resulta una notoria contra- diccién entre uno y otro precepto; y siadmitimos que el ul- timo no contradice al primero, sino que establece una excep- cidn en beneficio de los acreedores, tendremos que admitir también que tal excepcién es exorbitante y carece de todo fundamento racional y justo que acredite su necesidad 6 su conveniencia. Segtin los principios generales del derecho, las acciones no son perpetuas, sino que se extinguen con jos derechos ti obli- gaciones que representan, 6 lo que es lo mismo, se extin- guen por la prescripcién; y si admitimos que la accién alu- dida puede ejercerse ex todo czempo, es decir, que es perpe- tua, resulta que, contra los principios generales y sin moti- vo alguno que justifique tal absurdo, se ha introducido un privilegio 4 favor de los acreedores. Esta consideracién aumenta de valor si se tiene en cuen- ta que la simulacién constituye un delito previsto y penado por el artfculo 426 del Cédigo Penal; que la accién para 1 Articulo 1,660, C6 tigo civil de 1,581, 366 LECCIONES DE DERECHO CIVIL, castigarlo es prescriptible, seguin el articulo 262 del mismo ordenamiento; y por consigniente, que es absurdo que la la accién criminal, que tiene por objeto el castigo del cul- pable y el bienestar de la sociedad sea prescriptible, y que la civil, que sélo tiene por objeto garantizar los intereses privados de uno 6 varios individuos, reparar los perjvicios pecuniarios sufridos por ellos, restituyendo las cosas al es- tado que tenfan antes de cometerse 21 delito sea perpetua 6 inprescriptiole. Todo lo expuesto nos sirve de fundamento para estable- cer, que las palabras en ¢odo tiempo, empleadas en el articu- lo 1,798 del Cédigo civil, no significan que la accién para pedir y obtener la rescisién de los actos y contratos simula- dos con perjuicio de tercero sea perpetua 6 imprescriptible, sino que puede ejercitarse por los acreedores anteriores lo mismo que por los posteriores 4 ellos. En otros términos, debemos establecer que las palabras mencionadas no estan tomadas en su significatién propia y rigorosa, y por tanto, que el precepto aludido adolece de falta de claridad y precisién. Declarada la rescisién 6 nulidad del acto 6 contrato simu- lado, se debe restituir la cosa 6 derecho 4 quien pertenezca, con sus frutos é intereses, si los hubiere; pues ta rescisiéa tiene por objeto reponer, como ya lo hemos indicado, las cosas al estado que tenfan antes de la celebracién del acto 6 del contrato (Art. 1,800, Céd civ), * En consecuencia: declarada la rescisién del acto 6 del contrato simulado, la persona 6 personas perjudicadas por ellos pueden ejercitar sus derechos sobre los bienes que fue- ron objeto del fraude, como pertenecientes al deudor que traté de defraudarlos de manera que, aunque por la sentencia le son restituifdos con sus frutos é intereses, no es en bene- ficio suyo sino en el de las personas perjudicadas, 4 fin de 1 Artfculo 6,186, Cédigo civil de 1,884, : : ; : : : i E : : : LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 367 que puedan tener bienes en que hacer efectivo el cumpli- miento de las obligaciones del deudor que intenté eludirlo mediante la simulacién fraudulent. La rescisién de los actos 6 contratos realmente celebra- dos por el deudor en perjuicio de sus acreedores se obtiene; mediante el ejercicio de la accidn Pauliana, que debe su ori- gen al derecho Romano, y se tlama asf por haber sido crea- da por el pretor Paulo. Esta accién que fué transmitida hasta nosotros por las le- yes de las Partidas y sancionada por el articulo 1,801 del Cédigo civil, que declara, que los actos 6 contratos realmen- te celebrados por el deudor en perjuicio de su acreedor pue- den rescindirse 4 peticidn de éste, si del acto 6 contrato re- sulta la insolvencia del deudor, tiene por fundamento, segtin sostienen generalmente los autores, la consideracién de que al contratar el deudor obliga sus bienes al cumplimiento de las obligaciones que se impone; y si puede privarles de esa garantia obrando de buena fe, no le es permitido despojar- Jes de ella por medio de actos fraudulentos, porque viola de una manera inmoral aquellas obligaciones.’ Otros autores creen que la accién Pauliana se funda en la justicia y la equidad, que exigen reparar el mal que se ha causado 4 otro, aun de una manera involuntaria, y que prohi- ben lucrar 4 expensas y con perjuicio de alguno; asi como en la consideracién de quevel deudor, cuyos bienes garanti- zan el cumplimiento de su obligacién, representa 4 sus acree- dores respecto de ellos cuanda obra de buena fe, porque ta- citamente le han autorizado para enajenarlos no exigiendo una garantia especial sobre ellos, exponiéndose 4 las even- tualidades de las especulaciones que pudiera emprender, pe- to de ninguna manera le han autorizado para que conspire contra sus intereses, empleando medios fraudulentos.* 1 Articulos 1,687, O6diga Vivil de 1,884; Laurent, tomo XVI, mim. 481; Larom- bidre, art. 1.167. ntim. 1; y otros. 2 Demolombe, tomo XXV, nim. 146; Baudry Lacantinerie, tomo II, ntim, 877; Aubry y Rau, tomo IV, pag. 180, 368 LECCIONES DE DERBCHO CIVIL. Cualquiera que sea la explicacién que aceptemos, resulta plenamente justificado el motivo que dié origen 4 la accién Pauliana, contraria 4 primera vista, 4 los principios elemen- tales del derecho, seguin los cuales, el deudor, aun insolvente, conserva la libre disposicién de sus bienes, puede enajenar- los, y por tanto, carecen sus acreedores de derecho sobre ellos tan luego como salen del patrimonio de aquél y pasan al dominio de terceras personas." Pudiera decirse que las explicaciones que preceden justi- fican el ejercicio de la acciéa Pauliana respecto del deudor, pero de ninguna manera relativamente al tercero que con él contratd; pero esa objecién queda destruida teniendo pre- sente que la ley nu concede dicha accién contra el tercero, sino cuando es participe del fraude del deudor, 6 cuando ad- quiere la cosa 4 titulo gratuito, por las razones que expon- dremos en su oportunidad, Nuestro Cédigo ha seguido en esta importante materia los principios de la legislacién Romana, introduciendo algu- nas innovaciones que haremos conocer oportunamente. Asi, por ejemplo, el articulo 1,801 declara que los actos y contratos celebrados por el deudor pueden rescindirse 4 peticién del acreedor perjudicado; y el articulo 1,774 dice, que la accién para pedir la rescicién dura cuatro afios; 4 di- ferencia del derecho Romano que sdlo permitia la rescicién durante un afio util contado desde el dia de la venta, des- pués del cual ya no era rescindible el contrato, pero el ter- cero quedaba obligado hasta la concurrencia de la cantidad en que se habia hecho més rico, * El Cédigo no define la accion de cuyo estudio nos ocu- pamos, pero la definicién se deduce claramente de los tér minos con que esta concebido el articulo 1,801, y por lo mis mo, podemos decir que la accién Pauliana es aquella que la 1 Laurent y Demolombe, en las obras y Ingares citatos. . 2 Avticulos 1,687 y 1660. Codigo civil de 1884; leyes 6, § Ly 12, § 24, tit. 8, lide 42, Diy 7, tit. 15, Part. 58, LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 369 ley concede 4 los acreedores para rescindir y revocar los ac- tos y contratos celebrados por el deudor con el objeto de defraudar sus derechos, contra el poseedor de la cosa ena- jenada. Las palabras del articulo 1,801, que declara rescindibles los actos y contratos fraudulentos, nos demuestran que la ac- cién Pauliana procede no sdlo contra los contratos ti obliga- ciones celebrados con perjuicio de los acreedores, sino con- tra toda clase de actos juridicos dé parte del deudor que im- porten enajenacién y fraude contra los derechos de aquellos, lo cual es enteramente conforme con los principios del dere- cho Romano, reproducidos por las leyes de las Partidas. “Que fraudationts causa gesta erunt: hec verba generalia sunt et nse onnene omnino tn frauden factum vel alienatio- nem, guemguingue contractum" (Ley 1 © § 2, tit, 8, lib, 42.D.). “Esso mesmo desimos que seria, si tal debdor diesse en su vida, 6 mandase en su testamento alguna cosa de las suyas & otro.” (Ley 7 tit. 15, Part. 5*), Ese mismo principio se halla reproducido, aunque con mayor extensidn, por el articulo 1,806 del Cédigo civil, que expresamente declara, que la rescisién, 6 lo que es lo mismo, la accién Pauliana, puede tener lugar tanto en los casos en que el] deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en aquellos en que renuncia derechos constituidos 4 su favor y cuyo goce no fuere exclusivamente personal; y por el atticulo 1,807, que declara también rescindible el pago hecho por el deudor insolvente antes del vencimiento del plazo.’ 1 Artfeulos 1,692 y 1,693, Cdtigo civil de 1884, El artfoulo 1,694 de este ordenamiento establece un nuevo principio, segiin el cual, ~ es nulo todo acto 6 contrato celebrado en los treinta dias anteriores 4 la declaracién judicial de Ja quiebra, y que tuviere por objeto dar & un crédito ya existente una preferencia que no tonia, Este mismo principio estaba ya sancionado por el articulo 1,869, del Cédigo de 1870, respecto solo de la bipoteca, el cual fu suprimido en el de 84, en el titulo relativo & sta haciéndolo general y extensivo, como hemos visto, & todos los contratos. 47 370 LECCIONES DE DHRECHO CIVIL. En efecto: el derecho Romano no admitia la procedencia de la accién Pauliana cuando el deudor rehusaba aumentar su patrimonio, y en consecuencia, los acreedores no podian atacar la renuncia hecha por aquél 4 una sucesidn. “Pertinet etenim Edictum ad minuentes patrimonium suum, non ad eos qui td agunt ne locupletentur.” (Ley 6, tit. 8, lib. 42 D.). “Proinde, et qui repudiavit hereditatem, vel legitimam, vel testansentariant non est in ea causa, ut hut edicto locum facial: noluit enim adquirere, non suum propium patri- monium deminuit” (Ley 6 § 2 dict. tit et lib. D.). Esta diferencia entre nuestro derecho y la legislacién Ro- mana se comprende facilmente, teniendo en consideracién que son distintos principios los que rigen respecto de las su- cesiones, que nos separan por completo de esta Jegislacién, seguin la cual el heredero no adquiere ningdn derecho 4 le herencia, sino hasta después de la adiciéa, mientras que, se- guin el sistema adoptado por el Cédigo civil, tiene un dere- cho aun antes de Ja aceptacién de la herencia, pues el articu- lo 3,372 declara, que la propiedad y la posesién legal de los bienes y los derechos y las obligaciones del autor de la he- rencia se trasmiten por la muerte de éste 4 sus herederos.* Sin embargo, el articulo 1806 del Cédigo nos indica una excepcidn, limitando el ejercicio de la accién Pauliana 4 aque- Ios casos en que renuncia el deudor derechos constituidos 4 su favor, siempre que su goce no sea exclusivamente perso- nal; por ejemplo, Jos acreedores del donante no podrian ejer- cer esa accién contra la renuncia que el deudor hubiera he- cho del derecho de pedir la revocacién de la donacién por ingratitud del donatario, ni contra la renuncia del usufructo kegal hecha por el deudor que emancipa 4 su hijo menor.” . En consecuencia, procede la accién Pauliana en los casos siguientes: 1 Articulo 3,225, Cédigo Civil de 1,884, 2 Artfculo 1,692, Cédigo civil. de 1,884. LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 3871 1° Contra los actos ejecutados por el deudor en perjui- cio del acreedor: 2° Contra los contratos celebrados por el deudor en per- juicio del acreedor. De la definicién que hemos dado se infiere, que para que proceda la accién Pauliana es necesario que la enajenacién se haya hecho en fraude y con perjuicio de los acreedores, Pero segtin la acepcién juridica de la palabra /raude, son necesarios dos elementos para que éste p::eda existir; esto es, un hecho y la intencién de defraudar. En consecuencia, dos son las condiciones esenciales que se requieren para que los acreedores, que estiman perjudi- cados sus derechos puedan pretender la rescisién de los ac tos ° contratos del deudor. > © Que tales actos 6 contratos hayan causado t un perjui- cio al acreedor: 2° Que se hayan ejecutado por el deudor con conoci- miento del perjuicio que iba 4 causar en los derechos del acreedor. EI perjuicio consiste en la insolvencia del deudor 4 la cual queda reducido por sus actos, y por consiguiente, en la im- posibilidad de satisfacer debidamente 4 sus acreedores (Ar- ticulo 1,801, Céd. civ.).* Hay iasolvencia seguin el articulo 1,804 del Cédigo, cuan- do la suma de los bienes y créditos del deudor, estimados en su justo precio no iguala al importe de sus deudas: en cu- yo caso la mala fe consiste en el conocimiento de ese défi- cit? Pero si para acreditar la insolvencia del deudor, prueba el acreedor que pretende la rescisicién, que el monto de las deudas de aquél excede al de sus bienes conocidos, le impo- ne la obligacidn de acreditar que tiene bienes suficientes pa~ ra cubrir esas deudas (Art. 7,811 Céd. civ.).* 1 Arifculo 1,687, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 1,690, Cédigo civil de 1884. 3B Artioulo 1,698, Cédigo civil de 1,884. 372 LECCIONES DE DERECHO CIVIL. Es decir; que la ley crea una presuncién juris 4 favor del acreedor que demuestra el hecho indicado, la cual se tiene como una verdad mientras no se demuestra lo contrario, y por consiguiente, impone al deudor la obligacién de acredi- tar que posee bienes bastantes para satisfacer sus deudas. Pero no basta que exista la insolvencia, sino que es nece- sario ademas que sea el resultado directo é inmediato de los actos 6 contratos del deudor, y no que provenga de ellos de ana manera mediata é indirecta; de una causa posterior mds } menos lejana,' De otra manera se retrotraeria, como dice Demolombe, la insolvencia al acto 6 contrato que se ataca, reconociendo que después de él, el deudor no era insolvente, confundien- do de un modo lamentable la causa verdadera, directa y pré- xima de la insolvencia; y razonando asi no faltarian motivos por qué no referirse 4 veinte 6 treinta afios atrds, para in- vestigar la intencion del deudor en todos sus actos, y apre- ciar por ella las consecuencias mas remotas é inferir la pro- cedencia de la accién Pauliana.? Pero semejante teoria es absurda, porque tendria por ob- jeto encadenar actos del todo independientes, que de nin- guna manera podrian relacionarse, y hacer la odiosa inves- xigacién de la vida privada de los ciudadanos. Se infiere de lo expuesto, que para la procedencia de la accién es indispensable que se demuestre por el acreedor que el deudor ha quedado reducido 4 la insolvencia por el acto 6 contrato cuya rescisién pretende, pues sdlo asi podia de- mostrar que éste ha sido celebrado con perjuicio de sus de- rechos. Se infiere también, que la accién Pauliana es esencial- mente subsidiaria, y solo puede ejercitarse para obtener el 1 Aubry y Ria, tomo TY, piz, 133 y nota 13; Duranton, tam X, niin. 570; Lem * bitre, art. 1,167, nim. 16; Colmet de Santerre, tomo V. nim. 82, bis VIII, Demolombe ‘tomo XXV, mim. 178; Laurent, tomo XVI, miim, 435, 2. Tomo XXY, lovo cit. LEC CIONES DB DERECHO © pago cuando los bienes que posee el deudor son insuficien- tes para cubrir el monto total, del crédito. Esta condicion esencial para el ejercicio de la accién se justifica perfectamente, recordando el principio segtin el cua! no basta tener derecho, sino que es ademas necesario tener interés; y tal interés en el caso de la accién Pauliana existe solamente cuando no se puede obtener el pago del créditc si no es por medio de la rescisién del acto fraudulento, Esta teoria, tomada del derecho Romano, se funda en la autoridad de jurisconsultos respetables, que sostienen sin discrepancia la necesidid de la excusién previa de los bie- nes del deudor para que pueda pretenderse la rescision del acto 6 contrato celebrado por éste con el tercer poseedor.' La razén que funda esta teoria es perfectamente clara, pues siendo un requisito esencial para el ejercicio de la ac- cién Pauliana que el acreedor haya sufrido perjuicio por lz enajenacién hecha por el deudor, es necesario demostrar que en efecto existe el perjuicio, y tal demostracién no se pue- de obtener si no es por Ia excusién de los bienes de éste, a no ser que su insolvencia fuere notoria.’ Esta razén adquiere un valor notorio cuando son varias las personas deudoras, que estan obligadas solidariamente al pago del crédito; porque siendo responsables todas del im- porte total de éste, cuando alguna se hace insolvente, con fraude 6 sin él, no se puede decir que el acreedor sufre per- juicio alguno, supuesto que los demas deudores le estan obli- gados y que puede exigir de aquel que mejor le parezca el valor integro de su crédito. En otros términos: para que proceda la acciéa Pauliana cuando son varias las personas responsables con obligacién. 1 Peguera, Decisiones Aur, cap. 73, mim. 36 y 87; Aubry y Rau, tomo IV, pag. 132; Demolombe, tomo XXV, nim. 179; Bandry Lacantinerie, tomo II, mim, 869; Mourlon, tomo IL, niim, 1,174; Laurent, tomo XVI, ntim, 437; y otros, 2 Peguera, loco. cit. 374 LECCIONES DE DERECHO CIVIL. solidaria, es preciso que conste la insolvencia de ellas, lo cual se obtiene mediante la excusién de sus bienes. * E] segundo requisito esencial para el ejercicio de la accién Pauliana es el fraude, el cual consiste segtin los articulos 1,802 y 1,804 del Cédigo Civil en el conocimiento del deu- dor y de la persona que con él contrata de que la suma de sus bienes y créditos, estimados en su justo precio, no igua- _ la al importe de sus deudas; 6 lo que es lo mismo, en el co- nocimiento de esas personas, de que por sus actos se causa perjuicio al acreedor. * Creemos que estos preceptos deben ser interpretados se- gin la doctrina de Voét, que dice, que hay propdsito de defraudar, cuando el deudor conoce su insolvencia, y 4 pesar de este conocimiento disminuye y enajena'sus bienes, aun- que al obrar asi no piense precisamente en defraudar 4 de- terminada persona en particular. * Admitimos esta doctrina, porque ademas de que esta fundada en los principios del derecho Romano, establece una presuacién, interpretando por la conducta del deudor su intencién de defraudar los derechos del acreedor, porque es imposible suponerle buena fe, si con entero conocimienio de que quedaba en la insolvencia celebré actos que le redu- jeron a ella. * Pero para que el fraude sea imputable al tercer poseedor, 4 la persona que contraté con el deudor, es preciso que ha- ya tenido conocimiento de la intencidén de éste de defraudar 4 sus acreedores. FE] derecho Romano y el Cédigo civil han hecho sobre este punto una distincién fundada en la equidad, entre las enajenaciones hechas 4 tftulo oneroso y las hechas 4 titulo gratuito, estableciendo que las primeras, con personas de 1 Peguera, obra y cap, oit. nim. 49. 2 Artieules 1;683 y 1690, Cédigo Civil de 1834, 8 Ad. Pandect, lib. 42, tit. 8, mim, 14. 4 Ley 17§ 1, tit. 8, lib. 42, D. EAE LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 875 buena fe, no pueden revocarse por mds que el deudor haya obrado fraudulentamente; porque su mala fe no debe causar perjuicio 4 las personas que ejercen un comercio licito con él, sin participar de su dnimo fraudulento. “Aut Pretor, quae fraudationis causa gesta erunt, cum eo gui fraudem non ignoraverit........ actionem dabo, * ¥ el articulo 1,802 del Cédigo civil dice: que si el acto 6 el contrato fuere oneroso, la rescisién podra tener lugar 4 instancia del acreedor perjudicado, si de ellos resulta la in- solvencia del deudor, habiendo mala fe tanto por parte de éste como del tercero que contraté con él. * De aqui se infiere la necesidad de una amplia demosr-a- cién de la mala fe del deudor y de que el que contraté con él es participe de ella; porque el fraude es un acto inmoral que no se presume, sino que debe probarse con pruebas fehacientes, Dolum ex indicts perspicuis probart conveutt,.” * Pudiera decirse que el tercer poseedor que contratéd con ‘el deudor es participe del fraude de éste, si tuvo conoci- miento de que tenia acreedores y que sus negocios estaban mal; pero tal objecién carece de todo valor, porque el sim- ple conocimiento de que un individuo tiene acreedores no constituye la participacién del fraude de éste, para la cual es necesario que se conozca el propdsito de defraudar. Muchas de las personas que tienen acrecdores no son in- solventes; y sdlo se constituye la complicidad de un fraude tomando un participio directo en.él, y no es justo convertir ven victima del fraude, en el cual no ha tenido participacién alguna, al contratante de buena fe, Laley 10, § 2, tft. 8, lib, 42 del Digesto establece el mis- «mo principio en los siguientes conceptos: 1 Ley 1, tit. 8 lib, 42D. 2 Articulo 1688, Cédigo Civil de 1.881. 8 Ley 6, tit, 21, lib. 2 06d. 376 ____ LECCIONKS DE DERECHO CIVIL. “Quod ait proctor sciente, ste acctpimus te conscto et frau- de participante: non enim simpliciter scio illum creditores habere, hoc sufficit ad contendendum, teneri eunt in factunt actione, sed si particeps fraudis est,” La misma ley confirma la misma teoria en el § 4, con las siguientes palabras: “Alias autem gui scit aliguem creditores habere, st cunt eo contrahat simpliciter, sine fraudis conscientia, non videtur hac actione tenert.” Es cierto que sosteniendo la validez del contrato celebra- do por el deudor-en fraude y con perjuicio de sus acreedo- res, resultan éstos victimas de ese fraude; pero nada hay mas juridico y equitativo que tal resultado, porque el tercero se encuentra en la misma posicién que los acreedores de- fraudados, y trata de evitar un dafio; y toda vez que es pre- ciso que el uno 6 los otros sufran la pérdida, nada mds justo que aplicar las siguientes reglas del derecho: * “In pari causa, possesor potior haberi debet,” * “Melior est causa postdentis.” * En realidad no puede decirse que se hallan en la misma posicién, en igualdad de circunstancias, el tercero y los acreedores, y pzr lo mismo no se les puede comparar, por- que aquel carece de toda culpa y éstos no. En efecto: aque! ha contratado de buena fe con persona 4 quien la ley otorga facultad para contratar; y no hay jus- ticia para que la circunstancia de que ésta haya cometido un fraude contra sus acreedores, que afectando la validez del contrato celebrado con el tercero, refluya en perjuicio de és-- te, sinningtin acto imputable de su parte, mientras que en rigor se puede reprochar 4 los acreedores haber confiado imprudentemente en tal deudor y no haber procurado garan- tizar debidamente sus créditos, * 1 Demolombe tomo XXV, niim. 196 Bandry Lacantinerie, tomo IT, mim. 881; y todos los autores 2 Ley 128, tft. 17, lib. 50, D. 3 Ley 9, tit. 9, lib. 6, D; Toullier, tomo VI, mim, 352, 4 Demolombe tomo XXV, nim, 197. LECCIONES DE DERECHO CIVIL. 877 En una palabra: la ley quiere, como dice Toullier, que las enajenaciones hechas 4 personas de buena fe; no puedan rescindirse, aunque haya habido fraude de parte del deudor; porque su mala fe no debe causar una pérdida a las personas que ejercen un comercio licito con él, sin participar de su fraude, + Pero aun suponiendo que la persona que contrata con el deudor tengaconocimiento de su insolvencia, si dsu vez tiene un crédito 4 cargo de él y obtiene por el contrato el pago pre- ferente respecto de los demas acreedores, con perjuicio de ellos, no procede en su contra la accién Pauliana; porque és- ta no se da contra aquel que se ha limitado 4 hacer uso de un derecho legitimo. * Este derecho consiste en la facultad de hacerse pagar el valor del crédito; y en tanto que el acreedor se limita 4 ejer- cer su derecho, en su propio interés y sin concertarse con el deudor para defraudar 4 los demas acreedores, no se pue- de decir que su conducta ha sido dolosa. “Nihil dolo facit creditor, gui suum recipit.” * ‘“Nullus videtur dolo facere, gud suo jnri utitur.” * Los demds acreedores tenian también facultad para exi- gir el pago de sus créditos, y si no lo hicieron, dando asi lugar 4 que el primero mejorase su condicién, deben impu- tar 4 si mismos y 4 su inexplicable negligencia el perjuicio que resienten. La regla que hemos establecido deja de tener aplicacién, y por consiguiente procede la accién Pauliana, cuando resulta de la naturaleza del acto, que el objeto que el acreedor se ha propuesto, en conivencia con el deudor, es defraudar 4 los. demas acreedores, 1 Lovo cit, 2 Aubry y Ran; tomo LV, pag. 140; Demolombe, tomo XXV, niim. 225; Leyes 10 $ 13, 22 y 24, tit, 8 lib. 42, D. y 9, it, 15, Part, 54 8 Ley 12, tit. 17, lib, 50, D. 4 Ley 55, tit. 17, lib. 60, D. y ley 1, tht. 34, Partida 7 48 378 LECCIONES DE DERECHO CIVIL. Por este motivo, da lugar 4 la accién Pauliana la circuns- tancia de no ser exigible la deuda en el momento del pago, hecho por el deudor en estado de insolvencia; y asi lo esta- blece expresamente el articulo 1,807 del Cédigo, que decla- ra, que es también rescindible el pago hecho por el deudor insolvente antes del vencimiento del plazo. + Este principio no es una novedad introducida por el Cé- digo, sino tradicional del derecho Romano, en cuyos pre- ceptos se declaré que también se comete fraude otorgando al acredor una preferencia indebida en tiempo. “Nam Pretor fraudem etiam in tempore fieri intelligit.* Reasumiendo lo expuesto en pocas palabras, podemos establecer, que para la procedencia de Ja accién Pauliana es indispensable la concurrencia de los requisitos siguientes; pues si falta alguno de ellos deja de existir la razén de la ley, y por consiguiente no hay lugar 4 la rescisién del acto que se dice perjudicial para los acreedores: 1° Que el deudor enajene sus bienes fraudulentamente y con perjuicio de sus acreedores: 22 Que este perjuicio haya tenido lugar real y positi- vamente; 6 lo que es lo mismo, que el acto 6 contrato que se pretende rescindir haya producido la insolvencia del deu- dor, cuya prueba demanda la excusiéh de los bienes del deudor: 3° La participacién del individuo que contratéd 4 titulo oneroso de la mala fe con el deudor, la cual consiste en el co- nocimiento de la intencién y del déficit resultante 4 conse- cuencia del coutrato en perjuicio de los acreedores. Como hemos dicho ya. el Cédigo civil establece una justa distincién para el ejercicio de la accién Pauliana, entre los actos y contratos celebrados por el deudor 4 titulo oneroso y aquellos que celebra 4 titulo gratuito, declarando que en éstos tiene lugar la rescisién, aun cuando haya habido bue- na fe por parte de ambos contrayentes (Art. 1,803). 1 Articulos 1,693, Cédigo Civil de 1884. 2 Leyes 10, par. 12, 16 y 17 tft. 8, lib. 40. D. 8 Articulo 1,689, Cédigo civil de 1,884.

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