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Nicolás García Barrera

INK2023
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© 2023 Nicolás García Barrera

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Se terminó de editar en noviembre del 2023.

Hecho en Colombia.
Nicolás García Barrera

INK2023
Día 01

El comienzo del problema final

—Es posible que nunca haya oído hablar del


profesor Moriarty —dijo.

—Nunca.

—Sí, ahí está lo maravilloso del asunto —


exclamó—. La maldad de ese hombre
impregna todo Londres y nadie ha oído
hablar de él. Esto es lo que le coloca en
la cumbre del crimen. Le digo, Watson,
hablando con toda seriedad, que, si pudiera
derrotar a ese hombre, si pudiera librar a la
sociedad de él, me parecería haber alcanzado
la cima de mi carrera y podría disponerme a
llevar una vida más plácida.

Arthur Conan Doyle


Las memorias de Sherlock Holmes

4
Día 02

Chico Ostra

Diez dedos en pies y manos,


Y demás órganos sanos.
Podría sentir y escuchar.
Pero ¿normal? No, ni hablar.
Este engendro antinatura,
Este cáncer indecente,
Era la imagen viviente
De toda desventura.

Tim Burton
La melancólica muerte del chico ostra

6
Día 03

El campanero de Notre-Dame

Con el tiempo se había formado una especie


de lazo íntimo que unía al campanero a la
iglesia. Separado para siempre del mundo
por la doble fatalidad de su nacimiento
desconocido y de su naturaleza deforme,
aprisionado desde la infancia en aquel doble
cerco infranqueable, el pobre desgraciado se
había acostumbrado a no ver nada de este
mundo más allá de los religiosos muros que
lo habían acogido a su sombra. Notre-Dame
había sido sucesivamente para él, conforme
crecía y se desarrollaba, el huevo, el nido, la
casa, la patria, el universo.

Victor Hugo
Nuestra Señora de París

8
Día 04

Masson bajo el cementerio de Salem

De súbito, una punzada le traspasó la pierna.


Sintió que unos dientes afilados se le hundían
en la carne, y pateó frenéticamente para
librarse de sus agresores. Oyó un chillido
penetrante, y el rumor presuroso de una
multitud de patas que se escabullían. Al
enfocar la linterna hacia atrás, dejó escapar
un gemido de horror: una docena de
enormes ratas le miraban atentamente, y
sus ojillos malignos brillaban bajo la luz. Eran
unos bichos deformes, grandes como gatos.
Tras ellos vislumbró una forma negruzca que
desapareció en la oscuridad.

Henry Kuttner
Las ratas del cementerio

10
Día 05

La esposa de Lot

Entonces el Señor hizo que cayera del cielo


una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma
y Gomorra. Así destruyó a esas ciudades y a
todos sus habitantes, junto con toda la llanura
y la vegetación del suelo. Pero la esposa de
Lot miró hacia atrás, y se quedó convertida en
estatua de sal.

La biblia
Génesis 19: 24-26

12
Día 06

Drácula desciende del castillo

Al principio despertó mi interés y, en cierto


modo, me sirvió de distracción, porque es
asombroso lo poco que se necesita para
interesar y distraer a un hombre que está
preso. Pero mis sentimientos se convirtieron
en terror y repulsión al ver que el cuerpo salía
por la ventana y empezaba a descender a
gatas por la pared del castillo, que se erguía
sobre aquel espantoso abismo, cabeza abajo,
con la capa desplegada a su alrededor, como
unas alas enormes.

Bram Stoker
Drácula

14
Día 07

El señor Cretino

El señor Cretino era uno de estos hombres


barbudos. Toda su cara, a excepción de la
frente, los ojos y la nariz, estaba cubierta
por un espeso cabello. El pelo le salía en
repulsivos matojos incluso de los agujeros de
la nariz y de las orejas.

El señor Cretino creía que esta pelambrera


le daba un aspecto de gran sabiduría y
majestuosidad. En realidad no tenía ninguna
de las dos cosas. El señor Cretino era un
cretino. Había nacido cretino. Y ahora, a los
sesenta años, era más cretino que NUNCA.

Roald Dahl
Los Cretinos

16
Día 08

La señora Cretino

La señora Cretino no era mejor que su


marido.

No tenía, por supuesto, una cara barbuda. Era


una pena que no la tuviera porque esto, al
menos, habría ocultado algo de su espantosa
fealdad. Pero lo curioso era que la señora
Cretino no había nacido fea. La fealdad se
había ido apoderando de ella año tras año a
medida que envejecía. Si una persona tiene
malas ideas, empieza a notarse en su cara.

Roald Dahl
Los Cretinos

18
Día 09

Maese gato

—También me han asegurado, añadió


maese gato, pero no puedo creerlo, que
podéis tomar la forma de los más pequeños
animales, como, por ejemplo, convertiros en
rata y en ratoncillo. Os confieso que tal cosa la
tengo por del todo imposible.

—¡Imposible! —exclamó el ogro. Ahora veréis.

Apenas hubo pronunciado estas palabras


cuando se transformó en ratoncillo que
comenzó a correr por el suelo. En cuanto el
gato lo hubo visto, lo cogió y se lo comió.

Charles Perrault
Los cuentos de Mamá Ganso

20
Día 10

La Piedra de Orthanc

Es fácil imaginar con cuánta rapidez fue


atrapado y fascinado el ojo andariego de
Saruman; lo sencillo que ha sido desde
entonces persuadirlo de lejos y amenazarle
cuando la persuasión no era suficiente. El que
mordía fue mordido, el halcón dominado por
el águila, la araña aprisionada en una tela de
acero. Quién sabe desde cuándo era obligado
a acudir a la esfera para ser interrogado y
recibir instrucciones.

J. R. R. Tolkien
Las dos torres
El señor de los anillos

22
Día 11

La llave del gabinete

Habiendo notado que la llave del gabinete


estaba manchada de sangre, la enjugó dos
o tres veces, pero la sangre no desaparecía.
En vano la lavó y hasta la frotó con arenilla y
asperón, pues continuaron las manchas sin
que hubiera medio de hacerlas desaparecer,
porque cuando lograba quitarlas de un lado,
aparecían en el otro.

Charles Perrault
Los cuentos de Mamá Ganso

24
Día 12

Bisclavret

Así fue traicionado el hombre-lobo, y vendido


por su mujer. Como desaparecía a menudo,
todos pensaron, como era de esperar, que
se había ido para siempre. Se le buscó, se
preguntó por él, pero no se le pudo encontrar
y se dieron por terminadas las pesquisas.
Entonces la dama se casó con quien la amaba
desde hacía tanto tiempo.

María de Francia
Lais de María de Francia

26
Día 13

El odio de Dorian Gray

Dorian Gray lanzó una ojeada al cuadro y, de


repente, un odio incontrolable hacia Basil
Hallward se apoderó de él, como si se lo
hubiera sugerido la imagen del lienzo, como
si se lo hubieran susurrado al oído aquellos
labios burlones. Las pasiones salvajes de
un animal acorralado se encendieron en su
interior, y odió al hombre que estaba sentado
a la mesa más de lo que había odiado a nada
ni a nadie en toda su vida.

Oscar Wilde
El retrato de Dorian Gray

28
Día 14

Los Morlockst

Debo confesar que estaba horriblemente


asustado. Decidí encender otra cerilla y
escapar amparado por la claridad. Así lo hice,
y acreciendo un poco la llama con un pedazo
de papel que saqué de mi bolsillo, llevé a
cabo mi retirada hacia el estrecho túnel. Pero
apenas hube entrado mi luz se apagó, y en
tinieblas pude oír a los Morlocks susurrando
como el viento entre las hojas, haciendo un
ruido acompasado como la lluvia, mientras se
precipitaban detrás de mí.

H. G. Wells
La máquina del tiempo

30
Día 15

Joseph Merrick

Era la figura de un hombre con las


características de un elefante. La
transfiguración no estaba muy avanzada.
Había todavía más de hombre que de
bestia. Era llevado de una población a otra
y de feria en feria, como si fuese un extraño
animal enjaulado. Una docena de veces al
día había de exponer su desnudez y sus
lamentables deformidades ante una multitud
boquiabierta que le dedicaba comentarios
tales como: «¡Oh, qué horror! ¡Qué bestia tan
extraña!»

Frederick Treves
El hombre elefante y otras reminiscencias

32
Día 16

Urashima Tarō y la tortuga

El joven se agarró con fuerza y se maravilló


de adónde iban y cuánto tiempo iban a viajar,
pero durante tres días se apresuraron, hasta
que finalmente la tortuga se detuvo ante un
espléndido palacio resplandeciente de oro y
plata, cristal y piedras preciosas, y adornado
aquí y allá con ramas de coral rosa pálido y
perlas brillantes.

Andrew Lang
El libro de las hadas

34
Día 17

El hombre del subsuelo

No he conseguido nada, ni siquiera ser un


malvado; no he conseguido ser guapo, ni
perverso; ni un canalla, ni un héroe…, ni
siquiera un mísero insecto. Y ahora termino
mi existencia en mi rincón, donde trato
lamentablemente de consolarme (aunque sin
éxito) diciéndome que un hombre inteligente
no consigue nunca llegar a ser nada y que
sólo el imbécil triunfa.

Fiódor Dostoyevski
Memorias del subsuelo

36
Día 18

Dany y la ceremonia

La sangre caliente le llenó la boca y le corrió


por la barbilla. El sabor estuvo a punto de
provocarle arcadas, pero se obligó a masticar
y a tragar. El corazón de un semental haría
que su hijo fuera fuerte, rápido y arrojado,
o eso creían los dothrakis. Pero sólo si la
madre se lo conseguía comer entero. Si se
atragantaba con la sangre o vomitaba por la
carne, los presagios no serían tan favorables.
El niño podría nacer muerto, o débil, o
deforme, o hembra.

George R. R. Martin
Juego de tronos
Canción de hielo y fuego

38
Día 19

La mano

En aquel momento me asalto la terrible


sospecha de que la mano empezaba a ejercer
un tiránico dominio sobre toda mi persona.
Ya no era solamente una mano, sino un brazo
entero lo que había dejado de pertenecerme.
¡Y yo no podía hacer nada para evitarlo! La
mano tenía, al parecer, otros planes.

George Langelaan
La otra mano
Relatos del antimundo

40
Día 20

El hombre menguante

Un estridente gemido se escapó de su


garganta. Scott se echó nuevamente hacia
atrás cuando una de las patas de la araña caía
pesadamente encima de uno de sus tobillos.
Lanzó un grito de terror al mismo tiempo
que se precipitaba en el costurero abierto.
La enorme araña saltó a su vez, y se arrastró
sobre sus piernas. Él lanzó un alarido.

Entonces su mano se cerró sobre un objeto


de metal. ¡El alfiler! Con un profundo
suspiro, se dio un nuevo impulso hacia atrás,
arrastrando el alfiler con ambas manos.

Richard Matheson
El increíble hombre menguante

42
Día 21

Vasilisa y la linterna de Baba Yaga

La muchacha echó a correr alumbrando su


camino con la calavera, que se apagó ella
sola al amanecer; al fin, a la caída de la tarde
del día siguiente llegó a su casa. Se acercó a
la puerta y tuvo intención de tirar la calavera
pensando que ya no necesitarían luz en casa;
pero oyó una voz sorda que salía de aquella
boca sin dientes, que decía: «No me tires,
llévame contigo.» Miró entonces a la casa
de su madrastra, y no viendo brillar luz en
ninguna ventana, decidió llevar la calavera
consigo.

Aleksandr Afanásiev
Vasilisa la bella

44
Día 22

El descuido de Rico

El automóvil ya estaba encima y tres pistolas


hicieron fuego a la vez. En el mismo instante
sintió un dolor lacerante en la espalda y cayó
al suelo. Uno de los agresores se inclinó y
vació el cargador contra él, que, tumbado en
el suelo sin poder moverse, oía silbar las balas
a su alrededor.

—Sois unos excelentes tiradores —dijo Rico


irónicamente.

W. R. Burnett
El Pequeño César

46
Día 23

Hormiga eléctrica

«Creo que me mataré —pensó—. Aunque


probablemente me programaron para
que no me matara; resultaría demasiado
costoso para mi dueño. Y él no lo querría.
Programado. En algún rincón de mi cuerpo,
existe una matriz fijada a un lugar, una
pantalla o filtro que me impide tener ciertos
pensamientos o realizar ciertas acciones. Y
que me obliga a otras. No soy libre. Nunca
lo fui, aunque ahora lo sé y en esto estriba la
diferencia…»

Philip K. Dick
La hormiga eléctrica

48
Día 24

Pandora

Y aquella mujer, levantando la tapa de un


gran vaso que tenía en sus manos esparció
sobre los hombres las miserias horribles.
Únicamente la Esperanza quedó en el vaso,
detenida en los bordes, y no echó a volar
porque Pandora había vuelto a cerrar la
tapa por orden de Zeus tempestuoso que
amontona las nubes.

Hesíodo
Trabajos y días

50
Día 25

Bloody Mary

—Ya sé que vamos al Vaticano, chica… pero


no tienes por qué vestirte como un maldito
ángel misericordioso.

—No, comandante, no... de misericordia, nada.

Garth Ennis
Bloody Mary

52
Día 26

La niña de los fósforos

Pero en el ángulo de la casa, la fría


madrugada descubrió a la chiquilla, rojas
las mejillas, y la boca sonriente… Muerta,
muerta de frío en la última noche del Año
Viejo. La primera mañana del Nuevo Año
iluminó el pequeño cadáver, sentado, con sus
fósforos, un paquetito de los cuales aparecía
consumido casi del todo. «¡Quiso calentarse!»,
dijo la gente. Pero nadie supo las maravillas
que había visto, ni el esplendor con que,
en compañía de su anciana abuelita, había
subido a la gloria del Año Nuevo.

Hans Christian Andersen


Mis cuentos preferidos

54
Día 27

La manzana

El aspecto de la fruta era tan delicioso


que la pobre muchacha no pudo resistir la
tentación. Estiró el brazo, cogió la manzana, y
le dio un gran mordisco a la parte sonrosada,
y apenas había empezado a masticar cuando
de repente cayó al suelo. Estaba muerta.

La malvada reina se inclinó hacia dentro por


la ventana abierta, la vio tendida en el suelo, y
soltó una gran carcajada.

Los hermanos Grimm


Blancanieves

56
Día 28

El barón Münchhausen cabalga una bala


de cañón

Confiado, en demasía acaso, en mi valor, y


llevado de mi celo, fui a colocarme al lado de
un enorme cañón, y en el momento de salir
el tiro, me lancé sobre la bala con el fin de
penetrar en la plaza, cabalgando sobre ella;
pero cuando estuve a la mitad del camino, se
me ocurrió una reflexión.

—Entrar… bien —me dije—; pero ¿y salir?


¿Qué va a suceder una vez dentro de la
plaza?… Se me tendrá por espía y se me
ahorcará en el árbol más inmediato… Esto no
es un fin digno de Münchhausen.

Rudolf Erich Raspe


Las aventuras del Barón de Münchhausen

58
Día 29

La música de Erich Zann

Sería inútil intentar describir lo que tocó


Erich Zann aquella espantosa noche. Era
infinitamente más horrible que todo lo que
había oído hasta entonces, pues ahora podía
ver la expresión dibujada en su rostro y podía
advertir que en esta ocasión el motivo era el
temor llevado a su máxima expresión. Trataba
de emitir un ruido con el fin de alejar, o
acallar algo, qué exactamente no sabría decir,
pero en cualquier caso debía tratarse de algo
pavoroso.

H. P. Lovecraft
La música de Erich Zann

60
Día 30

El Rey de los Muertos

—¡Escuchad ahora las palabras del Heredero


de Isildur! Habéis cumplido vuestro
juramento. ¡Retornad, y no volváis a perturbar
el reposo de los valles! ¡Partid, y descansad!

Y entonces, el Rey de los Muertos se adelantó,


y rompió la lanza, en dos y arrojó al suelo los
pedazos. Luego se inclinó en una reverencia, y
dando media vuelta se alejó; y todo el ejército
siguió detrás de él, y se desvaneció como una
niebla arrastrada por un viento súbito.

J. R. R. Tolkien
El retorno del rey
El señor de los anillos

62
Día 31

El barbero de Fleet Street

«Te cortaré el cuello de oreja a oreja si repites


una palabra de lo que pasa en esta tienda,
o te atreves a hacer cualquier suposición, o
sacas alguna conclusión de cualquier cosa
que puedas ver, oír, o imaginarte ver u oír.
Ahora me entiendes, te cortaré el cuello de
oreja a oreja».

James Malcolm Rymer


El Collar de Perlas; O Sweeney Todd, el
Barbero Diabolico de la Calle Fleet

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