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19/4/2021 María Eugenia Albornoz Vásquez (dir.), Sentimientos y Justicia. Coordenadas emotivas en factura de experiencias judiciales.

Chile 1650…

Nuevo Mundo Mundos


Nuevos
Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world New
worlds

Comptes rendus et essais historiographiques


2016

María Eugenia Albornoz Vásquez


(dir.), Sentimientos y Justicia.
Coordenadas emotivas en factura
de experiencias judiciales. Chile
1650-1990
Santiago de Chile, Acto Editores, 2016, 288 p.

Y G G
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.70076

Référence(s) :
María Eugenia Albornoz Vásquez (dir.), Sentimientos y Justicia. Coordenadas emotivas en factura de experiencias
judiciales. Chile 1650-1990, Santiago de Chile, Acto Editores, 2016, 288 p.

Entrées d’index
Mots clés : histoire des émotions et des sensibilités, histoire sociale, Chili, histoire du droit
Keywords: history of emotions, history of justice, social history, Chile
Palabras claves: historia de las emociones, historia de la justicia, historia social, Chile

Texte intégral

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19/4/2021 María Eugenia Albornoz Vásquez (dir.), Sentimientos y Justicia. Coordenadas emotivas en factura de experiencias judiciales. Chile 1650…

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1 Sentimientos y justicia. Coordenadas emotivas en la factura de experiencias judiciales.
Chile, 1650-1990, es un libro pionero en el desarrollo de las investigaciones sobre la
historia de los sentimientos y las emociones en Chile. Un campo de estudios en desarrollo
y que desde hace un tiempo viene capturando la atención de un grupo interesante de
investigadores en el marco de la esperada renovación de la historiografía nacional. En
virtud de lo anterior, estas notas más que un comentario crítico, responden a una suerte
de “aprendizaje ansioso” respecto de lo que intuyo es un itinerario de viaje que inicia con
esta publicación, pero que sin duda evidencia un recorrido mucho más amplio y fructífero
del que pronto verán la luz nuevas aportaciones.
2 Este es un libro que resulta del esfuerzo colectivo de un grupo de investigadores
avalados por una amplia experiencia investigativa acreditada por una sólida formación
teórica y una aún más larga lista de publicaciones científicas vinculada a los temas aquí
abordados y que ahora se enriquecen a partir de una mirada innovadora para el lector,
pero sobre todo para la academia –a veces extremadamente cauta y conservadora-, desde
la óptica de los sentimientos y las emociones a partir de las prácticas de la justicia.
3 Bajo la dirección de María Eugenia Albornoz Vásquez, aquí se exponen los resultados
del ejercicio de pensar en voz alta, con rigor y generosidad y en plural, desde las
especificaciones y precisiones en el uso del lenguaje y los conceptos hasta las metodologías
y enfoques necesarias para tensionar el oficio de los historiadores e historiadoras aquí
reunidos con el fin de definir un itinerario a partir del cual sea posible ubicar el tema de
las emociones y los sentimientos dentro de la historiografía en Chile, aportando “otras
miradas posibles” -más atractivas y frescas por cierto- “para interpretar y narrar las
subjetividades”, a partir del reconocimiento de la historia de las sensibilidades como
criterio posible y nutricio de la existencia de hombres y mujeres de antaño y de hoy1. No
obstante lo anterior y tal como lo afirma de modo explícito María Eugenia Albornoz
Vásquez, “estamos frente a una obra levantada desde la Historia con auxilio de la historia
de las emociones, pero no inscrita completamente en ella”2.
4 No resulta extraño ni casual entonces el empleo dentro del título de la palabra
“coordenadas”, pues este libro resulta ser, como bien lo señala su directora y autora
principal, una especie de demarcación de ruta respecto de los alcances, las potencialidades
pero también las dificultades que representa estudiar el acontecer histórico en Chile desde
esta vereda. De allí estas notas, más que un ejercicio de crítica son el resultado de una
lectura que se fue transformando en una suerte de “aprendizaje ansioso” respecto de lo
que intuyo es un itinerario de viaje que inicia con esta publicación, pero que sin duda
evidencia un recorrido mucho más amplio y fructífero.
5 Quisiera partir parafraseando a la escritora Mexicana Laura Ezquidel quien el año 2001,
en El libro de las Emociones, escribiera: “No hay ser humano que pueda vivir un solo día
sin experimentar alguna emoción”3, una frase a partir de la cual sin duda la autora
buscaba evocar que las emociones se viven, se sienten, se reconocen, pueden llegar a
cambiar el curso de nuestras acciones y afectar nuestras trayectorias vitales y las de
quienes nos rodean, en una suerte de desborde que nos arrastra hacia nuevos lugares de
modo incontenible, tal como lo expresara magistralmente Arlette Farge en su ya clásico
estudio Efusión y tormento… y sin embargo y pese a lo esencial y vital de su impulso,
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resulta extremadamente difícil definirlas o expresarlas en palabras o conceptos4. Si esto ya


es complejo, imaginemos cuánto más lo es pretender estudiarlas desde el lenguaje y las
prácticas en la oquedad de sociedades que se han empeñado en devaluarlas frente al
imperio de la racionalidad práctica.
6 Tal como expresara la Historiadora Mónica Bolufer en Las mujeres y las emociones en
Europa y América, otro libro de reciente publicación: “si hoy nos interesamos
históricamente por el estudio de las emociones no es sólo por el desafío de escudriñar
científica y teóricamente lo que son (naturales o culturales, instintivas o aprendidas,
colectivas o personales), sino por los efectos que éstas pueden llegar a producir o por las
diferencias sociales que pueden reflejar, pues en principio y finalmente sentimientos y
emociones constituyen una capacidad única del ser humano, capaz de articular guiones
narrativos y definir trayectorias vitales a partir de las cuales es posible visibilizar
motivaciones, impulsos, resultados y conflictos de los hombres y mujeres de antaño y de
hoy”5.
7 Sentimientos y emociones constituyen una variable histórica de larga duración, por lo
que resulta útil y pertinente pensar en ellas como una categoría analítica válida para el
estudio de las sociedades, de los hombres y mujeres en diferentes tiempos y espacios, pues
ayer y hoy hemos sido y seguimos siendo seres de sentir.
8 Este libro recoge precisamente esta preocupación en cuanto a la necesidad de recuperar
la esencia de la disciplina, sin renunciar al rigor ni las reglas de validación del método de
construcción del conocimiento histórico a partir de la atención de las señales de los
sentimientos y las emociones. Un recorrido ya iniciado en otras latitudes y por otras
comunidades académicas de la mano de mentes inquietas cuyos aportes han sido reunidos
de modo impecable en esta obra, a través de la pluma de María Eugenia Albornoz Vásquez
en el articulo “La historia de las emociones. Comienzos, autores, tendencias. Breve balance
e inventario bibliográfico”6. Pues esta obra no es sólo un libro que reúne una serie de
trabajos y temas resultantes del quehacer investigativo de sus autores –que también lo es
por cierto-, sino también resulta ser un esfuerzo que reseña el itinerario necesario de
conocer y reconocer para quienes hoy y en el futuro deseen aproximarse a la ventana de la
Historia desde las coordenadas de los sentimientos, las emociones y las prácticas de
justicia.
9 La interrogación acerca de los sentimientos desde hace ya un tiempo ha comenzado a
poblar las inquietudes de las y los historiadores chilenos, con más dudas que certezas por
lo que este libro, junto con evidenciar un trabajo ya avanzado, constituye por si mismo un
referente de consulta obligado sobre lo que es y lo que se ha hecho en este campo en Chile.
10 Ante ello, una preocupación y un anhelo colectivo de los autores, a mi juicio largamente
cumplido: aportar a una reflexión pertinente y situada para que cualquiera que desee
pensar sobre pensamientos y emociones pueda hacerlo, sin caer ni en el reduccionismo ni
en el análisis forzado derivado del uso irreflexivo de modelos ajenos, que implique
transitar desde la simplificación a la falsificación con pretensión de conocimiento histórico
local.
11 Frente a estos escenarios, en este libro, sus autores se mueven desde las certezas, de
campos conocidos pues dentro de los múltiples itinerarios posibles, optaron por iniciar
este recorrido desde un campo de reflexión común a todos: las prácticas de justicia. El
resultado de ello, una “paleta” de temas novedosos y sugestivos que al igual que la paleta
de un artista plástico, va develando la infinita trama de colores posibles de obtener del
cruce de combinaciones de tiempos, sujetos y espacios a la luz de la matriz de los
sentimientos y las emociones en Chile.
12 María Eugenia Albornoz Vásquez es la encargada de abrir el campo de las reflexiones y
lo hace desde una afirmación: somos “seres de sentir”, de allí la importancia que le asigna
a “recuperar la presencia de los sentires dentro de los expedientes judiciales en Chile”,
entendiendo la experiencia judicial como un campo de fuerzas dinámicas, cambiantes y en
permanente tensión7. “La justicia se siente” enunciará la autora, “se siente lo justo y lo
injusto” para agregar que “los sentimientos constituyen el centro y el principio del sistema,

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la esencia del mecanismo y la finalidad de su estructura”8. En este -el primero de las tres
colaboraciones de su autoría presentes en el libro-, el empleo de la palabra “recuperar”
evoca el deseo de volver a encontrar, para colocar en valor algo que se había perdido y que
se pretende restituir, en este caso desde un campo de facturas plurales, y autores
múltiples, que aspiran a rescatar de las fronteras del olvido y el encubrimiento dentro de
los formulismos de los expedientes y procedimientos de justicia, la memoria, las
identidades y sentires de sus protagonistas.
13 En “Confianza y caridad en los protocolos notariales. ¿Emociones solemnes ante el
escribano? Santiago de Chile, siglos XVII-XVIII”, Aude Argouse recorre el mismo
itinerario desde el campo de “las emociones solemnes”, entendidas como la
materialización por escrito de las voluntades, sentires y pensares de los suplicantes y
solicitantes en los actos de protocolización en que se dota de un poder especial al
escribano y desde donde la autora nos inducirá a avanzar sobre una relectura de los autos
notariales en una doble dimensión. Primero como testimonios de la capacidad de los
otorgantes de denunciar una justicia personal, reguladora y humanista, perceptible desde
las pasiones humanas, en la sociedad santiaguina de la segunda mitad del siglo XVII y
principios del siglo XVIII. La segunda como actos de construcción de verdades donde
también es posible atender a manifestación de los sentires de los escribanos como sujetos
sintientes que elaboran una percepción de los sujetos que acudían ante ellos en el marco
de los rituales de protocolización de sus voluntades.
14 Para la autora interesa subrayar la dimensión política, relacional y voluntaria de las
emociones expresadas por las personas que acuden al escribano y el rol de éstos como
agentes de los sentimientos y afectos de los otorgantes resaltando las articulaciones entre
vínculo jurídico y los vínculos afectivos en la vida cotidiana de una ciudad colonial, en este
caso Santiago. Confianza y caridad, son las expresiones de sentir elegidas por la autora
para nombrar su trabajo, un trabajo donde busca leer en clave disciplinaria las emociones
como frontera entre el “yo” y el “nosotros”, frontera en la que resulta inevitable atender a
la identificación de zonas de contacto, intercambios, tensión y cambio respecto del sentir
reconocibles dentro de los protocolos notariales9.
15 Si Aude Argouse nos conduce al campo de los sentimientos a través de las emociones
solemnes, Carolina González, lo hace a partir de la exploración de la relación entre
esclavitud y sentimientos, con la pretensión ampliamente lograda de determinar la tensión
inherente a la actitud humana a través de acciones legales y judiciales. La autora define su
trabajo como un ejercicio que pretende incorporar otra lectura, desde la historia de los
sentimientos, a una fuentes conocidas y trabajadas por ella pero desde un enfoque
tradicional10.
16 En “Me es intolerable se sevicia. Dolor por crueldad y demandas por papel de venta de
esclavos negros y mulatos en Santiago”, enfrenta este mandato a partir de dos directrices.
La primera asociada al uso instrumental de los sentimientos dentro de las
argumentaciones judiciales de personas esclavizadas. La segunda escudriñando sobre las
formas de registro de los sentimientos dentro de los documentos de justicia para el
periodo comprendido entre 1770 y 1800 respectivamente. A partir de estas directrices se
introduce en el mundo de la enunciación de los sentires asociados al dolor y la crueldad
plasmados en siete demandas formuladas por esclavos negros y mulatos por sevicia en
contra de sus amos para obtener papel de venta. Sus reflexiones nos lleva al campo de los
sentires y las posibilidades de acceso a la justicia de los subalternos, aquellos a quienes
creímos sin voz y con escasa o nula capacidad de agencia en el seno de sociedades de clase
y esencialmente jerárquicas. En este ejercicio Carolina González demuestra cómo los
esclavos, a través de los usos de la justicia expresaron no sólo sentimientos sino también
voluntades en un claro ejercicio de interpelación a la institucionalidad que debía
contenerlos, pero también protegerlos. Sin duda este trabajo también nos aporta respecto
del dominio por parte de esclavos y mulatos, de ciertos saberes, lenguajes y prácticas
donde la apelación a lo emotivo y a los sentimientos formó parte de un protocolo
aprendido a favor de sus intereses y necesidades en el marco de sociedades que

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transitaban en un proceso creciente de racionalidad, pero también de humanización. En


este contexto la expresión del dolor a través del lenguaje, tanto como su mácula dentro del
mapa corpóreo –por que los sentires y las emociones como el dolor también imprimen
huellas- sirvieron de elementos de prueba para hacer uso de la justicia en que las
emociones fueron atendidas y entendidas como recursos admisibles a favor de quienes
demandaron justicia desde una condición de subalternidad.
17 Desde una faceta diferente, María José Correa en “Desesperación, indignación,
desagrado ¿emociones fundadas o perturbadas? La razón masculina ante la justicia
chlena, 1846-1886” explora la relación que establecen las emociones con la justicia a
través de expedientes de curatela e interdicción por demencia que afectó esencialmente a
“la razón masculina” . A través de la expresión de protesta de aquellos hombres que fueron
acusados de dementes en procesos judiciales, María José Coreea avanza sobre la
exposición de la intimidad de sus conflictos familiares y personales. Desde estas
enunciaciones, la autora transita y reflexiona por los sentimientos desplegados ante la
justicia cuando se cuestiona la razón de los hombres y su autoridad sobre los bienes, la
familia, y sobre su propia persona. A partir del estudio del estudio de tres casos (Juan
Blest intelectual y médico; Adolfo Basco, un industrial minero y Pedro Dávila), María José
Correa pesquisa el uso de emociones como el temor, la desesperación, la amargura, el
sufrimiento, el dolor y la vergüenza como parte de los sentires registrados en los
expedientes judiciales, en un ejercicio que da cuenta cómo y pese a los esfuerzos por la
profesionalización de la justicia, el asunto de los sentimientos no fue un tema ajeno a sus
prácticas dentro de la sociedad decimonónica11. Ante esta evidencia, la autora sentencia la
justicia en el XIX, sigue siendo un espacio donde se generan, interpretan y juzgan
sentimientos12.
18 Precisamente en este punto María José Correa liga los usos de la justicia con la
evolución de los saberes médicos y su uso como juicio de prueba no despojado de
emocionalidad también dentro de los tribunales de justicia. Así visualiza el entramado de
negociaciones afectivas y emocionales posibles de rastrear dentro de los procesos de
interdicción, cuyos efectos fueron sin duda mucho más amplios que el cuestionamiento a
la capacidad racional de los involucrados, pues implicaron el socavamiento de las nociones
de identidad y honor de sus protagonistas, lesionando seriamente la armonía familiar y las
bases sobre las cuales la sociedad definió la identidad y el deber masculino en la época13.
19 De las emociones vitales a las infaustas nos movemos a través de la pluma de Mario
Fabregat quien bajo el título “De la sutileza femenina frente al acontecer infausto de la
vida. Suicidio de mujeres en Santiago, 1885-1925”14, nos lleva a reflexionar acerca de los
sentires y emociones de aquellas mujeres que con más o menos éxito atentaron en contra
del soplo vital, suicidándose.
20 Expresión de desesperanza, fastidio o rebeldía, Mario Fabregat no se siente empoderado
para emitir juicios taxativos respecto de los detonantes de estos actos, aunque si para
analizar la amplia gama de sentires gatillados por éstos dentro de la sociedad santiaguina
del primer tercio del siglo XX. Sentires que fueron desde el dolor y la tristeza, hasta la
indignación y la vergüenza, pues como asertivamente expresa “el suicidio no sólo
desconcierta y culpabiliza, sino que también deshonra y avergüenza”. Son precisamente
estos sentires movilizados a partir de los hechos de violencia autoinfringida las que
transformaron estos actos en hechos para olvidar y callar, cubriéndolos de un velo que
Mario Fabregat en este artículo comienza a develar.
21 De modo complementario a lo analizado por María Eugenia Albornoz Vásquez en
cuanto a la evolución del verbo sentir en la trayectoria de las prácticas de justicia, Mario
Fabregat también explica cómo evolucionó la visión y evaluación del suicidio desde un
acto de pecado en la edad media, a expresión de voluntad y autonomía personal durante la
ilustración, hasta la asociación de dichas acciones como expresión de enfermedad de la
mano de la evolución del saber científico médico a inicios del XIX. Un punto por cierto en
el que este trabajo se complementa con el análisis efectuado por María José Correa.

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22 Destaco en particular la orientación de este estudio en torno a la construcción de un


perfil asociativo entre género y sentires fuertemente vinculado a ciertas coyunturas dentro
del itinerario vital de las mujeres que desde el saber científico indujo a afirmar que la
propensión femenina a actos suicidas guardaba alguna relación con la alteración anímica
provocada por la menstruación, el despertar sexual, el embarazo, el parto o la lactancia.,
desde el punto de vista médico, la violencia autoinfringida no formaba parte del repertorio
de emociones y sentires esperables en personas sanas, racionales y controladas. A juicio
del autor, la reducción de sentires infaustos a la esfera de la irracionalidad, trasunta la
evolución de las sociedades hacia la modernidad, al tiempo que es sinónimo del triunfo de
los dispositivos de control destinados a contener la emocionalidad15.
23 Particularmente interesante resulta en este la asociación efectuada por el autor en
cuanto a las forma elegidas por las mujeres frente al suicidio, en una suerte de ritual de
tránsito penitente y doloroso, de sacrificio antes de la entrega y la renuncia total a la
vida16. Un ritual en el que se reclama el derecho a la legitimidad de la decisión tomada y se
evocan de modo escrito o verbal el sufrimiento, la soledad, la incomprensión, el desamor,
el engaño, la traición y la vergüenza. El autor emula los padecimientos experimentado por
las mujeres tras el consumo de venenos como el sublimado, o la alegría del vino, cuyo
lento actuar parecía otorgar a sus víctimas el tiempo suficiente para el actuar penitente
con miras al perdón17. Igual de interesante resulta la lectura del suicidio femenino como
un acto de resistencia y transgresión, pues quien ha sido designada por mandato natural y
divino para dar vida, en el acto del suicidio reclamaba para si el derecho a evadir tal
mandato e imponer su propia voluntad. En suma y parafraseando ahora al autor, “hablar
de mujeres suicidas es hacerse cargo de una hermenéutica de la vida desplegada en un
contexto cultural”18.
24 Desde las emociones recientes, Romané Landaeta nos lleva a reflexionar sobre los
hechos traumáticos de nuestro pasado reciente, aquel que muchas veces esquivamos o
asumimos a medias, precisamente por las emociones que el recuerdo remece y en más de
un caso aún nos dividen. En “A pesar de la ausencia, tu presencia queda. La experiencia de
búsqueda de familias de víctimas de violencia política en Chile, 1973-1990”19, Romané
Landaeta nos lleva a transitar a través de los sentimientos de pérdida y ausencia
experimentados por víctimas de las violaciones a los derechos humanos y sus
sobrevivientes, quienes desde los bordes y en más de un caso desde la clandestinidad
impuesta, reclamaron la legitimidad del derecho a ser escuchados denunciando la validez
de sus demandas desde sus sentires individuales y colectivos.
25 Como el alfa y el omega, vuelvo en este punto a las aportaciones de María Eugenia
Albornoz Vásquez dentro de esta obra, pues me parece que cada uno de los autores a
través de la exposición de sus temas han aportado elementos para reafirmar sus
apreciaciones en cuanto a la polisemia del verbo sentir y su evolución en el tiempo y en el
tránsito desde los siglos XVI y hasta el XX inclusive. Una razón poderosa para detenerse
en el análisis minucioso frente a un tema en el que se corre el riesgo de ser presa de
nuestras propias emocionalidades a la hora de afrontar con rigor el trabajo de análisis y
reflexión histórica, tal como la misma autora advierte. De allí que nos quedemos con su
juicio, ratificado por sus compañeros de ruta en la escritura de esta obra, en cuanto a la
necesidad de los abordajes situados, en concordancia con las peculiaridades de los
espacios, tiempos y sujetos a quienes se pretende relevar.
26 Desde la historia de las sensibilidades, la historia del cuerpo y las emociones; la historia
de los valores y virtudes, hasta la sociología de las emociones, hoy es posible reconocer la
emergencia de redes, grupos, centros y equipos de trabajo dados a la tarea de avanzar en la
construcción de ese conocimiento situado de los sentires pues tal como expresara al inicio
de esta obra su directora, somos, hemos sido y seguiremos siendo –afortunadamente–
“seres de sentir”.
27 Finalmente tras la publicación de este libro, me parece advertir una provocación
intelectual y una señal política que apunta a poner en valor y visibilizar la necesidad de las
redes y alianzas que frente a este y tantos otros temas pueden y deben surgir como parte

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de un esfuerzo colectivo tendiente a romper con las fronteras y barreras de la centralidad


del conocimiento.

Notes
1 María Eugenia Albornoz Vásquez. Sentimientos y justicia. Coordenadas emotivas en la factura de
experiencias judiciales. Chile, 1650-1990, Acto Editores, Santiago de Chile, pp. 8-9.
2 Albornoz Vásquez, op. cit. p. 17.
3 Laura Ezquidel. El libro de las emociones. Son de la razón sin corazón. Primera edición virtual e-
libro.net www.e-libro.net Marzo de 2001, p. 10.
4 Arlette Farge, Efusión y tormento. El relato de los cuerpos. Historia del pueblo en el siglo XVIII,
Buenos Aires, Katz editores, 2008, p. 235.
5 Mónica Bolufer. “En torno a la sensibilidad dieciochesca: discursos, prácticas, paradojas”. En
Candau, María Luisa. Las mujeres y las emociones en Europa y América. Siglos XVII y XIX. pp. 29-
56. Editorial de la Universidad de Cantabria, España, 2016.
6 El artículo mencionado se encuentra contenido en la obra entre las páginas 248-280.
7 El texto citado comprende la primera de tres aportaciones de María Eugenia Albornoz Vásquez, a
saber: “Recuperando la presencia del sentir en los expedientes judiciales de Chile. Ecos, olvidos,
nudos” (pp. 12-28); “La justicia, el sentimiento y el sentir. Usos y declinaciones del verbo en pleitos
por injuria en Chile. 1670-1870” (pp. 60-93) y “Enojo, arrepentimiento, estima y agradecimientos.
Experiencias y secuencias del sentir en las actas judiciales. Chile, 1680-1870” (pp. 94-125. La frase
citada se ubica en p. 13.
8 Idem, p. 14.
9 Aude Argouse, “Confianza y caridad en los protocolos notariales. ¿emociones solemnes ante el
escribano?, Santiago de Chile, siglos XVII-XVIII”, en op. cit. pp. 29-59.
10 Carolina González, “Me es intolerable su sevicia. Dolor por crueldad y demandas por papel de
venta de esclavos negros y mulatos en Santiago, 1770-1800”, en op. cit. p. 130
11 Correa, en op. cit., p. 156.
12 Ibid., pp. 174-176.
13 Ibid., p. 164.
14 El artículo señalado se encuentra comprendido dentro de la obra general, pp. 182-213.
15 Fabregat, en op. cit., p. 187
16 Al respecto se lee en el artículo: “Se aproximaban a la muerte de manera lenta, recorriendo un
camino tortuoso que a veces podía durar semanas”
17 Fabregat, en op. cit., p. 188.
18 Ibid., p. 189.
19 Landaeta, en op. cit. pp. 214-247.

Pour citer cet article


Référence électronique
Yéssica González Gómez, « María Eugenia Albornoz Vásquez (dir.), Sentimientos y Justicia.
Coordenadas emotivas en factura de experiencias judiciales. Chile 1650-1990 », Nuevo Mundo
Mundos Nuevos [En ligne], Comptes rendus et essais historiographiques, mis en ligne le 10
décembre 2016, consulté le 19 avril 2021. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/70076 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.70076

Auteur
Yéssica González Gómez
Universidad de la Frontera (UFRO)

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19/4/2021 María Eugenia Albornoz Vásquez (dir.), Sentimientos y Justicia. Coordenadas emotivas en factura de experiencias judiciales. Chile 1650…

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