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Ficha de lectura n°4

Integrantes: Isis Collao – Sonia Correa – Catalina Zambrano

En el marco de las transformaciones educativas en Chile durante el último siglo, la discusión de los
siguientes textos se enmarcan en los proceso de reforma entre la década del 60 y los años 2000,
considerando el despliegue cívico-militar de la Dictadura de Pinochet y la posdictadura, donde se
vivieron procesos claves en torno a las reformas del sistema educativo que incorporaron al
mercado y los agentes privados como claves en el devenir de la política educativa, dando paso al
fin del Estado Docente y modificaciones a nivel de financiamiento y currículum, que pesan hasta la
actualidad en nuestro modelo Educativo. Es imprescindible observar este panorama histórico de
reformas para comprender las tensiones y posibilidades actuales del sistema educativo chileno. En
los textos revisados, existe un foco en el análisis de estos procesos de reformas, desde la mirada
curricular.

En el texto de Meckes (2007), se alude al desarrollo y expansión de la Evaluación Educacional y los


desafíos que enfrenta para impactar positivamente en la calidad y equidad de los aprendizajes que
obtienen los y las estudiantes. La evaluación estandarizada que se aplica en el sistema educacional
chileno SIMCE, desde 1988 ha logrado validarse, instalando la “cultura del test” a nivel país, dada
su aplicación ininterrumpida y la claridad en el proceso (aplicación de evaluación, entrega y
publicación de resultados y las sugerencias para el uso de la información y oportunidades de
mejora) y, a más de 30 años de su primera aplicación, la autora sostiene que ha conseguido
algunos logros, a saber, creciente foco de interés de la atención pública y de la política educativa
en los resultados y en la equidad, desplazando la atención de antaño en el acceso y en los
recursos; el alineamiento de la Evaluación al currículum nacional para comunicar expectativas
sobre lo que deben aprender los y las estudiantes, tanto que se crea la Unidad de Currículum y
Evaluación del MINEDUC en 1998 y, como un tercer logro, la autora señala, la práctica instalada en
los establecimientos educacionales, de Jornadas de Análisis de Resultados con material elaborado
desde el Mineduc, para ello. Por otra parte, Meckes señala que una de las transformaciones más
significativas del Simce es que establece niveles de logro (inicial, intermedio y avanzado), sin
embargo, estos niveles solo afectan a la escuela en términos de incentivos (SNED) o sanciones, no
hay una correspondencia entre el logro o no de los estudiantes y alguna consecuencia individual,
en términos cuantitativos. También considerar que los docentes no relacionan su propio
desempeño con los resultados del Simce, sobre todo si son insuficientes. Entre los desafíos que
menciona la autora, están lograr coherencia entre evaluaciones a nivel estudiantil, docente y
escuelas, acercándonos a las prácticas de los sistemas exitosos, donde existe alineamiento entre el
Currículo, formación inicial docentes, la evaluación nacional y las evaluaciones de aula y equilibrar
el protagonismo de la evaluación estandarizada SIMCE con estrategias de apoyo a las escuelas.
Finalmente, a juicio de la autora, las Políticas Educativas no deben descansar sólo en definición de
estándares y rendición de cuentas, sino que se debe combinar con apoyo efectivo y oportunidades
de formación docente de calidad.

En cuanto al tipo de fuente utilizada por la autora, de tipo primaria relativas al análisis de informes
del MINEDUC, resultados SIMCE, reportes y análisis de agencias internacionales como el Banco
Mundial, OCDE y UNESCO. En cuanto a las fuentes secundarias, recurre a estudios académicos
realizados por los investigadores Ramírez (2007) y Schleicher (2006).

El texto de Ossandon, Caro y Magendzno (2018), realiza una revisión histórica del currículum,
iniciando por el gobierno de Frei Montalva y el proceso de democratización y modernización de la
educación, luego con Allende y la ENU como estandarte de su modelo educativo que nunca vio la
luz debido a la irrupción del golpe militar a manos de la Junta Militar. De acuerdo a lo que señalan
los autores, en este período “el régimen cívico-militar modificó estructuralmente el modo de
proveer el servicio educacional, disolviendo la noción de “sistema” educativo y configurando
progresivamente una lógica de “mercado” educativo.” (Osandon et al., 2018, p.6), relevando la
propiedad privada y la libertad, disminuyendo las atribuciones del Estado y traspasando la
responsabilidad al sector privado, dando paso a la privatización por voucher, donde las familias
podían elegir el establecimiento según los resultados de este. Así, se instala la competencia entre
escuelas públicas y privadas. El proyecto curricular de la dictadura se basó en la despolitización de
los contenidos, la tecnificación del quehacer educativo, la promoción de un discurso conservador,
nacionalista y cristiano que se materializó mediante los planes y programas que concedían mayor
importancia a las cuatro asignaturas troncales y finalmente, la valoración del individualismo, el
mérito, el esfuerzo, la eficiencia y la pasividad. Todo esto quedó plasmado en la promulgación de
la LOCE. En términos de política curricular, surgen el MBE, el SACGE, la ley SEP. La promulgación de
la LGE no cambió lo trazado por la LOCE ya que mantiene el carácter subsidiario del Estado y la
municipalización. Un cambio que sí se puede analizar es que la LGE propone la integridad en la
formación humana. Hacia el año 2012 se aprueban las Bases Curriculares, las cuales se
caracterizaron por la gran cantidad de Objetivos de Aprendizaje, la importancia de evaluaciones
internacionales como PISA o TIMMS y la alineación del currículum en base a ellas, razón por lo cual
se da gran importancia a las asignaturas de Lenguaje, Matemática y Ciencias, y finalmente, la
construcción de una ciudadanía basada en la responsabilidad personal. En el año 2014, se inician
tres grandes reformas: La ley de Inclusión (2015), Sistema de Desarrollo Profesional Docente
(2016) y la creación de los SLEP (2017).

En cuanto al tipo de fuentes utilizadas por los autores, de tipo primaria se identifican documentos
legales asociados a la LOCE, LGE, decretos y la constitución de 1980, sumado a artículos de tipo
periodísticos como revistas y periódicos de las épocas abordadas. De tipo secundaria, se basa en el
análisis de artículos académicos de autores como Gysling, Bellei, Cox, Falabella, Picazo, entre
otros.

Finalmente, en el texto de Gysling, se realiza una revisión introductoria de tres momentos claves a
nivel de reformas educativas en torno al curriculum: los años 60 con la extensión de la enseñanza
básica a 8 años y equiparación de media Científico Humanista y Educación Técnico Profesional. Los
Años 80 con el fin al Estado Docente, incorporación de la subvención y proceso de
municipalización. Y los años 90 con la incorporación de la Jornada Escolar Completa, y un foco de
transformaciones en torno a la calidad y equidad. Para la autora, es importante considerar que
estos contextos, acompañados del concepto “reforma”, han impactado en la organización
curricular, las cuales presentan debilidades en cuanto no logran ser acumulativas, sino que se
presentan como un “borrón y cuenta nueva” constante cuando se modifica el curriculum. Se ve
como debilidad central que no existe un funcionamiento institucional claro, estable y orgánico que
ordene lo curricular. Ante ese escenario de transformaciones históricas, plantea como tesis central
que el sistema escolar tiene una serie de desafíos que, para poder abordarse adecuadamente, se
requiere generar una institucionalidad que instale una práctica regular e institucionalizada en
torno al desarrollo curricular a nivel nacional. Tales desafíos, que son planteados como subtemas
del texto, podrían sintetizarse en la necesidad de que los procesos de modificación curricular se
sostengan con la existencia de una institucionalidad de carácter pública, robusta y sistemática que
oriente estos procesos, donde se conjugue la participación estatal, académica, docente, actores
privados y la sociedad civil. Sumado a ello, la necesidad de reformular aspectos curriculares que
disminuyan su extensión para que este sea abordable, centrado en los aprendizajes, con capacidad
de responder a contextos y comunidades específicas, y con capacidad de flexibilización clara.

En cuanto al tipo de fuente utilizada por la autora, recurre a fuentes primarias de tipo legislativas e
informes nacionales y supranacionales elaborados por agentes claves de la política educativa del
periodo estudiado. En cuanto al análisis de fuentes secundarias, recurre a autores como Fontaine,
Ferrer, Coll, y producción académica desde el MINEDUC.

Preguntas generales a los textos:

 ¿Qué sustenta actualmente que exista un currículum nacional que sigue pensado para el
abordaje de contenidos mínimos? ¿Toda la niñez y juventud que habita nuestro territorio
necesita aprender lo mismo? ¿Cuál es el impacto de las decisiones macro que se toman en
términos curriculares y cómo éstas modifican la cultura escolar local?

 ¿De qué forma afectan los cambios curriculares a las prácticas docentes? ¿Se tiene en
consideración la opinión del profesorado a la hora de construir o modificar el currículum?

 ¿Cómo una evaluación a gran escala puede recurrir a los contextos para interpretar sus
resultados y plantear soluciones pertinentes? ¿Chile debe seguir alineando su currículum a
las mediciones internacionales? ¿De qué forma eso permitiría el desarrollo de la calidad
educacional?

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