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Revista anual de la Unidad de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / INCIHUSA – CONICET / Mendoza
Vol. 13 nº 1 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Julio 2011 / Artículos (91–101)

Tuillang Yuing Alfaro


Universidad Mayor

El lugar de la historia en tiempos de globalización: Un análisis


a partir de Marc Abélès y Michael Hardt-Antonio Negri*
The Place of the History in Times of Globalization:
An Analysis from Marc Abélès and Michael Hardt-Antonio Negri

Resumen
El siguiente texto intenta abordar la relación existente entre los procesos de globalización-mundialización y
ciertas concepciones de historia que le son solidarias. Para lo anterior apela a las reflexiones realizadas por Marc
Abélès en Política de la supervivencia y Michael Hardt y Antonio Negri en Imperio. En ambos análisis se puede
percibir la importancia que tiene la historia como soporte de los procesos globales que entremezclan lo político, lo
económico y lo cultural, procesos que parecen avanzar, según el curso de la historia, y que permiten además dar
referencia de sentido a los sujetos en sus procesos identitarios y de individuación.
Palabras clave: Historia; Globalización; Supervivencia; Imperio; Biopolitica.

Abstract
The following text tries to approach the relation between the globalization-mondialisation process and certain
conceptions of history witch are solidary with them.
For the previous thing, it appeals to the reflections realized by Marc Abélès in Politics of the survival and Michael
Hardt and Antonio Negri in Empire. In both analyses it is possible to perceive the importance that takes the history
as a support of the global processes that intermingle the politics, the economy and culture, processes that seem
to advance according to the course that history has, and they allow to give in addition reference of sense to the
subjects in his processes of identity and of individuation.
Keywords: History; Globalization; Survival; Empire; Biopolitics.

Presentación

as líneas siguientes persiguen elucidar Debemos primeramente detenernos en una


algunas cuestiones en relación a las cierta ambigüedad sufrida por los términos
nociones y perspectivas históricas que mundialización y globalización, la que obe-
sostienen y fundamentan ciertos análi- dece principalmente a distintos enfoques con
sis sobre lo que se ha conocido como fenómenos que se ha denominado un fenómeno que se
de globalización y de mundialización, tal como constituye en el cruce de dimensiones político-
son planteados por Marc Abélès y la dupla Mi- económicas. De esta forma, podríamos –sin
chael Hardt y Antonio Negri. Revisando parte del ánimo de resolver el asunto– afirmar que la
trabajo de estos autores podemos advertir cómo noción de globalización acentúa la mecánica
se pone en discusión la manera como se piensa que opera en los procesos económicos, y que
la historia y además cómo dicha discusión en a su vez, el término mundialización se utiliza
su dimensión política puede ser reforzada por con un sentido que da cuenta más bien de
los análisis sobre el poder que realiza Michel una dimensión política del mismo proceso que
Foucault a mediados de los años setenta. se caracteriza por la retirada de la hegemonía

* Esta investigación ha sido desarrollada en el marco del Proyecto Ecos – Conicyt n° C08H01: Simbolismo y represen-
tación de los procesos de individuación en el cuadro de una antropología de la mundialización, realizado entre el
Magíster en Etnopsicología de la PUCV y el Laboratorio de Antropología de las Organizaciones y las Instituciones
Sociales (LAIOS), de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (EHESS).
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de los Estados-naciones y el desvanecimiento gimiento de un nuevo escenario transnacional


de fronteras culturales e identitarias rígidas. No es antes que nada el resultado, no la causa, de
obstante, por ahora vale la pena mencionar, en un cambio sin precedentes de nuestra relación
el caso de Abélès, que si bien el autor asume con la política. Así, dicha relación se articula
una cierta indistinción entre los términos, enfa- en adelante en torno a una representación
tiza el carácter de apertura de la globalización, que pone la preocupación por la vida y la
vale decir, su mecánica de expansión: “el nuevo supervivencia en el centro del actuar político”
orden planetario se caracteriza por la intensidad (Ibid., 12).
del fenómeno de circulación, y por la amplitud De esta manera, emerge una invitación a
de los flujos (hombres, capitales, informaciones). pensar un desplazamiento de lo político cuyos
Así entendida, la globalización parece propicia síntomas se advierten en la paulatina pérdida
para la construcción de un mundo menos es- de validez de las instancias de representación
trecho” (Abélès, M. 2008, 41). Por otro lado, el que conforman las estructuras del Estado-nación.
autor señala el hecho de que “antes que nada, Atendiendo a un cierto sentir colectivo que
la mundialización es un fenómeno de orden desestima las estructuras políticas represen-
cultural” (Ibid., 43) que dibuja un nuevo paisaje tativas más tradicionales, Abélès investiga los
social a gran escala. lugares, instancias e instituciones en los que
Por su parte, Hardt y Negri, prefieren atender se han depositado las inquietudes y proyectos
a la lógica y a los efectos que este fenómeno políticos que la comunidad considera hoy más
provoca para capturarlos bajo el sustantivo de urgentes. De esta forma, se advierte, a modo
Imperio, categoría que señalaría las consecuen- de ejemplo, cómo las políticas estatales y los
cias políticas más rotundas de la globalización en partidos políticos han ido cediendo terreno al
una forma inédita. Con todo, para los propósitos papel que puedan desempeñar las ONG y las
que aquí se persiguen, no nos parece necesario organizaciones “altermundistas” en la realización
extender la discusión, puesto que nuestro interés de expectativas que tienen hoy ciudadanos cuyo
busca atender la noción de historia que estos sentido de pertenencia ya no se inscribe tanto
procesos integran. en la soberanía de un país como en la preocupa-
Si bien los análisis de los autores difieren en ción por emergencias e incertidumbres a escala
objetivos y enfoques, creemos que tanto Hardt planetaria. En este sentido, para Abélès, la glo-
y Negri, como Abélès, integran una pregunta balización es una noción que cobra vigor si es
por el rol de la historia en los procesos globales atendida la aparición o emergencia de un global
o, si se prefiere, una demanda por la forma de político, vale decir, un escenario transnacional,
historicidad que sería solidaria con el fenómeno de escala planetaria que persigue una cierta
de la mundialización. proyección como tal, o que al menos diagnosti-
ca el estado de cosas existente con vistas a una
Abéles: política en la era del riesgo y el transformación. No se trata, en todo caso, de la
repliegue del futuro arremetida de una fuerza mayor que de modo
autoritario se imponga por sobre las fuerzas del
En Política de la supervivencia, Abélès ex- poder estatal. El nuevo escenario no se ha im-
plora lo que a su juicio sería un tipo de relación puesto por una simple ley del más fuerte. Para
con la política hasta ahora no suficientemente Abélès, lo global político debe leerse como “la
atendido por la teoría política más convencio- conjugación de modalidades de acción que se
nal. Según esta perspectiva, la preocupación por despliegan a escala planetaria y nos proyectan
la supervivencia vendría a desplazar el enfoque en un régimen de anticipación” (Ibid., 14), vale
político de la convivencia (convivance), vale decir, decir, se trata precisamente de que los elemen-
aquel que piensa la política como el lugar del tos estratégicos gracias a los cuales el poder
acuerdo al alero de una comunidad plenamente político guarda una cierta lógica o coherencia,
constituida y que reposa sobre las más espesas se han deslocalizado, se han vuelto imposibles
ideas de la modernidad. Dice el autor: de consolidar ya sea por un dominio militar,
“La hipótesis de este libro es que –al con- político o económico. Más bien, todas estas
trario de lo que a menudo se afirma– el sur- dimensiones han permeabilizado sus fronteras y
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sus poderes de afectación y de impacto al punto pasar revista a la implementación y ejecución de


que es imposible tomar resguardo total de lo que la gestión política de turno.
pueda suceder a una comunidad. El Estado- Ahora bien, es precisamente, este paradigma
nación sigue ejerciendo su soberanía territorial político el que se muestra insuficiente para poner
y su control político, pero la imprevisibilidad se en forma las demandas de los individuos actua-
ha instalado en su funcionamiento volviéndolo, les. No se trata, en todo caso, de una postura
pese a todo, frágil y limitado. La política parece crítica que de manera reflexionada surgiría de
asentada sobre un mundo en que todo está más la colectividad, sino de una percepción que de
cerca, en que las fronteras económicas y sociales manera simbólica se ha instalado en el imagi-
están abiertas y nada impide prever que un epi- nario de los individuos, para quienes el escena-
sodio de lo que antiguamente se llamaba Tercer rio político en el que se encuentran instalados
mundo no afecte al Primer mundo: política de conlleva una fatiga de los esquemas de la con-
flujos, de redes hiperconectadas de tal forma que vivencia. Se respira entonces el reconocimiento
su control por parte de una instancia superior se de las limitaciones no sólo del Estado sino de
vuelve imposible. Es el costo de lo global, y así, una cierta cosa pública generalizada que ya no
en este paisaje surge un escenario de precarie- responde a las exigencias de un sobrevivir que se
dad que deviene luego en inseguridad: “lo que ha vuelto más complejo. Lo que cae en retirada
fragiliza a la gente es la percepción de una ex- no es solamente una mecánica burocrática del
traordinaria proximidad de lo lejano, fácilmente Estado-nación que se manifestaría demasiado
identificable, ya sea que se trate de un país de torpe para el ritmo de los flujos y emergencias
Europa del Este o de Asia” (Ibid., 45), trátase de actuales, sino que también se revela frágil –y
una “interiorización por parte de los ciudadanos hasta ingenua– toda propuesta política que bus-
de los países desarrollados de un dato sencillo y que por sí misma la programación y proyección
conmovedor: nunca más estarán ‘a salvo’ de un de una “ciudad” y una ciudadanía en armonía.
más allá ‘amenazante’ hasta entonces limitado Hoy asistimos a una cierta prepotencia de los he-
a los márgenes y hoy en día en condiciones chos: “El hombre de Estado se pretende realista,
de organizarse de manera muy ‘moderna’ y de es decir; que constata la impotencia de la cosa
irrumpir” (Ibid., 45). pública. (…) Todo sucede como si su papel [el
El fundamento político que, a partir de la de lo político] se redujera a acompañar –en tanto
modernidad, puso el acento en la convivencia, se pueda– la desilusión general, y a amortiguar;
gira en torno a la organización armónica de la por lo menos con palabras, las sacudidas de la
ciudad como sostén del marco Estado-nación. economía global” (Ibid., 49). Para Abélès se trata,
Más allá de las divergencias que puedan existir como ya lo hemos anunciado, de una modifi-
en la gran gama de teorías y análisis políticos, cación más profunda, que trastroca la relación
como pueden ser el conflictivismo y el contrac- misma de los individuos con lo político, quienes
tualismo, para Abélès, la política de la conviven- ganan sentido en otro modo de aparecer de la
cia se organiza al alero de “la existencia real o política; una relación y un sentido que penetran
potencial de comunidades estables” (Ibid., 109), finalmente en la manera en que el individuo se
vale decir, toda fricción apunta y descansa en el involucra con la historia y con el tiempo.
valor que tendría en sí misma una comunidad En efecto, lo que proporcionalmente, va
armónica como garantía incuestionable y meta teniendo lugar –nos dice Abélès– es otra repre-
de todo proyecto político. De esta forma, supe- sentación del escenario político que permite al
rando las discusiones en torno al origen o razón individuo reconocerse como perteneciente a un
del vínculo político social, buena parte de la mundo que está amenazado, y que por tanto,
filosofía y teoría política occidental opera como amenaza su propia individualidad. Se asiste, por
si “el primer objetivo de los individuos fuera tanto, a la aparición de un colectivo político que
preservar ese tipo de comunidad cuya forma respira bajo el telón de fondo de la incertidum-
integradora más acabada representa el Estado- bre y que hace de la vida –de la vida de todos–
nación” (Ibid., 37). La convivencia hace de la el soporte material de sus intereses, dando lugar,
estabilidad del colectivo un valor en sí, como un a la vez, a una relación del individuo con la polí-
modelo ideal que permite, en último término, tica, hasta ahora inédita en nuestras sociedades.
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Los datos inmediatos de la política, vale decir, perspectiva histórica que percibe el futuro como
sus manifestaciones más patentes y cotidianas incierto, incapaz de someterse al cálculo, y que
“tienen como punto común el proyectarnos por tanto echa una sombra enorme de angustias
fuera del espacio claramente delimitado de una y amenazas sobre el conjunto de la sociedad.
comunidad nacional cuya historia y relativa ho- Lo que Abélès presenta como “el fin de un
mogeneidad dentro de sus propias fronteras son futuro prometedor”, sería entonces, el agotamiento
garantes de permanencia y tranquilidad. Como e imposibilidad de que algún sujeto colectivo
si algo se hubiera desarreglado y cada uno bus- que se piense como “lo humano” se designe a sí
cara aprehenderlo a su manera, imputando esta mismo como protagonista y motor de la historia.
situación ya sea a un acontecimiento como el 11 Es por ello la importancia de detenerse en las
de septiembre o a una causalidad que no domi- diferentes nociones de historia y en las distintas
namos como el recalentamiento del planeta. Esta concepciones temporales que organizan la histo-
percepción de impotencia se ha tornado la tela ria, para percibir los supuestos que se hayan a
de fondo del actuar político “(…) Esta postura la base de los problemas político-globales aquí
tiene como contrapartida una proyección hacia sugeridos. Es el mismo Abélès quien lo señala:
un interés colectivo más difuso que compete “En esta perspectiva, la antropología del
menos a la convivencia que a la supervivencia” presente y de lo contemporáneo no puede eludir
(Ibid., 108). la reflexión sobre la temporalización. De esta
En este punto es necesario destacar cómo el manera, la imbricación del futuro y del presente,
autor se permite apelar a la noción de biopolítica de lo virtual y de lo real ha aparecido como un
elaborada por Foucault a mediado de los setenta elemento constitutivo del proceso político comu-
como un enfoque que permitiría describir estos nitario” (Ibid., 87).
procesos más plenamente 1. Para Foucault, se En este intento el autor arranca precisa-
trataba de mostrar cómo en el siglo XIX tras la mente de la eminencia de un fin de la historia
categoría de población tenía lugar una preocu- –visibilizado sintomáticamente por el libro de
pación por los individuos en cuanto padecientes Fukuyama– en que la humanidad ya no se re-
de una suma de procesos vitales y orgánicos conoce necesariamente como partícipe de la
endémicos a la vida en ciudad, los que abrían, historicidad que la envuelve, un régimen de his-
desde luego, el juego de su administración y cla- toricidad que tenía en el nexo indisociable entre
sificación. Para Foucault, la vida se vuelve objeto modernidad y progreso, su más fuerte referente
del poder político ya no bajo la amenaza de su de sentido.
aniquilación, como era prerrogativa del monarca Apelando a los aportes de Reinhardt Ko-
–hacer morir– sino en cuanto cabe la posibilidad selleck, Abélès pasa revista a la génesis de la
de su organización y disposición cualitativa –ha- noción de historia predominante en la moder-
cer vivir–. Con todo, lo que a Abélès interesa es nidad, la que se atendía principalmente a una
la irrupción de la vida de la comunidad como eje suerte de laicización del tiempo. Lejos de las
central de la vida política con un protagonismo matrices teológicas que miraban hacia el fin de
que hace palidecer la política en su dimensión los tiempos, hacia la redención y el calendario
de estabilidad y convivencia ciudadana: litúrgico como elementos organizadores de la
“Entonces se puede hablar de una verdadera temporalidad humana, la modernidad histórica
separación dado el crecimiento de una represen- y por cierto política, concibió una historia en la
tación que coloca las preocupaciones de vivir que la razón –elemento hegemónico y sustancial
y sobrevivir en el corazón del actuar político, del hombre– tomaba el papel principal en tanto
mientras la problemática de la ciudad y de la sujeto de la historia. De esta forma, la historia
relación entre el individuo y la soberanía queda moderna es, por una parte, historia de la razón,
en segundo plano” (Abélès, M. 2008, 105). y por otra constructora de una historia univer-
Ahora bien, es precisamente el impacto de sal humana. La razón, en cuanto generadora de
la pregunta por la supervivencia en el mundo ciencia y progreso para el colectivo humano, se
global, el que se desarrolla de la mano de una muestra capaz de prever y anticiparse al futuro,

1 Cfr. Foucault, M. 1997, 240 y siguientes.


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de adelantarse, por medio del método científico, al progreso para el mejoramiento de la vida de
a lo que puede acaecer. Se conjura entonces la los individuos. Como sea, se trata de una consi-
amenaza del fin de los tiempos de forma apo- deración de la política como el escenario de una
calíptica tal como lo presentaba la revelación. racionalidad, o de la emergencia del escenario
La historia es totalmente historia del hombre y, de la racionalidad política, la que de la mano
en palabras de Abélès: “Entramos en un universo del crecimiento económico y técnico, pueden
donde el futuro se piensa sobre la base de la dar respuesta a las metas de la paz social y el
probabilidad y deja lugar tanto a los cómputos progreso de la humanidad. Es la fe ciega de la
como a las estrategias. Se trata de calcular la modernidad en la religión del progreso. Abélès
probabilidad de eventos susceptibles de ocurrir señala: “La historia avanza, empujada por la
o no: el pronóstico sustituye a la profecía” (Ibid., modernización de la tecnología y el progreso de
30). Con esas nuevas coordenadas, se abre un la industria” (Ibid., 24). Desde luego, “la religión
ritmo histórico que se aleja del simbolismo cí- del progreso” ha hecho de la historia el lugar de
clico para precipitarse en la aceleración de la la realización de todas sus promesas, puesto que
actualidad y que será el antecedente directo de necesita el futuro, necesita el tiempo para poder
la temporalización de la era global. No obstante, conseguir realizar el porvenir.
es necesario visualizar previamente la conexión Para el autor, llama la atención que pese a
entre modernidad histórica y política. En efecto, todos los acontecimientos históricos que gol-
esta capacidad de conjurar el fin de los tiempos pearon al siglo XX, dicha fe en el progreso de la
para, por el contrario, elaborar una historia de humanidad –anudada a los logros científicos y el
la humanidad permite hacer del progreso la progreso económico– se mantuviera con firmeza
bandera de lucha de todos los proyectos polí- en el imaginario social. La polarización política,
ticos modernos. Se trata, en todos los casos, de las guerras, las masacres, no impiden la aproba-
avanzar transformando el mundo, de hacerlo ción general a un modelo de desarrollo que por
más humano, más habitable y, por sobre todo, el momento se concibe como único y unitario:
menos doloroso. Es el fundamento de la polí- “El hombre se elevó por encima del mono, e
tica de la convivencia, que busca en todos los incluso llegó a la Luna. A este respecto, el prin-
casos, aproximarse al mundo pacificado, a la cipio de los años 70 es característico. Mientras
comunidad armónica en la que el individuo, en la Tierra, el sureste de Asia se desangraba por
ya sea como ciudadano o como sujeto de de- la guerra sufriendo los estragos de la tecnología
rechos, tendrá la oportunidad de realizar sus militar americana, esta misma gran potencia
virtudes plenamente. Así, la comunidad política ganaba su apuesta con el alunizaje de sus tres
es el único destino en cuanto permite cumplir astronautas.
la promesa moderna del individuo pleno. Será, En esa época, la crítica al imperialismo de
desde luego, el Estado aquella instancia que se los Estados Unidos era virulenta. Sin embargo,
enarbole como representación más fiel de aquel la hazaña tecnológica se aplaude unánimemente
proyecto de comunidad a conseguir y logrando como señal de progreso en la historia de la hu-
en ese momento recaudar un mayor sentido de manidad” (Ibid., 18).
pertenencia. El autor destaca la relación entre moderni-
Pese a las diferencias ideológicas, hay dos dad y progreso, que cobija la idea de una comu-
elementos que permiten establecer un parale- nidad, o al menos un colectivo que se piensa a
lo en todas las figuras de la política moderna: sí mismo como sujeto de la historia, vale decir,
por un lado la concepción de la política como como conductor de una historia que no es otra
vector emancipatorio, o si se quiere, como el que la de su propio destino.
lugar de realización de libertades individuales, Ahora bien, para Abélès, es precisamente
que no tienen lugar sino en la comunidad. En este estatuto de la humanidad en referencia a la
segundo lugar, una consideración de la política historia el que comienza a fatigarse hacia fines
en vínculo estrecho con el progreso y con la de los años 80. La caída del Muro de Berlín y el
justicia, vale decir, la atribución a la política de derrumbe de la Unión Soviética inauguran un
la tarea de remediar los desequilibrios del pro- panorama político sin lugar a la ambigüedad
greso, y a su vez, de echar mano precisamente ni al conflicto, provocando que un modelo de
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desarrollo se instale hegemónicamente. Se vis- lo que el autor llama la era del riesgo: más que
lumbra un mundo donde antes se percibía un de una proyección hacia el futuro se trata de
dualismo. El mundo político tiene un triunfador. implementar medidas reactivas para atesorar un
Sin embargo, dicha victoria es tan solo aparente presente que frente a una virtual crisis siempre
puesto que da paso, casi de forma inmediata, a parece ventajoso. Todo lo que se muestra ame-
la invasión del escepticismo en la política. Los nazante se muestra además veloz: no se trata
ideales y las ideologías hacen su retiro frente a necesariamente de amenazas violentas como po-
altísimas dosis de desidia y desilusión frente a dría ser el terrorismo y la seguridad, ni tampoco
una política que se muestra cada vez más inútil se reduce a la carrera armamentista, sino que
y lejana. se dibujan potenciales escenarios devastadores
Este panorama tiene, desde luego, un corre- con rostros muy variados: crisis económicas,
lato en lo que se refiere a la consideración que epidemias infecciosas, agotamiento energético,
los individuos hacen del tiempo y la historia. inseguridad ciudadana, catástrofes naturales
En este nuevo contexto, el modernismo, o la fe y cósmicas, panoramas todos que además de
en el progreso de la técnica declina a favor de atemorizantes se muestran incontrolables e in-
la incertidumbre. El avance del tiempo se hace calculables: la humanidad se sabe incapaz tanto
tan acelerado que ya la humanidad no es capaz de anticipar su advenimiento como de calcular
de conducir ni controlar el avance de su propio sus consecuencias. Ante ello, no queda más que
despliegue sobre la Tierra; solo queda prepararse la reserva y la precaución.
para una eventual catástrofe, asegurarse ante un Así, asistimos a una suerte de historicidad
eventual descarrilamiento del tren de la historia. sin apertura hacia al futuro. Un futuro que se
Asistimos, como lo señala Abélès, al fin de un enfrenta de espaldas, sin verlo de frente: “La
futuro prometedor. “¿No estamos frente a una incertidumbre se ha transformado en nuestro
verdadera crisis del porvenir? El siglo XX ha sido destino” (Ibid., 15). Esto ha conducido a un cierto
el crisol de las ideologías que subordinaban el repliegue sobre el presente: ya que el futuro es
presente al porvenir al estar obsesionadas por una amenaza desconocida, es mejor cuidar el
el loco proyecto de construir un ‘hombre nuevo’. ahora, proteger el precario dominio del tiempo
De ahora en adelante es muy distinta nuestra que se tiene del instante. Para Abélès se trata en
concepción del tiempo” (Ibid., 32). todo caso de la fuerza de la negatividad en la
El avance del tiempo ya no es considerado historia: es el temor ante lo virtual ante aquello
necesariamente como un avance de la humani- que puede realizarse, ante los acontecimientos
dad hacia un final feliz. El progreso trae noticias negativos, lo que lleva a vivir el presente como
de las masacres, de las catástrofes, de la imper- si fuera el mejor posible. Cabe entonces hablar
fección de las tecnologías, y por supuesto, de la de actualidad, vale decir de un ahora que agota
destrucción de las condiciones ambientales que toda potencia, toda posibilidad de otro escenario.
permiten la existencia del género humano. La Nuestro ahora es en acto, es actual ya que ha
vida, esa a la que Foucault aludía al hablar de realizado, y por tanto liquidado toda posibilidad
biopolítica, se vuelve protagónica en el más fuer- de otra cosa. La historia ha sacudido al hombre,
te sentido de la palabra: se revela agonizante y lo ha sobrepasado y por tanto atemorizado: la
amenazada. La política por su parte, se muestra humanidad ya no se atreve a cambiar la historia
impotente para acudir en su ayuda. pues todo paso que dé en ese sentido puede
En efecto, para Abélès, el estrechamiento del llevarla a un abismo.
espacio –por el cual lo lejano se vuelve próximo
y por tanto acechante– va acompañado de un Hardt y Negri: el imperio como suspensión
estrechamiento del tiempo que transforma todo de la historia
en urgente: un acontecimiento cualquiera puede
desencadenar una catástrofe al otro lado del Como ya se había mencionado, Hardt y
globo, así lo han confirmado las distintas crisis Negri realizan un diagnóstico de la situación
económicas, por lo tanto, el futuro se vuelve in- política mundial a partir de la resignificación
cierto hasta el dramatismo. Las políticas de los de la categoría de Imperio. Ante todo, se trata
Estados-naciones han entrado de esta forma en de un diagnóstico que trata de dar cuenta del
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fenómeno de la globalización en sus dimensio- En contraste con el imperialismo, el imperio no


nes jurídicas, políticas, culturales e individuales. establece ningún centro de poder y no se sus-
Con todo, lo que nos interesa mostrar es cómo tenta en fronteras o barreras fijas. Es un aparato
en la aproximación que los autores realizan tie- descentrado y desterritorializador de dominio
ne un lugar relevante la concepción de historia que progresivamente incorpora la totalidad del
en que se sustenta la política del imperio. No terreno global dentro de sus fronteras abiertas
es casual entonces que el primer capítulo de y en permanente extensión” (Hardt, M y Negri,
su obra se denomine “La constitución política A. 2002, 12).
del presente” y que atienda a un ejercicio de la Tal como era el caso del paradigma de la
temporalidad que define una lógica de la sobe- supervivencia de Abélès, el imperio no refiere a
ranía hasta ahora inédita puesto que apela a un un esquema político que vendría a destituir el
escenario político que se realiza como valor en ejercicio político del Estado-nación, más bien se
sí mismo. El imperio, sería entonces una lógica trata de otro orden de relaciones políticas en el
de poder que pese a un cierto coeficiente de que se inscriben, a partir de cierto momento, las
virtualidad, se presenta como una conforma- estrategias y los esquemas políticos del Estado-
ción política-económica indiscutible, un fin que nación, el que a su vez se encuentra en una red
se considera valioso, logrado y que no admite de relaciones que lo superan.
cuestionamiento. Ahora bien, para comprender de mejor for-
Temporalmente se trata de una prepotencia ma cómo se llega a implementar este nuevo
del presente, de una imposición de lo dado –la orden político global, los autores pasan revista
lógica global del imperio– como ineludible y de manera minuciosa a las innovaciones en el
evidente. Ahora bien, ello supone por cierto una ámbito del derecho internacional que fueron
cierta manera de hacerse cargo de la historia, de configurando el panorama jurídico en el que se
la organización del pasado, presente y futuro, despliega el imperio.
que conviene ir revisando. El orden mundial que permite la dinámica de
Hardt y Negri, hacen suyos muchos de los la globalización y posteriormente la del imperio
aportes que Foucault realiza acerca de cómo emerge, según los autores, de la mano de la apa-
analizar y pensar el poder. En ese sentido, el rición de formas jurídicas con roles y atribucio-
imperio no se localiza en un lugar específico, ni nes supranacionales. Paradigmáticamente el aná-
tampoco se refiere a un protagonista exclusivo, lisis señala a las Naciones Unidas y realiza una
sino que desde un principio es calificado como genealogía de su emergencia donde los aportes
descentrado y desterritorializado, funcionando del jurista alemán Hans Kelsen2 cobran enorme
no localizada ni jerárquicamente, sino por una protagonismo. Es, por cierto, a partir de las dos
mecánica de conjunto como una lógica de do- Guerras Mundiales que se hace patente la nece-
minio y soberanía con dimensiones planetarias sidad de establecer un orden internacional que
y por ende globales. Para los autores, vale la convocara las políticas internas de los Estados:
pena entonces, deslindar la noción de imperio “En efecto, puede considerarse que la creación
de la de imperialismo, siendo esta última la que de las Naciones Unidas es la consolidación de
aludía al ejercicio de colonialismo económico y todo este proceso constitutivo, una culminación
cultural llevado a cabo por los más poderosos que revela las limitaciones de la noción de orden
Estados-naciones hasta la primera mitad del siglo internacional y a la vez apunta más allá, hacia
XX y que mostraría señales de retroceso con el una nueva noción de orden global” (Ibid., 20).
fin de la guerra fría: “El tránsito al imperio se Un orden global que se considera desde ese
da a partir del ocaso de la soberanía moderna. momento como indispensable, pero que además

2 Kelsen influye notoriamente en el marco jurídico que nutre la Organización de las Naciones Unidas. De ins-
piración kantiana, el jurista lleva al límite el proyecto moderno de “la paz perpetua” en la medida que dicho
proyecto encarnaría al sentido histórico mismo, como superación del límite del Estado-nación. La organización a
escala supraestatal y transnacional aparece entonces como un orden jurídico necesario, dadas las atrocidades de
la guerra, y cuya necesidad debe corresponderse con la superación de la idea moderna de soberanía. Para una
profundización del análisis en referencia a Hardt y Negri, véase Cfr: Rojas, S. 2007.
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permitió ir organizando paulatinamente otra se ha conseguido, en vez de dar cuenta de una


guerra: la de las transacciones mercantiles por meta a cumplir para lograr ese orden, es llevado
las cuales los Estados y las transnacionales están a la reducción y negación ya sea por la fuerza o
atravesados. En otras palabras, la necesidad de por la asimilación al mercado. En el imperio la
organizar un dispositivo que a escala planetaria emergencia de pugnas es minimizada o extingui-
velara por la paz, abrió el escenario para que el da y, para ello, se acoge eventualmente al poder
planeta pudiese asimilarse a la lógica del merca- de la fuerza. Así, el imperio siempre está en or-
do. Solo al interior de esta disposición política, den porque su concepto es en sí mismo garantía
económica y cultural, los individuos pondrían del orden y su tarea permanente es fagocitar el
a resguardo su bienestar. De esta forma, la glo- desorden: “el imperio se forma no sólo sobre la
balización en su dimensión económica se fue base de la fuerza misma, sino también sobre la
anudando a un estado de cosas que significa capacidad de presentar dicha fuerza como un
también la paz y la armonía para el total de las bien al servicio de la justicia y de la paz. Todas
gentes que habita el planeta. Por la misma razón, las intervenciones de los ejércitos imperiales
todo que lo parezca entorpecer este orden global responden a la demanda de una o varias de las
se considera peligroso para la convivencia y la partes implicadas en un conflicto ya existente.
tranquilidad del orden planetario que se estima El imperio no nace por propia voluntad, antes
de por sí, el mejor de los ordenes posibles. Hardt bien, es convocado a nacer y se constituye sobre
y Negri advierten: la base de su capacidad para resolver conflictos”
“El imperio se está materializando ante (Ibid., 29).
nuestros ojos. Durante las últimas décadas, a En el otro extremo Hardt y Negri señalan
medida que se derrumbaban los regímenes como elemento central del imperio su poder de
coloniales, y luego, precipitadamente, a partir inmiscuirse en la subjetividad de los individuos,
de la caída de las barreras interpuestas por los o sea, de producir modos de vida de acuerdo al
soviéticos al mercado capitalista mundial, he- orden y la lógica que el imperio levanta. Para
mos asistido a una globalización irreversible e llevar a cabo estos análisis, los autores apelan a
implacable de los intercambios económicos y la categoría de biopolítica a la que ya hicimos
culturales” (Ibid., 11). mención, pero deteniéndose, no tanto en su
Se trata de la materialización de un orden dimensión negativa –la amenaza a la supervi-
que reúne al poder político con el poder econó- vencia como lo hacía Abélès– sino más bien en
mico y que funciona bajo la lógica del no resi- el carácter positivo de la reproducción. En el
duo, vale decir, con la inclusión de la totalidad capítulo denominado justamente La producción
de las relaciones humanas, dominando desde la biopolítica, Hardt y Negri se acogen a los aportes
configuración del orden político hasta el extremo de Foucault para mostrar cómo la población
más íntimo de los individuos. –noción elaborada e implementada para las
En efecto, por una parte, el imperio descansa políticas urbanas del siglo XIX– es el dispositivo
al amparo de la fuerza de la excepción3, es decir, preciso para el control normativo de diferentes
sobre el respaldo de una fuerza –militar y econó- modos de vida solidarios con la administración
mica– que está lista en todo momento para in- estatal. No obstante, los autores apelan a la inter-
tervenir en nombre de la estabilidad del imperio pretación que Deleuze realiza sobre el tema (De-
mismo. Lo anterior revela una de las paradojas leuze, G. 1990: 240) y que, en cierta forma, pone
que son constitutivas a la lógica del imperio: el al día los análisis de Foucault en relación a la
ejercicio y uso del poder se presenta como legíti- constitución del mercado global. De esta forma,
mo en la medida que se muestra como ya cons- la producción del imperio se levanta no desde
tituido y que, a su vez, su misma constitución el rigor de una sociedad disciplinaria sino desde
es garantía de paz: el imperio está en orden. Por la cómoda acogida de una sociedad de control.
lo anterior, todo conflicto que al interior de su Esto permitiría el coeficiente de “libertad” que el
régimen tenga lugar, en vez de manifestar preci- individuo requiere para asumir voluntaria y me-
samente que un estado de cosas pacífico aún no cánicamente su labor de portador de la cadena

3 Sobre la excepción como paradigma de la política contemporánea véase Cfr. Agamben, G. 1998.
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imperial. Así, el individuo es siempre cooptado a través de la causalidad o de la organización


en sus modos de vida, los que van a cada mo- dialéctica de los acontecimientos. En segundo
mento demandando necesidad, consumiendo lugar, el imperio sujeta al presente todo eventual
elaboraciones (como el bienestar, la seguridad, el futuro. Invita a mirar el mañana dentro de las
estatus y otros) que lo condicionan a integrarse coordenadas de lo que hoy es posible. En fin, el
al imperio en la medida que este se presenta imperio detiene, a través del relato prepotente de
como el escenario en que puede dar satisfacción la facticidad, toda la historia en la más evidente
a sus necesidades. actualidad. El imperio actualiza la historia; la
Desde luego, esto implica que el individuo realiza, la vuelve efectiva a la vez que la agota,
colabore, y que incluso, la noción que se tiene restándole todo coeficiente de potencia y de
de individuo deba ser revisada, a la vez que el posibilidad. Hardt y Negri lo enuncian desde un
delineamiento más tradicional de la política, que comienzo: “El concepto de imperio se caracteriza
la encierra en los márgenes de la representación principalmente por la falta de fronteras: el domi-
y de la voluntad consciente, deba ser también nio del imperio no tiene límites. Ante todo, pues,
extendido y profundizado. Hardt y Negri señalan: el concepto de imperio propone un régimen
“Sin embargo, el poder –y Michel Foucault no que efectivamente abarca la totalidad espacial o
fue el único que nos lo enseñó– teme y despre- que, más precisamente, gobierna todo el mundo
cia el vacío. El nuevo paradigma funciona ya en ‘civilizado’. Ninguna frontera territorial limita su
términos por completo positivos y no podría ser reino. En segundo lugar, el concepto de imperio
de otro modo”4. no se presenta como un régimen histórico que
Más allá de la referencia a Foucault, la cita se origina mediante la conquista, sino antes bien
permite atender a la producción de realidad que como un orden que efectivamente suspende la
está a la base del imperio, y que desde luego le historia y, en consecuencia, fija el estado existen-
permite su ilimitada cobertura. No se trata me- te de cosas para toda la eternidad” (Ibid., 14).
ramente de una soberanía territorial que encierre En efecto, el imperio señala la realización
a los individuos bajo el mandato imperial, sino de la idea moderna de un orden global, de una
que es el mismo individuo quien, en cuanto comunidad absoluta, actualiza la pretensión de
producido por el imperio, no puede sino llevar orden internacional político y económico en
al imperio, siempre, a nuevos límites. una noción –la de globalización– que pese a no
Ahora bien, el imperio elabora y realiza una poseer un correlato concreto que lo determine
cierta concepción de historia que es solidaria de y localice, funciona y determina el ejercicio de
la concepción moderna de la historia a la vez las relaciones singulares, individuales, colectivas
que la agota y la consume. Se trata, en efecto, y simbólicas.
del hecho de que la globalización económica y Así, al nivel de la percepción social más coti-
la mundialización cultural han sido presentadas diana, la organización de las relaciones humanas
como procesos progresivos. Vale decir, apelan a se presenta como un dato, como un panorama
un cierto avance de la historia que radicaliza el que no admite transformación. El presente, o
concepto moderno de derecho que descansaba mejor dicho, la actualidad, se deja ver como un
sobre el progreso y avance del Estado soberano escenario desmarcado de toda historicidad, de
como eje fundamental. No obstante, bajo la lógi- toda proyección y de todo posible cambio: “En
ca del imperio la globalización ya no es tan solo la perspectiva del imperio, ése es el modo como
un proyecto de modernización sino un hecho, siempre serán las cosas y el modo como están
aparece como una suerte de desenlace histórico destinadas a ser. En otras palabras, el imperio
y en ese sentido como el final de la historia. no presenta su dominio como un momento
Se evidencia de esta forma el carácter “omina- transitorio dentro del movimiento de la historia,
barcante” que hace del imperio un paradigma sino como un régimen que no tiene fronteras
inédito: el imperio sujeta al escenario presente temporales y, en este sentido, está mas allá de la
todo residuo del pasado –lo vuelve su pasado– historia o en el fin de la historia” (Ibid., 14).

4 Hardt, M. y Negri, A. 2002, 27. Acerca de los aportes que Foucault realiza para re-pensar la mecánica de las re-
laciones de poder véase: Cfr Foucault, M. 2000, p. 110 y siguientes.
100 Tuillang Yuing Alfaro / El lugar de la historia en tiempos de globalización: Un análisis a partir de Marc Abélès y [...]
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De esta forma, los individuos no tienen Por su parte, Hardt y Negri se valen de la
más alternativa que la de reconocerse en las noción de Imperio para intentar una lectura del
condiciones que el imperio ofrece como orden fenómeno de la globalización. Para los autores,
necesario. El imperio lleva a cabo la operación los ejes que definen la globalización pasan
de borrar fronteras al interior de su dominio, principalmente por un agotamiento del impe-
dentro de lo que delimita su extensión. De esta rialismo colonial del Estado que da paso a una
forma el imperio no guarda relación con ningún nueva lógica de soberanía a escala planetaria
afuera posible en que la subjetvidad pueda des- que define el mundo y la necesidad de su ad-
plegarse. El devenir temporal se ha detenido en ministración. Existe también una determinada
el diagrama que las relaciones políticas, econó- conceptualización de la historicidad solidaria
micas y culturales dibujan al interior del imperio de este mundo-global. Según ella, la globaliza-
como una fotografía del único futuro al que se ción representa la consolidación de una idea de
puede optar. Historia Universal que se vendría perpetuando
y robusteciendo desde la modernidad. De esta
Conclusiones forma, el orden planetario actual sería el resul-
tado de un pasado señalado por el progreso y
Puede observarse entonces la necesidad de el orden. La retirada de las fronteras al interior
establecer análisis que permitan dilucidar los de un dominio político económico es una esce-
patrones temporales que cimientan el funcio- na a la cual arrastra la Historia con necesidad,
namiento de los procesos de globalización y imposibilitando la emergencia de todo futuro
mundialización. Lo anterior revela también los posible, vale decir de un cambio eventual. El
diferentes relatos que respaldan dichos proce- Imperio se desmarca de una historia en curso,
sos en términos de historia. Sin embargo, los se ofrece a sí mismo como fin de la historia,
alcances que el sentido de pertenencia tenga en como detenimiento del devenir y suspensión del
los procesos de subjetivación de los individuos, relato histórico, fosilizando el estado existente
está lejos de ser resuelto. Con todo, puede vis- de cosas para toda la eternidad. El Imperio es
lumbrare la urgencia de convocar reflexiones también una racionalidad histórica dominante y
que integren por una parte los modos en que coercitiva que nombra el presente como el único
los sujetos construyen su individuación y, por posible y es más, reduce las historias posibles y
otro lado, el coeficiente de sentido que nutre sus acontecimientos en un tiempo lineal y he-
a la misma individuación y que es extraído del gemónico en que todo lo que está por venir es
reconocimiento que el sujeto hace de sí mismo igual al hoy. Con todo, emergen algunos nudos
al interior de una trama histórica, vale decir, de teóricos que conviene estimar: en primer tér-
organización temporal. mino, lo anterior conduce a que el único límite
En esta perspectiva hemos visto que para que tiene el esquema general de las relaciones
Abélès, se revela una concurrencia entre indivi- de poder se encierre en los límites territoriales
duo, política y racionalidad efectiva a través del y simbólicos de la misma humanidad, vale decir,
paradigma de la supervivencia, el que conlleva el mundo. Es aquello lo que le da el carácter de
una desaparición o desvanecimiento de las ex- global y mundial al Imperio que se realiza o ma-
pectativas y el temor global ante la posibilidad terializa proporcionalmente a la territorialización
de un fin de mundo a escala humana (ago- política-económica. Sin embargo, los autores
tamiento de recursos, imprevisibilidad de los sugieren una serie de hipótesis en cuanto a la
acontecimientos).La política de la mundialización participación de los sujetos, de los individuos
se establecería meramente como la gestión de en dicha realización. Cómo entender la subje-
dichos riesgos y como una instancia que pre- tivación y la individuación dentro de procesos
tende disminuir los costos de eminentes crisis que entremezclan el deseo, la necesidad, el
y catástrofes. En este panorama, el individuo lenguaje, la colectividad y la posible emergencia
conforma su subjetividad en un repliegue sobre de singularidades colectivizadas (el caso de la
el presente que consume futuro y pasado en una Multitud) son algunas de las variables que no
Historia global única. están del todo agotadas.
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De esta forma, podemos afirmar que los la pregunta por las fuerzas vitales que se com-
planteamientos de Abélès, por una parte, y de prometen en la elaboración y construcción de
Hardt-Negri, por otra, no son en ningún caso un escenario social que se pretende global. La
incompatibles. De alguna manera, la tesis de la pregunta por cómo la vida, en sus más diversas
supervivencia solidifica la dimensión simbólica dimensiones, se hace parte de la materialización
de la historia que en las tesis de Negri y Hardt de la globalización, y a su vez, la cuestión por
estaba sugerida pero no profundizada: el indi- cómo la vida, en cuanto potencia de individua-
viduo desea por temor, inseguridad y angustia, ción y singularidad, es capaz de hacer posible
aferrarse al presente histórico que le entrega la otros mundos, son, todas ellas, preguntas que
mundialización. Aquella suspensión de la histo- abren nuevos horizontes de investigación.
ria a la que aluden Hardt-Negri, se comprende
de mejor manera si se añade el hecho de que Bibliografía
cualquier intento de avanzar en la historia o
transformar la historia, conlleva el fantasma de Abélès, Marc. 2008. Política de la supervivencia. Buenos
una catástrofe inminente, de un porvenir ante el Aires: Eudeba.
que lejos de proyectarse, los individuos son ase- Agamben, Giorgio. 1998. Homo Sacer I. El poder sobera-
chados por riesgos que comprometen al mundo no y la nuda vida. Valencia: Pre-textos.
entero y ante los cuales la política se muestra Deleuze, Gilles. 1990. Post-scriptum sur les sociétés
impotente. de contrôl. En Pourparlers. Paris: Éditions de
Quedan pendientes las preguntas por el Minuit.
papel de la subjetividad y del individuo en este Foucault, Michel. 1997. Il faut défendre la société. Cours
panorama que, como ya señalamos, rompe las au Collège de France. Colección Hautes Études.
barreras entre lo que es político, económico, cul- París: Gallimard, Seuil.
tural y que incluso penetra en la dimensión más Foucault, Michel. 2000. La voluntad de saber. Buenos
íntima de los sujetos, según la cual elaboran su Aires: Siglo XXI.
vida. Creemos que la noción de biopolítica, que Hardt, Michael y Antonio Negri. 2002. Imperio. Buenos
ambos autores traen a colación, permite, ya sea Aires: Paidós.
con un acento negativo –como en el caso de Rojas, Sergio. 2007. El problema de la historia en la
Abélès– o en consideración de su productivi- filosofía crítica de Kant. Santiago: Editorial Uni-
dad –como muestran Hardt y Negri– levantar versitaria.

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