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El Debate Entre Pesimistas y Optimistas
El Debate Entre Pesimistas y Optimistas
de la clase obrera
1. Pesimistas y optimistas
A fines del siglo XIX, los salarios de los trabajadores de
los países que se habían industrializado eran mucho
más elevados que un siglo antes debido al aumento de
la productividad y al poder sindical. La esperanza de
vida en los barrios obreros superaba los 40 años por la
mejor alimentación y por los mayores gastos públicos
en salubridad. La jornada laboral había bajado de 12 a
9 horas. El trabajo de los niños estaba prohibido y de
bían asistir a la escuela para alfabetizarse y poder así
prosperar con más facilidad. Los obreros disponían de
derechos sindicales y la distribución de la riqueza era
más equitativa. Nadie niega, pues, que el capitalismo
elevara a la larga el bienestar de los trabajadores. Sin
embargo, lo que ocurrió durante la Revolución Indus
trial ha dividido a los historiadores entre pesimistas y
optimistas.
Marx y Engels fueron los primeros pesimistas porque
sostuvieron que el nivel de vida de la clase obrera bri
tánica se había deteriorado durante la Revolución In-
101
E l entonces llamado
problema obrero (bajos
saLirios, trabajo de
mujeres y niños, jom adas
Uborales de 12 a 14
horas, hacinamiento y
fa lta de salubridad en los
barrios proletarios) hizo
surgir movimientos
políticos que propugnaron
chivar el nivel de vida de
la clase obrera
sustituyendo el capitalismo
por otro sistema
económico. En bisfotos,
cuatro líderes de esos
movimientos: 1. Roben
Otven, un socialista
utópico inglés; 2 . y 3.
M arx y Engels, padres
del comunismo,
y 4. Bakunin, uno de los
ideólogos del anarquismo. dustrial. En cambio, economistas liberales como John
Stuart Mili fueron los primeros optimistas al afirmar
que había sucedido lo contrario.
A esta primera fase de la polémica (segunda mitad
del siglo XIX), sucedió otra a principios del siglo XX,
defendiendo el pesimismo los socialistas ingleses
y el optim ism o economistas liberales como Alfred
Marshall.
La rercera fase de la controversia se abrió en las déca
das de 1950 y 1960, coincidiendo con la Guerra Fría
y el debate entró entonces en los medios académicos,
ya que dos profesores marxistas (Hobsbawm y Thomp
son) aportaron datos pesimistas, mientras que otros de
ideología liberal (Ashton y Hartwell) ofrecieron datos
optimistas.
En la década de 1980, aparecieron pruebas que pare
cían dar la razón definitiva a los optimistas. Sin em
bargo, las investigaciones de la década de 1990 y las
más recientes apoyan el pesimismo por razones que ve
remos más adelante, ya que, antes, explicaremos por
qué la polémica ha durado tanto tiempo.
2. ¿Por qué ha sido tan largo el debate?
El bienestar está integrado por el ingreso monetario y
por otros elementos que no siempre guardan relación
con este. Por ejemplo, esperanza de vida o condicio
nes laborales. Estimar si el nivel de vida de la clase
obrera aumentó o disminuyó exige, por lo tanto, in
formación sobre su parte monetaria (salarios reales o
ajustados a la inflación) y sobre la no monetaria. Al
haber acontecido la Revolución Industrial durante un
período en el que el Estado no elaboraba estadísticas,
las estimaciones sobre salarios reales, esperanza de vi
da o condiciones laborales se han ido rectificando
conforme los historiadores han descubierto en los ar Gran parte de la elevada
chivos más y mejor información. Esta es la primera m ortalidad en los barrios
causa que ha prolongado la polémica. La segunda es obreros durante la
Revolución Industria! se
que existen ingredientes ideológicos en ella. Más en
debió a enfermedades
concreto, un juicio al capitalismo o, cuando menos, a
derivadas de ausencia de
una determinada forma de capitalismo. Prueba de ello
alcantarillado y del
es que, al referirse a las condiciones de vida en los hacinamiento en los
barrios obreros en Inglaterra, un marxista como Rule hogares, y a que se
utiliza la expresión horror medioambiental y un libe transm itían p or el aire o
ral como Mokyr habla de incomodidades de la vida por bt ingestión de agua
urbana. contam inada.
3. Balance de las últimas
investigaciones
Durante la década de 1980, se publicaron varios traba
jos que parecían dar la razón definitiva a los optimistas
por tres razones: los salarios reales de los obreros ingle
ses se doblaron durante la Revolución Industrial; la es
peranza de vida en Gran Bretaña pasó de 35,5 a 41
años y la jornada laboral descendió de 12 horas a fines
del XVIII a 10 en 1850. Sin embargo, las investigacio
nes de la década de 1990 y las más recientes apoyan la
hipótesis pesimista por las razones siguientes:
1) En el gráfico aparecen dos series de salarios reales.
La que se dobla es la que estimaron los profesores Lin-
dert y Williamson en la década de 1980. La elaborada
por el profesor Feinstein en 1998 señala un estanca
miento entre 1783 y 1820 y un alza del 30 por 100 en
tre este año y 1850. O sea, una tasa de crecimiento
muy pequeña: solo el 0,38 por 100 durante la Revolu
ción Industrial (1783-1850). La nueva serie no con
duce al pesimismo, ya que, aunque muy poco, los sa
larios crecieron. Ahora bien, cuando añadimos a esa
modesta subida de salarios los datos que siguen, la ba
lanza se desnivela hacia el pesimismo.
2) Los nuevos datos sobre esperanza de vida en los
barrios obreros evidencian que descendió (véase, de
nuevo, el cuadro 8, en la página 55).
Utilizando fuentes
m ilitares, los
antropómetras han
estudiado ¡a evolución de
la estatura m asculina
desde fin es del siglo XVIII
a la actualidad y con ello
han contribuido a
conocer la evolución del
nivel de vida biológico de
¡a pobbición.
8
Fuente: Martínez Camón, J.M., y Pérez Castejón, J.J. (2000): «On the Height of Spanish Recruits
During the Early Phases of Modere Economic Growth». Jahrbuch für Wirtschofts Geschichle,
pp. 95-113.
Por el contrario, si se alimenta mal, padece frecuentes en L a estatura que una
fermedades y trabaja desde niño, su estatura se reducirá. persona alcanza viene
determ inada no solo por
Pues bien, los resultados obtenidos por los antropó- una carga genética, sino
metras utilizando fuentes militares, ya que los soldados p or otros tres factores:
eran medidos, indican un deterioro del «nivel de vida alim entación,
biológico» de la clase obrera británica derivado del con enfermedad y trabajo
sumo de alimentos de baja calidad, de la morbilidad y in fan til o adolescente.
del trabajo infantil y adolescente. La estatura media ca Perderá estatura quien
basta los 20-21 años
yó cerca de 3 centímetros entre 1760 y 1850. Los tra
—momento en el que se
bajadores más altos eran los de «cuello blanco» y los
deja de crecer- baya
agrícolas, que medían por término medio 2 centíme
tenido una nutrición
tros más que los obreros de las ciudades, y un último deficiente, haya padecido
dato indica enormes diferencias sociales: en la década enfermedades con
de 1840, los cadetes de la academia militar de Sand- frecuencia o baya sufrido
hurst medían casi 20 centímetros más que los jóvenes desgaste físico a ! trabajar
de la misma edad reclutados en los barrios obreros de de niño o de adolescente.
las ciudades inglesas. (Véanse, en la página 117, los do En el cuadro se observa
cumentos sobre «la estatura de la clase obrera». que la estatura media
disminuyó durante la
Recientes investigaciones realizadas en Francia mues Revolución Industrial, lo
tran un panorama similar al británico: los salarios cre que abunda en la
cieron muy poco, descendió la esperanza de vida en los hipótesis de que descendió
barrios obreros y se deterioraron las condiciones labo el nivel de vida de los
rales. También la estatura media disminuyó en este trabajadores.
país y en otros durante la Revolución Industrial -véa
se el cuadro 20.
4. ¿Por qué disminuyó el nivel
de vida de la clase obrera?
Es lógico que los salarios aumentaran poco, ya que, al
multiplicarse la población, creció la oferta de trabajo
-la cantidad de trabajadores en busca de em pleo-, y
ello impidió que los salarios se elevaran más. ¿Por qué
disminuyó la esperanza de vida en los barrios obreros?
¿Por qué descendió la estatura? Antes de contestar a
estas preguntas, es preciso hacer una referencia a lo
que en Economía se denominan «fallos de mercado».
El mercado tiene enormes virtudes -recuérdese la me
táfora de la «mano invisible»—, pero también adolece
de fallos. Para el caso que nos ocupa, bastará con citar
cuatro: 1. Bienes públicos. Se denominan así a los
bienes de cuyo consumo gratuito no se puede excluir
a nadie, de manera que ninguna empresa privada los
ofertará. El ejemplo paradigmático es el del faro de un
puerto. Aunque sea necesario, ningún empresario lo
construirá porque no podrá excluir a nadie de su uti
lización gratuita. 2. Fallos derivados de información
imperfecta. Un ejemplo es el de los alimentos, ya que,
en muchos casos, el consumidor no puede saber si es
tán en buen o mal estado. 3. Lentitud en la oferta de
bienes preferentes (sanidad, educación, carreteras, vi
vienda). Estos bienes se llaman preferentes porque sin
ellos no puede existir un nivel de vida satisfactorio. 4.
Externalidades negativas. Se trata de las consecuencias
negativas que la acción de un agente económico tiene
sobre el bienestar de otras personas —por ejemplo, la
instalación de una empresa química que contamina
un río impidiendo la pesca o el baño-. Cuando hay
fallos de mercado, el Estado debe de intervenir para
evitarlos.
Dicho esto, volvamos a las dos preguntas antes formu
ladas. La población de los barrios obreros creció rápi
damente como consecuencia de la inmigración y de las
elevadas tasas de natalidad. Ello tuvo dos consecuencias
negativas (agua contaminada y hacinamiento) que, jun
to con la venta de alimentos en mal estado, dispararon
la morbilidad, ya que hoy sabemos que gran parte de la
mortalidad en esos barrios se debió a enfermedades in L a población de los
fecciosas transmitidas por el aire o por la ingestión de barrios obreros creció
agua y alimentos en mal estado. Pues bien, agua conta rápidam ente debido a la
inmigración y a las
minada, alimentos en mal estado y hacinamiento deri
elevadas tasas de
varon de fallos de mercado. Dado que el alcantarillado
natalidad. En la imagen,
no se conectaba entonces a las viviendas mediante tu
emigrantes europeos
berías, reunía las características de bien público porque a Estados Unidos
las aguas residuales se evacuaban en cubos a los sumi hacia 1870.
deros de la calle. La empresa privada no acometió, pol
lo tanto, la construcción del alcantarillado porque no
podía excluir a nadie de su uso gratuito, de manera que
los Ayuntamientos deberían haberlo construido para
evitar la contaminación del agua, cosa que no hicieron
entonces pese a que los médicos higienistas lo exigieron.
En el caso de los alimentos en mal estado, el fallo de
mercado provino de una información imperfecta. Los
médicos higienistas de la época explicaron cómo la ma
nipulación, las deficientes condiciones higiénicas de al
macenes y tiendas y la adulteración desembocan en la
venta de alimentos en mal estado que los consumido
res no podían reconocer. Así pues, los poderes públicos
deberían haber intervenido. Sin embargo, la inspección
sanitaria en los mercados y el control bromatológico en
laboratorios tampoco se generalizaron durante la Revo
lución Industrial.
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El hacinamiento también fue consecuencia del creci
miento de la población en los suburbios obreros, que
«disparó» la demanda de pisos provocando que los pre
cios de alquiler también se dispararan, ya que resulta
ba técnicamente imposible construir viviendas al ritmo
que exigía su demanda. Esa escasez de viviendas obli
gó a numerosas familias trabajadoras a recurrir al pu
pilaje -realquiler de habitaciones a otras familias—, lo
que generó graves problemas de hacinamiento. Nos
encontramos, pues, ante dos fallos de mercado: la len
titud en la oferta de un bien preferente y las externali-
dades o consecuencias negativas del hacinamiento (en
fermedades transmitidas por inhalación). Los poderes
municipales, por consiguiente, deberían haber cons
truido casas baratas para paliar la situación. (Véase, en
la página 115, el documento «Nivel de vida de la clase
obrera»).
Resta por contestar a la segunda pregunta que antes for
mulamos. La estatura de los trabajadores disminuyó
durante la Revolución Industrial por tres razones: una
nutrición pobre en proteínas, una elevada morbilidad y
las duras condiciones del trabajo infantil y adolescente
en las fábricas. Recientes investigaciones realizadas en
Inglaterra y Francia demuestran que la clase obrera au
mentó su consumo de alimentos durante la Revolución
Industrial en una proporción pequeña, pero también
demuestran que, dada el alza que experimentaron los
precios de los alimentos de calidad, el aumento del con
sumo lo fue de alimentos baratos y de poco contenido
proteínico. Este hecho no constituyó un fallo de mer
cado, ya que este logró alimentar a una población que
creció enormemente durante la Revolución Industrial
evitando las hambrunas «malthusianas». Sin embargo,
en la disminución de la estatura sí que intervino la ele
vada morbilidad, un fallo de mercado que los poderes
públicos podían haber mitigado construyendo el al
cantarillado, estableciendo un control bromarológico
de los alimentos y financiando casas baratas. Finalmen
te, el Estado permitió que se pudiera emplear en fábri
cas y minas a niños desde los seis años de edad hacién
doles trabajar doce horas diarias, y ello generó otro fallo
de mercado, ya que la acción de quienes los empleaban
110
tuvo como consecuencia el empeoramiento de la salud
y del bienestar de los niños. Esto último no significa
que el Estado hubiera debido prohibir entonces el tra
bajo infantil como ocurre hoy en los países desarrolla
dos —téngase en cuenta que el salario de los niños era
muchas veces imprescindible para el mantenimiento de
toda la familia trabajadora-. Lo que deseamos resaltar
es que debiera haber regulado el trabajo infantil para
que hubiera resultado compatible con la salud y alfabe
tización de los niños, condiciones imprescindibles para
mejorar su bienestar.
Ya dijimos que los historiadores marxistas atribuyeron
el deterioro del nivel de vida de los obreros al capitalis
mo. Por el contrario, los historiadores liberales atribu
yeron el aumento del bienestar de los trabajadores al
capitalismo. Después de más de cien años de polémi
ca, las investigaciones más recientes dan la razón a los
pesimistas. Los salarios crecieron tan poco que el pe
queño aumento del consumo de bienes y servicios no
pudo compensar padecer más enfermedades, fallecer
E l nivel de vida de la
más joven y haber empeorado las condiciones labora
clase obrera durante
les. También sabemos, sin embargo, que el descenso del la Revolución Industrial
nivel de vida de la clase obrera durante la Revolución se deterioró debido a una
Industrial no fue culpa del capitalismo, sino de una de determ inada form a de
terminada forma de capitalismo. capitalismo.