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“Vivencia del silencio”

Taller experimental, concebido y coordinado por Carlos Pagés *

Decidido a comprobar en la práctica algunas de las hipótesis expuestas de manera teórico-poéticas en


un ensayo sobre la experiencia silenciosa que escribí hace un tiempo (“Una aproximación al silencio
como experiencia integradora”), organicé un taller vivencial con el nombre de “vivencia del silencio”.

El mismo, de neto corte experimental, buscaba explorar con más profundidad aquellos aspectos del
silencio de los cuales tenía una certeza vivencial personal, y otros, muchos más tenues, que hasta ese
momento apenas había logrado intuir. Pese a su humildad, el trabajo tuvo el encuadre de una
investigación científica, es decir que su objetivo era obtener, además de las observaciones
fenomenológicas extraídas por mí, datos concretos provenientes de los participantes del grupo, que
pudieran abrir nuevas instancias de investigación.

Básicamente, los interrogantes a explorar eran los siguientes:

- Biografía del silencio. Compartir verbalmente experiencias silenciosas previas a la práctica de


Biodanza.

- Origen y naturaleza del silencio; su carácter pulsante, presencia, intensidad, duración; existencia de
un silencio "vital" (en oposición a uno “estéril”).

- Modificaciones en la grupalidad durante su experiencia; modificaciones subjetivas, perceptivas y


sensoriales, movimiento simbólico y emociones suscitadas por el silencio.

- Despertar de una expresividad poética.

El grupo, mixto, estuvo formado por doce personas. A excepción de una convidada, todas eran
participantes de grupos regulares semanales coordinados por mí. Fueron invitadas solamente personas
que tuvieran la experiencia mínima necesaria en Biodanza, y sobre todo, una consistencia emocional
que les permitiera encarar un trabajo de tipo experimental; es decir, sin expectativas previas en cuanto
a lo que pudieran obtener, específicamente, para su desarrollo personal. Las características y objetivos
generales del encuentro les fueron comunicadas anticipadamente con toda claridad. Por tratarse de
tareas de investigación, el mismo fue, además, totalmente gratuito.

Durante la sesión decidí utilizar algunas herramientas que pudieran aportar material tangible,
susceptible de ser investigado con posterioridad. La estrategia incluía un grabador, para registrar los
relatos verbales y la "atmósfera" ambiental durante los momentos de silencio. Incluí además unas
fichas, conteniendo preguntas y propuestas, para ser completadas por los participantes después de la
experiencia. La estructura general de la sesión fue la siguiente:

Espacio verbal: Durante el mismo expuse los lineamientos generales del encuentro, sus aspectos
prácticos, y las hipótesis surgidas durante mis investigaciones respecto del silencio. Los y las
participantes narraron su relación personal con las múltiples manifestaciones silenciosas. Un grabador
se encargó de recoger todos los comentarios vertidos.
Práctica: Con y sin música, la misma estuvo compuesta por ejercicios tradicionales de Biodanza.
Utilicé algunos ya pautados originalmente como silenciosos (sin música), y suspendí la música en
otros que originalmente la integran. La sesión incluyó, además, una merienda con frutas, agua, vino
dulce y silencio.

Lectura y llenado de cuestionarios: Registro escrito de las vivencias de la sesión a través de sus
protagonistas.

Ofrezco, a continuación, un resumen de lo ocurrido durante la sesión en cada uno de los momentos
citados anteriormente.

El espacio destinado a la expresión verbal estuvo marcado, desde el comienzo, por un aire de
comprometida sinceridad. El tema de la convocatoria pareció motivar profundamente a las personas,
que narraron sus experiencias con gran riqueza e intensidad, expresiva y emotiva. Además de un
silencio "estéril", producto de la incomunicación o la impotencia, la totalidad de las personas
coincidieron en haber experimentado, en algún momento de su vida, silencios "fértiles", es decir,
momentos de profunda conexión, con plenitud de significados. Estos recuerdos vivenciales estaban
siempre asociados a situaciones de intimidad con la naturaleza en general, (caminatas a pleno día en
un bosque; una noche en la montaña; intercambios de miradas; compartir un espacio con otra persona
sin más, etc.).

Como es habitual en mi práctica, y a sabiendas de que el carácter experimental del trabajo


seguramente desafiaría la curva tradicional de activación, la sesión fue creada en el momento,
contando con una mínima estructura previa y algunas músicas que había seleccionado como posibles
puntos de articulación o diálogo con el silencio. La secuencia tuvo el siguiente desarrollo:

- Ronda de manos tomadas y ojos cerrados / Estupenda graça (Pat Metheny & Lyle Mays).
- Fluidez de miradas, en ronda / En silencio.
- Ronda de aproximación / Na asa do vento (Nazare Pereyra).
- Sincronización melódica / Fantastic, that's you (Louis Amstrong).
- Caminar creativo en par / Joy (George Winston).
- Fluidez con imágenes (crear, de a dos, un globo imaginario y jugar con él) / En silencio.
- Formar, todo el grupo, una gran esfera. Danzar de a dos personas dentro de ella / En silencio.
- Respiración danzante, en ronda / Concierto para clarinete en La mayor K. 622, adagio (W.
Mozart).
- Segmentario de cuello / Common Threads (Bobby McFerrin).
- Momento de eternidad / En silencio.
- Danza de fluidez / En silencio.
- Fluidez en grupo (con desplazamiento) / En silencio.
- Encuentro y fluidez de a dos / En silencio + Bilitis (Zamfir, fragmento).
- Acariciamiento de cabello, con soplo suave sobre el rostro / En silencio.
- Ponerse de pie, con gestos de cuidado recíproco / En silencio.
- Reunir al grupo, activación suave / So Far Away (Carole King).
- Activación progresiva, en ronda / Voarás (Paulinho Pedra Azul).

- Servir la mesa, compartir alimentos, beber juntos / En silencio.


Decidí trabajar en silencio el mayor tiempo que fuera posible, teniendo como único parámetro la
intuición del "clima" grupal (feedback, presencia, gestualidad, armonía e integración del movimiento).
Prolongué los espacios de silencio entre ejercicios (tanto en los que llevaron música, como en los que
no) y me abstuve de hacer comentarios de cualquier tipo durante los mismos. Las consignas fueron
breves y concisas, con gran predominio de la imagen poética y sin demostraciones personales.

Advertí claramente que los niveles de concentración y comunicación durante los ejercicios de
creatividad en silencio decaían, o bien fluctuaban, rápidamente. Dada la ausencia de parámetros
habituales (la extensión de un tema musical), para sostenerlos y evitar la dispersión fui ajustando la
duración de las propuestas mediante el cambio de consigna, a partir de la percepción de estas
fluctuaciones.

El espacio de silencio entre el segmentario de cuello (con música) y la activación suave (también con
música) fue de, aproximadamente, treinta minutos. Durante la danza de fluidez de a dos pude apreciar
(a los dos minutos de comenzada, y a los dieciocho de iniciado el silencio central, aproximadamente)
que si bien la intensidad vivencial parecía ser óptima, los movimientos comenzaban a perder armonía
y plasticidad. Un brevísima pasaje musical a bajo volumen (Zamfir, treinta segundos,
aproximadamente) restituyó la gracia motora.

La merienda fue incluida como un espacio ritual de celebración comunitaria. La propuesta inicial era
dar y recibir alimentos (comer de las manos de otros) haciéndolo, en lo posible, sin palabras.
Promediando la misma pude observar que algunas personas tenían dificultades para mantenerse
calladas, lo cual provocó algunas risas. Comprendí que la experiencia vivencial, al menos en lo
referente al silencio, había terminado. Seguidamente, todos los participantes recibieron un
cuestionario para completar.

En mi opinión, la respuesta a preguntas escritas debería hacerse siempre unas horas después de la
vivencia, con la sesión más "metabolizada" y las facultades intelectuales armonizadas, pero menos
inhibidas. Lamentablemente, este ideal resulta en general poco eficiente en la práctica debido a los
olvidos, demoras en la entrega del material, etcétera. Resolví por lo tanto que se llenaran allí mismo.
Las preguntas que contenía el cuestionario eran las siguientes:

1. Durante los silencios, ¿cómo fue tu percepción general del espacio?


2. ¿Cómo fue tu percepción de los sonidos ambientales durante los momentos silenciosos?
3. ¿Experimentaste modificaciones sensoriales (tacto, gusto, visión, olfato) que pudieras asociar
con el silencio?
4. ¿Tuviste experiencias de orden simbólico (imágenes, recuerdos, etc.) durante los silencios?
5. ¿Cómo y cuáles fueron tus emociones en el silencio?
6. ¿Cómo fue tu experiencia relacional en los momentos de intimidad de a dos en el silencio?
7. Nos gustaría que relates globalmente tu experiencia, por fuera de las preguntas formuladas.
8. Queremos invitarte a escribir un poema o frase poética que surja de tus vivencias en este
trabajo.

En la primera pregunta, diez de las doce personas, manifestaron percibir modificaciones en la


cualidad espacial. Las expresiones más utilizadas fueron: grande, limpio, liviano, claro, ilimitado,
nítido y colorido. Estas personas prodigaron comentarios acerca de la “vastedad" del espacio en los
silencios y las marcadas diferencias existentes con el espacio a través de la música (para algunas
personas, éste último es más “contenido”).
En la segunda pregunta, nueve participantes aseveraron experimentar una agudización de la
percepción del ambiente, acompañada de una gran calma. La grabación de “ambiente” que hice de la
sesión permite apreciar que durante los momentos de silencio, los sonidos provenientes del exterior
del salón eran sutiles, pero de toda índole: pájaros, automóviles, niños jugando, trenes en la distancia,
bocinas, viento en los árboles, etc. No obstante, todas las personas mencionaron haber oído
exclusivamente sonidos de naturaleza orgánica (aves, niños, crujidos en la madera, respiración de los
compañeros, la saliva al abrir y cerrar la boca, etc.) los restantes sonidos, de naturaleza mecánica,
pasaron desapercibidos.

Nueve de las doce, en la tercera, comentan modificaciones en las percepciones sensoriales, además de
un incremento específico de la percepción propioceptiva. Las nueve personas mencionaron haber
registrado mejor su respiración durante el silencio que en los pasajes musicales. Seis de ellas hablan
del “magnetismo” provocado por la respiración de sus compañeros. Cuatro experimentaron una
coloración cambiante, inmediatamente detrás de sus ojos, o en el vientre. Siete participantes afirman
haber vivenciado una gran seguridad en sus desplazamientos silenciosos, relacionada con la riqueza
de información proveniente del ambiente. La mayoría utiliza la palabra "vibración" para definir la
misma. En la cuarta pregunta, solo cinco de las doce personas manifiestan haber tenido recuerdos,
imágenes o pensamientos. Todos ellos ocurrieron durante el espacio verbal. Ninguna de ellas
menciona actividad intelectual o simbólica durante los silencios.

Las emociones —quinta pregunta— recogen un saldo de once experiencias positivas y una
contradictoria. En esta última, la persona confiesa haberse angustiado al comenzar el silencio. Esta
sensación se fue armonizando progresivamente en los ejercicios de fluidez. El resto del grupo describe
su transitar emocional como alegre y tierno.

Resumir el relato global de todos los participantes es prácticamente imposible por su extensión. No
obstante, se pueden ofrecer algunos datos generales. La totalidad de las personas rescató un valor
trascendente en la experiencia. La mayoría comenta una mayor y más profunda conexión afectiva en
el silencio. Las sensaciones que predominaron en la sesión fueron de "placer", "serenidad", "goce",
"fraternidad", y "grandeza", en palabras de los y las protagonistas. La mayoría de los asistentes
mencionó haber encontrado en el silencio un continente especial, una comunión y familiaridad que
despertó una gran confianza en sí mismos, un vínculo más intenso con su “interioridad”. El grupo,
integralmente, manifiesta haber encontrado una "novedad", participado de "...algo completamente
distinto" a las vivencias musicalizadas, aunque con su misma profundidad y riqueza.

A pesar de no ser artistas de la palabra, ocho de las doce personas del grupo aceptaron con gusto
expresarse poéticamente. Me parece oportuno e interesante transcribir uno de los poemas, escrito por
Walter:

Silencio
No sos el ángulo que te vi
Ni aquél negro destino de olvido
Porque cuando, cazador, salí a tu encuentro
El viento habló con aliento azul y me vi descubierto

La “vivencia del silencio” fue un solo encuentro, por lo cual resultaría precipitado arrojar
conclusiones definitivas, no obstante lo alentador de sus resultados. Procuré, a pesar de mi entusiasmo
al escribirlo, proporcionar la información referente a este trabajo con la mayor asepsia posible,
ampliando, de esta manera, la participación del lector e invitándolo a inferir, imaginar y criticar por sí
mismo, a partir de la riqueza contenida en el informe. La mayoría de las vivencias relatadas por los
participantes no se apartan demasiado de las que escuchamos habitualmente como producto de
vivencias musicales. Sin embargo, la totalidad del grupo afirmó enfáticamente encontrar en ellas una
cualidad diferente a las suscitadas por medio de la música. Creo, por lo tanto, que esta tarea posee
cierto valor heurístico y constituye un territorio fértil para futuras investigaciones.

El enorme potencial integrador de la experiencia silenciosa requiere de facilitadores inquietos,


comprometidos en la búsqueda de material enriquecedor para nuestra tecnología. Como puede
apreciarse a través de esta modesta experiencia, no sólo en la selección e incorporación de músicas
reside la novedad. El paciente silencio también espera por nosotros.

(*) Carlos Pagés participa en el movimiento de Biodanza desde 1985. Es Facilitador Titular de Biodanza
(EBBA, 1992), Pos-graduado en Proyecto Minotauro con Rolando Toro Araneda (EBBA, 1993). Ha sido
miembro del Cuerpo Colegiado de la Escuela de Biodanza de Buenos Aires (EBBA, 1992/93). Es miembro
fundador de la Asociación Litoraleña de Biodanza (Res.N°218/98. DIPJ/ Entre Ríos), Coordinador General de la
Escuela de Biodanza del Litoral (Paraná, Entre Ríos, 2000/2009), miembro del Consejo Directivo y Pedagógico
de la Escuela de Biodanza Cuenca del Plata (Colonia, Uruguay), y miembro del Consejo Editorial de la revista
"Pensamento Biocêntrico" (http://www.pensamentobiocentrico.com.br/). Eventualmente ha sido y es fotógrafo,
artista plástico, diseñador gráfico, tallerista y periodista especializado en cine y música. Contacto:
carlospages@gmail.com

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