Está en la página 1de 8

¿Qué es la gripe?

La gripe es una infección respiratoria de etiología viral que causa fiebre, rinitis,
tos, cefalea y malestar general. En las epidemias estacionales, pueden producirse
muertes, en particular en individuos con riesgo elevado (p. ej., personas que viven
en instituciones, de edades extremas, con insuficiencia cardiorrespiratoria o
embarazos avanzados); durante la pandemia, incluso los pacientes jóvenes y sanos
pueden morir. El diagnóstico suele basarse en la evaluación clínica y depende de
los patrones epidemiológicos locales. La vacuna antigripal debe administrarse
anualmente a todas las personas ≥ 6 meses que no tienen una contraindicación. El
tratamiento antiviral reduce la duración de la enfermedad hasta alrededor de 1 día
y debe indicarse específicamente a los pacientes con riesgo elevado.

Etiología:
Los virus de la gripe pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae forman los
géneros Influenza A, Influenza B e Influenza C. Sin embargo, mientras los virus B
y C son predominantemente patógenos humanos, los virus A son capaces de
infectar de forma natural a numerosas especies de animales mamíferos y aves. La
variación dentro del tipo A permite su clasificación en subtipos, definidos en
función de sus antígenos de membrana: hemaglutinina (HA) y neuraminidasa
(NA). Se han identificado 9 NA y 16 HA diferentes, que pueden originar
numerosas combinaciones o subtipos.

Existen dos mecanismos fundamentales que dan lugar a cambios antigénicos de


los virus gripales: los cambios antigénicos menores (deriva antigénica o “drift”) y
los cambios antigénicos mayores (salto antigénico o “shift”). La deriva antigénica
(drift) se debe a la acumulación gradual de mutaciones puntuales que originan
virus variantes que se separan paulatinamente de los que circulaban hasta ese
momento, dando lugar a los brotes epidémicos anuales. El salto antigénico (shift)
sólo se produce en los virus influenza del tipo A de forma ocasional y es
responsable de la aparición de las distintas pandemias.

Antígenos del virus influenza


La hemaglutinina (H) es una glucoproteína presente sobre la superficie del virus
que le permite unirse al ácido siálico celular y fusionarse con la membrana de la
célula huésped. La neuraminidasa (NA), otra glucoproteína de superficie, elimina
el ácido siálico por acción enzimática y de esta manera promueve la liberación del
virus desde la célula huésped infectada. Hay 18 tipos de H y 11 tipos de NA, lo
que origina 198 combinaciones posibles, aunque sólo unas pocas son patógenas
para el ser humano.
La deriva antigénica o variación antigénica menor representa mutaciones
relativamente menores y progresivas en combinaciones preexistentes de antígenos
H y NA, que conducen al surgimiento frecuente de nuevas cepas virales. Estas
nuevas cepas pueden causar epidemias estacionales, porque la protección por los
anticuerpos generados por la cepa anterior es reducida.

El cambio antigénico se refiere al desarrollo relativamente raro de nuevas


combinaciones de antígenos H, NA o ambos, que resulta del reordenamiento de
subunidades en el genoma viral. El cambio antigénico puede producir pandemias,
porque los anticuerpos contra otras cepas (resultado de la vacunación o de la
infección natural) proporcionan poca o ninguna protección contra la cepa nueva.

Patogenia:
El virus llega a la mucosa respiratoria por vía aérea, donde puede ser neutralizado
por los anticuerpos locales de infecciones anteriores. La infección se inicia por la
fijación del virus a los receptores mucoproteicos de las células del epitelio
respiratorio, donde se replica en las 48-72 horas siguientes y durante un periodo
más largo en niños. Desde aquí, el virus es eliminado en forma infectiva por las
gotitas de Pflügge emitidas al exterior al hablar, estornudar o toser. La resistencia
del virus en el medio ambiente es favorecida por las condiciones de elevada
humedad relativa y baja temperatura, así como por la concentración del virus en
las secreciones respiratorias y el tamaño de los aerosoles formados.

El virus, desde la mucosa respiratoria, difunde por contigüidad, ocasionando un


proceso inflamatorio con necrosis del epitelio ciliado del tracto respiratorio
superior; también, puede afectar al tracto respiratorio inferior (bronquios,
bronquiolos y alvéolos), produciendo complicaciones broncopulmonares y
neumonía gripal. No hay viremia y los síntomas generales son secundarios a la
actividad de las citoquinas liberadas durante la reacción inflamatoria.

La replicación extrapulmonar del virus de la gripe aviar subtipo H5N1 es una


excepción. El ciclo de replicación dura 6-12 h. En comparación con virus típicos
de la gripe estacional, el virus A/H1N1pdm09 tiene mayor afinidad por las células
epiteliales del tracto inferior de las vías respiratorias, tiene capacidad de penetrar
más profundamente en el sistema respiratorio e infectar los alvéolos pulmonares.

Epidemiologia:
Las epidemias estacionales son causadas por los virus influenza A y B; desde
1968, la mayoría de las epidemias de gripe estacional se han debido al virus H3N2
(un virus de influenza A). Los virus de la influenza tipo B pueden causar
enfermedad más leve, aunque a menudo ocasionan epidemias con enfermedad
moderada o grave, sea por el virus circulante predominante o junto con influenza
A.

La mayoría de las epidemias de gripe está causada por un serotipo predominante,


pero pueden aparecer diferentes virus de manera secuencial o simultánea en un
área, con predominio de un virus en un sitio y de otro en otra región.

Las pandemias son mucho menos frecuentes. Hasta 201o se han registrado 6
grandes pandemias, que generalmente reciben su nombre según el lugar donde
supuestamente se originaron:

1889: influenza rusa (H2N2)

1900: influenza antigua de Hong Kong (H3N8)

1918: influenza española (H1N1)

1957: influenza asiática (H2N2)

1968: influenza de Hong Kong (H3N2)

2009: influenza porcina (influenza A [H1N1]pdm09)

Los virus de la gripe pueden diseminarse a través de:

Gotitas aerosolizadas

Contacto interpersonal

Contacto con elementos contaminados

La diseminación aérea parece ser el mecanismo más importante.

Los niños son la principal fuente de propagación del virus de la gripe en la


comunidad (familia, escuela, etc.), debido a que presentan una mayor carga viral y
excretan virus durante más tiempo que los adultos, lo que les convierte en los
principales vectores de la enfermedad.

La incidencia de gripe es más alta en niños que en adultos y la tasa de ataque


anual en preescolares y escolares es superior al 30-40%. Sin embargo, la letalidad,
ocasionada fundamentalmente por complicaciones respiratorias, es muy superior
en las personas de edad avanzada (>65 años) o con enfermedades de base que
condicionan un alto riesgo de infección.

Diagnostico:
El diagnóstico rápido de la gripe tiene un papel primordial en el manejo del
paciente y en la indicación terapéutica.

El diagnóstico de la gripe es fundamentalmente clínico y resulta fácil cuando


existe un ambiente epidémico y notificación de aislamiento del virus por el
laboratorio, pero resulta más difícil de establecer fuera de periodos epidémicos. El
diagnóstico rápido virológico de la gripe tiene un papel primordial en el manejo
del paciente y en la indicación terapéutica. Existen diferentes tipos de pruebas de
laboratorio: 1) aislamiento viral en cultivo celular, es un diagnóstico lento (4-7
días), pero de gran importancia en la vigilancia virológica de los virus de la gripe;
2) detección de antígenos víricos, permite un diagnóstico rápido en horas y la
toma de decisiones terapéuticas (existen comercializados métodos de
inmunofluorescencia y de enzimo-inmuno-ensayo que son de rápida ejecución); 3)
detección de ácidos nucleicos mediante reacción en cadena de la polimerasa
(PCR); y 4) detección de anticuerpos específicos (diagnóstico serológico) frente a
la hemaglutinina del virus gripal en dos muestras pareadas de suero de un
paciente, separadas 2-3 semanas, cuyo interés reside principalmente en la
realización de estudios epidemiológicos poblacionales.

Sintomas:
Se manifiesta como un proceso respiratorio de inicio brusco y clínica variable, que
puede su- gerir desde un síndrome catarral, un resfriado común a un proceso más
grave

 Fiebre que suele elevarse en las primeras 24 horas y descender progresivamente


en dos o tres días, aunque puede llegar a durar hasta una semana.

 Cefalea: El dolor suele afectar a la región frontal o ser generalizada.

 Los dolores musculares suelen afectar a las piernas y a la parte inferior de la


espalda.

 Otros síntomas frecuentes son la odinofagia, la tos, que puede llegar a durar varias
se- manas, el dolor ocular, el dolor en las articulaciones o la irritación de la
conjuntiva.

 La astenia es frecuente tras la gripe, especialmente en los ancianos en los que


puede prolongarse varias semanas.

Síntomas de alarma:

1) síntomas, signos y resultados de pruebas de insuficiencia cardiorrespiratoria:


disnea, cianosis, hemoptisis, dolor torácico, hipotensión, disminución de la
saturación arterial de oxígeno.
2) síntomas que indican complicación del SNC: alteración de la conciencia,
pérdida de la conciencia, somnolencia, convulsiones nuevas, recurrentes
o persistentes, debilidad considerable, parálisis o paresia.

3) síntomas que indican deshidratación grave: mareo o síncope al intentar


levantarse, hipotensión ortostática, sopor o disminución de la diuresis

4) síntomas de laboratorio y/o clínicos de la infección viral severa o de una


infección bacteriana secundaria

5) persistencia o recidiva de fiebre alta o de otros síntomas, una vez pasados


3 días.

Clasificación de la gravedad de la enfermedad:


Casos graves o complicaciones de la gripe (indicación de hospitalización).
Aparte de los síntomas típicos también ≥1 de los siguientes.

1. Enfermedad de las vías respiratorias bajas (neumonía de origen vírico,


bacteriano sobretodo por Streptococcus pneu- moniae, Staphylococcus aureus
o Haemophilus influenzae o mixto.) datos clínicos (taquipnea y otros signos
de disnea, hipoxia) y/o radiológicos.

2. Otitis y sinusitis.

3. Compromiso del sistema nervioso: convulsiones (incluidas las convulsiones


febriles), alteraciones de la conciencia, encefalopatía, encefalitis, déficits
neurológicos focales, síndrome de Guillain-Barré, mielitis transversa aguda.
4. Complicaciones secundarias, p. ej. miocarditis, insuficiencia renal,
compromiso multiorgánico, sepsis y shock séptico, rabdomiólisis
5. Descompensación de enfermedades crónicas subyacentes, p. ej. asma,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cardiopatía isquémica,
insuficiencia cardíaca, hepática o renal crónica, diabetes
6. Otros estados graves que requieren hospitalización no mencionados
anteriormente

Factores de riesgo de curso grave y complicaciones de la infección (entre otros


de hospitalización y muerte):

1) ≥65 o <5 años de edad (especialmente hasta los 24 meses de edad)

2) embarazo (especialmente 2.º y 3.er trimestre) y las primeras 2 semanas de


puerperio
3) obesidad mórbida (IMC ≥40)

4) algunas enfermedades crónicas (independientemente de la edad): pulmonar (p.


ej. EPOC, asma), cardíaca (p. ej. cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca
congestiva), renal, hepática, metabólica (también diabetes), sanguínea (también
hemoglobinopatías), deficiencias inmunológicas (primarias, VIH, terapia
inmunosupresora), enfermedades neurológicas que alteran el funcionamiento del
tracto respiratorio o la eliminación de las secreciones de las vías respiratorias (p.
ej. trastornos cognitivos, lesiones traumáticas de la médula espinal, trastornos
convulsivos, enfermedades neuromusculares).

Tratamiento:

Tratamiento sintomático:

1. Reposo en cama, ingesta abundante de líquidos, precauciones de


gotitas (especialmente para personas de alto riesgo de complicaciones por la
gripe).

2. Fármacos antipiréticos y analgésicos: paracetamol, acetaminofen, AINE (p. ej.


ibuprofeno); no prescribir AAS (aspirina) en niños y adolescentes hasta los 18
años de edad por riesgo de síndrome de Reye.

3. En caso necesario: fármacos antitusígenos, fármacos descongestionantes que


producen vasoconstricción en la mucosa nasal, soluciones con NaCl isotónicas
o hipertónicas para lavado nasal.

4. Antihistamínicos. Aunque los conocemos más para tratar las alergias, lo cierto
es que tienen utilidad en procesos gripales y catarrales porque producen sequedad
de la mucosa nasal, con lo cual nos ayudan con la rinorrea (el goteo nasal típico de
los resfriados).

Por eso los encontramos en la composición de muchos preparados antigripales y


anticatarrales (Frenadol, Aspirina Complex, Bisolgrip, Calmagrip, Couldina,
Desenfriol...). El más utilizado es la clorfenamina. Pueden producir sonmolencia,
por lo que se desaconsejan si se va a conducir.

Lo que no funciona para combatir la gripe:

Fármacos que no funcionan para tratar la gripe, o bien se deben usar solo en
determinados casos.
 Antibióticos: Funcionan contra las bacterias, pero no contra los virus, y la gripe es
un virus. Por lo tanto, no deben usarse. Hay una excepción: cuando la gripe vaya
asociada a un proceso bacteriano (por ejemplo, una neumonía). Pero, a no ser que
ese sea el caso, usar antibióticos no solo no ayuda sino que además nos expone a
efectos adversos y, además, su uso indiscriminado contribuye a
generar resistencias bacterianas frente a futuras infecciones (si más adelante los
necesitamos, no van a funcionar).

 Descongestiantes: Alivian la congestión nasal pero no son aconsejables para todo


el mundo, de hecho, están contraindicados en diferentes patologías, por ejemplo,
en pacientes con hipertensión, problemas de corazón (taquicardia, angina de
pecho, enfermedad coronaria), etc. Además, interaccionan con bastante número de
fármacos. Los encontramos en multitud de remedios antigripales junto
a analgésicos y antihistamínicos por eso es conveniente preguntar al farmacéutico
o leer siempre el prospecto antes de tomarlos. También existen en forma de espray
para la nariz: en este caso su uso debe limitarse a unos pocos días (no más de tres)
porque pueden generar congestión por efecto rebote.

 Antivirales: Existen varios medicamentos autorizados:


Ebilfumin, Tamiflu y Relenza que actuán directamente sobre el virus de la gripe.
Necesitan receta médica y su eficacia es más bien cuestionable. Probablemente
sea por ello que no están financiados por el sistema público de salud. En cualquier
caso, son medicamentos que quedan reservados para pacientes hospitalizados o en
riesgo de sufrir complicaciones graves a consecuencia de la gripe.

LA PREVENCIÓN:

Para prevenir la gripe es importante vacunarse anualmente. Además, otras


medidas incluyen:

 Ventilar los ambientes.


 En caso de tos o estornudo, cubrirse boca y nariz con el codo o con un pañuelo
descartable.
 Tirar los pañuelos descartables a la basura después de usarlos.
 Lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón o con un producto a base de
alcohol.
 Practicar hábitos de higiene.
 Evitar el contacto directo con personas enfermas.
 La utilización de barbijo sólo es necesario en personas infectadas, que deban
movilizarse por razones
de fuerza mayor. Si no está infectado no es necesario utilizar barbijo.
 Limpiar y desinfectar con frecuencia las superficies como perillas de puertas,
mesas y botones
de ascensores. Lo mismo con los juguetes de los niños.

También podría gustarte