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Samuel era hijo de Elcana y Ana, pertenecientes a la tribu

de Efraín.
Ana estaba triste porque no tenía hijos. Pedía con frecuencia
a Dios que colmara su deseo de ser madre. Un día visitando
el tabernáculo prometió a Dios que sí le concedía un hijo le
pondría a su servicio.
Dios contestó la oración de Ana y poco tiempo después dio a
luz a Samuel.
Cuando el niño era todavía muy pequeño cumplió su
promesa y lo llevó al tabernáculo dejándolo al servicio del
sumo sacerdote Helí.
Los padres de Samuel le visitaban todos los años y le
llevaban un manto que su madre tejía para él.
Los hijos de Helí eran hombres perversos, no se cuidaban
del Señor, ni de los deberes de los sacerdotes para con el
pueblo.
Helí se iba haciendo mayor y Samuel crecía y se hacía grato
a Dios y a los hombres.

Una noche, cuando estaba dormido en el tabernáculo, oyó una voz que le llamaba:
"¡Samuel!". Contestó: "Aquí estoy". Se levantó, fue al aposento de Helí y le dijo: "Aquí
estoy, me has llamado". Helí le contestó: "No te he llamado, hijo mío, vuelve y
acuéstate".
Oyó de nuevo que le llamaban: "¡Samuel!". Contestó: "Aquí estoy". De nuevo se
levantó y yendo donde estaba Helí le dijo: "Aquí estoy, me has llamado". Helí le
contestó: "No te he llamado, hijo mío, vuelve y acuéstate".
Por tercera vez Samuel oyó la voz y fue al aposento de Helí y de nuevo le dijo: "Aquí
estoy, me has llamado". Helí comprendió que era Dios quien le llamaba y le dijo:
"Acuéstate y si te llaman otra vez, responde: "Habla Señor, que tu siervo escucha".
Cuando Samuel oyó de nuevo la voz respondió lo que le había mandado responder
Helí. Dios le dijo que iba a castigar a Helí y a sus hijos. Tiempo después los hijos de
Helí mueren luchando contra los filisteos. Cuando Helí recibió la noticia se cayó, se
rompió el cuello y murió.
Samuel actuó como último juez de Israel durante toda su vida y fue el primer profeta.
Se quitaron todos los dioses extranjeros, el pueblo se convirtió y adoraba sólo a Dios.
Cuando fue mayor, el pueblo le pidió que nombrara un rey que los gobernara como a
las demás naciones y que estuviese al frente de los soldados para luchar contra los
enemigos.
Samuel ungió rey a Saúl y más tarde a David.

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