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Elementos esenciales del seguro

Hay cosas que son la esencia de todos los contratos, otras que les pertenecen
por naturaleza y otras puramente accidentales. Las cosas esenciales son las
que le dan al contrato su individualidad jurídica sin las cuales el contrato no
produce ningún efecto.

El interés asegurable

El interés asegurable puede definirse como la relación económica, amenazada


en su integridad por uno o varios riesgos en que una persona se halla consigo
misma, con los demás, con otras cosas o derechos tomados en sentido general
o particular; por ejemplo, la vida.

De no ser por el principio del interés asegurable, el contrato de seguro


revestiría todos los caracteres de una apuesta. Descansa sobre tres pilares
fundamentales:

El sujeto, persona natural o jurídica amenazada en la integridad de su


patrimonio.

El objeto o bien, sobre el que recae la amenaza del riesgo.

La relación económica entre uno y otro, que puede resultar afectada por la
realización del riesgo.

Como se dijo, en el derecho colombiano, la ausencia de este elemento esencial


(el interés asegurable), trae como consecuencia la inexistencia del contrato.

I. En los seguros de daños

Tiene interés asegurable, toda persona


cuyo patrimonio pueda resultar afectado
directa o indirectamente por la
realización de un riesgo.
A. Objeto
El seguro de daños supone que el asegurado o beneficiario tiene un interés en
que el riesgo no se realice; interés que constituye el objeto de dicho seguro.
En los seguros reales, el objeto del interés asegurable es la cosa misma
amenazada por el siniestro eventual.

B. Requisitos

Es asegurable todo interés que además de lícito sea susceptible de estimación


en dinero, de ahí las dos condiciones que debe reunir el interés para poder ser
objeto del contrato de seguro:

C. Concurrencia de intereses

El usufructo, la hipoteca y el arrendamiento sobre un mismo inmueble,


generan sendos intereses asegurables para el usufructuario, el acreedor
hipotecario y el arrendatario en su orden. Estos intereses son independientes y
autónomos, aunque estén vinculados a un mismo objeto, (así el derecho de
cada una de éstas personas sea diferente, dichos intereses recaen sobre el
mismo objeto); cada uno de los cuales puede ser objeto de un contrato de
seguro igualmente independiente y autónomo.

Son intereses económicos, cada uno con un valor susceptible de determinación


en el momento de celebrarse el contrato. El monto acumulado de tales valores
no debe exceder el de la propiedad misma concebida como un todo. De ahí que
el valor agregado de las indemnizaciones, en caso de pérdida total del objeto
de los intereses asegurados, no pueda desbordarlo.

El régimen legal de la concurrencia de intereses asegurables, solo es aplicable


a los seguros reales. La norma consagra su viabilidad sobre una misma cosa y
no sobre la integridad de un
patrimonio. Así por ejemplo, es
seguro real el que recae sobre mi
casa o mi automóvil; es
patrimonial, cuando me aseguro
para que en caso de sufrir un
accidente y dejar de percibir unos
ingresos, entre a operar la
indemnización. Sobre la casa puede
recaer el interés del propietario y el
del arrendatario, mientras que en el
patrimonial solo yo tendría interés.

D. Clasificación

a. Según el momento de su existencia: Pasado, si existió con


anterioridad a la conclusión del contrato y sobre el cual éste opera
retroactivamente. En el caso del seguro marítimo se pueden asegurar
por acuerdo expreso de las partes los hechos ocurridos con anterioridad
a la iniciación formal del contrato, eso si, siempre y cuando no haya sido
conocido por el asegurado. Por ejemplo, el caso del seguro marítimo: en
donde el primero de enero a las 7:00 p.m, puedo asegurar el embarque
de mercancía que salió de Buenaventura a Chile a las 6:00 a.m. sin
saber que a las 3:00 p.m el barco ya había naufragado, ahí debe el
asegurador indemnizar el siniestro, que no obstante haber sido anterior
al contrato, si estaba asegurado. Presente, si existe en el momento de
la conclusión del contrato y este puede, además de su vigencia formal
como fuente de derechos y obligaciones, tener vigencia técnica, real y
efectiva cuya iniciación coincida con la fecha de celebración del contrato.
Y futuro, si ha de sobrevenir con posterioridad a esta última fecha,
desde la cual el seguro tendrá también una vigencia técnica o efectiva.

b. Según el sujeto del interés: Que puede ser el tomador del seguro en
el seguro por cuenta propia, o un tercero determinado o determinable
en los seguros por cuenta.
c. Según el objeto del interés: Puede ser una cosa, mueble o
inmueble, fungible (consumible) o no fungible, singular o colectiva
y universal, por ejemplo, el patrimonio.

Es el caso de establecimientos de comercio como almacenes, bazares,


tiendas, fábricas y otros, y los cargamentos terrestres o marítimos que
pueden ser asegurados con o sin designación específica de las mercancías y
otros objetos que contengan. En cualquier caso, el asegurado deberá
probar la existencia y valor de los objetos asegurados al momento del
siniestro.

d. Según la naturaleza de la relación: El interés asegurable puede


ser independiente (yo soy el interesado en asegurar mi
patrimonio), o concurrente (cuando dos personas son dueñas de
un mismo apartamento, sus intereses concurren).

E. Valor económico del interés asegurable

Este valor asegurable puede ser o no susceptible de estimación más o menos


cierta en el momento de celebrarse el contrato de seguro, ya que si por
ejemplo, aseguro mi vehículo contra un posible hurto, se sabe de antemano
cual es el valor del carro, mientras que, en las pólizas automáticas de
transporte, por ejemplo yo simplemente aseguro las mercancías que vaya a
transportar durante los próximos tres meses, sin saber al momento de
contratar el seguro cuáles van a ser los valores
de éstas.

En los seguros reales en que el objeto del interés


es una cosa determinada, el valor económico del
interés asegurable (valor asegurable), debe
entenderse como el valor máximo del seguro
(suma asegurada), para que el contrato pueda
cumplir la plenitud de su función indemnizatoria.

En la medida en que haya coincidencia entre el valor asegurable y la suma


asegurada, el interés asegurable podrá estimarse adecuadamente asegurado.
El exceso de esta sobre aquel (sobreseguro), significa un gasto innecesario de
prima y si se hubiera contratado esta forma con la intención de engañar a la
aseguradora, se da la nulidad del contrato.

El defecto, un seguro insuficiente (infraseguro), porque el asegurador solo


responde en caso de siniestro hasta concurrencia de la suma asegurada; y si la
pérdida fuera parcial, según la proporción que ésta represente respecto del
valor asegurable.

En los seguros reales, el interés asegurable es susceptible entonces de


estimación previa en dinero y la suma asegurada (el valor del seguro), no debe
responder al mero juicio del tomador o asegurado, es claro el ejemplo en los
seguros reales: Mi carro vale $10.000.000.oo, por mas que yo insista que el
carro está en muy buenas condiciones y que debería valer más, el seguro solo
se limita al valor comercial, determinado por las condiciones reales del
mercado.

No en todos los seguros patrimoniales el valor del seguro puede ser objeto
de libre estipulación, como también los seguros de responsabilidad contractual
sobre un objeto determinado. En otros ramos esa estimación es más difícil.

Y en el caso del seguro de responsabilidad extracontractual, es imposible


determinar la eventual magnitud del daño. En este caso el valor del seguro
tiene que depender del juicio del tomador. Se aplica aquí el principio de la
indemnización, según la cual la prestación a cargo del asegurador en caso de
siniestro no podrá exceder el valor real del daño sufrido por el asegurado, que
se identifica con el valor de su obligación frente al tercero damnificado.

En el seguro de cumplimiento, por ejemplo, el asegurador entra a cubrir al


asegurado en un porcentaje determinado, en ningún caso por una suma mayor
a lo que se obligó, así el perjuicio haya sido superior.

II. En los seguros de personas

Como en los seguros de daños, en los seguros de personas el interés también


recae sobre un objeto: la vida misma, la integridad corporal, la salud y la
capacidad laboral; concebidas como bienes, no importa si tienen o no un valor
económico.
El interés asegurable es la relación económica amenazada por un riesgo
personal (la muerte, la desmembración, la enfermedad, la incapacidad y aún la
supervivencia), que una persona tiene con otra (el asegurado) y que puede o
no ser objeto de eventual daño patrimonial
como consecuencia de la realización del
riesgo asegurado. Por ejemplo, el padre de
familia que contrata un seguro para
proteger los riesgos de salud a los que
pueden verse potencialmente sometidos,
los miembros de su grupo.

A. Ámbito

1. En la propia vida: es decir, en la de la persona que celebra el contrato,


que tiene interés en su preservación y a ese título suscribe el seguro, bien sea
en su propio beneficio (contra los riesgos de desmembración, enfermedad,
incapacidad) o bien, en beneficio de un tercero (riesgo de muerte).

2. En la vida de un tercero: la viabilidad jurídica del interés asegurable


aquí se halla circunscrita a dos hipótesis:

2.1. En la de un eventual alimentante, (alimentante, es la persona


que por ley, debe alimentos a otra en caso de éste necesitarlos, por
ejemplo el padre al hijo); fórmula que no sólo permite dar contenido
al interés asegurable, sino que enmarca la relación de parentesco
como razón de ser de dicho interés.

Cuando el Código de Comercio dice que toda persona tiene interés asegurable
entre otras cosas en la vida de las personas a quienes legalmente puede
reclamar alimentos, así:
* Cualquiera de los cónyuges en la vida del otro
 Los descendientes en la de sus ascendientes y viceversa
 La mujer divorciada sin culpa suya en la de su esposo
 Los hijos en la de sus padres y viceversa
 Los adoptivos en la de los padres adoptantes y estos en aquellos
 Los hermanos en la de los hermanos
 El que dona una cosa a quien se la recibe

Todos estos tienen como alimentarios, interés asegurable en la vida de sus


eventuales alimentantes. Sin olvidar que ni aún estas personas tienen interés
asegurable, no obstante, la mención que de ellas se hace, si otra ley les niega
el derecho a reclamar alimentos en determinados casos.

De otra, basta la mera eventualidad de la prestación alimentaria a cargo del


tercero sobre cuya vida se celebra el seguro. Lo que importa es que dadas sus
relaciones de parentesco con el tercero asegurado, pueda llegar a ser un
eventual alimentario.

2.2. En la vida de la persona cuya muerte o incapacidad puedan


significar al tomador un perjuicio económico, es evidente el contenido
económico del interés asegurable y clara la naturaleza indemnizatoria del
seguro que ostenta este interés como objeto específico. Que el daño sea o no
susceptible de una evaluación cierta en el momento de celebrarse el contrato
no importa, como tampoco si sobreviene o no realmente ocurrido el siniestro.
Lo que sí importa a la identificación del interés asegurable es la posibilidad del
daño patrimonial.

B. Consentimiento del tercero

La ley exige en los seguros individuales sobre la vida de un tercero el


consentimiento escrito del asegurado, con indicación del valor del seguro y del
nombre del beneficiario, precaución inspirada en la necesidad de proteger la
seguridad de las personas sobre las cuales puede alguien celebrar un seguro
de vida. El consentimiento no es necesario en los seguros colectivos o de
grupo.

C. Existencia y subsistencia del interés asegurable

Tanto en los seguros de daños como en los de personas sobre riesgos cuya
realización genere un daño patrimonial (de gastos médicos, clínicos,
quirúrgicos o farmacéuticos), el interés debe existir en todo momento, desde la
fecha en que el asegurador asuma el riesgo. Además debe subsistir en el
instante mismo del siniestro, debido a su naturaleza indemnizatoria.

En el seguro sobre la vida de una persona cuya muerte puede significar al


tomador un perjuicio económico, no hay duda de que el interés debe existir
también en el mismo instante en que el asegurador asume el riesgo.
En el seguro sobre la propia vida o sobre la de un eventual alimentante, el
interés asegurable, que existe por sí en el momento de conclusión del contrato,
subsiste necesariamente durante su vigencia y en el instante del siniestro.

Podría afirmarse que concebida la relación alimentaria como sustento del


seguro, el interés desaparecería con la muerte del tomador. Solo que éste,
como beneficiario a título oneroso (pues contrae ciertas obligaciones con la
aseguradora), había adquirido un derecho propio en el seguro contratado a su
favor, transmisible a sus herederos, al momento de su muerte.

D. Valor del interés

Tal vez con la única salvedad de que el objeto del seguro sobre la vida del
deudor, equivalente al valor de la deuda incrementada con los intereses a que
haya lugar, el valor del interés asegurable en los seguros de personas no es
susceptible de estimación en el momento de celebración del contrato.

El interés es la propia vida o en la del eventual alimentante, concebida como la


relación económica del tomador con este bien patrimonial. No es cuantificable
en términos de dinero.

Lo que define el valor del seguro, sea de vida, de accidentes, de salud, sobre la
propia vida o la de un tercero, individual o de grupo, es la voluntad libre de las
partes, que dependerá en cada caso del grado de previsión del tomador, de su
capacidad de pago de la prima única o periódica, de la arbitraria estimación
que haga de su propia vida como generadora de ingresos y de la capacidad
técnico-financiera del asegurador para asumir el riesgo.

El riesgo asegurable

Es el segundo de los elementos esenciales del contrato de seguro. El riesgo se


define como el suceso incierto que no depende exclusivamente de la voluntad
del tomador, asegurado o beneficiario, y cuya realización da origen a la
obligación del asegurador. Los hechos ciertos, salvo la muerte y los físicamente
imposibles, no constituyen riesgos y por lo tanto son extraños al contrato de
seguros. Tampoco constituye riesgo la incertidumbre subjetiva respecto de
determinado hecho que haya tenido o no cumplimiento.

I. Ámbito

Además de incierto, el suceso debe ser futuro, es decir, que el riesgo se


encuentra enmarcado entre dos linderos: la imposibilidad y la certeza.

La intervención de la voluntad humana en la gestación de un hecho, no lo


despoja de su carácter de imprevisto ni destruye su naturaleza de riesgo
asegurable.
En el evento de ausencia de riesgo por realización del evento que se pretende
asegurar antes de que se perfeccione el contrato de seguro, el contrato será
inexistente por ausencia de riesgo asegurable.

Existen las siguientes clases de sucesos:

 Los típicamente fortuitos, en los que su ocurrencia está fuera de todo


control humano. Eventos de la naturaleza, como la tempestad, el rayo, el
terremoto, la erupción volcánica, la inundación, acontecimientos en los cuales
además de que no interviene la voluntad del hombre, éste es incapaz de
evitarlos o prevenirlos.

También puede atribuirse este carácter a otros hechos encadenados a la


actividad humana, como el efecto a su causa, con tal que sean totalmente
extraños a la voluntad del asegurado para el cual son fortuitos: el homicidio, el
robo, la falsificación, el abuso de confianza, entre otros.

 Los culposos, en los que según el grado de la culpa, la voluntad del


asegurado interviene de modo más o menos efectivo: imperceptible,
perceptible o notoria. Son situaciones en que lo voluntario y lo fortuito integran
una ecuación cuya resultante es, el siniestro. Mientras mayor sea la eficacia de
la voluntad como origen del daño, menor será la de lo casual o fortuito y
viceversa.

El seguro de las culpas incide solo sobre los perjuicios de orden patrimonial,
porque permite al asegurado en los seguros de daños mantener o preservar su
equilibrio económico, sin embargo, no lo exime de las sanciones penales a que
haya lugar. Este seguro cumple una doble función: la protección de los
intereses patrimoniales del asegurado y la protección de los derechos de los
damnificados.
En cuanto a la realización del riesgo que da origen a la obligación del
asegurador, mientras éste se encuentre libre de daño y esconde un daño
meramente potencial, es apenas una obligación condicional que depende de un
acontecimiento futuro, que puede suceder o no; por ejemplo, asegura su carro
contra hurto, la obligación de indemnizar por parte del asegurador surge en
caso de que el vehículo sea hurtado.

Realizado el riesgo, configurado el siniestro, nace la obligación actual del


asegurador que es la de pagar la prestación asegurada, de acuerdo con lo
estipulado en el contrato.
En los seguros de daños ésta pasa de ser condicional a pura y simple e ilíquida,
pues una vez cumplida la condición a la que se ve sometida el contrato, es
decir, la ocurrencia del siniestro se debe cuantificar los daños antes de que el
asegurador entre a indemnizar.
En los seguros de personas, pasa a ser líquida, pues una vez ocurrido el
siniestro, no se entra a evaluar la cuantía de la pérdida, simplemente se
indemniza.

II. Los riesgos inasegurables

El dolo, la culpa grave y los actos que tienen que ver con el tomador, el
asegurado o el beneficiario no se pueden asegurar, como tampoco se puede
amparar al asegurado contra las sanciones de carácter penal o policivo.
A. El dolo y la culpa grave

1. Del asegurado: el dolo es la mala fe, la maquinación o el artificio de


que se sirve un contratante para engañar a otro, es la provocación
intencional del siniestro; y la culpa
grave es un acto no intencional,
que a pesar de que causa un
siniestro no estaba destinado a
provocarlo. Asegurar el dolo
significa transferir a otros las
consecuencias de este
comportamiento doloso, engañoso,
que va en contra del principio del
contrato de seguro que se refiere a
la buena fe.

2. De sus dependientes: la ley castiga con no asegurar el dolo y la culpa


grave del tomador, asegurado o beneficiario, pero no castiga la
asegurabilidad de las personas que de ellos dependen de un modo u
otro, como agentes o empleados, hijos menores, discípulos, sirvientes o
domésticos.

3. De las personas jurídicas: la persona natural obra por sí misma, tiene


su propia voluntad y entendimiento, toma sus propias decisiones y se
mueve por sus propios medios. En cambio la persona jurídica no, su
personalidad no decide ni actúa por sí misma, sino a través de sus
representantes legales (las personas jurídicas actúan por medio de sus
representantes legales, como por ejemplo, el gerente de una empresa),
que lo llevan a hacerlo; por eso se dice que su voluntad es la voluntad
de esos agentes.

Entonces, sin la coexistencia tanto de la institución creada como de esos


agentes, la culpa en que puede incurrir la persona moral no se puede separar
de la persona individual representada por el agente, porque aquella (la
persona moral o entidad jurídica) obra por medio de sus empleados, de modo
que los actos de estos son sus propios actos. La responsabilidad sería así
indivisible.

En el campo del seguro, continúa vigente la teoría según la


cual la persona jurídica expresa su voluntad por medio de
sus órganos y se identifica con ellos: la asamblea general,
la junta directiva, sus representantes legales y a través de
estos comete sus culpas por acción o por omisión y puede
incurrir en actos dolosos; por los que tiene que responder
directamente en caso de que causen algún tipo de daños a
terceros o a la entidad misma en la que laboran. En ningún
caso comprometen a los demás empleados o agentes a su
servicio.

B. Los actos meramente potestativos

Un acto potestativo es el fruto de la libertad física o psicológica que puede


orientarse en un sentido u otro, a menos que la moral o la ley lo impidan.

Los actos meramente potestativos del


tomador, asegurado o beneficiario, debido a
que por su misma naturaleza, dependen de
la voluntad exclusiva de estos, tampoco son
asegurables. Ejemplo: un viaje a Europa o
la concurrencia a un espectáculo social, no
pueden ser eventos asegurables, porque
basta la voluntad del asegurado para poner
en juego la responsabilidad del asegurador.

C. Las sanciones penales o policivas

Sea cual sea su naturaleza, las penas son esencialmente


personales y aunque no estén vinculadas a la voluntad exclusiva
del asegurado, el riesgo que esconden es inasegurable. Las
sanciones deben recaer entonces sobre el infractor, porque así
cumplen su sanción jurídica y moral. De ahí que esté consagrado en la ley su
inasegurabilidad.

D. Otros riesgos no asegurables

No son asegurables los hechos que tienen que


ver con la responsabilidad profesional, cuyo
seguro es nulo cuando la respectiva profesión
o su ejercicio no gocen de la protección del
Estado o cuando al celebrarse el contrato, el
asegurado no esté habilitado legalmente para
ejercerla. No podría considerarse lícito el
interés de quien desea proteger su integridad
patrimonial, contra los riesgos que podría
traerle el ejercicio de una actividad que no se
considera lícita o no esté protegida por la ley.

El principio de la indemnización

Jamás podrán constituir una fuente de enriquecimiento para el asegurado,


pues solo son contratados para mera indemnización, la cual puede comprender
a la vez el daño ocurrido y el lucro cesante, previo acuerdo, conforme a lo
consagrado en el Artículo 1088 Código de Comercio.

Se entiende por daño emergente la lesión patrimonial directa, real e inmediata


del interés asegurado y por lucro cesante, el ingreso neto y la utilidad
malograda a consecuencia del siniestro.
El principio de la indemnización responde en los seguros de daños a las
mismas motivaciones jurídicas que el interés asegurable como elemento
esencial del contrato de seguro.

El exceso sobre el valor real del daño no tiene por qué ser soporte de un
interés asegurable para el asegurado, cuyo patrimonio no sufre otra lesión
económica a la que el daño mismo pueda significarle.

I. Valor real del interés asegurado

Por regla general, sólo puede hablarse de valor real en los seguros reales, en
los cuales el interés asegurado descansa en una cosa determinada corporal o
incorporal y es susceptible de una estimación en el momento del siniestro. El
valor real responde a distintos criterios según la naturaleza o función de las
cosas aseguradas y según la modalidad del seguro.

A. Valor venal

El de las cosas destinadas al comercio, cuya noción es


variable según las circunstancias, así por ejemplo, un
establecimiento de comercio o una marca, su valor es
variable, pues depende de las condiciones del mercado.

B. Valor de uso

El valor de uso, busca saber la diferencia entre


el valor de un objeto nuevo y otra igual que ha
prestado un servicio y se ha deteriorado por el
uso, es decir, el valor a nuevo, deducido el
demérito o desgaste natural, para los objetos
que no están destinadas a la venta, por
ejemplo, no es igual el valor de un carro 0
kilómetros a uno usado.
C. Valor a nuevo

Pretende proteger al asegurado contra la


pérdida o daño de la cosa asegurada,
haciendo caso omiso de su desgaste por uso
o por el paso del tiempo. Su función es la de
proveer el mantenimiento y seguimiento de la
explotación de empresas rentables, mediante
la reparación y reemplazo de elementos
antiguos afectados por un siniestro. Su
finalidad es que con la indemnización el
asegurado pueda reemplazar o reponer los bienes siniestrados por otros
nuevos pero de igual clase, especificaciones técnicas, diseño y capacidad.

La reposición es entonces, la acción de colocar una cosa en el lugar o estado


que antes tenía, destinada al mismo fin y con iguales características. El pago
de la indemnización de la pérdida o daño asegurado puede realizarse en
dinero, por medio de la reposición, la reparación o la reconstrucción de la cosa
asegurada, a opción del asegurador.

El principio de la indemnización en los seguros de daños:

La coexistencia de seguros
Se presenta cuando varios aseguradores garantizan simultáneamente y de
igual manera el mismo objeto, contra un mismo riesgo y respecto de un mismo
interés.

I. Coaseguro

Es un seguro conjuntamente
otorgado por dos o más instituciones
de seguros (aseguradores), que en
caso de siniestro deben compartir la
responsabilidad proporcionalmente a
la suma en que cada uno aseguró,
por ejemplo, aseguro mi empresa
contra incendio en un 40% con
Allianz y en un 60% con SURAMERICANA.

Suele pactarse a través de una sola póliza expedida a favor del asegurado,
suscrita por cada uno de los coaseguradores, con indicación de sus respectivos
porcentajes de participación, que sumados equivalen al valor total del seguro.
Uno de ellos, el que todos designen, debe asumir la administración del
contrato.
II. Coexistencia

Supone la existencia de varios aseguradores pero ya no conjuntamente, sino


de manera separada, que aseguran el mismo objeto y el mismo interés.

III. Diversidad de aseguradores

La pluralidad de contratos por sí sola no genera la coexistencia de seguros. Un


mismo asegurador puede emitir varias pólizas a favor de un mismo asegurado,
sobre el mismo interés, contra el mismo riesgo y por una u otra suma. Son
seguros que se complementan unos con otros, su monto global puede o no ser
adecuado al valor del interés asegurado y sus vigencias pueden ser distintas
pero coincidentes en el momento de un siniestro, así por ejemplo, cuando
contrato dos seguros de vida en diferentes sucursales de una misma compañía.

IV. Identidades del asegurado, del interés asegurado y del riesgo


asegurado

La identidad del asegurado es la del titular del interés asegurable. No se exige


la identidad del tomador ni la del beneficiario.

En cuanto a la identidad del riesgo asegurado, se refiere a que los seguros


concurrentes deben proteger el interés del asegurado contra el mismo riesgo.
La concurrencia carece de interés jurídico si uno de los seguros versa sobre el
riesgo de incendio, otro sobre hurto y un tercero sobre inundación, a pesar de
que todos ellos tengan como objeto el mismo interés.
No se configura la coexistencia si uno de los seguros obliga la responsabilidad
del asegurador por el daño emergente y el otro asegurador por el lucro
cesante.

V. Régimen legal

Los principios legales que rigen los seguros son:

A. La validez

La validez de los seguros coexistentes en los que al determinarse la forma


como se distribuye entre los aseguradores la indemnización debida, está sujeta
a la condición expresa de que éste haya actuado de buena fe, por ejemplo,
cuando contrato un seguro para proteger mi vehículo y mi cónyuge, por otro
lado, sin saber que yo ya había contratado un seguro, hace lo mismo

La mala fe del asegurado en la negociación de los contratos concurrentes


produce la nulidad, la cual es relativa si se tiene en cuenta que los
aseguradores otorgan su consentimiento desconociendo la intención
fraudulenta del asegurado.

B. Subsistencia

Puede enfocarse a través de dos puntos:

1. El deber de información: El asegurado debe informar por escrito al


asegurador los seguros de igual naturaleza que contrate sobre el mismo
interés dentro del término de diez días a partir de su celebración.

El riesgo de incendio de determinados bienes puede hallarse cubierto


simultáneamente por el seguro de incendio y por el seguro de
transportes que, siendo seguros de daños, seguros reales, son de
distinta naturaleza. Son seguros coexistentes parcialmente, en la
medida en que no se le aplican las normas de coexistencia.

La información debe darse por el asegurado o en su nombre y no puede


ser verbal sino escrita. El incumplimiento de esta obligación produce la
terminación del contrato. También puede ser nulo si ha sido fruto de la
mala fe del asegurado, y no afectaría el contrato si el valor global de los
seguros coexistentes no sobrepasa el valor real del interés asegurado
(por ejemplo, cuando aseguro el 50% de mi casa contra incendio en una
compañía y el otro 50% en otra).

2. Naturaleza del artículo 1093 del Código de Comercio: Según este


artículo, el contrato puede eximir al asegurado de avisar los nuevos
seguros sobre el mismo interés, exigirle tan sólo una información verbal,
ampliarle el término a ello, o establecer una sanción menos drástica. Lo
que no puede es favorecer al asegurador.

C. La regulación de la indemnización

En el caso en que existan varios aseguradores de pluralidad o coexistencia de


seguros, los aseguradores deben dividir la indemnización del asegurado en
proporción a la cuantía de sus respectivos contratos, siempre que el asegurado
haya actuado de buena fe, de esta manera si con la aseguradora A tengo
contratado un seguro que cubre el 60% y con la aseguradora B el 40% , en
caso de un siniestro que afecte el 10%, A, indemniza en un 6% y B en un 4%.

La subrogación del asegurador

La subrogación es una forma de transmisión de obligaciones.

Por medio de la subrogación legal, el asegurador que indemniza al asegurado


por un siniestro, ocupa el lugar del asegurado frente al tercero responsable de
tal siniestro, quien a su vez debe reparar los daños causados, de acuerdo con
el origen y la naturaleza de su responsabilidad, pero solo hasta el monto
pagado por el asegurador al asegurado.

Ejemplo: Una mercancía de mi propiedad, está asegurada, contrato para que


se lleve a cabo su desplazamiento entre dos ciudades y es hurtada mientras se
transporta, como la responsabilidad del transportador, en principio se
presume, la aseguradora, después de indemnizar, entra a cobrarle al
transportador esa pérdida. Es importante anotar que en los Seguros de vida no
cabe la subrogación.

I. Subrogación en los seguros de daños

Como forma de transmisión de obligaciones de carácter indemnizatorio, la


subrogación tiene un importante campo de acción en los seguros de daños; en
los seguros reales, sin ninguna excepción, debido a que en todos ellos el daño
indemnizable puede ser el resultado del acto intencional o culposo de un
tercero. Pero también en los patrimoniales, con algunas observaciones:

A. Seguro de responsabilidad civil


Si la indemnización a cargo del asegurador
proviene de la responsabilidad directa del
asegurado, la subrogación no se puede
efectuar por sustracción de materia, porque no
hay un tercero responsable, ya que el
asegurador no puede subrogarse contra su
propio asegurado, así, si el fallo de la
correspondiente autoridad de tránsito declara
la responsabilidad del siniestro en cabeza del
asegurado, el asegurador indemniza pero no se subroga.

Si es indirecta, la subrogación es viable, pues las personas obligadas a reparar


los daños causados por las que de ellas dependen, tienen derecho para ser
indemnizadas sobre los bienes de estas si los hubiera.

B. Seguro de fianza

Dada su naturaleza, se le puede aplicar la


subrogación, debido a que la persona en quien
radican los riesgos (el contratista en los seguros
de cumplimiento y el deudor en los de crédito),
tiene una responsabilidad con el afianzado (su
acreedor). Si el asegurador paga el siniestro en
defecto de aquellos, inmediatamente contrae la
calidad de acreedor.

De conformidad con el artículo 203 del Estatuto Orgánico del Sistema


Financiero el asegurador se subroga en los derechos de la entidad o persona
asegurada contra la persona cuyo manejo o cumplimiento estaba garantizado,
incluso así esta persona sea la tomadora del seguro.

II. Subrogación en los seguros de personas

Por escapar al carácter indemnizatorio de los seguros de daños, en los seguros


de personas no se aplica la subrogación, debido a que el asegurado o sus
beneficiarios en caso de muerte, ocurrido el siniestro pueden acumular dos
derechos: el derivado del seguro y el del ilícito, sin que el tercero responsable
pueda alegar su obligación legal.
A pesar de su naturaleza de seguros personales y dado su contenido
indemnizatorio, pues como ya dijimos el seguro de vida no es susceptible de
una tasación de perjuicios, ya que al momento de ser contratado las partes
determinan libremente el monto de la indemnización de acuerdo a la capacidad
del tomador, estado de riesgo de la persona asegurada, etc., por lo tanto, no
tiene en estricto sentido un carácter indemnizatorio, así: si A muere en un
accidente y contaba con un seguro de vida, la compañía simplemente paga el
valor del seguro a los beneficiarios, ya que por ley no puede subrogarse contra
el responsable de la muerte, mientras que en los otros seguros de personas sí.

La póliza de seguros

Estructura de la póliza de seguros

El seguro debe concebirse con base en algunos documentos que le dan vida
legal y que sirven de soporte jurídico. Los más importantes son: la póliza de
seguro, que es el documento principal, y los anexos, que son documentos
accesorios en la medida en que hacen parte de la póliza.

I. La póliza

Es un documento que sirve de prueba del contrato de


seguro, en el que debe constar por escrito el contrato de
seguro que debe contener, además de los elementos
esenciales, las condiciones generales y algunas condiciones
particulares: el nombre o razón social del asegurador,
tomador, asegurado y beneficiario, la identificación del
objeto del interés asegurable, la suma asegurada, la prima
o el modo de determinarla, la vigencia del contrato, los
riesgos que asume el asegurador y su firma. Suele
consignarse en formulario preimpreso y en papel de
seguridad.

II. Anexos

Se trata de documentos que se integran a la póliza y junto con ella forman un


todo. Encuentran frecuente aplicación durante la vigencia del seguro, al cual
pueden introducir modificaciones sustanciales o accidentales, de forma o de
fondo.

Los anexos pueden catalogarse en dos grandes grupos: los que anteceden al
contrato y los que lo modifican. Por las implicaciones que tienen sobre el
contrato de seguro, se debe ser supremamente cuidadoso en su manejo.

A. Antecedentes del contrato

Son documentos que emanados de cualquiera de las partes, ilustran el criterio


de las partes, le permiten madurar su consentimiento con miras a la
celebración del contrato. La solicitud del seguro y el formulario de inspección
del riesgo responden a este objetivo.

La solicitud de seguro, es entonces una declaración de asegurabilidad que se


limita a describir el objeto del interés asegurable y a consignar, mediante la
elaboración de un cuestionario preimpreso, los pormenores que permiten al
asegurador hacer la evaluación técnica del riesgo y manifestar si está
dispuesto a asumirlo y en qué condiciones.

La inspección del riesgo, son los documentos ordenados por el asegurador


en los seguros de daños, que están destinados a verificar la fidelidad de la
declaración del tomador y a evaluar el estado del riesgo y las condiciones del
mismo.

El tomador puede exigir en cualquier tiempo que el asegurador le suministre


copia debidamente autorizada de la solicitud, de sus anexos y de los
documentos que den fe de la inspección del riesgo.

B. Reformatorios del contrato

Son los anexos que se emiten para adicionar, modificar, suspender, renovar o
revocar la póliza. Al emitirse deben indicar la identidad precisa de la póliza a la
que acceden (número del documento y fecha de
expedición). Este tipo de anexos permiten que la
póliza se adapte a las necesidades del tomador o
asegurado y a las conveniencias técnico-legales
del asegurador.

1. La renovación: Es un acuerdo entre las


partes que tiene como único objetivo
prolongar la vigencia del contrato en las
mismas condiciones que el contrato inicial,
a menos que se indique algo distinto.
Recoge el seguro tal como aparece
concebido en la fecha y horas previstas
para su vencimiento y lo proyecta al futuro
por un término adicional durante el cual
debe seguir produciendo los mismos efectos. En caso de que el acuerdo
de renovación no indique el término de ampliación de vigencia del
contrato, se entiende que la prórroga se hace por un término igual al del
contrato original.

En la medida en que tienen vigencia limitada (usualmente de un año),


todos los seguros se pueden renovar. Sin embargo existen seguros con
vigencia indefinida como los seguros ordinarios de vida, ante los cuales
el acuerdo de renovación no es procedente.

La renovación, por incidir sobre los mismos elementos de un contrato ya


celebrado, genera al tomador la obligación de pagar la prima
correspondiente al período adicional, puesto que el asegurador mantiene
la suya de asumir el riesgo.

2. El certificado de seguro: Es otro de los documentos que se puede


expedir después de la emisión de la póliza, que se integra a ella y está
sujeto a sus estipulaciones. Existen dos modalidades de certificado de
seguro:

a. El certificado de seguro como tal: Es el seguro mismo, el contrato


que faculta las partes y en el que se cruzan los consentimientos sobre
determinado interés y se pueden estructurar sucesivas relaciones
asegurativas independientes entre sí.

b. Certificado de seguro como aplicación a una póliza automática:


Es el documento mediante el cual se identifican las condiciones
particulares del seguro, de cada seguro individualmente considerado, y
se liquida y hace efectiva la prima respectiva. Este certificado no es el
documento justificativo del seguro ni su prueba, porque sólo perfecciona
la póliza a la que accede.

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