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TALLER 7: FAUSTO

PRELECTURA:
1. Autor: Johann Wolfgang Goethe
2. ¿Sabes quién es Mefistófeles?
3. ¿Qué entiendes por pacto satánico?
4. ¿Qué serías capaz de hacer por amor?
5. Investigue el siguiente vocabulario:
a. Aherrojada:
b. Impostor:
c. Infortunio:
d. Abyecto:
e. Abominable:

LECTURA:
”FAUSTO”
DÍA NEBULOSO, LLANURA FAUSTO Y formas causa común con nosotros si no puedes
MEFISTÓFELES soportar las consecuencias? ¿Quieres volar y no te
Fausto.- En la miseria, en la desesperación, ves aún libre del vértigo! ¿No eres tú el que me
arrastrada durante largo tiempo por una llamaste?
pendiente funesta, por la pendiente del abismo, Fausto.- ¡No rechines tus dientes de tigre tan
ahora se encuentra cautiva, al ser aherrojada cerca de mí, que me das horror!...¡Espíritu
como una criminal en el fondo de un calabozo, sublime, tú que me juzgabas digno de
donde la esperan espantosos suplicios!... contemplarte, tú que conoces mi corazón y mi
¡Celestial e infortunada criatura!... Cobarde alma. ¿Por qué me has anunciado al mismo yugo
impostor, infame espíritu. ¿Por qué me lo que este miserable, que se alimenta de desastres,
ocultabas? Habla no muevas con rabia tus que se complace en la destrucción?
diabólicos ojos, pues sabes cuánto me repugna tu Mefistófeles.- ¿Has terminado?
presencia. ¡Cautiva! ¡En irreparable infortunio! Fausto.- ¡Sálvala, o, desgraciado de ti, la más
¡Entregada a los malos espíritus y a la justicia espantosa maldición caerá sobre tu cabeza por los
bárbara de los hombres!... Y, mientras me hacías siglos de los siglos!
correr a repugnantes fiestas, me ocultabas su Mefistófeles.- No puedo romper las cadenas de la
mortal angustia, para que careciese de todo justicia vengadora, ni puedo descorrer los
auxilio. cerrojos. “Sálvala” ¿Quién la arrastró al abismo?
Mefistófeles.- No es la primera que se ha visto en ¿Tú o yo? (Fausto lanza en torno suyo terribles
semejantes apuros. miradas). ¡Quisieras ahora disponer del trueno!
Fausto.- ¡Perro, abominable monstruo! Pero, felizmente, no es esto permitido, débiles
¡Devuélveme, oh Espíritu infinito, devuelve a este mortales. Sería un pequeño placer para ti
ser abyecto aquella forma de perro, bajo la cual aniquilar, de vez en cuando, al inocente que te
tanto se complacía en acompañarme de noche, resistiera.
sólo por atropellar al viajero y arrojarse sobre él Fausto.- Condúceme a su lado; es preciso que sea
después de haberle derribado! ¡Vuelve a darle su libre.
forma favorita para que cuando ante mí salte Mefistófeles.- Piensa en el peligro a que te
sobre la arena pueda yo aplastarle! “¡No es la expones. ¿Has olvidado la muerte dada por tu
primera que se ha visto en semejante apuro!” mano y que ha ensangrentado esta ciudad? Sobre
¡Horrible idea, pensamiento incomprensible para la morada de la víctima se ciernen los espíritus
el alma humana! ¡Horror me causa imaginar que vengadores, que están acechando el regreso del
hayan caído tantas criaturas en ese abismo de asesino.
miseria! ¡Qué no haya podido la primera en las Fausto.- Aún te atreves...¡Pese sobre ti un mundo
agonías de su muerte, pagar por todos los demás de muerte y de ruinas, monstruo! Te digo que me
a los ojos de la eterna misericordia! El infortunio lleves a su lado, para que pueda liberarla.
de una sola es suficiente para helar hasta la Mefistófeles.- ¡Pues bien, te conduciré allí! En
médula de mis huesos, y tú sonríes cuanto a lo que pueda hacer por libertarla... ¿Soy
tranquilamente ante la desgracia de tantas otras. acaso, todopoderoso en la tierra y en el cielo?...
Mefistófeles.- Apenas estamos en el a b c de Adormeceré al carcelero, y te pondré en posesión
nuestro espíritu, cuando ya, como los demás de la llave; es preciso la mano de un hombre para
hombres, se te trastorna el juicio, ¿Por qué abrir las puertas: encárgate tú. Yo esperaré con
caballos mágicos, prestos a llevarlos a los dos. Eso estaba a mi lado y ahora está lejos: desaté la
es todo lo que puedo hacer, pero debo decirte guirnalda y el viento esparció las flores. ¿Qué te
que sólo una mano amiga puede libertarla. Por mi he hecho? No dejes que te suplique en vano.
parte sólo podré vigilar, disponer los caballos Fausto.- ¡Cómo resistir a tanta pena!
encantados y poner en salvo. Margarita.- Estoy eternamente en tu poder;
Fausto.- ¡Partamos, pues! permíteme dar el pecho a mi hijo; toda esta noche
LA NOCHE, CAMPO RASO le he estado meciendo en mi seno, y luego me ha
(Fausto, Mefistófeles, galopando en negras quitado para atormentarme, diciendo ahora que
cabalgaduras) soy yo quien lo ha muerto.... Nunca recobraré mi
Fausto.- ¿Qué objetos serán aquéllos que se alegría.... Cantan canciones sobre mí... ¡Son muy
mueven alrededor de esa horca? malos!...
Mefistófeles.- Ignoro lo que guisan . Fausto.- (arrojándose a sus pies). A tus plantas
Fausto.- Van y vienen, suben y bajan. tienes a tu amante, que viene a romper tus
Mefistófeles.- Es una asamblea de brujas. horribles cadenas.
Fausto.- Siembran y consagran. Margarita.- (arrodillándose también). Sí, sí,
Mefistófeles.- ¡Pasemos! ¡Pasemos! pongámonos de rodillas para implorar a los
santos…. ¡Ves, bajo estas gradas y sobre el umbral
UN CALABOZO de esa puerta, las calderas hirviendo del infierno?
(Con un manojo de llaves en una mano, una ¿Ves al maligno que rechina los dientes de cólera
lámpara en la otra, de pie ante una puertecilla de y hace un espantoso ruido?
hierro) Fausto.- (en alta voz). ¡Margarita! ¡Margarita!
Fausto.- Hace mucho tiempo que no había Margarita.- (prestando atención). Es la voz de mi
experimentado un horror tan profundo. Toda la amante, (Se levanta y le caen las cadenas).
miseria de la humanidad me asalta. Aquí es donde ¿Dónde está? Él era quien me llamaba, y desde
ella habita, detrás de este húmedo muro. ahora estoy libre; ya no hay quien pueda
¿Cuál fue su crimen? Una dulce ilusión. ¡Tiemblas detenerme. Quiero correr a sus brazos y
al acercarte a ella! ¡Temes volver a verla!... descansar en su pecho. ¡Margarita ha dicho,
Entremos; mi vacilación no hace más que acelerar desde el umbral de la puerta, y en medio de los
su muerte (Separa una llave del manojo). aullidos y estruendos del infierno, a través de la
Se oye cantar dentro del calabozo. “Después de amarga ironía del Demonio! ¡He reconocido su
haberme dado muerte y comídome mis bárbaros dulce voz, su voz tan cariñosa!...
padres, arrojó mi pobre hermanita mis hondos Fausto.- ¡Soy yo mismo!
huesos al pie de un viejo sauce, junto al cual Margarita.- ¡Eres tú! ¡Ah! ¡Torna a decírmelo! (Le
corría un manso arroyo, en un sitio húmedo. abraza) ¡Es él! ¿Qué se han hecho ahora todos los
Apenas había transcurrido un mes, cuando me vi tormentos, todas las angustias y la agonía de los
convertida en pajarito de los bosques. ¡Y vuela, y calabozos, y el peso de mis cadenas?
vuela!” ¡Eres tú que vienes a salvarme; estoy ya salvada!
Fausto.- (abriendo la puerta). ¡Cuán lejos está de Vuelvo a ver la calle en que te vi por primera vez:
creer que su amante la busca, que oye el rumor está allí; Y aquí el hermoso jardín en que Marta y
de sus cadenas y hasta el crujir de la paja sobre yo te esperábamos.
que está acostada! (Entra) Fausto.- (tratando de llevársela). ¡Ven conmigo,
Margarita.- (recostada en su lecho, procurando ven!
ocultarse). ¡Ah! Ya vienen por mí…. ¡Muerte Margarita.- No, quédate. Estoy tan gustosa a tu
espantosa! lado. (Le abraza)
Fausto.- (en voz baja). ¡Silencio! Vengo a salvarte. Fausto.- ¡Sígueme! Date prisa, porque no hay
Margarita.- (arrastrándose hacia él). Si eres momento que perder si no queremos pagarlo muy
hombre, compadécete de mi infortunada suerte. caro.
Fausto.- Tus gritos van a despertar a los Margarita.- ¡Qué es eso! ¿No puedes ya
guardianes. (Procura quitarle las cadenas). abrazarme? ¿Es posible, amor mío, que en tan
Margarita.- (arrodillada). Verdugo, ¿quién te ha poco tiempo hayas perdido la costumbre de
dado tanto poder sobre mí? ¿Vienes a buscarme abrazarme? ¿De qué procede esta inquietud,
ya, a media noche? ¡Ten piedad de mí y déjame cuando en otro tiempo bastaba la menor de tus
vivir, siquiera hasta mañana por la mañana! No es palabras o una sola de tus miradas para
mucho lo que te pido. (Se levanta) ¡Soy aún tan transformar mi alma en un cielo? ¡Abrázame, o yo
joven, tan joven, y ya me espera la muerte! Era yo te abrazaré primero! (Le hecha los brazos al
tan hermosa, que esto fue mi perdición; mi amigo cuello) ¡Cielos! Tus labios están mudos y fríos.
¿Qué ha sido de tu amor? ¿Quién me le ha Margarita.- ¡Si hubiésemos podido cruzar la
arrebatado? (Se separa de él). montaña, habríamos hallado a mi madre sentada
Fausto.- Ven, sígueme, dulce amiga; ten valor. ¡Te en una piedra! ¡Qué frío siento en la nuca!... Allí
amo con frenesí, te amo con furor! Sólo te pido mi madre está sentada en una piedra, moviendo
que me sigas. la cabeza, pero sin hacerme ninguna seña, ni
Margarita.- (Fijando su vista en él). ¿Luego eres mirarme, después de haber dormido tanto
tú? ¿Estás seguro de ser tú? tiempo. ¡No despierta!... ¡También dormía
Fausto.- Ven, ven, porque es la noche cada vez durante nuestros deleites! ¡Dichosos tiempos!
menos obscura. Fausto.- Puesto que ni los lloros ni los ruegos nada
Margarita.- Maté a mi madre y he ahogado a mi pueden en ti, yo sabré llevarte fuera de aquí.
hijo, que lo era también tuyo, y eres tú! Apenas lo Margarita.- ¡Déjame! ¡No sufriría la violencia; no
creo. Dame tu mano para que me convenza de pongas sobre mí tus manos homicidas; no me
que no es esto un sueño; dame tu mano querida. cojas así.. Recuerda que yo lo hice todo por
¡Oh! ¡Está húmeda; enjúgale! Me parece que está complacerte!
ensangrentada. ¡Dios mío! ¿Qué has hecho? Te Fausto.- Empieza a rayar el alba. ¡Amiga mía, mi
suplico que envaines esa espada. dulce amiga!
Fausto.- No tiene remedio lo pasado; deja de Margarita.- ¡El día! ¡Sí, se hace de día! ¡El último
pensar en ello. ¿Quieres, pues, que yo muera? día de mi vida! Debía de ser el de mi boda. No
Margarita.- No; es preciso que sobrevivas. Voy a digas a nadie que has estado junto a Margarita.
nombrarte los sepulcros que has de mandar ¡Ah! ¡Mi corona! ¡Ya está hecho ceniza! Nos
elevar mañana. Dedicas a mi madre el mejor sitio; volveremos a ver, pero no el baile. La multitud se
pon a mi hermano cerca de ella; a mi padre... pero agrupa, sin que basten ya a contenerla la plaza y
no muy lejos y a mi derecha a mi hijo. Estar las calles. La campana me llama y la vara de la
siempre a tu lado era para mí la mayor ventura; justicia se ha roto, cuando de este modo me
pero no sólo no he dejado de desearla, sino que sujetan y me encadenan; heme aquí ya en el
hasta creo que me violento para acercarme a ti, camino del patíbulo. Todos tiemblan a la vista de
por temor a que me rechaces. Y sin embargo eres la fatal cuchilla que pende sobre mi cuello. He
tú ¡Y me miras con tan dulce ternura! aquí un pueblo, mudo como un sepulcro.
Fausto.- Ya ves que soy yo; ven conmigo. Fausto.- ¡Ah! ¿Por qué he nacido?
Margarita.- ¿Fuera? Mefistófeles.- (Presentándose en el umbral). Salid,
Fausto.- A la libertad. o estáis perdidos. ¡Dejaos de vanas palabras y de
Margarita.- No debo partir. ¡Para mí no hay una desesperación estéril! Mis caballos se
esperanza! ¿De qué me serviría huir? Mis impacientan, y el alba despunta en el horizonte.
guardianes me acechan. ¡Y cuán miserable suerte Margarita.- ¿Quién sale de la tierra? ¡Es él! ¡Es él!
no sería la mía, si me viera reducida a mendigar, Arrójale de aquí. ¿Por qué entra en este sagrado
con la conciencia intranquila por mi delito! ¡Qué lugar?... ¡Viene por mi alma!
horrible destino, si tuviera que huir a tierra Fausto.- ¡Es necesario que te salve, que vivas!
extraña! ¡Y no dudes que acabarían por Margarita.- ¡Justicia de Dios, a ti me encomiendo!
apoderarse de mí! Mefistófeles.- (a Fausto) Ven o te abandono con
Fausto.- ¡Pues me quedaré a tu lado! ella.
Margarita.- ¡Pronto, pronto, salva a tu pobre Margarita.- ¡Tuya soy, Padre celestial! ¡Sálvame!
hijo!.... Parte, toma en seguida la carretera, a lo ¡Ángeles, legiones santas, acudid en torno mío
largo del cañaveral, sigue después el sendero para defenderme! ¡Enrique me causa miedo!...
hasta el fondo del bosque y no te detengas hasta Mefistófeles.- (a Fausto) ¡Por aquí! ¡Conmigo!
el estanque que se encuentra más allá del ¡Ven!... (desaparece con Fausto).
pequeño puente de madera, donde le encontrarás Voz lejana.- (que se va debilitando gradualmente).
luchando aún para salir del agua. ¡Sálvale, sálvale! ¡Enrique! ¡Enrique!
Fausto.- Vuelve en ti. Da un solo paso y eres libre.

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