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ESTUDIOS BÍBLICOS EN 1

COMUNIDAD
Mar Rojo al Río Jordán Lección 14—Levítico 1–7

Dios Enseña a Israel a Adorar


¡Memoriza la VERDAD!
“Sin derramamiento de sangre no hay perdón” Hebreos 9:22b.
DÍA 1: Levítico 1—El Holocausto
1. ¿Qué tipo de animales permitía Dios que se ofrecieran como holocausto?

2. ¿Qué dijo Dios acerca de cada uno de los siguientes temas en relación con los holocaustos?
a. El propósito del holocausto (versículo 4)

b. ¿Qué parte del animal debía ser consumido sobre el altar (versículos 9, 13, 17)

c. El efecto que tenía sobre Dios al recibirlo (versículos 9, 13, 17)

3. ¿Qué detalles del pasaje sugieren que tanto los ricos como los pobres debían participar para ofrecer
holocaustos a Dios?

DÍA 2: Levítico 2—La Ofrenda de Cereal


4. Describe cada una de las tres maneras en las que se podía hacer la ofrenda de cereal.
a. 2:1-2

b. 2:4-8

c. 2:14-15

5. ¿Qué se hacía con la parte de la ofrenda que no se quemaba sobre el altar?

6. ¿Qué se debía agregar al cereal cuando era ofrecido a Dios? ¿Qué se debía omitir?

¡Aprende la VERDAD!
Dios ya no exige holocaustos. Jesús cumplió todos los requisitos de los sacrificios. Sin
embargo, quizá podrías pensar en alguna manera de hacer una ofrenda especial simbólica para
Dios. ¿Cómo podrías hacer esto? ¿Qué significaría para ti? Prepárate para hablar sobre esto
en tu Grupo Pequeño.

DÍA 3: Levítico 3:1-17; 7:11-21—La Ofrenda de Paz


7. Según 7:12, ¿para qué caso específico pudiera presentarse una ofrenda de paz? ¿Qué se debía agregar para
tales ocasiones?
8. ¿Qué advertencia estricta se dio en 7:26-27? (Véase también 17:11.)

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Del Mar Rojo al Río Jordán – Lección 2
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9. Las ofrendas de cereal y de paz no se requerían para el pecado. Eran ofrendas voluntarias para Dios. ¿Por qué
crees que las personas hacían estas ofrendas? ¿Qué crees que significaban para los adoradores?

DÍA 4: Levítico 4:1–5:13—La Ofrenda por el Pecado


10. Según 4:2, ¿qué clases de pecados requerían de las ofrendas que se describen aquí en el capítulo 4?

11. ¿Qué tipos de personas pudieran necesitar hacer esta ofrenda, según los siguientes versículos? ¿Qué
clase de ofrendas se requerían de cada uno?
a. 4:3

b. 4:13-14

c. 4:22-24

d. 4:27-33

12. ¿Qué pensamientos y sentimientos tienes al considerar cómo ve Dios el pecado no intencional?

DÍA 5: Levítico 5:14–6:7—La Ofrenda Expiatoria


13. Si una persona ha pecado inadvertidamente contra “las cosas santas del SEÑOR,” ¿qué ordenó Dios?

14. Según 6:2-3, ¿de qué otras maneras podría una persona cometer “una falta y pecar contra el SEÑOR”?

15. ¿Qué tipo de restitución se debía hacer por el daño ocasionado a otra persona? ¿Qué te dice este requisito
respecto al concepto que Dios tiene de nuestras relaciones con otras personas?

16. Hebreos 10:10 dice que “somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y
para siempre.” Dios ya no nos pide que ofrezcamos sacrificios de animales por nuestros pecados. ¿Qué reacción
despierta en tu corazón esta maravillosa verdad?

¡Aplica la VERDAD!
Para Dios es importante que estemos en una correcta relación con Él y con otras
personas. Ya no es necesario que sacrifiquemos animales cuando pequemos contra
Dios. Jesús fue el sacrificio supremo, ofreciéndose a Sí mismo por nuestro pecado. No obstante,
cuando pecamos contra nuestro prójimo, sigue siendo nuestra obligación arreglar las cosas. Eso
no ha cambiado. Pide a Dios que te muestre si has dañado a otra persona intencional o no
intencionalmente. Si Él te muestra algo, pregúntale cómo hacer restitución. Luego hazlo. ¿Cómo
afectará esto tu relación con la otra persona? ¿Con Dios? Prepárate para compartir sobre esto
con tu Grupo Pequeño.

DÍA 6: Participa en Clase


Del Mar Rojo al Río Jordán – Lección 3

Lección 14 Comentario
14

Dios Enseña a Israel a Adorar


Levítico 1–7
El pueblo construyó el tabernáculo como Dios lo había ordenado. La gloria del Señor lo llenó. Sin
embargo, el pecado del pueblo aún les impedía tener comunión con Dios. Seres humanos pecaminosos no
pueden acercarse a un Dios santo sin un sacrificio. Dios les enseñó a los israelitas cómo santificarse, por
medio de ofrendas, para que pudieran adorarle a Él.
Ofrendas Voluntarias
Holocaustos. Como da a entender el nombre, el holocausto era totalmente consumido por el fuego (excepto
la piel, que se entregaba a los levitas). La ofrenda podía ser un toro joven, un cordero, una cabra, una tórtola
o una paloma, dependiendo de los recursos que tuviera el adorador. El animal tenía que estar perfectamente
sano y sin defecto. Ofrecer a Dios cualquier cosa que no fuera de lo mejor sería un insulto terrible.
Cuando el adorador colocaba su mano sobre la cabeza del animal, se identificaba con el castigo que el
animal estaba a punto de sufrir. En efecto, era como si el adorador dijera: “La muerte que este animal está
a punto de padecer, debía ser la mía, pues yo soy culpable ante mi Dios santo.” Estas ofrendas servían
como recordatorios constantes de que el pecado requiere de un sacrificio. Los animales ofrecidos en el
tabernáculo satisfacían ese requisito. Sin embargo, no podían resolver el problema más grande de la
relación eterna del humano con Dios. Se necesitaba mucho más que la sangre de animales para
reconciliar con Dios a hombres y mujeres caídos. Eso solamente podía ocurrir por medio del sacrificio
del perfecto Cordero de Dios, Jesucristo, el Hijo de Dios.
El holocausto, como todas las ofrendas en Levítico, nos señalan a Jesucristo. Jesús mismo fue un
holocausto. Él se ofreció en Su totalidad como un sacrificio por nuestro pecado. Él entregó todo Su cuerpo
al Padre (véase Hebreos 10:10). Dios quiere que nosotros nos entreguemos por completo. Sin Cristo,
seríamos totalmente consumidos como castigo por nuestro pecado. En respuesta a lo que Él ha hecho,
nosotros nos podemos entregar por completo a Él (véase Romanos 12:1-2), sin reserva alguna.
Ofrenda de cereal. La única ofrenda no animal que se ofrecía en el tabernáculo era la ofrenda de cereal.
También se conocía como la ofrenda de flor de harina. El grano, probablemente de trigo o de cebada, se
usaba para hacer panes o tortas. La ofrenda de grano debía cubrirse con aceite e incienso. El incienso
produciría un “olor grato para el Señor.”
Igual que con el holocausto, sólo lo mejor era aceptable. Dios requería “las primicias,” lo mejor de lo que
tuviera el pueblo. El pan no podía contener nada de levadura ni miel. Sin embargo, sí debía contener sal.
Una vez preparada, la ofrenda no se quemaba por completo. Una parte de la ofrenda, la “ofrenda
memorial,” se quemaba, pero los sacerdotes consumían el resto.

Piensa en las ofrendas voluntarias a Dios. La ofrenda de cereal no hacía expiación por
el pecado. No se requería de nadie. Simplemente era un regalo para Dios. Asociado a
la cosecha, ayudaba a los adoradores a expresar su gratitud por la generosa y fiel
provisión de Dios. La adoración no es únicamente asunto de dar lo que se requiere—se trata
de dar a Dios porque deseamos hacerlo, en vista de toda Su bondad para con nosotros.

Como esta era la única ofrenda que no requería de muerte, los eruditos asocian la ofrenda de cereal con la
vida pura de Cristo. El esfuerzo invertido en moler el grano para hacer harina sirve como símbolo de la
devoción de Cristo a la voluntad de Su Padre. El aroma fragante del incienso pudiera representar las
oraciones de Jesús al Padre. Se considera que el aceite simboliza la presencia del Espíritu Santo.
La ofrenda de paz. A diferencia de las demás ofrendas, se le permitía al adorador consumir una porción de
la ofrenda de paz (o de comunión) durante un tiempo de comunión con el Señor. El tipo de animal que se
ofrecía variaba, pero en cada ocasión, la sangre, la grasa y los riñones se presentaban a Dios. El sacerdote
recibía el pecho y el muslo derecho como su porción. Lo demás se asaba sobre el altar y se devolvía, para
que lo disfrutara el adorador en una comida de comunión con su familia y sus invitados.
La última cena de Jesús con Sus discípulos fue simbólica porque era una cena de Pascua, y Él era el
cordero pascual. También fue simbólica como una ofrenda de comunión. En las últimas horas de Su vida,
mientras se preparaba para ser la ofrenda suprema de una vez por todas, Jesús se sentó con Sus amigos
más íntimos y compartió una cena con ellos.
Del Mar Rojo al Río Jordán – Lección 4
14
Piensa en la comunión con Dios. La ofrenda de paz invitaba al pueblo de Dios a adorarle
alrededor de una mesa. Dios recibía parte del sacrificio, y los adoradores disfrutaban lo
demás. Jesús frecuentemente compartió comidas con Sus discípulos. Y aún ahora, Él
invita a todos a “abrir la puerta de su corazón para que Él pueda entrar a él y cenar con él y él
conmigo” (Apocalipsis 3:20). Nosotros no adoramos a un Dios distante, lejano y apartado de
nosotros. Adoramos a un Dios que anhela acercarse a nosotros para tener comunión.

Ofrendas Obligadas
Ofrenda por el pecado. Mientras las primeras tres ofrendas descritas en Levítico eran opcionales, las
últimas dos no lo eran. Se requería que cada israelita hiciera una ofrenda por el pecado para cubrir
cualquier violación inadvertida de la ley de Dios. Los pecados intencionales se castigarían más
severamente (véase Números 15:30), pero Dios sabía que frecuentemente el pueblo pecaría sin saberlo.
Si el sacerdote o la nación entera pecaba, la ofrenda era compleja y costosa. Los sacerdotes llevaban parte
de la sangre al interior del tabernáculo. Sacaban al toro mismo del campamento y lo quemaban en una
fogata. En el caso de una violación cometida por la comunidad entera, los ancianos servían de
representantes. Al presentar la ofrenda por el pecado, los representantes colocaban sus manos sobre la
cabeza del animal, reconociendo que servía como sustituto. Las ofrendas por el ciudadano común y por
los líderes eran similares, aunque se requería que los líderes ofrecieran una cabra. Una persona común más
pobre podía usar un cordero, un ave o una ofrenda de harina como ofrenda. Dios impone a los líderes una
norma más elevada (véase Santiago 3:1).
La ofrenda por el pecado nos imparte una lección muy valiosa. Sea que intencionalmente violemos los
mandamientos de Dios o que cometamos pecados inadvertidos, Dios exige expiación. Pudiéramos vernos
tentados a comparar algunos pecados con otros y verlos como inadvertidos o pequeños, y por tanto no
importantes ante los ojos de Dios. Sin embargo, seríamos sabios si no nos concentramos en el tamaño de
nuestro pecado ni en la intención que esté detrás. Más bien, debemos concentrarnos en el tamaño del pago
que se tuvo que hacer por él. Todo pecado debe ser expiado—y Jesús hizo eso por su muerte en la cruz.
La ofrenda por la culpa. La ofrenda por la culpa hacía que el pueblo se concentrara en el daño ocasionado
por su pecado. Hacía restitución cuando alguien había dañado a otra persona. También restauraba la
relación de la persona con Dios mismo si el daño había sido ocasionado contra “las cosas santas del
Señor.” Esta ofrenda consistía de tres partes: (1) se ofrecía a Dios un carnero, (2) se hacía restitución por
la ofensa cometida, y (3) se agregaba a la restitución una sanción del 20 por ciento. Cualquiera que no
pagara podía ser vendido como esclavo a otro israelita (véase Éxodo 22:3). Dios quiere que amemos a
nuestro prójimo tanto como nos amamos a nosotros mismos (véase Levítico 19:18). La ofrenda por la
culpa enseñaba este principio de una manera práctica. El carnero sin mancha de la ofrenda por la culpa
presagia la manera en la que Jesús pagaría por todos los pecados del mundo y quitaría la culpa de todos
los que Le reciban (véase Isaías 53:6-7).
Estas cinco ofrendas, todas requeridas, señalan directamente a Cristo. Jesús no sólo cumplió los requisitos
para la adoración, sino que les dio significado. Él fue totalmente consumido por nosotros, como una
ofrenda que expía nuestro pecado. Él es el “cordero sin mancha ni arruga” (1 Pedro 1:19). Como la
ofrenda de cereal, Él es las “primicias” (1 Corintios 15:20). Él es nuestra “paz” (Juan 16:33). Él nos
ofrece comunión perdurable en la mesa del Señor (véase Apocalipsis 3:20). Él nos limpia (véase 1 Juan
1:7). En la cruz, Él cumplió perfectamente y satisfizo todos los requisitos de la ley y del culto. Nosotros
ya no practicamos los rituales de sacrificios del Antiguo Testamento porque nosotros seguimos a Cristo.

¡Personaliza la VERDAD!
Permite que la verdad de esta lección penetre profundamente en tu corazón.
¿Cómo habría sido tener que matar un animal cada vez que pecaras? Considera
el costo, la sangre, lo que sería que el público se enterara de tu pecado. ¿En qué ha
cambiado Jesús todo eso? Medita Su sacrificio por ti y lo que realmente significa. Pídele
que Él te ayude a amar y apreciarlo aún más por todo lo que Él ha hecho por ti.

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