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SÁBADO, 6 DE FEBRERO DE 2016

La Medida del Teide

Presentación libro
La Medida del Teide
Por Juan Tous Meliá
Día 14 de diciembre de 2015.

El libro que se presenta es el resultado de varios años de investigación.

Mis contactos con el Teide se inician casi con mi llegada a las Islas el 2 de enero de 1964; preparé la primera subida al Pico en los primeros días de
septiembre.

Mi viaje de novios, en 1966, se inició con la estancia en el Parador. Mis hijos recuerdan con nostalgia las excursiones al Teide y los bocadillos a la sombra
de los pinos no autóctonos, ya desaparecidos, que nos protegían del sol. Allí subí con mis hijas para que hicieran los primeros experimentos de cremas
para la protección solar, mi hija Luisa, de piel muy blanca y delicada, hizo de conejillo de indias con las cremas que mi hija María José había formulado para
el Laboratorio Kosei que, hacía poco, había fundado con Juan Chico, su marido.

Fue en 2004 cuando inicié el presente trabajo con motivo de impartir la conferencia “El Teide en la cartografía del Siglo XVIII”, de la mano de Eustaquio
Villalba, el 14 de diciembre, dentro del ciclo El Teide en el siglo de la Ilustración, que se celebró los días 14 a 17 del citado mes y año, en la ermita de San
Miguel, de San Cristóbal de La Laguna; trabajo que debía haber salido a la luz en 2005 antes de que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad el 28 de
junio de 2007. No fue posible. Una serie de circunstancias lo impidió. Quizá la más importante fue que me faltaba información para que tuviera el rigor que
se debe exigir a un tema tan conocido como éste. El tiempo transcurrido me ha permitido darle un nuevo enfoque al trabajo, ampliando el horizonte del
Teide para dar cabida a su historia. Esta circunstancia me ha obligado a buscar un nuevo título para el trabajo. Para darle ese nuevo enfoque me ha sido
muy útil una nueva herramienta: Internet. Al utilizar el buscador para localizar la palabra «Teide», al momento aparecen más de 6.600.000 resultados y, sin
embargo, si la pregunta es «La medida del Teide» sólo aparecía una vez y, precisamente, en un trabajo que preparé el 28 de septiembre de 2001: Los
Jardines de Franchi y la medida del Teide. No tuve duda, ese sería el título principal de mi nuevo libro, al que he añadido el subtítulo «Historia: descripciones,
erupciones y cartografía».
***
Mis primeras visitas al Teide fueron como artillero, realizando ejercicios de tiro. Entonces descubrí por qué los garbanzos quedaban duros, debido a que el
agua no hervía a 100ºC sino alrededor de 90º.
Mis primeros contactos científicos se iniciaron un 13 de febrero de 1997 de la mano de José Montesinos y de un grupo de profesores de enseñanza
secundaria que visitaron el Museo de Almeyda; Montesinos, matemático, fue mi profesor de Topología dentro de la licenciatura de Matemáticas, carrera que
el estrés me impidió terminar, pues finalmente opté por concluir la de Ciencias Químicas.

El Teide y las descripciones: Una de las primeras fue la de Próspero Casola que, posiblemente, realizó en 1588. Una descripción curiosa por sus
fuentes es la que hicieron Verdun de la Crenne, Pingré y Borda en su viaje de 1771 y 1772, de ella dicen que la guía para escribirla fue una “Relación
Española”, sin duda, la de Machado.
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Ciencia:
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de los científicos y detectar
medir suyaltura:
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Por trigonometría, por nivelación y por barómetro/termómetro. Robert Boyle
sugirió que podía usarse el barómetro para medir la altura de las montañas. Era miembro de la Royal Society de Londres, de ahí surge la anécdota de
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“Pesar el aire”. Después, vinieron Feuillée, Hernández, Borda y Varela, etc.
· La geología, Humboldt, Cordier, von Buch y Smith, Lyell, Hartung, Fritsch y Reiss
· El clima: meteorología y climatología: Edmund Halley, estudió los vientos alisios y los relacionó con Canarias (1686) donde pudo recalar en 1678; William
Ferrel (1856) Karl von Fritsch (1864); Öhrwall y Hultcrantz estudiaron las nubes en 1884; Ralph Abercromby en 1887.
· La Biología, y dentro de ella La Ecología (Ernst Haeckel, 1867).
· La Astronomía, el primero fue Torriani que subió con un astrolabio; después quisieron subir los franceses Varin y Deshayes (1682), pero no fueron
autorizados. Como científico, los primeros experimentos los realizó Piazzi Smyth en 1856.
· La Salud, Alison, enfermo (1827-28), a la vez que se curó realizó experimentos con la temperatura y la presión atmosférica. Otro gran estudioso fue
Belcastel (1859) con la intención de curar a su hija enferma y después el doctor William Marcet (1878).

Anécdotas:
Carl August Bolle visitó las islas de noviembre de 1851 a 19 octubre de 1852 y de 26 de febrero de 1856 a finales de octubre. Se pateó las Cañadas y dio a
conocer “El sol de los Muertos”. En uno de sus escritos en un suelto decía: “Mucho bicho cría la tierra”
Esmeralda Cervantes [Clotilde Cerdá y Bosch] “Destapando unas botellas de espumoso Champagne, bridamos por nuestra querida España” al amanecer
del 4 de agosto de 1880.

178 imágenes ilustran el libro, de las que 37 son en color:

La primera, “Michael Arcángel veni in adjutorium populo dei. Thenerife me fecit” Otras imágenes de gran valor documental son: “La erupción de
Garachico”, facilitada por Daniel Fernández Galván. O, la medida idealizada de Borda, realizada con el enlace de las vistas de Pierre Ozanne de “La Paz” y
de los “Jardines de Franqui”. También son dignas de destacar las imágenes de la erupción del Teide realizadas por Luis de la Cruz, el 3 de julio de 1798.
El libro termina con una página en blanco, la 688, para colocar en ella la imagen “Vista del Teidet” (errata incluida) publicada en El Atlante de 1837, si
algún día aparece.
***
El prólogo del libro termina diciendo “para poder decir a los cuatro vientos que el Teide mide:

3.715,583 m
A pesar de ser la montaña más alta de España, el Teide no tiene ni hito, ni placa, pues ésta está situada a 3707,250 metros es decir algo
más de 8 m más baja. Mi propuesta es que se construya un prisma cúbico con el hito reglamentario que tienen los vértices geodésicos
y, al ser históricamente el faro del Atlántico que guiaba a los navegantes en la antigüedad, iluminarlo con un gran LED alimentado
con energía solar.
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El libro fue presentado por los geógrafos Fernando Martín Galán y Eustaquio Villalba Moreno, el lunes 14 de diciembre de 2015, con asistencia de público.

De izquierda a derecha Eustaquio Villaba (presentador), Juan Tous (autor), Fernando Martín Galán (presentador) y Lázaro Sanchez-Pinto (preside)

Se reproduce las dos intervenciones.


Primera intervención:

"LA MEDIDA DEL TEIDE"


Por Fernando Martín Galán, geógrafo
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y solucionar su "extenso mensaje" viva una hermosa singladura por las aguas que
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habrá de atravesar.
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Hace 53 años, en 1962, una mañana de julio muy luminosa me tope de sopetón con el Teide. Unos quince muchachos de Gran Canaria y menores de 15 años
contemplamos una mole descomunal elevada hacia el cielo y rematada en un vértice delante de nuestros ojos. Jamás había sentido nada igual, ni en directo ni
por televisión, que en Canarias no existía.
Tenía 14 años , formé parte de una pequeña expedición de unos boys scouts del colegio Corazón de María de Las Palmas, con nuestro jefe el claretiano Claudio
Riol, y que habíamos tenido la ocurrencia casi temeraria —por nuestra inexperiencia— de hacer viaje a TF para subir al Teide: por aquél entonces lo único que
sabía era que se trataba del pico más alto de España, sin ocuparme de si era con o sin la Península.
Nuestra "entendida" expedición, como aquellas otras que lo fueron de verdad y que están recogidas en este libro, llegó al muelle de la Farola del Mar y
directamente tomó rumbo en dirección a la meta. Primero hasta el pueblo de La Esperanza en guaguas y desde allí ya caminando, con mochilas muy cargadas y
en mi caso con unas botas "Chirruca" estrenándolas, hasta la base del Teide, lo que nos ocupó dos jornadas. ¡Y gracias a los camiones de los pinocheros que, si
no, chiquito desastre de expedición!
Con pena, yo fui la única baja de los grancanarios porque el mal estado de mis pies me impedía el ascenso, en mi compañía quedó otro expedicionario de mi
edad, el santacrucero Paco Nóbregas, que estaba igualmente destrozado. Con el atardecer la expedición partió y nosotros a esperar a ver lo que pasaba.
Recuerdo muy bien que me quedé ante aquel desierto absoluto, en medio de un silencio eterno y con una noche de negro azabache encima perforada de
infinitud de confetis blancos. Acurrucados en el portal exterior de la Casa Forestal cercana al Portillo, a esperar el amanecer. Con la ocasión de la lectura del
libro de Tous he pensado que aquél día yo era una "hoja en blanco" que se encontraba frete a frente con el Pico y todo su espectacular paisaje. Imborrablemente
emocionante.
Muchos interrogantes no tuvieron la más mínima respuesta, se quedaron abiertos y pendientes: ¿qué era aquello tan gigante?, ¿dónde me hallaba?, y allá arriba
¿qué habría, podrá existir vida?, y todo esto de aquí abajo ¿para que se emplea?
Se pasó la noche, la expedición regresó muy contenta pero machacados y nuestro viaje continuó por un total de 6 días, a La Orotava, Puerto de la Cruz,
Tacoronte y nuevamente desde la Farola del Mar y en un vapor quizás el "Viera y Clavijo" o el "La Palma", en 8 horas de viaje nocturno y en alojamiento "de
cubierta", finalmente y con la salida del sol atracábamos en el muelle de Santa Catalina, en las aguas de La Isleta.
Cuando terminé de leerme y estudiarme esta obra del maestro Tous —en una primera aproximación—, reflexioné que habían transcurrido 53 años de separación
de aquél tiempo y que ahora ya he vivido una buena parte del recorrido de mi vida. Con el libro abierto ante mis ojos y frescas las expediciones al Pico, me era
interesante responder a una pregunta curiosa: ¿qué pienso, ahora, qué es el Pico de Tenerife? Trascendiendo su gran importancia física, todo lo particular que es
abundante, lo valioso para cada ámbito de las ciencias ..., más allá de su sobrecogedora semblanza colosal en medio de su paisaje telúrico: después de tantos
años y con lo algo que ahora pueda saber sobre ello, me respondería que es un excepcional hito geográfico-social, cultural y planetario, que atesora un
patrimonio sublime de la capacidad de generación de esfuerzos y de creación intelectual del ser humano, para alcanzar nuevos conocimientos. Parecen palabras
que se las llevara el viento, pero es una verdad esencial. Y esto precisamente es lo que envuelve a todo el contenido del libro.
El coronel de Artillería y Licenciado en Ciencias Químicas JTM nos ha engendrado esta criatura de 688 pp. y de 215 figuras, en forma de formato manual de
libro, encuadernado sin lujo.
En este caso como en muchos otros, este libro no vale lo que pesa. Es que como producto de conocimiento es impagable. Este trabajo de estudio y esta
publicación no tienen precio. Y sirvan para ver que no exagero, que en este abultado y dignamente editado libro, más allá de la persona JTM sólo ha existido la
imprenta PUBLIDISA de Sevilla, que puso el papel, la tinta, la maquinaria y encuadernó. Todo lo demás que es muchísimo es del maestro Tous, como autor-
investigador durante algo más de diez años, traductor, preparador de imágenes, financiador, maquetador, editor, gestor, corrector y distribuidor.
Por fortuna ha contado generosamente con su familia, con su compañera de vida María Luisa Fajardo Sánchez, con amigos escuchadores, asesores ocasionales a
los que consultar, con archivos e instituciones cartográficas de España.
En 1958 en su capítulo XXII, "EL VOLCÁN", la escritora Dulce Mª Loynáz Múñoz, cubana de La habana, en su muy conocido libro "Un verano en Tenerife"
escribió:
"No es fácil ya escribir sobre el Teide, y yo desde el principio me propuse no hacerlo. ¿Qué novedad podría contarse hoy sobre este coloso en cuya nevada cima
convergen desde tiempo inmemorial las más diversas plumas?
Geólogos, geógrafos, viajeros, hombres de ciencia y hombres de aventura, pintores, poetas y ensayistas, cuanta gente se asisten en este mundo de cálamo y
pinceles, en llegando a su vera se han puesto a trasladar al lienzo o al papel la impresión que el volcán dejara en ellos.
[...]
Mil metros más bajo que el volcán japonés, su forma, sin embargo, no cede a la de aquel en elegancia: si el Fusiyama es más esbelto, el Teide es más redondo,
más suave de línea, y ofrece sobre aquel —y creo que sobre todos los que existen— la ventaja de erguirse sólo, esto es, limpio de horizonte, libre de sierra y
picachos adyacentes".
Pero Tous, con sus más de 26 libros o trabajos a cuesta de temáticas muy variadas, es un autor investigador vocacional y hoy nos regala una obra nueva, como
antología y estudio compendiador. En nuestras Islas, y entre nuestro estudiosos, desde D. E.R. Svensson Sventenius en 1946 con su Notas sobre la Flora de las
Cañadas de Tenerife, o D. Alejandro Cioranescu en 1960 con su trabajo sobre Alejandro de Humboldt en Tenerife, o D. Telesforo Bravo en 1962 con el suyo
sobre El Circo de las Cañadas y sus dependencias, hasta el año actual, el volumen de trabajos sobre el Teide y la región de montaña de Tenerife ha sido muy
numeroso, tanto en el terreno de las diferentes disciplinas científicas sobre la Naturaleza, como en las de la Historia, o en la Literatura y otros campos.
Investigadores o autores como José Luis García Pérez, Araña, Coello, Carracedo, Herrera Piqué, González Lemus, Villalba Moreno, Hernández González,
Ledesma Alonso, Pisón y Quirantes, Sánchez García, Méndez Pérez, José Javier Hernández, y un largo etc. han puesto sus talentos al servicio de este tema y a
ellos este libro de JTM también se suma con todo mérito científico.
"La Medida del Teide. Historia: descripciones, erupciones y cartografía" pareciera que va a estar mayormente dedicado al estudios de las prácticas y técnicas
de la medición de la altitud del afamado Pico de Tenerife. Y sí, es la persecución por conseguir esa medición correcta por pate de científicos hidrógrafos y
geógrafos, es el hilo conductor externo o epidérmico que atraviesa todo el estudio. Pero es muchísimo más. En realidad lo que este libro aborda, además de lo
recién citado —con ser muy importante en sí y por sus consecuencias—, es esa realidad tangible como "gran montaña Pico de Tenerife" pieza de un sistema
insular atlántico, ese es para mí el objeto central de esta obra. De su lectura cabe hallar respuestas a la cuestión de: esa elevación extraordinaria que crece desde
el mar, cómo ha contado en la historia de la Ciencia entre los siglos XV al XIX.
Por sus páginas pasan geógrafos, marinos, geólogos, botánicos, zoólogos, hidrógrafos, meteorólogos, ingenieros, militares, cartógrafos, arquitectos,
exploradores o aventureros, astrónomos, miembros de la realeza, mujeres, médicos, turistas, mercaderes, etc. A cada escala o visita, con ascenso o no al Pico, se
destina un aparatado en el que se presentan datos esenciales sobre el personaje, noticia del momento histórico, medios con los que se pudo contar, rasgos de la
sociedad local, trabajos de estudio que se efectuaron, etc. Se acompañan extractos de las páginas donde se muestra lo que el personaje comunica, su
transcripción en su lengua original y suele concluir con concisas biografías de las figuras destacadas.
Ello está acompañado de ilustraciones normalmente extraídas de las mismas obras de las que los personajes son sus autores o de Memorias y documentos
visuales que por sí mismo informan mucho y el propio Tous se encarga de poner en aviso al posible lector.
Y es que el que se sumerja en esta obra y no le importe darse un baño de erudición, va a encontrar a un autor que no sólo es un historiador de la Ciencia, sino
que hallará a un bibliógrafo, a un matemático, un gestor de la información documentalista, o a un cartólogo. Son muchas las facetas que hacen al creador de este
estudio uno de nuestro actuales investigadores muy competente e importante.
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Todas hablan de lo mismo, la hondura
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Pero me gustan las aportaciones de distintos autores, muchas para mi ahora localizadas y disponibles a un golpe de lectura, legibles, traducidas, etc. Un
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Próspero Casola, un Marmaduke Rawdon, un Fray Juan García, un Machado Fiesco, un Quesada Chaves, un Fleurieu, un Borda, Valela y Ulloa, un Pierre
Ozonne, un Louis Bruno Gros, un Barnardo Cólogan Fallon, Un José María Siliouto y Ballester, un JJ Williams, un Robert Eduard Alison, un Fritsch, un
Hartung o un Reiss, o una Lady Anna Brassey, o nuestra Esmeralda Cervantes, entre muchos más que me parecen apasionastes.
Para ir terminando. Considero que para manejar a gusto esta obra yo diría que son aconsejables dos requisitos: procurar no tener premura de tiempo para poder
reparar en los muchísimos detalles; y cuente para una buena navegación por sus numerosos contenidos con una brújula mental que le permita ir hacia adelante,
hacer saltos, retroceder, comparar, verificar coincidencias, relacionar imágenes, maravillarse con los cálculos matemáticos, etc. o captar las apostillas del autor,
que las deja caer de vez en vez, sobre cómo ve cierto asunto o como autovalora su posición científica o cómo ha conseguido llegar a tal o cual dato revelador.
Fascinante.
Para el encuentro con este libro, que no es para profanos, a mi juicio se pueden seguir con gozo cuatro caminos:
Trabajárselo sesudamente, consagrándole esfuerzo, tiempo, estudiándolo y anotándolo. Siguiendo su discurrir cronológico.
Consultarlo puntualmente, por apartados escogidos o singularmente por autor o personaje con la ayuda del muy valioso índice onomástico. Se puede extender
en aquellas líneas temáticas que le apetece.
Puede también meterse en el libro a base de ojearlo a través de sus figuras o imágenes, preferible parsimoniosamente. Por su orden cronológico mejor, o sin
ninguno si le apetece, recreándose estética e informativamente. Cada imagen nos comunica mucho y los pie de ellas suelen tener datos y orientaciones que Tous
coloca para guiarnos en la explotación informativa del documento.
Y puede poner en práctica esos tres usos anteriores combinadamente.
Sí; les puedo comentar que háganlo como lo hagan, deberían quedar favorablemente desbordados una buena parte de las veces, por todo lo interesante que
hallarán y por las nuevas ventanas que se les abrirán hacia más conocimiento a profundizar.
¡¡¡Que lo disfruten estas Navidades y por Reyes Magos!!!
—Artillero, cartólogo e historiador Juan Tous: gracias por regalarme la oportunidad de asistir junto a todos ustedes esta tarde de satisfacción y descanso para su
autor. Mi reconocimiento a tu fecunda trayectoria y abundante labor creativa. Felicidades por culminar este costoso proyecto, por cuya razón colocas en el final
del colofón del libro: Laus Deo. Te deseo, además, que en no mucho tiempo tengas el gozo de concluir el libro, completando la página 688 o final.
Antes de callarme, y por si alguien pudiera oírme y conseguir que en estos tiempos la sociedad canaria exprese un reconocimiento a la Alta Cultura y fomente
presumir de ello. Ésta es una ocasión perfecta, el caso del coronel Tous, que se presuma culturalmente de él y se le dé el valor que corresponde a la Obra
General que ha levantado a lo largo de tantos años en Canarias, se lo merece y es de justicia.
Quiero tener todavía la esperanza de que mis instituciones públicas y mis autoridades en este Archipiélago encontrarán el tiempo y las ganas para materializar
este reconocimiento que engrandece a estas Islas. El timple, las papas, el juego del palo, la Virgen del Pino, el futbol, los macroconciertos, las Noches en
Blanco, etc. están bien, tienen que existir; pero la Ciencia en Canarias debe constar en el podio más elevado que tengamos y que nuestros convecinos sepan que
sirve y es útil para traernos mucho bienestar, pero para ello hay que facilitar el acceso hasta ella, con lo que ello conlleva de Educación de calidad.
GRACIAS POR ESCUCHARME.

Segunda intervención:

"LA MEDIDA DEL TEIDE"


Por Eustaquio Villaba Moreno, geógrafo

Buenas tardes.
Cuando don Juan Tous me llamó para proponerme como presentador de su libro, me sentí extraordinariamente honrado y, por supuesto, le dije que sí, que
podía contar con mi total colaboración. Conocí a don Juan en el año 1993, entonces era presidente de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza
(ATAN) y, como tal, pedí una entrevista con el director del recientemente creado Museo Militar de Canarias. Atan participaba en la organización del que fue
el último festival de cine ecológico del Puerto de la Cruz, y nos encargamos de las actividades complementarias, en concreto de los debates y de una
exposición que reflejara el papel de Canarias en la historia del conocimiento. Buscando asesoramiento y materiales recurrimos a los museos de la isla, pero
fue su colaboración la que hizo posible que la exposición fuera un éxito. Recuerdo perfectamente el estado de ánimo con el que acudí a la entrevista con el
militar que dirigía una institución del ejército. Vinculado a la lucha contra la dictadura desde mis años universitarios, tenía una opinión llena de prejuicios
sobre los militares y sobre el conjunto de las Fuerzas Armadas. La primera sorpresa fue la rapidez en contestarnos, la segunda fue conocer a don Juan
Tous: quedé impactado por sus conocimientos, su exquisita educación, su amabilidad, su disposición para asesorarnos y para facilitar material; su
aportación fue decisiva para que una exposición organizada por una asociación conservacionista pudiera llevarse a cabo con éxito.
Fue el comienzo de una amistad basada en mi admiración por sus conocimientos y sus trabajos de investigación en un área fundamental para la historia y
la geografía como es el de la cartografía. Gracias a su labor como investigador disponemos de los mapas, grabados e imágenes elaborados por los
cartógrafos para representar las islas. Sus publicaciones no son solo valiosas recopilaciones, incluyen detallados análisis que los convierten en pilares
fundamentales para el conocimiento histórico de las islas. Pero Juan Tous no se ha conformado con lo mucho que ha hecho y su jubilación como director
del Museo Militar, no supuso ningún freno a su enorme curiosidad intelectual. Bastaba picarle la curiosidad por un tema para que se interese por él y trate
de sacar la información oculta en los anaqueles de los archivos. Como conocía mi interés por todo lo relacionado con El Teide, cuando se tropezaba con
algún documento que suponía que me podía interesar lo fotocopiaba y me lo enviaba. Otra exposición me dio la ocasión para pedir su colaboración. Se
trataba de exponer documentación histórica, grabados, objetos y documentos históricos sobre el conocimiento en el devenir histórico de El Teide y celebrar,
además varias conferencias sobre el Teide. Amablemente y de forma desinteresada, como siempre, Juan Tous, fue uno de los ponentes y, para mi, la
ocasión perfecta para implicarle en un proyecto de gran envergadura como era sacar a la luz toda la documentación sobre las medidas del Teide y las
descripciones que nos han dejado del gran volcán de Tenerife, el Guayota, de los aborígenes.
Diez años después, una década de intensa búsqueda en archivos y bibliotecas las investigaciones de Juan Tous cobran forma en este esplendido trabajo
que, además, ha sido maquetado y editado por el autor, lo que lo engrandece como persona y como investigador, pero deja en mal lugar a editoriales e
instituciones públicas incapaces de apoyar un trabajo que no puede faltar en la biblioteca de cualquier amante de la historia de Canarias. “LA MEDIDA DEL
TEIDE. Historia: Descripciones, Erupciones y Cartografía” aporta numerosa documentación inédita, nuevas imágenes de las cumbres de Tenerife y todo
ello acompañado de acertados análisis críticos y breves, pero enjundiosas, biografías de los personajes protagonistas. Culmina el trabajo poniendo fin a la
vieja polémica que recorre la mayor parte de los relatos: la auténtica altura del Teide y que todavía hoy aparece con diversas alturas en los mapas y
folletos turísticos. Pidió a las instituciones que utilizaran las últimas técnicas disponibles y su tesón se vio coronado por el trabajo realizado por Grafcan,
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están organizadas detectarun y solucionar abusos.desde las primeras noticias conservadas de los primeros años
orden cronológico,
de la ocupación europea de las islas en los primeros años del siglo XV hasta finales del siglo XIX. Pero el hilo conductor del tiempo no le supuso un
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obstáculo para destacar las distintas miradas que viajeros, naturalistas, científicos o turistas, desde el ascenso protagonizado por mujeres a los de
geólogos, botánicos o astrónomos, facilitando con ello a los lectores la comprensión del papel del Teide en la historia del conocimiento.
La primera imagen impresa del Teide fue publicada en Amsterdam en 1596, unos años antes (el autor deduce que fue en 1588) se redactó el primera relato
de una subida al Teide. Gracias a Juan Tous podemos conocer que esta descripción de Próspero Casola ya ofrece el guión que encontraremos en otras
subidas posteriores como era la altura el volcán, la atmósfera a esa altura, la naturaleza del roquedo, las emanaciones gaseosas y los principales hitos del
ascenso como La Estancia (posteriormente conocida como de los ingleses), la cueva del hielo, La Rambleta o el cráter y el Pan de Azúcar que culmina el
volcán. El siglo XVII fue la centuria que vio nacer la ciencia moderna y los relatos recogidos en este libro permite al lector conocer que el Teide estuvo
presente en esta revolución cultural y tecnológica sobre la que se ha construido el mundo moderno. La primera sociedad científica del mundo, la Real
Sociedad de Londres, no solo habla del Teide en sus primeras publicaciones, también es el lugar elegido para probar un nuevo instrumento científico, el
barómetro inventado por Torricelli. Pero sería en el siglo siguiente, el de La Ilustración, cuando Canarias y en concreto, el Teide, se convertiría en un punto
clave para todas las expediciones científicas. Comenzaría con la medición hecha por el abate Feuillée y culminaría esta etapa Alejandro de Humboldt y,
entre ellos, destaca la de Borda, autor de la mejor medición del Teide. Toda esta información es analizada por Juan Tous con un análisis crítico que
evidencia su sólida formación científica y cartográfica.
La geología, la botánica, los estudios atmosféricos, los astronómicos en las cumbres de la isla marcan el siglo XIX, pero aparecen nuevas formas de ver El
Teide propiciado por la revolución de los transportes en la segunda mitad del siglo: la de los viajeros que se sienten atraídos por su belleza, por su historia o
como lugar propicio para remediar algunas enfermedades y, por eso, El Teide también ocupa un importante papel en el nacimiento de la industria turística.
El libro recoge los relatos de personajes claves en la historia de la ciencia, pero también el de personajes que nos han dejado descripciones del ascenso y
las emociones que experimentaron a esas elevadas alturas.
Particularmente interesante me parecieron –aunque esto tiene que ver mi interés por las aportaciones de los geólogos al conocimiento del volcanismo
canario– los relatos y el análisis del autor sobre los grandes investigadores de esta rama de la ciencia. Desde el primer estudio geológico llevado a cabo
por el amigo de Humboldt, Von Buch, a las aportaciones del padre de la geología moderna C. Lyell, pasando por los estudios de Fritsch, Hartung y Reiss
que les permitió elaborar el primer mapa geológico de Tenerife y establecer una estratigrafía que, en sus términos generales, sigue vigente. Este libro nos
permite seguir el recorrido de las interpretaciones geológicas, desde los cráteres de levantamiento de Von Buch, primera teoría que trataba de explicar la
formación de Las Cañadas, a la confirmación del origen exclusivamente volcánico de Tenerife hecha por Lyell después de haber estado en las islas. En la
segunda mitad del siglo estos mismos científicos propusieron una hipótesis sobre la formación volcánica de Tenerife que Juan Tous ha tenido el gran
acierto de incluirla en el libro pues este trabajo sentó las bases de todos los estudios posteriores. Su explicación sobre la formación de los valles de La
Orotava y Güímar: “De la manera que fueron depositados los productos eruptivos en diferentes épocas, derivó no tan solo la forma general de estas
regiones (en forma de cúpula o de cumbre extendida), sino que también la formación de depresiones entre las alturas, algunas de las cuales fueron
posteriormente rellenadas, mientras que se han conservado hasta nosotros las de Güímar, Taoro, Icod, etc.)”. Esta hipótesis estuvo vigente hasta las
postrimerías del siglo XX cuando nuevos datos confirmaron la hipótesis de Bravo que explica estos valles como resultado de deslizamientos gigantesco
que han dejado esas grandes cicatrices en las laderas de la isla.
Dedicar un apartado a recopilar los ascensos al Teide protagonizado por mujeres es una clara muestra del talante del autor y, gracias a su trabajo,
podemos leer relatos tan interesantes como el protagonizado por la concertista de arpa Clotilde Cerdá y Bosch que llevó como nombre artístico el de
Esmeralda Cervantes. Catalana de nacimiento, hija del arquitecto que diseñó el ensanche barcelonés, quiso morir y ser enterrada en Tenerife como nos
cuenta Juan Tous en su biografía. La emoción que sintió la concertista en la cima del Teide queda reflejada en sus palabras: “Mis ojos se velaron y soñé.
Recordé mis viajes triunfales por Europa y América, vi flores y laureles ofrecidos por poetas y trovadores y pueblos que aclamándome me tendían las
manos para que deslizandome sobre las nubes abordase a sus playas cariñosas.... Disperté (sic) a los cantos de mis compañeros que dedicaban a su
patria, al amor, a la felicidad y al dinero... Recogí mi espíritu y pedí a Dios un retiro solitario, un nido oculto en la cumbre de una montaña lejos de la envidia
y la intriga, de la calumnia y la hipocresía, pulsando mi arpa solo para Dios […] Como a una amiga querida, yo te saludo “Teide” y te doy las gracias desde
lo más hondo de mi corazón, por haber sido el móvil que me trajo a esas islas en las que he conocido, y con tanto dolor me separo, amigos sinceros y
leales que llenarán de orgullo mi carrera artística.”
El libro incorpora un apéndice que recoge en color una cuidada selección de las imágenes que aparecen en el texto en blanco y negro, un apéndice con el
resumen del trabajo que realizó Grafcan para fijar su altura, un índice onomástico, algo muy útil para buscar la información y una completa bibliografía que
permite ampliar la información acudiendo a las fuentes originales. Es, repito, una obra imprescindible, un libro que no acumulará polvo en las bibliotecas de
los que amamos al Teide y la historia de las islas. Los diez años de trabajo han merecido la pena, a pesar de las dificultades, de la falta de apoyo
institucional, de tener que financiar su publicación con su propio dinero, Juan Tous ha hecho una contribución fundamental para el conocimiento histórico
del Teide y de Canarias. Gracias don Juan y gracias a todos los asistentes por acompañarnos en esta presentación.

***

El día 27 de diciembre el periódico El Día publicó en el suplemento La Prensa una amplia reseña del autor. que se reproduce:
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LA MEDIDA DEL TEIDE*
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Por Juan Tous Meliá
MÁS
El Teide es no sólo la máxima elevación del territorio español y de INFORMACIÓN
cualquier territorio insularACEPTAR
del océano Atlántico, sino que también es el tercer volcán más alto del mundo
si lo medimos desde su base, situada en las profundidades del lecho oceánico a 7.500 m.

El Teide siempre ha estado en la mente de los isleños y ha sido descrito por numerosos cronistas e historiadores. Poco después de la incorporación de la isla de Tenerife a la
corona de Castilla, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo suplicaba y pedía por merced que le diese armas que le fueron concedidas por la reina doña Juana el 23 de
marzo de 1510: «Vos doy por armas el ángel San Miguel armado con una lança e una vandera en la una mano e un escudo en la otra e debaxo puesta una breña de que sale
del alto della unas llamas de fuego que se nombra Teidan e un león a la una parte de la dicha breña e un castillo a la otra e debaxo de la dicha breña la dicha isla de
Tenerife en campo verde en la mar derredor. E todo ello puesto en un escudo en campo amarillo con unas letras amarillas por orla en campo colorado que dizen Michael
Arcan- gel veni in adjutorium populo Dei. Thenerife me fecit». Cuando en 1777 la recién creada Real Sociedad Económica del País de Tenerife convocó un concurso para
elegir su Escudo, se presentaron 74 trabajos y 57 dibujos de los que 43 tenían la imagen del Teide, entre ellas la ganadora.
El Teide no es sólo el símbolo de la isla, forma parte del ciclo vital del isleño, quien lo considera capaz de modificar las estaciones. Los isleños y sobre todo los que viven en el
valle de La Orotava saben que es su barómetro y lo utilizan como cabañuela.

En los últimos años, después de que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (28 de junio de 2007), son muchos los autores que han recopilado
textos e imágenes del Teide publicados por los numerosos científicos y viajeros que nos han visitado a lo largo de varios siglos. Sin embargo, ‘casi se han olvidado’ de los que
viviendo en las islas lo han descrito o lo han estudiado. Cabe recordar al regidor Francisco Machado Fiesco (que subió al Teide en 1754), al presbítero Dámaso Quesada y
Chaves, al ingeniero Manuel Hernández, al polígrafo Agustín Álvarez Rixo, al escritor Manuel de Ossuna Saviñón, a los capitanes Juan de Velasco y Ricardo Ruiz y Aguilar,
al farmacéutico Cipriano Arribas, etc. La ausencia de otros expedicionarios y viajeros españoles en general e isleños en particular, no indica, como pretenden algunos, que la
corona española haya vivido de espaldas al Teide. No debemos olvidar que mientras que para el elevado número de expedicionarios, naturalistas y viajeros extranjeros dejó
escritas sus vivencias por lo extraordinario que era para ellos, para los nacionales entraba dentro de lo natural y rutinario y sus experiencias no pasaron de la tradición verbal o
fueron llevadas a la pluma muchos años después. El lector puede comprobar si las palabra de George Glas en su conocido libro Descripción de las islas Canarias (1764)
son precisas o no son más una intuición que adquirió del contacto con los habitantes de las Islas, especialmente en los ambientes cultos e ilustrados: «nadie hace este viaje sino
los extranjeros y algunas pobres gentes de la isla, que se ganan la vida recogiendo azufre; los españoles acomodados, no tienen curiosidades de este tipo».

Dibujo de Quesada Chaves: Rueda de distancias al Teide, con leyenda: Distancias que hay desde cada lugar a las faldas del Pico, antes de subir la montaña dicha Montón de Trigo, letra A. Teniendo en cuenta que el
único camino es el que sube por el Sureste, a la distancia señalada en la rueda hay que sumar la que resulta de rodear sus primeras faldas y subir unas cuatro leguas largas que muchos las computan en seis por las
muchas vueltas de dicha primera montaña letra A. Rodeando el dibujo dice, en la parte superior: “El pico tiene de circunferencia esto es sus faldas 4 leguas canarias que son quasi 5 leguas españolas. Componen las 5
leguas, 17 millas italianas o francesas quasi”. Y en la inferior: Son 31 Poblaciones con Parroquias, y las numeradas con el 1 (Laguna ciudad) y 31 (Orotava villa) tienen dos parroquias cada una, en total 33
Parroquias.

Mi trabajo sobre el Teide debería haber salido a la luz en el año 2005, poco después de la fecha en que pronuncié la conferencia con el título «El Teide en la cartografía del
siglo XVIII», el 14 de diciembre de 2004, dentro del ciclo: El Teide en el siglo de la Ilustración, que se celebró los días 14 a 17 del citado mes y año, en la ermita de San
Miguel, de San Cristóbal de La Laguna. No fue posible. Una serie de circunstancias lo impidió. Quizá la más importante fue que me faltaba información para que tuviera el
rigor que se debe exigir a un tema tan conocido como éste. El tiempo transcurrido me ha permitido darle un nuevo enfoque al trabajo, ampliando el horizonte del Teide para
dar cabida a su historia. Esta circunstancia me ha obligado a buscar un nuevo título para el trabajo. Para darle ese nuevo enfoque me ha sido muy útil una nueva herramienta:
Internet. Al utilizar el buscador para localizar la palabra «Teide», al momento aparecen más de 6.600.000 resultados y sin embargo, si la pregunta es «La medida del Teide»
sólo aparecía una vez y precisamente en un trabajo que preparé el 28 de septiembre de 2001: Los Jardines de Franchi y la medida del Teide. No tuve duda, ese sería el título
principal de mi nuevo libro, al que le he añadido el subtítulo «Historia: descripciones, erupciones y cartografía».
La obra ha quedado estructurada en seis grandes apartados:
SIGLOS XV, XVI Y XVII. Con las referencias que figuran en las crónicas, entre ellas la erupción del Teide que vio Cristóbal Colón, el Teide como faro de carrera de
Indias y la concesión de escudo a la isla de Tenerife. Además, incluye las citas de los primeros cronistas y las sensaciones de los pioneros que contemplaron las islas desde la
cima.
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MÁS INFORMACIÓN ACEPTAR

LAMENTABLE ESTADO EN QUE SE ENCUENTRABA, EL DIA 1 DE ENERO DE 2003, LA LAPIDA DE LA TUMBA DE LOUIS GROS. SE TRANSCRIBE LO QUE CREO QUE DICE: (PUEDE QUE EN EL
ENCABEZAMIENTO DE LA LAPIDA FIGURE UNA CRUZ). ‘LOUIS BRUNO GROS/NE A MARSEILLE EN 1787 (SIC, EN REALIDAD NACIO EN C.1759)/ MORT A SANTE CROIX DE TENERIFE/ LE 3 JANVIER 1840 (SIC,
MURIO EL 5)/SA FAMILLE RECONNAISSANTE/REQUIESCAT IN [P]ACE. Fotografía de Daniel García Pulido

SIGLO XVIII. LA MEDIDA DEL TEIDE. Se inicia con la erupción de Garachico de 1706. De la que Daniel Fernández Galván me facilitó una impresionante vista ‘casi
inédita’. Se relacionan los científicos que de forma directa intervinieron en la medición del Teide y se analizan y desmenuzan las fórmulas y los cálculos matemáticos que
realizaron. Se destaca la visita de Borda y Varela de 1776. En algún caso se ha escrito una breve reseña biográfica de los personajes menos conocidos; no obstante, he
tratado con más extensión a Louis Gros, con ánimo de reivindicar su personalidad. También ocupa un lugar importante la visita de Humboldt, al que rindo homenaje
publicando el «Cuadro Físico de las Islas Canarias. Geografía de las Plantas de Tenerife». Humboldt por motivos que el mismo explica no pudo medir el Teide y al regreso del
viaje estudió a todos los científicos que lo habían medido, principalmente a Borda y Varela, al citar a este último dice: «Ignoro por cuál fórmula encuentra el Sr. Varela para
la primera estación , 534 toesas; para la segunda, 1.531 toesas; para la tercera , 1.780 toesas; para la cuarta, 1.864 toesas; y para la quinta 1.940 toesas», el diario de Varela,
que no consultó Humboldt nos da la respuesta, diciendo que utilizó la fórmula de Deluc y la aplica mediante una regla a manera de la cuenta de la vieja.
LA ERUPCIÓN DE CHAHORRA DEL 9 DE JUNIO 1798. Es uno de los temas cuya recopilación frenó el trabajo, pues no conseguía localizar las numerosas descripciones
que se redactaron, de las que presumía su existencia, aunque sólo fuera una intuición; afortunadamente esta intuición se ha convertido en realidad. Tuve la fortuna de
localizar dos descripciones, una anónima titulada Razon del viage que se hizo á la cumbre con el motivo de observar el volcan que abrió el dia 9 de Junio de 1798 á las 8 y
media de la noche en la montaña que unos llaman Chajorra, otros de Venge, y por la parte del N. tiene el nombre de montaña de los Cedros, en las inmediaciones del Teide
y otra posiblemente escrita por Pedro de Franchi y Mesa, titulada Relación de la espedicion al volcan reventado en la noche del 8 al 9 de junio de 1798 en la montaña
conocida por Vermeja, Colorada, Veja, Chahorra y tambien Pico Viejo, por los Sres. D. Pedro de Franchi y Mesa, D. Juan Antonio Perdomo, Dr. en medicina, D. Luis
Paulino de la Cruz y D. Francisco Felipe de Lugo, salidos del Puerto de la Orotava el 2 de julio á la una y cuarto de la madrugada, que iba acompañada de tres dibujos
realizados por Luis Paulino de la Cruz.

VISTA DEL VOLCAN DE CHAHORRA DESDE EL SUD-OEST DEL TEIDE. AL FONDO LA CORDILLERA DE GUAJARA: ROQUE EL ALMENDRO, LA SOMBRERA, R. UCANCA Y LA MAGDALENA, SEGUN EL BOCETO
QUE PRESUNTAMENTE REALIZO LUIS DE LA CRUZ, EL 3 DE JULIO DE 1798. EL PUNTO DE VISTA SE LOCALIZÓ EN EL SENDERO Nº 9 A UN CENTENAR DE METROS DEL MIRADOR DEL PICO VIEJO. Colección
Antonio de Lorenzo-Caceres Torres

PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX. Después de la visita de Humboldt y de la publicación de su Voyage fueron muchos los científicos que se interesaron por las islas
Canarias y en particular por el Teide. Aunque se siguieron haciendo medidas del Teide, se consideró superada esa tarea y se iniciaron otros estudios científicos relacionados
con la geología, la botánica, la medicina, la climatología, etc. Cabe destacar la medida de von Buch y Smith de 1815, los primeros estudios meteorológicos sistemáticos de
Robert Edward Alison, entre principios de julio de 1827 y mediados de 1828; los trabajos de Webb y Berthelot, así como las medidas efectuadas por Daniel Jay Browne
entre septiembre y octubre de 1833, una trigonométrica y la otra basada en la propiedad de que el punto de ebullición varía en función de la altura y de la temperatura del
aire.
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. En ese apartado, además de continuar con el relato de muchos de sus visitantes, he incluido unas pequeñas pinceladas, como El
Teide y la prensa, El Teide y la ciencia, El Teide y el clima, El Teide y la mujer o algunas visitas reales. Son de destacar el estudio de los vientos alisios y contralisios desde
el pico Teide de von Fritsch de 1862, el estudio del clima desde el punto de vista terapéutico en lo alto del Teide de Marcet en 1878, el estudio de las nubes de Abercromby
en 1887, el estudio del espectro solar en el Teide, el descubrimiento del Lagarto y sus excursiones por las islas durante los veranos de 1888, 1889 y 1890 de Oscar Simony y
la medida de la intensidad de la radiación de Ángström en 1895.
LA MEDIDA ACTUAL DEL TEIDE. El 1 de abril de 1983 el Instituto Geográfico Nacional (IGN), procedió a medir el Teide con técnicas de observación angular de
precisión (ficha nº 109401, hoja nº 1094); para ello construyó un nuevo pilar en el punto más alto para que sirviera de vértice geodésico, el resultado fue: 3.715,4 metros,
con un margen de error de medio metro. La medida tomó como referencia el nivel medio del mar (cero ortométrico) calculado con los datos que proporcionó el mareógrafo
que el IGN tenía en el puerto de Santa Cruz de Tenerife desde hacía 50 años, heredero del que instaló la Casa Hamilton el 26 de septiembre de 1856; para fijar el cero
ortométrico se utilizaron los datos correspondientes a los diez últimos años para compensar los ciclos solares y lunares y para absorber los errores de lectura. Según el
mareógrafo, el Teide era 1,4 metros más alto en la bajamar (3.716,8 m) y 1,4 metros más bajo en la pleamar (3.714 m). El IGN hacía hincapié en que la altura variaba con un
margen de centímetros década a década. Poco después, el mismo año, el vértice fue destruido por desconocidos, lo que impidió realizar medidas con las nuevas técnicas del
GPS (sistema de posicionamiento global por satélite). Después del acto vandálico el IGN construyó el 1 de octubre de 1994 un nuevo vértice geodésico, en forma de losa de
hormigón con centrado forzoso, situándolo en la parte Oeste del cráter, en una pequeña zona horizontal algo más bajo que el punto más alto. Una vez realizadas las
observaciones por técnicas GPS, y efectuados los cálculos compensatorios dieron una altitud sobre el nivel medio del mar en el muelle de Santa Cruz de 3.707,250 metros
(base del pilar), en vigor a partir del 28 de noviembre de 2004 [En los mapa del IGN figura Teide 3707 y la máxima altura 3718]. Esta medida aunque, según el IGN es
válida, no pertenecía al punto más alto del cráter. Para conocer la altitud exacta hacía falta una nivelación de precisión entre la base y el punto más alto, tarea que quedó
pendiente. Ante la posibilidad de no poder saber exactamente cuánto mide el Teide me puse en contacto con el IGN de Canarias, para que me aclararan algunas dudas y
sobre la posibilidad de que se realizara la medición; el 27 de junio de 2011 recibí contestación a cuantas dudas tenía y me anunciaron que se descartaba la nivelación
geométrica de precisión por la tremenda dificultad, pienso que se refería a una nivelación completa. Además, me explicaron que la información que proporcionan las
Reseñas de Vértices Geodésicos hacen referencia a valores observados y calculados sobre esas mismas señales geodésicas que en muchos casos no tienen porque
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Teide. Poco después
su tráfico. Tucontacté conIP
dirección Grafcan,
y user-para saber cuánto medía
exactamente el Teide; muy amablemente me explicaron que había una laguna, que el IGN ya conocía; pues faltaba el incremento de cota entre la base del pilar y el punto
agent seque
más alto, y me anunciaron comparten con Google,
estaban dispuestos a medirjunto conque
el tramo lasfaltaba.
métricasFrutodederendimiento y de seguridad,
esas conversaciones para
fue la decisión quegarantizar la calidad
tomó Bernardo Pizarro Hernández entonces
Director General del servicio,
de Grafcan de generar
acceder a estadísticas de uso
medir el incremento de yaltitud
detectar
entreylasolucionar
base del IGN abusos.
y la cima del Pico. La medición fue dirigida por Juan Manuel Poveda Suárez
como Director Técnico de la Oficina, auxiliado por Juan Pedro Rodríguez Suárez, Juan Vicente González Barrera, y Óliver Hernández Vargas. El señor Poveda a instancias
del señor Pizarro me facilitó una copia de los trabajos realizadosMÁS INFORMACIÓN
que lleva ACEPTAR
por título: Cálculo de la Altitud Elipsoidal (h) del punto más alto del Pico del Teide, desde las
estaciones GNSS de la red geodésica activa del Gobierno de Canarias (REPCAN) y el Vértice geodésico Teide GPS perteneciente a la Red Geodésica pasiva del Instituto
Geográfico Nacional (IGN).

ROCA MÁS ALTA DEL PICO DEL TEIDE DONDE SE SITUÓ EL GPS. AL FONDO SU FAMOSA SOMBRA. FOTOGRAFÍA TOMADA AL AMANECER DEL SÁBADO 3 DE DICIEMBRE DE 2011. Imagen facilitada por Grafcan

El día dos de diciembre de 2011, desde el aparcamiento situado en el PK-40,600 de la carretera TF-21, que se dirige a Boca Tauce, realizaron el ascenso hacia el Pico Teide
por el Sendero de Montaña Blanca. Tras una subida de dos horas y media con todo el equipamiento y aparejos, pernoctaron en el Refugio de Altavista, con la intención de
realizar la subida final al Pico Teide a primera hora del sábado. En la mañana del día tres de diciembre, se partió desde el Refugio de Altavista hacia la cumbre del Teide,
alcanzando el Pico tras hora y cuarto de camino. Las observaciones de campo se llevaron a cabo de la manera siguiente: Se estacionaron dos equipos GPS, uno en el Vértice
Geodésico TEIDE GPS, y otro en la roca más alta del Pico del Teide, cumpliendo los requisitos técnicos previstos en este tipo de trabajos. Por otro lado, desde las
Estaciones GNSS de Santiago del Teide (STEI), San Miguel de Abona (SNMG) y Grafcan (GRAF) se recopilaron los datos RINEX en el intervalo horario en el que fueron
posicionados los equipos GPS, en el punto más alto del Pico y en el Vértice Geodésico del Teide, para efectuar posteriormente el cálculo de las coordenadas. El cálculo de
la Altura Elipsoidal dio un valor h = 3.763,8263 m que permite, aplicando las correcciones de la Ondulación obtenidas a través del Modelo de Geoide EGM08 del IGN,
calcular la Altitud Ortométrica:
3.715,583 m
A pesar de ser la montaña más alta de España el Teide no tiene ni hito, ni placa, pues ésta está situada a 3707,250 metros es decir algo más de 8 m más baja. Mi propuesta es
que se construya un prisma cúbico con el hito reglamentario que tienen los vértices geodésicos y al ser históricamente el faro del Atlántico que guiaba a los navegantes en la
antigüedad iluminarlo con un gran LED alimentado con energía solar.

Propuesta de placa, con la actual medida, que debería figurar en el hito del Teide

* Para saber más véase mi libro La Medida del Teide. Historia: Descripciones, Erupciones y Cartografía. 30 de septiembre de 2015. ISBN: 978-84-608-2622-4.
[Publicado en El Día (La Prensa), el domingo 27 de diciembre de 2015].

Publicado por cartófilo en sábado, febrero 06, 2016

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