Está en la página 1de 7

“La aldea”

Jocelyn García Ramírez.


Taller de investigación l.
Introducción
"The Village" (título original: "The Village") es una película de M. Night Shyamalan
que se estrenó en 2004. La historia tiene lugar en una comunidad remota en lo
profundo del bosque. Los habitantes de este pueblo viven con el miedo constante
de las misteriosas criaturas que acechan en la zona. A través de una narrativa
intrigante y personajes complejos, la película explora temas profundos como el
miedo, la paranoia, la percepción de la realidad y las relaciones. En este análisis
exploraremos las críticas, interrogantes, simbolismos y reflexiones que surgen en
esta película.
Problemática:
Problemática en la película "La Aldea":
La problemática central de "La Aldea" gira en torno al miedo y la paranoia. La
comunidad se ha aislado por completo debido a su temor a las criaturas, lo que
lleva a una existencia limitada y llena de restricciones. Esta problemática se
intensifica cuando se descubre que las criaturas son, en realidad, una invención
de los líderes de la comunidad para mantener a raya a sus miembros y evitar que
abandonen el lugar.
Otra problemática que se aborda es cómo el miedo puede ser utilizado como una
herramienta de control, y hasta qué punto las personas están dispuestas a
renunciar a su libertad y bienestar por la seguridad percibida. La película plantea
cuestiones éticas sobre la manipulación de la verdad y cómo esta puede ser
distorsionada en aras de mantener un orden social.

Simbolismos en la película "La Aldea":


"La Aldea" está llena de simbolismos que enriquecen su narrativa. El bosque que
rodea la aldea simboliza la desconexión de la comunidad con el mundo exterior y
el miedo a lo desconocido. Las criaturas en sí mismas son un símbolo del miedo
irracional y cómo puede ser utilizado para controlar a las personas.
Los colores también desempeñan un papel importante, con tonos cálidos en la
aldea que representan la seguridad y la tranquilidad, mientras que los tonos fríos
del bosque simbolizan el peligro y lo desconocido.

Reflexión sobre la película "La Aldea":


La trama dramática es sólo un aspecto del mismo; también sirve como una
representación microscópica de una sociedad más grande como la nuestra. En el
pueblo demostraron costumbres como compartir comidas y responsabilidades
cívicas, vestirse con tonos pasteles y evitar el color rojo, que trae mala suerte
porque atrae monstruos. Una de las costumbres que aprendí al ver esta película
es que todo el pueblo está invitado a la boda tan pronto como se toma la decisión
de casarse. La humildad, el servicio, la tolerancia, el respeto, la generosidad, la
hermandad y el diálogo son las virtudes más apreciadas en la sociedad porque
cuando ocurren acontecimientos importantes, el fundador del pueblo suele hablar
con todos los vecinos. Es crucial que todos asistan a misa, independientemente de
la religión que practiquen, pero no puedo revelar cuál es. Por supuesto, el
monstruo, el gran mito en el que se basa esta película, es una "verdad" tan
profundamente arraigada que nadie la cuestiona; incluso se turnan para mirar, y
ocasionalmente quienes lo portan manifiestan manteniendo el miedo. ., y
actualmente todo el mundo sostiene esta creencia. Me parece fascinante cómo
creaban juegos donde tenían sus propios escondites en cada casa y
ocasionalmente los elogiaban cuando aparecían, ya que este miedo era la base de
toda su cultura. Las personas que fundaron esta aldea tenían un familiar que sufrió
abusos, por lo que optaron por buscar refugio y evocar el incidente de Noé. Esto
inculcó una mentalidad en los residentes de esta aldea que les hace ver a la gente
de afuera como gente aterradora. La gente necesita evaluar este tipo de estilo de
vida malvado, haciéndose preguntas como: ¿Podemos realmente protegernos
separándonos de la sociedad establecida?, ¿Puede realmente la sociedad
obligarnos a hacer el mal?, o ¿todos los seres humanos tenemos un mal innato
esperando ser desatado por alguien?, y nos sorprenderá lo mucho que se parece
a nuestra sociedad. Pero al igual que ellos, también aceptamos regularmente los
mitos, historias, creencias y formas de pensar y comportarnos que se han
arraigado en nosotros desde que éramos pequeños y que erróneamente creemos
que son "buenos" cuando no lo son. Somos conscientes de que las creencias que
mantenemos incuestionablemente, las cosas que nos enseñaron y la información
que nos proporcionaron son la base de nuestra cultura.

Critica Personal
La trama central se presenta así: en el año 1897, los aldeanos de Covington
habitan en una sociedad pequeña, cerrada, aislados en el claro de un bosque, al
estilo amish. La razón es que sus fundadores (Los Mayores) huyeron años atrás
de diversas tragedias (asesinatos de familiares, codicia y maltrato)y otros males
de la supuesta “civilización” que padecieron en carne propia en “Los Pueblos”
cercanos que rodean el bosque. Nadie en la aldea tiene permitido salir de ella,ni si
quiera puedo asegurar que ellos mismos tenían la certeza de que había otro
pueblos vecinos. En principio para no regresar a la maldad de Los Pueblos, pero
también resulta imposible huir porque en el bosque habitan criaturas extrañas,
enormes, malvadas y sobrenaturales con las que hay una antigua tregua: los
aldeanos no van al bosque y Las Criaturas no entran en la aldea o eso es lo que
les han hecho creer.
Puedo darme cuenta que nos muestran un concepto que nos muestra la similitud
hacia la forma primordial de control social entre los habitantes de la aldea es
llamativa: como relatará luego Edward Walker a su hija Ivy , Las Criaturas no
existen. Se trata de Los Mayores disfrazados, quienes cada tanto salen a asustar
por las noches a sus seres queridos y demás habitantes de la aldea para que el
mito siga vivo y no haya ningún pretexto que implique volver a Los Pueblos.
Cuando uno ve el tráiler, se trata de una película de terror en que hay seres
terroríficos que asustan mucho a los aldeanos indefensos. A media película nos
damos cuenta que no es asi.

Al final, sin embargo, se descubre un secreto aún más revelador. Covington no


vive en el siglo XIX sino en el XXI, en una reserva natural inviolable bajo una zona
de exclusión aérea —todo pagado por Walker, quien fuera hijo del hombre “más
rico de Los Pueblos”, asesinado por su socio en un acto de CODICIA. Los
Mayores son originalmente personas que se conocieron en la década de 1970 en
un centro de asistencia psicológica para lidiar con la pérdida violenta de sus seres
queridos. Walker, profesor de historia norteamericana, convence a los demás
afectados de construir el proyecto de la aldea y retirarse a una vida más pura, bajo
el disfraz de la “inocencia” (si es que tal cosa existía) de las pequeñas
comunidades que había en el siglo XIX.

Es, de hecho, la idea de "inocencia" la que tiene un papel determinante en el


desarrollo de la trama. La búsqueda de ese valor, de esa pureza en el proyecto
original de Walker, trae aparejadas sus propias culpas. El antihéroe de la película
es, en realidad, el personaje que se presenta como el más inocente, Noah Percy
un chico “juguetón” con cierto desorden mental, pero también el único que se
emociona al ver el color rojo y hablar de Las Criaturas. Noah es el único factor de
espontaneidad en la aldea, donde todo sigue una vida ritual precisa, de
cronómetro. Será él (como no podrá ser otro)quien altere gravemente el orden
social, pero también quien dé sentido a la vida en ese lugar.

Noah, enamorado de Ivy, decide apuñalar al prometido de ésta, Lucius Hunt


(Joaquin Phoenix), cuando se anuncia el casamiento de ambos. Se trata del
primer crimen en la historia de la aldea, la primera vez que un habitante agrede a
otro. Ivy, en un acto de amor, pide permiso a Los Mayores para ir sola a Los
Pueblos y obtener medicinas que curen a su amado convaleciente, arriesgando su
vida frente a Las Criaturas pero, sobre todo, ante la violenta sociedad de aquellas
comunidades. Ivy es ciega, por lo que enviarla allá es de una crueldad
apabullante, pero el juramento que hicieron Los Mayores de nunca más volver
impide que vaya uno de ellos. Para alentar a su hija, Walker le revela que Las
Criaturas no existen. Ivy emprende el viaje ante la desaprobación del resto de Los
Mayores, quienes discuten con Walker, pero él insiste en enviar a su hija sabiendo
que, al ser ciega, no podrá ver el mundo real una vez que llegue a Los Pueblos, y
que probablemente se apiadarán de ella. Su misión es entregar una receta médica
a la primera persona que encuentre, pagar en especie —en la aldea no existe el
dinero— y volver con las medicinas.

Paralelamente al mito de Las Criaturas, se desarrolla otro misterio en la aldea, que


Los Mayores no se consiguen explicar. De vez en cuando aparecen animales
muertos, despellejados, de la nada. En público culpan a “A los mounstros” pero en
privado no saben qué está ocurriendo. Cuando Ivy se va al bosque y se encuentra
a uno de los supuestos monstruos, al que logra engañar y hacer caer en una fosa
profunda, se intersecta el desvelo de ambos misterios. La criatura que Ivy mata
era Noah, quien usaba uno de los disfraces que encontró en el sótano donde
estaba recluido tras apuñalar a Lucius. Era él quien despellejaba animales debido
a su locura y su atracción por el color rojo. Esto se sabe sólo por medio de un
diálogo muy rápido, en el que la madre de Noah grita “¡los animales!”, pero no es
fácil de discernir para el espectador desatento.

Desde su inocencia, también, pero sin saberlo —ciega al fin—, es Ivy quien
resuelve el conflicto principal. Pese a que ella y Noah son los dos personajes
físicamente discapacitados de la aldea, Ivy simboliza pureza mientras que Noah
simboliza egoísmo. Una inocencia (“buena”) se impone a otra (“mala”). Es de un
simbolismo abismal ver, primero, en una toma fantástica desde el aire, a Ivy en su
capa amarilla (el color de la luz y la sabiduría) en medio de un campo de bayas
rojas, asediada por el color de la maldad; segundo, minutos después del
enfrentamiento, ver a Noah, el antagonista, morir dentro del disfraz de un
monstruo, bañado en la sangre que tanto lo atraía. La simbología de cada toma, la
expresividad visual que adquiere esta tensión, es por entero poderosa.

Y es la inocencia, una vez más, la que permite a Ivy volver a la aldea y salvar a su
amado. Al llegar a Los Pueblos, conforme cruza una cerca hacia el siglo XXI, se
topa con un guardia de la reserva, Kevin, quien se queda prendado de ella: de su
vestimenta, sus formas lentas, su belleza y su lenguaje anticuado. Ivy lo termina
de impresionar al decirle que “hay bondad en su voz”. Así como Noah era una
excepción en la aldea, Kevin es una excepción en Los Pueblos: un buen
muchacho, la última persona que Ivy esperaba encontrarse en aquel coto de
maldad.

La última escena es memorable. Para empezar, por la fotografía: una larga toma
en la que Los Mayores permanecen inmóviles rodeando a Lucius y sólo vemos a
través de la puerta abierta a los aldeanos correr de alegría en segundo plano
porque Ivy regresó, en un contraste filmográfico sublime. Es más memorable, sin
embargo, porque el guion completa el argumento. Un joven anuncia a Los
Mayores que Ivy ha vuelto, que encontró a una de Las Criaturas y la mató. Los
padres de Noah rompen en llanto, sabiendo que se trata de su hijo. La tensión es
profundamente asequible. Walker interviene: “Lo encontraremos. Le daremos un
entierro digno. Diremos que lo mataron Las Criaturas”. La mentira, pasando por
encima del dolor y la tragedia, vuelve para coronarse al final y seguir dando
coherencia a ese proyecto social. Después de todo el sufrimiento, nadie piensa en
claudicar. Walker dice a los padres de Noah: “Su hijo ha hecho que nuestras
historias sean reales. Noah nos ha dado la oportunidad de seguir con esto, [sólo]
si eso es algo que aún queremos”.
En conclusión, La aldea nos enfrenta con nuestros propios demonios. La película
no sólo juega con nuestra lógica y con la de su argumento inicial, sino que reta al
espectador, precisamente, a sobrellevar ese enojo con el giro final, a poner
atención en cada toma. Tampoco resulta algo tan relevante que la aldea viva en
medio del siglo XXI. Si bien intenta darnos una lección moral (que la sociedad
urbana moderna es terrible), no es acaso la idea que habría de retenerse de la
película, y es allí donde la crítica se desvió al tomar el todo por la parte. Lo que a
mi juicio tendría que quedarnos después de ver La aldea (la segunda vez) es esa
construcción tan precisa de una realidad alterna, la originalidad del mundo que la
pelicula crea independientemente de su destino. Visto así, no me queda duda de
que se trata de una de las mejores películas que plasman nuestra sociedad en un
concepto muy inocente. Haciendo alusión a nuestras creencias mas arraigadas
que nos hacen dudar sobre que es lo que correcto y que es lo incorrecto. Hasta
donde llegaríamos para hacer que nuestra sociedad sea intachable y moralmente
aceptable…

También podría gustarte