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Monoparentalidad: El papel del padre en la mente de la madre para la


reactivación de la Transparencia Psíquica.

Article · January 2011

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Fernando Salinas-Quiroz
Tufts University
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Monoparentalidad: El papel del padre en la mente de la madre para la
reactivación de la Transparencia Psíquica1

Fernando Salinas-Quiroz2

Resumen

La monoparentalidad representa una de las configuraciones familiares más presentes en


la actualidad. La ausencia de la figura paterna compromete al terapeuta hombre a
libidinizar y mostrar al padre, ejercer funciones paternas e intentar brindar
identificaciones parciales a los hijos de madres solteras.
La transparencia psíquica no es un fenómeno propio de las mujeres embarazadas
únicamente, pues la parentalidad puede asumirse y transformarse a lo largo del ciclo
vital. A través de la presentación de un caso clínico atendido en consulta terapéutica, se
reflexiona sobre la transmisión transgeneracional y sobre cómo el padre está primero en
la mente de la madre.
Palabras clave: Monoparentalidad, transparencia psíquica, consulta terapéutica,
transmisión transgeneracional.

Summary

Monoparental families are becoming more common in our days. Without a father
figure, male therapists must libidinize and play some father roles and functions, letting
single-mother children identify themselves with him.
Psychic transparency is not only present in pregnant women, parentality can be
assumed and transformed during a life term. Using clinical vignettes of a family seen in
therapeutic consultations, we will reflect on the transgenerational transmission and how
the father is already in the mind of the mother.
Key words: Monoparentality, psychic transparency, therapeutic consultation,
transgenerational transmission.

Justificación

Es de suma importancia tratar el tema de la monoparentalidad, pues representa un


desafío para los profesionales de la salud mental al ser una manera cada vez más común
de las configuraciones familiares actuales.
Asimismo, la ausencia del padre en las mismas, se ha hecho cada vez más
significativa, por lo que ahora más que nunca, el terapeuta deberá ayudar a establecer
relaciones de objeto triádicas y a la creación de un padre simbólico en la mente de los

                                                                                                                       
1
Versión resumida de la Memoria con la que acredité el Diplomado Internacional de la Parentalidad,
Generación D.W. Winnicott, CEP-APM, en enero del 2010 con Mención Honorífica.
2
Doctorando en Psicología, UNAM, Maestro en Psicoterapia Psicoanalítica de Niños y Adolescentes
(CEP-APM). Diplomado Internacional de la Parentalidad (CEP-APM). Licenciado en Psicología,
Universidad Iberoamericana.
menores. Nos encontramos en un país en el que la paternidad brilla por su ausencia:
hombres que preñan y corren; hombres genitores más que progenitores.
Dentro de la licenciatura en Psicología en la Universidad Iberoamericana de una
generación de 120 estudiantes -divididos en salones de veinte personas
aproximadamente- habíamos cuatro hombres promedio por salón; en la Maestría en
Psicoterapia Psicoanalítica de Niños y Adolescentes del CEP-APM, de trece
estudiantes, fuimos tres hombres, y de los catorce estudiantes del Diplomado
Internacional de la Parentalidad, sólo fuimos dos. La escasa presencia de hombres en el
área de la salud mental pudiera ser un reflejo del fenómeno social anteriormente
mencionado: los hombres debemos distanciarnos del mundo afectivo. Nuestra elección
profesional debe ser dentro de las ciencias duras; nuestra sexualidad debe realizarse en
términos de genitalidad y nuestra paternidad debe limitarse a proveer de recursos
económicos a la familia, dejando la crianza y el alimento emocional a la madre.
A pesar de que no me ocupa documentar la representación masculina dentro del
ámbito psicoterapéutico, estoy plenamente convencido de que el terapeuta hombre debe
libidinizar y mostrar al padre, ejercer funciones paternas e intentar brindar
identificaciones parciales a los hijos de madres solteras. Se debe crear un padre para que
se dé el apuntalamiento edípico, la constitución del tercero y conceptualizar la relación
entre la madre y sus hijos.

Revisión bibliográfica

La presente investigación pretendía en un inicio explorar únicamente el papel del padre


en la mente de la madre, pues ocupaba mi mayor interés conocer la transmisión del
padre que las madres solteras hacían a sus hijos/as, la creación de la imagen de éste en
la mente de los niños/as y la influencia del psicoterapeuta hombre en dicho proceso. Sin
embargo, fue hasta que recibí a la familia estudiada en consulta que se sumó a mi
interés el fenómeno de la transparencia psíquica.
Monique Bydlowski (1997) describió el embarazo en términos de transparencia
psíquica como un estado de susceptibilidad donde fragmentos del inconsciente vienen a
la conciencia y conducen a la movilización de recuerdos que habían permanecido
ocultos durante mucho tiempo.
Se trata de un estado marcado por un superinvestimiento de la historia personal
de la madre, con una plasticidad importante de las representaciones mentales centradas
sobre una innegable polarización narcisista (Bydlowski, 1997).
Según la autora, las condiciones que rodean al trabajo en una maternidad son
excepcionales para el psicoanálisis: ese ambiente debe generar un estado en el cual las
embarazadas, cuidadas y atendidas, establecen una confianza que permite una alianza
terapéutica con el equipo, así como un cierto levantamiento de la represión
(debilitamiento de las defensas).
Stern (1997) denomina constelación maternal a la condición psicológica
especial de la madre en la cual existe una reorganización de la vida mental para hacer
frente a la realidad de cuidar a un niño.
Tomo las ideas de Bydlowski y Stern, pues la susceptibilidad y reorganización
que exige el convertirse en madre inicia desde la preconcepción y continúa a lo largo
del ciclo vital con los respectivos desafíos del desarrollo de los hijos. A pesar de que
dichos cambios son mayormente observables durante el proceso de embarazo y su
resolución (parto o cesárea), considero pueden darse tiempo después.
La Teoría de la Parentalidad ha enfatizado la importancia de aspectos
transgeneracionales: específicamente el papel fundamental que juegan los abuelos. Los
padres deben revisar su propia historia y reconocerse como hijos; los abuelos deben
permitir a sus hijos convertirse en padres.
Estas modificaciones -necesarias para la estructuración psíquica del bebé-
permitirán se establezca la triple diferencia y el orden simbólico, dando claridad a los
menores sobre las diferencias entre el yo y no-yo, de generaciones entre padres e hijos y
de género masculino-femenino.
El nacimiento de las y los hijos no garantiza se den dichos cambios, existe la
posibilidad de que los abuelos sigan funcionando como padres -monopolizando la
parentalidad y posicionando a sus nietos como hermanos de los propios hijos-.
Solis-Ponton (2004, 2006) señaló las manifestaciones de la ruptura del orden
simbólico que introduce la parentalidad por: a) maltrato infantil, físico y psicológico
(abandono/rechazo/indiferencia), b) maltrato sexual y, c) violencia doméstica.

Presentación del caso y encuadre

El caso fue referido por una de mis supervisoras; cabe señalar que la supervisora fue
jefa de la madre de familia y ejerció algunas funciones de abuela para con la madre y
los niños. Decidió referírmelo porque la familia requería apoyo psicológico, además nos
podíamos apoyar en la transferencia previa y en la alianza terapéutica de la familia hacia
ella para derivarla en su psicoterapia.
Desde la primera entrevista se les solicitó autorización para grabar el audio de
las sesiones, a lo que accedieron sin ningún inconveniente.
Trabajamos con la familia nueves sesiones durante un período de ocho meses,
digo que trabajamos pues mi supervisora regularmente estuvo presente, colaborando
como co-terapeuta. Fue interesante trabajar como pareja parental pues la supervisora
respetó mi liderazgo de las sesiones (emulando el papel del padre).
Decidimos hacer una excepción al modelo clásico de Consulta Terapéutica que
usualmente se aplica con madres o parejas desde el deseo de concepción hasta los tres
años de edad del hijo menor, pues se encontró que Lilia (la madre) estaba en un
momento de permeabilidad psíquica a raíz del fallecimiento de su propia madre (que era
quién realmente ejercía las funciones maternales).

Técnicas de Intervención
a) Empatía metaforizante y enacciones por parte de los terapeutas: favoreciendo la
resignificación de la historia familiar; b) Fortalecimiento de la triple diferencia y, c)
Elaboración del árbol de vida: clarificando en la mente de los niños la imagen de
padre, la relación con la madre y permitiendo nuevas formas de vinculación.

Composición Familiar

Se trata de una familia de tres integrantes compuesta por Lilia de 36 años y dos hijos: un
niño de nueve años –Keno- y Yolanda de siete. Rodrigo, el padre, abandonó a la familia
desde hace seis años aproximadamente: no mantienen contacto con él. Deciden solicitar
ayuda terapéutica a raíz de la reciente muerte de la abuela materna, así como problemas
de rebeldía en Keno y fuertes sentimientos de culpa en la madre, que se vio precisada a
enviar a los niños a un internado de lunes a viernes al carecer del apoyo de su propia
madre para cuidarlos mientras trabaja.

Problemática familiar
A lo largo de las sesiones se evidenció lo siguiente:
1) El duelo por la pérdida de la abuela materna; 2) Lilia no asumía aún todas sus
funciones maternas; 3) Desde la primera entrevista fue notorio el estrecho vínculo que
sostenían la madre y la hija menor, situación que dejaba excluido a Keno. En una acción
de empatía metaforizante decidí establecer un vínculo “masculino” con el niño:
situación que le despertó conciencia de la soledad en la que vivía a raíz de la ausencia
de su padre y lo llevó a expresar profundo dolor con llanto abundante; 4) Lilia mostró
una actitud ambivalente respecto de la imagen y vínculo que los niños pudieran tener
con su padre; 5) Lilia deposita en Keno la imagen negativa del padre, asumiendo con el
niño actitudes de persecución y castigo. El niño inicia actitudes de furia hacia la madre
y la tutora del internado; 6) Los secretos familiares: Los niños no tienen claro quién es
su padre ni porqué se fue; 7) Se hizo evidente que el llanto de Keno no se originaba en
la muerte de la abuela, sino, básicamente, en la pérdida del padre y la soledad
consecuente; por lo que en entrevistas ulteriores procedimos a la narración del Árbol de
vida en la que surgió la viñeta de un padre ausente, distante, agresivo, abandonador, no
participativo, entre otras y; 8) Se observaba en las actitudes de Lilia una distancia
afectiva con el niño, lo veía pero no lo miraba, no había un reconocimiento de los
afectos dolorosos e intensos que tenía Keno.
Lo anterior me llevó a pensar que Lilia estaba depositando en Keno la agresión
sentida hacia su ex pareja que la engañó y abandonó, y que esa ira la incapacitaba para
reconocer al niño real; imponiéndole el rol del padre ausente. Dicha situación se
considera un factor de riesgo para la ruptura del orden simbólico pues estas actitudes
negligentes de abandono e indiferencia, así como de maltrato psicológico se mantenían
constantes. Este caso me hacía pensar continuamente en lo que enseñó el maestro
Lebovici “donde no hay padres, hay que crearlos”, y despertó en mí preocupación
porque Keno reprodujera estas actitudes destructivas.

Descripción breve de algunas sesiones

En la primera sesión se evidenció la consciencia de falta de padre, así como la necesidad


de esta importante figura en sus vidas. Franca y abiertamente Lilia reconoce como no se
ha profundizado en el tema en un intento de negar el dolor ante el abandono de éste,
empero utiliza el espacio que le ofrecemos para hablar abiertamente sobre el tema. A
pesar de que solicitó el tratamiento para sus hijos, mostró una necesidad inaplazable de
descarga y de develar la imagen del padre de sus hijos.
Lilia relata sin tapujos la violencia que vivió con su ex pareja desde el noviazgo
y esboza al padre en términos de criminalidad y abandono. Me parece debe resaltarse
como proyecta en Keno sus fantasías agresivas y plantea una situación trágica donde el
niño pudiera cortarse; posteriormente comienza a hablar del padre como un hombre con
pobre control impulsivo: esta asociación me hace pensar como Lilia comienza a
depositar esta imagen agresiva del padre en el niño.
Por otro lado, aunque el motivo manifiesto de consulta fue la reciente muerte de
la abuela materna, la mayor ausencia durante la sesión no fue precisamente ésta. Keno,
desde muy pequeño le ha manifestado a su madre la necesidad de contar con un padre,
parece como si le hubiera dicho a Lilia “si no puedes decirme donde está papá, tendré
que crear una historia que me ayude a callar este dolor: no es que me haya
abandonado, sino que vive lejos en el cerro”. Keno recuerda a Lilia sobre la vigencia de
su demanda: no sólo lo necesité durante el kínder, sino ahora más que nunca. El anhelo
de padre, de más adrenalina -en sus palabras- era externado y debía ser atendido.
Menciona a Gustavo, amigo de su madre, como un modelo idealizado de identificación
parcial; al tener una relación temporal con éste, el niño desplaza sus afectos a los
animales, sin embargo éstos también son cortados por Lilia, dejándolo en una profunda
soledad (la madre echa a la calle a la mascota después de unas semanas).
A esta ya compleja situación, se suma la muerte de la abuela materna: Yolanda y
Keno se encuentran desorientados; como perro sin dueño. No hay padre y ahora
tampoco hay una abuela que funja como cuidador primario. Surge entonces la queja
ante la institución donde están albergados, pidiendo ésta supla sus propias carencias,
que los asuman como hijos y amortigüen esta pérdida. El grito de ayuda y la demanda
¿Iría dirigido a la Casa Hogar o a la madre?
Como terapeuta recibí sus afectos y los contuve, ubiqué a Lilia en su papel de
madre y señalé cómo no puede pretender ser padre; empaticé con el dolor de los
distintos miembros de la familia.

Fragmentos de la Tercera sesión. Humillación y vergüenza. Keno: depositario de la


imagen negativa del padre.

Lilia (L): Keno es muy temeroso para arriesgarse, poco se arriesga, es muy prevenido
para hacer cualquier situación, yo creo que eso fue una situación fundada por mí,
porque yo lo obligaba a hacer ciertas cosas que yo creo que podía hacer y que no le iba
a pasar nada, pero él siempre tenía temor y así fuimos superando situaciones. Por
ejemplo, para nadar en una ocasión, salimos con los abuelitos a pasear. ¿Te acuerdas
hijo? Fuimos a pasear y nos llevaron a mar abierto, había muchos peces de colores y
entonces yo era la que quería que viviera la experiencia, entonces yo lo obligué en un
momento dado a bajar al mar, pero él se negaba a bajar, entonces esa situación fue
algo que le costó mucho trabajo superar. En una situación tuvo que haber algo de
disciplina para que lo superara y ya no le tuviera miedo al agua, afortunadamente ya
eso fue, pero ya con eso fue ¿Verdad hijo? Ya no le tiene miedo al agua, pero así ha
sido en algunas situaciones: yo lo he obligado a hacer cosas y él no ha querido,
entonces a veces yo he tenido la prudencia de explicarle, pero a veces, no es un
sometimiento que hay, entonces siento que por ahí no lo he tomado mucho en cuenta,
pero el sometimiento es revelando su negatividad a hacer las cosas. Por ejemplo, yo le
he dicho “mijo entiendo que no te gusta que te mande al mandado con tu pijama, pues
entonces vístete y ve y quitamos el problema”, a veces hay ocasiones en que tú no
puedes estarte deteniéndote, si es una emergencia y el saldo es que tú tienes que
renunciar, sin en cambio, siempre me ha pedido prudencia en esas cosas que a veces no
tengo…
Terapeuta (T): Keno ¿Qué sientes de que te manden en pijama a la tienda?
Keno (K): ¡Excluido y ridículo!
T: ¡Claro! Vergüenza, ¿Verdad? Tienes razón en decir en pijama no, a lo mejor tienes
que estar listo antes, ¡Pero en pijama no voy!... Ni que fueras bebé… No has podido
poner en palabra este sentimiento
K: Casi no me hace caso…
T: Y casi no le dices que te haga caso.
K: ¡Me dan ganas de reclamarle, contestarle feo (llora) decir cosas malas, y no
obedecer!, a mí no me gusta ir a la tienda con pijama: ella a veces me ha obligado y
¡Yo no quiero!
T: ¿Te llenas de rabia?
K: ¡Sí!... Me siento avergonzado y ridículo frente a la gente (llora)
L: Por eso estamos aquí precisamente, por eso estamos aquí, para que me digas qué es
lo que está pasando y yo poder actuar de otra manera, porque en lugar de que tú lo
hables conmigo caes en más rebeldía y ¿Yo cómo lo entiendo si no me lo dices?…
T: Seguramente la intención con lo que has hecho esto es buena, que afronte sus
miedos, pero suena a modo de humillación… A los nueve años le da mucha pena a uno
le recuerden los miedos de “bebitos”.
Continúa la madre denostando a Keno, mencionando su desobediencia y lo
desorganizado que puede llegar a ser.
T: Tú Lilia ¿Qué tan organizada eres?
L: …Yo soy muy desorganizada (ríe)…
T: ¡Hijo de tigre pintito!
L: (Ríe) Fíjate que en esa situación sí habría que ponernos un reto porque yo lo
reconozco es una parte en la que yo le he dicho a Keno “Mijo, tenemos que
organizarnos los tres porque necesito de ti”… Si en un momento dado de una urgencia
Keno se detiene porque “¿Qué va a decir la gente?”, independientemente de que él se
sintiera mal, porque yo no lo estaba mandando a un pasillo de gente para que vean y
decirles “miren a mi hijo de pijama”. O sea yo lo estaba mandando a traer un
mandado, entonces que él vea que yo me estoy violentando con él, no por el hecho de
lastimarlo, “Hijo yo no quiero que te lastimen, ni quiero que te hagan sentir mal”, pero
esto urge. Es por ejemplo, si en un incendio uno sale en ropa interior, no te vas a
detener a vestirte y sí en cambio él tiende a eso, a detenerse a pensar antes de cualquier
cosa, entonces esa es mi angustia…
K: ¡Pero yo entiendo eso!, Sé que cuando es un incendio uno tiene que salir a las vivas,
pero un desayuno no se está incendiando (reímos todos)
L: Pero yo a veces entiendo que no tenemos que estar en un incendio para poder tener
un conocimiento de él: esa es mi angustia. Por otro lado, esa autoridad de cuándo
Keno dice “es que ella me grita más”: este temor que él es un niño, pero que en un
momento dado él va a tener autoridad. Entonces él debe tener en cuenta eso: que
también es de la parte dura masculina de que debo hacerlo, es cuando él ve, dice “es
que mi mamá es una mujer”, ese es mi temor de mucha constancia con él.
T: Regresamos al tema de sesiones pasadas: hace falta adrenalina de papá, pero no por
eso tú debes situarte en el papel del hombre Lilia, o tú ponerte en el papel de padre y
educar a tu mamá Keno…
L: Yo siento que para mí es muy difícil porque de naturaleza a mí me gustan mucho los
niños pero mi papel cambió a partir de que yo tuve que asumir las dos posturas: ese es
mi temor, yo los consiento, pero llega un límite, pero ya una vez que siento eso de la
emoción, llego a agredir, a lastimar, entonces es ahí donde me da miedo...

Reflexiones de esta sesión y sesiones posteriores

Al validar la vergüenza sentida por Keno, pudo denunciar cómo es vapuleado.


Conforme continuó la sesión pude darme cuenta sobre mis sentimientos
contratransferenciales de venganza para con la madre, por lo que pude contenerlos y
comprender que toda acción humana está compuesta por una ecuación amor-odio: no
era el puro sadismo el que motivaba a Lilia a actuar así contra su hijo, sino una parte
sana que pretendía enseñarle disciplina y responsabilidad se encontraba presente. Lo
anterior me permitió mirarla y reconocerla como una madre suficientemente buena.
Mis intervenciones durante esta sesión se enfocaron también al restablecimiento
de la triple diferencia, Lilia debía mantenerse en su papel de madre (no-padre) y Keno
en su papel de hijo. Tomé el papel de padre simbólico para contener a la madre y
respaldarla en sus decisiones educativas y para situar a Keno en su papel de hijo: “Mijo:
usted no le contesta así a su madre, ni es quién para decirle cómo actuar”.
A pesar de que en Lilia opera fundamentalmente el aislamiento ideoafectivo –
apoyándose de palabras rimbombantes, racionalizaciones y oraciones complejas-
comienza a darse el levantamiento de defensas típico de la transparencia psíquica
(Bydlowski, 1998). Sintiéndose cuidada y atendida por el equipo –que funcionaba como
pareja parental- se da una movilización de sus recuerdos infantiles.
Durante prácticamente todas las sesiones, los niños gustaban de dibujar mientras
alguno de los otros hablaba. Decidí aprovechar dicho recurso y pedí elaboráramos un
árbol genealógico en el que debían especificar ¿Cómo es? ¿Qué partes malas tiene? y
¿Cómo desearía que fuera? Con cada uno de los integrantes de la familia.
Lilia se mantuvo al margen. Keno y Yolanda respondieron las tres preguntas
únicamente con sus padres, plasmando en el papel a sus padres reales, a los de sus
fantasías inconscientes y a los imaginarios.
Debe resaltarse el deseo en ambos niños de contar con un padre, así como el
reconocimiento de su situación en la institución como una manera de protección por
parte de su madre. Respecto a las características de Lilia llama la atención las palabras
que utilizan pues la conceptualizan como proveedora, como “no-madre”. Respecto al
padre -Rodrigo- ponen signos de interrogación en el apartado que solicitaba
describieran cómo es, en la descripción de sus partes negativas utilizaron los siguientes
adjetivos: “borracho”; “mal hablado”; “insulta”; “mal agradecido”; “flaco”;
“mentiroso”; “traicionero”; “pegalón”; “lastimador”; “malo, malo, malo”; “roba
chicos”; “fumador”; “flojo”; “sucio”; “irresponsable” y “miedoso”. Por último
escribieron desearían: “correr con él”; “más adrenalina”; “me consienta”; “me
compre”; “sea alegre”; “bueno”; “respetuoso”; “cariñoso”; “juguetón”;
“protector”; “que me cuide” y “que me haga feliz”. Lo sucedido con el padre es
riquísimo pues nos permite observar la construcción que han hecho sobre éste, ¿Hasta
qué punto estas fantasías son alimentadas y favorecidas por Lilia? ¿Los deseos de los
niños respecto a una figura paterna y a una madre que actúe como tal, son francamente
descabellados? La transmisión transgeneracional había llenado de fantasmas la imagen
del padre en los niños.
Estoy convencido de que aunque Lilia se mantuvo reservada y en silencio, dicha
actividad causó un gran impacto sobre ella pues tuvo muchos insights que manifestaba
en su lenguaje no verbal.

Resultados del tratamiento

Lilia abrió su maternidad, ofreciéndose más receptiva y acogedora a los afectos y


necesidades de sus hijos. Esta sensibilidad le permitió disciplinar y corregir sin humillar
y denostar.
La madre, investida por su redescubierta maternidad y por nosotros, fue capaz de
mirar a Keno quien de vuelta la reinvistió por etapas sucesivas, haciéndola sentir una
madre suficientemente buena.
Lilia brindó cuidados y atenciones al cuerpo de los niños antes que al propio. La
última ocasión en que nos encontramos Keno llegó muy contento, pues su madre había
gastado toda su quincena en comprarle unos tenis nuevos de marca… ¿No es esto una
muestra clara de investidura por energía narcisista? Reconoce sus afectos y cuida su
autoestima corporal “ya no te mando en pijama, sino ahora te visto para que te veas
guapo”, ahora ve y sabe que él tiene sentimientos.
Se verbalizaron algunos secretos familiares y se clarificó la filiación de los
niños; experimentaron el desapego de su padre y comenzaron a asumir su ausencia.
Continuaron con la creación de un padre a través de identificaciones parciales –
entre ellas la del terapeuta-.
Se dio una metamorfosis en la parentalidad, ya que bajó la culpa en Lilia por
tener a los niños en la institución pues entendieron, que aunque es una situación dura y
dolorosa, tiene que velar por que sus hijos estén atendidos. En otras palabras, podríamos
decir que asumió su rol parental en forma creativa a sus necesidades y circunstancias, la
necesidad de internamiento no hería ya su narcisismo. Los niños por su parte dejaron de
tener expectativas “maternalizadoras” de la tutora y la casa hogar y pudieron vincularse
gozosamente y con gratitud por el servicio que se les prestaba; asumiendo la disciplina
que la casa hogar impone.
Aunque persiste la patología de la madre, se cumplió la meta terapéutica: abrir
un espacio menos violento y más propicio para el desarrollo de los niños.
A pesar de que el tratamiento se caracterizó por impuntualidades y
cancelaciones, Lilia permitió que Keno estableciera una relación conmigo. Considero
que construyó algo de padre a través de ésta. Al igual que en el pasado, le “quita” al
padre (decide terminar el tratamiento y por ende la relación conmigo), sin embargo al
despedirnos Keno entendió que cerrar no es sinónimo de desaparición o abandono; que
aunque me ausento de su vida, hay hombres que aceptan su dolor, su deseo de
adrenalina y su llanto. Nos duele no vernos más, pero estoy a una llamada de distancia.

Lilia, con hijos de 9 y 7 años ¿En Transparencia Psíquica?

Si bien no nos enfrentamos al caso de una mujer embarazada o parturienta, observé a lo


largo del proceso terapéutico que Lilia empezó a asumir formalmente su rol de madre
ante el fallecimiento de su propia madre. Destaca la maleabilidad psíquica que se dio en
Lilia durante el proceso terapéutico, por eso aludo al término transparencia psíquica.
Pareciera ser que este levantamiento de la represión que tienen las embarazadas tiene
que ver, además de por su situación biológica, con la metamorfosis que exige el
asumirse como madre. Proceso que se dio: Lilia se asumió como madre y empezó a
ejercer cabalmente las funciones propias de la maternidad.

¿Cómo operaba el papel del padre en la mente de Lilia?

Lilia asumía el papel del padre, emulando a su propio padre: superyóico, exigente y
denostador. Específicamente en su relación con Keno depositaba las características de
su ex-esposo y procedía con él, asumiendo las actitudes que reconoce en su ex pareja y
en su propio padre.

Contratransferencia

Trabajar con esta familia fue un gran reto, pues mis reacciones contratransferenciales
fueron muy intensas la mayoría de las sesiones. Surgía en mí, sesión tras sesión, un
deseo de paternar a Keno y de acompañarlo en su soledad, lo que ayudó a posicionarme
en el papel del tercero. Compartí también con él la sensación de exclusión; sintiéndome
enojado y frustrado ante el trato que su madre le daba a él y a mi persona, haciéndome
sentir denostado y siempre posicionando a la co-terapeuta en el lugar del “saber” y de la
autoridad.
Entendí que la problemática de Lilia con los hombres se extendió a mi persona,
sin por ello contradecir el éxito del tratamiento. Tras supervisar el caso me di cuenta se
trataba de un patrón arraigado en la madre y que no discriminaba a las personas por sus
características individuales, sino que se encontraba a la defensiva conmigo por mi
condición masculina.
Meses después, ya concluido el tratamiento, me enteré por mi supervisora que
había recibido una llamada telefónica de Lilia para informarle había comenzado el
trámite de divorcio y que se encontraba recolectando los documentos necesarios para
pedir la patria potestad de sus dos hijos. Considero se trata de un logro pues establece
una situación jurídica clara para ella y para los niños: creo firmemente tendrán una
representación mental diferente, pasará de ser “abandonada” a divorciada.

Conclusiones

“El padre está primero en la mente de la madre”. Esta genial frase fue fuente de
inspiración para el presente documento. Lilia pudo modificar sus representaciones de
padre y así desasociarlas de su propia historia edípica para transmitir algo distinto a sus
hijos.
Quisiera resaltar la importancia del espacio continente que se ofreció durante el
tratamiento, el equipo de trabajo que fungió como pareja parental y, más allá del posible
éxito del tratamiento, la acción de Keno, Yolanda y Liliana para resignificar su historia
familiar.
En todas y cada una de las sesiones me encargué, primero, en asegurar a Lilia en
su lugar de madre de sus hijos: animándola y valorizándola en sus esfuerzos maternales.
El hecho de que le asegura que ella era, en efecto, la madre de Keno y Yolanda –no la
abuela materna-, permitió que pudiera hacer frente a la situación y que se restableciera
el orden simbólico.
Una vez reconocida madre, pudo dedicarse a sus hijos, pues contó con alguien
que se ocupara igualmente de su propia continuidad. Previo al trabajo psicoterapéutico
Lilia se encontraba sumamente intolerante, en un entorno no seguro para sus hijos.
Vemos entonces la importancia de la figura y participación del padre en mí
representado, pues al estar sostenida Lilia por el padre, se reactiva la transparencia
psíquica, reconectándose con su función maternal.

Referencias
BYDLOWSKI, M. (1997) La dette de vie: itinéraire psychanalytique de la maternité.
Paris: Presses Universitaires de France.
SOLIS-PONTON, L. (2004) La Parentalidad. Desafío para el Tercer Milenio. Un
homenaje internacional a Serge Lebovici. México:El Manual Moderno.
SOLIS-PONTON, LARTIGUE, T., MALDONADO-DURÁN, M. (2006) La cultura de
la parentalidad, antídoto contra la violencia y la barbarie. México:El Manual
Moderno.
STERN, D. (1997) La Constelación Maternal: La Psicoterapia en las relaciones entre
padres e Hijos. Psicología, Psiquiatría y Psicoterapia. Buenos Aires: Paidós.

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