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Ni Tan Solo Una Hora PDF
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Indice
Prefacio 7
SECClON I
LA PREPARACION
1. ¡No se llama INRI!
2. Un cambio radical 17
3. Lea las letras rojas y ore pidiendo poder
4. El llamado más elevado
5. Una progresión divina
6. Señor, enséñanos a orar
7. ¿Ni tan sólo una hora?
SECCION 11
PROMESAS: "Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. "
8. Apropiándonos de los nombres de Dios
9. Apropiándonos de las promesas de Dios
SECCION 111
PRIORIDADES: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad. "
10. El reino de Dios en usted y su familia
11. El reino de Dios en su iglesia y su país
SECCION IV
PROVISION: "El pan nuestro de cada dla, dánoslo hoy. "
12. Viviendo en la voluntad de Dios
13. Respondiendo a los requisitos de Dios
SECCION V
LAS PERSONAS: "Perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. "
14. Llevándonos bien con la gente
SECCION VI
PODER: "No nos metas en tentaci6n, mas líbranos del mal. "
15. Colocándonos la armadura de Dios
16. Construyendo un cerco de protección
SECCION VII
ALABANZA: "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,
por todos los siglos. "
17. Obedeciendo el mandamiento más dinámico de Dios
SECCION VIII
REQUISITOS PREVIOS, MODELOS, PARTICIPACION
18. Poniendo lo primero, primero
19. Modelos para seguir
20. Por amor a diez
Guía de oración
Prefacio
En la fría y oscura noche en que Jesús fue traicionado, sus
discípulos no lograron velar una hora con él en oración. En el
huerto de Getsemaní, mientras Jesús oraba en tal agonía de eSI?íritu
que su sudor se volvía gotas de sangre, sus disápulos, ajenos
totalmente a los acontecimientos eternos que se estaban por
producir, donnían. Jesús, con el espíritu dolorido y acongojado, los
despertó y les preguntó: "¿Así que no habéis podido velar conmigo
una hora?" (Mateo 26:40).
Reflejada en aquella trágica escena, podemos contemplar la
situación difícil de la iglesia en nuestros días. Jesús, nuestro sumo
sacerdote, está intercediendo por nosotros en oración; sus disápulos
duermen, y Satanás está ganando una batalla tras otra, por
abandono. Sería imposible calcular los fracasos, las reputaciones
arruinadas, las derrotas, los hogares deshechos y muchas otras
tragedias que podrían haberse evitado si los creyentes hubiesen
orado. Sería imposible medir la destrucción que podría haberse
evitado y el juicio que se hubiera eludido, si tan sólo el pueblo de
Dios se hubiese tomado tiempo para orar. Yo soy culpable, y usted
también lo es.
Pero no he escrito este libro para que se sienta cargado de
culpa. Lo he escrito porque sé 10 que significa sentirse perseguido
por el llamado a la oración, y porque sé lo que significa permitir
que las interrupciones, la fatiga y las presiones, ahoguen ese
llamado. Dios me persiguió durante seis años con el llamado a la
oración, antes de que finalmente le obedecerá y velará con él una
hora diaria, respondiendo a su ruego. Pero cuando lo hice, mi vida
y mi ministerio se transformaron radicalmente.
Quiero hacerle una promesa: Cuando usted ora una hora por
día, ocurre algo sobrenatural. No ocurre de la noche a la mañana,
sino que lenta, casi imperceptiblemente, el deseo de orar se implanta
firmemente en el terreno de su ser, por medio del Espíritu de Dios.
Este deseo supera las malas hierbas de la apatía y la negligencia,
y va madurando hacia una disciplina de la oración. Luego un día,
usted descubre que la oración ya no es simplemente una obligación
o una rutina; en lugar de ello, la disciplina de la oración ha dado
el fruto del deleite. Descubre que añora que llegue el momento de
su encuentro diario con Dios.
La obra sobrenatural de la oración continúa, y comienza a
tomar y reformar cada esfera de su vida. Usted advierte que su
corazón ya no está ajeno a las promesas y a la presencia de Dios.
Descubre cómo determinar, mantener y emplear en la oración las
prioridades de Dios en su vida; aprende cómo apropiarse de la
provisión de Dios para sus necesidades. La vida entra en una
nueva dimensión a medida que usted empieza a experimentar
mayor gozo y plenitud en sus relaciones con otras personas. A
medida que empieza a caminar, ya no en la carne sino en el
Espíritu, descubre cómo avanzar en el poder de Dios y mantenerse
en el plano de la victoria· que Jesús ya conquistó para usted.
¿Cómo lo sé? Lo sé porque eso es lo que pasó conmigo cuando
obedecí el llamado a la oración. Lo sé porque eso es lo que pasó
con los creyentes después de la ascensión de Jesucristo. Piense en
ello: ¿Qué fue lo que transformó a los aletargados discípulos, a los
creyentes desanimados y vacilantes seguidores que se nos muestran
en los últimos capítulos de los evangelios, en el ejército decidido,
motivado y unificado del libro de Los Hechos? ¿Qué hizo de ellos
un ejército espiritual poderoso, capaz de transformar las dificultades
en oportunidades, capaz de tomar decisiones claras y agudas
en lugar de debatirse en reflexiones confusas y brumosas; un
ejército que al cabo de una generación había transformado el
mundo en el nombre de Jesús? Fue la oraci6n. La oración que
liberaba el poder de Dios y utilizaba sus infinitos recursos.
¿Qué es lo que va a transformar a los discípulos inactivos, y a
los creyentes dubitativos, y a los seguidores vacilantes de nuestros
días, en un ejército poderoso y combatiente, cuyo himno sea la
liberación, y que lleve sanidad en sus manos? Es la oración. Es la
oración la que arrebata de las garras ambiciosas de Satanás las
victorias que Jesús ya obtuvo para nosotros. La oración que resuena
a las puertas del infierno.
Si usted no está orando una hora diaria de manera sistemática,
pero quisiera hacerlo, aprópiese de los secretos sobre la oración que
el Espíritu Santo me enseñó a mí mientras estaba de rodillas, y
empiece a practicarlos. A medida que aprenda a orar en la forma
que Jesús nos enseñó a hacerlo, su vida de oración dejará de ser
una experiencia frustrante de éxito incierto; en cambio, velar una
hora con el Señor en oración, llegará a ser algo fácil y natural.
¿Por qué no inclina ahora mismo la cabeza y ora? "Jesús, pon
en mi corazón el deseo de orar. Ayúdame a adoptar un horario
regular de oración diaria. Cambia mi vida de oración para que en
lugar de una obligación sea un deleite. Haz de mí un vigoroso
soldado en tu ejérdto de oración.11
¿Pronunció la oración? ¿La hizo sinceramente? Entonces,
soldado, es mejor que saque el uniforme de entre las naftalinas,
saque brillo a los botones de bronce y lustre las botas, porque el
ejército de Dios se está poniendo en marcha
SECCION 1
LA PREPARACION
CAPITULO UNO
¡No se llama INRI!
Tenía diecisiete años en 1968, cuando las pesadas puertas del
pabellón psiquiátrico del hospital Mother Frances, en Tyler, Texas,
se cerraban con llave detrás de mi. Por entonces tenía un auto
convertible y una hermosa novia; tenía una beca como jugador de
golf a nivel nacional; vivía en una enorme casa en la que el
segundo piso me pertenecía por completo: tenía dos dormitorios,
dos baños y un escritorio. Tenía de todo. Pero perdí totalmente el
juicio en ese ambiente, porque tenía de todo en lo externo, pero
nada en lo interno.
Semanas antes, había buscado ayuda de mi padre, que había
hecho una fortuna con el petróleo. -¡Ayúdame, papá! -le había
suplicado.
Pero mi padre era un alcohólico que no conocía a Jesús; su
corazón estaba tan vacío como el mío. Todo lo que hizo fue
mirarme un instante sin poder creer, y luego exclamar exasperado:
-Larry, cualquier muchacho que tiene todo lo que tienes tú, y se
deprime, es porque está metido en las drogas.
Mi madre, que sí era creyente, acudió en mi defensa. -Mi hijo
no se metería en las drogas -replicó ofendida por la acusación de
mi padre-. Debe tener un tumor cerebral, o algo por el estilo.
Durante ese período de terrible depresión, fui un domingo a
la iglesia, buscando ayuda. Estaba tan desesperado por ayuda, que
al final del culto caminé hacia el frente, mientras todos mis
compañeros me observaban desde la última fila. Le dije al pastor:
-Señor, ¿tiene algo para mí? Estoy perdiendo el juicio, y no sé
cuál es la causa.
¿Saben lo que hizo el pastor? Simplemente me palmeó el
hombro, y me susurró confortándome: -Ya te sentirás mejor, hijo.
Eres un buen muchacho. Ven, llena esta ficha.
Todo lo que mi padre podía ofrecerme era dinero, y todo 10
que la iglesia tenía para mí era una ficha para llenar. No sabía
dónde más recurrir, de manera que cuando mi madre insistió en
que debía haber alguna anomalía física, me rendí y fui al médico.
Después de exhaustivos exámenes que comprobaron que no había
razones físicas que explicaran mis profundos problemas emocionales,
me admitieron en un hospital psiquiátrico, y entonces comenzó
la ronda de pruebas psicológicas.
Poco después, el médico entró a la habitación y me dijo en
tono comprensivo: "Estás deprimido, ¿verdad? Esto te ayudará." Y
me dio cuatro tranquilizantes, y entonces pude comprobar que
cada cuatro horas alguien venía y me entregaba cuatro pequeñas
pastillas. Y eso fue el final. Las últimas lucecitas de realidad se
apagaron, y me invadió la neblina. Los médicos 10 llamaban crisis
nerviosa, pero en realidad se trataba de una "crisis moral". Yo era
un pecador que no había entendido que Cristo había muerto por
el pecado. No sabía que la vida pudiera tener un propósito.
Durante las seis semanas que pasé en el hospital, ni siquiera
vi el sol. Parte del tiempo 10 pasaba en un estado de sopor
provocado por las píldoras, con los ojos en blanco. Cuando volvía
en mí, se me ocurría que la mujer de color que limpiaba el piso era
mi madre y que el paciente de la otra cama era el médico. Allí
estaba, heredero de una fortuna, pero había perdido la razón. Con
temor, mis desconsolados padres solicitaron mi admisión en el
hospital psiquiátrico estatal.
Pero antes que me transfirieran, un día pasé distraídamente de
mi habitación a la sala central, donde observé un crucifijo. Sintiendo
curiosidad, 10 quité de la pared y logré concentrar mis ojos y mi
mente en él lo suficiente como para leer la inscripción en latín:
INRI. Sintiéndome muy confundido, anduve divagando por los
pasillos de ese hospital católico, recolectando crucifijos y tratando
de interpretar esas enigmáticas letras. Por supuesto, cuando las
monjas me vieron con los crucifijos apretados contra el pecho,
corrieron a recuperarlos. Con las monjas persiguiéndome a toda
prisa, empecé a correr, y mis rezongos aturdidos se fueron
amplificando hasta transformarse en un alarido: "¡No se llama
INRI. ..No se llama INRI! ¡SU nombre es Jesús!"
Varios días más tarde, en mi habitación, pareó recobrar el
sentido. Caí de rodillas y empecé a clamar: "¡Jesús! ¡Jesús!
¡Misericordioso
Jesús!" No era una oración muy religiosa que digamos.
Simplemente invocaba a Dios una y otra vez, suplicando, llorando,
sollozando mientras 10 nombraba.
De pronto sentí una voz interior que le hablaba a mi espíritu.
Me dijo: "Ahora eres mi hijo. Llevarás mi mensaje a esta generación.
Serás mi portavoz y mi siervo." Luego la voz me dijo que
podía levantarme e irme a casa.
Yo ya estaba bien, pero no podía marcharme porque estaba
bajo llave. El médico llegó al día siguiente y me dijo en tono de
rutina: -¿Cómo te va, Larry?
-Estoy mejor -le contesté.
Perplejo, el doctor vaciló un instante y luego me preguntó en
tono práctico: -¿Por qué piensas que estás mejor ahora?
De la misma manera le respondí: -Porque ayer hablé con
Dios.
El doctor enarcó las cejas y murmuró escéptico: -Sí, claro.
Pero como no podía negar la paz que había reemplazado mi
confusión interior, pronto me dio de alta.
Ese hospital psiquiátrico fue un extraño lugar para iniciar mi
camino con el Señor, pero cuando clamé, Jesús entró por las
puertas cerradas y las ventanas enrejadas a mi corazón y me llamó
para servir a mi generación. Como un ternero recién nacido, parado
sobre débiles y cojeantes patas, salí del hospital y entré nuevamente
a la vida. Pero esta vez ya no caminaba solo. Desde ese momento,
Dios nunca dejó de cuidarme.
¿Por qué cree que estoy dispuesto a abrir las polvorientas
páginas de mi vida y compartir este relato con usted? Porque ese
drama ya es cosa del pasado, está olvidado, y en su lugar hay una
paz permanente y un propósito divino. Y creo que usted es parte de
ese propósito. Dios nos ha acercado para que pueda compartir
parte de la gracia que él me ha concedido.
No sé en qué punto mi experiencia se cruzará con la suya, o
en qué punto la Palabra del. Señor se hará oír en usted, pero 10
hará, y la verdad 10 hará libre. Hábitos arraigados que le impiden
recibir la plenitud de Dios, maneras anticuadas de considerarse a
sí mismo y a los otros, tradiciones muertas que 10 dominan a pesar
de que hace tiempo que la verdad las ha superado, todo se verá
desafiado por el Espíritu de Dios, que hace nuevas todas las cosas.
Por 10 tanto, 10 invito a compartir su gracia y aprender,
mediante la amigable y suave instrucción del Espíritu Santo, 10 que
yo he aprendido a través de las dolorosas pero hermosas experiencias
de mi vida.
¿y usted? ¿Es su situación tan desesperada como 10 era la mía?
¿Está en una situación en la que no puede hallar una salida, y
tampoco queda una puerta abierta por detrás? Quizás no. Quizás
sólo está en un estado de inercia espiritual. Ya nada le parece
novedoso. Hace años que se convirtió, y ya piensa que "10 sabe
todo". Dios ya no dice nada nuevo, murmura con escepticismo.
Bien, permítame darle un consejo: Deje de pensar en su
problema, o de simplemente esperar que pase. Ore por su problema.
Su situación puede o no ser desesperante, pero sólo cuando
usted esté 10 suficientemente desesperado como para caer de
rodillas, confesar su necesidad a Dios e invocar su nombre,
entonces él traerá paz a su persona y a sus problemas. Ese es el
primer paso que debe dar. Hágalo ahora mismo, amigo. Hágalo.
Y cuando 10 invoque, recuerde: ¡SU nombre es Jesús!
CAPITULO DOS
Un cambio radical
Han pasado casi dos décadas desde ese día en el hospital
psiquiátrico cuando entré llorando a la presencia de Cristo y su paz
inundó mi ser. Ahora sé qué fue lo que me sanó. Por primera vez
en mi vida, percibí que Dios me veía tal como era, me conocía, me
necesitaba, y que tenía un propósito para mi vida, y que yo lo
necesitaba a él.
Estas mismas necesidades son esenciales para todo ser
humano, incluyéndolo a usted. Usted necesita que alguien lo vea;
necesita que alguien lo necesite; y necesita un propósito al cual
consagrar su vida. No es suficiente entregar su vida a otro ser
humano. Volcarse a una profesión y a los bienes no saciará la sed
de su corazón. Siempre pendería de la ventana de su alma un
letrero con la palabra “vacío”.
Cuando descubrí a Jesús, la vida pareció empezar a latir con
un sentido, con un significado. No podía guardarme esa verdad
para mí mismo. Tenía que compartir lo que había descubierto. Pero
existía un problema. Los pastores no me dejaban predicar en sus
iglesias porque creían que mi evangelio era producto de un
desequilibrio mental, de modo que predicaba en la heladería o en
cualquier sitio donde alguien quisiera escucharme. Por fin me
dieron una oportunidad, cuando me permitieron predicar por una
vez, en la Primera Iglesia Bautista de Kilgore, mi ciudad natal.
Ese domingo había un hippie escuchando mi predicación.
Sabía por su mirada extraviada que su cerebro ya estaba dañado
por las drogas, o bien se había drogado allí mismo. En determinado
momento me di cuenta que el hippie era Jerry Howell, el
tecladista de un conjunto local de rock. El conjunto tenía la canción
número uno de la lista de éxitos en esos días. Los muchachos de
la ciudad idolatraban a Jerry, pero sus padres pensaban que era la
peor de las plagas.
Al final del culto, Jerry se acercó y me dijo como al pasar:
-Realmente me sentí identificado con 10 que dijiste.
-Jerry, ¿se puede saber qué haces en la iglesia? -le pregunté
mientras estrechaba la mano que me tendía.
Suspiró. -Sabes, mi padre murió hace seis meses, y le prometí
en el lecho de muerte que vendría de la Universidad de Texas
todos los fines de semana, para llevar a mi hermano menor a la
iglesia. Sólo estoy cumpliendo la promesa que le hice a mi padre.
Jerry hizo una pausa y bajó la voz. -Lo que dijiste es lo único
que he oído en estos seis meses que ha tenido sentido para mí.
Más tarde no podía sacarme a Jerry de la cabeza. Advertía que
estaba pidiendo ayuda, de modo que 10 llamé y le pedí que fuera
a la iglesia conmigo. -Jerry -empecé vacilante-, eh ...te habla
Larry Lea.
Silencio total del otro lado de la línea.
-Este...Jerry, estoy encargado de los jóvenes en una iglesia de
New London. (No le dije que era la única iglesia en el pueblito.)
Jerry -seguí más confiado-, ¿por qué no vienes a tocar el órgano?
Puedes tocar "Maravillosa gracia", ¿verdad? Yo cantaré mientras tú
tocas, y la iglesia estará llena de jóvenes.
-¿Yo? -me respondió-. ¿Quieres que yo toque el órgano en
una iglesia?
Yo no estaba al tanto de que durante cuatro años Jerry se había
drogado, día tras día. Después supe que cuando sonó el teléfono,
Jerry había estado en el jardín contando las briznas de césped y
tratando de mantener la cabeza en equilibrio.
-Sí, Jerry, necesito tu ayuda -le aseguré-. Tienes mucho
talento, y Dios puede usarte. El te ama, y tiene un plan para tu
vida. Yo te recogeré en el auto esta noche. ¡Hasta te conseguiré una
cita! -le dije esperando ver cómo reaccionaba.
-¡Una cita! -exclamó-. ¿Con una chica de la iglesia?
A las siete de la tarde pasé a recoger a Jerry para ir a la
reunión. Estaba vestido con un vaquero desteñido y una camisa de
algodón. Tenía largos cabellos rubios hasta la cintura, pero la
coronilla calva. Frente a su casa estaba su vieja camioneta, de esas
que tienen cortinas en las ventanas, con un complejo sistema de
estéreo a pleno volumen y la música de Jimi Hendrix y Led
Zeppelin. y allí estaba yo, con mi cabello bien recortado, mi
cassette del himno "El Padrenuestro", y la Biblia de familia sobre
el tablero de instrumentos. Cuando Jerry subió a mi auto, sus ojos
se fijaron en la Biblia, luego en mí, de nuevo en la Biblia, y luego
directo al frente. Sí que estaba callado. Pasamos a recoger a las
chicas, pero Jerry casi no dijo una palabra.
Cuando entramos a la iglesia, le señalé la plataforma, y le dije:
-Jerry, allí está el órgano. Tú sabes qué hacer.
¡Jerry tocó "Maravillosa gracia" como nunca se tocó antes ni
se volverá a tocar! Yo canté y prediqué, y tuvimos una buena
reunión.
Eran alrededor de las once y media de la noche cuando
llegamos a su casa, después de dejar a las chicas. Jerry habló
prácticamente por primera vez en toda la noche. -Larry, ¿hay algo
de cierto en Jesús? -preguntó con sinceridad.
Casi no supe cómo contestarle, porque Jerry estaba confundido,
en medio de una crisis nerviosa, sumido en drogas, pero
musité una oración pidiendo ayuda. Durante la primera parte de
nuestra conversación esa noche, Jerry hizo muchas preguntas a las
que yo no tenía respuestas. A veces respondía honestamente: "No
lo sé, Jerry." Pero Dios me dio palabras, y continué compartiendo
a Jesús.
Cuando dejamos de hablar, eran las tres y media de la
mañana. Jerry miró fijamente hacia adelante, suspiró hondo y dijo:
-y bien, ¿cómo puedo recibir a Jesús?
y yo (sintiéndome creyente maduro y gran ganador de almas),
le dije: -Lo que haces es abrir tu Biblia en Mateo 5, 6 Y7 (que era
la única parte de la Biblia que yo conocía), luego te arrodillas y
empiezas a clamar: ¡Jesús, Jesús, Jesús!, y cuando sientes que te
conmueve, entonces ya 10 has recibido.
y bien, Jerry Howell entró a su casa e hizo exactamente eso,
20 / ¿Ni tan sólo una hora?
pero antes de que llegara a arrodillarse, Dios ya 10 había salvado,
liberado de cuatro años de ser esclavo de las drogas, y 10 había
llamado a ser un predicador. Cuando concluyó, Jerry marchó a la
casa de su mejor amigo, Max, el baterista del conjunto. Eran las seis
de la mañana de un día feriado y Max estaba en el fondo de su
casa dando de comer a los conejos. (La verdad es que eran gente
extraña.) Cuando Jerry apareció por la esquina de la casa, Max le
echó una mirada y le dijo: -Jerry, ¿qué te ha pasado?
Jerry sonrió y le explicó: -Conocí a ese tipo raro que se llama
Larry Lea, y pasamos la noche hablando de Jesús.
-Hombre, ¿y cómo puedo yo también saber algo de Jesús?
Jerry apuntó directo. -Tomas tu Biblia, lees Mateo S, 6 Y7,
luego te pones de rodillas y....
A las siete y media sonó el teléfono en mi casa. Era Jerry.
"¡Larry, lo recibí! ¡Lo recibí! Y vine a decírselo a Max, y él también
lo recibió. Pero ya sabes cómo es de raro. ¡Sería mejor que vinieras
y te cercioraras!"
Ese no fue el único llamado que hizo Jerry ese día. El peluquero
no había abierto porque era feriado, pero Jerry lo llamó a su
casa. -Señor Buck -le dijo vacilante-, soy Jerry Howell. ¿Me
cortaría el pelo?
El peluquero no vaciló. Como un relámpago, le contestó: -Por
supuesto, muchacho. Te espero en seguida-y no pudiendo resistir
agregó-: Hace mucho tiempo que estoy esperando cortarte el
cabello.
Seis semanas más tarde, un Jerry Howell bien afeitado y con
el cabello bien cortado partió hacia un seminario bíblico junto con
el "tipo raro·· que se llamaba Larry Lea. Un día Jerry anunció:
"Larry, Dios me ha llamado a predicar, y debo ir a atender una
reunión de avivamiento." Y eso fue exactamente lo que hizo. Seis
meses después de su propia conversión, Jerry había llevado mil
personas a los pies de Jesucristo.
Jerry es hoy pastor de la Iglesia sobre la Roca, en Kilgore,
Texas, la misma ciudad donde en otro tiempo lo consideraban la
escoria de la tierra. ¿Qué fue lo que produjo ese cambio tan
radical? Pues bien, Jesús se acercó y le dijo: "Yo te veo, Jerry
Howell, escondiéndote detrás de tus murallas, y yo te necesito para
una tarea especial. Tengo algo por lo cual puedes consagrar tu
vida. Todo lo que necesito es oírte decir que me necesitas."
Ahora, quiero hacerle una importante pregunta. ¿Qué hay
respecto de usted, querido lector? ¿Necesita un cambio radical en
su corazón? ¿En su casa? ¿En sus relaciones? ¿Está cansado de las
dudas y la incredulidad? Jesús lo ve allí mismo donde está. Ello
necesita para algo especial que sólo usted puede hacer. Yusted lo
necesita a él.
Jesús cambió a Larry Lea, un muchacho de diecisiete años
internado en un hospital psiquiátrico. Jesús cambió a un hippie de
Texas llamado Jerry Howell. Y puede cambiarlo a usted también.
Ni siquiera necesita leer Mateo 5, 6 Y7. Simplemente póngase de
rodillas e invoque a Jesús. (Y no se preocupe, ¡se dará cuenta
cuando ocurra!)
CAPITULO TRES
Lea las letras rojas
y ore pidiendo poder
Jerry Howell y yo, dos nuevos convertidos deseosos de crecer,
éramos compañeros de cuarto en el Seminario Bautista de DalIas.
Además de asistir a clase, lo que llevó todo nuestro tiempo durante
tres años, fue "leer las letras rojas y orar pidiendo poder".
Devorábamos las palabras de Jesús, que estaban impresas en letras
rojas en nuestras Biblias de tapa negra. Jerry y yo nos sentíamos
cautivados por los milagros de Cristo, su compasión y poder para
ayudar a los necesitados. Anhelábamos lo que él tenía. Deseábamos
hacer lo que él había hecho. Estábamos sedientos y hambrientos de
Jesús.
Una noche, dejé el dormitorio y salí a dar una caminata. Era
una noche clara, serena, y el reflejo de las luces en el lago que
había en el valle al pie del seminario, proporcionaba una vista
apacible. Deambulé por la falda de la ladera, hablando con Dios.
Después de un tiempo, me detuve y volví la vista hacia las
estrellas; pero el deseo que consumía mi corazón llegaba mucho
más lejos que esas motas de luz que tintineaban. "Oh, Dios",
supliqué, el rostro empapado en lágrimas, "quiero tener todo 10 que
tienes para mi. Por favor, Padre, si hay poder en tu evangelio,
dámelo. Dámelo, Señor."
Me imagino que ya saben que es peligroso hacer una oración
de esta índole. Inmediatamente me di cuenta de que mis
asombrados oídos escuchaban que mis labios hablaban un idioma
que nunca había aprendido. Asombrado, me puse la mano sobre
los labios, y pensé: "Oh, Dios, nosotros no creemos en estas cosas."
¿Está en contra de sus doctrinas teológicas? No se aflija; estaba
también en contra de las mías. No entendía lo que había ocurrido,
pero se parecía mucho a lo que los discípulos habían experimentado
en el Libro de los Hechos.
No permití que volviera a ocurrir durante un tiempo. Pero una
noche visité el hogar de un pastor, que oró por mí. Y allí mismo,
mi nuevo lenguaje de oración se hizo oír otra vez. Esta vez
simplemente lo dejé fluir. Sabía que era el Espíritu Santo, y que
había llenado e inundado mi ser en respuesta a una oración
honesta y urgente. Dios también le dio a Jerry el bautismo del
Espíritu Santo. Aunque tratábamos de que no 10 notaran, y no
hicimos mucha bulla respecto a nuestras experiencias, la noticia
acerca de los dos muchachos que oraban en lenguas extrañas
pronto corrió entre los 400 seminaristas que vivían en los
dormitorios del seminario. Las reacciones fueron diversas: fría
indiferencia, cálido interés, abierta hostilidad y toda la gama entre
estos extremos.
Cuando nos arrodillábamos de noche junto a nuestra cama
para orar, podíamos oír que se entreabrían las puertas a lo largo
del pasillo. Podíamos oír las pisadas cautelosas, que se detenían
abruptamente frente a nuestra puerta. Una noche Jerry se puso
suavemente de pie, se deslizó a hurtadillas y abrió de un golpe la
puerta. Apretados frente a nuestro umbral, nos dimos con varios
colegas perplejos y sorprendidos.
Todos nos reímos, y los muchachos supieron que aunque Jerry
y yo, en la intimidad de nuestra habitación, a veces orábamos con
otros "lenguajes de oración", no por eso nos colgábamos de las
lámparas o nos arrastrábamos por las alfombras. Simplemente
estábamos experimentando la alabanza y la intercesión en una
nueva y poderosa dimensión. Y los muchachos que estaban
interesados, pronto descubrieron que estábamos dispuestos a hablar
acerca de nuestra experiencia de plenitud, si querían tomarse el
riesgo de hacerlo.
Por un tiempo, pareció que Jerry y yo íbamos a poder
llevamos bien con la mayoría de esos otros estudiantes. Pero uno
de mis profesores en el seminario supo acerca de mi bautismo en
el Espíritu Santo y trató de hacerme entrar en razón. -Hijo -me
dijo-, está bien si quieres hablar en lenguas en tus devociones
privadas; pero no vayas por ahí difundiendo tu experiencia y
diciéndoles a otras personas cómo recibirla.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y le respondí suavemente:
-No puedo hacer eso, señor.
La mandíbula se le puso rígida, y las palabras cuidadosas y
precisas que pronunció me cortaron el corazón como con una daga.
-En ese caso, Larry, no hay lugar para ti en el ministerio.
Ese profesor no era la única persona preocupada acerca de mi
bautismo en el Espíritu Santo. Cuando mi padre supo de mi nueva
experiencia, me advirtió: "Larry, vas a terminar bajo una carpa con
un puñado de gente lunática que arroja espuma por la boca." Por
un tiempo parecía que podía tener razón.
Pero 1972 fue un gran año para mí: me gradué en el seminario;
me casé con mi esposa, Melva Jo; y Howard Conatser, pastor de la
iglesia de Beverly Hills, en DalIas, me sorprendió con una generosa
invitación a desempeñarme como encargado de los jóvenes.
Aunque agradecí su ofrecimiento, yo realmente no quería
trabajar con jóvenes. Mi anhelo era llegar a ser un evangelista como
James Robison, y así se 10 dije al pastor Conatser. No se molestó en
absoluto. "Ponte a orar, Larry", me dijo confiadamente con su
áspera voz de bajo. De manera que oré, y para mi sorpresa, el
Señor me orientó a aceptar su ofrecimiento.
Por esa época yo no era de los que andaba con rodeos si se
podía decir algo de frente. Cuando supe que el grupo juvenil se
mantenía con un programa permanente de fiestas sociales, me
presenté ante cincuenta pares de ojos que me miraban con recelo,
y anuncié: -Vamos a terminar con todo eso. Vamos a leer las
letras rojas y vamos a orar pidiendo poder.
iLa respuesta fue tremenda! ¡En una sola jornada el grupo
pasó de 50 a 14! ¡Un crecimiento espectacular!
y para rematarlo, una chica se me acercó con una mueca en la
cara y fuego en los ojos, y me amenazó: -Oiga, si usted no quiere
hacer lo que nosotros queremos hacer, lo vamos a echar de la
misma forma que echamos a cuatro directores juveniles antes de
usted.
Contuve la respiración, ordené a todas mis visceras que
dejaran de temblar, oré pidiendo que la muchacha no advirtiera el
temblor en mi voz, y le ofrecí una opción. -Hermana -le dije
mirándola fijamente a los ojos-, tú no puedes echarme de aquí,
porque tú no me has traído. Estoy aquí porque Dios me ha dicho
que viniera, y no me voy a ir. Será mucho más fácil que ustedes
cambien de iglesia de que yo me mude de aquí.
Fue el final de esa conversación y el comienzo de una nueva
etapa para muchos jóvenes.
Ese grupo de catorce jóvenes comenzó a reunirse los martes,
miércoles, jueves, y domingos por la noche. Hada el final del
verano, habíamos pasado de 14 a 140. Al finalizar el segundo año,
teníamos mil adolescentes en nuestros servicios juveniles, y muchos
más que se adherían a los conciertos cristianos que auspiciábamos.
Dios honró mi obediencia a su llamado, y el celo con que
testificaban estos jóvenes. (Muchos de ellos son ahora miembros de
la Iglesia sobre la Roca.)
Pero me sucedió una de las cosas más peligrosas que pueden
sucederle a un pastor. Alcancé el éxito como predicador sin haber
afianzado mi propia vida de oración. No me entiendan mal; a veces
oraba con fervor, hada plegarias sinceras, pero mi vida de oración
era esporádica e inconsecuente.
Por fuera todo parecía grandioso. Predicaba a multitudes de
jóvenes por mes. Teníamos un servido de conciertos que
congregaba a miles de adolescentes todas las semanas, y que era
televisado en una red nacional. Pero algo ocurría dentro de mí. Mi
propia predicación me acusaba. Una y otra vez, después de
predicar ante la congregación, me encontraba solo en una
habitación al fondo de la iglesia, llorando delante de Dios,
arrepentido por mi falta de regularidad en la oración.
Son los días más desdichados que puedo recordar. Pero Dios
se preparaba para darme una oportunidad de obedecer otro
llamado: ¡El más elevado de todos!
CAPITULO CUATRO
El llamado más elevado
Después que murió Howard Conatser en 1978, recibí la
invitación de ser pastor de su iglesia, la cual tenía tres mil
miembros. Era un ofrecimiento muy tentador para un pastor de
veintiocho años encargado de jóvenes, pero de inmediato Dios me
hizo saber que esa invitación no era para mí. Un hombre de la
comisión se me acercó con una propuesta que expresaba algo así:
-Hijo, vamos a triplicarte el sueldo, incluirte en programas de
televisión, y hacerte rico y famoso. Lo único que tienes que hacer
es dar mensajes que hagan que la gente venga al altar, jugar bien
tus cartas, y nosotros te aseguraremos el éxito.
Esta era otra de esas conversaciones intimas, cara a cara, a las
que ya me estaba empezando a acostumbrar, de modo que ergui
los hombros y le contesté directamente: -Mire, dejé de jugar a las
cartas cuando me convertí.
Bueno, esa respuesta me aseguró el regreso a Kilgore. Aunque
me estaba por graduar del seminario, y mi esposa y yo teníamos
tres hijos pequeños por entonces, me trasladé al mismo dormitorio
que habla ocupado siendo adolescente, cuando cursaba la
enseñanza media. Mi futuro parecía haberse desmoronado de
golpe. Dios sabe cómo motivarnos a la oración, ¿verdad?
Fue por entonces que conocí a Bob Willhite, pastor de la
Primera Asamblea de la Iglesia de Dios en Kilgore, Texas, quien
me invitó a dirigir unas reuniones de avivamiento en su iglesia.
Algo de ese caballero de maneras suaves y cabello gris captó mi
interés. Supe de inmediato que ese hombre sería mi pastor, y se lo
dije.
Durante siete semanas dirigí las reuniones de avivamiento,
como me había pedido, y vimos cómo se salvaban quinientos
adolescentes. Fuimos testigos de la conversión de una clase completa
de estudiantes de una escuela secundaria. Pero lo más
extraordinario que ocurrió durante ese avivamiento fue un cambio
muy singular en mi vida, ya que pasé a interesarme más por la
oración que por ninguna otra cosa. Ocurrió como sigue.
Una noche dije: -Pastor Willhite, entiendo que usted es un
hombre de oración.
-Correcto -respondi6-, siempre oro. He estado levantándome
temprano a orar durante más de treinta años.
Se me aceleró el pulso y me dije a mí mismo: "Oh, Jesús, aquí
hay uno de verdad." Disimulando mi entusiasmo, le pregunté:
-Mientras se lleva a cabo este avivamiento, ¿me permitiría ir a
orar con usted de mañana?
-Por supuesto -contest6-. Pasaré a recogerte a las 5:00.
Debo confesar que cuando llegaron las 4:15 de la mañana y
sonó ese estridente despertador, yo no sentía una pizca de unción
para orar. Ningún ángel se paró a mi lado para ordenarme: "Ven
a orar, hijo mío. Vayamos juntos hacia el sitio de oración." Lo único
que quería hacer era taparme bien con la frazada hasta la cabeza;
pero logré llegar hasta la ducha, y estar vestido y despejado
cuando el pastor llegó a mi casa.
Mientras íbamos hacia la iglesia esa mañana antes del
amanecer, no me imaginaba lo que Dios estaba por hacer en mi
vida, pero estaba absolutamente seguro de que respondía al más
vital de los llamamientos, el llamamiento a la oración.
Ese llamado nos va a perseguir a cada uno de nosotros hasta
que lo obedezcamos. Me había perseguido a mí durante seis años.
Pero cuando lo obedecí, esa elección marcó el punto crítico en la
historia de mi ministerio. Desde ese día en adelante, seguí
levantándome temprano todos los días para orar. Por cierto, yo
buscaba la mano de Dios, rogándole: "Señor, haz esto o aquello por
mi." Pero cada vez más, buscaba también el rostro de Dios, sediento
de su amistad y comunión, hambriento de que su carácter santo,
amoroso, compasivo, se fuera desarrollando dentro de mí.
Me sentía como una criatura que no distingue su mano
derecha de su mano izquierda. Sabía que había muchísimo para
aprender acerca de la oración y la comunión con mi Padre. El
clamor de mi corazón era: "Enséñame a orar, Padre. Enséñame a
orar." Una mañana durante ese período de dos años en que viajaba
como evangelista, mientras estaba en oración, el Espíritu Santo
empezó a revelarme verdades acerca del Padrenuestro, que quiero
compartir con usted en los próximos capítulos.
Yo estaba en el Canadá dirigiendo un encuentro de
avivamiento para jóvenes, cuando el Señor me dijo claramente: ·Ve
a Rockwall para establecer allí mi pueblo." Rockwall, una población
que no pasaba de los 11.000, está enclavada en un acantilado que
mira hacia el Lago Ray Hubbard, a unos treinta y cinco kilómetros
hacia el este de DalIas. Es un pueblo pequeño, en el condado más
pequeño de Texas. Si Dios me hubiera ordenado: "Despéñate de la
faz de la tierra", no me hubiera sorprendido más que esta otra
orden. En realidad, en ese momento las dos órdenes hubieran
podido entenderse como si fueran sinónimas.
Pero me mudé con mi familia a Rockwall y empecé a aplicar
los principios que Dios me había enseñado acerca del crecimiento
de la iglesia. Iniciamos la Iglesia sobre la Roca en 1980, con trece
personas. Muy pronto la casa donde nos reuníamos nos resultó
chica, y nos trasladamos a la Pista de Patinaje de Rockwall, donde
tuvimos 200 personas el primer domingo. Pronto ese lugar se nos
hizo pequeño, de modo que la iglesia empezó a realizar sus cultos
en el auditorio de la escuela secundaria de Rockwall. Creciendo a
ese ritmo, sabíamos que necesitábamos con urgencia un local
propio, de modo que empezamos a ahorrar todo lo más posible.
Un día, P. J. Titus, nativo de la India, amigo de largo tiempo,
y un ministro muy consagrado, entró a mi oficina presentándome
una necesidad urgente. El Señor había puesto en su corazón la
carga de iniciar un seminario bíblico en la India, y necesitaría
20.000 dólares para el proyecto.
Mis pensamientos se fueron de inmediato a los 20.000 dólares
que había en la cuenta de ahorro de la iglesia para nuestro nuevo
local, y empezó una lucha dentro de mi. Sabiendo que tenía algo
crítico por lo cual orar, le pregunté a Titus si podía volver al día
siguiente para conocer mi decisión.
Mientras buscábamos la voluntad del Señor, el Espíritu Santo
me impulsó a sembrar hasta la última semilla, en lugar de
ahorrarla. Pero no estaba preparado para la reacción de Titus.
Cuando al día siguiente regresó a mi oficina y le entregué un
cheque por 20.000 dólares, rompió a llorar, y los sollozos sacudían
su pequeña figura.
Cuando estuvo en condiciones de hablar, me dijo por qué ese
cheque significaba tanto para él. "Le dije al Señor que si me daban
los 20.000 dólares para empezar el seminario bíblico, dejaría los
Estados Unidos donde he vivido estos últimos años, regresaría a la
India y pasaría el resto de mi vida sirviendo a mi pueblo."
Titus está haciendo exactamente eso. Tuvimos el valor de
sembrar nuestra preciosa semilla en lugar de comerla o acumularla
para nosotros mismos, y en respuesta, el Señor le ha dado a la
Iglesia sobre la Roca uno de los dos principales seminarios bíblicos
en la India, donde Titus está capacitando a hombres y mujeres para
alcanzar a su nación para Dios. Pero mientras él salía de mi oficina
con todos nuestros ahorros, yo no sabía qué iba a resultar de eso.
Todavía teníamos los servicios en un auditorio alquilado, y ahora
volvíamos a cero en nuestras finanzas. Yo sabía que Dios proveerla,
pero no estaba preparado para redbir su provisión por medio del
instrumento que él había escogido usar.
Un domingo, después del culto, un genuino vaquero se acercó
y me dijo lentamente: "O has venido directamente del cielo, o
directamente del infierno. No me gustan los predicadores, pero me
caes bien. Dios me dijo que vas a ser mi pastor." Luego me llevó
hasta su camión, y me arrojó en las manos una vieja bota de
trabajo. Advirtiendo mi perplejidad, me explicó: "He sido creyente
por muchos años, pero por andar en rodeos durante los últimos
ai\os, no he tenido una iglesia permanente. Por eso iba poniendo
mis diezmos en esta vieja bota. Ahora Dios me dice que debo
dártelos."
Había más de 1.000 dólares en esa bota. Cuando miré dentro
de ella, el Señor me hizo saber inmediatamente que él iba a usar
ese incidente para su gloria.
Llevé la bota al próximo culto, y compartí con la congregación
lo que había sucedido. Espontáneamente, la gente comenzó a
acercarse y a depositar dinero en la bota, para la construcción del
edificio que tanto necesitábamos. Domingo tras domingo se
mantuvo ese milagro. Terminamos el edificio sin pedir dinero
prestado, y nos trasladamos sin deberle nada a nadie.
Como la multitud superó la capacidad del nuevo auditorio
desde el· primer domingo, tuvimos que celebrar dos servicios
dominicales, luego tres, cuatro, cinco, para dar lugar a todos.
También tuvimos que agregar martes y jueves por la noche para
complementar los servidos del día miércoles, que no daban abasto.
Nuestros archivos indican que la iglesia creció de trece
miembros a 11.000, con un equipo pastoral de 32 personas y más
de 460 células en hogares. Para albergar esta extraordinaria
cosecha, ha sido necesario construir un edifico capaz de dar cabida
a 11.000 personas.
y como si esto no fuera suficiente para estremecer el corazón
de un pastor de 36 años de edad, en la primavera de 1986, Oral
Roberts me invitó a incorporarme como vicepresidente de la
Universidad Oral Roberts, y a servir allí como decano de la
división de asuntos espirituales y teológicos. Cuando le manifesté
que no dejaría mi iglesia, ese experto ministro de 68 años se inclin6
hacia mí y me dijo: "No quiero que dejes tu iglesia. Quiero que
traigas el espíritu y la vida que fluye de tu iglesia aquí, a la
Universidad Oral Roberts."
Los ancianos o diáconos me han liberado de las tareas
administrativas y de asesoramiento, que pueden consumir el
tiempo de un pastor, y tengo disponible mi tiempo para orar y
predicar en nuestra iglesia. También conduzco un programa
nacional de avivamiento en la oración, según Dios me ha indicado
hacer, y trabajo capacitando líderes espirituales por medio de la
Universidad Oral Roberts.
¿Se ha detenido alguna vez a pensar en la magnitud de una
simple pero decisiva elección hecha años atrás? Yo pienso a
menudo en esa elección que hice, y le doy gradas a Dios porque
respondí al llamamiento que es aún más extraordinario que mi
llamado a predicar: El llamado a la oración.
No todo creyente quizás sea llamado a predicar, pero todo
creyente es llamado a orar. Orar es nuestra obligación. Orar es
nuestro privilegio. Orar, como el aire, el agua y la comida, son
necesarios para nuestra supervivencia y crecimiento. Pero hay
muchos creyentes que consideran que la oración es una actividad
optativa.
Come ten Boom, la amada autora de muchos libros cristianos,
a veces planteaba esta pregunta a los creyentes: "¿Qué es la oración
para usted: una rueda de auxilio o la rueda motriz, el tim6n que 10
conduce?" Medite en esta pregunta en la intimidad de su coraz6n,
y recuerde que hay un llamado más elevado, que es el llamado a
la oraci6n. ¿Ha respondido a ese llamado?
CAPITULO CINCO
Una progresión divina
Antiguamente la gente escuchaba la voz de Dios, yeso era
bueno. Pero también es esencial que escuchemos hoy su voz. "Si
oyereis hoy su voz..." (Hebreos 3:7, cursivas añadidas). El Espíritu
Santo está hablando hoy a la iglesia. Dios está convocando a su
iglesia a orar, y sería mejor que prestáramos atenci6n, porque la
clave de todo lo que va a acontecer de ahora en adelante es lo
siguiente: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu"
(Zacarías 4:6).
Es importante que entendamos que el deseo de orar no es algo
que podamos producir en nuestra propia carne; es más bien un
deseo que el Espíritu Santo hace nacer en nosotros. Si él ya ha
implantado ese deseo en su corazón, deténgase ahora mismo y
agradezca a Dios por ello. Si no, pídale que lo haga. Y luego pida
a Dios que le ayude a transformar ese deseo divino en una
disciplina diaria. A medida que la disciplina de oración se
desarrolle dentro de usted, esa misma disciplina "acelerará la
marcha". La oraci6n dejará de ser una obligación o una rutina. ¡Será
un deleite supremo!
Dios anhela ver su corazón transformado en una casa de
oración. ¿Por qué? Porque él desea hacer muchas cosas en usted y
por medio de usted. Por lo tanto, cuando empiece a orar, dentro de
usted irá ocurriendo un progreso dado por Dios. Permítame
explicarle 10 que quiero decir.
Era un día normal de negocios, como todos los días, hasta que
Jesús entró en el templo de Jerusalén. A su tristeza se le unió la ira
santa. Después de fabricarse un látigo con unas cuerdas, Jesús se
encaminó intencionalmente hacia los cambistas y mercaderes de
bueyes, ovejas, palomas, y desalojó del templo, tanto a ellos como
a su mercadería "mugiente y balante". Antes que los sorprendidos
espectadores pudieran reaccionar, Jesús ya estaba de regreso, esta
vez para trastornar las mesas y sillas de los cambistas y vendedores
de palomas. Todavía estaban rodando las monedas, cuando Jesús
dijo con una voz de trueno: "Mi casa, casa de oración será llamada;
mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones."
Sabiendo que sólo los culpables tenían motivos para temerle,
los ciegos y los cojos atestaron el templo, y Jesús los sanó allí en
medio de las risas y los alegres aleluyas de los niños. Cuando los
principales entre los sacerdotes y los escribas demandaron airados
que Jesús hiciera callar a los niños, él se opuso con calma: "¿Nunca
leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste
la alabanza?" (Ver Mateo 21:12-16.)
Tome un momento para observar la hermosa progresión que
hay en estos versículos. Primero, Jesús limpió el templo para que
fuera una casa de pureza (v. 12). Luego declaró: será llamada casa
de oración (v. 13). Luego el templo fue transformado en una casa de
poder, donde los ciegos y los cojos recibieron sanidad de parte de
Jesús (v. 14). Y finalmente, el templo llegó a ser casa de alabanza
perfeccionada (v. 16).
¿No deberíamos ver este mismo desarrollo en la iglesia y en
la vida individual en nuestros días? Para hacer eco de las palabras
del apóstol Pablo: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1 Corintios 3:16). Usted y yo
somos parte de la iglesia que es la morada de Dios, por medio de
su Espíritu (Efesios 2:20-22). Pero lamentablemente, nuestros
templos a menudo están contaminados por la ambición, la
manipulación, los pecados del egoísmo.
Es una burla que un creyente hable de una forma y viva de
otra. Dios no va a bendecir una iglesia impura. Su iglesia no será
casa de poder y de oración perfeccionada mientras no permita que
el Espíritu Santo purifique su alma santurrona y la transforme en
casa de oración.
Escuche la solemne advertencia que Dios hace a su iglesia: "Si
oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación, en el día de la tentación en el desierto..." (Hebreos 3:7,
8). Estos versículos indican que puesto que los hijos de Israel
oyeron pero no obedecieron, se les impidió cumplir la misión de
tomar posesión de la tierra de Canaán.
Dios había prometido esa tierra a los hijos de Israel. Pero,
cuando diez de los doce hombres enviados por Moisés a espiar· la
tierra regresaron temerosos y desalentados porque la tierra parecía
imposible de conquistar, toda una generación murió en el desierto.
Aunque dos de los espías, Josué y Caleb, afirmaron confiadamente:
"Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más
podremos nosotros que ellos" (Números 13:30), cuando llegó el
momento de votar, los diez contaron más que los dos.
Dios no actúa según nuestros itinerarios. Estaba listo para
guiar a su pueblo a cruzar el río Jordán, pero el pueblo estaba
atrapado en sus mezquinas rutinas. Un líder con ambiciones
personales declaró con suficiencia: "¿Lo han notado? Moisés ha
perdido la unción divina." Una esposa insatisfecha regañaba a su
preocupado marido: "¡Tienes que conseguir más maná para
nuestros niños!" Un bien intencionado anciano advertía: "Josué y
Caleb se están deslizando por una tangente de 'superfé'. ¿Cómo
puede ser que anden por ahí proclamando que podemos vencer,
cuando todos sabemos que el enemigo es superior a nosotros?"
Temían a los gigantes en vez de a Dios. Prestaban más
atención a los problemas que a las promesas. Veían ciudades
amuralladas en lugar de ver la voluntad de Dios. Ypor no captar
10 que el Espíritu les decía, deambularon cuarenta años por el
desierto. Murieron allí, dejando sus huesos en el desierto.
La situación no es diferente hoy. Estamos aquí para
adueñarnos de la tierra, amigo mío, pero en lugar de eso estamos
ocupados remodelando la casa, mirando fútbol, tratando de pagar
la hipoteca y preocupándonos por nuestros asuntos. Mientras tanto,
el Espíritu de intercesión nos llama a orar, y nosotros no le
prestamos atención.
La iglesia contemporánea se ha alejado mucho del cristianismo
bíblico. La mediocridad ha invadido el Cuerpo de Cristo, y
nosotros pensamos que es normal. Dios está acelerando todo en
estos últimos días, pero el 99% de nosotros nos vamos retrasando
y quedando atrás. Añoramos ver el poder de Dios, pero para que
el poder de Dios se pueda revelar, nosotros debemos desarrollar la
disciplina de oración.
No sé si alguna vez habrán susurrado una oración como ésta,
pero yo lo he hecho: "Dios, quiero que quites todo lo que haya en
mi vida que no se identifique con Jesús. No quiero que haya en mí
nada que no glorifique y engrandezca a Jesucristo como Señor."
Para que esa oración se convierta en una realidad, las cosas que
pueden ser sacudidas deben ser sacudidas "para que queden las
inconmovibles" (Hebreos 12:27). Y seguro que hay mucho para
sacudir.
Si usted pudiera hablar conmigo ahora mismo, me confesaría
quizás: "Larry, durante estos últimos años Dios ha sacudido
muchas cosas en mi vida." Algunos pueden decir lo mismo
respecto de las iglesias ~ las que han estado con~riendo. ~a
habido mucho que sacudIr, que remover, que cambIar. ¿Por que?
A fin de que podamos dar el paso siguiente en esta progresión
dada por Dios.
Si hoy oye su voz llamándolo a la oración, no endurezca su
corazón. Pídale al Espíritu Santo que no le dé descanso hasta que
su vida de oración pase de ser un anhelo, a ser una disciplina
diaria y un deleite sagrado. Deje que Jesús desaloje y trastorne las
cosas de su vida que están impidiendo que su templo sea casa de
oración. Los bueyes malolientes, las ovejas que balan, las palomas
y sus arrullos, y las monedas sin lustre, no podrán reemplazar
jamás la presencia de Dios, santa y plena.
Enfréntese con los hechos. Si usted no empieza a orar, no
podrá gozar en el futuro de una comunión más íntima de la que
goza ahora mismo. Siempre tenemos que pasar por la agonía de la
elección antes de la promesa del cambio. ¿Qué va a resultar: la
rutina de siempre, o está usted listo para dar el siguiente paso con
Dios?
Jesús lo está esperando para orar: "Señor, haz de mi templo
una casa de pureza, de oración, de poder, y de alabanza
perfeccionada, para tu gloria." El está listo para empezar esa
progresión en su templo ya mismo. ¿Está usted listo?
CAPITULO SEIS
Señor, enséñanos a orar
Después del funeral de su padre, mi amigo Bob Tyndall se
puso a hojear la vieja Biblia que había sido una de las más
constante compañías de su padre. Sus ojos cayeron sobre las notas
escritas a mano en el margen: "Jesús no nos enseñó a predicar; no
nos enseñó a cantar. Nos enseñó a orar."
Su padre estaba en 10 cierto. La oración era una prioridad para
Jesús. Respecto del comienzo del ministerio de Cristo, el evangelio
de Marcos nos dice: "Levantándose muy de mañana, siendo aún
muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba" (Marcos
1:35). Hacia la mitad de su ministerio, después de la alimentación
milagrosa de los cinco mil, Mateo 14:23 dice que Jesús fue solo a
un lugar en el monte, a orar. Y hacia el final de su ministerio
terrenal, Lucas nos dice que Jesús salió, como era su costumbre, a
orar (Lucas 22:39-41).
Jesús hacía de la oración un hábito, y enseñó a otros a orar
tanto por sus palabras como por su ejemplo. En los evangelios
descubrimos que la tarea más ardua de Jesús fue la oración; y
luego, rebosando unción y compasión, salía de esos sitios de
intercesión para recibir los frutos de las batallas ya ganadas en
oración, grandes milagros, revelaciones profundas, sanidades
maravillosas y poderosas liberaciones. Puesto que la oración era un
hábito establecido en su vida, no resulta sorprendente que, aún
cuando enfrentaba las burlas y escarnios de quienes se le mofaban
al pie de la cruz, las primeras palabras que pronunció mientras
pendía allí fueron una oración (Lucas 23:34).
Jesús enfrentó la muerte de la misma forma que enfrentó la
vida: sin temor. Mientras agonizaba, encomendó su espíritu al
Padre y dijo: "Consumado es" Juan 19:30), pero no debemos pensar
que la muerte de Cristo señaló el fin de su ministerio de oración.
El autor de la carta a los Hebreos nos dice que el ministerio
que Jesús cumple actualmente en los cielos es la intercesión: "Por
lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se
acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos"
(Hebreos 7:25). El ministerio constante de Jesús en los cielos es la
oración. Yo estoy en su lista de oración, lo mismo que usted.
Jesús nunca haría nada que careciera de valor, que fuese árido
o aburrido, y tampoco le pediría a usted que lo haga. Ahora
mismo, él le hace el más excelso de los llamamientos. Le está
repitiendo a usted lo que les dijo a sus discípulos en el Huerto de
Getsemaní: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:40, 41).
Jesús quiere que usted aprenda a pasar tiempo con él, a velar con
él una hora en oración.
Creo que sé cómo se siente al leer estas líneas. Yo le dije tantas
veces que sí a Jesús. Tenía el deseo, pero me faltaba la disciplina.
Recuerdo una noche en la que prediqué en un encuentro
juvenil en una pista de bowling. Había tres mil adolescentes en el
auditorio esa noche, y cuando pronuncié la invitación a aceptar a
Cristo, vimos a quinientos de ellos acercarse para ser salvos. Nunca
lo olvidaré. Mientras estaba frente a ese mar de rostros sinceros, y
les indicaba: "Arreglen sus cuentas con Dios", algo dentro de mi me
preguntó: "¿Cuándo vas a arreglar tus cuentas con Dios?" Cuando
bajaba de la plataforma, algunos pensaron que me dirigía a hablar
con los nuevos convertidos, pero en realidad me estaba dirigiendo
a la habitación del fondo para postrar mi rostro delante del Señor.
Me sentía frustrado sobre el tema de la oración. Ahora que lo
pienso, creo que se trataba de una frustración santa. El Espíritu de
Dios simplemente no dejaría que me sintiera conforme con ninguna
otra cosa que no fuera el ministerio de la oración.
No quiero dejar una impresión errónea. Allí en Beverly Hills,
acostumbrábamos a orar. A veces orábamos durante toda la noche.
Orábamos para tener una gran cosecha. jEn cuatro años, la iglesia
creció de cuatrocientos miembros a mucho más de tres mil! Pero
Dios me pedía que tomara la disciplina de levantarme cada día
temprano, que orara hasta llegar al lugar de la victoria, y que
caminara en la autoridad y la unción de Dios. Necesitaba orar día a
día, no una carrera frenética para "ponerme al día" en la oración
antes de un acontecimiento especial. .
En esa época en que trabajaba entre los jóvenes, me invitaron
a un encuentro de avivamiento juvenil en otra ciudad. Desde mi
conversión, siempre había deseado ser un evangelista; me sentí
muy complacido por esa invitación. Todas las denominaciones
menos una estaban colaborando en esa ciudad, de manera que cada
una de las reuniones se iba a celebrar en una iglesia distinta.
El avivamiento no comenzó del todo bien. La primera noche,
fuimos a la Iglesia de Dios. Afuera hacía frío, y adentro también.
Prediqué lo mejor que pude, hice la invitación, pero nadie se
adelantó a recibir a Jesús.
La noche siguiente fuimos a la Asamblea de Dios. Tuvimos un
buen servicio de alabanza y adoración, pero la predicación y el
llamado fueron como el de la noche anterior. Sentía como si todo
el mundo se preguntara: "¿ Cuándo vas a hacer algo? ¿Cuándo va a
ocurrir algo?" Eso mismo era lo que yo estaba pensando.
La tercera noche fuimos a la iglesia metodista. Me aseguré de
llegar un poco más temprano para estar a solas con Dios.
Justamente cuando buscaba un sitio para orar, entraron por la
puerta trasera dos monjas católicas con una guitarra. Vinieron
derecho a donde yo estaba y me preguntaron: "Hermano, ¿podría
templarnos la guitarra?"
Perplejo por el extraño pedido, simplemente me quedé
mirándolas y les dije: "Bueno...yo...este...sí, cómo no." (¿Cómo se les
puede decir que no a dos monjas católicas?) De modo que
entramos en una habitación lateral y les templé la guitarra.
Advirtiendo mi estado de nervios a medida que se me
escapaba el tiempo de preparación previa, una de las monjas puso
la mano en el brazo y me dijo reconfortándome: "No se aflija,
hermano Lea. Nosotros hemos estado orando hoy por usted
durante ocho horas." Casi no podía creer lo que me había dicho,
pero por lo pronto me sentí agradecido, y hasta aliviado. Me
impuso las manos y empezó a hablar en lenguas. Luego la otra
empezó a cantar en lenguas. ¡En pocos segundos más, yo no sabía
si estaba en la tierra o en el cielo, pero sí sabía que estaba en
compañía de dos mujeres que realmente conodan a Dios!
Cuando terminaron, una de ellas me dijo: "¿Significa algo para
usted la frase: 'Consumado es', hermano?"
Un escalofrío me recorrió el cuerpo, porque ése era mi
versículo para esa noche.
El servicio comenzó, y prediqué desde uno de esos púlpitos
laterales suspendidos, al estilo metodista. Al finalizar el sermón
hice la invitación, ¡Y se adelantaron cien jóvenes!
Pues bien, la noche siguiente tenía que predicar en la iglesia
católica. Llegué temprano y suspiré aliviado cuando vi a las dos
monjas entrar por la puerta del fondo con su guitarra. Esta vez me
dirigí derecho a donde estaban y les pregunté: "¿Podría templarles
la guitarra?" La noche anterior no había tenido deseos de hacerlo,
pero esta vez sí.
Cumplimos la sencilla ceremonia de templar la guitarra, y
luego fui derecho al grano. Sin pestañear, les dije: "Quiero que
repitamos 10 de anoche." De modo que me pusieron las manos
sobre la cabeza, y otra vez sucedió. Luego, la monja que todavía no
había pronunciado una palabra en inglés delante de mí, me dijo en
forma casual: "Hermano Lea, ¿recuerda la mujer que tenía flujo de
sangre y se acercó para tocar el borde del manto de Jesús?" (Ya se
imaginan, ¡ése era el versículo sobre el que iba a predicar esa
noche!)
Prediqué, y otras cien personas hallaron a Dios esa noche.
Hacia el fin de la semana, quinientas personas se habían entregado
al Señor en esa pequeña ciudad.
Pues bien, mientras viajaba de regreso a casa, trataba de
imaginar cómo iba a anunciar al equipo 10 que Dios había hecho
por mi intermedio, de la manera más humilde posible. "¿Cómo
anduvo el avivamiento?" "No tan mal. Se salvaron unas quinientas
personas. Fue una semana bastante buena."
Yo siempre había querido ser evangelista. Ahora sabía que era
un evangelista, y me sentía muy bien. Saboreaba el número de
personas que se había salvado, pensando cómo lo podía informar
sin orgullo, cuando el Espíritu Santo interrumpió abruptamente mis
reflexiones. "Hijo", me dijo, "pongamos una cosa en claro. Tú no
tuviste nada que ver con ese avivamiento."
Abrí la boca, ¡pero la cerré de inmediato!
~a voz dentro de mí continuó: "Lo que ocurrió fue
sencillamente que alguien oró y pagó el precio del triunfo."
Esas palabras siguieron repiqueteando en mis oídos durante
años. "¡Orar para pagar el precio! Alguien pagó el precio."
En el año 1978 falleció el pastor Conatser y me invitaron a
tomar su lugar en Beverly Hills. Para ese entonces mi frustración
santa había llegado a un clímax. Lo que más me importaba era el
llamamiento a la oración. Debía responder a ese llamado, que era
mas excelso que el llamado a predicar. Fue cuando llevé mi
pequeña familia de regreso a Kilgore. Mi desesperado deseo de orar
se transformó entonces en una disciplina sagrada.
Fue durante esos días, cuando buscaba sabiduría de la misma
forma que una persona busca dinero que ha perdido o un tesoro
escondido, que el Señor me empezó a revelar cosas nuevas, cosas
secretas acerca de la oración que nunca había conocido antes. A
medida que clamaba en su presencia, él derramaba sus revelaciones
en mi espíritu. Cuando me ordenó que fuera a Rockwall a fundar
su iglesia allí, ya me había liberado de la teología que enseña que
"cuanto más grande mejor". Fui a Rockwall con una cosa en la
mente, que era capacitar a algunas personas y enseñarles a orar. No
sabía .que estaba apuntando a la raíz central de aquello que había
florecido dando lugar al derramamiento del poder de Dios durante
el primer siglo. Sólo sabía que debía orar y enseñar a otros a orar.
Nuestra iglesia tenía alrededor de un año en 1981 cuando fui a
Nueva Orleans, para escuchar a Paul Yonggi Cho, el pastor de la
Iglesia Evangelio Completo en Yoido, Seúl, Corea, la iglesia más
grande del mundo. El Señor me ayudó a encontrarme con él, y nos
reunimos en una habitación posterior de la iglesia que auspiciaba
el seminario. Cuando mis ojos se encontraron con los suyos sentí
que estaba mirando directamente a su alma.
Sabía que disponíamos apenas de un minuto, de modo que mi
tiro debía ser certero. Le dije algo así: "Dr. Cho, ¿cómo logró
desarrollar una iglesia tan grande?"
Sonrió, y sin vacilar, me respondió: "Oro y obedezco." Y luego
se rió.
Yo me reí junto con él, pero dentro de mí estaba repitiendo sus
palabras. Esa es la clave -murmuré-. Eso es. Ora y obedece, Larry.
Nunca olvidaré sus palabras. Como sabe, hay muchas personas
que quieren obedecer, pero no oran. Y hay algunas personas que
oran, pero no tienen el valor de obedecer. Pero la oración y la
obediencia deben ir juntas si queremos recibir el poder y la unción
del Espíritu de Dios.
Estoy convencido de que los discípulos no eran muy distintos
de usted y de mí. Igual que nosotros, tuvieron que golpearse la
cabeza contra más de un muro, antes de venir hasta Jesús y
pedirle: "Señor, enséñanos a orar."
Lo mismo ocurrió conmigo. Traté de orar por mi cuenta, pero
sabía que faltaba algo. Seguía c1amándole a Dios: "Señor, enséñame
a orar. Enséñame a orar." Y un día, apenas había pronunciado estas
palabras, empezaron las lecciones.
CAPITULO SIETE
¿Ni tan sólo
una hora?
Cuando le pedí al Señor que me enseñara a velar con él una
hora en oración, recordé que Jesús les había enseñado a sus
discípulos: "Vosotros, pues, oraréis así" (Mateo 6:9). Abrí mi Biblia
en el pasaje que hemos llegado a conocer como "Padrenuestro" y
medité en estas 71 palabras:
Padre nuestro que estás en los delos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, asi
también en la tierra. El pan nuestro de cada dia, dánoslo hoy. Y
perd6nanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos
a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal; porque tuyo es el reino, yel poder, y la gloria,
por todos los siglos. Amén (Mateo 6:9-13).
Me sentí perplejo y así 10 expresé. "Señor, esto lo puedo decir
en veintidós segundos, y cantando 10 puedo hacer en un minuto y
medio. ¿Cómo puede ser que esto me ayude a velar contigo
durante una hora?" y el Espíritu de Dios me respondió: "Lee l-e-n-t-a-
m-e-n-t-e."
Como un chico obediente, comencé a recitar las conocidas
palabras, haciendo una pausa después de cada breve frase: "Padre
nuestro ... que estás en los cielos...Santificado sea tu nombre..."
Apenas habían salido estas palabras de mi boca, el Espíritu de Dios
empezó a dejar caer en mi corazón una serie de revelaciones y
visiones que me plantaron de una vez para siempre la disciplina de
la oración, y convirtieron mi tiempo de oración en un deleite total.
Espero que no le moleste a nadie que diga aquí que tuve una
visión. Casi puedo ver cómo levantan las cejas. ¿Sabe qué es lo que
está fallando en los creyentes de hoy en día? Hemos estudiado
tanto tiempo la falsificación, que ya no reconocemos la versión
original. ¡Es una vergüenza que un muchacho que asistió a la
iglesia de una u otra forma durante diecisiete años, haya ido a
parar a una sala psiquiátrica antes de descubrir que Dios habla!
Si tan sólo hubiese conocido a alguien como aquellas dos
hermanas católicas que he mencionado. Una de ellas se me acercó
hace un tiempo y me preguntó con una sonrisa: "¿Sabes cómo sé
las cosas que sé?"
Le devolví la sonrisa y pregunté: "¿Cómo?"
Ella me respondió con tono natural: "¡Lo sé a través de mi
'conocedor'!"
Si usted es un creyente, usted también tiene un "conocedor".
Es el testimonio del Espíritu Santo.
Después de que hice la pregunta: "Señor, ¿cómo puedo velar
contigo una hora?", el Señor me hizo una promesa. "Cuando
aprendas a velar conmigo una hora", prometió, "algo sobrenatural
ocurrirá en tu vida." Y luego me mostró que lo que llamamos
"Padrenuestro", es en realidad un bosquejo de oración.
Como usted sabe, los rabinos del primer siglo enseñaban
comunicando núcleos de verdades. Formaban una lista de temas,
y para cada tema ofrecían un bosquejo. En su oración modelo,
Jesús enumeró los temas y dijo: "Ustedes orarán así" (Mateo 6:9-13).
Hemos aprendido de memoria, citado y cantado el Padrenuestro,
pero no hemos considerado esta oración como un conjunto de seis
temas para seguir en oración bajo la guía del Espíritu Santo.
Mi amigo Brad Young ha escrito un libro acerca del trasfondo
hebreo en el Padrenuestro. Dice que hay algunos escritos antiguos
que dejaron los primeros cristianos, que contienen oraciones
basadas en el Padrenuestro, y que requieren alrededor de una hora
para ser pronunciadas.
También hizo una interesantísima observación basada en
Hechos 1:14. Usted recordará que los discípulos, junto con María,
la madre de Jesús, los hermanos de Jesús, y otros creyentes, se
reunieron en el Aposento Alto después de la ascensión del Señor,
en obediencia a su orden de que esperaran el Espíritu Santo. La
Escritura registra: "Todos éstos perseveraban unánimes en oración
y ruego." Young señala que el griego no dice "en oración";
literalmente, este versículo expresa lo siguiente: "Todos éstos
perseveraban unánimes en 'la oración' y ruego." Dice Young que
la literatura antigua a menudo se refiere al Padrenuestro como "La
Oración".
Hoy, una nueva generación de discípulos está descubriendo los
principios, el propósito y el poder que se ocultan detrás de las
conocidas palabras del Padrenuestro. Yen la medida que
redescubrimos el poder y la necesidad de la oración, nuestra vida de
oración va pasando de un deseo, a una disciplina, y de allí a un
deleite.
A medida que usted se discipline y tome este bosquejo de
oración para entrar a la presencia de Dios, la oración comenzará a
fluir en su vida, como fluía en la vida de Jesús y de los primeros
creyentes. Pero debo advertirle: Esta no es una verdad de débil
intensidad; es una poderosa revelación de profundísima intensidad
que puede iluminar su templo con la gloria de Dios y transformar
su casa de oración en una casa de poder y de alabanza perfeccionada.
Si usted está preparado, sólo tiene que conectarse.
SECCION 11
PROMESAS:
"Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. "
CAPITULO OCHO
Apropiándonos de los
nombres de Dios
"Disciplina" es una palabra detestable para muchos de
nosotros. La mayoría de las personas, cuando piensa en la
disciplina de oración, adoptan una expresión solemne y resuelta,
aprietan los dientes y prometen: "¡Lo haré aunque me mate!l' Es la
misma cara que puso mi pequeño hijo, John Aaron, cuando le dije
que comiera la espinaca. "Papito", me dijo con el tono más natural
de hombre a hombre que pudo usar. "No me gusta, pero puedo
comerla." ¿Cuántas veces le ha dicho usted lo mismo a Dios:
"Padre, no me gusta orar, pero puedo hacerlo"? La oración no
necesita ser una obligación. ¡Puede ser un deleite!
¿Ha observado alguna vez que el Padrenuestro empieza y
termina con una alabanza? Debemos entrar por sus atrios con
alabanza, dice el Salmo 100:4. Jesús sabía eso cuando nos enseñó:
"Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre..," (Lucas 11:2),
Por fe decimos "Padre", y por amor decimos "nuestro", El Dios
omnisciente, omnipotente Creador que habita la eternidad, nos in-
vita a los creyentes a que lo llamemos Padre.
La palabra "santificar" no es una palabra corriente, pero
significa "Hacer a uno santo. Dedicar a Dios W1a cosa". Es la
expresión de un intenso deseo de que el nombre de Dios sea
reconocido, puesto aparte y adorado.
No solemos detenernos a reflexionar que el nombre del Señor
puede ser santificado o profanado por nuestra conducta. Pero los
documentos antiguos muestran que, puesto que la muerte de un
creyente por martirio con frecuencia induóa a otros a glorificar a
Dios, la expresión hebrea "santificar el nombre", frecuentemente se
entendía como sacrificar la vida por la propia fe. Qué verdad tan
poderosa. Santificamos a Dios por el ejemplo de nuestra vida justa,
tanto como lo hacemos por las palabras con que lo alabamos y
adoramos (Mateo 5:16).
Cuando aprendemos a seguir el bosquejo de la oración de
Cristo, y separamos el nombre de Dios, y lo alabamos y adoramos,
nuestra oración dejará de ser un deseo frustrado o una disciplina
rigurosa, y llegará a ser un santo placer.
La disciplina de la que estoy hablando lo llevará a la santa
presencia de Dios, y lo hará caminar según las prioridades de su
reino. Lo ayudará a orar para recibir lo que necesita y a llevarse
bien con sus semejantes en todo momento. Lo ayudará a enfrentar
al diablo y a dejarlo sentado de un golpe. Lo ayudará a ser la
cabeza y no la cola, a estar arriba y no abajo. ¡Lo ayudará a andar
de victoria en victoria todos los días de su vida!
Pero para santificar el nombre de nuestro Padre, debemos
entender que la naturaleza y la voluntad de Dios para sus hijos se
nos revela en sus nombres. Los nombres de nuestro Padre revelan
lo que él ha prometido ser en nosotros y lo que ha prometido hacer
para nosotros y por medio de nosotros.
Bendiciones que nos ha traído la sangre de Jesús
A medida que Dios me iba revelando su bosquejo de oración,
me dio una clara visión acerca de lo que él nos ha provisto. Vi a
Jesús levantando una gran vasija y caminando hacia lo que me
pareda un enorme altar de piedra, detrás del cual brillaba una gran
luz. Mientras contemplaba, el Señor derramó el contenido de la
vasija sobre el altar, y advertí que el líquido vivo y burbujeante que
caía sobre el altar era su propia sangre.
La palabra de Dios inundó mi mente.
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres,
no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con
la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:18,19).
Repentinamente, todo armonizó:
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y naddo bajo la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de hijos. Ypor cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (Gálatas 4:4-6).
Contemplé esa sangre y exclamé: "¡Padre, Padre!", porque en
mi espíritu entró un cálido y maravilloso testimonio de que,
cuando recibí el perdón de Cristo, fui adoptado en la familia de
Dios y aceptado como hijo y heredero. Dios era mi Padre por
mérito de la sangre de Jesús. Luego me pareció como si esa sangre
viva sobre el altar me hablara acerca de las promesas del pacto que
había conquistado para mí.
En primer lugar, testificaba que mis pecados estaban perdonados,
y recordé: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por
su llaga fuimos nosotros curados" (Isaias 53:5). Contemplé la sangre
y lloré de dolor y gozo a la vez, porque supe que me había lavado
los pecados con su propia sangre (Apocalipsis 1:5), y que el pecado
ya no tenía dominio sobre mí (Romanos 6:14).
Luego la sangre declaró que gracias a la sangre del Cordero
puedo entrar valientemente en el lugar santísimo (Hebreos 10:19).
Mi cuerpo es ahora el templo del Espíritu Santo, que vive en mi,
y que es el don que Dios me ha dado (1 Corintios 6:19). Alabé a
Dios porque la sangre de Jesús me ha abierto un camino nuevo y
vivo para experimentar la plenitud del Espíritu Santo.
Luego, la sangre me aseguró que por las heridas y sufrimientos
de Cristo recibo salud e integridad (Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24;
Mateo 8:16, 17), sanidad espiritual, física, mental y emocional. Jesús
es el Gran Médico, el Compasivo Jesús.
y luego la sangre me hizo ver que Cristo me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2). Jesús cargó sobre si
la maldición que pesaba sobre mi fracaso e incapacidad (Gálatas
3:13), y ahora siempre me da victoria en Cristo (2 Corintios 2:14).
Por último, la sangre era testimonio de mi relación del pacto
con Dios mi Padre, y que eso me libera del temor a la muerte y al
infierno. Jesucristo abolió la muerte y trajo la vida y la inmortalidad
a la luz, por medio del evangelio (2 Timoteo 1:10).
A medida que el Espíritu del Señor me revelaba lo que la
sangre ha hecho por nosotros, repentinamente advertí los nombres
hebreos de Dios en el Antiguo Testamento que se forman por
combinación con el nombre Jehová.
Cuando Dios deseaba hacer una revelación especial acerca de
si mismo, usaba el nombre Jehová. En ese nombre se revelaba como
el Dios verdadero y eterno, el único, el que tiene existencia en si
mismo, el que no cambia.
El significado y origen del nombre Jehová se expresan de
manera muy especial en la revelación que Dios da de si mismo a
Moisés en la zarza ardiente (Exodo 3:13-15). A lo largo de cuatro
siglos de opresión en Egipto, los hijos de Israel habian creido en la
existencia de Dios, pero no habían experimentado su presencia.
Dios le proclamó a Moisés que él personalmente habia descendido
para liberar a su pueblo de la esclavitud y guiarlo a la Tierra
Prometida. Pero antes de que su siervo Moisés pudiera conducir al
pueblo de Dios, debía saber quién era y quién es Dios.
Cuando el Señor le proclamó por primera vez a Moisés "YO
SOY EL QUE SOY", el nombre que usó para sí mismo fue considerado
demasiado sagrado por los traductores hebreos como para
pronunciarlo eh voz alta. De manera que usaron las consonantes
YHWH o JHVJ, que podemos leer como Yahwéh o jehová. Yahwéh
implica más que la mera existencia de Dios; implica su presencia
personal e intima. El nombre de Dios Jehová revela su buena
voluntad de salvar a su pueblo y proceder en favor de ellos. El
nombreJehouí o YO SOY EL QUE SOY, puede traducirse "Yo estoy
contigo, listo para salvarte y para actuar, como siempre lo he
estado."
Ahora bien, en el Antiguo Testamento, hay ocho nombres
Apropiándonos de los nombres de Dios / 53
compuestos con el nombre Jehová:jehová-tsidkenu,jehová-m'kaddesh,
jehouí-sama, Jeho vá-sa10m, jehová-rophe, jehová-jireh, jehová-nisi,
y jehouí-rohi. Cada uno de estos nombres es una revelación del
carácter y la naturaleza de Dios.
En Exodo 6:3, 4, Dios vincula su nombre Jehová al pacto que
estableció con Abraham, Isaac y Jacob. Pero los ocho nombres
compuestos de Dios en el Antiguo Testamento también corresponden
a la quíntuple promesa que Dios hace a su pueblo en el Nuevo
Pacto o Nuevo Testamento. Mientras que los nombres de Dios
revelan diferentes dimensiones de su carácter, también señalan su
cumplimiento pleno en la persona y obra de Jesucristo.
¿Cuáles son las cinco promesas o beneficios en el Nuevo Pacto
con los cuales se corresponden los ocho nombres compuestos de
Dios? ¿O de qué cinco cosas dio testimonio la sangre en el altar?
Los beneficios que disfrutamos en el Nuevo Pacto tienen que
ver con cinco esferas vitales. Para hacerlas fácilmente recordables,
las empezaré todas con la letra "p": (1) perdón: perdón del pecado
y liberación del dominio de pecado; (2) plenitud: plenitud del
Espiritu Santo; (3) promesa: promesa de salud y sanidad; (4) poner
fin: poner fin a la maldición de la ley respecto de su fracaso e
insuficiencia; (5) poder: poder sobre el temor a la muerte y al
infierno.
Cuando el Espiritu del Señor me reveló lo que la sangre habia
hecho por nosotros, empecé a entender lo que significa orar: "Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”.
Consideremos ahora cuáles son los cinco beneficios que nos fueron
dados en virtud de la muerte de Jesús.
Perdón del pecado y liberación
del dominio del pecado
El primer beneficio del que usted disfruta en el Nuevo Pacto
a consecuencia de ser un hijo de Dios por la sangre de Jesús, es el
perdón de sus pecados. ¿Cómo puede una persona pecadora ser
limpiada de su maldad y quedar justificada delante de Dios? En el
Antiguo Testamento, la pena de muerte que correspondía al
pecado, recaía sobre una víctima inocente cuya justicia seria
atribuida al pecador.
Pero no hay ningún ser humano inocente y justo, y la sangre
de animales no puede quitar el pecado. Por lo tanto, era necesario
proveer un remedio divino. La provisión de justicia se hizo en
Jesucristo, el Hijo único de Dios, que murió en nuestro lugar (2
Corintios 5:21; 1 Pedro 3:18).
El nombre combinado de Dios, jehová-tsidkenu significa "Jehová
nuestra justicia" (véase Jeremías 23:5, 6). Este nombre revela la
faceta del carácter de Dios que opera la redención por medio de la
cual la humanidad queda plenamente restaurada en su relación con
Dios.
Jesucristo, nuestro jehová-tsidkenu, ocupó nuestro lugar
(Romanos 5:17-19). El nombre "Jehová nuestra justicia" revela el
método de nuestra aceptación por parte de Dios ("El que no
conoció pecado fue hecho pecado por nosotros..."), y la medida que
seria tomada para nuestra aceptación ("para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él", 2 Corintios 5:21).
Por ello, cuando ore "Santificado sea tu nombre jehovátsidkenu",
agradezca a Dios que él ya ha tomado una decisión
respecto de nuestros pecados. En su mente, él ya nos dice: "Te
perdono." Todo lo que usted tiene que hacer es acercarse y aceptar
ese perdón, porque la Biblia dice "Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad" (1 Juan 1:9).
¿Se da cuenta? justificación significa Jesucristo más nada más. "En
él estamos completos" (Colosenses 2:10). ¿Recuerda las palabras del
antiguo himno "Roca de los siglos"? "No traigo nada en mis manos;
sólo me aferro a tu cruz." ¡Eso es! Permítame compartir un relato
para ilustrar' esta profunda verdad.
Hace algunos años, estaba predicando en una iglesia de gente
de color, lejos de casa. (A mí me gustaría poder predicar como los
predicadores de color. ¡Qué libertad!) Mi padre, que se había
convertido unos dos años y medio antes, después de haber sido
alcohólico durante quince años, vino hasta el hotel donde me
alojaba, para llevarme hasta la iglesia.
Yo estaba ansioso por verlo, pero cuando atendí la puerta, mi
corazón se encogió.
No llovía, pero ahí estaba él, totalmente empapado. Tenia el
cabello chorreando, y el costoso traje azul y los zapatos estaban tan
empapados que formaban charcos en el piso junto a la puerta. Mi
Apropiándonos de los nombres de Dios / 55
primer pensamiento fue: jPapá se emborrachó y se cayó en la piscina!
Pero no quise decir nada antes de escuchar alguna clase de
explicación. Lo invité' a pasar, le alcancé una toalla y con mucha
calma, le pregunté: "Papá, ¿estás bien?"
Mientras se secaba el agua del rostro, me explicó 10 que había
pasado.
Iba subiendo la escalera hacia mi habitación cuando alcanzó a
ver el cuerpo inerte de un niño en el fondo de la piscina. Sin dudar
un instante, saltó del balcón, pasó por encima de la baranda de la
piscina y se zambulló en el agua. Alzó al niño por uno de sus
miembros, 10 sacó del agua; le suministró respiración artificial,
logró que se recuperara, y entregó al asustado niño a su agradecida
madre.
Me sentí muy orgulloso de mi papá ese día. Nunca olvidaré
ese incidente, porque eso fue lo que jehová-tsidkenu, "el Señor
nuestra Justicia", hizo por mí y por usted. Estábamos muertos
dentro del agua, muertos en delitos y pecados, pero él saltó dentro
del pozo y nos salvó. El que no conoció pecado fue hecho pecado
por nosotros para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él (2 Corintios 5:21).
Si usted puede salir nadando, o puede pagar para que lo
saquen, o puede satisfacer a alguien cumpliendo con una mera
confesión, entonces usted no necesita un Salvador. Pero si usted
está muerto dentro del agua, necesita a Jesús. Debe cambiar su
pecado y su culpa por su justicia y su gracia, si es que quiere
obtener la vida eterna.
Yo no sé cuál es su situación, pero cuando recuerdo cómo
Jesús cargó mi pecado y murió por mí en la cruz, no tengo que
hacer ningún esfuerzo para santificar su nombre,jehová-tsidkenu, "el
Señor mi Justicia".
Pero Jesús es más que nuestra justicia. No sólo ofrece perdón
por nuestros pecados; nos ofrece liberación del dominio del pecado,
porque Jesús es nuestro santificador. Ahora bien, ¿qué significa
eso? El significado básico de la palabra hebrea que traducimos
santificar es "separado para el servicio de Dios". Los creyentes
deben ser diferentes, separados del mundo, por su obediencia a los
mandamientos de Dios.
Dios es santo, separado (distinto) de su pueblo, sin embargo,
él nos santifica para que podamos tener comunión con él. En
56 / ¿Ni tan s610 una hora?
Levítico 20:8, se le llama jehová-m'kaddesh, "el Señor que santifica".
El Santo Espíritu de Dios vive en los creyentes y los capacita
para vivir vidas santas y para ser espiritual y moralmente puros.
(Vea 1 Corintios 6:11; 1 Tesalonicenses 4:3,4; 1 Tesalonicenses 5:23).
Por lo tanto, mientras usted medite en el nombre de Dios, "Jehová
que santifica", ofrézcale alabanza porque la sangre de Jesús no sólo
quita sus pecados, también destruye el poder del pecado en usted.
Agradézcale porque la sangre de Cristo no pasa por alto el pecado;
lo vence. (Vea Romanos 6:17,18; Hebreos 13:12; 1 Corintios 6:9-11).
Santificado sea tu nombre,Jehová-m'kaddesh, "el Señor que santifica".
Plenitud del Espíritu Santo
Puesto que Dios es nuestro Padre, el segundo beneficio que
disfrutamos en el Nuevo Pacto es la plenitud del Espíritu Santo. El
nombre compuesto de Dios, jehová-salom significa "Jehová es paz"
(ver Jueces 6:24). La palabra hebrea salom es traducida la mayoría
de las veces, y con propiedad, como "paz", y representa la salud y
armonía con Dios, y satisfacción y plenitud en la vida.
La redención de Cristo es la base de nuestra paz con Dios. La
humanidad no podía reconciliarse antes con Dios, alguien debía
pagar el precio del pecado, que era la muerte. Jesucristo pagó ese
precio, y la comunión entre Dios y el hombre que el pecado había
roto, fue restaurada por su sangre (ver Colosenses 1:20-22). "Pero
él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros
pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas
fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).
Cuando Jesús murió y su sangre derribó la barrera del pecado
que nos separaba de Dios, ocurrió algo sobrenatural en el templo
de Jerusalén. El velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo
(el lugar donde moraba la presencia de Dios, y que contenía el
arca y el propiciatorio manchado por la sangre de los animales
sacrificados que el sumo sacerdote presentaba allí una vez por
año), se rasgó de arriba abajo, abriéndose el camino para entrar al
lugar santísimo: la misma presencia de Dios (vea Hebreos 10:19-22).
El historiador Josefo nos informa que este grueso cortinado de
10 an de espesor, que se renovaba año a año, no podía ser roto ni
tirando desde ambas puntas con caballos. Impedía acceder a la
Apropiándonos de los nombres de Dios / 57
presencia de Dios a todos excepto al sumo sacerdote; pero cuando
repentinamente se rasgó de arriba abajo en el momento de morir
Jesús (Marcos 15:37, 38), fue porque había quedado abierto el
camino hacia Dios para todo el que se acercara por medio de Jesús.
Santificado sea tu nombre, jehová-sa10m, "el Señor es paz".
Gracias por restaurar la paz con Dios a la humanidad, que se había
interrumpido a causa de la caída.
Otro de los nombres compuestos de Dios es jehová-sama y
significa "Dios está aquí" (ver Ezequiel 48:35). Sama es la palabra
hebrea que significa "el omnipresente, el Uno que todo lo llena".
Esta es la promesa de un Dios santo que habita en medio de su
pueblo. Es la promesa de su presencia.
La presencia misma de Dios está en los creyentes, que son el
templo santo de Dios. Su presencia vive y crece por medio de su
Espíritu (ver Efesios 2:20-22). La palabra que se usa para "templo"
en el v. 21 no se refiere al templo en general, sino al "santuario". En
el santuario se levantaba el altar del incienso, y en el lugar
santísimo estaba el propiciatorio, cubierto por la presencia divina
o shekinah. Ahora, gracias a Jesús, nosotros somos templo de barro,
llenos de la gloriosa presencia de Dios.
Agradezca a Dios porque sus pecados han sido perdonados y
por eso usted puede ser llenado, inundado por Dios mismo: usted
puede ser llenado por el Espíritu Santo. Y eso no es todo. Jesús ha
prometido: "No te desampararé, ni te dejaré" (Hebreos 13:5). El ha
enviado su Espíritu Santo, el Consolador, el que fortalece, el que
intercede, el que tiene comunión, para estar con nosotros. Santificado
sea tu nombre jehová-sama, "el Señor está allí".
Recuerde: usted está santificando el nombre de Dios por lo que
él es y por lo que ha hecho por usted. Mientras medite acerca de
los distintos nombres de Dios el Padre, afiance su fe, transformando
sus reflexiones en declaraciones de fe y alabanza.
"Padre, tú eres jehová-tsidkenu. Tú eres mi justicia. Me pongo
de pie delante de ti, justo y perdonado por la sangre de tu Amado
Hijo. Tú eres jehová-m'kaddesh, el Señor que santifica." Tú me
transformas a la imagen de tu Hijo y destruyes el poder del pecado
sobre mí. Tú eres jehouí-salom, mi paz. Jesús hizo la paz mediante
su sangre en la cruz, y me reconcilió contigo. Ahora tu paz, que
sobrepasa todo entendimiento, guarda mi corazón y mi mente. Tú
eres jehová-sama. Tú me has llenado con tu presencia, y nunca me
58 / ¿Ni tan 5610 una hora?
dejarás ni me abandonarás. Gracias por vivir en mi, Señor."
Ese es un ejemplo de lo que significa santificar el nombre de
Dios y hacer declaraciones de fe basadas en lo que él es y lo que
ha hecho por usted. Pero hay mucho, mucho más, por lo que usted
debe santificar el nombre del Padre.
CAPITULO NUEVE
Apropiándonos de las promesas de Dios
SECCION 111
PRIORIDADES:
"Venga tu reino. Hágase tu voluntad. "
CAPITULO DIEZ
El reino de Dios
en usted y su familia
En la Mekilta, un antiguo manuscrito que incluye un
comentario de la mayor parte del libro del Exodo, encontramos la
siguiente parábola.
Un hombre vino a una provincia y le preguntó a la gente si
podía ser su gobernador.
-¿Qué bien has hecho por nosotros? -le preguntaron-o ¿Por
qué habríamos de aceptar que nos gobernaras?
Como respuesta, el hombre les construyó una muralla. Les
trajo agua. Combatió para defenderlos. Luego les volvió a
preguntar: -¿Puedo gobernarlos?
y ellos le respondieron: -¡Sí! ¡Sí!
La parábola continúa diciendo que así fue con el Omnipresente.
Redimió a Israel de Egipto. Dividió las aguas para ellos. Les dio
maná. Les proveyó un pozo. Les envió codornices. Libró la batalla
de Amalee en su favor. Les preguntó: -¿Puedo reinar sobre
ustedes?
Le respondieron: -¡Sí! ¡Sí!
La parábola se detiene allí, pero no su aplicación. Dios el Padre
viene hasta nosotros y nos pregunta: "¿Puedo reinar sobre
ustedes?"
A menudo nuestra audaz réplica es: "¿Quién eres y qué bien
has hecho por nosotros para que tengamos que aceptar tu reinado?"
Dios no necesita respondernos, pero por su amor, lo hace: "Soy
tu Padre, el Dios Creador, y amé tanto al mundo que di a mi único
Hijo para que todo aquel que cree en él no se pierda sino que
tenga vida eterna. La sangre que él derramó les dio a ustedes
justificación y santificación, paz y entrada a mi presencia. Por los
azotes en su espalda, ustedes fueron sanados y recibieron plenitud.
"El los ha redimido de la maldición del fracaso. El se anticipa
a sus necesidades y provee para satisfacerlas. El es su estandarte
que se adelanta en la batalla y les abre el camino. Ustedes no
deben temer a la muerte ni al infierno porque él es el buen Pastor
que dio su vida por sus ovejas, abolió la muerte y trajo la vida y
la inmortalidad a la luz."
y entonces Dios pregunta una vez más: "¿Puedo reinar sobre
ustedes?"
Dios reina sobre nosotros cuando le obedecemos, aceptamos su
gobierno y autoridad en nuestra vida y participamos activamente
en el movimiento del reino de Jesús para derrotar el mal, redimir
a los pecadores y traer a la humanidad las bendiciones del reino de
Dios. Esto es, esencialmente, lo que sinceramente deseamos cuando
declaramos: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad." Nos estamos
sometiendo a Dios e invocándolo para realizar su voluntad en la
tierra.
Observe los verbos en estas dos afirmaciones: Venga tu reino.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. En griego,
como en castellano, estos verbos aparecen al comienzo de las dos
afirmaciones, para darles énfasis. No puedo traducir mejor el
significado que compararlo con un hombre que asienta el pie con
firmeza y decisión, y dice: "¡Venga, reino de Dios! ¡Hágase,
voluntad de Dios!" Permítame ilustrar la idea.
En una transacción comercial, o en una relación, quizás usted
haya dicho alguna vez: "No paso de aquí. Se hará de esta fonna.
Así es como se hará. Aquí me planto." Esa es la idea en estas dos
afirmaciones. Por lo tanto, no es ni arrogancia ni presunción,
declarar con valentía: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad."
Dios tiene un propósito para cada día de su vida; por lo ,~to
afírmese en oración. En lugar de musitar constantemente debl1es
súplicas, tales como: "¡Oh, Jesús, ayúdame!", ~pie~e a declara; con
valor las promesas de Dios, afírmese en la vlcto~a q~e Jesus ha
conseguido para usted. No deje que los mezqumos Intentos de
Satanás por intimidarlo impidan que se cumpl~ los podero~os
propósitos de Dios. Declare que la .voluntad de DIOS se CUMPLIRA,
que vendrá su reino. ¿Y qué es el remo de DIOS? Pablo nos dice. El
reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo" (Romanos 14:17). .
Queremos que las prioridades de Dios se establezcan ~
nuestra vida, pero con frecuencia ponemos las cosas al reveso
Alguien lo ha rotulado lila tiranía de lo urgente", significando con
ello que permitimos que muchas cosas que nos producen ansiedad
y preocupación prevalezcan sobre las cosas Importantes, cosas que
debieran tener absoluta prioridad.
No le ha ocurrido alguna vez abotonarse la chaqueta
saltando el primer botón? Usted echa una mirada, ve que todo
está fuera de línea, y que tendrá que desabotonarse y empezar todo
de nuevo. La vida es así. Si Dios no está a la cabeza de sus
prioridades, todo lo demás queda fuera de línea. Su salud,
emociones, metas y relaciones quedan mal centradas. .
·Cómo lo sufrí en carne propia! En los primeros años de mi
matrimonio y ministerio, mis prioridades estaban confundidas.
Estudiaba en un seminario a 50 kilómetros de casa, estaba
encargado de los jóvenes y del evangelismo en la iglesia y era
padre de tres niños pequeños.. . . . .
Cuando tenía que administrar mi tiempo, las prioridades se
acomodaban más o menos así: la iglesia primero, mis estudios en
segundo lugar, mi familia en el tercero, y la oración y comunión
con Dios al último. Yo sabía que Jesús ordenaba: "Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas" (Mateo 6:33), pero yo hacía exactamente l0
contrario. Estaba ocupado buscando "todas estas cosas" en lugar de
buscar primero el reino de Dios. Pero cuando puse a Jesús en
primer lugar, él empezó a acomodar todas las demás cosas en el
lugar que les correspondía, y la confusión y el desorden fueron
reemplazados por la tranquilizadora paz de Dios.
A medida que pasaban los años y mi programa de trabajo se
iba congestionando y complicando, se me hizo necesario estar más
tiempo alejado de mi familia, pero Melva y yo sabíamos qué hacer.
Sometíamos nuestros programas de trabajo en oración, y Dios nos
mostró soluciones especiales para nuestro particular modo de vida.
Lo que dio resultado para mí dará resultados para usted. En
la medida en que usted le dé prioridad a la oración, y busque la
sabiduría de Dios, el Señor empezará a corregir y realinear su
programa de trabajo, revelándole soluciones para los problemas
que plantea la administración del tiempo.
Es importante ordenar las prioridades en cuanto al tiempo, pero
luego usted debe determinar prioridades para la oración. Al orar,
usted debe declarar que venga el reino de Dios y se haga su
voluntad en estas cuatro esferas especiales: 1. usted mismo; 2. su
familia; 3. su iglesia; 4. su nación. ¿Cómo se ora respecto a estas
cuatro importantes esferas?
Así como el timón determina el rumbo de una nave, la lengua
determina el curso de la propia vida, ya que la lengua es el timón
de la vida (ver Santiago 3:3-5). Una declaración sin sentido no logra
nada, pero cuando la lengua concuerda con el Espíritu de Dios y
declara con sinceridad y con fe: "Venga tu reino. Hágase tu
voluntad", se establece el rumbo correcto en la vida. De manera
que cuando ore cada día, declare que venga el reino de Dios y que
se haga su voluntad en cada una de esas cuatro esferas centrales.
Usted mismo
Comience con usted mismo. Santiago 5:16 dice: "Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis
sanados. La oración eficaz del justo puede mucho." A menos que
usted esté en buenos términos con Dios, su oración no será eficaz.
Ore cada día pidiendo que el reino de Dios (su justicia, gozo y
paz), se establezcan en usted, y pida que su voluntad para usted
ese día sea implantada en su espíritu.
usted necesita de la sabiduría y revelación divinas para poder
administrar correctamente su casa, su trabajo, sus recursos, etc.
Cuando ora: "Venga tu reino; hágase tu voluntad", invite a Jesús a
asumir el lugar que le corresponde en el trono de su corazón, y a
gobernar su espíritu, alma y cuerpo. Y luego ore sobre cada asunto
especifico en que se verá involucrado ese día.
Pídale al Espíritu Santo que lo invista de habilidad, eficacia y
poder. En palabras de Judas: "Edificándoos sobre vuestra santísima
fe, orando en el Espíritu Santo" (v. 20). Quédese en la presencia de
Dios hasta que esté fijado el curso de ese día, y el Espíritu de Dios
esté activo en usted. Esto es de vital importancia, porque si Jesús
no es Señor en usted, no será Señor en la segunda prioridad, que es
su familia.
Su familia
Si usted es casado, ore por su cónyuge. Ore pidiendo que la
justicia, la paz y el gozo gobiernen la vida de su pareja. Haga la
declaración de fe: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad", y ore por
las necesidades de su cónyuge hasta que el Espíritu le dé libertad
para avanzar en la oración. Esto es esencial, porque si usted pierde
su propia casa, su labor en la casa de Dios se verá seriamente
dificultada.
CAPITULO ONCE
El reino de Dios
en su iglesia y su país
En 1974, entrevisté a Richard Wunnbrand, un judío cristiano
que había pasado tres años en un calabozo rumano, donde 10
torturaron por su fe. -Sr. Wunnbrand -le pregunté-, ¿piensa
usted que los creyentes de los Estados Unidos van a pasar por 10
que pasó usted?
Su respuesta me dejó perplejo. -No -dijo pensativamente-.
No creo que les esté por ocurrir. Creo que ya les está ocurriendo.
En los Estados Unidos siento una opresión demoníaca espiritual
que me empuja a retroceder, diez veces mayor que la que sentí en
el calabozo.
Este es un hecho indiscutible. Como creyentes, usted y yo
somos parte del ejército de Dios, y estamos en una guerra. Es hora
de que comprendamos que el ejército de Dios se ha convocado
para la lucha, no para mostrar sus brillantes botones de bronce y
sus botas lustrosas. Dios nos ha llamado para que seamos
guerreros, para que integremos un ejército de liberación, que
reparte salud con sus manos. Podemos perder esta guerra por no
presentarnos a la batalla, pero no podemos perder si luchamos.
Pablo, uno de los generales de Dios, nos ordenó pelear l/la
buena batalla de la fel/ (1 Timoteo 6:12). Observe que Pablo no dijo:
"Peleen si sienten deseos de hacerlo. Peleen si tienen esa inclinación
en su personalidad.1/ Todo creyente debe pelear la buena batalla de
la fe. Satanás nos ha declarado la guerra a los creyentes, y él no
pelea limpio.
El diablo no titubea en atacar a los indefensos, a los inocentes,
a los que no tienen experiencia en la lucha. Usted y su familia son
tan codiciada presa para Satanás como 10 puede ser su iglesia o su
país. Por lo tanto, es esencial que usted aprenda a orar cada día
sobre las cuatro esferas vitales, y declare: "¡Ven, reino de Dios!
¡Cúmplase tu voluntad!"
Hemos hablado acerca de cómo puede usted establecer y
mantener prioridades adecuadas en cuanto a su propia persona y
su familia. Ahora vamos a dirigir nuestra atención hacia otras dos
esferas críticas, su iglesia y su país, para descubrir cómo podemos
derrotar allí al diablo.
Su iglesia
Su tercera prioridad en oración es su iglesia. Ore por su pastor,
por los líderes de la iglesia, por la fidelidad de sus miembros, por
la cosecha.
Pastor. Cuando ore por su pastor, pídale a Dios que lo unja,
que le hable y lo oriente. Pídale a Dios que le dé corazón de pastor
hacia sus ovejas, que le dé sabiduría cuando esté en oración
estudiando la Palabra, que le haga ser un cauce puro por el cual
fluyan los dones y el poder del Espíritu Santo.
Líderes. Nombre a sus líderes en oración. Mientras ore por
ellos, uno por uno, el Espíritu Santo le mostrará a menudo
necesidades específicas. Ore por las personas de su iglesia que
cumplen ministerios que afectan su vida de forma particular. Ore
pidiendo a Dios que los distintos grupos y organismos de la iglesia
sean cuerpos sanos. Pídale al Señor que les muestre cómo nutrirse
por la comunión y fortalecerse por el evangelismo.
Fidelidad. Ore pidiendo que las personas de la iglesia sean
fieles a sus familias, a la visión que Dios ha dado a su iglesia, a
Jesús. Implore al Espíritu Santo que los arraigue en la casa del
Señor, para que produzcan frutos ganando almas e intercediendo
por otros. Ore para que sean fieles en la entrega de sus diezmos y
ofrendas, y que sirvan a Dios como él merece ser servido.
Cosecha. Dios me dio un pasaje de Isaías para clamar cuando
estuviese orando por la cosecha de la iglesia:
"No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu
generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y
al sur: No te detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los
confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para
gloria mía los he creado, los formé y los hice" (Isaías 43:5-7).
Por lo tanto, cuando oro por mi iglesia, hablo a los poderes y
principados del aire que operan en los hijos de desobediencia (ver
Efesios 2:2). Estos poderes y principados sostienen las riendas sobre
ciertas esferas, de modo que hablo a la esfera norte de mi iglesia
como si fuera una persona, y le digo: l/Norte, ordeno en el nombre
de Jesús que liberes a cada persona que debe llegar a ser parte de
este cuerpo.1/
Luego hablo al sur, al este y al oeste, y en el Espíritu los miro
directo a los ojos. Les ordeno que liberen a cada uno (no a algunos)
que Dios haya dispuesto que sea salvo, plantado, fortalecido y
afirmado en mi iglesia. Me demoro allí en oración hasta que siento
que mi espíritu se libera y sé que los poderes malignos ~s~
escuchando y liberando lo que me pertenece. Por el Espmtu,
enfrento esas esferas geográficas y las desafío hasta que sueltan las
riendas de control. Y luego en el nombre de Jesús, le pido a Dios
que envíe ángeles para ministrar a los herederos de la salvación
(ver Hebreos 1:13, 14).
Esto les puede parecer raro a algunas personas. Pero n.o
caigamos en el hábito de calificar cualquier caso que se aleje
ligeramente de lo habitual, como una señal de que es una falsificación;
puede ser lo auténtico. Recuerde qué poco convencionales les
parecían a los fariseos los métodos que usaba Jesús, en tanto ellos
se consideraban expertos religiosos. Como dijo una vez Donald
Gee, un sabio pastor y maestro de Biblia: l/Aquellos que pretenden
juzgar en asuntos espirituales deben estar preparados para
presentar sus credenciales de personas experimentadas en esos
asuntos." Desafortunadamente, muchas personas que condenan
experiencias y manifestaciones producidas por el Espíritu Santo,
han tenido poca experiencia personal en cualquiera de esas
disciplinas.
¿Cuántos ?e ustedes saben que Jesucristo es el mismo ayer,
hoy y'p0r los siglos? ¡Y cuántos saben también que los fariseos son
!os mismos hoy, ayer, y por los siglos! No seamos ignorantes e
ingenuos. Busquemos ser equilibrados, no rígidos. ¡Y ahora sujétese
el sombrero teológico con firmeza, porque tengo algo más que
decirle!
Un día, cuando estaba orando con intensidad en el Espiritu y
orando al norte que liberara a cada persona que perteneciera a
mi iglesia, ; vi en visión una enorme criatura negra, cubierta de
moho. Media unos tres metros, y ahí estaba de pie, sosteniendo
una cadena. El espíritu demoníaco me miraba con desdén
despreciándome y burlándose de mí, como si dijera: "¿Hablas en
serio? ¿Estás dispuesto a pelear por lo que dices?"
Algo se irguió en mi espíritu, y supe cómo podría haberse
sentido David delante de Goliat. Me oí a mí mismo haciéndolo
retroceder, declarando que sí habría de liberar cada alma que el
Espíritu Santo estaba acercando a la iglesia de Dios. Se quedó
mirándome mientras yo resistía en el nombre de Jesús y luego
lentamente dejó caer la cadena y retrocedió.
Por esa misma época, ocurrió otra cosa. Una mañana yo estaba
hablando al norte, al sur, al este y al oeste, ordenándoles que se
rindieran. En ese momento, vi en visión un enorme ejército en
marcha. ¡Estoy hablando de cientos de miles! Iban vestidos de
uniformes de guerra y marchaban al unísono. Sorprendido
pregunté: "¿Qué es eso, Señor?" '
Y el Señor me respondió: "Hijo, ésa es tu iglesia." Por esa
época nuestra iglesia no tenía más de 300 miembros, de modo que
exclamé incrédulo: "¿Mi iglesia?"
Luego el Señor volvió a hablar y me explicó: "Larry, cuando
oras pidiendo que el este se rinda, estás pensando en ciudades que
están a 50 Km, pero cuando yo digo este, estoy pensando en
Alemania, en Jerusalén. Yo soy el Dios de toda la tierra."
Me reí y sentí que me había dado en el pecho. Lo compartí
en nuestra reunión matinal de intercesión, y todos reímos al ver
que DIOS estaba pensando en Alemania cuando nosotros
declarábamos: "¡Este, ríndete! ¡No retengas a nadie!"
Pues bien, cuando el domingo siguiente hice la invitación al
final del culto, dije: "Durante toda la semana he orado por ustedes,
y sé que ustedes han venido del este, del oeste, del norte y del sur,
porque hemos orado por ustedes. La Biblia dice que el Señor
añadía diariamente a la iglesia a los que habían de ser salvos.
¿Cuántos de ustedes sienten que el Señor los está agregando hoy
a esta iglesia? ¿Podrían por favor levantar la mano y luego
adelantarse para que yo ore por ustedes?"
Por el atrio se adelantó un apuesto hombre con su esposa muy·
rubia y dos pequeños y hermosos hijitos. El Espíritu de Dios me
susurró: "Pregúntales de dónde son."
Obedientemente, señalé al hombre y le pregunté: "Señor,
¿podría decirme de dónde son ustedes?"
¡POCO faltó para que juntara los talones e hiciera la venia! Dijo:
"Dos años atrás estuve sirviendo en Alemania como oficial del
ejército norteamericano, y escuché una de sus cintas en las que
hablaba de orar por el norte, el sur, el este y el oeste. El Señor me
indicó que renunciara a mi comisión en el ejército, me mudara a
Rockwall, Texas, y me uniera aquí al ejército de Dios:'
¡Señores, esto es pura realidad! Debemos aprender a orar y
obedecer, como dijo Paul Yonggi Cho años atrás, y Dios se ocupará
de los detalles. No fue un bonito edificio ni un excelente programa
el que permitió añadir 4.789 nuevos miembros a la Iglesia sobre la
Roca durante 1985. En un solo trimestre de 1986 vimos más de 500
personas nacer de nuevo. Ese impulso espiritual sigue en aumento.
No es Larry Lea; es Dios.
Dios nos ha enseñado a orar primero, ordenando al norte, al
sur, al este y al oeste, que se rindan. Luego pedimos al Espíritu
Santo que acerque las almas a Jesús, y liberamos ángeles para
ministrar a los herederos de la salvación. Oramos: "No permitas
que las personas tengan inconvenientes cuando vengan a la iglesia.
No permitas que las familias entren ep discusiones que les impidan
venir a la casa de Dios. Derrama tu grada sobre las personas que
conducen hacia aquí." Ypor último, declaramos el nivel de fe que
Dios nos ha dado.
¿Qué quiero decir con eso? Cuando hablo de niveles espirituales,
no me estoy refiriendo a "estímulos", "actitudes mentales
positivas" o metas creadas o motivadas por el hombre. Estoy
hablando de metas fijadas por el Espíritu. El Espíritu de Dios pone
en mi espíritu un número especifico de almas por las que debo
pedir a Dios. Lo comparto con mi equipo, y empezamos a pedir
por ese número específico de nuevos creyentes. Al orar todas las
mañanas, nos ponemos de acuerdo sobre ese número especifico de
almas que serán agregadas a la iglesia.
A través de los años, hemos observado una notable correlación
entre el número de intercesores fieles que se reúne de mañana a
orar, el monto de diezmos y ofrendas, y el número de personas que
se agregan a la iglesia. Por ejemplo, en 1984 teníamos alrededor de
veinte personas intercediendo todas las mañanas en oración. (Había
más personas orando, pero estoy mencionando a los guerreros
fieles de la oración.) Nuestras ofrendas eran adecuadas, y unas
veinte personas se agregaban a la iglesia cada semana.
El número de intercesores aumentó, y a mediados de 1984
Dios dijo: "Quiero que tengan fe de que se van a añadir ro
personas por semana, y que se van a triplicar las ofrendas por
semana." Empezamos a tener unos setenta intercesores fieles, las
ofrendas se triplicaron, y tuvimos un promedio de 60 personas
nuevas agregadas todas las semanas a la iglesia.
El número de intercesores siguió creciendo, y en 1985 nuestros
niveles de fe eran de 100 personas nuevas por semana y el doble
de ofrendas. Dios hizo que esto sucediera, y la correlación espiritual
se mantiene. Hoy tenemos muchos más guerreros de la
oración. Familias enteras vienen a orar cada mañana, y muchos
miembros de nuestra iglesia que viven demasiado lejos para venir
hasta Rockwall todos los días para orar, han empezado a tener
reuniones de oración por la mañana en sus casas.
No estoy prometiendo que va a ocurrir 10 mismo en su iglesia,
pero sí le digo lo siguiente: si yo fuera usted, le pediría al Espíritu
Santo que purifique mis motivos. Luego trataría de comenzar una
reunión matinal de oración en mi iglesia si todavía no la hubiera
y liberaría a Dios para que él haga 10 que quiera en su medio. '
Haga de la oración por su iglesia una prioridad. Ore por la
fidelidad de los miembros y por la cosecha, y declare: "¡Venga tu
reino! ¡Cúmplase tu voluntad!"
Su país
Su cuarta prioridad en oración es su país. Ore para que el
presidente tenga sabiduría de Dios, que los líderes espirituales
anden con sabiduría, sean personas de oración, y estén protegidas
por el poder de Dios. Ore de manera específica, nombrando a los
líderes de su ciudad, de su estado, de su país. Interceda por su
país. Pida un avivamiento espiritual.
El Señor también nos ordena orar por la paz de Jerusalén
(Salmo 122:6), de manera que usted debe orar por el éxito de la
nación de Israel.
Usted quizás quiera pedirle a Dios que ponga otra nación del
mundo en su corazón como algún país comunista, o país que está
en revolución o sufriendo hambre, etc. Permita que el Espíritu de
Dios amplíe los límites de su preocupación y compasión.
Al llegar a este punto, usted habrá orado por los dos primeros
temas de la oración modelo que nos dio Jesús: "Padre nuestro que
estás en los cielos, santificado sea tu nombre"; "Venga tu reino;
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo." Quedan cuatro
hitos restantes.
Quizás ahora advierte por qué es tan simple orar durante una
hora. Está aprendiendo a orar por un sinnúmero de cosas que antes
le producían temor, preocupación y frustración. Ahora, en lugar de
pensar: ¿Cómo podré orar durante toda una hora?, se estará
preguntando:
'¿ Cómo podré completar todo esto en una sola hora?
Como usted ve, nuestro problema ha sido simple. No sabiendo
qué decir o hacer en la oración, nos agotamos en unos diez
minutos. Pero Jesús dijo: "Oraréis así", y nos dio un bosquejo de
oración para que lo sigamos.
En el contexto de esta oración están los cinco temas más
importantes que han vuelto a ser vitales en la iglesia de nuestros
días. Son: alabanza y adoración; autoridad del reino; prosperidad;
relaciones; autoridad espiritual. Cada uno de esos temas está aqui,
y cada uno en un equilibrio perfecto. ¡Sí, en el contexto de esta
oración está todo lo que usted necesita para vivir en plenitud y
libertad, en victoria espiritual!
Preguntas de repaso
1. La es el tim6n de la vida (Santiago 3:3-5).
2. ¿Qué es el reino de Dios? Romanos 14:17 declara: "El reino de
Dios no es comida ni bebida, sino -' _
___ y en el Espíritu Santo."
3. ¿Cuáles son las cuatro esferas principales en las que debe
establecerse el reino de Dios?
a. b. _
c. d., _
4. A menos que usted esté en buena relaci6n con Dios, su oración
no será eficaz, porque la Biblia dice: "La oración eficaz del
______ puede mucho" (Santiago 5:16).
5. La tercera prioridad es la iglesia. ¿Cuáles son las cuatro esferas
específicas que debe incluir cuando ora por su iglesia?
a. b., _
c. d., _
6. Como recordatorio, en el espacio que sigue anote nombres de
personas y temas específicos por los que quiera orar cuando
toque la cuarta prioridad, su país:, _
7. ¿Puede pensar en el tiempo que dedica a hacer cosas superficiales
e innecesarias, a lo largo del día, y que podría dedicar
a la oración? Si es así, anote esos momentos aquí, y pídale al
Espíritu Santo que lo ayude, y le recuerde que puede redimir
ese tiempo., _
El reino de Dios en su iglesia y su país / 91
Un bosquejo de oración
1. Haga una declaraci6n de fe: "Venga tu reino. Hágase tu
voluntad, no solamente en el deseo, sino en' la realidad."
II. Cuatro esferas principales en las cuales establecer su reino.
A. Usted mismo
1. Asegúrese de estar en buenas relaciones con Dios.
2. Pídale a Jesús que ocupe el trono de su vida y gobierne
en cada esfera.
3. Permanezca delante del Señor hasta que el curso del día
quede establecido, y el Espíritu de Dios esté activo
dentro de usted.
B. Su familia
1. Su conyuge
2. Sus hijos
3. Otros miembros de la familia
C. Su iglesia
1. Su pastor
2. Los líderes de la iglesia
3. La fidelidad en las personas
4. La cosecha
D. Su país
1. Los líderes políticos de la ciudad, del estado, del país
2. Los líderes espirituales
3. El avivamiento
III. Pídale al Espíritu de Dios:
A. Que ordene sus prioridades.
B. Que le ayude a ponerlas en práctica.
SECCION IV
PROVISION:
"EI pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. "
CAPITULO DOCE
Viviendo en
la voluntad de Dios
Es poco frecuente que un estudiante de tercer año de un
seminario almuerce en un restaurante exclusivo, pero ahí estaba yo,
en esos elegantes ambientes, por invitación del solvente caballero
sentado enfrente de mí. Después de dar las gracias por los
alim~tos, quise tomar mi tenedor, pero me detuve sorprendido.
Mi anfitrión estaba llorando. Este respetable millonario de sesenta
años, inclinó la cabeza y dejó caer sus cálidas lágrimas sobre su
costosa corbata.
-Señor -dije en voz baja-o ¿Le pasa algo? ¿Puedo ayudarlo?
Pasaron lentamente los segundos mientras el hombre se
esforzaba por recuperar la compostura. Respiró profundamente, y
me confesó: -Yo tenía 19 años cuando Dios me llamó para que
fuese predicador, pero dije que no. Quería vivir mi propia vida,
quería hacer dinero. De modo que me negué a dejarle las riendas
de mi futuro.
Se le quebró la voz, y le cayeron más lágrimas por las mejillas.
-Pero no tengo paz -sollozó compungido-, he perdido el
propósito de Dios en mi vida, y sufro muchísimo.
No puedo menos que imaginar que la escena de la que fui
testigo era la repetición de una situación similar que pudo haber
sido recreada por otro aristócrata pudiente en sus años finales, ese
hombre que hemos llegado a conocer como "el joven rico".
Ustedes seguramente recuerdan la historia. Jesús iba camino
a Jerusalén, cuando un joven bien vestido se le acercó corriendo y
se hincó ante él. "Maestro bueno", le preguntó con sinceridad, "¿qué
debo hacer para heredar la vida eterna?"
Marcos registra la decisión tremenda que tuvo lugar en los
próximos minutos:
"Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e
hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida etema?...Pero él, afligido por esta
palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones" (Marcos
10:17, 22).
El joven rico era un hombre bueno, un hombre religioso, pero
había algo errado en él. Jesús sabía qué era, y puso el dedo ahí
mismo: el amor al dinero. Cuando le dijo al joven que vendiera
todo lo que tenía y lo siguiese, no es que Jesús estuviera tratando
de despojarlo de sus bienes. Estaba tratando de evitar que confiara
en sus riquezas. Jesús le estaba ofreciendo el mejor consejo de
inversión que jamás recibiría, pero 10 desechó y se marchó.
Los principios de Dios son diametralmente opuestos a los del
mundo. Dios dice: "Den y se les dará." El mundo advierte: "Toma
todo lo que puedas, y guárdalo:' Pero los caminos del hombre no
son los caminos de Dios.
¿Han notado alguna vez el hermoso equilibrio que tiene el
Padrenuestro? La primera preocupación se dirige a su nombre' la
segunda, a su reino y a su voluntad. Luego nos dice que ore~os:
Danos hoy el pan de cada día." Si buscamos primero el reino de
Dios y su justicia, todas las cosas nos serán añadidas. Debemos
entender que Jesús no estaba tratando de transformar al joven rico
en un viejo y pobre mendigo. Estaba tratando de romper el poder
con que la ambición y la mezquindad esclavizaban el alma de este
joven.
El propósito de este joven rico era contar su dinero de noche.
Construía su vida alrededor de su dinero. Muchas personas son asi.
Tienen "almohadones" de seguridad, pero no pueden dormir de
noche ni disfrutar de un asado. Dios quiere liberar a sus hijos de
ese modo de pensar asfixiante.
No resulta sorprendente que los cuatro requerimientos básicos
de Dios para que nuestra oración por las cosas que necesitamos
tenga éxito, no sean las que el hombre natural se imaginaria.
¿Cuáles son esos requisitos? En primer lugar, usted debe estar de
acuerdo con la voluntad de Dios. Segundo, usted debe creer que es la
voluntad de Dios prosperarlo. Tercero, usted debe hacer pedidos
especificas cuando ora diariamente por lo que necesita. Y cuarto',
usted debe ser tenaz.
Estar de acuerdo con la voluntad de Dios
Estar de acuerdo con la voluntad de Dios implica cuatro cosas:
(1) comunión con Jesús por medio de la oración y la lectura de la
Palabra de Dios; (2) comunión con la iglesia de Dios; (3) hábitos de
trabajo equilibrados y diligentes; (4) obediencia en lo que respecta
a las ofrendas.
Comunión con Jesús. Para estar de acuerdo con la voluntad de Dios,
es esencial que tengamos comunión diaria con Jesús a través de la
Palabra y la oración. Si, como el joven rico, usted tiene una religión
pero no tiene una relación con Dios, usted no sentirá la paz de
Dios, ni su propósito, ni su poder. Pero si usted tiene comunión
con Jesús, el Espíritu Santo le dará capacidad, eficacia y poder de
Dios para hacer su voluntad (ver Hechos 1:8).
Comunión unos con otros. Se cuenta de una mujer que se dirigió
directamente a Dwight L. Moody al terminar su servicio, y le dijo:
-Señor Moody, quiero cantar en su coro.
-¿Quién es su pastor? ¿Donde está su iglesia local? -le
preguntó Moody.
La mujer frunció la nariz y contestó: -No tengo iglesia local
ni pastor. Soy miembro de una iglesia universal.
Moody pensó un instante y luego le respondió: -Busque
entonces al pastor de esa gran iglesia universal y cante en su coro.
Moody no fue grosero, fue realista, porque la Palabra de Dios
ordena:
"Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos
velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para
que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es
provechoso" (Hebreos 13:17).
Es la voluntad de Dios que estemos correctamente relacionados
con nuestros hermanos y hermanas en una iglesia local. También
deberíamos estar sometidos a un pastor local. Se nos ordena que no
dejemos de reunimos; en cambio, debemos exhortarnos unos a
otros (ver Hebreos 10:25). Ahora bien, exhortar significa "amonestar,
instar a alguien a seguir un curso de acción." ¿No es maravilloso
que nos congreguemos con creyentes que pueden instamos
moralmente, estimularnos y urgimos a seguir adelante, y alentarnos
en las buenas obras?
Hábitos de trabajo equilibrados y diligentes. El siguiente requisito
para estar en la voluntad de Dios es tener hábitos de trabajo
equilibrados y diligentes. Pablo dio instrucciones respecto al trabajo
(ver 1 Tesalonicenses 4:11, 12). Debemos ganamos nuestro sustento
con nuestras propias manos y no pasar necesidad. Pablo nos
advirtió que no eludiéramos nuestras obligaciones ni cayéramos en
el ocio, ocupándonos de los asuntos de otra gente en lugar de
ocuparnos de los nuestros (ver 2Tesalonicenses 3:11,12). De hecho,
Pablo ordenó: "El que no trabaje no coma" (2 Tesalonicenses 3:10).
Como pastor de una iglesia, he observado que los seres
humanos parecen estar divididos en dos grupos: los dadores y los
recibidores. Sé también que hay momentos en que Dios puede
guiar a un creyente a vivir por fe, y hasta "mandará cuervos" para
alimentar a ese creyente si fuera necesario. Sin embargo, con
demasiada frecuencia, el hermano o hermana que afirma: "Dios me
dijo que viviera por fe", está en realidad diciendo: "Quiero vivir a
costa de la fe de usted."
Ese es un lado de la moneda. Pero el otro lado de la moneda
también tiene su problema. Hay demasiados creyentes que toman
dos trabajos para no quedar por atrás de sus vecinos o para vestir
a sus hijos con ropa de última moda. ¡Seamos honestos! Cantamos:
"Cuando hayamos estado allí 10.000 años, brillando como el soL.",
sin pensar que los bienes por las cuales renunciamos al reino de
Dios, y por los cuales trabajamos con tanto ahínco, se habrán
evaporado dentro de 10.000 años.
Algunos creyentes son tan adictos al trabajo que permiten que
las preocupaciones de esta vida y la vanidad de las riquezas
ahoguen la Palabra de Dios, y tornen su vida improductiva (ver
Mateo 13:22). El orgullo, el temor, la preocupación y la inseguridad
nos llevan a trabajar en exceso. Pero cuando reconocemos que Dios
nuestro Padre. es la fuente de nuestros recursos (y no nosotros
mismos, o nuestros salarios, o las cuentas de ahorro), podemos
estar contentos de hacer lo que nos es posible y dejar que él se
haga cargo de lo imposible.
Obediencia en las ofrendas. El cuarto requisito para estar de
acuerdo con la voluntad de Dios es la obediencia en las ofrendas~
En Malaquías 3:10, Dios promete que si le entregamos nuestros
diezmos, él abrirá las ventanas del cielo y derramará tanta
bendición sobre nosotros que no podremos abarcarla. Reconocer a
Dios como nuestro proveedor y devolverle con generosidad, ayuda
a destruir la raíz de todo mal, que es el amor al dinero (ver 1
Timoteo 6:10). Si destruimos la raíz del mal, entonces el mal no
dará frutos en nuestra vida.
Dios promete que si le entregamos nuestros diezmos, él
derramará bendiciones sobre nosotros. Por otro lado, en Malaquías
3:8, 9, él promete maldecimos si le robamos en los diezmos y
ofrendas. Dios no va a bendecir algo que ha maldecido. Obedecer
en este aspecto es esencial si queremos recibir el bien de Dios.
También debemos advertir que hay un orden correcto en
cuanto a dar y recibir. Primero, damos para que haya alimento en
la casa de Dios; luego, él bendice nuestra casa. Primero damos,
luego se nos da (ver Lucas 6:38). Si buscamos primero el reino de
Dios y su justicia, todas estas cosas nos serán añadidas (Mateo
6:33). Cuando le damos a Dios primero, en lugar de atesorar
nuestros míseros recursos, estamos reconociendo que Dios es
nuestro proveedor. Recuerde: no podemos pedir bendiciones de
Dios si estamos violando este principio básico en cuanto a la
prosperidad.
También debemos obedecer a Dios cuando nos pide que le
demos en forma extraordinaria o inesperada. Esto lo aprendí con
sufrimiento. Quizás usted pueda aprender a través de mis errores.
Yo tenía 24 años y estaba casado, cuando fui a la India como
ministro de Dios. Estando allí, oré por una joven de 17 años, que
había estado ciega durante diez años. Dios la sanó al instante, y el
pueblo entero se volvió a Dios a raíz de ese milagro.
Tuve el privilegio de ministrar en aldeas donde la gente nunca
antes había oído el evangelio. Un día iba por una calle polvorienta,
y el Espíritu Santo me preguntó: "¿Qué responderías si te dijese, tal
como Jesús le dijo al joven rico, que vendas todo 10 que te
pertenece? ¿Lo harías, y darías tu dinero a las misiones?"
Respondí muy suelto de boca: "Señor, yo haría cualquier cosa
que me dijeras que hiciese." (Permítame aconsejarle que nunca le
diga a Dios que está dispuesto a hacer algo a menos que 10 diga
con toda honestidad.) Yo di por sentado que se trataría de uno de
esos tratos tipo "Abraham e Isaac", en el que Dios me probaba para
saber si yo estaba dispuesto, y luego dejaba el asunto a un lado.
Pero en lugar de eso, Dios me ordenó: "¡Ve a casa y hazlo!"
Por esa época, Melva Jo, el bebé John Aaron y yo vivíamos en
un pequeño y modesto departamento de un segundo piso. En el
piso inferior vivían en forma ilegal siete extranjeros residentes. Lo
que quiero decir es que no se trataba de un lugar acomodado en
absoluto. Trabajábamos para una iglesia, y todo 10 que teniamos
era una cama, un colchón, menos del sueldo de una semana en
ahorros, y un auto que ya no valía la pena reparar.
Pero cuando Dios me pidió que vendiera 10 que teníamos y
diera el dinero a las misiones, descubrí que las personas que no
tienen nada pueden estar tan atadas a sus bienes como las que
tienen de todo.
Cuando le dije a Melva 10 que el Señor me había dicho, ella no
sintió ninguna confirmación al respecto. De hecho, me dijo: "No
creo que haya sido Dios, Larry. Oremos más sobre esto."
De modo que en lugar de obedecer a Dios, oramos un poco
sobre el tema y luego me inscribí en un seminario. Pero me
enfermé física y emocionalmente, y estuve tan deprimido durante
seis meses que casi sufrí una postraci6n.
Un domingo estaba demasiado enfermo para ir a la iglesia, de
modo que me quedé en casa mirando un programa evangelístico
por televisi6n. Repentinamente, el evangelista gir6, apunt6 hacia la
cámara y anunci6 enfáticamente: "Hay un hombre escuchándome
que quiere ser profeta de Dios. Dios ya te ha dicho lo que debes
hacer, y no lo has obedecido. Amigo mío, estarás enfermo sin salir
de tu casa hasta que hagas lo que Dios te ha ordenado."
¡SU dedo largo y huesudo parecía salir de la pantalla para
Viviendo en la voluntad de Dios / 101
apuntarme directamente! ¿Se imagina lo que hice al día siguiente?
Me conseguí una camioneta y cargué todo lo que tenía en casa. Mi
suegro me encontró en la puerta. (¿Se acuerda de él y de la terrible
primera impresi6n que yo le había causado?) Haciendo un gran
esfuerzo para mantenerse calmo y distante, meti6 las manos en los
bolsillos y me pregunt6: -¿Qué haces, hijo?
-Estoy cargando nuestro mobiliario, y lo voy a vender para
mandar el dinero a la India -fue mi respuesta.
Se le agrandaron los ojos, y me preguntó: -¿Qué has dicho?
Pero yo ya estaba decidido. Estaba cansado de no hacer lo que
Jesús me ordenaba. Melva lloró un poco mientras me ayudaba a
cargar, la pobrecita, pero obedecimos.
No fue fácil. Melva Jo, John Aarón y yo dormimos en el suelo
por un tiempo. Antes de que sacuda la cabeza y masculle: "¡Qué
fanático!", permítame contarle el resto de la historia.
Dos años más tarde, trabajábamos en la misma iglesia, y
estábamos terminando de pagar una casa. Ocurrió de manera
sobrenatural. ¿Por qué? Porque Dios dijo: "Dad, y se os dará"
(Lucas 6:38). Esa es la mejor manera de describir la abundante
provisión que Dios me ha dado a mí y a mi familia a lo largo de
los años.
y si usted se está preguntando respecto a mi relaci6n con mi
suegro, le aseguro que hay entre nosotros verdadero amor y
respeto. El y su esposa se han mudado para estar cerca de nosotros
y de sus nietos, y ambos se han ganado un lugar especial en el
afecto de la congregaci6n de la Iglesia sobre la Roca.
Es realmente muy sencillo. Los requisitos para estar de
acuerdo con la voluntad de Dios pueden sintetizarse en un solo
factor: el señorío de Jesucristo en su vida. Si él es Señor, usted
tendrá comuni6n con él en su vida privada de oraci6n y en la
Palabra. Tendrá comuni6n con su iglesia. Será diligente y equilibrado
en sus hábitos de trabajo, y obediente en el dar. Si estos
requisitos básicos para estar en la voluntad de Dios se afianzan en
su vida, usted puede depender de Dios para la satisfacci6n de
todas sus necesidades.
Este es el primer requisito para orar pidiendo la provisi6n de
Dios. Quedan otros tres. A medida que los analicemos, evalúese
mentalmente y determine las esferas más débiles en las que
necesita fortalecerse para que oraci6n sea más efectiva cuando diga:
"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy."
CAPITULO TRECE
Respondiendo a los
requisitos de Dios
PROVISION:
"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy"
Preguntas de repaso
1. ¿Correcto o falso? En el espacio consignado, anote "c" si
considera que la afirmación es correcta, y "F" si considera que
es falsa.
a.___ Estar en la voluntad de Dios es un requisito
básico para que la oración sea eficaz.
b.___ Para estar en la voluntad de Dios, es esencial
tener comunión con Jesús por medio de una
activa vida personal de oración y por la lectura
de la Palabra de Dios.
c.___ Si estamos en la voluntad de Dios, estaremos
correctamente relacionados con nuestros hermanos
y hermanas en una iglesia local, y nos someteremos
a nuestro pastor.
d.___ Si una persona desea estar en la voluntad de
Dios, es importante que tenga hábitos diligentes
y equilibrados en el trabajo.
e.___ Dios dice que debemos atender en primer lugar
las necesidades de nuestra casa. Ysi luego sobra
algo, debemos ayudar a atender las necesidades
de su reino.
f.___ Para apropiarse de la provisión de Dios, es
importante que usted crea que es la voluntad de
Dios prosperarlo.
g.___ Dios sabe qué es lo que necesitamos antes de que
se lo preguntemos. Por lo tanto, no es necesario
que le pida específicamente todos los días lo que
usted necesitado
h.__ Cuando pedimos algo a Dios, sólo debemos
pedirlo una vez. Si él desea que lo tengamos, él
nos lo dará sin que tengamos que seguir pidiéndoselo.
L__ Hay abundante evidencia en la Palabra de Dios
de que es su voluntad bendecir a su pueblo.
Respondiendo a los requisitos de Dios / 109
2.a. Para apropiamos de la provisión de Dios, es importante que
estemos en la voluntad de Dios, que creamos que es su
voluntad prosperamos, que pidamos diariamente por nuestras
necesidades específicas, y que seamos tenaces. ¿En cuáles de
estos aspectos se ha visto más débil?
b. ¿Qué es lo que va hacer para corregir esas debilidades?
Un bosquejo de oración
1. Estar en la voluntad de Dios.
A. Pídale al Espíritu Santo que le ayude a desarrollar una
vida personal de oración, constante, diaria, y a pasar
tiempo en la Palabra para tener comunión diaria con
Jesús.
B. Ore pidiendo al Señor que lo arraigue en su iglesia local,
y haga de usted una parte activa y sana dentro de ese
cuerpo.
C. Examine sus hábitos de trabajo. ¿Es usted perezoso? ¿Es
adicto al trabajo? Pida al Señor que le dé habilidad,
eficacia, poder y equilibrio.
D. Examine sus ofrendas. ¿Está obedeciendo al Señor,
trayendo los diezmos y ofrendas a su casa? ¿O es usted
codicioso, tacaño, o un mal administrador? ¿Paga usted
sus cuentas y tiene reputación de ser una persona honesta
que cumple con su palabra? Dése tiempo para orar sobre
estos asuntos.
n. Crea que es la voluntad de Dios prosperarlo.
A. Aprenda de memoria pasajes tales como Lucas 6:38 y
Filipenses 4:19 para usarlos como declaraciones de fe
cuando ore pidiendo por sus necesidades.
B. Medite en la Palabra de Dios hasta que comprenda
realmente y crea que es la voluntad de Dios bendecirlo.
Sea específico.
A. Presente diariamente necesidades específicas delante de
Dios.
B. Decida orar en lugar de preocuparse.
IV. Sea tenaz.
A. Reconquiste el terreno perdido que el diablo le ha robado.
El desánimo y la incredulidad le han impedido obtener
respuesta a sus oraciones. Tome nuevamente esas peticiones
y persevere hasta que obtenga la respuesta.
B. Alabe al Señor porque él es jehová-jireh: El ve su necesidad
con antelación y provee para ella.
SECCION V
LAS PERSONAS:
"Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos
a nuestros deudores."
CAPITULO CATORCE
Llevándonos bien
con la gente
“¡Nunca volverás a jugar al baloncesto en mi equipo!", me
amenazó airado el entrenador del colegio, expulsándome del
campo. La furia de su rostro y la determinación de su voz me
hicieron sentir que era más que una amenaza: era un hecho.
¿Por qué el entrenador no me había querido escuchar? ¿No
había visto que el otro chico pegó primero? ¿Por qué no me
suspendía por uno o dos partidos en lugar de expulsarme de forma
definitiva? Esas preguntas ocupaban mi mente durante el resto del
año, mientras inactivo calentaba el banco, pero me consolaba el
pensamiento de que volvería a jugar para otro entrenador una vez
que pasara de curso.
Pero no ocurrió así. El entrenador pasó junto conmigo, y tuve
que ocupar el banco ese año también, y el siguiente. Finalmente
tuvimos un nuevo entrenador y pude volver a jugar, pero el daño
ya estaba hecho. Las raíces profundas de la amargura habían
colmado mi corazón.
Años más tarde, cuando estudiaba en el seminario, el Señor me
hizo recordar esa amargura, y le escribí al entrenador pidiéndole
que me perdonara por el rencor que yo había acumulado contra él.
¿Por qué era tan importante pedir perdón? Como creyentes,
usted y yo estamos en proceso de llegar a la plenitud en Dios.
Parte del proceso de ser maduros en Dios es aprender a
perdonamos unos a otros porque las relaciones con otros afectan
nuestra relación con Dios. Dios no tendrá misericordia hacia
aquellos que se niegan a perdonar (vea Marcos 11:25, 26).
Si las esposas y los esposos aprenden a decir: "Lo siento. Por
favor perdóname", sus matrimonios seguirán creciendo. Si no, se
marchitarán. Esto es cierto respecto a cualquier relación; aprender
a perdonar es un aspecto esencial del crecimiento.
. ¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Se le hace como una nube
oscura dentro de usted cuando piensa en determinadas personas?
Si es así, usted debe entender que Dios usa a las personas que nos
ofenden para enseñarnos a perdonar. Y no podemos perdonar a
otros hasta que nosotros mismos hayamos sido perdonados. Porque
somos perdonados, en el amor de Jesús perdonamos a otros. ¿Se da
cuenta porqué el perdón es una llave importante hacia la libertad
espiritual, la victoria y el gozo?
Al orar: "Y perdona nuestra deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores", hay ciertas cosas que usted debe
hacer si quiere llevarse bien con todos.
Pídale a Dios que lo perdone
A menudo, mientras usted agradece a Dios por la sangre de
Jesús, el Espíritu Santo pone el dedo sobre algún pecado que usted
necesita confesar y perdonar. De modo que al orar: "Perdona
nuestras deudas", pida a Dios que escudriñe su corazón. Si hay
pecados sin confesar que aparecen en este momento, confiéselos a
Dios y reclame su promesa en 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad:'
En ese versículo, la palabra confesar significa "hablar lo mismo".
En otras palabras, debemos estar de acuerdo con 10 que Dios dice
respecto de nuestro pecado, y dispuestos a abandonarlo.
Pero las deudas a las que se refiere Jesús cuando nos enseña
a orar "perdona nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores", abarcan más que nuestros
pecados. El vocablo también se refiere a las deudas personales o a
las obligaciones morales vinculadas a nuestras relaciones con otras
personas. Eso nos trae al segundo punto que debemos cumplir si
queremos llevamos bien con los demás.
Perdone tantas veces como quiera que lo perdonen
Tómese un momento para estudiar la pregunta que Pedro le
hizo a Jesús: "¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque
contra mí? ¿Hasta siete?" ¿Cómo hubiera contestado usted?
Escuche la respuesta de Cristo: "No te digo hasta siete, sino
aun hasta setenta veces siete" (Mateo 18:21, 22). ¿Qué es lo que está
diciendo Jesús? Estaba enseñando lo siguiente: perdone tantas
veces como sea ofendido. ¿Por qué haría Jesús semejante
afirmación? Porque esa es la cantidad de veces que él está
dispuesto a perdonarnos a nosotros.
Luego, Jesús le contó a Pedro una parábola que revela
verdades sumamente importantes respecto del perdón. Esta
conocida historia está en Mateo 18:23-35, y nos enseña mucho
acerca del perdón.
Primero, Jesús usa la parábola para enseñarnos que Dios ha
perdonado nuestra enorme deuda de pecado, una deuda tan
grande que jamás podríamos pagarla. El siervo de esta parábola
debía al rey 10.000 talentos, que serían alrededor de 10 millones de
dólares. Pero el rey perdonó al siervo y canceló la deuda.
Sin embargo, ahí no termina la historia. Otro siervo le debía a
su compañero una deuda pequeña (unos 20 dólares), pero el siervo
que ya había sido perdonado decidió no perdonar la deuda de su
compañero; en lugar de eso, hizo que 10 pusieran preso. ¿Qué nos
enseña esto? Que la deuda que nosotros tenemos con Dios es más
grande que la que cualquiera jamás tendrá con nosotros, y que
cuando nos negamos a perdonar a otra persona, la estamos
poniendo en cautiverio.
Cuando el rey oyó lo que había ocurrido, le hizo a su siervo
una pregunta decisiva en el Nuevo Testamento: "¿No debías tú
también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve
misericordia de ti?" (v. 33). Esto nos dice que debemos perdonar en
la misma medida en que somos perdonados por Dios.
Una vez que nos damos cuenta cuánto nos ha perdonado Dios
a nosotros, podemos con liberalidad perdonar a otros. Si usted tiene
problemas para perdonar, pídale a Dios una revelación del Calvario
y del precio que su Hijo pagó para perdonarlo.
Jesús cierra la parábola describiendo la ira del rey contra el
siervo malo. El rey entrega al siervo que no quiso perdonar, para
que lo atormenten. ¿Cuál es la lección? Si no perdonamos, Dios nos
entregará al tormento, hasta que decidamos perdonar a los demás.
Mejor que entienda esto correctamente. Su usted no perdona,
vivirá con recuerdos atormentadores y opresiones demoníacas
hasta que libere a la otra persona y la perdone. Si usted no
perdona, aunque los hombres más santos vertieran sobre usted
baldes de aceite sagrado, usted seguirá atormentado. ¿Por qué?
Porque no tendrá liberación hasta tanto decida perdonar.
Mantenga una actitud correcta hacia los demás
¿Cómo es posible mantener una actitud correcta hacia los
demás siempre, si hay personas que andan rondando como buitres
esperando que cometamos una falta? La palabra que se traduce
"enemigo" en el Antiguo Testamento, en hebreo significa "observador",
uno que está atento para criticar. Siempre hay personas
esperando señalar nuestras faltas, esperando que fracasemos.
¿Cómo mantener una actitud correcta?
La clave de esta actitud correcta es la preparación. No deje
pendiente la decisión de cómo va a reaccionar con aquellos que lo
ofenden, hasta que el aliento de su enemigo esté empañando sus
anteojos. Todas las mañanas, antes de salir de su casa, adopte una
decisión intencional de que responderá con amor y perdón hacia
aquellos que lo ofendan. Decida que no permitirá que el rencor le
robe el espíritu de victoria, de gozo y de paz. Esa simple decisión
puede evitarle mucho dolor. ¿Cómo lo sé? Porque yo permití que
el rencor se apoderara de mí, y fue una experiencia desagradable.
Después que mi compañero de pieza y yo fuimos llenados por
el Espíritu Santo en el Seminario Bautista de DalIas, las cosas no
fueron fáciles. Vivíamos en un edificio con otros 430 predicadores,
y la mayoría de ellos no estaban de acuerdo con lo que nos había
ocurrido. No es que Jerry y yo fuéramos de un lado a otro tratando
de promover nuestra experiencia como la última novedad doctrinal
en el mundo teológico; pero era evidente que había ocurrido algo
que nos llenaba y nos entusiasmaba, y eso irritaba a algunas
personas.
Un día, el líder espiritual del campus se enfrentó conmigo. El
tenía 35 años, y yo 21. El medía 1,95 y yo 1,70. El pesaba 118 kilos,
y yo la mitad. Gracias a Dios, la confrontación fue verbal y no
física.
De manera que este muchacho me miró con el ceño fruncido
y dijo, “si le impones las manos a una persona más, le va;
a pedir a Dios que te mutile los brazos de los codos para abajo.”
El Señor me dio gracia, y logré alcanzar hasta ponerle la mano
sobre el hombro y decirle: "Entiendo por qué te sientes así, pero
¿no podemos ser hermanos?" Pero cuando me iba alejando, me
inundaban la mente pensamientos acerca de lo que podría haber
dicho y lo que debería haber dicho. Mi sereno arroyo de paz se
transformó en un torrente que hervía. Me puse furioso (en realidad
me dije a mí mismo que me sentía herido, que es una bonita
palabra para no decir airado.)
De modo que hice 10 que nunca debe hacer si quiere sacarse
de encima una ofensa. Primero, me enojé. Murmuré: "¿Qué se piensa
ese muchacho, hablándome de esa manera? ¿Quién se piensa que
es? ¡Castígalo, Señor!"
Todavía no sabía que Dios a veces permite que nos ofendan
para ayudarnos a crecer y a madurar, de modo que el paso
siguiente que di tampoco fue acertado. Alimenté la ofensa. Permití
que esta pequeña ofensa que yo consideraba horrible se enroscara
dentro de mí y se instalara en mis vísceras. La mecía, la mimaba,
la alimentaba. Y por supuesto, creció.
y luego repetí la escena. Disfrutaba recordando en cámara lenta
y en colores la escena del disgusto. Sí. Hasta la pulía para aparecer
mejor yo mismo, magnificando la injuria que había recibido.
Pero cuando finalmente me cansé de estas reiteraciones y
estaba con ganas de seguir adelante en la vida, ahí estaba esta
ofensa ya crecida que me seguía a todas partes. No lograba nada
tratando de ignorarla. Trataba de empujarla fuera del umbral de mi
mente, pero no lo conseguía. ¿Cómo podía librarme de esta cosa
despreciable?
Finalmente, encontré la solución. La dispersé. Se la entregué a
Dios. La confesé y la olvidé. Me humillé delante de Dios y busqué
su perdón, su limpieza y su fortaleza y luego, ¿saben lo que hizo Dios?
¡la dio vuelta! La puso al revés, y lo que podría haber sido mi lápida se
transformó en un peldaño para crecer hacia la victoria y la madurez.
En Romanos 4:25 se nos dice que Jesús "fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación", no
sólo por las ofensas de otros contra nosotros, sino por todas
nuestras ofensas hacia él. El Calvario es perdón. Por eso, "antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios
4:32).
. Cuando usted perdona, usted libera en las manos de Dios a la
persona que lo ha ofendido. Usted deja caer la ofensa, la suelta, y
renuncia a su derecho de herir a la persona que lo ha herido a
usted. Entonces se transforma en un candidato para 10 sobrenatural.
La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarda su~
pensamientos, y Dios mismo, a su tiempo, y a su manera, obrara
justicia.
Años atrás, trabajé en una iglesia bajo las órdenes de un
miembro de equipo que parecía estar al acecho para encontrarme
en falta. Mantuvo un ojo crítico fijo hacia mí durante un año, e hizo
todo lo que pudo para hacerme quedar mal.
Una mañana, en una reunión de comisión, dijo: "No tenemos
inútiles en nuestro equipo." Y luego me miró y rugió: "Larry, ponte
de pie." Preguntándome qué estaría por hacer, me puse lentamente
de pie.
Volviéndose hacia nuestros colegas, anunció: "La otra noche
varios de nosotros fuimos a comer, y Larry se marchó sin pagar su
parte. Quiero comunicarles que en nuestro equipo no vamos a
tener personas que se marchen de un restaurante sin pagar."
Yo podía sentir los latidos de mi corazón. Luché para mantener
la compostura. Yo no había salido sin pagar. Un empresario
miembro de la iglesia me había susurrado al oído: "Sé que se te
hace tarde para grabar tu programa en la televisión, de modo que
puedes irte. Yo quiero pagarte la cena:' Le di las gracias y me fui.
Yo era completamente inocente de las acusaciones de este
hombre. Y usar el apelativo de "inútil" es lenguaje provocativo en
Texas donde me crié. Pero yo había estado orando, alabando y
sumergiéndome en el río del Espíritu esa mañana, y el Espíritu
Santo no me dejó abrir la boca. De modo que allí me quedé en
silencio, hasta que este hombre creyó que ya había cumplido su
cometido, y me dijo que me sentara. Cuando la reunión concluyó,
me fui a mi estudio, oré, perdonando y entregando este hermano
a Dios.
No pasó mucho tiempo, y los comentarios de este incidente
llegaron hasta el empresario que había pagado la comida.
Irónicamente, era dos veces más grande y "más malo" que yo. Entró
como una tromba en la oficina de esa persona y le hizo saber en
términos muy precisos lo que había ocurrido ese día en el restaurante.
Cinco minutos más tarde, el otro, con la cara lívida, se
presentaba en mi oficina para pedir disculpas. Acepté sus excusas
y no tuve ningún sentimiento malo hacia él, porque días antes
había elegido perdonarlo y entregarlo a Dios. Cuando tomé ese
paso, pasé a ser candidato para lo sobrenatural, y Dios vino en mi
defensa tal como prometió hacerlo. "Así que, no los temáis; porque
nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto,
que no haya de saberse" (Mateo 10:26).
En Isaías 26:3, Dios promete: "Tú guardarás en completa paz
a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado."
Esta palabra "persevera" significa literalmente "sostenido",
"sustentado". No reniegue por la ofensa. Apóyese, descanse y
confíe en Dios, y él vendrá en su ayuda, le ayudará a soportar, y
le dará consuelo.
En este mismo momento, el Espíritu de Dios está desafiando
al espíritu de amargura, de venganza y de rencor que ha gobernado
su vida. Usted puede seguir maldiciendo, nutriendo y recordando
su ofensa, o puede dispersarla ahora mismo en oración y
permitir que Dios la revierta. Recuerde, usted debe elegir perdonar,
porque el perdón no es una emoción sino un acto de la voluntad.
Usted tiene una elección que hacer respecto a esta prueba que
Dios ha permitido que ocurra en su vida. ¿Cuál será su reacción
con la ofensa que ha recibido? ¿Será una lápida o un peldaño hacia
la victoria? Es su decisión. ¡Hágala valer!
Preguntas de repaso
¿Qué piensa usted que significa la siguiente afirmación: "El
perdón no es una emoción; es un acto de la voluntad"?
Resuma en el espacio que sigue, qué es 10 que debe hacer
diariamente para mantener una actitud perdonadora.
A continuación hay afirmaciones respecto al perdón. Si la
afirmación es correcta, ponga una "e', si es falsa, una "F".
I. Pida a Dios que lo perdone.
A. Resuelva sus pecados. Pídale al Espíritu Santo que le
muestre las esferas de su vida en las que no agrada a
Dios.
B. Confiese su pecado. Póngase de acuerdo con Dios y diga
lo que él dice respecto de su pecado. Pídale que lo ayude
a odiar sus pecados con un odio absoluto, y que le ayude
a liberarse de su dominio. Alabe el nombre de Dios,
jehouí-m'kaddesh, "El Señor que santifica".
C. No se permita que lo invada un sentido de condenación.
Recuerde: usted es justicia de Dios en Cristo. Usted está
completo en él.
Un bosquejo de oración
lI. Perdone tantas veces como desea ser perdonado.
A. Medite respecto de la enorme deuda de pecado que Dios
le ha perdonado.
B. Imagine con realismo el sufrimiento que su pecado le
causa a Jesús sobre la cruz. Busque una imagen mental de
la sangre vertida para su perdón.
C. Por un acto de su voluntad, perdone a aquellos que han
pecado contra usted, y entréguelos a Dios. Ore por
aquellos que lo han ofendido.
lIt Determine en su voluntad perdonar a cualquiera que lo ofenda
durante este día. .
A. Hágase el propósito de devolver bien por mal, por la
gracia y el poder del Espíritu Santo que habita en usted.
B. Formule esta declaración de fe: "Amaré a mis enemigos.
Bendeciré a quienes me maldigan y haré bien a quienes
me odian. Oraré por los que me ultrajan y por los que me
persiguen" (vea Mateo 5:44).
C. Ore pidiendo que pueda empezar a experimentar en
mayor medida el fruto del Espíritu en su vida:arnor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza (Gálatas 5:22, 23). '
Dios usa a aquellos que pecan contra nosotros
para enseñarnos a perdonar.
El perdón es una clave importante para la victoria
espiritual, la libertad, y el gozo.
La falta de perdón es causa de que nuestras
oraciones no sean contestadas.
Cuando Juan nos dice que confesemos nuestro
pecado (1 Juan 1:9), dice que debemos estar de
acuerdo con lo que Dios dice respecto a nuestro
pecado y que debemos estar dispuestos a renunciar
al pecado.
Jesús le dijo a Pedro que perdonara al hermano
que pecara contra él, pero no más de siete veces.
La deuda de su propio pecado contra Dios, es
mucho más grande que la deuda contraida por
cualquiera que lo haya ofendido a usted.
Cuando nos rehusamos a perdonar a alguien,
estamos poniendo a esa persona en cautiverio.
Cuando no perdonamos, Dios nos entrega a los
tormentos, hasta que decidamos perdonar.
g._.-
h.__
f.__
d._·_
e.__
C.__
a.__
2.
3.
1.
SECCION VI
PODER:
"No nos metas en tentación"
mas líbranos del mal."
CAPITULO QUINCE
Colocándonos la
armadura de Dios
¡Qué momento para sufrir un ataque al corazón! Desafortunadamente,
el pastor Conatser no tuvo oportunidad de opinar al
respecto. Aunque la iglesia bautista de Beverly Hills estaba en
pleno crecimiento explosivo, y el único pastor que compartía con
él la tarea de predicar era un muchachito de 22 años recién salido
del Seminario Bíblico, el pastor Conatser recibió indicación de
guardar reposo al menos seis semanas, y dejar que otro se ocupara
de la predicación. Y ese otro resultó ser yo, el joven predicador de
22 años.
Cuando la junta de diáconos se dirigió a mi y me dijo: "Larry,
todo está en tus manos", la presión fue terrible. De la noche a la
mañana se me duplicaron las responsabilidades, y lo mismo
ocurrió con mis ansiedades y frustraciones. Muy pronto una
pequeña nube negra de depresión empezó a seguirme, dejando
llover tristeza y pesadumbre en mi abatido espíritu.
Pero un día me visitó un pastor luterano, y muy pronto llegó
al punto crítico de la cuestión. -¿Te pones cada dia toda la
armadura de Dios? -me preguntó sin preámbulo alguno.
Ahora bien, yo era graduado del seminario con tres años de
griego en mi certificado, y quería impresionar a ese pastor y
mostrarle que no era ningún tonto. -¡Oh, sí! -exclamé
reclinándome en la silla y cruzando los brazos sobre el pecho-.
Usted se refiere a esa hermosa metáfora paulina en el capítulo seis
de Efesios. Sí, señor, estoy familiarizado con cada uno de sus
verbos, sustantivos y participios, porque hice la exégesis completa
de ese libro en griego.
De inmediato me di cuenta de que no lo había impresionado.
-No te estoy preguntando si conoces acerca de la armadura de
Dios -explicó con paciencia-o Te estoy preguntando si te la pones
todos los días.
Un tanto achicado, sacudí la cabeza y admití humildemente:
-No, señor, no lo hago.
La aguda respuesta del pastor me dejó asombrado: -Quizás
sea por eso que estás siempre deprimido.
La armadura completa de Dios
Después que se fue, miré nuevamente Efesios 6:10-18 y, frase
por frase, tema por tema, estudié los nueve versíO.llos buscando
claves que me indicaran su aplicación para los creyentes del siglo
veinte. ¿Le gustaría acompañarme a repasar de manera simplificada
lo que encontré línea por línea?
"Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza." El creyente
que se prepara para el conflicto necesita poder. Aun ruando esté
totalmente vestido con la armadura que Pablo describe en los
versículos que siguen, primero debe tener el poder, o de lo
contrario la armadura será de poca ayuda. ¿Dónde obtenemos ese
poder? A través de la comunión con el Señor, y en respuesta a la
oración.
"Vestíos de toda la armadura de Dios:' Como soldado cristiano,
debe ponerse la armadura completa que se le provee, sin restar
valor a ningún elemento, sin omitir nada, porque, ¿Cómo puede
saber qué punto indefenso podrá atacar el enemigo?
"Para que podáis estar firmes." Pablo explica que el soldado se
coloca toda la armadura para poder resistir. Este es un vocablo
militar que se refiere a la "actitud firme y preparada de un buen
soldado que se enfrenta valientemente con el enemigo".
'Contra las asechanzas del diablo." ¿Contra qué debe resistir el
soldado? Contra los engaños y las estratagemas del maligno, contra
las sutiles y peligrosas formas en que ataca el diablo.
·'Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes."
No luchamos contra adversarios físicos visibles, sino contra
principados, contra las fuerzas organizadas de los poderes
malignos. Luchamos contra gobernantes cuya influencia sobre las·
tinieblas morales que invaden la humanidad, es de alcance
mundial. Luchamos contra huestes espirituales de maldad (una
caballería espiritual, una horda de ladrones) en todas las esferas y
relaciones, y en la atmósfera que nos rodea.
"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir
en el día malo:' No debemos confiar únicamente en precauciones y
defensas humanas, sino que debemos tomar toda la armadura de
Dios para que podamos resistir en el día de la tentación, ese tiempo
especial o esa circunstancia espiritual o moral de prueba que puede
aparecer en cualquier momento, y para la cual es siempre necesario
estar preparado.
"Y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes." Estando
en condiciones de librar una buena batalla, habiendo hecho todo,
debemos resistir, con el propósito de vencer.
"Ceñidos vuestros lomos con la verdad." Los lomos son esa parte
del cuerpo que está entre las costillas y la cadera. El aparato
digestivo, los órganos reproductores y los intestinos (que eliminan
los residuos), están contenidos en este sector.
La faja de cuero o prenda de protección que cubría los lomos
del soldado romano era la parte primera y más necesaria de su
armadura. No sólo servía para conservar la armadura en su lugar,
sino para sostener la espada.
Pablo enseña que nuestros lomos deben ser cubiertos con la
verdad, la verdad interior, la autenticidad, y la determinación de
propósito. El salmista dijo: "He aquí, tú amas la verdad en lo
íntimo, yen lo secreto me has hecho comprender sabiduría" (Salmo
51:6).
Como creyente, debe estar saturado de la verdad de Dios; debe
ser una persona de total integridad y rectitud moral. Debe saber
quién es en Dios, y quién es Dios en usted. Usted cubre sus lomos
con verdad, reafirmando la verdad respecto de usted mismo y
respecto de Dios, y luego actuando según esa verdad, en lugar de
actuar según sus emociones.
"Y vestidos con la coraza de justicia." La coraza era una parte de
la armadura que se usaba sobre el pecho. Los órganos vitales
quedaban protegidos por la coraza: el esófago (lugar por donde
pasa la comida al estómago), la faringe, el corazón y los pulmones.
¿Qué es la coraza de justicia en el creyente? Es la justificación
de Dios por medio de la fe. Es la justificación por la sangre de la
cruz. Esta justificación es el resultado de la renovación del corazón
por medio del Espíritu Santo.
La coraza es una parte importante de la armadura defensiva
de un soldado. El nuevo hombre justificado que está en el creyente,
resiste, se defiende, y se niega a fomentar sugerencias malignas. La
coraza de justicia cuida con diligencia el corazón del creyente,
porque del corazón nacen las decisiones de la vida.
"Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz." En la
lucha cuerpo a cuerpo, la habilidad para estar de pie, para dar un
paso al costado, caminar y correr, son absolutamente esenciales.
Puesto que la lucha del soldado romano era mayormente cuerpo a
cuerpo, era de extrema importancia un calzado firme. Sus sandalias
eran no sólo ajustadas con firmeza a sus pies y tobillos, sino que
las suelas se tachonaban con clavos de cabeza grande, para impedir
que el soldado resbalara.
Como participante de una guerra espiritual, debemos calzarnos
con la preparación (la disposición y capacitación, la estabilidad que
da el estar bien parado), que encontramos en el evangelio de la
paz. Al caminar diariamente en la voluntad revelada de Dios y
ordenar nuestra conducta y nuestra conversación de acuerdo con
su Palabra, experimentamos un sentido de unidad con Dios y una
seguridad de contar con la ayuda de Dios ante cualquier problema,.
Como creyentes, debemos caminar en la voluntad de Dios y
dejar "huellas de paz" por dondequiera que andemos.
"Sobre todo, tomad el escudo de la fe." El escudo era una parte de
la armadura que se cargaba sobre el brazo o en la mano, para
proteger y cubrir el cuerpo en su totalidad durante la batalla. Sin
embargo, las palabras "sobre todo" en este versículo no significan
que el escudo de la fe fuese la parte más importante del equipo del
soldado; era simplemente una parte de su armamento, que podía
ser levantada y colocada sobre todas las partes del cuerpo, según
se 10 necesitara.
Como creyentes en Cristo, la fe nos presta el mismo servicio
que el escudo al soldado, pero, ¿cómo procuramos la fe? Efesios 2:8
dice que la fe es un don. Romanos 10:17 dice: "Así que la fe es por
el oír, y el oír, por la Palabra (rhema) de Dios." Gálatas 5:22 dice
que la fe es un fruto del Espíritu Santo. Gálatas 2:20 dice que
vivimos por la fe en el Hijo de Dios, que nos amó y se entregó por
nosotros. Esa fe es el escudo del creyente.
"Con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno." El
"maligno" no se refiere a una fuerza impersonal, sino a Satanás y
a los enemigos malignos descritos en el v. 12.
El enorme escudo de los antiguos soldados se hacía de madera
(para que fueran livianos), y cubiertos de cuero. Los cueros se
empapaban en agua, para apagar las flechas encendidas, que eran
los proyectiles más peligrosos del enemigo, disparados para
destruir y para herir mortalmente. Pablo asegura que "el escudo de
la fe" previene contra los más peligrosos ataques de Satanás.
El creyente toma el escudo de la fe y declara: "Estoy confiando
en ti, Señor, para que me protejas. Puesto que estoy refugiado en
ti, nada puede tocarme hoy si tú no lo permites."
"Y tomad el yelmo de la salvación." El yelmo, que era la parte más
costosa de la armadura, su usaba para proteger la cabeza. El yelmo
de la salvación protege la mente y el pensamiento del creyente.
La palabra "tomar" en este versículo, significa literalmente
"recibir", tomar en las manos el yelmo de la salvación, que "es don
de Dios". Por lo tanto, el creyente debe pedir y recibir activamente
la mente de Cristo y la paz de Dios, que protegen y montan
guardia sobre sus pensamientos (ver Filipenses 4:7).
"Y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios." La espada era
un arma ofensiva con una hoja de filo adosada a una empuñadura.
Se usaba para herir o matar, y era símbolo de poder o autoridad,
especialmente para juzgar y dictar sentencia.
El poder y la autoridad del cristiano lo constituye la Palabra
de Dios. Al hablar de la espada del Espíritu o de la Palabra de
Dios, la referencia aquí no apunta al logos o a la Biblia entera como
tal, sino al rhema, la escritura particular, la afirmación, mandamiento
o instrucción que el Espíritu dirige a nuestro espíritu o nos trae
a la memoria en momentos de necesidad. Para que podamos
manejar la espada del Espíritu con eficacia, debemos llenar nuestra
mente de las Escrituras.
En el idioma griego se señala que el creyente debe recibir esta
palabra específica de parte de Dios para una situación concreta. La
revelación especial puede ser usada entonces como una afilada
espada contra el enemigo y sus ataques.
"Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu."
La última y poderosa pieza de la armadura de Dios es la oración en
el Espíritu. Esto significa orar en y con el espíritu en su lenguaje
personal de oración, inspirado por el Espíritu Santo (Hechos 2:4; 1
Corintios 14:2, 14, 15; Judas 20).
Al no orar con la mente sino con el espíritu, es posible
obedecer el mandamiento de Pablo de "orar siempre" (Efesios 6:18).
La única manera en que se puede orar siempre, o sin cesar (1
Tesalonicenses 5:17), es orando con el espíritu. La mente tiene
limitaciones; nos obstaculiza para orar como debiéramos. Pero el
espíritu, redimido por la sangre de Jesús, y lleno del Espíritu Santo
de Dios, no tiene limitaciones. Al orar, el Espíritu viene en su
ayuda. Une sus fuertes ruegos a los suyos, e intercede ante Dios
por usted y por el bienestar de otros creyentes. Cuando el Espíritu
Santo 10 capacita a orar de acuerdo a la perfecta voluntad de DIOS,
sus súplicas llegan a la presencia de Dios (Romanos 8:26, 27).
Piense en lo siguiente: su espíritu tiene acceso directo a sus
cuerdas vocales, lo mismo que su mente. Por lo tanto, usted puede
hacer voluntariamente una oración pronunciada en lenguas y
nacida en su espíritu, pasa de lado la mente, pasa por encima de
la lengua y llega directamente a Dios. La respuesta de Dios a su
oración puede ser entonces registrada por su mente, capacitándolo
para orar con entendimiento (1 Corintios 14:13-15).
¿Le ha pasado alguna vez estar rebuscando palabras,
consciente de la debilidad y de las limitaciones de su propia mente,
mientras volcaba su corazón delante de Dios? ¿No ha estado
alguna vez atrapado en situaciones tensas y urgentes en las que no
había tiempo para apartarse a solas para orar? A mí me ha
ocurrido. Por eso me resulta tan preciosa esta séptima parte de la
armadura espiritual. La puedo usar como un rayo laser para
atravesar directamente el territorio del diablo, llegar hasta Dios y
recibir una respuesta inmediata de parte de él en mi mente. Puedo
vivir en actitud constante de oración, independientemente de
dónde esté o qué esté haciendo. Puedo orar en voz baja o en un
susurro; puedo orar solo o en medio de una multitud. Dios sabe.
Dios oye. Y Dios responde. Así es como un creyente equipado con
la armadura, puede mantener una actitud de oración, y orar
constantemente, en todo momento.
"Velando en ello." La expresión "velando" se refiere al cuidado
que el creyente debe tener para no descuidar la oración, tan
esencial para alcanzar la victoria en conflictos espirituales. .
"Con toda perseverancia y súplica por todos los santos." Ningún
soldado debiera orar sólo por sí mismo, sino también por todos sus
camaradas, porque constituyen un solo ejército. El éxito de uno es
el éxito de todos.
Cuando Jesús nos indica que digamos "no nos dejes caer en
tentación", nos está diciendo que pidamos que las fuerzas que
escapan a nuestro control no nos pongan en dificultad. Nos está
ordenando que velemos y oremos para no caer en tentación por
nuestro propio descuido o desobediencia.
La petición "líbranos del mal" va más allá del sentido de una
prueba relacionada con nuestra inclinación al pecado. Introduce la
súplica de ser librado del poder agresivo y potente del maligno,
que busca influir, dominar y enseñorearse, para luego hacernos
desviar. Esta súplica implica mucho más que el mero pedido a
superar el deseo de pecar; también debemos derrotar las poderosas
fuerzas malignas que buscan obstaculizar y destruir el plan de Dios
para nuestras vidas.
Por 10 tanto, en Efesios 6:11, 13, Pablo nos instruye que nos
pongamos la armadura completa de Dios, para que podamos
resistir los ataques del maligno.
¿Cuál es la otra cara de la enseñanza? Que si no oramos "no
nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal", si no nos
ponemos la armadura completa de Dios, no podemos resistir los
dardos del maligno. ¡No podremos mantenernos en pie!
En su carta a los Romanos, Pablo vuelve a mencionar la
armadura. Allí nos instruye a ponemos "la armadura de luz" y a
vestimos del señor Jesucristo (Romanos 13:12, 14).
La armadura que Pablo describe y le ordena al creyente que se
ponga, es en realidad el propio Señor Jesucristo. Jesús quiere ser
nuestra defensa y revestimos con su persona.
Cómo ponerse la armadura
Este pasaje de Efesios no fue escrito simplemente como una
bella metáfora. Fue escrito para que 10 obedezcamos y 10
apliquemos todos los días de nuestra vida.
¿Pero cómo puede un creyente colocarse una armadura que él
o ella no puede ver, tocar o percibir? Por fe, haciéndonos una
representación visual de cada una de sus partes. Nos ponemos la
armadura al creer y confesar las promesas de Dios. Cada día, el
creyente debiera orar Efesios 6:14-17 y por fe colocarse la armadura
completa de Dios, parte por parte. Tómese un minuto para
aprender cómo colocarse la armadura de luz, el Señor Jesucristo.
Jesús, tú eres mi fe. "Con Cristo estoy
juntamente crucificado,
y ya no vivo
yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que
ahora vivo en la
carne, 10 vivo en la
fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se
entregó a sí mismo.
por mí" (Gálatas
2:20). "La fe es por
el oír, y el oír, por
la palabra (mema)
de Dios" (Romanos
10:17).
ARMADURA
Los lomos ceñidos
con la verdad
La coraza de justicia
Los pies calzados
con la preparación
del evangelio de la
paz
DECLARACfON
Jesús es mi verdad.
Jesús, tú eres mi
justicia.
Jesús, tú eres mi
preparación.
PROMESA
"Yo soy el camino,
la verdad, y la
vida" Juan 14:6).
"En lo secreto me
has hecho comprender
sabiduría" (Salmo
51:6).
"Al que no conoció
pecado, por nosotros
lo hizo pecado,
para que nosotros
fuésemos hecho
justicia de Dios en
él" (2 Corintios
5:21). "Y vosotros
estáis completos en
él" (Colosenses
2:10).
"Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece"
(Filipenses
4:13).
El escudo de la fe
El yelmo de la
salvación
La espada del Espíritu
que es la palabra
("mema") de
Dios
Orando siempre en
el Espíritu
Jesús, tú eres mi
salvación.
Jesús, tú eres mi
palabra viviente.
Jesús, tú eres quien
me bautiza en el
Espíritu.
"Y habiendo sido
perfeccionado, vino
a ser autor de eterna
salvación para
todos los que le
obedecen" (Hebreos
5:9). "Jehová Señor,
potente salvador
mío, tú pusiste a
cubierto mi cabeza
en el día de batalla"
(Salmo 140:7).
"Las palabras (rhemal
que yo os he
hablado, son espíritu
y son vida" Juan
6:63).
"...él os bautizará en
Espíritu Santo y
fuego" (Mateo 3:11).
"Mas el que escudriña
los corazones
sabe cuál es la
intención del Espíritu,
porque conforme
a la voluntad de
Dios intercede por
los santos" (Romanos
8:27).
Ya hace muchos años que diariamente me coloco la armadura
completa de Dios, parte por parte, creyendo y declarando las
promesas de Dios.
¿Y usted? Seguramente no se le ocurriría ir a trabajar o a la
iglesia sin estar correctamente vestido, pero, ¿camina día a día con
su vestimenta espiritual? Si no lo hace, el diablo 10 ve andar
espiritualmente desnudo, y se ríe porque sabe que está indefenso
ante sus ataques.
Aprenda a colocarse la armadura completa de Dios, y hágalo
todos los días. ¡Niéguese a dejar que Satanás obstaculice o impida
los propósitos de Dios para su vida! Ore construyendo un cerco de
protección alrededor de sí mismo y de sus seres queridos. Eso es
lo que vamos a aprender a continuación.
CAPITULO DIECISEIS
Construyendo un cerco
de protección
CAPITULO DIECISIETE
Obedeciendo el
mandamiento más
dinámico de Dios
SECCION VIII
REQUISITOS PREVIOS,
MODELOS,
PARTICIPACION
CAPITULO DIECIOCHO
Poniendo lo primero,
primero
Los años 1972-1978, fueron una constante lucha para Melva y
para mí, mientras tratábamos frenéticamente de hacer malabarismos
con prioridades mal ordenadas y planes de trabajo imposibles
de cumplir. Como si el millar de jóvenes de nuestro grupo juvenil
de la iglesia bautista en Beverly Hills no fuera suficiente para
mantenernos ocupados, Melva viajaba 60 Km. de ida para trabajar
en su licenciatura en la Universidad Estatal de Texas, en Denton,
a la vez que yo viajaba otro tanto para completar mi licenciatura en
el Seminario Teológico Bautista del Sur, en Ft. Worth. Durante esos
años, nacieron nuestros tres hijos, en una rápida sucesión. Nuestros
amigos probablemente aludían a Melva como "la santa". Era
extraordinaria. Yo, en cambio, no estaba siendo el hombre que Dios
quería que fuese.
¿Qué me preocupaba? La presencia ungida de Dios parecía ir
retirándose de mi vida. ¿Por qué? Porque no me levantaba
temprano todos los días para adorar a mi Padre, orando y
recibiendo lo que necesitaba de él.
No comenzaba cada día presentándome en la presencia de
Dios con acción de gracias y a sus atrios con alabanza. Estaba
perdiendo descuidadamente las extraordinarias promesas de Dios
por las que nos hace partícipes de la naturaleza divina (ver 2 Pedro
1:4). No estaba permitiéndole que sea en todo momento mi
justificador, mi santificador, mi paz, mi sanador, mi sustentador, mi
estandarte, mi pastor y la Presencia plena dentro de mí. Por lo
tanto, a menudo tomaba su nombre en vano.
Por no orientar el timón de mi vida (la lengua) de acuerdo con
las prioridades de Dios, declarando diariamente: "Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en mí, en mi familia, en mi iglesia, y en mi
nación", mis prioridades parecían estar la mayor parte del tiempo
puestas al revés. Nuestras entradas no eran abundantes, de manera
que el dinero nos alcanzaba a duras penas hasta fin de mes.
Diezmábamos y ofrendábamos, pero por no estar orando de
manera concreta y tenaz cada día: "El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy", no prosperábamos en muchas esferas.
Mas aún, a raíz de mis faltas y fracasos, también me ocurría de
tanto en tanto sentir que "no era acepto en el amado" (Efesios 1:6).
Continuamente le pedía a Dios que me perdonara por cosas de las
que ya me había arrepentido mucho tiempo atrás, olvidando que
ya había sido limpiado de mis viejos pecados (2 Pedro 1:9). A veces
tenía la sensación de que Dios me tenía bajo examen, y que algún
día, si llegaba a ser lo suficientemente bueno, me aceptaría.
Por años, hice "penitencia protestante". En la Iglesia Católico
Romana la penitencia se cumple repitiendo un determinado
número de veces un rezo indicado, para demostrar arrepentimiento
por el pecado y llegar a sentirse perdonado. Pero en las iglesias
protestantes no hacemos eso. (Ya sabe usted que somos más
"espirituales".) En cambio, cuando hacemos algo malo, pasamos dos
semanas o dos décadas castigándonos a nosotros mismos. ¿Me
equivoco? Eso es lo que llamo "penitencia protestante". Pero en
realidad, Dios nos perdonó por gracia en el momento en que le
confesamos nuestra falta.
No me levantaba todos los días para decir: "Te confieso toda
falta de la que tengo conciencia, Señor, y aun las que no sé que he
cometido. Acepto que me hayas perdonado, y también dispondré
mi voluntad para perdonar a aquellos que han pecado contra mí."
Por esa razón la verdad tardó mucho en hacerse luz dentro de mí:
al rogarle a Dios que me perdonara una falta o falla, yo estaba
recordando lo que Dios había olvidado.
Luchaba contra el temor y la depresión, pero la mayor parte
de las veces salía perdedor. ¿Cómo pretendía ganarle a un enemigo
malvado y bien armado, mientras yo no llevaba armadura alguna,
ni sabía usar con eficacia la espada del Espíritu o usar con destreza,
el escudo de la fe para desbaratar sus violentos ataques?
¿Cómo podía pelear la buena batalla de la fe si no oraba a
diario en lenguas de adoración ni vivía en actitud de oración?
La alabanza no fluía de manera constante de mi espíritu hacia
Dios. No sabía que podía vestirme de alabanza (tehillah) para
contrarrestar el espíritu de depresión, cantando himnos de alabanza
a Dios (Isaías 61:3).
Todavía no se había registrado en mi espíritu la verdad de que
Dios mi Padre, me había hecho partícipe de su reino, su poder, y
su gloria.
Pero desde 1978, cuando el Espíritu Santo me mostró que la
oración del Señor es un modelo o un bosquejo de oración, he
entrado cada dia en la presencia de Jesús. ¿Y qué es 10 que he
recibido a cambio?
Promesas
Todos los días agradezco a Dios que, por la sangre de Jesús,
yo puedo llamarle Padre. Alabo sus gloriosos nombres, me apropio
de sus grandiosas promesas, y procuro santificar su nombre con mi
manera de vivir.
Prioridades
A pesar de que ahora estoy mucho más ocupado que antes,
disfruto de paz en mi persona, en mi familia, y en mi iglesia. ¿Por
qué? Porque oro a diario por mí mismo, por mi familia, por mi
iglesia y por mi nación, declarando que sean fijadas las prioridades
de Dios respecto a esas esferas. Abiertamente declaro que se haga
presente la justicia, el gozo, y la paz de Dios, y que se haga su
voluntad.
Provisión
Ya no soy la víctima ansiosa de las circunstancias desalentadoras.
En lugar de ello, porque doy por sentado las bendiciones de
Dios, estoy aprendiendo la experiencia de esperar abundante
pro:~si6n de Jehová-jireh, aquel que ve nuestras necesidades por
anticipado y las satisface. Cada día en oración, dispongo mi
voluntad para. buscar el reino de Dios en primer lugar, y luego oro
por mis necesidades, clamando y recibiendo las promesas de Dios
de sustentarme, y cada día me da el pan que necesito. Usted
también puede experimentar más y más victoria sobre el desaliento
si pone sus prioridades en el orden correcto. Si obtener diariamente
10 necesario para la vida le resulta una lucha diaria, no se aflija ni
se moleste. Dios me dio una promesa personal que usted también
puede reclamar. "El día que respondas a mi llamado a la oración
comenzaré a satisfacer tus necesidades." '
Personas
Si usted está plagado de culpas y problemas con la gente,
recuerde que debe perdonar. Eso no ocurre automáticamente. Cada
día. debemos perdonar a nuestros deudores antes de que podamos
recibir la limpieza de Dios, y luego debemos disponer nuestra
voluntad para perdonar a quienes nos lleguen a ofender durante
el día. A medida que aprendemos a perdonar y entregar a Dios a
nuestros ofensores y nuestras ofensas, llegamos a ser candidatos
para lo sobrenatural.
Poder
Si usted ya no quiere que el diablo lo siga acorralando si
quiere ponerlo contra el suelo, debe aprender a colocarse toda la
armadura de Dios todos los días, y a orar para levantar un cerco
de protección alrededor de usted, de sus seres queridos y de todo
lo que posee. Aprenda a vencer a Satanás por medio de la oraci6n
a través de la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio,
porque si no lo hace, usted será el vencido.
Estos son algunos de los beneficios que he recibido desde que
aprendí a darle prioridad a la oración en mi vida. Estos beneficios
también pueden ser suyos. La Palabra de Dios 10 deja absolutamente
en claro. ¡Si queremos ocupar nuestro lugar como partícipes del
reino de Dios, de su poder y de su gloria, debemos responder al
llamado a la oración!
Piense en 10 siguiente: si Jesús necesitaba orar cada día, cuánto
más nosotros. Ahora bien, quiero que se detenga un momento y
medite conmigo en un día de su vida. Marcos, en el primer
capítulo de su evangelio, registra uno de esos días.
Después de caminar por la ribera del mar de Galilea y llamar
a Pedro, Andrés, Santiago y Juan a seguirle y transformarse en
pescadores de hombres, Jesús fue a la sinagoga en Capemaum. Allí
se dedicó a enseñar a la gente, concluyendo su mensaje con la
expulsión de un espíritu inmundo de un hombre que había
interrumpido el servicio.
Luego fue a la casa de Pedro y Andrés, y sanó a la suegra de
Pedro que estaba con fiebre. Esa tarde, cuando el sol se ponía, toda
la ciudad se reunió a la puerta de la casa de Pedro. Le trajeron a
Jesús todos los que estaban enfermos o poseídos por demonios, y
él los sanó.
¿Se pueden imaginar lo cansado que estaría Jesús cuando
finalmente posó su cabeza sobre la almohada esa noche y se
durmió? Pero mire el versículo siguiente, Marcos 1:35: "Levantándose
muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un
lugar desierto, y allí oraba."
Este programa se mantuvo durante todo el ministerio de
Cristo. Realmente, es en el lugar de oración que Jesús encontraba
el poder y la orientación que necesitaba para cumplir la voluntad
de su Padre todos los días. El era el Hijo de Dios, pero sin embargo
oraba. Jesús era el hombre más importante y ocupado que jamás
pisó esta tierra, y sin embargo la oración era primordial en su vida.
¿No es hora de que haga un pacto con el Señor para
encontrarse con él todos los días en el sitio de oración? Si se decide
por un horario temprano por la mañana, ponga el reloj. Cuando
suen'e la alarma, no se conforme apagándola, dándose vuelta y
mascullando todas las razones por las cuales necesita seguir
descansando. Si procede así, en pocos días ni siquiera oirá la
alarma. En lugar de eso, cuando llegue la hora de orar, levántese
y vístase. Si tomar el café o el desayuno antes de orar le ayuda a
despabilarse y a concentrarse en 10 que está haciendo, esos minutos
extra en la cocina estarán bien invertidos.
Para desarrollar una vida eficaz de oración, usted debe vencer
estos tres enemigos de la oración: las interrupciones, la pereza, y
las distracciones mentales. Por 10 tanto, será mejor que aprendamos
ahora mismo cómo atacar y derrotar a estos enemigos.
Interrupciones
El teléfono y el timbre pueden llegar a ser terribles enemigos
del creyente que procura establecer una disciplina de oración. Esa
es la razón por la cual muchas personas ocupadas eligen orar
temprano por la mañana, antes de que empiecen a producirse las
interrupciones. El salmista David no tenía teléfono ni timbre, pero
tenía por 10 menos ocho esposas, diez concubinas, veintidós hijos,
y un reino que gobernar. No resulta sorprendente, entonces, que
uno de sus horarios para orar fuese de mañana. David dijo: 1I0h
Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante
de ti, y esperaré" (Salmo 5:3).
Por otro lado, Susana Wesley, madre de diecinueve niños (dos
de los cuales fueron Juan y Carlos, que fundaron el movimiento
metodista), eligió un horario de tarde para encontrarse con el Señor
cada día. Todos los días, a la una, Susana Wesley cerraba la puerta
de su dormitorio, se arrodillaba junto a su cama, abría su Biblia, y
conversaba con Dios.
¡Piense en ello! No había supermercados, ni escuelas primarias,
ni tiendas de departamentos, ni casas de comida ya preparada para
llevar, ni lavadoras ni secadoras automáticas, ni demás
electrodomésticos. Esta mujer, que además era la esposa de un
predicador, tenía que coser la ropa para su familia, lavarla, limpiar,
cocinar y enseñar las primeras letras a todos esos niños, y sin
embargo tomaba tiempo todos los días para pasar una hora con
Dios. ¿Cómo le explicaría usted a Susana Wesley por qué no
encuentra tiempo para orar?
Quizás me esté diciendo: “Larry, no es apropiado para mí
levantarme temprano a orar." Lo entiendo. Hay muchas personas,
incluidos los pastores, que no se acuestan antes de la medianoche.
Por 10 tanto, no estoy tratando de indicarle que debe orar de
mañana temprano, aunque eso sea 10 mejor para mi. Ni tiene nada
de “sagrado” orar a las cuatro de la madrugada. Lo importante es
que usted elija la hora que mejor le convenga y empiece a orar una
hora cada día.
Aprenda a coordinar su vida con el Espíritu Santo. Por
ejemplo, ha puesto el despertador para las 5:30 de la mañana, pero
el Espíritu Santo de Dios quizás lo despierte a las 3:30, y le diga:
“Es hora de orar”. O quizás su horario habitual para orar sea a las
8 de la noche. Si a las 6:30 usted percibe que el Espíritu de Dios
impulsa a su espíritu y lo está llamando a orar, obedezca ese
impulso. No se ate al horario; sea obediente al Espíritu.
Como puede ver, la oración no es simplemente cuestión de un
horario cotidiano. Un horario es importante sólo si desarrolla en
nosotros una actitud de oración a lo largo de todo el día. Jesús
actuaba y servía en un espíritu de oración, porque la oración
ocupaba en su vida mucho más que una sola hora solitaria de
madrugada. Eso es 10 que debe suceder en nuestra vida si
queremos llegar a ser guerreros victoriosos en lugar de adoradores
fatigados. Pablo 10 resumió cuando dijo: “Porque en él vivimos, y
nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Así es, amigo mío. Ese es
el secreto. Que Dios no permita que nos conformemos con menos.
Sea que elija la mañana, el mediodía, o la noche como horario
regular de oración, 10 importante es que tenga un horario y un lugar
fijos para orar. Jesús, cuando enseñó a sus discípulos a orar, les
instruyó así: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada
la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mateo 6:6). Eso
significa que debe elegir un lugar tranquilo y privado para orar y
encontrarse con Dios todos los días. No tiene que ser un lugar
elegante; basta con una silla junto a la cual se pueda arrodillar.
Pero el hecho de tener un horario y un lugar determinados, le
ayudará a derrotar esas interrupciones molestas.
Somnolencia
¿Cómo pueden vencer los creyentes el enemigo de la somnolencia
cuando se disponen a orar? Algunos de los primeros líderes
metodistas de Juan Wesley, decididos a vencer este problema,
llegaban al punto de empapar toallas en agua fría, ponerlas
alrededor de sus cabezas y dirigirse a orar. Ese no es mi método,
pero realmente admiro la tenacidad de esos hombres. Si usted
descubre que cada vez que se arrodilla, acomoda la cabeza en los
brazos y cierra los ojos para orar, se empieza a dormir, ¿por qué no
prueba sentado o parado? ¿O por qué no prueba caminar mientras
ora? Saque la silla o la mesa del paso, y camine ida y vuelta por la
habitación, o camine ida y vuelta por un pasillo. Muy pronto se
acostumbrará al "sendero". Luego podrá concentrarse exclusivamente
en la oraci6n, y derrotar al enemigo de la pereza.
Distracciones mentales
Si sus pensamientos divagan y tiene dificultad para concentrarse
mientras ora, derrote ese enemigo orando en voz alta en
lugar de hacerlo interiormente. Poner sus pensamientos en palabras
y pronunciarlos en voz alta ayuda a concentrar la mente en 10 que
está haciendo. Quizás esa sea una de las razones por las que Jesús
ordenó: "Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre..." (Lucas 11:2).
Una vez que haya aprendido a derrotar las interrupciones, la
pereza y las distracciones, en poco tiempo el deseo de orar se
transformará en una disciplina de oración. Y en tanto ora con
disciplina, esa disciplina se transformará en un santo deleite.
No se preocupe si algunos días, mientras ora, no derrama
lágrimas ni siente emoción alguna. En esas ocasiones en que menos
siente la inclinaci6n a orar, es quizás cuando más 10 necesita.
Además, Dios no se ve tan conmovido por sus lágrimas o sus
emociones, como por su Palabra, y por la obediencia y tenacidad
que ve en usted.
Sea siempre sensible al Espíritu Santo y ore por cada tema en
la manera en que él se 10 indique, porque Dios ha enviado a su
Espíritu Santo para que le ayude en la oración, y ruegue
intercediendo por usted con gemidos tan hondos que resultan
indecibles (Romanos 8:26). Aprenda a ser sensible, usando su
propia lengua de oraci6n, orando en el Espíritu y prestando
atención a las sugerencias del Espíritu Santo. En ocasiones el
Espíritu lo guiará a tomar versículos de las Escrituras y volcarlos
como petición o francas declaraciones de fe. En otras ocasiones, se
verá llorando e implorando por una necesidad urgente. A veces
prorrumpirá en cánticos de adoración o en risa, cuando la paz y el
gozo de Dios inunden su corazón. No trate de que dos momentos
de oración sean idénticos. Siga los suaves toquecitos del
omnisciente Espíritu Santo así como sus impactos fuertes, porque
sus elecciones y su orientación nunca están equivocadas. De modo
que procure ser sensible. Sea flexible. Sea obediente. No entristezca
al Espíritu Santo por insistir en su propio camino.
El pastor B. J. Willhite, que es nuestro ministro de oración en
la Iglesia sobre la Roca, que se ha levantado temprano para tener
comunión con Dios durante más de treinta años, explica la oraci6n
de esta manera: "Hay días que parece que estamos cavando un
pozo. Otros días estamos plantando postes. Otros días extendemos
los cables. ¡Y un día el circuito se completa, y hacemos contacto!"
Dios nuestro Padre hace esta promesa: "Cuando respondas al
llamado a la oraci6n, yo empezaré a responder a todas tus
necesidades." ¿Qué le parece? ¿Está listo para tener un encuentro
con Dios todos los días y buscar su rostro en oraci6n? S610 defina
el lugar y la hora. El no llegará tarde.
CAPITULO DIECINUEVE
Modelos para seguir
CAPITULO VEINTE
Por amor a diez
GUIA DE ORACION
I. "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre."
A. Hágase una imagen mental del Calvario, y agradezca a
Dios que puede llamarle Padre en virtud de la sangre de
Jesús.
B. Santifique los nombres de Dios que corresponden a los
cinco beneficios del Nuevo Pacto, y haga sus declaraciones
de fe.
Beneficio Nombre Significado
Pecado jehová-tsidkenu El Señor mi justicia
jehová-m'kaddesh El Señor que santifica
Espíritu jehooo-salom El Señor es paz
jehooo-sama El Señor está allí
Salud jehooo-rophe El Señor sana
Exito jehooo-jireh Dios proveerá
Seguridad jehooo-nisi El Señor mi estandarte
jehooo-rohi El Señor mi pastor
n. "Venga tu reino. Hágase tu voluntad.H
A. Usted mismo.
B. Su familia (cónyuge, hijos, otros miembros de la familia).
C. Su iglesia (pastor, líderes, personas fieles, cosecha).
D. País (líderes políticos y espirituales de la dudad, estado
o provincia, un país específico).
III. "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy."
A. Manténgase en la voluntad de Dios (vida de oración,
iglesia, hábitos de trabajo, obediencia en el ofrendar).
B. Crea que es la voluntad de Dios prosperarlo.
C. Sea específico.
D. Sea tenaz.
IV. "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores."
A. Pida a Dios que lo perdone.
B. Perdone y libere a otros.
C. Disponga su voluntad para perdonar a quienes pequen
contra usted.
V. "No nos metas en tentación, mas líbranos del mal."
A. Póngase toda la armadura de Dios, el Señor Jesucristo.
1. Ciña sus lomos con la verdad.
2. Coraza de justicia.
3. Pies calzados con la preparación (disposición) del
evangelio de la paz.
4. Escudo de la fe.
5. Yelmo de la salvación.
6. Espada del Espíritu que es la Palabra (rhema) de Dios.
7. Orando siempre en el Espíritu.
B. Ore para levantar un cerco de protección. (El Señor es su
refugio, su fortaleza, su Dios; en él confiará.)
1. Porque usted ha hecho del Señor su morada.
2. Porque le ha dado a él su amor.
3. Porque ha conocido su nombre.
VI. "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los
siglos."
A. Formule sus declaraciones de fe.
B. Vuelva a alabar.