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Cómo Recuperarte Cuando Te Tropiezas En Tu Camino Cristiano

Una vez más. Me tropecé y caí. Unas pulgadas al suelo, sabía que iba a doler. Una caída nunca es divertida,
pero estoy aprendiendo a “sujetarme” antes de que un mayor daño sea hecho, o por lo menos a recuperarme
luego de una caída dolorosa.
Recientemente escribí un artículo acerca de aprender a caminar con el Señor. Nunca pensé tanto en lo que
sería tropezarme en mi camino cristiano, aun así, es inevitable que ocurra en nuestro viaje cristiano porque
todos somos pecadores. Pero no tenemos que permanecer en el suelo luego de tropezar y caer.
¿Por qué tropiezan las personas?
No es inusual que los bebés se tropiecen y caigan cuando están aprendiendo a caminar, y que aprendan de
esas caídas. Incluso, nos podemos tropezar cuando somos mayores.
Físicamente, podríamos tropezarnos por una gran cantidad de razones. Algunos factores de riesgo
relacionados con la salud –debilidad, problemas de visión, enfermedad crónica, un balance pobre e incluso un
efecto secundario de alguna medicación. ¡Los riesgos del día a día podrían ser algo como tropezarte en una
alfombra por usar zapatos altos! Circunstancias que no esperamos también pueden retar nuestra fortaleza o
balance para una caída potencial. Ciertamente la edad puede exacerbar algunos de esos problemas.
Pienso que algunos de esos riesgos podrían ser espirituales. Podemos tropezarnos al fallar en confiar y
deleitarnos en Dios y en encontrar nuestra fortaleza en Él, cuando nuestras prioridades se desbalancean, o
cuando fallamos al ver la perspectiva de Dios y terminamos haciendo elecciones tontas.
Siempre hay cosas en nuestro camino cristiano que nos harán tropezar: tentaciones, deseos pecaminosos o
hábitos aprendidos, circunstancias que nos retan e incluso, confianza mal colocada cuando nos apoyamos en
alguien que nos falla, nuestra reputación, nuestros retos u objetos materiales –y así venimos en caída.
¿Qué puede ocurrir cuando nos tropezamos?
Cuando nos tropezamos, cualquier número de cosas podría ocurrir. Podríamos simplemente tropezarnos con
algo y “sujetarnos” para no colapsar por completo. Podríamos contraernos un músculo o torcernos un tobillo
tratando de evitar una caída. O podríamos sufrir los moretones, golpes o quebrantos de una caída dura.
Los tropiezos serios nos hacen ser más cautelosos, incluso más temerosos. Podemos perder algo de confianza
y caminar de una forma más tentativa de lo necesario. Podríamos evadir situaciones atemorizantes.
Esas son algunas de las consecuencias de los tropiezos espirituales también: miedo, inseguridad y tomar
distancia de seguir al Señor.
¿Cómo lucen los tropiezos espirituales? Pablo describió el pasado lleno de tropiezos y recuperación de Israel a
la iglesia corintia y los previno: “Ahora, estas cosas les ocurrieron a ellos como ejemplos y fueron escritas
como advertencias para nosotros… Así que si piensas que estás firme, ten cuidado de no caerte” (1 Corintios
10: 11-12). Presta atención a los ejemplos bíblicos y aprende de ellos.
Los cristianos pueden tropezarse de muchas maneras. Una de las formas más rápidas de caer es mostrando un
“espíritu arrogante”. Esto es muy conocido en la cultura secular: “El orgullo antes de caer”. Los tropiezos
espirituales son aparentes cuando caminamos por la carne y por la vista en vez de hacerlo por la fe.
Pablo admitió que la tentación es común para todos nosotros. Todos nos tropezamos. Pero él también dijo
que podemos fortalecernos al tomar el “escape” que Dios provee. Escape es algo más que simplemente
aprender del Señor a caminar con mayor estabilidad, santidad y paz.
Caminar con estabilidad requiere de una estructura fuerte.
Una de las razones por las que las personas caen cuando envejecen es porque comienzan caminando con un
“bastón”. Su fortaleza se debilita y experimentan problemas con el balance. Espiritualmente, cuando
caminamos de la forma correcta –con una estructura fuerte y sólida—es más difícil tropezar.
Necesitamos asegurarnos de que nuestra estructura espiritual no sea debilitada por creencias, actitudes y
hábitos que nos distraen de permanecer en nuestro camino con Dios. Debemos ser conscientes de los
impedimentos espirituales y los bloqueos que nos hacen tropezar, y tratarlos bíblicamente.
La Biblia describe seis caminos sólidos que, cuando se usan de forma proactiva, nos pueden ayudar a
recuperarnos de una vida llena de tropiezos constantes.
Caminar con el espíritu
Vivimos por el espíritu y necesitamos mantener el paso con Él. Si caminamos en el Espíritu, no gratificaremos
ni tendremos indulgencia en los deseos de la carne. En vez de tropezarnos con pecados que te hacen esclavo,
caminamos en la libertad del Espíritu Santo. Nuestras vidas reflejarán la residencia del Espíritu dentro, y
tendremos fruto para el Señor.
El Espíritu nos señala a Jesús, y cuando nos aferramos a Cristo, querremos caminar de la misma forma que Él
lo hizo.
Caminar en sabiduría
Cuando nos aferramos a la sabiduría o discreción, nuestro camino será más seguro y no nos tropezaremos
alrededor. Debemos ser cuidadosos con cómo caminamos, dice Pablo, y deberíamos perseguir el camino de la
sabiduría.
Los caminos de la sabiduría son el norte verdadero de nuestras vidas. La sabiduría santa nos puede orientar en
un camino de rectitud y hacer más fácil el hecho de seguir adelante sin trabas de acuerdo a los planes de Dios
Caminar en la verdad
A menudo canto el viejo himno que promete: “Cuánta gloria nos derrama en el camino cuando caminamos
con el Señor en la luz de Su Palabra”
Necesitamos caminar siguiendo las instrucciones de Dios –los principios de Su verdad y sus mandamientos en
las escrituras—para que no tropecemos y caigamos. La palabra de Dios es luz para nuestro camino. Satanás, la
cultura del mundo y nuestros apetitos de la carne nos alimentan con mentiras incontables, pero cuando
estamos firmes en la Palabra el Señor nos santifica (nos aparta y nos hace santos), nos enseña a caminar en la
verdad y a ayudar a otros a caminar en la verdad también.
Camina como un hijo de luz
Vivimos en un mundo sombrío en el que los no creyentes se regocijan cuando a los cristianos les va mal. Como
seguidores de Cristo podemos entender la oscuridad porque una vez vivimos allí. Constantemente nos
tropezamos en la oscuridad y fuimos incapaces de seguir el camino recto de Dios.
Pero ahora, Pablo dice, somos “luz en el Señor” Dios espera que “caminemos como hijos de luz” –caminar “de
forma apropiada” en el día, sabiendo que Dios nos ve y tiene planes para santificarnos. El mundo debería ser
capaz de ver la diferencia que el Evangelio ha hecho en nuestras vidas. Otra forma de decir esto es que
necesitamos “caminar en la renovación de la vida”.
Caminar en amor
Caminar en luz está atado a caminar en amor. La iglesia temprana era conocida por caminar en luz y amor, y
Juan dijo que aquellos que odiaban a otros creyentes mostraban evidencia de seguir caminando en oscuridad.
Jesús nos comandó a amar a otros de la misma forma que Él nos había amado. Si estamos viviendo un amor bíblico, no
nos tropezaremos en el egoísmo. Juan dice que quien ame a sus hermanos y hermanas en Cristo no tendrán por qué
tropezarse.

Si “mordemos y devoramos” a los otros, nuestra unidad cristiana será destruida. La verdad es que, cuando caminamos
en amor, no nos regocijaremos cuando otras personas tropiecen y caigan – ¡ni siquiera nuestros enemigos!

Caminar merecedor de tu llamado

Pablo urgió a la iglesia a “caminar de una forma merecedora del llamado” a la cual hemos sido llamados, y él describe
esa caminata en Efesios 4. Incluye la lealtad, integridad y unidad basada en la paz con otros creyentes.

También deseamos caminar merecedores del plan de nuestro maestro por nosotros. Fuimos creados para buenas obras,
si estamos ocupados haciendo esas buenas obras como nos dirige Dios, será más probable que cumplamos nuestro
llamado y será menos probable que nos tropecemos. No te canses de hacer el bien.

¡Cuando tropieces, levántate de nuevo!

El adagio “No puedes mantener a un hombre abajo” es un concepto bíblico. Proverbios 24:16 dice “Porque el justo cae
siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia.”

La Biblia comparte muchos ejemplos de creyentes que tropezaron espiritualmente, a veces pagando un gran precio por
su pecado. Pero no se quedaron abajo. Por la gracia de Dios y con Su ayuda, se levantaron y comenzaron a caminar con
Él otra vez.

David cayó en pecado tremendo, pero una vez más caminó con el Señor y dio advertencias y motivación para el pueblo
de Dios. Jacob mintió repetidamente, pero luego Dios lo uso para educar y enseñar la verdad a doce hijos que se
convirtieron en los líderes de las tribus de Israel. Pedro, cobardemente, se tropezó fuertemente cuando negó a su Señor,
aun así él se regocijó en el poder de Cristo y se convirtió en un líder valiente en la iglesia del Nuevo Testamento.

Satanás quiere que creamos que Dios no quiere nada con nosotros cuando tropezamos y caemos, lo cual no es cierto.

Dios siempre tiene interés y se preocupa cuando los santos tropiezan. Él desea sostener a aquellos que están en el
proceso de caída, y aun si caen, no son “alejados por completo”. La mano de Dios siempre levanta a los pecadores para
que caminen con Él otra vez. Aquellos que se deleitan en Él serán bendecidos mientras se nieguen a caminar en los
pasos de los malvados.

Aprende a tropezarte hacia adelante

Cuando hemos caído en pecado –y esto incluye no hacer lo que sabemos que es lo correcto—la forma de “tropezarnos
hacia adelante” es alejándote de racionalizar. No debemos apoyarnos en nuestro propio entendimiento, sino en temer
al Señor, llamando al pecado por su nombre, y alejando la maldad mientras confesamos ese pecado a Dios.

Tropezarnos hacia adelante incluye: (1) Arrepentirnos y alejarnos del pecado –reconocer todo pecado es al principio una
ofensa en contra de Dios; (2) Renovar nuestra mente con la verdad de la Palabra de Dios; (3) Recordando y descansando
en nuestro perdón; (4) Resistiendo el mal mientras nos acercamos a Dios con un corazón purificado; y (6) Alcanzando a
aquellos que pueden ayudarnos con su consejo, apoyo y confianza.

Qué alivio que cuando caemos y tocamos fondo, Dios desea restaurarnos. Él quiere ayudarnos. Él responde como un
tierno Padre a nuestro arrepentimiento humilde y deseo de vivir por Él. Tropezarnos hacia adelante, es caminar
restaurados por el Señor a través de nuestro “corazón roto” continuo.

Tropezarnos, sí… pero nunca alejarnos

Y porque todos tenemos tendencia a tropezarnos, Jesús dijo, “Miren y oren porque no caigan en tentación. El espíritu es
voluntarioso, pero la carne es débil”

Una vez más, Dios es leal al ofrecernos una salida cuando nos enfrentamos a la tentación, y somos sabios al caminar con
Él y al ser lo suficiente valientes en nuestra oración para pedir ayuda. Mientras dependemos de Él, lo alabamos por las
oraciones respondidas, justo como David alabó a Dios por hacer “un camino amplio” que evitó que sus pies resbalaran.

La gran promesa de la escritura es que aunque nos tropecemos muchas veces en la tierra, un hijo verdadero de Dios no
puede alejarse de su gracia salvadora, y Él seguirá haciéndonos más similares a Jesús. Dios logrará Su gran plan de
recuperación. La doxología de Judas incluye estas palabras: “Ahora para él que es capaz de alejarte de los tropiezos y
presentarte ante su presencia gloriosa sin falta y con gran alegría…”

La verdad maravillosa de la escritura es que el mismo Dios nos ayuda a recuperarnos cuando nos caemos y Él redime
nuestro camino para Su gloria y deleite.

Estudio bíblico de Hebreos 10:26-39

Hebreos 10:26-39

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el capítulo 10, de la epístola a los Hebreos. Sabemos que ya hemos
avanzado bastante por este capítulo en nuestro programa anterior, pero este tema es tan importante que deseamos
regresar nuevamente al versículo 26, ya que antes señalamos puntos sobresalientes de esta sección y de gran
importancia para la doctrina y la práctica cristiana, por lo que creemos oportuno repasarlas, así que comenzaremos por
el párrafo que hemos titulado

Una señal de advertencia - El peligro de despreciar

Este es la quinta señal de advertencia, y la más solemne de todas. Leamos el versículo 26, de este capítulo 10, de la
epístola a los Hebreos:

"Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los
pecados"

Es una experiencia terrible el caer en manos del Dios viviente. Simón Pedro dijo, en su segunda carta, capítulo 2,
versículo 21: "Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido,
volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado". Esta advertencia fue para los creyentes Hebreos, porque
muchos de ellos continuaban yendo al templo y algunos estaban realmente ofreciendo sacrificios allí. Ellos estaban
guardando las apariencias, simulando que aún se encontraban bajo la ley de Moisés. Al hacerlo, estaban diciendo que el
sacrificio de Cristo no tenía sentido para ellos. Teniendo en cuenta que los sacrificios de animales prefiguraban el
sacrificio de Cristo, ahora que Cristo había muerto en la cruz, todo aquel ritual ya se había cumplido. Por lo tanto, lo que
antes se había hecho en obediencia al mandamiento de Dios, ahora se había convertido en un pecado intencionado. El
continuar ofreciendo sacrificios sangrientos que habían sido cumplidos en Cristo era un acto temerario y terrible.
Aquellas personas estaban actuando como si los sacrificios del templo fueran a continuar para siempre. El escritor a los
Hebreos les estaba diciendo que no debían mirar más al templo, porque ya no se realizaba ningún sacrificio por el
pecado. Si una persona rechaza la verdad de la muerte de Cristo por el pecado, ya no hay otro sacrificio por el pecado
disponible, y no existe otro camino para llegar a Dios. En aquel momento ellos tenían que mirar a Cristo, en vez de mirar
al templo. Si se negaban a hacerlo así, para ellos no quedaría nada más que el juicio. La Palabra de Dios es muy clara y
expresiva en relación con este tema.

Prestemos atención a estas palabras del versículo 26: "Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad". Esto significa continuar pecando deliberadamente al ofrecer aquellos sacrificios. Es una
actitud hacia la Palabra de Dios que Dios llama rebelión intencionada, deliberada. En el Antiguo Testamento, y en el
Nuevo Testamento no hay más sacrificios para los pecados de semejante insolencia y atrevimiento. Y añade el versículo
27:

"Sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios."

Es decir que, si cuando Cristo vino y murió hace más de 2.000 años, Su obra de redención no fue algo adecuado,
entonces amigo oyente, no hay nada adecuado, no hay nada apropiado. Dios no va a hacer algo más para redimirnos.
Cristo no va a morir otra vez y, por supuesto, no es necesario que lo haga. Habrá un pecado de desobediencia deliberada
por parte de aquellos que han recibido el conocimiento de la verdad, al continuar con el ritual del templo de ofrecer
sacrificios. Ahora el escritor haría una comparación. Leamos el versículo 28 de Hebreos 10:

"El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente."

Y ahora observemos la comparación al leer el versículo 29:

"¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en
la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia?"

Esta es probablemente la declaración más solemne que encontramos en la Palabra de Dios.

Y, esta expresión: "En la cual fue santificado", se refiere a Cristo, al Hijo de Dios: y ellos "crucificaron otra vez al Hijo de
Dios "(como leímos en Hebreos 6:6). El actuar como si la muerte de Cristo hubiera sido algo inadecuado para solucionar
el problema del pecado, y continuar con esa conducta como si Él no hubiera muerto, es tratar a la sangre de Cristo como
algo despreciable. El conocimiento crea responsabilidad. Si después de haber oído el Evangelio, usted le da la espalda a
Jesucristo, estimado oyente, alguien tendría que decirle a usted que se está dirigiendo hacia el infierno. Y esto no lo
decimos nosotros; es lo que Dios dice. Ahora, el versículo 30, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos, dice:

"Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su
pueblo."

Estimado oyente, Dios va a juzgar. Él es el gobernante soberano de este universo. Todos vamos a tener que
presentarnos ante Él. Dios tiene el derecho soberano de juzgar, y al cual no ha renunciado. Dijo el apóstol Pedro en su
primera carta, capitulo 4, versículos 17 y 18: "17Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero
comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y Si el justo con dificultad se
salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador?" Continuemos leyendo el versículo 31:

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!"

Este es un versículo interesante, y sería útil dedicarle algún tiempo. Es para cristianos y también para no creyentes. Dice
que es una cosa terrible caer en manos del Dios vivo. En el libro de Esdras, capítulo 7, versículo 9, leemos: "9El primer
día del primer mes había dispuesto su partida de Babilonia, y el primero del mes quinto llegaba a Jerusalén. ¡La buena
mano de Dios estaba con él!" En este caso, la mano de Dios estaba sobre aquel hombre para bien. Y Dios quiere poner
su mano sobre usted, estimado oyente, para bien. Pero a veces Él coloca una mano muy pesada sobre Sus hijos. Los
castiga, los hace vivir experiencias duras. Yo las he vivido y quizás usted también. David también las vivió y en el Salmo
32, versículo 4 dijo lo siguiente: "Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en
sequedades de verano". ¿Qué estaba haciendo Dios? Estaba castigando, disciplinando a David, al hacerle pasar por tan
duras experiencias. David había tratado de encubrir su pecado, pero Dios lo obligó a confesarlo y ocuparse de él. Por una
razón similar, algunas veces la mano pesada de Dios es colocada sobre nosotros, que somos Sus hijos.

Sin embargo, la mano de Dios que castiga y disciplina es totalmente diferente a Su mano de juicio. Él dijo en el versículo
30: "Mía es la venganza, yo daré el pago". Dios no toma venganza de una manera rencorosa y vengativa. Pero Dios va a
juzgar el pecado, y esto es algo que necesita ser enfatizado en nuestro tiempo. Escuchemos nuevamente al salmista en
el Salmo 75, versículo 8: "La copa está en la mano del Señor; el vino está fermentado, lleno de mixtura, y él lo derrama;
¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!" Es que el salmista, así como el profeta, hablaron
del juicio como un tiempo que llegaría cuando la copa de la ira se llenara. Y esa copa se está hoy llenando. Dios no tiene
prisa en comenzar a actuar; Él es paciente, y no desea que alguien perezca, pero esa copa de juicio se está llenando. Y
estimado oyente, es una copa amarga.

Esta copa del juicio de Dios está en el futuro de todo aquel "que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre
del pacto en la cual fue santificado y ofenda al espíritu de gracia" (como dice el versículo 29). Estimado oyente, si usted
desprecia lo que Cristo ha hecho por usted en la cruz, en su futuro personal sólo quedará el juicio, y no habrá ninguna
esperanza en absoluto para usted.

Este es el mismo punto que el escritor estaba recalcando a estos creyentes Hebreos. Bajo la Ley Mosaica ellos podían
traer un sacrificio cada año, o cualquier día si así lo deseaban. Pero ya no lo podían hacer más; ese sistema había
concluido. A partir de entonces, como nosotros, tenían que volverse al Señor Jesucristo.

Ahora el escritor comunicó una palabra personal a aquellos judíos a quienes estaba escribiendo. Leamos el versículo 32,
de Hebreos 10:

"Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis un fuerte y
doloroso combate"

Suponemos que los Hebreos a quienes fue dirigida esta carta, eran salvos. No parecía haber ninguna duda en la mente
del escritor de que ellos eran creyentes. Continuemos leyendo los versículos 33 y 34:

"Por una parte, ciertamente, con vituperios (o insultos) y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo, y por otra, llegasteis
a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el
despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los
cielos."

Dice aquí "fuisteis hechos espectáculo". Es que los cristianos fueron convertidos en un espectáculo público.

Y también dice "el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo". Aparentemente, algunos de los creyentes habían sido
encarcelados por su fe, mientras que otros habían experimentado la confiscación de sus bienes. El escritor les estaba
recordando su fe y paciencia durante esos tiempos de prueba. Dice el versículo 35;

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa"

Esta fue otra manera de decirles, como en el versículo 23, "mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
esperanza". Añade el versículo 36 de este décimo capítulo de Hebreos:

"Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa."

La paciencia y la fe están unidas en la Biblia. Después de ejercitar la fe en medio de las aflicciones, entonces, aquellos
cristianos debían hacer gala de paciencia, con la esperanza futura del cumplimiento del objetivo de su fe. Luego, en el
versículo 37 dice:

"Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará."

Las Sagradas Escrituras dicen que el Señor Jesucristo no tardará, que Él vendrá. Hay muchas personas que cuando se
despiden dicen: "Bien, nos veremos en la próxima oportunidad, si el Señor se demora". Bueno, amigo oyente, Él no se va
a demorar. Hay personas que se comportan como si Él estuviera aplazando Su venida, como si Él estuviera tardando.
Pero, Él no va a tardar. Su venida figura en su calendario. Y alguien quizá pregunte: "Bueno, ¿cuándo va a venir?" Pues,
Él no nos permite a nosotros ver Su calendario. Así que no lo sabemos. Algunos hablan como si hubieran visto Su
calendario, pero creemos que han estado mirando al calendario humano, porque nadie ha visto el calendario de Dios.
Sin embargo, podemos estar seguros de que Cristo vendrá en el día designado. Es tan seguro como el hecho de Su
primera venida a la tierra. Luego, en el versículo 38, continuamos leyendo:

"Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no agradará a mi alma."

Este versículo es una referencia a las palabras que encontramos en Habacuc, capítulo 2, versículos 3 y 4, también citadas
en Romanos y en Gálatas y es un versículo importante. Cada epístola que cita este versículo coloca un énfasis diferente
en él. En la carta a los Romanos, el énfasis está en que "el justo vivirá por la fe"; es decir, el énfasis recae en como Dios
justifica a un pecador. Aquí en la epístola a los Hebreos, el énfasis se colocó en el hecho de que "el justo vivirá por la fe".
Ha habido varias referencias al Dios viviente, y esta epístola nos habla de un intercesor viviente. Él es el mismo que
murió en la cruz por nosotros y regresó de los muertos. El énfasis recae en Su resurrección y en el hecho de ser el Cristo
viviente a la derecha de Dios. Por lo tanto, ya que nosotros, que somos los Suyos, tenemos un Dios viviente y un
Salvador viviente a la derecha de Dios, hemos de vivir por la fe. Como hemos dicho antes, nuestra fe no constituye un
salo en la oscuridad. Se apoya en la Palabra de Dios. Así que "el justo vivirá por la fe". Ahora, en la epístola a los Gálatas,
Pablo enfatizó la fe; entonces, "el justo vivirá por la fe".

El escritor habló aquí en cuanto a retroceder. Él dijo: "pero si retrocede, no agradará a mi alma". Retroceder significa
"arriar o recoger las velas". El versículo 39 de este décimo capítulo de Hebreos dice:

"Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma."

El autor de la carta a los Hebreos no consideraba que ellos habían retrocedido, sino que estaba hablando del peligro de
hacerlo, y les estaba expresando una advertencia. Y ya que retroceder significa "arriar las velas", podemos decir que el
creyente es como un marinero que debería desplegar todas las velas. Esto es lo que el escritor había estado diciéndoles
a estos cristianos: "¡Continuemos!" Su idea era que un creyente podía atar o asegurar sus velas, podía quedarse varado
a causa del desánimo, de la persecución, por las dificultades o privaciones, o por causa de la depresión. Pero teniendo
en cuenta que tenemos un Salvador viviente, debemos continuar. Despleguemos todas las velas, pongámonos en
movimiento para Dios.

Recordemos la historia de los Hugonotes franceses. Ellos fueron perseguidos, y fueron traicionados. Y cuando Francia los
destruyó, también destruyó con ellos los mejores hombres y mujeres que tenía esa nación. Ellos fueron a la batalla,
sabiendo que se estaban enfrentando a una muerte segura, y su lema era: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?" (Romanos. 8:31). Esa nación nunca volvió a ser lo que era antes de haber destruido a esa gente.

Hoy nosotros los creyentes necesitamos un lema como el de los Hugonotes. Hay demasiadas quejas, reclamaciones y
críticas entre los cristianos. Podríamos decir que abundan las reacciones infantiles.

Amigo oyente cristiano, todo el tenor de esta hermosa epístola puede expresarse con el imperativo "¡Continuemos!"
¡Así que continuemos activos en la causa de Dios!

Antes de despedirnos, porque nuestro tiempo está llegando a su fin, destacaremos que en nuestro próximo programa
comenzaremos con el estudio del capítulo 11 de la carta a los Hebreos, que contiene la honrosa lista de los héroes de la
fe. Los capítulos 11 al 13 constituyen la segunda división importante de esta carta apostólica. Hasta este punto, la
epístola ha tratado principalmente con asuntos de carácter doctrinal, pero a partir de ahora nuestro estudio nos
conducirá a aspectos muy prácticos. Comenzaremos entonces con el capítulo que con frecuencia ha sido llamado "el
capítulo de la fe". Y estimado oyente, creemos que esta parte de las Sagradas Escrituras le resultará muy interesante
porque la mayoría de las personas no cree que la fe sea un tema muy práctico. Desde ya, le anticipamos que en nuestro
estudio todos llegaremos a la conclusión de que es un tema eminentemente práctico y aplicable a las más variadas
circunstancias de la vida. Así que le invitamos a acompañarnos en nuestro próximo encuentro para recorrer ese
interesante relato de eventos y personajes que se destacaron por su fe.

Jeremías 12, 13 y 14

En el día de hoy, amigo oyente, empezaremos con el capítulo 12 de este libro de Jeremías. Así llegamos ahora a un
párrafo que hemos titulado

La pregunta de Jeremías

Al llegar al capítulo 12 hemos entrado en el relato de un período de gran maldad en la vida de la nación, y la única luz
que quedó brillando provenía de este hombre, el profeta Jeremías. Josías había resultado muerto en una batalla,
Jeremías había sido obligado a dejar su ciudad natal, y hombres malvados habían llegado al trono. Así que las
condiciones eran cada vez peores. Y ante esa situación Jeremías,--y creemos que cualquier creyente honesto-tuvo
dudas. Pensamientos muy negros invadieron su mente y se preguntó por qué Dios permitía ciertas cosas. Cada siervo de
Dios que ha dedicado su vida a la obra de Dios se pregunta a veces por qué Dios no actúa. Mira a su alrededor y ve que
son las personas más valiosas las que están sufriendo; los creyentes más espirituales parecen estar teniendo más
problemas que nadie. Y todos nos preguntamos por qué Dios permite esto. Incluso el rey David cuestionó a Dios cuando
dijo, en el Salmo 37:35, Vi yo al impío sumamente enaltecido y que se extendía como laurel verde. (O como un cedro
frondoso, según otra versión). Escuchemos entonces como habló Jeremías con el Señor, leyendo los versículos 1 y 2 de
este capítulo 12 de Jeremías:

"Justo eres tú, Señor, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el
camino de los malvados y les va bien a todos los que se portan deslealmente? Los plantaste, y echaron raíces; crecieron,
y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones."

Fue como si Jeremías hubiera dicho: "Están hablando de ti, Señor, pero están lejos de ti, y prosperan. ¿Por qué lo
permites? Esa fue la pregunta de Jeremías. Y esta es también mi pregunta. A mi me gustaría preguntarle a Dios hoy:
"Señor, ¿por qué lo permites?" Yo no tengo una respuesta, y no creo que Jeremías o David jamás la hayan tenido. Dios
permite que los malvados prosperen, y nosotros los vemos extenderse como un cedro frondoso. ¿Por qué no prospera
Dios a aquellos que están realmente interesados en apoyar la labor de los misioneros cristianos? Yo le he preguntado
esto al Señor y no tengo la respuesta.

Jeremías continuó diciendo en el versículo 3 de este capítulo 12:

"Pero tú, Señor, me conoces; me viste y has probado mi corazón para contigo. ¡Arrebátalos como a ovejas para el
degolladero, y señálalos para el día de la matanza!"

En realidad Jeremías estaba preguntando y diciendo: "¿Por qué no los juzgas? Ellos son los que tendrían que ser
juzgados". Y continuó diciendo en el versículo 4:

"¿Hasta cuándo estará desierta la tierra y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran
han perecido los ganados y las aves, pues dijeron: «No verá Dios nuestro fin»."

La frase ¿Hasta cuándo estará desierta la tierra? parece expresar la pregunta: "Señor, ¿por qué no actúas?" La respuesta
de Dios para Jeremías, para usted y para mí hoy, es una que debemos aceptar, y es la mejor que tenemos. Dios dice: "Se
lo que estoy haciendo. Confiad en mí. Descansad en mí". Recordemos que Jeremías comenzó este pasaje diciendo, en el
versículo 1: Justo eres tu, Señor. Estimado oyente, lo que Dios está haciendo hoy, aunque nos parezca muy peculiar, es
lo justo y bueno. Algún día podremos verlo en toda su dimensión y comprenderlo. Y aquí es donde tiene que entrar la fe.
Vivimos por la fe, y no por la vista.

Solo Jeremías estaba del lado de Dios. Joacim, un rey corrupto, ocupaba el trono. La situación empeoraba cada vez más
y él se preguntó qué iba a suceder. Dios ha le había asegurado a Jeremías que El se ocuparía de la situación. Leamos el
11:16, que dice: Olivo verde, hermoso en su fruto y en su aspecto, llamó el Señor tu nombre. Pero al son de un recio
estrépito hizo encender fuego sobre él, y se quebraron sus ramas. El apóstol Pablo se refirió a esto en Romanos 11,
diciendo que el buen olivo verde había sido cortado y puesto a un lado. Y eso fue exactamente lo que Dios hizo con
aquel pueblo. Hoy Dios, de la misma raíz de ese buen olivo, está haciendo crecer a un olivo silvestre. Y esto es lo que
usted y yo somos. Nosotros somos la Iglesia que ha sido injertada a la raíz, y esa raíz es Cristo. Como dijo Isaías en 53:2,
Él es la raíz que sale de tierra seca y El trae vida. Dios le dijo a Jeremías: "Yo me ocuparé de esto: yo trataré este asunto".
Dios tenía un plan que se extendía mucho más allá de las circunstancias que Jeremías podía ver.

Y en el versículo 5 Dios le respondió diciendo:

"Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro,
¿cómo harás en la espesura del Jordán?"

Fue como si Dios le hubiera dicho al profeta: "Si estás preocupado ahora por las cosas que van a ocurrir, bueno, pues
todavía no has visto nada, La situación se va a poner mucho peor, Jeremías. Y si ahora estás inquieto, ¿qué vas a hacer
cuando la situación se ponga realmente mal?"

Y estimado oyente, por el aspecto que tiene la situación hoy, tememos que va a empeorar. Esperamos que el
conocimiento de esta perspectiva le ayude a acercarse a Dios. El no nos explica todos los detalles como querríamos que
lo hiciera, pero sí nos dice que podemos confiar, en que siempre hará lo mejor.

Continuó diciendo Dios en el versículo 9:

"Es mi heredad para mí como un ave de rapiña de muchos colores. ¿No están contra ella aves de rapiña rodeándola?
¡Venid, reuníos, vosotras todas las fieras del campo, venid a devorarla!"

Dios aquí puso en evidencia algún sentido del humor. Le estaba diciendo: "Eres un ave de rapiña". Es que cada cuervo
cree que su cría es más negra que cualquier otro cuervo, pero cuando sale un huevo y es de muchos colores, quiere
decir algo. Y Jeremías era un ave de muchos colores. La gente le dijo: "Creíamos que tu eras uno de nosotros, Pero no lo
eres. Eres de muchos colores". Y eso es lo que yo soy, amigo oyente. Yo también soy un ave de muchos colores, y me
parece que usted también pudiera serlo. Si usted está del lado de Dios, es como un ave de muchos colores. Y Dios le dijo
a Jeremías: "Tendrías que aceptarlo; eres como un ave de muchos colores, si estás de parte mía".

Agrego también en el versículo 15:

"Pero después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y
cada cual a su tierra."

A Jeremías le preocupaba que los malvados prosperaran. Dios entonces le dijo: "Jeremías, yo me ocuparé del asunto.
Además le dirá lo que va a ocurrir. Ellos irán al cautiverio. Pero yo he recordado la tierra, y los voy a traer de regreso a la
tierra.

Ahora llegamos a un nuevo y párrafo, el

Jeremías 13 - Una parábola en acción (el cinto de lino)

Ahora el capítulo 13, es otro gran capítulo. Creemos que es interesante porque, incluso, cuando las condiciones son tan
terriblemente serias y uno no puede ayudar a cambiarlas y solo puede limitarse a sonreír, Dios estaba dándole una
parábola al pueblo de Judá; la parábola del cinto de lino.

Leamos el versículo 1 de este capítulo 13 de Jeremías:

"Así me dijo el Señor: Ve y cómprate un cinto de lino. Cíñelo a tu cintura, pero no lo metas en agua."

No puedo evitar sonreír ante esto. No creo que Jeremías estuviera ganando peso. En realidad, me inclino a creer que
había estado adelgazando. Dios le dijo que consiguiera un cinto de lino y que lo usara. En el día de hoy, quizá es utilizado
para realzar mejor la línea. En aquellos tiempos el cinto se usaba para mantener sujeta la ropa holgada y estar así
preparado para trabajar más cómodo.

EL cinto es una señal o figura del servicio. En Lucas 12:35 vemos que el Señor Jesús les dijo a Sus siervos Tened vuestra
cintura ceñida (o "estad siempre listos, con la ropa ceñida", como dice otra versión). Es decir, que tenían que estar
preparados para servir. Recordemos también que, según Juan 13, el Señor se ató una toalla a la cintura y comenzó a
lavar los pies de los discípulos. Esta acción tenía un doble significado: El, el gran Siervo, estaba preparándolos a ellos
para el servicio, lavando sus pies para que pudieran tener comunión y compañerismo con El. Porque si usted no tiene
esa relación de comunión con El, no puede servir. El servicio cristiano es una evidencia de la comunión con Cristo. El
servicio no depende de formas externas, actividades concretas de trabajo o responsabilidad, sino que es esencialmente
una relación de comunión y compañerismo con Cristo. Es ser limpiado y usado para lo que El quiera hacer. Dios no utiliza
copas ni vasos sucios.

Y ahora, vemos que a Jeremías se le dijo que hiciera algo muy interesante con este cinto. Leamos los versículos 3 al 5, de
este capítulo 13 de Jeremías:

"Vino a mí por segunda vez palabra del Señor, diciendo: Toma el cinto que compraste, el cual ciñe tu cintura, levántate,
ve al Éufrates y escóndelo allí, en la hendidura de una peña. Fui, pues, al Éufrates y lo escondí, como el Señor me había
mandado."

Siempre ha habido mucho debate sobre si Jeremías realmente fue al río Eufrates y escondió el cinto. Creo que lo hizo. En
aquel entonces había mucho movimiento de gente entre las naciones, y creo que efectivamente Jeremías hizo este
viaje.)) El cumplió este extraño encargo y cuando regresó la gente quizás le preguntó: "¿A dónde has ido?" Y él habrá
respondido, "Bueno, he ido a Babilonia". Y entonces le preguntarían: "¿Qué estuviste haciendo allí? ¿Fuiste como
representante del rey, o en un viaje de negocios?" Y él habrá respondido que no. Y ante la insistencia de las preguntas
habrá dicho: "Fui allí a esconder un cinto". Y amigo oyente, creemos que la gente se habrá reído al escuchar esa
explicación. Leamos los versículos 6 y 7:

"Después de muchos días me dijo el Señor: Levántate, ve al Éufrates y toma el cinto que te mandé esconder allí.
Entonces fui al Éufrates, cavé y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, pero el cinto se había podrido y ya no
servía para nada."

A Jeremías se le dijo que usara ese cinto y que dejara que estuviera cada vez más sucio. Finalmente, llegó a estar tan
sucio que ya no lo pudo usar más. Entonces Dios le dijo que lo escondiera en Babilonia como una lección objetiva.
Cuando él regresó a buscarlo descubrió que ya no servía para nada. ¿Qué significaba esa extraña acción? Leamos los
versículos 8 y 9 de Jeremías 13:

"Y vino a mí palabra del Señor, diciendo: Así ha dicho el Señor: Así haré podrir la soberbia de Judá y la mucha soberbia
de Jerusalén."

Dios estaba diciendo que como el pueblo de Judá estaba continuamente hundiéndose en la maldad. Llegarían a un
extremo en el cual ya no habría esperanza para ellos. El iba a enviarlos al cautiverio en Babilonia. La lección objetiva era
impresionante. Dios a veces usa acciones sorprendentes para transmitir una enseñanza a Su pueblo. Ahora, en el
versículo 16, de este capítulo 13, leemos:

"Dad gloria al Señor, vuestro Dios, antes que haga venir tinieblas, antes que vuestros pies tropiecen en montes de
oscuridad, y que, esperando vosotros la luz, él os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas."

Fue como si Dios les hubiera dicho: "Se está haciendo de noche. Va a haber oscuridad, y no sabréis donde ir porque
estaréis perdidos en las montañas". Sin embargo, El aun les pidió que volvieran a El. Dice el versículo 19 de este capítulo:

"Las ciudades del Neguev fueron cerradas y no hubo quien las abriera; toda Judá fue deportada, llevada en cautiverio
fue toda ella."
Dios les dijo exactamente lo que iba a ocurrir. Y dejó bien en claro lo que El iba a hacer. Dice el versículo 23, último
versículo de este capítulo 13 de Jeremías:

"¿Podrá cambiar el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, estando
habituados a hacer lo malo?"

Resulta imposible que una persona que no es salva haga algo bueno de cara a su relación con Dios. No es posible iniciar
una relación con Dios en base a buenas obras. Cuando una persona ya tiene una relación con Dios, puede agradar a Dios
con sus buenas obras; porque las hará en el nombre del Señor Jesucristo, para Su honor y gloria. No hará esas obras por
motivos egoístas. Las obras genuinamente buenas salen de un corazón que ha sido limpiado de su maldad, y regenerado
por Dios.

Llegamos ahora al,

Jeremías 14

El tema de los capítulos 14 y 15 nos describe a una nación reincidente, juzgada por medio de la sequía y el hambre.

Hasta este momento, Jeremías había estado profetizando durante el reino de Josías. En la última parte de su reinado, el
rey Josías cometió una gran insensatez. Luchó contra Necao, Faraón de Egipto y en la batalla de Meggido, Josías fue
herido de muerte. Jeremías lloró su muerte, porque había sido amigo suyo. A partir de aquí, lo encontramos
comunicando una profecía durante el reinado de Joacin. Después de la muerte de Josías, la nación comenzó a caer
nuevamente en la idolatría; en realidad, su desplome fue rápido y terrible, como veremos en esta sección.

Leamos entonces los versículos 1 y 2 de este capítulo 14, a partir de los cuales veremos que la primera advertencia de
Dios a la nación fue

La sequía

"Palabra del Señor que vino a Jeremías con motivo de la sequía. Se ha enlutado Judá, sus puertas desfallecen; se
sentaron tristes en tierra y sube el clamor de Jerusalén."

La sequía fue aparentemente muy severa. Había habido una sequía durante el reinado de Acab y en aquel tiempo el
profeta Elías era el mensajero de Dios. En este momento, había otra sequía, y Jeremías era el mensajero para el reino
del sur de Judá. Dice el versículo 4:

"Se ha resquebrajado la tierra porque no ha llovido en el país; los labradores, confundidos, se cubren la cabeza."

El terreno estaba árido y agrietado por la falta de lluvias. Y continuo la palabra profética en el versículo 5:

"Aun las ciervas en los campos paren y abandonan la cría, porque no hay hierba."

Aquí vemos que hasta la cierva abandonaba a sus crías debido a la falta de agua y pastos. Y también morirían los
becerros y sus madres. Todo esto revelaba el juicio de Dios sobre el pueblo. Esta fue una de las 13 hambrunas
mencionadas en la Biblia, y todas ellas fueron juicios de Dios sobre la tierra. Así como la tierra estaba árida e
improductiva, así también lo estaban las vidas de las personas, porque habían rechazado el agua de vida. Dios estaba
mostrándoles que lo que le estaba sucediendo a la tierra física, también estaba ocurriendo en sus corazones en un
sentido espiritual.

Jeremías se dirigió a Dios para confesar los pecados del pueblo. Leamos el versículo 7 de este capítulo 14 de Jeremías:

"Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, Señor, ¡actúa por amor de tu nombre! Porque nuestras
rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado."

Observemos que Jeremías ocupó su lugar junto a su pueblo, como uno de los pecadores. Aquí no hubo jactancia. El no
mostró ninguna actitud crítica hacia el pueblo. Así que dijo: nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos
pecado. Es tan fácil para el pueblo de Dios criticar a otros. Muchos oran casi como el Fariseo, de quien Jesús habló en
Lucas 18:11-12 y que se jactaba de lo que hacía, y se declaraba superior a los demás. Una oración de este tipo nunca
podría identificarse con el pueblo de Dios. Podemos ver que Jeremías no expresó esa clase de oración. El se identificó
con los que pecaron del pueblo de Dios y admitió su condición diciendo contra ti hemos pecado. Estimado oyente
cristiano, si usted puede ocupar su lugar ante Dios, confesando sus propios pecados así como los pecados de su pueblo,
entonces usted puede hablarles a ellos sobre el juicio de Dios. Pero hasta que usted pueda hacer eso, no debería
intentar hablar de parte de Dios.

Al avanzar por este capítulo veremos que la oscuridad había llegado, y el pueblo estaba tropezando por las oscuras
montañas. En el versículo 13, leemos:

"Yo dije: «¡Ah, ah, Señor, Dios!, mira que los profetas les dicen: No veréis espada ni habrá hambre entre vosotros, sino
que en este lugar os daré paz verdadera."

Aquí vemos que los profetas falsos estaban prediciendo paz y prosperidad. Pero el versículo 14 dice:

"Me dijo entonces el Señor: «Falsamente profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los envié ni los mandé ni les hablé;
visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan."

También podemos ver que, habiendo muerto el rey Josías, Jeremías se encontraba muy solo. Y él se estaba
preguntando: "¿Estaré comunicando el mensaje correcto, o estarán en lo cierto los otros profetas?" El no estaba
completamente seguro, así que le preguntó a Dios al respecto. Dios le aseguró que los profetas falsos estaban
mintiendo, y que El no los había enviado. Además le confirmó que él, Jeremías, era el que transmitía el mensaje divino.
Así que ésta confirmación colocaba a Jeremías otra vez en la línea de fuego. Y dice el versículo 17 de este capítulo 14 de
Jeremías:

"Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen, porque la virgen hija de mi pueblo ha
sufrido una terrible desgracia, porque su llaga es muy dolorosa."

Este mensaje estaba quebrantando el corazón de Jeremías. El estaba llorando cuando comunicaba el mensaje a su
pueblo. Dios quiso que Su pueblo supiera que Su corazón divino estaba quebrantado. Jeremías no solo estaba
comunicando el mensaje de Dios, sino que también estaba expresando los sentimientos de Dios.

Necesitamos ser conscientes de que somos testigos de Dios. Si usted es un hijo de Dios, usted es también un testigo de
Dios, y está diciendo a los demás algo por medio de su propia vida. Tenemos que ser cuidadosos, cuando proclamamos
la Palabra de Dios, de que nuestras vidas se ajustan a esa Palabra. No hemos de comunicar la Palabra de Dios de una
forma insensible, con frialdad. Tiene que haber un sentimiento en ello. Si no lo hay, entonces, dentro de nosotros hay
algo que está radicalmente mal.

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