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DOS LADOS DEL DOLOR

El dolor puede ser una copa de veneno o una copa de medicina.


Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la
salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte.
- 2 Corintios 7:10
Hay un hombre de 23 años llamado Stefan Betz. Este joven tiene una condición médica muy extraña y super
rara llamada insensibilidad congénita al dolor. Esta condición es tan rara que solo unos pocos cientos de
personas en la población mundial la tienen. ¿Qué es la insensibilidad congénita al dolor? Es una condición
médica que no permite ningún dolor físico. Quien tiene esta condición puede quemarse la mano o pasar por una
cirugía extensa sin anestesia y no sentir dolor ni molestias de ningún tipo.
Cuando supe por primera vez acerca de esta condición, mi primer pensamiento fue: “Guau… que bendición”.
De pronto tú estás pensando lo mismo. El dolor es miseria. Tememos a la muerte por lo doloroso que sería. El
dolor trae sentimientos de inseguridad, preocupación y miedo. ¡Qué maravilloso sería no sentir dolor!
Lo que es interesante es que Stefan Betz y casi todos los que tienen esta condición de insensibilidad congénita
al dolor piensan que su condición es una maldición. En el caso de Stefan Betz, cuando tenía cinco años, se
mordió la mitad de la lengua sin ninguna respuesta de dolor. Unos años más tarde, en su cumpleaños, Stefan
saltó de las escaleras y se rompió su pie. Cubrió su pie hinchado con cinta adhesiva y se puso una bota para
seguir jugando. En un artículo, Stefan dice lo siguiente: “La gente supone que no sentir dolor es algo increíble y
que le hace supe humano… [pero] para las personas con [mi condición], es exactamente lo contrario. Nos
encantaría saber qué significa el dolor y cómo se siente el dolor. Sin el dolor, la vida se llena de desafíos”. Otro
dato sorprendente es que la mayoría de los hombres que tienen esta condición no llegan a los 30 años, porque
terminan lastimándose fatalmente.
¿Es el dolor totalmente malo?
Muchos de nosotros, o quizás todos, vemos el dolor muy negativamente. Como ya mencioné antes, el dolor
insoportable es una fuente de profundo miedo, preocupación e inseguridad. Incluso en este momento, algunos
de nosotros están sufriendo de algún tipo de dolor. No solo estoy hablando del dolor físico. Algunos están
sufriendo de dolores emocionales: sintiendo el dolor del corazón roto, la depresión, la inseguridad, la
preocupación, el miedo, la vergüenza, la culpa y/o la soledad. Algunos están sufriendo de dolores psicológicos
(mentales): sintiendo el dolor de la confusión sobre lo que Dios está haciendo en sus vidas, preguntando por qué
Dios está permitiendo el dolor en sus vidas. Algunos están atormentados por recuerdos de dolor o de
remordimientos. Algunos están sufriendo por la incertidumbre de su futuro. Otros están sufriendo de dolores
espirituales: sintiendo el dolor del vacío, la falta de sentido, la falta de propósito y la insatisfacción en la vida.
Algunos quizá han gritado: “¡Por favor, no más! ¡Ya no quiero seguir más!”. Viendo todo el dolor que plaga
nuestras propias vidas y a nuestro alrededor, ¿cómo podemos decir que el dolor no es una maldición?
Algo está muy raro. Las personas como Stefan Betz desean sentir el dolor para poder seguir viviendo y sentirse
vivos, mientras que otros que sienten el dolor desean terminarlo con la muerte. Los que no sienten el dolor lo
desean para poder seguir viviendo, mientras que los que sufren del dolor desean terminarlo aún con la muerte.
¿No te parece muy raro? ¿Por qué existe esta ironía tan paradójica con el concepto de dolor? ¿Cómo puede el
dolor ser capaz de dar/preservar vida y destruirla al mismo tiempo? ¿Cómo puede el dolor ser una bendición y
una maldición al mismo tiempo? ¿Cómo puede el dolor ser veneno y medicina al mismo tiempo?
Dos lados del dolor
Creo que la respuesta bíblica es lo siguiente: la razón por la cual el dolor puede ser tanto una bendición como
una maldición es porque el dolor fue parte de la creación “buena” de Dios, pero se hizo insoportable cuando el
pecado corrompió a la humanidad.
De pronto estás pensando: “¡¿Qué?! Espera un momento, ¿Dios creó el dolor antes de que Adán y Eva
desobedecieran? ¿No fue que el dolor entró después de la desobediencia? ¿No fue un producto del pecado?”.
Veamos qué dice la Palabra de Dios. En Génesis 3:16a, Dios está maldiciendo a la mujer por su desobediencia:
A la mujer dijo: "En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos...". ¿Qué dice
Dios? ¿Dios dice: “Te daré dolor en el parto”? No, Dios dice: “Multiplicaré tu dolor en el parto. ¿Qué está
implicando la palabra “multiplicar” (algunas traducciones dicen aumentar)? “Multiplicar” está implicando que
el dolor ya había existido antes de que Dios los castigara, es decir, antes de su caída, solo que no era un dolor
insoportable como el que todas las mujeres hoy en día experimentan sin epidurales. El dolor se hizo
insoportable después de la desobediencia.
Una sola evidencia es insuficiente. Veamos ahora la maldición de Dios hacia el hombre: "Entonces dijo a Adán:
Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: “No comerás
de él”, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y
abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:17-19). ¿Cuál
es la palabra que se repite cinco veces en estos versículos? Es la palabra “comer”. ¿Adán y Eva empezaron a
comer antes de pecar o después de pecar? Antes. Dios les dijo en Génesis 2:16 que podían comer de cualquier
árbol a excepción de uno. ¿Por qué tenían que comer? Porque tenían hambre. El dolor del hambre ya estaba
presente en el Jardín del Edén antes del pecado, solo que este dolor fue mínimo debido a la abundancia de
comida. Cuando Adán desobedeció a Dios, trabajar para comer se volvió un dolor insoportable. ¿Puedes ver? El
dolor era parte de la buena creación de Dios, pero se volvió insoportable cuando el pecado les corrompió.
Por lo tanto, otra vez, la razón por la cual el dolor puede ser tanto una bendición como una maldición es porque
el dolor fue parte de la creación buena de Dios, pero se hizo insoportable cuando el pecado corrompió a la
humanidad.
Hay un dolor que es bueno
¿Sabes por qué entender que el dolor (y el sufrimiento) puede ser bueno es tan importante para nuestra vida
cristiana? Porque esto nos ayuda a entender que Dios puede usar nuestros dolores y sufrimientos para
bendecirnos, sanarnos, renovarnos, restaurarnos y madurarnos. Porque esto nos ayuda a entender que Dios ha
estado usando nuestros dolores y sufrimientos para santificarnos y darnos vida. Esta es la razón por la cual
Pablo dice: "Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a
la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte" (2 Corintios 7:10).
No solo eso. Mira a Jesús. Jesús, como Dios todopoderoso, pudo deshacer la existencia del dolor y el
sufrimiento. Pero ¿qué hizo Jesús? En vez de deshacer la existencia del dolor y sufrimiento, Jesús abrazó la
cruz, abrazó su dolor y sufrimiento para producir vida, tu vida eterna. Isaías, hablando de Jesús, dice: "Mas Él
fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre
Él, y por sus heridas hemos sido sanados" (Isaías 53:5). En palabras simples, el dolor de Dios produjo tu vida
eterna.
Enseñanza falsa y el peligro
Existe una enseñanza falsa que es proclamada en muchas partes. Viene del evangelio de la prosperidad y es
muy siniestra porque casi suena verdadera. La falsa enseñanza dice esto: “Jesús sufrió en la cruz por nosotros
para que no tuviéramos que sufrir en la tierra”. Si esta enseñanza es cierta, entonces los primeros beneficiarios
de esto deberían haber sido los doce apóstoles de Jesús. Pero ¿qué fue lo que pasó con los doce apóstoles?
Pedro fue crucificado de cabeza. Pablo fue decapitado. Santiago fue apedreado y golpeado hasta la muerte.
Todos los apóstoles murieron con mucho dolor, a excepción de Juan que se hizo cargo de María, la madre de
Jesús. Me parece que quienes proclaman esta enseñanza falsa creen que Jesús no sufrió ni murió por Sus
apóstoles.
Si no vemos cómo el dolor y el sufrimiento pueden ser usados por Dios para bien en nuestras vidas, será fácil
culpar a Dios, rechazarlo y posiblemente morir en la amargura. Si pensamos que el dolor es completamente un
producto del pecado y totalmente una maldición, sería difícil entender cuando Santiago dice: "Tened por sumo
gozo que os halléis en diversas pruebas…" (Santiago 1:2), o cuando David dice: "Bueno es para mí ser afligido,
para que aprenda tus estatutos" (Salmos 119:71), o cuando Pablo dice: "A vosotros se os ha concedido por amor
de Cristo no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él" (Filipenses 1:29), y mucho más.
Conclusión: abrazando mi dolor para bienEntonces, ¿qué debemos hacer cuando nos enfrentamos a nuestros
dolores y sufrimientos? Volvemos a las palabras de Pablo: "Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de
Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce
muerte" (2 Corintios 7:10). Cuando enfrentamos a nuestro dolor y sufrimiento, tenemos dos opciones. Podemos
dejar nuestro dolor como una maldición envenenadora al culpar a Dios, o podemos aceptar nuestro dolor para
bien pidiéndole ayuda a Dios.
Diciembre es un mes dolorosamente difícil para mí, porque es el mes en que mi hija Sofía que fue alejada de mí
(una larga y compleja historia) cumple años. Durante esos días lloro más de lo normal pensando en ella. En
diciembre de 2019, cuando Sofia cumplió tres años, hubo noches en las que el dolor de tristeza, angustia,
confusión y muchos otros dolores se sentían insoportables. Pero en esos momentos, abracé mis dolores y pedí a
Dios que transformara esos dolores de veneno y maldición en una copa de bendición medicinal. Cuando le dije
a Dios que me sentía como un fracaso, sentí como Dios a través del Espíritu Santo me estaba diciendo:
“Todavía te usaré”. Cuando le dije que sentía mucha soledad, sentí como Dios me estaba diciendo: “Pero
siempre estoy contigo”. Cuando le hablé sobre mi tristeza y angustia, sentí como Dios me estaba diciendo:
“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”. Y mucho más. Dios usó mis dolores para que pueda
confiar, depender y buscarlo más y crecer en mi fe en Él. Dios convirtió mis dolores a algo bueno que me dio
vida espiritual.
¿Qué estás haciendo con tu dolor? ¿Lo has dejado como veneno? ¿O le has pedido a Dios que lo transforme en
una bebida que produce vida?

Una Mirada más Profunda a: ¿Qué dice la Biblia acerca del Dolor y el Sufrimiento?
Por Gavin Ortlund

¿Acaso la Biblia aborda el tema del dolor y el sufrimiento? ¿Qué es lo que dice?

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En su libro “The View from a Hearse,” Joe Bayly cuenta la historia de dos hombres que vinieron a consolarlo
tras la muerte de sus tres hijos. El primero vino con respuestas. Dijo que Dios tenía un plan, que Él lo resolvería
para su bien, y que Dios le daría fuerza a Joe. El segundo hombre vino simplemente a sentarse con Joe. No
decía nada al menos que se le hablara, pero oró con Joe y se sentó en silencio con él. Joe escribe que aunque
ambos hombres tenían buenas intenciones, no podía esperar más para que el primer hombre se retirara y no
podía soportar que el segundo hombre partiera.1

La Biblia tiene muchas cosas que decir acerca del dolor y el sufrimiento. Pero básicamente, es más similar al
hombre que da su presencia, que al hombre que da sus respuestas. La Biblia deja muchas de nuestras preguntas
sobre el sufrimiento sin respuesta. Sin embargo, lo que hace es contarnos la historia de un Dios que se ha
acercado a nosotros en medio de nuestro sufrimiento, que en realidad sufrió por nosotros, que algún día
destruirá el sufrimiento para siempre.
Sufrimiento y Mal

El punto de vista bíblico del sufrimiento está conformado por lo que la Biblia es en realidad.
Fundamentalmente, la Biblia es una historia—una historia que cuenta de dónde vino el mundo, lo que ha salido
mal en él y lo que Dios está haciendo para corregirlo. Puede ser pensado como una obra con cuatro actos:
Creación, caída, redención y restauración.

El sufrimiento hace su aparición en la historia con la entrada del mal en el segundo acto. La Biblia enseña que el
mal entró en la creación de Dios a través de la rebelión de algunas de las criaturas de Dios—primero ángeles y
luego seres humanos.2 Cuando los seres humanos perdieron su inocencia a través del pecado original
(desobedeciendo a Dios en el jardín de Edén),3 el dolor y la futilidad entraron en las experiencias humanas
básicas de la familia y el trabajo como resultado.4

Entonces, dentro de la cosmovisión bíblica, el sufrimiento no es una fijación permanente o intrínsecamente


necesaria de la realidad, como en algunas representaciones de la noción oriental del Yin y el Yang. Por el
contrario, todo dolor y sufrimiento es el resultado de la caída. Es una consecuencia de la noción bíblica del
pecado—que un autor cristiano describe como una enfermedad que ha entrado en el mundo a través de seres
creados negándose a aceptar su condición de criaturas.5

En otras palabras, la Biblia tiene un punto de vista lineal, más que cíclico, del sufrimiento. No ha sido así
siempre, y no siempre lo será. Es sólo un capítulo de una historia más grande.
La Gravedad del Sufrimiento

La Biblia también tiene una perspectiva sobria y realista sobre el sufrimiento. Afirma su aspecto inconcebible,
su tragedia, su peso asombroso y opresivo. En ninguna parte la Biblia prohíbe las lágrimas o las presenta como
un signo de debilidad. De hecho, las recomienda cuando estamos en presencia de los que sufren; Los lectores de
la Biblia están llamados a "llorar con los que lloran.”6
Hay un libro completo en la Biblia titulado Lamentaciones, que, según la tradición, registra oraciones cargadas
de dolor del profeta Jeremías al Señor después de que Jerusalén fuera saqueada y el templo destruido en el año
587 AEC. En el libro de los Salmos, que es una colección de canciones y poemas utilizados para el culto, el
lamento es un tema recurrente. El libro está lleno de afirmaciones como:

“Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto!”—
Salmos 6:6

“¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he
de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón?”—Salmos 13:1–2

“Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: ‘¿Dónde está tu
Dios?’”—Salmos 42:3

“Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos.”—Salmos 88:6

Las víctimas que acuden a la Biblia encontrarán en ella algo como el segundo amigo de Joe Bayly. [La Biblia]
No es remota, trivial, simplista o superficial. Es un libro honesto que funciona justo en medio de las ásperas
realidades que enfrentamos en la vida. Incluso tiene un libro dedicado a la reflexión y la lucha con la aparente
inutilidad y la falta de sentido de la vida.7 El libro del Eclesiastés abordó este problema milenios antes de
Kierkegaard, Sartre o Camus.

La Biblia es muy sensible al problema del sufrimiento, incluyendo el sufrimiento interno que muchas personas
modernas enfrentan. Siempre tiene algo que decirnos sobre estos temas, si tenemos ojos dispuestos a leer y
oídos dispuestos a escuchar.
Confiando en Dios en medio del Sufrimiento

El profeta Habacuc vivió un período de gran sufrimiento dentro del pueblo de Dios. Abrió su libro al hacerle
dos preguntas a Dios: ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué?

Habacuc vivió la época que precedió al exilio que Jeremías lamentó (unos seiscientos años antes de que Cristo
viviera). Habacuc miró alrededor del reino de Judá y clamó a Dios por la injusticia y el mal que vio por todas
partes. Dios contestó a Habacuc, pero no era la respuesta que Habacuc esperaba. De hecho, causó aún más
confusión a Habacuc.

Dios declaró que estaba levantando a los caldeos—un pueblo brutal y aterrador—para ejecutar el juicio sobre
Judá por su injusticia y transgresiones. Habacuc luego tuvo que luchar con la manera en que Dios podría utilizar
esa nación opresiva y perversa para lidiar con los problemas entre el pueblo de Dios. Clamó a Dios otra vez,
preguntando cómo Dios podía utilizar una maldad para comprobar otra: “¿Por qué guardas silencio mientras los
impíos se tragan a los justos?”8

Dios respondió por segunda vez, declarando que tomaría todo en cuenta y se desquitaría. Podría tardar más
tiempo del que Habacuc esperaba, pero la justicia de Dios vendría definitivamente y en el tiempo correcto.
Entretanto, le pidió a Habacuc que confiara en él y, por fe, atravesara esa temporada difícil, porque, “El
insolente no tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe.”9 Al final, Habacuc tuvo una visión de Dios de
juicio y salvación. Ver a Dios le permitió encontrar alegría, incluso en medio de su sufrimiento.

Cuando experimentamos sufrimiento o lo observamos en las vidas de las personas que nos rodean, una de las
preguntas más naturales que nos hacemos es, ¿Por qué? ¿Por qué sucedió ese desastre natural? ¿Por qué mi
persona amada tiene cáncer? ¿Por qué nunca conocí a mi padre? ¿Por qué Dios permitió el Holocausto?

Es alentador saber que no estamos solos al hacer tales preguntas, y que clamar a Dios en nuestro dolor no está
prohibido. La Biblia ofrece la visión de un Dios que es lo suficientemente grande para manejar este tipo de
preguntas y suficientemente grande como para confiar en él incluso cuando la vida parece estar cayéndose en
pedazos.
Luchando con el Sufrimiento

Uno de los enfoques más profundos y más conmovedores sobre el sufrimiento en la Biblia es la historia de Job.
Job era un hombre inocente que sufrió terriblemente; perdió todo lo que tenía y, por encima de todo, estaba
cubierto de forúnculos. Ahora, eso es difícil. Los tres amigos de Job vinieron a visitarlo, cada uno suponiendo
que Job debía ser culpable de algún delito. Su razonamiento era este: Seguramente, Job debió haber provocado
a Dios de alguna manera. Es la única explicación posible para el sufrimiento que le ha superado.

La mayor parte del libro de Job consiste en diálogos entre él y sus amigos en los cuales ellos siguen diciendo
esencialmente, “Vamos, Job, ¡confiesa! ¿Qué hiciste para merecer esto?” Pero al final del libro, Dios reprende a
los amigos de Job y elogia a Job. Incluso, Job ora por sus amigos porque Dios está enojado con ellos sobre
cómo trataron a Job.

Uno de los usos dados al libro de Job es para distinguir un punto de vista bíblico de sufrir el concepto del
karma, el cual es la idea de que existe una especie de ley de causa y efecto inquebrantable en el ámbito moral.
En un universo gobernado por el karma, la gente que hace bien experimentará el bien y la gente que hace mal
experimentará el mal. Eso significa que si vemos a alguien que sufre, podemos concluir que hizo algo malo para
ganárselo. Muchas personas asumen—quizás a veces subconscientemente—que es exclusivamente así como
funciona el sufrimiento.

El punto de vista bíblico del sufrimiento está más matizado que el punto de vista kármico. En el punto de vista
bíblico, no siempre podemos entender por qué el sufrimiento ocurre en esta vida. Job nunca aprendió la
verdadera causa de su sufrimiento, incluso después de que había sido restaurada por Dios. Pero Job encontró a
Dios. Cuando Dios habla del sufrimiento de Job en Job 38-41, básicamente dice: “Oye, Job, soy Dios. Tú no lo
eres. Vas a tener que confiar en mí en esto.”

Algunos críticos ven esta respuesta como una no-respuesta al problema. ¡Pero no es así cómo se siente Job!
Cuando Job ve a Dios, él ya no necesita una respuesta. Dios mismo es la respuesta. Job responde con alegría y
arrepentimiento. Como el personaje de Orual en el libro de C. S. Lewis, “Mientras No Tengamos Rostro” (Till
We Have Faces) Job descubre que hay una especie de alegría que es mucho mejor de lo que pensábamos que
queríamos. Aquí vemos un atisbo de la esperanza que la Biblia ofrece a los enfermos. Como Habacuc, como Joe
Bayly, Job necesitaba a Dios mismo más de lo que necesitaba que sus preguntas fueran contestadas.

¿Por qué es esto? ¿Qué de Dios cambia nuestra perspectiva sobre el sufrimiento?
El Dios que Sufrió

En su libro “Making Sense Out of Suffering,” Peter Kreeft escribe: “[Dios] no nos dió un placebo o una pastilla
o un buen consejo. Él se nos entregó. Él vino. Entró en el espacio y el tiempo y el sufrimiento.”10

En el centro de la historia bíblica hay un Dios que en realidad se adentra en el sufrimiento por nosotros. El
Nuevo Testamento de la Biblia enseña que Jesucristo era Dios en forma humana. Él nació, vivió, murió y
resucitó de entre los muertos para derrotar al mal y reconciliar con Dios a aquellos que confían en él. Cuando
Jesús fue colgado en la cruz, sufrió una de las peores muertes imaginables, porque tomó todos los pecados de la
humanidad. A pesar de su inocencia, él murió por nuestros pecados.

Este es el mensaje principal de la Biblia, y es un mensaje de muy buenas noticias. En esencia, la Biblia no es un
libro de consejos o principios morales que nos ayudan a lidiar con el sufrimiento y a tener una mejor vida.
Fundamentalmente, es la historia de lo que Dios ha hecho por nosotros, de cómo está reparando un mundo
quebrantado; es un mensaje de esperanza a la luz de su sufrimiento por nosotros.

Si Jesús era Dios entre nosotros, como afirma la Biblia, entonces no podemos ver el sufrimiento de la misma
manera. Como Dorothy Sayers escribió:

Por alguna razón Dios eligió hacer a la gente como es—limitada, que sufre y sujeta a penas y a la muerte—
tuvo la honestidad y la valentía para tomar una cucharada de su propia medicina. Cualquiera que sea el juego
que está jugando con su creación, ha mantenido sus propias reglas y ha jugado de manera justa. Él no puede
exigirnos algo que no se haya exigido antes a sí mismo. Él mismo ha atravesado la experiencia humana
completa, desde las irritaciones triviales de la vida familiar y la falta de dinero hasta los peores horrores de
dolor y humillación, derrota, desesperación y muerte. Cuando era hombre, representó al hombre. Nació en la
pobreza y murió en la desgracia y pensó que todo valdría la pena.11
Por supuesto, el sufrimiento de Cristo no se llevó nuestro propio dolor inmediatamente. De hecho, Jesús le
aseguró a sus seguidores que efectivamente tendrían problemas en esta vida.12Pero el sufrimiento de Cristo da
esperanza durante tiempos difíciles porque imparte algo que es más fuerte que el sufrimiento: El amor de Dios,
que el Apóstol Pablo llamó un “amor que sobrepasa nuestro conocimiento.”13 Como explica Tim Keller:

Si hacemos una vez más la pregunta, “¿Por qué Dios permite que el mal y el sufrimiento continúen?” y
vemos la cruz de Jesús, aún no sabemos cuál es la respuesta. Sin embargo, ahora sabemos cuál no es la
respuesta. No puede ser que no nos ama. No puede ser que sea indiferente o esté separado de nuestra condición.
Dios toma nuestra miseria y sufrimiento tan en serio que estuvo dispuesto a cargarlo él mismo.14

El Final del Sufrimiento

Aunque la Biblia no hace promesa alguna de llevarse nuestro sufrimiento en esta vida, sí nos da esperanza de
que el sufrimiento un día terminará para siempre. Al final de la Biblia, nos da una visión gloriosa de un mundo
venidero en el que todo el dolor y el sufrimiento se irán para siempre. Apocalipsis 21:4 nos dice algo hermoso:
“Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras
cosas han dejado de existir.”

La imagen de Dios limpiando las lágrimas de los ojos de su gente comunica no sólo el cese del sufrimiento
terrenal, sino también el consuelo para el sufrimiento terrenal. Al final de “El Señor de los Anillos,” Samwise
Gamgee pregunta, “¿Acaso todo lo triste era irreal? ”15 En la Biblia, el cielo representa el lugar donde la
tristeza no sólo termina, pero se convierte en irreal—para siempre. Como C. S. Lewis escribió en su libro “El
Gran Divorcio” (The Great Divorce), “Dicen de algunos sufrimientos temporales, ‘no hay felicidad futura que
pueda compensarse sin saber que el cielo, una vez alcanzado, funcionará al revés y convertirá incluso esa
agonía en una gloria.’”16La Biblia ofrece este increíble regalo a todo aquel que se arrepiente del pecado y
confía en Cristopara la salvación. Según la Biblia, quienes rechazan esta salvación y persisten en una rebelión
en contra de Dios serán desterrados de la presencia de Dios y experimentarán una muerte eterna y
sufrimiento.17

Según la Biblia, Dios ya nos hizo la primera entrega de este hermoso final cuando resucitó a Jesús de entre los
muertos. Un día, lo que le sucedió a Jesús—la revocación de la muerte y la liberación de la decadencia—
sucederá a través de la creación; el mundo será redimido y hecho nuevo.18 El antídoto se extenderá a lo largo
de todo el sistema. Esta visión de alegría como el destino final de la creación redimida explica nuestro anhelo de
felicidad permanente y esa sensación que a veces tenemos de estar fuera de lugar en este mundo. El teólogo
Chesterton dijo:

El hombre es más él mismo, el hombre es más parecido al hombre, cuando la alegría es lo fundamental en él
y el dolor lo superficial. La melancolía debería ser un interludio inocente, un estado de ánimo tierno y fugitivo;
la alabanza debería ser la pulsación permanente del alma. El pesimismo en el mejor de los casos es una semi-
vacación emocional; la alegría es el trabajo estruendoso por el cual todas las cosas en viven.19
Ya sea que creas o no en esta visión del triunfo de la alegría y la descomposición del sufrimiento, tienes que
admitir que este es un pensamiento hermoso.
Respondiendo al Sufrimiento

Pero, ¿qué hacemos con todo esto? ¿Cuál es el beneficio práctico cuando estamos activamente sufriendo en el
aquí y ahora?

El sufrimiento puede producir resultados muy diferentes en la vida de las personas, dependiendo de cómo
respondan a él. La misma experiencia dolorosa puede hacer a una persona amargada, estrecha y mezquina y a
otra persona más dulce, más humilde y más paciente. ¿Qué hace la diferencia?

Un aspecto importante de la enseñanza de la Biblia es el llamado a perseverar con integridad mediante el


sufrimiento. Santiago enseñó que ante las pruebas nos debemos considerar “muy dichosos” porque éstas
producen constancia.20 El Apóstol Pablo llevó el concepto aún más lejos, diciendo que “el sufrimiento produce
perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.”21 El Nuevo
Testamento repetidamente llama a los cristianos a ponerse en pie bajo el sufrimiento injusto e incluso a
regocijarse en él a la luz de los propósitos redentores de Dios.22

El sufrimiento puede endulzarnos y profundizarnos. El sufrimiento puede envenenarnos y amargarnos. Tenemos


una opción.

Viktor Frankl era un psicólogo judío que pasó años en un campo de concentración Nazi durante el Holocausto.
Tras su liberación, escribió sobre sus experiencias y observaciones. En su libro “El Hombre en busca del
Sentido Último,” escribió: “Al hombre se le puede quitar todo excepto una cosa: La elección de una actitud
personal ante ciertas circunstancias para decidir su propio camino.”23
El Testimonio de Personas que Sufren

Las voces de las personas que sufren a lo largo de los siglos han clamado sobre la diferencia que Dios hace en
medio del sufrimiento. William Cowper era un poeta cristiano que sufrió terriblemente. Cuatro veces se volvió
loco, intentó suicidarse en varias ocasiones y se vio debilitado por depresión durante largos períodos de tiempo,
incluidos los últimos diez años de su vida. En medio de una de sus más oscuras luchas, le escribió a un amigo:

Es con gran renuencia que escribo, sabiendo que puedo decir nada más lo que sé te angustia. Me desespero de
todo, y mi desesperación es perfecta, ya que se basa en una persuasión, de que no hay alguna ayuda eficaz para
mí, ni siquiera en Dios. Desde las cuatro de la mañana hasta después de las siete estuve meditando terrores;
terrores tales que ni el lenguaje puede expresar y que ningún corazón, estoy seguro, sólo el mío lo sabe. La
punta de mis dedos se estremecieron con él.24
En otra carta confesó, “Una cosa y sólo una se queda para mí, el deseo de que yo jamás hubiera existido.”25

Pero la desesperación de Cowper no es la suma y el total de su vida. En sus cartas, así como en su poesía e
himnos, hay otra línea de pensamiento—uno de esperanza, paciencia y fe en Dios. En uno de sus himnos más
famosos, escribió:

No juzguéis al Señor con vuestros


Débiles sentidos,
Sino confiad en su gracia;
Detrás de una providencia de ceño fruncido
Él esconde un rostro sonriente.

Sus propósitos madurarán con rapidez,


Abriéndose hora tras hora;
El capullo tendrá amargo sabor,
Pero dulce será la flor.

La ciega incredulidad yerra con seguridad,


Y escudriña en vano su obra;
Dios es su propio intérprete,
Y Él es quien la dará a conocer.26

La vida y las escrituras de Cowper nos recuerdan que, tan poderoso como sea el sufrimiento, Dios es más
poderoso. Tan real como sea el sufrimiento, Dios es más real. Tan profundo como pueda llegar el sufrimiento,
Dios va más profundo. Como Corrie Ten Boom escribió mientras languidecía en una prisión Nazi en 1944: “No
hay un hoyo tan profundo, sino que el amor de Cristo es aún más profundo.”
Sufrimiento y Teodicea

Esta historia bíblica tiene un sorprendente poder para ayudarnos a resolver el sufrimiento en nuestras vidas.
Pero, por supuesto, hay una pregunta filosófica más básica a nuestro alcance: En primer lugar, ¿por qué Dios
creó un mundo en el que había la posibilidad de sufrir? Si él es todopoderoso y absolutamente bueno, ¿por qué
no ha eliminado la posibilidad de sufrir en absoluto?
Durante siglos, los cristianos han respondido a esta pregunta, que a menudo se llama el Problema del Mal, con
muchas diferentes teodiceas—defensas del carácter bueno y poderoso de Dios a pesar de la existencia del mal.
“El Paraíso Perdido” de John Milton, uno de los poemas épicos más respetados en el idioma inglés, está
devotamente dedicado a este tema.

Pero quizás la respuesta más influyente ante el Problema del Mal es la “teodicea del libre albedrío” de Agustín
de Hipona (354-430). Agustín enseñó que el mal es simplemente la privación del bien; existe como una
posibilidad necesaria en un mundo de criaturas libres y moralmente conscientes. Según esta manera de pensar,
si Dios quisiera un mundo sin posibilidad alguna de dolor, él habría tenido que crear un mundo sin posibilidades
de libre elección o amor verdadero—un mundo de robots, no de personas.

Otro filamento temprano del pensamiento cristiano, representado por teólogos tales como el Origen de
Alejandría (184/185 – 253/254), puede ser llamado “teodicea de los bienes más grandes.” En esta defensa, se
dice que Dios permite el mal porque en última instancia él está usando el mal para lograr un bien más grande.
La mayoría de las personas pueden identificarse con esto al menos hasta cierto punto; algunos de nosotros
podemos reflexionar en algún momento en el cual pensábamos que algo estaba mal y al final resultó para ser
para bien. Si Dios puede convertir un mal en bien, entonces el argumento sería, ¿por lo tanto no es posible—
dado suficiente tiempo y sabiduría—que Dios pueda convertir todo el mal en bien?

Debido a tales posibilidades—y la finitud del conocimiento humano sobre lo que haría un Dios perfecto en un
determinado conjunto de circunstancias—incluso muchos ateos y agnósticos contemporáneos reconocen que el
Problema del Mal, tiene a lo sumo, un argumento probabilístico. Se plantea interrogantes para el teísta, pero no
hace el teísmo imposible.

El periodista cristiano Malcolm Muggeridge reflexionó el sufrimiento en su vida de esta manera:

Contrario a lo que podría esperarse, volteo hacia atrás a las experiencias que en aquel momento parecían
especialmente desoladoras y dolorosas. Ahora vuelvo atrás hacia ellas con particular satisfacción. De hecho,
puedo decir con total sinceridad que todo lo que he aprendido en mis setenta y cinco años en este mundo, todo
lo que realmente ha mejorado e iluminado mi existencia ha sido a través de la aflicción y no de la felicidad ya
sea que fuera perseguida o alcanzada. En otras palabras, esto digo, si fuera posible eliminar la aflicción de
nuestra existencia terrenal por medio de alguna droga u otras palabrerías, los resultados no serían para hacer que
la vida fuera deliciosa, sino para hacerla demasiado banal y trivial como para aguantarla. Esto, por supuesto, es
lo que significa la cruz y la cruz, más que nada, es lo que me ha llamado inexorablemente a Cristo.27

El Problema de la Felicidad y el Bien

Las teodiceas pueden ser útiles. Pero supón que uno encuentra como insuficientes las tradicionales respuestas
cristianas a la cuestión del mal y se siente obligado a negar la existencia de Dios. En este punto, el problema del
sufrimiento se convierte en un problema aún mayor. Después de todo y en ese momento, ¿cómo puede decir
uno que hay tal cosa como el mal? ¿Por qué sufrir es realmente objetivamente malo y no meramente
personalmente inconveniente? C. S. Lewis llegó a darse cuenta de ello en su propio viaje fuera del ateísmo:

Mi argumento en contra de Dios era que el universo parecía muy cruel e injusto. ¿Pero cómo obtuve esta idea
de justo e injusto? Un hombre no llama torcida a una línea al menos que tenga la idea de una línea recta. ¿Con
qué estaba yo comparando este universo cuando lo llamé injusto? Si todo el espectáculo era malo y sin sentido
de la A a la Z, por así decirlo, ¿por qué yo—que se supone debía ser parte del espectáculo—me encuentro en tal
reacción violenta contra él? Un hombre se siente mojado cuando se cae en el agua, porque el hombre no es un
animal de agua: Un pez no se sentiría mojado. Por supuesto, podría haberte dado mi idea de justicia diciendo
que no era nada más que una idea propia privada. Pero si hubiera hecho eso, mi argumento contra Dios se
hubiera derrumbado también—el argumento dependía sólo de decir que el mundo era muy injusto y no
simplemente que no complacía mis caprichos privados.28

En otras palabras, el sufrimiento y el mal son problemas para todos, teístas y ateos por igual. El teísta sabe por
qué los aborrece, porque el teísta cree que el sufrimiento y el mal son una desviación de una norma real, una
caída desde un bien real. El ateo, por el contrario, debe proporcionar una explicación de por qué son tan trágicos
el sufrimiento y muerte.

La película “Un Día para Sobrevivir” (The Grey) plantea esta pregunta dramáticamente: Si en última instancia,
la muerte es todo lo que hay, ¿por qué su presentación desde un punto de vista nihilista es tan escalofriante, tan
inquietante y tan conmovedora? ¿Por qué el personaje de Liam Neeson valora tanto las fotografías de los
miembros de la familia en las carteras de los otros personajes? ¿Por qué clamó a Dios por una respuesta, si allí
no había Dios alguno para que se le solicitara nada? ¿Por qué la muerte es trágica, si la muerte es el rey?

Si al creyente se le pide que proporcione una teodicea, al incrédulo se le puede pedir que proporcione una
explicación de su deseo por la teodicea. Si el sufrimiento y el mal son desconcertantes dentro de teísmo, la
felicidad y el bien sólo pueden ser incomprensibles dentro del ateísmo.
Una Útima Nota

Una cosa es hablar el problema del sufrimiento en lo abstracto. Otra cosa es experimentar el sufrimiento en
nuestras vidas o verlo dramatizado en las vidas de otras personas. La novela clásica “Los Hermanos
Karamazov” de Fiódor Dostoievski es una dramatización de gran alcance de la naturaleza redentora del
sufrimiento. El personaje de Iván da una expresión desgarradora del Problema del Mal en un discurso en el libro
V, capítulos 3 y 5, y ningún otro personaje en el libro realmente da una respuesta.

Está tan enérgica y empáticamente articulado que uno se pregunta si es el punto de vista de Dostoievski
brillando a través de palabras de Iván. El enfoque de Iván en el sufrimiento de los niños a lo largo de su
discurso se agrega a esta sospecha, teniendo en cuenta que la escritura de la novela de Dostoievski se
interrumpió en mayo de 1878 por la trágica muerte de su hijo de tres años.
Pero los acontecimientos de la historia debilitan el argumento de Iván. La narrativa abruma la lógica. La
filosofía de Iván es el razonamiento utilizado por el personaje Smerdiakov para cometer la tragedia central de la
trama: El asesinato del padre de Iván. E Iván se vuelve loco al tratar de llegar a un acuerdo con su indirecta
complicidad en el asesinato de su propio padre. No hay duda que Dostoievski entiende la perspectiva de Iván
desde adentro hacia afuera—y sin embargo finalmente, demuestra su imposibilidad.

En la conclusión del libro XI, Aliosha, el héroe extrañamente silencioso del libro, reflexiona sobre la locura de
Iván:
[Aliosha] empezó a comprender la enfermedad de Iván: “¡Los tormentos de una decisión orgullosa, una
conciencia profunda!” Dios, en quien no creyó, y su verdad fueron superando su corazón, que todavía no se ha
querido someter. . . . Aliosha sonrió suavemente: “¡Dios ganará!” pensó. “Él se alzará a la luz de la verdad, o
perecerá en el odio, tomando venganza sobre sí mismo y sobre todo el mundo por haber servido a algo en lo que
él no cree,” Aliosha añadió amargamente y una vez más oró por Iván.29

En “Los Hermanos Karamazov” y en nuestra vida real, no hay nada que pueda quitar la dificultad del
sufrimiento. Algún sufrimiento—al menos en esta vida—no tiene respuesta inmediata además del llanto. Pero
sin embargo, la fe difícil en Dios puede estar a la luz del dolor terrible en este mundo, su única alternativa es
una desesperación inhabitable. Y si rechazar a Dios sólo agrava el problema del sufrimiento, la opción más
inteligente—sin importar lo difícil que pueda ser—es confiar en que al final Dios es lo suficientemente grande
para tener una respuesta para el sufrimiento.

El sexto principio con que podemos contar en tiempos difíciles es que Dios usa la tribulación como un proceso
con propósito para nuestras vidas. Él jamás desperdicia nuestro sufrimiento. Todo dolor que permita lo
empleará como un proceso con propósito.

Hay dos propósitos bíblicos: nuestro crecimiento, que es el tema de Santiago 1:2-4, y la gloria de Dios (Juan
9:3).

La tribulación atrae la atención de las personas que nos rodean. Hebreos 10:33 dice, “Por una parte,
ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros
de los que estaban en una situación semejante”. Una Navidad, alguien le regaló a uno de nuestros hijos un casco
de bombero de plástico. Era uno de esos regalos que uno hubiese preferido que no le dieran. Tenía una luz roja
brillante en la parte superior y una sirena que funcionaba a pilas. Nuestros hijos corrían por toda la casa con la
sirena y la luz encendidas.

Era imposible ignorar que estaban presentes.


Así sucede con la tribulación. En cuanto ataca nuestra vida, las luces comienzan a destellar y todos empiezan a
mirarnos. Por esta razón, procesar la prueba de manera bíblica brinda una oportunidad sumamente maravillosa
para que, como un “espectáculo” que el mundo está observando, demostremos la presencia y el poder de Dios
en nuestras vidas. La tribulación se convierte en una oportunidad para que Dios se glorifique a sí mismo y
demuestre su fortaleza.

Tuve oportunidad de escuchar y ver a Joni Eareckson Tada contando acerca de su profundo amor a Dios y su
gozo en Cristo. Estaba paralítica de los hombros para abajo, pero su rostro resplandecía mientras estaba sentada
en su silla de ruedas. Era evidente que Dios era alguien real que le daba satisfacción, plenitud y fuerza en medio
de la prueba que le había tocado para toda la vida. Era una demostración indudable de la realidad, el poder y la
gracia de Dios. Mientras que el remordimiento, la autocompasión y la amargura son el resultado de reacciones
anti bíblicas frente al sufrimiento, la evidencia del poder y la presencia de Dios en la vida de Joni a través del
sufrimiento demostraban fehacientemente la gracia y la gloria del Señor.

El sufrimiento es una plataforma para desplegar el poder de Dios. Algunas veces, ese poder se muestra por
medio de una liberación milagrosa y, otras, mediante la gracia que Él nos da para soportar con una actitud
positiva que refleja el perdón y la paz durante un problema persistente y que, en ocasiones, dura toda una vida.

Cuando las pruebas nos convierten en un espectáculo, tenemos el privilegio de reaccionar bíblicamente y poner
fin a los intentos de Satanás de desfigurar la gloria de Dios. Nuestros problemas nos permiten demostrar
claramente que, pase lo que pase, Dios es digno de ser adorado, ofrecerle voluntariamente nuestra lealtad y
demostrar la realidad de su presencia, poder y paz en medio del dolor.

El dolor es un proceso cuyo propósito no es solamente demostrar la gloria de Dios, sino también permitir que
crezcamos tanto en el carácter como en la capacidad para enfrentar la vida. Santiago 1:2-4 declara que debemos
considerarlo como sumo gozo sabiendo que contribuirá a alcanzar una vida que nos convierta en “perfectos y
cabales, sin que [n]os falte cosa alguna”.

¿Cómo sucede eso? El texto continúa hablando del proceso de cuatro etapas que nos hace crecer: la prueba de
nuestra fe, la prueba de nuestra resistencia, la prueba de nuestra tendencia a ceder y dependencia de la oración.

La prueba de nuestra fe. Esto ocurre cuando la tribulación desafía nuestra fe y nos llama a dar testimonio. ¿Qué
es la fe? La fe es nuestra dependencia inamovible de Dios. Me alegra que el Señor no sea un producto en el que
no podemos confiar que se nos escurre entre los dedos ni un blanco móvil en el que no podemos confiar. Dios
no juega al escondite con nosotros, sino que nos reveló sus promesas, sus caminos y su carácter. Todas estas
cosas son confiables, sólidas y claramente verdaderas. No cambian. Son las asas donde nos aferramos cuando
estamos en problemas.

Cuando llega la tribulación, por fe me aferro a sus promesas:


No te desampararé, ni te dejaré (Hebreos 13:5).Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28).

Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna
(Santiago 1:4).

Aun cuando no hay luz al final del túnel, cuando estamos en una creciente oscuridad y tenemos el corazón
quebrantado, estas promesas son ciertas y nos brindarán una fuente de estabilidad.

Cuando llega la tribulación, por fe me aferro a sus caminos. En esos momentos, oramos diciendo: “Padre
celestial, sé lo que hiciste en el pasado y cómo actuaste con personas reales de las Escrituras. Dado que eres un
Dios así, me aferro a ti para atravesar esto. No me volveré un ser amargado ni manipulador. Simplemente
permitiré que hagas tu obra en tu tiempo”. Entonces, por fe, nos aferramos a esto.

Cuando llega la tribulación, por fe me aferro a su carácter. Leemos en 1 Corintios 10:13, “Fiel es Dios”. Por fe
nos aferramos a la fidelidad de Dios. Él no va a aparecer al final de la tribulación para decir: “Lo lamento tanto,
pero tuve tres semanas muy atareadas. Simplemente, no pude ocuparme de tu situación”. Su carácter es firme y
fiable, totalmente digno de nuestra confianza. Dios es amoroso, justo (lo cual ayuda en lo que respecta a
nuestros enemigos), recto, lleno de gracia y misericordia.

Cuando aparecen los problemas, nuestra fe es probada y somos llamados a dar testimonio para demostrar si
creeremos en sus promesas, sus caminos y su carácter y si los aplicaremos de manera ineludible a toda
circunstancia de la vida. Cuando reaccionamos de otra manera que no esté a la altura de estas verdades,
reflejamos la debilidad de nuestra fe.

La prueba de nuestra resistencia. Esto sucede cuando “reaccionamos con fe” a nuestra situación. Si nos
aferramos tenazmente a Dios, no nos rendiremos ni cederemos. Es interesante que la palabra soportar en
castellano proviene de dos palabras latinas: sup y portare. Sup significa “sobre” y portare quiere decir “llevar”.
Soportar es la capacidad de llevar sobre uno la tensión hasta que la obra de Dios se haya completado.

A nuestra familia le encanta comer sandía. Nuestros hijos se dieron cuenta desde temprano que, si uno aprieta
con el pulgar una semilla húmeda de sandía, esta sale disparada volando por encima de la mesa. Es
especialmente divertido si le das en el blanco a tu hermana.

Muchos de nosotros reaccionamos ante los problemas del mismo modo. La vida comienza a presionarnos y
¿cuál es nuestra respuesta? “¡Señor, sácame de aquí! Resuelve este problema de inmediato”. Pero, cuando Dios
dice que no, en vez de tratar de librarnos, clamamos a Dios con fe y nos quedamos allí porque la fe produce
paciencia. Permanecer soportando la presión con un espíritu positivo es parte importante del proceso divino que
obra para lograr un fin productivo en nuestras vidas.
En tiempos de tribulación, es útil hacer una lista de verdades relevantes y específicas acerca de Dios y buscar
los pasajes que las sustentan. Memorizar estos textos y basar nuestras oraciones en ellos harán que se arraiguen
en nuestro corazón y nuestra mente. La esencia de la resistencia es el compromiso de esperar que Dios cumpla
esas verdades en nuestra vida mientras obedecemos y confiamos en Él de manera inquebrantable.

Aguardemos expectantes la gracia, el crecimiento y la gloria, y regocijémonos ante cualquier señal que indique
que el proceso está dando resultado en nuestra vida. Verifiquemos nuestro compromiso con frecuencia. ¿Hemos
comenzado a confiar en nosotros mismos y en nuestra manera de hacer las cosas? ¿Nos hemos vuelto
manipuladores, resentidos, amargados, hirientes y vengativos? ¿O por fe nos aferramos a Dios y reaccionamos
de una manera bíblica?

La prueba de nuestra entrega. Después de ejercer una fe a toda prueba y persistente en Él, la tercera dinámica es
someterse al proceso. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos
y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).

“Mas tenga la paciencia su obra completa” es el mandamiento del texto. Es como una operación quirúrgica.
Cuando el cirujano entra y nos dice que necesitamos una operación, decimos, “muy bien, soportaré el proceso y
asumiré el dolor”. Tenemos confianza en el doctor y creemos que esto, en definitiva, es para nuestro bien.
Imaginemos la siguiente situación: Nos llevan en la camilla a la sala de operaciones y el personal comienza a
prepararnos para la operación. Cuando el cirujano entra, observamos que pasa por las bandejas de los bisturíes
que están tan afilados como hojas de afeitar. La enfermera le pone los guantes y luego acerca la bandeja de los
escalpelos hacia la mesa de operaciones. En ese momento, balbuceamos entre dientes, “Ah, no […]” y saltamos
de la mesa. El doctor toma un escalpelo y trata de operarnos mientras nos persigue por toda la sala de
operaciones.

Obviamente, esto jamás sucedería. Sin embargo, muchos de nosotros le damos ese tipo de problemas a Dios
cuando Él busca hacernos crecer mediante una prueba. Por eso, Santiago 1:4 demanda que nos sometamos al
proceso. Debemos resistir el impulso inicial de saltar de la mesa. En lugar de eso, necesitamos poner nuestra fe
inquebrantable en el cirujano divino y soportar sabiendo que, al final, todo culminará de una manera que nos
producirá gozo y alabanza por el proceso vivido.

Nuestra dependencia de la oración. Por último, Santiago nos dice que oremos. El versículo 5 dice, “Y si alguno
de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios”. Habrá muchísimos momentos cuando no sepamos qué hacer
ni cómo responder. Necesitamos ir al Padre y buscar sabiduría de parte de Él. Pero si estamos tan afligidos que
no podemos orar o no sabemos cómo hacerlo, Romanos 8:26 nos tranquiliza asegurándonos que el Espíritu
Santo toma los gemidos que ni siquiera podemos proferir y los presenta delante del Padre, les quita toda
confusión y los coloca delante de Él por nosotros, de acuerdo con su voluntad.
La oración en medio de la tribulación nos ayuda a volver a ver a Dios. Desvía nuestros ojos de los problemas y
los vuelve a enfocar en Dios que es todopoderoso, misericordioso y justo.

La oración revela cosas acerca de uno mismo. Cuando oro en medio de la tribulación, puedo decir, “Señor, Tú
conoces este lío con Roberto y Sara. Bueno, ellos […]” A menudo, el Señor interrumpe y dice, “Sí, los conozco,
pero ¿podemos hablar acerca de ti?” La oración revela cosas en mi propia vida que debo enfrentar si quiero
llegar a ser “perfecto […] y cabal […], sin que [me] falte cosa alguna” (Santiago 1:4). Descubro que la
respuesta habitual de Dios es: “Yo me ocuparé de ellos. Hablemos de ti”.

Cuando oro, a menudo recuerdo principios bíblicos que son relevantes y verdaderos. Su Palabra comienza a
resurgir en mi mente y recuerdo los pasajes y los principios que necesito aplicar. Esta es la sabiduría de parte de
Dios, la sabiduría acerca de Él, acerca de mí y acerca de su Palabra: “Y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios” (Santiago 1:5).

Nunca hay una manera fácil de atravesar la tribulación, pero siempre hay una forma correcta de hacerlo
aceptándola con gozo porque conocemos los beneficios del proceso, ejercitando la fe, sometiéndonos al proceso
y orando por sabiduría.

Aceptar que las dificultades son un proceso con propósito requiere que nuestros objetivos en la vida sean como
los del Señor. Si nuestro propósito en la vida es estar cómodos, que nos acepten, que seamos felices y que
acumulemos suficiente dinero como para comprar lo que queremos, entonces jamás encontraremos esperanza en
la tribulación. Estos no son los objetivos de Dios para nuestra existencia. Para Él, el carácter es más importante
que el dinero en efectivo, la conveniencia o la comodidad. Para Él, nuestra competencia vale más que
simplemente pasar por la vida felices, pero sin preparación y funcionalmente incapaces de bene ciar la vida de
las personas y la causa eterna.

El nivel de productividad de las pruebas en nuestras vidas es cuánto más nos parecemos a Jesucristo ahora que
cuando comenzó la tribulación. El dolor es un proceso con un propósito divino y Dios jamás desperdicia
nuestros sufrimientos.

Entre todos los interrogantes que invaden nuestro corazón y nuestra mente en los momentos de tribulación, las
certezas giran alrededor de las respuestas en cuanto a quiénes están involucrados y qué es lo que se busca.

¿Quiénes? Dios y yo. El Dios fiable y digno de confianza que obra en y a través de mí concediendo su gracia
hasta que mi crecimiento y su gloria se hayan completado.

¿Qué? Mi conocimiento de lo que es claramente verdadero y confiable. Evitar las respuestas alternativas,
improductivas y destructivas significa que preferimos creer que nuestra prueba finalmente será motivo de gozo
en su mano poderosa y creativa. Impedir que el peso de nuestros sentimientos sea lo que impulse nuestras
reacciones significa que actuamos en base a lo que sabemos que es verdad y que tenemos todo como motivo de
gozo al aferrarnos por fe a las realidades de su Persona: Sus promesas, su carácter y sus caminos; someternos al
proceso; orar por sabiduría y soportar la presión hasta que haya un crecimiento mensurable tanto en carácter
como en competencia y un reflejo de su gloria.

Los principios de crecimiento y gloria a menudo quedan demostrados en las Escrituras. El tema penetrante del
Nuevo Testamento es que Dios hará lo necesario para que seamos semejantes a su Hijo. Quizá su propósito sea
hacernos “crecer” mediante las tribulaciones para que seamos capaces y productivos reduciendo los riesgos que
le provoquemos al Reino. Tal vez, el crecimiento se vea fomentado por la dificultad que finalmente nos obliga a
depender de Dios en lugar de ser independientes. Y su gloria a través de nosotros solo se hará evidente cuando
busquemos convertir cada ataque del adversario en un claro testimonio del valor de la obra de Dios en y a través
de nosotros.

Intimidad con Dios


Fernando Plou
El dolor es un proceso con propósito
Como un escultor amoroso y todopoderoso, seguirá cincelando nuestras vidas endurecidas hasta que Jesús
pueda ser vislumbrado en nosotros.

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04 DE DICIEMBRE DE 2016 · 11:25


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La tercera dinámica es que Dios no tiene un proceso sin un propósito. Romanos 8:28 garantiza que Dios procesa
en nosotros todas las cosas para bien. Ese es su propósito. Para el creyente, no hay dolor sin el propósito de un
buen resultado.

Me encontraba en el vestíbulo de la iglesia diciéndoles a unos padres aliviados: «Dios ciertamente fue bueno al
proteger la vida de su hijo». La noche anterior, el hijo de esta pareja había tenido un terrible accidente
automovilístico. Fue llevado de urgencia a un hospital que estaba a más de una hora de distancia para recibir un
tratamiento especial. Durante toda la noche, la vida del muchacho pendió de un hilo. ¡Pero sobrevivió!
Junto a estos padres había otra pareja cuya hija había muerto en un choque hacía unos cuantos años. Entonces
me di cuenta. ¿Acaso Dios no había sido bueno con ellos? ¿Cómo definía yo el concepto de «bien»? ¿Qué habrá
significado mi comentario para los padres menos afortunados?

Dios define bien en Romanos 8:29. El texto dice que este proceso es para aquellos que han sido llamados
conforme al propósito divino. ¿Y cuál es ese propósito? Según el versículo 29 consiste en conformarnos a la
imagen de su Hijo, y esto es lo bueno.

Todo lo que nos lleve a reflejar mejor las cualidades de Cristo en nuestra vida y a través de ella, es bueno. Lo
que sea que se requiera, dolor o placer, es bueno si nos conforma a su semejanza. Esta es la meta de Dios en el
proceso del dolor. Él toma todo lo que permite y lo hace parte del proceso para que reflejemos la imagen de
Cristo.

Hace años, cuando nuestra familia se encontraba en una conferencia, Mateo, nuestro hijo menor, se cayó y se
rompió la muñeca. Yo nunca había visto algo parecido. El brazo apuntaba hacia la izquierda a la altura de la
muñeca y luego retomaba su curso normal para llegar a la mano. Era grotesco.

Llevamos a Mateo de urgencia al hospital donde el doctor comenzó a acomodarle la muñeca. Yo observaba
mientras él tomaba el brazo de Mateo y lo retorcía. El doctor comenzó a transpirar y yo sentí el impulso de
saltar y sacarlo de encima de mi hijo, pero simplemente me quedé sentado y observé lo que hacía. Yo sabía que
el brazo de Mati tenía que ser reacomodado según el diseño y propósito originales. Sin embargo, el dolor y
varias semanas de molestias serían parte del proceso.

A menudo, cuando el pecado y la obstinación nos quebrantan y nos hieren, nuestro Dios bueno y amoroso
también tiene que recomponernos, colocarnos de vuelta en el propósito que tiene diseñado para nosotros, es
decir, conformarnos a la imagen de su Hijo. Tiene que ponernos nuevamente un corazón compasivo, recto, y
amoroso y reubicarnos en el propósito original de ser glorificado a través de nuestras vidas.

Dios no solo tiene intención de conformarnos a lo que es bueno, sino que también dispone del poder para
completar el proyecto.

Me encanta lo que dijo el profeta Isaías cuando escribió que Dios puede «consolar a todos los enlutados; […]
ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de
alegría en lugar de espíritu angustiado; y [que] serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria
suya» (Isaías 61:2b-3). Dios puede restaurar los años que la langosta se ha comido (Joel 2:25).

Miguel Ángel esculpió la estatua denominada David en un trozo de piedra. Otros artistas toman óleos de colores
y lienzos para crear obras maestras. Vigas de acero se doblan y son soldadas para levantar monumentos de
aspecto extraño en las plazas de nuestras ciudades. Sin embargo, jamás he visto a un artista intentar hacer algo
bello con cenizas. Solo Dios puede hacerlo (Isaías 61:3).

El Señor puede derramar el amor de Cristo en nuestras vidas. Tal vez requiera un poco de quebrantamiento y
quizá sea necesario que atravesemos un tiempo de necesidad para tomar conciencia de las necesidades de los
demás. Si hace falta sufrir para lograrlo, es bueno.

¿Podemos llorar con los que lloran? Es probable que Dios tenga que empapar nuestras mejillas con lágrimas
para que podamos identificarnos auténticamente como lo hace Cristo.

¿Somos autosuficientes? La tragedia de nuestra próspera cultura es que rara vez percibimos la necesidad que
tenemos de Dios cuando, en realidad, le necesitamos desesperadamente. Tal vez Dios tenga que despojarnos de
parte de nuestra seguridad, con todo lo doloroso que eso pueda ser, para que aprendamos a depender de Él como
lo hizo Cristo. Eso sería bueno.

¿Nos falta fe? Quizá sea necesario vivir una tragedia para que experimentemos la realidad de Dios y
aprendamos a descansar y confiar en Él tal como Cristo lo hizo. Eso sería bueno.

¿Somos orgullosos, indiferentes, carnales, egoístas, vengativos, negativos o iracundos? Dios tiene algo mejor: el
estilo de vida de su Hijo.

Dios puede efectuar un cambio positivo en nosotros. Él sabe qué es mejor y qué hace falta para lograrlo. Como
un escultor amoroso y todopoderoso, seguirá cincelando nuestras vidas endurecidas hasta que Jesús pueda ser
vislumbrado en nosotros.

Para los que conocemos a Dios, el dolor es un proceso con propósito. Nosotros no atravesamos momentos
difíciles, sino que los momentos difíciles nos atraviesan a nosotros para que reflejemos la bella imagen de
Cristo Jesús.

Y eso es bueno.

(Artículos extraídos y adaptados del librito Anclas en la Tormenta, escrito por Joe Stowell y publicado por
Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre
diferentes temas en: http://nuestropandiario.org
LOS PROPÓSITOS Y LOS PROCESOS DE DIOS

TEMA: LOS PROPÓSITOS Y LOS PROCESOS DE DIOS

TEXTO: DEUTERONOMIO 7:21-23

INTRODUCCIÓN

En estos textos podemos ver reflejados dos cosas muy importantes en la vida de todo cristiano: El propósito y el
proceso de Dios en nuestra vida.

El Señor tenía un propósito para su pueblo (vs 21): darles en posesión la tierra prometida, y por eso les recuerda
que el es un Dios grande y terrible que esta en medio de ellos para pelear sus batallas

Pero también podemos ver que el Señor tenia un proceso para llevar a cabo su propósito en ellos (vs 22) él no lo
haría de la noche a la mañana, él lo haría poco a poco y el Señor tenía una razón: Que las fieras del campo no se
aumentaran contra ellos al quedar la tierra deshabitada.

Preguntémonos: ¿Podía Dios darle la tierra prometida a su pueblo de la noche a la mañana? La respuesta es:
Definitivamente si, entonces ¿Por qué no lo hizo? Porque Dios nos hace las cosas a nuestra manera, el tiene un
proceso perfecto para llevar a cabo sus planes en nosotros.

Traslademos esta enseñanza a nuestra vida:

La palabra de Dios nos declara que Dios tiene propósitos para nosotros, el tiene un plan para nuestra vida, y
también nos declara que sus planes son buenos, son propósitos o pensamientos de bien para nosotros (Jeremías
29:11)
Pero también su palabra nos muestra que sus planes tienen un proceso, Dios tienen un tiempo determinado
para realizar sus propósitos en nosotros (Eclesiastés 3:1 / Gálatas 6:9)

Al no comprender como Dios trabaja en nuestra vida con sus propósitos y sus procesos es que muchas
personas se desesperan y comienzan a preguntarse: Si Dios puede sanarme ¿Por qué no me sana ya?, si Dios
puede darme ese empleo ¿Por qué no me lo da ahora?, si Dios puede restaurar mi matrimonio ¿Por qué no lo
restaura de una vez?

Y como lo vimos en el texto que leímos para iniciar la respuesta es que, aunque nosotros no lo
comprendamos el Señor sabe lo que está haciendo, él tiene razones para hacer las cosas de esa manera en
nuestra vida.

¿Qué tenemos que hacer mientras el Señor cumple su propósito y su proceso en nuestra vida?

I) TENEMOS QUE CONFIAR QUE DIOS CUMPLIRÁ SUS PROMESAS Y SUS PLANES PARA
NOSOTROS (HABACUC 2:3)

Muchas veces le preguntamos al Señor ¿Cuándo? O ¿hasta cuándo? Pero tenemos que confiar que Dios
cumplirá sus propósitos en su tiempo, el no llega tarde, el no falla, el no miente, aunque nos parezca que se esta
tardando, no debemos desesperarnos ni desanimarnos, tenemos que aprender a esperar.

Este día el Señor nos dice a cada uno de nosotros: Aunque tu bendición parece que está tardando espérala,
porque sin duda vendrá.
II) TENEMOS QUE COMPRENDER QUE DURANTE EL PROCESO EL SEÑOR NOS DARÁ
LECCIONES MUY IMPORTANTES PARA NUESTRA VIDA (ROMANOS 5:3)

A nadie le gusta pasar por tribulaciones en la vida, en esos momentos le clamamos al Señor con fe para que
nos saque de la tribulación por la que estamos pasando, y seguramente no solo oramos, sino también ayunamos
y clamamos.

Y nuevamente aparece la pregunta ¿Puede Dios sacarme inmediatamente de esta tribulación? Y la respuesta
es: Si, él puede hacerlo. Entonces ¿Por qué no lo hace? Es ahí donde tenemos que comprender que el Señor
tiene lecciones muy importantes que enseñarnos en ese tiempo de tribulación y una de estas lecciones no se
cursa en ningún seminario ni capacitación, esa lección es la PACIENCIA, es decir aprender a esperar en Dios
sin desmayar.

III) TENEMOS QUE CREER EN SUS PROPÓSITOS Y ESPERAR QUE DIOS TERMINE SU PROCESO
EN NOSOTROS (MIQUEAS 7:7)

Así como lo decidió el profeta Miqueas, nosotros tenemos que poner en el Señor nuestra mirada, no en las
circunstancias, no en las dificultades, ni en el calendario, sino en Dios, en su fidelidad, en su poder y en su amor
para nosotros.

El no dejara a medias su obra en nosotros, el ha comenzado una buena obra en nuestra vida y la terminara. Su
propósito y su proceso se cumplirán para bendición de nuestra vida (Filipenses 1:6) Solo tenemos que confiar y
esperar, lo demás él lo hará.
¿En qué parte del proceso vas?

Dios es Dios de propósitos y él tiene un plan con cada uno de nosotros, pero para llevar a cabo ese propósito,
debemos dejar que Dios actúe en nuestras vidas, todo lo que pasa en nuestra vida va encaminado a ese propósito
así que todos nosotros estamos en un proceso; y la pregunta hoy es: ¿En qué parte del proceso vas?.

Lo que sufrimos, las pruebas y fracasos que pasamos en esta vida, todo va encaminado al propósito que Dios
tiene con cada uno de nosotros.

A uno no le sucede nada en esta vida, que no vaya encaminado con el propósito que Dios tiene en nuestras
vidas.

También te puede interesar: Dios tiene un propósito

Para poder Dios llevar a cabo ese propósito, debemos pasar muchas veces por algunas circunstancias no muy
agradables.

Por tal razón la Biblia compara nuestro proceso con el de la construcción de una vasija.

Dios con cada uno de nosotros, se ha trazado en su mente una obra ya terminada, lo que va a ser de nosotros a
futuro.

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Pero primero va a realizar unos trabajos en nuestra vida entonces ¿En qué parte del proceso vas?.

Tal vez para otros no éramos nada y no valíamos nada, pero Dios vio en nosotros algo de valor y nos escogió.

Dios en su gran misericordia siendo nosotros nada ni nadie, vio que servíamos y empieza un lavado en nuestras
vidas, ya que venimos del mundo con mucha suciedad, muertos en delitos y pecados.
Cuando Dios nos elige que estábamos en el mundo llenos de suciedad, malas mañas, llenos de tantas cosas que
impide el proceso de Dios en nuestra vida.

Entonces él envía su palabra que nos hace una limpieza profunda en nuestras vidas.

Es la palabra que saca de nuestras vidas las cosas que no sirven, por eso el que creyente que poco escucha la
palabra.
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Será un creyente duro, un barro duro, porque la palabra es la que ablanda nuestras vidas.

Ver también: El poder de la palabra

Cuando escuches la palabra de Dios no te rebeldices con lo que dice la Palabra de Dios, porque eso evitará que
la palabra haga el trabajo que tiene que hacer.

Muchas veces nos desesperamos de la situación que estamos viviendo pero no entendemos el proceso que Dios
está haciendo con nosotros.

Tal vez estás pasando por una prueba de fuego y digas: Señor no aguanto más, pero Dios te dice hoy, aguanta
un poco más que estoy haciendo un buen trabajo contigo.

No importa porque parte del proceso vayas, porque el que comenzó la buena obra en ti la va a terminar y va a
quedar perfecta.

No Abandones El Proceso (Con versiculos sobre los procesos de Dios)

Los Procesos son el camino al Propósito. Si abandonas el Proceso, abandonas tu Propósito. Si no eres
atravesado por procesos, entonces vives por vivir y no tienes un propósito en la vida.
Muchas personas quieren que Dios cumpla su propósito en ellos pero no quieren atravesar procesos, sin
embargo, déjame decirte que para llegar al cumplimiento del propósito divino necesitas ser procesado ya que de
otra manera no estarás capacitado para atender el mismo.

El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus
manos! Salmos 138:8
El cristiano y los distintos procesos

David fue ungido como rey pero, para llegar a ser rey tuvo que ser atravesado por distintos procesos los cuales
casi le cuestan la vida, es más, estuvo más muerto que vivo pero aun en medio de todo lo difícil que vivió no se
rindió sino que permaneció firme para alcanzar el propósito de Dios.

Tal cual es el propósito de Dios para ti de la misma manera es el proceso; a veces luchamos por grandes cosas
pero nos olvidamos que tendremos que atravesar grandes procesos.

Hoy es el día en el que te digo de parte de Dios “NO ABANDONES EL PROCESO” porque ese proceso que
estás viviendo no es más grande que el propósito de Dios, es tiempo de que te sacudas de la tristeza, de las
ganas de rendirte y todo aquello que te hace mirar atrás y te enfoques en el propósito de Dios.
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El plan de Dios

El plan de Dios se terminara de cumplir en ti, en tu matrimonio, familia, ministerio, trabajo no porque lo
merezcas sino porque Dios te ama y el nunca desampara la obra de sus manos.

Cuantas personas al ser introducidas en tremendos procesos, dan la espalda y se vuelven atrás únicamente
porque creen que no podrán superar esos momentos de dificultad que están atravesando; y ciertamente solos no
podemos pero de la Mano del “GRAN YO SOY” todo lo podrás superar.

Que importa lo que digan los demás, las burlas, calumnias, juicios, criticas que se levanten contra ti; No puedes
desmayar en medio del proceso, debes mantenerte firme porque has de ver la honra de Dios en la tierra de los
vivientes.

Tal vez habías estado sintiéndote deprimido, afligido, sin fuerzas y con ganas de abandonar todo pero, Hoy más
que nunca te digo NO ABANDONES EL PROCESO en el Nombre de Jesús, si Dios te introdujo es porque él
sabe que eres capaz de superarlo de su Mano.
Formar carácter y personalidad
David tuvo que vivir humillaciones, persecuciones, abandono, traiciones, y un sin número de cosas pero el
objetivo de todo ello era formar su carácter y personalidad para que cuando el propósito de Dios se cumpliera el
estuviera preparado.

Has Creído que no podrás salir de la situación que estás viviendo? Has creído que esto que estas atravesando es
el fin de todo? Hoy te digo como Embajador del Reino, NO, no vas a quedar a la orilla del camino, no vas a
quedar avergonzado, Dios no te ha abandonado, NO ABANDONDES EL PROCESO; regocíjate porque si estas
siendo procesado es porque estas camino al Propósito de Dios.
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Dios nunca te va a entregar algo en tus manos a menos que estés capacitado para tenerlo y eso es lo que hacen
los procesos, capacitarte. En este día Dios me ha dicho ” Estoy buscando a gente que no abandone el proceso,
gente que me crea a mí y no a las circunstancias, gente que esté dispuesta a todo, gente que aun estando en la
propia tumba crea que de allí le voy a levantar”.
Hoy es día de levantarse

Conozco a muchas personas que están llenos de palabras de aliento para los demás pero en el momento que son
procesados se olvidan del propósito de Dios y se tiran al suelo queriendo dejarlo todo. Hoy es día de levantarse
y si estas en medio de un proceso muy fuerte clama como lo hizo Job “yo sé que mi redentor vive”, clama como
lo hizo David ” Tu cumplirás tu propósito en mi”

Si creías que todo estaba acabado hoy te invito a que te tomes de la Mano del que levanta al caído, Oremos a
Dios. Padre Nuestro que estás en los Cielos, en este momento me rindo a ti y me aferro a tu Mano, me sacudo
del polvo y decido no abandonar el proceso, yo no me suelto de ti aunque vaya a la misma tumba, yo no me
suelto de ti aunque las cosas se pongan peor, yo no me suelto de ti porque tu cumplirás tu propósito en mi, en el
Nombre de Jesús tu Amado Hijo. Amén.
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Versículos sobre los procesos de Dios

Muchas creyentes pasan por dificultades, situaciones de angustia ya sea por asuntos de enfermedades propias,
de familiares, cesantía, deudas, etc. Les dejamos versículos.

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 Pedro 5:10
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros,que el que está
en el mundo. 1 Juan 4:4 RVR
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más
bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor;porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no
te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2
Porque, por causa de Cristo, a ustedes les es concedido no sólo creer en él, sino también padecer por él
Filipenses 1:2
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2
Corintios 1:3-4
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:28-29
Bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza. 8 Ese hombre es como
un árbol plantado junto a los arroyos; echa sus raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el
calor; sus hojas siempre están verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto. Jeremías 17:7-
8 RVC
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu
cayado me infundirán aliento. Salmos 23:4
Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la
cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman. Santiago 1:12 RVC

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El propósito de Dios

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Romanos 8:28)

“A los que conforme a su propósito…”

Dios tiene un propósito para tu vida. Tiene una meta, un plan. ¡Es importante que te preguntes y que Le
preguntes qué es lo que Él quiere hacer con tu vida!

Es muy interesante que la palabra griega para “propósito” , “prosthesis”, es la misma palabra que se utiliza en la
Biblia cuando se hace referencia a los panes de proposición. Estos panes servían para representar a las 12 tribus
de Israel, e impulsaban al pueblo a ir “hacia adelante”, a ir en pos del Todopoderoso.
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Hoy, por el sacrificio de Jesús, el pan vivo que descendió del cielo (Juan 6:51), Dios te anima a ir hacia
adelante. ¡Él te concede Su favor y Su bendición, y te anima a que sigas avanzando, a que vayas hacia delante y
tengas éxito en todos Sus propósitos para tu vida, para gloria de Su Nombre!

Querido(a) amigo(a), cree que Dios te llama según Su propósito. Su propósito es eterno, pero se manifiesta en
lo temporal, aquí y ahora. Él desea guiarte, consolarte, dirigirte y usar tu vida, “conforme al propósito eterno
que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe
en él” (Efesios 3:11-12).

Los designios de Dios para ti son buenos. De hecho, la palabra “designio” guarda una similitud con la palabra
“diseño”. Imagina por un momento que Dios, como un perfecto artista, hubiese bosquejado y diseñado por
adelantado Sus planes para ti. ¡Él está pintando el cuadro de tu vida, y te puedo asegurar que el resultado final
será magnífico!
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“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).

Carlos y Chantalle Villarreal


Pastores y Evangelista. Miami – FL USA.
Si necesitas Oracion, Consejeria o deseas recibir mensajes, conferencias para la familia, matrimonio, juventud
en cds escribinos: carlosvillarreal@live.com

El amor de Dios

¿Estás seguro? – Claro que estoy seguro ¿Piensas sacrificar todo por ellos? – Haré todo…

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